Tumgik
#respiró
cuando-fingi-quererte · 4 months
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Con ganas de desahogar todo mi estrés con embestidas salvajes contra tu culo.
— G'
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s-boy-world · 4 months
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"En ocasiones necesitó un respiró hasta de mi mera existencia, mi mente no se calla y yo me consumó a cada paso."
Sad_Boy_World
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angel-amable · 16 days
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Esta mañana, el gay Optato se ha levantado con ideas creativas. Por eso, le ha dicho esto a su novio Drogón. [Optato] - He pensado que me voy a depilar los sobacos con la Veet™. A su compañero le pilló por sorpresa. Respiró hondo. Se tomó unos segundos para poder contestar con calma. [Drogón] - ¿Quieres depilarte los sobacos? Muy bien. Es TÚ decisión. Hazlo. Sin problemas. Pero desde el mismo momento que lo hagas, yo abriré esa puerta de ahí, la de salida de casa, y me marcharé. Me iré para no volver. Tómate tu tiempo para pensarlo.
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umirage · 4 months
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Quiero compartirles esta maravillosa historia llamada Orion que es un fanfic crossover de los Super Sons y Artemis Fowl para la cual estoy haciendo algo de arte ✨✨✨Espero puedan darle una oportunidad, les aseguro que les encantará...💖
Primer capitulo 👉 ORION 1
Aquí una probadita y el arte del primer capitulo✨💖✨💖
"...Jon sintió que perdía el equilibrio y sus fuerzas le abandonaban, se le doblaron las rodillas y cayó al suelo de espaldas. El anillo en su dedo, un aro sencillo de color verde, brillaba con un ligero fulgor.
Los ojos del niño se abrieron hasta el límite, aterrado y sintiendo que iba a desmayarse..."
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"...Damian cayó de pie justo a su lado, mirándolo desde arriba con una expresión de furia gélida en sus ojos de color verde muy intenso. Artemis se estremeció de pies a cabeza ante aquella visión y una sensación de frío helado le invadió el estómago. Su corazón empezó a latir con fuerza y rapidez y notó un par de gotas de sudor frío en la frente.
Supo que estaba a punto de morir...."
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"...Artemis respiró hondo una última vez y sacó a Damian Wayne de su mente. Por ahora. Adoptó de nuevo su expresión seria y estoica y le indicó con un gesto a su guardaespaldas que continuara..."
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ojos-sabor-miel · 7 months
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Su cabello me hizo cosquillas en la espalda, sus labios mojaron mi ombligo, su nariz respiró en mi pubis y después me besó, me llenó de besos el cuerpo, me retorcí en su cama y me miró a los ojos, el deseo brillaba en ellos como electricidad en corto circuito y yo cumplí con dejar fragmentos de saliva en su cuerpo y sonreír mientras trazaba sus mapas.
Estuve ahí recostada a su lado el resto de la noche, oyendo su respiración y su corazón agitado; pensando en ti y en el error tan grave que había cometido, es que ella no es tú y no sé si me has jodido la vida o simplemente es que esta herida sigue abierta pero que yo al sentir su aroma odié que no fuera el tuyo y al escucharla gemir extrañé tu silencio desbordante y es que no eras tú quien dormía a mi lado esa noche, no fuiste tú quién me robó el primer beso esa mañana... y es que yo sigo queriendo que siempre seas tú.
-Ojos-sabor-miel.
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popiaswife · 4 months
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Hola. No se que más decir, por favor no me juzguen tan feo, junte mucha seguridad para tratar de publicar algo. Tiene mucho que no escribo, y no tengo beta, eso, adiós.
Disclaimer, Angst, use el nombre de mi Oc pero si gustan mientras lo leen pueden usar el suyo. CopiaxFemOc, Espero poder traducirlo y adaptarlo en inglés.
La suerte estaba hecha da, los días del cuarto de los Emeritus estaban contándose, nada ni nadie podría hacer que algo de eso cambiara, por mucho que lo intentaran, nada funcionaría, la razón ya estaba, incluso cuando ninguno de los dos lo quería, incluso cuando Luna planteaba mil y un escenarios, un cuando defendía a capa y espada el trabajo de su marido.
Copia dentro de su lista de cosas que le gustaría que le concedieran marco una en particular, un último baile.
No una gran fiesta, ni una gran cena, solo un baile, íntimo. No imaginaba que se lo concederían finalmente una noche antes de la tan triste fecha marcada. Al menos lo habían aceptado.
Los preparativos fueron tristes, Copia había logrado hacer las paces con su su próximo destino, la única cosa que aún le dolía era dejar a su amada, porque sabía que ella sentiría como si se muriera pero tristemente para ella, su corazón seguiría latiendo mientras que a él le estarían haciendo los respectivos rituales funerarios, homenajes. Copia escogió el traje que ella más amaba, el de militar, cada que lo usaba Luna no paraba de hacerle cumplidos como mínimo; él al menos iba con la satisfacción de poder tener a su amada en brazos, de poder volver a bailar con ella.
En otra habitación para que no se arruinara tanto la sorpresa, estaba Luna, poniéndose el vestido que habían usado en su primera gran cita, aquel rojo pomposo, aquel con el que también habían tenido su primer beso en la primera que tuvo que ir con sus mejores galas, por más que lo intentaba, las lágrimas no paraban, ¿cómo se supone que dejes ir al amor de tu vida? ¿Cómo se supone que te resignes a despertar y ya no verlo a tu lado? ¿Cómo te resignas a ya no dormir en sus brazos cuando él es tu lugar seguro? ¿Se puede? ¿Se puede morir de amor? No, infaustamente para ella tendría que vivir con la ausencia de la persona que más amaba. Habían tardado años en encontrarse, otros tantos en que fuera aceptado y ahora le quedaba una vida sin él.
Respiró. Tomó los productos, y empezó a maquillarse una vez que sintió que el rostro estaba lo suficientemente desinflamado, no iba a dejar que uno de sus últimos momentos ella pareciera una especie de desastre, lo mínimo que podía hacer era aparecer en la puerta y fingir, fingir que tendrían más momentos así para poder disfrutarlo, de lo contrario, de recordar que era el último, empezarían a brotar las lágrimas nuevamente en cuanto lo viera.
Finalmente en el salón, a través de los hermosos vitrales, acompañados de la Luz de la Luna y velas, una pequeña orquesta, finalmente se encontraron. Los pasos resonaban e entre las maderas, cada vez más rápido, pasó a paso hasta que estuvieron frente a frente.
“Dolcezza, ¿me permite esta pieza?” Hablo Copia con una voz calmada y suave mientras hacía una referencia ofreciendo su mano.
“Como todas las que te aceptado en esta vida, Bene Mio.” Luna contestó de un modo suave mientras aceptaba su mano e iban al medio del salón, no sabía de donde sacaba fuerzas para mantener sus lágrimas dentro de ella, para incluso estar sonriendo, tal vez empezaba a agradecer que mínimo tenían esa oportunidad.
En medio del salón y la Luna como testigo, sus cuerpos reaccionaron de inmediato desde la primera nota. Las manos de Copia la rodearon por la cintura, las manos de Luna por su cuello. El mayor la pegó a él, la cara de su amada estaba recargada en su pecho, podía oír sus latidos, los latidos que la calmaban en cada noche tormentosa, cuando los truenos aparecían y el simplemente se reía mientras la envolvía en sus brazos y las cobijas, la diferencia entre ambos hacía que ambos encajaran como rompecabezas, Luna no podía mirarlo a los ojos, no cuando los de ella ya estaban llorosos, no cuando Copia estaba tranquilo.
“Cariño, por favor”. Habló él nuevamente, Luna no tuvo opción más que mirarlo, y se encontró directamente atrapada en su mirada, Copia aprovechó para moverse un poco más que a los lados, un par de vueltas para volver atraparla en sus brazos.
Una verdad notoria era que pareciera que ninguno de los dos se quería soltar, no había prisa, no había nada más que hacer, y realmente así podían quedarse por el resto de sus vidas naturales, así esperaba estar con él en el más allá, o en la próxima vida, los brazos de ambos parecían sogas, parecían querer amarrarse mutuamente y el momento también, los segundos, todo el tiempo que pudieran, porque más que un mañana ya no habría.
Este era el final. En los últimos segundos de la canción Copia la sujeto con todas sus fuerzas, aún más de lo que duró el vals, Luna sostuvo la cara de su amado con toda la gentileza que tenía en sus tacto, parándose de puntitas, Copia se inclinó, sus labios se juntaron como si nunca lo hubieran hecho, como si una necesidad de tenerse cerca estuviera presente, Copia lo único que quería era saber que un día ella volvería estar contenta, Luna hubiera deseado que en ese beso se le hubiera ido la vida para seguir con él.
La canción se acabó, bajaron los instrumentos, se sentía como si se hubiera cerrado un telón, y las lágrimas finalmente cedieron.
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lilietherly · 3 months
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[Fanfic! Newcob]
Omegaverse.
Omega Jacob Kowalski/Alfa Newt Scamander.
Relación establecida.
Fluff.
Romance.
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He estado tan feliz por esto que ahora tengo el cerebro seco y no sé como expresarme, solo... No puedo creer que haya terminado esto luego de tanto tiempo; de tantas quejas y tantos pensamientos sobre dejarlo ৻( •̀ ᗜ •́ ৻)
Estoy feliz por mí y por ti, cariño, por haberme acompañado a través de esto y ser la fuerza que siempre necesité ⸜(。˃ ᵕ ˂ )⸝. Y, aunque esta más que claro todo lo que falta (como la edición, los títulos y resúmenes), aún no es suficiente para desanimarme; he terminado una de las partes más difíciles y eso nadie me lo puede quitar ( ˘͈ ᵕ ˘͈♡)
Entonces, sobre la historia, debo hacer un descargo de responsabilidad (?). Mira, princesa, no digo que no se trate sobre Cachorros, que es la palabra del día, sin embargo, no quise presentar a mis crías Newcob en esta historia porque ellas merecen una mejor introducción. Esta historia fue escrita con todo mi cariño y paciencia (‘. • ᵕ •. `), sin embargo, al estar regida por un guion que yo no hice, me limitó bastante, y mis fanchild son demasiado preciosos como para intentar introducirlos como si no significaran nada para mí.
Lo sé, esta bien si te parece una ridiculez ◝(ᵔᵕᵔ)◜, pero soy yo quien lo esta escribiendo y no me sentiría bien solo haciéndoles aparecer sin una introducción adecuada (•̀⤙•́ )... saldrán al azar una vez les de su debida presentación, no antes ◕⩊◕
Así pues, aunque esto no se trate de crías, definitivamente girará entorno a ellas, por lo que, según creo: ESTO TRATA SOBRE CACHORROS, solo, quizá, no desde la perspectiva más común ଘ(੭◉ω◉)つ
De todas formas, mi amada @drunkenelevator, espero esto esa lo suficientemente bueno para cerrar con esta pequeña historia. Lamento haberte hecho esperar tanto y juro, por mi vida, que definitivamente continuaré con los otros proyectos (つ╥﹏╥)つ
* * *
Mirando al despejado cielo azul e intentando de nuevo calmar sus ansias, Jacob respiró profunda y suavemente. Newt le acarició los rizos oscuros con una pasividad que en diferentes circunstancias conseguían tranquilizarlo en minutos, esta vez, el silencio impuesto por el Omega en el lazo que unía sus almas y el libro al que su esposo no le quitaba la atención; le dio a Jacob la oportunidad de volver a morderse los labios, ansioso e inseguro.
Una brisa fresca lo hizo reaccionar y pensar en que debía estar aprovechando el tiempo libre que la adorada Bunty les dio, encargándose ella del cuidado de las criaturas para que, en especial Jacob, pudieran aclararse la cabeza. La razón de su estrés apenas tenía motivo, lo entendía, aun así, no podía evitarlo
Estudió la densa floresta que los rodeaba, sin dudar en que Newt eligió para ellos el mejor claro del bosque. El aroma de la yerba creciente y la danza pacífica de las copas de los árboles, en definitiva, deberían calmarlo. No lo hicieron. El miedo permanecía. La lógica poco ayudaba. Habiéndoselo repetido incontables ocasiones, cada vez tenía menos efecto.
¡Porque lo sabía, claro que lo sabía! Como Omega Sangre Impura su capacidad reproductiva estaba por encima de la de un Sangre Pura; no cumplía aún los treinta años, la década que se consideraba de mayor fecundidad, y podría, quizá o no, positiva o negativamente, influir el hecho de que su Alfa fuera un mago. Newt le hubo explicado lo que conocía acerca de las diferencias fisiológicas entre Alfas magos y muggles, concluyendo en que no habría ninguna razón por la que no fueran compatibles con Omegas mágicos y no mágicos, —en el caso de Alfas muggles. Las dudas en ese sentido, si acaso, radicaban en la cantidad de sexo que habría entre ambos antes de que ocurriera un embarazo.
Sin embargo, el número de sus encuentros era la última de las preocupaciones del Omega. Aún existía el miedo de la poco generosa fertilidad Omega, su edad y su Alfa. Habría aceptado abandonar su sueño de tener cachorros si no existiera la posibilidad de procrearlos con Newt, puesto que los datos de los hijos de Alfas magos y Omegas muggles no era de fácil acceso y ningún mago o bruja lograron darle alguna referencia de que podrían conseguirlo —lejos de anécdotas cuya veracidad sería imposible de comprobar—; Jacob esperaba, preocupado, el que la lógica ganara y que pronto quedaría embarazado, si no lo estaba ya.
De reojo, observó a Newt. Si bien Jacob cerró su lado del vínculo para que él no se preocupara por su enloquecedora angustia y no recibía sino calma del lado de Newt, por cuanto el hombre aparentara tranquilidad, Jacob lo conocía mejor. No solo por el grato y bienvenido incremento de su actitud posesiva que, desde el celo de Newt, creció al punto en que el mago no permitía que absolutamente nadie aparte de él tocara a Jacob. Mimándolo tanto que ya pocas veces salían de casa sin que rogara por la marca especial de Newt; también se trataba de las escasas tareas hogareñas y para con las criaturas que le permitía hacer. También el aumento de obsequios y un trato amoroso que pronto volvería a Jacob un Omega malcriado:
Newt se sentía tan preocupado como Jacob.
Ambos deseaban cachorros, ese uno de los primeros acuerdos que se hicieron antes de compartir un celo. Imaginarse siendo el núcleo de una gran familia con muchos niños que compartieran el mismo amor que Newt por las criaturas y que, a su vez, tuvieran la valentía, la ternura y la calidez de Jacob; se convirtió en un escenario que llevaban un año persiguiendo y que, pese a todas las buenas razones que indicaban la tardanza, el no conseguirlo tras ese lapso los hacía vulnerables y nerviosos.
Los números a favor de lograr esa gran familia, radicaban principalmente en las probabilidades de Jacob para tener gemelos o mellizos. A razón de que su abuelo tenía un mellizo y la madre de Newt una gemela, la ilusión de Jacob se elevaba hasta la luna. El solo pensar en un par de cachorros idénticos con los ojos y las pecas de Newt, dibujaba en los labios de Jacob la sonrisa más anhelante y feliz.
Girando sobre el abrigo de su Newt que lo separaba de la hojarasca, sintió una de las grandes manos acariciándole con pereza desde el hombro a la cintura y, una vez cambió de página, aquel recorrido se detuvo en su estómago, creando un punto desde donde un calorcito suave y delicado comenzó a cubrirlo. Newt siempre hacia eso, incluso antes de saber lo mucho que pudo incomodar a Jacob, cuya vida rodeada de reclamos por no ser un Omega delgado como los demás, terminó al poco tiempo de ser tomado por su hermoso hombre mágico.
Protegido, cuidado y consentido, Jacob colocó su mano sobre la de su esposo.
Reconocía que ninguna de sus preocupaciones aumentaría su fertilidad, sin embargo, tener cachorros con el hombre de su vida derretía su corazón y convertía a su cerebro en pudín. Niño o niña, Omega o Alfa, ambos o solo uno, los detalles carecían de interés; Jacob anhelaba tenerles entre sus brazos para adorarlos, amarlos y mostrarles al mejor padre que pudieran desear.
—¿Newt, bebé? —Atendiéndolo de inmediato, Newt hizo a un lado su entretenida lectura para darle toda su atención. Sus ojos verdes revisaron a Jacob buscando la menor señal de lo que pudiera molestarlo—, ¿podrías… podrías olerme y buscar algún rastro? —Su Newt le sonrió con tranquilidad, asintiendo de inmediato.
Aun si el mago lo revisaba cada día y a pesar de conocer el resultado, Jacob todavía quería escucharlo, el que Newt lo consintiera sin dudar un segundo solo para hacerlo sentir mejor, surtía siempre el mismo efecto, apaciguando sus nervios durante un par de horas.
Newt lo ayudó a sentarse, luego se hincó entre sus piernas. El collar que Jacob usaba para proteger y resaltar sus marcas de unión, hecho de delgadas tiras de cuero castaño con broches y cierre de oro, cuyo intrincado diseño entretejía pequeños rubíes y cuatro óvalos perfectos de resistente cristal para mostrar y proteger sus marcas; se encontraba ya libre de la camisa o el saco, ambos abiertos por el propio Jacob. Encontrándose el camino despejado, Newt se entregó a su tarea como el hombre que respira después de casi ahogarse.
Jacob, soltando una ligera risa, se vio obligado a asirse de la cintura de su esposo para no caer de espaldas. No planeaba quejarse, amaba saber cuán desesperado se sentía Newt por tenerlo bajo su nariz. El hermoso hombre mágico apenas guardaba la compostura, aun si pretendía esconder su necesidad cerrando su lado del vínculo, Jacob conocía cada detalle de ese atractivo rostro, y en su vida tendría suficiente de ver lo mucho que podía enloquecer a Newt.
Besos ligeros en su cuello derritieron al Omega, suaves lamidas lo hicieron temblar. Suspirando al oído de su esposo, Jacob se relajó, disfrutando de la atención y el esmero de su Alfa. Inhaló el aroma que irradiaba, se cubrió con su calor; la paz regresaba conforme reconocía a Newt como el lugar más seguro del mundo. El hombre que lo protegería a él y a sus futuros cachorros. Pronto, sin embargo, aunque Newt se negó a separarlos, dio por terminada su búsqueda.
—Bonito… —murmuró al oído de Jacob, su voz rendida anunció todo lo que ambos ya sabían.
—Esta bien, cariño, esta bien. —Newt se alejó lo suficiente para encararlo, su rostro preocupado fue sostenido por las cálidas manos de Jacob.
—¿Lo esta, realmente?
—Tanto como puede estarlo, bebé. Aún tenemos mucho tiempo para seguir intentándolo, ¿verdad? —Newt asintió contra sus palmas, dedicándole una débil sonrisa. Gesto que muy poco fue del agrado de Jacob; él se encargó de arreglarlo enseguida—. Además, ¿puedes decirme que ya te cansaste de intentarlo? —Newt lo derribó, con un gesto travieso y una sonrisa de diversión que hundió en su pecho.
—¡Absolutamente no!
Jacob le acarició el cabello, pasándole algunos mechones detrás de la oreja le provocó una ligera risa, apaciguando cualquier aprensión. Newt lo estrechó con fuerza, inhalando su aroma a través de su camisa, la tranquilidad le suavizaba las firmes líneas de los hombros y la espalda. Besándole en la cabeza, mantuvo los mimos hasta que en su hombre mágico no hubo sino los mínimos rastros de ansiedad, que ninguno eliminaría por completo.
—Deberíamos volver, cariño, me siento mejor ahora y la pobre Bunty necesitará ayuda. —Newt asintió a sus palabras, y sin liberarlo, buscó su reloj de bolsillo—. ¿Cuánto hemos estado aquí?
—Casi tres horas.
—Bien, definitivamente tenemos que irnos.
Ninguno se mostró reticente, ambos reconociendo que se habían tomado demasiadas libertades con la amabilidad de la pobre mujer que, si bien les dijo que se tomaran el resto del día, Newt y Jacob acordaron sin palabras ocupar solo un par de horas, a sabiendas del trabajo por hacer; en especial la atención extra para con sus recientes invitados.
—¿Estás listo? —preguntó Newt, ayudando a su esposo a levantarse.
—Por supuesto.
Newt los Apareció en el callejón más cercano a Sherringford Square. Jacob, que no lo calificaría jamás en su vida de un viaje placentero, de un modo inesperado le provocó esta vez tal nivel de nauseas, que tan pronto aterrizó sobre uno de sus pies, halló la pared para sostenerse y devolver su almuerzo con un par de arcadas. La sorpresa, el malestar y el sabor lo hicieron temblar. Un sudor frío le recorrió la frente mientras Newt se encargaba de usar un hechizo para limpiarlo y acariciarle tiernamente la espalda. Por dios, pensó Jacob, eso ni siquiera sucedió en el primer viaje.
—Estoy… Estoy bien —murmuró, intentando detener a su esposo, que ya le revisaba el pulso y las pupilas, pálido al igual que Jacob—. Fue solo —carraspeó, conteniendo una nueva arcada—, solo un mareo en un mal momento. —Él, de hecho, no mentía, su cabeza se aclaraba y los estremecimientos menguaban con rapidez.
Newt no le creyó sino luego de terminar su examen, pues tampoco es como si antes no hubiera sucedido algo similar. La preocupación, sin embargo, se mantuvo a través de su conexión.
—¿Puedes caminar, bonito? —Pero igual Newt sostuvo sus manos, Jacob se soltó y se asió a su brazo izquierdo, sonriéndole ligeramente.
—Puedo, y ahora vamos a casa, ¿sí? Quiero lavarme los dientes.
Si Newt se resistía a separarse de su lado antes, en ese momento Jacob entendió que en adelante sería el doble de imposible. No obstante, en un grado similar él tampoco deseaba que Newt lo abandonara por mucho tiempo, y aquel repentino acto aumentó la necesidad de tenerlo a la menor proximidad posible.
Al llegar a casa, Newt le ayudó a subir las escaleras y, esperando a que se lavara los dientes, ninguno dio señal de que alejarse sucedería pronto. Para ambos, ese era un comportamiento perfectamente lógico y absolutamente práctico. Con las manos de Newt a su alrededor ambos descendieron las escaleras y alcanzaron el sótano, donde una prodigiosa Bunty cambiaba las vendas en la pata de un crup, cuyas colas no dejaba de moverse bajo sus atenciones cuidadosas. El crup ladró feliz al verlos.
—¿Sucedió algo? ¿No es muy temprano para que regresen? —cuestionó Bunty, mirándolos y terminando de atar la venda.
—Todo esta bien, Bunty, gracias, me siento mejor ahora. —Jacob, siendo aún seguido muy de cerca por Newt, se acercó al alegre crup, quien le lamió el rostro y saltó sobre sus patas traseras para intentar trepar sobre él—. Hola, compañero, ¿cómo te estás? —¿Por qué la mayoría de los magos creían que los crups odiaban a los muggles? No lo entendía.
—¿Labhra y Muir salieron para comer? —dijo Newt, quitándose el saco y doblando las mangas de su camisa, Jacob lo imitó tan pronto el crup se alejó para perseguir a una pluma rosa de fwooper.
—Me temo que no, Muir sigue durmiendo, aunque la infección de su ala ha mejorado bastante, y Labhra… bueno, no puedo verla, pero su comida sigue ahí, solo he estado vigilando que nadie se la quite —respondió Bunty, guardando los utensilios del botiquín.
—Iré primero con Muir, es un hipogrifo demasiado joven y no esta domesticado, si no come a su hora algo malo podría pasar. —Tanto Jacob como Bunty asintieron a lo dicho, pues si bien no hubo antes un incidente parecido, confiaban en los conocimientos de Newt. Ya preparado, Jacob se adelantó a decir:
—Bien, entonces me encargaré de Labhra, iré a…
—¡No! —gritaron Newt y Bunty repentinamente, con tal preocupación y certeza en sus voces que Jacob se detuvo en su lugar, paralizado.
Jacob pudo haber esperado el reclamo de Newt, su esposo preocupado y siempre atento a que no volviera a ponerse en peligro, aún si él y Labhra, la dulce thestral, habían encontrado en poco tiempo una grata convivencia. Lo que le sorprendió tanto como a Newt, fue el grito de Bunty, la buena e inteligente Bunty; la Beta empática y graciosa con la que Jacob se encariñó rápidamente; tenía en el rostro gestos idénticos de preocupación y necedad que Newt.
—Yo… Yo solo… No quiero que te lastimen, Jacob —ella intentó aclarar, sonrojada y sin dar ningún indicio de que haría retroceder sus palabras, manteniendo sus gestos, ahora tercos y avergonzados. Newt, por supuesto, ni siquiera fingiría explicar su razonamiento.
—Oh —susurró Jacob. De repente nada extrañado. Oh, de hecho.
Oh.
Bueno.
Mierda.
Fue como si una chispa encendiera la luz de la razón en la mente de Jacob y días y semanas de comportamiento extremadamente mimado, cercano, protector, posesivo y el último incidente antes de llegar a casa culminaran en la resolución más grande que alguna vez haría un simple Omega muggle repostero. Tembló. Su respiración se hizo pesada. Su piel se erizó, palideciendo en un segundo. Le fallaron las piernas. Newt lo atrapó entre sus brazos y Bunty invocó una silla. La preocupación de su esposo y su amiga le dieron la fuerza para hablar.
—Llama a un médico. —Su elección de palabras no facilitó la reacción a la escena.
—¡¿Gulshan o Kohaku?! —pregunto Bunty a Newt, tan agitada que parecía a punto de desmayarse.
—¡Ambos! —exclamó Newt y Bunty se Apareció enseguida, a su partida quedó Newt, que parecía a punto de morir.
Jacob sintió su agarre feroz en los hombros y observó en los ojos verdes una preocupación nunca antes vista. De no estar su mente a mitad de un colapso, habría aprovechado la oportunidad para halagar al atractivo hombre. En tanto, no obstante, las alarmas constantes resonando en sus oídos y el descubrimiento que podría darle un giro a la vida tal como la conocía, limitaba con una simpleza aterradora cualquier otro pensamiento.
—¿Jacob, Jacob? ¿Cariño, qué sucede? Por favor, dime qué pasa. —Sin el control suficiente sobre su propia boca, Jacob tomó lentamente una de las grandes manos y, envolviéndola entre las suyas, le acarició el dorso y los huesudos dedos.
—Yo… creo que…
El sonido crocante de una Aparición lo detuvo. Bunty había traído al medimago Gulshan y la sanadora Kohaku; ambos en pijama y con varitas en mano, ceños fruncidos y aromas amenazantes. Ambos, por fortuna, tuvieron el tiempo para reconocer a Bunty, no luchar demasiado para ser transportados y aceptar el trabajo en cuanto estudiaron a la angustiada pareja. El cabello castaño y liso de la sanadora fue torcido en un apresurado moño, mientras el medimago se recogía las mangas.
—Señor Scamander, por favor, vaya al pasillo, nos encargaremos desde aquí —pidió la sanadora.
—Bunty, querida, ven; procura que ninguna de estas criaturas nos muerda —dijo el medimago, con voz gruesa y amable.
Puesto que Newt se resistió a abandonar a Jacob, Bunty intentó convencerlo mientras lo llevaba hasta la puerta; al regresar se ocupó de mantener a salvo a las curiosas criaturas y de tranquilizar a aquellas que se vieron sorprendidas por la repentina aparición de personas a quienes muy pocos de ellos conocían.
Por su parte, Jacob, que apenas tuvo antes la posibilidad de ver la destreza y la habilidad de un medimago, fue rodeado, no menos de tres minutos después, de media docena de líneas ilegibles a las que de ninguna forma hallaba sentido y acostado en una camilla que se formó suavemente a partir de su propio asiento. Los dedos fríos de la sanadora apenas y lo tocaban, luego murmuraba hechizos, haciendo aparecer más de esos extraños dibujos.
—Muy bien, señor Scamander, necesitaré una lista de cada uno de sus síntomas —solicitó el medimago, ya con pluma y papel en mano.
—Aunque, por lo que se ve… —susurró la sanadora Kohaku, frunciendo el ceño al leer lo que le indicaban las vaporosas líneas y sus vívidos colores.
Jacob, aturdido, enumeró cada acontecimiento que creía relevante. Para su pesar, diciéndolo en voz alta una parte de él señaló cuánto pudo haber exagerado, cuánto pudo haber confundido un par de síntomas solo porque una parte de ellos respaldaba la existencia de uno de sus mayores deseos. Los Omegas, Puros o Impuros, no mostraban la variedad de síntomas que los Betas, por lo que incluso sus malestares aislados pudieran no ser realmente un conjunto o señal alguna. Para cuando terminó, un rubor de vergüenza le cubría las mejillas. Se llevó las manos al estómago e hizo el rostro a un lado, mordiéndose un labio pensó en las palabras correctas para disculparse por el alboroto.
Seguramente los médicos serían lo bastante maduros como para no señalar su dramático sentir o el tiempo que les hizo perder, pese a ello, nada impediría que Jacob no se sumergiera en esa emoción negativa durante un tiempo. Peor aún, durante casi tres meses la angustia de no alcanzar esa meta lo volvió susceptible a la negatividad y a la tristeza, ahora que incluso hizo llamar a los médicos para obtener la confirmación de los resultados negativos, Jacob se ahogaría.
—Todo esta bien, señor Scamander —susurró el medimago Gulshan y, casi palmeándole las manos para dale un poco de confort, se detuvo; no así la sonrisa apacible en su rostro oscuro.
—Señorita Broadacre, por favor, haga llamar al señor… —Newt abrió la puerta en ese instante—. Oh, pues bien. —Jacob obtuvo de su esposo un rápido beso.
—Sí, perfectamente normal —dijo el medimago, con humor en su voz. Jacob quiso preguntarle cómo se veía tan alegre sintiéndose él tan miserable y sin fuerza. Newt envolvió sus manos con palmas cálidas y rasposas, dándole cierto consuelo.
—¿Qué es ‘perfectamente normal’? —profirió Newt.
—Usted y su Omega, señor Scamander —comenzó la sanadora—, cada uno de los síntomas que relata su esposo, en concordancia a nuestros resultados, son los de una pareja Alfa y Omega regulares.
—Nada fuera de la norma, es bastante común en realidad, considerando el aroma de su esposo; el embarazo siempre es especialmente difícil de detectar si su Omega posee un aroma tan dulce. —Bunty fue la primera en reaccionar, cubriéndose la boca y dando pequeños saltitos que hacían bailar a sus trenzas.
Las mentes de Jacob y Newt tardan un poco más en resolver el complicado acertijo pronunciado por el medimago. Las palabras tomando sentido despacio. Muy despacio. Lento y sin prisas, como si intentaran saborear el momento; aprender y recordar cada emoción; sentirse el uno al otro enviándose y recibiendo una marea de ideas imposibles, de sueños improbables que, finalmente, haciendo estallar la burbuja de los sueños, brillaba ahora con la realidad. Su realidad.
—¿Es cierto? —preguntó Newt con voz titubeante, mirando a la sanadora Kohaku. Ella asintió—. ¿De verdad? ¿Esta seguro? —El medimago, manteniendo su sonrisa tranquila, también asintió.
Las lágrimas fluyeron de los ojos de Jacob tan pronto como Newt se abrazó a su cintura, llorando en su cuello y susurrándole una alegre letanía de agradecimientos y palabras de amor. Jacob, correspondiéndole con la misma intensidad, se aferró a su espalda, usando cada gramo de su escasa fuerza para mantenerlo ahí, consigo, por el resto de su vida.
—Serán los cachorros más hermosos y amados de todo Londres —afirmó Bunty, también con lágrimas ya cubriéndole las mejillas.
Jacob sonrió al oírla, no podría estar más de acuerdo.
* * *
Ah, no obstante, lo que sí hice fue introducir dos OCs ( ≧ᗜ≦). Ellos aparecerán cada vez que lo necesite porque soy demasiado perezosa como para hacer nuevos OC, así que ya habrá tiempo de conocerlos.
También espero que esta cosa tenga sentido y no se sienta demasiado apresurada (o mal escrita o un asco en general), aunque es el capítulo con más palabras de esta pequeña historia. Y sí, ya noté que no tiene smut, pero no pensé que hubiera hecho falta aún si estaba en mis notas el hacer uno pequeñito...
En fin, he dicho antes todo lo que tenía qué decir y creo que ha sido suficiente ( ⓛ ω ⓛ ).
Muchas gracias por leer.
∧,,,∧ (  ̳• · • ̳) /    づ♡ I love you...
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floresclandestinas · 4 months
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Desde mi escritorio:
VUELO DE UNA MARIPOSA
Una mañana de abril me fui escurriendo
por el quebrado cristal de mi ventana.
Respiró libertad mi alma de niña
y me alejé en zapatillas algo gastadas.
Supe que si crecía alas, volaría
y por las alas clamé de noche y día.
Cuando crecieron, viajé, surcando vías
por caminos plenos de melancolía...,
y los vientos volaban mis cabellos
y de mis ojos una lágrima que ardía
lentamente recorrió mi piel, serena
tallando mi poesía de mar y arena.
¡Soy un poco de mar y un puñado de arena!
La tristeza tiene un camino entre mis cejas.
Cargo en la espalda, mi mochila y mi guitarra.
Y en mi versos, los lamentos de mi patria.
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moronic-validity · 6 months
Note
Leí el fic del pretendiente de winterkov y me encantó!!!!
Podrías hacer un fic dónde sea winter el que se pone celoso y posesivo con saimon?
¿ Cómo si alguien como algun rey o representante de algun reino coqueteara o se insinuara a saimon y este no se daba cuenta pero winter si...Sabemos que es posesivo con saimon......
¿Winter se pondría celoso y como actuaría el en estado?
Muchas gracias, Estoy tan contento de que haya disfrutado de The Suitor!!!! Eso fue tan divertido de escribir!
Estoy tomando esto un poco en una dirección ligeramente diferente porque no estoy seguro de que nadie estaría coqueteando con Simon frente a Winter, pero encontré una manera de hacer que funcione.
Voy a poner la respuesta a su pregunta bajo el corte porque mientras me estoy saltando la 18+ parte bc esto es solo un mini fic, es todavía mucho.
Además, hice todo lo posible para escribir esto en español, aunque sé que probablemente hay muchos errores! Espero que disfrutes!!!
Simon no podía esperar para salir de esta reunión.
La Princesa del Desayuno le había dicho a Winter que su nación estaba empezando a cocinarse demasiado al sol y que necesitaba algo para enfriar su reino. El hombre pasó un día entero en su laboratorio encontrando una manera de hacer un dispositivo que regulara la temperatura de todo su reino sin la necesidad de que viniera diariamente para enfriar las cosas.
Y ahora se sentaron, Invierno y Princesa de Desayuno en la mesa principal, más solo poniéndose al día que haciendo negocios, y Simon, tratando de centrarse en su conversación en lugar de las innumerables otras cosas que podría estar haciendo.
"¡Hola Simon!" La princesa del desayuno llamó al consejero, que se había encontrado él mismo mirando a la pared
Volvió a concentrarse y miró hacia la mesa.
"¡Ven a sentarte con nosotros! Si no estás demasiado ocupado," Ella sonrió y acarició el asiento a su lado.
Simón miró a su rey, que se encogió de hombros con una sonrisa.
Tomó su lugar en la mesa principal, sentado a la derecha de Breakfast Princess.
"Así que, como estaba diciendo, siento mucho que te perdieras la mayor parte del baile, ¡fue todo un evento!", dijo Winter con una risa.
"¡Oí que lo era!" ella su voz tenía la misma cualidad alegre, "Me temo que estaba ocupado trabajando en algo para la princesa Bubblegum esa noche."
Invierno se encogió internamente.
"¿Cómo está? No he tenido mucho contacto con ella," Winter le aclaró la garganta, "por razones obvias."
Simon sintió una mano en su muslo y miró a Breakfast Princess que todavía estaba mirando al otro hombre.
"Oh ella está haciendo bien, solo maldice tu nombre cada otra frase." ella Dijo con una risa mientras su mano se dirigía a la parte superior del muslo de Simon.
Saltó, golpeando su silla en el proceso.
"I.. Lo siento," la voz de Simon tembló cuando fue a recoger la silla, "Pensé que yo.. uh… sentí una araña en mi pierna."
Winter miró desde la sonrisa de la Princesa del Desayuno hasta el aterrorizado rubor y se levantó.
"Creo que necesitas ir a casa princesa," su voz era plana.
"¿Pero pensé que todos nos estábamos divirtiendo?"
"Bueno, ya que no hay arañas en el Reino de Invierno, creo que mi asesor y yo tenemos nuestros propios problemas que tratar." Señaló a la puerta, sin moverse para abrirla.
Ella puso los ojos en blanco, pero pareció captar la indirecta y se fue con el dispositivo que Winter le había dado.
Una vez que la puerta se cerró detrás de ella, el volvió hacia Simon.
"¿Qué ha pasado?"
"¿Qué quieres decir con lo que pasó," Simon dio una risa débil, "Probablemente solo-"
"Simon, no me mientas".
"Ella uh… me tocó." el enfocado en la mesa, "No quería tener tal reacción, solo quería levantarme y volver a mi escritorio."
Winter le apretado el puente de la nariz, cerró los ojos y respiró.
"Ella te tocó…" repitió las palabras, tratando de envolver su mente alrededor de la audacia de la princesa que había pedido su ayuda, "¿Dónde?"
"Mi muslo." Simon suspiró.
Winter agitó la cabeza y luego miró a el consejero.
"Ven conmigo." Winter se movió rápidamente, abriendo la puerta de la sala del trono con la fuerza suficiente para romperlos.
Simon se quedó cerca de él, deslizándose un poco mientras trataba de mantenerse al día.
Finalmente llegaron al calabozo.
A Winter le gustaba follarse a Simon aquí, era más fácil mantener el ruido bajo y tenía acceso a muchas herramientas divertidas.
Simon abrió la boca para hablar, pero Winter se dio la vuelta y lo besó duro.
El rey lo empujó contra una pared, antes de romper el beso.
"No hiciste nada malo, y se ocuparé de ella después de esto.." Se echó atrás, mirando a Simon, "Necesito hacer algo mejor para asegurarme de que esta gente sepa que eres mía."
Al final, ambos fueron un desastre
Simon estaba cubierto de profundos moretones morados, sentado en el suelo, demasiado cansado para pararse.
El invierno era un poco mejor; el sudor empapado su pelo blanco en la frente, su espalda cubierta de marcas de arañazos.
No se molestó en vestirse más que en subirse los pantalones.
"Simon, mi amor, voy a mi laboratorio por un momento, ¿vas a estar bien aquí?"
Miró a Winter con una sonrisa cansada y levantó el pulgar, todavía agotado.
Winter asintió, luego dejó la mazmorra, y fue a su laboratorio para encontrar el interruptor de apagado que había hecho como precaución.
Apretó el botón sin pensarlo dos veces.
Déjalos hornear por unas pocas semanas, entonces, quizás, su princesa aprendería algo de decencia.
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tomta · 5 months
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La soledad me invade
Me invade el alma destrozada
ya no se que más hacer...
me quedo sin energía
ya no se de donde sujetarme
mi corazón pide un respiro.
Miro mis brazos con cicatrices
vuelvo al pasado.
al pasado dónde me lastimaba
dónde el filo de la cuchilla era mi mejor amiga.
Cada roze cada lastimadura se llevaba un secreto,un secreto al cual en las cicatriz permanecerá.
Mis ojos esconden las más grandes imágenes de mi misma mirándome al espejo llorando.
Pidiendo un respiró
pidiendo que este dolor que sentía en el pecho parará.
Nunca paro...Solo me acostumbré a vivir con el dolor.
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yinnydegoxs · 3 days
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¿Amor o amistad? Parte 43
Reacciono un par de segundos después, de pie delante de una puerta, con el viento frío pasando por su piel. 
—¡Hey bastardo con bata! ¡¿Dónde demonios te has metido?! ¡Te busque toda la maldita semana! 
Levantó apenas las manos, notando las marcas de daño hechas por las cuerdas, sus muñecas machacadas por lo mismo, pudo sentir como el dolor venía a su cuerpo progresivamente rápido, aun así, apretó los puños con fuerza obligándose a sí mismo a no flaquear, resistiéndose a temblar. 
—¿Por qué… esperaste una semana para volver atrás? 
—Pensé que solo se estaba escondiendo de mí o algo, como sea, cuando todos empezaron a desesperarse porque no aparecía, ¡era una sensación de pánico completamente nueva! 
—No respondiste mi pregunta, —miró de reojo de forma afilada —¿por qué no volviste antes? 
—Después de que sus aburridas vidas por fin dieran un giro, ¡no iba a perdérmelo! Además, pensé que sería divertido buscarte, pero se hizo malditamente frustrante. 
—Divertido… 
Se mordió los labios hasta sangrar, dando un golpe a la madera del marco con la suficiente fuerza como para hacer que la flor saltara de la sorpresa, pero claro que eso no iba a ser lo único que lo sobresaltaría, Gaster no dudo ni un segundo en invocar sus blasters, tantos como su magia actual le permitió aparecer a la vez, todos comenzando a cargarse en el lugar. 
—¡¿Qué demonios son esas cosas?! 
—¡LO VAS A AVERIGUAR SI NO TE LARGAS AHORA MISMO! ¡NO QUIERO VER TU MALDITA CARA EN MUCHO TIEMPO FLOWEY! 
—¡Bien! ¡Está bien! ¡Cielos! ¡Lo averiguare por mi cuenta! 
La alarmada flor desapareció en la nieve, más asustada de lo que le gustaría admitir. 
Apenas Flowey se esfumo, sus ojos volvieron al blanco neutral, desapareciendo su creación mientras pegaba la frente a la puerta, busco torpemente la llave y después de un par de intentos logró abrir, entró a la casa cerrando inmediatamente detrás sin despegar la vista del suelo, respiró hondo apenas manteniéndose en pie, el dolor de todos los días que paso antes del regreso volvía a él, la sensación de sentir que se quemaba por dentro, las heridas en su interior, el dolor de los cortes, arañazos y golpes, el sabor a magia horrible en su boca y como sentía unas nauseas terribles apoderarse de él. 
—¡Nyeh! ¡Papá! 
—¡. . .! —levanto la vista. 
Ambos jóvenes lo veían desde la parte superior de la casa, con los pijamas puestos cada uno desde la puerta de su respectiva habitación. 
—Hey G, ¿Qué fue todo ese escándalo de recién? Se que tenemos un poco lejos a los vecinos y eso, pero apostaría a que te han oído. 
—Yo… lo que pasa… es que… 
En el momento que cayó en cuenta de que estaba a salvo en su hogar, perdió la poca resistencia que aún lo mantenía en pie cayendo de rodillas y apenas dándole tiempo a apoyar el brazo en el suelo, llevó una mano a su boca por reflejo al sentir el reflujo de su interior, más no pudo evitar empezar toser con fuerza hasta vomitar, su cuerpo recordaba perfectamente la sensación de aquella repugnante magia en su vientre, confundiéndose por el regreso repentino y tratando de expulsarlo todo lo que había dentro de golpe cuando finalmente bajo la guardia. 
Los dos esqueletos se quedaron completamente paralizados los primeros segundos, antes de que el mayor se acercara con un atajo al notar no solo vomito caer de su boca y confirmó sus malos pensamientos cuando al apoyar la mano en su hombro, esta se mojó al instante, con un líquido rojo brillante, él sabía de sobra que desapareció casi una semana entera, pero quería creer que no había sido tan jodido como él esperaba. 
Fue mucho peor. 
—¡Papá! ¡Papá! —bajo de un salto por la baranda, justo sobre el sillón y corrió hacía él. 
—Paps, llévalo a su cuarto, hay que curarlo ya, iré por Grillby, sabrá qué hacer. 
Ni siquiera hubo un atisbo de duda en alguno de los dos, Sans simplemente desapareció al instante en busca de ayuda, mientras Papyrus esperaba que su padre se recompusiera lo suficiente como para poder cargarlo, en el momento que él ya solo respiraba agitado y tosía de vez en cuando, lo levantó en brazos, notando claramente como se quejaba audiblemente entre sus dientes cuando paso su brazo por detrás de las rodillas, el joven esqueleto lejos de asustarse por ello se sintió determinado a atenderlo lo mejor posible, lo llevo escaleras arriba, cuidando el movimiento de las escaleras no provocara más dolor del que ya parecía tener. 
Apenas llego al cuarto, lo bajo en la cama, más el mayor no parecía tener intención de recostarse en lo más mínimo a pesar de que su hijo menor intentaba que lo hiciera, más cuando lo vio a los ojos, podía notar un brillo faltante, sin palabras que decir, desistió a cualquier idea de obligarlo a estar en la cama, con delicadeza apartó la tela de su abrigo negro y la bata que traía por debajo, más no pudo quitar la camisa de último ya que el mayor lo tomo por la muñeca, claramente incómodo por la idea de descubrirse. 
Papyrus se resignó a la idea de ver que tan mal estaba y procedió a curar por encima de la tela, notando que su padre relajaba el agarre, como una especie de agradecimiento silencioso a respetar sus límites. 
—¡Gaster! —Entró cargando a Sans bajo el brazo y este tenía con el kit de primeros auxilios. 
—Ah, Grill… no era… necesario Sans…—Gaster lo miró respirando pesado. 
—Bueno, permíteme dudar que no era necesario —bajo a Sans —¿qué demonios te paso? Te ves peor de lo que Sans me dijo. 
—No… no quiero hablar de ello… ¡cof! —se cubrió la boca, tragando esta vez. 
—Chicos, yo me encargo… ustedes vayan a sus tareas, si pasa cualquier cosa los llamaré. 
—¡Nyeh, pero…! 
—Conoces lo cabezota que es tu padre, está bien, déjalo en mis manos. 
Sans solo le tomó de la mano para que se calmara, Papyrus miro un poco a ambos antes de finalmente asentir suave y salir de la habitación. Una vez solos Grill tomó la silla del escritorio y la acerco para sentarse frente a frente al doctor, lo dejo tranquilizarse lo suficiente, al menos para que dejara de aferrarse a su abrigo y bata con tanta dureza, no intercambiaron un dialogo previo, después de alrededor de media hora Gaster solo respiró hondo antes de que él mismo deslizara las prendas, pero solo deslizo parte de la camisa para que se viera la herida más grande, más esta no cubría el resto de las cicatrices que se veían en el límite de la tela. 
—Se que no quieres hablar de ello, pero sabes que tienes que hacerlo —acerca con cuidado la mano a la herida que al menos ya no sangraba. 
—Lo sé… —sintió su respiración acelerarse. 
—Hey, soy yo, tu viejo amigo ¿de acuerdo? Todo está bien, estás en casa G. 
—Sí, lo sé —repitió —solo… no puedo evitarlo ¿sabes? Es… difícil. 
—Voy a limpiar la herida más grave, ¿puedes con eso? 
—Lo intentare. 
—¡DOCTOR! 
Los dos amigos dieron un salto de la sorpresa cuando se abrió la puerta de golpe, de hecho, casi la había partido en dos de una patada, el científico miró algo asustado a como la capitana de la guardia reaccionaba a verlo tal como estaba, ella se quedó congelada en el sitio durante algo más de un minuto, verlo herido y ver que clases de heridas tenía donde tenía descubierto, apretó los puños y puso la vista seria antes de acercarse y sentarse a un lado, sin quitarle la vista. 
Antes de que pudiera decir algo, lo abrazó con cuidado, más cuidado del que cualquiera esperaría. 
—U-Undyne ¿p-por qué estás aquí? 
—Papyrus me llamo diciendo que haría sus tareas y que todo estaba “bien”, pero algo sonaba mal en él, además cuando desperté tenía una sensación de que… no lo había visto en demasiado tiempo, así que vine de inmediato. 
Gaster por un momento tembló, aun cuando Undyne tenía determinación corriendo por su cuerpo, no le afectaba como a Sans o él, ella no podía recordar lo que pasaba y a pesar de eso, ella sintió que algo malo paso, quizá por instinto, quizá por esa sensación de deja vú, o su gran sentimiento de justicia le hicieron saber que él podría desaparecer. 
Sentir que alguien más podía ver que las cosas irían mal, al final, terminaron por quebrar lo poco que quedaba de su guardia. Se permitió acumular magia en sus cuencas para luego sentirla bajar por sus mejillas, se llevó la mano a la cara intentando calmarse. 
—Al menos, deberías traer abrigo… ¿sabes? 
—¿En serio se va a preocupar usted por mí justo ahora? 
—Sigues siendo una niña a veces. 
—No es mi culpa que sea tan viejo. 
—Hey… 
—Dejemos las tonterías aparte, ¿bien? —le tomo suave por el brazo —necesita realmente muchas curaciones. 
—Ah, —paso algo de saliva —no va a gustarte lo que vas a ver. 
—Ya no me gusta lo mucho que hay en tan poco lugar. 
Gaster la miró unos momentos y llevó las manos a la camisa para desabotonarla del todo, deslizándola por sus hombros junto con el resto de las prendas superiores para luego evitar el contacto visual con cualquiera de los dos; esperaba que la chica explotara como la vez que hablo del acoso en el bar y en cierta forma podía casi palpar la ira que estaba emanando de ella y como el fuego de su viejo amigo se crispaba y parecía encenderse más por momentos. 
Aún con el enfado, había asuntos más serios que atender, las preguntas podían esperar. 
Undyne tomó el arduo trabajo de curar las heridas del torso y vientre, más que nada porque por razones que el doctor aún no contaba, temblaba con ciertos toques de manos masculinas, aunque su mente entendiera que estaba a salvo, su cuerpo todavía no lo procesaba. Grillby resopló molesto por ello, limpiando las heridas de las manos y demás articulaciones superiores, se deshizo de la venda del cuello, solo para encontrar marcas moradas alrededor de la zona, además de más arañazos y lo que parecían pequeños huecos, como si hubiesen clavado con maldad para que quedaran en la piel. 
Uso magia para aliviar la zona, suponiendo que claramente del vientre para arriba estaría más o menos tratable con ello y limpiando las heridas más nuevas, ninguno de los dos monstruos quería pensar que habría por debajo, los dos sabían de sobra que posiblemente no iban a poder controlar su enojo si confirmaban sus presentimientos. 
Y que, además, no les correspondía a ellos ser quienes curaran esas partes. 
—¡Dings! 
Gaster dio un salto en el lugar y miró hacía la puerta al ser llamado. 
—M-Majestad… ¿qué… qué hace aquí? 
—Sans debió avisarle también —suspira Grillby antes de darles distancia. 
—Dings, dios mío… —se acercó a tomarlo despacio por los lados del rostro —¿qué te han hecho? 
—Majestad… yo… perdóneme… 
Tomó sus manos, terminando por temblar de nuevo mientras apretaba el agarre, notando de nuevo la magia acumularse en sus ojos para volver a correr por su rostro, cerró fuerte los ojos, sintiendo que ligeros ruidos de llanto contenido escapaban de su control, Asgore solo lo abrazó con el mayor cuidado posible mientras sentía a su científico aferrarse con fuerza a él, no importaba que había pasado, solo quería estar ahí para él en su momento más vulnerable. 
En el momento que se quebraba. 
Lo mantuvo en sus brazos, al menos para poder transmitirle que estaría protegido y que no estaba solo en ello, era su esqueleto, su científico, su pareja, lo era todo. Sus ojos brillaron con furia mientras lo sostenía, no dejaría que aquellas heridas quedaran sin castigo a quien las hizo. Luego de una rápida mirada a los otros que seguían allí, ellos entendieron que seguramente revisaría a Gaster de manera más minuciosa y privada, por lo que era mejor que se retiraran del cuarto, pero no podía obligarlos a irse de la casa, ninguno estaría tranquilo hasta saber que había sucedido. 
—Dings, por favor dime sinceramente hasta donde estas herido. 
— Ah… —se sobresaltó un momento antes de bajar la mirada. —Mucho más de lo que cree… 
—¿Cuánto? 
—Mucho… 
Dudando unos momentos, levanto apenas la cadera para sacar sus pantalones y ropa interior, Asgore contuvo la respiración un instante, notando las marcas de corte profundo en sus muslos, varios de ellos, un conjunto de cuatros y una en vertical, como si fuera una especie de conteo perverso, entonces, una idea cruzó malamente por su cabeza y por desgracia era la acertada. 
—Estos cortes… 
—Solo… es el precio a pagar por… 
—No, esto paso, no es una “premonición”. 
Pego un salto en el lugar. 
—¿D-De que habla majestad? 
—Sans me lo dijo todo Dings, —lo miró a los ojos —lo que hace Flowey no es darte premoniciones, esto es algo que paso y volviste atrás. 
El científico solo se quedó congelado unos momentos, antes de sentir el llanto apoderarse de nuevo de él, cubriendo su cara con uno de los brazos. 
—N-No quería que lo supiera… no quería preocuparlo más… 
—Hablaremos de ello más tarde, —se levantó y arrodillo delante. 
—M-Majestad… 
—Curar, tratar y vendar tus heridas son prioridad… por eso… quiero saber si también hay “cortes” por dentro. 
—Yo… —se llevó las manos al vientre, inquieto. 
—Lo supuse, iré con ello primero va a doler un poco, ¿puedes con eso? 
Gaster asintió, ya había resistido tortura por una semana, ¿qué más daba algo más de dolor ahora? Asgore respiró hondo antes de acumular una buena cantidad de magia verde en su mano, para apoyarla suavemente en el vientre, lo notó temblar al contacto y como escapaba una queja de su boca, intento ser cuidadoso, a pesar de que el enojo al ver tantas pequeñas pero dolorosas heridas internas lo hacían una tarea difícil de completar. 
—M-Majestad…—respiro agitado, notándose muy tenso. —A-Asgore. 
—¡Ah! ¡Lo siento! ¿estoy aplicando demasiada magia de golpe? —lo miró preocupado, desapareciendo su enojo momentáneamente. 
—Un poco, d-duele más de lo que esperaba. 
—Lo siento Dings, iré con una menor cantidad, avísame si es demasiado. 
—Puedo manejarlo, solo quiero desaparecer cuanto antes… ESAS heridas. 
Apretó las sábanas entre sus dedos, especialmente quería que dejara de doler dentro de él, el rey entendía esa petición, así que siguió con la curación, esta vez controlando que su magia no le causara más malestar del que tenía, podía guiarse por su respiración, por como intentaba ocultar que se tensaba o por como sus dedos presionaban más la tela. Pasada casi una hora desde que empezó, prácticamente su interior ya estaba considerablemente mejor, podría decirse que “ileso” aunque su cuerpo tardaría en borrar el mal trato. 
—Asgore… ¿Qué tan posible ve curarme lo suficiente para… caminar normal? 
Aquello le cayó de sorpresa al rey, que levantó la vista, curioso de esa petición. 
—Bueno, tienes las rodillas y tobillos bastante maltrechos, pero puedo intentarlo, ¿por qué? 
—Quiero ir a New Home esta noche. 
—¡¿QUÉ?! —Gritó Undyne desde la pared. 
—Ah —se tensó un momento, había olvidado que esperaban fuera del cuarto. 
—¡¿Qué demonios quiere hacer allí estando como esta?! 
—Esa es la Undyne que conozco —murmuro por lo bajo —El día que desaparecí fue hoy a altas horas de la noche. 
—¿Fuiste a altas horas de la noche solo? 
—Mi celo empezó por la tarde, para la noche ya no estaba pensando demasiado… —mira a un lado. 
—Te dije que podías tener una escolta, ¿por qué no llamaste a nadie Dings? 
—No quise… molestar a nadie a esas horas… —mantuvo la mirada baja —lo siento… si le hubiese hecho caso… —apretó los dedos en las sábanas. 
—Ya, con o sin escolta, nunca hubiese esperado que alguien te atacase, no es tu culpa. 
El científico solo de recordar volvía a sentir nauseas por lo ocurrido. 
El rey tomó el cubo de basura que estaba en el cuarto y se lo acercó para que no hiciera un desastre, y fue buena idea ya que termino por vomitar de nuevo, lo sostuvo con cuidado para que no se moviera demasiado hasta que volvió a calmarse, lo notó respirar hondo, como si intentara volver a controlarse a sí mismo. 
—Está bien si quieres dejarlo salir todo. 
—No, solo… ponerme a recordar me hace sentir enfermo… 
—Realmente no se si puedas ir a New Home esta noche. 
—Tengo que ir Asgore, si la historia se repite él va a estar ahí de nuevo… y si lo atrapan en el acto, no podrá escapar al castigo… me niego a dejarlo en las calles suelto. 
—¿Puedo saber que paso exactamente en esta noche? 
—Fui a altas horas de la noche, con todo cerrado en New Home, estaba distraído por el calor del celo y el abrigo que llevaba, me pare unos momentos para sacármelo y… 
—Siendo el principio del celo, aún podías usar magia cuando te asalto. 
—Si, pero… ¿recuerda que le dije que tenía la sospecha de que una caja de las picanas estaba desaparecida? 
Asgore hizo memoria de aquello y se sobresaltó de golpe. 
—¿Había una caja perdida al final? 
—Él nos vigilaba a mí y a Alphys en el vertedero, debió llevarse la caja perdida en el lapso que nos fuimos… y averiguo su funcionamiento, es un ex trabajador del núcleo, no debió ser una tarea difícil para alguien como él. 
—Ah… —lo miró un instante, sintiendo por un momento su mirada brillar con furia —¿fue Jack? 
Gaster levantó la vista, inquieto y solo asintió, no es que no fuera a decirle quien había sido, ni loco ocultaría esa información, simplemente, sentía demasiado asco en ese momento como para poder siquiera pensar que ese nombre saliera de su boca, no sin volver a vomitar. Y, de hecho, volvió al cubo unos segundos después. 
—Ugh, ahh… maldita sea… —se quejó por lo bajo. 
—No creo que haya forma de que puedas ir a New Home en tu condición… simplemente déjame capturarlo a mí. 
—No aparecerá si no estoy… además… —sus ojos brillaron en rojo —estoy determinado a devolverle el favorcito y hacer su maldita existencia un jodido infierno. 
—¡APOYO LA IDEA! 
—Undyne —Asgore suspiró suave, intentando calmarse, si es que era posible. 
—Te lo pido de nuevo Asgore, quiero estar lo suficientemente estable para caminar sin sospechas en New Home, él vendrá por mí, está esperando que baje la guardia donde no lo vean. 
—Bien, haré lo que sea necesario, puede que tenga que aplicar mucha magia así que dolerá a veces. 
—Tenga por seguro que lo soportare sin problema. 
—No, avísame si es demasiado también. 
El científico solo respiró hondo, asintiendo suave aún con el cubo cerca por si tenía otra arcada aleatoria; tal como el rey dijo, en algunos momentos la concentración de magia se sentía dolorosa sobre todo en sus articulaciones, que habían sido retenidas por demasiado tiempo y ahora posiblemente sería difícil manejarlas como quería, aun así solo apretó los dientes, manteniendo en mente que iría a su encuentro, atraparía a ese bastardo en el acto así tuviera que rogarle a Flowey volver a este día cien veces. 
Cuando llego el mediodía, Asgore decidió tomar un pequeño descanso, más que nada porque probablemente las heridas necesitaban un tiempo de reposo para poder seguir asimilando su magia, Grillby se había retirado cerca de una hora antes para traer comida a la casa, aunque no sabía si Gaster podría comer, así que solo trajo para él una bebida suave de leche de fresas y un postre ligero, a lo mucho lo vería en el cubo de la basura luego de que intentara pasarlo. Undyne se había quedado a un lado de la puerta, sin asomarse a pesar de la curiosidad; iba a barrer todo New Home a base de lanzas si llegaba a ver qué tan serio era el asunto por abajo, más de lo que ya podía deducir con los quejidos del doctor o las disculpas de Asgore por sobrepasar sus límites de dolor. 
Lo único que ella podía hacer en ese momento era decirles a los muchachos que su padre estaba siendo tratado por el rey, que estuvieran tranquilos ya que estaba en buenas manos, sobre todo a Papyrus que, a pesar de su inocencia, en el fondo sabía que algo realmente serio había bajo las prendas del doctor. Mordió con ganas un trozo de pizza traída por el dueño del bar, que si se atrevió a ver desde la puerta como iba todo y podía afirmar sin dudas que era buena idea que ella no viera, no después de ver como calcino con una de sus manos el marco de la puerta y como sus flamas se avivaban con furia. 
Pasadas las horas, las curaciones terminaron por la tarde casi noche. 
—Huele muy dulce aquí—murmuró Undyne. 
—Ah, su celo está empezando a pesar de todo. —Suspira Asgore, tomando un poco de té mientras acompañaba a su pareja. 
—Se lo dije… ah, hubiese estado bien que no pasara… —se acomoda la ropa. 
—¿Qué planea hacer doc.? 
—Intentar caminar lo suficientemente erguido, la hora se acerca. 
—¿Podría decirnos que quiere que hagamos? Porqué está completamente loco si cree que nos quedaremos fuera de esto. 
—Bien, puede que tenga un pequeño plan con ustedes de todos modos. 
Se alistó con la misma ropa que había llevado para ir con Asgore antes del receso, Undyne se había encargado de limpiar un poco el abrigo, claro que igual que la primera vez, este era molesto por el calor que sentía, más era necesario ir con aquello puesto; Asgore procuro ayudarlo a caminar, lo más normal que pudiera, sus articulaciones estaban aún en un estado deplorable pero ya era demasiado doloroso tratarlas más ese día y se acababa el tiempo, según el doctor. 
Para que sus hijos no se preocuparan, termino por mandar un par de mensajes a ambos, a Sans que estaría por el celo fuera de casa varios días y a Papyrus que el rey se encargaría de su recuperación como hizo en otras ocasiones pasadas. Apenas termino de enviar aquello, se acomodó la ropa para salir, siendo sostenido por Asgore mientras caminaban hasta el puerto, Grillby y Undyne tomaron primero la embarcación, la capitana debía prepararse y su viejo amigo tantearía el terreno y se quedaría a una distancia prudente donde no iba a ser visto. 
—Majestad, está bien, creo que podré mantenerme erguido. 
—¿Seguro? Aún te debe doler mucho. 
—Estoy mucho mejor que en la mañana, con eso me basta. 
—Me alegra oír eso, pero me preocupa de todos modos. 
Ambos subieron al bote, haciendo que Asgore bajara en Hotland primero, solo por si Jack sabía el muelle real para ir a la última ciudad antes del castillo, mirando la hora, embarcó solo hasta allí, respirando hondo, necesitaba mantener su magia lo bastante estable y a principios del celo, aún se lo podía permitir. 
Bajó completamente solo, mirando alrededor de forma disimulada, antes de ver que la barca se iba, dejándolo ahí, delicadamente abría el saco mientras caminaba, haciendo creer a su acosador que se estaba distrayendo con el calor, llegó hasta el punto donde había sido capturado y se detuvo, comenzando a deslizar despreocupadamente el saco. 
Solo necesitaba que mordiera el anzuelo. 
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Parte 42 [NSFW/NONCON]
Parte 44
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nalie-1998 · 5 days
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Una Balada al Mar ● Pt. 2
Emparejamiento: Nikolai Lantsov x fem!reader
Advertencias: Amenazas, tirarse por la borde de un barco en movimiento, dos hombres sin saber muy bien qué hacer, huir.
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Un silencio relajado se acomodó en la habitación tras el informe sobre el inventario del fjerdano, quedando en el sonido del papel en movimiento, las pequeñas olas rompiendo en el casco del Superviviente y las voces de los marineros de su tripulación, juntas al ajetreo del puerto a apenas unos metros de distancia.
-Guau, esta vez sí que has sido exhaustivo, mi querido oficial de cubierta. Un poco más y me quitas de capitana, Mat- La chica sonrió burlona mientras ojeaba los mapas para su próxima misión en aguas ravkanas.
-Siempre soy exhaustivo, ya deberías de haberme ascendido a capitán hace tiempo- Dijo el chico, levantándose de la silla del escritorio mientras rodaba los ojos- Además, le tienes demasiado orgullo al puesto como para dejárselo a otro.
Shallow soltó una carcajada seca justo antes de pasar de coger otra carta náutica de la mesa.
-Vamos, Matvej. Los dos sabemos que yo soy la que tiene más carisma y más... cualidades para la persuasión.
-Claro, claro... Persuasión -el fjerdano bufo, divertido- ¿También consideras persuasión a la forma tuya de convencer a los guardias de que dejen su puesto?
Shallow frunció el ceño.
-Venga ya. Si el corsé y el vestido me quedan genial. Y encima he conseguido unos tacones a juego- Shallow se calló, con sus ojos brillaron burlones durante un momento- Pero si quieres mi puesto en el próximo plan...
Matvej se puso rojo hasta las orejas, haciendo que su pelo rubio resaltase más, asemejándose a una llama de una cerilla. El fjerdano se cruzó de brazos y la miró con reproche, intentando disimular su vergüenza.
-Ni se te ocurra ni mencionarlo Shallow. Si no te...
Shallow no pudo escuchar el resto de la frase, ya que justo entonces sonó la sirena de niebla, dándoles permiso para embarcar en el puerto.
-Hmmm... Salvado por la campana, Mat. Esta vez te la dejaré pasar, pero no creas que perderé la próxima oportunidad. ¿Algo más antes de que desembarquemos?
T/n miró al fjerdano a los ojos y no le gustó lo que vió en ellos. El hombretón mantuvo más contacto visual de lo usual con ella y se recostó en la pared que separaba la borda de su camarote, intentando parecer casual. Algo que obviamente no consiguió.
Shallow frunció el ceño y siseó
-Matvej ¿Qué escondes?
La situación se tensó en cuanto esas palabras salieron de la boca de la chica, atravesando el aire hasta caer en el silencio. Los ojos azules del joven se clavaron más en los ojos de la chica, en un intento inútil de parecer seguro, que se contrarrestó con su figura más tensa de lo normal.
Los sonidos de ajetreo del exterior parecían en segundo plano, ajenos al interior del camarote.
El chico respiró hondo antes de soltar el aire en un suspiro. Debería de habérselo dicho hace días, pero no tenía que preocuparla. Podía encargarse él. Tal ve podría hablar con Sturmhond y podría ayudarla con su puesto de corsario de la Corona Ravka.
Pero Matvej conocía demasiado bien a Shallow como para saber que ella no pediría ayuda. Huiría. Lo haría de la misma forma de la que siempre trata ese problema: Corriendo de un lado a otro del mundo conocido. Consiguiendo el barco más rápido, los susurros más enterados y los Sanktos de su lado. Volvería a huir.
-Matvej habla, por favor- El chico miró a Shallow mirarle fijamente con unos ojos tras los que llovía fuego ardiente e incontrolable- Me estás asustando con tanto silencio.
El chico observó las campanas de alerta resonar un poco más fuerte en la mirada de la joven antes de empezar a hablar.
-T/n...- empezó con precaución, hablando suave, como se habla a un animal para que no se asuste- En la última parada en Shu Han me encontré con un escuadrón de mortificadores buscando tu barco sobre el puerto. Eran del círculo de confianza del Oscuro. Creo que te buscan y, viniendo de él no es nada bueno,
Las palabras de Matvej resonaron en el aire, entrando desde los oídos de Shallow hasta su corazón, haciendo que su latido aumentase. El camarote se llenó de un silencio tenso, ajeno al ajetreo del exterior.
La pirata frunció el ceño, bajando la mirada hacia el mapa del escritorio y escrutándolo. Matvej sabía que ella era orgullosa.
Por supuesto que ella no iba a dejar que viese la preocupación y el miedo calar en sus iris hasta inundarla el alma. Varios segundos eternos pasaron antes de que Shallow rompiera el silencio.
-Mortificadores del Oscuro... -susurró Shallow, diciendo cada sílaba lentamente, saboreando su gusto amargo y quemado, diciéndolas en un murmullo para sí, como si eso las hiciera más reales. T/n alzó la cabeza hacia Matvej, siseando bruscamente- ¿Cómo sabes que estaban buscándome?
- Vi sus uniformes, esos no eran los de un escuadrón común. en los bordados había líneas negras -Matvej agachó la cabeza, llevándose la mano al tabique de la nariz- Parecían estar siguiendo rastros de información. No sé exactamente lo que buscan, pero no puede ser bueno.
Shallow se levantó de un golpe de su asiento, haciendo chirriar las patas de la silla. Comenzó a caminar de un lado a otro del pequeño camarote, resonando sus pisadas más que las voces del los marineros de afuera.
Su mano derecha recorriendo el mango del cuchillo de su cinturón y la izquierda llevándose la mano al pelo.
-El Oscuro nos ha encontrado, Matvej. No puede ser coincidencia. Él no se interesa en simples corsarios. Querrá que vuelva a Os Alta y que le diga lo que descubría antes de que me fuera.- T/n bufó antes de seguir desgastando la suela de sus zapatos contra la madera- Era imposible que se enterase. Hemos sido concienzudos con la información que llegaba a la tripulación, Mat. ¿Quién lo ha dicho?- Los ojos de Shallow se estrecharon en desconfianza antes de susurrar- Por eso cierras mi camarote con llave y no me has dejado decirle a nadie nuestra proxima misión ¿Verdad?
Matvej asintió.
-No sabemos si es tu tripulación u otro enemigo tuyo. Pero el que supieran que ibamos a atracar en Shu Han nos da entender que tienen una fuente de información cerca. T/n cualquier movimiento sin precaución podría terminar en una trampa. Tal vez quieran capturarte o...
-O eliminarme- Interrumpió Shallow, viendo todo venirse abajo. Lo había estado haciendo bien. Hace más de un año que no sabía nada del Oscuro ni él de ella. Y mucho más tiempo desde que alguien la hubiese intentado raptar.
Ella no quería morir.
Ni mucho menos volver con él.
La sirena de niebla volvió a sonar una segunda vez, reverberando su sonido por todo el camarote, indicando que ya iban a poner la rampa entre el puerto y la cubierta.
Shallow fue a paso rápido y directo hacia la puerta, abriéndola de un golpe y dejando atrás a Matvej allí mientras el olor persistente a sal inundaba sus sentidos.
Necesitaba pensar, necesitaba estar lejos de cualquier lugar visible, en el que podrían vigilarla, o matarla.
Se hizo paso entre su tripulación hasta estar en primera fila, viendo cómo el barco se acercaba lentamente hacia tierra firme, intentando no raspar el casco con el muelle.
En cuanto el barco se paró, T/n no esperó a que el resto de marineros pusieran la pasarela hacia el muelle del puerto, sino que cogió la cuerda de algún cabo suelto y cogió algo de carrerilla antes de impulsarse en la madera de la cubierta y saltar y dejarse caer en el muelle.
Shallow se puso en pie lo más rápido que pudo, soltando una maldición mientras cerraba en puños las manos quemadas por la fricción de la cuerda al bajar.
Pero siguió andando rápido y directa por el puerto, sin mirar nunca atrás, ni a los lados, con su vista dirigida al frente.
Matvej bajó por la cuerda tan rápido como pudo antes de correr hacia Shallow antes de que su figura se mezclase con el resto de marineros.
Empezó a correr detrás de ella, apartando a gente y pidiendo disculpas apresuradas. Era demasiado peligroso que ella se fuera sola.
Matvej siguió corriendo y corriendo hasta que la perdió de vista, juntándose con la gente kaélica.
-----
Sturmhond frunció el ceño al ser arrollado por un fjerdano una cabeza más alta que él justo antes de recibir una breve disculpa en kaélico por parte del rubio.
El pelirrojo frunció aún más el ceño al ver quién lo había arrollado.
El corsario empezó a correr detrás de él, intentando seguirle la pista. Tamar le había avisado hace menos de media hora que había visto al Superviviente acercarse al puerto, con intención de atacar en el embarcadero 32.
Necesitaba hablar con Shallow. La reunión en Weddle habían salido peor de lo que pensaba y ahora mismo estaba entre la espada y la pared. Pero tenía que arriesgarse para poder ayudar a Ravka. No se podía llamar un Lantsov si iba a dejar escapar la oportunidad de destruir la Sombra de una vez por todas.
El pelirrojo esquivó un remolque de pescado por los pelos, soltó una disculpa rápida al conductor que había parado para no atropellarle antes de seguir corriendo detrás de Matvej, que había girado por una calle llena de carteles en ravkano.
El cartel de "Se busca" de la Invocadora del Sol ya había empezado a llegar a tierras shu y zemeni. Y eso no era bueno. Tenía que cerrar el acuerdo con el Oscuro lo más rápido posible antes de que él se diera cuenta de su treta y descubriese su tapadera. Pero era por un bien mayor. Por el bien de su país.
Y luego estaba Shallow...
Debía advertirla de que se mantuviera alejada de esto.
Sturmhond había intentado todo lo posible para que nadie más que Tolya y Tamar supiesen lo que tramaba en el fondo, pero no sería la primera vez que Shallow conseguía información de sus planes cuando él se había encargado de que nadie se enterase de ellos.
Es chica era demasiado inteligente y osada como para su propio bien, yendo un paso por delante hasta dentro de los planes del pelirrojo.
A él le gustaba tenerla en el mar. Si no su vida sería demasiado aburrida, incluso siendo un corsario.
¿Quién más probaría su inteligencia en el mar?
¿Quién más se burlaría de él con tan fiereza como él a ella?
¿Quién seguiría con su competición sobre quién consigue más misiones?
Y Sturmhond no se podía permitir que ella terminase perjudicada por esto.
EL corsario paró en seco, jadeando y llevándose una mano a las costillas para calmar el flato al ver que el fjerdano se quedó en medio de la calle, buscando a alguien.
Cogió aire un par de veces más antes de erguirse y dirigirse a Matvej, quien ya lo estaba mirando con el ceño fruncido y los brazos en jarras, mirándole con reproche.
El pelirrojo se detuvo en frente al fjerdano, alzando la cabeza para poder dirigirse a él mirándole a los ojos, haciendo un breve asentimiento de cabeza como saludo.
Matvej asintió en respuesta antes de hablar:
-No es un buen momento Sturmhond.
-¿Ha pasado algo malo? -el pelirrojo preguntó, frunciendo el ceño levemente, haciendo contacto visual con sus ojos verdes hacia los azules del fjerdano.
Matvej entrecerró los ojos y le devolvió la mirada antes de suspirar y hundir los hombros. Antes de ponerse a andar en la dirección contraria al Superviviente y dejando atrás a Sturmhond.
EL corsario ladeó la cabeza antes de andar acelerado hasta estar al lado del fjerdano y quedarse a la velocidad de las zancadas del fjerdano, que la única señal que dió de haberse percatado de su existencia fue una mirada de reproche y un suspiro hondo antes de hablar:
-Si estás buscando a Shallow. Ella no está.
-¿Y dónde está?- Sturmhond inquirió, intentando hacerse oir bien entre el ajetreo del puerto y las olas rompiendo contra los muelles-Según he visto el barco apenas a terminado de atracar.
El fjerdano se paró en seco en medio del paseo de piedra, haciendo que Strumhond tropezase y casi se volviera a chocar con otra persona más hoy.
-Ha saltado por la borda...-Murmuró Matvej, negando con la cabeza para sí.
Sturmhond no escuchó nada por todos los gritos y sonidos de las gaviotas y las personas de su alrededor.
-¡¿Qué has dicho?!- gritó antes de volver a donde estaba el fjerdano.
-¡Que ha saltado por la borda! Ha saltado desde la cubierta hasta el muelle y ha echado a correr.
Sturmhond abrió los ojos y se puso pálido antes de mirar a Matvej, sintiendo su corazón latir demasiado rápido como para que el pecho no le doliese.
-¿Que Shallow a hecho qué? -Sturmhond cerró sus manos en puños antes de hundirlos en su abrigo verde celeste- ¿Por qué demonios haría algo así?
Matvej se quedó mirándolo ahí, parado en el lugar, con la mente girando a mil por hora, tratando de procesar la información que acababa de recibir.
Shallow, saltando por la borda y huyendo a toda prisa... Algo grave debía de estar sucediendo para que ella huyera de su propio barco así. Y él creía que después de lo del Oscuro no podía salir nada peor.
Tenía que encontrarla. Si ella se había enterado de su trato en Weddle y había indagado un poco obviamente que se habría metido en problemas.
Debería de haberla perseguido cuando la vió quemar la fortaleza y avisarla de que no se acercase a él ni sus planes. Tal vez por eso había huido así de su barco. Claro, debería de haberlo sabido antes...
Sturmhond salió de sus pensamientos al escuchar a Matvej hablarle.
-Creo que ya entiendes la situación, Sturmhond. ¿Algo que quieres que la transmita de tu parte cuando la vea?- Al ver que el pelirrojo negaba lentamente la cabeza, con la mirada todavía levemente perdida en un punto inconcreto, siguió habando.- Me tengo que ir, corsario. Mar en calma y viento a favor.
Matvej se fue por algún callejón de la ciudad, buscando a su capitana, dejando a Sturmhond parado en medio del puerto, clavado en la tierra, mirando al horizonte de marineros ir de un lado para otro sin siquiera prestar atención, dentro de sus pensamientos.
Sturmhond volvió en sí cuando un hombretón conduciendo un carro con asnos le gritó que se quitase de en medio. El chico se disculpó mientras se apartaba a un lado del puerto y decidió pasear por la ciudad.
Había dicho a Tolya y Tamar que se encargasen de todo hasta que él volviese, y él confiaba lo suficiente en Tamar como para que mantuviese a toda su tripulación a mando, y lo suficiente en Tolya como para que mantuviese a Tamar controlada. No quería encontrarse el Volkvolny ardiendo a su vuelta.
Ya había experimentado eso con su anterior barco y esta vez el Volkvolny quería preservarlo un poco más de tiempo. Aunque debía de decir que el que terminó en llamas apenas duró los 8 meses...
Sturmhond divagó, perdiéndose por las calles de la ciudad mientras pasaba su mirada por los rostros que se cruzaba, con una nimia esperanza de encontrarse con Shallow por ahí.
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senioraelfa · 12 days
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Ehe noche post
- ¡Lucha contra mí!
Ifrit se tomó un descanso de su interesante ocupación. Resulta que si haces brillar la luz sobre cristales y trozos de vidrio, con los que mamá y tía solían hacer estrellas, empiezan a salir conejitos de sol y arco iris. Para el joven arconte, apenas entrado en años para los estándares humanos, todo esto era claramente más importante que su hermano pequeño. Pero Abel era inflexible.
- ¡Lucha contra mí, cobarde!
Abel agarró a Ifrit por las oscuras hebras de su cabello y tiró con todas sus fuerzas. El chico gritó, se balanceó y se desplomó, haciendo que el más joven cayera también.
- ¡Abel! - gritó enfadado, frotándose el moratón con la mano.
Pero, Abel sólo mostró la lengua y salió corriendo rápidamente, sabiendo que el enfadado hermano mayor correría tras él. Ifrit se prometía a sí mismo que no se enamoraría de ese mocoso, pero siempre rompía su propia promesa.
Salió corriendo del taller hacia el largo pasillo, buscando con ojos oscuros la cremosa y nubosa parte superior de su cabeza. Los pies descalzos trotaron más allá, hacia la sala del trono, pero allí tampoco había nadie. Entonces la intuición le condujo al jardín.
Ifrit frunció sus pobladas cejas y bajó los escalones de madera hasta el fondo. El jardín no había cambiado mucho desde su primer día. No controlaba las estaciones ni el cambio del día y la noche. Era como si existiera aparte del mundo. La primera vez que uno entraba en el Imperio Celestial, se podía decir que tenía vida propia, pero este jardín..... era como si también estuviera separado de ella. Había algo inquietante en él que hacía que a Ifrit no le gustara. No le gustaba estar solo en él. Era como si los ojos de alguien te estuvieran observando, y en el canto de los pájaros que nunca había visto, podía oír los susurros de alguien.
Tampoco quería romper el silencio. De alguna manera le daba miedo, pero el joven arconte se decidió, cogió aire en el pecho y gritó:
- ¡Abel, sal! ¿Querías luchar conmigo? Ya estoy aquí.
De alguna manera no había duda de que su hermano menor estaba escondido entre los árboles. Y como siempre Ifrit tenía razón. Un familiar pelo blanco apareció de repente de detrás de los arbustos, seguido de unos ojos astutos con una mirada sureña. Y una vez más comenzaron a perseguirse. Así corrieron hasta que llegaron a un claro abierto.
Ambos se quedaron allí, respirando con dificultad, mirándose fijamente a los ojos, esperando a ver quién atacaba primero. Ifrit apretó los labios en una fina línea. De Abel podía esperarse cualquier cosa. Y así fue.
Abel arqueó los brazos como si estuviera dispuesto a bailar y luego se retorció sobre una pierna. Ifrit se dio cuenta con horror de que su hermano no paraba y gritó.
- ¡Esto no es justo! ¡No acordamos usar nuestros poderes!
Pero, Abel ya no podía oír. Todo su ser se convirtió en un pequeño tornado de dos metros de altura. El Arconte de la Luz respiró agitadamente, pensando febrilmente qué hacer, y luego escupió sobre todo y se lanzó justo al centro del huracán.
No fue una experiencia agradable. Chocó con las frentes de su hermano, y la velocidad a la que giraba le produjo náuseas en la garganta. Pero funcionó, y Abel, al perder el control, cayó de su propio tornado, cayendo al suelo con su hermano y estremeciéndose bajo los hijos de las diosas.
Comenzó el cuerpo a cuerpo. Los chicos rodaron por el suelo, intentando envolverse el uno al otro, golpeándose donde podían. Hasta el momento Ifrit iba ganando, superado en masa muscular y fuerza, pero cuando el chico más joven le dio una patada en el estómago con todas sus fuerzas, no pudo soportarlo, soltándose de su agarre.
Abel salió arrastrándose de debajo del cuerpo, recuperando el aliento, tragó saliva e invocó su espada. Era larga, delgada, no a la manera de las fabricadas por los elfos. Y tenía un hermoso nombre: katana.
Ifrit, al notar el brillo del arma en las manos de su hermano, se tensó. Él era bueno en el combate cuerpo a cuerpo, pero Abel era el espadachín del dúo. Pero no había nada que hacer. Las fosas nasales y las orejas del Arconte echaban humo como las de un volcán, y en sus manos brillaba su espada, pero era más parecida a una espada occidental: ancha y de una sola mano.
Los hermanos se unieron de nuevo en la batalla. En la quietud del jardín, las espadas chocaban al golpearse, las hojas chocaban al chocar una hoja contra la otra. Abel se desplomó bajo su hermano, que presionaba su espada con todo su peso. Un movimiento en falso y su cabeza volaría de sus hombros.
Abel rugió y se movió hacia atrás con todas sus fuerzas en el viento, haciendo que su hermano mayor cayera al suelo, soltando la espada. El Arconte del Viento rió victorioso, ladeando su rizada cabeza.
- ¡Ja! ¿Te rindes, hermano?
Ifrit levantó la cabeza y sus ojos, ya de por sí aterradores, se volvieron furiosos. ¡¿Qué se cree que está haciendo este muchacho?! El joven se arrodilló, clavó la espada en el suelo para apoyarse en ella y, cuando estuvo a su altura completa, agarró el arma con más fuerza y se lanzó a la lucha.
No le apetecía usar la fuerza. No le parecía justo. Sus habilidades eran un regalo de su madre y desperdiciarlo en algo así era una tontería. Pero, la ira nubló su juicio. Había que conseguir a Abel. Se frotó la nariz para saber cuál era su lugar.
Ifrit levantó la mano al cielo y un rayo de luz salió disparado de ella. El plan era sencillo, cegar a su hermano y derribarlo al suelo, clavándole su espada en la túnica. Pero Abel fue más rápido.
En cuanto el rayo tocó su cuerpo, el chico giró la katana hacia un lado, reflejando la luz y el brillante chorro en los ojos de su hermano mayor.
El Ifrit aulló, se tapó los ojos cegados con una mano, blandió la espada y se lanzó hacia abajo en una carrera enloquecida. Tardó sólo un instante en recuperar la vista, pero prefería quedarse ciego de una vez por todas.
Era la primera vez que Ifrit veía sangre. No sangre humana, sino la suya, la de Dios. Era azul brillante y parecía antinatural contra la exuberante hierba verde. Abel se quedó allí, congelado en un grito mudo, y entonces su mano izquierda se deslizó y cayó al suelo con una bofetada silenciosa. Tardó otro momento en coger aire en el pecho y soltar un grito desgarrador.
Ifrit se quedó allí de pie, incapaz de moverse. Su hermano pequeño se agarraba el muñón y, sollozando, se desplomó de rodillas, repitiendo sin cesar con agonía: "Me duele".
El Arconte no sabía qué hacer. Levantó a Abel por debajo del hombro de su brazo sano, el miembro amputado, no sin asco, lo tomó entre sus manos.
- Te llevaré con mamá ahora... A mamá se le ocurrirá algo...
- ¡NO! - suplicó Abel. -  ¡ELLA TE MATARA DONDE ESTES! ¡EN CUALQUIER SITIO MENOS EN ELLA!
Si Abel hubiera sido un poco mayor, no habría caído en la histeria de su hermano. Pero no era lo bastante fuerte y estaba lo bastante asustado, así que cedió. La única que podía ayudarles ahora era la Tía. El Arconte apretó los ojos, imaginó su cara como le habían enseñado y se desvaneció en el aire con su hermano mientras se teletransportaban.
No funcionó muy bien. Sin estar aún bien entrenado en la técnica, Ifrit se encontró en otro pasillo oscuro y caminó hacia la fuente de luz, llevando a Abel, que estaba sangrando. Cuanto más se acercaban a la siguiente sala de la interminable extensión del Celestial, más claro se oía el mugido silencioso. La tía siempre cantaba cuando trabajaba.
Le gustaba fabricar pequeños objetos en los que luego su hermana mayor suspiraba vida. Así que había una segunda luminaria en el cielo, la luna, y unas cuantas estrellas pequeñas. Mientras creaba un marco para una de ellas, los chicos la sorprendieron dando tumbos por el taller.
La joven, aunque sería más correcto decir niña, se dio la vuelta al oír el ruido y jadeó, dejando caer el pincel de sus manos. Ifrit recordaba con dificultad todo lo que había sucedido después. Era como si estuviera soñando, borroso e indistinto. Recordaba cómo Abel había rugido, cómo su tía había buscado en los escondites el hilo de oro y la aguja.
- ¿Qué has hecho? Comprendo a Abel, ¡pero tú eres el mayor! - se lamentó, tratando de ponerse el hilo en la oreja-. - ¡Eres el mayor! ¡Deberías tener la cabeza sobre los hombros! ¿Y si le hubieras cortado la cabeza? Las cabezas son difíciles de coser.
Abel se olisqueó la nariz. Su tía siempre le había asustado un poco. Mamá era estricta pero justa, tranquila y juiciosa. En sus ojos se leía la sabiduría de los siglos. Y la tía... De ella se podía esperar cualquier cosa. Sólo sus pequeños cuernos sobresaliendo de su frente o sus ojos blancos como la nieve, sin pupila. A veces pensaba que ella no podía ver nada, pero no hasta que su mirada se clavaba en él, estudiándolo sin pestañear.
- ¿Volverá a crecer...? - preguntó Ifrit con aprensión. Sólo ahora comprendía el horror de lo que estaba ocurriendo. Había mutilado a su querido y único hermano al ceder a sus emociones.
- Volverá a crecer, ¿adónde irá? - murmuró la muchacha, bajo los sollozos lastimeros, cosiéndole el brazo al hombro. - No es humano. Si fuera humano...
La tía guardó un misterioso silencio, pero Ifrit lo comprendió. Los humanos tenían una cosa: eran frágiles. Podían morir cayendo por un precipicio o atravesados por una puñalada. Una tontería, ¿verdad? Eso pensaba Ifrit.
- ¿No se lo vas a decir a mamá? - chilló Abel.
- No se lo diré. Ifrit, dame las tijeras. Están allí, detrás de Urano. ¡No, Ifrit, es Júpiter! Eh...
Suspiró y rompió el hilo con los dientes. Por suerte, tenía los dientes afilados. La diosa miró su trabajo y se recostó como en una silla o un sillón.
- Deberías poder mover los dedos en una hora.
- Gracias. - sollozó Abel.
- Gracias a ti. - repitió Ifrit un poco más confiado.
- ¡Y no quiero más espadas sin supervisión en tus manos! Pues adelante.
Los chicos asintieron rápidamente y empezaron a hacer las maletas a toda prisa. Abel corrió más rápido, pero Ifrit se quedó. El joven permaneció de pie en la puerta redonda, de la que colgaba una cortina de cuentas en lugar de una puerta, durante unos largos segundos, mirando a su tía, que ya estaba sentada de espaldas a él.
- ¿Me dirás luego cuál es la diferencia entre Urano y Júpiter...?
- Lo haré, mi luz.
- ¿No se lo dirás a mamá?
- No se lo diré. Ahora, vete.
El Ifrit se quedó parado un momento y luego salió corriendo. Y la diosa se sentó encorvada sobre los planos de la estrella.
- Ahora sólo son dos. Imagínate lo que pasará cuando crezcan sus hermanas.
Se dio la vuelta y se quedó mirando el ojo de piedra del techo. El ojo parpadeó de repente y bajó la mirada, mirándola a ella.
- Tú y yo no vamos a tener vida, ¿verdad, hermana Ykshir?
Y el ojo entrecerró los ojos, como si su dueño sonriera ahora.
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mikhaelh13 · 20 days
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Te maté, ¿Cierto?
Capitulo no. 1.
"Me haces querer cosas que no puedo tener", susurró, acariciando su vientre redondo, sano, el pequeño ser en su interior, respondió con un suave tacto, como si entendiera que su mamá es fragil.
Alberu se levantó de la cama, acercándose a su emperatriz suavemente. "¿Qué no puedes tener? ¿A nosotros?", recargó su frente en la espalda de Cale, sintiendo su olor y el de su bebé, llenándose de un regocijo inexplicable solo sintiendo los cerca. "Somos tuyos, nada más tuyos, te pertenecemos".
Cale sintió su vínculo con Alberu y con el bebé, resonar en su corazón, era algo cálido, dulce...
"El bebé nacerá en abril, y te adora tanto como yo", susurró Alberu, llevando su mano al vientre de Cale, sonriendo cuando su hijo dió una suave patada, como si deseara confirmarle que estaba ahi, que lo escuchaba.
Cale tarareó, cerrando los ojos. Moriré en abril.
Alberu no entendía las implicaciones de tener al bebé y Cale no había querido explicárselo. Por ello, había hecho planes, había hecho contingencias para mantenerlos a salvo una vez se fuera.
Ron los cuidaría por él, lo había prometido, lo había jurado en nombre de lo mucho que lo amaba, lo había hecho tan dulcemente que Cale aún se sentía culpable por no decirle.
"Los amo", murmuró, tomando la mano de Alberu. "Los amo mucho y quiero que lo ames a él".
Alberu se enderezó, sonriente, era raro que Cale fuera tan abiertamente cariñoso, el bebé le hacía bien, lo ablandaba. "Es una parte de ti, lo amare con toda mi alma".
Recuerda estás palabras.
"¿Lo prometes?".
"Si, por supuesto que si, estoy seguro que se parecerá a ti".
][
Cassius Crossman fue el vivo retrato de Alberu.
...todo recuerdo de Cale lo consumió.
][
Ahora entiendo a mi padre, pensó, mirando al pequeño bebé lloroso en sus brazos, el niño no había parado de llorar, tenía ahora dos semanas y no paraba de llorar hasta el cansancio, llevaba dos días y se negaba a comer. Alberu respiró profundamente y maniobró al niño en un solo brazo, acomodando con su mano libre dos camisas hasta formar un diminuto nido. Colocó a su hijo en el y esperó, el niño sostenía uno de sus dedos en su pequeño pulgar, su desgarrador llanto se convirtió en quejidos, luego sollozos y finalmente, el niño se durmió.
"Huele dulce, ¿Verdad?", preguntó, con una sonrisa rota. "Tu mamá tiene el olor mas dulce".
Goteo.
Goteo.
Goteo.
"Te odio tanto", susurró, llorando sobre la manta que cubría a su hijo. "Pero tienes sus ojos", sonrió, acariciando con premura su cabecita con apenas pelo. "Debes estar agradecido de haber heredado la parte más hermosa de su cuerpo...me sentí tan tentado de ahogarte está mañana, mientras te bañaba, tienes tanta suerte de haber abierto los ojos hoy", se rió, encorvado sobre el bebé que apretaba su dedo. "Le prometí cuidar de ti...te juro que haré lo mejor que pueda".
"Majestad".
Alberu no apartó la vista de su pequeño hijo, observando el subir y bajar de su pecho. Ron se acercó lentamente a él, cargando una maleta de ropa.
"Esto es todo lo que aún tiene su olor", le dijo, sin soltar la maleta.
Alberu respiró temblorosamente, sintiendo dolor ante las palabras que salían de su boca. "P-ponlas...ponlas junto a la cuna del bebé".
Las manos de Ron temblaron levemente. "Las prendas para el príncipe han sido escogidas y hechizadas para mantener el aroma por el mayor tiempo posible", lentamente, dejo la maleta a un lado de la cama. "Estas son para su majestad", me quedé con algunas...no me las quites.
Alberu se encorvó, conteniendo el sollozo que casi lo ahoga, increíblemente agradecido por permitirle tener algunas.
"Eruhaben-nim podrá suplantarlo por otros diez días, pero eso será todo... luego se irá por un tiempo, para tener su luto".
"Los niños se quedarán conmigo", eran los amados hijos de su esposa, eran también sus propios hijos, pero ellos no querian verlo ahora, no soportaban verlo sin llorar. "Nadie se llevará a los niños".
Ron asintió. "Me quedaré".
"No es necesario".
"Cale me pidió cuidarte".
La habitación se congeló, el ambiente pareció enfriarse, como si toda la calidez se consumiera lentamente. Alberu respiró hondo, soltando el puño de Cassius, temiendo lastimarlo, lentamente se levantó y se giró hacia él anciano asesino. Su mirada habría hecho retroceder a hombres más débiles. "Sabías...".
"No".
"T-Tu...tu sabias", costó todo el autocontrol de Alberu, no empezar a gritar y golpear al anciano.
"Habría matado a ese bebé, si lo hubiese sabido", nada había sido más importante para Ron que la vida de sus hijos y ahora uno de ellos ya no estaba. "Si yo lo hubiese sabido, él seguiría aquí", su voz tembló levemente, apenas perceptible, y viendo su dolor reflejado en los ojos de Ron, Alberu se cubrió los ojos mientras lloraba.
Lo maté...lo maté...lo hemos matado.
Cuando se derrumbó, en un desastre lloroso, Ron estuvo ahí para atraparlo, arrodillandose con él en el suelo, permitiendo que el emperador mordiera su abrigo para acallar sus dolorosos gritos.
"Los odio...los odio mucho", confesó Ron, mirando el bulto en la cama, el bebé no se había despertado. "P-Pero tiene sus ojos", se rió, con lágrimas propias en sus ojos.
Alberu no lo escuchaba, no mientras gritaba hasta enrojecer. No mientras clavaba las uñas en la espalda de Ron, sin notar como el anciano también las clavaba en su espalda.
Porque su esposa murió.
...su Cale murió.
Lo dejó atras otra vez.
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nickyryder · 4 months
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Novela Wattpad: La Ladrona de los príncipes - Capítulo 7 (fracción)
Pero un gruñido, o podría haber sido un ronquido, me hizo pegarme contra la pared. Mi corazón latió como un tambor de guerra. No podía permitir que la amenaza de la cobardía se instalara en mí. A pocos metros de mí, había un tridente para heno. Me acerqué a él en silencio, siendo extremadamente cuidadosa con el ruido que provocaba mi cuerpo.
Cuando estuve armada, me acerqué a donde había prevenido el sonido. Entre los bloques amarillentos de heno, yacía tirada una figura, inconsciente. Fruncí el ceño, era un muchacho. Parecía inconsciente más que dormido, la botella de vino en el suelo confirmaba el aroma a alcohol que llenaba el aire.
El muchacho estaba despatarrado con uno de sus brazos cubriendo su rostro, protegiendo sus ojos de la luz. Vestía una camisa de lino con las mangas dobladas por los antebrazos, fuera de los pantalones, lo que le otorgaba un aspecto desenfrenado y desgarbado. Los primeros botones estaban en su mayoría sueltos, por lo que sentí que al mirarlo estaba siendo grosera. Los pantalones oscuros y sueltos estaban atrapados en unas botas de montar. Lo que no se escapó de mi vista fue el cinturón suelto que rodeaba sus caderas bajas, almacenaba estuches para dagas y lo que supuse que podría ser el estuche de una espada, que no se encontraba en su lugar.
Intenté buscarla con la mirada, pero el hombre respiró profundo y yo, rápidamente, lo apunté con el arpón. Una nueva mirada hacia los caballos encendió otra idea en mi cabeza. Tenía que apresurarme, estaba perdiendo tiempo.
—¡E-Ey! — le grité al hombre, aferrándome a mi arma, pero éste no se inmutó. Di un paso adelante para proporcionarle una patada a la bota de cuerpo, pero no hubo caso. —¡Despiértese!
El borracho yacía profundamente dormido en el suelo, ajeno a todas mis iniciativas por despertarlo. Su respiración, lenta y pesada, llenaba la habitación con un ritmo constante y ronco. Su cuerpo estaba como un tronco, completamente inmovil. Un caballo relinchó, lo que logró que yo cerrara los ojos, apretando los dientes, me estaba quedando sin tiempo. Mis posibilidades de escapar sin ser descubierta estaban alejándose cuanto más me retrasaba.
Noté, lo bastante cerca como para permitirme apartar la vista, un balde de agua para los animales. Con un gesto rápido y decidido, lo incliné sobre el hombre dormido. El agua cayó en un torrente chispeante hacia su cabeza. Lo solté tan pronto lo había agarrado, volviendo a aferrarme al tridente, apuntando al hombre.
El impacto del líquido frío fue como un shock eléctrico, haciendo que el muchacho se enderezara de un salto, los ojos abiertos de par en par y un gemido ahogado se escapó de sus labios.
—Sí, sí, ya desperté… dioses…
En otra situación, que no fuera de vida o muerte, me hubiera reído. Empapado, sorprendido y despierto de golpe, incrédulo y molesto, el hombre me miró.
—Quietecito ahí — ordené, imitando con mi mayor esfuerzo la voz de Donna, Rowena o Bodhi al dar una orden. Las puntas del tridente estaban distanciadas solo por un respiro del corazón del muchacho.
—¿Quién mierda eres tú? — su voz era profunda y melódica, ronca en su pronto despertar.
Había logrado notar a varios guardias masculinos en el castillo, no podía diferenciar si todos eran bellos por la magia inmortal o solo realmente poseían una belleza innata, aunque había escuchado que una de mis compañeras de habitación mencionaba que no era más que el uniforme. También había pensado que los hombres tenían cuerpos increíbles en esos imponentes atuendos. Pero este mozo de cuadra, empapado y borracho, era el hombre más atractivo que había visto jamás.
Le devolví la mirada, sus labios se curvaron en una sonrisa de costado, letal. Parecía decir que estaba tan sorprendido como yo.
El mozo se apoyó en uno de sus brazos, divertido con la situación, parecía no importarle que tenía tres afiladas cuchillas contra el pecho. La luz de la luna, de las antorchas, le iluminó el rostro exquisito. Con un rostro angular de pómulos pronunciados era intenso y enigmático. El pelo negro, corto, goteaba partículas de agua que delineaban su mandíbula. La piel estaba pálida con ojos oliva, pero cuanto más lo miraba, más creía que eran dorados.
El mozo intentó levantarse, pero lo impedí, apresándolo más con el tridente.
—Te he dicho que te quedes quieto —siseé.
—Y tú no me has dicho quién eres — se mofó, encantador. —Así que nadie está satisfecho.
Bufé con un rápido revoleo de ojos.
—Soy alguien que te llenará de agujeros si no haces lo que digo — mi voz raspó mi garganta. La sangre corría por mis venas en un palpitar febril. —Rápido. Me-Me ensillarás un caballo. Uno que sea tranquilo, calmado.
Su boca estrecha y picarona, con el labio superior levemente más relleno, me sonrió altanero.
—¿Si? ¿Y tú qué me darás a cambio? — el muchacho inclinó su cabeza, como un gato curioso. —Supongo que habrás aprendido que aquí todo debe ser un trueque.
Estaba perdiendo la paciencia, tiempo valioso que podría significar la victoria o la derrota de mi plan de escape, se escapaba de mis manos. Intenté que mi voz no sonara demasiado agresiva cuando le gruñí:
— ¿No lo ves? ¡Evitaré convertirte en un colador!
Soltó una engreída carcajada, su cabeza cayó hacia atrás, presumiendo un cuello perfecto con lo que parecía ser la tinta de un tatuaje que se escapaba de su pecho.
—Qué amabilidad la tuya — volvió a observarme. Sus pupilas estaban dilatadas, un cazador analizando a su presa. El pánico me consumió. ¿Estaba pidiendo la ayuda de algo más que un simple cuidador de caballos? Lamió sus dientes impecables. —Pero si me atacas, aún puedo atacarte de vuelta.
Mis ojos grisáceos volaron a su cintura, subía y descendía sin emociones alteradas como las mías, rodeada por al menos dos pares de armas. Hundí el tridente contra su pecho, arruinando la desprolija camisa cuando le creé tres círculos perfectos.
—No podrás hacer nada si te apuñalo en el corazón.
El moreno se observó el pecho con desinterés, las gotas intensas de la sangre comenzaban a ensuciar la camisa de lino. Cuando levantó la mirada, estaba aburrido, pero sus ojos estrechados notaban lo contrario.
— Entonces estoy definitivamente muerto — cedió con apatía. — Okey, okey, preciosa sin modales. Ensillaré un caballo que te permitirá escapar, ya que evidentemente eso es lo que estás haciendo, humana ligera —me señaló en mi totalidad, desde el doble par de calcetines hasta el bolso que colgaba a mi costado. La confusión me picó los dedos cuando oí el apodo con el que Bodhi se refería a mí, acelerando aún más mi desquiciado corazón. Era la sincera reacción de estar haciendo algo que estaba mal. —Sólo… si me das un beso.
La propuesta se escapó demasiado pronto de sus bonitos labios, como si lo hubiera pensado desde siempre.
—¿Cómo sabes…? — me interrumpí rápidamente, tuve el instinto de soltar el tridente de mis manos y llevarlas a mi cuello, donde el collar encantado descansaba. Nyssae había jurado que nadie podría descubrir que era humana mientras llevara el colgante alrededor de mi cuello. Las sirvientas de la corte, incluso, me habían olfateado a centímetros de distancia sin notar la diferencia, pero el muchacho no tardó en notar la verdad. Quise ser más consciente de mis orejas, pero no lograba descubrir si éstas estaban cubiertas o no.
—Puedo oler tu esencia humana entre toda esta mierda, preciosa.
— Es imposible — hablé a media voz, más para mí misma que para él.
—¿En el reino de la magia? — se burló crispado, la sonrisa se le curvó aún más. —Nada es imposible aquí. Así que por qué no me besas rápido antes de que los guardias descubran que no estás en la cama.
Sólo los dioses sabían cuán advertidos estaban los humanos sobre los encantos de los feéricos inmortales. Me repetí una y mil veces en mi interior que no debía sentirme atraída por la idea de besarlo. No sabía por qué intentaba prevenirlo de la magia que se juraba que existían entre los besos de dos mundos diferentes.
— Pero un beso humano, podría…
— Podría hacerme perder la mente —continuó lo que yo estaba por decir, confiado en sí mismo. —Sí, eso dicen… Pero, acaso no es razón suficiente para hacerlo. Agonizar por un beso, casi suena como una balada— era la voz de un amante la que la incitaba a enfurecer a los dioses, no la de un borracho.
Pero no podía hacerme cargo del futuro del muchacho, de cualquier forma, no creía realmente que hubiera magia escondida en los cuerpos humanos. Esa creencia era más antigua que el propio mundo. Le asentí al muchacho, corto y rápido.
Él se puso de pie entre jadeos y quejidos, despiadado y agudo. Tenía las piernas largas envueltas en músculos que no se ocultaban entre las telas de su ropa.
—Estoy muy viejo para esto… y ebrio —se enderezó completamente, y aunque yo lo seguí apuntando con el tridente, se deslizó de su amenaza con la ligereza de un experto.
Lo observé tomar una de las sillas de montar colgadas de un armario junto al establo de un enorme caballo blanco, con el cabello sedoso y largo. Le recordé que debería ser tranquilo, pero el mozo solo chisteó con gallardía, como si supiera perfectamente lo que estaba haciendo.
—¿Eres el mozo de cuadra del castillo o solo un borracho?
—Bueno, estaba cuidando a los caballos antes de emborracharme.
La arrogancia se desprendía de sus movimientos, de forma natural, apenas parecía consciente de aquello. Tenía la belleza de un príncipe, pero vestía como un pirata borracho, y estaba haciendo exactamente lo que uno haría. No podía entender por qué habría terminado así, casi inconsciente.
—¿Por qué? — pregunté a sus espaldas, bajando el arpón.
—No lo sé, en realidad no me gustan mucho los caballos — habló. Una ráfaga de viento nos rodeó a ambos, no pude evitar mirar a mi alrededor, por un segundo, juré que alguien más estaba con nosotros, pero el muchacho no parecía pensar lo mismo.
—No —bufé. — ¿Por qué estabas bebiendo?
Se volteó para observarme, retrocedí un paso, porque no me había percatado de que estábamos demasiado cerca. Tenía la mirada intensa, pero melancólica, parecía tan triste como una canción de desamor.
—Porque no todos podemos escapar como tú.
Nos observamos por unos instantes, en silencio. No tenía nada que decir, intentaba leer su corporalidad pero me resultaba demasiado complicado, como si estuviera rodeada de una neblina invisible. Él me observaba desde su amplia diferencia de altura -casi una cabeza y media-, celoso de la posibilidad de poder, aunque sea, intentar escapar en un caballo.
—¿Cuál es tu nombre? — pregunté, rompiendo el silencio.
—No tengo uno, sólo soy un bastardo borracho — me incomodé, los priotanos solían rechazar a todos los bastardos, pues se los conocía por su naturaleza traicionera. —Un hijo sin nombre. Pero tú, sí debes tener uno, ligera.
Nuevamente mencionaba el apodo de Bodhi, pero nadie había estado junto a nosotros cuando lo nombró. Entonces, las paredes sí hablaban.
—¿Me conoces? — dejé el tridente a un costado, de vuelta en su lugar. El muchacho ya no parecía una amenaza, si me quisiera atacar, ya lo habría hecho.
—Te he visto en la mañana — me mostró una sonrisa coqueta, la lengua empujando contra los dientes, como si intentara acallar una risa. —Con los animales de los corrales. Te gustan, ¿verdad?
Le quité importancia con un levantamiento de hombros. Por supuesto que tenía una facilidad para sentirme encantada por los animales, no podía explicarlo, solo disfrutaba de estar cerca de ellos. —Algunos más que otros.
El mozo fue más rápido de lo que yo pude prevenir. Cuando me alzó en sus fuertes brazos y me acomodó en la silla del majestuoso caballo, una oleada de emociones me invadió. La sensación de estar elevándome por encima del suelo, el hormigueo en mi estómago por la sorpresa, ambos fueron cálidos dentro de mí. Tenía el tacto firme y caliente, la presión segura de sus grandes manos en mis caderas, cuando me sentó en el caballo. Tomó mi pie más cercano a él, intentando no reírse de mis dobles calcetines, y lo colocó dentro del estribo.
—No hablabas demasiado con tus compañeras — mencionó, como si no quisiera dejarme marchar, aún.
—Nunca tuve el deseo de conocer a nadie aquí — susurré. Hubiese estado dichosa de tener la oportunidad de conocerlo.
La ansiedad que me proporcionaba estar en medio de mi huída estaba siendo acallada con demasiada facilidad por los encantos del bastardo. Quería huir, sabía que debía apresurarme, pero no podía negar el ligero deseo que me seducía. Estaba atrapada entre la inminente libertad y el misterio que aquel hombre representaba, intrigada por, aunque sea, conocer su nombre.
Podía notar, porque aún tenía mi tobillo entre una mano que llevaba tatuado líneas inconclusas, que él se sentía de la misma forma. No quería dejarme marchar. Cuando volviera a mis tierras, a Priosan, a los días grises y a la vulgaridad de ese territorio privado de magia, recordaría con cariño al mozo de cuadra, el bastardo, que se había fascinado conmigo.
Cuando estuviera triste y melancólica, odiando mi propia existencia, me contaría a mí misma el cuento de cómo un caballero, hermoso como ningún otro, me esperaba en su inmortal reino.
Los ojos dorados del muchacho rompieron la conexión que manteníamos, para detallar mis labios. Contuve la necesidad de remojarlos, apartando la mirada. Cuando el ambiente encandilante desapareció, volvimos a hablar.
—Tengo que decírtelo — el bastardo sonaba arrepentido. — No lograrás escapar.
Cerré los ojos con amargura. Había desperdiciado demasiado tiempo, pero aún no me rendiría.
—Necesito intentarlo.
—Ellos no te dejarán ir tan fácilmente — me aconsejó con sinceridad. Llevó la mano tatuada a mi rodilla, escondida por debajo del vestido. El cálido apretón me sonrojó las mejillas.
—Por favor, no puedes decir nada… — la desesperación subió por mi garganta, provocando que me sujetara con más fuerza de las correas de la silla.
—No, bestia sin modales — sonrió amable. —Has ganado mi silencio.
—Gracias por ayudarme.
De cerca sus ojos almendrados eran más dorados que olivas, la sonrisa ya no era tan amplia o gatuna, sino más melancólica. La inquietud y ansiedad atraparon su bello rostro por sorpresa.
—Espera… — me sujetó por la muñeca cuando me despedí. —¿Qué hay de mi beso?
Me encontraba atrapada en una encrucijada digna de un cuento de hadas, con mi corazón noble y abnegado. Los ojos dorados y la irresistible presencia del hombre había despertado una tentación ardiente, pero sabía que aquello podría culminar en un castigo para ambos. Incluso si me escapo impune, el posible destino despiadado que los dioses podrían lanzar al muchacho me acobardaba.
—Umh… estaba esperando que olvidaras esa idea. —El caballo se incomodó por debajo de mí. —No funcionará, te hará daño.
—¿Por qué te importa? — Lejos de mostrarme asustada, le sonreí socarrona. —No me conoces.
Ahogué una sonrisa, que sonó como un bufido.
—No pareces mala persona, has sido el primero en hablar conmigo aquí sin estar obligado.
—En realidad, me apuntaste con un tridente — se burló con la sonrisa de costado, logrando que me riera sin barreras. Un instante después, la sonrisa había desaparecido de los ojos del chico. —Me odiarías si me conocieras realmente.
Yo, que era terca como una mula, insistí:
—Si no te beso, tendrás tiempo de probarme lo contrario.
Pero el mozo de cuadra parecía ser mucho más terco, y temerario, que yo.
—Quiero mi beso, preciosa.
Bajo el manto de la noche estrellada, en un rincón secreto del reino mágico, en un apestoso establo, un hada de ojos dorados y una humana de belleza escondida debajo de una apariencia enfermiza, se encontraban al borde de lo desconocido. La tensión era palpable, como una fuerza mágica que los atraía inexorablemente.
En ese momento de quietud y expectación, el muchacho subió una mano para acercar el rostro, tomándome por la mejilla fría. Sus labios se acercaron lentamente, como si el universo mismo contuviera la respiración, aquel era un beso que los dioses no se perderían.
Fue un roce fugaz, apenas perceptible, un beso que parecía inofensivo pero que llevaba consigo el peso de lo prohibido. Nuestros labios se encontraron con una ternura y pasión contenida, y la electricidad de ese contacto se extendió a través de nosotros, envolviéndonos en una sensación embriagadora. El tiempo pareció detenerse mientras el beso se prolongaba por un breve instante, cargado de promesas y anhelos. Y luego terminaba.
Abrí los ojos, sentí la magia en los labios ajenos, luego la sentí en los míos propios. El bastardo aún tenía los ojos cerrados, en su imperceptible distancia, como si la maldición ya lo hubiera atrapado.
Conscientes de que habíamos cruzado un umbral peligroso. Aquel beso, apenas un suave roce, había desatado un torbellino de emociones y preguntas sin respuestas, y mientras los dioses continuaban su eterna observación, el futuro era incierto pero prometía ser desastroso.
Cuando el muchacho abrió los ojos, eran del rojo carmín.
Se alejó de mí, como si fuera peligrosa para él. Observó al caballo blanco con la mirada severa, los ojos fugaces.
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Emma a Jem
Querido Jem,
Como te prometí, las últimas actualizaciones sobre la casa que no dejará de estar maldita. Alerta de spoiler: Creo que vamos a necesitar tu ayuda de nuevo. (Pregúntale a Kit si no sabes qué es un "spoiler").
Así que aquí es donde estamos: hemos reunido todos los elementos, que pensamos, están vinculados a la maldición. Los colocamos todos juntos en el comedor y encendimos algunas velas, pero no pasó nada. Julian dijo que era como si estuviéramos tratando de conseguir los objetos para tener una velada romántica juntos. ¡Supongo que era optimista pensar que las cosas serían así de simples!
Durante las últimas semanas hemos recopilado una serie de libros sobre cómo romper la maldición. Y busqué algunas cosas al respecto en Internet, aunque tengo que decir que nunca se sabe con "en línea" si estás accediendo a un hechizo mágico real o algo vinculado a algún tipo de juego. Julian, por supuesto, ya había leído los libros y notó las similitudes entre la mayoría de los hechizos que rompen la maldición. Todos ellos requieren que se junten los objetos malditos, y que se enciendan velas hechas de sebo puro. Afortunadamente pudimos conseguir velas de sebo en el Mercado de las Sombras, y las organizamos en un círculo alrededor de los objetos. Cuando los encendimos, se veía muy misterioso y mágico.
Combinamos varios de los hechizos latinos en los libros para tratar de conseguir algo viable. Una especie de Llamamos para que se rompa la maldición puesta sobre estos objetos, en nombre del Ángel Raziel. Tratamos de hacernos sonar muy importantes, como si conociéramos bien a Raziel y estuviéramos tomando un trago en el club con él una vez que terminara la maldición.
Ahora, estoy seguro de que estás mirando con horror que decidimos hacer esto nosotros mismos, y tienes razón, no deberíamos haberlo hecho, pero estábamos tan emocionados de tener todos los objetos que pensamos que valía la pena al menos intentarlo. Después de todo, ¿qué tan mal podría ir?
Respuesta: ¡muy mal! Un viento frío y húmedo se elevó inmediatamente dentro del comedor y se arremolino en círculos, soplando la mayoría de las velas. Empecé a temblar, no porque hiciera frío (aunque de repente hacía mucho frío) sino porque mi piel se arrastraba. Tenía una terrible sensación de oscuridad invasora, como si mi visión comenzara a desvanecerse en los bordes. Julian comenzó a hojear los libros rápidamente, buscando algún tipo de hechizo de cancelación.
Y luego, por supuesto, la caja de música en el aparador comenzó a reproducirse sola. Y no la melodía que suele tocar, que es un vals de Strauss. Esta era otra melodía, algo disonante y áspero (tan áspero como pueden ser los sonidos tintineantes de una caja de música, supongo). Y era fuerte, mucho más fuerte de lo que cualquier caja de música podría ser, como si el sonido estuviera siendo recogido y girando alrededor de la habitación.
"No". Era una palabra que se respiraba con dureza, y sentí que una presencia entraba en la habitación. Rupert, medio transparente y con aspecto furioso. Barrió una mano brillante a través de las velas, apagando las llamas. Gracias al Ángel, el viento se apagó y el frío se fue del aire. Y sentí que podía respirar de nuevo. Julián y yo nos miramos el uno al otro.
"Nephilim, Rupert respiró. Probablemente fue lo máximo que le hemos escuchado decir, en términos de palabras y frases realmente distintas. No sé si fue porque estaba enojado, o porque el hechizo de romper la maldición había tenido un pequeño efecto. "Nephilim, no juegues con magia. Tatiana jugó con magia. Ella fue... destruido". Estaba tan molesto que los rasgos de su rostro parecían reorganizarse, sus ojos se abrieron para ser enormes como un dibujo de anime. Su boca se volvió hacia abajo a los lados. "No vale la pena destruirse a sí mismos", susurró. "Encuentra otra manera. O dejarme en la cárcel".
Y con eso, desapareció, como si volara en pedazos de plata blanca, como papeles que soplaban sobre el viento.
Un estremecimiento subió por mi columna vertebral. Rupert. Creo que me gustaba más cuando solo podía mover las cosas en el polvo.
De todos modos, podríamos usar su ayuda. Tal vezes que necesitamos un brujo para hacer la magia correcta, pero cuanto más miramos los elementos que hemos recolectado, más nos preguntamos si uno de ellos está mal. Después de todo, hemos seguido algunas pistas incompletas para encontrarlas. Y hemos molestado tanto a Hipatia, Magnus y Ragnor que no creo que podamos soportar que uno de ellos venga y luego nos diga que son los objetos los que son el problema.
Así que... ¿Tessa y tú estarían dispuestos a venir a visitarnos y comprobar la situación? Tal vez puedas contar algo sobre los objetos ya que reconociste algunos de ellos. Y entre un ex Hermano Silencioso y un brujo, estoy seguro de que aportarías suficiente sabiduría mágica para averiguar qué deberíamos estar haciendo. Nos encantaría verlos a los cuatro, de hecho, si desean que sea una excursión familiar. ¡Podemos ver a Mina por ti! ¡Habrá bollos! Y ahora que las hadas se han deshecho de todo el hogweed que ahoga los jardines, se ven muy bien. Encantadores para pasear, o si Kit está en un estado de ánimo adolescente melancólico, son excelentes para meditar. ¿Mencioné los bollos?
Amor
Emma
Texto original de @cassandraclaredraclare ©
Traducción del texto @carstairsa ©
@secretsofblackthornhall
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