Tumgik
#Y me quedé en silencio
almanriquelapoeta1 · 1 year
Text
Tumblr media
0 notes
americangroupie · 3 months
Text
♱ flesh for fantasy ♱
enzo vongrincic x reader
tw: +18, el uruguayo recibe
a/n: voy a ir mezclando varias de sus sugerencias en las fics mas largas, e iré haciendo unas más específicas pero cortitas <3 tengo un montonaaazo así que ruego paciencia, pero les voy a dar en el gusto lo prometo
୨୧┈┈┈┈୨୧┈┈┈┈୨୧
a pesar de estar acostumbrada a tener el departamento vacío, habían días donde el silencio se hacía mas presente que nunca. no era culpa de él, por supuesto, pero era la culpa de la falta de su presencia al ser tan dedicado y apasionado por su vocación.
el día había concurrido con tanta lentitud que sentías poder contar los segundos al pasar al frente tuya, hacías miles de tareas domesticas para mantenerte ocupada en un híbrido domingo que deseabas hubiera sido tanto tuyo como de ambos. pero nada te ponía mas contenta que verlo llegar a la casa con nuevas anécdotas, nuevas amistades y nuevas experiencias que comenzaba a expulsar con rapidez de sus labios sin siquiera haber abierto la puerta del departamento por completo.
hoy no fue un día de esos.
“hola mi amor.” lo saludaste con dulzura desde el sillón al mirarlo cerrar la puerta detrás suya. su semblante era distinto, sus cejas estaban fruncidas y los sus manos estaban enroscadas en puños. tardó un par de segundos en contestarte, y ladeaste la cabeza.
“hola, amor.” dijo con un tono monótono, distinto a como solía saludarte usualmente al haber estado todo el día sin verse.
“¿cómo estuvo el día?”
“bien. ¿y el tuyo?”
“bien, gordo, gracias.”
“me alegro.”
“ahora si te pregunto de nuevo, ¿me respondes con sinceridad?”
enzo te dirigió la mirada por primera vez desde que entró al departamento, y te dedicó con una sonrisa ladeada y forzada. “¿tanto se me nota?”
“mm..” fingiste pensar. “puede ser que un poquito mucho.”
rió mientras pasaba las manos por su pelo. “no es nada importante, en realidad. el nuevo jefe de producción me tiene las bolas llenas. no entiendo por qué te ponés a trabajar en la producción de una película si no estás ni ahí con el cine.” pausó, suspirando y quitándose el buzo que llevaba. “pero no me quiero desquitar con vos, amor. no es culpa tuya.”
te acomodaste en el sillón al seguirlo con tu mirada mientras se sentaba al lado tuyo. “si te queres desquitar hazlo, mi amor, para eso estoy.” acercaste tu cuerpo mas a él, tomando su mano y jugueteando con sus dedos. “te quiero ayudar, podemos hacer lo que vos quieras.”
“ya se me va a pasar bonita, no es necesario que hagas nada. con que te quedés acá conmigo estoy bien.” estiró sus dedos dentro del agarre de tu mano al hablar, devolviéndote el inocente jugueteo.
“pero quiero que estés más que bien, enzo.” respondiste suavemente, llevando tu mano libre hacia su pelo y acariciándolo con lentitud. enzo no demoró en responder con su cuerpo, cerrando sus ojos y tirando la cabeza hacia atrás levemente, suspirando al dejarse derretir al ritmo de tus caricias. “dejame ayudarte.” hablaste bajito al acercarte a su cuello, despositando dulces y cortos besos sin cesar el movimiento de tu mano en su pelo.
enzo gimió en respuesta. “lo que vos quieras, princesa. todo tuyo.”
“¿todo mío?” sonreíste pícaramente, subiendo tus besos hasta su mejilla, y te acercaste a su oreja. “¿eres todo mío?”
sonrió con los ojos cerrados. “sí, mi amor. entero.” reíste contra su mejilla, dandole piquitos por toda su cara mientras subías tu cuerpo encima del suyo, sentándote en su regazo.
“decime de nuevo.” dijiste con una sonrisa pintada en tus labios.
te respondió de la misma forma. “sos tan caprichosa.” frunciste el ceño, colocando tus ojos en blanco. a raíz de tu acción, enzo subió una de sus manos a tu mejilla para así acariciarla, mirándote con una sonrisa y luego bajando su mirada hacia tus labios. “mi nenita caprichosa.”
te inclinaste hacia el para amoldar sus labios en un beso, ladeando tu cabeza de inmediato al sentir su mano bajar desde tu mejilla a tu cintura, reposándola sin aplicar fuerza. moviste ambas manos a su cuello, alternándolas de lugar entre sus mejillas cada cierto tiempo para acercarlo más a ti al querer profundizar aun más el beso.
pocos segundos después abriste paso a tu lengua en la cavidad bucal contraria, dejando esta chocar contra la suya fusionándose entre sí en un tortuoso ímpetu. podías saborear el gusto mentolado de sus labios en tu propia boca, escuchando únicamente los jadeos de enzo que se mezclaban con los tuyos, sintiendo como su respiración se aceleraba a medida que pasaban los segundos.
te separaste lentamente de sus labios, quedando un hilo de saliva entre ambos mientras respirabas agitadamente sintiendo las caricias en tu cintura. juntaste tus labios con los suyos una ultima vez para luego dejar un camino húmedo de besos hasta su cuello, mordiendo levemente algunas areas. “déjame hacerte sentir bien, en. te quiero quitar todo el estrés”
escuchaste una risa en medio de sus jadeos. “adelante, mi vida. te dije que podés hacer lo que quieras conmigo. soy todo tuyo.”
te incorporaste encima suya, jugueteando con el borde de su remera mientras le sonreías pícaramente. “como querés que no sea caprichosa si me das siempre en el gusto, amor.”
“es imposible no darte en el gusto. sos muy bonita” dijo luego de que le quitaras la remera, tirándola sin mirar dónde caía.
comenzaste a bajar tus besos a través de su cuerpo, sin dejar un hueco que tus labios no hayan tocado mientras te acomodabas entre sus piernas. al subir la mirada te encontraste con tu novio mirándote expectante, con el pelo desordenado y los labios ligeramente rojos. el solo ver como te miraba con lujuria te hizo estremecer, comenzando a bajar sus pantalones con lentitud sin romper el contacto visual.
su ropa interior era gris, dejando ver su líquido preseminal a través de esta y marcando su bulto aún más de lo que normalmente sería. depositaste breves besos encima de este, sintiendo como su cuerpo se estremecía bajo tu tacto y mirando lo rápido que se desesperaba al tenerte así.
“dale nena. no me hagas rogar.” dijo acomodando el pelo de tu cara, agarrándolo en una colita con su mano. “dejáme sentirte bien.”
asentiste con la cabeza; sin ánimos de molestarlo al querer desviar su mente de el estrés que sentía en el momento. aunque la manera en la que te miraba te hacía pensar que su mente estaba lejos de pensar en cualquier cosa que no fuera la vista que tenía en frente suyo.
al bajar por completo su ropa interior afirmaste su miembro desde la base para trazar una línea recta con tu lengua lentamente, hasta llegar a la enrojecida cabeza. lo escuchaste gruñir en respuesta a tu acción, tirando la cabeza por completo hacia atrás mientras se mordía los labios.
jugaste con la cabeza del miembro en tu boca, torciendo tu lengua al rededor de esta mientras mirabas como enzo reaccionaba a cada caricia que le hacías y escuchabas con atención cada jadeo y quejido que salía de sus labios.
lo masturbabas con movimientos lentos, dejándolo mirar detenidamente como tu lengua recorría toda la longitud de su miembro mientras lo acariciabas con suavidad, quejándote levemente al tenerlo en la boca al mirarlo derritiéndose del placer.
“tocáte, bebé.” gimió al mirar como no te podías quedar quieta. “ahógate mientras te frotás.” asentiste con rapidez, bajando tu mano por entremedio de tus piernas y gimiendo instantáneamente sobre su miembro. “estás mojadita, mi amor?” volviste a asentir, dejando que tus dedos se empaparan de tus líquidos.
acorde pasaban los segundos enzo comenzó a tomar control de tus movimientos, moviendo tu cabeza de arriba a abajo mientras lo mirabas a los ojos, sintiendo como el agarre de tu pelo se volvía más y más fuerte y su respiración se agitaba aún más.
te separaste unos segundos para escupirle a la punta, rodando tu lengua por encima de esta seguidamente con rapidez mientras tu mano se movía ágilmente por el tronco de su miembro. “así, así, por favor chiquita no pares.” gimió al sentir como chupabas la cabeza y tu mano aumentaba la velocidad, apoyando su cabeza en el sillón y alzando su cuerpo, indicándote que estaba por correrse en tu boca.
acompañado de gruñidos y gemidos, sentiste tu boca llenarse del tibio líquido mientras tu feminidad se apretaba alrededor de tus dedos al mirarlo así, completamente entregado a vos.
“abrí.” dijo enzo tomándote del mentón. “mostráme la boquita.” sacaste la lengua por un par de segundos, dejándole ver que ya no quedaba nada más en tu boca. “muy bien, mi amor.” habló en un tono burlesco mientras acariciaba tu mentón, mirándote con ojos enamorados. “te ves tan bonita así; sin aliento, despeinada, tus labios hinchados, con los cachetes pintados de rojo..” se mordió los labios al finalizar su oración. “sos perfecta.”
te sonrojaste aún más con sus palabras, incorporándote encima de el para esconder tu cabeza en el hueco de su hombro. “¿te sentis mejor ahora, amor?”
“imposible estar estresado así, princesa.” dijo acariciando tu pelo luego de dedicarte una pequeña risa. “pero podría sentirme aún mejor si tenés más ideas.”
571 notes · View notes
ojos-sabor-miel · 7 months
Text
Tu ausencia ha quemado cada poro de mi cuerpo, quemaduras de segundo grado que llevo a todas partes en cada momento de mis días, ¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste así? Veías como ardía y seguías soplando mi fuego, sigues alimentando el ardor de mi piel en carne viva, simplemente viste mi casa en llamas y corriste en dirección contraria mientras yo me quedaba entre los escombros de este incendio tratando de sobrevivir a la falta de oxígeno, al envenenamiento de tu adiós sin explicaciones.
Me quedé desnuda y sin refugio, sin nada que protegiera mis heridas de la infección, con los ojos fijos hacia donde te fuiste, haciendolos creer que no huiste sino que fuiste por ayuda, pero no vuelves y cada vez las cicatrices se apoderan de mi mente, la endurecen como fibrosis y yo que ya no me derrumbo pero tampoco siento las caricias de quienes intentan escombrar un poco, todo me sabe a dolor y campos secos devastados por la catastrofe.
Tú que te negaste a volver y decidiste buscar a alguien que no te hace volar pero tampoco se quema, te aburrió mi corazón caótico y flamable, vulnerable a tus silencios que raspaban como cerillos dispuestos a destruirme, preferiste dejar que todo esto ardiera de poco para seguir usando mi calor antes de dar el salto a otros brazos que ya tenías seguros.
Hiciste de mis explosiones un castigo con el que más tarde me harías entender que yo fuí la que apagaba tu flama, cuando tú ya la habías puesto en otra casa y sólo esperabas a ver cuánto más destellaba por ti, te fuiste y ahora estoy apagada, sola, rota y cansada, cristalizada en el momento eterno de tu "no quiero estar contigo" como lluvia ácida, recorriendo este cuerpo destrozado, te negaste a hacerte cargo del corto circuito que ocasionaste y sólo desapareciste hacia donde mis cenizas no te alcanzaran.
Me encendiste, alimentaste el caos, me hiciste polvo y cuando ya no supiste como lastimarme más me abandonaste. Y lo peor es que ni siquiera volteaste a despedirte porque ya te esperaban al otro lado de la calle.
-Ojos-sabor-miel.
83 notes · View notes
caostalgia · 5 months
Text
Tus ojos marrones mirándome fijamente mientras mentiras me decías, siempre lo supe pero en silencio me quedé para que te quedaras conmigo; pues creía que vivir sin ti no podría, con ella te veías, quizás incluso tu alma con ella compartías, recuerdo cuando decías que era tu amiga, y sé que no lamentas nada de lo que me hacías, te amé hasta en los peores días, cómo pudiste arruinarme así la vida
-Tinx
69 notes · View notes
slut4polidori · 3 days
Text
Tumblr media
ESTEBAN KUKURICZKA
mi padrastro pt 2
a/n ⋆。°✩: ¡Hola a todos! Terminé convirtiendo esto en una miniserie ya que era demasiado largo para incluirlo en una sola historia. No soy un autor, así que puede que no sea bueno, ¡pero estoy haciendo lo mejor que puedo! ¡Realmente espero que todos lo disfruten!
advertencias ⋆。°✩: oral, penetración, dirty talk, diferencia de edad, daddy kink, sexo sin protección, sexo anal.
─── ⋆⋅☆⋅⋆ ─── ─── ⋆⋅☆⋅⋆ ─── ───
Tenía curiosidad, quería saber más, ¿estoy loco? ¿Realmente está pensando en mí? ¿por qué? ¿cuánto tiempo? Todas estas preguntas aparecieron en mi cabeza. Accidentalmente golpeé la puerta con la mano, lo que hizo que se detuviera y mirara a su alrededor.
la curiosidad mató al gato
“y/n? “ Esteban gritó, estaba congelado, no sabía qué hacer, así que corrí a mi cuarto tratando de estar lo más silencioso posible.
Escuché que drenaban el agua de mi habitación. Traté de hacer que pareciera que estaba durmiendo en caso de que intentara entrar.
“y/n?” dijo esteban mientras tocaba a mi puerta abrió la puerta y me encontró acostada en la cama, de espaldas a él, vestía una camiseta blanca y pantalones de pijama
Sentí que la cama se hundía debido a que él se sentó a mi lado "Qué escuchaste?"
"Sé que no estás durmiendo", dijo mientras me arrancaba la manta.
me mordí el labio “no escuché nada esteban estaba dormido en mi cuarto”
Sacudió la cabeza "No, sé que escuchaste algo. Nadie más está aquí. ¿Quién más estaba en la puerta?"
Me levanté a la defensiva “probablemente fue un gato esteban por favor sal” dije agarrando su brazo pero él no se movía
Él todavía estaba sentado en mi cama, ahora mirándome en todos los lugares a los que iba. Mantenía sus ojos en mí.
“ven aquí” dijo
le obedecí
“mira fue un accidente no quise decir tu nombre solo viniste a mi mente”
dijo mientras tocaba mi muslo, yo todavía estaba de pie sobre él mirando hacia abajo tratando de mantener algún tipo de dominio sobre él
“Lo sé, lo siento, acabo de escucharte decir mi nombre y estaba preocupado, solo quería ver si estabas bien, Esteban” yo dije
"¿te importo?" él sonrió levemente frotando mi muslo aún así asentí en respuesta, puse mi mano en su hombro y eché mi cabeza hacia atrás debido a su toque
esteban sonrió ante mi respuesta y le dio un beso a mi estómago
“siempre te quise” “siempre”
Me mordí el labio y negué con la cabeza "No podemos hacer esto Esteban, eres como un padre para mí"
Sacudió la cabeza y me miró “¿ahora soy como un papá? al principio me dijiste que no era ¿qué pasó ahora chica?
es un idiota, pensé
Me quedé en silencio y dejé que hiciera sus necesidades. Sé que mi mamá no le da ningún tipo de amor. A ella casi le gusta, pero a mí sí. Recuerdo la primera vez que nos presentó, él no podía quitarme los ojos de encima y yo tampoco
Esteban levantó mi camisa una vez más y comenzó a frotar mi coño a través de mis pantalones cortos
sus ojos nunca abandonan los mios
Le golpeé la mano "no podemos hacer esto, se siente tan mal"
me agarró del brazo y me puso en su regazo, recostándome boca abajo y mi culo en el aire
"¿No? ¿tú no quieres? bueno te daré algo más mi amor”
Me bajó los shorts con mis panties dejando mi culo desnudo frente a él
Tocó ligeramente mi culo y luego le dio un fuerte golpe. El ruido se escuchó en toda la casa, así de fuerte era
Gemí debido al dolor y el placer, se sentía tan mal pero bien al mismo tiempo que no quería que parara
"¿Quieres que pare?" Esteban preguntó obviamente de manera burlona, ​​asentí en mi cabeza con curiosidad lo que me dio otro fuerte golpe a cambio “eres una chica tan mala” “siempre te veo con esas faldas cortas caminando por la casa rogando que te follen tu padrastro, por favor no intentes actuar inocentemente ahora y/n”
Esteban movió ligeramente su mano hacia mi cabeza acariciando mi cabello, tiró de él haciéndome mirarlo "te gusta esto, ¿no?" no dije una palabra solo lo mire
me metió dos dedos en la boca “chupa” me exigió abrí la boca sacando la lengua haciendo lo que me pedían
Todo estaba sucediendo tan rápido que no quería parar, pero sabía que esto estaba tan mal, él está con mi mamá, no conmigo
Después de que terminó de tocar mi boca, se deslizó hasta mi entrada y gimió al verla "tan mojada"
Deslizó un dedo y comenzó a bombear hacia adentro y hacia afuera, lo que me hizo gemir ante la repentina sensación
añadió otro dedo, haciéndolo tres "wow, mira cómo tomas mis tres dedos, puedo imaginarme cómo tomas mi polla" "eres una chica tan buena, no es de extrañar por qué todos los chicos se vuelven locos por ti"
Sus palabras te excitaron aún más esteban sabía lo que estaba haciendo y no iba a parar hasta conseguir lo que quería y yo le iba a dar todo lo que me pidiera, lo quiero. quiero a mi padrastro
Mis gemidos lo hacían gemir con solo imaginarse follándome, estaba disfrutando la vista. él quiere más quiere sentirse dentro de mí
"Mierda" se inclinó para alcanzar mi oreja "tengo tantas ganas de este coño"
"por favor fóllame daddy”
esas palabras enloquecieron a esteban sacó sus dedos de mi interior y los chupó saboreando mis jugos en sus dedos levantando las cejas de placer
esteban me arrojó en la cama con el culo en alto bajándose los pantalones dejando al descubierto su dura polla “te voy a follar mejor que cualquiera de estos chicos de afuera”
No me volteé. Quería sorprenderme de su tamaño. Sabía que era grande porque lo sentí en mi estómago cuando estaba en su regazo
Entró sin previo aviso. Yo ya estaba mojado para él debido a las actividades anteriores que se lo facilitaron
Intenté adaptarme a su tamaño mientras él se acariciaba, pero era demasiado grande, más grande de lo que esperaba, Esteban estaba gimiendo malas palabras y golpeándome el culo, estoy bastante seguro de que nuestros vecinos tocarán a nuestra puerta mañana
Los sonidos de mi coño mojado y sus bolas golpeando mi coño y golpeando el culo eran suficientes para volver loco a cualquiera, se sentía tan bien pero tan mal y no quería parar. No podíamos
“porque no me casé contigo” dijo esteban riéndose
Él estaba cerca y yo también, sus golpes se volvieron descuidados y lentos
“Estoy cerca cariño” dijo agarrándome el culo y gimiendo
Estaba demasiado ocupada disfrutando de este sentimiento como para siquiera decir algo. No he tenido relaciones sexuales en mucho tiempo, así que esto se siente increíble
Esteban se vino dentro de mí sacándose dejándome llena de leche viéndolo gotear en mis sábanas golpeando y agarrando mi culo una vez más
Me quedé en shock por lo que pasó, así que ni siquiera le dije nada. Me dio un beso en la frente y yo le di un beso en la mejilla, lo que lo hizo sonreír. "Recuérdame que limpie estas sábanas mañana". Logré decirlo. “solo ven a dormir conmigo esta noche", dijo agarrando mi mano y sacándome de la cama
que gran error habíamos cometido, yo no pensé en mi mamá en ese momento y él no pensó en su prometida para nada. Él estaba disfrutando esto, es como si hubiera estado deseando esto
Sí, fui a dormir con él sólo por esta noche, fue tranquilo, un montón de abrazos y besos. ¿Quién no quiere eso?
─── ⋆⋅☆⋅⋆ ─── ─── ⋆⋅☆⋅⋆ ───
a/n ⋆。°✩: bueno chicas, ¡espero que todos hayan disfrutado este capítulo! No sé si debería seguir escribiendo sobre esto, no sé si es demasiado explícito o simplemente un tema delicado para algunos, pero disfruté escribiendo esto. Solo soy una perra cachonda LMAO. Si tienes alguna recomendación o solicitud, ¡no dudes en preguntar! ¡Estaré aceptando solicitudes todo el día mañana! Tengo un par para terminar de escribir.
20 notes · View notes
sinfonia-relativa · 5 months
Text
Y habrá quien no comprenda la razón de mis acciones, la razón de mis desvelos, de mis llantos cuando miro al cielo. Quien no entienda mis silencios, ni mis miradas a punto de estallar en llanto. Habrá quien no lo entienda y no lo quiera comprender, pero a mí no me importa ni en lo más absoluto eso.
Que más da si alguien ajeno a mí, le de igual mi sentir, que no lo comprendan, que quedé lejos de su entendimiento, que les sobren preguntas sin respuesta a lo que respecta conmigo. Prefiero vivir a mi modo, que vivir a su medida.
Star
37 notes · View notes
besos-y-lagrimas · 1 month
Text
Me arrancaste el corazón y se lo ofreciste de merienda a los lobos. Incrédula, me quedé observando en silencio como lo devoraban. No me atreví a defenderme porque me hiciste creer que merecía tal tortura. Me castigaste sin piedad por haber intentado salvarte. Ahora lo sé; el dolor era demasiado grande, no te permitía dar ni recibir amor.
— N.
21 notes · View notes
excusasbaratas · 10 months
Text
Un mes y pico ya ha pasado, desde la última vez que oí tu voz. Quise fingir que ya no me importas, que ya no te extraño, que me divierto y que sonrío porque no todo gira a tu alrededor. No sé si fue lo correcto, el esconderte mi sufrimiento, porque sí, porque aunque no lo sepas tu ausencia aún me lastima por dentro. Me sigue doliendo un montón.
Las noches son tan largas y frías, te pienso en todo momento, es imposible olvidarte con estos sentimientos que yo no manejo. Te busco en cada sueño, te llamo en silencio, sonrío y lloro con los recuerdos, mientras me atormentan los pensamientos.
Quiero verte de nuevo, sentir tu mirada, hablar de nosotros en las madrugadas, despertar abrazándote todas las mañanas, cantar las canciones que tanto amas. Pero sé que eso ya no es nada, más que recuerdos que desgarran, que se degradan e ilusiones que quedarán en la nada.
Ahora me pregunto en que lugar te hallas, si todavía me piensas, si me extrañas. No sé si ya me olvidaste, yo soy el que más que nadie te ama, ese chico que siempre te hacia feliz sin esperar nada. Mi voz frágil te llama. Ojalá puedas escuchar mi clamor, y que pudieras sentir esto que escribo Siempre confié en esa ilusión, que vas a pensar en mí si con todas mis fuerzas yo pienso en vos.
A veces me pongo a pensar que ya no debería llorar más, que me debo calmar, ya no más, tengo que lograr superar. Me propongo avanzar, pero todo se desmorona cuando la realidad llega, y es que no es nada fácil superar. Me dejaste en una tempestad, mientras yo solo me quedé parado, herido, tan desconsolado. Y llovió tanto por encima de mí, y lloré tanto bajo este cielo gris esperando a que regresaras, y eso nunca pasó.
Es increíble que te quiera tanto, ¿no? después de tanta desilusión, tanto dolor pero lo más increíble de todo esto, es que a pesar de saber que ya no ibas a volver jamás, yo seguí pensándote sin parar, y nunca dejé de esperarte en este lugar, lugar que siempre te guardé, claro, por si alguna vez tú decidías dar marcha atrás.
Denuczi
133 notes · View notes
46snowfox · 2 months
Text
Subaru Sakamaki Chaos Lineage Capítulo 1
Tumblr media
[Prólogo Violet]
Tumblr media
Lugar: Calabozo
Subaru: ¿Aah? ¿Por qué yo?
Yui: (Uuh, da miedo cuando me mira tan fijamente… ¿Pero por qué él—?)
Yui: Es que sentí que eras alguien amable…
Subaru: ¿Ah? ¿Qué estás malinterpretando? Que fastidio… Además, no pienso vigilarte.
Yui: P-pero me dijeron que debía elegir a uno…
Subaru: Tsk, que molesto.
Subaru: …Solo debo hacerlo, ¿no? Está bien, pero no me causes problemas.
Yui: S-sí. Muchas gracias.
Yui: (Al final aceptó. Es cierto que se ve aterrador, pero me da la sensación de que es alguien gentil.)
Yui: (Aunque no sé por qué pensaré eso…)
*luego*
Yui: Hm… ¿En dónde estoy?
Yui: (Ah… Cierto, estoy en el calabozo de la mansión… Tras eso me quedé dormida.)
Monólogo:
“Tras despertar en la iglesia me trajeron a la mansión Violet.
Me encerraron en el calabozo y me dijeron que eligiera a alguien para vigilarme, por eso escogí a Subaru-san.
A primera vista se ve como alguien aterrador, pero creo que tiene un lado amable.
Fue por eso que le pedí que él fuera mi vigilante, sin embargo—“
Subaru: ¿Qué? ¿Ya despertaste?
Yui: ¡…! Sí, estoy despierta.
Yui: (¿Subaru-san me vigiló mientras dormía? No me di cuenta.)
Yui: (Además, ¿está enojado? Se le ve de mal humor.)
Yui: (Por alguna razón me pareció que era alguien gentil, ¿me habré equivocado…?)
Subaru: ¿Qué sucede? No fastidies. Si quieres preguntar algo, entonces deja de guardar silencio y habla.
Yui: Ah, pues… lo siento.
Yui: (Dijo que hablara si quería… ¿Entonces puedo decírselo?)
Yui: Pues, ¿hasta cuando voy a estar en este calabozo?
Subaru: ¿Y cómo voy a saberlo? Hasta que Carla cambie de opinión.
Yui: (¿Eso significa que no sabe cuando me sacarán de aquí?)
Yui: ¡Disculpa! ¿No puedes sacarme de aquí?
Subaru: ¿Eres tonta? Por supuesto que no.
Subaru: ¿Te crees importante por ser la legendaria Eva necesaria para que uno se convierta en el rey supremo?
Subaru: Me molesta que te creas la gran cosa.
Yui: …
Yui: (Sabía que no me sacaría… Y parece que lo hice enojar aún más.)
Subaru: Tsk, por tu culpa ahora estoy más molesto.
Subaru: Solo quiero encerrarme en mi habitación y ahora tengo que hacer de niñero de una mujer molesta.
Yui: L-lo siento…
Tumblr media
Subaru: ¿Ah? ¡No te disculpes, ya es tarde!
Yui: ¡Ah…!
Subaru: También me saca de quicio que te la pases temblando. Tú fuiste quien me eligió.
Subaru: ¡¿Acaso te arrepientes?!
*golpe*
Yui: ¡¿Kyaa?!
Yui: (A-acaba de patear las barras de metal… Me equivoqué al pensar que era alguien amable. ¡Es demasiado violento…!)
Subaru: Maldita sea, el enojo me dio sed…
Subaru: …Oye, acércate.
Yui: ¿Eh…?
Subaru: Deja de perder el tiempo. Acércate a las barras de metal.
Yui: Ah, s-sí…
Yui: (No sé qué hará si lo desobedezco… Solo puedo obedecer.)
Yui: ¿A-así está bien?
Subaru: …Realmente viniste, si que eres una mujer estúpida.
Yui: ¿Eh?
Subaru: Todos en esta mansión son vampiros. Yo incluido.
Yui: S-sí…
Yui: (¿Y qué pasa con eso?)
Subaru: Parece que no lo entiendes… Es por eso que vives siendo maltratada. ¡Como ahora!
Tumblr media
Yui: ¡¿Kyaa?!
Yui: ¡P-por favor suéltame! ¡Me duele! ¡¡¿Qué vas a hacer…?!!
Subaru: Te estoy diciendo que no entiendes tu posición actual. Para los vampiros, los humanos son presas.
Subaru: Puede que al escuchar que eras la legendaria Eva esperaras ser tratada como una princesa, sin embargo…
Subaru: Te haré entender que no eres más que una presa.
Yui: ¡N-no!
Subaru: Succionaré desde tu hombro. Si no te quedas quieta te dolerá. Nn… nn…
Yui: …Ah.
Yui: (Está succionando mi sangre… ¡Está clavando sus colmillos en mi hombro…!)
Yui: (¿Esto significa ser una presa? ¿Van a mantenerme encerrada en este calabozo para succionar mi sangre?)
Yui: (No. ¡No quiero eso…!)
Yui: ¡Detente! ¡Por favor suéltame!
Subaru: ¡No te muevas! Te dije que te quedaras quieta.
Tumblr media
Subaru: ¿Pero qué es esta sangre…? Es mucho más dulce de lo que esperé.
Subaru: Maldición, planeaba succionar solo para amenazarla, ¡pero no puedo parar…! Nn…
Yui: …Ugh…
Yui: (Estos colmillos… este dolor… Por algún motivo me provocan nostalgia. ¿Yo conozco este dolor…?)
Yui: (¿Por qué? ¿Cómo…?)
Subaru: Nn… Aah, nn…
Yui: ¡Aaah…!
Yui: (El lugar en donde está mordiendo me arde… El calor inunda mi cabeza y me da vueltas—)
Tumblr media
Yui: ¿Qué…?
Yui_ (¿Q-qué fue eso…? Ese paisaje… ¿De dónde era?)
Tumblr media
Yui: (¡Uuuh…! ¿Qué son estas imágenes…?)
Tumblr media
Yui: (Lo conozco… Este lugar me provoca mucha nostalgia…)
Yui: (Uuh… Se siente como si revolvieran mi cerebro…)
Tumblr media
Yui: Ah… aah…
Yui: …Yo, yo… yo…
Subaru: Aah… ¿Qué pasa? ¿Sucede algo?
Yui: Ese lugar era…
Yui: Ese lugar era a donde debemos regresar…
Subaru: ¿…Ah?
Yui: ¡Aah…! Aaaaaah.
Yui: (Un montón de paisajes e información… están dando vueltas en mi cabeza…)
Yui: (Es verdad… Yo, mi nombre es—)
Yui: Ugh… Uuh…
Subaru: Oye, ¿qué sucede? ¿Por qué gritas?
Yui: …No, yo no soy la legendaria Eva.
Yui: Soy… Yui…
Subaru: ¿…Ah?
Yui: (Así es… Lo recordé todo.)
Yui: (Empecé a vivir en la mansión Sakamaki, conocí a Subaru-kun— y nos enamoramos.)
Yui: (De hecho, recuerdo que estaba allí antes de despertar en la iglesia. ¿En dónde estoy ahora?)
Yui: (¿Por qué… no podía recordar quién era?)
Yui: (Y no solo yo. Todos están actuando raro.)
Subaru: Tienes una expresión boba… ¿Enloqueciste solo porque succioné un poco de tu sangre?
Yui: No, no enloquecí. Es solo que recordé todo.
Yui: ¿Cómo pude olvidar algo tan importante…?
Yui: ¡Oye, Subaru-kun! ¿Qué está sucediendo? ¡¿En dónde estamos?!
Subaru: ¿Ah?
Yui: ¿Por qué Carla-san y los demás están viviendo en la misma mansión…? ¿Acaso este lugar es propiedad de los Tsukinami?
Subaru: Cierra el pico… ¿Por qué estás diciendo cosas sin sentido?
Yui: ¿Eh…?
Subaru: ¿Olvidaste todo lo que te dijeron ayer? Carla es nuestro hermano mayor, ¿Qué tiene de raro que estemos en la mansión?
Yui: Mentira…
Yui: (¿Carla-san es el hermano mayor de Subaru-kun? Eso es imposible…)
Yui: (Pero es cierto que ayer se presentó como tal. ¿Qué está sucediendo?)
Yui: C-cierto. ¿En dónde está Ayato-kun? ¿Y Kanato-kun…? Recuerdas a tus hermanos, ¿no?
Subaru: ¿Mis hermanos? ¿Esos dos miembros de los Orange?
Tumblr media
Subaru: Ja, ¿qué estás diciendo? Ellos son enemigos.
Yui: No puede ser…
Yui: ¿Y-y qué hay de mí? ¡¿Sabes quién soy?!
Subaru: Eres Eva, ¿no? La mujer necesaria para convertirse en rey supremo. No lo he olvidado.
Yui: No, eso no…
Yui: (Somos pareja, Subaru-kun… Subaru-kun Sakamaki.)
Decirle que son pareja♙
Decirle que son conocidos♟
Decirle que son pareja:
Yui: (¿Me recordará si le digo la verdad…?)
Yui: Escucha Subaru-kun. Nosotros somos pareja.
Subaru: ¿…Aah? Desde hace un rato que solo dices locuras, pero esa es la que menos sentido tiene.
Subaru: ¿Acaso dices eso porque quieres salir de aquí y ser libre?
Subaru: No importa qué digas, no te sacaré de la celda.
Subaru: E incluso si sales, solo terminarás siendo usada por el resto.
Subaru: Y en tal caso, es mejor que te quedes aquí.
Decirle que son conocidos:
Yui: (¿Subaru-kun me ve como a una extraña…?)
Yui: (Lo sabía, alteraron sus recuerdos…)
Yui: (No necesita recordar que somos parejas, al menos quiero que me recuerde—)
Yui: Subaru-kun. Ayer no fue la primera vez que nos vimos.
Yui: Nos conocemos… desde hace mucho tiempo.
Subaru: Tsk… ¿Por qué te inventas todo eso?
Subaru: Te conocí ayer. Si no paras te haré sufrir.
Yui: (Como esperaba, no me creyó…)
Subaru: ¿…Tanto deseas escapar de aquí?
Subaru: Incluso si sales el resto te atrapará. Eres realmente tonta.
Fin de las opciones
Yui: (Subaru-kun, no formaría parte de una broma como esta…)
Yui: (Él realmente cree que pertenece a la familia Violet…)
Yui: (¿Acaso sus recuerdos fueron modificados de igual forma que los míos hasta hace solo unos minutos? Tanto los suyos, como los del resto.)
Yui: (¿En qué hemos acabado involucrados…?)
Subaru: ¿…Qué sucede? Estás pálida.
Subaru: Oh, supongo que estás en shock ya que es la primera vez que succionan tu sangre. Culpa a tu falta de sentido del peligro.
Yui: (Te equivocas, no fue la primera vez. Ya has succionado mi sangre en varias ocasiones.)
Yui: (Actualmente no me ves como a tu novia, solo soy tu presa…)
Yui: (Es como cuando nos conocimos… No me gusta.)
Subaru: Oye, no estés a punto de llorar. Si los otros te ven así van a malinterpretar todo. Kou: ¡Yahoo! ¿Se están llevando bien—…? Wow, el ambiente está pesado.
Tumblr media
Azusa: Eva… está a punto de llorar. ¿Pasó algo…?
Yui: (Kou-kun, Azusa-kun…)
Kou: ¡Ah! ¡¿Acaso maltrataste a Eva?!
Azusa: Eso no se hace… Subaru. Tienes que tratar a Eva con cuidado…
Subaru: Dejen de hablar. ¡No hice algo tan infantil!
Subaru: ¿Y a qué vinieron ustedes?
Kou: Oh, cierto. Carla-kun los llama. Parece que tiene que decirles algo.
Subaru: ¿Carla?
Azusa: Sí… Por eso vinimos por ustedes…
Yui: ¿Eh…?
Subaru: ¿…También ella?
Yui: (Subaru-kun me mira con desconfianza. Debe de dudar de mí porque me la pasé diciendo cosas raras…)
Subaru: Puedo sacarla, pero no me culpen si escapa.
Subaru: Ya que está dispuesta a mentir con tal de salir.
Yui: (No dije ninguna mentira…)
Azusa: Tranquilo… Nosotros te ayudaremos, vigilémosla para que no escape…
Subaru: La encierran en una celda y luego la sacan, hacen lo que se les antoja.
Kou: Quéjate directamente con Carla. Yo no tengo voto en esto.
Azusa: …Carla es el mayor de los Violet. Por eso debemos obedecerlo…
Yui: (Kou-kun y Azusa.-kun tampoco dudan de su hermandad actual…)
Yui: (Carla-san es un fundador, es imposible que sea hermano de unos vampiros.)
Yui: (¿Cómo pasó todo esto…?)
Subaru: …Rayos, que fastidia. Oye Eva, sal de la celda. No me causes problemas.
Yui: (¿Acaso todos enloquecieron? ¿O la loca soy yo…? ¡No entiendo nada, Subaru-kun!)
[Capítulo 2]
[Masterpost]
21 notes · View notes
las-microfisuras · 2 months
Text
Carta de Victoria Ocampo a Eduardo Mallea
Tumblr media
Los árboles de Supervielle me gustan sin entusiasmarme. Podrían decirse tantas otras cosas. Esa música de los troncos, de las ramas, de las hojas ha acompañado mi vida de tal modo, la ha iluminado con tanta constancia, que me fastidian los poetas que no saben decirla lo mejor posible.
Cuando yo tenía siete años (o seis) fui por primera vez a un bosque en Francia. Debe de haber sido otoño, a juzgar por el olor que recuerdo, y sé que iba caminando. Mi encantamiento y felicidad, mi sorpresa y mi avidez ante esta cosa inimaginable que me entraba por los ojos, la nariz, los pies, duran todavía. Yo no conocía esta forma de la naturaleza. Sólo sabía de llanuras de agua y de tierra. Pero esto era como si la naturaleza me hubiera encerrado con llave en su propia habitación. Se volvía palpable y concentrada en torno de mi pequeñez. Se estrechaba contra mí y no me dejaba más ese espacio, ese vacío alrededor que me había habituado a considerarla un poco como otro cielo.
Una vez te hablé de esos momentos tan raros en que uno ve, oye y comprende a un nivel por encima del nuestro. Permanecemos entonces inmóviles, casi sin respiración, aunque no nos falte el aire. En una especie de gran silencio interior que semeja la página en blanco, preparada para recibir cualquier palabra imprevisible. Es de ese modo como he sentido el bosque. Como yo si naciera al entrar en él. Como si el uso de mis sentidos me viniera de él. Nunca más lo volví a ver así. Pero ese día se prolonga en mí. Siempre estoy cayendo desde ese día, desde esos instantes, sin encontrar jamás tierra o agua que detenga mi caída. Caigo con una columna de humo (estas palabras, estas explicaciones opacas) que se inscribe y desaparece detrás de mí; testimonio perecedero de un imperecedero incendio.
Mi encuentro con el bosque tuvo lugar, creo, la primera vez que penetré en él.
Pero mi encuentro con el Río de la Plata se ha producido de otro modo, acaso más extraño, porque yo lo veía todos los días sin saber que él me espiaba, que estaba allí, que tenía tantas cosas para decirme y que iba a esperarme todo el tiempo que fuera necesario. ¡Pero el bosque!
Puede ser que sea por eso que la primera frase pronunciada -cantada- en Pelléas y Mélisande por Golaud, cuando el telón se levanta: "¡Nunca podré salir de este bosque!" siempre me ha producido (aparte de la música que la exalta) un efecto hechizante. Yo tampoco saldré jamás de este bosque, porque un día se me apareció de tal manera que tuve que quedarme. Y me quedé porque había desaparecido: desapareció desde el momento en que me fue revelado. Está en mí, pero lo he perdido fuera de mí: no puedo distinguirlo dentro. Es como si no tuviera espejo para mi propio rostro. No es el rostro lo que he perdido, sino la visión del rostro.
El bosque estaba mucho más cerca de mis sentidos, los afectaba mucho más que el Río de la Plata. Era una felicidad más que una alegría. Pero todo eso (los árboles, las flores, las semillitas), todo eso estalla a veces ante nosotros como una palabra que buscábamos para no dejar escapar lo que queríamos decir. Porque la palabra fija y su función -según mi experiencia- es puramente fijadora. Los árboles, las flores, las semillitas son palabras sin Petit Larousse que las explique. A veces uno imagina que las ha comprendido, que ha descubierto el sentido de esos gritos que son el agua que corre, el bosque donde los brotes verdean milagrosamente. A veces no se oye más nada y casi ni siquiera el eco de aquello que se había escuchado.
Victoria Ocampo - Villa Victoria (Mar del Plata).
18 notes · View notes
1vidapoeticando · 3 months
Text
Já vivenciei tantos momentos e sentimentos que por suportar demais automáticamente eles transbordavam...passei pelo medo e não agi..Passei vontade de gritar e silenciei...Passei por aquela vontade imensa querer abraçar o mundo e me fiz menor...Passei por muito, diminui minhas expectativas, abafei minha ansiedade e segui....Extrai do sol inspiração...E fiz uma pintura nas dores passadas, e passou...Eu investi na vontade de recomeçar, rabisquei com toque de amor, peguei nessa aquarela novos caminhos, cores, sonhos e desejos...E olhando para a natureza, vendo o céu, as estrelas e o mar, pude ver o quanto ainda posso preencher essa pintura chamada vida...
He vivido tantos momentos y sentimientos que por soportar demasiado automáticamente se desbordaron... Pasé por miedo y no actué... Sentí ganas de gritar y me quedé en silencio... Pasé por ese deseo inmenso. querer abrazar el mundo y me hice más pequeño... Pasé por mucho, bajó mis expectativas, sofoqué mi ansiedad y seguí... Me inspiré en el sol... Y hice una pintura del pasado. dolor, y pasó... invertí en las ganas de empezar de nuevo, garabateé con un toque de amor, tomé esta acuarela nuevos caminos, colores, sueños y deseos... Y mirando la naturaleza, viendo el cielo, el las estrellas y el mar, pude ver cuanto aún puedo llenar este cuadro llamado vida...
Ho vissuto così tanti momenti e sentimenti che, poiché ho sopportato troppo, sono traboccati automaticamente... ho attraversato la paura e non ho agito... avevo voglia di urlare e sono rimasto in silenzio... ho attraversato quell'immenso desiderio di voler abbracciare il mondo e mi sono fatto più piccolo... ne ho passate tante, ha abbassato le mie aspettative, ho soffocato l'ansia e ho continuato... ho tratto ispirazione dal sole... e ho fatto un quadro del passato dolore, ed è passato...ho investito nella voglia di ricominciare, ho scarabocchiato con un tocco d'amore, ho preso con questo acquerello nuovi sentieri, colori, sogni e desideri... E guardando la natura, vedendo il cielo, il stelle e il mare, ho potuto vedere quanto posso ancora riempire questo dipinto chiamato vita...
J'ai vécu tellement de moments et de sentiments que, parce que j'en ai trop enduré, ils ont automatiquement débordé... J'ai vécu la peur et je n'ai pas agi... J'avais envie de crier et je suis resté silencieux... J'ai vécu cet immense désir vouloir embrasser le monde et je me suis fait plus petit... J'ai traversé beaucoup de choses, cela a réduit mes attentes, j'ai étouffé mon anxiété et j'ai continué... Je me suis inspiré du soleil... Et j'ai fait une peinture du passé la douleur, et c'est passé... J'ai investi dans l'envie de recommencer, j'ai griffonné avec une touche d'amour, j'ai emprunté dans cette aquarelle de nouveaux chemins, des couleurs, des rêves et des envies... Et regarder la nature, voir le ciel, le les étoiles et la mer, j'ai pu voir à quel point je peux encore remplir ce tableau appelé la vie...
I have experienced so many moments and feelings that, because I endured too much, they automatically overflowed... I went through fear and didn't act... I felt like screaming and remained silent... I went through that immense desire to want to embrace the world and I made myself smaller... I went through a lot, it lowered my expectations, I stifled my anxiety and continued...I drew inspiration from the sun...And I made a painting of past pain, and it passed...I invested in the desire to start over, I scribbled with a touch of love, I took this watercolor new paths, colors, dreams and desires... And looking at nature, seeing the sky, the stars and the sea, I could see how much I can still fill this painting called life...
O kadar çok an ve duygu yaşadım ki, çok katlandığım için otomatikman taştı... Korkudan geçtim, harekete geçmedim... İçimden çığlık atmak geldi, sustum... O büyük arzuyu yaşadım. dünyayı kucaklamak istemek ve kendimi küçülttüm... Çok şey yaşadım, beklentilerimi azalttı, kaygılarımı bastırdım ve devam ettim... Güneşten ilham aldım... Ve geçmişi resmettim acı ve geçti... Yeniden başlama arzusuna yatırım yaptım, bir aşk dokunuşuyla karaladım, bu sulu boyayla yeni yollara, renklere, hayallere ve arzulara yöneldim... Ve doğaya baktım, gökyüzünü gördüm, yıldızlar ve deniz, hayat denen bu tabloyu hâlâ ne kadar doldurabildiğimi görebiliyordum...
Fonte: 1Vidapoeticando 🌺🍃
Tumblr media
29 notes · View notes
eldiariodelarry · 6 months
Text
Clases de Seducción II, parte 17: Alianzas
Temporada 1
Temporada 2: Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16
Olivares tomó un bus comercial de regreso a la ciudad de Antofagasta después de haber ido a dejar a Sebastian hasta el regimiento de Arica.
Al llegar a la Perla del Norte de Chile, al mediodía siguiente, se tuvo que presentar en el regimiento para retomar sus labores.
—Olivares —lo saludó el Capitán Rodriguez apenas Matías cruzó la puerta del galpón principal del regimiento.
—Mi Capitán —se cuadró Olivares frente a su superior, con evidente cansancio en su semblante.
—Lo estuve llamando durante la mañana —le comentó el Capitán—, ¿por qué no le contesta a su superior?
Matías el día anterior le había entregado su viejo celular a Sebastian para entregarle novedades sobre Rubén. Si bien en el momento de tener esa idea no pensó en cómo obtener la información, ya que desconocía cualquier tipo de dato sobre Ruben (nombre completo, dirección, etc), pensó que se las arreglaría en el camino.
—Disculpe, Capi —respondió Matías, recordando que tampoco había considerado que podrían contactarlo cuando le entregó su celular a Sebastian—, perdí mi celular.
—¿Lo perdiste? —preguntó ceñudo el superior.
—Sí —respondió Matias intentando sonar lo más convincente posible—, me quedé dormido anoche en el bus y me di cuenta cuando venía para acá que ya no lo tenía.
—Vamos a la comisaría —le dijo Rodriguez, poniéndose de pie—. Tiene que hacer la denuncia del robo.
—¡No! —dijo rápidamente Matías, de manera bastante sospechosa—, no es necesario, Capi —agregó, con más calma para sonar más despreocupado—, igual tenía pensado comprarme uno nuevo esta semana con mis ahorros.
Rodriguez miró a Olivares en silencio de forma seria por un par de segundos, levantando la ceja derecha.
—Olivares, si no quiere hacer una denuncia es su problema —le aclaró el hombre—, pero nosotros tenemos que ir a la comisaría. Me llamaron porque al parecer tenemos otro fugado.
—¿Otro más? —preguntó desganado Matías, sabiendo que siempre lo mandaban a él de chaperón de los soldados que se arrancaban de sus respectivos regimientos.
—Así es, Olivares —confirmó el Capitán.
Matías y Rodriguez se subieron al sedán negro del Capitán y tomaron rumbo a la tercera comisaría de la ciudad, donde se comunicaron con el Sargento a cargo.
—¿Por qué demoraron tanto en venir? —les preguntó el Sargento tras las presentaciones correspondientes.
—Estábamos atendiendo otro asunto de mayor importancia —respondió Rodriguez—. Además, la espera le enseñará al joven que arrancarse del regimiento no es cosa fácil.
—Tampoco es que sea delito, Capitán —aclaró el Sargento—. Nosotros lo retuvimos simplemente porque no tenía documento de identidad, y no nos quiso dar mayor información de su procedencia.
—Pero nada de eso es delito, sargento —comentó Matías, con algo de indignación—. No querer decirles de dónde viene no es delito, y la identidad la pudieron corroborar pidiéndole su RUN.
—Olivares —el Capitán le llamó la atención discretamente a Matías.
—¿Y por qué lo trajeron en primer lugar? —quiso saber Matías, ignorando la llamada de atención de Rodríguez.
—Recibimos una denuncia anónima de alguien que aseguraba que esta persona se había arrancado del servicio militar.
—Buen trabajo, Sargento —reconoció el Capitán Rodríguez, y el sargento trató de disimular una sonrisa de orgullo.
—¿Cómo pueden asegurar que efectivamente es la persona correcta, si no les ha dicho de dónde viene? —preguntó Matías, algo preocupado.
Efectivamente, el Sargento había admitido que tenían detenido a alguien que no había cometido ningún delito, y tampoco estaban seguros de estar frente a la persona que supuestamente se había arrancado de un regimiento.
—Bueno, la mochila que traía evidentemente era de indumentaria militar, y en el interior cargaba su uniforme —respondió algo molesto el carabinero.
—Gracias Sargento, nosotros continuamos desde aquí —intervino Rodriguez, dando por cerrado el cuestionario de Matías, lanzándole una mirada seria y fulminante al muchacho.
El par de militares ingresaron a la sala de detención y pidieron abrir la celda donde estaba ubicado el joven desconocido que había sido denunciado como un fugado del servicio militar.
El joven levantó la vista y Olivares se dio cuenta que tenía una notoria cicatriz en la frente y otra en el mentón, que le daban un aspecto intimidante, pero a la vez atractivo.
—¡Soldado! —habló con fuerza Rodríguez—, su aventura de fin de semana ha terminado.
—Hoy recién es viernes —murmuró con hastío el joven.
Olivares miraba en silencio la interacción.
—Bueno, como sea soldado, desde hoy en adelante todos sus días serán lunes —respondió Rodríguez—. Un eterno y tedioso lunes.
Rodríguez se acercó a la banca donde estaba sentado el joven, quien se puso de pie sin esperar que el hombre lo tocara de alguna forma, y comenzó a caminar en dirección a la salida de la celda, asumiendo su destino.
—Nos dirigiremos al regimiento, para averiguar de qué castillo se escapó la princesa —le anunció Rodríguez—, y luego Olivares se asegurará de enviarte de regreso, de donde no volverás a salir en mucho, mucho tiempo, ¿entendido?
El joven desconocido simplemente asintió.
Olivares se sentó en el sedán negro en la parte trasera, al lado del soldado en fuga, quien fue todo el camino mirando por la ventana, en silencio, permitiéndole a Matias apreciar la perfecta definición de su mandíbula, que comenzaba a mostrar el crecimiento leve de su barba tras dos días sin afeitar.
Al llegar al regimiento, Rodriguez se dirigió a su oficina a revisar en la base de datos del servicio militar dónde estaba designado el joven desconocido, a quien le había pedido anotar su RUN en un papel.
—Vaya, vaya —murmuró Rodríguez al salir de su oficina—, así que el soldado Javier Gutierrez se arrancó del mismo regimiento en Arica que nuestro querido Guerrero.
Olivares al escuchar la mención a Sebastian miró de inmediato al joven.
Javier mantuvo una expresión neutra en el rostro.
—¡Olivares! —le llamó la atención Rodríguez—, asegúrese que este soldado llegue a su regimiento en buenas condiciones.
A Matías no le encantaba la idea de volver nuevamente a Arica. Esta vez sería peor incluso, ya que tendría que ir en bus comercial, en vez de avión (ya que los pasajes de avión los había asegurado el padre de Sebastian el día anterior).
—¿Es necesario que vaya hasta allá con él —preguntó Matías, notando de inmediato la cara de furia de Rodríguez—… mi Capitán?
—Su labor es asegurarse que llegue al regimiento que le corresponde —insistió Rodríguez, sin cambiar su indicación.
A pesar de que quería hablar con el amigo de Sebastian, Matías no estaba muy convencido de ir nuevamente a Arica.
—¿Alguna posibilidad de que nos envíen en avión? —Matias dudaba que la respuesta fuera afirmativa, pero no perdía nada con intentar.
Rodríguez lo miró con seriedad, lo que fue suficiente respuesta para Matías.
—¿Puedo hablar con don Rolando para que lo lleve en el bus? —insistió Matías, recurriendo a la última alternativa que le quedaba.
El Capitán se quedó pensando unos segundos. Don Rolando era el conductor del bus militar que se había llevado a Sebastian desde Antofagasta hasta Arica (y que había recogido a Javier en el camino) al inicio del servicio militar.
—Bueno, si tiene la disponibilidad, al tener su formación militar debería actuar como escolta —accedió Rodríguez.
Matías sonrió satisfecho, y tomó las llaves del sedán negro que Rodríguez le estaba extendiendo.
—Vamos —le dijo a Javier, poniendo su mano en su hombro como si fueran amigos de toda la vida.
—Olivares —le llamó la atención Rodríguez, por la cercanía demostrada con el muchacho, provocando que Matias se alejara instintivamente.
Matías llevó a Javier hasta el sedan negro, y lo hizo subirse en el asiento del copiloto.
—Soy Matías —se presentó, extendiéndole la mano.
Javier no contestó, pero le dio la mano a modo de cortesía.
Matías se sintió algo estúpido por intentar demostrar una personalidad amigable con aquel desconocido, pero no perdía nada con intentarlo. Encendió el motor del vehículo y salió del estacionamiento, tomando rumbo por la costanera.
—¿Conocías a Sebastian? —le preguntó Matías a Javier, para romper el hielo.
Matías miró de reojo a Javier, quien iba pegado mirando por la ventana del vehículo.
—Te vi cuando lo fuiste a buscar a su casa —respondió Javier con la voz apagada después de un rato—. A ti y al otro viejo culiao.
—¿Estabas ahí? —preguntó Matías sorprendido—, ¿adentro de la casa?
—Estaba en la calle —aclaró Javier—. Los vi cuando llegaron y cuando se llevaron al Sebita. ¿Cómo pueden ser así de conchesumadres?
Matías se sintió interpelado.
—La verdad no tuvimos alternativa —le aclaró—. De hecho, tuve que llevarlo hasta Arica también, hablé harto con él. Me contó que su amigo Rubén había tenido un accidente, y le prometí que iba a averiguar cómo estaba.
Javier por primera vez dejó de mirar por la ventana y miró fijamente a Matias.
—Vamos, entonces —le dijo Javier—, vamos al hospital a ver cómo está el Rube.
Matías lo miró sonriendo, como si Javier acabara de leer su mente.
—Vamos —accedió, y pisó el acelerador para llegar lo antes posible a su destino.
La pareja de soldados se dirigió al hospital primero a ver si podían obtener información, pero no tuvieron nada de suerte.
—No puedo entregarles información de ningún paciente, porque no son familiares directos —le explicó la señorita del mesón de atenciones.
—¿En serio no puede hacer nada? —insistió Matías, empleando sus habilidades blandas para poder acceder de forma amable a la información—. O quizás, no darnos detalles de su diagnóstico ni nada, pero por último saber si todavía está acá en el hospital, o si lo dieron de alta.
Matías le sonrió con amabilidad a la señorita del mesón, quien se mostró dispuesta a ayudar.
—Voy a revisar si me arroja alguna información el sistema, ya que ni siquiera me están dando el RUT del paciente —le dijo con acidez la mujer.
Matías miró a Javier, quien sonreía ilusionado ante la expectativa de obtener respuestas.
—Me aparece que tengo a dos Ruben Castillo atendidos en los últimos cinco días —les informó la mujer—, y ambos aparece que fueron dados de alta.
—¿Alta?, eso quiere decir que se fue a su casa sano y salvo, ¿cierto? —preguntó Javier—, ¿o es posible que lo hayan enviado a otro centro más especializado o algo así?
—Alta significa que se va a su casa, con tratamientos orales, no tienen mayor complicación —le indicó la mujer, tranquilizando a los muchachos.
El par de soldados agradecieron la ayuda de la mujer, a pesar de que no les quiso decir la dirección de Rubén.
—¿Te acuerdas donde vive el Seba? —le preguntó Javier a Matías.
—Sí, me acuerdo, ¿por? —respondió Matías.
—Porque el Seba y el Rubén son vecinos, y el otro día estuvimos con el Seba en la casa del Rubén —le contó Javier—. Vayamos a su casa a verlo.
—¿Cómo no lo mencionaste antes? —le preguntó Matías.
—Porque primero teníamos que venir al hospital a ver qué onda.
—Estás ganando tiempo, ¿cierto? —preguntó a modo de broma Matías, sin esperar respuesta.
El par de soldados se subieron nuevamente al sedán negro y tomaron rumbo a la casa de Sebastian.
Javier le indicó a Matías exactamente cuál era la casa de Rubén, y tocaron el timbre. Después de unos segundos salió un joven de unos veintitantos años.
—¿Rubén? —preguntó Matías, algo confundido porque pensaba que el amor de Sebastian era más joven.
El joven negó con la cabeza.
—¿Quién lo busca? —preguntó el joven.
—Somos amigos de Sebastian —se presentó Matías, venimos a ver a Rubén.
—Lo siento, pero Rubén no está en condiciones para recibir visitas —les dijo el joven.
—¿Está bien? —preguntó Javier—. Sabemos que tuvo un accidente, y queríamos saber si está bien o no, para avisarle al Seba
El joven se acercó a la reja suavizando la expresión.
—Si, está bien —respondió el joven—. Con unas esguinces y moretones, pero bien. El Rube quiere descansar bien, así que pidió no recibir visitas.
—Entendemos —dijo Matías—. Con saber que está bien nos quedamos tranquilos.
El joven se despidió tras agradecer la preocupación, y volvió a entrar a la casa cerrando la puerta tras de sí.
—Misión cumplida —comentó Matías al subirse de vuelta al sedán negro.
Javier asintió.
—Hora de volver a la realidad —respondió Javier con pesar.
—Ahora te toca hacer lo más importante —Matías intentó animarlo—, tienes que entregarle la información a Sebastian.
Matías condujo el vehículo hasta un sector residencial del lado norte de la ciudad y se detuvo frente a una casa específica y tocó la puerta. Al rato salió un hombre al borde de la tercera edad que lo saludó con afecto: era don Rolando, el conductor del bus militar.}
Matías le preguntó si tenía disponibilidad de trasladar a Javier hasta el regimiento de Arica, y Rolando lo sorprendió al decirle que coincidentemente tenía que transportar un cargamento al mismo recinto, pero que saldría a la mañana siguiente.
Javier aceptó a regañadientes su destino, y volvieron ambos en el sedán negro hasta el regimiento de Antofagasta para que Javier pudiera pernoctar.
—Si se queda acá una noche más no me interesa —le dijo Rodríguez a Matías cuando volvieron—. Sería una noche extra fuera de su regimiento, lo que le extendería su castigo solamente.
Matías se despidió de Javier con un afectuoso abrazo cuando Rodríguez no estaba mirando.
—Gracias por ayudar al Seba —le dijo Javier durante el abrazo.
—No todos somos malos acá —respondió Matías separándose de él, dándole unos golpecitos en los hombros a Javier—. A algunos nos gusta hacer el bien cuando podemos.
Matias le guiñó el ojo a modo de despedida y se dio la vuelta camino a la salida del galpón.
Felipe llegó a la casa de Roberto con una amarga sensación de vacío. Notó que la casa estaba en completo silencio, indicando que aún no llegaba nadie. Sentía que estaba completamente solo en el mundo, y tenía la convicción que se merecía estar solo, sin nadie a su alrededor a quien arruinarle la vida.
Tras la visita a su padre en la clínica, donde sus progenitores le dejaron muy en claro que ni en aquella situación de vida o muerte iban a aceptar su naturaleza, quedó con una sensación de rabia, pena y soledad mezcladas, tan fuerte, que le provocaron un profundo dolor de cabeza.
Se había dirigido a la casa de Ruben para hablar con su pololo, contarle lo que le había ocurrido, pero él mismo había pedido no ver a nadie tras su accidente. Pensó que podría haber tenido algún privilegio por ser su pololo, pero la negativa de su suegro le demostró que no.
Sentía que eso último se lo merecía, por haber actuado de tan mala manera con su pololo en el último tiempo, llegando incluso a coartar un posible contacto con Sebastian, al llamar a los carabineros para avisar que el compañero del servicio militar con quien se había fugado se encontraba en el hospital.
Llegó a pensar incluso que ese último acto había tenido algún peso kármico en la reacción que tuvieron sus padres frente a su visita en la clínica: la vida lo estaba castigando por la forma que se había comportado.
Felipe se quitó los zapatos, el pantalón y la polera, y se acostó en su cama, tapándose con las frazadas. Cerró los ojos para despejar la mente e intentar olvidar lo que había vivido ese día, y volvió a abrirlos cuando escuchó la puerta abrirse al entrar Roberto a la habitación.
—¿Y tú?, ¿no tenías turno hoy? —le preguntó Roberto a modo de saludo.
“Conchetumare”, pensó Felipe, mientras se sentaba en el borde de la cama.
Había olvidado por completo que le correspondía trabajar esa tarde, pero prefirió evitar agobiarse la mente con una preocupación más.
—Mañana diré que estaba enfermo —respondió sin ganas Felipe.
—¿Qué te pasó? —Roberto notó de inmediato que algo andaba mal. Felipe no solía faltar a ningún compromiso, laboral o académico.
—Fui a ver a mi viejo a la clínica —le contó Felipe, y Roberto se acercó de inmediato y se sentó a su lado en la cama.
—¿Cómo está él? —preguntó Roberto, temiendo visiblemente que la respuesta fuese la más trágica posible.
—Muriendo —respondió Felipe, intentando sonar lo menos emocional posible. A pesar de su tono, Roberto le dio un abrazo y no lo soltó más—. Mi visita no fue muy bienvenida —continuó—. Estaban con un pastor, que les dijo que si mi viejo quería irse al cielo no podía volver a tener contacto conmigo, aunque se estuviera muriendo.
—Viejo culiao —murmuró Roberto, con total indignación en sus palabras.
—De verdad pensé que su situación actual podía haber cambiado algo en él, en los dos —le contó Felipe—. Pensé que por estar al borde de la muerte iba a querer recuperar el tiempo que había perdido. Lo peor de todo es que después de eso lo único que quería era hablar con el Rubén, estar con él, contarle la hueá, pero no pude.
—¿Por qué? —preguntó extrañado Roberto.
—Porque su viejo me dijo que no quería recibir visitas —explicó, y luego dio un largo suspiro mientras miraba el par de zapatillas que estaban tirados en el suelo a un metro y medio de la cama.
—Entiendo que no quiera recibir visitas, después de lo que le pasó —razonó Roberto—, pero igual uno esperaría que te diera algún tipo de privilegio.
—Bueno, no es como que me lo merezca en todo caso —comentó Felipe, sin ganas.
Roberto no dijo nada, coincidiendo con el comentario.
—Asumo que aún no han podido hablar después de lo de su cumple —dijo Roberto, y Felipe negó con la cabeza.
—Ayer cuando llegó del hospital estaba con una onda como súper optimista, de dejar atrás todo lo malo y la hueá —le contó Felipe—, pero con lo de hoy creo que lo nuestro ya terminó.
—Ya, pero no pienses eso —lo tranquilizó Roberto—. Entiende que tuvo un accidente igual grave, necesita tranquilidad. Quizás ya mañana o pasado puedan hablar con calma.
Felipe asintió, dando un suspiro.
—Necesito desahogarme.
Roberto lo miró, se puso de pie y se paró frente a él.
—Pégame —le ofreció Roberto.
—¿Cómo te voy a pegar, hueón? —rechazó de inmediato Felipe.
—Bueno, si no me quieres pegar a mí, tienes un saco en el patio que podría servirte —sugirió, ahora hablando en serio.
Felipe pensó un par de segundos la idea de Roberto, y luego se puso de pie dispuesto a bajar al patio. Tomó los guantes de box que tenía guardados en el cajón del escritorio y bajó con el objetivo de descargar todas sus emociones en ese saco colgante.
Salió al patio mientras se acomodaba los guantes, y apenas tuvo frente a su cuerpo el saco, le dio un fuerte golpe de puño. Comenzó de forma normal dándole golpes casi de rutina, y luego poco a poco fue aumentando la fuerza de sus golpes, hasta provocar que el saco se soltara de una de sus amarras.
Cuando el saco se tambaleaba colgando de un gancho menos, Felipe se percató que sus guantes estaban rotos de igual forma por la fuerza de sus golpes. Se los quitó y pudo ver que en los nudillos tenía heridas provocadas por los golpes.
Detestaba tener heridas en las manos, y la misma situación de haberse provocado el daño a sí mismo le generó aún más frustración y rabia consigo mismo.
Comenzó a lanzarle patadas al saco de box que seguía meciéndose sostenido por las amarras que le quedaban, y luego volvió a golpearlo con sus puños desnudos, provocando mayor daño en sus nudillos.
Después de unos minutos el saco de box cedió de sus amarras y cayó con un golpe sordo al suelo, y Felipe se arrodilló sobre el saco y siguió golpeándolo con menor fuerza esta vez, solo con la poca energía que le iba quedando en su cuerpo.
Cuando ya no le quedaban fuerzas en sus brazos, pegó un grito desgarrador, liberando toda la angustia que llevaba acumulando en los últimos meses, lo que provocó que empezara a llorar desconsoladamente.
Felipe intentaba frenar el llanto para mantener la compostura, pero no podía. Las emociones que se había esforzado tanto en mantener dentro suyo por tanto tiempo por fin estaban saliendo a la fuerza.
De repente Felipe sintió unas manos que lo tomaban para ponerlo de pie y luego un fuerte abrazo de contención. Era Roberto que había estado probablemente viendo todo su patético espectáculo en el patio de su casa.
—Todo va a salir bien —le dijo Roberto al oído, con la voz quebrada por la emoción, acompañándolo en su llanto.
Felipe estaba seguro de que su amigo no tenía como asegurar eso, pero prefirió creer que así sería.
A Sebastian le correspondía nuevamente dormir en ese pequeño cuarto oscuro lleno de quizás qué tipo de animales e insectos.
Al igual que la noche anterior, no pudo dormir casi nada, pero esta vez, fue producto de los pensamientos que rondaban en su cabeza.
Estuvo constantemente pensando en las palabras de Julio y sus secuaces respecto a Simón, y lo que supuestamente le había pasado.
Si bien no fueron específicos en contarle qué le había pasado a Simón, Sebastian pudo deducir que le habían hecho algo, aprovechando su ausencia y la de Javier.
Ahora era Sebastian el que se encontraba completamente solo, sin el apoyo de Javier ni de Simón, dejándolo completamente vulnerable al igual que su compañero iquiqueño.
Según las palabras de Andrés, el capitán había dicho que Simón tuvo una crisis de pánico simplemente, pero podía estar cubriendo al trío de imbéciles.
“¿Pero por qué haría algo así el capitán de un regimiento?”, Se cuestionaba Sebastian intentando buscar una lógica a sus teorías: Para no exponer que no tenía realmente bajo control a su pelotón de soldados.
Eso tenía sentido.
Se imaginó a Simón completamente desfigurado por los golpes que le propinaron Julio, Luis y Mario, según habían insinuado, y le dio una profunda pena y rabía, pensando que había tenido que pasar por eso simplemente por quedar completamente solo, tras haberse fugado con Javier.
“Ojalá que esté bien”, se repetía en la mente, con angustia, no pudiendo evitar sentir algo de culpa por la situación.
No se dio cuenta cuánto tiempo había pasado cuando escuchó la puerta abrirse de forma sonora, y la voz de Ortega desde afuera dijo con fuerza:
—¡Soldado Guerrero!, puede volver a las barracas para asearse.
Sebastian sin perder tiempo se levantó de inmediato y salió a la intemperie, donde aún estaba oscuro, se cuadró frente a Ortega y corrió rumbo a las barracas. Se lanzó sobre su cama, con la esperanza de dormir al menos unos minutos.
Estaba acostado dando la espalda al resto del dormitorio cuando sintió unas manos presionando con fuerza su boca.
—Bú —pudo identificar sin lugar a duda la voz de Julio en su oído, mientras Luis y Mario lo ataban de brazos y piernas y le ponían un bozal en la boca para que no pudiera gritar.
Sebastian intentaba con todas sus fuerzas soltarse y emitir algún sonido, pero nada salía de su garganta, estaba completamente silenciado.
El trío de abusadores comenzó a darle golpes de puño en el cuerpo y la cara.
—¿Qué se siente recibir el especial Simón? —preguntó con sarcasmo Luis, mientras sacaba una navaja suiza de su bolsillo y se la entregaba a Julio.
—¿Quieres saber por qué la Simona no dijo nada de lo que hicimos? —le preguntó Julio, acercándose a Sebastian.
Sin esperar respuesta, Julio se montó encima de Sebastian, blandió la navaja y la acercó a su rostro.
Posó la punta de la hoja con una leve fuerza, suficiente para cortar la piel, y la deslizó por la frente de Sebastian.
Las lágrimas cayeron por las sienes de Sebastian, y el corazón le latía a mil por horas, sin creer que nadie a su alrededor hubiese despertado con lo que estaba pasando.
Julio tras hacer el corte en la frente, tomó con fuerza la navaja y la enterró en el bozal, y sin dudar un segundo, la arrastró con fuerza hacia donde estaba la comisura del labio de Sebastian, provocando un corte completo hasta casi llegar a la oreja.
Sebastian se retorció de dolor y comenzó a gritar con todo lo que le permitía su cuerpo, hasta que cayó de bruces al costado de la cama.
Tenía los brazos y las piernas liberadas. Se llevó las manos a la cara y no había rastros de ningún corte ni de ningún bozal. Todo había sido un mal sueño.
—¿Estás bien? —la voz adormecida de Andres desde un par de camas a la derecha lo sorprendió.
—Si, todo bien —susurró Sebastian, intentando contener el llanto.
Se percató que el corazón le latía con fuerza y estaba completamente sudado. Se quedó de pie unos segundos al lado de la cama, mirando al resto de la habitación. Todos dormían plácidamente, incluso el trío que lo atormentó en sueños.
Se volvió a recostar en la cama, sin poder volver a dormir hasta que sonaron las trompetas indicando la hora de levantarse.
Rubén despertó el viernes cerca de las nueve de la noche.
El cansancio acumulado, y los medicamentos para el dolor habían actuado de forma sinérgica ayudando a que pudiera dormir con facilidad.
Se levantó con dificultad con el único propósito de ir al baño, ya que en realidad seguía cansado y no tenía hambre ni ganas de hablar con nadie.
Al volver del baño se cruzó con su papá y su hermano que estaban en el living viendo un partido de fútbol en el cable.
—¿Cómo dormiste, hijo? —le preguntó Jorge.
—Bien —respondió Rubén, sin querer entrar en detalles.
—¿Te preparo algo para comer? —ofreció Darío, con demasiado entusiasmo como para estar ofreciendo una comida.
—Bueno —aceptó Rubén, fingiendo una sonrisa amable. A pesar de que no tenía hambre, no quería rechazar un ofrecimiento de su hermano.
Si bien, no lo soportaba la mayoría del tiempo, tenía que admitir que, en el último tiempo tras aceptar su homosexualidad, la actitud de Darío había cambiado en un ciento porciento. Se mostraba más atento que nunca, y al haber viajado desde Santiago solo porque tuvo un accidente, sentía que le debía retribuir sus buenas intenciones.
Dario le preparó un par de huevos revueltos con pan tostado, y se lo sirvió a Rubén en la mesa del comedor.
—¿Quieres compañía? —le preguntó su padre, entendiendo que Rubén ya había manifestado temprano ese día su intención de estar solo.
Rubén se encogió de hombros. No iba a responder que sí, ya que obviamente quería estar solo, y tampoco podía responderle que no, a su padre que había estado obviamente preocupado por él después del accidente.
De todas maneras, Jorge entendió el significado de su respuesta, y volvió al sillón a ver fútbol con Darío.
Rubén se comió las tostadas con huevo revuelto de Darío en menos de diez minutos. A pesar de creer que no tenía hambre, al parecer su cuerpo estaba pidiendo que lo alimentara.
Después de comer se acercó aparatosamente al living para darle un abrazo a su padre y su hermano a modo de buenas noches, y se fue a su habitación a seguir durmiendo.
Esa noche soñó nuevamente con la voz que le decía “vengo por Sebastian”, lo que le dejó una sensación amarga de que su amigo estaba en peligro.
Si bien, estaba sumamente molesto por la forma en que se habían dado las cosas cuando se fue al Servicio Militar, aún se preocupaba por él. De igual forma, se tranquilizó pensando que esa voz era solo un sueño sin ningún significado profético.
Al día siguiente estuvo toda la tarde viendo televisión en el living de su casa. No tenía ganas de ponerse a chatear por MSN ni hablar por celular con nadie, simplemente quería estar solo.
Su padre, que se había ido a trabajar antes de que él despertara, volvió durante la tarde con una grúa que llevaba el Aska que le había regalado para su cumpleaños.
Rubén sintió que se le aceleró el corazón al ver el vehículo al cual su padre le había dedicado tanto tiempo y trabajo, visiblemente dañado por su irresponsabilidad al manejar.
Intentó ocultar la culpa y la pena que le provocaba ver el resultado de su inmadurez, ante su padre que por su parte igual intentaba mantener una actitud positiva frente a la evidencia del accidente.
—¿Lo vas a restaurar? —le preguntó Rubén a su padre.
—Voy a ver si se puede hacer algo con esto —respondió su padre.
—¿No será demasiado esfuerzo para algo que quizás no vaya a funcionar? —Rubén quiso sugerir que no se esforzara en recuperar el vehículo.
—Hijo, entiendo que te pueda resultar algo chocante, o traumante ver el auto así, y seguir viéndolo, pero creo que un vehículo siempre nos va a ser necesario acá en la casa, y no tenemos plata para comprar uno nuevo. Al menos mi jefe del taller me permitió usar todas las herramientas de allá para intentar repararlo —le explicó Jorge, dándole unas palmaditas en el hombro a Rubén, y le sonrió, mientras sus ojos expresaban otras emociones.
A pesar de que Rubén no quería ver más el Aska, porque le recordaba su irresponsabilidad, su fragilidad y el trauma de haber tenido el accidente, aceptó la decisión de su padre. Si era lo que él quería hacer, no se lo iba a impedir después de haber arruinado su trabajo de años.
Durante la tarde, Rubén llamó por teléfono a Catalina, para poder desahogarse.
—¿Estás bien? —le preguntó ella, tras contestar la sorpresiva llamada de su amigo.
Rubén simplemente respondió con un suspiro.
—¿Quieres que vaya a verte? —le preguntó Catalina, preocupada. Si bien le había sorprendido la decisión de Rubén de permanecer sin visitas, no se sentía cómoda manteniendo tanta distancia después del accidente.
—No sé —respondió finalmente Rubén después de unos segundos—. La verdad no sé qué quiero.
—Si no sabes qué quieres, no es necesario que pienses en eso —le dijo Catalina—, quizás sea mejor enfocarte en qué necesitas.
—Necesito salir, dar una vuelta, respirar —comenzó a decir Rubén.
—¿Y qué te detiene? —le preguntó Catalina.
—Apenas puedo caminar —respondió Rubén con sarcasmo en la voz.
—Ya, pero qué te detiene realmente —insistió ella, ignorando el tono de voz.
Rubén dio un suspiro.
—No sé —respondió en primer lugar—. Siento que, si salgo, voy a preocupar mucho a mi papá y mi hermano. Bueno, sobre todo a mi papá.
—Bueno, yo creo que es natural que se van a preocupar, pero no por eso te vas a limitar a vivir tu vida
Se generó un silencio entre ambos, que Catalina interpretó como que había algo que Rubén se estaba guardando.
—¿Hay algo más? —preguntó ella.
—Creo que tengo miedo —admitió Rubén, con la voz temblorosa.
Catalina se quedó en silencio para dejar que Rubén se explayara.
—Ayer fui a buscar al Seba a su casa, y cuando venía de vuelta me saqué la chucha —le contó—, y aparte de la vergüenza que me dio en el momento, después me puse a pensar qué hubiese pasado si justo pasaba un auto mientras estaba tirado en el suelo, o qué pasaría si salgo ahora a la calle y pasa un auto y me atropella…
—Rube, debes entender que los accidentes pasan —lo interrumpió Catalina—, lo que te pasó a ti fue algo súper fuerte, y sí, creo que es súper normal que quedes con algunos miedos asociados a eso, pero no puedes limitar tu vida en base al miedo.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —comentó con ironía Rubén, y Catalina se rió.
—Lo sé —admitió ella—. No me puedo ni siquiera imaginar cómo te sientes realmente. Incluso yo me siento rara con lo que te pasó, y eso que no lo experimenté físicamente —hizo una pausa para respirar—. Tu mente va a estar dándole muchas vueltas al accidente por mucho tiempo yo creo. Podrías considerar ir a un psicólogo, digo, si sientes que tu mente no logra procesar todo lo que pasó.
Catalina hizo una pausa, y Rubén supo que era para que él dijera algo, pero no supo qué decir. Inmediatamente pensó que no tenía dinero para ir a terapia, y mucho menos quería molestar a su padre con más gastos después de haber arruinado el único medio de transporte independiente que tenían.
—¿Te molestaría si te pregunto qué onda con Felipe? —le preguntó Catalina, después del silencio de Rubén.
—¿Qué onda de qué? —Rubén se hizo el loco.
—Ay Rube, no te hagas —Catalina endureció el tono, como una madre retando a su hijo pequeño—. Tuviste el accidente después de conversar con tu pololo que te había ignorado por varios días antes de tu cumple.
—No fueron varios días —la corrigió Rubén.
—Ya, da lo mismo cuanto tiempo fue —aceptó Catalina—. Igual si no quieres contarme nada de esa noche lo entiendo, no te voy a presionar.
—Gracias —le respondió Rubén, y Catalina entendió de inmediato.
—No es que no te vaya a contar nunca —explicó Rubén—, es solo que no quiero contártelo por teléfono.
—Entiendo —aceptó ella—. Siquiera, ¿siguen pololeando, al menos?
Rubén dio un suspiro.
—No sé —respondió finalmente.
Ambos se quedaron en silencio por un par de segundos.
—¿Te puedo decir algo, Rube? —le preguntó Catalina, y Rubén aceptó—. Creo que el principal miedo que te limita a salir de tu casa es enfrentar tu situación con Felipe.
Rubén tuvo una sensación de vértigo al escuchar las palabras de su amiga.
—Te sientes seguro en tu casa porque no puede llegar allá y entrar a incomodarte —continuó ella.
—No me incomoda —acotó Rubén.
—Como digas, incomodidad o no, no lo tienes que enfrentar —continuó ella—. En cambio, si sales de tu casa, a dar una vuelta por ahí, ¿cuál sería tu excusa para no ir a verlo y hablar con él?
—Ninguna —aceptó Rubén finalmente. Su amiga había dado en el clavo—. ¿Podemos juntarnos el lunes? —le preguntó él.
—Por supuesto, donde tú quieras —accedió Catalina.
Rubén accedió por fin suspender su aislamiento para juntarse con su amiga.
—Deberías haber estudiado psicología en vez de enfermería —le comentó en broma a Catalina antes de colgar el teléfono.
—Está en mis planes apenas termine enfermería —respondió Catalina, aunque Rubén no supo si lo decía bromeando o en serio.
Sebastian estaba agotado.
Ya era el segundo día que pasaba sin dormir gracias al castigo, y el quinto sin poder dormir desde su escape del regimiento.
Lo que le había dicho Julio la tarde anterior le seguía dando vueltas en la mente, dándole crédito a su versión de que habían golpeado a Simón, a pesar de que “oficialmente” el joven iquiqueño había tenido una crisis de pánico.
—¿Por qué insistes tanto, Sebastian? —le preguntó Andrés mientras almorzaban—, ya te dije que le dio una crisis de pánico.
—Pero ¿estás seguro? —insistió Sebastian—, ¿lo viste?
—No po, si yo estaba durmiendo —respondió Andrés, visiblemente cansado de la insistencia.
Sebastian se dio cuenta que estaba siendo demasiado insistente, así que no siguió presionando a Andrés.
Si bien no le caía tan mal, Andrés nunca había sido de su total agrado. Tenía claro que no era una mala persona, pero su excesivo entusiasmo por el servicio militar le provocaba un profundo rechazo. A pesar de todo eso, era la única persona con quien podía conversar en ese momento, ya que todos los demás le caían peor.
—Estará bien —le dijo Andrés después de un largo minuto de silencio, para darle un poco de ánimo—. Solo debes tener fe.
Justamente lo que menos tenía en ese momento.
Sebastian continuó ese día con una profunda sensación de soledad, incluso peor que en sus primeros días en el regimiento, ya que en aquella ocasión, al menos había llegado aceptando su destino, habiéndose despedido de Rubén en sus propios términos (de los cuales ahora se arrepentía, pero para él en ese momento tenía todo el sentido del mundo); ahora, en cambio, volvió contra su voluntad, después de que su escapada haya sido completamente en vano, sin poder lograr su objetivo de ver a Rubén, y sin saber su estado de salud después del accidente.
…El accidente.
Había tratado de no pensar mucho en Rubén y su accidente, porque desde ahí adentro no podía hacer mucho para obtener información, pero la imagen ficticia de su mejor amigo atrapado entre los fierros del clásico vehículo de su vecino se le venía a la mente de tanto en tanto, provocándole una sensación de vértigo y ganas de vomitar.
La alternativa no era mucho más optimista: preocuparse de lo que realmente le había pasado a Simón. Pero al menos, ahí en el regimiento podía pretender obtener información al respecto.
Lo único que le faltaba era que Javier estuviera en problemas o algo por el estilo.
“Espero que estén todos bien”, pensó.
—¡Guerrero! —le gritó el Teniente Ortega a Sebastian, cuando se estaba formando para asumir su castigo nuevamente—. Espere aquí unos minutos.
Sebastian se quedó de pie, expuesto a la frescura de la noche, completamente solo después que los demás soldados ya se habían dirigido a sus puestos para realizar la guardia.
Ortega lo dejó unos diez minutos en soledad afuera de su nueva “habitación”, hasta que escuchó acercarse unos pasos: era el Teniente, seguido de un rostro moreno muy familiar: Era Javier, esgrimiendo una sonrisa socarrona.
El corazón se le aceleró a Sebastian de pura emoción, e intentó contener una sonrisa, pero no lo logró.
—¡Guerrero!, encontramos a su pololo —le gritó el Teniente, sonriendo con satisfacción por su propio comentario.
—Te extrañé tanto, amor —fueron las primeras palabras que le dijo Javier, provocándole una risotada a Sebastian al ver la cara de desagrado del teniente.
El comentario burlesco del teniente le había explotado en la cara.
—El par de maricones —murmuró Ortega con rabia—. Por hueones, sáquense la chaqueta y los pantalones.
—¿Qué? —preguntaron Sebastian y Javier al mismo tiempo.
—Acá no formamos maricones —respondió el teniente—, a ver si el frío los convierte en hombres.
La pareja de amigos obedeció a regañadientes, sabiendo que no tenían alternativa, mientras el teniente abría la puerta metálica del lugar que Sebastian ya había asumido como su dormitorio.
Javier apenas se sacó el pantalón, lo enrolló como una pelota y se la tiró en la cara a Ortega, desafiándolo con la mirada.
El teniente enfurecido se acercó a Javier, le dio un puñetazo en el rostro y lo empujó por la puerta hacia adentro, cayendo de bruces al frío suelo.
—¡Javier! —gritó instintivamente Sebastian, pero se quedó inmóvil.
Ortega miró a Sebastian sin decir nada, intimidándolo con su semblante desquiciado, y el puño levantado.
—¿Algo más? —le preguntó a modo de amenaza.
Sebastian le sostuvo la mirada canalizando toda la furia que sentía, pero no dijo nada.
—Muy bien —aprobó el teniente, y empujó con fuerza a Sebastian por la puerta, tropezando y cayendo sobre Javier.
Ortega cerró la puerta con tal rapidez que los muchachos no alcanzaron a verse mutuamente antes de quedar totalmente a oscuras.
—¿Estás bien? —le preguntó Sebastian.
—De maravilla —respondió Javier con sarcasmo.
Sebastian instintivamente buscó el rostro de Javier con sus manos, con la idea de sentir la gravedad del puñetazo que le había dado Ortega.
—¿Cómo estás tu? —quiso saber Javier, intentando sonar compuesto, pero Sebastian notó en su voz que estaba aguantando el dolor.
Le pasó los dedos por el rostro y sintió un líquido espeso brotando de su mejilla, y un quejido sordo proveniente de la boca de su amigo.
Sebastian se sacó la polera, que al menos estaba limpia, la envolvió y la presionó contra el rostro de Javier.
—Conchetumare —se quejó Javier.
—Sorry, pero tengo que hacerlo para detener la hemorragia —le dijo Sebastian con preocupación.
Javier soltó una risita.
—¿Qué? —quiso saber Sebastian.
—Buena po, doctor House —se burló Javier.
—Ándate a la chucha —se rió Sebastian, y presionó con más fuerza el rostro de su amigo, quien se rió entre quejidos.
—¿Pá qué te picai?
—¿Quién se picó? —Sebastian se hizo el loco.
—¡Conchetumare! —exclamó en un grito Javier, poniéndose de pie tan rápido que Sebastian no alcanzó a quitar la mano que hacía presión en su rostro.
Iba a preguntarle qué había pasado, pero luego sintió sobre su pierna desnuda “algo” caminando a toda velocidad.
Se puso de pie de inmediato al igual que su amigo y lo abrazó.
—Sentí una hueá —le dijo Javier.
—Yo igual —coincidió Sebastian, que ya sabía que ese espacio estaba plagado de bichos y ratas.
Javier se rió de improviso.
—¿Qué? —le preguntó Sebastian.
—Nada —respondió rápidamente Javier—. Fui a buscar a tu amorcito.
Sebastian había quedado marcando ocupado con la risita repentina de su amigo, pero lo dejó pasar para saber más respecto a la última frase.
—¿Qué?, ¿Cómo estaba?, ¿Está bien? —quiso saber Sebastian, impaciente.
—O sea, no lo vi a él —aclaró Javier—. Fui hasta el hospital, y lo vi, pero estaba durmiendo, así que no le pude decir nada —omitió la parte de los gritos—. Después me pescaron los pacos y llamaron a los milicos para que me fueran a buscar. Resulta que el hueon que me fue a buscar, fue el mismo hueon que te trajo hasta acá. Me dijo que te había prometido ir a buscar al Rube, así que lo convencí de que me dejara acompañarlo antes de mandarme de vuelta.
Ambos amigos seguían abrazados, y Sebastian escuchaba atentamente la aventura de Javier.
—Fuimos hasta su casa y hablamos con el hermano. Nos dijo que estaba bien, pero no quería ver a nadie —finalizó su relato—. Está bien —repitió, como para asegurarse de que sus palabras se grabaran en la mente de Sebastian—, se está recuperando.
El corazón de Sebastian se detuvo por un segundo, y comenzó a llorar de alegría al saber que Rubén estaba bien, y abrazó con más fuerza a Javier, expresando su emoción.
—¿Fue muy grave? —quiso saber Sebastian.
Javier dudó.
—No sé —respondió finalmente—. Lo importante es que ahora está bien.
El alivio que sentía en ese momento era indescriptible. Estaba tan contento de saber que Rubén estaba bien, que no se había percatado que estaba temblando, quizás de emoción, o quizás por el frío insoportable que sentía al estar casi desnudo.
—¿Vamos a tener que dormir parados como los caballos o hay alguna cama en esta hueá? —preguntó Javier, cambiando de tema.
Sebastian notó que también estaba temblando.
—Hay un catre de metal nomas, sin colchón —le informó Sebastian, soltando su abrazo y tomándolo de la mano para guiarlo en la oscuridad hasta el catre.
—Estoy cagao de frío —comentó Javier, siguiendo a Sebastian en la oscuridad.
—Yo también —coincidió Sebastian—. Oye, el Simón no está —le contó, cambiando de tema.
—¿En serio? —preguntó Javier, demostrando su sorpresa en su tono de voz—, ¿Qué le pasó?, ¿se arrancó igual?
—El Andrés dice que le dio una crisis de pánico.
—Chucha —murmuró Javier—. ¿Habrá sido porque se sintió solo después que nos fuimos? —supuso Javier, y Sebastian pensó que tenía sentido.
—Puede ser, pero el Julio me dijo que él y los otros dos hueones le habían sacado la chucha.
—¿Y tú le crees? —preguntó Javier, medio en serio y medio con sarcasmo.
—No sé, ¿por qué?
—No creo que hayan sido capaces de hacerlo. Esos hueones son re cobardes.
Sebastian a pesar de las palabras de Javier, seguía creyendo en las palabras de los bravucones.
—Oye, estoy cagao de frío —insistió Javier, recostándose en el catre.
—En la madrugada se pone más helado —le contó Sebastian, con desgano—. Nos vamos a morir de hipotermia.
—Ok, doctor House —le dijo Javier, bromeando nuevamente.
—Sigue hueveando y vas a dormir en el piso con las cucarachas —le dijo Sebastian, poniéndose nuevamente su polera y recostándose al lado de su amigo.
—Ya, no te enojes —Javier se acomodó en el catre y Sebastian notó que se acostó de lado en su dirección—. ¿Te molesta si hacemos cucharita?, por el frío, digo.
Sebastian trató se recuperar dominio de su mandíbula que temblaba por el frío, antes de responder.
—Bueno —aceptó, esperando no morir de frío.
—Nos vamos turnando durante la noche quien abraza a quien —le informó Javier—. Yo empiezo.
Sebastian se dio vuelta, dándole la espalda a su amigo, y se dejó abrigar por su calor corporal.
—La hueá —murmuró Javier, divertido, antes de que Sebastian pudiese lograr conciliar el sueño—. El viejo culiao se va a morir cuando abra la puerta mañana y nos vea durmiendo así.
A Sebastian le hizo gracia la idea de que las medidas homofóbicas del teniente le estallasen en la cara.
—Eso si es que logramos quedarnos dormidos —le dijo Sebastian, pensando en que él no había logrado dormir mucho en ese lugar.
—Te quiero mucho amiguito, pero no voy a hacer otras cosas para entrar en calor, así que mejor durmamos nomas —bromeó Javier.
Sebastian no respondió, y sorprendentemente pudo conciliar el sueño al poco rato.
Tumblr media
29 notes · View notes
ocasoinefable · 25 days
Text
Me quedé dormida bajo los cerezos, si pudiera ser una de sus flores, vi como mis manos se volcaban en brisa. Sus flores caen como la lluvia y el silencio
8 notes · View notes
cartas-de-eli · 1 year
Text
4. Un poema más y lo olvido...
Tu silencio me perturba pero se que hablarte no debo aunque a mi corazón se le olvide cada vez que te veo; somos diferente... anhelas el romanticismo, mientras que a mi me vuelve loca el erotismo.
A mi me aburre tu paz y a ti te asusta mi caos y por eso estamos mejor así separados; trato de estar en calma y no pensarte pero no debo olvidar que lo mejor para ti es marcharte.
Huye de mi porque no perteneces a mi infierno y porque no quiero que un ángel como tú se pierda en mis pensamientos; vuela ahora que tienes alas antes que el fuego consuma tu ganas.
Se que si ardes conmigo decidirás quedarte pero no puedo obligarte a que decidas por mi quemarte; son las 2:00 am y ya me quedé sin letras pero tu recuerdo no me deja dormir y me mantiene despierta.
63 notes · View notes
liagi-245 · 5 months
Text
Lloro en lugar de gritar todo lo que me aqueja. Lloro en silencio porque no encontré otra forma de soltar el dolor, sin que alguien lo notara. Lo hago en silencio porque sé que mis padres no están listos para escuchar mis problemas. "¿Cómo puedes sufrir si apenas comienzas la vida?"me dirán. Y es que cómo les digo que sufro a causa de que nunca quise ser un problema para ellos. Traté de no serlo, intenté callarme lo que sentía porque tal vez así ellos pasarían más tiempo conmigo. Y lo creí, pero nunca sucedió. Al día nunca le sobraban ni cinco minutos para que ellos estuvieran conmigo, ni siquiera en los años bisiestos.
Y ahora duele, querer decir tanto y no poder. Siento que los nudos me asfixian, y aún teniendo testigos en la escena, nadie notaría que esos nudos forman poco a poco una soga. O tal vez soy yo quien cree que la tristeza es un secreto a voces. Pareciera darle igual a los demás, como si mi melancolía fuera un visitante que ya todos aceptamos que se quedará por un buen tiempo. Quisiera poder hablar ante un "¿Qué te sucede?" Y no sólo llorar, quizás han sido tantas cosas que no sé por dónde comenzar. ¿Cómo explico esto que no sé como llamarlo?
Me siento ausente de mí, atrapada en la rutina, en el estrés, en la cafeína que me provocó ataques de pánico y que aún después de todo fui incapaz de soltar. Me pierdo, me siento frustrada, estresada, cansada, anestesiada, adolorida, me siento tan lejos de mí. ¿Dónde quedó aquella chica que nunca se rendía? ¿Dónde quedó esa parte de mí que nunca se cansaba, ni decía no? ¿Dónde quedé?
𝕷𝖎𝖆𝖌𝖎
13 notes · View notes
estefanyailen · 10 months
Text
Lo vi y quise parar el tiempo
pero no pude, sin embargo
lo escribí
y como una egoísta
lo hice vivir
para siempre.
Ya no sólo dentro de mí,
sino en la boca de cualquiera que se parase a leerme.
Lo observé y me lo quedé
metí su imagen en mi caja fuerte,
esa que me acompañará hasta el día de mi muerte,
y de la que sólo yo tengo llave.
Lo hice inmortal para que su recuerdo nunca se borrase.
Me bastó un segundo para imaginar una eternidad:
abrazos, riñas, besos...
toda una eternidad condensada en versos
que cada vez que trato de escribir... borro
por no llegar a ser perfectos
sólo un poco más que honestos.
La cuadratura de un círculo en unos ojos
que esconden un mundo,
pero me lo dicen todo.
Calla tanto
que sus silencios
se escuchan desde lo más alto.
Desde ese mágico segundo,
firmé un contrato cual vagabundo...
voy vagando, voy surfenando,
entre sueños y ojalás
para ver si algún día coincido,
volver a encontrarme, cruzarme contigo
y robarte algo más que un guiño.
Llevarte conmigo,
a través de un recuerdo, de momentos vividos,
llevarte conmigo,
a través de objetos compartidos,
llevarte conmigo,
o mejor, que elijas venir conmigo.
Y espero no haberte faltado el respeto,
así como sí lo hice con este texto,
al no respetar ciertos recursos y aspectos poéticos.
_ ᙓXƮᖇᗣᙁᒍᙓᖇᗣ ᙏᙓᙁƮᙓ 🧠
20 notes · View notes