Tumgik
#Sonriendo con malicia le contestó él
almanriquelapoeta1 · 1 year
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lifeflowingon · 2 years
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SINOPSIS: Después de muchos años sin verse, Bomi se reencuentra con un antiguo vecino de su infancia y, lo que debió haber sido una reunión amistosa, terminó escalando hasta convertirse en un infierno, cuando Bomi es acusada de asesinato.
PAREJA: Seokjin x female oc
GÉNERO: Crimen, asesinato, misterio.
N/A: Gracias por leer :)
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Taehyung se bajó del auto arrastrando los pies y ni siquiera recordó agradecerle al chófer. Su ánimo estaba por los suelos, nunca se había sentido tan triste como ahora. Ni siquiera en los malos momentos que habían pasado como BTS o cuando decidieron no seguir juntos; Taehyung jamás se había sentido tan decaído como se sentía ahora debido a la muerte de Jungkook.
Taehyung había pensado que quizás después de asistir al funeral podría sentirse mejor, pero no. Había sido peor. El haber tenido que presenciar a la familia de Jungkook llorando desesperados, el observar los incontables arreglos florales enviados por amigos y por fans, nada de eso lo había ayudado. 
Ahora, mientras entraba a su departamento y se cambiaba de ropa a algo más cómodo, se sentía carcomido por la incertidumbre. ¿Quién podría haber hecho una cosa así?
El sonido del timbre lo sacó de sus pensamientos. Dejando su abrigo sobre la cama, caminó hasta la entrada para ver quién era. La figura en su puerta estaba usando ropa oscura, un gorro que tapaba sus ojos y una mascarilla. ¿Cómo había subido hasta aquí sin ser detenido por el guardia?
Frunciendo el ceño, Taehyung presionó el intercomunicador: ¿Sí?
-Taehyungie – respondió una voz de hombre - ¿Puedo pasar?
Taehyung, reconociendo la voz, sonrió con alegría por primera vez desde la noche de la fiesta y abrió la puerta.
-¡Hyung! – dejándolo pasar, Taehyung esperó a que el hombre se pusiera las pantuflas antes de abrazarlo – Me alegro de verte.
-Yo también – le contestó él.
-Entra, entra ¿Quieres algo para tomar?
-Estoy de paso, pero ¿Tienes café? Estoy congelado.
-Siempre tengo café – dijo Taehyung arrugando la nariz, para expresar su disgusto – Ponte cómodo.
Mientras Taehyung se dirigía a la cocina, el hombre se giró mirando el lugar. Todo lucía tal cómo él lo recordaba. Sin sacarse el abrigo se sentó en el sillón, palpando el cuchillo por sobre su ropa. 
-Toma – Taehyung le alcanzó una taza y se sentó al lado de su hyung en el sillón. El hombre, con toda la calma del mundo, tomó un sorbo saboreando el café de grano.
-¿Cómo has estado hyung?
-¿Cómo has estado tú? Eso es lo que me interesa saber – respondió el hombre dejando la taza en la mesa frente a él – Vengo del funeral de Jungkook.
-Oh, ¿Te enteraste?
-Es imposible no hacerlo Taehyung.
-No puedo… No sé qué hacer – murmuró Taehyung – Sigo viendo su rostro en mi cabeza.
-Me imagino… Debió ser terrible.
-Sí hyung – lloró Taehyung, no pudiendo contenerse – Y ver a su familia hoy día solo lo hizo peor, no saber quién fue… No entiendo, quién querría hacerle eso a Kookie…
-Ven, ven, ponte de pie – le dijo, instando a que Taehyung se levantara del sillón. Ambos se pararon con cuidado y el hombre abrazó a Taehyung mientras este sollozaba.
-No puedo seguir así hyung – lloró Taehyung, aferrándose al cuerpo de este con fuerza.
-Yo te puedo ayudar con eso – le respondió este.
En un movimiento rápido, el hombre sacó el cuchillo de dentro de su abrigo y lo enterró limpiamente en el estómago de Taehyung. Asustado, Taehyung dio un pasó atrás y miró al hombre con miedo. 
-Hyung – murmuró Taehyung, mientras sus labios se teñían con sangre y lentamente se deslizaba al suelo, colapsando sobre la alfombra blanca.
-Ahora ya no vas a tener pesadillas, ni vas a seguir viendo a Jungkook. Pero antes de eso, creo que mereces sufrir un poco – sonriendo con malicia, el hombre se volvió a sentar en el sillón. Terminando de tomarse el café, observó a Taehyung ahogarse rápidamente con su propia sangre, mientras intentaba pedir ayuda y agarrar la pierna del hombre que lo miraba con ojos siniestros.
||||
Bomi despertó con fuertes golpes siendo dados a su puerta principal. Confundida, se levantó de la cama rápidamente y apenas poniéndose un chaleco sobre sus brazos desnudos, corrió a abrir. Podía escuchar los murmullos de distintas voces al otro lado y asustada abrió sin mirar quién era.
-¿Cho Bomi? – dijo el policía frente a ella.
-Sí…
-Queda usted bajo arresto por el asesinato de Kim Taehyung – el hombre tomó una de sus manos y le puso las esposas – Tiene derecho a contratar a un abogado, si no puede contratarlo el Estado le proporcionará uno. Tiene derecho a guardar silencio, ya que todo lo que diga puede ser usado en su contra.
-P-pero… Y-yo no – Bomi se atragantó con sus palabras. Mirándose el cuerpo, se percató de que estaba en camisa de dormir y sin zapatos – Al menos puedo ¿Puedo cambiarme de ropa?
-Lo siento señorita Cho, pero tengo que llevarla a la comisaría – respondió el policía con cara de aburrimiento.
Bomi sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero se negó a llorar en esta situación, eso era lo que ellos querían. Apretando los dientes, enderezó la espalda, levantó la cabeza y mirando fijamente al policía le dijo:
-¿Puede al menos sacar unos zapatos del mueble?
El policía la miró, como contemplando la idea de hacerla salir descalza, pero tras un vistazo a su compañero - quien lo esperaba afuera – decidió escucharla. 
Con una fortaleza que no sabía de dónde había sacado, Bomi caminó por el pasillo de su edificio ante las miradas atónitas de sus vecinos y pronto se encontró sentada en la parte de atrás de un auto policial y de camino a la comisaría.  
“Buenos días a quienes nos acompañan como todas las mañanas. Como ya es habitual, vamos a partir leyendo los titulares del día de hoy. Vamos a comenzar por el que más ha conmocionado al país hoy día: La muerte de Kim Taehyung.
Muere el actor Kim Taehyung asesinado en su apartamento: Fue acuchillado. 
El actor Kim Taehyung, uno de los intérpretes de múltiples dramas a nivel nacional, favorito de todos los directores y ganador de un Grammy junto a BTS, el que fuera su grupo antes de incursionar en la actuación; ha muerto asesinado tras recibir una cuchillada fatal en su apartamento en Seúl. Fue su mánager quien lo encontró, pero cuando los servicios sanitarios acudieron a su residencia en Hannam-dong, no pudieron hacer nada para salvar la vida del actor, quien fue declarado muerto en el lugar.
Según contó una fuente cercana al artista, el actor venía de prestar sus respetos en el funeral de Jeon Jungkook, pero cuando no contestó su teléfono ni se presentó para cumplir con su agenda se encendieron las alarmas y su mánager se acercó a su vivienda. La muerte de Kim Taehyung, adelantada por la administración del edificio, fue confirmada por su compañía horas después del suceso. ‘Estamos muy tristes de confirmar los rumores y de anunciar el trágico asesinato de nuestro amado Kim Taehyung, durante el día de ayer. Esperamos que, en estos tiempos difíciles, sus fans puedan respetar la privacidad de la familia del artista’".
Bomi pensó que su corazón había dejado de latir, sentía como si su cabeza estuviera debajo del agua. Cuando la policía apareció frente a su puerta y la apresó, Bomi pensó que estaban haciéndolo por Jungkook. Debido a toda la conmoción y al impacto de verse con esposas, Bomi falló en escuchar por qué se la estaban llevando. Pero ahora que lo había escuchado en la radio, su corazón se quebró.
Kim Taehyung había sido asesinado. 
Y Bomi estaba segura de que había sido la misma persona, porque no podía ser coincidencia que tanto Jungkook como Taehyung hubieran muerto apuñalados.
Si bien la policía parecía barajar la misma teoría, el único problema era que ellos pensaban que Bomi era esa misma persona.
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-Vamos Cho Bomi ¿Por qué no confiesas ahora? Sabemos que estabas molesta porque las imágenes con Kim Taehyung se filtraron, pero ¿Era necesario matarlo? En ambos casos tenías motivos para asesinarlos, así que viste la oportunidad y la tomaste. Te irá mejor si confiesas ahora.
Bomi mantuvo los dientes apretados y su boca firmemente cerrada. En primera instancia había intentado explicarles que ella no tenía nada que ver, que no había conocido ni a Jungkook ni a Taehyung, que ni siquiera sabía dónde vivían y que se la había pasado encerrada en su casa desde la última vez que había estado en la estación. Pero eso solo pareció darles munición a los detectives, por lo que al final, decidió hacer uso de su derecho a quedarse en silencio. 
Mientras el interrogatorio seguía y seguía, Bomi rezó internamente de que pronto le permitieran llamar por teléfono, para así poder llamar a su hermana para que esta mandara a un abogado a sacarla de allí. Estaba segura de que la policía no podía retenerla así como así y que solo la habían pillado desprevenida, aprovechándose de que estaba somnolienta y confundida. Bomi ni siquiera recordaba haber visto una orden que indicara su arresto.
-¿Con quién estás trabajando? ¿Kim Namjoon o Kim Seokjin? 
Bomi intentó mantenerse impávida, pero al escuchar el nombre de Jin no pudo evitar abrir mucho los ojos ¿También pretendían involucrarlo a él? ¡Sus amigos más queridos eran los que estaban muriendo!
-Ah, así que con Kim Seokjin, ya veo. Pensé que era raro que, durante mucho rato nadie los hubiera visto en la fiesta. Aparte sus declaraciones fueron diferentes desde el principio, es obvio que o están juntos en esto o él estaba tratando de darte una coartada para protegerte. ¿Pero sabes qué? No es tan fácil engañarnos. Así que ¿Cuál es? ¿Te ayudó a matarlos o a encubrirlo?
Bomi continúo guardando silencio.
-Realmente pensé que estabas trabajando junto a Kim Namjoon, pero aparte de la fiesta, ustedes no han tenido contacto o estado en el mismo lugar. Ahora, la historia es diferente con el señor Seokjin, tenemos registros telefónicos, cámaras de seguridad y testigos que los identifica juntos. Así que ¿Vas a confesar ahora?
-Disculpe ¿Señor? – un policía abrió la puerta y asomó la cabeza – La fianza de la señorita Cho ha sido pagada.
-¿Qué?
-Eso es todo entonces – dijo Bomi aliviada, levantando su muñeca derecha - ¿Me puede quitar las esposas?
El detective no hizo ningún comentario, pero Bomi observó con satisfacción su mandíbula apretada y su ceño fruncido, mientras se veía obligado a dejarla en libertad.
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Cuando Jin se enteró de la muerte de Taehyung, ni siquiera alcanzó a sentirse triste y los medios ya estaban especulando de la posible participación de Bomi en los asesinatos. La estaban llamando la “'sasaeng' que fue demasiado lejos”.
Pero no fue hasta que Jin vio a Bomi siendo apresada en televisión nacional, que decidió poner en marcha el plan que había estado pensando. Agarrando un bolso que había preparado, Jin tomó uno de sus autos y manejó directo a la comisaría.
-Quiero hablar con el encargado del caso Jeon por favor. Mi nombre es Kim Seokjin – exigió Jin en el mostrador, una vez que llegó a la estación.
-Buenos días, señor Kim, déjeme ver si puedo contactarlo por teléfono. 
Jin esperó impaciente a que el recepcionista se comunicara, miró a su alrededor y nervioso observó como en la televisión aún especulaban sobre la conexión en los casos de ambos artistas.
-Disculpe – comentó quien lo había atendido – Pero el detective Lee está ocupado en estos momentos.
-Sí – espetó Jin – Ocupado acosando a Cho Bomi y tratando de culparla de un crimen que no cometió. Si no puedo hablar con él, habrá alguien con quien pueda hablar. ¿Bajo qué cargos está retenida?
-Pase por aquí - lo guió el policía, haciéndolo entrar en una oficina vacía – Voy a buscar al detective Lim quien también está trabajando en el caso.
Jin aprovechó de mandar un mensaje a sus abogados para decirles lo sucedido y que empezaran a trabajar en limpiar el nombre de Bomi.
-¿Señor Kim? – dijo una voz, mientras la persona tomaba asiento frente a Jin – Soy el detective Lim ¿Quería hablar con nosotros?
-Sí – respondió Jin de forma maleducada - ¿Bajo qué cargos está arrestada Cho Bomi?
Sorprendido, el detective se inclinó hacia adelante:
-¿Por qué? ¿Tiene información que pueda sernos útil?
-¿Qué? ¡Porque quiero saber si fue injustamente arrestada! – gritó Jin molesto – Mis amigos siguen muriendo y ustedes están obsesionados con ella en vez de encontrar al verdadero culpable.
-¿Qué le hace pensar que no fue ella?
Sabiendo que el detective podía torcer sus palabras, Jin las eligió con cuidado.
-Su nombre está en todos los canales, su rostro fue expuesto sin su consentimiento por diferentes medios de comunicación y ahora fue apresada ante la mirada de todos los ciudadanos de este país. ¿Usted cree que ella puede andarse moviendo con libertad? Ciertamente no conoce la naturaleza del ser fan. 
El detective guardó silencio, se observaba pensativo.
-Las noticias dijeron que Cho Bomi fue apresada por la muerte de T-Taehyung – tratando de mantener la compostura, Jin detuvo sus palabras lo suficiente para asegurarse de que respiraba – Solo lo voy a decir una vez más ¿Bajo qué cargos específicos fue apresada?
-La señorita Cho está siendo interrogada por la muerte de Kim Taehyung – confirmó el detective.
-¿Está su abogado presente? – preguntó Jin, dándose cuenta que toda la situación lucía muy irregular.
El detective titubeó y Jin supo que tenía la sartén por el mango.
-Me la llevo entonces. No voy a permitir que pase un momento más en este lugar.
-No puede llevársela, está arrestada.
-Arrestada irregularmente – se regocijó Jin, al ver al detective encogerse – Me la llevo y no dude de que mis abogados están preparando una demanda por arresto sin orden judicial y por interrogarla sin su abogado presente. Estoy seguro de que, si indago un poco más, me voy a encontrar con más ilegalidades, como que no la dejaron llamar por teléfono o algo.
Pese a confirmárselo con su mirada, el detective insistió en retener a Bomi.
-La señorita Cho no puede irse a menos que sea bajo fianza.
-La pagaré entonces.
-E-Es… Alta
-No me importa – espetó Jin – Si eso evita que sigan interrogando a la persona equivocada, pagaré lo que sea.
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El detective Lee acompañó a Bomi a la salida en donde se encontraron con Jin. Sin decir nada, ella aceleró el paso hasta que estuvo junto a él. Bomi quería abrazarlo por preocuparse por ella, pero temió que pudiera ser malinterpretado por los detectives.
-¿Has comido algo? – le preguntó Jin, sacándose la chaqueta y poniéndosela sobre sus hombros. Bomi seguía vestida en camisa de dormir, chaleco y zapatillas.
-No, cuando me fueron a buscar en la mañana estaba durmiendo.
Si las miradas pudieran quemar, Jin hubiera pulverizado al detective Lee ahí mismo.
-Cualquier cosa que quiera saber – dijo Jin furioso – contacte a mis abogados. Tanto Bomi como yo no tenemos más que decir. 
-Confesar sería mejor para ustedes – fue la única respuesta del detective.
-Tanto Bomi como yo hemos colaborado en todo lo que hemos podido para que la investigación avance, sin embargo, el hecho de que ya decidieron quién es culpable sin realmente hacer su trabajo me dice todo lo que tengo que saber.
-Ninguno de ustedes dos tiene coartada para ninguno de los dos asesinatos – respondió Lee casualmente – Señor Kim, le convendría decir la verdad y dejar de ocultar información. Sabemos que está protegiendo a la chica.
-Aunque suene como disco rayado, no me voy a aburrir de decir esto – siseó Jin furioso – Ambos somos inocentes, no hemos mentido y aunque para ustedes no sea suficiente, ella y yo estuvimos juntos durante la fiesta. Respecto a Taehyung – agregó Jin en un impulso – ni Bomi ni yo tenemos motivo ni tuvimos contacto con él. Pero eso lo sabría si hiciera bien su trabajo.
-Como bien sabe señor Kim – puntualizó el detective – Nadie puede corroborar su coartada en la fiesta y respecto al caso Kim, aún estamos investigando, pero aparentemente nadie puede ubicarlos a ustedes en algún lugar concreto. Una vez puede ser ¿Pero dos? No me venga a decir a mí, cómo hacer mi trabajo.
-Le aseguro detective Lee, que cualquiera de las personas que sigue nuestras carreras, podría hacer un mejor trabajo que usted – dando por finalizada la conversación, Jin tomó la mano de Bomi y le dijo: Vamos.
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cristinableunoir · 3 years
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Eremika Spanish Week. Día 4: Reencuentro.
A Eren no le gustaba el café a menos que fuese el que preparaban y molían a mano en aquella diminuta cafetería de la calle María 845. Era un pequeño antro ruinoso que pocos conocían, de maderas que habían perdido el color, sillas que crujían demasiado y tazas y platos desportillados. Su padre le había llevado allí desde que era pequeño, esa cafetería estaba en pie desde antes de que él naciera y el mantenimiento había sido nulo desde entonces también. Sin embargo el lugar siempre estaba limpio, y el café delicioso.
Tenía la taza contra los labios cuando alguien le cubrió los ojos con las manos. Era una mujer, Eren lo supo enseguida por el perfume que usaba. Olía femenino y afrutado, elegante pero dulce. No era nadie a quien él conociera. En su vida ninguna mujer olía así. Seguramente le hubieran confundido con alguien. Dejó la taza de café sobre la mesa de mármol manchado.
- Disculpe... -comenzó
- Adivina quién soy -al escuchar su voz el corazón le dio tal golpe contra las costillas que sintió genuino dolor.
Sí que conocía a esa mujer de aroma delicioso, y muy bien además. Pasaron segundos y él no dijo nada, así que Mikasa retiró las manos y se sentó en la silla que tenía al lado. Eren tardó un poco en acostumbrarse a la luz y sobre todo en distinguirla a ella.
- Mikasa -exhaló.
Su amiga le sonrió. Los años únicamente habían hecho mas por incrementar su belleza. De niña, Mikasa había sido de una hermosura poco alcanzable para cualquiera, y conforme se iba convirtiendo en adulta más lo era. La última vez que la había visto aún tenía diecinueve años, y llevaba el pelo negro corto hasta la nuca y vestía siempre de negro con maquillajes muy elaborados. La mujer que tenía ante él ahora tenía el pelo muy largo, como cuando era niña, y apenas iba maquillada pero tenía la cara más fina y delgada que antes y el cuerpo más definido también. Hombros anchos, cintura incluso más pequeña de como la recordaba.
- Te ha vuelto a crecer el pelo -murmuró, fue lo único que fue capaz de decir.
- Diez años, que obran milagros -masculló mientras le quitaba la galleta de canela del café. Eren odiaba la canela, y nunca se comía esa galleta.
- ¿Qué haces aquí? -Mikasa vestía una blusa blanca con pantalón pitillo azul oscuro, botas y una chaqueta americana. Definitivamente estaba muy cambiada.
- ¿Lo mismo que tu? -le sonrió con malicia mientras desenvolvía la galleta y le daba un mordisquito-. He venido para la boda de Armin y Annie. Por fin dan el paso, cualquiera lo diría ¿eh?
- Sí -murmuró, mientras cogía con fuerza la tacita de café.
Si era sincero, la relación de Eren con Armin se había enturbiado muchísimo en los últimos diez años, casi no quedaba rastro de la amistad que habían compartido de niños y adolescentes, cuando correteaban por las calles de esa ciudad de piedra antigua o se emborrachaban en las ruinas de los muros de sus antepasados.
- Eren -Mikasa le miraba con la cabeza ladeada, sonriendo igual que un ratón a un gato-; ¿damos un paseo?
Eren pestañeó una vez en respuesta antes de asentir. Cuando fue a pagar el café Mikasa le dijo que ya estaba pagado y le invitó a salir con ella con un movimiento de la cabeza. Se había convertido en una mujer elegante y preciosa, cada paso que daba parecía estar lleno de gracia y libertad. Aunque dolía, en cada célula de él, dolía, un dolor que cada día se recordaba a si mismo que se merecía, Eren estaba feliz por ella. Y eso tendría que ser suficiente para él poder continuar viviendo. Mikasa no tenía anillo de casada en la mano, tampoco lo llevaba colgado del cuello. En los últimos años se había imaginado que Mikasa acabaría casándose con Jean, él siempre había estado loco por ella.
- Y cuéntame, ¿cómo te va a ti? -fue ella quién inició la conversación mientras atravesaban el camino terroso del parque, rodeados de árboles en el camino-. Historia y tu ¿seguís juntos o lo vuestro no funcionó?
- ¿Qué? -negó con la cabeza-. No... o sea, entre ella y yo nunca hubo nada.
- ¿En serio? Pues todos decían que eras el padre de su hija -señaló.
- ¿Qué? -se paró en seco, provocando la risa de Mikasa.
Se doblaba igual que un folio mientras carcajeaba.
- Lo siento, pero es que tu cara -carcajeó.
- Sí, me imagino perfectamente la cara que se me debe de haber quedado -Eren no pudo evitar sonreír con ella también. Su risa le hacía querer reír a él también.
Historia y él... pero qué absurdo. Era cierto que Historia había tenido una hija, pero él no era el padre, jamás se acercaría a ella de esa manera. Historia era como una hermana para él, además que a ella le gustaban las mujeres. Es cierto que había estado con un hombre, un amigo suyo de la infancia, pero porque necesitaba quedarse embarazada para poder ser libre de su bendito déspota padre. Historia, desesperada, no había encontrado otra solución que acostarse con un amigo de la infancia y salir embarazada.
- ¿Y tú? ¿Cómo te va con Jean? -la pregunta que lanzó estuvo cargada de veneno y amargura, Eren no se sentía orgulloso de ello pero necesitaba sacarse los clavos- ¿Qué edad tiene ya vuestro hijo?
- ¿Qué te hace pensar que estoy con Jean? -la pregunta de Mikasa fue tan suave como el algodón- ¿o que tengo siquiera un hijo? -le miró directamente a los ojos.
Mikasa tenía una de las miradas más profundas y significativas que había visto jamás, por sus ojos era capaz de transmitir la ira de mil diablos o la ternura del amor más desinteresado. En aquel momento, presentaba... ¿indiferencia? ¿desprecio por el increíble patetismo que debía de denotarse en él? Aquello sí que dolía. La indiferencia. Eren hubiera dado la mitad de su vida porque al menos le siguiera odiando un poco.
- Tienes la cicatriz de una cesárea en el vientre -apostilló-. Antes, cuando te has puesto el abrigo se te ha levantado la blusa y la he visto. Tienes que haber sido madre sí o sí.
- Sí -contestó de manera mecánica-. Tengo un hijo, se llama Akemi, tiene tres años. Pero no, su padre no es Jean. ¿Qué te hace pensar que me casé con Jean?
Mikasa le dio la espalda y comenzó a caminar a zancadas por el camino de tierra amarillenta del parque.
- Es lo que todo el mundo decía -contraatacó, con las mismas palabras que ella había usado antes.
Hacía años alguien le había dicho que habían visto a Mikasa con un hombre con perilla, que este le sostenía los hombros y que seguramente era su marido. Eren enseguida pensó que era Jean, porque era lo más evidente ¿no? Mikasa tenía derecho a rehacer su vida, y Jean siempre había estado loco por ella, desde que eran críos. No era descabellado pensar que finalmente, ella hubiese aceptado ser amada por él. A Eren le dolía admitirlo, pero... Jean era un gran tipo, seguramente él la hubiera hecho muy feliz.
- ¿Tienes fotos? -Eren caminó hasta ponerse a su altura. El aura de Mikasa se había enturbiado, era una malísima mentirosa-. De Akemi, en tu móvil, seguramente se parezca mucho a ti.
- No te creas -rumió.
- ¿Qué?
- Que me he dejado el móvil en el hotel -contestó con cierta brusquedad-. Eso me recuerda a que debo irme ya. Ha sido un placer verte, a ver si nos vemos en otra ocasión antes de la boda.
- Vale, pero...
- Cuídate -Mikasa no le dio tiempo a decir nada más, emprendió el camino contrario al de Eren y desapareció enseguida. Eren sintió el estúpido impulso de ir detrás de ella, pero se contuvo, ya bastante le había arruinado la vida diciéndole que la odiaba hacía diez años. Cada día se repetía que había sido por su bien pero... ¿hasta qué punto?
                                                      🌉🌉🌉
Una vez en el coche Mikasa golpeó con fuerza el volante hasta tres veces. Había sido un error ir a buscarle, había sido un error querer verle... diez años y seguía cayendo en las mismas. Ver la mirada de Eren, tan vacía, tan falta de vida... le había desgarrado el corazón casi tanto como aquel día en que él la había llamado esclava. Se tocó el vientre y se arremetió la blusa por debajo del pantalón. Akemi... maldita sea.
Mikasa apenas si tuvo tiempo de dejar las llaves en la consola del recibidor cuando un pequeño torbellino de nueve años y pelo largo castaño corrió hacia ella disfrazada de princesa.
- ¡Mami! ¡Mami! -Mikasa se arrodilló enseguida para abrazar a su hija, que le llenaba la cara de besos y le rodeaba el cuello con sus largos bracitos-.
- Hola, mi vida -la pequeña se apartó un poquito de su madre para enseñarle ilusionada su nuevo vestido de princesa-, pero qué guapa está mi princesa.
La falda del vestido era tul malva y el corpiño estaba hecho de tela fuxia con lazos y cuerdas doradas, las mangas eran de farolillo y tenían el mismo color que la falda. Carla, la hija de Mikasa, tenía el pelo castaño y los ojos profundamente verdes, su rostro era redondeado y el color de su piel era ligeramente más morena que la de su madre. De Mikasa lo único que la niña parecía haber heredado era la estatura (Carla era una niña alta para su edad) y también la nariz pequeña y fina y los labios carnosos y rojizos.
- No ha querido quitarse el vestido hasta que no la vieras -Sasha estaba apoyada contra el marco de la puerta que daba al salón.
- Gracias por cuidar de ella -Mikasa aún seguía de cuclillas en el suelo, abrazando a su pequeña.
- Por mi sobrinita lo que sea -Sasha se acercó también, cogiendo la carita de Carla entre sus manos y juntas pasaron al salón.
Mikasa había mentido a Eren también sobre el lugar en el que se estaban quedando. Le había dicho que estaba en un hotel, en realidad estaba en la antigua cabaña de sus padres, reformada en un caserío de montaña desde hacía algunos años. Mikasa y Carla llevaban viviendo allí un mes y una pequeña parte del salón había sido decorada por la niña, la zona de la chimenea y los sofás era de Mikasa, pero detrás de la mesa del comedor había una pequeña mesita de té infantil de color blanco con cojines turquesas en las cuatro sillitas y peluches en todas a modo de invitados. A Carla le encantaba disfrazarse, y los vestidos, y los peluches, también los cuentos, las muñecas y las reuniones de té. Pasaba horas en esa mesa, entreteniéndose sola, dibujando o leyendo sus cuentos o libros infantiles. Al ser hija única había aprendido a entretenerse ella sola, igual que había hecho Mikasa de pequeña.
- ¿Y le has visto? -la pregunta de Sasha hizo que Mikasa apartase la mirada de su hija, que se había puesto una corona plateada en la cabeza con corazones morados y hacía que su conejita comiese un poco de pastel de fresas imaginario-. Tú mirada lo dice todo -sentenció su amiga.
Mikasa se quitó los zapatos y el abrigo y luego se sentó en el sofá blanco del salón, frente a la chimenea y suspiró.
- Se ha percatado de que soy madre.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!
- Eren siempre ha sido un cabrón muy perspicaz -masculló-, se me abrió la blusa y me vio un poco de la cicatriz de la cesárea del parto de Carla -le explicó en voz baja, manteniendo un ojo pegado en Carla, porque si su padre era perspicaz, ella no se quedaba atrás tampoco-. Le dije que tuve un hijo, que se llama Akemi y que tenía tres años.
- ¿Un niño? ¿Akemi? ¿Tres años? -Mikasa suspiró y puso los ojos en blanco mientras se envolvía la cara entre las manos.
- Suena peor cuando lo repites así -gimoteó mientras pataleaba contra el sofá. Quizás con un poco de suerte Eren no se enteraría, ¿verdad?
                                                       🌉🌉🌉
Eren había quedado en el centro con su hermano para tomar el brunch junto a su cuñada y su padre. Si era sincero tenía las mismas ganas de comer con ellos que de que alguien le diera una patada en los cojones, pero las cosas como eran, no podía seguir evitándoles. Eren quería a su familia, los quería bastante pero... No soportaba estar con ellos. Su hermano Zeke, por ejemplo: era homosexual, a Eren no podía negárselo, sin embargo había decidido casarse con una mujer a la que no quería, con la que jamás sería feliz del todo por más que se empeñase en negar lo contrario. En parte podía entender las motivaciones de su hermano mayor, la posición de su madre y todo lo que Grisha esperaba de él pero... aun así. Su cuñada, Isabelle, era una buena chica no tenía nada en contra de ella pero... le molestaba de cierta manera, había algo en ella que le resultaba falso. Eren sospechaba que se había casado con Zeke simplemente por la posición de su madre, y que en el fondo sabía que él era gay. El hombre que más le molestaba estaba sentado en frente de él. Grisha Jaeger.
- ¿No comes nada, Eren? -le preguntó la mujer de su hermano.
- Estoy bien -contestó.
Grisha le atravesó con la mirada. Al lado de Grisha había un asiento vacío, era el de su madre. Desde que ella había muerto, su padre había cambiado casi por completo.
- Eren... -comenzó Zeke, pero antes de que su hermano pudiese comenzar con un discurso totalmente alienado a la dictadura moral de su padre se levantó y pidió permiso para excusarse.
Escuchó las protestas de su cuñada, y el bufido de su padre, pero los ignoró. La cabeza la como un bombo y no eran ni las doce de la mañana. Suspiró y se acercó a la barra del restaurante para pedirles un analgésico cuando una manita tiró de su chaqueta.
- Señor, disculpe -miró hacia abajo donde una niña de pelo largo castaño y ojos verdes le miraba suplicante.
Era una niña preciosa, llevaba puesto un vestido blanco con cerezas bordadas , una cazadora roja y botines negros con cordones y flores rosas dibujadas en la caña. Entre sus manos sostenía un bolso transparente con las correas blancas y margaritas pintadas en el mismo color y detalles en amarillo. Era... esa niña era igual que Mikasa la primera vez que la había visto, verla a ella era como vivir una especie de déjà vu. Incluso tenían el mismo corte de pelo que ella entonces.
- Hola, pequeña -Eren se agachó, para poder ver a la niña a los ojos. Era alta, aunque por la inocencia de su comportamiento debía de ser pequeña aún-. ¿Qué ha pasado? ¿Te has perdido?
La niña negó con la cabeza, agachando la cara un poco tímida. Aquel gesto también le recordó muchísimo a Mikasa, ella solía bajar la cabeza y mirar hacia arriba con los desconocidos cuando tenían nueve o diez años.
- Es que quisiera un vaso de agua, pero no me atienden en la barra -le explicó en voz baja.
- Oh, comprendo -Eren le sonrió con levemente y extendió las manos hacia ella-. ¿Me permite, señorita?
La pequeña esbozó una sonrisa tímida antes de asentir, en ese momento Eren la cogió en brazos y la sentó sobre la barra. Luego le pidió al camarero que le trajera dos vasos de agua sin hielo, porque los niños pequeños no debían de tomar agua fría, podían resfriarse enseguida.
- Aquí tienen -la camarera les trajo una bandeja blanca con los dos vasos de agua-.
- ¡Gracias! -canturreó la niña, feliz por fin de poder beber agua.
- Pero qué niña más bonita -comentó la camarera-. Su hija es una ricura, además se parece muchísimo a usted, seguro que está orgullosísimo.
Eren no tuvo tiempo de corregir a la camarera, porque en ese momento la máquina del café espresso comenzó a sonar y se marchó corriendo. Eren miró de soslayo a la niña, que bebía de su vaso de agua, agarrándolo con las dos manos. ¿Se parecía a él? Cierto era que tenían el mismo color de pelo e incluso los ojos, pero el cabello castaño y los ojos verdes era una combinación común también. A quien de verdad le recordaba esa niña era a Mikasa. Mikasa era madre, ese era un dato que tenía confirmado pero... ella tenía un hijo pequeño, de tres años, Akemi. Aquella niña tenía al menos nueve o diez años.
- Pequeña, ¿puedo preguntarte cómo te llamas?
- Carla -contestó automáticamente, terminándose el vaso de agua. Carla... se llamaba Carla, igual que se había llamado su madre. Muchísimas coincidencias eran ya.
- Oye, Carla. Tu mamá no se llamará Mikasa por casualidad, ¿verdad? ¿Está aquí contigo?
- Mmmm -murmuró la niña, mientras se removía incómoda sentada en la barra-. Verá, señor, ha sido usted muy amable, pero no puedo darle más datos sobre mi. Es usted un desconocido y podría ser peligroso, entiéndalo.
Eren parpadeó, estaba totalmente atónito de que la niña tuviese tantísima razón. En cuanto asimiló sus palabras no pudo parar de reír, acababa de decidir que le encantaba esa niña.
- ¿Sabes qué, Carla? Que tienes toda la razón, eres una niña muy lista -Carla sonrió y ladeó la cabeza, ese mismo gesto se lo había visto hacer a Mikasa dos días antes, sonreír mientras ladeaba la cabeza. Eren sintió que le clavaban un puñal en el pecho y se lo retorcían.
- ¿Señor, me ayuda a bajar? -la pequeña extendió sus largos y delgados brazos hacia él para que la bajase.
Eren tardó un momento en reaccionar pero cuando lo hizo cogió a Carla por las costillas y la dejó en el suelo con un único movimiento mecánico. La niña una vez se vio en el suelo, abrió su pequeño bolso de plástico con margaritas dibujadas y sacó una polvera amarilla de juguete. Dentro tenía varias pegatinas de personajes infantiles, sacó una que era de un conejo con un lacito rojo y se la dio a Eren.
- En agradecimiento por haberme ayudado -se la pegó en el dorso de la mano y luego le abrazó por la cintura, que era más o menos a donde llegaba la pequeña-. Muchas gracias, señor. ¡Hasta pronto!
Carla salió trotando del restaurante, y una parte del corazón roto de Eren se fue con ella. Se quedó mirando el dorso de su mano, la diminuta pegatina que había puesto ahí la niña... su forma de moverse, tímida pero elegante también le recordaba muchísimo a Mikasa. Comenzó a reír, a reír sin poder parar hasta que casi le faltó el aire y la cabeza comenzó a darle vueltas. Aquello parecía una broma, una puta broma mala del destino. Volvió al salón de las comidas y se excusó con su familia diciendo que le había surgido algo importante y que definitivamente, tenía que irse. Zeke intentó pararlo cogiéndole por el brazo, pero la promesa de violencia que estaba escrita en la mirada de Eren fue suficiente para convencer a su hermano de que aquel no era el momento para intentar detenerle. Zeke captó enseguida la indirecta y le dejó marchar.
Eren salió a la plazoleta que estaba en frente del restaurante, pero alli no había ni rastro de aquella niña. Carla... ¿Mikasa le había puesto el nombre de su madre? Mikasa había querido a su madre tanto como había querido a la suya, y para Carla, Mikasa había sido tan hija como el propio Eren. No hubiera sido extraño que... pero no quería ilusionarse, no quería pensar que aquella pequeña pudiera ser... suya. Suya y de Mikasa.
                                                        🌉🌉🌉
Annie estaba a punto de correrse. Por fin, después de tantísima espera, de tantísimo tiempo sin haber podido intimar con su prometido, por fin, por fin estaban en la cama los dos solos. Estaba harta de pensar en flores, banquetes, cursos prematrimoniales, de haberlo sabido habría firmado los papeles y punto. Total, el sexo no creía que fuese a ser mejor de casada de lo que lo estaba siendo en ese mismo momento, básicamente porque le parecía imposible. Armin sabía exactamente los puntos de su cuerpo en los que debía lamer, besar, morder... a veces incluso soplar, para que ella disfrutase al máximo.
- Dios, cariño -gimió. Annie sólo le llamaba cariño en momentos muy específicos, y esa era la señal de Armin de que lo estaba haciendo muy bien-, sí... mh, sí... -y en ese momento, el mayor desgraciado del mundo y despojo humano que había pisado la tierra comenzó a llamar a la puerta. Decía desgraciado y despojo humano porque sólo eso podía interrumpirla en ese momento-. No -gimió al principio, y luego gruñó-, no, noooooo.
Annie contrajo los dedos, arañando el colchón y agarrándose a las sábanas. Armin levantó la cabeza también y se incorporó alzando un dedo.
- Le echo sea quién sea y seguimos.
Annie se cubrió con las sábanas y se tumbó en la cama, enfurruñada. Estaba literalmente harta de boda, no había tenido un orgasmo en condiciones en cuatro meses de preparativos que llevaban. Y encima quien fuera el desgraciado no paraba de llamar con fervor.
- Dame un segundo -Armin le besó en la parte trasera de la cabeza, pero ella evitó decir nada más. Ya no quería sexo, quería atención y cariños solamente.
Armin salió de la habitación vestido con la bata negra. No se había molestado ni en ponerse ropa interior, porque pensaba despachar a quien coño fuese en segundos, y volver a lo que estaba haciendo. Pero la persona que estaba detrás de la puerta no pensaba ponérselo tan fácil.
- Oiga, no sé quién... -calló de golpe-. Eren.
Eren estaba apoyado en el marco de la puerta, con ambas manos y con cara de querer matar a todo el mundo.
- ¿Tú lo sabías? -rumió.
- ¿El qué se supone que sabía? -contestó con chulería.
Eren cogió a Armin por las solapas de la bata y le zarandeó.
- ¡NO TE HAGAS EL IMBÉCIL CONMIGO! -bramó.
- Pero, ¿de qué estás hablando, Eren? -Armin cogió a Eren por las muñecas, aunque él era más alto y con más fuerza Armin podía intentar defenderse.
Aunque no le haría falta, porque tras oír los gritos, Annie había salido de la habitación, vestida con un camisón de tela de raso color salmón.
- Suéltale ahora mismo -siseó, agarrando a Eren por el brazo-. Eren te he dicho que le sueltes si no quieres que te rompa el puto brazo.
Los músculos de la mandíbula de Eren hicieron un suave movimiento antes de soltar a Armin de las solapas de la bata negra, tal y como Annie le había exigido. Armin le dio un empujón, que Eren no devolvió, pues se recordó a él mismo que la intención era dialogar.
- Está bien -Eren alzó las manos por encima de su cabeza antes de apoyárselas en la cabeza y en el cabello que tenía recogido, entonces miró a Armin a los ojos, la mirada más sincera que le había dedicado en años y ambos lo sabían-. Por favor, sólo quiero saber la verdad.
Armin invitó a Eren a sentarse en su salón mientras él iba a cambiarse de ropa. Annie ni siquiera protestó, podía parecer una persona fría, pero al final del camino Annie era el tipo de persona que si podía, anteponía a los demás antes que a ella misma. Armin se vistió con un polo de color claro y unos vaqueros, Annie le besó el hombro antes de salir de la habitación a enfrentar al que había sido su mejor amigo, su hermano, hacía tantos años. Eren estaba sentado en el sofá, con los codos sobre sus rodillas y las palmas juntas contra los labios. Se le veía derrotado, más nervioso de lo que lo había visto nunca. Armin se sentó en la mesa auxiliar de manera maciza que había frente a Eren.
- ¿Quieres algo de beber? -Eren negó con la cabeza-.
- Sólo quiero saber por qué nunca me dijisteis que tenía una hija, -le atravesó con la mirada- que Mikasa y yo tenemos una hija.
Armin parpadeó una única vez. En el fondo él estaba del lado de Eren en lo referente a ese tema. Si le hubiese pasado a él... pero recordó aquella escena, en la mesa, frente a Mikasa, las cosas tan horribles que Eren le dijo, la paliza que le dio a él...
- ¿De verdad te extraña que Mikasa nunca te dijese nada? Le rompiste el corazón -le acusó.
- A estas alturas con lo inteligente que eres -siseó- me supongo que ya te habrás dado cuenta de por qué lo hice.
Armin le miró con una ceja enarcada, evitando contestar. Mentiría si dijese que no había pensado en los motivos, y muchos le parecían muy propios de Eren pero aún así. Armin se dio cuenta en ese momento de que en el dorso de la mano tenía una pegatina diminuta de un conejito con un lazo en una de las orejas, conocía esas pegatinas y la pasión que tenía su sobrinita por ellas. Él tenía una de un conejito con una corona en la oreja pegada en la cartera desde hacía dos días.
- Se enteró después de aquel día -le confesó al fin.
- ¿Y decidió no contármelo porque me odiaba? -susurró.
- Serás gilipollas -le acusó-. Intentó contártelo muchas veces, incluso después de que tú la despreciases siguió llamándote cuando se enteró pero tú -le señaló con el dedo-, pedazo de mierda no le cogiste el teléfono ni una puñetera vez. Te pesaban tantísimo los cojones que no fuiste capaz ni de tocar una tecla verde -hizo una pausa y se levantó con brusquedad de la mesa-. Es que manda huevos, me voy a poner una copa porque me estás poniendo de una mala hostia...
Se levantó y fue hasta la cocina. Lo de la copa era una excusa en verdad, en realidad le temblaban las manos de recordar esos días tan infernales y no quería que Eren viera eso. Se revolvió el pelo rubio y corto y sacó una botella de vodka del congelador. Annie solía beber vodka, y él se había acostumbrado con ella. Cuando volvió al salón lo hizo con dos vasos pequeños y la botella entera de vodka. Se sentó en la misma posición que antes y sirvió los chupitos con el vodka.
- Bebe -le ordenó, acercándole el vasito.
- Hace años que no bebo.
- Eso es nuevo -le picó.
- Sí -no cayó.
Armin se tomó el segundo chupito y entonces se decidió a contárselo todo. Mikasa se había enterado de que estaba embarazada dos días después de que Eren le diera a él la paliza y a ella le dijese cuánto la odiaba. Había sido por casualidad, cuando estaba con él en el hospital se desmayó por una bajada de azúcar y le hicieron las pruebas que determinaron que estaba de cinco semanas de embarazo. Armin estaba seguro de que Mikasa interrumpiría el embarazo, sabía que hasta el último minuto se lo había estado planteando, pero finalmente en el acto que fue quizás el más valiente de su vida, decidió no hacerlo. En aquel tiempo Mikasa sopesó sus opciones y finalmente optó por recurrir a las únicas personas que podían ayudarla, aunque aceptar firmar con el diablo fuese tragarse su orgullo, vender su alma, lo hizo por su bebé, Mikasa hubiera hecho cualquier cosa por Carla. Aceptó la ayuda de su familia materna en Hizuru, se mudó con ellos, consiguió una beca de Arquitectura en la universidad y logró salir adelante. Se graduó después de lo que fueron años infernales siendo una esclava de los Azumabito y actualmente trabajaba en una multinacional como arquitecta mientras criaba a su hija ella sola. Mikasa había conseguido salir adelante ella sola, una vez más.  
                                                          🌉🌉🌉
- Carla, ¿estás ya lista? -Mikasa se asomó al hueco de la escalera del segundo piso, para llamar a su pequeña, que estaba en su habitación terminando de vestirse. Ese día habían quedado de ir a cenar con Sasha, Armin, Annie y Nicco al restaurante que este había abierto en Shiganshina.
- Ya casi estoy, mami -Carla estaba en esa edad en que quería ser independiente, hacerlo todo sola, elegir ella su propia ropa, peinarse ella... A Mikasa le enorgullecía también que su hija tuviera las cosas tan claras y fuera tan independiente. Seguro que de mayor sería más lista de lo que ella lo había sido.
Llamaron a la puerta en ese momento, seguramente era Sasha que había quedado en recogerlas para ir juntas al restaurante.
- Mira, la tía Sasha ya está aquí y tu sin terminar aun.
- ¡Ya bajo, mami! -contestó con entusiasmo.
A Carla le encantaban las reuniones con personas adultas, salir a cenar, arreglarse... era incluso más presumida de lo que lo era Annie, no en vano ambas se llevaban tan bien. Mikasa miró la hora, extrañamente Sasha había llegado muy temprano, por lo general siempre llegaba con media hora de retraso a todos los sitios.
- Sasha qué pronto... -pero al abrir la puerta, no era Sasha quien estaba ahí-. Eren, ¿qué haces aquí?
Antes de que Eren pudiera responder, Carla bajó corriendo los escalones y se abrazó a su madre por la espalda.
- ¡Mami, ya estoy!
Se había puesto un vestido en color melocotón, con zapatillas amarillas y dos lazos pequeños del mismo color que las zapatillas a ambos lados de la cabeza. Llevaba como siempre un bolso cruzado sobre el pecho, Carla tenía una pequeña colección de bolsos que coleccionaba y combinaba a su antojo, esta ocasión había cogido uno cuya forma era la cabeza de un unicornio de peluche blanco, con el cuerno y las orejas doradas. En la mano llevaba una pequeña cazadora vaquera de color claro. Eren se quedó mirando a la pequeña como si hubiese visto un fantasma y quisiera echarse a llorar allí mismo.
- ¡Hola! Eres el señor del restaurante ¿verdad? -Carla le sonrió a Eren, sin dejar de abrazarse a su madre-, ¿conoces a mi mamá?
- ¡Carla! -el tono nervioso e inusual de su madre hizo que la niña se asustase un poco pero Mikasa graduó enseguida su voz-, mi vida, ¿ya habías visto a este señor antes?
- Esta mañana -contestó Eren en lugar de la niña-, nos encontramos por casualidad y enseguida supe que debía de ser... hija tuya -añadió tras una pausa-. Es igual que tu cuando tenías su edad.
Carla sonrió orgullosa por el comentario de Eren. Siempre le había gustado cuando le decían que se parecía a su madre, porque para Carla no había mujer más hermosa en todo el mundo que su madre, y se enorgullecía mucho de parecerse a ella.
- Cielo -murmuró Mikasa, pero una carraspera la interrumpió. Eren y ella se giraron, Sasha acababa de llegar y les estaba saludando con la llave del coche aún en la mano-. Cariño, -Mikasa se agachó, poniéndole la cazadora vaquera a su hija- te vas a ir con la tía Sasha al restaurante, ¿vale? mami irá enseguida, en cuanto termine de hablar con este señor, ¿si? -Eren la atravesó con la mirada, estaba iracundo y en parte Mikasa entendía que tenía razón, pero ella no estaba menos enfadada.
- Vale, mami -Carla se acercó y abrazó a su madre rodeándole el cuello, luego le dio un besito en la mejilla-, no tardes mami -luego de despedirse de su madre, tiró de la chaqueta de Eren para que se agachase y repitió la misma acción con él, se puso de puntillas para abrazarle y darle un beso en la mejilla con un "muáh" muy sonoro, así como su madre hacía con ella-.
Eren le devolvió el abrazo, acariciándole su suave pelo, tenía el mismo tacto lacio que el de Mikasa o el suyo propio. Tuvo que emplear toda su voluntad para no llorar abrazado a esa niña, su niña. Tan suya como de Mikasa. Una vez Sasha y Carla se hubieron marchado, Mikasa invitó a Eren a entrar.
                                                       🌉🌉🌉
- No me fastidies, Sasha, ¿Cómo que Eren estaba allí? -Armin sabía que Eren tenía intención de ir a ver a Mikasa, pero no que lo fuera a hacer ese mismo día.
Annie le miró con los ojos entrecerrados, ella ya se lo esperaba, conociendo al loco de su ex amigo. Y en el fondo Armin también porque tonto no era aunque se lo hiciera. Estaban reunidos en la mesa que tenían reservada el restaurante de Nicco, mientras esperaban a que este volviera con Carla de la cocina. La niña estaba en la etapa en que de mayor quería ser chef y diseñadora de moda, ambas cosas al mismo tiempo, y Nicco se había ofrecido a enseñárselo todo para que los adultos pudieran hablar a gusto.
- Oye, no se matarán ¿verdad?
- Sasha, no digas tonterías, anda -intervino Annie.
- ¿Quién dice tonterías? -Carla apareció de repente en la mesa, sentada junto a Annie. Tan silenciosa como su madre, maldita cría, pensó Annie.
- Tu tía Sasha, cariño, -Annie atravesó con la mirada a la interpelada- ¿Quién más si no?
- ¿Estabais hablando de mamá? -cogió la servilleta de encima de la mesa y se la puso sobre el regazo- ¿Se ha quedado en casa porque va a discutir con ese señor tan guapo y luego a darse besos? -Carla entrelazó los dedos y después colocó ahí su barbilla, mientras miraba a los tres adultos de la mesa que se habían quedado con la boca abierta-. En las novelas turcas que ve la tía Sasha siempre pasa así -explicó-, dos adultos que se miran embelesados como si estuvieran enfadados hacen que todos se vayan entonces discuten y se dan besos diciendo que en realidad se aman.
Annie y Armin atravesaron a Sasha con la mirada y esta deseó que se la tragara la tierra, mientras cogía el menú del restaurante y se ponía a ver qué platos había en el menú, aunque ella misma lo había elaborado junto con su marido.
                                                          🌉🌉🌉
Eren estaba sentado en el comedor de la mesa de Mikasa con ella delante, ambos tenían las manos sobre la mesa, pero ahora él estaba a la izquierda y ella a la derecha. Todo aquello parecía un paralelismo absurdo.
- Intenté decírtelo -fue lo primero que Mikasa le echó en cara-, cuando me enteré de que estaba embarazada te llamé varias veces pero... no lo cogías. Me parece tan patético cada vez que me acuerdo -sonrió, una sonrisa triste y amarga que a Eren le rompía el corazón-. Me pareció un castigo al principio, primero te acuestas conmigo, luego me rechazas y me dices que me odias y luego voy yo y te digo que la primera y única vez que nos acostamos me quedé embarazada -volvió a reír igual que antes-, es que es patético, dios mío. Es absurdo.
Se levantó de la mesa, incapaz de seguir dándole la cara y se acercó hasta los ventanales que había cerca del salón. Eren se levantó enseguida y fue detrás de ella, al levantarse se percató de la pequeña mesita blanca de té con los peluches y los cojines de pelito azules, sobre la mesa había una diadema de princesa. Quería... dios, quería tantísimas cosas, quería saberlo todo sobre su hija, y sobre Mikasa, todo lo que habían estado haciendo esos últimos años.
- Mikasa -Eren se acercó a ella por la espalda, poniéndole una mano en la cintura pero ella se apartó de él.
- No me toques -siseó. Eren cerró los ojos con fuerza, merecía todo su desprecio, aunque él la anhelase, aunque él la amase-. Si te hubieras enterado de que Carla existía hace diez años, no quiero ni pensar en lo que me hubieras dicho.
- ¿Qué quieres decir? -Mikasa no contestó-, Mikasa ¿qué quieres decir? ¿es que crees que te habría rechazado o negado el hacerme cargo? -ella le miró de soslayo, y Eren sintió como si le hubiera dado un puñetazo en el estómago-. Yo jamás hubiera hecho eso, me habría hecho cargo, de ti y de nuestra hija.
- Tsk... -bufó con desprecio e intentó alejarse de él, pero Eren la cogió por el brazo y la atrajo hacia él, intentando hacer que le mirase.
- Suéltame -siseó, incapaz de mirarle a los ojos, él la cogió por el otro brazo-, no te acerques más, no me agarres, no me... -intentó zafarse, pero Eren se acercó más a ella, pegando su frente a la de Mikasa, cerró los ojos con fuerza.
Eren no podía pedirle perdón a Mikasa, era totalmente consciente de que no se merecía el perdón, ni tampoco su amor, ni nada de todas las cosas buenas que ella podía ofrecerle. Sin embargo deslizó las manos por sus brazos, no podía creerse que estuviera allí, que la estuviera tocando, olía igual que el otro día cuando la había vuelto a ver, sentía su respiración en la cara, y su piel... su piel seguramente seguía tan suave como la recordaba aquella noche que hicieron el amor por primera vez. Aquella había sido su primera vez, y la de Mikasa también. Alzó la cabeza y le dio un beso en la mitad de la nariz y otro en la frente.
- Siento haberte hecho daño -murmuró de todo corazón y entonces la soltó, comenzó a alejarse pero ella le agarró por las solapas de la chaqueta y lo volvió a atraer hacia si-.
- ¿Vas a largarte otra vez? -le provocó- ¿te vas a ir sin darme una explicación porque te da la gana y puedes? -Eren no respondió-, ¡respóndeme, imbécil! -le zarandeó y entonces Eren le agarró la cabeza y la besó.
Mikasa le empujó al principio, le pellizcó los músculos de los brazos, le clavó las uñas pero cuando sintió el brazo de Eren deslizársele por la espalda volvió a recordar lo muchísimo que le amaba, lo muchísimo que le deseaba, la preciosa niña que él al final de cuentas le había dado también y sobre todo lo muchísimo que le había echado de menos. Cuando se separó de ella vio que Eren tenía lágrimas en los ojos, estaba llorando. Mikasa cerró los ojos con fuerza y le abrazó rodeándole el cuello, Eren la abrazó por la cintura también. Caminaron abrazados hasta que Mikasa se topó con la mesa del comedor, donde se sentó y volvió a atraer a Eren hacia si. Le quitó la chaqueta y le rodeó la cadera con los muslos a la vez que volvía a besarle. Eren le desabrochó la blusa blanca que llevaba y desplazó los besos de la boca a la garganta, Mikasa curvó la espalda cuando notó la boca de Eren en el canalillo, sus manos en los pechos por encima del sujetador blanco de encaje. Se tumbó sobre la mesa, curvando la espalda cuando notó la lengua de Eren en esternón y las manos que peleaban con la cremallera del pantalón de tiro alto que se había puesto.
- Espera que no puedo sacarlo -Mikasa no contuvo la carcajada.
Se incorporó, apoyándose en los codos, tenía el pelo liso revuelto, la blusa blanca aún puesta pero abierta y el sujetador de encaje blanco torcido. A Eren, tumbada sobre la mesa, Mikasa le pareció la mujer más atractiva y sexy del mundo. Con cuidado la cremallera bajó, se le había enganchado con el encaje del costado de las bragas que eran a juego con el sujetador, por eso no cedía hasta que lo hizo pero al bajarle el pantalón Eren vio otra vez la cicatriz de la cesárea que tenía, era una finísima línea blanca justo encima del pubis, de unos cuatro centímetros. Eren la acarició con el pulgar y luego se inclinó para besársela. Mikasa le acarició la cabeza con ternura cuando lo hizo.
- Jamás me perdonaré el no haber estado contigo cuando nació nuestra hija -murmuró contra su vientre-, te dejé sola cuando más me necesitabas. Pero es que...
Mikasa puso el dedo índice contra los labios de Eren, haciéndole callar.
- Lo sé -susurró-, en el fondo siempre lo he sabido, por qué hiciste lo que hiciste. Querías lo mejor para mi y pensabas que lo mejor para mi no eras tu, ni estaba en Paradis -le delineó los labios con la punta del dedo índice mientras hablaba-. Lo sé, Eren -se incorporó del todo y cogió la cara de entre entre sus manos, luego se inclinó y le dio un beso en la comisura de los labios, apartándole un mechón de pelo que se le había salido del moño de la cabeza. Eren cerró los ojos, devolviéndole el beso con un roce en la mejilla.
- Yo... quiero saberlo todo, Mikasa. ¿Por qué te hicieron cesárea? ¿Tuviste problemas en el parto? ¿Qué pasó?
Mikasa le contó todo desde el principio, cómo el primer trimestre del embarazo había sido horrible con náuseas incontrolables, después la cosa mejoró y pasó un embarazo mínimamente bueno aunque eso sí, gordísima, fueron sus propias palabras. Eren hubiera dado lo que fuera por haberla visto embarazada de Carla, la cesárea fue porque cuando estaba de treinta y siete semanas se quedó sin líquido amniótico y la niña estuvo a punto de asfixiarse dentro de ella, tuvieron que intervenirla de urgencia. Mikasa estaba sola, en Hizuru y no había pasado más miedo en toda su vida. Pero afortunadamente todo salió bien, y Carla a la que había llamado así por la madre de Eren, había nacido perfectamente sana y con un mechóncito de pelo castaño en la parte delantera de la cabecita. Mikasa lloró al recordar ese momento, hubiera dado lo que fuera por que Eren hubiera estado con ella para ver lo que habían hecho juntos. Aún le parecía un milagro que Carla hubiera estado dentro de ella tanto tiempo.
Mikasa se volvió a vestir bajo la atenta mirada de Eren y luego le dijo que la acompañase para que viera el cuarto de Carla. La habitación de la niña estaba pintada de color crema y tenía todos los muebles blancos, en la habitación había un sofá de color rosa palo junto a una estantería infantil de color blanca en la que había libros sobre chicas que jugaban al fútbol, amigas que vivían aventuras, una niña que tenía un libro con el que hacía magia y otra que era hija de un hada y una vampiresa. También había peluches pequeños puestos junto a los libros y los cuentos. En una mesita auxiliar junto al estante había una casa de muñecas hecha de cartón que había montado y decorado la misma Carla. Le encantaba construir casas, como a su madre, y era tremendamente creativa además. Sobre el escritorio tenía un joyero con pulseras de cuentas de plástico que también había hecho Carla y al lado una bandeja con tres frascos de colonia infantil. Le encantaban las cosas que olían bien y eran suaves. La cama era de góndola, blanca y con una colcha de color malva y estrellas amarillas dibujadas.
- Le encantan las estrellas y los disfraces, también le gusta dibujar y cocinar. Tiene tantísimos hobbies y cosas que se le dan bien... su deporte favorito es patinar, y adora el azul y el rosa.  
Eren se había sentado en la cama sosteniendo un peluche redondo de ojos brillantes que parecía imitar a un panda pero en balón.
- Su animal favorito es el panda también.
Eren abrazó el peluche que estaba sosteniendo, olía a la niña. Todo el cuarto olía a ella, a Mikasa.
- He hablado poco con ella pero me ha dado la sensación de que es una niña muy inteligente.
- Lo es, a veces más de lo que le conviene -sonrió.
Eren se levantó y fue hacia Mikasa para darle un beso pero en ese mismo momento la puerta se abrió y cerró y una vocecita ya familiar para ambos resonó diciendo.
- ¡Mami! ¡¿Os habéis dado besos ya Eren y tú?
Ambos adultos se miraron boquiabiertos y con los ojos como platos. Eren iba a comenzar a entender muy pronto a qué se refería Mikasa al decir que la hija de ambos, a veces era más inteligente de lo que le convenía. Tanto a ella como a ellos.
- ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres, Eren? -entrelazó sus dedos con los del padre de su hija- ¿estás preparado?
- Jamás en mi vida lo he estado tanto -le aseguró. Mikasa le sonrió, asintiendo.
- ¡¿Cómo que besos?! -gritó entonces, saludado a su hija y caminando de la mano de Eren.
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you-moveme-kurt · 3 years
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Glee «Pretty Woman» Part II
Febrero de 2021
-Blaine… -¿Si? -Gracias… -No me lo agradezcas, bien sabes que me encanta encargarme de nuestro hijo… -Lo sé, pero no solo por eso… gracias por esto… no tenias porque… -Para  mi es un placer… —agrego Blaine repitiendo lo del beso. -Me consientes…. -Y me encanta hacerlo… vuelvo enseguida…. —dijo yéndose por fin, Kurt se le quedó viendo y soltó un suspiro, no de hastío como hacía minutos, si no de puro enamorado que estaba. -Demonios… — murmuró al sentir su teléfono móvil vibraba dentro de uno de sus bolsillos— ¿quién demonios se atreve a molestar a esta hora?... o mejor aún… —agregó tomándolo— ¿quien se atreve a molestar en San Valentín?—dijo mirando la pantalla— claro… obvio que tenías que ser tú… —añadió mirando el remitente de la llamada— pero no esta noche Rachel Berry, lo siento… —terminó por decir terminando la llamada sin contestar siquiera, bebió un poco más de agua y tomó uno de los cubiertos para probar de lo que había en la fuente elegante— debes estás bromeando… —murmuró al ver que su amiga intentaba contactarlo nuevamente, tomó el teléfono y luego de dudar un par de segundos decidió responder— te juro que si no estás en un hospital enyesada de pie a cabeza voy yo y te dejo en ese estado… — dijo en tono de voz serio y molesto.
-¿Que?... Kurt, ¿eres tú? -¿Que necesitas Rachel?… -Kurt, por fin, parece que antes se cortó… ¿estás en casa? -No… —respondió sin pensar. -¿No?... ¿y donde estas? —Kurt guardó silencio mientras pensaba en algún lugar donde pudiese estar y que fuera inaccesible para ella— ¿Kurt?... -Estoy... estoy en el Central Park… —dijo levantándose— aquí, al lado de La Fuente Bethesda… escuchas… —agregó abriendo la llave del fregadero para dejar correr el agua. -¿En serio?, ¿no la estaban reparando? -Pues al parecer no… ¿necesitas algo?... —quiso saber mientras se restregaba una sien. -Si… ¿es posible que vayan a tu departamento?, no quiero estar sola esta día… —dijo Rachel haciendo un puchero, Kurt pudo imaginar perfectamente que cara estaba poniendo su amiga en ese instante, -¿Estas bromeando?, ¿verdad? -¡Claro que no!, este es mi primer día de San Valentín sola y no quiero estarlo... por favor… —insistió alargando todas las vocales cuando decía lo de «por favor» -Estabas sola el año pasado Rachel Berry... -Pero es diferente, el año pasado estaba trabajando y ni tiempo tuve de acordarme… ahora en cambio… -Escucha… -Por favor… -Rachel, no…  estoy aquí con mi esposo en una super cena extra romántica y créeme que no hay lugar para otro puesto… si quieres almorzamos mañana…  adiós… —dijo Kurt cortando la llamada sin dar pie a que su amiga dijera otra palabra, apagó el teléfono y lo escondió en una olla vacía, le puso la tapa y la guardó dentro del horno. -¿Es insuficiente lo que prepare o…? —pregunto Blaine apareciendo por la escalera de servicio— porque un teléfono no creo y sea muy apetitoso, aunque lo prepares tú… —agregó riendo. -No es eso…  —contestó volviendo a su lugar en la mesa. -¿Y qué es?... -Nada… -¿Seguro?, ¿no paso algo como lo de mi diario el otro día?… ¿o si? -¿Y que sería ese algo?... -Un malentendido que luego te lleva a ponerte celoso por ejemplo... -Engreído… —dijo tomando su servilleta para ponerla nuevamente en su regazo— y no fue eso… -¿Y que fue entonces?... —insistió su esposo dejando el «baby monitor» de su hijo sobre uno de los muebles. -Era Rachel… -Ok… —dijo Blaine poniéndose a la defensiva de inmediato. -Pero no te preocupes, le deje bien en claro que estamos muy bien aquí los dos y que no necesitamos ningún tipo de visita… -¿Acaso quería venir?... -Quería, por supuesto que quería… según ella era el primer día de San Valentín qué pasaría sola y no  se que mas… -El año pasado también estaba sola… -Es lo que le dije… pero, ¿sabes que?...  mejor la olvidamos, no quiero que sus caprichos arruinen nuestra noche…—sentencio Kurt tomándole la mano por sobre todo lo que había en la mesa, acto seguido sonrió y siguió con la conversación— ¿Henry esta bien? -Si, era lo del oso de nuevo… creo que se acostumbró a que si lo arroja al piso, alguien vendrá a recogerlo. -Lo más probable… ¿Blaine? -¿Si? -¿Puedo preguntar algo?...—dijo tomando su plato mientras su esposo hacía el ademán de comenzar a servir la comida. -Siempre… pero… debo advertirte, si es que si quiero que Rachel venga esta noche, mi respuesta es no… -No, no es eso… y créeme que mi respuesta también es no a tamaña insensatez, es sobre otra cosa… ya que mencionaste lo de los celos… -Ok... -¿Te acuerdas de una vez, cuando estábamos en nuestros roles de “maestros” en Lima… y nos encontramos en el auditorio? -Nos encontramos miles de veces en el auditorio Kurt… —dijo Blaine entregando el plato servido. -Si pero… gracias… —agrego su esposo recibiéndolo con cuidado—  estoy hablando de esa vez fue cuando tú estabas buscando a Rachel para darle las lecciones de piano que quería y terminamos hablando de cómo Sue te había convencido de que tú y Katofsky eran primos o algo… -¡Ah!... ¡me acuerdo!… —exclamó Blaine sonriendo— bien sabes que eso no era verdad, ¿cierto? -Lo sé… yo mismo te lo dije… a lo que me refiero es… ¡por dios!… ¡esto está existo!… —dijo luego de comer el primer bocado. -Gracias… pero todo el mérito se lo lleva Jamie Oliver y sitio en Instagram… ¿decías?... -Claro… un momento… ¿Sigues a Jamie Oliver en Instagram? -Así como tu sigues a Ricky Martin… —respondió Blaine alzando una ceja. -«Touché»… -Continua… —agrego Blaine sonriendo y comiendo un poco. -Si… veras, ese día hablamos de cómo podíamos tener una conversación adulta sobre nuestras vidas amorosas… —explicó limpiándose la boca con la servilleta— tú me dijiste que era mejor como yo había decidido ser solamente amigos… entonces yo termine contándote que ese mismo día tendría una cita con... -Walter, el ciudadano de la tercera edad… —se adelantó en decir Blaine mientras sonreía con malicia tras su copa de vino. -El mismo… -¿Eso querías preguntar?, ¿si me acordaba del tal Walter? -No, no precisamente… llámame como quieras pero aun me acuerdo de tu reacción ese día… fue  tan serena que asumí  que te daba lo mismo si te contaba que había estado con tantos tipos como Karofsky… -¿Que? -Eso… no se, tu te despediste y yo me quede en el auditórium pensando que ya no te importaba… -Nunca dejaste de importarme Kurt… -Tal vez pero… no se si sabes, pero la razón por la que no había salido con nadie hasta ese momento era porque sentía que si lo hacia, terminaría por poner la lápida a nuestra relación… luego ese día asumí que a ti te daba lo mismo si le ponía una lápida, y cincuenta kilos de cemento encima… —dijo blanqueando los ojos antes de volver a comer. -Ok… esa impresión que tuviste fue totalmente errada, porque debes saber que cuando me dijiste que habías conocido a alguien online y que por cierto tendrías una cita con él... te juro que sentí que me quedaba sin aire… —Kurt sonrió sintiendo que su ego se elevaba un poco más de lo habitual— y si no te dije nada, fue porque, no se… trate de respetarte y asumí que lo que tu querías en ese instante era… -¿Ser solo amigos?... -Exacto… -Entonces… ¿si sentiste celos?... —pregunto  como cantando. -Estaba loco de celos… nunca deje de amarte Kurt… nunca... —dijo Blaine mirándolo fijo. -Muy bien entonces… —añadió su esposo soltando un suspiro. -¿Hace cuanto que tenias esa duda?... -Digamos que desde principios de  2015 —contestó Kurt sonriendo mientras tomaba su copa de vino y daba a su respuesta un tono más bien de pregunta— ¿brinda conmigo? —agregó alzando más su copa. -Por supuesto… —respondió Blaine tomando la suya— ¿y por qué brindamos?... tenemos razones de sobra pero... -Lo se... pero supongo que por este día, porque nos amamos y porque en nombre de todo lo bueno y puro nunca más volvamos a asumir nada… —termino por decir Kurt haciendo chocar su copa con la de su esposo para luego beber un trago más que largo.
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theloverwriter-blog · 6 years
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Parece que va a llover.
-Parece que va a llover hoy, Lottie.-Dijo Chad, mientras observaba el cielo desde la ventana.-
 -Sí, hay muchas nubes grises en el cielo.-Contestó  Lottie con un suspiro.-
 -Creo que nuestro día en el parque se arruinó.-Chad puso su mano en el hombro de Lottie.-
 -No te preocupes, lo podemos dejar para mañana.-Lottie le sonrió.-
 Lottie, dejó a Chad, su hermano mayor en la cocina y ella fue a la sala a ver un poco de televisión, cuando la encendió estaba puesto el canal de las noticias, y efectivamente anunciaban una fuerte tormenta para esa noche.
Después de media hora buscando un buen programa para entretenerse y no encontrar nada, apagó la televisión y se dirigió a su cuarto, cerró la puerta y se acostó en su cama. La época de tormentas era la que menos le gustaba, un año atrás gracias a una tormenta sus padres tuvieron un accidente muriendo al instante, y Lottie se quedó sola con su hermano mayor, Chad, Lottie pensó:”¿Qué hubiese pasado si ellos aún estuvieran vivos?”. Habían muchas cosas que Lottie pensaba, pero tenía que aprender a vivir con la muerte de sus padres.
 Ruidos en la ventana de Lottie la sacaron de sus pensamientos, cuando volteó a ver la ventana, se dio cuenta de que había empezado a llover. Se puso de pie y caminó a la ventana, y cerró las cortinas.
 -¡Lottie, la cena está lista!-Chad llamó a Lottie desde la planta baja.-
 Lottie no contestó, solo bajo. Cuando llego al umbral de la puerta, pudo oler a la perfección la deliciosa comida que su hermano había preparado, waffles. “¡Mi comida favorita!”pensó Lottie.
Chad le entregó un plato con dos waffles con miel, crema batida y pedazos de plátano y un vaso de chocolate caliente.
 Lottie se sentó, y empezó a comer, esos waffles sabían a gloria.
 -Gracias Chad, es mi comida para cenar favorita.-Lottie sonrió, y comió otro pedazo del waffle.-Mamá siempre los preparaba para mí.
 -Lo sé, por eso los preparé, sabía que te gustarían.-Chad dijo y empezó a comer junto con ella.-
 Minutos después, ya habían terminado de comer y estaban recogiendo la mesa, de un segundo a otro, las luces se apagaron.
 -Creo que se fue la luz, Chad.-Lottie empezó a reírse.-
 -¿De verdad? No lo sabía.-Hablo sarcásticamente Chad.-
 Lottie sacó su celular y prendió la luz de el mismo, cuando estaba por sacar velas y un encendedor, se escuchó un vidrio romperse y acto seguido como abrían la puerta.
-Lottie, ve a tu habitación, ahora.-Chad le susurró mientras a ciegas encontraba un cuchillo.-
 Lottie camino lentamente por el pasillo para ir a las escaleras y cuando estaba a punto de subir, una mano le tapó la boca y la jaló de los hombros.
 -Quédate, calladita o te mato.-Le susurró la voz de una mujer en el oído.-No creo que quieras eso.
 Antes de que Lottie pudiera negar con la cabeza, le vendaron los ojos y la tiraron boca arriba en el piso, le amarraron las manos, y piernas. Pasaban los minutos, y había silencio en toda la casa. Y en ese momento empezaron a sonar truenos. “Qué suerte, justamente cuando necesitamos ayuda” pensó Lottie.
 De la nada, le quitaron la venda de los ojos, y se dio cuenta de que las luces de la casa estaban encendidas, la levantaron bruscamente y la amarraron en una silla.
 -Vaya, vaya, los hermanos Fitzlergard.-Habló una voz profunda de la nada, y entró a la sala de estar, mientras se quitaba el antifaz que traía puesto.-Hola, Chaddie.
-¿Steven? ¿Qué demonios haces?-Chad le preguntó alarmado.-¿Es una broma, cierto?
 “¿Steven? ¿Nuestro hermanastro? ¿Enserio esto está pasando?” Lottie pensaba cosas a la vez.
 -Sí, hola hermanitos.-Steven puso una sonrisa maníaca.-Quiero hablar con ustedes.
 -Eh, ¿sobre qué?-Lottie lo miro incrédula sin creer lo que estaba pasando.-
 -Sobre mí parte de la herencia, ¿dónde está mi parte?-Steven los miro.-
 -¿Tu parte? No hay ninguna parte para ti, papá no dejó nada para ti.-Chad lo miró a los ojos.-
 -Llevo esperando meses por mi parte, ¿y me vienes con eso? De nada me sirvió hacer el trabajo sucio.-Habló Steven con decepción.-
 -¿Cuál trabajo sucio, Steven?-Lottie preguntó insegura.-
-Ah, claro. El año pasado estaba en apuros, y no tenía dinero y papá ya no quería darme..así que..-Steven hizo una pausa.-Los maté, es decir, ocasione su accidente.
-¿Ocasionaste qué, Steven?-Una voz de mujer habló, y una chica con cabello castaño apareció de la nada.-¿Los mataste? ¡Tú no me dijiste eso! ¿Qué está mal contigo?
 La chica salió corriendo, y Steven salió corriendo detrás de ella. En ese tiempo, Chad logró desatarse a sí mismo y también a Lottie.
 En cuanto Chad desató a Lottie, Steven entró por la puerta y los miró, Lottie se dio cuenta de las intenciones de Steven así que corrió por las escaleras y cerró con pestillo, no podía oír a Steven y Chad peleando por los truenos que sonaban desde afuera. Tomó su celular, y marcó a la policía.
 Minutos después, las sirenas de la policía se empezaron a escuchar, Lottie abrió la puerta y escuchó como la policía entraba y esposaban a Steven. Bajó las escaleras con inseguridad y se encontró una escena horrible. Chad, estaba muerto con un corte justamente en la garganta, lo observo mientras lloraba. Alzó la cabeza y vio a Steven sonriendo con malicia. Lottie se acercó a él y le susurró al oído:
-Vas a arrepentirte por haber hecho esto, Steven.-Le dijo Lottie.-Nos vemos pronto.
 Escrito por: @theloverwriter
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aoiwolf · 6 years
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Strange Distortions - 13
Capítulo 13
   Rhena, Usa y Yon caminaban otra vez por quién sabe dónde, nuevamente en línea recta, pero ésta vez había algo diferente. Una pequeña niña rubia los seguía, manteniendo una distancia de más o menos unos 8 metros de ellos.
   - Dejavú – dijo Rhena en voz alta – Me recuerda a alguien
   - Estamos ya bastante lejos de la ciudad, no podemos simplemente dejarla aquí e irnos saltando – dijo Yon al grupo.
   - Aunque lo hiciéramos, esa pequeña es feroz, puede seguirnos el paso sin problemas y darnos una buena tunda si tiene ganas – respondió Usa.
   - ¿Qué es exactamente? – preguntó el exorcista
   - Es una conexión perfecta entre humano y distorsión – dijo Usa – Pero no se realiza tomando la mente de la persona, eso es imposible. Parece que la distorsión se conectó con su cuerpo, sin pretender controlarla, lo que significa que sigue siendo una niña común, pero con una distorsión a su completa merced.
   - Puede que no sea la primera vez que vemos algo así – dijo Rhena pensativa.
   - Es la razón principal de nuestro viaje – contó Usa a Yon – Encontrar y acabar con cierto sujeto, que bien podría haber sido un caso parecido a éste, sólo que no lo sabíamos la primera vez que nos enfrentamos a él.
   - Así que iban tras algo así. Un objetivo personal. Viajar peleando sin parar, y sin ningún dinero de por medio ya me sonaba demasiado irreal.
   - ¿Quién dice que no hay dinero? – dijo Usa pícaro – Rhena puede hacer vomitar a los cajeros automáticos en menos de un segundo
   - Es solo para lo necesario, comida, estadía, ya sabes – respondió Rhena – Con todas las vidas que salvo, creo que me lo merezco
   - Puede que sea verdad, ¿Pero por qué no hacerlo oficial? Las distorsiones vendrían a nosotros para variar, y no tendrías que distorsionar cajeros automáticos – dijo Yon con brillo en sus ojos.
   - ¿Qué sugieres exactamente? – preguntó Rhena.
   - Formamos nuestra empresa de exorcismos y somos socios. Los casos paranormales que nos lleguen probablemente serán causados por distorsiones, y podremos administrarlos y elegir cuales atender según su importancia.
   - ¿60% para mi, 40% para ti?
   - Dado que tú eres la experta, me parece bien. Yo tengo un buen lugar que podemos usar como base de operaciones, si no te molesta mudarte a Genzai.
   - De esa forma podríamos tener cientos de reportes de todas las ciudades viniendo hacia nosotros, aumentaría enormemente el rango de búsqueda. Encontrar a nuestro hombre distorsión sería mucho más fácil – dijo Usa frotándose la barbilla.
   - ¿Qué dices? – preguntó Yon.
   - Tendría que ver donde quedarme… - dijo Rhena, parecía estar cediendo.
   - Puedes quedarte en la base, estoy seguro de que la encontrarás cómoda, cuenta con un par de habitaciones. – dijo Yon tratando de cerrar todos los cabos ahora que parecía casi haberla convencido – Yo tengo mi departamento no muy lejos de allí, no llegaré tarde a trabajar
   - Mmmmmmhhhhhhhhh……………
   Usa y Yon esperaban la respuesta de Rhena con impaciencia, el suspenso iba a matarlos a ambos.
   - Está bien – dijo finalmente – Pero sigues siendo un aprendiz, y yo no recibo órdenes
   - Ni lo pensaría – respondió Yon sonriendo
   - Solo nos queda una cosa por resolver – Dijo Rhena y se frenó de repente, dando media vuelta y avanzando hacia la pequeña niña rubia que los seguía.
   Yon la siguió, y ambos quedaron de pie frente a ella.
   - ¿Por qué nos sigues pequeña? – preguntó Rhena.
   - Ahm…La señorita me dio este sobre para ustedes, por el exorcismo – dijo la niña y les alargó el sobre.
   Rhena lo abrió y sacó el enorme fajo de dinero.
   - Aún no estaba del todo convencida, pero ahora ya lo estoy – dijo Rhena sonriendo, mientras contaba el dinero y lo separaba en dos partes – 60% para mi, 40% para ti
   - Que sea el primero de muchos – dijo Yon mientras tomaba su parte y hacía el gesto para guardarlo en su traje. Entonces recordó que ya no lo tenía, y que lamentablemente allí se encontraba su sueldo anterior. Guardó el dinero nuevo en su bolsillo, y agradeció que la niña haya podido seguirlos con sus poderes, de lo contrario se encontraría sin medios para volver por su cuenta.
   - Muchas gracias pequeña, ya puedes volver a casa – dijo Rhena, dio media vuelta y comenzó a caminar otra vez.
   Yon se despidió de la pequeña y alcanzó a Rhena, y continuaron caminando, pero la pequeña no se detuvo, continuó siguiéndolos.
   - Lo que me temía – dijo Rhena a Usa
   - Parece que tienes un imán para los raros Rhena jajaja – respondió Usa entre carcajadas
   - Eso también te incluye – le respondió Rhena
   - Yo no te sigo, ni siquiera estoy moviendo las piernas – dijo Usa ofendido
   - Bueno, tenemos que aprender sobre ese tipo de conexión distorsión-humano de todas maneras. Puede que sea la mejor forma – dijo Rhena al grupo
   - ¿Mejor forma? – preguntó Yon.
   Rhena volvió a dar media vuelta y encaró nuevamente a la niña.
   - Soy Rhena, el es Usa y el es Yon ¿Cuál es tu nombre pequeña?
   - Soy Kiiru, y éste es Kuro – dijo la niña mientras una figura negra aparecía a su lado.
   La sombra tenía la misma apariencia que la armadura negra que usaba la niña. Ésa era la distorsión. Lucía tímido, miraba hacia abajo con sus ojos brillando en gris, y juntaba sus dos dedos índices.
   - Hola… - dijo Kuro, y luego volvió a desaparecer al instante.
   - Interesante – dijo Rhena para sí misma - ¿Vas a volver a tu casa?
   - No tengo casa – respondió Kiiru.
   Rhena podía leerla fácilmente. Estaba fingiendo ser tierna a propósito. A diferencia del llanto de hace rato, ahora la pequeña tenía un objetivo detrás. Su manera de pelear le dejaba claro que no se trataba de ninguna chiquilla desvalida.
   - Responde mi pregunta, ¿Vas a volver a tu casa? ¿Sí o no?
   - No
   - Sigh – suspiró Rhena – Esta bien. Respóndeme esto ¿Quieres venir con nosotros? ¿Sí o no?
   - ¿Kuro también puede?
   - También puede
   - Si…si quiero… - respondió la pequeña, aún fingiendo ternura según le parecía a Rhena.
   - Bien – dijo Rhena y le extendió la mano.
   La pequeña se estiró para tomarla, y al hacerlo dejó salir una sonrisa deslumbrante, dirigida exclusivamente hacia Rhena. Esto la tomó por sorpresa. No había asomo de malicia. Era totalmente genuina. Involuntariamente terminó sonriéndole ella también.
   El equipo continuó caminando un poco más. Rhena explicó a Usa y a Yon que la pequeña también formaría parte del grupo, y que ambas se hospedarían en la base, pero que ellos deberían también ayudar a cuidarla. Aunque no es que realmente hiciera falta, esa pequeña podía acabar con ambos fácilmente.
   Usa saltó al hombro de Yon.
   - ¿Qué opinas tú de todo esto? Esa pequeña me da mala espina
   Yon ya tenía lo que quería. Su profesión como exorcista de repente ganaba significado. Ahora sería capaz de enfrentarse realmente a lo sobrenatural. Si el tener a la pequeña cerca ayudaría a Rhena a entender como vencer al hombre distorsión que buscaban, entonces él estaba a favor.
   - Todos nos llevaremos bien, ¿Cierto Kiiru? – dijo Yon sonriéndole.
   Kiiru no contestó. Se limitó a mirarlos seriamente por un momento, y luego les sacó la lengua mientras se bajaba la piel bajo el ojo derecho con su mano libre en señal burlona.
   Usa tenía una vena de energía palpitándole en la frente mientras que Yon solo reía confundido mientras se rascaba la cabeza.
   - Bien, llegamos – dijo Rhena a todos.
   Se encontraban cerca de una estación de trenes eléctricos. Desde allí podrían tomar uno directo hasta la estación central, y luego buscar el que necesitaran para llegar a cualquiera fuera el destino.
   - Usa y yo debemos volver a nuestro pueblo, tenemos cierto asunto mañana. Me vendrá bien para buscar mis cosas – dijo Rhena mientras Usa volvía a su hombro – Tu cuida de la pequeña. Vuelve a Genzai y prepáranos esa base de la que hablas. Me comunicaré contigo por celular en dos días para que me indiques la dirección exacta.
   - Está bien, suena a un plan – dijo Yon, que con todo lo sucedido, no tenía ni idea de que día era hoy. Se preguntaba si Rhena estaría igual.
   A Kiiru, por otro lado, no parecía estarle gustando nada lo que oía. Rhena le soltó la mano y la miró a los ojos.
   - No me sigas, de lo contrario se anula nuestro acuerdo. Te veré en dos días y podremos practicar un poco mas de lucha si quieres
   Luego Usa hizo aparecer la armadura y ambos se perdieron saltando en el horizonte.
   Yon estiró su mano hacia la pequeña.
   - Vamos a tomar ese tren – dijo sonriendo
   Kiiru simplemente lo ignoró, se llevó ambas manos atrás de la cabeza y se limitó a caminar en dirección a la estación.
   - Tratar con niños es aún más difícil – dijo Yon para sí mismo, y empezó a caminar él también.
   Mientras tanto, en el orfanato “Niños de la Luz”, la joven con aspecto de secretaria se encontraba sentada en una oficina.
   - Kiiru no volvió. Siempre vuelve para la hora del postre. Parece que al fin puso en práctica lo que le enseñé – reflexionaba la joven sentada allí, frente a un manojo de papeles – “Se nota en tus ojos que quieres irte, pero duele demasiado hacerlo si sabes que estaras completamente sola. Si quieres tener amigos, si quieres agradar a la gente, entonces mejor oculta ese lado de terrible que tienes y muéstrales ternura, sonrisas y amabilidad, aunque tengas que fingirla”
   - Si, el mejor consejo que pude haberle dado – dijo la joven mientras escribía en un legajo frente a ella.
   En el papel figuraba el nombre de Kiiru, ciertos datos sobre ella, y en el espacio en blanco del final, la joven terminó de escribir “Independizada”.
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