Tumgik
#Tu deseo cariño voy a conceder
almanriquelapoeta1 · 1 year
Text
Tumblr media
0 notes
neuroconflictos · 5 years
Text
Efectos secundarios de un insomnios y unas lágrimas de más... (10ª parte de “El brillo de los ojos”)
Esa noche, el insomnio me atacó, pesadillas me desvelaron y tomaron el control de mi cuerpo. Veía a Ieltxu, alejándose; a Daniel y a mis amigas siguiendo su ejemplo también. Yo no podía alcanzarles, por mucho que corriera, mis pasos no llegaban a su altura. Me desesperaba. ¿Porque? ¿Porque me hacen esto? ¿Porque me dejan tirada a la deriva? Yo seguía corriendo, por ese espacio en blanco, que me recordaba a la hoja en blanco de un artista. Corrí hasta que mis piernas no dieron más de sí, hasta que mi fatiga solo me pidió caer y caer. Miraba hacia abajo, no había fondo, si caía y bajaba; no conseguiría volver a subir. Pero mis piernas ya no podían caminar más, caería, y jamás dejaría de caer.  Sentí a mi corazón pararse un milisegundo mientras  caía. Si había fondo, sabía que moriría en cuanto mi pobres huesos rozaran el suelo. Cerré los ojos entre lágrimas cuando tuve la sensación de que me acercaba al frío y duro suelo. Ahí abajo se acabaría todo, y puesto que no podía hacer nada, solo me faltaba dejarme llevar a mi final inminente. Cuando volví a abrir los ojos, sencillamente estaba en mi cuarto, con mi almohada mojada y mi cuerpo gobernado por el pánico y los temblores. El corazón me latía a mil, eso solo consiguió hacerme llorar y sentirme en una especie de mezcla de emociones entre el pánico y el alivio. Mi cuerpo seguía temblando, mis dientes castañeaban, más lágrimas amenazaban con escapar por mis ojos.  Busqué mi móvil instintivamente y quedé cegada por el brillo de este. No eran más de las 3:30AM. Nadie estaría despierto a esa hora, pero aun así, necesitaba escuchar el sonido de una voz familiar. Mi alma necesitaba una voz y un alma amable que la pudiera acoger y reparar. Antes de que me diera cuenta, ya había marcado un número de teléfono y la línea ya estaba dando paso a una voz familiar. Me sorprendió no encontrar rastros de somnolencia en su voz, parecía como si llevara rato despierto pero aún no tuviera sueño:
- ¿Citalli? Es tarde….¿pasa algo?
Yo no pude articular ni una sola palabra, solamente me salían sonidos inteligibles, gemidos, sollozos incompletos. Poco a poco, fue como si él fuera despertando.
- Citalli… cariño…. ¿qué te pasa? Háblame, por favor, háblame. Dale voz a tus males.
Yo seguía, sin poder articular ni una sola palabra. Él mientras tanto, esperaba paciente y atento. Al cabo de un rato, en vista que no iba a ser capaz de hablar, hasta que me pudiera relajar un poco, dijo esto:
- Hagamos algo ¿vale? Háblame, cuando te veas lista, hasta entonces, escucha mi voz. Estoy aquí, y seguiré aquí, no tengo pensado irme de tu lado, ni ahora ni nunca. Alguna vez, quizás cante estrofas sueltas, pero todo con tal de dibujar una sonrisa en tu rostro.
En el instante en el que terminó de hablar, yo asentí en señal de afirmación, después de darme cuenta, que él no era capaz de ver mi rostro, aun así no hice nada más.  Creo que se lo debió de imaginar, porque continúo hablando, con mucha calma. Me hablaba sobre lo hermosa que estaba la luna esa noche. Me preguntó si tenía ventana en mi habitación, esperaba que sí la tuviera. Me contó que era lo que estaba viendo. Contaba como su habitación estaba siendo pintada por el brillo plata que solo la luna era capaz de conceder. Me contaba, como mis ojos le recordaban a las estrellas perdidas en el cielo del desierto. Me afirmaba una y mil veces, cómo le gustaría estar allí para apagar la mecha de todos mis males, cómo le gustaría protegerme entre sus brazos y su pecho, bajo las luces y las sábanas de mi habitación. No paraba de afirmar que se desharía de mis lágrimas a base de besos por toda mi cara, que besaría las estelas saladas de lo que alguna vez fueron. Eso me hizo sonreír, me hizo sentir mejor; me hizo sentir protegida. Sentía su fantasma detrás mío, con esos restos de brisa que podrían haber sido su aliento, posarse en mi cuello y en mi clavícula. Al cabo de un rato, ya me relajé y ya fuí capaz de hablar. Primero, solo un débil gracias, fue capaz de escapar de entre mis labios. Sabía que él había sonreído al otro lado de la línea.
- No me las des, haría todo lo que fuera por tí, mi niña.
- ¿Algún día te irías? ¿Me dejaría así sin más? ¿Dejarías que me enfrentara sola a mis fantasmas, y que muriera sola en el intento?
- No voy a irme, no voy a soltar tu mano. Seré tu soldadito de hierro, y aunque hay algunas batallas a las que tendrás que enfrentarte sola, yo te acompañaré en todas las que pueda. Porque me duele pensar, que algún día puedas estar lejos y que yo no puede protegerte. Me duele pensar, que algún día te puedes ir, te podrás olvidar de mí. Te olvidarás de nuestras canciones, de nuestros sueños hechos a base de cristales empañados. Y no quiero eso. Yo quiero, que te encuentres siempre a mi lado. Quiero que me dejes cantarte hasta que no me quede más voz. Quiero que me dejes redescubrir el mundo contigo, quiero vivir aventuras a tu lado. Quiero que sean las mejores que hayas vivido. Quiero que me dejes abrazarte, todos los días, que me dejes darte mi alma. Darte mi alma, hacerla tuya, y dejar que sea solo tuya, así como es; sin más , porque eres tú su dueña original. Quizás, algún día tú también te veas capaz de entregar tu alma y corazón sin ninguna clase de reparos. Puede que esa persona, sea yo, puede que no. Por eso deseo esperarte, por eso deseo amarte, por eso deseo que me des la oportunidad de quererte como nadie jamás te ha querido; para que pueda ser yo esa persona a la que le puedas entregar tu corazón sin ninguna clase de duda. Por eso intentaré hacerte feliz todos los días, te ayudaré en todo lo que pueda, te enseñaré mi mundo y quizás te enamores de él; tanto como lo estoy yo. Pero para eso, necesito que me concedas esa oportunidad. ¿Sabes? Una vez me dijeron, que las personas somos como radios, andamos siempre intentando buscar alguien con nuestra misma sintonía, con nuestra misma frecuencia. Si conoces a esa persona, que está en la misma frecuencia que tú, jamás la dejes ir, no hay nadie como esa persona. Jamás encontrarás una explicación de`porque la quieres, jamás sabréis porque estáis los dos en la misma frecuencia. Si no sabéis porque, eso es amor. Porque hay algunas cosas que no necesitan una explicación racional. Entonces, ¿me dejaras quererte?  
- Bueno, probemos.
- Perfecto, gracias por dejarme probar Ci. - me respondió acompañado de un bostezo.
- Gracias a tí por darme algo con lo que volver a creer.
- De nada, ¿me dejas que te cuente un secreto?
- Claro.
En vez de llegar una respuesta, llegaron unos ronquidos. Ieltxu se había quedado dormido. Supongo que ya tendría que preguntarle sobre el secreto otro día. Pero me quedé con la curiosidad que me provocaba el querer saber que era.
- Cristalina Estrellada
34 notes · View notes
tintasensual · 6 years
Text
Te imagino en la cocina, preparando la cena. Llego a casa, cansado. Aflojo el nudo de mi corbata, dejo el maletín sobre la mesa y voy hacia ti. Normalmente me darías un beso suave y una sonrisa mientras preguntas por mi día. Pero hoy quiero más…me coloco detrás de ti mientras cortas las verduras, y susurro “buenas noches cariño”, mientras mis manos se posan sobre tus nalgas. Noto tu cuerpo tensarse, cada vez más, mientras mis labios empiezan a morder tu lóbulo. Sigues con tu tarea, sin interrumpirla en ningún momento, aunque mis manos ya empiezan a colarse bajo tu camiseta. Ufff, no llevas sujetador….eso me excita, y tu lo sientes a través de la ropa. Juego con tus pechos, me entretengo con ellos,  y mi  barba traza un camino de besos desde tu oreja hasta la clavícula. No te veo, pero sé que sonríes juguetona. Estás bellísima, con la luz tenue de la cocina, y esos tres mechones sobre tu cuello que lograron escapar de tu moño…
Lentamente te giras, y entrelazas tus brazos tras mi cuello. Tus ojos verdes empiezan a brillar, y se me escapa una sonrisa juguetona al ver tu boca entreabierta, mostrando tu excitación. Clavas tus ojos en mí , y dulcemente acaricias mi barbilla, llevándola hacia ti, y susurras “Bésame”. Me besas lenta y apasionadamente, disfrutando cada segundo, explorando todos los rincones de mi boca, matando todos mis miedos a tu paso, a la vez que tus manos acarician mi pelo y mi cuello. Te tomo de la cintura y disfruto recorriendo tu piel, tan suave, tan firme y bronceada. Después de perder completamente la noción del tiempo en un beso, vuelves a mirarme, con esa sonrisa que mueve el mundo, y empiezas a desatar la corbata. Con la corbata fuera de juego, vas abriendo uno a uno los botones de la camisa. Lo haces concienzudamente, sin prisas, con delicadeza, y me gusta ver tu rostro tan dulce mientras lo haces. Se nota que estás disfrutando y que te gusta lo que ves.
Antes de desabrochar la camisa por completo, tus manos se posan en mi pecho, trazando suaves caricias. Te dejo hacer, sabes como tratarme, y lo que me gusta en cada momento. Una de tus manos baja hacia el pantalón , desabrocha mi cinturón, y baja la bragueta mucho más lentamente de lo que me gustaría. Tu mano se cuela adentro, y siento que voy a explotar de la excitación, mientras me palpas por encima de la ropa interior, clavando tus ojos en los míos. No te das cuenta, pero te estás mordiendo el labio inferior. Yo me muerdo las ganas de levantarte y ponerte encima de la mesa. Me atraes hacia ti, y me arrastras a otro beso, ésta vez más salvaje, aunque primero disfrutas besando mi cuello, sin que tu mano deje de acariciarme en ningún momento. Cuando me siento al límite, bajas despacio el calzoncillo, dejando salir mi polla, que asoma por la bragueta, emanando ganas de ti. Sin dejar de mirarme y besarme, empiezas a masturbarla muy suavemente, disfrutando cada vez que me ves cerrar los ojos de placer.
Llevas un ritmo muy suave, la acaricias, juegas con ella, la haces endurecerse cada vez más y mas. Me molesta todo lo que no sean tus manos, así que me quito la camisa, y tu te encargas de bajar por completo el pantalón. Me tienes desnudo. En tus manos. A tu merced.  Te quito con cuidado la camiseta, y me deleito con la visión de tus pechos…quiero comerlos, pero no me sueltas, ni me dejas acercarme. Tu mano derecha acaricia mi pierna, de vez en cuando pellizca mi culo, o juguetea con mis testículos, mientras la izquierda no deja de masturbarme, cada vez más y más rápido, rozando la punta de mi polla con tu piel y sin dejar de mirarme, observando cada reacción. Sabes lo que espero, pero hasta que de mis labios no escapa un “por favor, hazlo”, lleno de deseo no me lo concedes.
Por fin te agachas frente a mi, y me miras juguetona con una sonrisa antes de recorrer mi polla con un lametazo fuerte, intenso, desde la base hasta la punta. A partir de ahí, cierro los ojos y ya no soy capaz de saber lo que haces, solo sé que me envuelves, que me mojas, haces que mi cuerpo descubra sensaciones casi olvidadas. Mis manos se posan en tu cabeza, con dulzura. Otras veces te han ayudado, marcando el ritmo, pero hoy te dejo que decidas tu, yo solo me dedico a acariciar tu pelo y a disfrutar del momento. Podría correrme ahora mismo. Podría hacerlo, y sería el hombre más feliz del mundo. Lo sabes, y quieres dármelo, cada vez más y más rápido. Pero no quiero que acabe aún. Cuidadosamente, separo tu cabeza de mi, y me agacho para besar tus labios, aún con mi sabor. Te ayudo  a levantarte, y te quito el pantalón para descubrir la excitación que te empapa a ti también.
Te agarro del culo mientras te beso, y tu anudas tus piernas a mi espalda. Te llevo en brazos sin dejar de besarte hasta la silla de la cocina. Me siento, y te hago una señal para que te sientes encima. Notas mi polla rozándote el culo y las lumbares, la buscas para masturbarla, pero no te dejo.Abro tus piernas lentamente, viendo como te tensas cuando mis dedos te acarician desde la rodilla hasta las ingles. Deslizo mi mano hacia tu coño. Está húmedo, pero no lo suficiente. Empiezo a acariciarte el clítoris, mientras rozas tu culo contra mi, besándote los brazos y los hombros, posando mi respiración excitada en tu oído. Cada vez voy un poco más rápido. Entregada, sincronizas los movimientos de tu cuerpo con los de mi mano derecha, mientras mi otro brazo te sostiene fuerte para que no caigas. Imagino tus ojos cerrados, contemplo el movimiento de tus pechos, y disfruto con tus jadeos, excitándome cada vez más.
Sigo masturbándote, sintiendo como empapas mis dedos. Pero ahora ya no puedo más. Cuando te digo un “quiero metértela” al oído,  te montas encima mío, con mucha suavidad, sintiendo como se desliza lentamente adentro de ti. Los primeros compases los hacemos lentos, como si estuviéramos reconociéndonos. Poco a poco vas subiendo el ritmo cada vez más y más descontrolada. Tus jadeos ya han dado paso a gritos, que resuenan por toda la casa, y empiezo a dudar si me partirás con tu fuerza, con tus ganas. Mis dedos se aprietan contra tus muslos, acompañando al ritmo que tu marcas. “Espera, aún no”. Te levantas, con las piernas temblorosas y apoyada contra la silla, me ofreces tu coño para que entre por atrás. Ahora sí, nos entregamos los dos con locura, con fuerza, con saña. Sientes como entra y sale de ti hasta que no puedes más, mis dedos apretando tus nalgas sin control, y a la vez que sientes mi pene explotar dentro de ti, te agarras fuerte a la silla para no caer del esfuerzo y el placer, envuelta en un orgasmo que te hace perder de vista el mundo durante unos segundos. Nos quedamos así, recobrando la respiración, nuestros cuerpos aún unidos.  Cuando me separo de ti, suspiras, con una sonrisa en los labios. Esa maldita sonrisa. Te giras, me besas, me abrazas fuerte y dices : “¿Por qué has tardado tanto hoy?  Llevaba rato esperándote….”
FIN
0 notes