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#mujer al sol
lascitasdelashoras · 3 months
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English Garden, Monopteros, Munich, 1954, Erika Groth-Schmachtenberger. Germany
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junmsli · 4 months
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so it goes
pairing. enzo vogrincic x virgin!reader
cw/tw. smut, praise, oral sex (reader y enzo reciben), enzo un poco posesivo, virgin!reader, piv sex, established relationship, unprotected sex, edades no especificadas, afab!reader/pronombres femeninos.
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no es un secreto para nadie que la virginidad es solo un constructo inventado desde el machismo. las mujeres no sufren de ningún tipo de cambio después de tener relaciones sexuales por primera vez. a pesar de saber que el concepto de la virgnidad no tiene ni pies ni cabeza, siempre pensaste que tu primera vez sería con alguien que de verdad significase algo para ti.
con un novio como enzo, sabías que la comodidad y el respeto son cosas con las que puedes contar, ya sea en este tema en específico o en cualquier otro aspecto, el peli negro encaja en tu definición de confianza.
enzo va a ser paciente y amable contigo, te dices a ti misma y sacudes tu cabeza buscando desaparecer de tu mente todo lo que piensas podría salir mal, ¿por qué llenar tu mente de todos los posibles escenarios negativos? todo irá bien y tendrás otro recuerdo precioso con tu novio que llevarás contigo con mucho cariño.
prefieres no darle más vueltas al asunto y buscas en tu armario un outfit para la cita de hoy. el plan era ir al nuevo restaurante frente a la playa, irían un poquito antes de las 7pm para apreciar la puesta del sol en la arena, la ida al restaurante y la cena, por último, volverían hacia el departamento del mayor.
habían hablado del tema la tercera noche que habías pasado en su departamento, discutiendo todo lo que pasaba por tu mente sobre tu falta de experiencia.
“¿te molesta esperar?”
“¿por qué me molestaría esperar?” enzo te había contestado, haciendo latir más rápido tu corazón. ambos acostados en la cama de él, viendo hacia el techo y tomándose de la mano después de una sesión de besos más que intensa.
luego de lo que parecieron horas, decidiste ponerte tu vestido favorito, de color negro, bastante cómodo y ligero. escuchaste la puerta ser tocada y miraste hacia tu reloj, notando que el mayor había llegado un minuto antes de lo acordado.
 “ya voy” dices en voz alta y te pones en marcha para abrirle, encarando al pelinegro, que como tu, tenía una cálida sonrisa en su rostro “hola, linda” dice enzo, elimina la distancia entre ambos y pone sus manos tu cintura, miradas encontrándose y diciendo en aquel lenguaje único cuanto se extrañaron y cuánto aman estar en la presencia del otro. 
“¿soy linda?” tú dices con una sonrisa llena de diversión.
“tan linda que sos lo único en lo que puedo pensar, sos muy preciosa” contesta, lo que hace calentar tus mejillas. se aleja de ti solo para tomar una de tus manos con una de la suyas. caminan de la mano hacia la salida del edificio, en busca de un taxi.
después de algunos minutos se suben al auto que los conducirá hasta la playa, apoyas tu cabeza en el hombro de enzo, sin soltar su mano en ningún momento, cierras los ojos y hueles el perfume de enzo con una pequeña sonrisa. dos cuerpos apoyados en los asientos del taxi, calentándose y latiendo el uno por el otro.
el tiempo parece volar y pronto llegan a su destino. enzo se aparta de tu lado con gentileza para abrirte la puerta, ocuparse del pago y agradecer al conductor. puedes decir que no está dispuesto a tener las manos lejos de ti por mucho tiempo, ya que te ofrece una vez más su mano, rápidamente volviendo a tener contacto contigo.
caminan hacia la playa mientras tarareas tu canción favorita. “son las 6:40, tiempo perfecto para ver la puesta del sol si me lo preguntas.” dices y jalas de su mano para avanzar más rápido con él hacía la arena. ambos sueltan un pequeño suspiro una vez que están ahí, contemplando la hermosa vista, escuchando las voces de las personas a su alrededor, el mar y las olas contra la arena.
comparten minutos llenos de silencio, llenos de tranquilidad hasta que enzo decide romper el vacío de diálogo;
"viviría feliz en montevideo contigo, en pequeños y grandes roles. sería el hombre más afortunado por toda mi vida", dice, dejando escapar sus pensamientos con la misma franqueza de siempre, sin filtro ni reservas.
"¿qué? ¿estás bromeando?" respondes con evidente confusión, arqueando una ceja mientras lo observas en busca de alguna señal que aclare sus palabras.
"no estoy de joda con vos, nunca lo estoy", responde él, encogiéndose de hombros con sinceridad.
"no te lo permitiría", piensas en cruzar los brazos para reforzar tu punto, pero decides mantener el contacto físico con tu novio, prefiriendo esa conexión.
"¿por qué no?" enzo finge sorpresa, consciente de que esa sería tu reacción.
"¿qué clase de novia sería si te dijera 'sí, enzo, quédate aquí conmigo, no te aventures fuera del país para explorar tu potencial. podríamos ser felices, pero siempre viviríamos con la incertidumbre de lo que podría haber sido'?"
"esperaba ese comentario de vos", responde enzo con calma.
"gracias por esperar lo mínimo de mí. me reconforta saberlo", dices con sarcasmo pero con una sonrisa cómplice. estás en un breve silencio, contemplando el atardecer antes de volver la mirada hacia enzo. "no deberías esperar que sea egoísta contigo y todo lo que puedes lograr. ya te ha ido bien más de una vez, y eso me llevó a conocerte en primer lugar", añades con una tranquilidad reflexiva. "y, aunque me hagas sentir... dios, no sé cómo explicarlo, este sentimiento de ser amada por ti, tú debes ser siempre tu primera prioridad. si estás dispuesto a esperarme, yo también lo estaré", admites, evocando el recuerdo de esa noche y la conversación que marcó un punto de inflexión en su relación.
"son dos cosas distintas", comenta enzo, también recordando claramente aquel diálogo
“¿mi primera vez y tu carrera de actuación? la verdad sí, no es el mejor ejemplo pero se entiende.” ahora es tu turno para encogerte de hombros.
se quitan los zapatos y deciden sentarse en la arena, tú con las piernas estiradas, quizás no fue tu mejor elección el vestido para esta ocasión, pero no importa cuando estás con él.
el silencio los envuelve por unos minutos mientras contemplan la puesta del sol, como si el tiempo se detuviera para permitirles disfrutar de ese momento juntos. enzo acaricia tu mano con delicadeza, voltea para encontrarse con tu rostro y procede a dar inicio a la reunión de sus labios, un beso lleno de ternura y pasión. toma tus mejillas con suavidad, intensificando el contacto, y se sumerge en la profundidad del beso, compartiendo un instante de intimidad que les pertenece solo a ustedes. duran unos preciosos minutos disfrutando del ya no tan delicado roce entre sus bocas, perdidos en el éxtasis del amor compartido.
"me haces muy feliz, siempre", él murmura al romper el toque entre sus labios, su voz cargada de sinceridad y emoción. "más de lo que te podes imaginar."
sus palabras llenan el aire con un sentimiento cálido y reconfortante, confirmando lo que ya sabías en lo más profundo de tu corazón: que este amor es real y todo tuyo. las olas continúan su danza rítmica, chocando contra la arena, mientras la oscuridad de la noche se adueña del entorno, acompañada del inconfundible aroma marino. reposas tu cabeza en el hombro de enzo una vez más, dejando escapar un suave suspiro. 
“gracias por amarme tanto.” expresas con gratitud.
“no tenés que agradecer ser amada, gorda, nunca.” responde enzo, manteniendo su mirada en ti. mientras tú sonríes con serenidad, él muestra una sonrisa que refleja comodidad y un toque de diversión, creando un momento impregnado de afecto y complicidad en la brisa nocturna.
"sé que no es necesario, pero aún así, gracias", respondes con una suave risa. tus pies juguetean en la arena, moviendo los dedos mientras te zambulles completamente en el momento. observas cómo los pies de enzo también comienzan a moverse y ríes bajito.
hubo momentos en los que creíste que ser amada era una tarea ardua, que lo mejor de ti se veía eclipsado por tus propias inseguridades. pero entonces, el peli negro irrumpió en tu vida, haciendo que amarte pareciera tan fácil. 
se ponen de pie, sacudiendo la arena en su ropa, continúan poniéndose de vuelta el calzado y caminan hacia el restaurante, en pocos minutos están sentados en la mesa, deliberando sobre qué elegir para la cena. decides optar por el mismo plato vegano que el de enzo.
“¿qué querés ver hoy en casa, amor?” pregunta él en el momento en el que el mesero recoge sus pedidos.
“¿ver?” dices, parecía que ya tenías una idea muy clara sobre cómo ibas a pasar la noche con enzo y eso no incluía ver tele. “lo hablamos mientras vamos para allá.” 
“dale, igual tengo un par de ideas si no tenés nada pendiente por ver.” asientes ante lo que menciona y no le das mucha importancia por ahora. “hay varias cosas que tengo apuntadas, de hecho.”
los platos de ambos llegan, le dan las gracias al mesero y la cena entre pequeños diálogos da inicio.
“tuve un lindo día en el trabajo, los niños son fenomenales��� hicimos algo que vi en internet sobre escribir una reseña de una película al estilo de letterboxd. primero aprendieron sobre las partes de una reseña, sus funciones y bastante de cine, había impreso unas plantillas con el logo de la app. vimos elementos, yo tampoco la había visto así que también escribí mi propia reseña.” hay mucha alegría en tu rostro mientras le cuentas a tu novio tus recuerdos de unas horas antes de ese mismo día. “fue una interesante didáctica, bastante desarrollo de pensamiento analítico y crítico, a parte que se la pasaron muy bien mientras veíamos la película y cuando compartieron sus reseñas con toda la clase. dibujaron y todo para explicar sus puntos.” comentas muy amenamente y das otro bocado a tu plato.
“sos la mejor.” dice enzo, bastante fascinado por tu amor por lo que haces. “ahora yo también quiero conocer las partes de una reseña.”
asientes y con una sonrisa divertida le dices. “aprendes muy rápido, yo te enseño sin problema.”
durante la cena, en medio de una atmósfera serena, comparten entre sí los detalles de lo que hicieron durante el tiempo en que estuvieron separados. enzo relata con entusiasmo las sesiones fotográficas que llevó a cabo antes de la próxima rueda de prensa de su nueva película, mientras que tú detallas cada día como profesora, siempre con una nueva anécdota que contar. 
al terminar los platos, pagan la cuenta y emprenden el camino de regreso a casa.mientras caminan en busca del transporte que los lleve a casa tu cabeza está inundada de distintos pensamientos, más que nada sobre lo que pueda suceder en el departamento con tu pareja. 
al llegar a la casa del actor, te diriges a la cocina en busca de un vaso. “gracias por la cita, en, la pasé más que bien.” le dedicas una dulce mirada y luego procedes a servirte un poco de agua.
“no sé qué sería de mí si no es así.” dice él, devolviéndote la mirada con mucho cariño. aunque estás enfocada en tu agua. "sobre la peli… ¿vos pensaste en algo o preferís que decida yo?", pregunta, buscando captar tu atención. 
giras en su dirección y respondes con voz apenas audible, consciente de que es hora de abordar el tema pero indecisa sobre cómo hacerlo. "um, más o menos." tratando de encontrar la manera correcta de decirlo, pero tu respuesta sólo logra confundir al morocho.
"¿estás bien, gorda?", preguntó él, preocupado por tu actitud. 
“¿por qué no lo estaría?” llevas una vez más el vaso a tu boca, tu mente maquina como decírselo, no quieres darle tanta vuelta al asunto que se resumía en algo tan simple como tener sexo.
“conozco esa cara tuya de ‘mi mente está yendo a mil por hora’, amor.” expresa enzo y te observa fijamente.
tomas toda el agua restante en el vaso, lo lavas y lo dejas en su lugar. suspiras, sabes que no hay manera de decirlo con mucho tacto, por lo que terminas soltando “quiero… quiero que tengamos sexo.” dice lo último de manera apresurada, si el uruguayo no estuviera acostumbrado a tu rápido hablar aseguraría que no te hubiera entendido.
enzo no muestra sorpresa en su rostro; en cambio, sólo se percibe preocupación por ti y tu inesperada solicitud. "¿estás segura? amor, ya te dije que no tengo problema con esperar. no tenés que hacerlo si sentís presión", expresa mientras apoya sus manos en uno de los muebles de la cocina.
"lo sé, sé que no te importa, pero realmente es lo que quiero", respondes. enzo simplemente asiente con una sonrisa leve; si estabas segura de tu elección, él está más que encantado. 
te diriges hacia él, tomas su mano y lo conduces hacia el sillón. una vez allí, lo haces sentar y luego te acomodas en su regazo, tus piernas chocando suavemente contra los cojines. "considero que tengo experiencia en el juego previo", comentas, gozando de molestarlo y entrando en calor.
“¿quién te enseñó? debería darle las gracias.” enzo acaricia tus piernas, moviendo su atención a tus muslos ya descubiertos por tu vestido algo subido debido a la posición en la que te encontrabas.
“lo conoces muy bien, es un gran tipo, el mejor de todos.”
“¿ah, sí? su novia debe ser muy afortunada.” él respondió, esbozando otra sonrisa, pero esta vez llena de picardía.
asientes con la cabeza, luciendo una sonrisa ingeniosa. "lo es.” el roce de tus manos se desliza suavemente hacia las mejillas de enzo, sosteniéndolas con una delicadeza que parece sostener el tiempo. sus ojos se encuentran, creando un vínculo intenso que se prolonga durante varios segundos, como si el universo entero se detuviera para dar espacio a ese momento. y entonces, en ese instante cargado de anticipación, comienza el encuentro entre sus labios, sellando un pacto silencioso de amor que trasciende las palabras.
el beso inicialmente inocente, se torna en uno completamente intenso. desesperados por sentirse el uno contra el otro. sus boca se mueven con frenesí, enzo no duda en introducir su lengua dentro de tu boca, empezando a jugar con la tuya, sin ninguna preocupación por lo que pueda estar pasando a su alrededor pues ahora todo lo que les importa se reduce a ustedes dos.
rompes el beso recibiendo una mirada juzgadora de enzo, hasta lo que sabe, ya se la está pasando muy bien. te ríes y dices “quiero hacer algo.” te bajas de su regazo, poniéndote de rodillas en el piso frente al sillón y acercándote a las cinturas de su bermuda beige, para empezar a bajarlo ante su intensa mirada, enzo sacude su cabeza intentando volver en sí.
“amor, esta noche se trata de vos.” con suma delicadeza, enzo toma tu mentón con una de sus manos, sosteniéndolo con ternura. en la cara de enzo, se refleja un cálido torrente de cariño y aprecio. un silencioso intercambio de emociones se despliega entre sus miradas.
“pero de verdad quiero hacerlo.” haces un pequeño puchero con la intención, otra vez, de molestarlo.
enzo resopla y culmina cediendo con una pequeña sonrisa cómplice “dale.” sonríes al lograr tu cometido, no es que te haya costado mucho. terminas de sacarle la bermuda, acaricias juguetona y lentamente sus muslos con la yema de tus dedos por un par de segundos, hasta que tus manos llegan a su bóxer, bajándolo de una vez para contar con toda su parte inferior desnuda y a tu disposición. prácticamente babeas al verlo en todo su esplendor y a su pene ya bastante duro, lo único que pasa por tu mente es tenerlo dentro de tu boca.
“estoy empezando a creer que vos tenías todo esto calculado.” dice enzo inquisitivamente, lleva una mano a tu cabello y lo jala sin mucha fuerza “empezá ya que me estás matando, princesa.” 
le das una mirada divertida antes de introducir la cabeza de su polla en tu boca. das lamidas pausadas y lentas, sintiendo cada rasgo de su deliciosa punta y disfrutando de su líquido preseminal que comienza a formarse.  “vamos amor, no estoy para jodas.” enzo musita y jala una vez más de tu cabello. “vos podés más que eso.” sus ojos ahora te ruegan que dejes los juegos. das una larga lamida en toda su prolongación y esta vez puedes sentir cada vena en su miembro, lo que sólo logra excitarte y mojarte más, tratas de apretar tus muslos en busca de algún tipo de alivio. enzo se da cuenta y ríe con un poco de malicia. 
no lo molestas más e introduces su polla en tu boca, o al menos todo lo que esta alcanza abarcar, tus manos van a los centímetros restantes que acaricias gentilmente. con tus labios y lenguas y empiezas el vaivén de su polla dentro de ti, aguantando el reflejo nauseoso y poniendo todas tus habilidades en acción. “sí mi amor, así me gusta, sos tan buena, la mejor, mierda.”
el solo verlo así logra causar un mar entre tus piernas, alcanzas a crear una rica fricción entre tus muslos y jadeas aún con su polla en tu garganta. te separas unos segundos para poder respirar. “dale princesa, sé que podes.” dice enzo que sonríe mientras te observa. suelta lindos jadeos a los que le siguen gemidos de tu nombre en voz alta. “así, carajo, sigue así.”
chupas su polla de manera impaciente, mientras una de tus manos baja a tu coño, al que tocas melosamente encima de tus bragas, gimes en su miembro causando que las vibraciones lo vuelvan loco, trabajando en él de manera profesional. enzo sabe que no durará mucho contigo chupando su pene de ese modo, trata de ordenar sus pensamientos teniendo claro que hoy sólo debe correrse en lo profundo de tu coño. “princesa…”
“qui-quiero que te corras en mi boca.” alcanzas a pronunciar. enzo puede ver tus labios algo hinchados, tu pelo desordenado y tu mano debajo de tu vestido, al ver tu imagen tan descompuesta casi lo hace soltar un jadeo.
“mañana, mañana temprano… hoy quiero venir dentro de ti, ¿sí?” asientes algo decepcionada, te dedica una dulce sonrisa mientras separa su miembro de ti, contempla el hilo de saliva entre tu boca y su duro miembro. y carajo, como deseo hundirse y follarte la boca en ese segundo, le costó toda su voluntad poder pararse, te ayuda en la misma tarea y van a su habitación procede a acostarte en su cama. 
comienza quitándote los zapatos los que tira al piso sin mucha importancia, conserva su atención en tu rostro y te preguntas a ti misma cómo es que hace que algo tan simple como quitarte los zapatos se vea lujurioso. 
sube la falda de tu vestido hasta la altura de tu pecho, acaricia y deja suaves besos en tus muslos, sus dedos forman círculos y más figuras no identificables en ellos. “¿me permitis tocarte, amor?” pregunta con dulzura. 
“sí, en por fa, tócame.” musitas y mueves tu parte inferior buscando su toque.
él asiente “como ordene mi princesa.” empieza a jugar con tu montículo cubierto, sus ojos se abren con un poco de diversión y sorpresa al sentir tu gran humedad. “estás mojadita, ¿tanto te calentó chuparme la pija en el sillón?” susurra para ti y no pasa mucho tiempo hasta que te baja las bragas lentamente “te haré sentir bien.”
“siempre lo haces.” dices de forma perezosa, en este momento dirías lo que fuese para que el peli negro calme tu excitación.
enzo ingresa dolorosamente lento dos de sus dedos en ti, los mete y saca una y otra vez. vuelves a soltar grandes gemidos con el nombre del uruguayo. retira sus dígitos empapados para pasearlos por el contorno de tu clítoris, cierras los ojos rendida ante el placer, no puedes formular ningún tipo de oración, agarras la sábana a tus costados con tus manos, cerrando tus puños contra la tela. 
las ansias por finalmente saborearte son demasiadas, no puede soportar ni un minuto más, por lo que acaba deslizando su larga y cálida lengua en tu coño. “deliciosa, mierda… toda hecha para mí.” extensas lamidas son depositadas en ti. conserva los movimientos de sus dedos jugando en tu clítoris. 
“tan exquisita y solo mía para probar.” tus ojos se abren para encontrarte con la hermosa vista de enzo comiéndote como si se tratase de su última cena. busca darte el subidón de placer más satisfactorio que jamás hayas tenido y pone en uso todo lo que ha aprendido que sabe te vuelve masilla en sus manos. 
gritas su nombre al percibir su cambio de planes ya que sus largos dedos se introducen nuevamente y perfectamente dentro de ti. ahora son tres de sus dígitos en lo profundo de ti, moviéndose a la par de su boca chupando tu clítoris con la gran destreza que lo caracteriza. “sos mi dulce virgen, ¿mmh?”
asientes tontamente, estás tan cerca y el peli negro lo sabe de inmediato, sonríe con picardía y agiliza todos sus esfuerzos por hacerte llegar. “en, estoy tan cerca…” consigues decir.
“lo sé, princesa, déjame saborearte.” envuelves tus muslos con fuerza alrededor de enzo, como si lo instaras a no ir a ninguna parte, como si le suplicaras, por favor, sigue comiéndome hasta que muramos. 
es cuestión de segundos para que finalmente te corras gentilmente en sus dedos, los cuales enzo procede a probar. “la más deliciosa.” finaliza ingresando el tercero de sus dedos mojados en tu boca.
por tu mente pasa que si esta no era la noche en la que dejabas de ser virgen, juras que podrías morir.
el uruguayo finalmente te desnuda completamente, pasa el vestido por tus brazos, lo arroja al piso y nota que no llevabas sostén, sonríe hacia sus adentros, confirmando su teoría de que tenías todo planeado pero a quién le importa si luces tan bien toda desnuda debajo suyo. “sos preciosa, la más linda de todas.”
sus labios ahora bajan a tus pechos, los cuales llena de húmedos besos, comienza a chupar y lamer tu pezón izquierdo, se mueve al otro para darle el mismo trato, juega otros pocos minutos en tus muy erectos pezones. “en...”
“decime qué querés y es tuyo.” levanta su cabeza de entre tus pechos para mirarte y espera tu respuesta.
“sabes que quiero” pronuncias, enzo está a punto de llevarse tu virginidad y el solo pensamiento de aquello te da una sensación similar a tu reciente orgasmo.
“esa no es una respuesta, linda, tenés que usar tus palabras.” vuelve a tomar uno de tus senos en su boca. no puedes esperar más, lo necesitas dentro tuyo, tu coño palpita en necesidad 
“quiero que me folles.” sueltas de una vez por todas.
él asiente “sos tan hermosa, ¿cómo me podría negar cuándo me lo pedís así?” lleva sus labios a los tuyos, compartiendo un beso lujurioso y muy cargado de amor a la vez, como solo él sabe hacer.
“si duele, decimelo” decide mantener el contacto visual contigo en todo momento, en alerta por si halla cualquier indicio de incomodidad en tu rostro. "pellízcame si es demasiado, ¿entendido?" se hace un recordatorio mental para más tarde sobre acordar una palabra segura. murmuras un rápido sí y enzo deja un beso en tu cuello mientras bombea lentamente dentro de ti, sus piernas sobre el colchón, las tuyas alrededor de sus caderas.
sueltas un suave jadeo ante la nueva sensación, que duele ligeramente. “tan linda y toda para mí, no sabés cuánto deseaba tenerte así.” los recuerdos de las noches en las que enzo usó su mano, pensando que era tu coño lo que lo apretaba, llegaron esporádicamente a su mente.
primero mantiene un ritmo lento, buscando que te adaptes a la nueva sensación, sí bien ya has tenido sus dedos en ti en varias ocasiones, era completamente distinto tener toda su polla hundida en ti. pone sus manos alrededor de tu cintura y sientes pequeños besos en tu cuello mientras tus ojos se cierran con fuerza, el calor del cuerpo de enzo contra el tuyo.
“puedes moverte, en, más rápido.” pides, él asiente ante tus palabras y agarra tu cintura, tu cabeza se echa hacia atrás sobre la almohada, formando un delicioso arco. dejas atrás ese leve ardor y gimes con fuerza, temes que los vecinos de enzo escuchen claramente los ruidos causados por ti y la cama. "por favor, por favor, en" suplicas, él sigue follándote con las rodillas en la cama. cuando mira hacia abajo y ve su polla entrando y saliendo tu coño, brillando con tu humedad, no puede evitar gemir, elevándote al puto espacio mientras muele su polla contra tu entrada.
luces tan hermosa siendo follada contra el colchón y más sudorosa de lo que jamás la haya visto. el sonido del chasquido de tu coño es música literal para los oídos de enzo, vuelve a mirar hacia abajo para ver su polla entrando y saliendo, entrando y saliendo de ti. “carajo, sos tan divina, nadie más te podrá tener así,” dice, más como una afirmación que un simple comentario. “esta vista me pertenece solo a mí.” dice, su lado más posesivo saliendo a la luz.
“m-más, en.” roza su polla entre los labios de tu coño, mojándola con tus jugos. se introduce una vez más en tu profundidad, con un ritmo más duro y rápido.
“sos toda mía.” asientes contra la almohada mientras él repite tu nombre incontables veces. “mierda, te sentis tan bien” tus caderas moviéndose en busca del choque entre ambos cuerpos. “vení conmigo, mi princesa.” bajo una de sus manos que se encontraban en tus caderas hacia tu clítoris, sus dedos se mueven rápidamente en él, busca tu liberación y está a punto por lograrlo. te preguntas sí así es como se siente estar en el cielo.
menos de un minuto después te corres y enzo no necesita de mucho más tiempo para seguir el mismo camino. se viene dentro de ti, pensando que eso ya será una preocupación para mañana. se retira gentilmente y observa tu pecho agitado, todo en tu cara grita que acaban de darte duro.
“¿estás bien, mi amor? enzo arranca con las preguntas para cerciorarse de tu bienestar. solo asientes, tomándote tu tiempo para ordenar tus pensamientos y procesar todo lo que acaba de suceder.
“debimos hacerlo hace mucho.” dices, enzo niega con una sonrisa floreciendo en su rostro. 
“todo a su tiempo.” dice con diversión y acaricia tus piernas. “sos la mejor, tenés que saberlo.” tapas tu rostro con tus manos con las mejillas calientes. “¿ahora te hacés la tímida?” te molesta y planta un corto beso en tus labios. “que tal si vamos a darte un baño, hablamos de cómo te sentís y nos acostamos juntitos.”
“suena como un plan que me gustaría.”
-
w/n. soy un asco para los finales
casi una semana sin subir nada y me moría por alimentarlas, espero que haya valido la pena la espera 😭 gracias a la hermosa anon que mandó la request, perdón por la demora, realmente espero que te guste 🤍
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miskhalie · 3 months
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Una tarde tranquila - Enzo Vogrincic x Reader
Pairing: Enzo Vogrincic Advertencias: ¿insinuaciones? Solo fluff
Era un miércoles por la tarde. El sol brillaba aun a estas horas de la tarde, era verano y los días se habían alargado por lo que el sol no llegaba a irse del todo. Además hacia un calor que calentaba las zonas áridas, por lo que tu novio, Enzo, y tú habías decidido quedar en el parque, donde regaban el césped y había una fuente donde los niños se bañaban.
Os sentasteis sobre el césped aún seco y empezasteis a hablar sobre la nueva película que había empezado a rodar. Un drama sobre un avión siniestrado en los Andes. Su personaje se moría por lo que no podías dejar de burlarte, pensando que solo sería otro cameo de los suyos. Otro extra que moría de fondo, pensabas. Pero esta vez te equivocabas. De hecho te lo explicaba mientras tu desplegabas la manta para sentaros.
Este tiene mucho recorrido, seguramente hasta el final de la película. - sonrió altivo.
Quizás no te echan porque les da pena decírtelo. - una vez estirada os sentabais sobre ella y sacabais lo que habías traído para merendar, organizando un pequeño picnic.
Muy graciosa - dijo riendo sarcásticamente.
Decidiste hacer fresas con chocolate para que cubrir los antojos de tu novio desnutrido. No podía comerlo, pero no tenían porque saberlo, además, Enzo nunca te decía que no, ya que te veía preocupada. él había traído coco cortado y frutos secos. Pero, a última hora, compró dulces porque sabía que te encantaban las gominolas. Tú también decidiste traer algo más cuando lo viste en la panadería, unas galletas caseras con frutos secos.
Enzo cogió una galleta y se la llevó a la boca. Su flequillo le cubrió la frente y tú se lo colocaste detrás de su oreja.
Estas precioso hoy, espero que no te hayan agobiado mucho las mujeres por el camino. - cogiste una fresa y la rodeaste con tus labios. Enzo cogió aire al verlo. El jugo te caía por los labios y el chocolate cubría tu boca como un delicioso pintalabios. Era un hombre después de todo, no podía resistirse a tus encantos.
Te besó suavemente, saboreando el gusto de tu boca. Fresa, chocolate y tú. No era mala combinación.
Y algunos hombres. - admitió avergonzado. Aún no había triunfado con su film y ya se echaban sobre él. Tú reíste, apoyándote en tus codos para tumbarte al igual que hacía él.
Aunque no daba mucho el sol donde os habíais tumbado, se te podía ver el pecho saliendo de las copas de tu sostén por debajo de la blusa blanca transparentosa. Traviesa, habías decidido llevar un sostén rosa pastel para que Enzo se muriera al verte. Pero esta vez, aun que lo había notado, te miraba melancólico a los ojos y besaba tus labios sin una pizca de lujuria, sino que con cariño. No era inusual, ya que la debilidad de su cuerpo en ayuno lo ponía más cursi de lo normal. Así que lo disfrutabas en silencio, como si fuera un cervatillo y en cualquier momento pudiera asustarse.
Te quiero - simplemente dijiste.
Yo también te amo. - dijo él con los ojos cerrados a la vez que acariciabas su mejilla.
Ayer te había mandado un mensaje de lo mucho que te quería y de lo importante que eras en su vida. Le había parecido necesario debido a que una de las escenas de la película lo había puesto sensible. La escena donde Liliana Methol moría.
Y justo cuando os ibais a dar un beso, se conectaron los aspersores y os mojaron enteros. Por suerte, tu falda vaquera no dejo ver nada, pensaste mirándola. Levantaste la cabeza y viste a tu novio mojado, con sus músculos rígidos bajo su remera blanca y su pelo semi-largo mojado sobre su frente. Tragaste saliva. Tu tampoco eras inmune a la belleza de ese hombre.
Te dieron ganas de llevártelo a casa y hacerle suplicar por ti. Pero te acordaste de que hoy era un día tranquilo para él.
¿Podemos ir a casa? - se mordió el labio. Quizás al final no estaba tan tranquilo.
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chiquititamia · 2 months
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Lo más dulce
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Enzo Vogringic x female oc +18
Este es mi primer fanfic, he intentado muchas veces pero esta es la primera que logro terminarlo. Seguramente tenga muchos errores, pero ahí les va. Les pido que me digan qué les pareció y si quieren una segunda parte, sí? Disfruten :)
warnings: sexo oral, todo muy explícito
Era un hermoso día de primavera, de esos en los que de repente te das cuenta de que el viento ya no es frío. Un dulce olor a flores inundaba las calles empedradas del pequeño pueblo de montaña en el que el cast de La sociedad de la nieve se había instalado durante el rodaje.
Tenían el día libre, así que Enzo había decidido dar una vuelta al mediodía. Su bicicleta rodaba por las calles bajo el sol, había olvidado lo agradable que es pasear de esa manera. Tan sólo el sonido de la cadena de la bici y de las cigarras llenaban el aire, al fin y al cabo, era la hora de comer y la gente se encontraba en sus casas protegiéndose del sol.
Hablando de eso, Enzo notó un pequeño gruñido en su estómago, el hambre comenzaba a formarse, sería mejor que encontrase un sitio donde comer.
Dejaba que la bicicleta le llevase pasivamente, sin pedalear, aprovechando una ligera cuesta hacia abajo.
Al doblar una esquina, no podía creer sus ojos: ¡un restaurante vegetariano! En un pueblo tan pequeño no esperaba algo como eso. No se lo pensó dos veces. Apoyó su delgada bicicleta en la puerta del humilde establecimiento, sin sentir la necesidad de atarla, ya que la honestidad y amabilidad de la gente no habían hecho más que acompañarlos durante su estadía allí. De todas formas, no había nadie a la vista.
Nada más entrar al pequeño restaurante, sintió el alivio inmediato de la sombra en su piel, caliente por el sol. Dentro se estaba fresco, y un maravilloso olor a comida le enamoró, no podía creer su suerte.
Tan sólo había cuatro mesitas de madera en ese local tan lindamente decorado. Junto a la barra, una vitrina albergaba deliciosos postres caseros: lo que parecía ser una tarta de zanahoria, una de chocolate y pequeños pasteles de manzana y crema. Los ojos de Enzo brillaban devorando los manjares ante él.
Una dulce voz le sacó de sus pensamientos.
¿Hola, puedo ayudarte?
Una hermosa chica de melena larga y negra le miraba con ojos curiosos, sonriendo. Llevaba una camiseta de tirantes y una falda debajo de un pequeño delantal. Ella debía ser la dueña del local, pensó Enzo.
Buenas, sí, eh…
¿Qué le pasaba? ¿Desde cuando era así de tímido frente a una mujer? Las palabras no le salían, lo que le hizo patearse a sí mismo mentalmente por que tenía que estar quedando como un tonto ante ella.
Ella se rio ante la falta de palabras del moreno.
¿Tienes hambre?
Soltó una risa.
Sí, sí… muchísima, vengo de pasear con la bici…yo… - explicó casi tartamudeando, con media sonrisa.
Bien, ¿por qué no tomas asiento y te traigo una carta y algo de beber?
Enzo tragó duro, y asintió mirándola fijamente. Ella, se dio la vuelta grácilmente provocando un soplo de aire perfumado con su melena. El olor a coco y mango de su champú no hizo si no despertar aún más su hambre, aunque quizás no tanto la que aquejaba su estómago.
Cuando se sentó, el uruguayo dejó su mochilita de tela en el asiento libre que tenía al lado. Sacó su móvil y comprobó sin mucha sorpresa que no tenía nada de cobertura y apenas batería, pero tampoco le importó, no tardaría en comer y volvería con los chicos a su residencia.
Antes de que se diera cuenta, la chica había regresado con un menú y un vaso de agua helada, lo cual él agradeció profusamente.  Si bien no había muchos platos entre los cuales elegir, todos sonaban estupendamente para su estómago vacío, con el plus de que no tenía que limitarse entre una o dos opciones como normalmente, ya que casi todos los platillos eran veganos o vegetarianos. Se decidió por lo que más le apetecía: Wok de noodles con vegetales, salsa teriyaki y aceite de chile tostado. “Suena bárbaro”, pensó.
Enzo observaba discretamente a la que parecía ser la dueña, la camarera y la cocinera, todo en la misma persona.  La chica danzaba en la cocina entre los fogones, manejando con soltura los utensilios; alguna llamarada ocasional salía de debajo del wok, alarmándole, pero ella parecía esgrimirlas como una hechicera, sin miedo.  
No puede evitar reparar en como sus caderas y su trasero se contonean con los movimientos. “Quizá esté escuchando música” se dijo Enzo, no comprendiendo si no, el ritmo hipnótico de su cuerpo.
Y aquí está – dijo ella depositando el plato humeante frente a él.
Muchas gracias, tiene una pinta buenísima…
La camarera volvió detrás de la barra tras desearle buen apetito a su único comensal y él comenzó a devorar el plato con gusto.
Las miradas entre ambos no eran directas, si no veladas e intermitentes. Ella fingía no prestarle atención y dedicarse a sus tareas, mientras que él trataba de limpiarse constantemente la boca con la servilleta para no tener además de todo, pinta de boludo con la cara manchada de salsa.
¿Estaba loco o ese era el mejor plato que había comido en su vida? Quizás tan solo estaba hambriento… ¿O era porque ella lo había preparado?
Cuando hubo terminado el plato se levantó tomándolo y lo llevó a la barra junto con su vaso, también vacío, para ahorrarle a la chica el viaje hasta la mesa, siempre tan galante.
Ella sonrío y sacó el ticket de la caja registradora. Él le devolvió la sonrisa y le sostenía la mirada mientras buscaba su billetera en la pequeña mochila de tela.
Más pronto que tarde, su rostro se tornó preocupado. No puede ser. Su cartera no estaba más ahí. Un pensamiento le cruzó la mente como un rayo. Esa misma mañana la había cambiado de sitio a una riñonera nueva. Lo había olvidado completamente. ¿Qué carajo iba a hacer ahora?
No era muy difícil adivinar qué estaba sucediendo, él dirigía su mirada al fondo de la maldita mochila y después a los ojos de la chica, frenéticamente.
Te juro que no sabía, yo… A-ahora mismo voy a buscar mi bille-
Es que estaba por cerrar -dice la camarera sin perder la sonrisa, como divertida por la situación.
Entonces esta noche, y-yo … mierda, lo siento mucho­­- Enzo notaba sus mejillas y todo su rostro ardiendo por la vergüenza, se sentía como un idiota.
¿No se te ocurre otra forma de pagarme? - ronroneó ella.
Enzo se quedó congelado, aunque a decir verdad estaba totalmente acalorado. No podía ser que estuviera escuchando lo que acababa de escuchar. Pero tampoco cabía la posibilidad de que se estuviera refiriendo a ninguna otra cosa, ¿no?
Todas sus dudas se derritieron cuando ella paseó su mano por el pecho de él, acariciando el borde de su camisa.
¿Eso querés? -trató de sonar confiado.
Ella se mordió el labio, respirando el aliento cálido de él.
Enzo no esperó a que ella respondiera, pues sus ojos ya le estaban dando la respuesta que buscaba, y que en el fondo había anhelado desde que entró en el pequeño restaurante.
La verdad que me he quedado con ganas de algo dulce… ¿sabés, chiquita?, como con hambre de algo vegano ¿entendés?
En ese momento él lanza una rapidisima mirada por la ventana del local para comprobar que no haya nadie cerca que vaya a interrumpirles. No hay nadie. Entonces, como si algo en su cuerpo y mente hubieran mutado repentinamente, Enzo toma su rostro entre las manos con una firmeza que ella había intuido, pero que no había experimentado hasta ahora. Se lanza a besarla sin ambajes, como si no fuera la primera vez que lo hace con ella, como si ya supiera qué es lo que le gusta, qué tiene que hacer para derretirla. Su lengua entra en su boca de forma imparable, la diferencia de tamaños entre sus cuerpos cobra importancia desde ese mismo momento, siente que la va a devorar. Si bien hasta ese momento ella había llevado la voz cantante con su actitud de femme fatale, eso ahora no le servía más. Él era el que estaba al control, sus labios guiaban a los suyos, contenía su mandíbula como una pequeña jaula donde introducir su lengua como una serpiente. Lo único que ella podía hacer era intentar seguir su ritmo y disimular lo muchísimo que le costaba no empezar a gemir.
Sin casi darse cuenta, él la había ido empujando hacia el interior de la cocina, habían caminado al unísono enredados en un nudo de cuerpos en el que ya casi no quedaba ninguna pena.
Pasó sus grandes manos por su cintura mientras seguía besándola, redondeando sus formas. Agarró sus gluteos por debajo de la falda. Ella se felicitó a sí misma por haber escogido sus braguitas negras de encaje para ese día, por ninguna razón en especial. Enzo metió sus dedos por debajo del elástico que abrazaba sus caderas, amenazando con bajarlas en cualquier momento.
Me estabas poniendo malo, nena, ¿sabías?
Ella aprovechó el pequeño respiro que le dio a su boca para contestar un leve “sí”
Ah, sí, eh? Mirá vos… - sonaba divertido, pero también desafiado.
Sin ningún esfuerzo colocó sus brazos debajo de sus muslos y la subió a la encimera, junto a los fogones. Ante eso, ella no pudo contenerse más y gimió sin poder evitarlo, mientras clavaba sus uñas bien cuidadas en la nuca de él, de donde se estaba agarrando.
Me vas a dar algún dulce, gatita? Mirá que tengo mucha hambre…
Ella asintió rápidamente, como una niña obediente.
Sí…? - Decía mientras depositaba besos húmedos por su cuello, ¿qué me vas a dar? – ronrroneaba entre cada lamida.
Ahh…yo…
No podía parar de gemir, ninguna palabra, y mucho menos frase coherente iba a salir de su boca, simplemente no podía pensar, no mientras su lengua caliente recorría su cuello, no mientas sus manos invadieran el interior de sus muslos como si fuera el pan que ella misma había amasado esa mañana, sobre esa misma superficie. Sentía que estaba arruinando su ropa interior, no recordaba haber estado así de húmeda jamás.
 ¿Y? ¿qué me vas a dar? -comenzó a bajarle las bragas por la cintura ¿Una frutilla? ¿Eso tenés? – en lugar de pedirle que se levantara para poder sacarle la ropa interior la recostó en la encimera, tumbándola ligeramente, deslizando la prenda ya empapada por sus piernas.
Sin pedir permiso, abrió sus piernas para contemplar lo que sus bragas, ya tiradas por el suelo escondían. Enzo tragó saliva, provocando que su nuez se moviera por su garganta deliciosamente. De forma involuntaria apretó la mandíbula, había encontrado el postre más rico del restaurante.
¿Esta frutilla es tuya?- la miró a los ojos mientras un pulgar delíneaba sus labios ahora expuestos, como si nada.
Ella atinó a asentir con ojos suplicantes.
No,… no es tuya, es mía, chiquita. Es mía y me la voy a comer, ta? ­­– nunca una corrección le había parecido tan bien.
Sin más preámbulos bajó su cabeza hasta enfrentar su centro, que estaba húmedo estaba claro, pero es que además emanaba calor, parecía palpitar con deseo.
Y entonces empezó a comer.
Empezó a comer, comer y comer.
Abría la boca y manejaba su lengua como si en realidad le estuviera dando un beso francés, solo que en una boca distinta. Se introducía en ella como si no dispusiera de nada más que esa parte de su cuerpo para satisfacerla, con avidez.
Ella se deshacía en gemidos, no se retenía más, le daba igual gritar, sabía que nadie podía oirla, a esas horas no había nadie en la calle, no bajo ese sol abrasador. Pero, si así fuera, ¿sería capaz de parar?
Claro que no, aunque quisiera no podría pararle. Su boca mamaba de ella como un cachorro hambriento, no podría apartarle. Y sinceramente no querría por nada del mundo.
Qué rica que estás nena, sabes a miel … - dijo mientras introducía su dedo corazón en su vagina, con maestría, sin parar de lamer, en perfecta sincronía, como si su lengua y su mano fueran entes separados que sabían actuar de forma perfecta e independiente.
No faltaba mucho tiempo para que llegara a su clímax, lo notaba formándose en su bajo vientre, si seguía así no iba a durar nada.
Me voy a…!
A venir? Venite, princesa, vamos…- paró dolorosamente un par de segundos para pronunciar esas palabras, y al volver a tocarla con su lengua ella no pudó más y explotó en su boca como un fuego artificial. Grandes oleadas de placer arrasaban en ella, que gritaba y gemía. Él notaba como el único dedo que le había introducido quedaba aprisionado y recibía apretones entre sus paredes que pulsaban en su orgasmo. No lo sacó hasta que ella le hizo un gesto, recostándose ,agotada y sudorosa en la superficie donde normalmente trabajaba.  
Aún le costaba recuperar el ritmo normal de su respiración, y por una vez, su mente no se encontraba preocupada por tonterías como si estaba despeinada, o qué le había parecido al otro su ropa interior o si había gemido suficientemente sexy. Esta vez su cuerpo simplemente estaba anegado por el placer tan animal que Enzo le había provocado. Todo lo demás no importaba.
Él se había parado y se estaba echando el pelo hacia atrás, también estaba sudando. Gracias a Dios que un pequeño ventilador metálico les estaba apuntando a los dos, de lo contrario habrían muerto de calor.
Qué linda que sos, muñeca.
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caostalgia · 8 months
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PERSONAL
Esto es el fin de una serie de escritos largos, he hablado de mí, de mi vida, lo que me hundió y motivó.
Hable del interés e intereses que en mí habitan, pero siempre de forma romántica, y es que eso soy, un romántico, con errores y aciertos, con escritos buenos, malos y aceptables.
Hable de las conexiones de un simple soñador despierto, que al dormir ve mucho y nada a la vez, me encuentro un día a su lado y al siguiente, cuando abro los ojos, recuerdo que ya no está más.
He hablado de lo que para mí era un paraíso, de lo que en mí hizo, tanto su risa, su amargura, su perdida de paciencia, su amor, su tristeza, pero vaya que era una persona dura, persistente, que quiere lograr todo aunque tenga muchas cosas que la agobien y a veces ahoguen.
Y aquí estoy yo, en mi habitación, sentado, escribiendo esto, jazz clásico de fondo y un cigarro, esperando que sepa que cuando ella esté mal, aquí estará una voz como la mía para hacerle bien.
Esto ya es algo personal, porque siento haber trascendido, crecido o madurado como persona, aún tengo recaídas como todos, pero la vida te enseña.
La vida es esa escuela que pisas desde que llegas al mundo, te enseña de mil cosas, de ser un hombre sin la necesidad de un padre; de salvar de la perdición y depresión a tu madre, esa mujer que siempre lo da todo por uno y a veces renegamos de ello; aprendes de las apuñaladas por la espalda y de quien es un verdadero amigo; aprendes del amor, de que el corazón es el más sensible en uno, es ese que nos hace estallar de alegría internamente al verla u oírla y nos hace partirnos por la mitad al saber de su partida.
Ten por seguro que aquí sigo, y seguiré, no sé por cuanto tiempo más, pero aunque esos sentimientos se vayan o se escondan, siempre estaré para ti, para ti, persona que hizo de mi vida y una etapa de ella más feliz, que me hiciste descubrir que lo efímero es el tiempo, porque el amor puede ser eterno, como el de Napoleón y Josefina, esté al morir dijo en sus últimas palabras "Francia, ejército, Josefina" que su último aliento antes de cruzar la línea entre la vida y la muerte haya sido el nombre de su amada es tan... poético. Otro ejemplo es el de Edith Piaf y Marcel Cerdan, Edith perdería a Marcel luego de un accidente de avión, y en ese día, en la función que estaba por dar en 1949, luego de una ola de aplausos, decidió pedirle al público que esta vez no la aplaudan más, que solo le cantaría a "Marcel Cerdan" y cantarle a su amor una promesa "Tendremos toda la eternidad para nosotros".
Y me pregunto ¿Qué hay más personal que el amor hacia otro ente en esta vida? Una vida que te hará ver la tristeza y la alegría.
Una vida que al inicio la tenía contigo y ahora la sueño en algún día la tengas conmigo.
Es el amor, ese motivante de tantas cosas, ese que te inspira a ver con otros ojos cosas que antes no te interesaban y darles una oportunidad, ya sean videojuegos, estilo de música, religión, estudios.
¿Qué haríamos sin el amor? Una vez oí la frase "De amor nadie se muere, pero sin amor no vale la pena vivir" hago hincapié que en esta pequeña frase habla sobre todo tipo de amor, no solo el de pareja, aunque sea el que más profundo cala cuando se aleja.
Volviendo a lo personal, te extraño y extraño tu voz, tu risa, que me hables de lo que te apasiona y te motiva, pero la vida es una y algún día la volveremos a ver juntos, tengo "fe" se podría decir, de momento... sé feliz, que de igual quien te odie y ama a quien te ama, disfruta la vida tanto como puedas, eres capaz de todo, aunque ahora yo solo sea trozos de una estrella fugaz en tu cielo.
Compartimos el mismo firmamento, miramos la misma luna y el mismo sol, solo el tiempo y su manto decidirán si alguna vez hay un "Los 2"
Y desde aquí, en mi habitación, sentado, escribiendo esto, jazz clásico de fondo y un cigarro, quiero que sepas que te deseo lo mejor y estaré siempre para ti, por si sientes que el mundo se te viene encima.
Gracias por tanto y abrazos a la distancia.
Kanbghik - 3id milad sa3id
Atte. Sirius
Versame_
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27 • Abril • 2024
DIA 164 Contacto Cero
Te extraño. Te extraño en los días soleados, en los días en los que el Sol esta a mas no poder, que ni el mismo se aguanta, tal como yo cuando estoy enfadada. Te extraño con esa misma intensidad, de ese Sol el cual era las 10:00am y se sentía como si el Sol estuviera a plenas 4:00pm. Te extraño con la intensidad del Sol, con la fuerza gravitatoria que se debe aplicar universalmente para tener un excelente balance entre planetas, asteroides, enanas blancas, estrellas muertas, y las que están a punto de. Te extraño con tangente, coseno, seno, cateto adyacente, cuando mi amor se transforma en un binomio al cuadrado perfecto, perfecto, como los números pares, como nosotros... que nos volvimos impares, para emparejarnos con desentonantes; con ditonos, que nos revelan más que la triste realidad de lo que no fue y no será. ¿hay demasiadas referencias, o ya no hay nadie que te hable de las reacciones en cadena?, de lo complejo de mi no entender de las matemáticas, de las pruebas químicas que siempre me dieron como resultante a desinfectantes. ¡Eso!, quiero desinfectarme, arrancarme, bañarme con polifenoles de granada mezclados con el 60/40 del alcohol puro para ver como se me quita el hambre de tenernos cerca. Te extraño a tiempo y forma, te extraño con el presente, en pretérito perfecto simple, en pretérito imperfecto, probablemente en futuro pero sin ser condicional; incondicional... quien sabe. Te extraño y por ende quise aprender hablar tus idiomas, me aprendí los compuestos, mi favorito es el condicional compuesto porque... que bonito "habría cantado, contigo tomados de la mano". Mi mamá me decía que las historias muy de vez en cuando no suceden como esta escrito, así que tuve que leer todo en un pretérito anterior, me bese con el pluscuamperfecto para resaltar nuestras fallas, no me brinque el perfecto compuesto, porque he llorado contigo, he comido donde solíamos. Te extraño hasta cuando redacto diagnosticos medicos, porque algunos si no es que la mayoría tienen el corazón partido. te extraño redactando esto, porque una vez me mencionaeste que para mantener la atención del lector son 5 renglones, pero quiero más, quiero portarme mal y volver al lugar donde solíamos pasear. Te extraño, y ya me canse de gritarselo a todos, perros, gatos, paredes, personas, hombres, mujeres, waffles, gente condesendiente
Firma.A
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sunflowerzyk · 7 months
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Detrás del depredador - König Híbrido!Oso x lectora [Medieval AU]
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Capitulo 1!
Capitulo 2! << Siguiente aqui
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de altura, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno.
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
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König es un príncipe, dentro de lo que cabe, un candidato para  ascender al trono de su padre, es  inestable en todo sentido, fue a batallas desde muy joven,. vió morir a sus hermanos y hermanas mayores, al nunca destacar de entre todos ellos nunca fue bien recibido por su padre, incluso ahora, siendo el único vivo junto a un hermano mayor suyo, a könig nunca le interesó el trono en lo absoluto y su incompetencia para generar descendencia lo hacía un candidato inepto ante ojos de todos.
Cualquier mujer que era enviada a sus aposentos siempre era rechazada y en el mayor de los casos, ellas mismas se negaban a ir a su lado,  sin importarles ser decapitadas por rechazar a un príncipe, describen la sensación de estar a su lado como perturbadora y aterradora, un monstruo lleno de rencor y frustración.
Su padre se rindió en intentar conseguir un nieto de su parte y se limitó a suponer que su locura lo mataría.
Por su parte König se mantiene aislado en su habitación cuando está de visita en el castillo de su padre y no en su provincia, salía ocasionalmente para cabalgar por el bosque o cazar alguna pobre criatura que servirá como trofeo.  Un príncipe impredecible por naturaleza, no existía retrato alguno suyo en ninguna parte que indicara cómo lucía detrás de esa espeluznante máscara que siempre usaba fuera de su habitación y quizás también dentro de ella. Habían rumores por todo el pueblo incluso dentro de la servidumbre del mismo palacio, &lt;<'tal vez se desfiguró la cara en alguna batalla' 'él mismo intentó arrancarse su rostro en un arranque de ira' o 'es demasiado feo y vergonzoso para querer mostrarse al público'>>
Nadie preguntaba realmente, eran chismes a voces susurradas. Tampoco es que a König le importará demasiado la poca indiscreción del pueblo y los sirvientes, tarde o temprano ocurriría un terrible accidente que solo afectaría a los que tenían la lengua suelta y confiada.
-
Recién amanecía en el reino, normalmente el ambiente era helado por las noches, aun recién saliendo el sol se sentía la suave brisa helada de todas las mañanas, könig disfrutaba el paisaje tranquilo cuando el sol se ocultaba, el silencio era acogedor y las luces cálidas del pueblo también lo eran.
Dió un suspiro cansado, separó su mirada de la ventana y contempló el cuerpo inerte de aquella mujer extraña para él, con marcas de asfixia alrededor de su cuello, estaba harto, no es que odiara la idea de pasar una buena noche,...solo no así, en lugar de encender sus más profundos deseos, solo se frustra más al presenciar a otra persona frente a él, ver sus inútiles intentos de cotejar y al final rendirse con nerviosismo.
La noche anterior su hermano le regaló una de sus esclavas porque en sus palabras 'Ya tengo demasiadas mujeres en mi harem, es hora de que tengas una propia' con arrogancia y un toque humorístico que claramente le ponía los nervios de punta.
Su hermano mayor sabía perfectamente que él odiaba tener contacto de cualquier tipo con la gente, tenía suficiente con tener que acudir a algunas reuniones del consejo, discutir política y estrategias de guerra. König sabía perfectamente que atrae la atención de todos, hasta cierto punto ayudaban a alimentar su ego, pero tiene totalmente metido en la cabeza que no depende de la aprobación ni la alabanza para saber lo que vale, es un hombre de casi 40 años, le gustaría decir que la edad trae madurez, pero su hermano mayor es una prueba de que no siempre es así.
A pesar de ser el hijo menor de su madre, König tiene la complexión más robusta entre todos sus hermanos, sumado a su gran tamaño era una bestia contenida en un cuerpo de hombre. literal y figurativamente. Su madre era una humana, pero tanto su padre, como sus antepasados y gran parte de sus hermanos, eran híbridos/oso. Cómo su escudo lo indicaba.
Gracias a su físico bien formado se unió a temprana edad al ejercicio, ascendiendo con esfuerzo y determinación. Antes era algo más emocionante hasta cierto punto. Ahora. Incluso su puesto como líder de la guardia real era fastidioso, batallar con los jóvenes era una astilla en la uña del dedo. Siempre quejándose, seres pequeños, débiles, queriendo demostrar ser algo que claramente no son, ya que no fueron tan inteligentes para ser maestros cultos ni tan estúpidos para ser ladrones mendigos; Esos estúpidos jóvenes no estaban hechos para la guerra, pero según las exigencias él debía cambiar eso, estaba a cargo de sus vidas y con ello la de todo el reino. Podría quebrar sus huesos cuanto quisiera para forjarlos como verdaderos hombres. La única parte medianamente reconfortante, podría dejarlos sin un brazo y costillas rotas durante los entrenamientos y nadie diría nada, ya que él es el que manda. Jefe.
König volvió en sí, identificando que había estado mirando al vacío durante algunos minutos, Una ligera sonrisa se formo en su rostro, al notar que había dos sirvientes arrastrando el cuerpo de aquella joven inconsciente fuera de su habitación con la cabeza gacha, casi arrodillados, era de esperarse, todos sabían que quien mirara su rostro perdería los ojos y la lengua. No había una razón en particular para ocultar su rostro, le gustaba mantenerse bajo el anonimato y así causar más terror en las demás personas, eso le divertía, ver sus cuerpos temblorosos del pavor.
La puerta de su habitación se cerró con lentitud, la sonrisa de su rostro se borró cuando escuchó unos pasos aproximándose.
— Apropos Teufel.
Exhaló con irritación, tomando la máscara a su lado y colocándola en su lugar nuevamente, dejando solo a la vista sus ojos color azul rey, fríos como el hielo, casi inexpresivos. Cuando los pasos se hicieron más pesados supo que su hermano estaría furioso después de ver a aquella criada inconsciente, arrastrada por los sirvientes.
Un empujón fuerte retumbó por todo el pasillo y la habitación. Ahí estaba él, su hermano mayor, Alexander, Con su cuerpo tenso, el ceño fruncido, esa característica media sonrisa arrogante y narcisista típica suya. Se quedaron viendo unos momentos, hasta que Alexander apartó la mirada, inspeccionando la cama, estaba totalmente ordenada, su ceño se frunció aún más, no había encontrado lo que buscaba.
— Eres realmente quisquilloso König
Gruñó con diversión, claramente no le importaba una mierda aquella esclava, solo quería hacerlo pasar un mal rato.
— ¿Ni siquiera esa puta extranjera fue capaz de mover tus entrañas?. Eres fuerte, yo no la hubiera dejado de follar hasta el amanecer.
König se quedó ahí en silencio, desviando la mirada de su hermano, levantando su gran figura lejos de la ventana, dirigiéndose a la puerta.
Alexander se tensó  , flanqueando su compostura despreocupada de antes, con esa tonta sonrisa.
König se detuvo a solo unos  centímetros de distancia, mirando a Alexander desde arriba, la diferencia de tamaño era abismal entre ambos, posiblemente genética, o por la ansiedad de könig que le provocaba un hambre insaciable de pequeño, más los duros entrenamientos y castigos físicos a los que su padre lo sometia por ser un bebé llorón que no salía nunca de detrás del vestido de su madre, buscando protección y consuelo.
Inclinó su cabeza hacia abajo, tomando el hombro de Alexander con una de sus enormes manos llenas de cicatrices, estrujando la carne, músculos y huesos debajo de ella. Se acercó lo suficiente para susurrar a su oído.
— Merezco algo mejor que una esclava,  es un trofeo que no me gane por mis propios medios.
Soltó con arrogancia y severidad, disfrutando de la impotencia que su hermano mayor estaba experimentando. Era bien sabido que Alexander nunca estaba presente en las guerras, siempre dirigía desde la comodidad de su carpa, könig era quien se encargaba del trabajo sucio, comandar y pelear por sus tierras. Alexander Solamente era solapado por su padre, un poco hombre de más de 50 años que solo se encargaba de firmar uno que otro papeleo en su provincia, tenía todo asegurado en la vida. Era débil. Y König disfrutaba al recordarselo de manera indirecta, como moviendo un cuchillo en círculos sobre la misma herida, abriendo más la carne y haciéndolo sangrar sin matarlo por completo.
König dejó de hacer presión en el hombro de Alexander al escuchar algunos quejidos de dolor, y el rostro de su hermano al rojo vivo, seguramente había dejado moretones que no se quitarían hasta después de una semana. Le dio una ligera reverencia a Alexander, lo rodeó y salió de la habitación, dejándolo con un sabor agridulce en la boca. Ante todo era su próximo rey.
König caminó por los pasillos con normalidad, con orgullo, toda la semana había sido una mierda, el regreso de la guerra lo dejó con adrenalina en su sistema, deseaba sacarlo, Incluso considero aceptar a aquella esclava dentro de su cama, pero toda curiosidad por saber acerca de ello callo por los suelos, al ver a esa mujer con una sonrisa arrogante en sus labios, juzgandolo descaradamente con la mirada, sin una pizca de decencia en su ser, se acercó incómodamente a él sin preguntar, tocándolo y dejando rastros de su saliva en su clavícula. Asqueroso. A König le pareció repugnante, pero decidió hacerlo divertido, al menos para él.
Tomó a la mujer del cuello y apretó ligeramente, la mujer gimió tan fingidamente que le revolvió el estómago, incluso sintió lástima por ella.
Sonrió debajo de la máscara y apretó más fuerte. La mujer sonrió incómodamente, jadeando por el aire. Pero König no se detuvo, siguió fortaleciendo su agarre alrededor de su cuello, mirandola indiferencia; la mujer entró en pánico, dejando de sonreír, desapareciendo esa fachada de confianza que tenía hace unos segundos. Se retorció, arañó con fuerza y pateó, todo inutil, incluso comenzó a llorar mientras su rostro pasaba de un rojo a un morado por la falta de aire. Y se desmayó.
Él deseaba el toque de una mujer, realmente lo hacía, tuvo una que otra 'experiencia'  cuando era más jóven, un aventura corta con alguna plebeya de los reinos que visitaba en incluso algunas nobles, pero todo acabó más temprano que tarde, se volvió parte de la guardia real, tenía más deberes encima, no recordaba la última vez que había tocado a una mujer.
Ahora cruzaba por los mediados de sus 30, era viejo, sin hijos, comenzó a odiar el contacto con los demás después de pasar años rodeado por viseras, excremento y huesos. Cada vez que estaba cerca de alguien no paraba de recordar la piel putrefacta, roída por los gusanos ,el terrible olor que desprendían los cuerpos enemigos cuando eran quemados.
En casi el final de su largo camino hacia los establos, König escuchó pasos acercarse a él, nunca bajaba la guardia, y a veces lo odiaba, tal vez así sus oponentes serían más interesantes.
Siguió caminando, necesitaba cabalgar un poco, tal vez cazar un venado para disminuir el estrés y divertirse.
— Señor.
Espetó su compañero de armas más cercano, Krueger.
— Kruger.
Murmuró de manera formal, girándose con las riendas de su caballo ya en mano
— Nadie me informó que saldría a cabalgar, hubiera ordenado que alistaran su caballo.
— No pensaba hacerlo
— Disculpe?
— Acompáñame.
Ordenó con una leve sonrisa, caminando al lado de su corcel hacia la salida del establo.
Krueger se quedó ahí unos segundos, solo pensando, dió un suspiro pesado medio divertido y alistó su propio caballo también, no regresarian en un buen rato, no hasta que su señor descargará toda su frustración en las pobres criaturas del bosque. Y él estaría ahí para evitar que se lanzará por el acantilado más cercano. Sin él.
Las cabalgatas con el príncipe/líder könig consistían en guardar silencio, contemplar el alrededor, disfrutar el paisaje, pero no lo suficiente para bajar la guardia por completo. König disfrutaba el silencio, estar lejos de las personas, lejos de su padre moribundo y su hermano.
Pero nunca , nunca podía faltar un trofeo de esa expedición, odiaba sentir que había perdido el.tiempo, aunque así fuera. Debía regresar por lo menos con un venado, o un jabalí atravesado y desangrado gracias a sus flechas.
Esta vez no sería la excepción, su padre seguramente morirá en unos pocos días, debía llevar algo bueno para la ceremonia.
König permaneceria como líder de sus tropas,  era experimentado y fuerte. No podrían reemplazarlo de ninguna manera pero si lo llegaran a intentar, deberían estar listos para un baño de sangre.  Alexander no deseaba poner en contra de sí mismo a sus guerreros y las tropas, no quería provocarlos, al menos no era un completo idiota como para hacer una estupidez de esa magnitud, pensó könig.
Todo estaba medianamente silencioso, a excepción de los pájaros y el viento chocando contra toda superficie..... Y algo más.
Se escuchaban pisadas ligeras y movimientos sutiles entre los arbustos, un animal debía estar escondido, könig preparó su arco y sus flechas. Disparó.
Un venado salió despavorido de entre los arbustos, comenzando a correr, con una rasgada en el lomo que probablemente causó su flecha disparada a ciegas. Inmediatamente Krueger y König comenzaron a cazar a la criatura, definitivamente era una buena presa para la ocasión, y sería suya.
El venado brinca, se escabulle y esquiva las flechas, la naturaleza de esa parte del bosque era frondosa y lúgubre, hasta cierto punto inquietante, su suelo era irregular, siendo un poco complicado seguirle el paso al animal.
La persecución los llevó a un claro rocoso lleno de arbustos con frutos pequeños comestibles.
Finalmente lograron alcanzar al animal, König apuntó con su arco y flecha,  con el caballo en movimiento y disparó de nuevo. La cercanía fue tal que la flecha atravesó el cuello matando al animal y siguiendo su camino con gran velocidad.
No esperaba escuchar un chillido tan agudo después de presenciar que el ciervo caía al suelo con el cuello perforado, pero lo hizo, hubo un grito, una persona. Krueger y él se quedaron en silencio al escuchar los gemidos de dolor y angustia mezclados con pequeñas maldiciones. König se quedó ahí en su caballo, krueger por su parte desmontó y caminó hacia los arbustos sin vacilación alguna,  observo a la criatura por unos segundos, mientras sollozaba para después tomar su brazo y arrastrarla fuera de su escondite.
Konig miro la situación en cámara lenta, tu pequeña figura fue arrastrada para que él te pudiera ver mejor, no podías hacer mucho para negarte, solo te quejabas mordiendo tus labios y lengua, estabas sufriendo, eso era obvio pero eso le hizo sentirse emocionado. Excitado.
Se Quedó totalmente petrificado, mirando tu cuerpo tembloroso y llorosos, con una flecha atravesada en tu brazo izquierdo, estabas sangrando, te examinó de arriba abajo, tu cuerpo, eras demasiado pequeño en comparación suya, en realidad todos lo eran, si así eras de pequeña en comparación a su forma humana se imaginaba lo diminuta que serías con él en su forma más animal; despreciaba a los seres más débiles hasta cierto punto, pero viéndote a ti sintió que debía mantenerte y cuidarte, protegerte. Su mirada se detuvo unos instantes sobre tus senos, luego entre tus piernas y volvió a subir su mirada.
Mirabas el suelo, intentando ocultar tus lágrimas de dolor, forcejeando débilmente contra el agarre de Krueger. Solo se escuchaban pequeñas súplicas saliendo de tus labios temblorosos, buscando consuelo y ser liberada.
— ¿Qué demonios?
Se escucho entre tus tantos murmuros y maldiciones mientras levantabas la mirada para identificar a el idiota que había enterrado una jodida flecha en tu brazo.
Tan pronto como tus ojos llenos de lágrimas enfocaron la enorme figura frente a ti las palabras se quedaron atoradas en tu garganta, tus labios se secaron como si hubieras pasado sin agua varios días.
Un gigante. Montado en su caballo color negro como la noche, vestía como hombre de la alta sociedad con toques barbaros, armadura,  piel de animal sobre su espalda, postura imponente y.... Oh. Una máscara perturbadora.
— Carajo
Lograste maldecir en un murmullo.
— Cuida tu lenguaje
Exige aquel gigante con la voz severa, pero con una pizca de elegancia que, reafirmaba tu teoría, debía ser un hombre con una gran educación, a pesar de ser tan aterrador. Mandó un escalofrío por todo tu sistema, e inmediatamente cerraste la boca y desviaste la mirada hacia un lado, buscando no ser irrespetuosa, por más encabronada que estés y quién se halla equivocado fuese aquel gigante, en el fondo sabías que podrías tener consecuencias peores.
Gracias al miedo y adrenalina casi habías olvidado por completo la flecha en tu brazo, la miraste de reojo y el dolor comenzó de nuevo a invadirte, regresando las lágrimas que picaban tus ojos para salir.
könig estaba teniendo un ataque de ansiedad, una sensación que pensó que había superado, agradece llevar la máscara, o seguramente se notaría su frustración y el nerviosismo al tensar su mandíbula; apretó los estribos de su caballo, mirando tu pequeña y figura patética desviando la mirada ¿Porque lo habías hecho? ¿Era tan horrendo a tu mirada que ni siquiera podías verlo? Él podría perdonar tu falta de cuidado al hablar, pero no perdonaría que no lo mires cuando claramente está exigiendo tu atención. no lo perdonaría. Te daría un castigo. Con una buena excusa.
Bajó de su caballo en un abrir y cerrar de ojos, le bastaron tres pasos para llegar hasta donde estabas, tomar la flecha que llevabas en el brazo y quebrarla a la mitad, sin sacarla, eso te hizo abrir la boca para protestar y dar un grito desgarrador, pero antes de eso puso su mano en tu boca, para ahogar tus demandas, y te alzó en brazos.
No planeaba dejar a una criatura tan vulnerable y débil como tu en ese lugar, para empezar, ¿Porque estabas ahí? No tenías más de 24 años, tus ropas estaban desgastadas. Tan expuesta a que una bestia como él te viera y tomará como su pequeño juguetito nuevo, uno que se encargaría de usar a la perfección y con cuidado(tal vez).
Lloriqueaste contra su mano en tu boca durante unos momentos, las lágrimas caían por tus mejillas, y eso lo hacía sentir aún más extraño, un calor doloroso se formaba en su entrepierna, el deseo de tomarte ahí mismo, y provocar tus llantos aún más.
Pero no era lo suficientemente animal(aún) como para tomarte ahí inmediatamente , podría esperar; tu herida podría infectarse y estarías muerta al anochecer, no quería eso.
Regresó a su caballo y lo montó, contigo en brazos, liberando por fin tu boca, ya no llorabas ni gritabas, solo dabas pequeños suspiros temblorosos,  el dolor fue tal que te desmayaste.
El simplemente no pudo evitar sentirse aún más extraño, te veías casi adorable, tu nariz y mejillas teñidas de rosado, acompañado de tu ceño ligeramente fruncido por el dolor, quería ver que otra caras eras capaz de hacer, específicamente debajo de él.
— Señor, Tengo el ciervo...... Ya es hora de irnos.
Se escuchó a krueger hablar en algún lugar, König estaba demasiado hipnotizado memorizando tus rasgos que fue suficiente para que Krueger haya recogido el cadáver del ciervo y montarlo en el caballo.
— ja... Gut, vamonos.
Murmuró apartando finalmente la vista de tu rostro y parte de tu cuerpo, tomando las riendas y emprendiendo el regreso al castillo.
Su bestia interior estaba ansiosa por salir a la luz, quería probarte, su pequeño trofeo, el mejor de todos.
A/N: Sinceramente, siempre he querido encontrar este tipo de fanfic con König, ¡y lo he hecho! Pero no parece haber ninguno en mi lengua materna, así que aquí estamos. Los reblogs me ayudan muchísimo para que pueda crear más contenido, ¡muchas gracias por leer!
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El sol caía a plomo sobre las calles desoladas de Acapulco, como si un gigante de fuego escupiera lava sobre el asfalto. Yo, con el corazón hecho trizas y la mente más nublada que un cenicero después de una fiesta de hippies, vagaba sin rumbo fijo. Mi musa, esa hada caprichosa que me susurraba versos al oído, se había esfumado en un duelo de poetas callejeros, dejando mi alma tan vacía como una piñata después de una fiesta infantil.
Necesitaba un gramo de inspiración, una pizca de magia para resucitar mi creatividad. Deambulé por callejones oscuros, tropezando con baches y esquivando vendedores ambulantes que pregonaban desde frutas exóticas hasta amuletos de la buena suerte.
En una esquina, un hombrecillo con cara de pícaro me ofreció un caramelo multicolor. "Te dará la visión del poeta místico", susurró con voz sibilina. Lo probé, y sí, mi visión se volvió borrosa, pero solo porque me empalagó el azúcar.
Más adelante, una mujer robusta me abordó con una sonrisa radiante. "Prueba mi elixir de la creatividad", me dijo, agitando una botella llena de un líquido verde fluorescente. "Es una mezcla ancestral de hierbas secretas que te hará escribir como Shakespeare". Desesperado, compré el brebaje y tragué un sorbo. Lo único que conseguí fue un ardor de estómago y un regusto a menta que me quitó el apetito.
En un callejónjón, un tipo con pinta de mafioso me susurró: "Tengo lo que necesitas, chaval. Inspiración pura, garantizada". Me sacó una bolsa con un polvo blanco que brillaba bajo la luz tenue del callejón. "Es polvo de estrellas, traído directamente de la galaxia Andrómeda", me dijo con solemnidad.
Dudé, pensando en el dinero que me había costado el elixir y el caramelo. Al final, la esperanza pudo más que la razón y le compré la dichosa bolsa. Inhalé una pequeña cantidad, esperando sentir un torrente de ideas fluyendo por mi mente. Pero no pasó nada. Solo me picó la nariz y me dio un ligero mareo.
Desmoralizado y sin un centavo en el bolsillo, me senté en un escalón y me eché a llorar. En ese momento, un niño harapiento se acercó a mí con una sonrisa tímida. "No llores, señor", me dijo con voz dulce. "Yo te puedo ayudar". Sacó de su bolsillo un pedazo de papel arrugado y me lo entregó. "Es un poema que escribí", me dijo. "Léelo y te sentirás mejor".
Tomé el papel con escepticismo, pero al leer las primeras líneas, una ola de emoción me recorrió el cuerpo. Las palabras del niño eran hermosas, llenas de sentimiento y de una cruda verdad que me golpeó en el centro del alma. En ese instante, comprendí que la inspiración no se compra, ni se encuentra en una bolsa de polvo o en un frasco de elixir. La inspiración está en la calle, en la mirada de un niño, en el canto de un pájaro, en el dolor y la alegría de la vida.
Con renovada esperanza, me levanté del escalón y le di un fuerte abrazo al niño. "Gracias", le dije con lágrimas en los ojos. "Me has devuelto la fe". Y así, con el poema del niño en la mano y la musa renacida en el corazón, emprendí el camino de regreso a casa, listo para escribir de nuevo.
Don Ggatto
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analisword · 1 month
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem Reader)
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Capítulo 25:
Cuando Enzo dejó su quinta copa vacía de la noche  en la mesa de cristal, supo que tenía que dejar de beber, al menos si no quería hacer el ridículo enfrente de personas tan importantes. 
Cuando Alana y su familia sugirieron la fiesta, la idea no le encantó, nunca le gustaron las multitudes,  ni ser el centro de atención, ni hablar en público, sin embargo, podía decir que en contra a todo pronóstico, esta era una de las mejores noches de su vida, estaban sus amigos, compañeros de trabajo y claro, las mujeres más importantes de su vida, ¿qué más podía pedir? Quizá si pudiera cambiar algo, sería que Lana pudiera estar más tiempo a su lado, pero la chica se veía bastante divertida y bien acompañada por Martina, la cual la tenía de arriba a abajo, a pesar de lo lejos que se encontraban (es decir, los separaba el sillón de la sala) no podía dejar de observarla, Alana tenía el poder de iluminar cualquier habitación que pisase, su largo cabello castaño caía de manera despreocupada por toda su espalda, su flequillo estaba perfectamente peinado aunque un poco más largo de lo normal, Enzo hizo nota mental de volverlo a cortar cuando tuvieran oportunidad.
A decir verdad, nunca se había considerado una persona romántica, claro que había tenido sus novias y claro que había regalado flores y chocolates en más de una ocasión, pero nada se comparaba a ella, nada se comparaba a lo que sentía por Alana. 
La mujer había llegado a cambiarle el  mundo por completo, lo hacía sentir en casa, incluso si no eran del mismo país, incluso si ambos se encontraban a cientos de kilómetros lejos de casa, su lugar era con Alana.
Se sentía tan agradecido con su yo del pasado, ese Enzo que tuvo el coraje y valentía de acercarse a ella y pedirle su número telefónico, eso era otra cosa que nunca había hecho antes, pero Alana tenía este campo magnético que lo empujaba a ella, es como si ella fuera el sol y el el planeta que orbitaba a su alrededor. 
Alana se encontraba en esos momentos hablando animosamente con Martina, se notaba de lejos que ella también estaba borracha, sus mejillas se encontraban más sonrojadas de lo normal, su equilibrio estaba algo afectado y claro, estaba haciendo esa manía de pasarse la lengua por el labio inferior, cosa que por cierto, lo estaba volviendo loco. 
Fue una grata sorpresa el darse cuenta que Alana parecía caerle muy bien a Martina, ella era una adolescente algo difícil, le había espantado más de una novia en el pasado, incluso Sonia, que siempre fue muy amable con ella, nunca terminó siendo del agrado de Martina. 
Pero, ¿en realidad se lo podía cuestionar? Resultaba imposible que Alana no le agradara a las personas, no cuando era tan sencilla, carismática y amable, no cuando era  así de brillante. 
No podía entender aún cómo había personas que la habían defraudado y se empeñaban en lastimarla, ¿quién en su sano juicio haría tal cosa? Enzo se había hecho una promesa hace mucho tiempo: Proteger a Alana al 100 %, sin importar las circunstancias o el tiempo. 
Entonces, de un momento a otro, Alana frunció el ceño y huyó de la sala, dejando a una Martina bastante consternada.
Enzo caminó rápido hacia su dirección, sin importarle las personas con las que había estado conversando. 
—Creo que quiere estar sola—dijo Martina con tono de nerviosismo, Enzo apretó la mandíbula, ¿qué mierda le había dicho a Alana que la había hecho sentir mal?
—¿Vos le dijiste algo?
—No, sí,  no sé—respondió con preocupación genuina, tenía cara de arrepentimiento, Martina no tenía filtro, a veces hablaba sin pensar o simplemente decía cosas imprudentes, Enzo se limitó a sacar aire por la nariz y seguir a Alana. 
—Amor—tocó la puerta, pero Alana no respondió—. ¿Está todo bien? Si Martina te dijo algo inadecuado no le hagás mucho caso, es un poco infantil. 
Sin embargo no obtuvo respuesta, por lo que simplemente entró a su habitación, era un completo desastre debido a que horas antes habían estado preparándose por la fiesta, por lo que Alana había dejado maquillaje esparcido por todo el lugar y diferentes cambios de ropa, de no ser por lo borracho que estaba en esos momentos, probablemente se hubiera  puesto a limpiar. 
Al no encontrar rastro de su novia en la habitación, tocó la puerta del baño. 
—¿Quién es?—preguntó Alana desde el otro lado de la puerta, su voz sonaba débil y entrecortada, lo cual prendió focos de alerta en Enzo, la preocupación hizo que la borrachera se esfumara un poco de manera instantánea. 
—Soy yo, En—respondió—. ¿Estás bien? Voy a entrar. 
Al no obtener un no como respuesta, se dispuso a ingresar al baño, la imagen lo rompió, Alana se encontraba hecha bolita a un lado de la taza del baño, el maquillaje corrido delataba que había estado llorando y sus labios se veían secos. 
—Hey, ¿qué pasó?—preguntó Enzo sentándose frente a ella, la simple pregunta hizo que Alana volviera a llorar—. Mi vida, me estás asustando, ¿te dijo algo Martina?—preguntó, Alana negó rápidamente con la cabeza, todo su rostro se encontraba rojo y sus ojos estaban hinchados.
—¿Por qué no me lo dijiste?—preguntó con un hilo de voz, Enzo tragó saliva en seco, ¿de qué hablaba? 
—¿Por qué no te dije qué, bonita?
—Que te vas a ir—respondió, Enzo hizo una mueca. 
—No me voy a ir a ningún lado, acá estoy—dijo intentando tomarla de los brazos, pero ella se apartó, Enzo sintió que una fibra de su corazón se rasgaba ante aquel rechazo. 
—No hoy—dijo ella—. Después, pronto.
—Lanita, no te estoy entendiendo nada, estás borracha y yo también, ¿no querés mejor irte a dormir?—sugirió.
—¡No!—gritó la chica, a pesar que se encontraban a centímetros de distancia—. Te irás para promocionar la peli. 
—Lana, acabamos de terminar de filmar, falta que la editen y todo ese embrollo—quiso animarla. 
—No esta, la pasada que grabaste. Pero después será esta, luego otra y otra y otra…
Enzo suspiró, hace apenas unos días le habían dado la noticia que la otra película había terminado de editarse, lo cual significaba que empezarían las giras de promoción, claro, por el momento sólo se lo había dicho a su madre y Martina. 
—Supuse que lo sabrías—dijo simplemente. 
—¿Cómo iba a saberlo?—dijo.
—Lana, soy actor, es lo que hago. 
—Disculpa por no saberlo—dijo sarcásticamente—. Pero resulta que eres el primer actor con el que salgo. 
—Tenés razón, debí de haberlo dicho con anterioridad—se disculpó, sentía que la piel le picaba de la culpabilidad, la verdad es que, llevaba meses empujando lejos  la idea de las giras promocionales,  tal vez porque muy por dentro, sabía que representaría un problema para ambos. 
—Yo te lo he contado todo—dijo Alana, sonaba agotada—. Lo de las editoriales, estoy apunto de escribir un puto libro de terror por esta cerca de ti, ¿y ahora me estás diciendo que no sabías que te irías?—dijo parándose, se tambaleó, por lo que Enzo la sostuvo, impidiendo que ella cayera, pero Alana le apartó las manos de encima. 
—No dije eso—replicó, Alana mordió el interior de su mejilla y asintió. 
—Sí,  tienes razón—tomó aire. Creo que eso es lo peor, que todo el tiempo lo supiste y aún así me tuviste aquí. 
—¿Qué querías qué hiciera?—preguntó, sintió algo húmedo en su mejilla, ¿en qué momento había comenzado a llorar?
—¡Qué fueras honesto conmigo, joder! Es lo único que he pedido de ti. 
—Quería hablar contigo al respecto de eso hoy—dijo, era la verdad, había querido conversar con ella antes de la fiesta, pero Alana había estado tan animada que no tuvo la oportunidad de hacerlo. 
—Supongo que ya lo estamos haciendo—dijo caminando hacia la cama, Enzo la siguió—. ¿Qué esperabas? ¿Qué yo me quedara aquí en España en lo que tú te vas a recorrer el mundo?
—Vos podés escribir en cualquier parte del mundo—soltó, arrepintiéndose de inmediato, Alana lo miró con incredulidad. 
—Te refieres a donde tú estés. 
—Sí. 
Alana negó con la cabeza, la estaba cagando, la estaba cagando demasiado, porque era consciente de lo mucho que Alana odiaba no estar en un punto fijo, sabía lo mucho que le dolía no estar en México, cuanto y más estar en un montón de países diferentes. 
—Alana, es mi trabajo—dijo con tono de súplica. 
—También es el mío—replicó ella con voz baja, dándose la vuelta y acostándose en la cama, dándole la espalda.
—Lana…—dijo él acostándose detrás de ella y tomándola por la cintura, sintió que su mundo se iba abajo, pues podía sentir lo mucho que ella también estaba llorando. 
—¿Podemos estar así un momento?
Enzo asintió y la abrazó más fuerte, le dolió hasta el alma, porque antes ella solía decirle si se podían quedar así para siempre, ahora lo único que pedía era un momento. 
¿Acaso eso era lo último que tenían?
Un simple momento más, una última noche juntos.
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aaronofithaca05 · 1 month
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As I wrote on my discord three Iliiad Poems!
Andromache's plead
Inside the chains of dawn
Amidst the rivers of blood
Inside the fallen halls
Where laughter is no more
Inside the Chambers of long
There's a flick of hope
Thundering away despair
As it welcomes the new day.
The day of spring
A day of birth
A new soul took flesh
In Illium's bustling halls again.
The tender string of pearls
Gave way to thundering rain
While poor Andromache
Wasted on felt, humming along the air:
But when did the thunder became the rain?
When did a cuddle became my heir?
When did in mother I became?
(When does a ripple become a tidal wave?) She thought away.
But when did my light in your eyes became ?
When did spring rose again?
When did in mother I became?
As soon as the lyrics end
As soon as her eyes laid against
The stiff and cold bundle of flesh
As soon as her mind saw him again.
As soon as the helmet shine in her end.
As soon as that beast was awake
She could not rest.
Forgive me, is all she said.
En la sombra del ardor
En la luz de la desesperación
Estaba Andromache parada en estupor
-¿Cómo, no puede ser, otra vez?
En él se fijo ella otra vez.
-Héctor ya sabes que el casco no hace bien.
Parado la muralla de valor, aquél corazón habló:
-¿Oh mujer cuándo vas a entender
Que este casco de regreso es?
-No me importa tu razón
Sino las lágrimas que tu primogénito derramó
Al verte entrar en la habitación.
Y como mi corazón se encogió en el salón.
Al quitarse el casco de jabalí y temor
Dejó entrever su rostro
El troyano mejor.
-oh mi niño., oh mi rey.
Por tí acabaría la vida de los argivos sin ley.
Por tí Troya será fecunda, por tí mi vida daré
por que esos aqueos no rocen tu piel.
Y así el sol deslumbró al infante
Envuelto en sábanas de oro y rubor
Así río la alegría de ellos dos
Translation
In fire's shadow
In the light of despair
Still and mute Andromache was.
-¿How, not again?
She in he her eyes were fixed.
-Hector you know no good the helmet is
Standing the greatest wall, his heart spoke:
Don't you know my love
That this helmet is return?
-I don't care what you said
But the tears your firstborn shed
As seeing the room you entered
And shrinked my heart was.
Doning the boar's and fear helmet away
Did he let his face be sawn
The best troyan of them all.
-oh my child, oh muy King
Those lawless argives lives would end
For you Troy fertile will be, my life I'll shed
So those aqueans don't stroke your flesh.
And the kid by the sun was blind
In gold and Red blankets he was.
And then their joy laughed once more
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esuemmanuel · 6 months
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Te observo, como el mar a la gaviota y el viento a la sal, y me pierdo en las líneas de tu silueta adormecida… Yaces dejándote contagiar de la brisa del mar y su calma, mientras mis ojos se deleitan con tus formas… Un suspiro se escapa de mis labios al entablar un amorío entre mi mente y lo que veo, mujer de hermosa presencia, niña que encandilas al mismo sol con tu sonrisa divina.
I observe you, like the sea to the seagull and the wind to the salt, and I lose myself in the lines of your sleepy silhouette... You lie letting yourself be infected by the sea breeze and its calm, while my eyes delight in your forms... A sigh escapes from my lips as I establish a love affair between my mind and what I see, woman of beautiful presence, girl who dazzles the sun itself with your divine smile.
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miskhalie · 3 months
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Sex on the Beach - Fran/Francisco Romero x Reader
Pairing: Fran Romero
Advertencias: smut, cunnilingus, fingering, ¿Public sex?
El sol de verano calentaba el agua del mar, la piel y la arena de la playa. Tu te abanicabas con tu mano incluso dentro del agua. Metiste la cabeza dentro del mar. Cuando volviste a la superficie, miraste a Fran, que se bronceaba junto con las toallas y el bolso. Llevaba unas gafas de sol de colores que le quedaban preciosas con su tono de piel mas bronceada. Además, sus bañadores azules se veían desde la distancia.
Decidiste ir hasta allá. Fran vio como Venus surgió del mar. Tu caminabas a paso seguro mientras el agua te lamia el cuerpo y resbalaba sobre tu piel, dejando atrás gotas. ¡Que mujer!, pensó Fran. ¡Vaya vistas! Se tuvo que levantar un poco, apoyandose en sus codos y quitarse las gafas porque eras todo un espejismo. Tu pelo mojado, tu sonrisa, las gotas bajando por tu cuello a tus pechos a tu cintura y caderas hasta la arena. Se sintió afortunado, como lo había hecho muchas veces más.
Te sentaste sobre tu toalla y lo miraste con esos ojos que le expresaban ternura.
- ¡Que buena esta el agua! - dijiste - Metete si quieres, yo guardo el bolso.
Pero Fran tenia otras intenciones. Lo volvías loco y lo hacías actuar fuera de si. Queria recorrerte la piel con la punta de sus dedos.
- No, gracias. Estoy bien así. - te respondió.
Quizás si debía meterse en el agua, porque estaba empezando a sentir un cosquilleo dentro del estomago que solo podía significar una cosa: te quería allí mismo.
Él también estaba irresistible, con su piel morena, la arena pegada al cuerpo en pequeños granos y el cuerpo reluciente por el aceite corporal. De sus labios colgaba una sonrisa misteriosa y picara. Como si ya estuviera maquinando su siguiente movimiento. Su pelo al sol relucía tanto que parecía Apolo. Y olía a after-shave y a aceite de playa.
Te acercaste a él y juntaste tus labios con los suyos. Sabía a la macedonia que habías comprado de camino. Su lengua era suave, dulce y cariñosa. Por como profundizaba el beso, sabías que estaba necesitado. De ti. Sin separar los labios, te tumbaste a su lado. Un brazo voló a agarrarte de la cintura. Por suerte, habíais colocado en un lugar un poco remoto de la gente, en una pequeña cala a solas.
Su boca bajó de tus labios a tu cuello, donde dio un lametón caliente y sentiste un escalofrío. Suspiraste. Fran se puso sobre ti y poco a poco fue besando tu cuerpo, lamiendo y mordiendo. Cuando llegó a tu braga, beso sobre el forro de esta y sin previo aviso, metió la mano suavemente. Se tumbó a tu altura y siguió besándote con lengua. De momento solo sujetaba tus partes intimas como si lo reclamara, pero tu te sentía tensa, impaciente.
Un dedo hizo camino a tu agujero y se mojó ligeramente para poder acariciar tu punto más sensible, tu clitoris. Con la primera caricia, soltaste un gemido sutil. Fran se comió este al posar su boca sobre la tuya para hacerte callar. Te tapaste la boca después de que te besara y le concediste paso a tu cuello, donde dejaba marcas y besaba con pasión. La combinación de los besos húmedos y calientes con la euforia que sentías por como te tocaba te hacía mojarte más.
La rena de su cuerpo y el agua del tuyo se mezclaban creando una fricción que aunque te irritaba la piel también causaba sensaciones placenteras. El olor a Fran, a playa y el sol que calentaba, todo te traía a un trance del que no eras consciente. Tan profundamente estabas en ese trance que no notaste cuando Fran despego sus labios de tu cuello y fue dejando un camino de os labios de tu cuello y fue dejando un camino de besos hacia tu entrepierna. Hizo a un lado la tela y empezó a lamer. Tu tensabas tus músculos al gemir y no podías ya negar que te gustaba estar así en un lugar medio publico.
Fran te lamia con dulzura, con largos lametones de arriba abajo. Tú levantabas las caderas presa de las sensaciones. Tu cuerpo pedía más y formaba un nudo en la base de tu estomago. Se sentía tan bien que agarraste a tu novio del pelo, por lo que empezó a hacer vibrar su lengua y a lamer en círculos tu nudo más sensible. Justo cuando pensabas que no podías más, te introdujo un dedo, después de que lo aceptaras con facilidad, fueron dos, hasta que fueron tres. Sin parar de dar atención a ese punto donde los nervios de tus genitales se juntaban.
En unos minutos más te derretiste sobre sus dedos. Ambos jadeabais, tu casi perdiendo el conocimiento de tal climax y él asombrado por como habías estado.
- Che, no sabia que podías hacer eso. - se rió.
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or1anasblog · 6 months
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Cuna de Lobos
Los grilletes mordían la piel de tus muñecas y tobillos,el que tenias en tu cuello estaba demasiado apretado para tu gusto dejando una molesta presión sobre tu tráquea cada vez que los nervios te hacían tragar saliva. Fuiste vendido como esclavo a un viejo mercader que se beneficiaba con la compra y venta de huérfanos para los clanes poderosos que solicitaran mano de obra o servicios de servidumbre. Tus padres habían sido asesinados luego de haber sido interceptados por hombres vestidos de negro durante una caminata los cuales habían estado siguiendo sus pasos, tal parece, razonaste ahora, que se trataban de ninjas extremistas obsesionados con purgar cualquier influencia de todo lo que provenga de occidente siendo tu la única sobreviviente al haber huido cuando tu madre te lo dijo.
Presa del miedo, vagaste por unos días hasta llegar a un pequeño pueblo débil y cansada. Los lugareños apenas se percataban de tu existencia y sobrevivías gracias a las sobras que te daban, el recelo hacia ti por tu apariencia era notorio pero no te importaba en tu estado famélico. Luego te atrapó este mercader y ,aprovechando tu apariencia a tu favor, mentiste sobre tu edad para evitar ser vendida a los distritos de placer de los clanes que recurrían a tu dueño por carne fresca. Ahora te encontrabas caminando rumbo a no sabias dónde, lo único que sabias era que el lugar estaba extremadamente alejado del asentamiento mas cercano y que el clima iba empeorando, las ráfagas heladas entumecían tus extremidades haciendo difícil seguir un paso constante. Sin embargo, el miedo a recibir una paliza te hacia concéntrate para no atrasar la fila india que compartiste con los otros niños ,ya habías tenido una cuando quisiste ayudar a otro niño que se había atrasado y el recuerdo del ardor de los latigazos aun persistía en tu espalda y piernas. Al cabo de unas horas, cuando el sol ya estaba escondiéndose y la escarcha comenzaba a caer, vislumbraste luces tenues en la punta de la montaña y si bien el frio ya había entumecido tus manos y pies hiciste lo mejor para llegar rápido.
Al llegar a la entrada te diste cuenta rápidamente que esto era una base o mas específicamente, un clan. Los guardias se alzaban desde cada esquina de la enorme fortaleza helada, la construcción hecha de piedra de granito y grava le daba una apariencia milenaria dando un indicio de la antigüedad de este clan, sospechaste que la sensación de ser observada desde que comenzaste a subir el empinado camino con tu grupo se debía a la presencia de mas guardias escondidos entre el paisaje blanco. El frio se estaba volviendo insoportable y tus harapos no servían en absoluto para guardar algo de tu calor corporal pero, al parecer, tu llegada fue esperada ya que, rápidamente, luego de un breve intercambio de palabras entre tu captor y los guardias, las puertas se abrieron.
No esperabas ser recibido por la vista de un pueblo hecho de hielo, el paisaje helado se complementaba con la arquitectura china tradicional de una forma exquisita, las estatuas mitológicas y la magnificencia de los edificios hablaban del gran estatus y poder que ostentaba este clan. Fuiste separados por géneros y llevada a un pequeño edificio escondido de aspecto modesto, una mujer de mediana edad con un aspecto tosco se encontraba en el centro. Rápidamente fuiste obligada a ponerte en fila con las demás chicas y bajo la pesada mirada de la señora comenzó a revisar y analizar el cuerpo de cada una, al llegar a ti resopló y preguntó “Qué hace una occidental por aquí? No creo que seas muy útil” su mirada de desdén habló por sí sola, “Puede ser que no sea la gran cosa pero estoy seguro que haría un buen trabajo sirviendo en las tareas de limpieza, es muy buen,a lavando y cosiendo” argumentó el mercader “ Y por su apariencia no se preocupe, ningún guerrero de este honorable clan miraría a una occidental, no mancharían su sangre así” agregó. Sentiste una punzada en el pecho ante sus palabras, el enojo y la humillación que surgían dentro de ti por como se expresaban te hizo clavar los ojos en el suelo. Zi Yuan, como supiste que se llamaba la mujer, asintió “Cómo se llama?”, “Bueno-“, “Me llamo-“ una fuerte bofetada impactó contra tu mejilla, sentiste un el gusto a cobre llenar tu lengua y aguantaste las lagrimas que asomaron tus ojos, “No vuelvas a hablar sin permiso. Está claro?” susurró la mujer con veneno, asentiste lentamente y volviste a bajar la mirada. Mientras oías a esas dos personas sellar tu futuro miraste por la ventana a la nieve caer en la oscuridad de la noche, una profunda angustia se instaló en lo profundo de tu estómago al caer en la cuenta de que esta seria tu vida a partir de ahora.
Fue difícil acostumbrarte a esta nueva vida, ninguna de las otras chicas encontraba agradable tú compañía y las pocas que se molestaban en hablarte era solo para insultarte. Sin embargo, con el paso de los meses, aprendiste tu lugar y aceptaste que la única persona que cuidaría de ti eras tu misma.
Hoy era un día especial para el clan Lin Kuei ,como supiste que se llamaba, se daría inicio al ritual de iniciación de los nuevos guerreros del clan mediante una ceremonia exclusiva a la que solo asistirían los miembros de los diferentes clanes aliados. La ceremonia consistía en una muestra de las capacidades de cada guerrero y a qué puesto aspirarían, contando también con un momento de combate entre cada niño para hacerlos adentrarse de a poco en el estudio del enemigo. No tenias muchas ganas de ir pero habías oído que un niño extranjero se postularía y la curiosidad sobre cómo era y cómo había logrado llegar tan lejos te llevaron a la situación en la que te encontrabas ahora. Te habías escabullido de los precarios cuartos donde vivían las sirvientas, te colocaste una manta para cubrirte del frio que mordía tu piel y saliste lo más silenciosamente posible. Al llegar al centro del pueblo te diste cuenta de que no había forma de usar la entrada al dojo principal sin que fueras descubierta y el miedo a las represalias si eso sucediera te provocaba un sudor frio. Así que decidiste escabullirte entre las sombras e ir por el costado del edificio, la luz de las farolas no era lo suficientemente fuerte como para llegar hasta allí así que aprovechaste esto a tu favor y buscaste la forma de subir al techo. Había un árbol en la esquina trasera del edificio cuya rama daba al techo, sin dudarlo mucho pero con extremado cuidado subiste por el viejo árbol.
Una vez allí, te acomodaste en una parte que daba hacia un oscuro pasillo que te ayudaría a pasar desapercibida. Afortunadamente, el edificio contaba con un pozo de cielo que daba al centro del dojo y te daba una vista esplendida del lugar y de quienes estaban allí. Como anfitrión del evento, el Gran Maestro tenía una vista privilegiada al estar sentado en el shinza sobre una delicada almohada, vestía un Hanfu azul con un cinturón negro decorado con jade. Sin embargo, no pudiste evitar desviar tu mirada a las damas presentes allí, cada una lucia más bella que la otra ataviadas en kimonos de seda de diferentes colores, con sus cabellos negro azabache pulcramente recogidos en delicados peinados decorados con horquillas que agraciaban aún más su presencia y le daban un aspecto grácil y delicado, sin obviar sus delicadas figuras acompañadas de delicados rostros pintados de blanco con labios rojos. Un suspiro entrecortado salió de ti, desearías poder ser como ellas, haber tenido un destino diferente, ser aceptada y elogiada por tu aspecto sin tener que cargar con la culpa de portar rasgos que solo te excluían. Con un movimiento de cabeza, sacudiste esos pensamientos angustiantes y dirigiste tu mirada al Gran Maestro, te diste cuenta que había dos espacios vacíos a su lado y te preguntaste para quién serian.
Al cabo de un tiempo, una vez comenzada la ceremonia, se dio inicio a los combates y le tocó el turno al muchacho que habías oído. Descubriste que su nombre era Tomas y que aspiraba al título de Smoke. Y, a decir verdad, tenía sentido, a pesar de no tener sangre Lin Kuei parecía un digno representante del clan, sus movimientos eran tan rápidos y agiles que hacían que sus oponentes apenas pudieran seguirle el ritmo y, a juzgar por la orgullosa sonrisa del Gran Maestro, dirías que sería hijo suyo. Estabas tan metida en seguir la pelea que no te diste cuenta de que te movías para ver sus movimientos hasta que tu manta, que se había arrugado en tus piernas, te hizo perder el equilibrio y resbalar por el borde del techo. Te agarraste lo mejor que pudiste, pero la escarcha y los dedos entumecidos hizo imposible asegurar un mejor agarre y caíste directo al suelo. El aire fue expulsado de tus pulmones y tu cuerpo se puso rígido por el dolor, sin embargo, no tuviste mucho tiempo para recuperarte al escuchar un par de voces que se acercaban desde la oscuridad del camino. Rápidamente te levantaste, o arrastraste podría describirlo mejor, y te escondiste detrás de una de las estatuas de piedra con forma de león que adornaban el borde del camino.
 Las voces, que reconociste que pertenecían aunos muchachos, se fueron acercando poco a poco e hiciste lo mejor que pudiste para pasar desapercibido, si te descubrían que anduviste fisgoneando en un evento tan importante sin dudas recibirías la paliza de tu vida y ya sabias por experiencia de otras sirvientas que a Zi Yuen no le temblaba la mano para dar castigos brutales. Sin embargo, la suerte nunca pareció favorecerte, en tu intento de rodear la estatua para evitar ser vista pisaste una rama congelada que fue oida por los agudos oídos de los ninjas.
Un suspiro fastidiado salió de los labios de Bi Han, odiaba estas absurdas ceremonias entre clanes, tener que ir allí y luchar con débiles que no sabían siquiera seguir el ritmo de un combate normal mientras debías aparentar frente a todos los presentes para no faltar el respeto, agrio aun mas su estado de ánimo. Eso sumado a la insistencia y entusiasmo de Kuai Liang por ir a ver a Tomas presentarse como aspirante del titulo de Smoke.
“Deberíamos acelerar el paso, Tomas ya debe estar compitiendo” volvió a decir Kuai con impaciencia obteniendo como respuesta un simple “Hmm”. Sin dudas, el animo de su hermano lo estaba poniendo de los nervios pero no pudo evitar justificarlo, esta mañana había discutido con su padre por querer reusarse a presentarse en la ceremonia, lo que resultó en una acalorada discusión que terminó con un ultimátum de su padre diciéndole que seria relevado de los primeros cargos que se le asignaron en el clan como futuro Gran Maestro si no podía respetar sus propias costumbres lo que lo llevo a él mismo a interferir para que Bi Han no hiciera algo de lo que luego se arrepentiría. Admiraba mucho a su hermano, ambos cargaban con responsabilidades por ser los futuros herederos, pero sin dudas su hermano llevaba muchas mas obligaciones y compromisos al ser el primogénito y temía que esa presión terminara afectándolo.
 Acelerando, tomaron el camino más cercano y discreto al dojo. Ninguno estaba de ánimos para comenzar con los saludos diplomáticos si se cruzaban con integrantes de los otros clanes, no vaya a ser que la conducta de Bi Han desencadene una guerra al ofender a otro Gran Maestro. Mientras avanzaban se podía oír cada vez más cercano el murmullo de voces, vitoreo y golpes pero casi al llegar a la entrada se detuvieron abruptamente. Para alguien no diciplinado en el arte del sigilo habría ignorado el simple ruido de una ramita romperse, sin embargo, para personas como Bi han y Kuai Liang que fueron entrenados desde pequeños, era imposible no reconocerlo. Con cautela, se dirigieron una mirada y buscaron en las sombras. “Quién está ahí?” exclamo el futuro piromante. “Muéstrate” exigió Bi Han con voz imponente parándose frente a su hermano, completamente erguido, de frente a la fuente de donde provino el sonido. A simple vista parecía que no había nadie pero Bi Han era más listo, agudizó sus sentidos y con un rápido movimiento lanzó una daga congelada hacía donde había detectado que estaba el intruso.
Un grito ahogado salió de tus labios cuando sentiste al hielo cortar la carne de tu brazo. Por reflejo, tomaste tu brazo con la otra mano para evitar el sangrado, era un corte profundo y el dolor te hizo olvidar de la presencia de los dos hermanos.  Volviste a la realidad cuando una mano se agarró fuertemente alrededor de tu brazo  sano, te jaló hasta el centro del camino y con un empujón demasiado rudo para tu gusto, te hizo caer de bruces al suelo de piedra. Sentiste tus rodillas arder cuando los bordes de los adoquines rasparon tu piel, el miedo a lo que esta situación causaría te dejó momentáneamente inmóvil mientras mirabas a los ojos a tu agresor. “Quién demonios eres? ¿Y qué hacías escondida ahí, acaso estabas espiándonos? ¿Quién te envió? ¡Reapondé!” exclamó el nuevo Sub Zero mientras te sacudía como un muñeco de trapo. Tu voz salió más chillona que de costumbre, en un intento de patético de explicarte “Yo-Lo siento. Nadie me envió s-solamente quería ver los combates-“   juraste alzando las manos en un intento de hacerle ver que no tenias intenciones de pelear. “No mientas, por qué otra razón andaría una sirvienta por estos lados!” bramó apretando su agarre en tus brazos, haciéndote chillar cuando sus dedos se clavaron en tu herida aun sangrante. “Oye, hermano. Espera, la estas lastimando” dijo Kuai con urgencia, no entendía por qué su hermano se puso tan colérico contigo si a simple vista podía ver que no eras una amenaza, solamente una de las tantas doncellas que servían en el Lin Kuei. Rápidamente se movió para agarrar el antebrazo de su hermano en un gesto de hacer que te suelte “Déjala, no ves que la estas asustando? Mira, ya la has lastimado” habló con calma, aunque también se podía escuchar preocupación en su tono. Observó como la sangre se filtro en tu gastada camiseta gris, dándole un color casi negro a la tela y tu expresión de pánico y dolor solo hizo que su urgencia por hacer que su hermano te soltará aumentó. Apretando el agarre en el antebrazo de su hermano logró hacer que Bi Han te soltará, no sin antes ganarse una mirada de odio hacia él. “No podemos permitir estos actos de espionaje, sean o no pertenecientes a nuestro clan. Es una criada, más aún, una extrajera! Podría vendernos en cualquier momento, no entiendo como dejaron que siquiera sea parte de nosotros en vez de degollarla apenas cruzó nuestras puertas”  escupió Bi Han. Kuai Liang frunció el ceño, no entendía el desprecio de su hermano por los que no eran de como ellos, es verdad que la sangre era importante pero lo era aun mas los lazos de hermandad y camaradería que uno podía crear con otros más allá de su procedencia, eso fue algo que le enseñó su padre desde muy joven y que se reafirmó con la llegada de Tomas. Aunque él no tuviera sangre Lin Kuei en su cuerpo sin dudas demostró ser apto para competir por un título tan codiciado como lo era el de Smoke.  “No digas esas cosas, hermano. Tomas no compartirá nuestra sangre pero ha demostrado ser un guerrero digno y se ha ganado su lugar como nuestro hermano” exclamó con enojo “Además, no puedes juzgarla si es apta o no para el clan. Recuerda que aún no eres Gran Maestro y ella todavía no ha hecho su entrenamiento de guerrero” recordó Kuai. “No me hables de esa manera mucho menos frente a la criada, recuerda que soy tu hermano mayor y futuro Gran Maestro. Me debes respeto” escupió Bi Han con un tono amenazante mientras lo señalaba con un dedo. “Si tanto te preocupas por ella, hazte cargo tú y sácala de mi vista” dijo mientras pasaba por su lado chocando su hombro duramente, no sin antes patear un poco de tierra en tu dirección. “Le diré a nuestro padre que te retrasaras” murmuró con desdén. Kuai Liang miró irse a su hermano sacudiendo levemente la cabeza en resignación, definitivamente tendría que hablar con él después de esto.
Contemplaste toda la discusión desde el suelo, con una mano en tu brazo herido y los ojos llenos de lágrimas. Sus palabras fueron hirientes, cargadas con un veneno y desprecio total hacía ti que te hizo encogerte en tu lugar y tratar de desaparecer. Al menos agradecías a tu salvador que fue tan amable de apiadarse de ti y evitar que el criomante te rompiera el cuello. Perdida en tus pensamientos no reconociste la mano que Kuai había extendido hacía ti hasta que sentiste su otra mano tocar tu hombro. “Estas bien? Puedes pararte, verdad?” preguntó con un tono que no pudiste ubicar mientras miraba la herida que ocultabas con tu mano.  El calor llenó tus mejillas cuando sentiste la calidez inusual que irradiaba su toque en tu hombro, sumado a la cálida expresión en su mirada. “S-Sí, si puedo” murmuraste mientras tomabas su mano. “Está sangrando mucho, déjame ver” tomó tu brazo suavemente y levantó la gastada tela de tu remera “No es profunda, aunque la presión que ejerció Bi Han hizo que sangrara más de lo debido. Seguramente quedará cicatriz, lo siento” se disculpó mientras tomaba su cinturón de jade “Espera, ¿qué vas a hacer con eso? ¡Lo necesitas!” exclamaste. “Tranquila, tengo otros. Además, tu brazo es más importante que esto” tranquilizó con una suave sonrisa. Lo miraste asombrada mientras atendía tu brazo, estremeciéndote un poco mientras fijaba el cinturón alrededor de tu herida como una venda. Sus manos eran tan suaves, gentiles y cálidas  todo lo contrario a las de su hermano Bi Han, como descubriste que se llamaba, heladas, ásperas y antipáticas. “Ya está, cuando llegues a tu dormitorio deberías lavar la herida para evitar que se infecte” indicó Kuai Liang. Sin embargo, no pudo evitar sonrojarse cuando al levantar la mirada se encontró contigo mirándolo atentamente y sin poder evitar hacer lo mismo. Observó el color de tus ojos y lo grandes que eran, la fina humedad que aun persistía en ellos; la forma de tus cejas, el suave tono rosa que bordeaba tu nariz por el frio, la sutil curvatura de tu arco de cupido, todo lo que encontraban sus ojos era admirado detenidamente. Tu no estabas mucho mejor, la suave caricia de su cuidado y el cálido calor que emanaba de su cuerpo te dejó en un estado de ensoñación mientras estudiabas sus marcados rasgos varoniles que, a pesar de todavía poseer facciones infantiles, comenzaban a dar forma al hombre que sería en el futuro siendo su mirada la causante de provocarte un cosquilleo nervioso en el cuerpo. Sin embargo, ambos fueron sacados de su admiración por el otro cuando una fuerte ventisca sacudió tu cuerpo con un escalofrío.
Con una risa nerviosa, Kuai se alejó de ti haciéndote extrañar inmediatamente su extraña calidez cuando la dura presencia del frio se instaló en tu cuerpo. Entendiendo tu reacción, con rapidez se agachó para recuperar tu manta del suelo, que habías olvidado en tu altercado con Sub Zero, y la colocó suavemente en tus hombros. “Ven, déjame acompañarte hasta tu casa” “No creo que haga falta, ya has hecho demasiado por mí” respondiste, rezando para que no insistiera. “No te preocupes, fue mi obligación ayudarte en disculpa por la actitud de mi hermano. No debería haberte tratado así. Y no aceptaré un no por respuesta” exclamó sin sacarte los ojos de encima. “Bien” de mala gana aceptaste, los nervios enrollándose en la boca de tu estómago. Si madame Zi Yuen se enteraba que te escabulliste por la noche, te lastimaste y lo que era mucho peor, volvías al recinto en compañía de nada mas ni nada menos que el hijo del Gran Maestro, sin dudas lo ibas a pagar caro. El miedo debió ser obvio en tu rostro ya que Kuai Liang colocó una mano suavemente sobre tu hombro “Sucede algo? Te duele?” inquirió con preocupación. “Qué? Oh,no. De hecho no siento nada” trataste de ocultar tu preocupación con una sonrisa que salió a medias y con un gesto vacilante aceptó tu respuesta.
El viaje hasta los dormitorios de las doncellas fue tranquilo, hablaron de todo un poco pero más en especial sobre su entrenamiento para lograr el título de Scorpion y sobre lo cerca que estaba de lograrlo, de ahí dedujiste el por qué de su anormal temperatura cálida. También charlaron sobre lo cerca que estabas de comenzar tu propio entrenamiento, ya que a pesar de ser parte de la servidumbre todos los integrantes del clan debían pasar por un riguroso entrenamiento para poder servir al clan en caso de invasión o ataque. En tu caso, el entrenamiento comenzaba una vez cumplido los quince años y teniendo catorce, te faltaba menos de un año para comenzar, intentaste mentir sobre tu edad de nuevo pero Madame Zi Yuen no era tonta tal vez pudiste burlar al comerciante pero con ella era algo imposible y con la llegada de tu periodo quedaste sin escapatoria, teniendo que confesarle tu verdadera edad. A decir verdad, no te tenías tantas esperanzas. Habías visto a las demás doncellas que había pasado por ello y no creías ser lo suficientemente fuerte, más aun, sabiendo que el entrenamiento se realizaba de a uno o dos pupilos en un entorno muy lejano al Lin Kuei donde el maestro vería según tus aptitudes y habilidades a qué título serías más apto.
“Apuesto a que serás un gran guerrero” aseguró Kuai Liang con determinación, como si hubiera oído tus pensamientos. “En verdad lo crees?” preguntaste con genuina curiosidad y un destelló de esperanza “generalmente me dicen que no lograré superar el primer año. Ya sabes, por la sangre…” murmuraste, frunciendo el ceño con tristeza. “En verdad lo creo. No hagas caso a los que dicen que la sangre es importante sino mira a Tomas. Además, si hay algo de lo que me enorgullezco es mi habilidad para reconocer buenos aliados. Hasta el propio Gran Maestro me lo ha dicho, no su copia” aseguró el futuro criomante inflando el pecho con orgullo. Una pequeña sonrisa salió de ti haciendo que él también comenzara a reír, el calor cubriendo sus mejillas. Continuaron charlando y riendo durante todo el camino, tu hogar no estaba muy retirado del centro del pueblo, más sí ubicado en una zona bastante boscosa para evitar que haya fisgones a los alrededores y tener un mejor acceso al río al momento de ocuparse de la ropa sucia. Cuando estuviste lo suficientemente cerca del lugar, rápidamente te volviste hacia él “Fue un placer conocerte, hijo del Gran Maestro” dijiste con una sonrisa a falta de saber su nombre. Sin embargo, cuando te diste la vuelta para irte, Kuai tomó tu mano “Espera, no sé tu nombre..” dijo con un poco de vergüenza “hablamos tanto pero no tuve la delicadeza de saber tu nombre o decirte el mío” murmuró. Dudaste un poco pero finalmente se lo dijiste, divertida cuando intentó pronunciarlo a la primera y fallando terriblemente. “Y el tuyo?” preguntaste con divertida curiosidad sacándolo del mantra que había hecho tu nombre. “Kuai Liang” murmuró sonrojado, sintiendo un cosquilleo cuando te escuchó susurrarlo con canta delicadeza. Volvieron a compartir una tierna mirada pero el fuerte ruido de las puertas del recinto los sacó de sus pensamientos. Con apuro, lo despediste “¡Debo irme!”. “Espera, es mi deber acompañarte-“ exclamó. ”¡No! Si llegan a ver que me escapé no me dejarán volver a salir” susurraste exaltada. “Por favor, vete. No quiero que te castiguen a ti también” suplicaste. “Bien, pero prométeme que te veré de nuevo” “N-No puedo-“ “Entonces no me iré” desafió. Con un suspiro exasperado, asentiste y prometiste volver a juntarse, corriendo tan rápido como podías mientras tratabas de ser lo más silenciosa posible teniendo cuidado de no enganchar tu manta en algún arbusto.
Kuai te vio partir, vigilando tus pasos hasta que te perdiste de vista. No sabia qué fue lo que le hizo pedirte que se vieran de nuevo pero, sin dudas, lo hizo sentir extraño, por así decirlo. Anteriormente había sentido algo parecido cuando pasaba tiempo con Harumi pero eso sucedió luego de pasar y compartir bastante tiempo juntos. En cambio aquí, ahora, estos pocos minutos compartidos contigo lo dejaron mareado, nervioso y con un cosquilleo en la boca del estómago que sólo lo dejó confundido. Sacudiendo la cabeza, dio media vuelta y comenzó a ir hacia el dojo, sus hermanos lo estaban esperando.
Bueno, esta es mi primera vez escribiendo así que espero sean compresivos conmigo jaja. Espero que les guste y me cuenten lo que piensan. Aún no tengo claro cómo construir la relación entre el lector y Bi Han (ya saben, él es como los ogros y las cebollas, tiene capas). Así que, si tienen alguna sugerencia no dudes en decírmela.
PD: Si alguien esta interesado en ayudarme a traducirlo al inglés, bienvenido sea.
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caostalgia · 1 year
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"Sé que me costó trabajo verle... su belleza me dolió, me dolió la vida que había vivido sin mí, me dolieron las manos que la tocaban, los brazos que la abrazaban, los labios que la besaban, me dolió la tristeza de no haberla tenido antes, de no haberla tenido siempre, y sucumbí a un impulso turbio e interior, cuya naturaleza era tan desconocida para mí como la violencia con la que se manifestaba. Entonces me dije que nunca podría separarme de esa mujer, que nunca consentiría que hubiera otro imbécil en su vida, que lo único que quería era hacerme viejo a su lado, ver su rostro al despertarme todas las mañanas, ver su rostro un instante antes de dormirme cada noche y morir antes que ella. Eran sólo palabras, o ni siquiera eso, frases hechas, sobadas, desprovistas ya de sentido por el uso, pero yo las pensé, las compuse como si nadie las hubiera pensado o sentido antes, y miré a Raquel, y la vi mirarme, sonriente primero, luego más seria, como si pudiera adivinar lo que me estaba pasando. Hasta que se inclinó sobre mí, y la besé, y la Tierra giró sobre sí misma y alrededor del Sol entre las cuatro esquinas de su cama."
Grandes, A. (2007) El corazón helado.
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dabid-motozalea · 4 months
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Estatua de bronce de 9 metros de altura en el puerto de Mikladalur, en las islas Feroe. Dinamarca. Representa a la mujer de las focas, una leyenda de la población.
Dentro del mito, pertenecen al grupo de los cambiantes, seres que mudan su piel para adoptar otra forma. Estas criaturas tenían el extraño don de poder deshacerse de su piel de foca y transformarse en mujeres u hombres de belleza inigualable. Una vez que un selkie tomaba forma humana, ocultaba su piel de foca cerca del mar, entre las rocas, de manera que nadie pudiese hallarla.
La leyenda cuenta que si un humano encuentra la piel de foca, puede someter al selkie, quien obedecerá fielmente al que posea su piel. No obstante, si la selkie llegara a encontrar su piel, huirá de regreso al mar. Algunas veces, cuando un selkie recupera su piel, si el humano que lo sometió fue cruel con la criatura, esta se vengará ferozmente.
Muchas hembras selkies abandonan el mar durante la noche de luna llena o días de fiesta. Si encuentran un hombre que les haga gracia, bailarán y beberán con él toda la noche. Pero cuando el sol vuelva a salir, regresará al mar. Si el hombre la espera fiel a la vera del mar durante las siguientes lunas llenas, puede que conmueva a la selkie, quien abandonará el mar para unirse a él. Las doncellas selkies son famosas por convertirse en excelentes esposas de los hombres que conserven su piel de foca, aunque siempre melancólicas, echarán de menos el mar.
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Una cita junto al mar.
Me preguntaba si iba a venir. ¡Qué ilusa era! De seguro ni se acuerda de mí y mucho menos de esta cita en el mar que habíamos concertado hacía ya cinco años. Y, sin embargo, había una parte de mí que quería creer que todavía me recordaba, que no había olvidado todo lo que habíamos vivido y sido el uno para el otro.
Era aquí, precisamente, donde nos habíamos conocido hace siete años. Yo era una arquitecta recién divorciada, después de un largo pero muy infeliz matrimonio, y él era un joven estudiante de pos-grado. Ambos fuimos llevados al mar por diferentes cuestiones. Yo al buscar paz y consuelo, y el que sólo encontraba al mirar las olas mientras sentía la brisa acariciarme el rostro y peinar mis cabellos, y él al encontrar un espacio para reflexionar y pensar sobre su futuro. Recuerdo la primera vez que lo vi. Estaba descalzo sobre la arena, las olas llenando sus pies de espuma para luego retroceder y dejar un espacio entre la arena mojada y ellos. Yo miraba hacia el horizonte, a ese ocaso precioso que se dibujaba. Los ocasos en el mar me eran de un sabor diferente, le daban a mi alma un sentido más precioso por ser tan apacible y maravillosos a la mirada. Llevaba puesto un vestido amarillo de algodón con tirantes que dejaban al descubierto a mis brazos, un sombrero de playa ancho y blanco. Tenía los brazos cruzados y me abrazaba a mí misma, mientras lloraba en cuclillas viendo el horizonte. Hoy se había finalizado mi divorcio después de dos años de litigio arreglando la división de bienes y la custodia de nuestras hijas. Había luchado tanto por ese matrimonio que se había despedazado. A los treinta y cinco años me sentía hueca, como si hubieran arrancado de tajo todas mis ilusiones. Cinco años es todo lo que había tomado, sólo eso. Los últimos tres ya habían sido necedad de mi parte por tratar de salvar lo insalvable. Luis ya no disimulaba su flagrante infidelidad y su excesivo derroche de dinero que yo misma ganaba. No sabía cómo había podido escoger tan mal, sólo podía achacarlo a la locura del primer amor y a todas esas fantasías románticas que, leer tantos libros de romance, me habían metido en la cabeza. Diez años después yo era una mujer cambiada, más realista y menos idealista, con heridas en el alma que todavía sangraban. Me sentía aliviada, pero a la vez destrozada. Había venido aquí porque no quería llorar frente a mis hijas, pero necesitaba desahogarme. El mar siempre me traía consuelo y sosiego. Podía pasarme horas perdida, contemplándolo, aunque sólo alcanzaba a verlo borroso, siendo difuminado por mis lágrimas. La brisa soplaba fuerte. No podía evitar pensar que, ojalá así como se llevaba mis lágrimas, se llevará también todo lo que guardaba en el corazón: mis sueños hechos pedazos, el dolor del desamor de Luis y la desilusión por mi hogar roto.
En una ráfaga de viento, mi sombrero de paja salió volando. No me moví, no me importaba en lo más mínimo. Seguí sollozando cuando, de repente, sentí que una sombra me tapaba el sol. Volteé y lo primero que divisé fueron unos pies descalzos. Eran pies delgados, largos, algo huesudos, unos pies masculinos, pero bien cuidados, los cuales yacían parcialmente enterrados en la arena. Entonces, una profunda e igualmente masculina voz, llena de una gentileza inconfundible, me preguntó...
“Disculpe, ¿esto es suyo?”
Fue entonces que mis ojos recorrieron el camino desde los pies hasta la fuente de esa voz tan llena de ternura que había penetrado mi desdicha. Tenía los ojos más azules que jamás había visto. Eso fue lo primero que pensé. Era un hombre joven, bronceado, de cabello castaño y ondulado que no podría tener más de veinticinco años. Me despejé la garganta y, apresuradamente, me limpié las lágrimas del rostro para incorporarme. Era un hombre muy alto, yo no le llegaba ni al hombro.
“Si, es mío. Gracias”.
Acepté el sombrero de la mano del hombre y agaché el rostro. Había algo en este hombre me hacía sentir vulnerable.
“Disculpe mi atrevimiento, pero la he observado desde hace rato, mas no quise inmiscuirme. Creo que su sombrero fue la señal que necesitaba para acercarme. No la conozco ni sé por qué llora tan desconsoladamente, pero si algo he aprendido en esta vida es que, a veces, tener con quien hablar, hace un poco más llevaderas las penas. Quiero ofrecerle eso. Un par de oídos que la escuchen atentamente y que no la juzgarán. Permítame invitarle un café. Me llamó Rodrigo”.
Había algo en su semblante, una gran gentileza, una suavidad en su mirada, un sincero deseo de ayudar que terminó por convencerme. Esa tarde me llevó a un café a la orilla de la playa. Allí conversamos por horas. Yo le conté mi historia. De cómo había conocido a Luis mientras estudiaba en la universidad y todo lo que había sucedido desde entonces. Él me escuchó con cuidado sin interrumpir. Cuando ya había purgado todo lo que me volvía pesado el corazón, él empezó a contarme de su vida.
Creo que quería tranquilizarme y ponerme más cómoda al ponernos en igual condición de vulnerabilidad. Me contó que él recién había llegado a la ciudad a estudiar una maestría en Finanzas, también que extrañaba a su madre y a su hermana, pero que, por el deseo de superarse para poder sacarlas adelante, había decidido seguir con su educación, aunque lejos de casa. Me confesó que por eso había venido al mar. Estaba reconsiderando su decisión de seguir estudiando tan lejos de casa. Su madre era viuda y él, su único hijo varón, se sentía sumamente responsable por ella y por su hermana menor, pero entendía también que el programa de maestría le abriría puertas y podría proveer para ellas un mejor futuro. Había trabajado mucho para ganarse la beca que le permitiría seguir con sus estudios, pero a veces desfallecía en su determinación. Estaba solo y no tenía amigos, además de extrañar mucho su hogar. Así pasamos toda esa tarde, la cual se volvió noche, platicando. Ambos nos sentíamos muy bien. Al despedirnos, intercambiamos números de teléfono y prometimos seguir en contacto.
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Al día siguiente recibí un mensaje de texto de Rodrigo.
"¿Cómo sigues? ¿Te sientes mejor?"
Así empezamos a platicar, regularmente, vía texto. Nos fuimos conociendo cada día más. A veces hablábamos por teléfono, cuando necesitábamos escuchar una voz amiga. Pasaron varias semanas así, hasta que Rodrigo me invitó a tomarme un café. Ese día caminamos por la playa, platicamos y nos tomamos un café en la cafetería a la orilla de la playa, aquella en donde nos habíamos conocido. Había pasado por Rodrigo a su universidad y, ya entrada la noche, lo fui a dejar a su modesto apartamento cerca del campus. Al estacionarme enfrente de su edificio, procedí a despedirme de él con un beso en la mejilla, así como se despiden los buenos amigos; lo consideraba precisamente eso. Pero, al momento de acercarme a su mejilla, él volteó su rostro y capturó mis labios con los suyos. La sorpresa me hizo abrir la boca, a lo cual aprovechó para poner su mano sobre mi cuello y profundizar el beso. Dios, había pasado tanto tiempo desde que un hombre me había besado así. El deseo floreció en mi vientre, recordándome que, a pesar de todo lo que me decía, constantemente, era una mujer de carne y hueso. Me besaba con un hambre que me hizo gemir en su boca. Me hacía sentirme deseada, sexy y tan mujer. Sí, no la madre ni la galardonada profesional, sino simplemente mujer, tan mujer. Me bebió el aliento e hizo de mi boca una extensión de la suya. Cuando tuvimos que respirar, soltó mis labios y, sosteniéndome el rostro con ambas manos, me miró directamente a los ojos.
“Laura, quédate, por favor”.
Ese fin de semana, mis hijas estaban en la casa de su padre, así que nadie me esperaba en casa y Rodrigo lo sabía. Lo vi a los ojos. Podía ver la sinceridad en ellos, la misma que relucía en los míos. Esa noche me dejé llevar y la pasamos juntos. Por un instante se nos olvidó todo: el mundo, nuestras familias, nuestras responsabilidades y planes, las diferencias de edad y posición. Éramos sólo Rodrigo y Laura, un hombre y una mujer.
Así comenzó nuestro idilio. Aún ahora, después de tantos años, me hacía suspirar. Fueron tantas memorias y vivencias las que pasamos juntos. Él me devolvió la fe, el gozo de vivir, la confianza en mí misma y la seguridad de que aún había hombres buenos. Nos ayudábamos mutuamente, nos escuchábamos y ofrecíamos apoyo en lo que podíamos. Éramos amigos, confidentes y amantes. Yo me volví su hogar lejos de casa y él mi refugio anhelado. Nos amábamos mucho y a pesar de todo. Aunque Rodrigo era menor que yo, él era muy maduro y respetuoso, además de ser el más apasionado de los amantes, también era el más tierno y cariñoso de los hombres. Vivimos dos años maravillosos, llenos de felicidad, pero llegó el día que habíamos previsto desde el comienzo de nuestra relación. Rodrigo terminó su maestría y era hora de regresar a casa. Quizás por eso nunca quisimos hacernos promesas. Vivíamos día a día. Ese último día lo pasamos juntos y amanecimos en la playa, viendo el amanecer y prometimos volvernos a encontrar, pasara lo que pasara.
Era así que aquí estaba, parada en esa playa, esperando por él, cumpliendo mi promesa, aunque ya había esperado más de una hora. Seguramente, Rodrigo ya me había olvidado; eso pensaba. Miré el mar, una última vez, y me presté a regresar a mi auto. Fue entonces que lo vi. No había cambiado nada y, al mismo tiempo, había cambiado mucho. Mi corazón se volvió loco en mi pecho. Las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas, pero no podía despegarle la vista. Se aproximó hasta estar frente a mí. Veía las lágrimas también en sus ojos. Tomó mis manos en las suyas y, por un momento, fuimos otra vez sólo Laura y Rodrigo, nada más. Me abrazó y estuvimos así por largos minutos, después me llevó a ese café en la playa que era tan nuestro.
Me contó que había regresado a su ciudad y que su hermana y madre habían estado tan contentas de volverlo a ver. Había conseguido un buen trabajo en una compañía transnacional, lo cual le permitió comprarse una casa. Su madre vivía con él, aunque su hermana no, ya que se había casado con un muy buen hombre que la hacía feliz. El también se había casado con una compañera del trabajo y estaban esperando su primer hijo en unos meses. Lo oí platicar sobre su vida. Se le notaba la felicidad y eso me llenó de alegría. Yo le conté de cómo mis hijas habían crecido y estaban en la secundaria ya. Le conté de mi éxito en el trabajo y del proyecto que actualmente ocupaba mi tiempo. Le conté de Armando, un doctor divorciado con quien estaba saliendo desde hace un tiempo, cómo era tan especial conmigo al cuidarme y al hacerme reír. Le conté, también, cómo Armando me había propuesto matrimonio, pero yo insistía en esperar hasta que mis hijas se graduaran de la secundaria. Así estuvimos varias horas platicando. Alegrándonos de las alegrías y simpatizando con las penas y dificultades que el otro había experimentado durante estos cinco años.
Llegó la noche y la hora de despedirnos.
“Te ves más hermosa que nunca. Cuídate mucho, Laura. Recuerda tu valor y sigue persiguiendo tus sueños. Eres una mujer asombrosa. Siempre daré gracias por el tiempo que te tuve en mi vida. Fuiste la forma que el Universo utilizó para hacerme crecer, para cobrar aliento. Aprendí tantas cosas valiosas a tu lado, todo ese amor que me brindaste, tan desinteresadamente, me dio la fuerza que necesitaba para seguir y el valor para afrontar lo que vendría después. Te llevo siempre en el corazón con gratitud y mucho cariño. Te deseo lo mejor”.
“ Yo también te agradezco, Rodrigo, por todo lo que me brindaste; un hombro donde llorar, unos brazos siempre listos para abrazarme, un compañero y un amigo que me dio su compañía y escucha en el que fue el tramo más difícil de mi vida. Me alegra sobremanera que hayas logrado lo que te propusiste y que, tú y tu familia, sean tan felices. Siempre te recuerdo, doy gracias por ti y pido por tu bienestar. Mi cariño y respeto los tienes siempre. Yo también te deseo lo mejor”.
Así nos despedimos y volvimos a renovar nuestra cita en el mar. Nos volveríamos a encontrar, después de cinco años más, y veríamos dónde la vida nos tendría, pero mi corazón agradecía que, lo que ya habíamos vivido, nada ni nadie podría arrancárnoslo del alma.
E.V.E
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