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#konig x lectora
sunflowerzyk · 24 days
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Un boceto que tenía guardado desde 2022, le hice un pequeño render, quedó decente
Ciervo herido
En una misión, Cobalto resultó herida.
El austriaco de 6'7 de altura(2,10 más o menos) la salvó, su coronel.....
Cobalto le dió una recompensa, pero por desgracia o beneficio , ella terminó con, sobre estimulación, pidiendo misericordia.
Misericordia que su coronel le negó, hasta quedar satisfecho, con un buen cuidado posterior, por supuesto.
Él momento fue lento y profundo.
Con mucho cuidado(algo) para no abrir las heridas recién cocidas.
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sunflowerzyk · 6 months
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Detrás del depredador - König Híbrido!Oso x lectora [Medieval AU]
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Capitulo 1!
Capitulo 2! << Siguiente aqui
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de altura, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno.
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
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König es un príncipe, dentro de lo que cabe, un candidato para  ascender al trono de su padre, es  inestable en todo sentido, fue a batallas desde muy joven,. vió morir a sus hermanos y hermanas mayores, al nunca destacar de entre todos ellos nunca fue bien recibido por su padre, incluso ahora, siendo el único vivo junto a un hermano mayor suyo, a könig nunca le interesó el trono en lo absoluto y su incompetencia para generar descendencia lo hacía un candidato inepto ante ojos de todos.
Cualquier mujer que era enviada a sus aposentos siempre era rechazada y en el mayor de los casos, ellas mismas se negaban a ir a su lado,  sin importarles ser decapitadas por rechazar a un príncipe, describen la sensación de estar a su lado como perturbadora y aterradora, un monstruo lleno de rencor y frustración.
Su padre se rindió en intentar conseguir un nieto de su parte y se limitó a suponer que su locura lo mataría.
Por su parte König se mantiene aislado en su habitación cuando está de visita en el castillo de su padre y no en su provincia, salía ocasionalmente para cabalgar por el bosque o cazar alguna pobre criatura que servirá como trofeo.  Un príncipe impredecible por naturaleza, no existía retrato alguno suyo en ninguna parte que indicara cómo lucía detrás de esa espeluznante máscara que siempre usaba fuera de su habitación y quizás también dentro de ella. Habían rumores por todo el pueblo incluso dentro de la servidumbre del mismo palacio, &lt;<'tal vez se desfiguró la cara en alguna batalla' 'él mismo intentó arrancarse su rostro en un arranque de ira' o 'es demasiado feo y vergonzoso para querer mostrarse al público'>>
Nadie preguntaba realmente, eran chismes a voces susurradas. Tampoco es que a König le importará demasiado la poca indiscreción del pueblo y los sirvientes, tarde o temprano ocurriría un terrible accidente que solo afectaría a los que tenían la lengua suelta y confiada.
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Recién amanecía en el reino, normalmente el ambiente era helado por las noches, aun recién saliendo el sol se sentía la suave brisa helada de todas las mañanas, könig disfrutaba el paisaje tranquilo cuando el sol se ocultaba, el silencio era acogedor y las luces cálidas del pueblo también lo eran.
Dió un suspiro cansado, separó su mirada de la ventana y contempló el cuerpo inerte de aquella mujer extraña para él, con marcas de asfixia alrededor de su cuello, estaba harto, no es que odiara la idea de pasar una buena noche,...solo no así, en lugar de encender sus más profundos deseos, solo se frustra más al presenciar a otra persona frente a él, ver sus inútiles intentos de cotejar y al final rendirse con nerviosismo.
La noche anterior su hermano le regaló una de sus esclavas porque en sus palabras 'Ya tengo demasiadas mujeres en mi harem, es hora de que tengas una propia' con arrogancia y un toque humorístico que claramente le ponía los nervios de punta.
Su hermano mayor sabía perfectamente que él odiaba tener contacto de cualquier tipo con la gente, tenía suficiente con tener que acudir a algunas reuniones del consejo, discutir política y estrategias de guerra. König sabía perfectamente que atrae la atención de todos, hasta cierto punto ayudaban a alimentar su ego, pero tiene totalmente metido en la cabeza que no depende de la aprobación ni la alabanza para saber lo que vale, es un hombre de casi 40 años, le gustaría decir que la edad trae madurez, pero su hermano mayor es una prueba de que no siempre es así.
A pesar de ser el hijo menor de su madre, König tiene la complexión más robusta entre todos sus hermanos, sumado a su gran tamaño era una bestia contenida en un cuerpo de hombre. literal y figurativamente. Su madre era una humana, pero tanto su padre, como sus antepasados y gran parte de sus hermanos, eran híbridos/oso. Cómo su escudo lo indicaba.
Gracias a su físico bien formado se unió a temprana edad al ejercicio, ascendiendo con esfuerzo y determinación. Antes era algo más emocionante hasta cierto punto. Ahora. Incluso su puesto como líder de la guardia real era fastidioso, batallar con los jóvenes era una astilla en la uña del dedo. Siempre quejándose, seres pequeños, débiles, queriendo demostrar ser algo que claramente no son, ya que no fueron tan inteligentes para ser maestros cultos ni tan estúpidos para ser ladrones mendigos; Esos estúpidos jóvenes no estaban hechos para la guerra, pero según las exigencias él debía cambiar eso, estaba a cargo de sus vidas y con ello la de todo el reino. Podría quebrar sus huesos cuanto quisiera para forjarlos como verdaderos hombres. La única parte medianamente reconfortante, podría dejarlos sin un brazo y costillas rotas durante los entrenamientos y nadie diría nada, ya que él es el que manda. Jefe.
König volvió en sí, identificando que había estado mirando al vacío durante algunos minutos, Una ligera sonrisa se formo en su rostro, al notar que había dos sirvientes arrastrando el cuerpo de aquella joven inconsciente fuera de su habitación con la cabeza gacha, casi arrodillados, era de esperarse, todos sabían que quien mirara su rostro perdería los ojos y la lengua. No había una razón en particular para ocultar su rostro, le gustaba mantenerse bajo el anonimato y así causar más terror en las demás personas, eso le divertía, ver sus cuerpos temblorosos del pavor.
La puerta de su habitación se cerró con lentitud, la sonrisa de su rostro se borró cuando escuchó unos pasos aproximándose.
— Apropos Teufel.
Exhaló con irritación, tomando la máscara a su lado y colocándola en su lugar nuevamente, dejando solo a la vista sus ojos color azul rey, fríos como el hielo, casi inexpresivos. Cuando los pasos se hicieron más pesados supo que su hermano estaría furioso después de ver a aquella criada inconsciente, arrastrada por los sirvientes.
Un empujón fuerte retumbó por todo el pasillo y la habitación. Ahí estaba él, su hermano mayor, Alexander, Con su cuerpo tenso, el ceño fruncido, esa característica media sonrisa arrogante y narcisista típica suya. Se quedaron viendo unos momentos, hasta que Alexander apartó la mirada, inspeccionando la cama, estaba totalmente ordenada, su ceño se frunció aún más, no había encontrado lo que buscaba.
— Eres realmente quisquilloso König
Gruñó con diversión, claramente no le importaba una mierda aquella esclava, solo quería hacerlo pasar un mal rato.
— ¿Ni siquiera esa puta extranjera fue capaz de mover tus entrañas?. Eres fuerte, yo no la hubiera dejado de follar hasta el amanecer.
König se quedó ahí en silencio, desviando la mirada de su hermano, levantando su gran figura lejos de la ventana, dirigiéndose a la puerta.
Alexander se tensó  , flanqueando su compostura despreocupada de antes, con esa tonta sonrisa.
König se detuvo a solo unos  centímetros de distancia, mirando a Alexander desde arriba, la diferencia de tamaño era abismal entre ambos, posiblemente genética, o por la ansiedad de könig que le provocaba un hambre insaciable de pequeño, más los duros entrenamientos y castigos físicos a los que su padre lo sometia por ser un bebé llorón que no salía nunca de detrás del vestido de su madre, buscando protección y consuelo.
Inclinó su cabeza hacia abajo, tomando el hombro de Alexander con una de sus enormes manos llenas de cicatrices, estrujando la carne, músculos y huesos debajo de ella. Se acercó lo suficiente para susurrar a su oído.
— Merezco algo mejor que una esclava,  es un trofeo que no me gane por mis propios medios.
Soltó con arrogancia y severidad, disfrutando de la impotencia que su hermano mayor estaba experimentando. Era bien sabido que Alexander nunca estaba presente en las guerras, siempre dirigía desde la comodidad de su carpa, könig era quien se encargaba del trabajo sucio, comandar y pelear por sus tierras. Alexander Solamente era solapado por su padre, un poco hombre de más de 50 años que solo se encargaba de firmar uno que otro papeleo en su provincia, tenía todo asegurado en la vida. Era débil. Y König disfrutaba al recordarselo de manera indirecta, como moviendo un cuchillo en círculos sobre la misma herida, abriendo más la carne y haciéndolo sangrar sin matarlo por completo.
König dejó de hacer presión en el hombro de Alexander al escuchar algunos quejidos de dolor, y el rostro de su hermano al rojo vivo, seguramente había dejado moretones que no se quitarían hasta después de una semana. Le dio una ligera reverencia a Alexander, lo rodeó y salió de la habitación, dejándolo con un sabor agridulce en la boca. Ante todo era su próximo rey.
König caminó por los pasillos con normalidad, con orgullo, toda la semana había sido una mierda, el regreso de la guerra lo dejó con adrenalina en su sistema, deseaba sacarlo, Incluso considero aceptar a aquella esclava dentro de su cama, pero toda curiosidad por saber acerca de ello callo por los suelos, al ver a esa mujer con una sonrisa arrogante en sus labios, juzgandolo descaradamente con la mirada, sin una pizca de decencia en su ser, se acercó incómodamente a él sin preguntar, tocándolo y dejando rastros de su saliva en su clavícula. Asqueroso. A König le pareció repugnante, pero decidió hacerlo divertido, al menos para él.
Tomó a la mujer del cuello y apretó ligeramente, la mujer gimió tan fingidamente que le revolvió el estómago, incluso sintió lástima por ella.
Sonrió debajo de la máscara y apretó más fuerte. La mujer sonrió incómodamente, jadeando por el aire. Pero König no se detuvo, siguió fortaleciendo su agarre alrededor de su cuello, mirandola indiferencia; la mujer entró en pánico, dejando de sonreír, desapareciendo esa fachada de confianza que tenía hace unos segundos. Se retorció, arañó con fuerza y pateó, todo inutil, incluso comenzó a llorar mientras su rostro pasaba de un rojo a un morado por la falta de aire. Y se desmayó.
Él deseaba el toque de una mujer, realmente lo hacía, tuvo una que otra 'experiencia'  cuando era más jóven, un aventura corta con alguna plebeya de los reinos que visitaba en incluso algunas nobles, pero todo acabó más temprano que tarde, se volvió parte de la guardia real, tenía más deberes encima, no recordaba la última vez que había tocado a una mujer.
Ahora cruzaba por los mediados de sus 30, era viejo, sin hijos, comenzó a odiar el contacto con los demás después de pasar años rodeado por viseras, excremento y huesos. Cada vez que estaba cerca de alguien no paraba de recordar la piel putrefacta, roída por los gusanos ,el terrible olor que desprendían los cuerpos enemigos cuando eran quemados.
En casi el final de su largo camino hacia los establos, König escuchó pasos acercarse a él, nunca bajaba la guardia, y a veces lo odiaba, tal vez así sus oponentes serían más interesantes.
Siguió caminando, necesitaba cabalgar un poco, tal vez cazar un venado para disminuir el estrés y divertirse.
— Señor.
Espetó su compañero de armas más cercano, Krueger.
— Kruger.
Murmuró de manera formal, girándose con las riendas de su caballo ya en mano
— Nadie me informó que saldría a cabalgar, hubiera ordenado que alistaran su caballo.
— No pensaba hacerlo
— Disculpe?
— Acompáñame.
Ordenó con una leve sonrisa, caminando al lado de su corcel hacia la salida del establo.
Krueger se quedó ahí unos segundos, solo pensando, dió un suspiro pesado medio divertido y alistó su propio caballo también, no regresarian en un buen rato, no hasta que su señor descargará toda su frustración en las pobres criaturas del bosque. Y él estaría ahí para evitar que se lanzará por el acantilado más cercano. Sin él.
Las cabalgatas con el príncipe/líder könig consistían en guardar silencio, contemplar el alrededor, disfrutar el paisaje, pero no lo suficiente para bajar la guardia por completo. König disfrutaba el silencio, estar lejos de las personas, lejos de su padre moribundo y su hermano.
Pero nunca , nunca podía faltar un trofeo de esa expedición, odiaba sentir que había perdido el.tiempo, aunque así fuera. Debía regresar por lo menos con un venado, o un jabalí atravesado y desangrado gracias a sus flechas.
Esta vez no sería la excepción, su padre seguramente morirá en unos pocos días, debía llevar algo bueno para la ceremonia.
König permaneceria como líder de sus tropas,  era experimentado y fuerte. No podrían reemplazarlo de ninguna manera pero si lo llegaran a intentar, deberían estar listos para un baño de sangre.  Alexander no deseaba poner en contra de sí mismo a sus guerreros y las tropas, no quería provocarlos, al menos no era un completo idiota como para hacer una estupidez de esa magnitud, pensó könig.
Todo estaba medianamente silencioso, a excepción de los pájaros y el viento chocando contra toda superficie..... Y algo más.
Se escuchaban pisadas ligeras y movimientos sutiles entre los arbustos, un animal debía estar escondido, könig preparó su arco y sus flechas. Disparó.
Un venado salió despavorido de entre los arbustos, comenzando a correr, con una rasgada en el lomo que probablemente causó su flecha disparada a ciegas. Inmediatamente Krueger y König comenzaron a cazar a la criatura, definitivamente era una buena presa para la ocasión, y sería suya.
El venado brinca, se escabulle y esquiva las flechas, la naturaleza de esa parte del bosque era frondosa y lúgubre, hasta cierto punto inquietante, su suelo era irregular, siendo un poco complicado seguirle el paso al animal.
La persecución los llevó a un claro rocoso lleno de arbustos con frutos pequeños comestibles.
Finalmente lograron alcanzar al animal, König apuntó con su arco y flecha,  con el caballo en movimiento y disparó de nuevo. La cercanía fue tal que la flecha atravesó el cuello matando al animal y siguiendo su camino con gran velocidad.
No esperaba escuchar un chillido tan agudo después de presenciar que el ciervo caía al suelo con el cuello perforado, pero lo hizo, hubo un grito, una persona. Krueger y él se quedaron en silencio al escuchar los gemidos de dolor y angustia mezclados con pequeñas maldiciones. König se quedó ahí en su caballo, krueger por su parte desmontó y caminó hacia los arbustos sin vacilación alguna,  observo a la criatura por unos segundos, mientras sollozaba para después tomar su brazo y arrastrarla fuera de su escondite.
Konig miro la situación en cámara lenta, tu pequeña figura fue arrastrada para que él te pudiera ver mejor, no podías hacer mucho para negarte, solo te quejabas mordiendo tus labios y lengua, estabas sufriendo, eso era obvio pero eso le hizo sentirse emocionado. Excitado.
Se Quedó totalmente petrificado, mirando tu cuerpo tembloroso y llorosos, con una flecha atravesada en tu brazo izquierdo, estabas sangrando, te examinó de arriba abajo, tu cuerpo, eras demasiado pequeño en comparación suya, en realidad todos lo eran, si así eras de pequeña en comparación a su forma humana se imaginaba lo diminuta que serías con él en su forma más animal; despreciaba a los seres más débiles hasta cierto punto, pero viéndote a ti sintió que debía mantenerte y cuidarte, protegerte. Su mirada se detuvo unos instantes sobre tus senos, luego entre tus piernas y volvió a subir su mirada.
Mirabas el suelo, intentando ocultar tus lágrimas de dolor, forcejeando débilmente contra el agarre de Krueger. Solo se escuchaban pequeñas súplicas saliendo de tus labios temblorosos, buscando consuelo y ser liberada.
— ¿Qué demonios?
Se escucho entre tus tantos murmuros y maldiciones mientras levantabas la mirada para identificar a el idiota que había enterrado una jodida flecha en tu brazo.
Tan pronto como tus ojos llenos de lágrimas enfocaron la enorme figura frente a ti las palabras se quedaron atoradas en tu garganta, tus labios se secaron como si hubieras pasado sin agua varios días.
Un gigante. Montado en su caballo color negro como la noche, vestía como hombre de la alta sociedad con toques barbaros, armadura,  piel de animal sobre su espalda, postura imponente y.... Oh. Una máscara perturbadora.
— Carajo
Lograste maldecir en un murmullo.
— Cuida tu lenguaje
Exige aquel gigante con la voz severa, pero con una pizca de elegancia que, reafirmaba tu teoría, debía ser un hombre con una gran educación, a pesar de ser tan aterrador. Mandó un escalofrío por todo tu sistema, e inmediatamente cerraste la boca y desviaste la mirada hacia un lado, buscando no ser irrespetuosa, por más encabronada que estés y quién se halla equivocado fuese aquel gigante, en el fondo sabías que podrías tener consecuencias peores.
Gracias al miedo y adrenalina casi habías olvidado por completo la flecha en tu brazo, la miraste de reojo y el dolor comenzó de nuevo a invadirte, regresando las lágrimas que picaban tus ojos para salir.
könig estaba teniendo un ataque de ansiedad, una sensación que pensó que había superado, agradece llevar la máscara, o seguramente se notaría su frustración y el nerviosismo al tensar su mandíbula; apretó los estribos de su caballo, mirando tu pequeña y figura patética desviando la mirada ¿Porque lo habías hecho? ¿Era tan horrendo a tu mirada que ni siquiera podías verlo? Él podría perdonar tu falta de cuidado al hablar, pero no perdonaría que no lo mires cuando claramente está exigiendo tu atención. no lo perdonaría. Te daría un castigo. Con una buena excusa.
Bajó de su caballo en un abrir y cerrar de ojos, le bastaron tres pasos para llegar hasta donde estabas, tomar la flecha que llevabas en el brazo y quebrarla a la mitad, sin sacarla, eso te hizo abrir la boca para protestar y dar un grito desgarrador, pero antes de eso puso su mano en tu boca, para ahogar tus demandas, y te alzó en brazos.
No planeaba dejar a una criatura tan vulnerable y débil como tu en ese lugar, para empezar, ¿Porque estabas ahí? No tenías más de 24 años, tus ropas estaban desgastadas. Tan expuesta a que una bestia como él te viera y tomará como su pequeño juguetito nuevo, uno que se encargaría de usar a la perfección y con cuidado(tal vez).
Lloriqueaste contra su mano en tu boca durante unos momentos, las lágrimas caían por tus mejillas, y eso lo hacía sentir aún más extraño, un calor doloroso se formaba en su entrepierna, el deseo de tomarte ahí mismo, y provocar tus llantos aún más.
Pero no era lo suficientemente animal(aún) como para tomarte ahí inmediatamente , podría esperar; tu herida podría infectarse y estarías muerta al anochecer, no quería eso.
Regresó a su caballo y lo montó, contigo en brazos, liberando por fin tu boca, ya no llorabas ni gritabas, solo dabas pequeños suspiros temblorosos,  el dolor fue tal que te desmayaste.
El simplemente no pudo evitar sentirse aún más extraño, te veías casi adorable, tu nariz y mejillas teñidas de rosado, acompañado de tu ceño ligeramente fruncido por el dolor, quería ver que otra caras eras capaz de hacer, específicamente debajo de él.
— Señor, Tengo el ciervo...... Ya es hora de irnos.
Se escuchó a krueger hablar en algún lugar, König estaba demasiado hipnotizado memorizando tus rasgos que fue suficiente para que Krueger haya recogido el cadáver del ciervo y montarlo en el caballo.
— ja... Gut, vamonos.
Murmuró apartando finalmente la vista de tu rostro y parte de tu cuerpo, tomando las riendas y emprendiendo el regreso al castillo.
Su bestia interior estaba ansiosa por salir a la luz, quería probarte, su pequeño trofeo, el mejor de todos.
A/N: Sinceramente, siempre he querido encontrar este tipo de fanfic con König, ¡y lo he hecho! Pero no parece haber ninguno en mi lengua materna, así que aquí estamos. Los reblogs me ayudan muchísimo para que pueda crear más contenido, ¡muchas gracias por leer!
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sunflowerzyk · 2 months
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Detrás del depredador -König Híbrido!Oso x Lectora [Medieval AU] Cap. 4
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Lista maestra
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de tamaño, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, pelusa, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno. Este capitulo en particular contiene somnofilia!
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
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— El Príncipe könig exige su asistencia en el gran comedor a la hora de la cena. Está noche.
Oh. Recién estabas despertando y conectando todos tus sentidos, siendo consciente de tu entorno nuevamente y ya tienes malas noticias que revuelven tu estómago vacío. La criada abrió las cortinas y el resplandor del sol inundó la habitación. Era un nuevo día.
— Ahora desea verme?
Preguntaste lo más tranquila que pudiste, controlando tu semblante mientras te levantas y sales de la cama, sintiendo esa sensación de costras secas de algún líquido esparcido en tu vientre y zona inferior nuevamente, caminas a la habitación de limpieza para remover esa sensación de tu cuerpo nuevamente, la criada corre a tu lado cuando lo nota.
—  Si señorita, en la cena.
Respondió la criada detrás tuyo, alistando las fragancias y jabones para limpiarte.
Tu por tu lado te quitas el camisón, miras tu vientre manchado, ya te has acostumbrado, ligeramente, no te gusta, solo se hizo una costumbre retorcida entre könig y tu. Piensas para ti misma, y entras a la tina de agua tibia.
Es relajante para tu cuerpo y tu brazo que aún no se ha recuperado por completo, la perforación de la flecha ya estaba cerrando y no habían indicios de infección, algo bien.
Tu mirada deambula en la habitación a la que ya te has acostumbrado a visitar para limpiarte esas costras todos los días, y ahora más que nada te está ayudando para distraerte del hambre que sientes por negarte a comer un bocado el día anterior buscando desesperadamente despertarte en la noche y confrontar a könig para que te escuchará. Lo cual no funcionó en lo absoluto, dormiste igual de profundamente como las noches anteriores a esa. En conclusión, la comida no tenía nada que ver con tu sueño profundo.
— Yo no creo que sea prudente que me presenté.
Murmuraste como excusa.
—  El príncipe exigió su presencia.
— No quiero
— Cierre los ojos por favor señorita, no quiero que le caigan aceites en los ojos.
Ella No escucha tus reclamaciones, obviamente no es culpa de ella, no es su obligación, ella solo sigue órdenes y lo entiendes. Hasta cierto punto. Está situación de una u otra forma era tu culpa, hiciste todo eso de la comida por suposiciones sin sentido en lugar de preguntar directamente a la criada; aunque lo más probable era que ella lo negaría.
— No quiero verlo.
Susurraste para ti misma, jugando con la superficie del agua, formando ondas y rompiéndolas con un desliz de tu dedo. Te cuestionas tus decisiones hasta ahora.
Confrontarlo. Eso se suponía que debías hacer,(eso querías) e hiciste eso, (solo una parte de ello) formulaste un plan y lo aplicaste, no comiste durante todo el día anterior porque sospechaste que la comida tenía algo que provocaba que durmieras muy profundamente. Estabas equivocada, por supuesto. Resultó que tu cuerpo se relajaba tanto gracias a las comodidades y falta de responsabilidades que caías como una piedra en el colchón suave y las finas telas. maldecías haber hecho una tonta huelga de hambre. Fue muy tonto ahora que lo piensas a profundidad, por eso tu estómago ruge incansablemente.
— La apariencia es importante, pero lo son más los modales, le enseñaré sobre la etiqueta en la mesa, tenemos todo el día de hoy para ello.
No prestas mucha atención realmente, tu cabecita está demasiado ansiosa buscando una manera de salir de ahí. Tal vez querías verlo antes para hablar con él para negociar que te dejara volver a tu hogar, cuando recordabas lo furiosos que podrían estar tus padres por desaparecer así, pero ahora?, ya ha pasado más tiempo, ahora no hay nada que puedas hacer para apaciguar la ira de tus padres; solo aceptaste tu realidad, ahora te agradaban esas comodidades y querías que könig se mantuviera alejado....
Pero justo cuando no lo querías cerca de ti, la criada llegó con las terribles noticias de que el príncipe del reino quería que acudieras obligatoriamente a una cena con él. No sería una velada agradable, no del todo. Sospechas.
También querías reclamar las razones del porqué él jugaba contigo como si no fueras nada, dejándote sucia y pegajosa  sin estar casados o siquiera comprometidos! ¿no tenía suficiente ese hombre con todas las mujeres que existían en su harem? Tal vez era un hombre totalmente asqueroso y horrible como lo decían los rumores. Eso pensaste. No lo dirías así, no querías morir decapitada. O peor.
El baño terminó más temprano que tarde, señal de ello fue que la criada camino hacia el otro extremo de la habitación de baño para tomar las toallas. Por tu parte, te quedaste ahí, sintiendo unos segundos mas la calidez del agua que comenzaba a desaparecer.
— Mi estomago duele, ¡Que hay esta vez para comer?
—Señorita....el príncipe nos ordeno no alimentarla hasta la hora de la cena, para garantizar que no deje ni una migaja, lo lamento.
— Me siento apenada por hacer suposiciones sobre la hospitalidad, si se lo hiciera saber al príncipe....
— El príncipe sabe que usted esta arrepentida señorita.
Valla, ese tal príncipe realmente era un hombre rencoroso e inteligente, aunque no te sorprende demasiado, estas feliz de que no viniera personalmente a admitir que estaba ofendido por tu rechazo hacia la comida y presentar el castigo por ello.
Te molesta de cualquier modo que se burle de ti, sabiendo que claramente te ibas a arrepentir tarde o temprano.
Escuchaste a la criada acercarse de nuevo a ti, ella extendió la toalla hacia ti, señal para que finalmente salieras de la tina. y obedeciste. El agua tibia escurría por todo tu cuerpo cuando saliste completamente de la tina y te envolviste en la toalla, al principio era vergonzoso que alguien viera tu cuerpo desnudo, ni siquiera tu madre lo hacia después de que tuviste edad suficiente para ducharte tu misma; pero la criada te hizo entender que realmente el pudor no existía ni importaba mucho en el palacio, al menos no a la hora del baño, la mayoría de sirvientes tenían una habitación de aseo compartida y las concubinas siempre tenían a un grupo de mujeres que las ayudaban a limpiarse y arreglarse todos los días.
Per claro, tu no eras ningún sirviente, ni mucho menos una concubina, y no estabas ansiosa por ello tampoco.
Sin pensar mucho en tus acciones y movimientos, simplemente caminaste fuera de la habitación de baño y caminaste hacia el otro extremo, donde se encontraba la cama donde dormías.
Un vestido color azul cielo largo hasta los tobillos, sencillo, sin encaje, olanes o brillos exagerados estaba colocado delicadamente sobre la cama. eso no estaba ahí hace unos momentos. Levantaste el vestido de la parte superior, extendiéndolo y juntándolo a tu cuerpo. Medidas exactas. solo verlo te hacia saber que te quedaría perfectamente.
Tus mejillas se sonrojaron totalmente al saber que Konig seguramente entro en la habitación apenas entraste a ducharte y te escucho decir que no querías verlo.  Y saber que era totalmente consiente de tus medidas para mandar a confeccionar un vestido así Te puso aun mas nerviosa al respecto.
Miraste por encima de tu hombro y la puerta de la habitación estaba entreabierta, el no estaba ahí, ya no, pero no hacia mucho que se fue.....
—Vamos señorita, comencemos sus lecciones.
La voz de la criada detrás de ti te saco de tu transe nuevamente. Tampoco podías negarte, no había nada mas en que distraerte de tu estomago rugiendo hasta el anochecer.
Pediste a la criada que te ayudara a ponerte el vestido, por mas que no quisieras admitirlo, el príncipe no tenia tan malos gustos, al menos en el diseño, la tela era del mismo color del vestido viejo que llevabas el primer día que llegaste ahí y se estropeo aun mas con sangre, TU sangre. Hasta ahora lo único con lo que vestías eran con camisones iguales y de tela relativamente delgada, ahora con el nuevo vestido puesto era agradable usar una cosa diferente y colorido después de un tiempo.
El vestido se sentía fresco y suave sobre tu piel, casi ayudándote a olvidar tu situación actual y la cicatriz que se curaba lentamente en tu brazo. Y casi, CASI, del hambre que tenias.
Faltan pocas fracciones para que el sol se oculte finalmente por el horizonte, tiempo en el que no estarás tranquila. Tu corazón palpita frenéticamente durante unos minutos y se relaja después, un ciclo  que se lleva repitiendo durante la mayor parte del día.
Y la actitud de la criada no te ayudó a relajar tus nervios, se comporto mas ansiosa de lo normal, volando alrededor tuyo, analizando cada uno de tus movimientos y corrigiéndolos inmediatamente.
En los momentos en que estabas por caer inconsciente por la falta de comida, la sirvienta te reanimaba dándote sorbos de agua y colocando trapos húmedos sobre tu frente, pero como le ordenaron, no te dio  ni un poco de comer, tampoco era que le reclamaras o exigieras demasiado, no tenias derecho a hacerlo.
Lograste distraerte  con las lecciones de etiqueta en la mesa la mayor parte del tiempo, no sabias que los nobles podían ser tan quisquillosos a la hora de comer, con tantos tenedores, cucharas y cuchillos para cosas diferentes, la postura del cuerpo también era importante y estaba completamente prohibido tocar la comida con las manos, eso quedo muy claro.
Lo aterrador no eran los modales en si que la criada te enseño, si no que te recordaba que eso era muy básico, lo esencial para no hacer el ridículo frente al príncipe en la mesa y mostrar un poco de respeto y agradecimiento por su hospitalidad (seguías preguntándote la razón de ello). Tal vez así era con todas las doncellas que lastimaba, eso creías.
—Hemos terminado señorita, Ahora es aceptable que se presente en la cena.
La criada volvió a hablar con su tono de voz habitual, tranquila, pero aun reservada y uniforme. Ya no con ese tono autoritario y ansioso de antes.
—Que alegría.
lograste contestar con los labios secos y el estomago vacío.
La sirvienta (Ahora que lo piensas ella nunca te dijo su nombre, siempre te referías a ella como sirvienta y era extraño, por mas que se tratara de su trabajo) se alejo de tu lado, dándote un respiro; Desde la mesa donde practicaron la etiqueta, la viste apresurarse hacia la salida de la habitación y cerrar la puerta con llave detrás de ella, una costumbre a la que ya te habías acostumbrado, por mas que al principio te hizo sentir como un animal en cautiverio.
Esperaste unos minutos y finalmente suspiraste con fuerza, relajando tu postura y recargando tu espalda contra el respaldo de la silla.
No mucho tiempo después la puerta volvió a abrirse y los pasos de la criada se hicieron presentes dentro de la habitación de nuevo.
— Permítame mostrarle el vestido que el señor escogió para usted, si me permite decirlo, es hermoso.
Apenas levantaste la mirada te encontraste con un vestido que te dejo sin aliento y con los ojos muy abiertos.
Es de un escote cuadrado pronunciado, lo suficiente para hacerte sentir como una amante o concubina (no tan exagerado), tiene mangas largas que se ensanchan desde los codos hacia los puños, y una falda amplia que cae hasta el suelo, decorado con detalles dorados en los bordes..
Te quedaste congelada unos momentos, levantándote casi instintivamente de tu sitio, caminando en dirección a la criada, estiraste la mano y tocaste el vestido, completamente asombrada por lo suave que se sentía bajo tus manos, sacando una sonrisa de tu cara casi de inmediato.
- Usare esto?
preguntaste con la sensación de que estabas alucinando por la falta de comida - realmente necesitabas comer - y la poca autonomía que tenias actualmente.
- si señorita.
- Es hermoso.
- Pruébelo señorita.
respondió la criada, haciendo una pequeña inclinación con su cabeza para que te dieras la vuelta y ayudarte a vestirte, con una leve sonrisa al ver tu emoción, no era común ver a las jovencitas del palacio sonreír tan tiernamente o alegres por algo tan simple como un vestido de ese estilo, la mayoría de concubinas pedirían mas encaje y cosas brillantes, tal vez por eso era fácil saber tu clase social. eso la conmovió.
Obedeciste con un poco de duda, te quitaste ese vestido que te pareció tan lindo, para cambiarlo por  otro que lo era aun mas y la criada te coloco el nuevo vestido, sorprendentemente estaba echo..... a la medida, igual que el anterior, exacto, te dio un escalofrió al recordar al remitente.
- divino.
Dijo la criada con una sonrisa, guiándote hacia el tocador, sentándote en la silla, miraste tu reflejo, un tanto avergonzada de usar algo tan bonito, desviando tu atención a el tocador en si. "No hay demasiado encima de este tocador, señorita" señalo la criada cuando te asustaste por los regalos que el príncipe dejaba todas las mañanas, (además de los fluidos)según su experiencia en las habitaciones de otras concubinas, la joyería, alhajeros, listones y polvos para resaltar mas rubor en tus mejillas no eran absolutamente nada en comparación a los accesorios de las chicas demás nobles. 
Pero ella resaltó que considerando que los regalos venían del príncipe Konig valían mas que los presentes de cualquier otro hombre.
- El príncipe realmente es..... generoso.
admitiste en voz baja, levantando la vista de nuevo, observando como la criada recogía tu cabello en un moño bajo, inmediatamente interviniste.
- M-me gustaría el cabello suelto.... por favor.
solicitaste un poco nerviosa, el escote de por si dejaba ver demasiado, no querías que tu nuca también estuviera al aire libre, te sentías mas indefensa y expuesta de esa manera, mas sabiendo a donde ibas. una cena. con konig.
- Al príncipe no le agradara, no quiere que "su cabello se un obstáculo".
ella recalco eso ultimo con seriedad y una pizca de vacilación, casi temerosa.
Temblaste ante la idea, tus mejillas cubriéndose de color rojo, tu piel de gallina, dejando de ver tu reflejo. eso fue inesperado, pero no protestaste, de nuevo, ella no tenia la culpa, si no el príncipe bestia, y sus peticiones extrañas, inadecuadas. frunciste el ceño, no queriendo ser avergonzada por el de nuevo, levantaste tu cabeza, sonriendo, bajando el rubor de tus mejillas.
- entiendo, supongo que se vera bien.
- lo hará.
afirmo ella, continuando con los arreglos de su peinado.
- cual es tu nombre?
preguntaste, sin pensarlo mucho, realmente queriendo saberlo; ella se quedo callada unos momentos, dudando demasiado en contestar.
- Puede llamarme Elis, señorita.
Ella respondió en voz baja, su nombre es bonito, pensaste, y le dedicaste una sonrisa.
- Es bonito, Elis.
- gracias.
Devolvió la sonrisa, manteniéndola durante el resto del tiempo. le agradas....
Para buena o mala suerte, quedo bien, encantador, podrías decir, pero no sabes si eso era lo mejor, ya que al mirar tu reflejo de cuerpo completo en el espejo, te dieron escalofríos.
Observaste todo a detalle, el escote - dios, ese escote, realmente era vergonzoso - se amoldaba bien a tus pechos, manteniéndolos firmes, el vestido en general relucía muy bien, favoreciendo cada aspecto de tu cuerpo, el cabello alzado resaltaba aun mas el escote junto a una cadenita larga de oro que cuelga de tu cuello.
- Falta una ultima cosa señorita.
Señalo la Elis, buscando algo entre los cajones del tocador, no prestaste mucha atención, hasta que un resplandor llego a tus ojos, un tocado para cabello, era deslumbrante, definitivamente lo era. Miraste hacia ella y Elis te lo mostro con entusiasmo.
- Si me lo permite, nunca vi un tocado así en mis años trabajando como criada de las concubinas, es realmente bello.
Miraste el tocador con asombro, Elis se movió detrás de ti y lo coloco con cuidado, suspirando de alivio cuando lo coloco con firmeza, ella hablo sobre ello. El hermoso tocado de cabello con forma de una flor peculiar, una Edelweiss, significaba pureza noble, coraje y osadía, ya que suele crecer en ambientes poco favorables, eso te provoco un mar de emociones, entre ellas mariposas en el estomago, inusual.
Tocaron la puerta de la habitación, interrumpiendo la información que Elis te estaba dando sobre el broche con tanto entusiasmo, ella cambio de actitud de nuevo, corriendo a la puerta y abriéndola, hablando en voz baja con quien fuera que estuviera del otro lado.
Caminaste lentamente para acercarte a Elis, y ella concluyó su charla, dando la vuelta para hacerte una reverencia, abriendo la puerta completamente.
- ya es hora, el príncipe llama señorita, sígame, por favor.
sentencio, con voz quebrada, era obvio el miedo que todos le tenían a konig, los guardias que custodiaban la puerta por fuera, tenían la cabeza completamente gacha, nunca los habías visto desde que llegaste, porque nunca se te permitió salir de la habitación, pero era notable su incertidumbre, el miedo en el aire, sus cuerpos temblaban ligeramente, casi imperceptible, y sus ojos - si tu vista no te engañaban - estaban cerrados.....
Ahora si tenias miedo.
Y fue aumentando gradualmente mientras avanzaban por los pasillos, ya era mas prominente la noche, de no ser por las antorchas y los candelabros colgantes todo seria el doble de espeluznante, todo lucia solitario, no había personal por los pasillos, parcia que estabas en una zona realmente apartada del palacio.
Continuaste en un trance, hasta que llegaron a un pasillo mas grande de todos los demás con una  puerta gigante de madera realmente era imponente al final del pasillo, Elis se detuvo y se aparto hacia un lado.
- hasta aquí debo acompañarla, continue, y entre por esa puerta señorita, me retiro.
Elis no esperó ni un momento a que respondieras cuando ya estaba huyendo de la escena, desapareciendo entre el laberinto de pasillos de nuevo, dejándote sola con un silencio total, tu corazón ahora estaba en tu garganta, latiendo desenfrenadamente, ansiosa, tus manos comenzaron a sudar, miraste por donde se fue Elis y luego hacia la puerta, podías huir, pero sabias que ahora era una terrible idea, tragaste saliva con dificultad, dando los primeros pasos hacia la enorme puerta.
"No tengo miedo" repetías una y otra vez, sabiendo que era un  pobre intento de mantenerte andando, porque obviamente estabas aterrada, tus piernas se movían en automático, de lo contrario seguramente estarías petrificada en el mismo lugar, era mejor avanzar, no?
Llegaste a la puerta, con tu mano temblorosa diste dos golpes, no fuertes, pero tampoco débiles. no hubo respuesta inmediata, pero sentiste unas pisadas fuertes y pesadas detrás de la puerta, se acercaban y el suelo temblaba debajo de ellas, diste un chillido ahogado mientras tus ojos estaban totalmente abiertos, alerta, tu respiración se atoraba en tu garganta y el corazón latía increíblemente rápido, quieres huir.
Los pasos se detuvieron.
Y tu respiración, corazón, todo, se detuvo completamente, ya no escuchabas nada a tu alrededor, lo único que lograbas detectar en tu shock era una respiración, no la tuya, le de él. konig. el príncipe bestia.
La puerta se abrió, de manera muy lenta pero constante, se abrió a la mitad al mismo tiempo, dejando ver el príncipe, separando la puerta con ambos brazos, su figura se mostraba poco a poco junto con el interior de la habitación en la que él estaba.
Una chimenea encendida, el fuego ardía e iluminaba detrás de konig, generando una sombra que caía sobre ti, manteniéndote aun en estado estupefacto, recorriendo su cuerpo desde los pies hasta su cabeza. El también hizo lo mismo, tu estaba mirando desde el principio, sus ojos sin separarse de los tuyos en ningún momento, incluso cuando soltó las manillas de la puerta optando una postura mas erguida, haciendo énfasis en la diferencia de alturas.
Ninguno de los dos habló, aun  seguías hipnotizado por su mirada pesada e intensa, él carraspeó la garganta, solo entonces notaste que estabas mirando demasiado, probablemente fueron sus ojos que brillaban aún con el contraste de la luz de las llamas de la fogata de atrás, sumado a la espantosa mascara que llevaba en la cara, la misma que traía puesta el día que lo conociste. 
Desviaste la mirada rápidamente. realmente aterrada.
Con una presión en el pecho, sudor recorriendo por tu frente por tu corazón acelerado, fluyendo sangre más rápidamente, cubriendo con color tus mejillas de manera involuntaria, era su presencia que te hacía sentir mucho más pequeña, te repetías en tu cabeza.
— Tienes miedo?
Preguntó con una voz gutural y acento bien marcado. Viendo directamente a tu rostro sin ningún tipo de vergüenza ni vacilación. Siempre fue orgulloso, todo lo que tenía lo merecía, incluida una linda campesina, de la que ya había mandado a buscar todos sus antecedentes, incluida tu familia, todo de tu vida. Todo.
Tragando saliva rápidamente inclinaste la cabeza ligeramente, repitiendo los pasos que Elis te enseñó para saludar adecuadamente al príncipe. Una reverencia.
— Un saludo para usted, Príncipe König, El escudo de nuestro imperio, conquistador y protector de-
— De sus vidas, Lo sé.
Respondió él con indiferencia, era de suponer que se sabía las alabanzas hacia su persona al derecho y al revés . Pero fue muy grosero, pero no podías decir eso, solo cerraste la boca, manteniendo la reverencia unos segundos más antes de levantar tu postura, aún mirando al suelo.
Escuchaste un ligero ronroneó profundo de su pecho, estaba satisfecho , o eso creías, jugando con tus dedos , pasando tus uñas sobre ellos para regular tu ansiedad y el estrés.
Finalmente después de una eternidad, könig finalmente se movió hacia un lado, su sombra dejando de estar sobre ti, ahora el brillo de las llamas te cubrían completamente.
Levantaste la mirada, contemplando todos los platillos que pudieras imaginar, frutas, golosinas, postres, todo, tu estómago involuntariamente gruñó al oler la comida.
Una risita profunda salió de könig que solo te hizo fruncir levemente el ceño, se estaba burlando de ti de nuevo.
Pero ignorando lo molesto que era, tu boca saliva solo de imaginar el sabor de la comida en tu boca.
Tu desconocías lo que sucedía en la cabeza del príncipe, pero sin muchos rodeos, sentiste como se movió para cerrar las puertas detrás de ti, haciendo un clic al final. Bajo llave.
Recordaste cómo llegaste a esa situación y el sudor en frío regreso, junto la sensación de una mano enorme cubierta por guantes de seda tocar tu espalda y bajar hasta tu cadera.
Empujó su mano contra tu espalda baja, sin decir nada, para indicarte que podías avanzar.
Tus emociones y pensamientos estaban revueltos, tus pies se movían de manera automática bajo las órdenes del príncipe, y lo notaste.
Solo había una silla.
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sunflowerzyk · 6 months
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Detrás del depredador - König Híbrido!Oso x f! lectora [Medieval AU] Cap.2
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Capitulo 1! << anterior aqui
Lista maestra
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de tamaño, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, pelusa, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno.
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
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El movimiento provocó que tus ojos se abrieran lentamente, volviendo a ser consciente de tu entorno, con ello, regresando ese dolor punzante que te hizo caer inconsciente en primer lugar.
Diste un ligero suspiro e intentas moverte lentamente para estabilizarte, ya que todo vibraba y se movía.
Inmediatamente una mano caliente y grande que aparentemente estaba rodeando tu cintura, apretó su agarre sobre ti, de una manera un poco rígida.
— Schlaf ein bisschen mehr, wir sind immer noch nicht angekommen
Sus palabras entraron por tu oído derecho y salieron por el izquierdo, inevitablemente desconocías ese idioma, después de todo habían muchos nobles extranjeros que inundaban tu país, y estabas muy agotada y dolorida para siquiera seguir pensando en ello. En cualquier cosa.
Tu boca estaba reseca, tus lágrimas te habían deshidratado y la pérdida de sangre también se estaba convirtiendo en un gran problema, y la presencia de este apetito noble monstruoso no ayudaba en nada, el calor que su cuerpo emanaba incluso a través de la armadura era molesto, .... Y agradable al mismo tiempo. No querías sentirte cómoda con el hombre que literalmente te había atravesado el brazo como a un animal y te llevaba consigo como un animalito.
Suspiraste con desgana sin energías para llorar ni moverte demasiado, probablemente morir ahí mismo, ni siquiera tenías claro porque te llevaba consigo, debía haberte dejado ahí y hubieras regresado a casa rápidamente... Tal vez no hubieras caído inconsciente en el suelo del bosque y muerto sola ahí..... Si, probablemente era mejor opción que ser humillada por este hombre tan tenebroso y bruto.
Un estruendo te hizo brincar y girar con temor hacía de dónde provenía el sonido, no lo habías notado, pero estaban frente a una reja que se eleva , dándoles acceso al...... Palacio.
— .... El palacio..... ¿Como?
— Schlafen.
— Dios, me quiero morir
— Dummes Kitz
Presionó su agarre sobre tu cintura, manteniéndote en tu lugar con un gruñido gutural.
No entendías ni querías entender que era todo lo que decía, pero no sonó como una amenaza con tono burlón. Tu cuerpo se estremeció ligeramente, el calor que emanaba su brazo atravesaba la fina capa de tela de tu vestido andrajoso, casi quemaba, pero era agradable el contraste con el ambiente helado de la mañana.
No queriendo, te mantuviste lo más quieta posible en sus brazos, mirando alrededor, buscando una distracción y rebuscando en tu cabeza posibles escenarios que sucederían. ¿Te cortaría la cabeza para colgarla en su pared? ¿Te va a descuartizar para cocinarte en partes? ¿O simplemente abusara de ti en carne viva?
Todos esos pensamientos te carcomían y te provocaron un dolor punzante en el interior de tu estómago, sudar en frío y temblar.
Él se percató de tus nervios y relajó su agarre, masajeando la carne con más suavidad pero firme, una forma de darte consuelo.
Te cansaste aún más, cerrando los ojos, queriendo que te dejara ir, o simplemente terminará con tu agonía y te rompiera el cuello de una buena vez.
Ninguna de estas suposiciones eran verdad, él simplemente quería cuidar de ti y proteger tu pequeño ser, curar tu herida para que no murieras, una manera de cortejo.
Mientras tus pensamientos eran totalmente desgarradores y ruidosos los de él solo consistían en una cosa. Procrear.
Después de tantos años, finalmente su lado primitivo le exigió salir, para enterrarse en lo más profundo de ti, anudarse y expulsar su semilla dentro tuyo para que tu estomago se inflara con sus hijos, sus crías.
El caballo se detuvo, sacándome de tus pensamientos y dirigiendo tu mirada instintivamente hacia abajo, era alto. Su brazo aun sostenía protectoramente tu cintura, como si temiera que te lanzaras hacia abajo en un intento estúpido de huir, no flanqueó en ningún momento, incluso cuando pasaron los segundos y el no se movía en lo absoluto, no queriendo soltarte.
Y finalmente reuniste tus fuerzas para intentar moverte un poco, en si montar un caballo ya requería esfuerzo y era incómodo, solo buscabas apoyar tu peso de manera diferente pero provocó una mala respuesta de él. Soltó un gruñido bajo desde lo más profundo de su pecho, causándote escalofríos; acto seguido se movió sobre el caballo y lo desmontó. Perdiste el equilibrio ligeramente, sin su figura enorme sosteniéndote y manteniendo erguida tu espalda casi caes hacia atrás.
— albern.
Espetó Aquel hombre con un tono divertido que no te hizo gracia en lo absoluto, sonaba como un apodo despectivo. Pero no te atreviste a abrir la boca ni mirarlo a la cara, solo a cualquier parte, todo menos él.
Estiró sus brazos hacia ti, rodeo tu cadera con gran facilidad y te levantó de la montura, y manejando tu figura en sus brazos para cargarte de manera nupcial. Teniendo el más sumo cuidado que podía ofrecer para no mover la flecha que estaba en tu brazo izquierdo. Y entraron al castillo, miraste por encima del hombro del gigante que te llevaba, ahí estaba el otro, mirando en su dirección con un semblante lastimero.
En sus adentros, Krueger sentía lástima por ti.
Los pasillos eran enormes, y largos, las paredes hechas de piedra, imponentes. Mirabas en todos lados, tratando de ignorar las pequeñas miradas mal disimuladas e intensas que se cernían sobre ti. Avanzaban de manera rápida por el lugar, lo que parecía ser la servidumbre temblaba al notar la presencia del hombre que te llevaba (que ahora que lo pensabas ni siquiera sabía su nombre) se inclinaban en una reverencia llena de terror y respeto, susurraban algunas palabras, que no terminas de comprender, le decían "Eure Hohei" o "Prinz könig".
Él simplemente los ignoró a todos, mantuvo su mirada en el camino contigo en brazos, como si fueras un orgullo aun en ese estado tan deplorable, te sentías un poco humillada, siendo llevada de esa forma, vestida en harapos frente a tanta gente. Terrible.
Al cabo de un tiempo que se sintió una eternidad llegaron frente a una puerta de madera enorme y la abrió con facilidad, contigo en una sola mano, era terriblemente fuerte. Y entró. Dentro era como un mundo totalmente distinto, había una cama enorme en el fondo de la habitación, muebles simples pero que daban un toque menos vacío a la habitación y un gran ventanal por donde entraba la luz del sol.
Se acercó al extremo de la cama y te dejó suavemente sobre la tela de algodón, las sábanas frías provocaron un escalofrío en tu columna vertebral, aferrándote inconsistente a su mano que emanaba calor.
Un calor corporal que comenzaba a ser cada vez más familiar para ti.
Un ronroneo bajo te hizo caer en cuenta, levantaste la mirada inmediatamente para encontrarte con sus ojos fijos en ti, tímidamente bajaste de nuevo la mirada, notando que la mano que rodeaste con tu mano sin querer que se alejara de ti, ahora estaba cubierta de pelaje color castaño obscuro, lucía ahora más como la combinación entre una pata de oso y la mano de un humano común.
Soltaste un gemido de sorpresa instantáneo, soltando su brazo en el acto tratando de retroceder.
Pero él no lo permitió, se abalanzó sobre ti.
Estás sentada en el borde de la cama, caíste hacia atrás, la mitad de tu cuerpo recostada en la cama, con sus brazos a tus costados analizando tu rostro y cuerpo con esos ojos color azul.
Se inclinó más cerca, su máscara tocó la piel de tu cuello, haciendo que movieras tus pies en un intento de alejarlo. Gruñó en protesta y metió su rodilla entre tus piernas, impidiendo que te movieras más de lo debido, rozó ligeramente tus pliegues, mordiste tu labio con los ojos cerrados sin querer mirarlo a la cara, las palabras no salían, tus emociones eran un torbellino.
Su boca estaba a pulgadas de la piel de tu cuello, justo encima de la tráquea, su aliento se sentía sobre la tela de su capucha, inhaló y su cuerpo mostró indicios pequeños de espasmos, movió ligeramente su mano para tocar tu pecho.
Ibas a decir algo, un "no" para ser más exactos, cuando el dolor punzante regresó a tu brazo.
— ¡Duele!
Gritaste demasiado fuerte, se petrificó en su lugar y levantó lentamente su cara de tu cuello, colocándose justo enfrente de tu rostro.
— Déjame.
Suplicaste con una muñeca de dolor, él movió Accidentales, o eso querías creer, la flecha en tu brazo, cortando más carne en el proceso.
No podías decirlo con exactitud, pero a tu parecer frunció el ceño y se alejó de ti.
Cerraste los ojos y diste un profundo suspiro de alivio, el frío volvía a tu cuerpo.
Konig movió algunas cosas, volviste a abrir los ojos y ahí estaba él, con hierbas que suponía eran medicinales y alguna botellas con líquidos desconocidos para ti, los dejó encima de uno de los muebles que estaba al lado de la cama, te vio de reojo y salió de la habitación.
Ahora te sentías peor, dolor en el brazo y una inquietud en tu centro, un sentimiento extraño.
A los pocos minutos mientras hacías un débil intento por moverte, entró una sirvienta con la cabeza gacha.
No dijo ni una palabra, Tomó los remedios medicinales en sus manos y comenzó a tratar tu herida, no te miro directamente a los ojos en ningún momento, tampoco dijo ni una palabra.
Cuando intentabas entablar una conversación simplemente parecías estar hablando sola, cuando terminó de tratar tu herida hizo una leve reverencia y justo antes de salir finalmente habló.
— Bajo órdenes del líder de la guardia imperial se quedará en cama hasta su recuperación, si necesita algo más toque la puerta y se le será traído inmediatamente.
Se dio la vuelta para irse sin nada más.
— Espera..... Por favor...... ¿Quién era-
No terminaste de hablar cuando te interrumpió abruptamente.
— El escudo de este Imperio, El guerrero más feroz que la historia haya conocido, Sir könig.
Finalmente salió de la habitación.
— König.
Repetiste en un susurro, así se llamaba ese gran bruto. Líder de la guardia real.
Dios, estabas en serios problemas, solo a tu pequeña cabecita tonta se le ocurría meterse en medio de bosque para captar la flecha de un hombre desalmado que ayudó en la conquista de varios reinos e imperios extranjeros.
Mantuviste silencio durante un largo rato, te quedaste recostada sobre la cama, no había mucho que hacer, moverte demasiado podría abrir la herida aún más. Tardarías alrededor de tres meses en sanar, o eso indican tus cálculos. Tres meses.
Tampoco te quejarías, solo en tus sueños podrías tener el privilegio de dormir o siquiera tocar una cama como esa.
Sonriente y risueña Disfrutas al sentir la suavidad debajo tuyo, las almohadas también eran un sueño, eran frescas, pero aliviaban tu cuerpo dolorido por tanto trabajo en el campo.
El campo.
Tu familia, les dijiste que volverías antes del amanecer. El sol ya estaba casi en su punto máximo a juzgar por la iluminación en la habitación. No notaste el pasar del tiempo, ¿Cuánto habías estado inconsistente en brazos de ese hombre? Estarías en grandes problemas al volver.
No había tiempo para holgazanear, las plagas habían inundado los campos de cultivo, sus campos no fueron la excepción, no dieron mucho de sí, Podrían terminar en la calle si no solucionaban la situación perderían su casa, los campos de cultivo y la poca dignidad que les quedaba.
No podrías quedarte ahí, debías irte.
Cosechas los frutos del bosque todas las mañanas para tener algo más que comer.
Además del trabajo en el campo y la cosecha, viajaban constantemente al pueblo para hacer pequeños encargos y ganar dinero extra. Para tus padres una flecha en el brazo no sería suficiente para dejarte descansar, ellos no lo hacían y tú tampoco.
No podrías hacer grandes esfuerzos, claro está, pero tus piernas aún funcionaban, eras capaz de hacer encargos en el pueblo todavía.
Justo antes de que lograrás poner un pie fuera de la cama la servidumbre volvió a entrar con una bandeja de plata llena de comida.
Hizo una reverencia de nuevo.
— La comida está lista, le imploro que se alimente para recuperar sus fuerzas.
Su tono de voz era un poco nervioso, No sabías cómo funcionaban las cosas en el palacio de todos modos así que no objetaste.
Suspiraste de manera cansada al pisar finalmente el suelo, apoyando tu peso en tus pies.
La chica levantó ligeramente la cabeza al escucharte y se puso totalmente pálida, como si hubiera visto un fantasma, rápidamente dejó la bandeja sobre el mueble al lado de tu cama.
— Por favor no haga eso, su herida empeorará, descanse y coma.
— No puedo hacer eso, debo irme a casa, agradezco todas tus atenciones, pero debo irme. ¡Prometo tomar las medicinas!
Las manos de la chica temblaban levemente mientras se ponía enfrente tuyo para ayudarte a subir a la cama de nuevo. No quería dejar que te fueras.
— Por favor regrese a la cama.
— No puedo.
— ¡Por favor señorita!.
Con el poco criterio propio que tenías accediste a quedarte, lucía aterrada con que te fueras, no debías ser una deidad para saber que podrían castigarla si te dejaba ir.
Permitiste que te alimentara en la boca, argumentó que no debías hacer esfuerzo en absolutamente nada, su trabajo era hacerte la vida más fácil; era un poco incómoda la intensidad con la que quería ocuparse de ti, pero solo hacia su trabajo.
También te diste un baño con agua tibia en una tina, ¡el agua estaba tibia! La comida fue lo mejor, fruta fresca, carne , y otros platillos que nunca creíste que existían, todo era nuevo.
Los encantos del palacio te estaban hipnotizando, ahora agradeces que la flecha atravesara tu cuerpo. Pero no duraría mucho Te quedarías solo por ese día, mañana a primera hora regresarías a casa. Eso era lo que querías, pero los nervios y la sensación de estar preservado a pesar de ser el único en la habitación te mareaba.
Intuían que no sería tan fácil por alguna extraña razón.
Y todavía quedaba la inserción que ese hombre llamado König había dejado en tu cabeza. De niño habías escuchado historias, bestias animales disfrazadas de hombres que solo atraían la destrucción y el caos. Una leyenda, solo historias. O eso es lo que se suponía que eran, historias para asustar a los niños del pueblo, pero ahora que conocía al líder de la guardia, ese pelaje en su mano no era normal. König. Creíste que habías escuchado ese nombre en alguna parte, pero tu cabeza estaba llena de información.
No importaba, mañana se acabaría. Mañana.
König no pensaba lo mismo, estaba detrás de la puerta todo este tiempo, esperando. A ti.
Ya lo había planeado todo, te mantendría, la bestia dentro de él estuvo de acuerdo. Acechando tu pequeña figura. Escuchar atentamente todos tus movimientos, el sonido de las sábanas moviéndose y tu respiración tranquila.
Por fin estabas dormida.
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sunflowerzyk · 1 month
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Detrás del depredador - König Híbrido!Oso x lectora [Medieval AU] Cap. 5
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
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Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de tamaño, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, pelusa, violencia típica del canon, dime si me olvidé de alguno.
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Sólo había una silla.
La suerte debería estar riéndose en tu cara por ser tan ingenua, esa silla no era para ti, no necesitabas ver el rostro del príncipe para saber que tenía una enorme sonrisa en sus labios.
Tan solo la forma en que movía sus dedos sobre la tela de tu vestido en la zona de la cadera te daba un indicio de su diversión.
Sus movimientos lentos y firmes
No podías esperar un trato tan amable después de dudar de su generosidad y culparlo de poner cosas extrañas en tu comida para aprovecharse de ti.
Aunque se aprovechaba, pero ese no era el punto. Él nunca pondría nada en tu comida, no. Él no era tan cobarde para hacer algo así, si tuviera planeado hacer algo contra ti, lo haría en tu cara, de manera cínica. Y dejaría evidencia lo suficientemente obvia para que una cabecita como la tuya lo notará rápidamente. En este caso, su semilla sobre tu vientre.
Llevabas viviendo ahí (en contra de tu voluntad, un porcentaje) por al menos 3 o 4 semanas, cómoda y bien cuidada, él solo pedía como recompensa de cuidarte tan bien(mandar a una criada a hacerse cargo de ti) que solo estuvieras tranquila , dormida profundamente por tu pereza y fatiga mental, y exhibieras tu bello cuerpo para él.
Que no hubieras despertado mientras él tomaba su premio y untaba su semen sobre ti no era su problema, ya que él siempre intentaba despertarte, pero simplemente hablabas entre sueños, te movías ligeramente y seguías durmiendo poco después. Sin importar que él gruñera en tu oído y desgarrara las sábanas al lado de tu cabeza.
Él se aseguraba de entrar a tu habitación a media noche, cuando el papeleo le permitía descansar, estar limpio y enérgico de verde nuevo; Él no quería aceptarlo, pero siempre entraba a tu habitación cuando estaba cien porciento seguro de que estabas en la etapa profunda de tu sueño, toda una bestia pervertida y descarada, solo por ti.
Siempre estaba lleno de trabajo en las barracas de los guerreros, entrenamientos, adiestramiento y disciplina, gritos y golpes, sin importar cuan demandante fuera esencialmente, prefería el campo de entrenamiento a sentarse todas las noches antes de dormir a revisar los papeles que su hermano mayor. . . firmaba sin leer la letra pequeña, un incompetente de primera.
Pero el trabajo y cansancio nunca será un impedimento para könig, eso no se interpondrá nunca en sus visitas nocturnas a tu habitación para sentir tu aroma suave contra su hocico que babeaba al inhalar tu cuello.
Esos pensamientos los hicieron temblar ligeramente, reafirmando su toque en tu espalda baja.
Si, deberías saltar por la ventana de la habitación donde él te hospedó cuando tuviste la oportunidad, o comer una fruta venenosa del bosque, tal vez.
No debías ser tan inteligente para ser capaz de percibir el cambio en el ambiente y la forma en que él príncipe könig tocaba tus caderas, divertido, sin dejar de ser casi sensual.
El príncipe te guía por todo el camino hasta la silla enorme de color rojo vivo, como la sangre, la recorrió hacia atrás y tomó asiento, sin dejar de tocarte la cintura, pasando su mano enorme y enguantada de estar en tu espalda baja a tu costado, muy cerca de donde terminaba el corsé y empezaba la falda ancha. . Sin dejar de mirarte ni un segundo, se acomodó en la silla en silencio.
Un silencio incomodo
.
Humillante.
Pasaron largos minutos, solo escuchando las brasas del fuego que iluminaba la habitación, y la respiración de ambos, el sudor se estaba acumulando en una fina capa en tu frente, mientras trataba de mantener tranquila y en silencio tu respiración agitada.
— ¿No piensas sentarte?
Él preguntó con voz tranquila y profunda, buscando tu mirada con sus ojos penetrantes.
—No hay más sillas, Príncipe.
Resaltaste lo obvio, deseando que esté humillación terminará lo más pronto posible.
— ¿De verdad?
El preguntó con severidad, cambiando el tono, tratando de usar algo más sarcástico pero salió más amenazante, provocando un escalofrío por tu columna.
Aún mirabas al suelo con nerviosismo, cualquier lugar menos a él, sabías perfectamente que te estaba comiendo literalmente con la mirada, tan solo pensar directamente en ello te ponía los bellos de la nuca erizados, estrujaste la tela del vestido debajo de tus manos desnudas.
König soltó un sonido gutural, un gruñido desde lo más profundo de su garganta, un sonido de satisfacción, sin dejar de acariciar su costado con su dedo pulgar, la piel ardía debajo de él, casi quería salir corriendo de la ansiedad acumulada.
Sabías que él podía oler tu nerviosismo, el sudor y tu ansiedad, cada vez que inhalaba y exhalaba con la misma profundidad sin dejar de mirarte.
—Toma. Asiento.
Él habló de nuevo, una orden, sin petición, con un tono más severo y demandante, cerraste los ojos en respuesta, tu rostro completamente lleno de un color rosado, y la mandíbula tensa por la vergüenza. Sin miedo a reprimendas, estrujaste de nuevo el vestido, y te acercaste más.
Ya no tenías orgullo ni dignidad ahora, era eso o morir. Miraste su regazo. Gran error.
Un jadeo ahogado quedó atorado en tu garganta al notar un bulto entre sus piernas, independiente de las capas gruesas de ropa fina no se podía ocultar esa.... Cosa.
Rápidamente te quedaste quieta sin avanzar más y él gruñó en protesta, casi molesto, rodeando completamente tu cadera y arrastrándose hacia su regazo, las telas de tu vestido ayudaron a mantener una distancia considerable entre ti y su enorme.... Protuberancia.
Gemiste en voz baja, tratando de acomodarte en tu sitio, en su regazo, eso solo provocó que könig apretara mas su agarre contra tu cadera, y juntando tu cuerpo aun mas al suyo, tu costado contra su enorme pecho y abdomen, incluso en esa posición ni siquiera tu cabeza le llegaba a la clavícula, era jodidamente enorme.
König tomó con su mano libre un tenedor con elegancia, tanto como su enorme figura se lo permitió lo clavado en la carne del frente y se lo llevo debajo de la capucha, a su boca.
Inmediatamente tu barriga gruñó al oler la carne, no comer durante dos días seguidos fuer horrible, solo beber un poco de agua no era suficiente, sentís que podrías colapsar si no probabas un bocado en poco tiempo.
Pero el príncipe simplemente te ignoró, y continuó acariciando tu cadera, moviendo sutilmente su toque hacia tu estómago que rugía, presionando sus grandes dedos calientes sobre la tela. Sacando jadeos de incomodidad y nerviosismo de tus labios, lo cuál, no lo detuvo en absoluto.
Continuó atormentando tu pequeña figura en sus garras, presionando tus nervios y necesidades a tal punto que solo estabas frustrada.
—Quiero comer.
Dijiste de manera cortada, sin aliento, lamiendo tus labios por la falta de hidratación y la ansiedad.
— Príncipe-
— Puede estar envenenada, no deberías.
— Me equivoqué, por favor.
Lloriqueas, viéndolo saborear la comida sin cortar el contacto visual contigo, sus ojos ligeramente arrugados, tenia una gran sonrisa divertida detrás de su máscara, te hizo enrojecer de humillación e impotencia.
Él estaba disfrutando de su comida.
— ¿En qué te equivocas Kitz?
König deseaba verte disculparte propiamente, humillar te ante sus ojos. Pero al diablo con tu todo, realmente deseabas comer.
— En dudar de su majestad.
— ¿Sí?
El continuó comiendo y hablando después de devorar grandes bocados.
Él quería escuchar más.
Tragaste saliva, sabiendo que se refería a lo de esta mañana, cuando fue a dejarte el vestido sobre la cama, escuchó tu charla con la criada.
— Continúa Kleiner Schurke
Él ronroneó, fortaleciendo su agarre en tu cintura, pegando el costado de tu cuerpo aún más, mientras solo podías jadear, abrumada por el calor inhumano que desprendía de su enorme cuerpo.
Cortaste el contacto visual cuando se inclinó más cerca de tu rostro, la máscara tocando tu nariz, miraste hacia abajo, primero pasaste tu atención por la falda del vestido, subiendo lentamente hasta la gran mano de könig que estaba cambiando, de nuevo.
Salió un grito ahogado de tus labios, aún no te acostumbras a ver como cambiaba a una forma más animal, sus uñas se alargaban y tomaban un color marrón oscuro, y de su piel salía un pelo abundante de un color marrón más claro, como el de un oso pardo.
El cambio de forma provocó el desgarre de los guantes que cubrían la mano de könig. No sé molestó en remover los sobrantes de la tela rota
Sus dedos se ensanchan y alargan a la vez, pequeñas almohadillas del color de sus uñas saliendo en el centro de su mano. Antes cubría solo la mitad de tu vientre, ahora más de eso, y era más pesado. Las garras de su 'mano' se contraían ligeramente y salían de manera lenta, jugando con la tela de tu vestido encima del vientre.
Fácilmente podría matarte, ya lo sabías, pero ahora era más evidente, con tan solo un poco más de fuerza podría pasar la tela del vestido, tu piel y carne, una idea aterradora e incómoda, mandó escalofríos por ti columna, y te moviste de tu sitio. Mala idea.
Sus manos no fueron lo único que creció, al mover tus caderas el bulto apuñaló tu trasero, era más... Más grande. Abriste los ojos de inmediato, sin aliento, König solamente sacó una risita profunda de sus labios, disfrutando de tu sorpresa y miedo.
—dije, continúa.
El susurró, aún no levantaba la vista de su mano sobre tu vientre, cerraste los ojos, sintiendo su cálido aliento quemar tus mejillas, su tono indica diversión, pero poca paciencia al mismo tiempo, no le esperaba esperar demasiado.
— solo...., no debí suponer cosas sin sentido, acusar al príncipe de algo tan cobarde.
Murmuras entrecortadamente a todas sus demandas, mientras el te acariciaba tu vientre dolorido, gruñendo por sustento mientras él continuaba comiendo postres y deleitándose con tu figura tan avergonzada.
—Sehr klein.
Finalmente cuando se sintió satisfecho dejó de presionar tu barriga y movió una de sus enormes patas hacia un plato lleno de comida diferente, no era tan grande como el consumió, pero tampoco diminuto, suficiente para ti.
—Sehen.
Él tarareó con voz profunda, arrastrando el plato hasta enfrente de ambos, rápidamente levantaste la mirada y tú boca comienza a salivar, casi era involuntario, te moviste para tratar de alcanzar la comida pero könig no aflojó su agarre en tu cadera para que lograrás tomarlo. . tu misma.
— No, pequeña tonta, Te lo dije, ¿no?
- ¿Qué?
—Puede tener veneno, ¿recuerdas?
— Peor yo ya-
— Debo probarlo primero, antes, para que estés segura, ¿verdad?
-príncipe....
— además, tu brazo está herido, no a sanado por completo, no queremos que se habrá, y debas quedarte más tiempo.... Aunque pensándolo bien-
— ¡no!.... Por favor....
Casi querías llorar, gritarle a la cara, dos jodidos días sin comer, podrías aguantar más, eras una plebeya que se dedicaba al campo y no siempre tenían para comer, pero con tres semanas con tres comidas al día, tu estómago se había vuelto tu peor enemigo.
Igualmente la herida suponía un desgaste físico, si se volvía a abrir solo existían dos opciones, la primera, el príncipe könig se aburre de retenerte y te arroja a tu suerte en la calle de nuevo, regresas a casa, si bien te va, y vuelves al campo, con alta probabilidad de que tú mano se infecte. Y la segunda opción, permanecer aún más tiempo encerrada en el castillo con un hombre bestia completamente desquiciado y pervertido...
Un regreso que provenía del eco del príncipe te sacó de tus pensamientos, claramente estaba disfrutando atormentarte. Aunque se vislumbra una pizca de molestia..... Principalmente porque pareces horrorizada de quedarte más tiempo.
König clavó su garra en un trozo de carne asado, olía demasiado bien, moviste tus manos hacia de él que estaba en tu vientre, para alejarla, o pide misericordia, pero solo recibiste que clavara sus garras ahí, atravesando la tela del vestido y acariciando. . tu piel directamente, sacando un gemido asustado de tus labios, él solo se burló.
Observaste detenidamente como tomaba un pedazo de cada cosa y se lo metía a la boca detrás de la máscara, cuando terminó con cada cosa se acercó sus garras a tus labios.
—Sauber.
Él exigió, no debías saber su idioma para saber a qué se refería, sin importar cuan desesperada lucieras te inclinaste hacia sus enormes garras y metiste una entre tus labios, un suspiro silencioso y entrecortado te dejó, satisfacción retumbando en el pecho de könig.
Metiste más la garra, con cuidado, pasmado tu lengua por toda la longitud, absorbiendo el poco sabor que había dejado la carne y los jugos de la comida.
Eso mismo hiciste con cada uno de tus dedos, el no te permitió alejarte de cada uno de tus dedos hasta no asegurarte de que los dejaras 'limpios' lo que quería decir, llenos de tu saliva.
Al terminar el ronroneó y paso el dorso de sus dedos sobre tus labios para limpiar la saliva que había dejado pro ser tan descuidada y desesperada. por él.
En aprobación y recompensa por tu obediencia viste como movía su mano hacia la comida, y lo clavó como antes, pero ahora lo extendió a tus labios.
Él te iba a alimentar.
— Puedo comer sola.
— No, no puedes.
Gemiste contra el pedazo de carne que había extendido hacia ti, frotándolo contra tus labios para que tú le permitas alimentarte.
Abriste tus labios, y él introdujo la comida dentro, con cuidado. Deleitándose con la vista de tus labios, abriéndose para él, saboreando la carne, masticando y el sonido det u garganta al tragar.
Cada pedazo él lo llevó a tus labios con sus garras, con tanta delicadeza como un hombre bestia podría ser.
Medio plato pro terminar, y decidiste simplemente mirar hacia arriba, a sus ojos, te encontraste con una sorpresa, su máscara ahora denotaba un ligero bulto, abre los ojos con sorpresa, könig estaba aún introduciendo comida y no bajó la mirada.
Tus labios entreabiertos, pupilas contraídas por la sorpresa y la ansiedad constante, tu corazón acelerado una vez más.
Tu rostro se formó una pequeña mueca de sorpresa y temor, su rostro también había cambiado debajo de su máscara, lo sabías.
— Respektloses kleines Mädchen.
König sisea con un gruñido bajo, y profundo, sus ojos como dagas afiladas que amenazan con cortar tu garganta, rápidamente mete el pedazo a tu boca, con la sorpresa, casi te ahogas.
Él te maniobro, tu espalda chocando con su abultado pecho y tu trasero sentía aún más su masculinidad apuntando hacia ti.
Estabas por escupir el trozo de comida, pero el cubrió tu boca, solo te dejo toser contra su enorme pata, masticaste como pudiste y tragaste el pedazo, jadeando y sudando, tus ojos llorosos por el esfuerzo, y su pata y garras sobre tu rostro. , era caliente, y muy suave, su pelaje, olía a pino, y tierra húmeda, olores agradables y frescos que te hicieron sentir fresco, contrastando mucho con toda la situación.
Suspirando temblorosamente, abres tus ojos, ahora estabas completamente frente a la enorme mesa, La otra pata de könig sostenía aún mejor tu vientre debajo de la tela.
Suspiraste, indicándole que ya podía soltarte, habías pasado el pedazo, pero no parecía siquiera prestarte atención, tu mano se movió hacia la suya, pasándola por sus nudillos con suavidad, tocando su pelaje directamente.
El cuerpo del príncipe se tensó notablemente al percatarse de tus movimientos, las garras sobre tu rostro se contraían y expandían de manera ansiosa, raspando la piel debajo con mucho cuidado.
El príncipe suspiro profundamente, inclinándose se más cerca, su máscara interfiriendo con su acceso a tu piel en la zona de la nuca. Pidió a la criada Elis específicamente un peinado alto para hacer eso, saborear. Se alejó de tu nuca con un gruñido lleno de fastidio y se acercó a tu oído.
— Prohibido, darte la vuelta, ¿me entiendes? ¿kleines Rehkitz?
El gruñó, su aliento caliente y pesado quemando tu oreja sonrojada.
Afirmaste con tu cabeza rápidamente, gimiendo contra su enorme pata sobre tus labios y gran parte de la mitad baja de tu rostro, una sensación de anticipación se arremolinó en tu estómago.
— Si te pillo observando, te arrancaré tus hermosos ojos...
Él susurró, moviendo su garra para cubrir tus ojos con toda de sus dedos gordos y horribles, llenos de un pelaje suave que te dejaba sin aliento.
— Después de tu hermosa lengua rosada....
El Gimió por lo bajo, subiendo su mano que antes estaba sobre tu vientre y cintura, moviendo la hasta tus labios, separando la carne pintada de un rojo intenso, metiendo un dedo dentro.
Gemiste, experimentando arcadas por la intromisión, tus mejillas se llenaron de un color más intenso, el sudor en tu diente, cuello, y entre tus senos, lo realmente preocupante en la situación eran sus garras, el miedo de ser desgarrada por dentro era horrible , sollozaste, queriendo cerrar tu boca, cerraste lentamente tus dientes sobre el enorme dedo que könig que fácilmente eran dos dedos tuyos, la saliva cubrió su dedo, pero no pareció inmutarse.
En cambio, introdujo aún más el dedo, con su garra completamente contraída, escondida par ano lastimarte, solo quería jugar, ronroneó contra tu oreja, ahogando gemidos de placer al sentir tu lengua y dientes alrededor de su dedo peludo.
— y por último...
König sacó su dedo de tu boca, hilos de saliva los unían, el pelaje compactado por el líquido de tu boca, jadeas, alegre de tener un respiro, aún su enorme pata cubría tus ojos, pero sabías que no te iba a hacer un daño. permanente.... Aún. Ese pensamiento te dio tiempo para relajar tu cuerpo tenso, por unos segundos antes de sentir como su enorme pata caliente se odiaba sobre la falta de tu vestido.
Tocó ligeramente por encima antes de sumergir sus garras entre las capas y capas de la falda, soltaste un grito, asustada, el te hizo callar inclinado tu cabeza hacia atrás, la parte posterior de tu cabeza sobre su musculoso pecho, tu cuello, pechos y vientre a su disposición, bajo su mirada depredadora.
Desgarró la tela lo suficiente para llegar a la última capa de la falda, justo antes de llegar a tu ropa interior se detuvo y solo acunó tu pelvis y feminidad en su enorme pata. Enviando oleadas de electricidad por todo tu cuerpo, arqueado, mientras tu hiperventilabas por la confusión y el placer, algo en esas acciones movían tus entrañas, deseando ver más, sentir más.
— Te romperé las piernas para que no puedas huir nunca de aquí.
Soltó en un gruñido, apretando mas su agarre contra tu entre pierna, te quedaste entrecortadamente, el calor que te rodeaba era tanto como acogedor como amenazante.
En un intento por equilibrar tus sentidos moviste una mano para ponerla sobre la que acunaba tu coño que comenzaba a humedecerse pero la adrenalina.
— no voy a mirar... Promesa.
Susurraste, escuchando un ronroneó, dejó de acunar tu coño lentamente, subiendo por tu pelvis, vientre, pechos clavícula y alejar su toque,. Un sonido de tela desprendiéndose sino a ti lado, segundos después el príncipe liberó tus ojos.
Dejando que los abrieras, estabas mirando al frente, la pata de könig se movió al frente de la mesa, con la máscara entre sus garras, colocándola justo al lado de tu plato lleno con 1/4 de comida.
— tripa, Mein hübscher Bürger..
El príncipe se quitó la máscara, y la colocó justo frente a ti, movió su enorme pata peluda hacia la comida para atravesarla de nuevo y la llevó a tus labios.
Sin objeciones abres tus labios y te inclinas más cerca para seguir comiendo. Al hacerlo, la lengua de könig se arrastró sobre tu nuca, jadeas con el pedazo en la boca.
- Gotter....
Él Gimió en su lengua materna, acercándose poco después para restregar su.... Hocico en el costado de tu cuello, oler la piel debajo y ronronear, si así se le podría llamar. No dejó de alimentarte en ningún momento, manteniendo su agarre firme sobre tus caderas.
Miraste la comida buscando una distracción lo suficientemente entretenida para no gemir ni darle el placer de escuchar tus ruidos vergonzosos. Nada funcionó, también su protuberancia no dejaba de ser una molestia, frotándose contra tu trasero.
Te estabas volviendo loca. Él te estaba volviendo loca.
Ser un hombre bestial increíblemente testarudo y grande debería ser un pecado.
Y también gustar de eso.
— Du musst essen, deine Wunde heilen.
El príncipe deliró, contra tu nuca.
— Denn Sie werden Ihre ganze Energie brauchen, um meiner Forderung zu widerstehen.
La adrenalina te recorrió, el significado de sus palabras no podría ser bueno.
Agradezco sus likes y reblogs, para mas contenido, gracias por el apoyo <3
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sunflowerzyk · 6 months
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Detrás del depredador -König Híbrido!Oso x Lectora [Medieval AU] Cap. 3
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Lista maestra
Capitulo 4! << Siguiente aquí
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de tamaño, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, pelusa, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno. Este capitulo en particular contiene somnofilia!
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
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Pasaron los días, días tortuosos en los que König no podía decirte ni una sola palabra desde que llegaste a ese lugar. Estaba perdiendo la cabeza, no era capaz de mirarte a la cara sin sentir la necesidad de llevarte.
Pensó que sólo serías un interés pasajero, que se aburriría y te repugnaría como a todos los demás. Pero no fue así.
Todas las noches visitaba la habitación donde dormías, no decía nada, solo escuchaba cómo te quedabas profundamente dormido, entraba a verte y se quedaba allí hasta antes del amanecer y volvía a sus aposentos privados.
La culpa era de su cabeza. Sus necesidades.
Seguía repitiendo la misma imagen en su cabeza una y otra vez, tú, tan pequeño, aferrado a su mano de esa manera como lo hiciste el primer día, no pudo evitar calentarse aún más de lo que ya estaba mientras cabalgaba hacia el palacio, Si hubiera sido alguien más quién lo hubiera tocado, se habría arrancado el brazo, Pero no eras cualquiera, eras tú, una chica enigmática y curiosa ante sus ojos depredadores. Sus instintos le pedían a gritos que te reclamara en ese mismo momento en el que detectaba tu toque, te acariciaba y te rompía (solo un poco... tal vez). Era solo un instinto primario que venía de las profundidades del ser, por eso te atacó tan repentinamente cuando te alejaste. No estaba acostumbrado a actuar tan impulsivamente, sólo en el campo de batalla, y por lo general estaba en su forma animal cuando eso sucedía.
König se abalanzó sobre ti principalmente porque retrocediste, deberías haberte quedado como estabas, sentado en la cama, sin soltar su mano en ningún momento, tirando de él hacia ti, rogándole que no te dejará sola en esa habitación. Arrodíllate para llamar su atención. Era tu deber. Seducirlo para que te llene de bebés de sangre noble, príncipes.
Eso es lo que tenías que hacer.
En cambio, estabas aterrorizado cuando viste su forma híbrida salir a la luz, te inclinaste hacia atrás con un miedo notable en tus ojos. Era de esperar que reaccionaras así, los híbridos no abundaban, existían muy pocos ejemplares estrictamente en la nobleza, como era el caso de él, sus hermanos y compañeros de armas. Los usaban en su mayoría como máquinas de guerra, todas sus capacidades se vieron incrementadas con el cambio que su condición les permitía hacer.
Algo de lo que presumir, si supieras vivir para contarlo, la mayoría de los híbridos no vivían más allá de los 30, debido a las constantes guerras, enfermedades e intentos de asesinato.
Normalmente la intimidación que generaba en la gente lo alimentaba enormemente, incluso la tuya, tu miedo en pequeña medida le divertía, incluso lo endurecía, verte tan temblorosa y nerviosa debajo de él era una delicia. Tus labios se entreabrieron, temblores recorrieron todo tu cuerpo mientras tratabas de separarlo de ti con una confusión bien marcada en tus facciones. König quería verte tratar de tomarlo por completo cuando tu herida sanara y hicieran sus votos matrimoniales para tomarte como su reina, no serías una concubina, serías una diosa, el sudor correría por tu piel, dejando escapar jadeos y gemidos que él provocaría, admirando tu rostro enrojecido. ¿Serías tímido en la cama o más atrevido? Le encantaría averiguarlo. Lo haría.
Planeaba jugar un poco contigo y tu pequeño coño.
König iría tan despacio como le preguntaste, es un príncipe, o eso dice un papel escondido en los archivos de la Biblioteca Imperial, también es plenamente consciente de lo grande que es su miembro, tu cuerpo no lo soportaría de inmediato sin que se te salten las lágrimas internamente, si se lo pides, lo hará, para que pueda cuidarte más tarde sin ningún resentimiento. Pero sobre todo sería amable en sus propios términos, solo por un tiempo, muy poco en realidad, y lo sabe, especialmente la bestia dentro de él, es un depredador por naturaleza, quiere conquistarte, mantenerte y criarte. Explora contigo sus deseos más profundos. Comerte y arruinarte la cabeza, donde solo él iba a existir, aunque lo negaras te obligaría a hacerlo tarde o temprano, preparando tu coño con sus dedos y su boca. Tendrían todo el tiempo del mundo para prepararte para él, su libido alta y la bestia hambrienta dentro de él.
Su edad le permitía presumir de la experiencia que llevaba consigo, haría un excelente uso de esa información sobre su cuerpo inexperto. Te hacía visitar a los dioses y te traía de vuelta a su lado, una forma de mostrarles su eterna gratitud por recibir a una reina tan bonita y adorable. Él te merecía, se merecía algo tan divino como tú después de haber sido castigado con ser rechazado por todos, y el contacto físico.
Su repentina aversión por otras personas le hizo excluirse a sí mismo, aquellos que no eran camaradas que probablemente estaban menos o igual de trastornados que él eran completamente evitados. Por esa misma razón nunca frecuentó el castillo de su padre y permaneció en su provincia. En su provincia, gobernaba allí, decidía a qué reuniones asistir, era dueño de todo.
Aquí no, su padre es el que manda y la serpiente de su hermano Alejandro susurrándole cosas al oído era una situación irritante, le ordenaron asistir a reuniones molestas para negociar con comerciantes hipócritas. Con solo mirarles la cara le daban ganas de degollarlos.
¿Podría hacerlo? Por supuesto.
¿Se mancharía las manos con una sangre tan repugnante? No.
Su energía ya estaba bastante reducida. Simplemente estar en el castillo de su padre lo estaba agotando, sumado a su frustración (sobre todo sexual) y la falta de adrenalina realmente lo estaba matando.
En el castillo de su padre tenía dos habitaciones propias, la principal, de la que nunca salió durante su estancia, y la segunda, donde fue criado por su madre y las enfermeras. En esa segunda habitación estabas. Ese sitio fue abandonado con el tiempo, hasta ahora. Tu sola presencia le dio un toque diferente, lo completó aunque no pertenecías a ese lugar, no permanentemente, ese lugar era para madres de príncipes, y tú no lo eras. Aún.
Te verías mejor en sus aposentos personales, atada a la cama con el vientre hinchado por su carga, aún no era el momento, a menos que quisieras que te sostuviera en sus brazos y no te soltará hasta quedar completamente inconsciente y él se quedara. sin capacidad de empujar dentro de tu coño. Cosa casi imposible, era cierto que su edad le impedía ser tan resistente como antes, pero aún tenía sus dedos y su lengua para hacerte llorar y satisfacerse con tu placer.
El primer día que se escapó de ti (más precisamente de su tentación de copular contigo), no fue precisamente por arrepentimiento por abrir aún más tu herida en un trance de excitación, fue por la frustración de ser consciente de que si no saliera de esa habitación inmediatamente te llenaría ahí mismo con el riesgo de romperte permanentemente y en consecuencia provocar tu muerte inminente.
Salió corriendo de la habitación, directo hacia la primera doncella que su sistema detectó, gritando de forma incoherente que ni siquiera él mismo entendía en su prisa por alejarse de la tentación de profanarte.
Krueger estaba presente, conocía bien al líder, son lo más parecido a amigos de la infancia, por lo que Krueger sabía que Konig estaría allí, los gritos también lo ayudaron a localizarlo. Vino a informarle de que le esperaba una reunión del consejo a la vuelta de la esquina, por orden del rey. Trató de acercarse, pero no pudo decir nada porque König le gruñó de manera amenazante, pasando junto a su compañero, König sabía qué tipo de noticias le traía Krueger y no quería que su estado de ánimo empeorara. Ya no más.
Afortunadamente para la criada, Krueger repitió las órdenes que König había gritado unos segundos antes. "Cuídala, si empeora morirás y si ella se va, tú también morirás", incluso para Krueger eran incoherencias, pero todo por el bien de los demás. El pobre hombre siguió a König a una distancia considerable, estar demasiado cerca era una invitación a la muerte. Y apreció sus extremidades pegadas a su cuerpo.
Justo antes de que llegaran a la habitación, Krueger finalmente habló.
—La próxima campaña será pronto, tu padre, el rey, quiere tu presencia tan pronto como termines tus deberes.
—¿Qué tenemos esta vez?
preguntó König con un tono notablemente más neutro como de costumbre, pero aún a la defensiva.
— Lo mismo de siempre, comerciantes de pieles y tejidos. Afirman estar hechos de materiales exóticos e innovadores.
— Tejidos.
— Sí señor. Para la ropa en su mayoría.
— Bueno, vamos a ver qué pueden ofrecer que valga la pena.
König finalmente estaba de mejor humor, antes no trataba tan profundamente con las mujeres, por lo que no sabía cómo disculparse contigo por dejarte así. Pero en su infancia se dio cuenta de lo felices que se volvían las mujeres cuando recibían regalos, eso te lo daba por supuesto. No te conocía lo suficiente, pero su primer intento serían los vestidos, compraba todas las telas, ordenaba que te las enviaran a tu habitación para que eligieras tus favoritas y enviaba las elegidas a las costureras.
Un plan perfecto.
El resto del día de König consistió en atender demandas de papeleo, reuniones aleatorias en las que no podía concentrarse demasiado porque no paraba de pensar en ti, en cómo estarías, si encontrarías la forma en que se fue grosero y te dejaría sin una explicación, incluso estoy preocupado porque estás tratando de escapar. Algo bastante estúpido, porque te encontraría dondequiera que corrieran.
Tal vez estarías triste y asustado, no deberías estarlo, tan pronto como terminara su tarea y su bestia interior se calmara, volvería a ti. A tus brazos. Los obligaría a abrirse para recibirlo de cualquier manera.
Terminó todo a la hora de la cena, rápidamente se fue a su habitación, listo para bañarse, cuando se quitó la ropa de su cuerpo y su armadura de caza, detectó un leve rastro de tu olor que aún estaba impregnado en la tela, no pudo evitarlo, no podrías culparlo; Tomó la ropa en sus manos y se la pegó a la nariz, oliéndote, también había algunas pequeñas manchas secas de tu sangre en su armadura, las lamió hasta que quedaron limpias y no quedó nada, sabías tan bien como olías, König no podía esperar para saborear todas las formas existentes y por existir.
Su bulto que trató de reprimir todo el día volvió a mostrarse de una manera más insistente y dolorosa, se sentó en su cama y se masturbó oliendo tu esencia en su ropa, imaginando tu cuerpo alrededor de su pene, apretando, gimiendo y gimiendo porque es demasiado. para tu coño, pero a pesar del dolor quieres más de él al mismo tiempo.
Se aseguraba de que no pudieras vivir sin su polla entre tus piernas.
Su cuerpo comenzó a cambiar de nuevo, su mano se convirtió en una pata, las orejas crecieron en la parte superior de su cabeza y el cabello castaño comenzó a abundar en sus brazos, piernas, pecho y espalda. Contuvo la respiración durante unos segundos, acariciándose a sí mismo con pensamientos lascivos sobre ti y su noche de bodas. Pronto.
Después de duros y erráticos estiramientos de su polla con la de ella, se corrió con un gruñido bajo y gutural, hilos de su espeso semen manchando el suelo, lo odiaba, ese líquido no pertenecía a ningún otro lugar que no fuera tu útero Su hocico temblaba de tanto tensar su mandíbula, le picaban los colmillos con la necesidad de morderte y marcarte, enterrarse en tu piel. Estaba casi desesperado.
Limpió ligeramente el piso y finalmente se metió en la bañera con agua tibia, no podía esperar para casarse contigo y sentir tus manos lavando su monstruoso cuerpo, sería divertido. Cuando terminó se vistió de nuevo, ahora con ropa más informal, salió de su habitación tan rápido como se arregló y caminó hacia su habitación.
Su corazón latía frenéticamente, el otro lado de él suplicaba volver a verte, sentirte a su lado, llenarte de su calor corporal.
Llegó a la puerta de la habitación más temprano que tarde, te escuchó deambular por la habitación, no debiste haber salido de la cama, pensó, estaba a punto de entrar cuando detectó tu olor, ahora emanabas una fragancia floral, era luz a través de la puerta. Sus sentidos estaban aturdidos, cerró los ojos con fuerza, formando puños duros con las manos, su boca comenzó a salivar ligeramente, dios, quería enterrar su nariz en tu cuello y lamerla todo el día.
No fue capaz de interrumpirte, te escuchó tararear durante unos minutos, el roce de las sábanas moviéndose y finalmente tu respiración tranquila y profunda.
Ya estabas dormido.
— Hab Mitleid mit uns.
König susurró contra la puerta, tratando de mantenerse cuerdo, escuchando tu respiración tranquila a través de la puerta.
Pasaron unos minutos, no parecía que estuvieras fingiendo estar dormido, negó con la cabeza, tratando de volver a todos sus sentidos y te escuchó gemir levemente.
Permaneció inmóvil durante lo que pareció una eternidad, luchando internamente sin saber qué hacer. Si entraba perdía el control, si no lo hacía pasaba exactamente lo mismo. La dureza entre sus piernas volvió y se volvió más firme.
— Hab Mitleid mit uns.
—repitió—.
Ahora era una letanía. No funcionó.
Tomó la manija de la puerta con sus enormes manos y abrió la puerta lentamente, el latido de su polla era tan doloroso como el latido de su corazón.
La puerta estaba ahora abierta de par en par, mostrando su sombra en el suelo gracias a la luz de las antorchas que había en los pasillos.
Sin estar plenamente consciente (o tal vez lo estaba) caminó a grandes zancadas hasta que estuvo al lado de la cama. Te miró de arriba abajo, las sábanas pegadas a tu cuerpo, tus labios entreabiertos y un pequeño hilo de saliva deslizándose desde tu boca por tu mandíbula hasta la almohada.
Sus pupilas se dilataron y sus fosas nasales se ensancharon, inhalando bruscamente. Rápidamente se tapó la nariz con la mano de ella queriendo dejar de olerte, sus uñas se alargan, formando las garras de un oso, se estaba transformando involuntariamente por tercera vez ese día. Te haría pagar.
Te moviste ligeramente de nuevo, dejando escapar otro gemido, en su trance notó el motivo de tus gemidos, cuando intentaste cambiar de posición tu brazo herido se frotó contra la cama y te dolió.
Encontró tu ceño fruncido adorable, probablemente estabas maldiciendo en tus sueños el dolor que te causabas a ti mismo.
König retiró las sábanas que cubrían tu cuerpo bruscamente, haciendo que te estremecieras por el cambio brusco de temperatura. Se subió a la cama, maniobrando sus piernas para que rodearan su cintura. Era un hombre ancho, más aún ahora que su transformación estaba a mitad de camino; Te quejaste por la separación de tus piernas, dejando escapar ligeros jadeos moviéndose en tu lugar en un débil intento de volver a juntar tus piernas.
En respuesta, König se inclinó sobre ti, más cerca de él, presionando su bulto contra tu pelvis, separando aún más las piernas en el proceso. Esta vez gemiste más fuerte, pero él no se detuvo, sino que levantó tu túnica hasta el ombligo, deleitando la vista de él con tus piernas desnudas y una fina capa de tela cubriendo tu feminidad.
Tragó saliva con dificultad la saliva que se estaba formando en su boca por la necesidad de saborearte allí también.
Tu piel se erizó y tus pezones se endurecieron, una reacción natural del cuerpo al frío. Eso solo lo excitó más, sacando su polla palpitante de ella con una mano, dejándola descansar sobre tu estómago, goteando gotas de líquido preseminal, esparciéndose por todo tu vientre.
Volviste a jadear ante la sensación, moviste la mano en busca de las sábanas para cubrirte de nuevo, él te cogió la mano rápidamente y la sostuvo por encima de tu cabeza.
— Deine Hände aus meinem Weg, Süße
—murmuró König antes de continuar con su juego, moviendo las caderas hacia atrás y sentándose sobre sus rodillas. El simple hecho de ver tu cuerpo tan indefenso frente a él lo volvía loco.
Movió su enorme mano sobre su erección, masturbándose por segunda vez ese día por ti, por ti. Sentir tu aliento en su pecho debajo de él lo hacía aún más interesante, la idea de que descubrieran lo repugnante que podía ser con una chica de pueblo que acababa de conocer.
Vergonzosamente se acercó más rápido de lo que esperaba, enterró su cara en tu cuello inhalando tembloroso mientras expulsaba su semen caliente sobre tus pechos, tu vientre y finalmente sobre tu ropa interior, volviéndose transparente la tela.
— So süß zu mir.
Dejó escapar suaves gruñidos que calmaron tu cuello, deseando que te despertaras, vieras el desastre que estabas haciendo de su persona solo por dormir frente a él.
Para su sorpresa no te despertaste en ningún momento, se separó de ti a regañadientes, te bajó la bata para cubrirte de nuevo, sin limpiar su semen de tu cuerpo y te volvió a cubrir con las sábanas, no quería que te resfriaras.
A la mañana siguiente te despertaste con malestar y la gran sorpresa de costras de un líquido desconocido cubriendo la mayor parte de tu cuerpo, asumiste que eso fue lo que sucedió mientras dormías, el colchón rasgado sobre tu cabeza con signos de las garras de un enorme animal ya te dieron una idea.
No dijiste nada, no protestaste ni te quejaste. Al menos no en voz alta. Tenías miedo de que te hiciera algo peor y te gustaría...
Tampoco te sorprendió cuando se negó a dejarte ir a casa ese mismo día y los que siguieron.
Después de esa primera noche en el palacio, por mucho que te esforzaras por mantenerte despierto, el sueño te inundaba en el momento en que tocabas la cama y a la mañana siguiente volvían esas costras.
Querías ponerte en contacto con könig, para que te dejara ir a casa, pero al mismo tiempo no lo querías y los sirvientes tampoco lo permitían. Te estabas volviendo loco, la falta de contacto con la gente era una tortura. El único contacto con otro ser humano que experimentaste fue la sola presencia de la sirvienta que parecía no tener alma, durante un rato por la mañana, a la hora del almuerzo, en la cena y por la noche... El propietario de esos fluidos.
Ya no podías soportar la situación, no comías un solo bocado, independientemente de tus sospechas de hierbas para dormir en tu comida, solo querías que ese hombre mostrara su rostro o te dejara ir. Te enfrentarás a él.
Eso es lo que harías.
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