Al construir una sociedad narcisista donde todos están preocupados por sí mismos, la sociedad no se levantará por nada ni nadie; y así el gobierno dominará a cada individuo directamente.
— Bertrand Russell
«Y especialmente todos vosotros, que tenéis fuerzas para ello, declarad la guerra más implacable a aquello que es el primer prejuicio del que se siguen todos nuestros males, a aquella que es la fuente ponzoñosa de toda nuestra miseria: al principio según el cual la misión del príncipe es velar por nuestra felicidad. Perseguidlo con el sistema entero de nuestro saber por todos los escondrijos en los que se ha ocultado, hasta que sea exterminado de la tierra y devuelto al infierno que es de donde vino. El principio dice que nosotros no sabemos lo que promueve nuestra felicidad, lo sabe el príncipe y es él quien tiene que guiarnos hasta ella, por eso tenemos que seguir a nuestro guía con los ojos cerrados. El hace con nosotros lo que quiere, y si le preguntamos, nos asegura bajo su palabra que eso es necesario para nuestra felicidad. Pone la soga en torno al cuello de la humanidad y grita: “Calma, calma, es todo por vuestro bien”.
No, príncipe, tú no eres nuestro Dios. De El esperamos la felicidad, de ti la protección de nuestros derechos. Con nosotros, no debes ser bondadoso, debes ser justo.»
Johann Gottlieb Fichte: «Reivindicación de la libertad de pensamiento», en Reivindicación de la libertad de pensamiento y otros escritos políticos.Tecnos, pág. 12. Madrid, 1986.
AMLO, políticos obradoristas y el riesgo marinista
Qué se necesita para violar derechos humanos de periodistas? Desde gobiernos, en el caso de México y similares, suelen ser tres cosas:
Actores autoritarios e hijoputescos en un poder ejecutivo/gobierno. En ellos está el deseo y la intención, además de la conveniencia.
Ataques verbales a los periodistas que critican al gobernante. Esto es, empezar desde el gobierno a descalificar y deslegitimar la libertad de prensa. Puede ser tanto en público como en privado (el gobernante diciéndolo en sus reuniones con empresarios u otros políticos). Los actores de intenciones autoritarias inician los intentos de castigar y limitar el ejercicio de esa libertad.
Subordinar a una parte del poder judicial para usar sentencias judiciales contra los periodistas o aprovechar para lo mismo la subordinación del poder judicial al ejecutivo, si ya existe. De los castigos verbales desde el poder y la inducción de la autocensura se pasa a la censura directa, de algún tipo, y hasta el castigo de cárcel -que necesariamente pasa de alguna forma por un juez.
Es una secuencia en la que interactúan lo informal y lo formal y actores polticos y contextos institucionales.
Así ocurrió en un famoso caso del cual se debería aprender y que nos señala sueños riesgosos: