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#espacios de la infancia
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Primer "Encuentro para la Conciencia" 2024.
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📬 #ConcienciaSolidariaOng los invita a participar de un ameno #Encuentro, para chicos y grandes. Un espacio para aprender jugando, sobre el cuidado del #ambiente y el #planeta 🌎.
✅ Nuestro invitado: #MartinCrespi, docente y escritor de libros para las infancias, presentará su libro “Caperucita, un cuento clásico para tiempos modernos”.
📆 Los esperamos el domingo 18 de febrero a las 17hs en Barzana 2088, Villa Urquiza, #CABA.
🧮 Podrán disfrutar de juegos didácticos y un teatro de papel #Kamishibai.
🍕🥟Y en nuestro #buffet, habrá cositas sabrosas y saludables para disfrutar!! 😋
❗️La entrada es libre y gratuita.
😉 ¡Los esperamos!
#ConcienciaSolidariaONG
@concienciasolidariaong
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danielac1world · 2 months
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Febrero, te vas lento, saludaste rápido, me miraste a los ojos, y dijiste muchas veces la palabra adiós.
Te imagino amarillo y triste, sobre una escalera interminable de flores anaranjadas; no sé por qué viniste, ni sabré por qué te fuiste, tal vez demasiado pronto, demasiado triste... nadie sabe, quizás, que tienes los ojos del color de la luna, las manos gastadas de acumular semillas, los bolsillos llenos de jazmines y aromas del recuerdo, el cabello rizado, anudado entre los silencios que nunca dijiste, y los labios finos como para entrever las miles de luces, que dejaste escapar entre las ventanas solitarias.
No sé que decirte, más de una vez el tiempo se me va volando, es un pájaro escurridizo, tiene plumas del color del tiempo, y tonos marrones anunciando al otoño; pero a ti no te gusta el otoño, tienes nostalgia del frío que arrasa con todo, y quieres que tus manos sean enormes para atrapar todo lo que puedas, las mariposas que sobrevuelan el espacio finito, los colores vivos, las últimas flores que se aferran con esperanza a los tallos marchitos... todas las hojas del mundo que brillan como luces de neón, en un color verde vivo; las risas de los que fuimos niños... te aferras a las infancias, a los juegos que quedan, a los pasos que faltan; entre esas manos imaginariamente grandes, hay espacio para dos o tres de tus lágrimas, por el último instante de un verano que quisimos mágico, y que terminó en el sabor de una gota de lluvia con brillantina, y el color de quién lo quiso todo...
Febrero, tu también tienes alma de niño, corres y corres por los pequeños jardines de las ciudades sin balcones, quien te viera diría que el calor está huyendo de si, pero tú no escapas, tú te cuelas por las rendijas de las persianas a media tarde, espías los sueños de los nadie´s, y susurras poesías en la piel de los amantes que no se quieren, y pretenden amarse. A veces no sé que pasa contigo, pero me gusta imaginar que sonríes en algún abismo, que armas ramos de flores para reposar entre las nubes, con el aroma de las cosas que nunca acaban. Es un ciclo infinito, Febrero... ni el primer mes, ni el último, ni la soledad completa, ni la compañía perpetua, y así con las manos imaginariamente gigantes, me atrapas también a mí, en el juego de despedirte con el vivaz deseo de un abrazo, que no obtuve en tu primer y último día del adiós, febrero.
-danielac1world ~Grismarino ~
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satorugojowidow · 6 months
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Cuando UP perdió las paso escuche mucho militante haciendo autocrítica, llamando a no enojarse con el votante de Milei y entender la razón del enojo. Ahora que Milei salió segundo en las generales, todo su espectro de votante diciendo que somos todos unos n#gros de mierda y que merecemos que nos explote el país en la cara y que ojalá así sea. Esto me lleva al carácter racista y clasista del núcleo duro de LLA.
No es solo un problema de amateurismo político y de falta de comprensión del contexto, o de las identidades políticas en este país y los poco acuerdos o líneas que consensuamos no cruzar. Es, sobre todo, un problema de expresión de un odio que tiene características clasistas y racistas. Y en esa expresión radica el peligro que una buena parte del electorado sintió y que lo llevó a votar incluso a un candidato que no los termina de representar, pero que funciona como herramienta política de oposición, resistencia y preservación. Solo así se entiende como un ministro de economía con más del 100% de inflación interanual puede salir primero, a muy poco de ganar en primera vuelta.
Milei no es solo la promesa de dolarización, es la expresión de un ideario político cuya concepción aberrante de la libertad del individuo llega a plantear extremos como la venta de bebes y de órganos. Algo que está tan anclado en su filosofía que no pudo desandar con una rotunda negación cuando se lo cuestionó porque "es mas fuerte que él" y no es capaz de negar lo que él cree. Muy en sintonía de esta mirada de la infancia como objetos de posesión y no como sujetos de derechos, vino la propuesta de Lemoine de renunciar a la paternidad. Lo irracional de su reacción anti-marxista lo lleva a tachar todo de comunista y terminó rivalizando con el mismísimo Papa, que además de ser una país de mayoría católica, este Papa es argentino. Para rematar o "romper todo", reivindicó la dictadura con las mismas palabras de Massera y Videla (genocidas). Subestimando el peso que tiene en este país la agenda de memoria, verdad y justicia. Milei y su espacio retroalimentado por el discurso del "curro de los derechos humanos" se olvidó que esta democracia se construyó y sostuvo en los hombros de las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo y que no es casualidad que seamos el único país del mundo que juzgó en la justicia ordinaria a los genocidas que terminaron en cárcel común. El discurso de Milei fue por la ruptura de los pactos democráticos, fue por los consensos más básicos de nuestra sociedad como la protección de las infancias. Subestimó el anclaje que tiene la agenda de derechos en nuestros sectores trabajadores que se han sabido construir históricamente como actores políticos detrás de esa bandera. Pero más allá de todo lo que expresaron de forma abierta, un subtexto alertó nuestras fibras más sensibles, el discurso de odio. El despreció clasista, racista y también misógino no paso no alertado. Y sobre eso también se reaccionó. El peligro de que sectores reaccionarios ganen espacio y se envalentonen, el peligro que así como se animan ahora de pintar "zurdos de mierda" y pegar afiches de Videla algún día se animen a activar la violencia en las calles contras las minorías: mujeres, migrantes, disidencias sexuales, personas en situación de calle, etc.
Todo aquel que en algún momento se puso a la tarea de discutir el plan de dolarización con un libertario creyendo que el voto a Milei es puramente económico encontró que mas de uno no cree que vaya a dolarizar, ni llevar adelante sus medidas mas radicales. Entonces nos desconcertamos al no entender el por qué de ese voto, hasta que sueltan frases como "me gustaría poner una bomba en la villa". Este tipo de identidades políticas se sustentan en la expresión del odio con el que está abajo tuyo, con el más pobre. Estos tipos (porque en su mayoría son tipos blancos y heterosexuales) buscan alinearse con el de arriba (que los desprecia) odiando al que esta debajo y ese odio les impide ver lo mucho que tienen en común con estos, haciendo ese odio funcional al sostenimiento de un sistema injusto y opresivo.
Milei no es solo un riesgo enorme por su plan económico que además de tener efectos devastadores (sobradamente probados en la historia) es difícil de revertir. Milei rompe todo los acuerdos mínimos de convivencia democrática y habilita una violencia que nos pone en riesgo a todos, pero sobre todo a las minorías.
Creo que este domingo hubo un voto miedo bien fundado en contra de este candidato. Pero que debemos resignificar como un voto de oposición y resistencia. Creo que la estrategia política adecuada era votar a Massa y creo que es fundamental votarlo en el balotaje y que gane. Incluso si no te representa, si no acordás del todo, Massa sostiene los acuerdos mínimos de nuestra democracia y no arriesga nuestra estabilidad y futuro. Podremos más adelante negociar con el gobierno, marcar un agenda desde las calles o pelearnos. Pero no rompamos todo, que después tendremos que vivir en las ruinas.
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la-semillera · 28 days
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HELENA ALMEIDA & REBECCA SOLNIT
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En una célebre noche del solsticio de invierno de 1817, el poeta John Keats iba charlando con unos amigos de regreso a casa y «en mi mente se enlazaron varias cosas y de pronto comprendí qué cualidad es aquella que, especialmente en literatura, contribuye a formar un hombre de mérito […]. Me refiero a la “capacidad negativa”, es decir, a la virtud que puede tener un hombre de encontrarse sumergido en incertidumbres, misterios y dudas sin sentirse irritado por conocer las razones ni los hechos».[1] De una forma u otra, esta idea aparece una y otra vez, como los lugares ”“señalados como «Terra Incógnita» en los mapas antiguos.
«Desorientarse en la ciudad […] puede ser muy poco interesante, lo necesario es tener tan solo desconocimiento y nada más —dice el filósofo y ensayista del siglo XX Walter Benjamin—. Mas de verdad perderse en la ciudad —como te puedes perder dentro de un bosque— requiere bien distinto aprendizaje». Perderse: una rendición placentera, como si quedaras envuelto en unos brazos, embelesado, absolutamente absorto en lo presente de tal forma que lo demás se desdibuja. Según la concepción de Benjamin, perderse es estar plenamente presente, y estar plenamente presente es ser capaz de encontrarse sumergido en la incertidumbre y el misterio. Y no es acabar perdido, sino perderse, lo cual implica que se trata de una elección consciente, una rendición voluntaria, un estado psíquico al que se accede a través de la geografía.
Aquello cuya naturaleza desconoces por completo suele ser lo “que necesitas encontrar, y encontrarlo es cuestión de perderse. La palabra lost, «perdido», viene de la voz los del nórdico antiguo, que significa la disolución de un ejército. Este origen evoca la imagen de un grupo de soldados rompiendo filas para volver a casa, una tregua con el ancho mundo. Algo que me preocupa hoy en día es que muchas personas nunca disuelven sus ejércitos, nunca van más allá de aquello que conocen. La publicidad, las noticias alarmistas, la tecnología, el ajetreado ritmo de vida y el diseño del espacio público y privado se confabulan para que así sea. En un artículo reciente sobre el regreso de los animales salvajes a los barrios residenciales de las afueras de las ciudades se hablaba de jardines nevados que están llenos de huellas de animales y en los que no hay presencia alguna de huellas de niños. Para los animales, estos barrios son un paisaje abandonado, así que deambulan por ellos con total tranquilidad. Los niños rara vez deambulan, ni “siquiera en los lugares más seguros. A causa del miedo de sus padres a las cosas espantosas que podrían ocurrir (y que es verdad que ocurren, pero muy de vez en cuando), quedan privados de las cosas maravillosas que ocurren siempre. En mi caso, ese deambular durante la infancia fue lo que me hizo desarrollar la independencia, el sentido de la orientación y la aventura, la imaginación, las ganas de explorar, la capacidad de perderme un poco y después encontrar el camino de vuelta. Me pregunto cuáles serán las consecuencias de tener a esta generación bajo arresto domiciliario.
[1] John Keats, Cartas, Barcelona: Editorial Juventud, 1994, traducción de Concepción Vázquez de Castro, p. 29.
_ Una guía sobre el arte de perderse, Rebecca Solnit. Capitán SwingEditorial, 2020, MADRID. Traducción por Clara Ministral.
_ Helena Almeida, «Estudo para um enriquecimento interior» 1977-78 tinta acrílica sobre fotografía.
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notasfilosoficas · 8 months
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“El silencio es el santuario de la prudencia”
Baltasar Gracián
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Fue un jesuita escritor español del Siglo de Oro, nacido en Belmonte de Gracián en enero de 1601 quien cultivó la prosa didáctica y filosófica.
Entre sus obras destacan “El Criticón” – alegoría de la vida humana- que constituye una de las novelas más importantes de la literatura española comparable por su calidad al “Quijote” o “La Celestina”.
Primeros años.
Las noticias sobre su infancia son muy escasas. Fue hijo De Francisco Gracián Garcés, natural de Sabiñán, la casa solar de la familia Gracián.
Se sabe que su padre fue contratado en 1604 como médico y que Baltasar estudió letras desde los 10 o 12 años en Calatayud, probablemente en el colegio jesuita de esa localidad.
En 1619 ingresó en el noviciado de la provincia jesuítica de Aragón, situado en Tarragona, en el que pasó 2 años de estudio de humanidades.
Cursó dos años de filosofía en 1621 de donde data su aprecio por la ética, la cual influyó en toda su producción literaria.
Ordenado sacerdote en 1627, impartió humanidades en el colegio de Calatayud, teniendo que migrar a diferentes provincias españolas debido a sus constantes enemistades con sus correligionarios, enseñaba filosofía y Teología Moral.
En 1650 con el cargo de maestro de escritura, publica la primera parte de su obra cumbre titulada “El Criticón” la cual publicó sin el permiso de la Compañía, provocando protestas formales elevadas a altas instancias jesuitas.
Producción Literaria.
Su producción se adscribe a la corriente literaria del conceptismo, una concepción ingeniosa entre palabras e ideas denominadas “concepto” o “agudeza”.
El pensamiento de Gracián es pesimista, como corresponde al periodo barroco.
Para Gracián el mundo es un lugar hostil, forjando un estilo construido a partir de sentencias breves muy personales, denso, concentrado y con signos lingüísticos de varias acepciones.
En su obra domina el juego de palabras y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas, con lo que adquiere un lenguaje lacónico, lleno de aforismos y capaz de expresar una gran riqueza de significados.
Buena parte de su obra se ocupa de dotar al lector de habilidades y recursos que le permitan desenvolverse entre las trampas de la vida, donde el mundo es un espacio hostil y engañoso en donde prevalecen las apariencias frente a la virtud y la verdad.
Para Gracián el hombre es un ser débil, interesado y malicioso, y para ello se debe ser prudente y aprovecharse de la sabiduría basada en la experiencia; incluso disimular y comportarse según la ocasión.
Todo lo anterior, le ha valido a Gracián, ser considerado precursor del existencialismo y de la postmodernidad, influyendo en librepensadores franceses como La Rochefoucauld y más tarde en la filosofía de Schopenhauer y Nietzsche.
Últimos años
Con la aparición de la tercera parte de El Criticón, La compañía recriminó públicamente a Gracián, imponiéndole como penitencia ayuno a pan y agua, con lo que vió mermada su salud física, prohibiendo incluso el acceso a pluma papel y tinta.
Muerte
Gracián falleció poco tiempo después, en Tarazona en diciembre de 1658 probablemente enterrado en la fosa común del colegio.
Fuente: Wikipedia
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close (2022) y el mandato masculino
Close retrata de forma cruda y honesta la forma en cómo el mandato masculino rompe la vida y los afectos, desde donde se le mire, sin importar el cuerpo que afecte. No es “masculinidad frágil” o “masculinidad tóxica”, no vislumbro ningún tipo de autonomía, decisión libre o satisfacción por la elección de ésta más allá de la presión social por cumplir un cierto rol. Como cuerpo feminizado me deja más preguntas que respuestas, y una afectación profunda a un lenguaje tan complejo.
En la infancia todo es borroso y el lugar que una se da en el mundo es completamente plástico, maleable y nebuloso. Una simple señal, un simple gesto proveniente del entorno condiciona actitudes que tienen grandes efectos; por ejemplo, un momento que he estado meditando estos últimos días, en el que, aun siendo una niña (12, 13), acostada en la cama donde dormía con mi abuela cuando íbamos de visita, una pariente me dijo que mi posición y la pijama que tenía hacía que se me vieran los cucos y con ellos el vello de mi entrepierna que aún hoy día me avergüenza, y que me persigue en la incomodidad que me genera usar vestido de baño. (Y que también me hace preguntar, lejos de apuntar a la pedofilia: ¿qué hacía esta mujer viendo a mi entrepierna? Y… ¿qué le importaba?) 
 Ante la sensibilidad de la infancia cualquier pequeño momento es significativo y definitorio, y aún más a la pubertad (edad de los niños protagonistas y mía en ese recuerdo) donde la definición en una identidad y una forma de ser empieza a ser más imperante; quizás con ésta el condicionamiento estético y de comportamiento.
 Esto es lo que pasa con Remi y Leo. Y aquí es donde puedo repetir la frase que susurro entre compañer_s de que “el patriarcado nos afecta a tod_s desde puntos muy diversos”. Como un ritual de iniciación en el nuevo espacio social al que ingresan, la cercanía de Remi y Leo es inmediatamente sexualizada (¿quién les enseñó a est_s niñ_s a sexualizar la cercanía y el cariño?). Los intentos de defensa ante tal definición quedan en las palabras y los límites discursivos que Leo trata de poner sobre la mesa, cuando podemos ver bien la forma en que lo interpela. El rechazo a su compañero que lo lleva a la sexualización homosexual por parte de su entorno (porque no sólo es sexualización sino también es lejana a lo heterosexual) es casi inmediata y con ésta se desencadenan quiebres (también borrosos) que son naturales en la infancia, pero tan definitorios. 
 Me recuerda a todos aquellos amigos que me acompañaron antes de entrar a la pubertad y cómo la imposición explícita de este mandato nos fue separando y re-configurando nuestras propias relaciones; e incluso la relación con mis primos junto a quienes crecí, caminé y jugué durante tantos años. De un momento a otro dejé de visitarlos, de un momento a otro dejamos de jugar, de un momento a otro nuestro relacionamiento se empezó a sexualizar. La cercanía que lográbamos en la infancia desapareció, y yo intento retomarla de a pocos cada vez que ahora nos encontramos como jóvenes-adultos. 
 ¿Realmente vivimos estos duelos? Duelos que no llegan a ser tan crudos o específicos como el de Leo, pero aun así, ¿lo vivimos? ¿lloramos esas distancias, o las asumimos como el movimiento de una vida que aún no comprendemos? (y mi pregunta ¿en algún momento la comprendemos? porque yo todavía no). ¿Por qué se dan estas distancias, cómo afecta la socialización sexualizada que de un momento a otro llega a ser protagonista? 
 La masculinidad de Leo y Remi no es tóxica; la verdad es que ni siquiera llegan al fin de su infancia, como para llamar a sus comportamientos tóxicos o frágiles. Son profundamente complejos e intermitentes, como lo muestra la película, porque la vida sigue andando a grandes pasos, y sobretodo desde un cuerpo en desarrollo. La amistad de Leo y Remi ni siquiera cabe en lo queer (y si para otr_s si lo hace pues bien, pero desde mi punto saltan a mi ojo otras cosas); y aquí es donde me asalta otra gran pregunta: ¿a los hombres/niños les enseñan a tener amigos, amigas? ¿y de qué forma, bajo qué normas y parámetros? 
 ¿Alguna vez tuvieron amistades cercanas que se vieron interrumpidas con la sexualización de sus cuerpos y tuvieron que trasladar todos esos afectos a pactos de fraternidad o a desfogue deportivo, como Leo? ¿Y qué pasa con los cuerpos que no pueden asimilar ese quiebre, como Remi, y adoptan lugares marginales? ¿Es aquí donde se conforma la feminización de los cuerpos como aquello de lo no-hombre y no sólo desde lugares fisiológicos? ¿Dónde empieza en las infancias la reproducción de estos roles, más allá de la ropa azul o rosada y los juguetes de carros o bebés? 
 ¿En qué momento el mandato masculino comienza a ser tan explícito en los cuerpos y los comportamientos, o acaso lo es desde que salimos del vientre de nuestra madre? ¿Incluso antes? 
 ¿Cómo este tipo de ejemplos mostrados en las películas nos hace ver los quiebres que genera el mandato masculino en todos los cuerpos? El mandato masculino que separa a Leo y Remi es el mismo que habla en la sexualización de los cuerpos de las niñas y el mismo que lleva a la violencia sexual. Como si fueran ramas de un mismo centro, todas enraizadas en una misma voz que encuentra la forma de reproducirse mental y corporalmente como casete viejo. 
 En este análisis puedo estar perdiendo otras profundidades que espero descubrir con más respiro (sabiendo que escribo esto justo después de terminar de llorar en el final del film), como la profundidad en que se muestra el duelo. Yo también fui una niña que atravesó duelos y quiebres inmensos a edades tempranas y eso trajo efectos a mi vida que hasta ahora voy comprendiendo. Siendo que mi tema de obsesión ahora es la violencia relacionada con el mandato masculino, es lo que veo. 
 Espero encontrar otras miradas sobre la misma peli. La apertura, que llaman
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Del cuaderno... (XII)
SOBRE EL VALOR Y LA FORTALEZA
Lidiar con la vida no solamente exige valor, sino también —y tal vez sobre todo— resistencia y fortaleza. Hay que tener fortaleza —más que valor— para pasar hambre por negarse a dar el brazo éticamente a torcer. Hay que tener fortaleza —más que valor— para soportar el dolor sin dejar de seguir operativo. Hay que tener fortaleza —más que valor— para hacerles frente a los estragos del tiempo y los embates (incesantes, inexorables, incansables) del mundo. Parece una perogrullada, pero no está en absoluto de más recordarlo: la vida es cuestión de biología. Y la biología es cuestión de resistencia. Y la resistencia, en gran medida (por no decir en toda), cuestión de genética.
[04/02/24]
DOS FRAGMENTOS DESTINADOS A LAS FLORES DEL MAL (DE SENDOS PREFACIOS NO PUBLICADOS EN VIDA DE SU AUTOR)
El poeta no pertenece a ningún partido. De otro modo, sería un simple mortal.
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Tengo mis nervios, mis vapores. Aspiro a un reposo absoluto, a una continua noche. Cantor de las locas voluptuosidades del vino y del opio, mi sed no es sino de un licor desconocido en la tierra y que ni siquiera podría ofrecerme la farmacopea celeste; de un licor que no contuviera ni la vitalidad, ni la muerte, ni la excitación ni la nada. No saber nada, no enseñar nada, no querer nada, no sentir nada, dormir y dormir más todavía, tal es hoy el único voto que puedo formular. Voto infame y desagradable, mas sincero.
BAUDELAIRE Versión española de A. Martínez Sarrión
[07/02/24]
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INTELIGENCIA, SABIDURÍA
Los seres humanos somos inteligentes, pero no somos sabios. Tal vez, por lo tanto, lo que deberíamos desarrollar fuera la S. A. (sabiduría artificial), y no la I. A. (inteligencia artificial). Ya puestos a pergeñar barbaridades, como sin tregua y sin descanso parecemos empeñados en hacer, se me ocurre que la primera de esas opciones podría ser más productiva, e infinitamente menos peligrosa, que la segunda.
¿Es la sabiduría el producto de la experiencia? No necesariamente; hay viejos que no han aprendido nada, en términos sapienciales, y que en ese sentido son incluso bastante más torpes que cuando eran jóvenes (la juventud tiene su propia sabiduría, y también la infancia, cuyo asombroso «sentido común» nos deja tan a menudo pasmados).
La sabiduría se halla en último término en la propia vida; cuanto más nos alejamos de ella menos sabios somos. Los animales son de alguna manera «sabios» porque llevan la vida puesta. ¿Cuántos de nosotros llevamos realmente la vida puesta?
Todos nuestros males se derivan de nuestro constante afán de «mejorar» las cosas. La ciencia y la tecnología son el resultado de ese afán, y son la madre de todas nuestras desdichas.
Hoy he leído unas palabras mías de hace once años, en un antiguo correo electrónico, mientras repasaba mis muchos lustros de correspondencia (en esa tarea, entre tantas otras, me hallo desde hace semanas nuevamente enfrascado). La frase en cuestión, solemne y escueta, rezaba: «La vida es un juego en el que aprendemos a convertir lo fácil en difícil».
Cuando —como tengo dicho— debería ser simplemente algo que lleváramos puesto. Quizá mi frase debió decir: «Hacemos de la vida un juego…». En el hacer —y el deshacer— está el busilis.
[10/03/24]
OLORES SETENTEROS
Ayer tuve un día de olores setenteros: en el rellano del piso en el que vivo; en las escaleras; en diversos espacios por los que pasé en mis deambulaciones por la ciudad (cruzando el puente que va de Mauricio Legendre hacia la avenida del Llano Castellano y el pueblo de Fuencarral pude contemplar también, a mis pies, un ingente cementerio de bicicletas, apretadas una contra otra en infinitas hileras que ocupaban el vasto recinto amurallado de unas antiguas instalaciones, no sé si ferroviarias, que se extienden bajo el viaducto mencionado. ¡Las había a cientos! ¡Puede que a miles! Nunca había visto nada semejante. Eran todas iguales; de esas eléctricas que hace unos años empezaron a ser desplegadas, para uso y disfrute de los ciudadanos, a lo largo y ancho de Madrid. Parecían unidades retiradas de servicio. Y uno se pregunta qué irá a ocurrir con las incontables baterías que albergan sus chasis).
Pero hablaba de olores setenteros. Ayer mi día se impregnó de esos benditos efluvios, que raramente acuden ya a mi olfato. Los años setenta tenían un olor muy especial. Entre todos sus diversos aromas destacaba por ejemplo el de «tabaco fumado» en las estancias, que tenían además mucha moqueta, y pesados muebles voluminosos, forrados de escay (o a veces tapizados en cuero), y ventanas que podían abrirse.
Mi estudio suele oler así. Tal vez por eso me sienta tan cómodo aquí dentro. Con la ventana abierta esta tarde sobre el barrio, cuyo estilo arquitectónico es también clásicamente setentero. Está cantando el mirlo en la suave luz, y el resto del mundo guarda silencio para escucharlo.
Menos mal que existieron los setenta. Y que yo tuve la suerte de vivirlos. Y que de cuando en cuando regresan a mí, proustianamente, a través del mudo milagro del olfato. ¿Qué sería de un artista que fuera incapaz de oler? No cabe pensarlo.
[16/03/24]
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NULLA DIES
… Y hoy no he escrito. Pero estoy escribiendo ahora; quiero decir, en este momento. Ya no es hoy, es mañana; hace siete minutos dieron las doce de la noche, y el 20 de marzo se ha convertido en día 21.
Estoy leyendo una novela de un escritor norteamericano —que nació en Italia, y en Italia y en Europa pasó casi toda su vida— llamado F. Marion Crawford. Vivió entre el XIX y principios del XX, y falleció hacia los cincuenta y tres años, víctima de un mal pulmonar que me parece que fue consecuencia, muy retardada, de la exposición a ciertos gases nocivos durante una visita a una fábrica de vidrio, en los EUA, donde se estaba documentando para escribir un libro relacionado con la cristalería.
Este Crawford es recientísimo descubrimiento mío; de hace apenas un par de semanas, y me está gustando bastante. Es un escritor de los que en inglés llaman middlebrow; es decir, ni muy sesudo y serio ni tampoco abiertamente «popular», sino comercial con cierta pátina de intelectualidad. Hay que decir que estos escritores, cuando son buenos, son de lo más amenos y disfrutables, y uno de los mejores ejemplos de su clase es mi adorado Somerset Maugham (que suele ser incluido en la mencionada categoría, de lo que en español podríamos denominar tal vez «vuelo medio»).
No recuerdo ahora mismo el título de la novela de Crawford en la que estoy enfrascado, aunque me parece que es Dr. Claudius, y data del último cuarto del siglo XIX; fue su segunda obra publicada. Y a quien le extrañe que no recuerde yo exactamente cómo se titula el volumen, cuestión que en teoría podría resolverse con suma facilidad desviando simplemente la mirada hacia la cubierta del libro desde mi asiento, le diré que no estoy leyendo esta novela en edición impresa, sino en el kindle —mi lector electrónico—, dispositivo en el que compré las obras completas de Crawford en la misma fecha en que descubrí al autor (en el transcurso de una de mis nocturnas sesiones de contemplación de las musarañas). ¡Casi abochornan estas confesiones! Pero si quisiera comprobar en este momento el título que se me escapa, tendría que abrir el kindle y hacer digital marcha atrás desde la página virtual en que abandoné la lectura, cosa que no es que me llevara siglos, pero que interrumpiría el flujo gráfico de mi discurso, y el detalle —puedo asegurarlo, en este caso— no es de fundamental importancia.
El corpus de Crawford incluye por lo visto unos cuarenta y cuatro libros de narrativa de corto y largo aliento, multitud de artículos, y también volúmenes de ensayo (parece que uno de estos últimos dedicado precisamente al arte o género de la novela).
Dr. Claudius la empecé ayer mismo, tras terminar el primer título de Crawford (una interesante historia ambientada en la India de la época victoriana). Esta segunda obra cuya lectura acabo de emprender arranca en Heidelberg, y se centra en el personaje que le da nombre al relato: un «estudiante maduro» que lleva unos diez años residiendo en la mencionada población universitaria alemana, dedicado a tranquilas y austeras labores intelectuales, y que acaba de recibir una noticia supuestamente feliz, relacionada con una herencia, que parece que le va a cambiar —contra su voluntad— la vida. También nos enteramos de que ha caído bajo el sutil hechizo de una bella y distinguida dama de ojos negros y oscuros y hermosísimos cabellos, de la que podemos afirmar «sin temor a equivocarnos» que se convertirá pronto en crucial coprotagonista de la trama que nos ocupa.
Estoy disfrutando la lectura, con la que es probable que continúe dentro de un momento, cuando por fin me marche a la cama; aunque el día —que empezó a las cinco de la matina— ha sido larguísimo, y no creo que hoy tarde mucho en apagar la luz y entregarme al abrazo de Morfeo. Soñaré probablemente con elegantes escenas posrománticas de hace bastante más de un siglo, ambientadas en ese gran período dorado de la literatura y de la humanidad misma: la época llamada eduardiana en Inglaterra y Belle Époque en el continente europeo, a la que —a falta de una máquina del tiempo— me gusta regresar siempre que puedo en mis poéticos periplos y oníricos viajes (esas «vueltas alrededor de mi cuarto», que dijo alguien, que son mis travesías favoritas).
[20-21/03/24]
ROGER WOLFE
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Crónica #2
De los recuerdos mas antiguos. La infancia almacena los mas atroces. La muerte de los perros siempre fue un suceso devastador. Vivir en el campo es un suceso salvaje que condiciona la vida. Cuando murió Princesa, la perra de mamá, nos vino de sorpresa; era sábado y nos alistábamos para ir a la iglesia. Mamá había salido al patio cuando llamo a Papá para que viera lo que sucedía. Princesa estaba acostada en su almohada debajo de la caseta heredada por los ancestros animales que antes vivieron allí. Estiraba las patas como quien corre, pensamos a primeras que estaba dormida y tenia pesadillas y por eso su cuerpo temblaba. Podría estar entrando en proceso de parto ya que tenia casi tres meses desde que los perros del barrio le rompieron el pañal de fique y la montaron mientras estaba en celo.
Tiene algo papi, le dijo mamá a mi padre.
El el suelo de la caseta, una culebra amarilla estaba enrollada con la cabeza mordisqueada. Princesa la había matado en la noche cuando todos dormíamos, quizá en medio de aquella lucha la culebra le mordió en algún lado y ahora ese sábado en la mañana veíamos a la pobre herida intentando pujar, intentando sacar el veneno.
Los perritos que llevaba dentro todos había muerto dijo el veterinario. Mamá había usado de sus ahorros para llevarla, tenía muchos años con esa perra, era la hija que no tuvo y la lloro tanto que se le corrió el rímel del maquillaje y fue tanto el liquido negro que con eso pinte un retrato de la difunta.
La perra está ciega y paralitica, los perritos se murieron, si quiere la dejamos así pero no podrá caminar y no la podrá ver, dijo el doctor quitándose los guantes después de haberle inducido un parto rápido al animal confirmando que eran cinco cadáveres los que llevaba dentro.
Mamá la mandó a dormir, no quería vivir con un animal en esas condiciones. recuerdo el rostro maltrecho de Mamá llorando días después.
Mas de quinientos bolos dijo mamá con un llanto fúrico, mas de lo que gano a la semana para que igual se muriera.
Eso lo cuenta mamá quien fue al doctor con la perra en una caja y regreso sin caja y sin perra, pero con el vestido de la iglesia manchado por el llanto y arrugado de tanto apretarlo en los costados.
El campo es un espacio gigante donde conviven lo monstruoso, la naturaleza es grotesca y cruel, enfermiza. Rambo era otro de estos míticos animales del cementerio familiar, lo encontramos en un saco en los potreros, junto con otros cuatro perros que ya no respiraban. No se como sobrevivió allí, estuvo en la casa un año y algo hasta que le dio por comer mierda de gallina. Entraba al gallinero y se saciaba mientras de la boca le escurrían hilos de baba, mamá lo regañaba y le limpiaba el hocico sucio de excrementos, le daba agua con una jeringa y reusaba a beberla. Con el tiempo se fue volviendo flaco hasta que desapareció y días después lo encontramos lleno de hormigas debajo de un escaparate de la sala.
Pasábamos de tener cinco perros rondando y luego cinco huecos en el patio donde los metíamos envueltos en cobijas.
La pobreza de los entierros era evidente al igual que la pobreza de la casa.
Les va a pasar algo muy malo a todos ustedes decía Juan sin camisa cuando un carro atropelló a Yogui mientras jugaba con los primos y el perro quedó chorreando sangre por la boca y por el culo. Este perro no se va a salvar dijo Tío José. Toca matarlo. Nadie tuvo el valor de matar al perro moribundo y con taquicardia y sudores Tío José y papá enterraron vivo a Yogui para que muriera ahogado bajo la tierra del patio y acompañara a los demás ancestros del cementerio común.
La pobreza que seguía consumiendo la casa, no permitía lujos. Si no hay para comer no hay para tener un perro decía abuela, pero aun así los perros, gatos y loros abundaban y así como el campo nos daba la vida, el mismo campo también la quitaba con sus lluvias eternas que desenterraban a los perros muertos y el monzón hacia flotar los huesos de los difuntos para luego tener que volver a enterrarlos.
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kuanyart · 23 days
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Aunque no me considero una fan extrema, el impacto de Akira Toriyama en mis primeros pasos en el mundo del dibujo fue profundo y conmovedor. Fue uno de los primeros mangakas que admiré y cuyo talento anhelaba emular. Durante muchos años, su influencia fue mi faro, guiándome a través de los trazos y dejándome lleno de recuerdos locos y divertidos, como aquellos momentos en los que intentaba replicar el baile de la fusión con mi prima. ¡Sí, era increíblemente gracioso!
La noticia de su partida dejó un vacío en mi corazón, sumiéndome en el shock y la incredulidad durante días. Es difícil aceptar que alguien tan talentoso y querido abandone este mundo, pero así es la naturaleza de la vida. Sin embargo, su legado perdurará.
A ti, Akira Toriyama, te agradezco profundamente por haberme brindado una infancia tan hermosa y por haberme enseñado tanto a través de tu arte. Tu influencia seguirá inspirándonos y guiándonos, incluso más allá de los límites del tiempo y el espacio.
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Viaje a Cádiz (2006)
Lorenzo vino a recogerme a la estación de autobuses y me llevó directamente a su casa. No recuerdo celebración o divertimento alguno que nos apartara de nuestra misión. Dormir una noche en Sevilla, tan solo el tiempo justo para tomar al día siguiente el primer autobús hacia Cádiz, y finalmente regresar a casa lo antes posible.
Había salido una convocatoria para cubrir una plaza en un colegio de la capital gaditana, y Lorenzo se había ofrecido a darme cobijo durante aquella noche previa a la entrevista.
Sandra, su mujer, y él, no habían conseguido tener aún descendencia, y el piso rezumaba aquel silencio tenso e incómodo que existe en los matrimonios sin hijos que en ocasiones abruma a los visitantes, por la profusión de atención que les dedican.
La mayoría de las habitaciones, todas ellas llenas de trastos y restos de anteriores mudanzas aún sin desempaquetar, daban al inmenso patio de un colegio cercano y tenían mucha luz, por lo que eran idóneas para poder ubicar los estudios de ambos dos, una vez que consiguieran instalarse definitivamente.
Parecían dos astronautas vagando por el espacio, esperando ansiosamente avistar la inminente llegada de su prole, desde los confines de la galaxia con la onda expansiva desatada de un enorme Big Ban, que daría lugar a la formación de su propia familia.
No recuerdo cenar nada, y aunque sin duda me ofrecieron tomar algo con ellos, posiblemente lo rechacé haciendo alusión a los nervios que acumulaba desde hace ya unos días, con motivo del viaje que debía realizar, deseando poder encerrarme con mis propios pensamientos en la habitación que me habían asignado.
La mañana siguiente amaneció fresca, el cielo estaba completamente nublado y se había levantado algo de niebla. El autobús enfilaba la autopista en dirección hacia la costa, flanqueado por enormes y frondosos árboles que se mecían con el viento a ambos lados de la carretera y que iban apareciendo, a media que avanzábamos, como fantasmas entre la bruma.
No encontramos ningún vehículo más en nuestro camino, ni en la trayectoria contraria. Nadie que pudiera ser testigo de mi fuga.
A medida que nos alejábamos más y más de Sevilla mis problemas iban quedando tan atrás que resultaba difícil recordarlos, al tiempo que eran sustituidos por otros nuevos de diferente tipo conforme nos aproximábamos al horizonte.
El autobús tomaba las curvas con precaución, describiendo un movimiento preciso y grácil, como si fuera el anuncio de un coche en la televisión. Un suave vaivén que me mecía y hacía que entrara en un profundo sueño en el que me transportaba a escenas de mi infancia cuando mi padre aún estaba aquí. En mi cabeza no resonaba ninguna música o mensaje, como en otras ocasiones. Imaginaba mi cuerpo flotando, fuera del autobús, junto a la ventanilla donde me encontraba sentado, observándome a mí mismo contemplando el paisaje durante el recorrido.
Al llegar a Cádiz vinieron a mi mente recuerdos de momentos compartidos con amigos en diferentes rincones de la ciudad. Instantes pasados de mi vida. Carnavales, veranos con Carlos y amigos, viajes familiares.
La luz grisácea del día y el motivo de mi visita durante la situación actual en la que me encontraba, no conseguían despejar las nubes que me acompañaban.
Bajé la avenida intentando localizar el colegio, pues no sabía exactamente donde se ubicaba. Unos minutos antes de la entrevista llegué al centro escolar, donde me encontré con los candidatos que esperaban fuera el edificio a que el conserje abriera las puertas del edificio.
Las campanas de una iglesia cercana anunciaban la hora en punto prevista y el sonido de los cerrojos y los goznes daban  paso a la apertura de la puerta. El conserje comenzó a llamar a los candidatos. Aguardé mi turno pacientemente hasta que pronunciaron mi nombre.
No tenía experiencia previa alguna, solo mis estudios y los cursos realizados y las recomendaciones de antiguos profesores que pertenecían al mismo centro, pero en otra provincia, y que habían accedido a redactarme una carta de recomendación.
La entrevista comenzó con las clásicas preguntas sobre datos personales, estudios, aficiones. En principio parecía que todo discurría sobre ruedas, ya que incluso cuando llegamos a la sección sobre experiencia laboral no pareció importarles mucho que no la tuviera, ya que necesitaban gente nueva que pudieran formar para dotar a la plantilla de más personal.
Cuando me preguntaron qué disponibilidad tenía para incorporarme al puesto me acordé de mis hermanas, de mi madre. Tan solo su imagen me hizo dar una respuesta que seguramente condicionó el proceso de selección. “Mi situación actual es complicada y necesitaría unos días para poder dejar todo preparado en casa”.
El silencio que acompañó a mis últimas palabras permaneció en el aire durante tanto tiempo que alguien atento a la conversación podría haberlas visto saliendo por la ventana del despacho hacia otras tierras lejanas, cruzando el océano.
Recogí de la mesa toda mi documentación y salí por la puerta agradeciéndoles el tiempo que me habían dedicado y sabiendo a ciencia cierta que no me llamarían.
Cuando algunos amigos de mis padres me preguntaron por la entrevista no llegaron a entender mi respuesta y les respondía justificándome diciendo que aún no estaba preparado para dejar mi casa, aún me necesitaban.
Y creo que no me equivoqué, los siguientes meses fueron difíciles, muy complicados. Sentía que necesitaba estar en casa junto a mi familia para ayudar en todo lo que hiciera falta.
No pasó mucho tiempo cuando recibí una nueva llamada para otra entrevista, que finalmente me conduciría a mi primer trabajo. Sabiendo y siendo consciente que ahora estaba preparado y que había dejado atrás cosas que antes me habrían resultado imposible afrontar.
Aún recuerdo los instantes después de la entrevista en Cádiz, de camino a la estación de autobuses, paseando por la playa, recordando a mi padre, imaginándomelo junto a mi, acompañándome ese día, dándome consejos y apoyándome.
Ya montado en el bus contemplaba los colores de la bahía que me transportaban a otros tiempos mejores y más alegres.
Durante unos breves segundos fui feliz.
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longliveblackness · 2 years
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Many slave owners practiced wet nursing as a form of birth control among enslaved people.
During that time period, having an 'heir and a spare' was a common practice among the wealthy and affluent. Relegating the nursing duties to black mothers, which freed up the white mothers for giving birth to the next progeny.
With slavery and wet nursing, the invaluable breast milk often referred to as 'liquid gold', benefited the white children while cow or goat milk was fed as a substitute to black children. This often resulted in high mortality and susceptibility to diseases in the early childhood of black children.
In 1912, a black nurse living in Georgia described her duties:
"I live a treadmill life; and I see my own children only when they happen to see me on the streets when I am out with the children, or when my children come to the 'yard' to see me, which isn't often because my white folks don't like to see their servants' children hanging around their premises."
•••
Muchas dueños de esclavos decidían convertir a las mujeres negras en nodrizas, practica que se utilizaba como método anticonceptivo para las personas esclavizadas.
Durante ese periodo de tiempo tener un “heredero y otro de repuesto” era una práctica común entre los prósperos y adinerados. Delegar la tarea de amamantar a las madres negras, le dejaba espacio a las madres blancas para dar luz a otras crías.
Con las esclavizadas como nodrizas, le lecha materna, usualmente llamada “líquido de oro”, beneficiaba a los niños blancos mientras que a los niños negros se les daba leche de vaca o cabra como sustituto. Esto a menudo resultaba en una alta mortalidad y susceptibilidad a enfermedades en la primeros años de infancia de los niños negros.
En 1912, una nodriza negra que vivía en Georgia describió sus deberes:
“Vivo la vida como una caminadora y solo veo a mis hijos cuando estoy en la calle con los niños o cuando mis hijos vienen al ‘patio’ para verme, lo cual no es a menudo ya que a la gente blanca no les gusta los niños de sus sirvientes estén dando vueltas cerca de sus terrenos.”
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¿Sufro desconexión emocional?
Existen personas que inconscientemente ocultan sus emociones. Pueden parecer frías o antipáticas, pues ante cualquier circunstancia personal o ajena, no demuestran la más mínima empatía. Pero eso no quiere decir que no tengan sentimientos. Lo que ocurre es que no saben identificarlos y, por tanto, tienen enormes dificultades para transmitir qué les pasa a los demás.
Las personas desconectadas emocionalmente se enfrentan a todo tipo de situaciones con una gran racionalidad, lo que puede denotar una falta de sensibilidad. Esto se debe a que probablemente hayan sufrido experiencias traumáticas que han favorecido esa forma de ser. Se trata de un mecanismo de defensa por el que se reprimen, niegan y bloquean los sentimientos y se impide por sistema que afloren al exterior. Pero ¿Cómo puedes saber si tú o alguien de tu entorno padece desconexión emocional?
Alguien que está emocionalmente desconectado se comporta con desapego y falta de empatía hacia uno mismo o hacia los demás. Tiende a invalidar o a confundir los sentimientos y demuestra incapacidad para reaccionar y para tomar decisiones coherentes. Esta actitud puede acarrear a la larga graves problemas de autoestima para la persona, unidos a la imposibilidad de entablar relaciones personales profundas.
Este tipo de persona se construye una coraza para evadir experiencias traumáticas y evitarse así repetir el sufrimiento. No tiene por qué haber vivido una situación chocante: el sometimiento a la indiferencia o a la hostilidad constante, aunque de manera más velada, puede motivar también la cohibición y negación de sus sentimientos y, en consecuencia, la condena a una profunda soledad.
La educación emocional es crucial para evitar esta desconexión. Los padres deben ofrecer desde la infancia un apego seguro a los hijos y validar las emociones. Los descendientes de progenitores con desconexión emocional son propicios a heredar este factor. De ahí, la importancia de enseñar cómo controlar las emociones desde un prisma constructivo.
Lo más difícil es detectar los casos de personas desconectadas, pero, en cualquier caso, estas mostrarán dificultades para establecer vínculos con los demás. Si sospechas que alguien de tu entorno padece esta dolencia, acompáñale y hazle notar tu apoyo. Practica la escucha activa para ayudarle a identificar sus emociones. De este modo le brindarás el espacio seguro para el desahogo que le falta. No descartes la posibilidad de que necesite además ayuda profesional para reconectar, ya que es probable que continúe negando sus sentimientos de forma inconsciente.
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satorugojowidow · 6 months
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El voto a Massa es un voto contra Milei, no un cheque en blanco. Quienes optamos por asumir la responsabilidad de proteger nuestra democracia en estas elecciones votando la única opción que no la pone en riesgo, no estamos expresando una adhesión al candidato Massa, ni un apoyo incondicional a su proyecto. Estamos expresando el rechazo a Milei, a sus propuestas que incluyen la destrucción de nuestras herramientas de soberanía monetaria, privatización, libre mercado de armas, por dar algunos ejemplos. Que expresamente se ha pronunciado a favor de la venta de órganos, de bebes, privatización de los recursos naturales, que reivindica la dictadura genocida de 1976 y admira la figura de Margaret Thatcher, responsable por el hundimiento del crucero General Belgrano lo que constituyó un crimen de guerra. Un candidato que lleva de vice a Victoria Villarruel, amiga y defensora de los genocidas, quien se ha pronunciado en contra del derecho al aborto, en contra del matrimonio igualitario y es incapaz de negar que busca la liberación de los genocidas y el fin de los juicios por crímenes de lesa humanidad. Quien ha dicho que se requiere una tiranía para "ordenar" el país. Milei, además, es respaldado por segundas líneas política como Lemoine que busca legalizar la renuncia a la paternidad de los padres abandónicos, o como Marra que está en contra de la ESI y a favor de que les niñes se eduquen con porno. La ESI que ha sido una herramienta fundamental para que las infancias puedan denunciar abuso y obtener protección. Un espacio político cuyo núcleo de fanáticos son reaccionarios, violentos y filofascistas. Que han hecho amenazas a personas que piensan diferentes en redes sociales, pero también amenazas a opositores como al presidente de la Juventud Radical de la Ciudad, Agustín Rombolá. Amenazas que se han expresados con pitadas como las que recientemente aparecieron en la Universidad Nacional de Cuyo. Milei no solo es peligroso porque su plan económico sería desastroso para la Argentina como muchos economistas han señalado en diversos comunicados, sino también porque atenta contra la democracia al reinvindicar el terrorismo de Estado, pero sobre todo por alimentar un odio visceral que destruiría la convivencia democrática. Las minorías no estaríamos a salvo en un gobierno de Milei.
A lo largo de mi vida me he manifestado muchas veces por la defensa de derechos o por su ampliación, estuve en el primer Ni una menos, estuve en las movilización contra el 2x1, estuve en las tomas de las universidades en contra de la privatización y el desfinanciamiento. Seguramente me movilizaré en el futuro gane quien gane, porque aún hay muchas batallas que dar. La diferencia está en volver con vida a casa.
Que la mala situación económico no nos lleve a la destrucción de nuestro país. Discutamos en marcos democráticos y construyamos en conjunto. Díganle No a Milei en las urnas.
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ochoislas · 5 months
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DÍAS PETRIFICADOS
Ciego, con manos temblonas, me burla el son de mis pasos que pasea mi silencio pierdo el rastro de mis días si me espero o me rebaso y siempre me encuentro allí como piedra bajo el cielo.
De noche y con luz del día reo sin prueba ni culpa emparedado en mi espacio en mi sueño me revuelvo como esperanza, abatido, como pesar, inocente.
Finge el hombre sumar años, prisionero de su infancia, luce inmóvil el futuro, lo recordamos de nuevo, tiembla el suelo en mismo punto,
como el mar remonta el tiempo.
*
JOURS PÉTRIFIÉS
Les yeux bandés les mains tremblantes trompé par le bruit de mes pas qui porte partout mon silence perdant la trace de mes jours si j’attends ou me dépasse toujours je me retrouve là comme la pierre sous le ciel.
Par la nuit et par le soleil condamné sans preuve et sans tort aux murs de mon étroit espace je tourne au fond de mon sommeil désolé comme l’espérance innocent comme le remords.
Un homme qui feint de vieillir emprisonné dans son enfance, l’avenir brille au même point, nous nous en souvenons encore, le sol tremble à la même place,
le temps monte comme la mer.
Jean Tardieu
di-versión©ochoislas
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jgmail · 3 months
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Lev Gumiliov, el “último eurasianista”
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Por Maxence Smaniotto
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Publicado en la revista Rébellion 98
Una vida de exilio
Entre las enseñanzas del emperador Marco Aurelio existe una que nos parece ilustra particularmente bien la personalidad de Lev Goumilev: “En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que, si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden”.  Todo en los antecedentes de Goumilev parecía predisponerle a que se convertiría en un historiador y pensador que, tras varias décadas de ostracismo y sufrimiento dentro de su natal URSS, exploraría a fondo el origen de los pueblos de Rusia y el Asia Central, hasta el punto en que hoy en día es considerado una de las autoridades más influyentes en ese tema.
Hablemos primero de su familia. Lev Goumilev nació en 1912, hijo del poeta Nicolai Goumilev y Anna Ajmátova. Su padre, que se alistó en la caballería durante la Gran Guerra y fue condecorado dos veces con la Cruz de San Jorge. Fundó junto con el poeta Sergei Gorodetski la Corporación de Poetas. Esta agrupación estuvo en el origen del movimiento acmeísta y se oponía fuertemente al movimiento simbolista que en ese entonces dominaba la poesía rusa, criticándolo por su hermetismo y su gusto por lo oculto. Nicolai Goumilev fue detenido por la CEKA en 1921 y fusilado sin juicio, acusado de “agitación monárquica”, mientras que Anna Ajmátova, que se había divorciado de Nicolai en 1918 y se había vuelto a casar y se le prohibió volver publicar desde 1922. Lev Goumilev quedó huérfano a los nueve años y fue considerado por las autoridades soviéticas como el hijo de unos contrarrevolucionarios, lo que le acarreó una serie de persecuciones durante el resto de su vida. Siempre tuvo una imagen muy idealizada de su padre, al que defendía constantemente, mientras que no sentía mucho aprecio por su madre Anna. Anna había perdido rápidamente el interés en cuidar de su hijo, dejándolo con su madrastra en un pequeño pueblo del oblast de Tver, Bezek, a 400 kilómetros de Moscú. Lev pasó allí toda su infancia y adolescencia, es decir, de los seis a los veinte años. No abandonó Bezek hasta 1929 para irse a vivir Leningrado en condiciones muy difíciles. “Privado de sus derechos civiles” debido a sus orígenes familiares, su carrera académica resultó especialmente complicada. Aunque eso no le impidió encontrar los medios para participar en expediciones arqueológicas en Siberia, Crimea y Asia Central a principios de 1930. En ese entonces el joven Goumilev ya mostraba una profunda fascinación por los grandes espacios, los pueblos nómadas y los climas duros, que influirían profundamente en su visión de la historia. En cierto modo, toda su vida estuvo marcada por esta doble vertiente existencial, la cual se reflejó en su obra: por un lado, el sufrimiento material y, por otro, el exilio interior de un hombre que nunca dejaría de cuestionarse el destino de la humanidad.
La policía soviética nunca dejaba de visitar la casa de Lev y fue detenido por primera vez en 1933, para ser luego liberado dos días después. Su segundo encarcelamiento se produjo en 1935, en plena Gran Purga, y sólo fue excarcelado gracias a una carta que su madre escribió directamente a Stalin (rogándole, por cierto, que liberara a su nuevo marido). Fue encarcelado por tercera vez en 1938, esta vez como consecuencia de la defensa pública que hizo de la obra de su padre tras el hecho de que un profesor se burlara y la denigrara en una conferencia universitaria. Acusado de haber formado un grupo subversivo – formado por tres miembros – que tenía por objetivo asesinar a Stalin (!), Goumilev fue interrogado, insultado y torturado antes de ser condenado a diez años en un Gulag, pena que más tarde se redujo a cinco años de trabajos forzados en el norte de Siberia. Fue liberado en 1943 y, haciendo caso omiso de sus sentimientos personales hacia el régimen, se alistó como voluntario y partió hacia el frente europeo en 1944. Como soldado del Ejército Rojo, sirvió como artillero y luchó hasta llegar a Berlín tras participar en la campaña de la Pomerania. Goumilev siempre decía que se alistó en el ejército por patriotismo, no porque apoyase al régimen que había matado a su padre y le había enviado al Gulag. Además, sus antecedentes penales y su filiación le impidieron recibir cualquier clase de condecoración militar. Sin embargo, el hecho de haberse convertido en veterano de la Guerra Patria le dio cierto respeto y le permitió continuar sus estudios con tal de preparar su doctorado, el cual se centraba en la formación de los primeros kanatos de Asia Central.  Pero esta calma duró poco. En 1949 fue detenido de nuevo en el marco de una serie de purgas y, una vez más, lo condenaron a vivir en un Gulag cerca a Omsk, donde pasó siete años de su vida.
Goumilev demostró un estoicismo excepcional y una resistencia sin parangón que lo mantuvo firme todo ese tiempo. De día trabajaba y de noche escribía las notas que constituirían los esbozos de su primer libro dedicado a la historia de los xiongnu, un pueblo de habla túrquica que era antepasado de los hunos. Este libro, titulado Los Xiongnu, sigue considerándose una obra de referencia sobre el tema, aunque no ha sido muy traducido en el extranjero, sólo cuenta con ediciones en italiano, turco y polaco. El XX Congreso del PCUS y la llegada al poder de Nikita Jrushchov marcaron el inicio de un periodo de distención dentro de la URSS. Goumilev fue liberado y, de regreso a Leningrado, donde trabajaba como bibliotecario, inició una correspondencia con dos de los fundadores del movimiento eurasiático: Petr Savitski, exiliado en Praga – al que conoció durante un breve viaje a Checoslovaquia – y Georges Vernadski, que se había convertido en profesor universitario en los Estados Unidos. El contacto con el pensamiento euroasiático animó a Goumilev no sólo a proseguir sus trabajos, sino también a ampliarlos, desarrollarlos y añadirles un gran número de conceptos tomadas de la geografía, la etnología, la historia de las religiones, la biología y la paleo-climatología que estaba en consonancia con la metodología desarrollada por los euroasiáticos de las décadas de 1920 y 1930. Y aunque a partir de ese momento comenzó a tener una vida más estable, su situación académica continúo siendo precaria. Sus trabajos fueron frecuentemente censurados, criticados y condenados al ostracismo. También se le negó la posibilidad de dar conferencias universitarias a pesar del apoyo de algunos de sus colegas y antiguos directores que desde hacía mucho tiempo reconocían sus capacidades. Muchos de sus libros, sobre todo los más importantes desde el punto de vista teórico, fueron rechazados por las editoriales soviéticas. No fue sino hasta finales de la década 1980, en el clima de la Perestroika, que sus obras fueron finalmente publicadas, convirtiéndose rápidamente en un éxito.
Lev Goumilev murió en San Petersburgo en junio de 1992 a la edad de 80 años. A pesar de las dificultades que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, escribió diez libros y más de doscientos artículos, es muy conocido en Rusia y en el mundo postsoviético, incluso entre el gran público. Ha sido citado por jefes de Estado como Vladimir Putin, Nursultan Nazarbaiev, quien fue presidente de Kazajstán, y Askar Akaev, expresidente de Kirguistán. Además, sus obras siguen siendo citadas por muchos intelectuales y políticos de la República de Tartastán. Una universidad kazaja (la Universidad Nacional Eurasiática de Astana) lleva su nombre y su antiguo apartamento se ha convertido en una casa museo. Sus ideas fueron retomadas por Said Buriatski, ideólogo islámico de las guerrillas del Cáucaso, con tal de oponerse a Moscú y legitimar la creación de una confederación musulmana del Cáucaso Norte separada de Rusia. Sus obras se reeditan con regularidad y su pensamiento ha influido e inspirado a un gran número de pensadores y artistas. Aunque sus libros son poco traducidos en el extranjero, su obra ha sido objeto de análisis y monografías en Italia (Luigi Zuccaro en 2022, Dario Citati en 2015 y Martino Conserva en 2005), Estados Unidos (Mark Bassin) y Francia (por Marlène Laruelle, quien las ha abordado de una forma innecesariamente polémica).
La revalorización de los pueblos nómadas del Asia Central
La primera parte de las obras de Lev Goumilev está íntegramente dedicada al estudio de los pueblos turco-mongoles del Asia Central. No se trata de estudios especulativos o místicos sino, por el contrario, del fruto de varios años de estudio realizados durante expediciones arqueológicas que permitieron al investigador ruso estar en contacto directo con los descendientes de los pueblos que estudiaba. El resultado de estos estudios y experiencias sobre el terreno es una obra polifacética y abundante cuyas características ya pueden verse en su “trilogía de la estepa”. En sus tres primeros libros (Los Xiongnu, publicado en 1960; Los antiguos turcos, en 1967; En búsqueda de un reino imaginado, en 1970) Goumilev mostró mucho interés por la historia de los pueblos turco-mongoles que, durante siglos, dominaron las estepas de Asia Central y crearon inmensos imperios que se extendían desde Corea hasta las puertas de Europa. El investigador ruso se esfuerza por devolverles una dignidad cultural e histórica despreciada durante mucho tiempo por la historiografía rusa, a la que Goumilev y los eurasiáticos acusan de haber sido influenciada por Occidente y su concepción de la civilización, ya que para ellos estos pueblos eran considerados como bárbaros. Frente a esta corriente historiográfica, que no veía en estos pueblos más que una sucesión de tiranías y destrucciones, Goumilev no sólo rehabilita sus estructuras culturales, sino que subraya las distintas facetas de cohabitación entre los pueblos rusos y turco-mongoles que, más allá de sus relaciones conflictivas, pasaron por periodos de simbiosis, alianzas e intercambios recíprocos. El punto de vista desde el que Goumilev abordó la historia del pueblo xiongnu en el primer volumen de su trilogía, Los xiongnu, era totalmente inédito en su época, ya que trató de distanciarse lo más posible de la historiografía china, única fuente que existía en ese entonces sobre este proto-imperio turco. El Imperio Medio estaba constantemente en guerra con el Imperio Xiongnu, los cuales eran considerados como los antepasados de los hunos. Goumilev, en cambio, optó por una perspectiva “des-chinificada”, rehabilitando a lo xiongnu como sujetos históricos; este enfoque ya había sido adoptado por el historiador y académico francés René Grousset en L'Empire des steppes: Attila, Genghis Khan, Tamerlan, que desde entonces se ha convertido en un clásico sobre el tema.
En su libro Los Xiongnu, Goumilev propone tres grandes temas a seguir en su enfoque intelectual y metodológico: restablecer a los pueblos de las estepas como sujetos de la historia, descentrar radicalmente las narraciones sobre los mismos y emanciparlas del eurocentrismo que tiende a dividir a los pueblos en “civilizados” y “bárbaros”, y presentar una concepción cíclica de la historia de los pueblos, una historia íntimamente ligada a su entorno y su clima.  En el siguiente volumen, Los antiguos turcos, se nota una evolución en su metodología al analizar la formación del primer imperio turco, de cuya disolución surgieron dos kaganatos (reinos) que tuvieron una enorme extensión territorial: desde Crimea hasta la actual Vladivostok. En este libro Goumilev critica enérgicamente las doctrinas maniqueístas, las cuales se convirtieron en la religión oficial del Imperio uigur, acusándola de haber instaurado en la cúspide del Estado una actitud destructiva hacia el mundo y la realidad debido a que imponía la idea de distanciarse de la mundanidad con tal de alcanzar la pureza espiritual. En su opinión, este alejamiento del mundo desarticuló las estructuras sociales y apartó a los uigures de sus valores ancestrales, lo que provocó el colapso del Imperio. El último volumen de la trilogía de Goumilev sin duda es el más interesante, empezando por su título: En busca de un reino imaginado. Lo terminó de escribir en 1970, pero no se publicó hasta 1987 e inmediatamente después fue traducido al inglés por la prestigiosa editorial de la Universidad de Cambridge. El tema es realmente sorprendente. Se trata de un intento de comprender la realidad histórica oculta tras la leyenda del Preste Juan. Según esta leyenda del siglo XII – que apareció en pleno apogeo de las Cruzadas – existía un reino cristiano más allá de Persia, en el Asia Central, que era gobernado por un rey-sacerdote, el Preste Juan, descendiente de los Magos. En aquella época, esta leyenda era tomada con mucha seriedad, ya que los europeos buscaban una alianza en esa zona con tal de luchar contra los turcos que en ese entonces dominaban el Oriente Próximo y amenazaban los reinos cruzados. Este libro es interesante por varias razones. En primer lugar, por su enfoque: Goumilev realiza una descripción muy detallada de su época que abarca tanto los imperios, reinos, pueblos y personajes que existían desde Europa hasta el Asia Central y como ellos interactuaban entre sí. Además, examina las mentalidades de esta época, sus deseos y sus visiones del mundo, sin limitarse a los meros hechos históricos. Esta metodología recuerda a la obra maestra de Fernand Braudel, Le monde et la Méditerranée à l'époque de Philippe II, fruto de veinte años de investigación.
La visión que Goumilev tiene de Europa y de la civilización occidental es también sorprendente: contrariamente a la vulgata de la época, que veía a Occidente como un modelo a imitar, el investigador ruso describe una Europa subdesarrollada, atrasada y provinciana. Esta crítica es objetivamente errónea, ya que éste fue el siglo de la caballería, de las primeras universidades, de la invención del molino, de los trovadores y de los grandes proyectos de salud. La tesis central del libro es que Goumilev cree que el Preste Juan existió, al igual que su reino, que identifica con el kaganato mongol de Kara-Kitaj, cuyo fundador, Yelü Dashi, era cristiano nestoriano. El nombre de Juan podría ser una transliteración del nombre de pila de uno de sus hijos, Elías, que unos cientos de kilómetros conocido como Yohanna y luego como Juan.
Una última observación. Es necesario matizar la turcofilia de Goumilev. Si bien es cierto que hubo periodos en los que las relaciones entre los pueblos turco-mongoles y rusos fueron mucho más complejas de lo que la historiografía oficial ha afirmado durante mucho tiempo, no es posible hablar de una armonía total o relaciones simbióticas. Afirmar, como hizo posteriormente Goumilev, que los pueblos eslavos – y más concretamente los rusos – nunca estuvieron sometidos al yugo turco y mongol, e insistir en que siempre hubo complementariedad, hace más parte de la fantasía que de la realidad histórica, ignorando la existencia de trece guerras libradas entre otomanos y rusos y que estuvieron a punto de convertirse en catorce de haber estallado un conflicto entre ellos en 1947 y de nuevo en el 2016. El panturquismo sigue siendo una amenaza muy grande para Irán, China y Rusia, y las relaciones entre Moscú y Ankara están dictadas sobre todo por las circunstancias, no por una amistad natural heredada de siglos de simbiosis. Como señala Igor Delanoë, director adjunto del Observatorio Franco-Ruso, “las élites rusas y turcas comparten el deseo de crear un orden mundial policéntrico que supuestamente daría a Moscú y Ankara la oportunidad de convertirse en polos de poder afirmando su liderazgo a escala regional o incluso mundial en el caso de Rusia. Esta atracción por un mundo multipolar les está llevando a explorar formas alternativas de asociación que privilegian los intereses nacionales y se basan en gran medida en un enfoque transnacional desprovisto de confianza”. En otras palabras, las relaciones entre la “Tercera Roma” y la “Sublime Puerta” siempre se han caracterizado por la rivalidad y, hoy en día, por frágiles alianzas de circunstancias.
La teoría de la etnogénesis y la pasionaridad
La “Trilogía de la Estepa” representa, en cierto modo, la base de las siguientes obras de Goumilev. Después de terminar el tercer volumen, este historiador ruso se dedicó a perfeccionar sus puntos de vista teóricos con tal de publicar su obra más importante, un verdadero behemoth (casi ochocientas páginas), la famosa Etnogénesis y biosfera de la Tierra, presentada en 1974 como tesis doctoral a la Universidad de Leningrado. El comité examinador lo rechazó por considerar que la obra sobrepasaba los objetivos de una tesis doctoral normal. Fue por esa razón que el manuscrito fue depositado en los archivos de la universidad y solo gracias al boca a boca se convirtió en uno de los textos más consultados de la misma hasta que finalmente se publicó en la URSS en 1989. Rápidamente fue traducido al inglés y publicado en los Estados Unidos. Etnogénesis y biosfera de la Tierra es un libro absolutamente asombroso. Goumilev intenta responder la siguiente pregunta: ¿qué impulsa a ciertos pueblos y personajes a realizar hazañas que superan los logros de sus predecesores? ¿Cómo nacen, se desarrollan y declinan los pueblos y las civilizaciones? Se trata de una morfología de los pueblos y de la historia en su conjunto que Goumilev explora en su libro, prestando especial atención a la región euroasiática. En este sentido, Etnogénesis y biosfera de la Tierra (por la amplitud de sus temas, la riqueza de su pensamiento y la profundidad de su análisis) es comparable a libros como La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, la Muqaddina del historiador árabe medieval Ibn Jaldún o el monumental Estudio de la Historia de Arnold Toynbee.
El punto de partida de la teoría de la etnogénesis de Goumilev es el estrecho vínculo entre un pueblo determinado y su entorno. Los cambios climáticos, que son cíclicos, influyen en el desarrollo de los pueblos, por lo que el autor recurrió ampliamente a la paleo-climatología en sus investigaciones, escribiendo numerosos artículos sobre el tema, uno de los cuales fue traducido al francés y publicado en 1965 en la prestigiosa revista Cahiers du Monde Russe, bajo el nombre de Les fluctuations de la mer Caspienne. Variations climatiques et histoire des peuples nomades au sud de la plaine russe. Según Goumilev, para que un pueblo pueda conquistar una vasta zona geográfica y fundar un imperio, deben darse ciertas condiciones climáticas y medioambientales: la presencia de pastos para el ganado, las variaciones del paisaje, la presencia o ausencia de cadenas montañosas, fuentes de agua, el tipo de clima, etc. Goumilev introduce también el concepto de “etnos”, que no puede traducirse como “etnia” porque no tiene una dimensión biológica o racial. Más bien, etnos se refiere a un grupo de individuos que se han adaptado al medio en el que viven generación tras generación y que los lleva a adoptar características propias de su entorno. El historiador ruso escribe: “Este grupo de individuos desarrolla un sentimiento de pertenencia basado en una lógica de ‘Nosotros/Los Otros’, es decir, percibiéndose a sí mismos como diferentes de los demás”. Cada etnia está formada por individuos que comparten un conjunto de valores, es decir, una cultura que se ha transmitido de generación en generación. La interacción entre el entorno y la comunidad de individuos da lugar a un “comportamiento estereotípico” que define las conductas comunes entre sus miembros. Inscritos en la cultura de la comunidad, estos estereotipos de comportamiento son inconscientes, automáticos y bastante dinámicos, ya que pueden cambiar con el tiempo y según el contexto, por lo que tienen una función adaptativa.
El etnos puede estar formado por diferentes subetnoi, unidades que no son lo suficientemente estables y desarrolladas como para ser definidas como un etnos. Los subetnoi pueden surgir cuando las comunidades se separan del etnos, como sucede con ciertas sectas o corrientes religiosas que desarrollan rasgos de comportamiento y estereotipos diferenciados, como los yezidíes o los molokanes. También hay que señalar que los entornos excesivamente monótonos difícilmente favorecen el nacimiento de nuevos etnoi; Europa y el Cáucaso, con sus paisajes diversos, han visto nacer un número impresionante de etnoi. Mientras que el subetnoi es la unidad más pequeña del etnos, el superetnos es su manifestación más desarrollada y se corresponde, en cierta medida, a las diferentes civilizaciones. Según Goumilev, el Imperio ruso y la Res Publicae Christiana son superetnos formados por diversos etnoi que comparten rasgos comunes. Esto no significa que los etnoi de un superetnos sean siempre armoniosos y pacíficos entre sí; pueden surgir conflictos, a veces sangrientos, entre ellos. En el caso de la superetnia rusa, el autor identifica las siguientes etnoi: Grandes Rusos, Bielorrusos, Ucranianos, Tártaros de Kazán y varias subetnoi, entre los que podemos contar a los cosacos del Don, los Viejos Creyentes y los Pomori. Los tártaros musulmanes no están incluidos, ya que están adscritos a la superetnia musulmana. Goumilev menciona también el ejemplo de Francia, que estudia varias veces porque representa un caso básico. La etnia francesa se compone de subetnoi como los bretones, provenzales, alsacianos, vascos, normandos, etc., todas ellas pequeñas etnias que en su día se fusionaron para formar la etnia francesa y que ahora tienen más en común que rasgos distintivos. Cada etnos pasa por diferentes fases, todas ellas caracterizadas por un “imperativo de comportamiento”, es decir, una misión:
Fase ascendente → el etnos es joven, dinámico y mantiene una relación viva con el entorno (imperativo de comportamiento: “Sé lo que debes ser”).
Fase de acméica → el etnos sigue siendo muy activo, pero tiene una relación menos dinámica con su entorno (“Sé lo que eres”).
Fase de resquebrajamiento → el etnos se encuentra menos organizado en su relación con el entorno (“Que las cosas no sean como antes”)
Fase de inercia → el etnos ha acumulado todo el conocimiento técnico que ha podido y ha desarrollado sistemas de valores que se vuelven estáticos (“Sé como eres”)
Fase de obscurecimiento → se encuentra caracterizada por la rigidez y el etnos ya no produce nada en cuanto a técnica y valores comunes (“Confórmate con lo que tienes”)
Fase homeostática → el etnos y su entorno se empobrecen irremediablemente (“Recuerda lo bueno que era antes”).
Goumilev también plantea la cuestión de las relaciones entre los etnoi. Distingue cuatro tipos de relación:
Coexistencia: los etnoi interactúan sin mezclarse y permanecen separados. La coexistencia puede adoptar la forma de simbiosis (dos etnoi se necesitan mutuamente), ksenia (cohabitación cordial pero neutra) y quimera (los etnoi son totalmente opuestos e incompatibles, lo que provoca conflictos e incluso masacres mutuas).
Asimilación: los miembros de una etnia se integran en otra y olvidan sus orígenes.
Mestizaje: hibridación en la que persiste el recuerdo de los respectivos orígenes.
Fusión: cuando miembros de etnias diferentes se unen para formar una nueva etnia.
Pero, ¿qué desencadena el nacimiento de los etnoi y el paso de una fase a otra de sus ciclos? Aquí es donde Goumilev expone su teoría más controvertida, fascinante y extraña a la vez: la “pasionaridad”, que se corresponde a grandes rasgos con la energía vital desplegada por un pueblo en determinados momentos de su ciclo histórico. En su opinión, existen tres tipos de individuos: los pasionarios, que se caracterizan por la disponibilidad, el compromiso, la determinación y la capacidad de aceptar sacrificios por el bien de la comunidad; los armónicos, más equilibrados y racionales, inclinados a la autoconservación; y, por último, están los subpasionales, que son hedonistas, obsesionados con la autoconservación y plagados de neurosis. Las comunidades donde los pasionarios son numerosos y dominantes son dinámicas, creativas, conquistadoras y dotadas de una energía que las impulsa a todo tipo de empresas. Esta es precisamente la pasionaridad de la que habla Goumilev, la energía que está en el origen de todos los procesos de etnogénesis. En las dos primeras fases, denominadas ascendente y acmeica, los individuos pasionarios son la mayoría. En las fases tercera y cuarta, las de inercia y resquebrajamiento, los armónicos son la mayoría. En cambio, los individuos subpasionales dominan las últimas fases, las de decadencia.
Lo absolutamente sorprendente de esta teoría de la pasionaridad es el supuesto origen cósmico de esta energía. Para apoyar sus hipótesis, Goumilev se basa en diversos estudios astrofísicos y paleo-climatológicos con el fin de observar posibles concordancias entre los ciclos solares, los cambios climáticos en determinadas épocas y las fases de etnogénesis en el curso de la historia. Según el investigador ruso, los ciclos solares producen un excedente de energía en la Tierra que altera los procesos bioquímicos de los seres vivos, incluidos los humanos. Esto explicaría por qué surgen y se abren paso en la historia individuos y grupos pasionarios. Esta teoría fue parcialmente validada por investigadores de la Universidad de Omsk a finales de 1990 y principios del 2000, y por la paleo-climatología, que demostró que los periodos de expansión mongola y tártara en Asia Central coincidieron con periodos de insolación que permitieron ampliar las zonas de pastoreo.
Lev Goumilev y el eurasianismo
Ya hemos visto cómo Goumilev mantuvo correspondencia epistolar con dos de los fundadores del movimiento eurasiático en la década de 1920. También está claro que el principal objeto de estudios de este pensador era Eurasia. Por lo tanto, conviene concluir este breve relato de su vida y sus investigaciones mencionando algunos de los puntos de convergencia y divergencia entre su pensamiento y el del movimiento eurasiático, al que se refirió explícitamente cuando se describió a sí mismo en una entrevista en televisión titulada “el último eurasiático”. En primer lugar, es importante tener en cuenta que Goumilev representa una especie de puente entre el eurasianismo clásico – que surgió en la diáspora rusa de la década de 1920 y cuyos principales exponentes son Nikolai Troubetskoi, Petr Savitski y Georges Vernadski – y el neo-eurasismo cuyo exponente más famoso es Alexander Dugin. Mientras que los autores clásicos basaban su pensamiento en datos lingüísticos, geográficos, históricos y étnicos, los neo-eurasiáticos proponen dos componentes que los primeros pasaron por alto: el aspecto místico, con el concepto de la Tercera Roma, y el aspecto geopolítico, que se convirtió en uno de los principales problemas de la política internacional rusa a mediados de 1990. No es de extrañar que gran parte de la obra de Goumilev se haya traducido al turco: los círculos euroasiáticos de Turquía (intelectuales, pero también políticos y militares) insisten en que Ankara debe rechazar la occidentalización y aliarse con Rusia para la creación de un mundo multipolar.
Aunque bautizado e identificado como ortodoxo, Goumilev no era un practicante. Influido por los fundadores del eurasianismo, en los que vio un importante medio para repensar la coexistencia de los pueblos que conformaban el Imperio ruso, y cuya voluntad de subrayar los estrechos vínculos que existían entre el medio ambiente y el pueblo, influyó a su vez en la nueva generación de eurasiáticos, pero casi todos ellos se vieron obligados a enfrentarse a él después. Sin embargo, el aspecto místico está prácticamente ausente de la obra del pensador ruso, que también evitó toda consideración política y geopolítica, debido a que las juzgaba, con razón, fuera de su competencia. Otro punto que une a Goumilev con los eurasiáticos clásicos y los neo-eurasiáticos es su implacable crítica del eurocentrismo y, en general, de Occidente, que a su juicio era el exponente de una ideología materialista y agresiva que ponía en peligro a las otras civilizaciones. Para los eurasiáticos y Goumilev era importante centrarse en el estudio de Oriente como un medio para volver a la Tradición y renovarla. Y a pesar de que algunas de sus hipótesis son excesivamente aventuradas y tiene todo tipo de opiniones tajantes que parecen reflejar más sus inclinaciones personales que una verdad objetiva, el pensamiento de Lev Goumilev sigue siendo extremadamente rico, estimulante y profundo. Sus teorías sobre la etnogénesis pueden ayudarnos a comprender mejor el presente, especialmente la geopolítica, desde una perspectiva apolítica, situando nuestras reflexiones dentro de una dinámica histórica en la que las constantes históricas de lo que Fernand Braudel llamaba “la larga duración” tienen mucho más peso e interés que los meros acontecimientos. En definitiva, Goumilev es una lectura obligada para todo aquel que quiera hacerse con las herramientas necesarias para reflexionar sobre los orígenes de los pueblos y los ciclos históricos que jalonan su existencia.
Lecturas para profundizar en el autor:
Citati D., La passione dell’Eurasia, 2015, edizioni Mimesis.
Bassin M., Ethno-paysages et ethno-parasites: l’écologie de l’ethnicité chez Lev Goumiliov, https://revues.univ-tlse2.fr/slavicaoccitania/index.php?id=2083&file=1
Laruelle M., L’idéologie eurasiste russe, ou comment penser l’empire, éditions l’Harmattan.
Laruelle M., Lev Goumilev: biologisme et eurasisme dans la pensée russe contemporaine.
Goumilev L., Les fluctuations de la mer Caspienne. Variations climatiques et histoire des peuples nomades au sud de la plaine russe, 1965, Les Cahiers du Monde Russe.
Fuente: https://rebellion-sre.fr/lev-goumilev-le-dernier-eurasiste/
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hamedtoledo · 17 days
Text
Sucesivamente
van los niños al parque.
Parece escaso el tiempo y el espacio
y la infancia.
De un lado a otro
van los niños con su armadura
y son perseguidos por adultos
que no saben o se olvidan
que es preciso salvar el mundo,
es decir,
todos los mundos.
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