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#relato
humanismo-nostalgico · 7 months
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Delirios de un día en el amor
No parece haber ningún cambio. Con la fragilidad de nuestros pensamientos, ningún horizonte avizoramos: Tú, tan callada como yo tan ruin. Jugábamos al escondite sin murmurarnos alguna pista que nos condujera hacia la verdad: ¡Ninguna! Éramos fugitivos, huíamos de nosotros mismos. Éramos fugitivos, nunca confesos. Éramos fugitivos, jamás pedíamos perdón. Escenas borrosas atraviesan mi mente; cada mañana, antes del desayuno; cada tarde, después del almuerzo; cada noche, siempre un infierno de nunca acabar. No sé si es la modernidad, la inmediatez, la liquidez o la vacuidad de las relaciones de hoy en día que desafían la convivencia. Me pregunto si aún es síntoma de cordura soñar con volver a intentarlo, creer que nuestro amor embriagado de odio logre amanecer con resaca. La conocí en la biblioteca. Nos escribíamos en silencio cada fin de semana. Estábamos perdidos, ahogados en nuestra soledad. Mis reflexiones te atraían y tu retórica melodiosa, sin prever, fue encaminándome al infierno de mi consciencia. Me atrapó tu colosal desapego acompañado de esa libertad de elegirme sin sentir obligación.
No parece haber ningún cambio. Lo sé ahora. Me lo repito mil veces. No logro entenderlo. Mañana no sé. Ayer fue lo mismo. Hoy no quiero volver. Me arrepiento. ¡Craso error! Aún la quiero. No basta. Me quiere. Ni eso. Nos queremos. Menos. A veces buscamos en el amor un espejo donde mirarnos sin amarnos. Necesito arriesgarme por primera vez. Ahora mismo. Sonrío con un poco de dolor. Ni el más turbio corazón se salva de caer preso a las fauces del amor con sus inclemencias, así este sea la razón de su destrucción, la razón que no importa y el guion que nos escribe y las fábulas que se cuentan de él. Tal vez debí ser más expresivo, ahorrarme las citas, apagar el pensamiento y mostrar vulnerabilidad. Confesarle todo mas no nada, comenzar con algo, pero tampoco mucho, podría ser mi iniciativa hiriente.
Tercer escrito de la serie "Micro-relatos".
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niebalkys-bliss4-69 · 2 months
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No me agrada adentrarme en minucias, ni describir con detalle todo lo que te brindaría,prefiero mantener encendida tu imaginación, y tus sentidos alerta, sin necesidad de indagar en lo íntimo.
Es como mostrar un escote, y a partir de ahí, tú eres sabedor, o puedes imaginar lo que habrá oculto, sutilmente insinuado, sin mostrar cada poro.
Dejemos que sean las palabras, las que evocan las delicias del encuentro, permitiendo que el misterio y la sugestión, sean los protagonistas de nuestro vívido relato.
🖋🦋I&M469☁
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jorgema · 9 months
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Entre páginas y suspiros: La chica con alma y aroma a libro
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Allí estaba ella, inmersa en mundos perdidos y fantasías escritas, rodeada de miles de voces y centenares de versos. Acompañada por el dulce aroma de un té que envolvía el ambiente a la perfección y una libreta que ansiaba el roce de su grafito y el cariño de sus manos. Se encontraba allí completamente absorta, conectada en cuerpo y alma con cada página que tenía ante ella. El amor entre libro y lectora era palpable, un romance que los embriagaba y los transportaba a un mundo donde solo ellos existían. Y es que ella se enamoraba de los versos y ellos se rendían por completo a la forma tan íntima en que los leía. Observarla allí era contemplar su plena vitalidad, alimentando su alma con autores que, incluso en su muerte, le susurraban al oído y le hacían erizar la piel. Autores desconocidos que le resultaban familiares, como si fueran sus propios padres. Escritores renombrados e inalcanzables, pero a quienes ella podía saludar con un fuerte abrazo mientras se sumergía en su belleza literaria. Allí estaba, sonriendo con dulzura, suspirando con ternura abundante, sollozando con profundo sentimiento y derramando lágrimas sin temor ni inhibiciones. Sentada a la vista de todos, sosteniendo un libro en sus manos como si su vida dependiera de ello, pero también oculta detrás de cada oración que leía con pasión. Sí, allí estaba ella, desvelando su alma en cada página, creciendo con cada párrafo, fundiéndose entre las líneas y radiando belleza con esplendor. Y yo allí junto a ella, como un espectador completamente enamorado, cautivado por todo eso y por todo lo que ella era en esos instantes de lectura. Porque verla leer era una fuente inmensa de felicidad, porque yo amaba observarla ser en completa libertad: La chica con alma y aroma a libro, la musa de mis sueños; la mujer de mis versos literarios.
— Cuentos y relatos cortos || @jorgema
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meuschifres · 2 months
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"Quando a esposa não está pra satisfazer o macho, vai o corno mesmo."
Confira esse humilhante e excitante relato de um corno manso que deu um Upgrade no fetiche e passou a ser a puta do amante da sua esposa, no Blog Meus Chifres.
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viejospellejos · 2 months
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Ayer Sonsoles Ónega entrevistó a una anciana de 107 años en su programa y vimos en directo cómo intentó manipular el relato de la señora:
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“Con Franco usted no podía bailar, ni las mujeres votar”
Nos han jodido, Charo, ¡no podían votar ni las gallinas!
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La anciana prosiguió: “¿Que se vive mejor ahora? ¿Matando a mujeres y chicos todos los días?” La cara de la Ónega al verse el plumero lo dice todo
Aquí el VÍDEO:
Por cierto, para los que tengan memoria, esta es la hija del periodista que fue jefe de Prensa de la Guardia de Franco, el mismo que le fue muy bien en esa época y autor de la necrológica más entusiasta tras su muerte:
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tiempoydestino · 2 months
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Cuento - Las Cartas
Brillaron los destellos del camión sobre el asfalto, como tu recuerdo que siempre me encuentra. ¿Fue demasiado tarde? ¿Alguna vez no lo fue? Era la temporada de los girasoles y sus ramas me invitaban a realizar este peregrinaje.
Arribé a la ciudad, diminuta, pero solo tuya. Transcurrió un año más, las calles han cambiado más de lo que imaginarías. Hice la caminata de siempre, sintiendo tus pasos en los caminos que alguna vez recorriste.
Volví a pasar por esas avenidas qué tú recorriste como criatura nocturna, en las que buscabas tu sentido. Tus fotos eran las migas y pistas hasta tu destino. Presencie esa escena en la estación del metro y el influjo de la gente y las palomas que ahí posaban que te inspiraron a escribir tan libremente. Pisé las calles empedradas por las que saliste a hacer esa llamada por teléfono público, algún alma afortunada qué tuvo la dicha de escucharte. También ese techo del edificio con bar en el cielo. Desde ahí miré el atardecer hasta que se consumió. Cerré los ojos y conversé contigo. ¿Me escuchaste?
Llegué a tu departamento. Tu habitación. La puerta estaba abierta, aunque había una madera que bloqueaba el paso. El aire era corroído, rancio. Las cortinas estaban desgastadas . Todo lo que había contemplado en tus fotos ahí seguía. Tu cama individual cerca de la cocina, en donde posabas como si no querías. Ahí escribiste en tu blog esa carta a tu “yo” más joven. Dejaste el rastro de tu vida que se volvió mi mapa para encontrarme entre tus pensamientos
Tu última foto fue aquí, desde tu balcón, ese atardecer que admiraste ya no existe. Se fue contigo. Nadie conoce este lugar sino solo yo, porque para mí es un santuario, y soy el único que peregrina cada año para dejarte flores en tu habitación abandonada, en tu cumpleaños. Soy el único que viene para espantar a los mapaches y a las ratas de tu templo, para sentarme en tu mueble en donde me mostraste tus botas. Desempolvo la televisión. Acomodo las ventanas y cualquier otra cosa que esté fuera de lugar. Las sillas. Los libros. Debajo de tu colchón te dejo una carta más que es solo para tus ojos, la apilo junto con las otras que te he dejado y me retiro. Toco el marco carcomido por el tiempo y volteo una última vez por si acaso estás ahí.
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antonio-a-huelgas · 7 days
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Cartas de locura y muerte desde el vacío - Rechinaba sus manos contra la ventana (on Wattpad) https://www.wattpad.com/1432317701-cartas-de-locura-y-muerte-desde-el-vac%C3%ADo-rechinaba?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_reading&wp_uname=NecropolisAlfaOmega Relatos de horror de diverso tipo, legados escritos de seres condenados, recuerdos de ninguna parte o de lugares que no deberían existir. Aquí dejamos estos pliegos perdidos, a la espera de volver a existir. Lea, si cree estar preparado.
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_Dos pasos a la izquierda... Tres pasos al frente... Un paso a la derecha..._
Intentaba descifrar la serie de pasos que escritos en un mail, prometían encontrarlo...
_Continúa caminando, recto hasta el primer manzano, entonces, voltea..._
Me estaba cansando del absurdo juego; cuando entonces, lo vi, a lo lejos, cubierto por la neblina. Nadie en su sano juicio se atreve a madrugar con 12 grados en el ambiente, mas una llamada fue motivo suficiente. Me dijo que estaba en problemas, que no podía explicarme... Y ahí estaba, ¡menuda estupidez! No sabía si arrojarme a sus brazos o pegarle por imbécil. Pero era "mi imbécil", así que sólo conseguí esbozar una sonrisa y titubear un sutil "conque aquí estabas". Mi palidez se dejó lucir al punto que él corrió a comprobar mis signos vitales. Pensé que estaba en peligro de muerte, pero no, el mayor riesgo por el que corrió esta mañana fue enviar un mail aparentando ser un secuestrador y recorrer la ciudad entera con un oso de peluche y una cajita singular hasta el punto de encuentro. Me pidió perdón, no sabía qué decirle. Mis sentimientos evolucionaron de una simple preocupación a un enojo/sorpresa. Aún así, valoraba lo que hacía. Esa sonrisa inocente, ese cabello alborotado. Nunca fue detallista, mas lo intentaba por mí. No fue la mejor sorpresa, la blancura de mi tez lo comprobaba, tardé un poco en recuperar mi típico bronceado. Sin embargo, ahí estábamos, él bordeando mi cintura con sus brazos, yo llorando de la emoción. Aquel oso con la singular cajita, contenían algo que nunca había visto en él, el encanto que desprende al hacer un detalle. Ese esfuerzo sutil por maniobrar el papel, por pegar unas fotos o decorar la cajita. Ese esfuerzo, por hacer algo que no hace siempre, pero que cada vez que lo hace, el amor desprende del resultado... Era él, eran sus errores, eran sus defectos, era su sonrisa y sus virtudes... Era él, el único motivo por el cual madrugaría mil veces un seis de octubre, con 12 grados en el ambiente.
Faty.
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EL JUEGO
Primer relato que me comparten, espero que disfruten de la lectura y recuerden que pueden enviar sus relatos al dm, en esta ocasión decidieron compartirla en anónimo, un saludo a todos.
Terminé de estudiar mi carrera, mi relación y mi vida lejos de mi ciudad natal así que tuve que volverme a donde ya no conocía a nadie que valiera la pena; me puse a usar Tinder para ver que salía ya que estaba bastante aburrido y me la pasaba en mi casa además aprovechando que la pandemia ya había terminado.
Pude salir con algunas personas nuevas, tener encuentros casuales y conectar con antiguas amistades a través de Insta, fue ahí donde pude dar con una chica con la que anduve cuando estaba en la media, la segunda con la que pude tener algo cercano a una relación, pero que no duro mucho ya que fue ella quién me terminó.
Comenzamos a seguirnos nuevamente, conversamos, nos pusimos al día y rememoramos, hablamos de como solíamos besarnos tan apacionadamente pero como nunca llego a pasar nada sexual porque aún no dábamos el paso, pero la llama estaba ahí; Ella siempre tuvo una apariencia y actitud super tierna, era difícil imaginarla en algo sexual porque era muy delicada y suave en todo, su apariencia, su voz, sus gestos, todo, entonces entre broma y broma le preguntaba sobre eso, poniendo la conversación más hot.
Increíblemente ella me siguió el juego y me contaba de sus experiencias, relatos que amé porque me encanta descubrir este aspecto oculto de las personas, las aventuras que se guardan, que solo ellos saben y ella me tenía fascinado, pensando en todo lo que me había perdido ya me me contaba de aventuras con sus profesores de Universidad, Sexo Anal, entre otras cosas.
Quedamos en a salir a caminar al centro pasando a comprar algo como un helado, pero resultó que me canceló por culpa de un trámite y que luego tendría que ir a la casa de una tía para cuidarle a su gatita.
Pasó el día mientras hablaba con ella y me iba contando todo lo que hacía durante ese día hasta que llegó donde debía pasar la noche, sola.
Le ofrecí mi compañía pero ella mo quería aceptar por miedo a que me aburriese ya que no tenía nada que hacer en esa casa, pero insistí en que solo podríamos conversar, entonces aceptó.
Tome el auto y me fui manejando hasta allá, ella me recibió, nos saludamos y acomodamos en el living, me sorprendió con que había llevado un juego de cartas, así que con eso surgió un panorama.
El juego se llamaba "Virus" y no lo había escuchado en la vida, pero resultó ser super entrete, aunque yo era bastante malo por estar aprendiendo. Me estaba dando una paliza pero poco a poco fui aprendiendo.
Después de un rato de reirnos harto, leer las reglas y conversar le propuse hacer las cosas más interesante, le dije que por cada ronda del juego, el que perdiera debía quitarse una prenda de ropa, idea con la que se mostró visiblemente curiosa e intrigada, preguntando que contaba como 1 prenda y despues aceptando sin más dudas.
Comenzamos a jugar y comencé a perder, en la primera ronda perdí mis zapatillas, luego mi poleron, luego calcetines, pero de vez en cuando ganaba una que otra para quitarle a ella los aros, sus calcetines ya que estaba descalza y luego su blusa, viendola rapidamente en sostenes ya que no estaba tan abrigada como yo.
Verla descubierta me excito muchísimo, me recordó cuando eramos adolescentes y nos besabamos tan apasionadamente, ella sentada sobre mi mientras fantaseaba con la idea de un momento como el que estaba viviendo ahora, tenía una tez muy blanca igual que la mía, el pelo le caía en los hombros y tenía un gesto entre decisión y diversión, se veía más tierna que sexy con su forma de ser tan delicada. Le pregunté si quería seguir ĵugando ya que igual estaba haciendo frío, entonces ella me respondió "obvio que sipo, si voy ganando" y a pesar de que estaba más descubierta era verdad porque yo traía más ropa, cosa que no duraría mucho.
Vino otra racha de derrotas, donde ya finalmente quede solo en Boxers, a lo que estaba listo para declararme como perdedor, pero de pronto...empecé a ganar, sentí que al final había entendido bien el juego, pero luego me di cuenta que ella me estaba dejando ganar...
Era muy obvio, no era coincidencia que justo remontara cuando ya no me quedaba nada de ropa, no era casual, ella asumía la derrota con mucha dignidad y con un ligero gesto de satisfacción, sobre todo cuando tuvo que quitarse sus Jeans, yo celebre mi victoria y ella inmediatamente se puso de pie, me dio la espalda y muy lentamente se desabrocho el pantalón, haciendo sonar lentamente el cierre e inclinandose para que pudiera ver todo su culo mientras se bajaba el pantalón; la ropa interior que traía hacía juego, era un poco translúcida de color rojizo, me quede boquiabierto y cada vez más nervioso, porque ya no quedaba nada más antes que quedar desnudos...
Gané la última ronda y tuvo que quitarse el sostén, mostrandome sus pechos blancos que quedaron a merced de la gravedad y de mi vista.
Detuvimos el juego en ese momento y me preguntó si quería hacer algo más, yo solo podía pensar en si íbamos a revivir esa pasión que solíamos mostrarnos cuando nos besamos cada vez que nos veíamos a los 16.
Le propuse ir a una de las piezas a ponernos más cómodos, quizas taparmos y ver algo, mientras conversábamos, le pareció una buena idea así que me llevó a la pieza donde estaba la cama más grande, comenzamos a hablar de sexo, de sus experiencias, tipos de relaciones, hablamos sobre por qué me terminó cuando eramos chicos, sobre sus fantasías, sobre pornografía, de todo; Estaba algo nervioso porque tenía una ereccion muy visible e incontrolable, expuesta por el hecho de estar solo en boxer, hasta que de pronto ella preguntó "No estas incómodo con el Boxer puesto" y le respondí preguntando "No te molestaría que me lo saque aunque tu sigas vestida técnicamente?", luego me sorprendió diciendo "Entonces yo tambi��n me desvestiré.
En ese punto ya ambos estábamos a 1000%, terminamos viendo pornografía de la que le gustaba y la que me gustaba a mi, ahí cuando pedí autorización de ella para masturbarme, me respondió en todo coqueto "Me sorprende que aún no lo hayas estado haciendo", no dije nada y solo comencé a masturbarme en frente de ella, mientras la veía ver porno.
Toda esta situación era irreal, estando con esta chica a quién nunca imaginé que tuviera este nivel de calentura, parecía un sueño.
De un momento a otro se dió vuelta y se abalanzó sobre mi, besandome y poniendo sus manos sobre mi, mano que rápidamente bajo de mi pecho a mi pene mientras metía su lengua en mi boca, besandonos como si tuvieramos 16, solo que ahora pasamos de los besos al sexo oral, se deslizó desde mi cuello hasta mi pene besando y latiendo todo hasta que lo tuvo en su boca, sentía su lengua jugando y humedeciendome, me era imposible retener los gemidos, mientras acariciaba su pelo y su cuerpo.
Me dispuse a cumplir todo lo que había estado fantaseando con ella desde que volvimos a hablar, le ordené que se acostara y me puse entre sus piernas para saborearla y hacerla acabar; estaba muy mojada, cosa que solo hace que me excite más, junto con sus gemidos, ya solo quería estar dentro de ella.
Después de que acabara en mi boca, sube hasta la suya para besarla, con mis labios empapados mientras empezaba a penetrarla lentamente para sentirlo y disfrutarlo todo.
Estaba mojadisima, ella gemía y yo también, cambiamos constantemente de posición, incluso probamos unas que jamás había hecho, a petición de ella, hayaba tan excitante y emocionante que fuera tan decidida sobre lo que quería hacer en la cama, estaba dispuesta a todo y yo completamente sorprendido porque nunca esperé hayar tanta sintonía sexual con ella, ahora me sentía envidioso de los profesores con los que había estado, cosa que se incrementó cuando le pregunté si lo estaba disfrutando, a lo que ella respondió que no la estaba decepcionando para nada aunque "No suele estar con hombres de su edad", eso solo me dio ganas de acabarle dentro, el que estaba descubriendo tanto de ella durante nuestro reencuentro, me hacía lamentar aún más el no haber sido participe de sus experiencias, yo la habría dejado hacer de todo de ser su pareja, aunque sea solo para verla durante sus aventuras.
La mente me estaba explotando, estaba en un verdadero sueño sexual, incluso ahora recordando me cuestiono si realmente pasó; fue cuando volvimos a las posiciones más tradicionales, cuando la tuve en cuatro, que ya no pude aguantar más, la penetraba mientras escuchaba sus ricos gemidos, pidiendome más, mientras pensaba en todo lo que me había contado, fue ahí cuando le dije que ya estaba a punto, a lo que solo respondió con un "dale dale" como confirmación, entonces seguí penetrandola, acariciando, agarrando su deliciosa piel mientras eyaculaba dentro de ella, concluyendo la primera ronda de la noche.
Me tome un momento para disfrutar la sensación de su vagina mojada llena de mi semen, absorber el disfrute de ambos, procesar uno de mis encuentros sexuales más fogozos, con la persona más inesperada.
Al cambiar de posición tuvimos que limpiar un poco nuestro desastre, ya que ella no pudo contener el contenido en su interior...o no quiso, ya que le quitó importancia a tener que lavar las sábanas mientras nos besabamos.
Lo seguimos haciendo unas veces más, dondeme ayudó a tener más primeras experiencias, aconsejandome y guiándome igual que cuando estuvimos jugando, hasta que caímos dormidos sin nada de ropa.
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humanismo-nostalgico · 7 months
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La cuerda floja
Allí, en aquel teatro con hedor a muerte, su voz comenzó a perderse y el eco dejó de alcanzar su nombre, de pronto, cayó el telón antes de tiempo, eran las dos de la mañana y el invierno agonizaba como el silencio de las calles. Tom Penny se desplomó como una bala disparada hacia la luna. La caída fue fatal. Aquí, cerca de la última mesa, el olor del tabaco y del alcohol nubló la preocupación del público. Lo tomaban como parte de su desatinado performance. Una tos incontenible se escuchó, era la de Tom, estaba tiñendo de sangre la palestra. Súbitamente, una voz desconocida gritó: “¡Tom! ¡La vida te pegó un tiro!”. Se escucharon las sirenas de la ambulancia, los paramédicos tímidamente se acercaron a Tom, lo cargaron como un costal de basura y se lo llevaron raudamente hacia un hospital de mala muerte cerca del teatro. Cuando Tom abrió los ojos, desconcertado, no recordaba qué ocurrió. Un médico con voz torva, se acercó y le ordenó que se despida de la música, de su lacerante voz que evocaba espíritus del averno. Una extraña enfermedad degenerativa lo dejaría sin el habla para siempre y el desarrollo de una tos incontenible acechándolo lentamente, como la sombra de su inconsciente. Tom, quien había empezado su carrera desde su desolada infancia, entre el abandono de un padre y la locura de una madre, yacía solo en la desgracia. Su carrera había despegado, y las disqueras estaban considerándolo para una gira nacional en los lugares de las clases medias y altas que siempre despreció. Una marea oscura perturbó su mente, a raíz de la fría e inesperada noticia. Intentó cantar algunas estrofas conocidas, pero comenzaba a toser inconteniblemente, como si se hubiera tomado 13 botellas heladas de vodka, un baño con agua fría a la intemperie, una fibrosis de cantina y una tuberculosis bohemia. Nunca sintió la pérdida, nació desubicado, al perder su voz se esfumó su sonrisa altanera y se quebró en sus propios pensamientos. No había peor muerte para un artista en vida, que verse incapacitado de ejercer su arte. Los miembros de su banda, al enterarse de la noticia, encontraron un sustituto para Tom. Su único medio de sustento le fue arrebatado por una enfermedad que no sabe si él la buscó, pero su vida era un desorden, no era de extrañar que el caos fuera engendrado en su organismo.
Ahí se encontraba su lúgubre presencia, Tom Penny, el maldito del suburbio, decían que su voz desgarradora pelaba las sucias capas de pintura enmohecidas de los bares y teatros de la olvidada estirpe de Jersey. Estirpe de la clase más baja: ladrones tísicos, prostitutas de caucho, yonkis de alcantarillados, indigentes sin Dios, desahuciados sin escrúpulos, mafiosos con cerebro de reptil y relojes arrancados de sus agujas. Tom recordaba sus vagos días de la niñez cuando jugaba a los pequeños gánsters del cine negro. Nunca conoció el amor de madre o de padre, ni este tuvo la oportunidad de robarle suspiros como para volverse un adicto. Todo lo que recibió como aprendizaje, era sobre la maldad humana: la realidad que alguna vez leyó en los cuentos de Poe. El arte entró a su vida por un interés mundano, que luego se transformó en amor por placeres como el dinero, el sexo, las drogas y el alcohol. Nada parecía detenerlo, su hambre voraz y el esfuerzo inusitado por cantar los resentimientos de su origen, conectó indirectamente con el corazón estrujado de muchos infelices ajenos a ese sueño americano que los periódicos enorgullecían cada fin de semana. Tom siempre decía que las balas lo esquivaban a él, porque ningún peligro lo consumía, vivía sin la necesidad de Dios, sin pedirle un centavo o un día más de vida. Para él, la nada era absoluta, él y ese micrófono, él y ese escenario, él y esa banda de postpunk. De bar en bar, de teatro en teatro, de plaza en plaza, iba cosechando fama, hasta que el destino lo empujó hacia un estudio de grabación que masificó sus canciones y alentó sus demonios narcisistas. Por la calle principal de Jersey corría de boca en boca un viejo refrán que decía: “El ego de un gánster era una bala perdida hacia su reflejo”. Un vagabundo se lo dijo, pero Tom se reía, creía que jamás llegaría a ocurrirle algo que afectara su ciego sentido de invulnerabilidad.
Tom había perdido el habla. Su vida se paralizó, su mirada apuntaba hacia dentro, y el golpe de aquel evento fue la primera pieza de dominó en caer y desbaratar su cordura, su construcción plástica de chico malo. Grito en silencio: “¡No!”. Las heridas del alma, la ausencia, la vida y las ráfagas de análisis impulsivos que los despersonalizaban hasta vomitar su propia existencia. Pasaron las semanas, mientras él se aislaba, hasta que vio la luz una tarde cualquiera acompañado de su tos incontenible que no enmudecía nunca, y aceptó el cese de una vida sin brújula. Recordó que en el hospital había afiches despintados sobre citas bíblicas, alguna especie de puente hacia una vida frugal y muerta para el artista sin muchos estímulos para concebir el arte, salvo repetir las decimonónicas plegarias y cánticos de iglesias hieráticas. Tom decidió saltar al otro lado del abismo, a otra cuerda floja con un círculo vicioso de seguridad y bienaventuranza. El gentío rumoreaba por las calles: “Se suicidó”, “Lo vi robarse mi cajetilla de cigarros”, “Me saludó a lo lejos”, “Se ha redimido”. Nadie tenía la razón. Murió simbólicamente o en vida, pero algo era seguro, la luz se lo llevó. Tom era un sueño de Jersey.
Sexto escrito de la serie "Micro-relatos".
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babyliciuss · 1 month
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me mata querer así, en esta forma tan redonda que no me marea
me encierra aquí;
querer tu cuerpo fundido con el mío, desear tu cara envuelta en mi
y sacarme la piel para envolverte en ella, hacer un peine con mis dedos para que pasen a través de tu cabello, verte sonreír a través de los ojos de tu espejo
que respires mi alivio y rías con mi alegría, llorar con tu dolor y sufrir tu decepción,
incendiar tus sombras hasta que no sean más que cenizas, atarlas a las mías y cargar con ellas,
me está matando quererte,
quiero estar en ti, ser de ti, vivir en ti
y no se cómo querer sin ser esto, sin necesitar la melodía de tu voz sonando en repetición en el mar de nudos de mi cabeza
sin querer tu calor cuando el sol derrite tus palabras,
sin querer tu frío cuando el hielo congela las palabras en tu garganta,
sin correr tras las migajas de lo que llamas amor.
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esuemmanuel · 9 months
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Me llegaste de repente, como un soplo de aire fresco al salir de un lugar caliente, y me secaste la frente, llevándote mis pensamientos — esas nubes de locura que me envician —, sumergiéndome en unas reflexiones que podrían simular una eternidad en el vacío. No pude resistirme a olvidar lo que llevaba en la cabeza cuando tuve frente a mí el semblante de tu rostro triste; agachabas la mirada, suspiraste profundamente y, en la lentitud de tu respiro, repentinamente, te echaste a llorar. No te conocía ni me conocías, éramos dos desconocidos que habían decidido encontrarse ese día bajo ese sol que consumía con su calor el perenne verdor de los árboles que nos cubrían. Tú entrabas y yo salía… Era una cafetería inusual. En realidad, jamás la había visto. Era la primera vez que la visitaba, me había ganado la sed y pensé que iba a refrescarme al entrar, pero no fue así…
Tu llegada © 2023 by Esu Emmanuel G is licensed under CC BY-NC-ND 4.0
Para la continuación de click en el link
Sería un placer tenerte en Patreon, el espacio donde exclusivamente publico relatos.
Gracias por tu atención.
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meuschifres · 2 months
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"Tire o dedo da propriedade do Plinio. Só ele pode comer meu cu!" O corno que já nos ofereceu dois relatos excitantes dos chifres que vem recebendo a sua esposa, nos presenteia com mais um delicioso relato de um chifre que ele levou quando sua esposa foi servir de puta ao amante no escritório dele. Confira os detalhes no Blog Meus Chifres
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hypnoespadachin · 1 year
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Miraba el reflejo en el espejo. No era ya su reflejo nunca más. Lo que fuera que permaneciera no era ella. La mujer fuerte y segura de si misma había sido reemplazada por este completo putón. Estaba lista para su señor. She looks at the reflection in the mirror. Not her reflection anymore. Whatever remains is not her. The strong, confident woman has been replace by this total slut. She's ready for Sir.
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mithrilpen · 3 months
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Mi erección ya estaba gritando - Relato erótico gay
Un día llegas al gimnasio como otro día cualquiera y en las duchas acabas más mojado que nunca. Y no sólo de agua.
Nota: un día fui al gimnasio a entrenar y vi el mejor culo que he visto en mi vida. Este relato se lo dedico a ese chico que me dejó babeando todo el día. Cualquier parecido con la realidad (por favor que alguien me avise. Es para un amigo...), es mera coincidencia.
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Después de aparcar, saqué las llaves de la ranura del coche y me quité el cinturón de seguridad. Cuando salí por la puerta noté el ambiente fresco de la mañana aun cuando el sol se sentía cálido. Como siempre que voy al gimnasio, me puse los AirPods y después de sacar la mochila del asiento trasero, fui caminando hasta la entrada del gimnasio. 
Durante el camino, como cada vez que vengo, lo primero que pensé fue que ojalá no hubiera tanta gente entrenando. Me da una pereza terrible tener que esperar para poder usar las máquinas. Recuerdo que cuando estaba apuntado en otro gimnasio se formaban colas largas para usar máquinas. Parece que esto es algo usual en los gimnasios de Madrid y no debería sorprenderme, pero joder, es horrible. Menos mal que el último al que me apunté abrió hace poco y por ahora no se está mal: parece que hoy no habrá tantas personas. 
Después de guardar la mochila y terminar de prepararme, comencé a calentar en la cinta de correr. Fue entonces cuando miré hacia delante y ví el mejor culo que he visto en mi vida. Su dueño era un chico alto, pelo moreno, tenía un cuerpo muy bien esculpido y trabajado, más o menos de mi altura, y aparentaba unos 30 o 35 años. Llevaba puestas unas mallas con las que se le marcaba todo. Parecía que también acababa de llegar y se disponía a usar la bicicleta estática. Mientras se me caía la baba, le ví mover sus piernas bien esbeltas caminando de un lado a otro: iba, hablaba con la chica de administración y volvía. Al cabo de un rato, se subió a la bicicleta y comenzó a pedalear. 
Joder. 
No podía apartar mi mirada de su trasero redondo y respingón cada vez que caminaba. Miré hacia los lados disimulando para que nadie se diera cuenta de que me estaba muriendo por dentro, pero de vez en cuando era inevitable mirarle de nuevo.
Acabé mi calentamiento en la cinta, maldije para mis adentros al tener que alejarme de mi crush instantáneo y comencé mi tabla de ejercicios de hoy: pectorales, hombros y tríceps.
La mañana fue transcurriendo sin ninguna novedad hasta que me tocó la parte que más pereza me daba, los hombros. Miré la tabla de ejercicios y decidí comenzar por el ejercicio press militar con barra, que consiste en levantar una barra pesada por encima de la cabeza. 
Cuando fui a buscar la que me interesaba, me di cuenta de que alguien se la había llevado, así que decidí buscar quién la tenía y preguntarle si le quedaba mucho. Y es entonces cuando le vi a él usándola. Por supuesto, no pude evitar mirarle ese melocotón celestial otra vez. 
Por favor, que alguien me quite los ojos y me salve de esta tortura.
No dudé en acercarme:
– Perdona, ¿cuánto te queda con la barra? – Si no supiera disimular, mis babas estarían encharcando el suelo hace rato.
Cuando se giró y me miró, de repente me vino la sensación extraña, súper ligera, de que conectamos. Noté que su mirada recorría mis labios y, por un momento muy rápido, le vi morderse el labio inferior. Algo se había estremecido en mis adentros. 
– Me queda un rato, porque la necesito para otro ejercicio – me respondió, agitado por el ejercicio.
Por cierto, tenía los ojos de color marrón claro y facciones marcadas. Era posible que mi juicio estuviera nublado por la primera impresión que tuve de él y su impresionante trasero, pero joder, qué guapo me parecía.
– ¿Podríamos turnarnos? – Le pregunté.
De repente, lo que noté antes se esfumó porque junto al sudor que le caía por la cara, le vi expresión de fastidio.
– Venga, vale – me dijo, agitado.
Y así de fácil el culo perfecto que tenía en un altar, se cayó a lo más profundo del infierno. 
Menudo idiota, pensé.
Le di las gracias algo molesto, cogí la barra y comencé mi ejercicio. Me di cuenta de que me estaba mirando cuando le miré de reojo e inmediatamente me dijo:
– No lo estás haciendo bien, porque la barra tiene que quedar por encima de tu cabeza – dijo suspirando impaciente.
– Pues venga, hazlo tú y veo cuál es la técnica – no pude evitar decirlo con cierto mal humor.
Quizás fui muy directo, porque de repente se puso en pie, dispuesto a ayudarme.
– Mira – fue entonces cuando cogió la barra e hizo el ejercicio tal y como me había corregido, para demostrarme cómo se hacía –. Ahora tú. A ver, que te vea.
Dejó la barra en el suelo, la cogí y me dispuse a hacer el ejercicio otra vez, cansado de la repetición anterior. Debió notar mi cansancio, porque se puso detrás de mí (demasiado cerca, diría) y empezó a ayudarme a levantar los brazos en la dirección indicada. 
– Así, ¿ves? – Me susurró.
A pesar del esfuerzo y cansancio, no pude evitar sentir un chispazo por todo mi cuerpo. Era una locura: por un lado, me había fastidiado su reacción y por otro, todo me ponía a cien. No estaba entendiendo nada, pero menos mal que llevaba puesta una camiseta larga y ancha, porque mi erección ya estaba gritando.
Después de eso, seguí haciendo el ejercicio con sus correcciones y, muy a mi pesar, noté la diferencia. Pero mi orgullo iba por delante, no lo podía admitir. 
Durante su turno, no parábamos de intercambiarnos miradas. Si no hubiera tenido esa reacción de fastidio al principio, juraría que me estaba haciendo una radiografía a todo el cuerpo. Así como yo no podía apartar mis ojos de ese trasero de los dioses.
Acabé de usar la barra, se la dejé, me despedí fríamente y me fui para continuar con mi entrenamiento. 
Al contrario de lo que se pueda pensar, el malhumor que me había provocado me motivó con los siguientes ejercicios y, cuando ya había acabado toda la tabla y el estiramiento, me dirigí a las duchas. 
Cuando llegué a la puerta del baño tenía todo el cuerpo cubierto de sudor y me encontraba agitado. Al entrar, vi que sólo estaba él, sentado y sin camiseta, justo antes de las duchas. Le vi mirarme y sacó una media sonrisa. Esto me enervó porque ya no sabía qué estaba pasando, me estaba sintiendo muy confundido. Me puse en el banco opuesto al suyo y de espaldas porque si le seguía mirando, el grito de mi erección se haría visible y lo último que quería en ese momento era pasar vergüenza. Y menos por él. 
Preparé mi ropa limpia en el banco, saqué mi toalla, el champú y el jabón y comencé a desvestirme. No pude evitar sentir su mirada clavada en mi dirección. Me bajé los calzoncillos, me puse la toalla alrededor y cogí lo que necesitaba para irme a la ducha lo antes posible. 
Debido a que soy de erección fácil, uno de mis requisitos para apuntarme a un gimnasio es que las duchas sean individuales y cerradas y este las tenía. Es por eso que me sentí aliviado de haber tomado esa decisión. 
Cuando abrí el agua escuché que alguien estaba hablando del otro lado de la puerta:
– Oye, perdona, me he dejado mi jabón ahí dentro.
No cabía duda, era él. Al escucharle se me aceleró todavía más el corazón. Con los nervios, no me había fijado que se habían dejado un bote de jabón en una de las repisas de la ducha. Lo cogí y cuando estaba abriendo la puerta, de repente la empujó rápido para meterse conmigo dentro.
– ¿Qué coño haces? –le grité en susurros, aunque en el vestuario no había nadie más. 
En el fondo me está encantando.
Había entrado tal y como le vi fuera de la ducha, todavía no se había quitado las mallas cortas de hacer ejercicio.
– ¿Te crees que no me he dado cuenta de que te la he puesto dura?
Bajé la mirada para ver su paquete y yo también debí provocarle el mismo efecto: la tenía tan dura y apretada en sus mallas que era imposible no verla. Me resultó muy difícil no reírme, de lo nervioso que me encontraba.
– ¡Pero qué dices!
– Deja de disimular, guapo. No me has quitado el ojo desde que estabas calentando.
Estaba ocurriendo todo tan rápido y había tanta tensión, que el único impulso que me salió fue el de besarle. Ya habría tiempo para arrepentirnos.
Mi beso fue bien recibido, porque no opuso resistencia. Es más, me empujó hacia la pared mientras nos besábamos. Nuestras lenguas estaban enfrascadas en una lucha de la que ninguno de los dos iba a ganar. Estaba alucinando. De repente, noto su mano acariciando mi erección y no pude evitar gemir.
– Espera, que aquí nos van a pillar – le dije entre susurros y jadeos.
– Puf, estamos muy cachondos…
Se pegó todavía más a mí y noté cómo nuestras pollas se rozaban cada vez más. Sin dudarlo, llevé mis manos a su culo. Si ya era un manjar a la vista, tocárselo fue indescriptible. 
Joder, estoy tan caliente que me da igual lo que ocurra fuera. 
De repente, escuchamos que alguien entraba al vestuario y nos quedamos inmóviles. Se llevó el dedo índice a sus labios, haciendo el gesto de silencio y nos quedamos atentos a los sonidos de fuera. Le vi abrir un poco la puerta para mirar y escuché la puerta de fuera volviéndose a abrir.
– Se han ido. Vente conmigo – me dijo, susurrando.
Salimos de la ducha, cogió unas llaves que tenía en su mochila y me agarró de la mano. Cruzamos todo el vestuario y me dirigió a una puerta que ponía “Privado” en rojo. Abrió la puerta con las llaves y, cuando entramos, vi que dentro había más duchas. Supuse que son las que utilizan las personas que trabajan aquí.
– ¿Qué es esto? ¿Cómo puedes entrar aquí? – Le pregunté mientras volvía a cerrar la puerta.
– No importa – y me plantó otro beso. 
Otra vez me llevó hacia una de las duchas y cuando llegamos, decidí encender el agua para quitarnos el sudor.
Mientras nos besábamos, sus manos recorrieron mi cuerpo, así como yo hice con el suyo. Estaba tan cachondo que incluso acariciar sus músculos era placentero de por sí. Llegué con mis manos a su culo y aproveché que tenía los dedos húmedos para jugar con su agujero y empezar a dilatarle. Pero me apartó la mano con suavidad y cerró el agua de la ducha.
Decidí ir un paso más allá: empecé a recorrer su cuello con mis labios con suavidad y fui bajando poco a poco por su pecho. A pesar de que estábamos dejándonos llevar por la lujuria, me tomé mi tiempo en besar cada rincón de su cuerpo. Cuando comencé a lamer sus pezones, le escuché gemir. De vez en cuando le daba pequeños mordisquitos porque me encantaba oírle disfrutar. Después fui bajando tranquilamente por sus abdominales y su pelvis, como si quisiera imprimir en 3D todo su cuerpo, hasta que llegué a mi objetivo.
Le bajé las mallas hasta quitárselas y tenía su mástil enfrente de mi cara. Se la cogí de la base, apretando, separé mis labios y con su mano fue guiando mi cabeza hasta metérmela entera en la boca.
– Joder – suspiró, mientras me empujaba lentamente hasta llegar al fondo de mi garganta.
Empecé a subir y bajar con mis labios una y otra vez por su erección. Noté que le temblaban un poco las piernas, así que se apoyó en la pared. Fue entonces cuando sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mis movimientos. A lo largo de mis 30 años he comido muchas pollas, pero no recordaba ninguna que me hubiera gustado tanto como la suya.
– Eres bueno chupando pollas… Si sigues así, no aguantaré mucho…
Solté su miembro haciendo un chasquido con mis labios y subí a besarle de nuevo. 
– Necesito follarte – le dije con labios hambrientos.
– Vas a tener que ganártelo…
– ¿No te parece suficiente ya?
Se quedó mirándome por un momento, sin poder disimular, mordiendo su labio inferior como había hecho antes, cuando cruzamos nuestras primeras palabras.
– Venga, dilátame – era todo lo que necesitaba oír.
Se giró y aproveché para frotar mi polla entre sus nalgas mientras fui besando cada músculo de su cuello y espalda, como si quisiera conocerle a través de mis labios. Después, fui bajando poco a poco y cuando llegué, mis ojos no podían creer la semejante maravilla que tenían delante. Debí quedarme mirando su culo con cara de tonto bastante rato porque me dijo:
– ¿Te gusta lo que ves?
– Tío, me pones muchísimo… 
Recorrí sus nalgas con mis labios, dándole besos cortos por donde pillaba, deseando que ese momento no acabara nunca. No soporté más esa tortura, así que se las abrí y empecé a lamerle con suavidad. Escuchar sus gemidos era placer para mis oídos, así que decidí aumentar el ritmo.
Después de un rato, me levanté y volví a subir hasta su cuello. 
– Voy a empezar con un dedo, ¿vale? – Le susurré.
– Haz lo que sea, pero date prisa porque no sé si podré soportarlo mucho más…
Mientras introducía el primer dedo, fui recorriendo su cuello a besos. Empecé a jugar con mi dedo para que su esfínter se fuera dilatando poco a poco y cuando fui notando que estaba menos apretado, le metí dos. Parecía que le estaba encantando la forma en la que jugaba con su próstata, porque me dijo: 
– Ya estoy listo, pero espera.
Salió de la ducha y se dirigió hacia una repisa donde había muchas cosas. Cogió una caja, sacó un condón y luego un lubricante. Yo estaba sorprendido.
– Veo que lo tienes todo preparado… 
Me sonrió mientras abría el envoltorio y volvía de nuevo a la ducha. Me dio un beso y me puso el condón con suavidad. Cogí el lubricante, me eché un chorro en la mano y, tras lubricarle a él, me eché más para lubricar el látex de mi polla hasta que quedara bien resbaladiza.
– Venga, deprisa… – En ese momento ya no me importaba nada más, sólo necesitaba meter mi polla palpitante en ese culo que tanto deseaba.
Se giró de cara a la pared, arqueando su espalda, le cogí de la cintura y empecé a empujar muy lentamente la punta para que su culo se acomodara poco a poco a mi polla. Cuando noté que se relajaba, comencé a meterla un poco más, hasta que pude llegar al final.
– Oh, Dios… – jadeó, cuando comencé a embestirle más y más. 
Al principio fueron movimientos suaves, pero cuando le vi moverse hacia atrás buscando más, empecé a penetrarle con más fuerza y profundidad. El sonido de nuestras respiraciones era tan fuerte que se podían oír por toda la habitación. Menos mal que en el vestuario de fuera también se escuchaba la música del gimnasio porque si no, nos hubieran pillado.
Miré hacia abajo donde se unían nuestros cuerpos y vi cómo mi polla se metía en tremenda maravilla.
– Puf, no te imaginas lo que me excita ver mi polla hundiéndose en tu culo… – Le dije, y aceleré mis embestidas.
Al decirle eso su cuerpo se tensó y mientras lo follaba, comenzó a masturbarse. Parecía que estaba tan caliente que no pudo durar mucho más, y vi que su polla empezó a eyacular semen por toda la pared.
– ¡Joder! No puedo aguantar más… – dije entre jadeos.
En cuestión de segundos no tardé en eyacular y llenar el condón dentro de él mientras jadeaba con fuerza. 
Apoyé mi cabeza en su marcada espalda mientras le tenía agarrado de su cintura. Necesitábamos recuperar nuestro aliento. Mi cabeza no paraba de dar vueltas después de tanto placer.
Una vez mi polla estaba fuera de él, me saqué el condón y volvimos a abrir el agua de la ducha para limpiarnos.
– ¿Trabajas aquí? – le pregunté. De repente recordé que estábamos en una habitación de uso privado del gimnasio.
– Soy el gerente que lo dirige – responde, guiñándome un ojo.
No me esperaba esa respuesta así que no supe qué responderle. Debió darse cuenta porque siguió hablando:
– Por cierto, ¿cómo te llamas?
– Martin, ¿y tú?
– David – sonríe.
– Pues David, he tenido el mejor sexo desde hace mucho tiempo… – y le planté un beso mientras envolvía su culo entre mis manos. 
Si hubiese sido por mí, no lo hubiera soltado nunca jamás.
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thelettersgames · 2 months
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Desesperado, el chico intentó negociar con el destino. Prometió cambio, sacrificio y oración para recuperar lo perdido. El universo estaba tranquilo y en silenció, el se encontraba perturbado por la falta de respuestas, pero tampoco podía obligar a la vida para qué le diera una inmediata respuesta a sus suplicas.
Sad Boy
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