Tumgik
#frases de mafalda
julyposts · 6 months
Text
Tumblr media
4 notes · View notes
nafem · 2 months
Text
EN 30 SEGUNDOS • MAFALDA
Siempre regreso a la sabiduría de la pequeña, pero a la vez, gran Mafalda
3 notes · View notes
mllrjo · 4 months
Text
Eu sei que a minha vida vai ser uma constante busca por transformar a intensidade em luz. De intensidade em intensidade, tem-se as profundidades inexequíveis e eu não posso culpar os meus pais pela profundidade inexequível de cada um. Gosto de mim quando meu corpo torna-se progressivamente tão leve que vou novamente sentindo o cabelo pesar. Piranha que puxa demais meus cabelos e me faz sentir dor na raiz deles. Puxa demais meus cabelos, meus fios, o que me constitui, toca na minha intimidade e arrebenta ela; eu sempre tive algo a mais para te dizer e não é como se um dia fosse acabar... O bem-estar autodestrutivo proveniente de fumar após dois meses sem tocar num cigarro é similar ao êxtase após uma transa com quem nunca se teve as bases certas. Arrebenta pra não durar. Piranha que puxa meus cabelos até que eu sinta a raiz. Tudo de mau a ser dito sobre mim é tão pateticamente superficial em comparação aos segredinhos que só eu conheço. Só eu me contei todos aqueles segredinhos e a contínua exposição deles me tiraria de mim em prol do outro. Banana apodrecendo na geladeira e cinzas pelo apartamento. Queria colar coisas nas paredes, mas ainda não tenho fitas para as minhas artes e sinto que não tenho dinheiro, embora saiba que tenho, mas porque estou usando apenas o cartão de crédito. Urge a necessidade de comprar roupas, quando houver dinheiro. São tantas intensidades juntinhas que separam tanta gente. Queria ter uma Mafalda Veríssimo na minha vida: descomplicação mais velha do que eu e que me despertasse fé na criatura humana num todo. Eu me jogo na piscina e o corpo todo dói em colisão com o fundo que não estava lá porque é tudo tão raso. Eu me vi de noite, perdida, fudida, resultado visual e perfeitamente amparada por tudo que eu construí para mim nos últimos anos. Mesmo quem casualmente acompanhou percebeu a colheita; eu despertava o teu melhor e tudo de mau a ser dito a meu respeito é tão superficial e mesquinho... Como deve ser ruim precisar fundamentar uma sentença ― a frase ou a judicial  ― e contar só com esses embasamentos toscos, enfadonhos, grosseiros, indignos de quem um dia já chorou de amor. Eu lembro muito bem de quando eu chorava de amor. E eu me abro, me expando, nenhum baque do mergulho no concreto foi capaz de fechar as minhas portas; eu não me acabo, não terminei; eu descobri quem eu sou, nunca me fechei e meu discurso se tornou autocentrado. Fico com o gosto do tabaco na boca e meus dedos tremem de ansiedade. A pálpebra treme e eu lembro de quando eu cria que apenas abraçando forte demais conseguiria curar uma pessoa; colocá-la de volta para seu eixo vertical  ― eu vejo o meu eixo vertical! Maior prazer reside em pintar meus livrinhos do que em ganhar concursos ou fazer parte de todos os ambientes que pessoas pretensiosas fazem. Na solitude, camiseta tapando os seios, bunda à mostra, when the levee breaks, you'll have no place to stay. Queria encher as minhas paredes de todas aquelas obras, fuder o/pelo apartamento inteiro. Encontrar uma capelinha dentro do bosque da UFSM e chorar de ternura pela santinha do colo que eu gostaria de deitar a minha cabeça e finalmente olhar nos olhos de alguém que me viu. Simultaneamente confessando-se para um arcebispo emérito e presenciando os horrores do ente que deveria me acolher. Muita generosidade naquele olhar com a cruzinha d'O menino no pescoço. Não abro mão de nenhuma possibilidade de efetivamente ver. Quanto tempo leva...
0 notes
fredy114 · 11 months
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
(vía Vestido acampanadoundefined con la obra «Frases de Mafalda » de Teixeira224)
0 notes
romanoma · 2 years
Photo
Tumblr media
Quantos abacaxis pra descascar! A fotografia é sempre um breve registro num espaço de tempo que me surpreende quase sempre. No clique, eu foco na venda dos abacaxis e só depois vi que ela aparece no braço do rapaz que anda: Mafalda 😍 Eu lembro de uma de suas frases: “Por onde tem que empurrar esse país para levá-lo adiante?” Pelo voto, Mafalda. Não adianta reclamar que não acredita mais em políticos ou que não é problema seu. Precisa ir até a urna. Escolher alguém capaz de governar para todos. O brasileiro já escolheu o melhor candidato. Vem com a gente confirmar a opção pelo amor e pelo respeito à diversidade. Torce pela gente, menina😉 #lula #13 #pragenteserfeliz #streetphotography #esquina #frutas #domingotachegando #vivaademocracia #mafalda (em Copacabana, Rio de Janeiro) https://www.instagram.com/p/CkPexJtDVz2w3W6o_dbO15Xl9lnR5dfmAXne0w0/?igshid=NGJjMDIxMWI=
0 notes
Text
Frases y pensamientos de Mafalda
Frases y pensamientos de Mafalda
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
saramanfer-blog · 5 years
Text
Frases Mafalda😂
Tumblr media
1 note · View note
Text
If you don't do stupid things when you are young, you have nothing to smile about when you are old.
Tumblr media
25 notes · View notes
aiceazeneth · 3 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
- Fotitos mías
Mafalda: Todas las tiras, Joaquín Salvador Lavado Tejón (Quino)
28 notes · View notes
la9novia9del9viento · 3 years
Text
Tumblr media
-🌌E.C.D.L.E.
2 notes · View notes
otra-yo · 5 years
Text
Totalmente...
Tumblr media
39 notes · View notes
julyposts · 6 months
Text
Tumblr media
🙄...!. Lamentable pero Cierto.
5 notes · View notes
maryaclarab · 6 years
Photo
Tumblr media
42 notes · View notes
aragonz-escritora · 3 years
Photo
Tumblr media
Hoy está cumpliendo 57 años la argentina más famosa. Desde Argentina al mundo, #felizcumpleañosmafalda💝 #mafalda ¿Cuál es tu frase de Mafalda favorita? https://www.instagram.com/p/CUaJXjeMWZf/?utm_medium=tumblr
3 notes · View notes
imagenesconfrases · 3 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
(vía Imágenes de Mafalda con Frases + su Historia - Imágenes de Reflexión)
3 notes · View notes
cabezaderana · 4 years
Text
Desapego
Conocí a Claudia en el primer trabajo que tuve en Torreón, por ahí a inicios de la década de los 2010. ¿Si se le llama así? Ah, de los años 2010. Apenas me iniciaba yo, toda chiquilla e ingenua, en el terrible mundo laboral de la política. Tenía compañeros peculiares, algunos ya muy grandes, otros de mi edad. Claudia era una mujer muy vivaracha, que todo el tiempo estaba hablando de algo y que en su círculo social estaría catalogada como aquella que “no tiene por qué trabajar, pero trabaja”. Llevó toda su energía a la oficina una mañana de septiembre, tras haber estado ausente por su lucha contra el cáncer. Y entonces me vio, preguntó quien era yo y luego se presentó, con una amabilidad y una seguridad que me cautivaron. Me había caído bien, habría sido como la tercera persona en caerme bien en esa oficina. 
Tiempo después coincidimos en proyectos y ella me motivó a unirme al programa de radio del trabajo. Si algo se me ha quedado grabado en mis recuerdo con Claudia, es su insistencia: me motivaba a salir de mi zona de confort, me orillaba a exigir más, a pedir, a no dejarme, a moverme. Siempre con su sonrisilla y con su cara de inconformidad me apremiaba a que realizara más cosas. Yo le atribuía esa actitud tan desafiante a su encuentro cercano con la muerte debido al cáncer. Y es que algo hay en los supervivientes, cuando te queda más que claro que estamos de paso, ya nada es igual. Y yo intentaba aprenderle esas y otras cualidades a la gran Claudia. 
Un día, de camino a la radio, empezamos a hablar de libros. Ciertamente yo no me esperaba coincidir en ese tema, pero lo hicimos. Vaya que lo hicimos. “Te voy a traer unos cuantos para que los leas, la biblioteca de mis papás está repleta, y nadie los usa”, exclamó. Al día siguiente llegó con una veintena. Una veintena. Estaba estupefacta y llena de alegría porque alguien compartía sus lecturas conmigo. Me dijo que no se los regresara, que ya ni espacio tenía. 
-Oye, ¿y has leído a Mafalda?- pregunté en uno de esos cortos trayectos en su carro. 
-¿Mafalda? ¡Me encanta tanto como ella odia la sopa! 
Nos reímos. Me contó que tenía mucho sin leerla porque no había conservado las tiras, y no tenía nada de ella a la mano. Yo le hablé de mi 10 años con Mafalda. 
Mi 10 años con Mafalda. 
Reader's Digest es el responsable del hábito de la lectura, no solo en mi casa, sino en casa de mi padre, quien heredó la costumbre de suscribirse. Desde que tengo memoria encontraba en la casa de mi abuelita a Selecciones y obviamente primero leía los chistes y anécdotas de remate y luego ya, me enfocaba en los reportajes, que en esos tiempos sí eran de alta calidad. Crónicas narradas de la manera más sabrosa, que me sumergían sin problemas en cada historia. Agarrar una Selecciones era garantía de que me perdería una hora, tirada en el sillón de la casa de mi abuelita, con las ventanas abiertas, el fresco entrando, las aves cantando en el limón del patio. Era feliz y no lo sabía. 
Como parte de las suscripciones, mes con mes te ofrecían también otros productos, sobre todo los Best Sellers de lomo duro, con cuatro tomos, esos que seguramente muchos mexicanos conservan. Esas novelas también lograron cautivarme y de a poco mi cuarto se fue llenando. 
Un día mi papá llegó con un libro grande, enorme, apenas y cabía en su mochila. Inmediatamente llamó mi atención, pero más llamó mi atención que la portada era la caricatura de una niña, y con letras ajenas al Times New Roman al que estaba acostumbrada, pintaba: MAFALDA. 
Quitarle el forro y empezar a leerlo fue un mismo momento, porque yo no podía creer que tenía algo con dibujitos. Recuerdo perfecto la primera tira cómica. Mafalda se acerca a su papá y le comenta que si le puede hacer una pregunta. El papá, acostumbrado a las desgastantes preguntas de la niña (en ese momento yo no sabía), le contesta que no. Mafalda le dice que seguramente se quedará con la duda de qué quería preguntarle, pero el papá no cede. En el último cuadro de la tira podemos ver al padre a mitad de la noche despertando a la niña con un: “Mafaldita, ¿dormís?”. 
Dormís. ¿Qué? Esa fue mi primera pregunta a los 7 años que abrí ese libro. Le pregunté a mi papá y me explicó que el escritor era argentino y que así hablaban allá, que le preguntaba si dormía. “Ah”, contesté con indiferencia. Me pregunto si Quino estará decepcionado de que nunca he leído a Mafalda en “argentino”. En mi mente suena con un acento muy neutro. Pero bueno, sin saberlo ya me había hecho la primera de un millón de preguntas que después me haría. ¿Qué es el comunismo? ¿Por qué los Beatles se consideran una invasión británica? ¿Qué es el erotismo? Jajajaja... Y luego empecé a usar sus frases como armas y cuando mi mamá me decía: Porque soy tu madre, yo respondía con un “pues yo soy tu hija, y nos graduamos al mismo tiempo”. Y también como arma contra mí misma, al cuestionarme al cerrar el día: ¿y qué te gustaría hacer si vivieras? Caótica y exagerada desde morrilla. Ahora sé que es por Mafalda.
Me chuté 10 años con Mafalda de cabo a rabo, sin ton ni son. En un arranque, hasta osé colorearla. La llevaba a todos lados y se ganó un lugar especial en mi cuarto, en la zona de mis favoritos, y cuando me mudé a Torreón no dudé en meterla a la maleta, con todo y que apenas cabía. La arrastré por todos lados como mi fiel compañera y en mis días más tristes la abría de nuevo para darme paz. Hasta que se la presté a Claudia. 
Mafalda por Azteca
-Qué triste que tengas mucho sin leerla, yo no me separo de 10 años con Mafalda, ha estado conmigo desde chiquita- le respondí a Claudia. 
-Claro que lo ubico, ese libro también lo tuve pero pues ya no sé dónde quedó, deberías prestármelo.
Dudé. Claro que dudé, y supongo se notó porque Claudia respondió:
-Nombre, claro que te lo regreso, es más, vamos a hacer algo. Te voy a prestar uno de los libros más preciados para mí, lo quiero mucho, es de mis favoritos y generalmente no se lo presto a nadie, pero te lo voy a prestar si me prestas 10 años con Mafalda. El libro se llama Azteca, estoy segura de que te va a encantar. 
Dudé. Claro que dudé. Pero luego pensé que si ella me estaba prestando uno, pues no habría problema, la podría presionar para que me lo devolviera. Así que accedí y al día siguiente nos llevamos nuestros respectivos préstamos. 
Azteca resultó ser un libro que tardé 3 meses en leer. Era una historia verdaderamente fascinante, pero muy larga, así que mis tardes se me iban en darle seguimiento, mientras mi 10 años con Mafalda estaba lejos de mí. Azteca nunca me soltó y yo lloraba, reía y volvía a llorar con cada tarde de lectura. Se hizo mi libro favorito y lo coloqué en un lugar especial, y más tarde me enteré que formaba parte de una trilogía que no dudé en adquirir. Me sentía sumamente agradecida con Claudia por haberlo traído a mi vida, porque fue un libro de mucho aprendizaje, no solo sobre la historia de México, sino aprendizaje personal. Me descubrí a mí misma enraizada, orgullosa y con un sentido de pertenencia sin igual. Le hacía falta a mi vida el que me sintiera identificada con algo, que me amarrara poquito a mi historia, y lo logró. 
Aún no se lo regresaba a Claudia cuando empecé a moverme para conseguirlo, porque en ese entonces, por ahí del 2014, aún no me familiarizaba con Amazon y compraba mis libros a la antigüita, en una librería. Y resulta que Azteca andaba escaseando, no lo tenían en ningún lado y si lo pedía no me aseguraban que llegara. Así que esperé, esperé paciente, con el Azteca de Claudia en mis manos. Esperé y esperé más y seguí esperando. 
Una mañana de agosto, en pleno verano, recibí una llamada matutina. Claudia había muerto. El cáncer había regresado y esta vez no había cedido, así que su cuerpo abandonaba este plano terrenal. Me sentí triste, sumamente triste. Es difícil aceptar que una luz tan brillante se apague, que un ser con tanta energía, se acabe. Lamenté mucho su muerte y acudí al velorio sin saber muy bien qué hacer porque nunca había conocido a su familia y solo tenía dos o tres contactos en común. Estuve ahí solo unos minutos, mirando su féretro a lo lejos y guardando en mi corazón muchos de los recuerdos que ahora comparto.
No lo voy a negar, también pensé en Mafalda y que ese libro que había estado a mi lado más de 10 años, ya no me pertenecía. Me dolió poquillo el alma pero me recuperé pensando que ahora yo tenía algo con qué recordar a Claudia y que sí, se había quedado mi libro, pero yo tenía Azteca. Entre los múltiples aprendizajes que me pudo dejar un alma tan bella como la de Claudia, el más grande fue el del desapego. No es fácil, a la fecha, 6 años después, lo sigo trabajando. 
2 notes · View notes