Agarra un coco!!!
No podría asegurar que el relato que viene a continuación es realidad o ficción. Llegó a mí como un pseudo mito urbano, que en realidad fue presenciado por el primo de la polola de un compañero de universidad, enfermo de cuentero (mi compañero (bueno, y según él, el primo también)). En teoría el primo este dio jugo estudió medicina 1 semestre y medio con notas como la gran verga paupérrimo rendimiento, por lo que terminó rindiéndose y estudiando una promisoria y nutritiva carrera llamada periodismo.
Tan poco fue lo que aprendió en dicha carrera de las ciencias de la salud este muchacho, al que llamaremos Alfonso, que la única gueá que tiene para compartir con la demás gente cuando le preguntan cosas al respecto de su paso por la facultad de medicina, son las historias que según él vio en vivo y en directo.
Una de ellas, quizás la más tórrida, ocurrió en un servicio de urgencia de una localidad del país SAPU de Cerro Navia que no revelaremos.
Sucedió entonces que una noche llegó bastante compungido y alterado un paciente cuyo rostro evidenciaba una dolencia profunda e intensa. A simple vista algo raro se apreciaba ya que se notaba algo afiebrado y estaba más pálido que culo de esquimal. También se encontraba algo encogido y con una de sus manos se tomaba la entrepierna de manera insistente.
La enfermera jefe procedió a realizar su ingreso, y ahí fue cuando acudió Alfonso junto a uno de los médicos de turno para atender al paciente. Al comienzo no les quiso revelar el origen de sus molestias físicas, tan sólo se tendió en la camilla y no se sacaba la mano del paquete. No fue fácil hacer que los dejara llevar a cabo su labor médica, y tan solo lograron convencerlo de bajarse los pantalones (y no para chuparle el pico) una vez que la enfermera y la otra interna presente se marcharon, y ahí pudieron observar el origen del malestar del caballero en todo su esplendor.
Su aparato reproductor completo estaba envuelto profusamente en gasa y vendas, con manchas amarillas (debido a alguna clase de desinfectante) y rojas (por el shocolate) alrededor. Casi intuitivamente, él se resistía a que lo revisaran ya que si bien quería recibir atención médica, el dolor era extremo cuando le tocaban su vendaje artesa.
Después de cierto rato weveando, finalmente pudieron calmarlo y abrir el envoltorio: un olor penetrante se dejó sentir en el aire del box hospitalario. Pero el olor no era nada comparado con lo que podían admirar frente a sus ojos: el agilao este tenía una profusa herida en el escroto, con forma de marrueco de pantalón. La herida chorreaba sangre y pus, alrededor de la herida la piel estaba de un color como entre morado y azul, y el escroto propiamente tal lo tenía como balón de hándbol.
Se notaba que el longie había intentado, presumiblemente por vergüenza de mostrar su accidente al público, curar su herida en la casa, con lo que tuviere a mano, pues era evidente el el vello genital había sido cortado hacía no muchos días, y se percibían algunas lesiones posiblemente producto de su mal manejo del problema. Sin embargo, lo que más llamaba la atención, eran unas patitas metálicas que sobresalían de la piel en ciertos puntos de la lesión.
Algo confundidos, el doctor y Alfonso le preguntaron qué era eso, y él contestó que había tenido un accidente laboral, y que en su desesperación producida por una lesión testicular, había procedido a cerrar la herida con una corchetera industrial que tenía a mano en ese instante.
El misterio quedaba develado: este imbécil tenía corchetes en las weas, y eran varios y de 2,5’’ para peor, que en algunos lados los usan para fijar tableros de madera. Evidentemente lo que hicieron fue aplicar una vacuna antitetánica y desinfectar para prepararlo para una intervención quirúrgica.
Durante la operación, Alfonso y su médico le extrajeron 12 corchetes en un estado repugnante y realizaron aseo quirúrgico como se debía, sin embargo, luego de eso, empezaron a indagar dentro del paquete del pobre paciente, y se dieron cuenta que el weon tenía un coco desaparecido en acción. Lo buscaron por todo el escroto pero no lo encontraron, así que mi compadre quedó irremediablemente cojo.
Finalizado el procedimiento, todos los presentes se pusieron a elucubrar respecto a lo que acababa de suceder. Con una incredulidad propia de la situación, muchos no eran capaces de establecer una razón lógica para lo que le había ocurrido. Sin embargo después de puro sapos y hasta de mandarse una apuesta, lograron sacarle la información a la víctima de tamaña flagelación.
Resulta que este chuchesumadre grande, que luego de todo el weveo logró confesar lo ocurrido solamente a Alfonso (según él, pues no logró confiar en nadie más): este weon del paciente era un loser reculiao que no tenía mina ni que le pidiera plata, y que cada vez que se quedaba sólo en la planta donde trabajaba, pescaba un poco de lubricante para la máquina y metía la tula entremedio de algún rodillo de espuma para que se la sobajeara un resto y así poder obtener el placer carnal que era incapaz de conseguir con una mina.
Lamentablemente en dicha ocasión, la gente de mantenimiento no le avisó que debido a pruebas para un nuevo producto cambiaron los blandos y tulísticamente confortables rodillos de espuma por unos polines con pequeños dientes metálicos que a todas luces impedían la concresión de la placentera maniobra, mas nuestro amigo nunca supo de ello sino hasta que ocurrió el accidente.
Al ver que un coco ya se le había caído al piso debido a la herida producida en el saquito, no quiso por nada del mundo olvidarse de tener descendencia así que con lo más cercano que tuvo a disposición, procedió a cerrar la herida, siendo la herramienta utilizada para ello, una corchetera industrial. La cagada y la humillación fueron tales que antes de que su jefe siquiera esbozara la primera letra de su carta de despido, él ya estaba dejando su cargo a disposición.
El coco perdido finalmente lo recogió gente del aseo, y actualmente figura en un frasquito como trofeo en el camarín de los trabajadores de dicho lugar.
Comparte con tu familia, amigos y némesis!
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El weon más caliente del mundo (parte III)
“Ya… te digo… pero prométeme que no me vai a molestar”
Roberto accedió, Marce dudó un tanto. al final fue tanto hueveo que Rober empezó a molestarse. La mina finalmente la largó:
YA…. ES QUE….AYER LEI MI HOROSCOPO… Y DECIA QUE IBA A APARECER UN NUEVO AMOR, QUE IBA A CONOCER AL HOMBRE DE MI VIDA
Este hueon no lo podía creer. AÑOS de esfuerzo a punto de coronarse, a punto de culminar en gloria y majestad… miles de noches de sueños húmedos y califas a punto de recibir su carnal recompensa, todo arruinado…
“Y qué tanta hueá con eso?!”, le preguntó Rober indignado
ES QUE SIENTO COMO SI LO ESTUVIERA ENGAÑANDO… EN SERIO, NECESITO MIRAR HACIA ADELANTE, PARA PODER ENCONTRAR A ESE HOMBRE Y ENTREGARME POR COMPLETO A EL
“Ah claro y yo soy el que se tiene que quedar esperando verdad sapa culia?”, pensó Rober… pero una vez más se comió sus palabras.
ADEMÁS ANDO CON LA REGLA… así que igual mejor que no
Un chorrito de sangre, un poco de dolor uterino y una que otra alteración hormonal fueron suficiente material para derrotar un verdadero trabajo de joyería, porque claro, la excusa del horóscopo era demasiado como el pico como para tragársela… aunque igual le dio algo de crédito, después de todo la Marce nunca se ha caracterizado por ser muy brillante que digamos, y eso este muchacho lo tenía más que claro, no por nada notó que en la habitación de la lolita había algunos ejemplares de publicaciones literarias tan excelsas como “HORÓSCOPO CHINO DEL 200X”, “PREDICCIONES MAYAS 200X”, “LO QUE DICEN LOS ASTROS”, y una edición especial de la revista Cosmopolitan que decía incluir un especial sobre cómo encontrar al hombre de tu vida este año que recién comenzaba.
Pero no era solo eso lo que amargaba el corazón de nuestro amigo: todo el tiempo invertido, la plata gastada, el tener que aguantar al saco weas del tal Negro por ene rato, el tener que andar a las parás de la mina toda la noche, el tener que recurrir a lo más selecto de su labia y tener que utilizar sus palabras con pinzas para no cagarla y por fin tener una oportunidad de pisar… todo eso a la basura. Su frustración era inconmensurable. Jamás en su vida había estado tan caliente como en ese momento, y sin poder hacer nada.
La sitaución era clara. Tenía dos opciones: seguir insistiendo o retirarse como un caballero y aguardar hasta la próxima oportunindad (que podía llegar en 5 años más, o quizás nunca). Si bien tal vez lo más sensato era lo segundo, este gil tenía su cordura cegada por la calentura.
No… eh, no me importa, en serio, a mí esas cosas me dan lo mismo… o sea, lo de la regla…
Le dijo, siendo algo mentirosillo, ya que a decir verdad nunca había intimado con una mujer estando ella en su período. “En serio?”, le preguntó Marce. “Sí, es verdad…” respondió sonriente Rober mientras acercaba su cara al calzón de la peuca. Sin embargo la advertencia de la lolita debió haber sido escuchado por el galán protagonista de esta historia, ya que ni bien estuvo a unos 10 cm de la prenda interior de la cabra, este weon sintió un hedor punzante que lo descompuso de inmediato: la mina estaba más hedionda que calzoncillo de payaso de micro. Rober se replegó inmediatamente y deicidió que era mejor dejarlo hasta ahí, para no cagarla y no perder todos los bonos que había ganado aquella noche para poder capitalizar en otra oportunidad. Total, ya tenía un buen plan para poder generar prontamente otra ocasión como esta.
- “Bueno, no importa, no te preocupís, te entiendo y si vai a estar incómoda (y yo también, culia hedionda) mejor no lo hagamos”, sentenció Rober
- “Ay… en serio? No te molesta? Pucha sorry por no haber podido hacerlo, pero en verdad es mejor así, además tu sabis lo importante que son pa mi el horóscopo y esas cosas”, replicó Marcela.
Rober se quedó durmiendo al lado de ella hasta el amanecer y luego se fue para su casa.
Al día siguiente se dedicó a reflexionar acerca de lo ocurrido. Cómo mierda pudo estar tan cerca y tan lejos a la vez, en tantas oportunidades durante toda la noche? Cómo pudo haberse dado vuelta la tortilla en tantas ocasiones durante toda la jornada? Sin duda había sido una montaña rusa de calentura y de emociones. Este weon había quedado tan caliente como jamás pensó que podía estar. Había alcanzado un nuevo status, había descubierto un nuevo nivel, era como el equivalente a un Super Sayayin nivel 666. “Esta wea no puede acabar acá”, concluyó luego de tanto pensar, para pasar finalmente a pegarse una macaca de proporciones bíblicas con la Marce en mente.
Pasaron así un par de dias, hasta que contándole de su drama cachamoroso al David, este weon le dijo “oiga perrito, yo me voy de vacaciones el jueves, te puedo pasar las llaves de mi depto y así te la podís llevar pa’lla si querís, y aprovechai de darle comida a mi gato y de pegarle una regada a las plantas… pero cambiai las sábanas después si conchetumare, no las quiero con ketchup a la vuelta”. Perfecto, era exactamente lo que necesitaba. Una tremenda coartada. “Y por qué este hueon no la invitaba a su casa o a un motel”, se preguntarán uds… la respuesta es porque la mina nunca accedía a ir a la casa de este hueon, ni tampoco respondía a las invitaciones explícitas para tener sexo. Por lo tanto esta era una buena opción.
Para el sábado siguiente, el Rober había invitado a la Marce a salir a tomarse alguna cosita. Habían pasado 3 semanas desde el fallido intento anterior, “así que si esta guliá nicagando anda de nuevo con la ruler y ya debe haberle salido alguna otra gueá en el horóscopo, como no le va a haber salido que le preste el mono al primer hueon que se le cruce nomas??”, pensó nuestro héroe. Pasó a buscar a la niña, y este weón estaba tan caliente, que su claridad mental se vio algo alterada: mientras cualquier hombre con dos dedos de frente primero la habría invitado a unos copetes así como para entrar en confianza, y luego de eso la habría llevado al elegante y pomposo depto del David ubicado en el exclusivo sector de El Golf, este weon no se pudo aguantar tanto rato. En una maniobra de calidad galanterística más que cuestionable, de entrada le dijo “oye, pero antes que vayamos a tomar algo, tengo que pasar a la casa de un amigo, me acompañai?”
La Marce se vio algo confundida con los planes ofrecidos por su galan, no muy convencida aceptó, y pasó a preguntarle que por qué tenían que pasar ahí primero, intuyendo algo medio raro.
Es que este hueón se fue de vacaciones entonces tengo que pasar a darle comida a su gato
Mala volá. La mina claramente desconfiada acompañó a Roberto. Una vez dentro del depto, este hueón le dijo a la mina que se sentara y que se pusiera cómoda, mientras este hueón se demoraba mucho más de lo necesario en alimentar al animal, así como para estirar el chicle. Le ofreció algo de tomar, y la mina le pidió una cerveza. Por suerte el David había dejado un par en el refri. Una vez terminada la labor doméstica a la que Rober había ido, se sentó con un par de pilsen en el sillón junto a la Marece. Algo más distendido el ambiente, comenzaron a conversar, echar la talla y besuquearse. Al rato Rober estaba tirando las manos cual Martín Vargas, y la mina no oponía resistencia alguna. “Ahora si que si mierda!!!!” pensaba este hueón.
Al parecer la minoca había quedado terrible caliente de la última vez y quería concretar lo que en aquella ocasión no se materializó, porque la cosa le estaba saliendo inusitadamente fácil a Robertito, tanto así que nuevamente despertó sospechas en su mente, pero prefirió no darles crédito.
Luego que la cosa estuviera virando hacia una inminente relación sexual, Rober tomó a la Marce de la mano y se paró del sillón.
Qué? qué pasa?
Dijo la Marce. “Vamos pa la pieza”, le dijo Rober con una sonrisa de ancla en l’ocico que ni un cañonazo en los cocos se la quitaba, ya comenzando a saborear los frutos de tanto arduo trabajo y de tantos años de espera.
Ay, no, mejor quedémonos acá
Respondió la muchacha. “Querrá culiar en el sillón”, pensó para sí Rober, “bueno, no será tan terrible si se lo dejo al David con un poco de olor a raja… de ahí le paso un trapo al tapiz”
Ahm, bueno, ya…
Le dijo Rober, al paso que comenzaba a desvestirla. Sin embargo la Marce lo frenó en seco. “No, no es que no quiera ir pa la pieza, no quiero hacerlo”
- “Pero como?!?!?! Por qué!?!?!?!?!?!?!?!”
- “Porque no nomas…”
- “Noooo poh, pero por qué poh, no se, si no querís esta bien, pero al menos dame una razón, si mira como estábamos”
- “Porque no… y ya”
- “Pucha… yapos Marce, me preocupa, estai bien?”, a esas alturas terriblemente ofuscado. La hueá ya era como musho.
Marcela no respondió. Solamente se reincorporó y se arreglló sus ropas. Se paró del sillón, se volteó a mirar por la ventana y su semblante cambió radicalmente. Algo de pena se podía desprender de su expresión facial y podía intuirse que en cualquier momento podía romper en llanto. Rober se preocupó de verdad. Quizás la mina lo estaba puro manipulando, quizás estaba puro agarrándolo pa’l hueveo y jugando con su calentura sus emociones. Pero quizás de verdad la mina tenía un problema. Nuevamente Rober apeló a lo más conciliador de su manual, se dirigió donde la Marce y la abrazó mientras le hacía cariño en el pelo.
- “De verdad te pasa algo?”, le preguntó
- “Sí……. y sorry, pero no puedo hacerlo”, dijo Marcela
- “No, si no importa, eso no importa, a mí eso me da lo mismo (saaaaa), lo que me preocupa es si no estai bien tú”.
- “En serio te preocupa?”, le dijo la loca algo asombrada por tanta calentura comprensión expresada por su compañero de aventuras sexuales
- “Pero obvio po, cómo no me vai a importar?… cuéntame, qué onda?”
El silencio de la Marce permitió que este weón comenzó a pasarse todos los rollos del mundo por la cabeza. “La regla nicagando, le vino hace 3 semanas así que de nuevo no, a menos que sea una mentirosa reculiá… y si me está agarrando pa la paipa? demás que sí, si igual debe cachar que estoy verde por chiflármela, no creo que pase piola”. Así siguió elucubrando conjeturas y teorías sobre la negativa de Marcela para concretar el sacro acto del coito
- “Prefiero no contarte”.
Nicagando. Rober no había llegado hasta ese punto para conformarse con ello. NECESITABA una explicación decente.
- “No poh, mira como estai, como no me vai a contar? Si es algo grave, sabis que podís confiar en mi”
Se anotó un punto a su favor. Marce lo miró con su mejor cara de amor y le dijo “que eris lindo, por eso te quiero tanto, no se qué habría hecho todos estos años sin tí”. Sin duda que al Rober se le ocurrieron muchas respuestas para dicha afirmación, partiendo por un “no se voh pero yo me habría tenido que pajear pensando en otras weonas”, y otras ideas aún más flaites que es mejor no publicar. El abrazo que le dio Marce encendió aún mas las pasiones de Rober. Deseaba esa respuesta casi tanto como pisarse a esta mina.
- “Ya… te voy a contar… pero prométeme que no me vai a juzgar ni me vai a retar”.
- “Lo prometo”. Ni weon.
- “Ok…… ya… lo que pasa… ay”
- “Tranquila, dime nomas…”
- “Ya… lo que pasa, es que… ¿te acordai de la Xime, mi amiga?”
- “Sí… qué pasa con ella?”
- “No, con ella directamente nada… pero te acordai de su pololo?”
- “Sí, algo, creo que una vez lo ví en un carrete”, respondió Roberto, rogando que lo que Marcela estaba a punto de contarle, no fuera lo que él estaba pensando.
(Continuará...)
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MAÑANA PARTE IV Y FINAL ¡FELIZ VIERNES, CALENTONES!
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