la única forma de destruir al puritanismo es escuchando heavy metal y consumiendo series o comics edgy llenos de sexo y violencia y temáticas profundas mal usadas y chistes de mierda pero así de una forma re copada viste maaaaaannnnnnnnn
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Y mi luto no consistió en vestir de negro.
Consistió en aparentar estar bien de día y llorar silenciosamente en las noches.
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"esto no augura nada bueno para nosotros" @eunyuin
toda su mente se encuentra detenida, no se ha dado oportunidad de pensar o procesar nada, simplemente ha estado viviendo en modo automático por decirlo de una manera. inclina su cabeza para observar bien a joven un par de segundos. "¿quieres contarme que hay dentro de esa cabecita tuya?" pregunta porque él mas bien, a diferencia de otros encuentros, no tiene mucho que decir.
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Cuando las noticias de que Suyeong había muerto comenzaron a llegar, Yohan no podía creerlo. Era como ver un Dios, una criatura omnipotente, ser destruida por aquello que tanto odió y por lo que él mismo juró destruir. Lo que fue un rumor entre los rebeldes, se volvió una realidad y el basurero donde el sinónimo de deidad para él, había perecido, se convirtió en su ultima morada. Yohan nunca tenía arrepentimientos, aseguraba que todas sus decisiones malas o buenas, aportaban algo a su crecimiento como humano. Pero esa noche, tuvo la primera regresión en su vida, el no poderse despedir. El luto se volvió rabia, contra si mismo por no detenerlo y decirle que se mantuviera con él, separarlo de Karel que eran solo problemas y rabia con Suyeong, porque sabía que nada ni nadie podría separarlo del hombre que sostenía su corazón en sus frías y robóticas manos. Pero Karel lo soltó, como aquella vez en el pasado y como ahora, llevándolo a su inminente muerte. Lo que fue culpa y rabia, se convirtió en locura cuando viéndose al espejo, se dio cuenta de que él tenía el poder de traerlo de regreso.
Meses de búsqueda y cobrarse miles de favores de las personas de la ciudad Luminosa, es que dio con el laboratorio donde su adorado Suyeong descansaba, donde las luces demasiado blancas, que lo mantenían iluminado en su féretro de cristal y agua gelatinosa, no le favorecían para nada a su cuerpo demacrado, conectado a tubos que mantenían sus sistemas funcionando. Ah, ahora podía entenderlo, la fragilidad del ser humano y el porque todos buscaban la inmortalidad. El cuerpo orgánico se echaba a perder, y si uno de los órganos se detenía, todos los sistemas lo harían. Suyeong dormía, su pecho subía y bajaba gracias a que sus pulmones funcionaban con ayuda de máquinas, pero el agujero en su caja torácica, indicaba la falta de algo muy importante y la razón del porque estaba ahora en esa posición más cerca de la muerte que la vida, del porque Yohan y muchos más habían decidido seguirlo en cuanto a sus enseñanzas y lo que profesaba, la razón del porque ese humano tan simple y que podría ser fácilmente remplazado, le había hecho buscarle por mar y tierra como un hombre famélico y sediento.
Suyeong había perdido el corazón, pero Yohan sabía dónde encontrar uno…
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El sonido de agua recorre las tuberías de su laboratorio subterráneo, el féretro de cristal está abierto pero el pecho está completamente cerrado, un color rojo fuego se enciende en la caja cada que el corazón de Lilith bombea en el pecho de su mejor amigo, el único que ha tenido. El científico limpia la piel orgánica con una solución para mantenerla suave, sin que se agriete, sin que el cascaron se rompa antes de que el cuerpo vuelva a despertar. Yohan acaricia la prótesis izquierda, aquella que el colocó sobre el hombro de Suyeong aquella noche cuando apareció en su laboratorio, desangrado y con un brazo arrancado. Le salvó la vida, aun y cuando el pirata odiase no ser de carne y hueso. Y otra vez, le había salvado la vida, pero dudaba que en esta ocasión le agradeciera por su ardua labor de conseguirle un corazón que nunca se detendría, que nunca morirá. Lilith ya no existe, Yohan ha perdido el interés en la revolución y ahora que todos habían perdido a su mártir, Yohan podía tener a Suyeong para si mismo, mantenerlo dormido en el féretro de cristal y agua por toda la eternidad.
Yohan eleva su mirada desde el pecho hasta un rostro, donde un par de ojos están muy abiertos y le observan fijamente. No tiene temor a pesar de la escena macabra, porque Suyeong no está exactamente despierto, solo son reacciones de un cuerpo que pelea contra la sangre nueva que bombea en su ser. Es como un muerto en vida, una criatura que carece de bondad. El científico sonríe, y aquellos ojos que antes le miraban brillantes y con cierta diversión, ahora le observar con un deje de frialdad y rencor. - —Sé que siempre quisiste vivir como un ser humano completo y morir como tal, Sully. Pero no podía dejarte marchar, ¿lo entiendes? — -es su ultimo acto egoísta, aquel que debió hacer inclusive antes de que todo aquello iniciara, antes de que su querido y adorado amigo perdiera la característica más grande se su persona, el corazón. Aquel cuerpo gruñe, o es el sonido que percibe, pero no se mueve, la maquinaría sigue incrustada en su piel y el órgano vital sigue palpitando en contra de la voluntad del ente. Yohan lleva una de sus manos para obligarlo a cerrar los parpados, sosteniendo la cabeza de Suyeong entre ambas palmas y se inclina para besar su frente. Hay devoción, pero sobre todo, una palpable obsesión con mantener con vida a la única persona que lo entiende. - —Descansa por ahora, mi buen amigo. Te prometo te sentirás mejor después.
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"Voy a dejar un pedacito de mi alma contigo, cuídalo bien.
Me voy, una parte de mi muere de felicidad por esta nueva etapa y la otra, simplemente se muere.
Me voy y dejo un pedacito de mi en ti, en nuestras charlas, en nuestras risas, en nuestras miradas, en nuestros abrazos y caricias.
Dejo todo esto aquí, pero también me llevo todo lo que hemos vivido, lo bueno y lo malo. Pero sobretodo, lo bueno.
Aún no sé cómo voy a vivir mi día a día sin tu mirada o tu sonrisa. Pero me voy, es lo mejor. Debo seguir mi vida y tú la tuya."
- K.V.
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De los cerca de 110 mil millones de seres humanos fallecidos desde el alba del Homo sapiens, casi casi casi casi casi casi todos marcharon sin dejar huella. Nacieron, crecieron, comieron, amaron y fallecieron sin que hoy tengamos el más remoto indicio de que alguna vez existieron.
Los que han destacado lo suficiente en un área como para dejar alguna marca son una ínfima minoría.
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Se me fue, y me dolió, pero dolió más con él tiempo, cuando ya no oía tu voz, cuando ya no podía contarte mis cosas, cuando era un día gris y no podía correr a abrazarte, la vida no se detuvo cuando te fuiste, pero se puso peor.
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