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#leyendas de terror
escaldo · 17 days
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Leyendas de terror salvadoreñas
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La Siguanaba
Esta es la leyenda más conocida en El Salvador. En los tiempos en que las deidades caminaban sobre la tierra, el dios Tláloc se enamoró perdidamente de una joven y bellísima mujer a quien los aldeanos llamaban Sihuehuet (que en castellano se traduce como "Hermosa Mujer").
De este amor nació un hijo. Sin embargo, la gente la consideraba una mala madre, ya que dejaba al pequeño solo en casa para salir a pasear.
Por este motivo, el niño se alimentaba únicamente de ceniza. Tláloc no tardó en enterarse de las acciones de la mujer y su enfado fue tal que le lanzó una terrible maldición.
A partir de este momento, ya no serás conocida por tu nombre anterior, sino que todos te llamarán Siguanaba (es decir, "horrible mujer") -pronunció el dios de la lluvia.
Desde la distancia, la dama parecía hermosa. Sin embargo, cuando algún hombre se le acercaba, su aspecto cambiaba drásticamente convirtiéndose en un horripilante monstruo.
La deidad también la obligó a vagar por los senderos y caminos rurales vacíos, buscando hombres trasnochadores para espantarlos y obligarlos a regresar pronto a casa.
Existe una manera de librarse de la Siguanaba, aunque llevar a cabo este plan sin fallos es sumamente difícil. La víctima que se encuentre cara a cara con ella debe acercarse lo más posible y luego tirarse al suelo cerrando los ojos y estirando uno de sus brazos hasta poder alcanzar uno de los pies de la criatura.
Después de esto, la persona debe jalar con fuerza para hacer que ella caiga. Mientras el espíritu maligno permanece en el suelo, el individuo debe darse a la fuga.
El Cipitío
Según la tradición salvadoreña, la leyenda del Cipitío es una "continuación" del mito anterior, revelándonos la historia del hijo de la Siguanaba.
Al igual que su madre, el Cipitío también se convirtió en una criatura maldita, ya que Tláloc le lanzó un hechizo para que nunca pudiera convertirse en hombre. Es decir, sin importar el paso de los siglos, siempre seguiría siendo un niño.
Los adultos mayores de El Salvador me contaron que en las casas de la gente que tenía chimenea, se decía que de vez en cuando el espíritu de aquel chiquillo aparecía.
El Cipitío no solo disfruta comer la ceniza producida por los maderos quemados, sino que también se deleita revolcándose en ella.
La descripción clásica de él es la siguiente: un niño de baja estatura, con un vientre prominente y extremidades inferiores al revés. Esto confunde a quienes intentan seguirle el rastro, ya que los lleva en dirección opuesta.
A diferencia de su madre, este personaje no hace daño a nadie, aunque de vez en cuando puede realizar alguna travesura inofensiva. Por último, solo queda decir que aunque a esta historia se le han añadido y quitado algunos detalles (dependiendo principalmente de la época), sigue conservando su esencia original.
El Cadejo
El Cadejo es una de esas historias que trascienden las fronteras de un lugar específico en Centroamérica, como en el caso de El Salvador, y se encuentran versiones del mismo relato en otras regiones, como México.
Se trata de una leyenda de origen indígena que sostiene que los perros son los acompañantes ideales para guiar al recién fallecido hacia la tierra de los muertos.
Sin embargo, con la llegada de las tropas españolas a Mesoamérica, este mito comenzó a evolucionar. En versiones posteriores, se utiliza esta leyenda para ilustrar claramente el contraste entre el bien y el mal.
Los Cadejos son perros fantasmas más grandes de lo habitual y generalmente se les ve en parejas. Uno de ellos es de color blanco, mientras que el otro tiene el pelaje completamente negro.
El Cadejo blanco, con ojos azulados, simboliza la luz del paraíso. Si este perro guía el alma de un difunto, encontrará el descanso eterno fácilmente, sin obstáculos en su camino hacia su destino final.
Por otro lado, si aparece el Cadejo negro durante el trayecto, es necesario tomar precauciones, ya que este perro se asocia con el infierno. Su principal misión es llevar almas inocentes al averno para satisfacer a Satanás.
Para protegerse de este espíritu maligno, los salvadoreños solían quemar incienso, conocido como Sahumerio en ciertas regiones del país.
Un consejo que podemos darte es que, si decides pasear por el campo, intentes regresar a casa antes de que se ponga el sol, ya que a veces los Cadejos andan sueltos.
La Carreta Bruja
Cuenta la leyenda que, desde tiempos pasados, en algunos pueblos de El Salvador, cuando el reloj marca las 12:00 de la noche, se puede escuchar con claridad el rechinido de las ruedas de una carreta que atraviesa las solitarias veredas a toda velocidad.
El relato que compartiré hoy me lo contó un querido amigo. Según él, un hombre había ido a visitar a unos parientes. Tan absorto estaba en la reunión que perdió la noción del tiempo, abandonando la casa casi a medianoche.
A pesar de caminar por un sendero oscuro, no sintió temor, ya que desde pequeño había estado acostumbrado a pasear únicamente bajo la luz de la luna.
Avanzó sin preocupaciones hacia su hogar hasta que de repente escuchó el chirrido de las ruedas de un carruaje.
¿Quién podría ser a estas horas de la noche? -le preguntó el hombre a su perro.
Continuó su camino, aunque el sonido de la carreta se hacía cada vez más fuerte. Justo cuando pasó frente al cementerio municipal, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y se persignó.
Ya casi llegaba a su casa cuando de repente sintió un escalofrío, ya que escuchó a los animales de la granja aterrorizados.
De repente, como un destello, vio pasar la Carreta Bruja frente a sus ojos. El cochero tenía la cabeza cubierta de zacate y del interior del carruaje solo se podía ver un extraño resplandor rojizo.
Lo más confuso de esta leyenda es que el hombre no recordaba cómo llegó a su casa ni por qué estuvo postrado en la cama durante más de tres días, con fiebres superiores a los 40°C.
La Ciguanaba
Algunos afirman que la leyenda de la Ciguanaba es exactamente igual a la de la Siguanaba (que, por cierto, ya está incluida en esta compilación). Sin embargo, después de revisar varias fuentes, nos dimos cuenta de que existe un relato distinto al anterior.
Quizás la confusión en la población se debe al hecho de que, en ambas crónicas, no solo el nombre es prácticamente idéntico, sino que también comparten varios elementos en común.
A continuación, comenzaremos a relatar esta leyenda para que puedas compararla con la otra.
En esta historia, nos encontramos con una bella mujer que era pretendida por un cacique. Sin embargo, la joven estaba completamente enamorada de otro hombre.
Esto enfureció al poderoso hombre, ya que ninguna otra chica del pueblo se había atrevido a rechazarle. Enfurecido, fue al domicilio de la joven, la raptó y la encerró en una cueva.
Mientras tanto, al prometido de la muchacha, lo golpeó y finalmente lo arrojó al río para que se ahogara.
Después de innumerables intentos, la mujer logró escapar de su encierro y encontró a un chamán, quien le entregó una pócima para que se convirtiera en un ser inmortal.
Desde ese día, la gente de los pueblos cercanos al río jura que por las noches una mujer vestida de blanco se pasea por la orilla, buscando el cuerpo de su amado.
La Leyenda del Padre sin Cabeza
Según lo que sabemos, existen dos versiones distintas de la leyenda del Padre sin Cabeza. En la primera, se cuenta que un sacerdote se enamoró de una mujer y abandonó la Iglesia para casarse con ella.
Desde el punto de vista de la Iglesia, este acto significaba que el pobre cura estaría condenado al pecado mortal por toda la eternidad, al romper sus votos de castidad para contraer matrimonio.
En la segunda versión de la leyenda, relacionada con el sacerdote decapitado, la gente mayor asegura que hace mucho tiempo hubo una fuerte revuelta en El Salvador y que uno de los padres de la Iglesia convenció al pueblo para que se levantara en armas contra el gobierno colonial.
Hubo numerosas batallas en las que el cura salió victorioso. Sin embargo, en una de las últimas escaramuzas, el ejército español logró capturar a los rebeldes y el padre fue condenado a muerte.
Además, en esta narración se enfatiza que el alma del sacerdote sale todos los viernes del año de la Iglesia del Rosario para recorrer las principales calles de la ciudad.
Por otro lado, no solo se ha avistado al Padre sin Cabeza en la capital, sino también en poblaciones como Santa Ana o Cojutepeque.
El Caballo Negro
Aquellos que se han encontrado cara a cara con el Caballo Negro han sufrido toda suerte de desgracias. Se dice que este animal no es otro que el mismísimo Diablo, solo que disfrazado.
Satanás, siendo un ser mitológico de gran astucia, no se presenta frente a los mortales como una criatura fea o una bestia salvaje. Por el contrario, se transforma en un bello corcel de pelaje oscuro.
Durante el siglo pasado, muchos de los hacendados más adinerados de El Salvador desaparecían en las noches de luna llena. Sus familiares los buscaron durante mucho tiempo, hasta que, sin explicación alguna, encontraron sus restos esparcidos en los potreros.
Uno de los detalles más intrigantes de este relato es que, en el interior de los cuerpos, no se encontraron músculos ni huesos, sino solamente zacate.
Es importante recordar que en los mitos antiguos, los ancianos creían que cuando una persona enfrentaba dificultades financieras o problemas de salud, podían invocar al diablo para obtener ayuda. Cuando Belcebú era convocado desde lo más profundo del averno, se formaba un gran remolino en el lugar de la invocación.
Luego, aparecía un hermoso potro negro, montado por un jinete elegantemente vestido. Este individuo cumplía algunos deseos de los desafortunados, pero a cambio, sus almas pasarían directamente al infierno sin posibilidad de absolución una vez que se cumplía el contrato.
El plazo máximo que el jinete daba a sus víctimas, bajo ninguna circunstancia, era mayor de siete años. Tal vez por esta razón, ese número siempre ha sido asociado con la "mala suerte". Si no me crees, solo recuerda lo que dice la gente cuando rompes un espejo por accidente.
La Descarnada
Sabemos que existe una versión "azteca" de esta leyenda, pero nos centraremos en la versión que encontramos en las fuentes salvadoreñas que revisamos antes de redactar este texto.
En el camino que va desde Santa Ana hasta Chalchuapa, la gente afirma que se aparece una mujer de aspecto aterrador.
Sin embargo, hay quienes aseguran todo lo contrario, afirmándo que la misteriosa dama posee una belleza sin igual. Suele pasearse por los caminos poco transitados, vistiendo ropa moderna y provocativa, con el objetivo de atraer a conductores solitarios para que se detengan y la ayuden.
Cuando una víctima detiene su automóvil, ella se acerca con paso pausado y le pide al conductor que baje la ventanilla del copiloto. Acto seguido, la "Descarnada" solicita ser llevada al pueblo más cercano, alegando miedo de caminar sola en la noche.
Una vez dentro del vehículo, la mujer comienza a mirar fijamente a los ojos del conductor, con la intención de hacerle perder el control y estrellarse contra una barrera de contención.
Cuando esta táctica falla, la mujer sugiere que se detengan para contemplar la luna y las estrellas por unos minutos. Aprovecha ese momento para besar apasionadamente a sus víctimas.
De repente, los hombres empiezan a percibir un olor nauseabundo y notan que la piel y la carne de la mujer se desprenden, dejándola convertida en un esqueleto literal.
Se dice que los desafortunados conductores que han sufrido el ataque de la Descarnada nunca vuelven a recuperar la razón, ya que sus mentes quedan seriamente dañadas para siempre.
Se desconoce si esta mujer fue una bruja o simplemente una víctima que fue asesinada en la carretera y ahora busca venganza. Así concluye una de las leyendas de terror salvadoreñas más espeluznantes.
El Duende
Un día, Graciela, una joven cortejada por todos en el pueblo, estaba desayunando frijoles con tortillas cuando un trozo de pared cayó sobre su comida. A pesar del incidente, ella ignoró el suceso y continuó disfrutando de su desayuno hasta que su abuela llegó y le contó lo ocurrido.
La anciana, al escuchar las desventuras de su nieta, la miró y le dijo:
Realmente, Graciela, ¿por qué todas las desgracias del mundo te ocurren a ti? Más tarde, mientras lavaba los platos, Graciela sintió caer un poco de tierra del techo, pero siguió como si nada hasta completar todas las tareas que su abuela le había encomendado.
Cuando terminó, se sentó a leer una revista hasta la hora de la siesta. A las 7:00 de la noche, una teja cayó cerca de ella, convirtiendo el ladrillo en polvo y dejando una marca en el piso que sorprendió a todos los presentes, incluyendo a sus padres, su abuela y una vecina.
Indignado, el padre de Graciela se levantó y preguntó quién estaba quitando las tejas del techo. Graciela compartió lo que le había pasado durante el día, pero nadie sabía qué pensar.
Esa noche, un grito de Graciela encendió las luces de la casa. Su padre, armado con un palo, buscó a intrusos por toda la propiedad, pero no encontró a nadie.
Más tarde, un fuerte ruido resonó en la casa, como si los trastos en la alacena se hubieran caído. Nadie pudo dormir después de tantos sustos.
Por la mañana, notaron algo extraño: el agua en la pileta para bañarse estaba tibia, algo inusual para esa época del año.
El misterio se resolvió cuando el padre encontró extrañas huellas en la tierra, similares a las que deja el duende, un personaje de las leyendas salvadoreñas. Según los historiadores, el duende se enamora de las chicas más bonitas del pueblo y les juega "travesuras" hasta encontrar algo negativo en ellas.
La Flor de Amate
En las provincias salvadoreñas, se cree que el árbol de Amate guarda un misterio especial. Una de las leyendas sugiere que quien se siente a su sombra será espantado por un espíritu durante la noche. Sin embargo, entre todas las historias conocidas, la que habla sobre la flor de amate merece especial atención.
Según la gente, esta flor solo es visible para los niños y las personas sordomudas. A veces, se aparece en las noches de luna llena, y para atraparla se necesita un pañuelo blanco. Dicen que si la envuelves en él, la flor nunca se escapará.
Quienes logran atraparla disfrutan de un largo período de buena suerte, pero deben cuidar de que la flor no desaparezca, ya que junto con ella se irá la fortuna.
El secreto para atraparla radica en estar en el lugar exacto donde caerá la flor, en el momento preciso: a las 12:00 de la noche.
En otras versiones, se dice que para obtener la flor de amate, uno debe desafiar a Satanás a una pelea. Si el desafiante gana, se le concederán todos sus deseos y una vida larga y plena. Pero si es derrotado, su alma será llevada al infierno por toda la eternidad.
Como dato curioso, este árbol solo crece en las zonas geográficas de El Salvador donde hay una temperatura cálida durante la mayor parte del año.
Chasca del Agua
Esta leyenda nos transporta a tiempos antiguos en "Barra de Santiago", donde vivía un jefe indígena conocido por su maldad y riqueza. Este hombre ya había concertado el matrimonio de su hija, Chasca, con el príncipe de una tribu vecina.
Un día, mientras Chasca paseaba por la playa, conoció a Ayacetl, un apuesto pescador. Entre ellos surgió un amor instantáneo, pero el padre de Chasca no aprobaba esta relación, ya que había arreglado un matrimonio para ella.
A pesar de la oposición de su padre, Chasca se encontraba con Ayacetl cada mañana en la playa, donde él la esperaba en su balsa y le dedicaba dulces canciones de amor.
Sin embargo, el padre de Chasca descubrió el romance y, en un trágico giro, Ayacetl fue asesinado por una flecha mientras esperaba a Chasca en la playa. El mar se tiñó de rojo con su sangre, y Chasca, presa del dolor, decidió unirse a él en la muerte.
Atándose una pesada piedra a la cintura, se adentró en el mar y nadó con todas sus fuerzas hasta que las olas la arrastraron hacia lo más profundo. Desde entonces, los pescadores de la zona cuentan que en las noches de luna llena, se puede ver a una mujer vestida con un traje de plumas blancas surcando el mar en una canoa del mismo color.
Así, en la actualidad, la gente de Barra de Santiago sigue recordando la historia de Chasca, la diosa del agua.
El Justo Juez de la Noche
El Justo Juez de la Noche es un personaje legendario muy conocido en las historias salvadoreñas. Se dice que se manifiesta a aquellos que transitan por los caminos rurales durante las madrugadas.
Quienes afirman haberlo visto describen a un jinete vestido de negro, montando un caballo también negro y llevando un látigo en su mano derecha. Este individuo castiga a cualquier persona que se cruce en su camino, incluso si no han cometido ningún pecado.
Algunos aseguran que el jinete es de baja estatura y carece de cabeza, aunque esta característica no es evidente a simple vista. Un denso humo que emana de su traje oscurece todo a su alrededor.
Se cree que esta leyenda se originó durante la época colonial española en El Salvador, cuando el virrey ordenaba mantener los caminos despejados durante la noche.
Por lo tanto, la gente empezó a creer en la historia de un jinete que aparecía para castigar y advertir a los trasnochadores. La justicia del juez era implacable, ya que todos recibían la misma cantidad de golpes, sin importar la gravedad de su falta, desde el robo hasta simplemente beber en exceso.
La Cuyancúa
La Cuyancúa es una criatura terrorífica, una mezcla entre víbora y cerdo. En la cultura maya, era considerada el mensajero de las lluvias, indicando la llegada de temporales cuando se acercaba.
Principalmente avistada en la región norte de Izalco, su presencia era anunciada por temblores y un escalofriante chillido durante las tormentas. Incapaz de caminar, se arrastra moviendo la tierra a su paso. Los ancianos aún rezan al escucharlo, previendo fuertes tormentas.
Hoy en día, esta leyenda es un atractivo turístico en el balneario de Atecozol, donde se dice que reside la Cuyancúa. Algunos relatos sugieren que no solo predice desastres naturales, sino que también puede crear manantiales, pues al recostarse en terreno seco, brota agua cristalina.
¿Prefieres la versión que anuncia desastres o la que crea nuevas fuentes de agua?
Nuestra Señora de Santa Ana
La leyenda relata cómo un grupo de indígenas se dirigía en peregrinación hacia el pueblo de Santa Ana, llevando consigo una imagen religiosa. La noche cayó inesperadamente, obligándolos a pasar la noche en el sitio, resguardándose bajo una gran ceiba en lo que antes era conocido como Sihuatehuacan.
Al amanecer, los peregrinos intentaron continuar su camino, pero se encontraron incapaces de levantar la imagen del suelo, como si estuviera adherida al lugar por una fuerza divina. Una mujer sugirió erigir una capilla en el mismo sitio, interpretando el hecho como un deseo celestial.
Otra versión de la leyenda de Nuestra Señora de Santa Ana narra un suceso durante la "Revolución del 44", cuando un ejército agotado y desarmado estaba a punto de rendirse. En ese momento, una hermosa mujer se les acercó llevando un bulto en su delantal. Sacó un cántaro de agua y les dio de beber a todos, lo que milagrosamente cambió el curso de la batalla a su favor.
La Mona Bruja
Con esta breve narración, concluimos la recopilación de leyendas salvadoreñas. Según la creencia popular antigua, las "Monas" eran hechiceras capaces de transformarse en criaturas similares a los chimpancés, pero del tamaño de orangutanes, mediante rezos y conjuros.
La Mona Bruja se destacaba entre ellas, siendo capaz de correr a gran velocidad y saltar entre las copas de los árboles para sorprender y atacar a sus enemigos. Sus combates eran aterradores, acompañados por risas escalofriantes que paralizaban de miedo a quienes los presenciaban.
Los pocos afortunados que lograban escapar de estas bestias quedaban marcados para siempre por el terror vivido.
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shortcomicsbykame · 6 months
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'El Monte de las Animas' | pg2
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valkyriamonsterblog · 7 months
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pamhr · 1 year
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:. Callejón del diablo 👹 o del aguacate 🥑
“En los tiempos del general Lázaro Cárdenas (1934-1940) se dice que vivía un militar solitario y con fama de tener un carácter rígido y reservado. Éste, debido al estrés postraumático de las batallas, salía todos los días a hacer largas caminatas para calmar la ansiedad y el padecimiento. Uno de sus vecinos era un niño que todos los días salía a jugar, y fascinado por las medallas de la chaqueta del militar le insistía diariamente a que jugaran juntos, sin embargo, el señor siempre le negaba el deseo o simplemente lo ignoraba a pesar de la insistencia. Un día, la repetición de ésta acción hartó al militar y en un ataque de ira, golpeó al niño hasta matarlo y lo colgó en el árbol que se encontraba en la calle. El militar tras ver lo que acaba de hacer, se arrepintió inmediatamente y con el fin de sanar sus heridas mandó a poner en esquina del callejón un altar con una virgen, para que cada persona que pasara se persignara.
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Otra de las leyendas que se cuentan sobre el callejón del aguacate es que ahí, una niña de siete años que jugaba en la calle fue atropellada, y cuando el conductor se dio cuento del accidente se dio a la fuga.
Mientras la niña estaba agonizando por el accidente se le apareció una figura extraña que se ofreció a salvar su vida a cambio de entregarle su alma, la infante en su agonía aceptó el pacto, sin embargo, esta figura extraña la engañó y en vez de salvarle la vida la puso en una dimensión paralela de la cual no puede salir, por lo que, se le escucha gritando.
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Algunas otras personas cuentan que durante el periodo del cardenismo, en una de las casas se reunían altos mandos del gobierno que acostumbraban realizar sesiones espiritistas usando la ouija.”
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cuartoretorno · 2 years
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Halloween (Michael Myers) 1978 -2022
A Nigthmare On Elm Street (Freddy Krueger) 1984 - 2010
Scream (Gosthface) 1996 - 2023
Listos para Halloween camaradas? Tu que dices Malón? 
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elrincondeces · 9 months
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relatosdelafosa · 1 year
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mxxferr06 · 1 year
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😱😳
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escaldo · 2 months
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Leyendas de Terror de Bolivia
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La novia sin cabeza
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
El Barrio de San Benito en Potosí, Bolivia, destaca como una de las comunidades mineras más reconocidas en este famoso poblado. Hace muchos años, aconteció aquí un hecho tan macabro y sangriento que, hasta el día de hoy, permanece grabado con fuerza en las mentes de los lugareños.
La historia cuenta que tiempo atrás, vivía en El Barrio una jovencita hermosa pero muy pobre, llamada María. Esta muchacha se había enamorado de Rufino, un joven que no tenía mucho que ofrecerle, excepto su amor desinteresado. A pesar de amarlo, a María le aterraba la idea de vivir en la pobreza, razón por la cual no se decidía a fijar una fecha para la boda.
Al ver la aflicción de su amada, Rufino decidió viajar a Argentina para buscar fortuna y ofrecerle las comodidades que ella anhelaba.
—Cuando regrese, seré tan rico que no habrá ningún problema para casarnos. Hasta entonces, espera por mí, María, que te prometo que volveré.
María aseguró que lo esperaría. No obstante, pasaron los meses y luego más de un año sin noticias de su prometido.
Para entonces, la chica había captado la atención de un hombre rico pero poco atractivo y considerablemente mayor que ella. Este inesperado pretendiente la acosaba diariamente para persuadirla de ser su esposa. Aunque a María le repugnaba la mera idea de besarlo, finalmente accedió, cegada por la desesperación de no saber nada de Rufino y por su aversión a la pobreza.
En el día de la boda, María se encontraba preparándose para ir a la iglesia. Ya tenía puesto su vestido blanco de novia, así como las flores que llevaría al altar. Se miraba en el espejo con los ojos cargados de tristeza.
Pensaba en Rufino y en lo que podría haber sido si tan solo hubiera regresado.
De repente, escuchó que alguien entraba en la habitación. Se volvió y se quedó inmóvil al ver al susodicho, mirándola fijamente, con un hacha en las manos. María experimentó una mezcla de miedo, felicidad y confusión que la dejó inmovilizada.
—¿Rufino?
El joven levantó su hacha sin decir palabra y la decapitó limpiamente, manchando su traje nupcial de sangre. Luego huyó y nunca más lo volvieron a ver en Potosí. Todos en la comunidad quedaron impactados al descubrir el horrendo crimen.
Años después, el lugar de la tragedia fue demolido y en su lugar se construyó un colegio. Una noche, la portera encargada de vigilar el lugar se quejó aterrorizada, asegurando haber visto a una mujer vestida de novia, sin cabeza, deambulando por los pasillos del edificio. Tuvieron que darle la razón cuando algunos profesores y alumnos confesaron ser testigos de la misma macabra aparición en ocasiones.
Se trata del alma de María, que sigue penando por haber traicionado a su único amor. A veces se la oye llorar al ponerse el sol. En otras, parece desesperada por encontrar su cabeza.
La esposa del condenado
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
El esposo de María, una mujer modesta, llevó una vida sumamente licenciosa. Fumaba, bebía, salía de parranda con sus amigos. Mientras su pobre mujer hacía lo posible por cuidar la casa y a sus hijos, este hombre se metía en todo tipo de problemas. Finalmente, murió a causa de esta rutina caótica, dejando a su familia sumida en la más profunda miseria.
María no sabía qué hacer para salir adelante.
Un día, sus vecinos le dieron una macabra noticia:
—María, fíjate que por ahí anda un hombre que se parece mucho a tu esposo, preguntando por ti. No pudimos verlo bien porque mantenía la cabeza inclinada y su voz era muy ronca.
Muerta de miedo, María les preguntó qué podía hacer, temiendo que fuera el difunto que había regresado desde la tumba. Los vecinos le aconsejaron que llevara siempre consigo un espejo, un jabón y un peine. Y así lo hizo.
Cierta tarde, María volvía caminando a su casa cuando escuchó que alguien la llamaba. Al voltear, vio a un desconocido que se parecía mucho a su esposo siguiéndola, con la cabeza gacha. Rápidamente echó a correr y él fue tras ella. Tiró entonces el espejo entre ambos, el cual se convirtió en un mar inmenso, impidiendo que el condenado pudiera cruzar.
María se salvó.
Al día siguiente, la historia se repitió. El condenado fue detrás de la mujer y ella arrojó ahora el jabón, que se transformó en un gran pantano que el difunto no pudo evadir.
María se salvó por segunda ocasión.
Al siguiente día, el condenado volvió a perseguirla. María lanzó el peine, que se convirtió en un espeso bosque plagado de espinas.
María se salvó por tercera vez.
Lamentablemente, el condenado no se rendía y María tuvo que ir a ver al cura para obtener una solución definitiva.
—Mantente siempre rodeada de niños —aconsejó él—. Los niños son como los ángeles del Señor. Ningún espectro puede acercarse a ellos.
Desde ese instante, María decidió no separarse de sus hijos. Pero aun así, una noche el condenado fue a buscarla. Se apareció en un rincón de su casa, asustando a los pequeños y poniéndole a ella la piel de gallina.
—Por favor, no me tengas miedo, no voy a hacerte daño —le dijo él—. He regresado porque no puedo descansar en paz después de todo lo malo que hice en vida. Ahora necesito mostrarte algo. Sígueme.
La mujer fue tras él hasta el patio de la casa, donde el fantasma le dijo que se pusiera a cavar. Bajo el suelo, encontró enterrado un pequeño cofre lleno de oro y joyas. En el momento en que fue desenterrado, su esposo se desbarató convirtiéndose en polvo. Finalmente, había hecho algo bueno por su familia y ahora podría hallar el descanso eterno.
María y sus hijos vivieron sin preocupaciones el resto de sus vidas.
El féretro
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
Esta es una de las leyendas de terror más estremecedoras de Bolivia. La historia se remonta a poco después de la época de la Conquista, cuando los españoles ya estaban asentados en Sudamérica. Cuentan que por aquel entonces, llegó al país una familia proveniente de España, conformada por el matrimonio y cinco hijos, todos con la esperanza de enriquecerse.
Para ello, el padre invirtió todos sus ahorros en las prósperas minas del Potosí, de las cuales se extraían diariamente metales preciosos. Al principio, las cosas fueron viento en popa para la familia; la industria minera estaba dando sus frutos y ya se habían construido una casa preciosa. Contaban con un buen número de sirvientes para atenderlos y se podían permitir todos los lujos de la época. Hasta que un día, la desgracia tocó a su puerta.
La hija más pequeña de la familia enfermó gravemente. Había contraído sarampión, una enfermedad que hoy en día ha sido prácticamente erradicada, pero que en ese entonces era casi una sentencia de muerte.
Sus padres contrataron a los mejores médicos para ayudarla, en vano. La niña murió tiempo después, y tanto sus padres como sus hermanos quedaron devastados. Como si eso no fuera suficiente, sus negocios se fueron a la quiebra y su antigua vida de riqueza quedó en el pasado. Derrotado, el padre decidió que regresarían a España para comenzar de nuevo.
Antes de marcharse, le dio a su hija cristiana sepultura y la colocó en un féretro de madera, que enterró cerca de las minas. El cuerpo de la pequeña descansaría en tierras bolivianas.
La familia volvió a España, y a los pocos días, los trabajadores de la mina no tardaron en darse cuenta de que algo muy macabro sucedía por las noches. Primero, algunos de ellos aseguraron haber visto un féretro en llamas que se deslizaba desde las minas hasta la estación de trenes. Allí se quedaba toda la noche hasta que el sol comenzaba a salir. Entonces regresaba a toda velocidad hasta las minas antes de que el primer rayo de luz lo alcanzara.
Resultaba curioso ya que, cuando la familia española aún vivía allí, el padre siempre salía desde el Potosí hasta La Paz, capital de Bolivia, abordando el tren a medianoche.
Otros empleados decían haber escuchado las risas de una niña, cuya silueta deambulaba por los corredores de la mina, poniéndoles los pelos de punta. Los más escépticos siempre creían que se trataba de la hija de alguno de los mineros, pero esta sospecha se desvaneció al comprobarse que ninguno había engendrado a una niña.
El tiempo pasó, y el misterio del féretro de las minas se convirtió en una leyenda descalificada por muchos. Aún hoy en día, existen visitantes que aseguran haber escuchado a la pequeñita, haber visto su aura a lo lejos o bien, haberse encontrado con un misterioso ataúd en los rincones, que desaparece en solo cuestión de segundos.
La Viuda Alegre
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
Martín era un muchacho bastante tímido y reservado, que casi nunca salía de su casa. Pero aquella noche, sus hermanos lo convencieron de ir con ellos a un baile que se celebraba en el pueblo. Cuando llegaron, todo era música y algarabía. Los parientes de Martín no tardaron en sacar a bailar a unas jovencitas, pero él se quedó en un rincón, aburrido y con ganas de marcharse.
Fue en ese momento cuando una mujer muy atractiva se le acercó. Tenía ojos grandes y negros como su cabello, una piel blanca como la leche y una linda sonrisa.
—¿Por qué estás aquí tan solo? ¿No te gusta bailar? —le preguntó.
—No, la verdad es que solo vine para acompañar a mis hermanos.
—A mí tampoco me gustan mucho las fiestas, ¿vamos afuera para platicar?
Martín aceptó, entusiasmado porque era la primera vez que conversaba con una joven tan atractiva. Charlaron por horas, rieron y él se sintió enamorado de aquella bella desconocida. Luego, repentinamente se besaron y él se dijo que aquella era la mejor noche de su vida.
—Ya va a ser medianoche y tengo que regresar a casa —dijo ella.
—Yo te llevaré, a estas horas no es seguro que una señorita ande sola por el camino.
Subieron los dos al caballo de Martín y tan pronto como la mujer estuvo en la silla de montar, el equino se puso a relinchar nervioso, como si le hubiera caído encima alguna clase de alimaña. El muchacho intentó controlarlo y se disculpó por el temperamento del animal.
—No te preocupes. Llévame al cementerio por favor, que ahí es donde está mi casa —le dijo ella.
—¿Al cementerio? Pero si ahí no hay nada más que tumbas.
La chica insistió y Martín se dirigió hasta el camposanto, pensando que tal vez la muchacha vivía por el rumbo. Durante el camino, un silencio espectral se hizo entre ambos. El joven quería hacer conversación, pero cada vez que intentaba decir algo, las palabras morían en su garganta y se impedía voltear; como si algo dentro de sí le advirtiera que siguiera con la vista en el camino.
Finalmente, a lo lejos, divisó el cementerio.
—Ya vamos a llegar, ¿quieres que te acompañe hasta tu puerta?
Por toda respuesta, la chica emitió un grito lastimero y aterrador, que paralizó por completo a su acompañante. Sudando frío, Martín miró por encima de su hombro… y se dio cuenta de que detrás de él ya no montaba su amada, sino un esqueleto con ojos de fuego, que reía de forma gutural.
El caballo volvió a encabritarse y Martín cayó al suelo, aterrado. Lo último que vio antes de quedarse inconsciente, fue al espectro alejándose con rumbo al cementerio. Sin saberlo, había conocido a la Viuda Alegre, un ser que salía de su tumba todas las noches para matar a los inocentes de un susto.
Cuando sus hermanos lo encontraron a la mañana siguiente, tirado en el camino, no había nada que hacer. El pobre estaba muerto.
Los fantasmas del Hospital de Clínicas de La Paz
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
Muchas son las cosas que se cuentan acerca del Hospital de Clínicas, el más antiguo de la ciudad de La Paz, Bolivia. Este edificio ubicado en el complejo de Miraflores, alberga secretos que a más de uno le han puesto la piel de gallina. Y es que se dice que después de tantos años, son varios los pacientes que se niegan a abandonar el lugar, a pesar de que ya estén muertos.
Eloy Ticona es quien mejor puede dar fe de ello. Durante 25 años, este hombre ha fungido como portero del hospital, por lo que ha escuchado innumerables historias y anécdotas. Y también ha visto cosas.
Cierta noche, Eloy se encontraba recorriendo como de costumbre los pasillos del hospital, cuando vio pasar a pocos metros, justo por el jardín, la figura de una mujer alta y delgada, toda vestida de negro. Lo primero que pensó fue que se trataba de una de las enfermeras de planta, a las cuales ya conocía muy bien.
—¿Mercedes? ¿Es usted?
La mujer no le respondió. Simplemente entró al hospital y se deslizó a lo largo de un corredor, ingresando a la habitación de un enfermo. Intrigado, Eloy decidió ir tras ella. Con mucha discreción abrió la puerta, encontrándose con que no había nadie en la habitación, a excepción del paciente que se removió en su cama.
—Disculpe, me pareció ver a entrar a una enfermera aquí.
—No, le aseguro que nadie ha venido desde hace varias horas.
Eloy le dio las buenas noches y se retiró a seguir con su jornada, extrañado. Desde entonces, admite que las apariciones no han dejado de repetirse, aunque ahora más que miedo, le causan una rara curiosidad.
Aquella ocasión, por cierto, no fue la única en la que vio a la mujer de negro. Varias noches más tarde volvió a aparecer, visitando a otros enfermos. Tras comentar esta situación con algunos médicos y enfermeras, el vigilante llegó a la conclusión de que quizá se trataba de la Viuda del General, un fantasma muy conocido dentro de la clínica.
Sin embargo, él no es el único que ha sido testigo de este tipo de espectros.
Teresa Aguilar, doctora encargada del área de Neonatología, afirmó haber visto a una enfermera de capa azul que se movía por el área pediátrica, y a la cual no pudo reconocer. Sobre todo, porque su uniforme era indiscutiblemente de otra época.
Ella recordó entonces la leyenda de la enfermera fantasma, una muchacha que en vida se había destacado por el cariño y dedicación con los que cuidaba a los niños enfermos. Apenas unos cuantos segundos de haber presenciado la aparición, Teresa escuchó las risas de varios pequeños en el pasillo superior; una zona que, ella sabía, se encontraba vacía.
—Me estoy volviendo loca —se dijo, antes de retirarse a su oficina pensando que estaba sugestionada.
A la mañana siguiente, no la tranquilizó el recibir la queja de una empleada del hospital.
—A ver si alguien calma a esos niños, no hace gracia que estén riendo tan tarde en la noche.
Los duendes
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
Cuando era pequeño, mi abuela me habló sobre los duendes. No esas criaturas pequeñas y generalmente amistosas que vemos en los cuentos y películas, sino los duendes reales. Ella dice que estas criaturas son las almas de los niños muertos, que no fueron bautizados antes de nacer. Tienen ojos grandes y muy brillantes, que no parecen de este mundo y sus pies están al revés. De esta manera, pueden engañar a las personas haciéndoles creer que caminan en cierta dirección, cuando en realidad se están dirigiendo en sentido contrario.
Otra característica inconfundible de los duendes es que, a simple vista, tienen rostros angelicales y hermosos. Solo cuando los miras más de cerca, revelan su verdadera naturaleza, transformando sus rasgos en los de un demonio.
—Cuando un niño muere sin haber recibido el bautismo, su alma queda atrapada en un cuerpo diferente —me dijo mi abuela—. Se convierten en duendes y se dedican a robar a otros niños para llevarlos a lo más profundo del bosque. Nadie sabe qué hacen con ellos. Pero usan todo lo que esté a su alcance para lograr secuestrarlos: juguetes, dulces, canciones. Por eso debes tener mucho cuidado, mi niño, y no alejarte demasiado cuando salgas de casa.
Aquí es donde comienza la parte escalofriante de esta pequeña historia. Yo tenía seis años cuando ocurrió. Estaba jugando en el jardín de mi casa después de conversar con la abuela. Ella preparaba el almuerzo y de vez en cuando, me veía por la ventana.
De pronto, alguien llamó mi atención susurrando mi nombre. Alcé la mirada y lo vi.
Allí, entre los arbustos, un pequeñín me miraba con interés. Tenía un rostro pálido y muy dulce, aunque había algo extraño en sus ojos, negros y demasiado grandes.
—¿Quieres venir a jugar conmigo?
—¿Quién eres?
El chiquillo sonrió de una manera que me dio escalofríos. Algo no andaba bien ahí, pero yo no sabía lo que era, a ciencia cierta…
—Si me acompañas, podemos comer dulces, tengo juguetes nuevos que te van a gustar.
Por alguna extraña razón, aunque desconfiaba, no pude evitar ponerme de pie y comenzar a andar hacia él. Además, la propuesta sonaba tentadora. Pero mi intuición no dejaba de advertirme que estaba en peligro…
Miré hacia abajo y lo descubrí. Este niño estaba usando los zapatos al revés, pues sus pies estaban volteados. Un escalofrío me recorrió la espalda y me quedé paralizado. Cuando levanté los ojos, el duende seguía sonriendo, pero ya no era bello. Su rostro se había convertido en el de una bestia, con la piel arrugada y una expresión grotesca y burlona, que concentraba la más pura maldad.
Grité, como nunca había gritado en mi vida. Mi abuela salió de inmediato a verme. El duende se había marchado cuando ella llegó. Yo no pude dejar de lloriquear en toda la tarde.
Mis padres no me creyeron cuando les conté lo que había visto en el jardín. Ni ellos, ni nadie.
Solo mi abuela lo hizo y pude ver en sus ojos, el mismo miedo que sentía yo.
El fantasma del Cementerio Jardín
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
La leyenda urbana boliviana que vas a conocer a continuación fue narrada por unos testigos que no quisieron revelar su identidad, posiblemente por miedo. A la fecha, es una de las más conocidas en el país y en Latinoamérica.
Los protagonistas de esta historia son un matrimonio acomodado, que cierta noche volvía a casa tras un compromiso diplomático. Habían cenado en casa de un importante embajador, la cual se encontraba un tanto retirada de la zona en la que vivían. Viendo que les quedaba todavía un largo camino por delante y que ya había oscurecido, decidieron tomar un atajo y desviarse hacia el barrio de Sopocachi. Estaban pasando por los alrededores del Cementerio Jardín cuando la mujer notó algo extraño.
Había una mujer caminando sola por la calle. Iba completamente vestida de negro y no se le veía el rostro. Se le hizo extraño que alguien estuviera fuera a esas horas de la noche, y más con el frío tan intenso que hacía.
—Querido, detente por favor —le pidió a su marido—, mira a esa mujer. No trae abrigo con el clima tan terrible que hace hoy y se ve que nadie la acompaña. Tal vez necesite que la lleven a algún sitio.
—¿Estás segura?
—No sé, vamos a preguntarle.
El hombre se detuvo a un lado de la desconocida y su esposa bajó la ventanilla para hablarle.
—Buenas noches, señora. Ya es muy tarde y está haciendo demasiado frío, ¿no quiere que la acerquemos a alguna parte? ¿Va usted a su casa?
Al principio, la extraña no respondió. Una larga mata de pelo negro ocultaba su perfil. Pero luego, se volvió para ver a la mujer… y cuando lo hizo, ella sintió un terror inmenso que se apoderaba de sus huesos.
Aquella mujer no era una persona de carne y hueso, sino una presencia fantasmagórica. Tenía los ojos completamente blancos y una piel cetrina semejante a la de un cadáver. Además, en ese instante se dio cuenta de que no estaba caminando, pues no poseía pies. Su cuerpo flotaba a pocos centímetros del suelo.
El fantasma emitió un gemido natural que hizo gritar a la elegante señora. Rápidamente cerró su ventana y el coche se alejó del cementerio a toda velocidad.
En toda la noche, el matrimonio no pudo conciliar el sueño, pensando en lo que habían visto. No estaban borrachos cuando regresaban de la casa del embajador, ni era posible que hubieran tenido la misma alucinación. Aún así, quisieron creer que lo habían imaginado todo, tal vez por lo cansados que estaban después de la cena.
Poco después, contaban esta aterradora anécdota en su círculo de amistades, y no los tranquilizó el hecho de descubrir que uno de sus amigos había visto exactamente a la misma aparición.
—Dicen que es el alma en pena de una mujer que camina fuera del cementerio, posiblemente esté enterrada allí. Ya son unas cuantas personas las que la han visto, muy tarde, de noche.
A partir de ese momento, el matrimonio jamás quiso tomar aquel atajo de nuevo.
La Casa de la Moneda
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
El territorio boliviano, al igual que muchos otros lugares de Latinoamérica, se halla inundado por leyendas y mitos fantásticos que a más de uno le han puesto la piel de gallina. El que vamos a contar a continuación ocurre en la preciosa ciudad del Potosí, dentro de una de sus construcciones históricas más importantes: la Casa de la Moneda.
Erigido durante la época colonial, dicho lugar se ha visto rodeado en más de una ocasión por las leyendas urbanas y las supersticiones de la gente. La más popular afirma que sus sótanos se encuentran malditos, motivo por el que hasta hoy en día es imposible bajar en las visitas guiadas.
Siglos atrás, la Casa de la Moneda servía como fábrica de centavos que después de su elaboración, eran distribuidos por toda la ciudad. Trabajaban aquí numerosos esclavos que habían sido traídos desde África. Justo enfrente se alzaba un convento, que por su fachada y por la apariencia de las hermanas que allí vivían, se había ganado el respeto de todos los habitantes. No obstante, nadie podía imaginar los comportamientos aberrantes que tenían lugar adentro.
El monasterio se encontraba corrompido por la tentación y la falta de fe de las monjas, quienes llevaban a cabo sesiones espiritistas y otros actos de adoración al maligno. Además, acostumbraban tener relaciones sexuales sin control con los curas que las visitaban, participando en monstruosas orgías incluso cuando se sabían embarazadas.
Habría sido un escándalo admitir el nacimiento de tantos niños concebidos en tan oscuras circunstancias, por lo que pronto, aquellas mujeres tomaron una costumbre sumamente espantosa.
Todos los bebés que nacían en el convento eran deformes y horribles, debido a las ceremonias negras que sus madres celebraban. Sin el menor remordimiento, los pequeños eran asesinados y sus cuerpos abandonados en los sótanos de la Casa de la Moneda, los cuales abarcaban un área de dos kilómetros bajo el suelo.
Pronto, los esclavos africanos comenzaron a asustarse al escuchar sonidos extraños que provenían del lugar; especialmente de noche. Algunos de ellos, jurando haber bajado para investigar, quedaron aterrorizados al encontrarse con duendes y otras extrañas criaturas que usaban a los niños muertos para llevar a cabo macabros experimentos. Otros, aunque nunca se atrevieron a poner un pie en el sótano, revelaron haber oído risas infantiles y llantos de bebé que les infundían el más perverso pavor.
Con el paso del tiempo, las monjas del convento fueron descubiertas y como era de esperarse, el lugar quedó abandonado. Los años siguieron transcurriendo y la Casa de la Moneda sufrió múltiples reformas, siempre sembrando la duda sobre lo que realmente ocurría en el subsuelo.
Actualmente sigue siendo una construcción hermosa y muy visitada por los turistas. Y aunque dicen que las leyendas urbanas son solamente un cuento, resulta curioso que el acceso a los sótanos continúe siendo restringido. ¿Tendrán las autoridades algún motivo importante para mantener lo que ahí existe en secreto?
Si algún día viajas hasta la bella ciudad de Potosí, tal vez quieras acudir para intentar averiguarlo.
El puente del demonio
Fuente: relatoscortos.org, Erika GC
En el hermoso pueblo de Potosí, Bolivia, hay una leyenda de terror que ha sido transmitida de padres a hijos a lo largo de generaciones, advirtiendo sobre la presencia de un misterioso puente que nunca consiguió terminarse. Y jamás lo hará, porque está maldito por las mismas fuerzas infernales.
Todo comenzó cuando un muchacho campesino se enamoró de la hija del alcalde, una hermosa joven de raíces indígenas a la que, sin embargo, no podía aspirar debido a su pobreza. El gobernante era muy celoso y aspiraba a casar a su primogénita solo con un hombre sumamente rico e importante. Era por eso que los jóvenes amantes tenían que verse a escondidas.
Pero durante uno de sus encuentros, tuvieron la mala suerte de ser sorprendidos por el alcalde, quien apartó a su hija furioso del chico.
—Si tanto quieres a mi hija, ese amor que tienes tendrás que pagarlo con dinero —le ordenó—, pero más te vale que lo tengas al terminar esta semana.
Desesperado, el muchacho se puso a trabajar y de alguna manera logró reunir la cantidad que le pedía el alcalde, antes de que entregara la mano de su hija a otra persona. Para esto, tuvo que ir a la capital y trabajar como esclavo en las labores más humillantes. Pero nada de esto importaba, siempre y cuando pudiera estar con su verdadero amor.
Con el dinero en sus manos, el joven abordó un camión para volver a su pueblo. Era el último día del trato y llovía a cantaros. El autobús llegó hasta un barranco y se quedó inmóvil, pues a causa de la lluvia era imposible rodear el cerro para llegar al otro lado.
Lleno de angustia, el campesino invocó al diablo y le prometió que le entregaría su alma si lo ayudaba a cruzar.
Al escucharlo, el demonio se puso a picar piedras y a construir un puente, advirtiéndole que al terminarlo, su alma le pertenecería para siempre.
En el último instante, el muchacho se arrepintió y pidió ayuda a Dios para que lo salvara. Justo cuando el demonio estaba a punto de poner la última piedra del puente, unos ángeles bajaron e impidieron que esta fuera colocada. Para cuando el gallo cantó, el alma del campesino se había salvado y pudo cruzar a salvo para reunirse con su amada.
Sin embargo, el puente quedó incompleto para siempre.
Cada vez que alguien trataba de poner la última piedra, esta amanecía fuera de lugar de manera inexplicable. Hoy en día, los lugareños aseguran que por las madrugadas se aparece un hombre siniestro, que se queda de pie, mirando el sitio donde debería ir la roca restante.
Probablemente sea el diablo, que sigue guardando rencor por el alma que perdió y espera a que el próximo incauto caiga en su trampa, al acecho de nuevas víctimas a las cuales aterrorizar.
Si alguna vez pasas por este sitio, mejor ten cuidado con donde pisas. No querrás ser el próximo.
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shortcomicsbykame · 6 months
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'El Monte de las Animas' | pg1 (colaboración para una publicación en homenaje a la banda española de folk metal Saurom)
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pamhr · 1 year
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:. Casa de La Moira: José Vasconcelos número 125, San Miguel Chapultepec.
“Se cuenta que Marcus entró en la casa abandonada de La Moira a la edad de ocho años.
Marcus escuchó voces extrañas e inexplicables que salían de la casa. El tímido joven entró lentamente a un cuarto, escuchó voces. Algo que no pudo explicar del todo. Estas extrañas voces solo despertaron más su interés y lo impulsaron a explorar más la casa. Marcus procedió con valentía a subir las escaleras de esta casa y entrar en uno de sus dormitorios. Fue aquí donde presenció la inquietante aparición de un hombre que había sido colgado del techo. Asustado, Marcus huyó de la casa solo para desarrollar una obsesión por lo que había visto. Esta vista también molestó mucho a Marcus. La aparición del ahorcado aparentemente dominó sus pensamientos desde entonces y lo puso en un estado mental oscuro. Durante los siguientes 10 años, estos mismos pensamientos oscuros continuaron atormentando la mente de Marcus hasta el punto en que lo llevaron a regresar a la casa. Obsesionado con la casa y en un extraño giro del destino, Marcus entró en la misma habitación en la que había visto la aparición del hombre colgado todos esos años antes. Luego procedió a ahorcarse.
Con el paso del tiempo, la propiedad se utilizó para realizar sesiones espiritistas. Participantes de estas sesiones hablan de diferentes posesiones demoníacas que ocurrieron en ese lugar. También comenzaron a ofrecer recorridos nocturnos por el interior de la casa. No duraron mucho porque los organizadores aseguran que la fuerte presencia de demonios hacía peligroso caminar por la casa.
En un momento la Casa La Moira fue una galería y abrió al público. Hoy es una residencia privada y no es accesible al público en general. Aunque ya no es accesible, la casa sigue siendo conocida como uno de los lugares más encantados de México.” .:
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cuartoretorno · 1 year
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A Nigthmare On Elm Street (Freddy Krueger) 1984 - 2010
Que fue Bro? Es enserio? se nota que eres Old School! Que Proceda con las LLantas Bandido! que fue? sacas el Six Pack con sus cuates? habla? que piensas de mi amigo Love? todo Bien? 
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elrincondeces · 9 months
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EL MISTERIO DEL CANDELABRO Y EL ESPEJO | Video relato de la madrugada. U...
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Relato de la madrugada. EL CANDELABRO Y EL ESPEJO. Narración Edición y escrito por Ces M. Domínguez
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