Me gustaría decirte cuan tranquilizante es pensar en tus manos, el cómo se pasean por mi espalda, que por un momento entraras en mis ojos y hurgaras en los archivos de mis pupilas, para que te dieras cuenta lo catártico que es recordar las líneas de tu rostro y la forma que toman al acercarte tanto a mí, cuando me tomas por un rato y me pintas tus besos.
Quisiera también que mis brazos te contaran de lo mucho que guardan de los suaves pliegues de tu piel, de la forma de tus muslos, del largo de tus piernas.
Quizá por eso esta obsesión de escribirte, de vaciar en papel las memorias para cuando vuelva a verte, de limpiar los espacios que sólo tu me llenas.