Tumgik
#Editorial Molino
idrislibrary · 8 months
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Esa es nuestra pequeña gran desgracia: éramos una imposibilidad que avanzaba entre tragedias.
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Kurt y Jane Singer - Con El Alma En Un Hilo - Editorial Molino - 1968
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buscando-que-leer · 10 months
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Este guión cinematográfico, basado en un sonado caso de la nota roja de los años sesenta, en el que el descubrimiento de nueve cadáveres de mujeres destapa la existencia de una red de prostitución manejada por tres hermanas apodadas las "poquianchis", fue escrito en 1976 por Tomás Pérez Turrent y Xavier Robles basándose en la investigación que el segundo realizara en 1973.
Nombre: Las Poquianchis
Editorial: Molinos de viento
Autor:  Tomás Pérez Turrent, Xavier Robles
Año: 2007
Película 
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raiquen · 5 months
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📚 My 2024 Readings 📚
Hello again! I hope that, between the more lewd content you can find on my blog, you can also enjoy some book reviews. This year, I plan to diversify my readings list and pick some more culturally significant books from time to time.
January
Alberti, Rafael. Poemas Esenciales (Selección). Editorial Salvat, 2022.
Storni, Alfonsina. Antología Poética (1968) Selección por Alfredo Veirave. Biblioteca Argentina Fundamental. Centro Editor de América Latina.
Gaiman, Neil (1996) Neverwhere. Roca Editorial de Libros, Barcelona.
Christie, Agatha (1950) Tres Ratones Ciegos. Selección Biblioteca de Oro, Editorial Molino. Barcelona, España.
February
Dinesen, Isak (1937) Memorias de África. Narrativa Actual. RBA Editorial.
Bécquer, Gustavo Adolfo. Poemas Esenciales (Selección) Editorial Salvat. 2022
Philip K. Dick (1987) The Collected Stories, Volume IV.
March
Darío, Ruben. Azul... Cuentos, y Poemas en Prosa. Colección Criol Literario. Editorial Aguilar. Séptima Edición, 1969.
Doyle, Sir Arthur Conan (1887) Estudio en Escarlata. Editorial Salvat. Barcelona, España. 2022
April
Doyle, Sir Arthur Conan (1890) El Signo de los Cuatro. Editorial Salvat. Barcelona, España. 2022
Doyle, Sir Arthur Conan (1915) El Valle del Terror. Editorial Salvat. Barcelona, España. 2022
Darío, Rubén. Poemas Esenciales (Selección) Editorial Salvat. 2022
Christie, Agatha (1937) Muerte en el Nilo. Editorial Planeta de Agostini. Barcelona, España. 2022.
Mayo
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byndebondry · 1 year
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Cover art for the Spanish edition of House of Night: Marked (La Casa de la Noche: Marcada) by P. C. cast and Kristin Cast 🕯️
Published by Editorial Molino (Penguin España)
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bernardjleman · 3 months
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Mi relación con el horror
El terror siempre ha sido mi género favorito, desde que era niño. La primera experiencia que recuerdo al respecto fue la película La noche de Walpurgis, de Paul Naschy (1971), que empecé a ver una noche con mis padres (mis padres eran, en principio, bastante laxos con las películas que podíamos ver, siempre que fueran «toleradas»). Recuerdo que en ella dos chicas guapas se internaban en un castillo en ruinas y en uno de sus patios se topaban con un escorpión. Aparece Paul Naschy para poner orden y luego se convierte en hombre lobo. Mi hermano mayor se escondía detrás del sofá, pero yo no podía apartar los ojos de la pantalla. Esta totalmente fascinado. Ahí fue cuando nos mandaron a la cama.
Cuando uno se vuelve adicto a algo quiere disfrutar de ello todo el rato y de cualquier forma. Así que poco después empecé a escribir mis primeros relatos. Recuerdo uno llamado La mano negra. No sé de dónde había sacado esa expresión, pero el relato iba de un tipo que pierde la mano en un accidente y luego cobra vida (la mano, no el tipo) y se iba por ahí a hacer el mal. Yo tendría unos 7 u 8 años. Creo que ese fue el primer relato que escribí. Lamentablemente, no lo conservo.
La llama del horror nunca se apaga. Empecé a buscar películas y libros relacionados. Recuerdo películas clásicas como El doctor Jekyll y Mr. Hyde, El fantasma de la ópera, Frankenstein, Drácula… A mi padre mi afición le cayó simpática y me animaba. Mi hermano y yo jugábamos a representar escenas terroríficas. Nos gustaba mucho hacer teatrillos, que indefectiblemente terminaban con uno de los dos agonizando en el suelo.
Luego empecé con los libros. Lo primero que recuerdo es Edgar Allan Poe (echarían años después un ciclo en la segunda cadena de Televisión Española —cuando todavía se llamaba así— con las películas de Corman; no me perdí ni una). Luego pasé por Sherlock Holmes. Fui muy fan de Sherlock, lo leí todo en unas ediciones de la editorial Molino cuyas portadas me encantaban. Recuerdo llevármelos de vacaciones y leer en el coche y a primera hora de la mañana (siempre me he despertado muy pronto, mucho antes que el resto de la casa; de hecho, escribo esto a las 8 de la mañana de un sábado, mientras mi familia sigue durmiendo). De ahí pasé a Stephen King.
Volvía del colegio cuando mis ojos se posaron en un libro del escaparate de una librería. Tenía una portada enigmática. Una persona yacía muerta en una bañera y en los azulejos de la pared había escrito dos letras con su sangre. La escena era bastante lúgubre. Uno podía sentir la humedad sobre su piel. Las letras decían «IT» y el libro era un tochaco imponente.
Aquello era un imán para mí. Una atracción irresistible. Imaginaba qué clase de monstruo podía haber detrás de esa palabra y cómo había acabado aquella persona así en la bañera. Aquello era totalmente mi rollo. Estaba hecho para mí. Tenía que leer «eso» cuanto antes. Ahorré cual hormiguita de mi paga semanal, hasta que, meses después, pude comprármelo. Por entonces ya tenía edad para entrar solo en las tiendas, así que imagino que andaría por los 13 años o así. Cuando aparecí por casa con aquel tochaco mi madre me preguntó qué era aquello. Al ver el libro me hizo devolverlo porque no lo consideró apropiado para mi edad.
Me acompañó a la librería. Allí, la amable dependienta nos sugirió otras lecturas. A mí ya me daba igual todo. Me llevé lo primero que dijo, que eran los tres libros de Visiones peligrosas de la Biblioteca de Ciencia Ficción de Ediciones Orbis, la famosa antología de Harlan Ellison. Las portadas eran muy chulas, con esas naves espaciales flotando por ahí. Yo por entonces no tenía ni idea de quiénes eran todos aquellos escritores. Lo leí con poco interés. Me pareció todo un poco snob. No lo entendí mucho. Yo quería leer It.
No mucho tiempo después me dejaron por fin leer a King. Empecé por las cosas más clásicas, Salem’s Lot, Carrie, Christine. Mis tíos, que vivían en Madrid y eran mis padrinos de bautismo, solían enviarme libros suyos por mi cumpleaños. Recuerdo con especial cariño una edición de La larga marcha y otra de Cementerio de animales. Mi primo también era muy aficionado. Nos intercambiamos libros. Yo le presté Tommyknockers y el me prestó It. Habían pasado ya unos años. Lo abrí lleno de emoción. Recuerdo muy bien dónde y cuándo la leí (también a las primeras horas de las mañanas). Me encantó. De mi relación con King hablé en mi Carta a la directora, publicada en el Círculo de Lovecraft n.º 16. Muchas cosas de ella son ciertas. Otras no. No diré cuáles.
En aquella época consumíamos todo el fantástico que podíamos encontrar. Era el boom de la literatura de terror de los ochenta. Por ahí andaban Peter Straub, Dean Koontz, Ray Garton o Ramsey Campbell. Yo no leía a esos. Yo le era totalmente fiel a King. Una noche soñé que venía a mi casa y le invitábamos a cenar. Era un tipo muy majo.
Luego estaban las películas. Una vez alguien, probablemente mi hermano, sacó Alien del videoclub. Yo no sabía nada de aquella peli. Empezamos a verla todos juntos. Cuando el facehugger reaparece en la enfermería me mandaron a la cama. A la mañana siguiente ametrallé a mis hermanos con preguntas acerca del bicho. Aunque se evitaba mostrar el diseño de Giger en la publicidad de la peli, yo había visto pantallazos de los juegos de ordenador, aunque no había entendido muy bien lo que acechaba en aquellas imágenes: «¿Tiene como cuerdas colgando?», «No, pero tiene una cola muy grande. Y dos mandíbulas, una dentro de otra». Me la contaron entera y aquello me dio aún más ganas de verla. Años después pude hacerlo, al fin. Aquello también estaba hecho para mí. Se convirtió en mi película favorita. Creo que desde entonces la he visto como unas quinientas veces. Exagero. 499.
Pero además me cepillaba todas las franquicias de los ochenta. Pesadilla en Elm Street, Tiburón, Poltergeist (qué deliciosas pesadillas me produjo la escena del lavabo), Halloween o Viernes 13. Recuerdo que esta última la echaron en la tele y no se comentaba otra cosa en el colegio al día siguiente. A mí no me dejaron verla, pero mis compañeros me contaron todos los asesinatos con pelos y señales. En aquella época mi amigo Javi y yo, en vez de jugar al fútbol como todos los demás niños, nos pasábamos el recreo charlando de todo lo que nos molaba. Nos intercambiábamos el argumento de aquellas películas que uno no había podido ver, pero el otro sí. A mí, por ejemplo, no me dejaron ir al cine a ver Indiana Jones y el templo maldito porque después de ver El arca perdida la escena de las serpientes me mantuvo despierto durante meses (creía que las arrugas de las sábanas, que notaba en mis pies, eran serpientes; mi madre lo solucionó poniéndome calcetines) y la escena final me aterrorizó literalmente. Además, no era «tolerada». Pero, no recuerdo muy bien cómo, conseguí ver Aliens en VHS. En un recreo se la conté entera a mi amigo Javier y él a cambio en otro me contó Indiana Jones y el templo maldito, con todos sus spoilers. Aquello, nuevamente, en lugar de quitarme las ganas de ver la película, las hizo crecer (por eso me dan totalmente igual los spoilers, pero ese es otro tema). Javi cambió de colegio al empezar B.U.P. y, aunque nos vimos un par de veces más, perdimos el contacto. No había móviles en aquella época. No sabéis cuánto lo hecho de menos.
Por aquellos años fui con mi primo al cine a ver Perseguido: King y Chuache juntos. No se podía llegar más alto. También recuerdo la serie de televisión de Salem’s Lot. Cuando apareció el niño vampiro, una vez más, nos mandaron a la cama. Esa escena también fue combustible de pesadillas durante años.
Durante la adolescencia mis intereses se ampliaron, aunque no perdí la afición por el género. Leí El señor de los anillos. Lo intenté con el Silmarillion, pero no pude con él. También lo intenté con Dune. Abandoné en la página 18. La escritura era una afición intermitente. Llevaba un diario y poco más. Un día vi a un compañero de clase con un libro rojo que decía El señor de los anillos. El juego de rol. ¿Qué coño era aquello de «juego de rol»? Yo había visto jugar a un juego de mesa raro a los protas de E.T., pero no sabía nada más. También estaba muy viciado con los libros tipo «elige tu propia aventura». No la línea clásica, de tapa roja, no. A mí, como buen jugador de Spectrum, me gustaban los Multiaventura ilustrados por Azpiri (ahí estaba yo, todas las semanas en el quiosco) y los Lucha-Ficción de Altea.
El caso es que me pillé el libro, lo leí, flipé en colores y me pregunté con quién diablos podía jugar yo a aquello. Luego lo guardé. Meses después, un buen día que mi primo (sí, el de Stephen King) vino a casa, vio aquel libro en la estantería. Él también se había leído El señor de los anillos. Así que empezamos a jugar en el pueblo durante los veranos con el resto de la pandilla. Yo tenía este. Él tenía La llamada de Cthulhu.
Nunca olvidaré las primeras partidas de La llamada. Era como una droga. Yo quería más. Fotocopié el puto libro (sí, niños, en aquella época fotocopiábamos libros enteros. Los dejábamos en la librería más cercana y unos días después, ¡zas! el libro fotocopiado y encuadernado a tu gusto. Todavía conservo algunos manuales y aventuras roleros fotocopiados en casa de mis padres). Lo leí de pe a pa. Descubrí a Lovecraft.
Corrí inmediatamente a la librería. Se estaban forrando conmigo. Tenían un libro bastante gordo llamado Los mitos de Cthulhu, editado por un tal Rafael Llopis. El prólogo me fascinó. Lo subrayé de arriba abajo. Busqué el Necronomicón en la biblioteca. Me embarqué en viajes imaginarios alrededor del mundo, explorando archivos secretos, cámaras ocultas y ruinas ciclópeas en busca de saberes arcanos.
De ahí ya no se vuelve nunca.
Empecé a jugar al rol también con otro grupo de amigos. Compré más libros de Lovecraft, en aquellas ediciones de bolsillo de Alianza con cubiertas grotescas de Daniel Gil. Los leía por la noche, con la banda sonora de Apocalypse Now compuesta por Carmine Coppola atronando por los altavoces mientras mi mente viajaba a decadentes aldeas de Nueva Inglaterra o a los helados desiertos de Yuggoth.
En la universidad me empecé a interesar por otro tipo de literatura. Los beatniks, Henry Miller y su círculo (fui muy fan de Miller, me pilló en el momento idóneo), Lawrence Durrell, Bukowski… Seguí escribiendo mi diario. A veces compulsivamente, zarandeado por la pasión de aquellos escritores. Otras con menos dedicación. Luego encontré trabajo en Madrid y me fui allí a vivir. El terror había quedado relegado a un lugar menos importante de mi vida. Alguna película de vez en cuando. Alguna relectura. Era consciente de que se le consideraba un género menor, aunque yo sabía que no era así. Dejé de escribir.
Volví a enamorarme, me casé, tuve hijas. Un buen día, cuando todavía eran pequeñas, me acordé de Lovecraft y de cómo la gozaba con todo eso. Decidí releer algo. Pensé que habían pasado muchos años desde la época de Lovecraft. ¿Qué había sido de él y del horror cósmico desde entonces? Fijo que alguien tenía que seguir escribiendo cosas de esas. Empecé a investigar.
Lo primero que encontré fue una recopilación llamada Ominosus, de editorial Fata Libelli, ahora extinta. Contenía relatos de una tal Caitlín R. Kiernan, una tal Elizabeth Bear y un tal Laird Barron. Los de Kiernan y Barron me explotaron la cabeza.
Seguí buscando. Volví a recorrerme librerías, bibliotecas, archivos ocultos bajo pirámides primigenias. Ahora era todo más fácil: teníamos Internet. Me releí todo Lovecraft. Empecé a leerme relatos de horror cósmico y a apuntarlos en un blog llamado blogecraft que sigue por ahí, lleno de telarañas. Había cientos, miles, millones de relatos. Tantos que acabé perdiendo el interés ante la ciclópea tarea.
No obstante, seguí leyendo y seleccionando. Volví a acordarme de las películas de terror que tanto había disfrutado en la infancia. John Carpenter, por ejemplo. ¿Qué había pasado con todo aquello? ¿Cuándo dejé de verlas? ¿Por qué no las volvía a ver? Aún había películas que no había visto. Empecé a buscarlas. También empecé a escuchar podcasts especializados en terror cuando nadie lo hacía y los podcasts se podían contar con los dedos de una mano. Empecé a leer comics de terror. Volví a reencontrarme con aquella pasión. Volví a abrazarla de manera consciente, aceptándola y amándola con conocimiento y sin remordimientos, como el amor que se profesarían dos ancianos.
Luego tuve dos crisis de ansiedad en mi trabajo y como por arte de magia empezaron a brotar historias en mi cabeza. Así que volví a coger el teclado y empecé a escribirlas. Pero esa es otra historia. Puede que la cuente algún día.
Lo que quiero decir con todo este rollo es que el horror me ha acompañado siempre. Primero fue una atracción inconsciente. Un impulso irrefrenable. Luego fue una aceptación. Un abrazo. El horror es, junto con la música, ese lugar donde me siento seguro. Un espacio al que puedo volver cuando lo necesito, cuando el ruido ahí fuera es muy estridente, o el odio muy fuerte.
El horror es, pues, un hogar.
CRÉDITO DE LA IMAGEN SUPERIOR: Sección del cartel para la película “La noche de Walpurgis” de Paul Naschy (1971). Autor: Francisco Fernández-Zarza Pérez (Jano).
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prensabolivariana · 6 months
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El Populismo no soluciona nada. Lo empeora todo.
Por Alberto Pinzón Sánchez Por tener que cumplir un compromiso editorial, debí hacer una pequeña pausa en mi columna de Rebelión.org. También, porque entendí que alguien que no había entendido mi posición dialéctica y crítica, podía estar insinuando mi oposición radical al gobierno de Petro; que estaría llevándole agua al molino del fascismo-narco-paramilitar-galopante, el mismo que viene…
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eloygcoton · 7 months
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Salvaje, negra y oscura. Final
El cultivador del género se ha visto forzado a buscar otros mercados para potenciar sus trabajos, sacar el cuerpo de los contornos insulares e intentar la búsqueda de una editorial que se enamore de su obra y apueste por ella.
Una novela negra escrita en Cuba y en Cuba inspirada, es tan necesaria como los eternos molinos de viento de Cervantes, que nunca se detienen. Pero el tema más corrosivo, y que ha sido causa de no pocos fracasos creativos, es la falta de editoriales, en Cuba, que se dediquen a publicar novela negra. El cultivador del género se ha visto forzado a buscar otros mercados para potenciar sus trabajos,…
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Cuentos fantásticos, de Carlota Carvallo de Núñez
Cuentos fantásticos (Editorial Universo, 1968) es una exquisita colección de relatos breves que nos trae el estilo sencillo y poético de Carlota Carvallo, una autora que siempre nos habla de hechos extraordinarios con una naturalidad que sorprende y desarma. El primer cuento de este libro, que se queda para siempre en la retina, es “El molino de los peces rojos”, donde asistimos a una Navidad en la que una niña curiosa dormita en la sala de una mansión que le pertenece a su abuela, la cual se encuentra muy enferma. La pequeña, mediante sus sueños, accede a episodios importantes en la niñez de sus antepasados y juega con ellos en el jardín de la casa, en un camino de tierra flanqueado por molinos cerca del río lleno de peces que figuran en el nombre del cuento, o en la playa. El final del relato es maravilloso.
El segundo cuento, “La laguna encantada”, tiene como personaje central a la laguna del título. Si la atraviesas, viajas a otra dimensión, donde el tiempo, aunque transcurre, no deja huellas en las criaturas, es decir, nadie envejece, todo es siempre nuevo. Pero si alguien de esa dimensión extraña atraviesa la laguna, envejece de golpe hasta el borde de la misma muerte. El nudo del relato se presenta cuando una muchacha de nuestro mundo y un joven de esa extraña dimensión se enamoran y no pueden dar rienda suelta a sus sentimientos por pertenecer a mundos opuestos.
El tercer cuento “Una sombra en la ventana”, aunque es el menos logrado del conjunto, juega también con los viajes multidimensionales y hace referencia a los “amigos imaginarios” que pueblan la vida de los ni��os solitarios o introvertidos.
En el cuarto y último cuento, “Bajo las ramas del lúcumo”, vemos a Lía, una chiquilla que durante los días de verano corre al jardín de su casa para dormir bajo la sombra de un frondoso lúcumo. Solo bajo las ramas de ese árbol puede soñar con un jovenzuelo rubio, de aspecto lánguido, que la observa con insistencia con sus ojos profundos y tristes. Una de tantas tardes, Lía le ordena al jardinero que corte el lúcumo mientras ella duerme, así el muchacho rubio podrá reunírsele y dejar de ser solo un sueño.
El libro proyecta una atmósfera infantil, diáfana y tenebrosa, pero es, ante todo, decididamente ingenioso e inolvidable.
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anadelacalle · 1 year
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Vosotros, el Pueblo; poemas antisociales. Versátiles Editorial. 2023.
Ha pasado mucha agua bajo el molino desde la última vez que mis despapuchos visitaron una imprenta. Sí, queridos míos. No ha sido fácil sacar adelante este proyecto que ve la luz en la nueva singladura de Versátiles Editorial, quién se ha mudado de casa y ha echado raíces a la verita de Páramo y […]Vosotros, el Pueblo; poemas antisociales. Versátiles Editorial. 2023.
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Vintage Pulp - La Sombra (1939) (Editorial Molino) (Argentinean)
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idrislibrary · 8 months
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A veces, creer que ya no te queda nada más que perder es justo lo que necesitas para que desaparezca el miedo a arriesgarte.
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amsaklapper-blog · 7 years
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Le  Moulin Noir -Espionnage
Caution ! There is André Guerber at the wheel of this series...That means 60 issues between 1959 & 1963 on 3 different labels and two differently entitled serie. 
#01 to  #36 -  series “Le Moulin Noir Espionnage”, started [July 1959] at Editions de l’Etoile, ended [February 1962]at Editions du Champ de Mars.
#37 to #60 - series “SS Service Secret” at Editions Baudelaire [March 1962- April 1963].
Guerber politics mean also stolen borrowed covers, stolen borrowed pen-names, stolen borrowed label signs and probably stolen borrowed novels. Common denominator: to pay the less author rights as possible, ideally not to pay any author rights at all.
The series “Le Moulin Noir Espionnage”’s label sign, as well as the covers, come from spanish publisher Editorial Molino.  The series “SS Service Secret”s covers come from the spanish series “Servicio Secreto” from Editorial Bruguera.
The pen-names are also, for a part of them, from those spanish series and, for the rest, french signatures. The cover indications never correspond to the novels they overlay. The novels are often double-signed: false signature on cover, and other signature on the first page (quite as false). What else? The novels themselves? French spionage or crime novels reissues.
Thanks André Guerber. It is really fun to try to get through all those manipulations....
cover art: R. Cortiella, Pablo Ramirez, Antonio Garcia...
publishing director:André Guerber
source:amsaklapper’s collection
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buscando-que-leer · 1 year
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Greg Hiffley y los deportes no se llevan bien. Tras una desastrosa jornada deportiva en la escuela, Greg decide que lo de sudar la camiseta no es lo suyo, pero acepta a regañadientes la propuesta de su mamá de inscribirle en basquetbol. 
Las pruebas para entrar en el equipo le sale fatal y Greg cree que no lo escogerán. Contra todo pronóstico, lo admiten. Al inicio de la temporada, las probabilidades de ganar un partido parecen bajas, pero cuando todo esté en juego, ¿estará Greg a la altura de las circunstancias o tirará la toalla antes de tiempo?
Nombre: Diario de Greg 16: El número 1
Editorial: Molino, Penguin Random House
Autor: Jeff Kinney
Año: 2021
Titulo original: Diary of a Wimpy Kid: Big Shot
Booktrailer
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En papel: Gandhi, Casa del libro, Amazon, Book depository
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laisribeirodaily · 6 years
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Lais for VIP Magazine Dec. 2017 Ph: Tiago Molinos
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alastrada · 2 years
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Can we please appreciate how beautiful Ramón Escolanoʼs illustrations are? 🌿 These can be found in the first Spanish editions of the EDITORIAL MOLINO publishing house.
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Die drei Fragezeichen und der Seltsame Wecker.
We can appreciate revelant characters (asides from our beloved investigators) such as Reynolds & Hugenay. I absolutely adore the love in the detail the illustrator put into his drawings.
@bobandrews maybe you will like this as well. c:
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