De pronto recordé el sabor de los chicles qué comía de forma compulsiva cuando salía con ella para cubrir el olor del tabaco. Recordé sus besos, mezcla de menta y su propio sabor. Recordé sensaciones olvidadas, anestesiadas por otros labios qué estaban tan lejos que me costaba rememorarlos.
Casi el final de otro año, una noche fría, un cielo estrellado, la mejor compañía para esa noche y un tabaco, pero también estabas tú aún que casi omnipotente al fondo de la noche oscura, tu recuerdo, tu figura que encajaba a la perfección con cada una de las estrellas del cielo y mi memoria quien me jugaba la mejor de las bromas al sentir como acariciabas mi piel con amor y pasión, amor que siempre guardaste en tu corazón y esa pasión que me entregaste cada noche y cada amanecer.