Tumgik
#palabras ahogadas
ohsemeji · 22 hours
Text
Desde que te vi, no sé que me pasó, me desconozco.
21 notes · View notes
las-microfisuras · 2 months
Text
PAVANA DEL HOY PARA UNA INFANTA DIFUNTA QUE AMO Y LLORO
A Alejandra Pizarnik
Pequeña centinela, caes una vez más por la ranura de la noche sin más armas que los ojos abiertos y el terror contra los invasores insolubles en el papel en blanco. Ellos eran legión. Legión encarnizada era su nombre y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván, arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada. El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo. El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie. El que pisa la raya no encuentra su lugar. Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad; noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro, y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte: esa perversa tentación, ese ángel adorable con hocico de cerdo. ¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento? ¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir? Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín donde se abre la flor azul del sueño de Novalis. Flor cruel, flor vampira, más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral. Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie, abismos hacia adentro. Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba. Erigías pequeños castillos devoradores en su honor; te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso; amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación; te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos; te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos, como lazos en manos del estrangulador. ¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba, y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra! Y de pronto no hay más. Se rompieron los frascos. Se astillaron las luces y los lápices. Se desgarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto. Todas las puertas son para salir. Ya todo es el revés de los espejos. Pequeña pasajera, sola con tu alcancía de visiones y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies: sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada, sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra, o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos, o te amedrenta el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima. Pero otra vez te digo, ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto: en el fondo de todo jardín hay un jardín. Ahí está tu jardín, Talita cumi.
_ Olga Orozco
_ La Fleur Bleue, Louise Bourgeois 2007
Tumblr media
25 notes · View notes
sinfonia-relativa · 1 year
Text
Ya no te siento y nunca te sentí: Eres esa gran mentira, esa promesa falsa. Una palabra ahogada en su propio silencio, un amor que nunca descubrí...
Mabel
112 notes · View notes
norxaki · 3 months
Text
Miércoles, 7 de febrero de 2024
10:00 A.M.
Aliento
Lágrimas contenidas, respiración ahogada. Un ardor en el pecho y dolor en mi mirada.
Estabilidad fingida y un cuestionamiento sobre vivir. Lloré en el hombro de quien amo y todo pareció solucionarse.
Una palabra suya regresa mi aliento.
13 notes · View notes
Text
Tumblr media
Cada noche, cuando el mundo se sumerge en la oscuridad y las sombras se alargan, siento una presencia acechando en las sombras. No puedo verla, pero puedo percibirla, como un frío escalofrío que se desliza por mi espalda y un peso en el aire que me oprime el pecho.
Es como si una fuerza invisible estuviera envolviéndome, atrapándome en un abrazo gélido que me deja sin aliento. Mis sentidos se agudizan, escuchando cada susurro del viento y cada crujido del suelo, buscando algún indicio de su presencia.
Mis manos tiemblan mientras buscan desesperadamente algo a lo que aferrarse, pero no encuentran nada más que el vacío y la oscuridad que me rodean. Cierro los ojos con fuerza, tratando de ignorar la sensación de que algo, o alguien, está demasiado cerca, acechando en las sombras.
El miedo se apodera de mí, haciéndome temblar de pies a cabeza. Quiero gritar, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta, ahogadas por el terror que me consume. Siento que estoy siendo arrastrado hacia lo desconocido, hacia un abismo del que no hay escape.
En medio de la oscuridad, una voz susurra en mi mente, instándome a luchar, a resistir. Con cada fibra de mi ser, me niego a dejarme atrapar por el miedo. Aunque no sé qué me acecha en las sombras, sé que tengo la fuerza para enfrentarlo, para sobrevivir una noche más en este mundo de incertidumbre y temor.
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
6 notes · View notes
ocasoinefable · 8 months
Text
Llegue como todas las veces a casa; sentía ese venir e ir de un silencio a otro...
-Hoy estuve por alcanzar la sombra de una mariposita, tocar sus alas y sus movimientos...
Al llegar hasta mitad de la sala ahí estaba él, su rostro nadaba en una profundidad inalcanzable. A lo que quise continuar con mi relato sobre la escuela como de costumbre, me interrumpió inesperadamente.
-¡ven, siéntate. Me tengo que ir. !, Te debo esa pregunta que me hiciste de niña, ¿Lo recuerdas...? Me dijiste con un tono casual, "¿Tengo mamá... ¿Y sí es así a dónde fue?" Parecías No, aun lo pareces, uno de esos renacuajos saltarín. -
Guardo silencio con los ojos empañados de llanto, y soltó una risa con esa forma de decirme "renacuajo", ese apodo que a mí tanto me molestaba, más en aquella ocasión me pareció tan dulce y tierno que sin darme cuenta también reía con gotas de llanto en los ojos.
-solo preguntaste como quien pregunta ¿por qué el pasto se vuelve otoño...? yo solo me enojé y me fui, sin antes reprochar que no necesitábamos de nadie más que nosotros, que simplemente no estaba. dando media vuelta te deje a ti con ese sabor que me invadía y no puede evitar. Toda la noche me castigue, me quebrante una y otra vez... ¿Recuerdas lo que hiciste a la mañana siguiente? traías una mariposa que no salió de su crisálida, solo te sentaste a mi lado y dejaste suave la crisálida en mis manos; Podría preguntar tanta cosas... más solo son ideas que vagan, a veces mías otras no, podría decir un sin fin de pensamiento que solo son eso; me gusta solo meditar como si fuera brisa, más no lo tomes como que acuso algo en ti, solo que me gusta platicarlo, hablarlo, y si me siento cómoda lo hago con más amplitud. Estuve mirando esta crisálida durante meses atrás, en el árbol pequeño del patio, esperando que abriera... y de repente me pregunte por sus padres y por primera vez me pregunté por mamá, solo así. Es curioso que ni siquiera cuando los otros niños iban con sus madres a la escuela me lo preguntará, más allí en aquella vigilancia me pregunté sobre ella ... ¿Sobre su voz, su nombre, su aroma... ¿Si quizás le gustaban los sonidos del tren o sí al igual que yo se tapa los oídos antes de que se perdieran los últimos rezagos del tren?, No dijiste nada más sobre aquel tema, mirabas hacia el vacío. Fruncí el ceño sin querer, solo fue el calor de una respuesta que no puede dar, de unas palabras que me sentía incapaz de pronunciar, de no saber que hacer conmigo mismo. Note que me mirabas de regreso, y como de costumbre tan detallista en lo mínimo no hizo falta decirte como actuar, ya lo sabías antes de tan siquiera insinuarlo. Te levantaste, diste la vuelta, sacudiste tus pantalones de bota larga y con una risa solo agregaste; comprendo. Nada más que estos matorrales, mis juegos con la brisa, los libros en su estante, y saber que harías cualquier cosa por mí y yo igual, solo esto me suficiente. nada más. !Apito, Hoy quiero acompañarte a la siembra y el cargue del maíz! ¿Puedo ir...?, Y Con esa mirada tan tuya; clara e intensa, te recogiste el cabello en una cola, para subir la colina en donde estaba la siembra del maíz-
Volvió aguarda silencio, su llanto no puedo reprimirse por más tiempo. Tomo la maleta, la extendió y me dio un beso en la frente. Allí lo supe, iría a donde ella. Aunque eran suficientes los matorrales, los libros en sus estantes, su cariño infinito por mí como su hija y mi cariño de hija por él, era un adiós, lo era sin marcha atrás, lo era como solo sucede por algún infortunio, por la marcha irrefutable de una ley que nadie entiende. La ausencia y el tiempo por primer vez en mi vida...
- ¡no, no quiero. A caso no basta que yo vaya a estudiar. que tú tengas cultivos que te hacen feliz, que yo te lleve en la tarde un jugo de limón y me queje porque tengo dos pies izquierdos y me caí por todo el camino... Y tú solo te rías diciéndome mi renacuajo saltarín. ¡A caso no basta! -
Ahogada en llanto traté de no seguir con mi reproché que acusaba tanto llanto en sus ojos... Más no puede detenerme.
- ¡acaso el gripar de los grillos, el ver estrellas y reír con alguna de tus historias no bastan, acaso reír antes de dormir y estar sentados en la entrada de la casa contentos de vivir ...!
No puede sostener su mirada, no pudo sostener mi llanto. Y solo me abrazo, colgando la maleta a mis brazos, llevándome arrastras por el camino que daba a la hacia el pueblo. No puede decir o hacer, solo me vi envuelta en un hecho tras otro. Solo ante el andamio del bus, volví en sí. Me aferre a su brazo, mientras buscaba entender<<¿Por qué..? Debe de ser algo irremediable, Solo una cosa lo es en esta vida. Solo una cosa es irreversible) cada pensamiento golpeaba en mi cabeza, una y otra vez, sentí necesidad de ser fuerte, le solté despacio e intenté hablar. Cuando mire sus ojos estos se aferraban a mis ojos. Tanta fortaleza para soltar unas palabras...
- Ada luz. Hoy debo presentarme a un descargue de cuentas. En mi vida no hubieron buenas decisiones, esto es todo lo que diré. Tus ojos y sus ojos mi mundo, por eso quiero mantener ese brillo por mí, sé que lo entenderás. Solo puedo decirte esto. Bájate en la quinta parada, sujeta tu pelo con este listón verde, se sabrán a la primera mirada y esto me alivia. No estuve con quienes debía, no hice lo adecuado, cometí una falta y toda falta reprochable ante los ojos de la bondad y la inocencia en algún momento tiene su consecuencia y está suele ser a su medida y el brutal paso del tiempo. Hace unas semanas le escribí a ella, "Alice"
Al decir su nombre su voz caía como un dulce entre el pico de un colibrí, su latido se agitaba como alas.
-La carta decía lo siguiente; "a partir de mañana, el 06 dejaré de vivir, y como aquella vez que me la dejaste en los brazos besando su rostro pequeñuelo, yo te lo digo a ti por medio de esta carta; besando entre cada dedo tú aroma y la calma que desde hace unos años siento en ti al dormir con tu nombre en el mío. tú y yo cometimos errores, debo asumirlos. cuídala. pronto vendré, más sigo aquí entre cada rendija de tu luz y sombra, no le digas nada de mí, sé que tú amor le bastará para siempre reír. sí por alguna razón la envías conmigo entenderé que llegó tu momento, entonces yo seré como tú, más espero que no sea así, que lleguen los dos, que bajen los dos del tren, que atraviesen hacia mí por el sendero de los robles, ondeando sus colores entre cada pitazo. estaré mejor y así lo haré, esto es un juramento. Y como aquella vez que me besaste diciéndome esto, yo le hago un arreglo a ese juramento. No iré con ella como lo quisimos, como lo acordamos, no me será posible aquel Sueño de una casita con dos piezas; una cama para dos latidos y una cama para un latido que crecer y crece entre nosotros, una mesa con tres tacitas, y tres oraciones en las noches al dormir" ada luz, Crece como esos matorrales en los que tanto te gusta jugar, esos que no se detienen aunque sea implacable el sol y la lluvia, aunque nadie les vea o todos se le lancen encima a derribarles -
Me contrajo a sus brazos, coloco sus manos en mi cabeza.
- sube y no mires atrás, permíteme que sea yo quien te vea partir, permítele esto a tu padre; que tú me has dado ya bastantes alegrías y me has enseñado tanto, que nazco de nuevo en cada una de tus caídas y cada que te levantas de ellas-
- no te preocupes. Seré así de grande como un sueño para cubrir tu cielo. Esto me decías cada que yo enfermaba estando en la cabecera de la cama. ¿Lo recuerdas Apito? -
Me picaba el mido, la tristeza, y un agujero tan profundo me llenaba el pecho hasta no dejarme respirar. Quería decir todo y derribar cada centímetro de lo que sucedía. Más aún era más fuerte mi compresión y cariño, que solo le abrace, y reí al hacerle cosquillas mientras le decía como si todo se hubiera borrado, tan solo con el ahora.
- creo que los limones del patio se extenderán al caer y al no ser jugo, ya que la tierra los tomará... Apito lo tuyo no es llorar, déjame eso a mí y las crisálidas que siempre lo son-
Soltó su risa y su entrecejo era suave, más con esa mirada solemne de siempre avanzar.
- así es mi renacuajo saltarín. Mi risa y llanto es mi corazón y amor -
Me dio un beso en la cabeza. Y se colocó su sombrero, subí el peldaño. Sonó el primer pitido. Comenzó a moverse, más todo se detuvo y se guardó a su propio tiempo. Le puede ver seguir con su mirar el bus. Luego revolver su llanto y risas. Ponerse en marcha, caminar por los mismos matorrales más aún faltaban. Cerré los ojos, pegué mi rostro a la ventana. Como todo busque silencio y paz, sin pensar en el dolor, solo en lo mucho que vivía la felicidad y ahora lo sabía y ahora la dejaba, y volvía entre tragos a ella. De la misma manera que él y Alice. Lo mismo que cada uno de los que se quedaba en el andamio y los que no subían
....
11 notes · View notes
elespiral · 8 days
Text
Cuando la vida...ahí estaré.
Cuando el aire corta
Cuando el corazón aprieta
Cuando las lagrimas arden
Cuando la niebla ciega
Cuando seamos libres
Cuando nos pesen las cadenas
Cuando el sol no caliente
Cuando la luz no alumbre
Cuando las venas estrechas transporten filosos cuchillos que te lastimen
Cuando nadie escuche tu voz ahogada de gritar
Cuando seas una chispa que causa un incendio
Cuando no existan palabras por tanto espasmo.
Incluso cuando creas que ya no hay nada por lo que pelear
Ahí estaré yo.
2 notes · View notes
evevelovesvv · 1 year
Text
• as brother, as lover, as son
• vlkc angst
El disparo llegó hasta sus oídos cuando las llantas del coche derrapaban en la gravilla del camino, presionó las manos sobre el cuero del volante, mientras se convencía a sí mismo de que había sido un disparo al aire, de que era imposible que ninguno de ellos tres podía haber hecho aquello, ninguno podría haber disparado. No.
El disparo llegó hasta sus oídos como un fantasma del pasado, un grito enterrado en mitad de sus recuerdos, llegó como las lágrimas que había enterrado en lo profundo de su ser, porque sabía que no había sido un disparo al aire aún cuando trataba de convencerse de lo contrario.
Antes de que el auto se detuviera observó la imagen, y las lágrimas se cortaron tan súbitamente como habían llegado, mientras se bajaba del auto, ocupando las manos en buscar la pistola que llevaba consigo.
— ¡Dejadle! — exclama, apuntando el arma en dirección a las dos personas que aún están conscientes. — ¡Que le dejes ya, joder! ¡Capullo! ¡Atrás, anormales, o les pongo una puta bala entre las cejas! — continúa, mientras se acerca hasta el pequeño desastre que se ha formado allí, ese que ha empezado cuando el disparo llegó hasta sus oídos. — ¡Pidan un 10-38! ¡Ya! ¡Y he dicho que lo sueltes, puto ruso de los cojones, déjalo ya!
— Я не могу... это мое солнце... я не могу отпустить... (No puedo... es mi sol... no puedo soltarlo...) — susurra él, forzándose a traducir las palabras que se deslizan entre sus labios, justo como la tibia sangre entre sus dedos.  — N-no... no puedo...
Conway finalmente baja el arma al descubrir que tanto Volkov como Gustabo -o Pogo- han olvidado sus armas en mitad de la tierra manchada de sangre bajo ellos, ambos de rodillas, con manos temblorosas y ojos que tratan de apartar lágrimas.
Quizás no quiso verlo, porque era demasiado doloroso, porque se le partía el corazón, o lo poco que quedaba de él, pero sus ojos finalmente enfocaron la escena completa mientras se unía a los otros dos hombres allí.
Las manos de Volkov, al igual que las mangas de su sudadera, estaban manchados con la sangre que surgía a borbotones del pecho de Horacio, quien parecía tratar de aferrarse a los antebrazos del ruso, mientras lo miraba, con ojos cristalizados, el verde y el miel demasiado tenues mientras se forzaba a sonreírle.
— ¿H-Horacio...? — susurra el rubio de pronto, con la voz ahogada, y los ojos del chico de cresta lo miran a él. — ¿... qu-qué...? — continúa, con las manos aún temblorosas presionándose sobre las de Volkov. — ¿... qué pasó? ¿Dónde estamos...? — inquiere, aún volviendo en sí, siente la sangre tibia manchar su piel también. — ¿... quién hizo esto? — cuestiona, ladeando la cabeza para observarlo mejor, más demacrado y cansado desde que lo vio la última vez que... desde la última vez que se fue a dormir, y sabe perfectamente la respuesta cuando una de las manos de su hermano, demasiado fría, se posa en su mejilla. — No... no fui yo... no lo hice yo, hermanito, de verdad...
— ... lo sé... — suelta, tan bajito que parece que no parece real, y le observa los ojos, descubriendo otra verdad, descubriendo porque Pogo lo dejó despertar, después de tanto tiempo, y las lágrimas en sus ojos azules caen sobre el pecho de Horacio, mezclándose con la sangre que no ha parado.
— Lo siento... — murmura, presionando la mejilla contra la mano de Horacio, que vuelve a sujetarse del antebrazo de Volkov. — lo siento... 
— Deja de mascullar gillipolleces — regaña la voz de Conway, cuando por fin ha decidido hablar. —, ve a por un 10-38, a la de ya, anormal. — y Gustabo no quiere apartarse de su hermano, porque siente que en cuanto deje de verlo desaparecerá, pero termina por obedecer, dando trompicones hasta el auto, en busca de una de las radios de policía. — Horacio, vas a estar bien, super nena, solo aguanta un poco más, ¿bien? Mírame, no te vayas a dormir.
— Super... — llama, buscándolo con la mirada, pero es que siente el calor en todo el cuerpo, demasiado agradable como para resistirse a él, así que termina por cerrar los ojos, dejando que el calor lo consuma desde aquel lugar en el pecho donde las manos del comisario presionan el latir de su corazón, escucha voces distorsionadas mientras se concentra en escuchar el latir de su corazón en alguna parte de su cuerpo, escucha la voz de Conway, pidiéndole que se quede despierto, la de Volkov murmurando palabras en ruso, y a Gustabo gritando algo sobre números que casi parece recordar.
Y todo parece un vago recuerdo de su vida, desde la época en la que vivió en la calle, desde que Gustabo lo cuidaba, y todo da un salto, mientras pasa por los recuerdos de su primer beso, y el primer piercing, hecho por su hermano, escucha voces de fondo, llamándole "marica", "subnormal", "retrasado", y salta hasta su primer día en Los Santos, como basurero y como buzo, y escucha la risa de Segismundo, a Trujillo y Pablito.
Escucha su propia risa, mezclada con la de su hermano, las canciones en la radio del Z a todo volumen mientras conduce, a Torrente, y a Emilio, tiene el destello de unos ojos azules que buscan los suyos mientras murmura algo sobre no estar listo, un doctor que le sonríe con dulzura mientras le extiende una paleta, la voz de Greco y su risa.
Vuelve en sí con un suspiro, abriendo los ojos de par en par, descubriendo el rostro del ruso apartándose del suyo, y la sangre en sus manos que ha puesto sobre su rostro. — No vuelva a asustarme así, Horacio, por favor. — pide, y aunque trata de sonar severo, la voz suena demasiado ahogada. 
— N-no... — alcanza a soltar con el poco aire que siente en los pulmones, que para ese punto ya no son más que dos masas pesadas dentro de su pecho.
Busca con la mirada a Conway, quien es el encargado de cubrirle la herida en el pecho lo descubre allí, sin las gafas oscuras y con la expresión más desesperada que ha visto en su rostro nunca, pero los ojos de Horacio prefieren mirar a la mujer de pie tras él, tiene el cabello de un color que más que rojo parece naranja, y una mirada dulce que lo calma, aún cuando sabe perfectamente quien es.
— Eh, jotito, vámonos ya. — escucha de pronto, descubriendo a Pablito de pie a un par de pasos de él. — Yo sé que le gusta hacerse el mártir, pero se nos hace tarde. — insiste, dándole un toquecito a su pie, los ojos de Horacio se llenan de lágrimas entonces y el mexicano resopla. — Esto se va a resolver mucho más fácil sin usted, jotito, créame.
— No me gusta admitirlo, pero el delincuente tiene razón. — concuerda la voz de Torrente a su lado, inclinado sobre el hombro del ruso. — Buenas, Horacio, pensé haberle dicho que fuera con 10-3.
Y quiere disculparse con ambos, pero no tiene voz, se le ha escapado con el escaso aire que no logra contener, y siente que si habla, la sangre que se le ha acumulado en la boca saldrá a borbotones también.
— Está bien, Horacio — murmura entonces la mujer, con voz angelical, dulce. —, de verdad, puedes venir con nosotros. — continúa, sin dejar la sonrisa apaciguadora de lado. — Ya cuidaste de mi esposo y de mi hijo, ahora yo puedo cuidar de ti... — susurra, y Horacio cree que la mirada que tiene en los ojos azules es exactamente la que debería tener una madre, su madre. 
Asiente quedamente, convencido de que ya está, de que eso es todo, está en el final de la línea, sostenido solo por la idea de que quizás debería vivir un poco más, solo un poco.
— Gu... Gustabo... — llama para cuando el rubio ha vuelto a inclinarse hacia él, y tal y como ha temido, la sangre en su boca desborda un poco entre sus labios, pero eso no le impide continuar hablando. — tu... tu mamá... — continúa, encontrando el rostro pintado de blanco a su lado. — Ju-Julia... — susurra, mirando fugazmente a Conway. — es... es... muy linda...
— ¿Cómo? — inquiere el rubio, con el ceño fruncido. 
— La... la con-conocí... — continúa, tratando de usar tan poco aire como puede. — y a... Torren... te... — dice, mirando al ruso forzando una sonrisa. — le... le extra... extrañaba...
— No diga eso, Horacio — pide el comisario. —, no diga ese tipo de cosas... se lo prohíbo... — insiste, y el de cresta descubre que tiene la nariz ligeramente roja, al igual que los ojos. 
— Sea... — empieza, moviendo la mano hasta ponerla sobre la más pálida. — sea... muy... muy feliz...
— Horacio, se lo advierto — suelta Volkov. —, lo voy a degradar.
Quiere reírse, pero su cuerpo no tiene fuerzas, ni siquiera para sostener la mano sobre la calidez de la piel del ruso, así que la deja caer, mientras se concentra en respirar, pesadamente, el sonido de su corazón contra los tímpanos casi es imposible de encontrar, así que toma todo el aire que puede para poder hablar.
— Pa... papu... — llama, con los ojos cerrados, porque ni siquiera puede mantenerlos abiertos. — sem... semper fi... — asegura, con una sonrisita.
— Cállate, no te estás despidiendo, anormal, has salido de peores, y vas a salir de esta. — asegura, aunque quizás está tratando de convencerse a sí mismo. — Horacio, coño, ¡no te duermas! ¡¿Me oíste?! ¡No te puto duermas! — exclama, y el de cresta asiente quedamente, aunque ni siquiera sabe con exactitud lo que ha dicho, y con las últimas energías de su cuerpo, mira a Gustabo, quien le mira de vuelta, con los ojos azules siendo claros, los ojos de Gustabo, no de Pogo.
— Gracias... — murmura, y mientras los ojos se le cierran, y el latir de su corazón finalmente desaparece de sus tímpanos, les sonríe a los tres hombres allí.
Y se ha despedido, finalmente. 
Ha dejado de ser, y se ha despedido, no como Horacio, con H de ser el Héroe de la ciudad, sino como un hermano, un amor y un hijo.
Y Volkov vuelve a presionarle la nariz, aún con el rastro de sangre en las manos, y apoya sus labios juntos, tratando de darle algo más de aire, algo más de tiempo juntos, y lo hace, una vez, y dos y tres.
Pero Horacio ya no es, y ya no está, al menos no por completo.
— Horacio... — llama Volkov, tirando de su cuerpo para acomodarlo sobre su piernas, deslizando los dedos entre las hebras de la despeinada cresta. — Солнце ... бабочка ... вернись ... (Sol... mariposa... vuelve...) — y se inclina, para presionar sus frentes juntas, en un intento de guardar el calor del cuerpo contrario. — Lo siento tanto... ese disparo era para mí, tuvo que haber sido para mí... — continúa, mientras las lágrimas finalmente dejan sus ojos. — Это было взаимно... (Era mutuo...) — susurra, avergonzado. — Это было взаимно, но я не был готов... (era mutuo pero no estaba listo...)
— Esto es culpa suya. — descubre Conway de pronto, aflojando el agarre sobre el pecho de Horacio. — Es culpa suya... — repite, mientras Volkov y Gustabo lo miran, confundidos. — tú lo mataste — dice, mirando al rubio. —, y recibió la bala por ti. — continúa, observando a Volkov. — Mi... mi hijo murió por ustedes dos, es culpa suya.
— Conway, — llama Gustabo, con la voz aún temblando al salir de sus labios, no tenía lágrimas por derramar, Pogo estaba volviendo a llamarle desde lo profundo de su cabeza. — no se ponga violento, ¿eh?
— Podría — admite en voz baja. —, pero no, porque van a llevarse esta muerte a sus espaldas, ambos recordarán siempre que la muerte de Horacio no fue culpa de nadie más que suya. — murmura, mirando sus propias manos, tan demacradas, viejas y manchadas de sangre, con esa tan fresca que se deshace cuando las lágrimas le caen sobre las palmas. — Es culpa suya. — insiste, dejando que las lágrimas le rueden por las mejillas, incapaz de contenerlas para cuando vuelve a ver el rostro de chico, con la sangre resbalando entre sus labios entreabiertos, y manchando toda su ropa, desde aquel agujero en su corazón.
La idea casi lo hace echarse a reír, porque es casi una puta broma, una broma de ese universo tan desalmado que lo odia con cada célula en su infinita existencia.
Casi puede echarse a reír porque asesinaron a Horacio, su hijo, con un agujero en su corazón, en su gran corazón.
Y en realidad cree que no hay otra forma de que su chico se hubiese ido, la única forma era esa, abriendo un agujero en su gran corazón.
Todo terminaría un par de semanas luego, cuando Gustabo, quien había desterrado a Pogo de su mente, finalmente delató los planes de la mafia.
Terminó un par de semanas después, con todo el cuerpo de policía de Los Santos rindiendo homenaje a Horacio, el héroe de la ciudad.
El hermano, el amor y el hijo.
50 notes · View notes
sircletus · 3 months
Text
Escribo
Mi único bien entre el ruidaje tan callado de estas tierras son las cosas que fui escribiendo. Aunque sean de algún modo mías, cuando me las encuentro tienen siempre el tono de una lengua extraña y no puedo más que mirarlas como se miran las cosas que fueron de otro.
Cuando es de noche, vuelvo a las demasiadas cosas que escribí (de día es imposible: son muchas sus calles, sus luces y sus caras). Entonces releo, revuelvo, recuerdo palabras que no encuentro —es probable que nunca las haya escrito—, e intento recordar y ordenar con el desánimo del que sabe que por salvar a uno ha condenado a otro a su muerte.
Agrego, si se da, como un copista que infringe su tarea, un verso, o unas palabras que no llegan a serlo, es decir formas que salen de ese pozo derrumbado en el que pesco escombros (¿ese pozo es el pensamiento, es lo que uno siente, es la memoria?). Sísifo se alegra, porque ese comentario al margen o ese borroneo obliga la tarea al día siguiente.
Pero escribo y releo, al fin, porque intento entender qué cosa es el mundo. Qué cosa son los días. Qué cosa fue el amor. Cuál es la magnitud geométrica de la amistad. De dónde viene la tristeza que escucho como el estribillo de las horas. Escribo y leo y copio volúmenes, intramuros, mientras el incendio de esta biblioteca arde en las habitaciones. Intento historiar qué fue lo que vino primero, cuál fue la causa de las otras cosas, pero las fuentes originales se han vuelto cenizas y las brasas de las habitaciones del pasado derriten los pliegos de mis manos, y mientras intento leer los incunables y los códices y las tablas cuneiformes que no supe descifrar, las cosas del presente siguen cayendo en las estanterías de las últimas habitaciones, para que las ordene, y amenazan cerrarme el paso y atraparme para siempre entre el tierrerío de estos sótanos sepultados de ceniza.
Yo no sé qué hacen los otros para vivir los días. Para aguantar las horas y las cosas que les pasan. Para ordenar los recuerdos —esa mentira deliberada—. Para no sentir que en todo erran, que son olvidadizos, equívocos e injustos. Los miro desde las aberturas monásticas de este cráneo empedrado y los veo tan hábiles y extraños. Me demoro esa vista, como el astrónomo que sabe que nunca pisará la luna, y vuelvo mi cárcel demasiado ahogada con ecos y volúmenes de mí mismo.
En noches, en fin, como esta misma, releo, busco analogías, recuerdo, pienso, miento: trato de entender las cosas que pasaron. Nunca supe hacerlo de otro modo que escribiendo.
2 notes · View notes
Text
A veces pienso que ya estoy bien, que la herida que dejaste ya no sangra y hasta parece que estoy cicatrizando. Pero después hay días dónde siento que deberán cortarme las manos para no escribirte y amputarme los pies para no correr hacia vos. Hay días que la nostalgia me invade y se apodera de mí, y el pensamiento de que vos ya me olvidaste y yo te sigo amando me hace llorar. “Saber irse de los lugares es llegar temprano a otro lado”, me repito a mi misma en el intento de que una frase hecha pueda consolar este dolor encarnado e infinito (al menos hoy se siente así, infinito). Sé que es verdad y que vos no sos lo que yo deseo para mi vida pero sin embargo no hago otra cosa más que esperarte. Aunque sea inconscientemente. Pasaron años y yo sigo con los brazos abiertos de par en par por si un día querés volver, aunque sé que no vas a hacerlo. Aunque ame a alguien más, siempre habrá un pedacito, una mínima parte que pensará en vos y en los que hubiese pasado. Intento reprimir este sentimiento porque sé que nada bueno puede salir de eso, juntos somos veneno. Un veneno que sabe y huele a miel. Pero que quema por dentro y mata. La única cura es esta, alejarnos y dejarnos ir. Pero mi mente te trae de vuelta una y otra vez, no puedo alejarme de vos. No puedo olvidarte. Pero no voy a ser yo quien vuelva, porque mi orgullo no me lo permitirá esta vez. Así que simplemente será esto, morir de una u otra manera. Si no estoy con vos muero ahogada por las palabras que nunca dije, y si estoy con vos muero envenenada por este amor.
3 notes · View notes
ohsemeji · 2 months
Text
Tumblr media
Llámame o escribeme
4K notes · View notes
fulloffears · 1 year
Text
Me ahorcaste con tu corbata, me dijiste que hoy te vestiste para matar, sacaste tus botas del closet, lista para pisarme, dibujaste una sonrisa escalofriante en tu rostro, pero nunca me habrías de hacer mal.
Yo seré tonta por creer en tus mentiras, pero el infierno siempre es un buen lugar, si Dios nos observa pecando entonces esta vuelta va dedicada a él.... no tenemos nada que perder.
Tu yo está sobre mí, en todo el sentido de la palabra, lejana, elevada, pero tan cerca, muy cerca a la vez, toco las partes de vos que otros dejan olvidadas, ellos nos observan destilando placer. Ellos no saben lo que hicimos ayer.
Me ahorcaste con tu corbata, recordé tu cara cuando me viste casi morir, no temo al infierno si me vas a estar esperandome ahí. Seguís acá, y te extraño, ellos nos observan destilando calor, envidia corriendo por sus venas, pero ellos saben que nos gusta que nos estén observando.
Las voces a nuestro alrededor están ahogadas por tus gritos, no hay manera de hacerlos callar, mientras tanto pienso, quién diría que mientras te toco estaría pensando en cómo escribir lo que estamos haciendo, cómo explicar lo que siento, ninguna palabra podría describirte en tu brillar.
Pero sos oscura, y fría, y clara, y tibia, disfrutas de mi sufrimiento y también de mi felicidad, pienso en vos cuando estoy triste porque la felicidad te la llevas vos cuando te vas.
Y hace frío para hacer lo que estamos haciendo acá, pero sus sonrisas nos estimulan a seguir. Seguimos bajando al infierno, nos ganamos todos los números. Allá vamos. Ojalá el infierno sea esto.
-fulloffears
9 notes · View notes
notxer · 7 months
Text
Soy todo aquello que no se le desea al prójimo.
Un manojo de inseguridades que dan sabor a la soledad.
Ríos de llanto que en la noche reprimo.
Un espacio vacío en la absoluta sociedad.
Soy lo que todos sueñan, al dormir despiertos.
Kilómetros desandados con vista al horizonte de mis pies.
Palabras graves ahogadas en este árido desierto.
Una caricia sin tu espalda, un abrazo para que refugies.
Soy a veces, no siempre, una sombra,
Un cuerpo inerte,
Inseguridad,
Anciedad,
Una mezcla de pensamientos volátiles que en silencio
atisban un lugar en esta etérea realidad.
-notxe-
4 notes · View notes
norxaki · 2 months
Text
Miércoles, 14 de febrero de 2024
12:30
Encierro
Regalos sin valor, cartas que jamás se van a entregar. Me encuentro grabando letras sobre mi piel, tiñendo de rojo mis sábanas esperando que mi agónico respirar llegue a su fin. Con miedo y una leve determinación me exigen que abra la puerta; unos tristes sollozos se oyen a través de la pared:
— Por favor... Detente. — Me quedé sin responder mientras veía cómo las manchas en mi ropa se expandían, pero, mi silencio se vio atravesado por la ruptura de una promesa ahogada en un desgarrador grito:
— ¡Prometiste que no volverías a hacerlo! Me dijiste que estabas recuperándote.
Traté de volver en mí, pero aquellas palabras fueron suficientes para hacerme sentir miserable, al punto de que creí que sería mejor simplemente dejar de existir para evitar ser un dolor de cabeza para quiénes me rodean.
Con un corte limpio besé mis arterias y en cuestión de segundos perdí la conciencia. Mi mente o, quizás, mi espíritu se encontraba en un sitio extraño; no era el cielo, no era el infierno, era una habitación de hospital rodeada por un campo de flores blancas. Un campo tan hermoso de ver, algo que se vería arruinado al momento de poner un pie en aquel lugar.
Tras mis primeros pasos, aquellos hermosos pétalos blancos comenzaron a tornarse de un fuerte carmesí y, casi como si de un río de sangre se tratase, comencé a hundirme en ellos. A medida que mi oxígeno se perdía comencé a aceptar mi final... Fue entonces cuando recuperé la conciencia en mi camilla, varios médicos y enfermeras intentando reanimarme, mis heridas estaban vendadas y mis manos sujetas para que no vuelva a hacerme daño.
Quieren sanar mis heridas, pero algunas cicatrices se graban en el alma y dejan secuelas imborrables.
4 notes · View notes
angina-4yud4 · 5 months
Text
Y morí lentamente
Me quedé ciega de tanto entrecerrar los ojos para enfocar tu cara en lugares donde ni siquiera estabas.
Me quedé sorda por el silencio que inundaba la ausencia de tu voz y de tu risa
Me quedé coja de tanto caminar por donde creamos tantos recuerdos
No olía nada más que tu perfume en cada persona que pasara cerca mío
Morí ahogada en las palabras que no pude decirte
Morí quemada consumida en la sensación de verte y no poder hablarte
Morí de preocupación al pensar que estarías mejor con alguien más
Morí abatida por tu mirada triste rogando por una solución en vez de una salida
Morí congelada al no tener más con quién acurrucarme en los días azules
Me dejé morir yo, como castigo por dejarte ir.
2 notes · View notes
cotidianom · 6 months
Text
Gracias por el olvido. 
Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos son yo que escribo lo que estoy escribiendo. Clarice Lispector, La hora de la estrella.
El pasado pesa porque los hechos, como dijo esta amada amiga, son piedras duras.
Jugamos a coleccionar piedras con tanta ligereza, ignorando que eventualmente cargaremos con ellas. A veces nos olvidamos de algunas y eso nos permite por lo menos movernos con cierta dificultad. Gracias por el olvido. 
Si estás oyendo esto, me escuchas desde el futuro. Esto es el rastro de mi ahora; ahora pasando, pisando el pasado. Tú me escuchas en un constante flujo y revives este presente que ya no es mío sino tuyo.
Ahora tú sientes. Sentada habitas estas ruinas que algún día se desdibujarán ahogadas entre escombros.
Ruinas del lugar en el que jugué a dibujar círculos con las manos. 
No puedo hacer un círculo perfecto, si pudiera, no tendría más por qué existir. Si pudiera, me agotaría. Si fuera perfecta, no sería consciente, sería estática. Estoy aquí para seguir intentando lo imposible, y mientras lo persigo, logro lo impensado. Todo esto que está sucediendo aquí, es resultado de mi intención por decir otra cosa que nunca podré poner en palabras.
4 notes · View notes