También conocida como Casa Mondragón, según dicen es uno de los edificios que más fantasmas alberga en toda la ciudad.
Entre 1934 y 1940, durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas, la ciudad todavía padecía los últimos estragos de la Revolución, entre ellos enfermedades infecciosas como la tifoidea. A algunos pacientes los enviaban a hospitales improvisados en donde también les brindaban atención médica. Uno de estos hospitales informales era esta casa negra que atendía las 24 horas. Algunos grupos religiosos de la ciudad creyeron que, más que una epidemia, la enfermedad era reflejo de una posesión demoniaca colectiva. Muchas personas pensaban que la tifoidea era una venganza divina y por eso le prendieron fuego a la casa con enfermos y doctores todavía en su interior.
Los dueños repararon la casa y la vendieron a un hombre acaudalado de apellido Mondragón, quien se mudó allí con su esposa y sus tres hijos. Un mes después de mudarse, la familia Mondragón apareció muerta por causas desconocidas.
Hace unos años un grupo de okupas y algunos indigentes intentaron vivir en esa casa, pero sacaron sus cosas apenas alumbró el día siguiente pues dijeron que escucharon gritos y personas hablándoles al oído durante toda la noche. Hoy algunos de los vendedores informales de enfrente guardan sus cosas en la entrada (la puerta se puede abrir un poco para meter y sacar cosas) pues dicen que si se meten más empiezan a sentir unas manos invisibles que los empujan hacia afuera. De hecho, quienes tienen sus puestos más cerca de la puerta y las ventanas de la casa dicen que a partir de las 10 pm el frío se vuelve insoportable sin importar cuán calientes estén sus parrillas.
Sai para andar lugares, descobri paisagens e no meio do passo… recalcular rotas. Gosto imenso de caminhar quando o dia amanhece cinza, com ventos frios a gritar pelos cantos. As ruas se esvaziam de passos-vozes.
O Alto da Lapa é um bairro antigo, dizem que foi planejado. Mas o cenário se parece com um filme fantasma… com casas desertas e figuras sombrias surgindo em certas janelas. Admito que me…