high infidelity (Enzo Vogrincic x fem reader)
Capítulo 21.
—¡Sorpresa!—exclamó Alana en cuanto la puerta se abrió en su cara, tal vez era el café tan cargado que se tomó en el aeropuerto apenas pisó su país natal, tal vez era ver nuevamente el rostro de la persona que más apreciaba en el mundo, pero de pronto toda la fatiga que había sentido en su largo viaje, se esfumó por completo apenas la vio.
—¿Alana? ¿Qué chingados haces aquí?—preguntó Anna como si estuviera viendo a un fantasma.
—No actúes tan emocionada—respondió sarcásticamente.
—¿Cuándo llegaste a México?—preguntó su hermana mayor jalándola del cuerpo y aplastándola en esa clase de abrazo que sólo ella sabía dar.
—Acabo de llegar—respondió con tono de culpabilidad, como si de pronto volvieran a tener 9 y 15 años.
—¿Mamá y papá saben qué estás aquí?—preguntó Anna tomándola de los hombros e inspeccionándola de arriba a abajo, como cerciorarse que fuera la Alana real y no un producto de su imaginación.
Anna no sólo era su hermana mayor, también era su mejor amiga, eran polos opuestos, mientras que a Alana siempre se le había dado la literatura, a Anna se le daban los números, Anna tenía una vida básicamente ya resuelta: Estaba casada con otro arquitecto desde hace 6 años, tenían un departamento en la zona más costosa de la ciudad y dos hermosas mellizas. La vida perfecta.
—No, no realmente—respondió con una mueca.
Todo había sucedido muy rápido, una noche estaba llorando en el sillón de Enzo debido al asunto de la editorial y a la mañana siguiente ya se encontraba arriba de un avión, volando de vuelta México.
—Te van a matar cuando se enteren—dijo Anna cruzando los brazos.
—¿Debería regresar a España?—preguntó con gracia, como si se tratase de la tienda de la esquina—. Sólo serán un par de días.
—Ojalá fueran más—respondió su hermana, hablando por primera vez con afecto—. Pasa, ¿esa es tu única maleta?—preguntó apuntando la mochila que llevaba en sus hombros, por primera vez, Alana no había sobrecargado su equipaje, todo gracias a Enzo, él mismo le había empacado la mochila con lo que según él, era lo necesario para sobrevivir durante 4 días.
—Ehh, no—dijo apartándose del marco de la puerta, si a Anna aún no le daba un infarto por la tan inesperada sorpresa, el momento había llegado.
—¿Te trajiste a tu gata?—gritó horrorizada.
—Su nombre es Zola—le recordó tomando la transportadora y al fin ingresando al departamento, soltó un chiflido cuando lo vio, no recordaba lo espacioso y elegante que era, tal vez eran cosas de arquitectos, o tal vez era que simplemente tenían un trabajo fijo, Alana sintió una punzada en el estómago, últimamente los temas de trabajo y dinero le resultaban bastante sensibles.
Alana desabrochó la transportadora, Zola salió de ella de inmediato y si no estuviera tan ocupada tomando del plato de agua que Alana acababa de servirle, seguramente inspeccionaría todo el lugar.
—Por favor dime que tiene todas sus vacunas—dijo horrorizada, Anna era una maniaca de la limpieza, le temía a todo lo que no fuera desinfectante y cloro, de cierta manera, le recordaba un poco a Enzo.
—Claro que sí, ¿qué clase de madre crees que soy?—preguntó ofendida.
—Vi las noticias, casi se les ahoga la vez que tú y Enzo se fueron a la playa, ¿cómo está él, por cierto?
—Está bien—dijo sonriendo—. Trabajando hasta el tope, se encuentra grabando las últimas tomas de la peli que lleva tanto tiempo filmando.
—Aún me parece extraño el hecho de que seas su novia.
—¿Tan fea soy?—preguntó Alana sentándose en el esponjoso sillón, Zola dejó de beber y se fue a caminar por ahí, Anna la miró no muy contenta, pero se guardó los comentarios que seguramente estaba pensando y se sentó enfrente de Alana.
—Sabes a lo que me refiero, idiota—exclamó.
—¿Cómo están las niñas y David?—preguntó inspeccionando el lugar con la cabeza, no había rastro de su cuñado y sobrinas.
—Se fueron al parque un poco antes de que llegaras, debiste avisar que vendrías, te hubiéramos organizado una bienvenida y limpiado el lugar.
—¿Estás jodiéndome? Este lugar está más limpio que un hospital—rió—. Perdón por no avisar, todo fue muy rápido, en realidad no tenía planeado venir.
—Lo supuse, no venías a México desde que te fuiste, a veces pienso que te quedarás para siempre allá.
Alana apretó los labios al escucharla.
—Dios no lo mande—exclamó, Anna la miró con lástima, ella, junto a Enzo, era la única que sabía que Alana no terminaba de encajar en España, no se podía tomar la libertad de decirle lo mismo a sus padres, principalmente porque los abandonó para seguir a Sebastián, cosa que hasta el día de hoy, aún no se lo perdonaban.
Si tan sólo los hubiera escuchado mejor…
—¿Cómo te fue en lo de la entrevista?
Alana tomó una gran bocanada de aire y le contó la odisea por la cual había estado pasando las últimas semanas, todas las puertas que había tocado, como su última opción era la editorial Moore y la manera en la que Hector la estaba persuadiendo para escribir historias de terror, como esa era la razón por la cual tuvo que huir de España y regresar a México por unos días.
—Tu jodido novio literalmente te compró un boleto de avión para que vinieras a México a pensar cosas—dijo con incredulidad cuando Alana terminó de hablar.
—Si lo dices así suena algo tonto—dijo riendo—. Pero sí, supongo, es la clase de persona que hace eso—dijo con cariño, no llevaba ni un día lejos de él y ya sentía que lo extrañaba.
—Alana, si te soy honesta, cuando me enteré que rompiste con Sebastián, pensé que lo primero que harías sería volver a México—dijo su hermana—. Incluso David y yo te habíamos hecho un espacio aquí, para que pudieras quedarte.
—Tengo mi propia habitación en la casa de mis papás.
—Ambas sabemos que volver con ellos no es exactamente una opción, siguen enojados porque te fuiste a vivir a España con Sebastián, ya sabes cómo son.
—A papá nunca le terminó de agradar Sebastián, debí de escucharlo mejor cuando me lo dijo.
—No sólo era por Sebastián, siguen teniendo una mentalidad muy a la antigua, a mí no me dejaron salir de casa hasta que me casé con David, y que tú te hayas mudado a otro continente sin estar casada fue una…
—Decepción, ya lo sé, Anna, me lo has estado repitiendo por más de dos años—la interrumpió.
—Ellos sólo quieren lo mejor para ti, yo también lo quiero.
—Y se los agradezco, pero sé cuidarme sola—replicó, Anna no respondió, seguramente pensando en cómo habían terminado las cosas con Sebastián, pero por el bien de ambas, no dijo nada—. ¿No piensas volver a México? La idea sigue de pie, puedes quedarte aquí hasta que encuentres otro sitio.
—Claro que planeo volver aquí eventualmente, pero…
—Ya sé, las cosas son diferentes ahora, o más bien, alguien las hizo diferentes—dijo Anna alzando las cejas, Alana rodó los ojos al sentirse sonrojar.
—Muero por que lo conozcas, en verdad—dijo entusiasmada.
—Valeria y Valentina están obsesionadas con él—dijo Anna riendo, refiriéndose a sus hijas de 4 años, como si las hubiera invocado, las niñas entraron por la puerta junto a David.
—¡Zola!—gritaron al mismo tiempo y corrieron a atrapar la gata que acababa de subirse al piano de cola de la sala, sus sobrinas la habían conocido a través de FaceTime.
—Divertido que ellas si recuerden el nombre de mi gata y tú no—dijo Alana.
—Divertido que estén más emocionadas por verla a ella que a ti—dijo Anna.
—Alana, ¿qué chingados haces aquí?—preguntó David.
—¿Hay alguien que realmente se sienta feliz de verme?—preguntó Alana burlonamente, David negó con la cabeza, pero se acercó a abrazarla.
—Niñas, vengan a saludar a su tía—gritó Anna.
Minutos más tarde, David y ella se encontraban en el suelo jugando con las niñas y Zola mientras Anna se refugiaba en la cocina a preparar la cena.
—¿Cómo estuvo el vuelo?—preguntó David.
—Largo, no recordaba lo lejos que estoy de acá—dijo.
—¿Podemos irnos contigo a España?—preguntó Valeria mientras peinaba a Zola con un peine de muñecas.
—Uy, me encantaría—exclamó Alana—. Podrían quedarse conmigo todo el día en casa y peinar a Zola.
—No las emociones, tienen que ir a la escuela.
—¿Qué tan importantes pueden ser las clases para unas niñas de 4 años?—preguntó, David la miró con cara de pocos amigos, Valeria soltó una risa al escucharla, dando a entender que pensaba lo mismo.
—Ayer aprendimos los días de la semana—dijo Valentina con tono de superioridad.
—Retiro lo dicho, entonces, no pueden faltar—respondió Alana.
Valentina comenzó a hablar sobre otras cosas que aprendió en el colegio, como figuras y colores, cuando escucharon el timbre.
—Esos deben ser tus padres—exclamó David yendo hacia la puerta, Alana giró la cabeza fuertemente hacia Anna.
—¡Lo lamento! Tenía que decirles que estabas aquí.
—¡Anna!—dijo parándose y pasándose los dedos por el cabello, seguramente lucía como un desastre.
—No puedes esconderte de tus padres, creí que los extrañabas.
—¡Lo hago! Pero quería un poco de tiempo para prepararme, hace mucho tiempo que no nos lo veo—habló rápidamente, mucho había pasado desde la última vez que sus papás la visitaron a España, todo el asunto de Sebastián, la editorial, el mundo entero enterándose que le había sido infiel con el actor del momento…
—¿Nos esconderemos de la abuela?—preguntó Valentina emocionada.
—Tengo el lugar perfecto para eso—dijo Valeria guiñando un ojo.
—La última vez que las vi no sabían hablar—dijo Alana cayendo en realización.
—Por eso sus clases son importantes—dijo Anna rodando los ojos.
—¿Cómo nos escuchó?—preguntó Alana en un susurro.
—Tiene superpoderes—respondió Valentina en el mismo tono.
—¡Alana!—gritó su mamá emocionada al verla, al menos alguien se sentía feliz, corrió abrazar a su mamá.
—Hola, papá—lo saludó aún sin escapar de los brazos de su madre.
—Hola, hija.
—¿Qué opinan de Alana viniendo a México sin avisar?—preguntó David riendo.
—Bueno, es bienvenida—dijo su madre.
—Es el tipo de cosas que ella hace, no me sorprende—exclamó su padre sacudiéndole el cabello, Alana arrugó la nariz.
—¿Te quedarás ya en casa?—preguntó su madre mientras pasaban todos a sentarse a la gran mesa del comedor.
—No, sólo estoy acá por unos días—respondió, sus padres fruncieron el ceño.
—Alana me estaba contando que Enzo le compró el boleto de avión de un momento a otro porque Alana no se había estado sintiendo muy bien, ¿cierto?—preguntó Anna queriéndola salvar de la incómoda situación.
—¿El tío Enzo es rico?—preguntó Valentina jugando con un tenedor.
—En ese caso nos cae mejor que el tío Sebastián—añadió Valeria.
—¡Niñas!—las regañó David horrorizado, el padre de Alana se apretó el puente de la nariz y su madre bajó la vista a su plato vacío.
—Bueno, yo creo que es muy gentil de su parte—carraspeó David.
—¿Y por qué no vino?—preguntó Javier, su papá.
—Um, está filmando—respondió.
—¿Has visto a Sebastián últimamente?—preguntó Laura, su madre, estirando su mano para tomar la de Alana, como muestra de apoyo, ella se movió incómoda en el asiento.
—Es preferible que no toquemos ese tema aquí—exclamó Anna abriendo los ojos ampliamente y dándoles una mirada rápida a las niñas, claramente ellas no tenían idea de que Sebastián había agredido a Alana.
—El tío Sebastián se volvió gay y por eso ahora Alana es novia del millonario Enzo Vog…Vog…—dijo Valeria, Alana se ahogó con su propia saliva.
—Vogrincic, cariño—la ayudó David bastante nervioso, Alana entrecerró los ojos, claramente él era el culpable de aquella excusa.
—¿Gay? ¿En serio?
—¡No se me ocurrió otra cosa!—gesticuló David sin soltar ni un sólo sonido.
—No hablemos más de hombres en la mesa—sentenció Anna.
—Amén—dijeron las gemelas, Alana soltó una carcajada, en definitiva había extrañado a su familia.
—Traeré la cena—dijo David huyendo de la mesa, minutos después, la mesa estaba repleta de toda la comida que Anna había conseguido preparar en menos de una hora.
—¿No te vas a servir pollo?—preguntó Laura con curiosidad al notar el plato de Alana repleto de puré de papá y vegetales.
—Deberías servirte, son como 10 horas de Sevilla hasta acá, debes estar hambrienta—exclamó Javier.
—En realidad son 15—aclaró David elevando el índice, Anna le dio un codazo.
—No tengo muchas ganas, gracias—respondió.
Todo se veía delicioso, incluyendo el pollo, pero desde que conocía a Enzo, había adaptado su dieta a una vegana, no lo había hecho a propósito, nunca se le había pasado por la mente dejar de comer productos de origen animal antes, pero después de tanto tiempo conviviendo con él, y después de la mudanza, simplemente sucedió, ahora la idea de comer carne le asqueaba un poco, sabía que era algo bastante común entre las personas que cambiaban de dieta.
—El tío Enzo es vegetariano—dijo Valentina.
—En realidad, es vegano—dijo David volviendo a levantar el dedo índice, Anna bufó.
—¿Por eso no estás comiendo carne?—preguntó Javier horrorizado—. Con razón te ves tan flaca, es una tontería—exclamó colocando una pierna de pollo en su plato, Alana de inmediato sintió que la bilis se le subía por la garganta.
—Papá, no la fuerces, parece que se va a vomitar.
—¿Estás embarazada, tía Alana?
—Genial, más pollo para mí—dijo David quitándole la pierna de pollo.
—¡No estoy embarazada!—dijo horrorizada.
—¿Enzo te hizo vegana?—preguntó su madre.
—¡No! No fue a propósito, simplemente no consumo tanta carne como antes, una disculpa si los ofendí por ello.
—No digas tonterías—dijo Laura, pero le arrebató la pierna de pollo a David, dejándolo con la boca abierta para después dejar caer el pollo sobre el plato de Alana.
—¡No tiene ganas, mamá!—exclamó Anna quitándole nuevamente la pierna y dejándola nuevamente en la mano de David.
—Creo que ya no se me antoja mucho, cariño—dijo asqueado.
—¡Ahora te la comes!—gritó Anna, David asintió y le dio una mordida.
—Bienvenida a casa—dijo Javier sarcásticamente.
—Enzo me contó el otro día que estabas apunto de terminar tu libro—mencionó David minutos después, una vez que dejaron de pelearse por el pollo.
—¿Desde cuándo pláticas con él?—preguntó Alana riendo.
—Cuando hablábamos por FaceTime a veces dejabas el celular solo y yo también, Enzo y David conversaban en esos ratos—explicó Anna riendo.
—No tenía idea—dijo Alana divertida.
—¿Qué podrían tener en común tú y Enzo?—preguntó Javier.
—Bueno, conectamos bastante bien con el mundo del cine, resulta que tenemos un gusto bastante peculiar y similar, no creo que lo entiendas, con todo respeto, Javier—dijo David con el mismo tono de superioridad de Valentina.
—Es decir, la película favorita de ambos es Toy Story 2—aclaró Anna.
—Nos estamos desviando del tema—intervino Laura—. ¿Qué hay del libro, cariño? Hace mucho que no escribías.
—Um, era sólo una historia tonta que estuve escribiendo durante los últimos meses.
—Es fantástica—aclaró David—. Bueno, por lo que En me ha contado.
—¿En? ¿En serio?
—No en de en serio, en de Enzo.
—¡Se a lo que te refieres!
—Juro que entre Enzo, David y Alana, comparten una neurona en total—dijo Anna.
—¿Qué es una neurona, mamá?—preguntó Valeria.
—¿Y qué pasa con la historia?—preguntó Javier—. ¿Ya tienes editorial?
—En eso estoy, papá.
—Pero publicarás esa, ¿cierto? En dice que le podría ir mejor que arco de sangre—dijo David.
—Creo que empezaré a escribir una historia de horror—dijo Alana, todos en la mesa, incluyendo las gemelas, la miraron como si le hubiera crecido otra cabeza de su cuello.
—Lo siento, estoy fuera, no pienso leer algo de terror—dijo Valeria cruzando los brazos.
—Eso es porque no sabes leer—dijo Valentina.
—Tú tampoco.
—¿Horror? ¿Qué mierda estás diciendo?—exclamó Anna.
—Lenguaje—la regañó Javier.
—Mamá, tendrás que poner dinero en el bote de palabrotas.
—En un momento, cariño.
—¿Por qué escribirías una historia de horror cuando ya tienes una de fantasía?—preguntó Javier.
—Es una larga historia—dijo jugando con su comida.
—Bueno, tomaste un jodido viaje largo, lo mejor será que te expliques a ti misma—dijo su madre, David carraspeó.
—¡Ahorita pongo el maldito dinero, David!
—Genial, la abuela pondrá el doble.
—Técnicamente, maldito no es una palabrota—le dijo a su sobrina.
—Niñas, ¿por qué no van a mostrarle su habitación a Zola?—sugirió Anna.
—¿Trajiste a tu gata?—preguntó Laura, como si Zola la hubiera escuchado, maulló desde el sillón.
—¡Gata mala! ¡Baja de ahí!—gritó David,
—La editorial con la que quiero firmar sólo me acepta si escribo horror—explicó una vez las niñas abandonaron el comedor.
—Con todo respeto, Alana, pero eso no tiene sentido—dijo David—. Escribiste la saga en español más leída de los últimos años, ¿por qué te pedirían eso?
—No es lo mismo estar en España que aquí, el público es diferente—dijo cansada de tener que explicar la situación por milésima vez.
—¿O sea, en España no te quieren?—preguntó Javier.
—¡Papá!—interfirió Anna.
—Eso no hubiera pasado si nunca hubiera ido a España.
—Creo que venir acá pensando que me sentiría mejor fue un error—dijo Alana aventando su servilleta en la mesa.
—Perdón, no quería decirlo de esa forma, Alana, estoy preocupado por ti, no has escrito nada en siglos.
—Bueno, ya lo dijo David, ¿no?—dijo apuntándolo—. Escribí una historia, que no vaya a publicarla es otra cosa.
—Sólo queremos lo mejor para ti—dijo Laura.
—Todos dicen eso y ninguno se ha tomado la molestía de preguntarme cómo estoy realmente, si quieren lo mejor para mí, entenderían que necesito trabajar y si tengo que escribir un jodido libro de horror, lo haré, fin de la historia.
—¿Qué piensa Enzo de eso?—preguntó Anna.
—¿Qué?
—Enzo, ¿qué piensa de eso?
Alana se mordió el interior de la mejilla.
—Por tu silencio asumo que él también sabe que no es algo que te gustaría—dijo Javier.
—Papá, necesito trabajar de algo, necesito estar con una editorial o estaré acabada.
—Entonces vuelve a México, hay miles de editoriales que daría lo que fuera por tenerte aquí—dijo Anna.
—Te fuiste del país por un hombre y ahora no quieres volver al país por otro hombre—dijo Laura, lo cual se sintió como un golpe.
—Laura—dijo David horrorizado.
—No es así mamá, él es diferente—dijo Alana, wow, no llevaba ni dos horas en México y ya estaba llorando—. Me ha ayudado con todo el asunto de Sebastián, incluso antes de ello, él fue la razón por la que volví a escribir.
—Sólo espero que estés tomando la decisión correcta, Alana, y que no te arrepientas nuevamente.
Todo era un jodido desastre.
16 notes
·
View notes
Día Flojo
By Aris.
Solo Manuel y Francisco holgazaneando en un día flojo. Oneshot para el ecuchifinde 2023 (1.136 palabras)
Ao3 Wattpad
Era un día flojo. De esos días grises y fríos de invierno que te quitan las ganas de todo y te insisten acaloradamente que te quedes en tu cama. Esos donde las nubes taponean el cielo y corre un viento fresquito, pero no lo suficientemente húmedo como para anunciar un inminente aguacero y obligarte a cocer zapallo.
No sabía si era a causa del frío, la falta de luz o la cortina gris que se cernía sobre el mundo llevándose el color y la alegría de la vida, pero lo cierto era que Manuel nunca había sido capaz de luchar contra la apatía e inutilidad que le causaban esos días. Los había sufrido de chico, muerto de frío y hecho un ovillo en su banco en el colegio, cuando su mamá conseguía sacarlo a rastras de la cama y meterlo medio despierto en el furgón con un termo envuelto en paños de cocina que le empapaba de té toda la mochila. Esos tiempos oscuros habían acabado hace mucho, por suerte, y gracias a sus horarios flexibles ya ni su mamá podía hacer nada para moverlo de su lugar en el sillón.
Ese fin de semana había sido ese tipo de días, pero a esas alturas del domingo le parecía llevar toda la vida tendido en el sofá de la sala, envuelto con la manta de polar y chiporro más suave que encontraron en el supermercado. Tenía los miembros y la existencia adormecidos, los ojos cansados y algo nublados. A ratos dormitaba, a ratos miraba nada en el celular, a ratos simplemente se relajaba escuchando las campanas de viento que se balanceaban igual de perezosas en el balcón, el murmullo apagado de la ciudad por debajo.
Ahora escuchaba principalmente el murmullo de la televisión que Francisco había encendido y cambiaba a cada tanto, sin detenerse a ver nada realmente. Su novio parecía estar igual que él, sin energías para nada más que sostener el control en la mano y removerse en el hueco que encontró para tumbarse entre él y el respaldo del sillón.
Nunca dejaba de extrañarle esa predilección que Francisco, siendo el hombre grande y vistoso que era, sentía por los espacios pequeños. Era su costumbre andarse por los rincones, metido en las esquinas o entre los pilares, hundirse en los asientos hasta medio fundirse y desaparecer metido entre cojines o las personas a su lado. Tal vez fuera cosa de familia, como contrapeso al alboroto y la atención que atraían sus hermanas donde sea que estuvieran. Le parecía que Rodrigo era igual, al menos por lo que se quejaba Fernanda. En fin, vaya uno a saber por qué le gustaba tanto estar arrimado a algo, la cosa era que en ese momento lo tenía arrimado a su costado, con medio cuerpo sobre sus costillas y una pesada pierna cruzada por encima de las suyas, agarrándolo para no acabar tirándolo por accidente del sillón, así como les había pasado en sus primeras y precarias vacaciones por la selva, esas en que despertó hinchado de picaduras de mosquito y al borde de un ataque anafiláctico.
No se estaba quejando, por cierto, su novio resultaba un guatero muy cómodo, y una buena espalda que acariciar a falta de un perro.
Francisco finalmente pareció decidirse por un canal, una especie de documental de vida salvaje de esos que tanto le gustaban al castaño, con animalitos corriendo, tomas panorámicas y sonidos relajantes que le daban a Manuel más ganas de dormir. Se encontró cabeceando otra vez luego de unos minutos escuchando las olas rompiendo apaciblemente en una playa con el cielo igual de gris que el que tenían sobre ellos.
Al principio las cosas no eran así. A diferencia de él, Francisco era una hormiguita hacendosa y trabajadora durante el invierno, de esas que aprovechan el mal tiempo para hacer la limpieza y poner bonito el hormiguero, hornear pasteles y dejar repleto el refrigerador con las guarniciones para la semana. Un ejemplo de ama de casa. De hecho, el primer invierno que pasaron viviendo juntos se la había llevado volteando de cabeza el lugar cada fin de semana: barriendo pisos, fregando baldosas, cambiando sábanas, sacudiendo el polvo de las cortinas, reordenando estantes y jugando con las plantas, la tierra y los gusanos en el balcón; mientras él intentaba acomodarse frente a la tele para desperdiciar el día como el cielo demandaba, sintiendo la mirada acusadora del castaño sobre su nuca cada vez que este descansaba en sus esfuerzos de pulir las aureolas dejadas por los vasos sobre los muebles de madera. Un verdadero fastidio, heredado de una buena crianza en una casa llena de mujeres pulcras y mandonas. Él también se había criado con varias de esas, y no es que fuera un inútil holgazán que le dejaba a Francisco todo el cuidado de su casa, pero no tenía intenciones de mantener esas costumbres de locura sanitizadora estando lejos del yugo de su madre, menos cuando la naturaleza le pedía sosiego.
Por suerte para su relación, en tan solo un año de convivencia había conseguido contagiarle su flojera invernal, como la mala influencia que todas las señoras en su adolescencia le decían que era, relegando esas molestas tareas de limpieza conjunta a días más cálidos.
—¿Tienes ganas de hacer algo? —Le preguntó Francisco de pronto, ahogando un bostezo y sacándolo de la semi inconsciencia en la que estaba metido. Tuvo miedo de que algún ánimo repentino se hubiera apoderado del cuerpo de su novio y los obligara a dejar los lugares en los que estaban tan cómodos.
—¿Como qué? —preguntó de vuelta, inclinando el rostro para ver a Francisco, que también se había acomodado sobre su pecho para poder mirarlo.
—No sé… algo —comenzó su novio, jugueteando perezosamente con un botón de su camisa— ¿Salir a algún lado, ver una película, pedir para comer… limpiar la casa? —Con lo último supo que solo lo estaba molestando, más cuando los labios del castaño se curvaron en una sonrisa burlona. Quiso aventarle el cojín que tenía a un lado de la cabeza, pero los brazos no le respondieron más que para darle unos cuantos manotazos descoordinados y revolverle el cabello ya despeinado.
Luego de unas varias risitas ahogadas, Francisco volvió a acomodarse, esta vez quedando más arriba, lo suficiente como para esconder el rostro en el hueco del cuello de Manuel, su respiración causándole cosquillas.
—¿O hacerme el amor? —murmuró meloso junto a su oído, disparando un escalofrío por su piel que consiguió despertarlo un tanto del letargo.
—Mmm… Tal vez luego. —dijo en un inicio, pero la boca de Francisco jugando con el lóbulo de su oreja y sus manos revoloteando plácidamente por debajo de su camisa pronto lo hicieron reconsiderar ese “tal vez” y ese “luego”.
Al final no iba a ser un día tan flojo después de todo.
7 notes
·
View notes
El Empleo Más Corto de Minha Vida
Mi primer trabajo en Portugal no fue de los más duraderos de mi vida, creo que en total tuve diez horas de contrato laboral, esas diez horas fueron las que determinaron el quiebre del acuerdo.
Llegué a Porto con la esperanza de vivir allí por lo menos unos meses y pensar que hacer. Había pactado con una amiga que hice en el viaje, llegar donde ella, su novio y dos hermanos, Hansel y Gretel, compartían un T1 (dícese del departamento de una habitación y una cocina comedor). Enseguida me di cuenta que comencé mejor que antes. Fui bienvenida, salimos de fiesta, recorrimos diferentes lugares de la ciudad mientras repartía cvs pues estás eran mis vacaciones antes de comenzar a trabajar de nuevo. Yo estaba tranquila, sabía administrarme y me traía un colchóncito para sobrevivir unos meses aunque gastarlo en sobrevivir no era el plan.
Está es la parte en que las cosas empiezan a salir relativamente mal.
Uno de los inconvenientes fue que mi amiga a la que, a partir de ahora, llamaré la Mari Elena, se encontraba en un filme diferente al mío. En el cual, vaya uno a saber por qué, era una especie de salvadora.
La Mari Elena hacía dos días trabajaba en una empresa de limpieza de alquileres temporales. Yo por mi parte iba mi quinto día en mi nuevo destino, ya con los respectivos trámites listos para comenzar a trabajar.
Salí al mediodía por mi cuenta a cumplir con mi obligación y disfrutar mis vacaciones, todo en una tarde, escuchaba a las personas hablar y no entender ni un caralho, llegué a la playa y volví al depto tipo 22hs, en el camino ví una llamada perdida de mi amiga , pensé que tal vez era para cenar juntas o algún plan así, le contesté preguntándole cómo estaba me dijo "bien, ya está". Me bañe y me fui a dormir.
9:00hs. de la mañana siguiente me despierta Gretel [cualquier persona hubiese jurado que estaba gritando, pero en realidad ella habla así] hablando por teléfono y pisando mi cama, la cuál estaba a la altura del parqué, abro los ojos y escucho "si! Está acá! Ahí te la paso!" Me pasa el celular. Me siento en un reflejo por despertar y entender la situación
- Hola! Creo que dije.
Del otro lado la Mari Elena en su trabajo diciéndome de trabajar porque una amiga "le falló", sus palabras no las mías.
Enseguida pensé buena onda, ya me voy metiendo en el laburo, veo como es y de paso me hago unos pesos.
-¡Me cambio y voy! Coordinamos que me pase la ubicación.
Me levanté de un salto.
La Mari me pasaba la ubicación y yo coloqué el agua en el microondas para hacerme un café mientras me cambiaba feliz, día soleado y mi nuevo destino prometía.
Me llama. No habían pasado ni cinco minutos.
- Ya saliste? Me pregunta en un tono de buena onda.
-No, me estoy preparando. Le contesté.
Reclamo un poco y el tono de voz fue cambiando, me quede confundida sin saber desde cuándo elegí ese trato.
Salí sin beber el café, y a calzon quitado les cuento que ni los dientes me lavé. El sol me pegó en la cara y mi outfit total black (me dijeron de ir vestida de negro) absorbió todo el calor de las cuatro cuadras colina abajo mientras la Mari Elena me daba indicaciones que yo estaba siguiendo minusiosamente.
Me pasé. El punto de encuentro era a tres calles arriba. La Mari por supuesto, muy enojada, me llama y me da un sermón de madre que yo afortunadamente por la relación que tengo con la inigualable única mami nunca tuve.
Corte el teléfono, queria pensar más tranquila. A esta altura del recorrido yo ya tenía esas lágrimas de cara al sol de la mañana sin protector solar ni skin care,
Me llama.
-No voy! Le contesté con el carácter que me suele caracterizar.
Entre tire y afloje termine accediendo a ir. La situación fue que volver a la casa no era una buena opción y La Mari Elena todavía estaba insistiendo.
El GPS me marcaba que ya llegué, de un almacén cerrado a las 9:20 AM una señora muy desalineada, aquel desalineado que solo te puede dar un sótano utilizado para lavar secar y planchar sábanas y toallas. Nos presentamos y me indico que doble sábanas hasta que lleguen mis compañeros para llevarme a los deptos.
Estaba en medio de mi tarea y pronto, me dijeron que suba unos bolsos con sábanas, toallas, productos de limpieza y una aspiradora. Llego al auto como puedo y estaba repleto de bolsos, aspiradoras y productos de limpieza, me siento y la aspiradora y yo no entrabamos, el chófer optó por colocar la aspiradora encima mío. Emprendimos viaje.
Conocí a mi compañera, argentina de cabello azul y un tatuaje del último mundial ganado. Una copa con tres estrellas o algo similar, todavía se estaba curando.
Limpiamos 18 departamentos.
Sin descansos y arrastrando por toda la ciudad un bolso lleno de productos de limpieza y una aspiradora, ya no me sentía tan cómoda. Llegamos a dónde nos pasaban a buscar para culminar con nuestro día, recupere el ánimo, dije me puedo acostumbrar.
Llego una Kangoo blanca solo que los asientos de atrás los habían quitado para que entren más bolsos con toallas y sábanas sucias, tocaba ir encima de todo esto. Llegamos y ahora faltaba bajar las aspiradoras y bolsos. Y así siempre estaba a faltar alguna tarea y las horas seguían pasando y yo seguía ahí, tuve un descanso, fue en el momento que el jefe me comentó que yo ahora iba a tener que trabajar más así ellos podían tener más trabajo y no despedir en el invierno. Yo recién los conocía y me había convertido en una pieza clave de su empresa, bueno no me dijo trabajar el doble, dijo trabalhar mais. Volví a mis tareas, no me gustó la cara de nadie ahí así que busque a la desalineada y Renuncio! Le dije orgullosa, págame mi día. Me pagaron después de intentar que me vaya y vuelva otro día, yo firme ahí, Sin mi dinero no me voy! El hombre me miró y de muy mala gana me dió un puñado de monedas y un billete de 20 euros.
Caminando por la vereda y todavia cayendo en cuenta de esa experiencia, volví a la casa y por supuesto llame a mi amiga de verdad para reírnos juntas de todo lo sucedido.
El dibujo es un personaje que yo amo, en el trabajo dándolo todo siempre y sobretodo siendo ella misma con sus singularidades.
https://calu99.blogspot.com/2023/10/el-empleo-mas-corto-de-minha-vida.html
4 notes
·
View notes