Narrativa: Encontrando un rastro
ㅤㅤㅤ☆ 。✶ ⋆。˚ ⁀✩ 𝗧𝗵𝗲 𝗟𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗣𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲'𝘀 𝗽𝗼𝘃 👑
—¿Qué es eso de ahí, Principito? —Zorro pregunta, olfatea la extraña y enorme marca sobre la tierra y después mira a su amigo—. Me parecen familiares.
El Principito medita unos segundos—: Parece una huella de Carápodo. Pero estamos en un planeta muy lejos de ellos. Así que es improbable que se trate de uno.
—Ajá, ¿y cómo explicas que la marca es idéntica al carapostal de Filotelo? —Pregunta Zorro. Alza una ceja y se echa sobre la enorme huella.
—Deberá de ser un animal parecido. Este planeta está desierto, Zorro. No creo que haya vida consciente aquí —explica el Principito.
—Si es así, entonces hay que regresar. Ya se está haciendo de noche y tengo sueño. —Bosteza y estira sus patas—: ¿Para qué quedarnos si no hay gallinas para comer?
El Principito se ríe de su amigo, Zorro siempre tiene hambre. En ese momento, el niño escucha un extraño sonido que proviene del bosque.
—Zorro, ¿oyes eso?
—¿Hablas de mis ronquidos imaginarios? Tengo tanto sueño que en cualquier momento me quedaré dormido —suelta. El Principito toma a Zorro en sus brazos y el amigo peludo suelta un chillido.
—Es hora de investigar. ¿No crees que es extraño que en el día no hayamos encontrado ningún animal? —Pregunta.
—Eh, no lo creo. Debieron extinguirse hace años. ¿Y si mejor regresamos?
—No, Zorro. Algo me dice que es un animal que necesita nuestra ayuda... —El Principito se detiene a la mitad del bosque seco y muerto. Mira a todos lados con cuidado, agudizando su oído para captar algo.
Entonces Zorro baja de los brazos de su amigo y olfatea el aire.
—Huelo algo...
El Principito frunce el ceño y saca su espada mágica, moviéndola por el aire y convocando luciérnagas brillantes que le ayuden a ver el paso.
—¡Justo ahí! ¡Es un rastro, Zorro! —Los dos se aproximan a las huellas que parecen descender colina abajo.
—Wow, son idénticas a la que encontramos fuera del bosque. ¿Crees que se trata de algún animal herido? —Pregunta Zorro.
—¡Hay que averiguarlo!
El Principito saca su libreta mágica y busca un dibujo que pueda ayudarlos a bajar de lo alto. Al segundo encuentra a su cordero y sopla las hojas del cuadernillo.
Volutas de colores brillantes aparecen frente a ambos y al deshacerse cómo diafanas fantasmales, se halla frente a ellos aquel cordero que le regaló su amigo aviador.
El Principito toma a Zorro entre sus brazos y ambos suben encima del cordero y este empieza a descender.
A medida que siguen el rastro de aquel animal extraño, pueden escucharse barullos de lamentos en el fondo del valle seco.
—¡Justo ahí! —dice el Principito.
El cordero da un último salto y cae sobre suelo empedrado. Ambos bajan y el niño agradece a su amigo cordero por ayudarlos a bajar. El animal se convierte en luz y vuelve a la libreta de sus dibujos.
—Escucha Principito, ¡es aquí!
—Lo sé, Zorro, hay que apresurarnos. Aquí termina el rastro. —Los dos amigos corren unos metros, siguiendo ahora el sonido de los lloriqueos del animal hasta que llegan a un enorme árbol caído y encuentran atrapado a un extraño ser en forma de tortuga.
—¡Oh, wow! ¡Parece un bebé Carápodo! —suelta Zorro.
—¡Hay que sacarlo, está sufriendo!
El Principito mueve su espada mágica y el enorme tronco comienza a levitar. Ambos notan que la cola del animal está mallugada.
—¡Wuju! ¡así se hace, amigo! —Zorro da saltos de alegría cuando el enorme árbol al fin es removido —. ¿Estará lastimado? —Pregunta con preocupación.
El Carápodo bebé sigue llorando. El Principito se acerca despacio.
—Tranquilo, amigo. Puedes confiar en mí, no te haré daño.
—Ten cuidado, Principito. Recuerda lo que te enseñé —dice Zorro.
El niño rubio asiente y con cuidado pone su mano encima de la cabeza del animal y acaricia con cariño.
—Comprendo cómo te sientes, pero si me permites ayudarte, curaré tu herida y te devolveré a tu familia —dice con voz clara y muy amable. Hace aparecer una manzana mágicamente y se la ofrece al animal herido.
Entonces el Carápodo deja de llorar un segundo para lamer la mano del Principito y después comer la manzana.
Zorro salta de alegría otra vez.
—¡Lo domesticaste! ¡Bien hecho, Principito! Ahora deberemos curarle esa fea herida.
El Principito murmura algo a sus luciérnagas y estas vuelan hacia la cola del animal y comienzan a sanarla. Demoran sólo algunos minutos hasta que el Carápodo se encuentra mejor y logra levantarse.
—Listo, bello animal; es hora de volver con tu familia. ¿Quieres que te llevemos? —Pregunta el Principito.
El Carápodo agacha su cabeza hasta el suelo, con intención de que Zorro y Principito suban en él.
Ambos se miran emocionados y trepan en la cabeza del animal y entonces este asciende.
—¡Ohhhh, wow! Recordé que le temo a las alturas —dice Zorro. Sus patas tiemblan.
El Principito se ríe y lo toma entre sus brazos.
—Vamos, Zorro. Disfrutemos del paisaje de este bello mundo antes de irnos.
Y fue así como los viajeros hicieron otro amigo más en el basto cosmos.
Espero que te guste, mi rey. Lo subí pensando en enseñartelo cuando llegues. Te amo mucho, mi Alejandro. ❤️😍
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