¿Algún escrito para un amor que no duró mucho pero fue muy bonito?
De Cortázar:
“Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser.”
82 notes
·
View notes
El Vieco cortaziano CVI
Yo me quedo con las casas donde he sido feliz, donde he asistido a la belleza, a la bondad, donde he vivido plenamente. Guardo la fisonomía de las habitaciones como si fueran rostros; vuelvo a ellas con la imaginación, subo escaleras, toco puertas y contemplo cuadros. Yo no sé si los hombres son demasiado ingratos con las casas, o si en mi gratitud hacia ellas hay algo de neurosis. El hecho es…
View On WordPress
3 notes
·
View notes
Tengo ausencia de ti,
"Una enfermedad que no se cura con café, ni con agua, ni con vino, ni con vientos, ni con atardeceres, ni con amaneceres, ni con soles, ni con lunas, ni con Nacho, ni con Bunbury, ni con Johansen, ni con Gabo, ni con Carrasquilla, ni con Twain, ni con Cortázar, ni con Porfirio, ni con Flores, ni con Flaubert, ni con Caicedo, ni con Bukowski, ni con Neruda.
Mi querido Neruda tampoco pudo hallar la cura contra esta enfermedad. Tengo ausencia de ti."
41 notes
·
View notes
En una carta a Cortázar, Alejandra Pizarnik escribió como posdata: PD: Me excedí, supongo. Y he perdido, viejo amigo de tu vieja Alejandra que tiene miedo de todo salvo (ahora, ¡Oh, Julio!) de la locura y de la muerte. (Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio -que fracasó, hélas). Esta fue la respuesta de Cortázar: París, 9 de septiembre de 1971 Mi querida: Tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo apunto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza -y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra. Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo. Julio Un año después, Alejandra Pizarnik se quitaría la vida. . #pizarnik #cortázar #alejandrapizarnik #juliocortázar #cartas #letras #vida #recuerdos #sentimientos #tristeza #tequieroviva #verdugo #poemas #poesía #poetas #escritura #emociones #alma (en San Luis Potosi, Mexico) https://www.instagram.com/p/CoqhHuDpmXj/?igshid=NGJjMDIxMWI=
24 notes
·
View notes
Julio Cortázar’s “Instructions on How to Wind a Watch” has been a favorite of mine for a very long time, long preceding my interest in wristwatches. It was also the first thing I ever posted to the watch forum that I used for about ten months before deleting my account.
Julio Cortázar, “Instructions on How to Wind a Watch”
This passage comes from the first chapter of Cortázar’s Cronopios and Famas (1962), “The Instruction Manual” as translated by Paul Blackburn. The original español follows.
But first, above is a photo of Cortázar wearing a watch with its face on the underside of his wrist, as he tended to do. Can anyone identify the watch?
*****
Preamble to the Instructions on How to Wind a Watch
Think of this: When they present you with a watch they are gifting you with a tiny flowering hell, a wreath of roses, a dungeon of air. They aren't simply wishing the watch on you, and many more, and we hope it will last you, it's a good brand, Swiss, seventeen rubies; they aren't just giving you this minute stonecutter which will bind you by the wrist and walk along with you. They are giving you—they don't know it, it's terrible that they don't know it—they are gifting you with a new, fragile, and precarious piece of yourself, something that's yours but not a part of your body, that you have to strap to your body like your belt, like a tiny, furious bit of something hanging onto your wrist. They gift you with the job of having to wind it every day, an obligation to wind it, so that it goes on being a watch; they gift you with the obsession of looking into jewelry-shop windows to check the exact time, check the radio announcer, check the telephone service. They give you the gift of fear, someone will steal it from you, it'll fall on the street and get broken. They give you the gift of your trademark and the assurance that it's a trademark better than the others, they gift you with the impulse to compare your watch with other watches. They aren't giving you a watch, you are the gift, they're giving you yourself for the watch's birthday.
Instructions on How to Wind a Watch
Death stands there in the background, but don't be afraid. Hold the watch down with one hand, take the stem in two fingers, and rotate it smoothly. Now another installment of time opens, trees spread their leaves, boats run races, like a fan time continues filling with itself, and from that burgeon the air, the breezes of earth, the shadow of a woman, the sweet smell of bread.
What did you expect, what more do you want? Quickly strap it to your wrist, let it tick away in freedom, imitate it greedily. Fear will rust all the rubies, everything that could happen to it and was forgotten is about to corrode the watch's veins, cankering the cold blood and its tiny rubies. And death is there in the background, we must run to arrive beforehand and understand it's already unimportant.
*****
Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los dias, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
5 notes
·
View notes
Rayuela, una señora dignísima | Letras Libres
Se cumplen cincuenta años de la publicación de la novela icónica de Julio Cortázar.
Origen: Rayuela, una señora dignísima | Letras Libres
View On WordPress
3 notes
·
View notes