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#Cuentos del vivac
cmatain · 2 years
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Los «Cuentos del vivac» de Federico Urrecha: valoración final
Los «Cuentos del vivac» de Federico Urrecha: valoración final
Los Cuentos del vivac. Bocetos militares (Madrid, Manuel F. Lasanta, 1892) de Federico Urrecha presentan, como hemos visto, diversas escenas de la vida militar: combates, asaltos, acciones de guerrilla, guardias en posiciones avanzadas, movimientos de tropas, sin olvidar tampoco episodios de la vida en retaguardia (cuarteles, hospitales de sangre…). Las historias más interesantes son en mi…
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paulr-z · 2 years
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El día de la guerra
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M.
Nuestra coronas de carne proceden del ignoto orbe.
Temblamos bajo el sueño eterno
Somos larvas que en la oscuridad retozan
Mientras la vida hace sus jugadas,
Y muestra sus sotas y ases.
Aún así, que gusto recostarme por milenios en tu pecho
Y sentir el aroma perdido desde el inicio del mundo
Olor a mar fresco, a vida y a Vía Láctea.
Perderme en el eterno contorno de tu naturaleza,
Y que las notas orquestadas por tu alegría
Iluminen el solitario universo
Que se precipita veloz sobre nuestro planeta.
II
Mira: los eternos caminos de esta angosta nación son iluminados por tristes faros arrodillados,
Los leones lloran
Y bajo este cielo violeta, te espero en una tarde lluviosa
Cuento los siglos, frente a mis ojos, a miles de años, mueren planetas, agonizan soles, se extingue la vida.
Y sueño con el hombre que también habito ahora,
Junto a su historia que transcurrirá en un suspiro.
No soy un hombre, no se que partículas me componen, tampoco tú eres una mujer. Solo somos dos al borde de la creación en una gigante ciudad eterna.
Y llegas, sobre ti se revela la vida, colgando de tus orejas brillan las estrellas, el perfume de los árboles de todo Mayo circunda tu cuello, los labios, gruesos, enrojecidos, se han pintado con la sangre de los atardeceres.
Los ojos pequeños, pero vivaces, con una línea que cruza planetas enteros circunda tu párpado.
Y ya no hay misterio, sino una terrible costumbre, que no sofoca, sino libera y ata.
Bajo los cristales donde miro a través la húmeda ciudad, pequeñas formas se chocan y forman siluetas sobre tu rostro joven.
No quiero que termine este ensueño,
te he esperado milenios,
en mi mano se forma la tuya,
y caminamos vagabundos,
nos mojamos mientras corremos,
y las notas de tu alegría suenan armoniosamente con cada gota.
Yo soy solo partículas, en otro cuerpo, que tuvo la valentía de mirarte de frente y sin miedo.
Para recobrarte en este lado del universo,
donde un simple hombre cuenta su tragedia mientras se abre el pecho y escribe con su otra mano.
Mientras hoy te espero, otro ser igual que yo, ya te tiene, y eso es victoria para mi, victoria eterna y pasajera a mis contados años.
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lilietherly · 4 years
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[MiniFic! Victorianlock]
Relación establecida.
Fluff/Humor.
(¿Me creerías si te digo que escribí esto en poco más de media hora? 😆 Claro, editarlo me tomó dos o tres veces más de tiempo, pero igual lo acabé bastante rápido 😊, un pequeño logro 🎊)
* * *
Watson era realmente un buen actor cuando se lo proponía, así como podía ayudar a fingir un acto para los casos de Holmes también era capaz, demostraba en este momento que hacerlo fuera de esos parámetros se encontraba igualmente dentro de sus talentos. Fingía dormir. Y tal vez no se tratara de la tarea más complicada si lograba compararlo con situaciones en las que incluso una vida corriera peligro, sin embargo, cuando su preciado amante se removía como si algún bicho especialmente molesto se arrastrara por su piel clara, las cosas se colocaban en mejor perspectiva.
Sabía que el hombre no tenía sueño, conociendo mejor que bien sus horas irregulares para descansar esa mente inquieta, en realidad ni siquiera le sorprendía. Pero cuando el mismo detective le había prometido que esa misma noche dormiría a su lado intentando de una vez cumplir correctamente con su papel de pareja/compañero de vida/amante/esposo, incluyendo las bajas expectativas del doctor, el mismo se sorprendió al notar los primeros movimientos. 
Se había hecho a la idea de que Holmes no dormiría con él esa noche, así que simplemente ocupó su espacio en la cama sin esperar ser acompañado; luego de días en donde apenas un débil caso le hizo mantener activo, comprendió la falta de actividad y no esperó su compañía. Desde luego, comprensivo como era con el humor de su detective, le aseguró en mil formas distintas lo nada molesto que estaría de no tenerlo consigo. En definitiva, fue esa la mayor razón por la cual se encontró tan sorprendido al notar la cama hundirse bajo el peso de Holmes menos de una hora después de haberse acostado.
En realidad estaba complacido por el sacrificio que debía ser para él intentar dormir cuando su mente seguro aun giraba con esa energía nerviosa que tanto le fascinaba, por eso continuaba intentado fingirse en el hermoso mundo de los sueños. Quizá el hombre estaba decidido a cansarse dando vueltas o irritarlo al punto en que le obligaría a echarlo de ahí, en ese instante ambas cosas sonaban igual de posibles. Pensó esperar y contar el tiempo en que se rendiría, por su parte su paciencia había sido probada en suficientes ocasiones para soportar aquello, que su pareja/compañero de vida/amante/esposo pretendiera irritarlo haciendo piruetas no sería posible hasta dentro de dos horas, cuando su sueño lo arrastrara definitivamente. 
Sintió como una mano nerviosa tomó su brazo para envolverlo alrededor de su cintura luego de girar una vez más. Lo apretó sin dudar contra su pecho, no temía descubrirse, acercarse el uno al otro era ya instintivo, incluso estando dormidos. Holmes resopló, sacudiendo desde la punta de los pies y subiendo parcialmente hasta que sus rodillas estuvieron a punto de tocarle el pecho. No, todavía le quedaba fuerza para gastar. Por su parte, Watson continuó manteniendo su respiración calmada. 
No mucho después, el desesperado detective se giró hacia él, tenía la sensación de sus ojos vivaces en el rostro.
—Mi pobre hombre no consigue dormir, seguro si le cuento una historia podría hacerlo rendir —dijo, sonriendo y abriendo los párpados lentamente. Recibió un ceño fruncido que lentamente se suavizó.
—Lo siento, no quería despertarte. 
A pesar de abrazarlo por la cintura la cabeza de Holmes se encontraba más arriba que la suya, por lo que fue fácil besarle inocente en el pecho y acurrucarse un poco contra él, aprovechando tenerlo ahí todo el tiempo que pudiera.
—¿Cuántas veces le repetí, señor Holmes, que no era necesario cumplir su promesa esta noche? —preguntó, ahora él mostrando un ligero fruncido en entre las cejas.
—Lo decía en serio, realmente quiero acompañarte. —Asintiendo, Watson se elevó hasta rozar con sus labios los del detective. Sentirlo corresponder golpeó en millonésima ocasión a su pecho. ¿Cuánto no habían tenido que pasar para llegar a ese punto? Ahora todo parecía sencillo.
—También hablaba en serio cuando dije que no tenías que seguirme. 
Aun en la penumbra de la noche, el doctor fue capaz de mirar un suave atisbo de culpa en el rostro que tanto amaba. Sin apartarse de su cuerpo delgado guio su mano hasta encontrarla sobre la mejilla pálida, le acarició con el pulgar en lentos movimientos.
—Cuando digo que lo entiendo es porque así es, me molesta más que intentes permanecer en un lugar donde no quieres —antes de que Holmes lo interrumpiera, añadió—, no me refiero a nosotros. Te conozco, Sherlock, toda esa maravillosa energía tuya apenas ha tenido mucho trabajo para agotarse, es obvio que no puedas dormir; y si bien adoro tu intento por acompañarme, aún si no comprendo del todo cómo te sientes, sé lo suficiente para saber que no soy yo lo que te molesta de permanecer aquí —terminó, besándolo nuevamente en los labios.
—John… —Watson negó. Le regaló una sonrisa de conformidad y luego intentó empujarlo fuera de la cama.
—Ahora ve y descubre algo, clasifica tus experimentos, toca tu violín —enumeraba mientras volvía a acomodar las mantas a su alrededor—, pero nada de disparos o esta vez definitivamente me desharé de tu revolver. —Holmes evitó decir más, dejó un beso en la sien de su doctor, antes de cerrar la puerta tomó su bata.
Watson sonrió y muy consciente del buen esposo que era, finalmente durmió.
(Obviamente aún hay muchas cosas que corregir, espero las perdones mientras me ocupo de ellas 😜. ¡Muchas gracias por leer! 😊😘💕💞✨)
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natsuki-moon · 5 years
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Singularidad
Del grupo era él quien brillaba de un color diferente, se veía carente de algo allí adentro, sin embargo, también se veía que tenía mucho.
Particular, porque no era el más bello, es más, de entre sus amigos "a la vista" te hubieses fijado en alguien más, su belleza iba más allá de sus telas y carnes.
Él tenía el corazón extraño, tal vez medio vacío o medio lleno, un poco agrietado, medianamente gélido, distribuido en pedazos pero no por un amor,sino porque la vida, a pesar de ser tan joven, lo trató a los azotes y a los estrujones.
Él, siendo una persona solitaria, en su cuento raro, sus juegos con cosas poco convencionales, la imaginación de su cabeza rebosando, tal vez él, el niño raro, el chico que sabía sobre los sueños, la mitología, las constelaciones, incluso creería yo que podía dar cuenta de grandes dragones, juguetón con la ciencia y pasional con sus cuerdas y letras.
Un pequeño principito luchando contra el mundo con espada de cartón, coraje de cristal, sentimientos vivaces, temeroso tal vez tímido, no sé que tanto ese príncipe en ese horrible trajín de la escuela estuviese solo, tal vez, un amigo le alumbraba la vida.
El adolescente de ese ser es artístico, complejo, complicado, reducido pero ilimitadamente extenso.
Él, es divino, es muy especial, particular, singular, de sentimientos blandos y reales, de corazón lindo y grande, un chico diferente, es una pieza que no encaja, pero esa pieza es preciosa y no necesita realmente encajar con nada.
Pero el no ve eso, realmente tal vez no lo cree.
El día en que toqué su corazón me sentí la mejor chica del mundo, yo quería hacerle ver su carácter especial.
Ese chico, galáctico de fuera del planeta...
Es el chico que yo amo.
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de-letras-somos · 5 years
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Amar es más que un verbo
Papeles de distintos colores se posan en la habitación.
Garabatos de diferentes trazos,tintas oscuras y corazones enmarcados.
He pasado casi toda una tarde intentando plasmar en letras lo que el corazón ya no puede callar.
Sonrío ante la última imagen que se forma en mi mente,la de tus ojos chocolate,tan inocentes y tan nobles como el oro.Irradian luceros pequeños cada que volteas a verme.
Diviso tus labios,el inferior que me tienta a mordisquear y jugar aquellos roles en los que me siento brava y libre de intenciones angelicales.
Recuerdo tus manos,tus dedos finos que conocen cada constelación de mi piel junto a mis lunares.Anhelo el tacto tan sólo de que tus manos cobijen las mías y me invites a danzar ante la Luna,ante esa atmósfera tan de ensueños cuando siento que amarte es más que un verbo.
Amarte es todo lo que esta bien en el Universo.
Somos el Big Bang que se reinventa y se anima a vibrar cada noche o cada día con tan sólo fusionar una porción de piel como cómplices de lo prohíbido,de lo que nadie tiene y es genuino.
Amarte lleva más que las letras que lo conforman,no sólo es el acto sino también la explosión del significado que se hace carne ,se hace nervio y se vuelve ser entre las fusiones de nuestros cuerpos.
Amarte se queda insulso en solo versos y estrofas que inquietas desean que tus ojos las recorran.
Amor,eres la fortaleza,la travesía,la jugada crucial y la decisión acertada que eleva el alma hasta el paraíso y la regresa a la Tierra porque sabe que aún estas vivo.
Amor,eres el pensamiento inicial de las mañanas,el protagonista de las canciones y los relatos de cuentos y hadas.
Eres la melancolía de las tardes de lluvia y el abrigo que mi cuerpo necesita para pasar el invierno.
Eres el alimento que mis labios reclaman.Los coros de ángeles se vuelven diminutos si de tu garganta emanas que me amas.
Amarte es más que un verbo y que una acción.Sobrepasa el entendimiento y la locura,la duda se espanta cuando mi corazón te canta.
Amar son las estaciones que recorre el mundo.Las cenas y las charlas entre risas y a veces lágrimas.
Amar son las mariposas monárcas que revolotean orgullosas en mi vientre cuando te posesionas de mis labios tan pequeños y tan vivaces al recordar la miel y menta de los tuyos.
Amar es ser uno solo por las noches,altercar ante las estrellas y que la Luna se enmudezca entre esos vaivénes que sincronizamos cuando danzamos en honor al amor,a la eternidad de la felicidad,a la desconexión de todo lo real e irreal.
Amar son los cafés por la mañana o las rosas rojas de los calendarios y las fechas especiales.
Amar es que tomes mi mano y me guíes por tus tierras,las fotografías de los paisajes y las sonrisas eternas.
Amarte es la libertad de que vueles,de que seas tu quien retorne a un hogar que sabe a ti y a mí sin cadenas pesadas.
Amar es complementarnos,el apoyo y el sostén del otro ante las inclemencias de la vida o del clima.
Amarte es elegirte cada día,cada noche,cada segundo y milisegundo sin siquiera mirar si existen príncipes o reyes que puedan opacarte.
Amar es ir por las calles recordándote y deseando poder encontrarte de golpe,que agites el corazón y me reconfortes con tu beso en la frente,una señal de protección.
Amarte es deleitarme con tu voz,en sus estadíos de normalidad,en sus alternancias de chico y hombre.
Amar es más que un verbo y más que una enseñanza.Es una vida que quiero y lleva tu nombre impreso en el árbol de la vida,que trae frutos de amor sin límites,de un amor que lucha siempre porque la luz del Sol siempre se cuele por las ventanas.
Amar eres tú amor mío echo persona,echo sueño convertido en realidad.
Amar es más que un verbo,es escribirte todo esto con las mejillas enardecidas y el corazón añorando nuestro próximo encuentro.
Emilia
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vaciocaotico · 3 years
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El abuelo, cuento de Mario Vargas Llosa
Cada vez que el viento desprendía una ramita o golpeaba los vidrios de la cocina que estaba al fondo de la huerta, haciendo ruido, el viejecito saltaba con agilidad de su asiento improvisado que era una enorme piedra y espiaba ansiosamente entre el follaje. Pero el niño aún no aparecía. A través de las ventanas del comedor, abiertas a la pérgola, veía en cambio las luces de la araña, encendida hacía rato, y bajo ellas sombras medio deformes que se deslizaban de un lado a otro con las cortinas, lentamente. El viejecito había sido corto de vista desde joven, y también algo sordo, de modo que eran inútiles sus esfuerzos por comprobar si la cena había comenzado, o si aquellas sombras movedizas las causaban los árboles más altos.
Regresó a su asiento y esperó. La noche anterior había llovido y la tierra y las flores despedían un agradable olor a humedad. Pero los insectos abundaban, y los esfuerzos desesperados de don Eulogio, que agitaba sus manos constantemente en torno del rostro, no conseguían evitarlos: a su barbilla trémula, a su frente, y hasta las cavidades de sus párpados, llegaban cada momento lancetas invisibles a punzarle la carne. El entusiasmo y la excitación que mantuvieron su cuerpo dispuesto y febril durante el día habían decaído y se sentía ahora cansancio y algo de tristeza. Tenía frío, le molestaba la oscuridad del vasto jardín y lo atormentaba la imagen, persistente momento atrás, de alguien, quizá la cocinera o el mayordomo, sorprendiéndolo de pronto en su escondrijo. “¿Qué hace usted en la huerta a estas horas, don Eulogio?”. Y vendrían su hijo y su hija política, convencidos de que estaba loco. Sacudido por un temblor nervioso, volvió la cabeza y adivinó entre los bloques de crisantemos, de nardos y de rosales, el diminuto sendero que llegaba a la puerta trasera esquivando el palomar. Se tranquilizó apenas, recordando haber comprobado tres veces que la puerta estaba junta, con el pestillo corrido, y que en unos segundos podía deslizarse hacia la calle sin ser visto.
“¿Si hubiera venido ya?”, pensó, intranquilo. Porque hubo un instante, a los pocos minutos de haber ingresado cautelosamente a su casa por la entrada casi olvidada de la huerta, en que perdió la noción del tiempo y permaneció como dormido. Solo reaccionó cuando el objeto que ahora acariciaba sin saberlo, se desprendió de sus manos golpeándole el muslo. Pero era imposible. El niño no podía haber cruzado la huerta aún, porque sus pasos lo habrían despertado, o el pequeño, habría distinguido a su abuelo, encogido y durmiendo, justamente al borde del sendero que debía conducirlo a la cocina.
Esta reflexión lo animó. El viento soplaba con menos violencia, su cuerpo se adaptaba al ambiente, había dejado de temblar. Tentando entre los bolsillos de su saco, encontró pronto el cuerpo duro y cilíndrico del objeto que había comprado esa tarde en el almacén de la esquina. El viejecito sonrió regocijado en la penumbra, recordando el gesto de sorpresa de la vendedora. El había permanecido muy serio, taconeando con elegancia, agitando levemente y en círculo su largo bastón enchapado en metal, mientras la mujer pasaba frente a sus ojos cirios y velas de sebo de diversos tamaños. “Esta”, dijo él, con un ademán rápido que quería significar molestia por el quehacer desagradable que cumplía. La vendedora insistió en envolverla, pero don Eulogio se negó, abandonando la tienda con premura. El resto de la tarde estuvo en el Club, encerrado en el pequeño salón del rocambor donde nunca había nadie. Sin embargo, extremando las precauciones para evitar la solicitud de los mozos, echó llave a la puerta. Luego, cómodamente hundido en el confortable de suave color escarlata, abrió el maletín que traía consigo, y extrajo el precioso paquete. La tenía envuelta en su hermosa bufanda de seda blanca, precisamente la que llevaba puesta la tarde del hallazgo.
A la hora más cenicienta del crepúsculo había tomado un taxi, indicando al chofer que circulara despacio por las afueras de la ciudad, corría una deliciosa brisa tibia, y la visión entre grisácea y roja del cielo sería más sorprendente y bella en medio del campo. Mientras el automóvil corría con suavidad por el asfalto, sus ojitos vivaces, única señal ágil en su rostro fláccido, lleno de bolsas, iban deslizándose distraídamente sobre el borde del canal vecino a la carretera, cuando de pronto, casi por intuición, le pareció distinguir un extraño objeto.
“¡Deténgase!” -dijo, pero el chofer no le oyó-. “¡Deténgase! ¡Pare!”.
Cuando el auto se detuvo y en retroceso llegó al montículo de piedras, don Eulogio comprobó que se trataba, efectivamente, de una calavera. Teniéndola entre las manos olvidó la brisa y el paisaje, y estudió minuciosamente, con creciente ansiedad, esa dura forma impenetrable despojada de carne y de piel, sin nariz, sin ojos, sin lengua. Era un poco pequeña y se sintió inclinado a creer que era de un niño. Estaba sucia, polvorienta, y el cráneo pelado tenía una abertura del tamaño de una moneda, con los bordes astillados. El orificio de la nariz era un perfecto triángulo, separado de la boca por un puente delgado y menos amarillo que el mentón. Se entretuvo pasando un dedo por las cuencas vacías, cubriendo el cráneo con la mano en forma de bonete o hundiendo su puño por la cavidad baja, hasta tenerlo apoyado en el interior. Entonces, sacando un nudillo por el triángulo, y otro por la boca a manera de una larga lengueta, imprimía a su mano movimientos sucesivos, y se divertía enormemente imaginando que aquello estaba vivo…
Dos días la tuvo oculta en el cajón de la cómoda abultando el maletín de cuero, envuelta cuidadosamente, sin revelar a nadie su hallazgo. La tarde siguiente a la del encuentro permaneció en su habitación, paseando nerviosamente entre los muebles lujosos de sus antepasados. Casi no levantaba la cabeza: se diría que examinaba con devoción profunda los complicados dibujos sangrientos y mágicos del círculo central de la alfombra, pero ni siquiera los veía. Al comienzo estuvo muy preocupado. Pensó que podían ocurrir imprevistas complicaciones de familia, tal vez se reirían de él. Esta idea lo indignó y tuvo angustia y deseo de llorar. A partir de ese instante, el proyecto se apartó solo un momento de su mente: fue cuando de pie ante la ventana, vio el palomar oscuro, lleno de agujeros, y recordó que en una época cercana aquella casita de madera con innumerables puertas no estaba vacía y sin vida, sino habitada de animalitos pardos y blancos que picoteaban con insistencia cruzando la madera de surcos y que a veces revoloteaban sobre los árboles y las flores de la huerta. Pensó con nostalgia en lo débiles y cariñosos que eran: confiadamente venían a posarse en su mano, donde siempre les llevaba algunos granos, y cuando hacía presión entornaban los ojos y los sacudía un débil y brevísimo temblor. Luego no pensó más en ello. Cuando el mayordomo vino a anunciarle que estaba lista la cena, ya lo tenía decidido. Esa noche durmió bien. A la mañana siguiente recordaba haber soñado que una larga fila de grandes hormigas rojas invadía sorpresivamente el palomar, causando desasosiego entre los animalitos, mientras él, en su ventana, advertía la escena por un catalejo.
Había imaginado que la limpieza de la calavera sería un acto sencillo y rápido, pero se equivocó. El polvo, lo que había creído polvo y tal vez era excremento por su aliento picante, se mantenía soldado en las paredes internas y brillaba como metal en la parte posterior del cráneo. A medida que la seda blanca de la bufanda se cubría de lamparones grises, sin que fuera visible que disminuía la capa de suciedad, iba creciendo la excitación de don Eulogio. En un momento, indignado, arrojó la calavera, pero antes de que esta dejara de rodar, se había arrepentido y estaba fuera de su asiento, gateando por el suelo hasta alcanzarla y levantarla con precaución. Supuso entonces que la limpieza sería posible utilizando alguna sustancia grasienta. Por teléfono encargó a la cocina una lata de aceite y esperó en la puerta al mozo, arrancándole con violencia la lata de las manos, sin prestar atención a la mirada inquieta con que aquel intentó recorrer la habitación por sobre su hombro. Lleno de zozobra empapó la bufanda en aceite y, al comienzo con suavidad, luego acelerando el ritmo, raspó hasta exasperarse. Comprobó entusiasmado que el remedio era eficaz: una tenue lluvia de polvo cayó a sus pies durante unos minutos, mientras él ni siquiera notaba que se humedecían sus dedos y el borde de sus puños. De pronto, puesto de pie de un brinco, admiró la calavera que sostenía sobre su cabeza, limpia, luciente, inmóvil, con unos puntitos como de sudor sobre la suave superficie de los pómulos. La envolvió de nuevo, amorosamente. Cerró su maletín y salió precipitado del Club. El automóvil que ocupó en la puerta lo dejó a la espalda de su casa. Había anochecido. En la fría penumbra de la calle se detuvo un momento, temeroso de que la puerta estuviera clausurada. Enervado, calmo, estiró su brazo y dio un respingo de felicidad al notar que giraba la manija y que aquella cedía con un corto chirrido.
En ese momento escuchó voces en la pérgola. Estaba tan ensimismado, que incluso había olvidado el motivo de ese trajín febril. Las voces, el movimiento fueron tan imprevistos que su corazón parecía una bomba de oxígeno golpeándole el pecho. Su primer impulso fue agacharse, pero lo hizo con torpeza y se resbaló de la piedra, cayendo de bruces. Sintió un dolor agudo en la frente y en un sabor desagradable de tierra mojada en la boca, pero no hizo ningún esfuerzo por incorporarse y continuó allí, medio sepultado en las hierbas, respirando fatigosamente, temblando. En la caída había tenido tiempo para elevar la mano que aprisionaba la calavera de modo que esta se mantuvo en el aire, a escasos centímetros del suelo siempre limpia.
La pérgola estaba a cincuenta metros de su escondite, y don Eulogio oía las voces como un delicado murmullo, sin distinguir lo que decían. Se incorporó trabajosamente. Espiando, vio entonces en medio del arco de los grandes manzanos cuyas raíces tocaban el zócalo del corredor, una forma clara y esbelta, y comprendió que era su hijo. Junto a él había otra, más oscura y pequeña, reclinada con cierto abandono. Era la mujer. Pestañeando, frotando sus ojos trató angustiosamente, pero en vano de distinguir al niño. Entonces lo oyó reír: una risa cristalina de niño, espontánea, purísima, que cruzaba el jardín como un animalillo. No esperó más: extrajo la vela de su saco, juntó a tientas ramas, terrones y piedrecitas y trabajó rápidamente hasta asegurar la vela sobre la piedra. Luego con extrema delicadeza para evitar que la vela perdiera el equilibrio, colocó encima la calavera. Presa de gran excitación, uniendo sus pestañas al macizo cuerpo aceitado para verlo mejor, comprobó de nuevo que la medida era justa: por el orificio del cráneo asomaba un puntito blanco como un nardo. No pudo continuar observando. El padre había elevado la voz y, aunque las palabras eran todavía incomprensibles, don Eulogio supo que se dirigía al niño. Hubo en ese momento como un cambio de palabras entre las tres personas: la voz gruesa del padre, cada vez más enérgica, el rumor melodioso de la mujer, los cortos gritos destemplados del nieto. El ruido cesó de pronto. El silencio fue brevísimo: lo interrumpió como una explosión este último. “Pero conste: hoy acaba el castigo. Dijiste siete días y hoy se acaba. Mañana ya no voy”. Con las últimas palabras escuchó pasos precipitados, pero casi de inmediato dejó de oírlos.
¿Venía corriendo? Era el momento decisivo. Don Eulogio venció el ahogo que le estrangulaba y concluyó su plan. El primer fósforo dio solo un fugaz hilito azul. El segundo prendió bien. Quemándose las uñas, pero sin sentir dolor, lo mantuvo junto a la calavera, aun segundos después de que la vela estuviera encendida. Dudaba, porque lo que veía no era exactamente la imagen que supuso cuando una llamarada sorpresiva creció entre sus manos con un brusco crujido, como de muchas ramas secas quebradas a la vez, y entonces quedó la calavera iluminada del todo, echando fuego por las cuencas, por el cráneo, por los huesos de la nariz y de la boca. “Se ha prendido toda”, exclamó maravillado. Había quedado inmóvil, repitiendo como un disco: “fue el aceite, fue el aceite”, estupefacto y embrujado ante el espectáculo medio macabro, medio mágico de la calavera en llamas.
Justamente en ese instante escuchó el grito. Fue un grito salvaje, como un alarido de animal herido, que se cortó de golpe. El niño estaba delante de él, en el círculo iluminado por el fuego, con las manos retorcidas frente a su cuerpo y los dedos crispados. Lívido, estremecido de terror, tenía los ojos y la boca muy abiertos y estaba rígido y mudo y rígido, haciendo unos extraños ruidos con la garganta, como roncando. “Me ha visto, me ha visto”, se decía don Eulogio, con pánico. Pero al mirarlo supo de inmediato que no lo había visto, que su nieto no podía ver otra cosa que aquel rostro de huesos que llameaba. Sus ojos estaban inmovilizados, con un terror profundo y eterno retratado en ellos, fijamente prendidos al fuego y a aquella forma que se carbonizaba. Don Eulogio vio también que a pesar de tener los pies hundidos como garfios en la tierra, su cuerpo estaba sacudido por convulsiones violentas. Todo había sido simultáneo: la llamarada, el espantoso aullido, la visión de esa figura de pantalón corto súbitamente poseída de espanto. Pensaba entusiasmado que los hechos habían sido incluso más perfectos que su plan, cuando sintió muy cerca voces y pasos que avanzaban y entonces, ya sin cuidarse del ruido, dio media vuelta y a saltos, apartándose del sendero, destrozando con sus pisadas los macizos de crisantemos y rosales que entreveía en su carrera a medida que lo alcanzaban los reflejos de la llama, cruzó el espacio que lo separaba de la puerta. La atravesó junto con el grito de la mujer, salvaje también pero menos puro que el de su nieto. No se detuvo ni volvió la cabeza. En la calle, un viento frío hendió su frente y sus escasos cabellos, pero no lo notó y siguió caminando, despacio, rozando con el hombro el muro de la huerta sonriendo satisfecho, respirando mejor, más tranquilo.
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tylerkitch · 6 years
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Primer tráiler de la nueva película de "Christopher Robin"
"Christopher Robin: un reencuentro inolvidable" es la próxima película de acción real, inspirada en clásicos infantiles, que Disney estrenará en salas de cine.
La historia sigue a un Christopher Robin (Ewan McGregor) adulto. De niño, al gran amigo del oso Winnie The Pooh le encantaba aventurarse con un grupo de adorables y vivaces animales de peluche en el Bosque de los Cien Acres, pero ahora que ha crecido, ha perdido su rumbo.
Por eso, sus amigos de infancia llegan al mundo de Christopher Robin para ayudarle a recordar al niño cariñoso y alegre que aún lleva adentro. La cinta es dirigida por Marc Forster, quien estuvo a cargo de "Descubriendo Nunca Jamás" y "Guerra mundial Z", entre otros filmes, y tiene previsto su estreno para agosto próximo.
aqui les dejo el trailer oficial de la pelicula tan esperada por los amantes de los cuentos clasicos 
youtube
Desde hace unos años Disney apuesta por hacer versiones de acción real de sus animaciones clásicas, pero orientadas a audiencias más contemporáneas, como lo hizo con "Maléfica", "Cenicienta" y "La Bella y la Bestia", que recaudó más de 500 millones de dólares en taquilla.
"Christopher Robin" tiene previsto su estreno en agosto de 2018. Otras versiones de acción real que se estrenarán este año son "Mary Poppins" (diciembre) y "El cascanueces y los cuatro reinos" (octubre), mientras que  "El Rey León"  (con Beyoncé y Donald Glover) llegará a los cines en2019, así como "Alladín", que estará protagonizada por Will Smith y Mena Massoud. "Mulan", protagonizada por la actriz que Liu Yifei, está prevista para 2020.
Otras nuevas versiones se esperan son , "Cruella", "Dumbo" de Tim Burton, "La sirenita" con Lin-Manuel Miranda y dos versiones de"Peter Pan" están en producción así como de "Fantasía", "Pinocho", "Blancanieves y los siete enanos" y "La espada en la piedra".
a mi parecer creo que sera una muy buena pelicula para recordar a estos personajes de disney que todos ya habiamos dejado en el olvido :( solo queda esperar en agostp cuando sea el lanzamiento para disfrutar de esta pelicula clasica remasterizada para audiencias mas exigentes 
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etheny-blog-blog · 6 years
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I.
Selena y su manía incontrolable de brillar, de convertir sus poros en luces temblorosas que queman con el tacto de una piel desconocida, de columbrar con la mirada las estrellas que residen en Andrómeda y tocar con las manos de su alma el límite que las separa de la Vía Láctea. Su cadencia es madre del bien y la esperanza, su corazón un pedacito de bondad entre tantas asperezas y su faz un recordatorio de la vida; la niñez se hospeda entre su frente, revoltosa e incomprendida como sólo los adultos infelices pueden verle, y al dormir sueña con cien ideas diferentes que se hacen realidad cuando despierta. Selena tiene una risa sin igual: no de ésas que opacan al sol cuando la fuerza del gozo teje en su rostro aquella curvatura tan perfecta, pero sí es de ésas que te dejan pensando en la fortuna de haberla contemplado.
Ella acostumbró a tomarme de las manos, y entre múltiples caricias que no podían percibirse por formar parte de ese mundo de creencias insensato, me guiaba cada noche a orillas del río, con las estrellas resguardando nuestros pasos y la luna vigilando nuestros actos, con la brisa susurrando nuestros nombres y las nubes escuchando cada sueño que en nuestra mente florecía y que la madurez, forjada de odio y de desprecio, asesinaba al nacer el día. La confianza siempre hurtaba de nuestras bocas las palabras y se hundía con nuestros secretos en el agua. Allí moría todo el miedo con sus dudas: en el río y su silencio, en la confidencialidad y su fortaleza, en nuestros ojos al mirarse y descubrir las ganas de nunca defraudarnos.
Selena me hablaba de su viaje a Canadá, de la excelencia de los libros que ha leído, de la injusticia que se extiende alrededor del mundo y de cómo la democracia se volvió un juego de niños en donde pocos son los que conocen las reglas y muchos los borregos que las siguen sin saberlas; me confesaba también las pesadumbres de su ánima, los defectos de su cara, el dolor que le causaba no ser buena para nada: ni para la escritura ni para la danza ni para el amor; sosegábale yo con caricias, mientras ella me contaba cómo por las tardes de domingo recorría el universo fugazmente, montada sobre el lomo del ensueño, sin tanques de oxígeno ni trajes pomposos: ya conocía los anillos de Saturno y más de una vez llegó a sentir el frío de Plutón.
De todos los planetas, su favorito era Mercurio; de todos los planetas, mi favorito era La Tierra. Sin embargo, ¡qué diferencia tan caótica! Ella, a pesar de sus vuelos constantes, tenía los pies bien puestos sobre este terruño al que llamamos hogar, repleto de roca y agua y mucha realidad; mientras que yo tenía la mente en el espacio, los talones por encima de las nubes, el corazón a millones de años luz de distancia de todo cuerpo celeste que pudiera calentarlo, y el alma escondida en algún hoyo negro o detonando junto a una Supernova para esparcirse en mil pedazos alrededor del universo y, con suerte, no saber nunca más qué fue de su mitad derecha o de las partes que llegaron a componerla (ésas que jamás fueron algo y ahora son poco menos que nada).
No obstante, Selena tenía algo de notable. Sólo ella podía viajar al espacio y dar con cada minúscula pieza de mi ser, con esas partículas tan mías que sin querer se perdieron en el limbo, con eso tan mío que se extravió entre las llamas del Sol, entre los mares de La Tierra, entre los satélites de Júpiter, entre los diamantes de Neptuno, entre galaxias desconocidas, entre las distintas constelaciones, los planetas que no han sido descubiertos y las vidas que no existen todavía. Ella me unificaba, me reparaba y me traía de vuelta a casa, al río, a los parques, a los cuentos de Canadá, de la dictadura en Rusia, de los versos tan patéticos que escribe y de su amor por Victor Hugo y Don Quijote de la Mancha.
—¿Don Quijote de la Mancha? —Don Quijote de la Mancha. —¿Y qué te pareció la obra? —¿Cómo quieres que lo sepa si todavía no terminas?
II.
De suerte que, si ella quería ser, yo debía hacerla y rehacerla con la ayuda de mi mente, colorearla con los tonos más vivaces, implantar en su dulce corazón los latidos que por fuerza generaba el mío, moldear a mi manera la belleza de su alma, retocar cada rincón con las cualidades que me faltan, indicarle a mis oídos el tono de su voz y de su risa, calcular cuántos metros de profundidad existe en su mirada e imaginar las formas tan variadas de perderme en la espesura de sus hebras. Construir la fineza de su piel con el tacto de mis manos fue, quizá, la tarea más compleja, y adornar el nacimiento de su cuello con el olor inextinguible de las rosas me llevó tantos días como días me llevó su creación. Pero allí estaba ella, tan viva, tan real como ninguna otra mujer, como ningún otro hombre, como ningún niño podría estarlo.
Sus piernas eran firmes, aunque de vez en cuando un breve temblor en las rodillas delataba los nervios que sentía al verme; la sangre bullía naturalmente por su cuerpo, tan natural como que hay arena en el desierto o flores deshojadas en invierno: cada glóbulo conocía las encrucijadas que las venas urdían sin querer, porque así de complicada es la anatomía del ser humano, pero así de fácil es capaz ella misma de entenderse; sus ojos coincidieron con el pasto en la tranquilidad, con el mar en el color y con la miel en la dulzura; y su nombre, su hermoso nombre, sólo existió cuando yo lo nombré por vez primera, pues antes de mí esa manera de llamarla no existía ni tampoco esa manera de tocarla, esa manera de pensarla, esa manera de animarla o esa manera de quererla, de modo que su cuerpo, sus pensamientos, su gracia, su alma y su risa fue arte dibujado por mis manos.
Sin embargo, gracias a la ira derramada de los dioses, a los tristes infortunios del destino, a los senderos desprovistos de tierra mansa y a la escasa indulgencia en los golpes de la vida, aprendí que los ojos del amor ven hadas donde hay orcos. Descubrí que hay muñecas fabricadas con tanta dedicación que su belleza roza los límites de lo existente, mas por ser de porcelana resultan tan endebles que al menor rasguño pierden ese toque de gracia suprema y el rostro, ya resquebrajado, manifiesta inconformidad con la existencia; sus ojos, antes bien pintados, no reciben mirada alguna, y lo que antes fue una obra de arte singular se convierte en poco menos que un adorno de repisa. Así se distingue lo divino de aquello que es mortal, así se desprende lo real de lo que es idealizado, así se agota el amor en lo que no es amado y, así, se descubre la fragilidad de la vida y la muerte de todo.
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leidymarmalade · 7 years
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Breve tratado sobre el cuidado de las plantas
A principios del siglo XX, un experto biólogo de nombre gálico, Raoul Francé, lanzó la idea extraña y hasta escandalosa para los filósofos naturales de aquel tiempo, de que las plantas mueven su cuerpo con la misma libertad, facilidad y gracia que el más hábil animal o ser humano, y la única razón de que no caigamos en cuenta de esto, es que lo hacen a ritmo mucho más lento que los hombres.
Wilhem Reich, en la Introducción de “La vida secreta de las plantas”.
Literatura sobre plantas
En los tiempos en los que mi mamá era estudiante de agronomía de la UNAL hablaba a menudo de un libro, que creo que tenemos en la casa de La Calera, que se llama “La vida secreta de las plantas”, cuyo autor es un señor llamado Wilhem Reich. Nunca supe bien de qué se trataba, pero ahora puedo saberlo mejor porque hay una versión online cuya introducción leo fragmentariamente mientras escribo esta entrada. Dice esta introducción muchas cosas que me llaman la atención, pero quisiera resaltar esta:
[...] el hombre, decía Francé, cree que las plantas no se mueven, ni sienten porque no se toma el tiempo suficiente para observarlas.
Hace un par de años, quizás, Iván me recomendó a un escritor argentino cuyos títulos me llamaron poderosamente la atención, entre ellos, “El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan” y “La vida interior de las plantas de interior”. El primero lo conseguí en la feria del libro del año pasado y el segundo llegó a mis manos hace poco como parte del plan de lecturas de mi grupo nerd de lectura (como me gusta llamarlo), pero que en realidad se llama “Kafka: reinterpretando la historia humana a través del siempre imponderado arte de la lectura, somos muy guays y la pasamos muy bien haciendo cosas nerds así tú no te lo puedas creer, cerdo inculto”, al que fui amablemente invitada hace unos meses por Gustavo.
También en la feria del libro del año pasado compré: “Bonsái” y “La vida privada de los árboles”, un par de cuentos bellísimos que creo conveniente citar ya que, como podrá usted intuir hoy, querido lector, vengo a hablar de plantas.
La vida interior de las plantas de interior, que leímos para el grupo Kafka (y todo lo demás que sigue acá), de Patricio Pron, abre con un epígrafe del citado libro sobre “La vida secreta de las plantas”:
Gran parte de los males y sufrimientos en la vida provienen de nuestra incapacidad para liberar fuerzas y tensiones dentro de nosotros. Cuando una persona nos rechaza, nos rebelamos por dentro y, de algún modo nos aferramos a ese rechazo. Esto genera una tensión que, como el doctor Wilhem Reich demostró hace mucho tiempo, se transforma en tensión muscular y, si no se desbloquea, agota el campo de energía del cuerpo y altera su composición química. Mi investigación con plantas indica un camino hacia ese desbloqueo y la consiguiente liberación”
Marcel Vogel, citado en The secret life of plants
Mi mamá y las plantas
Desde que conozco a mi mamá le gustan las plantas. Desde que la conozco le gustan las cosas vivas, de no haber sido agrónoma creo que habría sido bióloga o médica, como ella misma cuenta. También mi mamá es un poco cursi, y no lo digo de una forma peyorativa, es decir que corregiré: tal vez mi mamá es esa clase de persona a la que otras personas podrían llamar cursi. Yo, como buena hija suya, creo que también soy muy cursi. Otro día discurrimos acerca de lo que significa ser cursi porque hoy no tengo ganas.
Mi mamá siempre me decía que cuando yo fuera capaz de cuidar una planta iba a estar preparada para el amor y era una vaina que, lo confieso, me parecía más cursi de lo que estoy dispuesta a admitir en mi cursi humanidad. Y lo cierto es que durante mucho tiempo, ya en mi vida como una adulta que vivía por fuera de la casa materna, intenté tener plantas sin mucho éxito y con algo de desdén afirmaba que me era imposible cuidar algo que no se moviera o que no emitiera un sonido, como lo hacían  los gatos a los que estuve acostumbrada desde niña y que demandan atención de una forma que es bien conocida por la humanidad entera.
Voy a omitir toda la transición desde esa época en la que era incapaz de ayudar a mantener con vida a una plantica hasta hoy, momento en el que soy una persona capaz de cuidar una planta y, aún más, interesada en cuidar una planta, una persona que tiene plantas y quiere tener más plantas. Lo omitiré para poderme concentrar en la derivación de la obvia moraleja de esta historia y no aburrirlo, señor lector.
Yo sigo sin entender bien el sentido de eso que me decía (dice) mi mamá respecto a la relación entre la capacidad para amar y la capacidad para cuidar a una planta, pero ahora que soy una persona que tiene plantas y que las cuida, y que lo primero que hace al despertar es ir a la sala a mirar si tienen nuevas hojas, cómo avanzaron las flores, si está bien el color de las hojas, si están suficientemente vivaces, para qué lado se movieron, o a cuál no le está gustando algo, yo creo haber empezado a entender algunas cosas sobre el amor, sobre lo que puede significar en la práctica querer a otro: observar (con mucho detalle) y esperar (con mucha paciencia) pues los avances no son evidentes para el ojo que mira desde lejos, ni para quien espera maravillosos resultados ya. Las plantas viven el tiempo a su propio modo, completamente indiferentes a la velocidad que se le antoja a los seres humanas.
Creo que, por el momento, permanecen aún anudadas demasiadas cosas dentro de mí, como para ser capaz de desarrollar ampliamente estas ideas, así que dejaré esta tarea a usted, a quien supongo un lector proficiente, enterado, capaz de hacer inferencias, asociaciones y derivar conclusiones. También creo que no puedo decir mucho al respecto porque siento que todo esto es un universo al que apenas me asomo.
No sé si mi ya-no-tan reciente experiencia como cuidadora de plantas me hace sentir más preparada para el amor, o alguien de verdad capaz de amar a alguien (al menos en un sentido diferente al que hasta ahora he usado para amar) pero sí creo que cada mañana cuando salgo de mi habitación, recién levantada, a mirarlas, a ver en qué cambiaron y qué les gusta o no les gusta, estoy aprendiendo algo sobre el amor, algo sobre como me parecería bacano amar, algo sobre como llevar un diálogo-silencioso entre dos seres de naturalezas bien distintas. Algo que no es sobre el amor de los seres humanos para con las plantas, sino sobre el amor, el amor romántico, el amor sexual, el amor que yo, mujer, puedo ser capaz de sentir por un hombre.
Quiero cerrar esta entrada contándole, querido lector, que hace unas semanas que mi mamá, la teórica del amor y las plantas, vino a visitarme, me fui con ella un rato para el parque a leerle cuentos. Le leí algo llamado “guiando la hiedra”, de Hebe Uhart, contenido en un libro que me prestó Nancy, una mujer maravillosa a quien quiero parecerme cuando sea más grande de lo que ya soy. Ella tiene enorme jardín detrás de su casa y a menudo envía fotos a su hija contándole sobre las nuevas flores y las nuevas hojas de sus muchas plantas.
Y me acuerdo, ya para cerrar esta entrada en serio en serio, que para la navidad mi hermano me regaló una planta muy bonita que tengo encima del escritorio y que mi mamá me invitó a ir este fin de semana al bosque, juntas, en busca de helechos y tillandsias.
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drivendaemon · 7 years
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EL LOCO (invertido)
Este calor es insoportable. Estamos en invierno. Considero que en invierno debemos tener frío, sufrirlo, poner a prueba nuestra fortaleza, empatizar con la naturaleza. Escribo de rodillas, en feliz penitencia. El uso de la silla es de cobardes. Maravillosos manuscritos fueron copiados pese a una agotadora incomodidad. Yo maté con incomodidad, ello es mi penitencia y salvación. Lo hice despacio porque el respeto, cuya ley invariable se halla alejada de cualquier aletargado acto de justicia, es una melodía sádica por lo irónico de su imposición - toda convención es abominable, pues desalienta al ser humano y obliga a los seres a luchar contra las cosas imperfectas, llevándonos a observar con apagada soberbia, cómo se escapa el tiempo, como el agua de las manos de un bebe, como las frases reluctantes de los niños traviesos-. Maté despacio. Soy amigo del cuchillo; hace tiempo que comprendí su intrincada sencillez, tan cruel como bella: usarlo rápido te tienta los sentimientos, te estruja en un infimísimo orgasmo de vanidad pegajosa. Luego se va, al instante; según cómo seas, culpa o éxtasis, deidades harto volubles, te acompañan un buen rato, hasta que vuelves a tus cabales y quieres matar de nuevo.
A pesar de mi dedicación al cuchillo, usé la soga, que es el arma de los vouyeristas y de los apasinados por la desgana. He pasado por malos momentos. Con todo, no mato a gente cuya muerte, por suave que sea, despierte el interés publico. Mato a gente muy fea, o muy enferma o muy solitaria y anodina. Mi trabajo no se puede compaginar con la fama. Tengo muy mala opinión de quienes matan públicamente, de quienes gustan de ser repulsados y admirados. Me gusta que la policía los atrape y los encierre. En lo que respecta a mí, no quiero molestar a la policía o a ningún otro colectivo, a no ser que se vuelvan muy feos o muy enfermos o muy solitarios y anodinos. Yo mato gente a quien a nadie importa demasiado, esa que, incluso aunque tenga contacto con ellos, quienes les acompañan piensan – ¿y por qué no se muere ya?; la pregunta es rápida, no hay espacio después de la conjunción. Además, soy tímido. Estoy loco, - es un enfermo, diréis – pero precavido, bastante listo supongo. La ventaja de estar loco – yo, a veces, francamente, también lo pienso – es que algún día enfermaré, con lo que no me importará matarme a mí mismo – con cuchillo claro -.
Como veis, no hay falta de lógica en mi plan de acción. De pequeño no era bueno en matemáticas geometría o filosofía – tampoco lo sería ahora. Pero mis asesinatos devienen gracias a un plan de excelente estrategia. Para ser un buen estratega se debe gozar de una cierta sabiduría – si a un loco se le permite tal atributo, tan lleno de luz, virtud y esnobismo – cuya matriz alberga y funde equilibradamente varios conocimientos cruciales, como, por ejemplo: estimar correctamente el paso del tiempo, trazar planos mentales de lugares, tanto visitados como no visitados, expresarse satisfactoriamente en cualquier situación y con cualquier tipo de persona, amenizar la mente y acallarla para mantener la estridente calma que sufre el alma de una mente loca, ect. En resumen, en esa sabiduría hay conocimientos, cuyo origen no acabo de acertar, de geometría, matemática, psicología, lingüística, además de una soberbia habilidad social, y otros que, por ahora, no vienen al caso. Cabría decir, entonces, que alguien que mata – según se acepta, un asesino;  yo creo, sin embargo, que el término no se ajusta a la realidad de las acciones que cada agente de dicho concepto representa, pero ya dije que las convenciones son abominables, y en el lenguaje hay mucho de arbitrario y de convención, o eso he leído – es un genio. Un genio anti platónico, quizás.
Si nos entretenemos en entender el significado profundo del vocablo – disculpen la licencia, y esta también, pues sé que a estas alturas de mi relato ya me sigue absorto y animado – veremos que, genio, -del latín genius-, es aquel espíritu que nace con cada varón, dios menor que asiste a su gemelo nato e influye en su carácter, dándole un color feliz con el que sobrevivir en esta vida. La raíz indoeuropea Gen-, por su lado, comprende el acto de dar a luz, engendrar. Fíjense (asumo que me lee más de uno), dependiendo de la fe que se profese, el afirmar tal cosa no es insano, sino fatuo – y también en que genocida significa, debido a su terminación, -cida, que alude al  que engendra el acto de matar, el que engendra acortar el devenir de la vida. El significado convencional actual de genocida es excesivo y de mal gusto, concedido a causa de las barbaries llevadas a cabo por las desmedidas acciones de unos pocos, cayendo el significado del término en el odio expansivo que surge de su ingrata implicación. Genios quizá, ¿también? Algunos sostienen que Hitler salvó a Europa, si bien se excedió en seis millones – y el resto, ¿que no murieron?-.  Por lo que a mí respecta, el exceso me resulta deleznable, sobre todo en cuanto a engendrar muerte se refiere, a no ser que sea ficticia, - pues entonces el exceso, sobre todo a los frívolos que no acaban de distinguir entre engendrar muerte y engendrar amor, ya que desconocen el suave laberinto de la ofrenda desinteresada y simpática que es el amor – entonces me parece ligeramente aceptable, si bien no agradable.
Quizá consideren mi acercamiento a esta cuestión una incongruencia, pero les diré que, muy a mi pesar, no solo la incongruencia que hallo en mi existencia desde que soy consiente de tal maravilla – mi vida, como algo único -  me ha llevado a donde estoy, si no que, también, es mi apetencia por entender dicha incongruencia, en tanto que - por qué mi talón de aquiles es mi suerte, el motor de mi destino, ya que no soy capaz de cambiar el presente para llegar a un futuro alternativo, pues la oleosa incongruencia no se deja asir, no se deja comprender, no se deja destruir, pero tampoco me destruye, más bien me alimenta- es aquello que cierra con magnitud perfecta aquello que es el sentido de mi vida, es decir, la incongruencia.
Yo conocí una tarde, no hace mucho, a un genio. No no, no era muy feo o muy enfermo o todas esas cosas. Era de carácter agradable, audaz mente, luminosa simpatía y educación intachable. Aprecié sinceramente a esta persona. No en vano otras personas ya le apreciaban desde hace tiempo. Entre su invariable séquito de intachables - aunque pocos -, admiradores había una mujer, cuya edad nunca supe – pero considero que debía de rondar los 27, pues si no recuerdo mal, el luminoso genio me dijo que tenía unos 10 años más que ella, y el portero de su finca (su economía era boyante) – al que sí maté, pues era bastante feo, taciturno por las mañanas y tosco desde la tarde al fin de su jornada- dijo que el genio de la finca no llegaba a los 40. La mujer, diplomática, maniática y sensata, para mi gusto y para cualquiera a quien le gustasen las mujeres consideradas por la convención sobre el aspecto físico asentada en los años '50, era muy bella. Algo rellenita, de cintura prominente, pechos grandes, media melena y gracioso rostro. Le sacaba media cabeza, lo cual un día me dio una dulce ventaja, seguida de una decepción que quizá cuente. Era ella de origen Polaco, cosa que, de nuevo, a quienes les gustan las mujeres, casi siempre es motivo de alegría.
No podría decir que llegase nunca a gozar de la amistad del genio, que poseía un nombre de lo más común, como comunes era la mayoría de los actos que llevaba a cabo y comunes eran los resultados que surgían de estos. De vez en cuando, sin embargo, venía con un capricho en su mente que resultaba ser de agradable utilidad. Hubo una vez en la que, al fallar la vitrocerámica de la cocina, acabó cocinando para varios utilizando tan solo la plancha de la ropa, y fue bien; o aquella otra en la que, viendo que unos vándalos hubieron roto el portón de dos calles más abajo – con mucho trabajo y menos clase, seguramente – organizó una notable fiesta que involucró a medio barrio, justo donde tal cosa había ocurrido, impidiendo que nada desagradable ocurriera, pagando el portón y plantando varios árboles con los beneficios– amen de que salvo a varios perros de la perrera y organizó a los más pequeños de la zona para que se los quedasen o ayudasen a encontrarles un dueño. La velada, pues, fue maravillosa, y el provecho común notable. Como ven, el genio no inventó un casco de moto, el papel de baño, descubrió un planeta nuevo o diseñó un sistema para irrigar de agua en los países que sufren la carencia de esta, pero hasta donde llegaba su ambición, que era poca, su acciones engendraban la vida en su más pura esencia capitalista: el bien propio encubierto del deseo de aceptación, por medio de la explotación de lo que pertenece al resto.
La pareja del genio se quedó con una cría de Samoyedo, quizá por el subconsciente anhelo provocado por los cuentos que le relataba su abuela. Nunca había visto a esta raza de perros – no sé mucho de cánidos -, lo confundí fácilmente con un Spitz japonés o un American skimo. Ella me dijo que los samoyedos, especialmente el suyo – decía sonriendo mientras este se colaba entre sus brazos, le rodeaba el cuello y caía sobre su regazo tras chocarse graciosamente con su pecho – son más juguetones y vivaces, definitivamente más sociables y no un perro al que confiarías la defensa de tu casa, si bien para ello ya tenían un sistema de alarma envidiable que no ladraba. A veces, mientras observaba y acariciaba al perro, algún dedo de mi mano tocaba sin malicia y fortuitamente, ya su costado, ya su barriga o, ya con más control el límite de su pecho, o allí donde el perro, Aya, me llevará. Deben entender que era la primera vez que la tocaba, dejando de lado las tres veces en las que nos hubimos estrechado la mano con firmeza delicada; así pues, el hecho que ella no opusiera resistencia u ofreciera sorpresa me alteró un poco, cosa que ella notó.  
-Entonces, a qué se dedica? - dijo.
-Vaya una pregunta...- Nada en especial...soy un don... nadie, dije.
-Nadie es un don nadie, dijo agarrando del hocico suavemente a Aya.
-Pero me gusta su perro.
- Ya veo, dijo sonriendo.
- Y, ¿qué más le gusta?
- Bueno, me gusta su casa...
- ¿Por qué?, porque es un don nadie y anhela aquello que le parece lujoso? Dijo manteniendo media sonrisa, ya con con Aya correteando por el suelo.
- Veo que habla sin tapujos, -dije ligeramente molestado.
-Venga, le voy a enseñar la casa.
Me paseó por la mayoría de estancias de la casa con amabilidad conspicua, sin dar en exceso importancia a lo que era la casa, o lo que había en ella, y sugiriéndome que, su modo de verlo así en parte radicaba en que nada era de ella, salvo la piscina, que, aun no siéndolo, sentía como si lo fuera cuando la utilizaba sin la compañía del genio. Eran, además, las 12 de la mañana, hora en la que ella se daba un baño tras pasar un rato en la sauna, cosa que no había podido hacer gracias a ocupar su tiempo en ser amable conmigo, y que por ello, yo debía acompañarla en el baño, cosa que, sinceramente, quería, pero dije que no, visiblemente inquieto. Con una mueca de aborrecimiento me dejó en el pasillo, para volver al poco trayéndome un bañador y una toalla, cosa que convenimos en entender que fue para hacerme aceptar su cortesía, pero que en realidad fue para mitigar mi inminente cobardía, volviendo del revés el núcleo de todo juego entre hombre y mujer, sugiriendo un plan.
Al poco estaba ya en la piscina. Ella ya estaba allí nadando. Pude ver que llevaba un traje de baño de una pieza, que, aunque oscuro, era algo transparente. Cuando me vio giró la mirada, pero sonrió. Al salir del agua era todo gloria. Me obligó a tirarme al agua. Cuando estaba en ella, me sumergí por unos segundos, dejándome llevar por la influencia insolente de thánatos, que me anudaba en ondas de cloro y agua templada a un vacío de niñato mimado, alejándome por unos segundos incontables de la premeditación.
Cuando abrí los ojos la vi nadar, y jugar; era como si ella misma más bien estuviera nadando como si se hubiera visto haciéndolo en un sueño placentero. La imagen de ello, aunque apacible, me pareció absorbente y tortuosa; tuve envidia de ella, pese a saber, ciertamente, que ese era su único momento de libertad, y supe también, que el resto del día vivía bajo la cobarde influencia de un genio aborrecible que a todos encantaba, al que ella se hubo acostumbrado hasta que Juno – si volvemos atrás a por los diocesillos que nos dibujan alegres picardías e irrefutables cualidades en el alma para sobrevivir esta vida – dejó de asistirla por resistirse a su luchar por su propio valor.
Pensaba en ello mientras estaba sentado, con las piernas de rodillas hacia abajo, metidas en el agua, y ella terminaba sus últimas piruetas acuáticas. Al llegar hacia a mí se sentó a mi lado, y anudó todo su cabello con ambas manos, dejándolo caer luego por detrás de su espalda. Tenía una frente amplia y bonita; de cerca pude apreciar unas suaves pecas decoloradas cerca de su nariz. Ella estaba hablando no sé qué cosas pero yo anduve ocupado en los detalles de su graciosa cara. Tras una interminable verborrea acercó su mano a la mía y me dijo que los don nadie no se dedican a lo que me dedico yo. Me aterré. Estaba paralizado. Me di cuenta de que la mayoría de las veces que ella me decía algo significativo yo me alteraba o paralizaba, llevándome a inferir que nada bueno podría surgir de relacionarme con ella. Mientras mis pensamientos me absorbían ella se acercó a mí y me pidió que matase al genio.
Le dije que cómo iba a querer tal cosa, ella se explicó y sus motivos me parecieron lo más repugnante a lo que en toda mi vida mi ser haya tenido que prestar atención, con lo que me vi entera e intensamente atraído por matarla. Me quería resistir, pues sabía que ella, con toda veracidad, seguía siendo la mujer de agradable carácter, entretenida, feliz conversación y bella apariencia que conocí solo un mes atrás en este resbaladizo tiempo. De pronto tuve un horrible miedo a que la voluptuosidad ingrata de esa palabra, apariencia, tuviera, no ya un significado adquirido que agredía mi concepción sobre esta chica, si no la irritable veracidad de la contradicción, tan egoísta y agresiva, tan decepcionante y triste como una verdad indeseada. ¿Tenía que matarla? Sería contradecir mis principios, insanos pero de perfecta geometría. Y, si ella era imperfecta, ¿no sería quizá ese hombre, al que yo consideraba – yo y esos pocos, pero lo que pudieran decir o no, pocos o muchos, nada, a penas, tiene que ver con la realidad y más con la caprichosa convención, que ya dije que no soporto – un genio, en realidad un infame fraude?. En estas fruslerías condescendientes anduvo mi pensamiento extraviándose durante toda la tarde.
El día siguiente lo pasé en mi casa, solo. Recuerdo que cociné en el horno verduras y sardinas. Fue lo mejor del día. Un día después, hacia la tarde, vino la mujer a visitarme. Vestía falda de tuvo hasta las rodillas, camisa blanca cerrada hasta al cuello y chaqueta a juego. Zapatos sin tacón, bolso negro, grande, liso. ¡Ah!, la falda era de color crema suave- Era la primera vez que la veía fuera de casa con una coleta. Inconsciente de si me iba  gustar o no aquello que tuviera que decirme la dejé entrar, acomodarse y elegir bebida. Un masala chai, que hice lo mejor que pude y que ella disfrutó con engañosa satisfacción, hecho que es insufrible para cualquier amante del té.
No fue hasta cuando se hubo bebido la mitad de la taza que me miró para decirme que no debía estar tan sorprendido, que alguien con tanto tiempo libre como ella y que prefiera observar a comprarse tonterías acaba por saber la rutina – al acabarse la taza coincidimos en que la rutina es un tedio execrable que inflama al más puro – de la totalidad del barrio.
- Salvo a Alfred de la calle Pizarnik, al que me he follado varias veces, tan solo me he fijado en usted. No he venido ha ofrecerle un intercambio de servicios en los que yo le doy lo que sea que usted cree que quiere de mí para satisfacer las mil y una fantasías sexuales que un asesino como usted, más bien mediocre, aunque efectivo, salvo por lo del portero, qué desastre!!! - sí, asentí – pueda tener. No me interrumpa – dijo posando su mano de rasgos artísticos sobre la mía. La posó como quien la coloca encima de un mueble sobre el que a veces se sienta con cómoda dejadez -.
- No estoy siendo muy agradable, cierto? - su ceño fruncido y repentinamente preocupado no causó ningún efecto sobre mí. - Nunca me negué que usted no fuera una mujer sería. Ser directo no es descortés. - La cortesía requiere de un entorno particular para que no se disuelva en pedantería amanerada. Nos la podemos ahorrar, dije colocando su mano sobre su pierna.
Qué opinaría de mí si le dijera que lo que le pido no es sino una fantasía...no una fantasía sexual, si no una fantasía- de poder, relacionada con el poder...diría que usted, quien a sucumbido a la inefable y desmedida rutina, francamente impuesta por un hombre muy bien considerado por la mayoría, cosa que debe de aborrecer – creía- y que por ello se ha fijado en mí, tan amigo de las convenciones, siente una irrefrenable atracción por sentirse en el poder indirecto que es la manipulación, por ello no me ofrece nada, y aprovechando que considera que estoy loco, me lo pide sin tapujos.
-Veo que sabe leer a la gente -pero, ¿me engañaba de algún modo?, ¿aún?
- Es mejor que comprar.
- Bueno, -dijo escondiendo su mano izquierda en el cuello- ¿puede satisfacerme?
Supuse que debería sentir la misma repulsión que sentí el otro día, cuando me rezó sus razones, pero, mientras rápidamente maquinaba un escenario inusual en el que la más común de las muertes se pudiera dar- mi corazón recordó el poder impertérrito del que goza la persuasión más convencida. En efecto, la seguridad con que me pidió ser un títere, y ser asesino, quizá seduciéndome, pero en realidad no haciéndolo, dirigió mi errático apetito, mordazmente selectivo y no menos que torcidamente clasista, hacía la sangre del genio, a quien en mi imaginación ya olía.
Para cuando comencé a volver de mi ensimismamiento, Małgorzata ya se hubo levantado, y habiendo dejado un caramelo, se marchó con su falda, chaqueta, bolso y pelo ya suelto, azabache, a donde quiera que fuere aquella tarde.
Durante tres noches seguidas cavilé cómo matar al genio. Por medio de una nota, que luego destruí, supe que ella quería verlo y quería que sucediera rápido, lo cual limitaba las combinaciones.
Al genio le gustaba correr, como es común en muchos de su edad. No tuve otra que ponerme a correr; mi estado de forma no era lamentable, pero sufrí. Al fin caí en la cuenta de que una bicicleta me ayudaría a escapar más rápido de la desafortunada escena, de modo que tras haber estado hablando de rutas alternativas por el campo – las pocas veces que hablamos en dos semanas, pues tampoco podía alterar la frecuencia de veces en que nos veíamos para algo más que saludarnos- conseguí convencerlo de que rodeáramos la colina, subiéndola, para disfrutar las vistas. El genio, de ánimo benevolente y positivo, dibujó una momentánea alegría bucólica que, enseguida, le llevó a decirme sí. El miércoles era su día religioso, se iba sin comentar a nadie los lugares o propósitos que se mezclaban en su mente. Cité a  Małgorzata. Era medio día.
Como llevados por una sombra voluntariosa, seguimos mi aventurero plan, motivo de mis errados esfuerzos. Ya casi arriba, visiblemente cansado, sugerí al genio descansar un rato. Tal y como esperaba, Gosia – como a veces la llamaba su genio – apareció en la lejanía, mientras la fuerza del sol se desvanecía calurosa en rayos de sol hacía ella, brillando como oro. La mujer era rubia - ¿Cómo?. Yo siempre pensé que era morena. ¡Me hubo mentido! Creo que nunca sentí un ultraje mayor supurar dentro de mi corazón, asqueándose, humillándome. Aprovechando el cansancio físico escondí mis emociones y subí con el genio hacía la cima de la colina. Małgorzata nos siguió. Ya en la cima, el genio se dejó llevar por un momento de epifanía, estirado sobre la tierra, respirando con intensidad, la boca abierta, casi descolocada, pero en realidad, pese a la cómica ironía de la escena, transmitiendo paz. Aproveché para bajar rápidamente con la bicicleta, sabiendo que me toparía con ella en la subida. Al verla pedaleé con todas mis fuerzas y la atropellé. Casi me mato. Me levante dolorido, cogí una piedra, y machaque su cabeza, cegado por un trance de ira. Cogí el cadáver y lo escondí. Volví a la cima, el genio no estaba. Me alarme. Me calme. Volví, ya más tarde con un pico y una pala. Hice lo que tocaba hacer. Volví a casa. La policía ya estaba allí. Pude escabullirme y darme una ducha. Antes de abandonar mi solitaria casa hube dejado la música encendida y alterado el historial de mi ordenador. Nadie me vio, nadie supo. Me lavé con poco jabón, y la ducha fue de dos minutos. Cuando la policía entró para recabar información dije que me hube dedicado a trabajar, hacer pesas, escuchar música y otros consuelos.
Tras su pequeña inquisición, me atreví a pedir educadamente – pues no me gusta molestar – si era posible que me explicasen qué había sucedido. El agente de barba, alto, evitó cualquier respuesta. Pude saber, sin embargo, gracias a su compañero, visiblemente aburrido, que estaban comenzando a buscar el cadáver – suerte con ello – y que encontraron un regalo en la mesita de noche de Gosia – una vez muerta la llamo como quiero -. Me uní al barullo de la calle. Al parecer varios llevaron su curiosidad a los agentes, y entre todos pudimos crear una ficción plausible. Me quedo con el regalo, pues me llena de felicidad escoger tan bien mis relaciones.
Según la policía, al lado de un papel de envolver y una bolsita de seda había un paquete con un decolorante de cabello y un collar. A esto le acompañaba una mínima nota de mal gusto: “Małgorzata, mi amor, cuando comencé a amarte, tu cabello se confundía con la luz del sol. Después de volver podemos ir a comer”.  La  Małgorzata tentada por el infinito poder de las deidades más caprichosas, en realidad carecía de la voluntad necesaria para rechazar los pequeños planes que nos definen, día a día. Lo que no entiendo es por qué confió en mí. Pensé que sabía que estaba loco. No se confundan ahora, estimados lectores, si bien otro color de cabello no hubiera afectado a mi percepción sobre ella, pues la hubiera continuando encontrando, indudablemete, bella. Sin embargo,  - y digo sin embargo -, no hay nada más feo y que deteste más que la mentira. Lo siento, pero tuve que matarla, de la manera que ya les he explicado. Por desgracia, no la maté con un cuchillo, pero, en esta vida, es difícil conseguir siempre lo que uno quiere. Como ven, dados mis arrebatos de ira, cabe todavía discutir si soy un genio, sin embargo no hay duda en que mi vecino lo es. Si no recuerdo mal, nunca miré a Gosia a los pies.
                                                                      ‘Los relatos del tarot’                                                                                                Todos los derechos reservados                                                                              en Safe Creative, 2017
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cmatain · 2 years
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Los «Cuentos del vivac» de Federico Urrecha: oralidad y memoria
Los «Cuentos del vivac» de Federico Urrecha: oralidad y memoria
A la vista de lo comentado en las varias entradas anteriores —y teniendo en cuenta especialmente el relato «La acción de Numerosa» en el que se menciona expresamente la narración junto al fuego del vivac—, pudiera pensarse que todos los relatos contenidos en este libro están contados por uno o por varios de esos narradores-soldados como si se tratara de una narración-marco (como el Decamerón de…
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datosastrologicos · 7 years
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El niño Géminis
– ¿Quieres andar un poco mas deprisa? – dijo un romero a un caracol–, que una marsopa nos sigue de cerca y ya está pisándome la cola.
Si la cigüeña acaba de dejar en tu casa un bebé Géminis, engrasa bien tus patines de ruedas y sácate las telarañas de los sesos. Durante los próximos quince o veinte años tendrás que ser rápido y estar alerta, y más vale que empieces ahora, mientras tu flamante bolita de mercurio está todavía inmovilizada en su cuna. No tardará mucho en aprender a andar y a hablar. Si no te preparas para volar junto con él, es posible que se te escape de entre los dedos como una burbuja de aire. ¿Has intentado alguna vez sujetar una burbuja de aire?
Las cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos demuestran que durante el período de Géminis, los Gemelos, se producen muchos más nacimientos múltiples que en cualquier otra época del año, de modo que tu regalo de junio pueden haber sido mellizos, o más. ¿Dices que no? No estés tan seguro. Es posible que entre las manos y pies no alcances a contar más de veinte deditos, y en la mayoría de los casos el resultado es un bebé, pero no necesariamente, cuando el niñito es Géminis. Es posible que tengas que cambiar un poco tu concepto de las matemáticas. Ya sabrás a que me refiero tan pronto como empiece a gatear, y te pasará una docena de veces por día. Tu jurarías que acababas de verle metiendo la mano dentro de la batidora eléctrica, en la despensa. Pero, ¿cómo podría ser? Si ahí está, en el porche de delante de la casa, comiéndose angelicalmente las petunias. ¿Cómo puede estar en dos lugares al mismo tiempo? Recuerda que tu vástago está regido por Mercurio. Es aquel dios griego a quien se ve representado en los libros, con alas en los pies y un brillante casco plateado. A modo de casco, pon una cacerola en la cabeza de tu bebé Géminis, y usa la imaginación para ver las alas que brotan de esos tobillos rosados y regordetes. ¿Ves ahora cómo se parecen?
Personalmente, jamás me han parecido bien esos adminículos que parecen arneses que compran las mamás para sujetar a los niños que hacen pinitos cuando salen con ellos a comprar.
Siempre me dan la impresión de mujeres que estuvieran paseando el perro. Sin embargo, a la madre de un niño Géminis le insistiría en que se compre dos o tres, para más seguridad.
Tal vez lo primero que se te ocurra es que, si tu bebé va a ser tan activo, un buen parque es imprescindible. Entiendo tu razonamiento, y hasta simpatizo con él, pero no estoy tan segura de que los parques y los niños Géminis armonicen. Estar confinado en un espacio reducido puede ser una crueldad para un pequeño Géminis, cuya naturaleza le impulsa a buscar, a explorar, a aprender. Peor todavía que las restricciones físicas es el aburrimiento mental de verse reducido a un recinto rectangular de plástico azul y rosado, mientras toda la emoción del mundo que se puede ver y disfrutar se queda fuera. Los períodos en el parque deben ser breves. Demasiada restricción y obstrucción de la libertad pueden provocar en Géminis una de-presión emocional nada fácil de superar. Recuerda que Géminis es un signo de aire, y que el aire debe moverse. Cuando tengas que mantenerlo encerrado, asegúrate de que tenga juguetes muy diversos y muchos libros de brillantes colores para mirar.
Claro que una vez que se sienta aburrido no permanecerá mucho tiempo allí. Mercurio rige las cuerdas vocales, y cuando tu pequeño Géminis decida desplegar esos talentos, te parecerá increíble que tanto ruido pueda salir de una sola boquita. Apuesto a que le sacarás sin demora del parque, a no ser que tengas vecinos muy comprensivos, y un poco duros de oído.
Es frecuente que los niños Géminis pongan nerviosa a la gente mayor, que es más plácida, con sus rápidos movimientos de pájaro. Los mayores siempre están diciendo al pequeño Géminis que deje de molestar, o que tenga paciencia y haga una sola cosa a la vez. Pero para estos niños, hacer dos cosas a la vez es lo natural. Lo que para la gente pesada o reposada es molestar, para Mercurio no es más que su estado normal de actividad. Es un error hacerle sentir que sería mejor recibido si intentara imitar a otras personas más lentas y menos vivaces. Tal vez, por su propio bien, haya que enseñarle a disminuir un poco la velocidad, pero es imposible cambiar su naturaleza básica sin frustrar sus inclinaciones naturales. Debemos tratar de recordar que el activo pequeño Géminis que molesta a sus mayores, mas introvertidos, lo mismo que el silencioso y lento niño Capricornio que irrita a sus padres más agresivos no hace otra cosa que ser él mismo. Bastante difícil es ser uno mismo, sin que nadie trate de imponerle a uno un cambio de personalidad.
Ama a tu hijo Géminis tal como es: una personita amistosa, despierta, inquisitiva y precoz. A una libé-lula no puedes convertirla en caracol, ni a un caracol en libélula. Tampoco el leopardo puede borrarse las manchas, y cabe agregar que si alguien se empeñara en quitárselas, podría terminar siendo un leopardo desdichado y neurótico.
Claro que tú no estás criando leopardos. Lo que estás criando es un niño, despierto, interesante, entusiasta. Pero la analogía conserva su valor. Deja tranquilas esas manchas de dualidad que encuentras en tu Géminis. Algún día te enorgullecerás de algún edificio que proyectó y de algún premio literario que ganó, y cuando ponga un manifiesto de duplicidad de talentos, te preguntaras asombrada por que querías reducir-le a un único molde. Si anda saltando es porque está practicando la rapidez de reflejos con que nació. Es posible que su mente de libélula os confunda, pero recordad que Géminis corre en pos de mil fantasías, decidiendo cual ha de destacar y con cual ha de quedarse.
Por lo general, los maestros se darán cuenta en seguida de que estos niños –y niñas– no tienen problemas para aprender a leer. Géminis es poco menos que el inventor de las palabras. Son niños a quienes no les molestará que les pidan que reciten, y es posible que, mientras el resto de la clase suspira, ellos sonrían cuando se asigna un tema. Para ellos es un placer comunicarse con otros y compartir sus conocimientos, ya sea verbalmente o por escrito. Muchos muestran inclinación por la mecánica y son ambidiestros. No es raro encontrar un niño Géminis que escribe con la mano izquierda y dibuja con la derecha. Es posible que se muerda las uñas, pero normalmente es de dedos delgados y flexibles, y le resulta fácil hacer trucos de prestidigitación y tocar instrumentos musicales. Su habilidad puede hacer de él un excelente cirujano, dentista o relojero. Las manos de Géminis son sensibles, expresivas y hábiles.
Tiene por lo general una notable capacidad para la imitación, y su agudo sentido del ingenio y de la crítica se muestra desde muy temprano. En casa o en la escuela, el niño Géminis vive en un mundo de ficción y de realidad que constantemente se entremezclan, donde la verdad se presenta con frecuencia como fantasía y la fantasía se disfraza de verdad. Es posible que dé la impresión de exagerar y hasta de mentir pero, simplemente, no puede dejar de poner unas notas de color cuando relata un incidente, y es frecuente que él mismo se convenza de que sucedió de esa manera. En esos momentos hay que tratarle con suavidad, porque lo que hace en realidad es ensanchar y ejercitar su vívida imaginación. Más que hacerle sentir culpable por tener tanta imaginación se le debe aconsejar que diga siempre la verdad y que el cuento lo narre por escrito. Una vez haya aprendido esta técnica, será capaz de ver la diferencia entre sueños y hechos, en vez de quedarse perdido en algún rincón entre los dos mundos. Las criaturas Géminis a quienes no se les permite expresarse y comunicarse con naturalidad pueden, a manera de autodefensa, retirarse a un mundo parcial de ilusión. Es buena idea hacerles aprender idiomas desde pequeños, ya que probablemente los aprenderán sin esfuerzo. Como los niños Sagitario, al Géminis le vendrán bien su capacidad lingüística, porque conversará mucho y viajará mucho.
El niño Géminis que afirma que puede hacer los deberes al mismo tiempo que escucha la radio te di-ce probablemente la verdad. Si sus notas le dan la razón, ¿por qué no dejarlo? Géminis jamás se satisface con una sola actividad a la vez. Es como si tuvieran que vivir dos vidas en el tiempo que les ha sido asigna-do, de modo que tienen que absorber todo lo que pueden, y con la máxima rapidez posible. Los principales peligros son la falta de paciencia y la escasa disposición a persistir en el esfuerzo hasta aprender verdaderamente algo. Son niños en quienes hay que combatir la tendencia a dejar que la rapidez del intelecto y la volubilidad del ingenio los paseen por la superficie del conocimiento, sin profundizar.
A los niños Géminis puede resultarles difícil ser puntuales, porque a cualquier parte que vayan siempre se encontrarán con algo nuevo. Es posible que también les sea difícil escuchar sin interrumpir, porque captan instantáneamente la idea y no les interesa oír los detalles. A veces el mercuriano tiende a repetirse, pero no permitirá que los demás lo hagan y eso, naturalmente, puede irritar a la gente. En el aula, una mosca, un trozo de papel de colores o un hilo de humo que se ve por la ventana pueden distraerle. Ganar su atención nunca es fácil, pero cuando lo hayas conseguido encontrarás recompensa en la decidida curiosidad de Géminis, y te sentirás halagado por su interés.
En la adolescencia, los varones Géminis vivirán prácticamente pegados al teléfono, saldrán con una persona diferente cada semana, cambiarán cien veces de idea respecto de su futura carrera, conducirán el coche un poco demasiado rápido, meterán mano en el motor y te arreglarán la lavadora. Las chicas serán populares, y tan pronto se las verá en un diluvio de lágrimas como con una radiante sonrisa. Son chicos que te harán vivir con el alma en un hilo, pero te mantendrán joven.
Cuando tu hijo Géminis crezca por fin, mucha gente te comentara con desaprobación que <<está metido en demasiadas cosas a la vez>>. Y tú te reirás, y es posible que ellos se sientan molestos por ello. Pero es que estarás acordándote de un día de primavera, cuando él tenía siete años. Había metido los dedos en un pastel de chocolate, en la crema de afeitar del padre, en la pecera, en el tarro de basura, en una olla de sopa caliente y en un enchufe. Tú ya estabas furiosa. Después, al oscurecer, mientras le mirabas andar por el césped cazando luciérnagas, suspiraste, preguntándote en voz alta: <<¿Por qué no descansa un momento? ¿Por qué se mete en todo? ¿Qué demonios está buscando?>>. Él te oyó, y se inquietó. Jamás te olvidarás de la expresión de sus brillantes ojos claros al contestarte: Oye, mami... No sé. Pero no te preocupes, que ya lo encontraré.
Linda Goodman
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esepress-com · 6 years
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Durante el invierno, aprovechar la luz y el calor del sol para hacer algún tipo de actividad al aire libre siempre es una maravilla. Ya sea para un sencillo paseo o la práctica de un deporte, los parques urbanos de nuestras ciudades siempre nos ofrecen la posibilidad de ponernos en contacto con la naturaleza y desconectar un rato del bullicio de la ciudad y del estrés del día a día.
En España existen muchos parques y jardines en los que se puede disfrutar de una jornada fuera de casa pero estos 5 tienen un encanto especial que hace las delicias de visitantes y lugareños. Os los presentamos tras el salto.
  Parque Güell
El legado modernista de Antonio Gaudí en Barcelona es simplemente fascinante: la Casa Batlló, la Sagrada Familia, la Casa Milà…Sin embargo el célebre arquitecto catalán no sólo diseñó edificios sino que también dio rienda suelta a su creatividad en los jardines. Fruto de su imaginación surgió el Parque Güell, un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984 y con una extensión de más de 17 hectáreas repleto de mosaicos, formas onduladas y geométricas e inspirado en la naturaleza.
Dentro del Parque Güell encontramos elementos simbólicos religiosos que le confieren un significado aún más especial. El arquitecto quiso aprovechar el desnivel de la montaña del reciento para crear un camino de elevación espiritual que culminase con la visita a la capilla que planeaba construir en la cima. Finalmente esta idea no se llevó a cabo y se sustituyó por el Monumento al Calvario, desde el que se tienen las mejores vistas de Barcelona.
¿Qué podemos visitar en el Parque Güell? Justo a la entrada principal se ubican dos casitas que parecen de cuento. La Casa del Guarda acoge exposiciones audiovisuales sobre el pasado del parque mientras que la otra casa funciona como tienda. Otro de los sitios más interesantes para conocer es la Casa Museo Gaudí del interior del parque, donde vivió el artista entre 1906 y 1925.
El epicentro del Parque Güell es una gran plaza en la que se encuentra un gran banco con apariencia de reptil cubierto por mosaicos.
Desde hace unos años, el acceso a la zona monumental es de pago. Las entradas se pueden comprar por Internet o en taquilla (8€ la general, 5,60€ la infantil y 5,60€ la senior).
Parque María Luisa
Uno de los lugares más emblemáticos de Sevilla es el Parque de María Luisa. Recibe su nombre de la hija menor del rey Fernando VII, quien residió en la capital hispalense la mayor parte de su vida. Su esposo, el duque de Montpensier, vivía con ella en el Palacio de San Telmo y al morir, la infanta donó los terrenos del palacio a la ciudad. Fue inaugurado como Parque Público el 18 de abril de 1914 con el nombre de Parque Urbano Infanta María Luisa Fernanda.
Tras la reforma realizada por el ingeniero francés Jean-Claude Nicolas Fourestier, conservador del bosque de Boulogne en París, el Parque María Luisa adquirió un toque romántico inspirado en los jardines del Generalife, la Alhambra y los Alcázares de Sevilla.
El eje central del Parque de María Luisa está integrado por el Monte Gurugú, la Fuente de los Leones, la Isleta de los Patos, el Estanque de los Lotos y la glorieta de Bécquer, dedicada al poeta Gustavo Adólfo Bécquer, en la que junto al busto del poeta, se desarrolla el tema del amor.
Se trata de una de las joyas naturales de Sevilla en la que podremos observar la fauna urbana de la capital hispalense como los patos, los cisnes o los pavos reales.
Parque del Buen Retiro
Hace siglos el Parque del Buen Retiro estaba situado a las afueras de Madrid pero hoy se encuentra inmerso en una jungla de asfalto, edificios y coches. De modo que se agradece tener este pulmón verde en pleno centro de la ciudad.
Con 125 hectáreas y más de 15.000 árboles, el Parque del Buen Retiro tiene su origen en el siglo XVII cuando el conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, le regaló al monarca unos terrenos para el uso exclusivo de la familia real. Allí acudían los reyes a pasar jornadas al aire libre cuando el tiempo era propicio y su acceso al resto del público estuvo restringido hasta que con la Gloriosa Revolución de 1868 pasó a ser propiedad municipal y se abrió a todos los ciudadanos.
En la actualidad es uno de los lugares turísticos más icónicos de Madrid. Algunos de los sitios más interesantes para conocer aquí son: el estanque, el palacio de cristal, el palacio de Velázquez, el jardín de Vivaces, los jardines y la rosaleda de Cecilio Rodríguez, los jardines del arquitecto Herrero Palacios y el Parterre Francés con el Ciprés Calvo, el árbol más antiguo de Madrid de origen mexicano del que se dice que podría tener alrededor de 400 años. ¡No hay excusa para no dar un paseo a pie o en bici para disfrutarlo!
Parque de la Alameda
En el último tramo a la Catedral de Santiago de Compostela, un lugar perfecto para tomar un respiro y descansar es el Parque de la Alameda, el cual se compone de tres partes diferenciadas: el paseo de la Herradura, el paseo de la Alameda y la carballeira de Santa Susana.
Muy próximo a la seo de la ciudad, su ubicación es privilegiada y con el tiempo se convirtió en el principal jardín urbano de Santiago y en el lugar preferido de muchos lugareños para dar un paseo contemplando su flora y sus llamativas edificaciones decimonónicas y modernistas así como sus esculturas y estatuas. Sin duda, un espacio relajante y acogedor en el que disfrutar de la naturaleza.
Jardín del Turia
Se trata del parque urbano de mayor extensión de España, con 110 hectáreas que cruzan prácticamente todo Valencia, y uno de los más visitados en el país.
El Jardín del Turia nació cuando una tremenda riada dio lugar a un terreno vacío que decidió destinarse al ocio de los ciudadanos. Hasta aquí acuden cientos de personas a pasar los fines de semana y a disfrutar de un picnic al aire libre rodeados de unas magníficas vistas a la vanguardista Ciudad de las Artes y las Ciencias.
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gustavomundoequino · 6 years
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DATOS IMPORTANTES . CARACTERÍSTICAS DEL CABALLO ESPAÑOL Es una de las razas ecuestres más bonitas y bellas que existen. Su porte elegante y majestuoso no deja indiferente a nadie. En cuento a lo que se refiere a sus características físicas, el caballo español cuenta con una cabeza más bien proporcionada. Sus orejas son medianas, y situadas en una disposición paralela. La frente es abombada. Pero, sin duda alguna, lo que más llama la atención son sus ojos. Unos ojos vivaces y verdaderamente expresivos, acordes con una animal tan puro y espléndido. El cuello no es excesivamente grande como sí suele ocurrir en otras razas de caballos. Eso sí, tiene una figura arqueada y es muy musculoso. En él se encuentra una de las señas de identidad de este animal: la crin. La crin del caballo español es brillante, muy espesa y de una textura sedosa. Posee un tronco robusto, con una cruz ancha y prominente, sumada un dorso musculado. De lomo ancho, corto, ligeramente arqueado y bien acoplado al dorso y a la grupa. Una grupa de anchura media, con un pequeño declive. La cola es de nacimiento bajo, la cual cuenta con abundantes, largas y, a menudo, onduladas cerdas. La espalda es larga, también musculada. Las patas delanteras son potentes con una longitud media, mientras que las delanteras son algo más largas, pero de un aspecto similar. Por norma general, este caballo posee una alzada alrededor del 1,70 metros, y un peso cercano a la medida tonelada o ligeramente superior. De entre las distintas gamas predominan las tonalidades alazán, bayo, castaño gris, cremello, isabelo, moro, negro, palomino y perlino. El caballo de Pura Raza Español es muy utilizado en procesos de doma clásica, puesto que es un animal dócil, inteligente, con buena disposición a aprender, cooperativo, afectivo. Pero a la vez, es un caballo vigoroso, rápido en la ejecución de movimientos, veloz, con una gran capacidad de resistencia, enérgico y equilibrado y, sobre todo, realmente noble. . #datosimportantesmundoequinocomco #mundoequinocomco Siguenos en @mundoequino.com.co Firmes en Dios y en su poder
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espesacremablanca · 7 years
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De un poema a otro
Te recuerdo (del latín) en los cuentos mitológicos de Oriente, te recuerdo y despierto activo en alma pasivo en cuerpo, asumiendo sin preguntar más nada. Me mueve el ser... Mi atención fija en el corazón de la cosas y mi voz separa las semillas por mandato divino, sin buscar semejanza entre las tuyas y las mías, las diferencias se armonizan por si solas (el esencial ha venido a la fiesta) Todos los presentes acordamos actuar con prudencia y templanza para no confundir las representaciones de las imágenes celeste con las vulgares y confusas que parecen ser iguales, mas no lo son, lo sabemos. Gracias a la Belleza, indudable, donde no hay duda, espontanea, donde lo estético es un pretexto para llegar al Alma, de eso amado. El Alma vaga por los campos en busca del Amor que perdió por su indulgencia, el mismo Amor que invisible la sigue siempre de cerca sin nunca dejarla sola. Y el Amor que es esencial y divino siempre es intermediario de alguna polaridad, siempre entremedio de ambos, es el transcurso de una idea y no el fin, es El Acto, La Acción, el contenido que nace desde el ser, que funciona en esencia, como jugar en alianza sin objetivos de victoria, colaborando al crecimiento, como canta la pajarilla sin saber que canta y nace cada flor explosiva que disfruta de tu mirada. Qué lindo me sale pensarte mientras escribo y me siento poeta, sin estrategia Pues el hermano tiempo se ha encargado de castrar a la parte enferma quien huye impotente al cielo, y de las secreciones de aquel miembro amputado, mezcladas con la espuma natural marina, nace la belleza                  Si! Así es, del dolor nace la virtud. (De la culpa) Salir de la ignorancia se paga caro, ya que nos hace responsables,
Responsables de hacer el bien, y no el mal.
Que sufra carece de importancia cuando hay trabajo que hacer
Verte otra vez me ha energizado, justo cuando me sentía débil, y hoy   la creatividad escurre por cada porosidad cambiando de color a colores más vivaces, prendidos de Luz, mezclas mesuradas para contemplar
y repito suavemente;                     Amar es no morir.
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                  𝘁𝗲𝗺𝗽𝗲𝗿𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁 (𝗈𝖿𝖿)               #PleitVrpg    * Resultados tras la realización del test en línea: temperamento de tipo sanguíneo.    Basado en un tipo de sistema nervioso rápido y equilibrado que se caracteriza por poseer una alta sensibilidad, un bajo nivel de fijación en la concentración y una moderada reactividad al medio. Es extrovertido, y manifiesta alta flexibilidad a los cambios del ambiente. Cualidades en la vida emotiva: cálido y vivaz, tiene carisma. Comunicativo, nunca le falta de qué hablar. Despreocupado, no le aflige el futuro, ni le molesta el pasado. Excelente narrador de cuentos. Vive en el presente. Su conversación tiene una cualidad contagiosa. Tiene chispa. Capacidad fuera de lo común para disfrutar de todo. Cordial. Defectos: llora con facilidad. Es emocionalmente imprevisible. Le cuesta encontrar sosiego. Tiene arranques de enojo. No tiene control sobre sí mismo. Toma decisiones emocionales. Hace compras impulsivas. Se pone demasiado en evidencia. En cuanto a las relaciones, cualidades: hace amigos con facilidad. Es acogedor, optimista y agradable. Se muestra siempre sonriente y amable. No le cuesta pedir disculpas. Es tierno y comprensivo. Conversa con autenticidad. Comparte las penas y alegrías de otros. Defectos: quiere dominar la conversación. No es atento. No tiene fuerza de voluntad. Sus convicciones son débiles. Disfruta de la gente y luego la olvida. Habla demasiado de sí mismo. Se olvida de sus promesas o compromisos. En el trabajo, cualidades: produce una buena impresión inicial. Nunca se aburre. Tiene don para cuidar enfermos. Inspira entusiasmo. Defectos: Es totalmente desorganizado, no es puntual, carece de disciplina. Pierde tiempo conversando, cuando debería trabajar. Empieza proyectos y no los termina, se distrae con facilidad. No logra cumplir sus metas.    Los sanguíneos son personas alegres, extrovertidas y vivaces. Altamente sensibles. Les encanta hacer amigos y socializar. Por lo que sienten un profundo pavor a la soledad. Suelen tomar decisiones basadas en los sentimientos más que en la reflexión. Los sanguíneos generalmente son personas indisciplinadas y de poca voluntad, lo cual puede ocasionar que sean vistos como gente de poca confianza. Pueden llegar a ser muy desorganizados y siempre suelen estar en movimiento.       1. ¿Te identificas con tu temperamento? ¿Cuál es? ¿Por qué? Es de tipo sanguíneo, sí me identifico. Muchas cosas son acertadas respecto a mi personalidad, y otras pocas no tanto, porque son más moderadas o inciertas del todo. Pero, en general, creo que ha acertado bastante.    2. ¿Cuál crees que es tu mayor fortaleza y tu peor debilidad? ¿Alguna razón? Mi mayor fortaleza podría ser que (según yo) sé manejar las situaciones delicadas, complicadas, emocionales y demás bastante bien, con control, madurez... En la mayoría de los casos, a menos de que esté 'moody' al momento. La considero fortaleza porque así puedo tratar determinados temas con calma y no joder todo más de lo debido. Una debilidad es que, en efecto, soy muy emocional en mis decisiones. La mayoría de ellas las tomo por lo que siento, por ejemplo respecto a una persona, y no tanto por lo que el cerebro sabe que es mejor, como dicen. Brain vs heart.    3. ¿Consideras los temperamentos algo inciertos o crees en ellos? La verdad es que nunca había escuchado esto de los temperamentos, pero considero que son mejores que el zodiaco(?). Porque, en fin, sólo se trata de englobar las características de la mayoría de los tipos de personalidades, y claro que habrá variantes, cosas que sí atinan y cosas que no. No me parece cosa de mucha ciencia la dvd.    4. ¿Crees tener características de algún otro temperamento? Sí. Estuve leyendo y podría tomar del melancólico el gusto por el arte y la adquisición de muy variados talentos, la fidelidad hacia las amistades y la selectividad ante los realmente cercanos. Crítico y perfeccionista también, en su mayoría hacia mí mismo, pero a veces también respecto a otros, aunque no es vital. Del flemático tengo la buena compostura, tranquilidad emocional y dificultad para llegar a enojarme (se requiere mucho tiempo de estar rascando 'la misma herida' para lograr ponerme así). Rara vez demuestran sus sentimientos, eso también, a veces.    5. ¿Este tipo de actividades puede ayudarte a desarrollar tu temática? Las personalidades de mis temáticas son distintas entre sí, así que sería un poco complicado basarme en un sólo temperamento para ellas... Pero ya que las principales sí tienen una personalidad similar a la sanguínea, podría serme de ayuda.    6. ¿Qué tipo de temperamento consideras el más inestable? El melancólico. Por su falta de optimismo y susceptibilidad a las auras depresivas; son introvertidos, egocéntricos en el mal modo (se comparan con otros). Creo que eso es capaz de desestabilizar a una persona mucho más que un colérico, que al menos ellos tienen las metas bien puestas.    7. ¿Cuál crees que es el temperamento de Monokuma y Mamegoma? Me basaré en las secciones que describen cómo son los temperamentos con sus hijos. Y como Monokuma y Mamegoma son nuestros padres, diré que son sanguíneos (''hace que la vida en casa sea divertida, los amigos de sus hijos lo quieren, convierte los desastres en situaciones divertidas, es el directo del circo''), y también parte de melancólicos (''establece normas elevadas, quiere que todo se haga correctamente, mantiene ordenada su casa, recoge el desorden de los hijos, se sacrifica por los demás, fomenta el talento y el estudio'').          
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