En mis silencios duermes, cohabitas con mi soledad, eres tatuaje ardiente en mi corazón, eres cómplice callado de mi alma. Grabado te tengo en mi memoria, guardado en mi pecho, eres prisionero y a un mismo tiempo, carcelero de mis besos y abrazos, caricias y deseos, de la ternura y la pasión...
Te pienso y brillas en mis noches, eres claridad de mis días, intensamente impulsas mi ser para sonreír cada que necesito de ti, de sentir que contigo la vida no solo vale la pena, vale la felicidad que me regalas.
Leregi Renga
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me duele mucho ser ése tipo de persona que no inicia la conversación, esas que no pueden tener iniciativas a la hora de socializar, me parece que debo esperar a que los demás estén dispuestos a recibir afecto de mi parte y que me lo pidan porque asumo que si lo hago de mi propia voluntad, voy a invadir su espacio.
no me puedo levantar por un vaso y llenarlo de alguna bebida que esté en el centro de la mesa porque siento que si no me dicen "sírvete" no es para mí o que no debo imaginar que debería beber de eso.
tengo muchas cosas en la mente que me hacen sentir limitado de ciertas actividades y aveces me da por tener la certeza de que depende de los demás incluirme en las mismas actividades.
los nudos en mi garganta no se van y siento que cada vez me asfixian más y más.
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Volví a dar oportunidad.
Volvió a llamar el tóxico, pensé por un mínimo momento que podríamos platicar a gusto, sin tener que recordar cosas pasadas, y volver a empezar como personas que a penas se están conociendo.
Y sí, todo empezó con una plática bien, algo interesante. Y empecé siendo clara con que no iba a hablar en doble sentido, y que si quería podríamos como a conocernos como si fuera la primera vez.
Él confesó que me extrañaba, yo le dije que yo no. Llamó, platicábamos, y yo siempre tratando ser clara en todo momento.
Mostró su cara, y me preguntó que si me seguía gustando y le dije que no, que para mí, ahora, su cara representaba todas esas actitudes que había hecho en el pasado, y como esas actitudes no me gustaban, no me gustaba su cara ya.
Le confesé cosas que no le había contado de él mismo, pero como él se embriagaba, no se daba cuenta lo que hacía, o si se daba cuenta y le valía y se justificaba con su pérdida de memoria.
Le dije porque fue que perdí interés en él y su juego de siempre, que el que me dijera halagos, no haría que yo le dijera que me gustara.
Me preguntó que que tenía que hacer para llegar a hacer algo él y yo, yo le dije que mucho tenía que hacer para llegar a mí, empezando con un cambio de actitud, que si quería llegar a mí, tenía él que llegar a donde yo me encontraba, yo no lo iba a ir a encontrar. Que si de verdad quería algo conmigo, tenía que ir con mis dos hermanos a pedir permiso para poder platicar conmigo. Y sé que se escucha muy antigua esa acción, de pedir permiso a los hermanos. Pero es una prueba que en este caso sería muy necesaria si de verdad le intereso.
Le puse en la mesa todas las cartas y muy claras sobre lo que quiero en un HOMBRE, no un adolescente que ahoga sus traumas en alcohol en vez de afrontarlos.
Después de un rato, le noté los ojos y la voz briaga, y es cuando también empezó a decir lo de siempre, empezó a poner palabras en mi boca. Tanto fue su drama en ese momento que hizo que lloraba, que me quería con él, yo le fui honesta, yo le dije directamente que yo no podía hacer nada por él, que si él quería superarse él tenía que superarse a sí mismo, buscar más ayuda por otros medios como libros, meditaciones, etc. Yo no iba a tomar ese papel de salvadora, lo que yo había querido dar para ayudar, ya lo había dado hace tiempo.
Amenazó con quitarse la vida, según él, pero le dije que si esa era la salida que quería hacer, yo no me iba a sentir culpable de su decisión, que aunque se me hiciera una salida egoísta y cobarde, era su decisión, a mi no tenía porque involucrarme. Me colgó la llamada. Yo salí a la calle a comer a dos cuadras de mi estancia.
En el café, ya me había escrito, que lo eliminara y bloqueara, a mi me daba risa todo lo que decía en ese momento. Me volvió a llamar, pero como el Wifi del lugar estaba fallando, él no me oía, a parte de que yo no estaba diciendo nada, porque estaba comiendo una rica ensalada.
Me decía que yo le había dicho que yo si quería hijos con él, y yo de: "no rey, mi decisión de no tener hijos la tengo desde antes de conocerte, no pongas palabras en mi boca, te estas confundiendo. Y aquí tienes otra razón muy clara de que yo no soy para ti".
Me decía que lo traía de su pendejo, y yo jajajaja, no mi compa, tu andas de pendejo solo, si ya te fui clara con lo que pido y con lo que quiero en alguien como compañero, y tu te estas haciendo una idea de mí, que yo misma te digo que yo no soy idea tuya, y no quiero serlo. Tu solo te pendejeas. Yo seguía comiendo mi ensalada muy en paz, un poco riéndome de todo el drama que se armó.
Al final, él terminó por bloquearme a mí.
Y sí, tal vez, para empezar no debí ni contestarle los mensajes, pero fue algo que se hizo, quedé a gusto expresándole todo lo que me había callado, y lo que ahora era, una persona cómoda con su soltería, con los límites que había puesto gracias a él.
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