Tumgik
#bueno mira tuvo que ser aurora porque
cvrcles · 3 years
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[ 𝐇𝐎𝐋𝐃 ]  :  my muse holds yours while they cry     /      @bichiiyal​
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‘ no me abraces, voy a llorar más ’ intenta conservar algo del humor que la caracteriza pero tristeza fácilmente apaga cualquier atisbo de optimismo en ella. cuerpo contradice propias palabras y busca refugio en brazos ajenos, demasiado sumida en pesadumbre como para preocuparse por mantener intacta apariencia fuerte y despreocupada que se ha esforzado por forjar a lo largo de los años. 
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rapunzelcircehunt · 3 years
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Quiero ver la luna contigo, quédate unas horas conmigo,SEP 15 2020
La tormenta aparentemente había terminado para el moreno, sin embargo, para Rapunzel, Scar y sus familias, las cosas apenas comenzaban. Sombreflamme dijo que lo mejor era que les diera espacio, y eso iba a hacer, pero no quería marcharse sin despedirse de ellos. Quien sabe cuándo los volvería a ver, salvo a Scar que iría con él a Beauxbatons.
"¿Qué se dice en un momento así?" Le preguntó a Sombreflamme. ¡Es que no era cualquier cosa! Perdieron a una hermana, y a su padre, que a pesar de que perdió el juicio, fue un buen padre antes de que todo eso pasara. No quería decirle adiós a nadie. Ni a Hermes, ni a Nikita, ni a Hércules, ni a Belle, ni a Aurora... Ni a Rapunzel. Ella fue su primera amiga en el mundo mágico. Al menos la primera de su edad.
No tenía muchas ganas de nada aun así mis amigas intentaban animarme y mientras lo hacían yo intentaba animar a Aurora. Scar como Hérc no salían de sus habitaciones y en general estar en casa era deprimente. El funeral de mi hermana había sido muy triste y el primero al que yo había asistido. No me había gustado nada y no había querido ver el cuerpo de Ariel, prefería recordarla tal y cómo era. Estaba en mi habitación mirando el techo con mis cascos de música cuando mi padre entró para decirme que Helena le había dicho que Valentino quería despedirse de mí. Con todo lo que había ocurrido no había pensado en las despedidas....
Me levante corriendo, la verdad es que no lo habíamos hecho y cogí mi anorak lila. No tarde mucho en ir y mi padre se quedaría por los alrededores, mamá estaba en casa muerta de tristeza y sin querer salir de la cama. Subí a la torre que llevaba mi nombre y al llegar lo vi ahí parado, por lo que me coloque a su lado sin decir nada. Imaginé que Helena se lo habría contado. Giré el rostro para mirarlo unos segundos a los ojos y aun sin decir nada apoye mi cabeza en su hombro.
Rapunzel no tardó mucho en venir, y cuando la escuchó entrar, de inmediato se volvió a verla sin saber muy bien qué decir. Se miraron por un momento a la cara y sin decir nada, Rapunzel apoyó la cabeza sobre el hombro de Valentino. Él, por instinto la abrazó, tal y como hacía su nonna cada vez que lo veía triste o llorando.
—Lo siento muchísimo, Rapunzel— le dijo en voz baja, mientras le acariciaba la espalda —¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?— le preguntó sintiéndose como un tonto ¿Qué se suponía que hiciera? Era un niño de once años, que por todo el jaleo del mes ni siquiera había tomado sus primeras lecciones de magia. Y estaba seguro que para traer de vuelta a alguien era más complicado que sólo agitar la varita y ya.
Cerré los ojos ante su abrazo y se lo correspondí. Una parte de mí se sentía como una mala persona en ocultar que mi padre estaba vivo, pero por las visiones fugaces que veía de él parecía que no quería ser encontrado. — Estoy…bien, solo asimilándolo todo. No tengo muchos ánimos, es como si estuviera atrapada en una pesadilla y espero poder despertarme en cualquier momento. — deseaba que lo fuese pero esto era la realidad. Me separé de él y tire de su manga para sentarnos en aquel banco que había, donde estaríamos mucho más cómodos. — Creo que voy a contarte algo…que no les he dicho a mi familia, ni siquiera a mis amigas — sentía que si se lo decía a ellas me dirían que lo dijera de inmediato a mi madre, pero, qué me diría él? No era lo más sensato? No estaba su madre sufriendo mucho? Pero mi padre también sufría. — Mi padre sigue vivo, lo veo, lo veo destrozado Valentino. Tengo pequeñas visiones suyas y creo que no quiere ser encontrado.
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—¿Sabes qué es lo bueno de las pesadillas? Que siempre acaban—
le dijo con una sonrisa débil y franca aunque ella no pudiera verla. Ojalá a donde sea que fuese, nadie le dijera a Rapunzel que no había esperanza. Al separarse, la castaña tiró de la manga de Valentino para que se sentaran en un banco. Cuando ella le dijo que tenía algo que decirle, se puso muy serio. La última vez que tuvieron esa conversación, ella le contó de sus visiones y su padre. Y luego le soltó que ella sabía que su padre estaba vivo
—¿Qué? ¿Pero cómo?
No pudo evitar ponerse nervioso con esa información, y es que era demasiado que procesar. —¿Cómo lo sabes? ¿Le dirás a alguien?— y era una pésima idea. Pero es que tenían que recurrir a alguien ¿Y qué tal que Evan seguía siendo una mala persona? ¿Y si la volvía a buscar a ella y a sus hijos para hacerles daño? —¿Crees que los vaya a buscar más adelante?
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Para Ariel terminó— se me hizo un nudo en la garganta y aguante las ganas de llorar al pensar en mi hermana, en mi pecosa hermana pelirroja que le gustaba cantar y que ahora me arrepentía por no haber pasado más tiempo con ella. Sentía que debería de haber estado más al pendiente pero ya era tarde. —
Supongo que mi padre sabe engañar a la muerte, es un buen mago habilidoso…dejó su varita atrás, quizás para aparentar que murió. No sé, pero lo quiero Valentino, algo dentro de mídice que debo confiar en él. Él me confeso esa misma noche, antes del Gran Comedor que iba a “actuar” hacerse el cabrón, para engañar a mi abuela…para luego…— no sé cómo se lo iba a tomar pero yo lo veía bien. —matarla. Supongo que quería eso, matar a mi abuela pero los planes se frustraron y todo quedo en desastre esos días…supongo que no…lo consiguió, eso y que… odia a mi otro padre. Estoy segura que se siente que lo ha perdido todo, porque es cómo me dijo que se sentía aquel día en la playa antes de la aparición de mi bisabuela. Niego con la cabeza. — Hércules lo culpa, Scar…supongo que también pero él se ha encerrado mucho, creo que todos le echan la culpa de la muerte de mi hermana. — miro el suelo pensativa. — No lo sé…y yo no sé si decírselo a mi madre siento que…ella provoco todo esto. Siento que ella tiene la culpa por jugar con mis padres — no puedo evitar que se me cayera una lágrima pero me la limpio rápidamente.
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El italiano se sintió como un tonto cuando escuchó a Rapunzel. Debía tener más cuidado con lo que decía, más en un momento así. Se quedó en silencio sin saber qué decir o qué hacer. Él jamás había perdido a alguien importante. Tal vez a su padre, pero si nunca había estado con él, en realidad no se perdía de nada ¿No? No se pierde lo que no se tiene.
Escuchó con atención lo que le decía Rapunzel "¿Cómo es que se las arregla para meterse en tantos problemas?" Pensó, con cierta desesperación. Ella se metía en problemas todo el tiempo, era como si los persiguiera a propósito. O incluso los problemas la perseguían. Tal vez en eso se parecían más de lo que pensaba, pero prefirió callárselo. Cuando le dijo que su padre planeaba matar a su bisabuela, sólo desvío la mirada porque una parte de él hubiera querido lo mismo. Ella y toda la gente que la seguía no tuvo reparos en hacerles daño. Es más, el primer día de clases pudieron matarlos como si fueran cucarachas y les daría lo mismo.
—Oye... Esto no fue culpa de nadie, ni tuya, ni de tu padre, ni siquiera de tu madre. Una mujer malvada se escapó de prisión, y sólo quería poner a arder el mundo, pero para nada tiene que ver con ustedes— le dijo. A él siempre le habían enseñado que la familia era lo más importante —Y sobre tu madre... Estoy seguro de que no lo hizo con intención— comentó un poco pensativo —A Scar le pregunté hace poco por qué tenían dos padres, no por hacer mal, sino porque me daba curiosidad. En cierta forma yo tuve dos madres... Ahora contando a Sombreflamme tres— y sonrió levemente con este último comentario, y así como apareció esa sonrisa, desapareció —sin embargo no tengo padre, no sé quién es, mamá solo cuenta que supo que cuando venía en camino se largó por dónde vino. Ten por seguro que nunca fue intención de tu madre hacerles daño. Sólo mira a tu alrededor— e hizo un ademán señalando al castillo, el colegio Corona— esto lo construyeron tu padre y ella, para darles una vida mejor no sólo a tí y a tus hermanos, también a otras personas. Gente como yo, que creció entre muggles para que no estuviéramos en desventaja para ir al colegio. Gente que por ser como nosotros conoció el desprecio, el maltrato y la crueldad. Y por lo que sé, en tu familia, la de tu padre y la de tu madre, en el pasado hicieron cosas horribles. Todavía tu bisabuela lo hizo hace tan solo unos días, pero ellos hicieron todo lo posible por alejarlos de ese camino.
Valentino después de decir eso se quedó muy serio mirando al suelo, y él mismo no pudo evitar pensar en su madre y en su nonna. Su nonna que estuvo tan reacia a decir adiós hasta el próximo año, y llegó casi al último minuto para despedirse y decirse ambos lo mucho que se querían y se iban a extrañar. ¿Y si ese día que llegaron a Hogwarts hubieran muerto, y su nonna no se hubiera despedido? De solo pensarlo le dolía el alma.
—Escucha, Rapunzel. Tal vez para ti sea difícil dar el brazo a torcer, pero es tu madre, y siempre lo será. Piensa que pronto nos iremos todos y ella no sólo perdió a tu padre, también a una hija. Ya es muy doloroso para ella, y si algo malo llega a pasar en el futuro en otro colegio, o algo malo le pasa a ella, tal vez no habrá otra ocasión para perdonar— sonó un poco fuerte como lo dijo, pero en tan solo unos días se enfrentaron al mundo tal cual era. Valentino ahora era consiente de que otros magos no se iban a detener sólo porque fueran niños o mujeres —Y sobre tu padre, tal vez deberías decirle a alguien, incluso aunque no quiera ser encontrado, podría necesitar ayuda y mejor que lo encuentre alguien de confianza en lugar de otra persona que pueda ser como tu bisabuela.
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El silencio no me incomodaba pero sentía mi cabeza explotar con tantos pensamientos que se me pasaban por la mente. Mi tía Beatrice había dicho que mi padre estaba muerto, que las llamas le habían consumido pero yo me negaba a creerlo, es que era imposible que hubiera muerto. Yo tenía visiones de él desde el día siguiente a esto, no podía ser simplemente visiones del pasado, no tendría sentido. Por suerte él no me dijo nada ni se horrorizó de que prefería que mi padre hubiera matado a esa mujer. Escuché atentamente a Valentino con un nudo en el pecho. —No, no escapó de prisión, la resucitaron después de años estar muerta. Mi bisabuela fue un demonio antes de que…el antiguo novio de mi tía Sheyk terminase con ella pero alguien debió de revivirla.— pare porque seguí escuchando y bueno, sentía que sus palabras eran sabias y tenía razón, papá me había dicho que no era culpa de mamá pero yo estaba dolida, veía a mi padre Evan roto de dolor y no quería verlo así de ninguna manera y una cosa había llevado a la otra. —Quiero a mi madre pero tampoco lo entiendo bien, y ver a mi padre Evan sufrir es algo que me duele hasta a mí. No quiero eso para él, quiero que sea feliz— le dije a Valentino soltando más lágrimas porque verlo así de mal me dolía y más ahora con mi hermana muerta. Eso no quitaba el hecho que no quisiera a mi otro padre, lo quería con todo el amor del mundo pero aun así esta situación me era difícil. —Tu madre, tu nonna y Helena…solo conozco a una de ellas y espero algún día conocer a las dos primeras.— le mire con una débil sonrisa, él creciendo rodeado de mujeres. —¿Y tu madre no te ha dicho si quiera, ni ninguna pista quién es tu padre? Nada de nada? Tu padre es un cretino— dije sin pensármelo mucho, era bien sabido que muchos niños crecían así y sin padres, porque los abandonaban y eso era muy feo.
Me quede mirando a mi alrededor, el precioso colegio que habían hecho, no solo era un lugar donde enseñaban sino también era un orfanato donde los niños y niñas podían estar a gusto y sin darme cuenta estaba sonriendo de nuevo. —Hicieron un gran esfuerzo, a mi madre le encantan los niños, enseñar, escribir cuentos, cantar y hasta ahora es actriz. Todo lo que sea animar y enseñar a otros le fascina. — empezaba a sentirme mal por las palabras que le había dicho y sentirme avergonzada, que Valentino me tuviera que decirme esto me hacia sentirme idiota. — No sé cómo lo haces pero haces que me sienta mejor, supongo que cuando estoy enfadada estoy muy ciega de ira y no veo las cosas con claridad. — suspiro agachando un poco la cabeza pero volví la mirada hacia la suya viendo que él miraba el suelo. — Hasta hace poco no sabía que había gente malvada en mi familia, es horrible enterarse de algo así y más cuando te han contado sus historias. No quiero perder a nadie más, tú tienes la suerte de que vives en una familia “normal” sin esa clase de peligros o personas — mis dedos se colocaron en su mano y empecé a hacerle caricias, ¿estaría bien? En que andaría pensando?
Volvió a dirigirse a mí y me quede mirándolo hablar y sentí un nudo en el estómago. Sus palabras estaban siendo duras y realistas, odiaba tener que pensar en ello, sabía lo que tenía que hacer, empezar a dejar el orgullo atrás y decírselo a mamá. Si mi madre moría…no, no quería ni pensarlo. Ni ella ni Jere ni nadie más. — No quiero pensar en eso Valentino, no quiero perder a nadie más….se lo diré. Soy una egoísta— murmure con la voz quebrada sin mirarlo a los ojos y ahora, poniéndome en la piel de mi madre cuando antes no lo había hecho. No quería ni imaginar su sufrimiento. — Tienes razón, bueno, atraparon a mi bisabuela y la van a encerrar, pensé que te habrías enterado por ahí…y la cosa es que creo que mi abuela Circe puede buscar a mi padre, creo que sería ella la ideal para hacerlo — me quedo pensativa pero me sentía chafada y desganada. Subo los pies en el banco y con confianza apoyo mi cabeza en su hombro otra vez, donde cierro los ojos e intento relajarme, quiero decirme a mí misma que todo irá bien.
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Saber que alguien había revivido a su bisabuela, hizo que Valentino se quedara boquiabierto
-Diablos ¿Por qué alguien querría traer desde el infierno a esa mujer?-
preguntó, más para si que para Rapunzel. Cada día descubría cosas del mundo mágico que lo sorprendían y le asustaban al mismo tiempo. No le daba muy buena espina eso de revivir a la gente, pero luego le preguntaría a Sombreflamme qué significaba eso. Al verla llorar, Valentino sólo la abrazó porque sentía que eso era lo único que podría hacer, dejarla desahogarse y escuchar. Era lo que hacía su nonna cuando estaba triste.
-Tal vez algún día. Cuando lo peor de todo esto haya pasado, podrás venir conmigo a Sorrento. Mi mamá preparará el pastel de manzana que es el mejor de todo el mundo, y mi nonna gnocchi con calabaza. Además podremos ir a la playa y te presentaré con todos mis amigos y amigas non-magique- le propuso intentando sonar más animado. Al momento en que le preguntó si su madre le había dado pistas sobre su "padre" y además lo insultó -No. Pero no me interesa saber nada sobre él. No hay fotos, no hay recuerdos, cartas... nada. Mamá solo dijo que se fue, y nos las hemos arreglado muy bien sin él. Que esté a mi lado o no da igual porque no lo necesito.
Rapunzel comenzó a enumerar las cosas que hacía su madre, y vaya, era una mujer talentosa, gentil, bondadosa. Saber que pese a las cosas por las que estaban pasando, su amiga podría hablar bien de su mamá, lo hizo sentirse más tranquilo. Y cuando dijo que la hacía sentirse mejor, esbozó una sonrisa, al principio gentil, que en cuestión de segundos se volvió arrebatadora y arrogante.
-Es parte del "encanto de micropuff" que dijiste que tenía, preocuponcita Nariz de Bolita- y después dejó la pose, como quien se está probando un sombrero ridículo, se guiña el ojo al espejo y lo cambia por otro que le sienta mejor -Mira, no puedo decirte que tienes que aprender a controlarte porque al menos ya sabes de qué eres capaz de hacer o decir estando enojada, creo que yo nunca he estado tan enojado... o al menos no lo recuerdo- añadió pensativo -Pero al menos ahora, puedes pensar en cómo canalizar tu enojo para no lastimar a las personas que quieres- y al decir que al menos él tenía problemas "normales" -Pues desde tu punto de vista puede que sí- bromeó.
El castaño negó con la cabeza cuando dijo que era una egoísta, y le dijo -Estás asustada. Serías egoísta sabiendo lo que está pasando y aún así no te importara- le dijo. Escuchó que le diría a su abuela y asintió. Ojalá lo hiciera -Si necesitas que te acompañe, puedo hacerlo- le dijo. Rapunzel apoyó la cabeza sobre su hombro y comenzó a hacerle caricias en la mano, lo cual hizo que se tensara de inmediato aunque no dejó que ella lo notara.
"Si Perla estuviera así conmigo justo ahora ¿actuaría igual?" se preguntó. Perla Fiori era la niña más bonita de Sorrento, que fue hasta la estación de trenes sólo para despedirse y entregarle una carta donde le confesaba que le gustaba y lo esperaría hasta el próximo verano. Era la primera declaración de una niña en toda su vida, y aunque le sorprendía no le disgustaba. Pero la conocía desde hace tanto tiempo que no sabía si por ejemplo se pondría nervioso de la misma forma que con Rapunzel. No pudo evitar pensar en la tarde cuando se hicieron grandes y de pronto se acordó de algo de golpe.
-¡Cierto! ¡Ya me acordé! Ammm...- dijo buscando en su mochila, y de pronto sacando la sandalia de su amiga -Ese día ya no te la pude devolver. Recuerdo que dije que te la daría cuando nos hicieramos niños, pero ammm... sí- dijo sonrojándose un poco -En fin, creo que la necesitarás más que yo en el colegio de África ¿Cómo dijiste que se llamaba?
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Alguien más o igual de horrible que ella
, pensé para mis adentros, era el único sentido que tenía, además en el colegio no solo ella había estado de atacante, recordaba bien aquellos dos rostros que nos habían atacado en el lago negro. Estaba tranquila en sus brazos e intentaba evitar que más lágrimas salieran, miraba el cielo mientras lo escuchaba hablar sobre llevarme a Sorrento. —
Eso suena muy bien….es esa ciudad de que cada casa es de colores no? Debe de ser bonito vivir en un sitio así, además de abrir la ventana y sentir el aroma de mar.
— Y estaba segura que su madre como su nonna serían muy buenas en la comida. Intenté pensar en eso y despejar la mente, tenía que hacerlo. Con las palabras de su padre no dije nada más, pero estaba de acuerdo, no lo necesitaba porque él ya tenía una familia y amigos, nunca le iban a faltar.
Me quede mirándolo a los ojos viendo su sonrisa hasta que esta se transformó en algo más, en ese toque entre chulo e irresistible. Entrecerré un poco los ojos y como respuesta rodeé los ojos. El tema de controlar mi ira me ponía nerviosa, me hacia sentir inquieta porque no estaba segura si yo sería capaz de controlarlo siempre, no era tan fácil y cuando supe de la muerte de Ariel, se me había acumulado todo hasta liberarlo a gritos. — Canalizar el enojo…creo que haciéndome boxeadora sería una buena idea — me reí un poco pero no era mala idea, eso de golpear algo en vez de alguien era bueno, al menos esa era una de las formas. — Ahora que estaré en otro colegio veré si pueden ayudarme con eso, mi madre dice que el yoga también funciona — nunca había hecho ninguna de las dos cosas pero si quería estar bien tenía que trabajarlo. Prairie también me lo había dicho.
Tenía tareas pendientes, hablar de nuevo con su madre y pedirle perdón, quizás podría hasta comprarle sus chocolates favoritos y confesarle que su padre estaba vivo, y segundo, hablar con su abuela, aunque en poco estaría en Uagadou y no sabría si le daría tiempo a todo. Le volví a sonreír con otra pequeña sonrisa al escuchar sus palabras. — Vale, hablaremos los tres con ella. Creo que te caerá bien aunque es un poco intimidante — estaba orgullosa de llevar mi segundo nombre en honor a mi abuela. ¡Había tantas cosas que quería saber de ella!
Me quede mirando la luna distraída, perdida en mis pensamientos por unos minutos hasta que Valentino volvió hablar lo que hizo que me separase de él y me sentase mejor en el banco. Lo mire con extrañeza mientras revolvía en su mochila buscando algo y sacó mi sandalia que había perdido aquel día en la playa. — Oh…es verdad — me quede mirándolo a él y el zapato. — No sé si me va a venir, creo que me he crecido un poco — me descalzo y levanto la pierna en gesto divertido para que me ponga la sandalia, pero hago algo diferente y para molestarlo acerco mi pie en calcetín a su nariz. No sé qué clase de niña haría esto pero a mí me divierte porque se lo hago a mis hermanos cuando estamos al sofá. — ¡ Come mi pie !— empecé a reírme y darle pequeños golpecitos en la boca o en su propia nariz, aunque me tuve que sujetar bien en la banca para no caerme. — Es Uagadou….no me va a gustar tanto sol y extrañaré los días de lluvia — dije apartando mi pie pero ofreciéndoselo por si quería probar de ponerme la sandalia, que seguramente me vendría un poco pequeña.
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Valentino abrazaba a Rapunzel, más o menos como hacía su nonna o su madre cuando él estaba triste. No sabía si sus acciones tenían efecto en ella en ese momento, pero era mejor hacerlo mal que no hacer nada. Rapunzel de pronto comentó que debía ser bonito vivir en Sorrento, y él sonrió de oreja a oreja.
-Sí, justo ahí- dijo -Y no solo es bonito, es maravilloso... Creo lo único que me disgusta de ser un mago, es que el colegio está tan lejos de casa, incluso la escuela italiana. Jamás en toda mi vida había estado tan lejos de casa como hasta ahora.
Al ver la reacción que ella tenía cuando comentó lo de su propio encanto, Valentino sonrió más para si que para ella. Punzie se veía muy linda cuando tenía esa actitud de que algo le molestaba.
-Puede ser. Además es una excelente forma de poderte defender el dia que no tengas varita. Si alguien intenta hacerte daño otra vez ¡PUM! Directo a la luna- bromeó. Y a decir verdad, en el futuro eso la haría mucho más atractiva: una chica guapa, independiente y fuerte que no necesita ser salvada, se salva sola -A mi siempre me funcionó ir a nadar. Cuando estaba preocupado porque en el colegio me iban a acusar con mamá porque me porté mal, me iba a la playa a nadar, hasta que se hacía tarde y mamá iba a buscarme. Tenía amigos que decían que dibujando o escuchando música, pero lo que importa es que encuentres cómo liberar todo el enojo, y cuando te enojes de verdad con alguien sepas cómo canalizar ese enojo sin hacerle daño- le comentó. No sabía si funcionaría porque el mismo no recordaba un solo momento en el que estuviera así de enojado, salvo tal vez cuando otras personas decían cosas malas de su mamá, y por consejo de su propia madre, además de no pelearse, dijo que si no quedaba más remedio, no fuera él quien diera el primer golpe.
-Vale, queda decidido, le diremos los dos a tu abuela- prometió mostrándole todo su apoyo incondicional. -¡Pfff! Por supuesto que te va a quedar, enanita Nariz de Bolita ¡Tienes un minipiecito de Cenicienta! No te pudo haber crecido tanto el pie de julio para acá ¿No?- replicó. Su amiga lo que hizo a continuación lo dejó perplejo. Estiró la pierna para que él le pusiera la sandalia. No había entendido muy bien la indirecta y se quedó mirando alternativamente al pie de Rapunzel. El problema fue que cuando la había captado, ella se aprovechó de su confesión y le frotó su pie en la cara con todo y calcetín.
—¡Argh! ¡No!— Exclamó intentando apartarse el pie de Rapunzel, y sin previo aviso ahora él se abalanzó sobre ella y con ambas manos comenzó a despeinarse todo el cabello. Verle la cara roja de enfado hizo que de inmediato le cambiara el ánimo y comenzó carcajearse, dándole igual que en unos segundos tal vez la fuera a pagar. —Bueno, ya vamos a ver si te queda todavía— le pidió y buscó el pie de su amiga, sostuvo primero la punta de su calcetín y preguntó —¿Puedo?— tal y como Sombreflamme le dijo "Un caballero tiene que preguntar primero si le puede quitar una prenda a una dama, así sea el sombrero, un guante, o sus gafas". Y cuando le dió permiso, le calzó la sandalia, con cuidado, la cual para su sorpresa sí le quedó. Un poco justa, pero quedó —¿Lo vez? Como un guante.
Rapunzel repitió el nombre del colegio, y Valentino intentó pronunciarlo después -Ua-ga-do-u, Uagadou... ¿Sabes qué significa eso?-
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Me gustaba que me abrazase de esta manera, sentía su calidez y su aroma, me hacía sentir segura. Hablar de Sorrento volvía a pensar en la primera vez que estuve en Italia cuando mi tío y Norah se habían casado en Venecia, había sido una ceremonia preciosa. —¿Y has estado en Venecia? Yo sí, para la boda de mi tío Jack— no pude evitar pensar en esa sensación que él mismo sentía al estar lejos de casa, sabía que hoy en día hoy era posible viajar muy rápido de un lugar a otro, pero no siempre era posible y su familia era muggle. —
No me imagino lo mucho que debes de extrañarlas…bueno, pronto podrás volver a verlas. Ahora yo también voy a estar lejos de mi familia, pero vas a tener a Scar de compañía…seguro que haréis de las vuestras— dije mirándolo con otra sonrisa, pues él y mi hermano habían congeniado y empezaban a ser buenos amigos cosa que me alegraba.
Directo a la luna, solo de imaginármelo ya me dan ganas de hacerlo — me reí un poco más solo de pensarlo, aunque Prai nos había explicado muchas cosas de Uagadou y tenía unas inmensas ganas de empezar. —En el nuevo colegio aprenderé magia sin varita y como es el que tiene fama de las transformaciones, creo que podré aprender a convertir a la gente en animales. ¿Te imaginas? — solo de pensarlo me moría ganas de probar e internamente me preguntaba si la idea de ser animaga seria buena idea. Mi abuela Circe era un zorro, mi madre un pájaro…¿qué animal encajaría en mí? Desvié la mirada de la luna para mirarlo de vuelta. ¿Cómo sería hacer clase con Valentino? Seguro que sería divertido aunque no sabía hasta qué punto. Seguía sonriendo al decir todas esas actividades, me gustaba nadar, pero también pintar y bailar. Sobretodo bailar. Aunque eso hizo que pensase en Zefaris y en la tarde pasada al cantar…me había sentido bien al hacerlo aunque no estaba segura si tenía una buena voz como mamá. —Me gustan todas esas actividades…o…bu-bueno recientemente he descubierto que me gusta cantar —me pongo roja solo de pensar en mi primer beso con Zefaris, aunque parte de mí no quería decirle lo que había ocurrido…no, además si se lo dijera que iba a pensar?
Sonreí aun más, entonces los dos iríamos hablar con mi abuela Circe, ella conocía a muchas personas y había la posibilidad que encontrase a mi padre. Puse cara de desdeñosa cuando me llamó enanita, ya había aceptado que me llamase Nariz de Bolita, pero ¿enana? — Encima me llamas enana, ya verás ya…pues claro que he crecido…al menos un poco más!! — me reí al ver su expresión un tanto confusa pero yo también me quede pensativa porque él tenía mi sandalia. La verdad es que había crecido un poco pero esperaba que la sandalia me entrase, en el fondo muy en el fondo quería que él me la colocase. Empecé a reírme con más fuerza al ver como intentaba apartarse y él termino con sus manos en mi pelo para despeinármelo sin miramiento. —Ay para para! — intenté atrapar sus manos pero el paro y yo con los pelos desordenados aun mantenía mi sonrisa en mis labios. Le saque la lengua mientras intentaba apartarme el pelo de la cara y más o menos recolocármelos. Con el pie otra vez hacia él, me cogió y me preguntó si podía quitarme el calcetín, todavía me sentía acelerada y diría que un poco más, mientras asentía silenciosamente. Con antención me colocó la sandalia y aunque me venía algo apretada me encajó a la perfección, en ese momento me sentí entre emotiva y rara, pero por suerte él me había saltado con una pregunta. — Eh..pues…según Prai dice que puede ser una variante de Ouagadou, que es una comuna en el suroeste de Malí…el colegio se encuentra encima de las Montañas de la Luna…yo estuve también, hace unos meses para otra boda — me había resultado un colegio muy interesante. De repente me acordé. —¿Tú tienes las llaves mágicas de los colegios? Como…esta? — dije rebuscando en mi pequeño bolso de cinturón que era mágico, ahí tenía un poco de todo y saque la llave para enseñársela. — Si tienes una como está y encuentras las puertas de Beauxbatons puedes viajar a otros colegios…si encuentras la puerta de Uagadou sin que te pillen podríamos vernos
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Tras explicarle a Rapunzel cómo era Sorrento y dejarla desahogarse, Valentino se quedó más tranquilo, y después su amiga le preguntó si alguna vez había estado en Venecia.-No, nunca. Sólo he ido a Roma, y a Milán, porque mis tías, las hermanas de mi mamá trabajan ahí. Me parece un poco raro ¿Sabes? Mi familia tiene una repostería y mi mamá hace unos pasteles deliciosos. Suelen encargarle muchos fuera de la ciudad pero nunca he ido a Venecia ¿Es tan bonito como todos dicen?- le preguntó con curiosidad. Ese año le habría encantado ir, pero con todo lo que estaba pasando en el mundo, el Festival de Venecia se había cancelado. -Sí, las echo de menos, pero es lo mejor, según dijo mi mamá. Para mí nonna es muy difícil aceptar que soy un mago, porque ella siempre fue muy escéptica, pero hace lo que puede. Y sé que pronto nos volveremos a ver. Además fue buena idea venir a este colegio, así no llego solo a Beauxbatons. Me cae bien tu hermano.
Empezó a reíse cuando Rapunzel dijo algo sobre lanzar a la luna a alguien, y escuchó con atención sobre lo que hacían en Uagadou, lo cual hizo que frunciera el ceño confundido.
-¿No en todos los colegios enseñan transformaciones? ¿Qué hace diferente a Uagadou? ¿No se supone que todos podremos aprender a convertir a otros en animales? Se me ocurre mucha gente para convertir en cucaracha y que tenga que vivir así por la eternidad- preguntó con curiosidad al mismo tiempo que soltó ese comentario con mucha malicia. Mientras ambos pensaban en ideas para que Rapunzel canalizara su enojo, ella comentaba que le gustaba bailar, y nadar, y que recientemente descubrió que le gustaba cantar, lo cual hizo que ella se sonrojara -¿De verdad? ¿Y cantas bonito?- preguntó, y pensó que tal vez el sonrojo de su amiga era porque le daba pánico escénico.—Ya nos vimos de grandes y claramente no serás más alta que yo, así que puedo decirte "enanita", enanita enojoncita Nariz de Bolita— se burló y después de sacarle la lengua, Valentino se la sacó de vuelta con una sonrisa. Después de ponerle su sandalia, por alguna razón le dió la sensación de que estaba haciendo algo inapropiado. No malo en si, sólo que los amigos no le ponen los zapatos a sus amigas ¿O sí? Sólo a menos que sean muy pequeñas.
Rapunzel le explicó a Valentino sobre el nombre de su colegio, y después le preguntó si él tenía una llave mágica, misma que le mostró, y le explicó que si la tenía, podía viajar a Uagadou y viceversa y así podrían encontrarse sin ser descubiertos. El italiano, por supuesto no había pensado en que eso existía.
-¡Diablos! No lo sabía, de haberlo sabido en estos días que fui a hacer las compras del regreso a clases hubiera buscado una de esas. Entonces ¿Crees que pueda haber forma de conseguirlas desde adentro? Si es así, me las arreglaré para encontrarla y que nos podamos ver- prometió, con una de esas sonrisas piratas y maliciosas suyas.
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No sabía mucho de su familia a excepción de lo que me decía de su madre o su nonna. Tampoco había ido a esas ciudades pero esperaba hacerlo algún día, si algo tenía claro es que me gustaba viajar y conocer lugares nuevos. —Y tienes primos??? ¿Raro por qué? Por no haber ido nunca? Definitivamente algún día probaré los pasteles de tu madre— estaba segura que era una buena pastelera y solo pensar en los dulces me entraba un poco de hambre. Asentí con la cabeza. —
Es tan diferente a todo lo que he visto antes, hay canales por todos los sitios y subirse en góndola es…no sé, es genial, me gustó mucho la arquitectura, es muy muy bonita. Cuando tengas la oportunidad debes ir
— él era italiano no podía perderse visitar aquella ciudad. Yo iba a extrañar a mis hermanos, a mi familia pero parte de mí deseaba empezar en Uagadou y olvidarme lo sucedido en Hogwarts, quería hacer desaparecer el dolor de mi corazón al haber perdido a una hermana y un padre que ahora estaba en paradero desconocido. —
Supongo que tu nonna es muy creyente y enterarse de la magia no fue algo…fácil?— pensé mirándolo pues era lo único que se me ocurría. —Bueno, quizás cuando me conozca cambie de parecer— no pude evitar ser fanfarrona y adoptar un tono un poco chulesco y divertido al final. Mis ojos se desviaron hacia el colegio que habían construido mis padres, así como sus palabras anteriores. —Pues sí, es una suerte que estés aquí y has aprendidod inglés— le dije a Valentino guiñándole el ojo. —Me alegro que vinieses aquí, que mi madre convenciera a Helena…hubieras estado un poco más perdido— digo volteándolo para mirarlo. Él y Scar, me daban miedo solo de pensarlo, Scar era puñetero y me ponía de los nervios pero a la vez era cariñoso y protector. Sin duda él iba a cuidar a Valentino en aquel colegio.
Sí, todos los colegios enseñan la asignatura pero tengo entendido que en Uagadou “son más hábiles” o algo así, aprenden la animagia y el cambiaformas de forma más rápido que otros colegios — no sabía explicarlo pero algo así me había contado Prai y cuando dijo eso Valentino puse cara de asco pero empecé a reírme y fantasear en mi cabeza solo de imaginarme hacer algo así. De repente empecé a preguntarme en si se convertía alguien en una cucaracha y lo chafase con la suela de mis zapatos moriría definitivamente? ¿Contaba como asesinato a una persona? Un escalofrío me recorrió la espalda por tal ocurrencia. — No lo sé…solo me ha escuchado otra persona, espera, te canto algo y me dices — me levante para colocarme delante de él. Estaba un poco cortada pero necesitaba su opinión y saber si realmente tenía una buena voz. Pensé en Skyfall de Adele y me puse a cantar, poniendo toda mi emoción y esfuerzo en la canción. — This is the end, hold your breath and count to ten Feel the earth move and then hear my heart burst again…For this is the end I’ve drowned and dreamt this moment so overdue I owe them swept away i¡m stolen…….Let the skyfall when it crumbles we will stand tall face it all together …blablabla — no terminé la canción pero mientras había cantado me había movido y hacienda gestos con las manos al pecho al aire o hacia él.
Bufé. Él como mis hermanos iban a ser los más altos y eso era injusto, muy injusto, sacaría la altura de mi madre. — Seré baja sí, baja y pequeña pero peleona. Y robaré los corazones de los chicos — solté presumida, si Zefaris se había fijado en mí, otros lo harían y la idea no me disgustaba. Volteé la mirada de nuevo hacia él. — Yo la “robé” el día en que nos conocimos, había una caja oculta con llaves de esas… siempre puedes hacer lo mismo si ves que alguien la tiene — solté mirando su sonrisa maliciosa que tanto me gustaba a la vez que le sonreía de la misma manera.
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Rapunzel le preguntó si tenía primos, sin embargo, los Neri eran una familia muy pequeña. Más que nada porque el único hombre de la casa era él... y hombre era un decir, al fin y al cabo sólo tenía once.
-No... todavía- le respondió -Mi nonna enviudó antes de que naciera mi tía, la hermana menor de mi mamá, y ella no quiso volver a casarse. Mi mamá es la mayor de dos hermanas, y ellas están muy ocupadas con sus trabajos, una es doctora en Roma, y la otra es abogada en Milán, por eso vamos a visitarlas de vez en cuando. Ellas no se han querido casar, ni tener hijos, por eso es que no tengo primos.
Y después ella le habló sobre Venecia... ¿Todos los magos serían ricos o algo así? Por lo que conocía a Rapunzel, a sus primos, y su círculo de amistades, todos ellos sonaban a que habían viajado por todo el mundo, con gran facilidad como si un sólo día sus familias decidieran empacar las maletas y así de fácil dijeran "Vámonos a Madagascar de picnic", pero su mamá y Sombreflamme le dijeron que era de mala educación hablar de esos temas con la gente. Su amiga ya conocía más de mundo a su edad, que él.
-Lo tomaré en cuenta para el futuro, tal vez para las próximas vacaciones se lo diga a mamá- y también respondió a otras dudas que salieron -Pues es raro porque de vez en cuando mamá viaja para ferias de gastronomía y repostería, muchas veces ha mandado sus pasteles incluso fuera de la ciudad, pero nunca he ido con ella a esos viajes. Supongo que en el futuro tal vez, respecto a mi nonna, más bien es que ella sólo creía en Dios, pero no en la magia, o en los magos, ni los videntes, ni siquiera en los horóscopos. Entonces cuando lo supo, pues... Es como si te dijeran de un día para otro que todo en lo que crees no es real, por eso fue difícil para ella.
De igual forma explicó que en Uagadou, podrían aprender sobre animagia y cambiaformas con mayor facilidad, términos que desconocía por completo, pero asumía que en el colegio les explicarían a grandes rasgos en qué consistían. Después de bromear un rato sobre convertir a la gente que les caía mal en cucaracha, ella se pronto se animó a cantar frente a él, lo cual lo dejó un poco cortado, porque a decir verdad no se lo esperaba.
Y en cuanto escuchó su voz, de pronto Valentino sintió algo parecido al vértigo. Por un momento se detuvo el tiempo y lo que existía alrededor de la nada desapareció. Sólo estaban él, y Rapunzel en la casa del árbol. Valentino no sabía mucho de música a decir verdad, de hecho la única voz de cualquier cantante que podría reconocer en cualquier lugar, de cualquier forma, en cualquier lengua, era la voz una chica que se llamaba Zahara, y eso porque su madre ponía su música todo el tiempo. Pues bueno, a Valentino se le acababa de borrar para siempre ese timbre de voz.
-Ejem- carraspeó, sin palabras -Yo, pues... ammmm... no sé mucho de música, si debo decírtelo... pero me gusta lo que escuché, suena muy, muy bonito- ¡Y no sabía qué más decir! Es que de verdad se había quedado sin palabras, sintiéndose débil, expuesto, pequeñito e inquieto ¿Qué demonios pasaba? Para su buena suerte, Rapunzel cambió el tema.
Esbozó esa sonrisa de muchacho presumido y le respondió -¡Pues sí, peleona y con muchos novios pero no por eso te harás más alta!- se burló sacándole la lengua -Creo que es lo que haré una vez que llegue a Beauxbatons... pero shhhhh que Sombreflamme no me escuche- rió bajito.
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Debió de ser duro criar ella sola a tres hijas y siendo muggle— comenté pensativa más que nada porque no tenía ayuda de elfos domésticos que pudieran ayudar en casa o hacer esas tareas domésticas. Mi madre le gustaba ordenar y limpiar, pero todo lo demás lo hacían los elfos contratados de la casa. Las tías de Valentino tenían muy buenos trabajos, esperaba tener en el futuro algo así aunque no lo tenía nada claro. Mi familia comprada con la suya era una locura, yo no sabía porqué mamá quería tantos niños pero tampoco me disgustaba, quería muchos a mis hermanos y hermanas, aunque hubieran peleas también habían muchas risas. Tuve claro en ese momento que si algún día tuviera hijos no tendría solo uno.
—Cualquier cosa podemos ir todos juntos de excursión, creo que nuestras madres se llevan bien — sonrió de oreja a oreja mirándole a los ojos y miro el cielo estrellado, escuchándolo hablar. — Con la magia puedes estar en cualquier lugar en poco tiempo, eso es lo bueno. No sé si cogería un avión, creo que me daría miedo por si se estrella — digo un poco bruta – dramática. —Y bueno, no quiero imaginar el dilema de tu abuela pero si lo ha terminado aceptando es buena señal, tengo entendido que antes los católicos quemaban a las brujas en la hoguera — dije poniéndome de pie entre risas y finalmente cantando para él, pues quería saber qué pensaba él de mi voz.
Era un momento en que me sentía muy relajada y confiada, así que iba cantando la canción de Adele que me sabía de memoria hasta terminar más o menos, me había movido un poco mientras cantaba para acompañar a la canción. No dejaba de sonreír y ver su expresión un tanto sorprendida. — Es una canción preciosa, pero si te ha gustado con eso me vale — dije tranquilamente volviendo a sentarme a su lado, aunque me sentí un poco rara de repente o esa era la sensación pero no le di importancia. Fruncí el ceño, yo quería ser alta y es que era todo muy injusto, mis hermanos iban a ser altísimos, hasta él mismo! — Pfff Pff no me lo recuerdes — protesté y poco después me reí cuando dijo que es lo que iba hacer. En ese momento me llegó una pequeña nota volado, era de mi padre Jeremíah. — Se ha hecho tarde y mi padre quiere que nos vayamos ya — me giré hasta el para abrazarlo y darle un beso en la mejilla, para poco después revolverle los cabellos. — Al final de mes será mi cumpleaños como el de Scar y Hérc, espero que vengas…¡El último que llegue abajo es Trol de las Cavernas! — corrí hacia la salida para poder salir la primera.
ROL FINALIZADO
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magicusextremos-rpg · 5 years
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¡Siobhan busca a alguien con quien completar sus tramas! ¿Te interesa alguna? Ponte en contacto con ella. Puedes ver las búsquedas aquí.
EXTERMINATE
+17 — Género & Ocupación libres  — 0/Infinito Siobhan lleva siendo aurora por más de 15 años y es responsable del encarcelamiento de varios magos tenebrosos, lo cual no viene exento de consecuencias: así es como uno se gana enemigos, y uno de tantos vendrías a ser tú. Quizás fue la responsable de enviar a un familiar o ser querido tuyo, quizás te ha investigado a ti o a tu familia, a lo mejor tuvieron un roce en el Ministerio o quizás simplemente consideras el hecho de que una bruja sangre pura como ella abogue por la protección de los derechos muggles como una traición a la sangre que no debe quedar impune. Quién sabe, tú dime. Lo importante es que a Siobhan Diggory la tienes entre ceja y ceja, y donde pones el ojo...
THE COMPANIONS
Aurores — Fem. & Masc. — 1/2 Siobhan tuvo una vez un mentor, allá hace quince años atrás, cuando era poco más que una novatilla patosa. ¡Es hora de que Siobhan repague el favor! Y por partida doble. Ustedes dos tienen el honor de ser sus aprendices, los polluelos de auror que decidió tomar bajo su ala (?!), lo cual significa tres cosas: que van a aprender sobre Oclumancia, que a lo mejor ella les intentará enseñar sobre la Animagia eventualmente -no prometería nada, a ella le tomó años -y, lo más importante de todo, que van a aprender  correr muy, muy rápido.
MY SARAH JANE... ISH
Civil (Periodista) — Fem. — 0/1 Mira, Siobhan es un sol así que lo más probable es que nunca te mande a pastar a otro lado: le gusta tu ambición, es algo que puede respetar, y tu compromiso para con “el pueblo” es admirable y todo lo que quieras, ¿pero no crees que pegarte a ella como una lapa cada vez que está trabajando en un caso importante (o sea, casi siempre) no raya en, no lo sé, acoso? ¿No? Mmm, bueno, vale. En ese caso, ¿podrías al menos tener la deferencia de no atosigarla con tantas preguntas? A la pobre le cuesta demasiado mantener la boca cerrada, ya hasta da un poco de vergüenza.
SPOILERS: YOU’RE GAY
+25 — Fem. — 0/1 Es difícil explicar cómo, pero -quizás porque tú misma no eres la bruja con los gustos más tradicionales del mundo- te has percatado: Siobhan A. Diggory es tan heterosexual como el mismísimo Albus Dumbledore. O sea, nada. Quizás es el hecho de que de alguna manera su estilo no encaja con el de otras brujas de su medio, su ignorancia absoluta en los raros casos en los que has visto a algún hombre intentar coquetear con ella, su desinterés por el sexo opuesto,la manera en que parece incomodarse cuando una mujer bonita -tú, por ejemplo- se le acerca demasiado o quizás hasta el dejo de adoración que has captado en sus ojos al mirar una fotografía en particular -la de una supuesta mejor amiga. Venga, que te diste cuenta, y no entiendes cómo los demás no lo ven. Pero lo que es más impactante es: ¿cómo es que ella no lo ve? Porque eso, señores, eso es negación.Siobhan necesita un empujoncito en tu opinión, y tú estás más que dispuesta a dárselo.
PRACTICALLY PERFECT NANNY
+17 — Fem. — 0/1 O eso dice Artair, al menos.A Siobhan no le hace mucha gracia tener que pedir ayuda cuando de sus hijos se trata -increíblemente hasta ella tiene su orgullo- pero ante las insistencias de su esposo ha tenido que rendirse a la evidencia: ambos están tapados hasta el cuello de trabajo y el pequeño Egan no puede estar constantemente con sus abuelas, con lo cual necesitan una niñera. ¡Y ahí es donde entras tú! Alguien te recomendó a Artair -el esposo de Siobhan- y hay que reconocerlo, tú y el pequeño Egan de apenas tres años parecen llevarse notoriamente bien. Haces bien el trabajo, y Siobhan puede apreciar eso. Sin embargo, incluso teniendo eso en cuenta Siobhan no puede evitar sentir… una sensación curiosa de intranquilidad. ¿Serán acaso justificadas, o simplemente es sobreprotección de madre?
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senil-vanguardia · 7 years
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Para mi tía abuela, que es buena cristiana, esperando le guste y sea de su gracia
A Boris Aurora Rangel
 Mira, tía, este escrito que tienes en las manos es apto para que lo leas de forma grata. Has de saber que soy un bellaco y de mis otros escritos no quiero ni imaginar qué reacción podrían causarte. Por eso hice este escrito.
¿Qué te parece si comenzamos contando la historia de un hombre? Un hombre de unos veintisiete años, aproximadamente. Alto, delgado, enérgico, alegre, cuello estirado, quijada en punta, ojos no muy grandes pero muy expresivos. Le gusta vestir bien, tiene cuidado en su higiene, es vocero y socialmente bien acogido. En algún lugar tendrá que existir alguien con esas características.
¿Y qué te parece, tía, si le ponemos por nombre Ludovico Sforza? Este nombre se lo vamos a poner con el único objetivo de divertirnos. El que crea que tiene una relación con “El moro”, en primera es un metiche pues este escrito es para ti tía y nadie tiene que andarlo leyendo.
Vuelvo a aclarar que ninguna alusión hay aquí con Ludovico Sforza, nacido en Italia en siglo XV. Tía, el Ludovico de nuestra historia poseía la voz más dulce y celestial oída antes en la Tierra. Desde muy niño sus familiares se desconcertaban y le pedían siempre que rezara en voz alta. Fue claro para el pueblo entero que él debía ser el vocero del duque. El duque gusta mucho de la presencia de Ludovico: le gusta tenerlo cerca, platicar con él y deleitarse de su voz.
En una ocasión, el duque tuvo un día muy ajetreado y se sentía de un humor fatal. Muy enojado ordenó traer a Ludovico para hablar con él y así hacerse más ameno el resto de la tarde. Tan pocos ánimos tenía el duque que con cierto enfado le dijo: “Ludovico, sigue tú sólo la plática conmigo; a mí ya no se me ocurre qué más decir; además, oír tu voz y enseguida oír la mía, desarmoniza, pues en comparación con tu voz, la mía parece el grito de un convalido”.
Fíjate, tía, que con esta petición del duque fue tan claro que a nadie le importaba lo que Ludovico dijera, sino que dijera y dijera cualquier locura con tal de que no se estuviese callado. Tía, cuando Ludovico se dio cuenta de esto, primero quizás sintió una gran tristeza, y luego se lo negaba a sí mismo.
Ludovico, que era muy astuto -bueno eso no lo sé, ni tú tía, porque no lo conocemos-, pero seguramente lo era porque un día, cuando se paró en el púlpito para dar a los aldeanos un serio discurso redactado por el rey, para ver si en verdad ponían atención a sus palabras o si únicamente se embellecía con el murmullo de su voz, hizo ajustes al discurso y empezó diciendo: “Colas lanzaderas, el tejedor y maldecido ilustre serpentino fideal y el embauque que con magistral lienzo se sobresalta entrampadas y amenazas, cual buen festín, pagado con rubí entremezclado y en reposo mientras la leva santa y ardua se marina para dar eso que se llama ´dar el lid´. Maltrechos jóvenes tras manco sí afilados hombres se zambullen erosionados. Zapatos de la venganza sagaz bien atinada y almizcle que no sabe más que la cobranza, y en eso siempre ha de verse mal y mal en usado y mal encausado cuál en claustro de los muros. No teman venturanzas en bienhechor almizcle a los cepos oídos, cual el caminar de dulces doncellas mal habidos hurtos en reposo infernal hacia la desesperanza de todos los hombres aquí, que se envilecen con mi voz sin dar atención a lo que les diga. Los maldigo”.
¿Me creerías tía? A pesar de la maldición que les echó, todos, hasta el rey que estaba presente aplaudió con mucho júbilo, y Ludovico comprobó de una vez por todas que no existía una sola persona a la que importaran las cosas que decía.
Para dramatizar más esta historia, vamos a darle a Ludovico un espíritu de pensador. Sí, tía, de esta manera poseerá grandes ideas y en el momento en que esté dispuesto expresarlas nadie las oirá, quedando deleitados con su voz, sin darle atención a sus palabras.
Supongo que ya con esto te parecerá el colmo. Tú, tía, que eres de tan buen corazón, seguro querrás que Ludovico, a pesar de su gran frustración, logre siempre estar de buen humor, y vamos a darle un carácter muy ligero para que pueda olvidarse con liviandad de su situación. Entonces, cuando descubrió que nadie le ponía una real atención, sintió aflicción pero no le dio importancia y lo dejó a un lado.
Qué maravilla es estar creando esta historia juntos. Como ya te decía, yo tengo un alma malhechora, por ello, hablé con el cura del pueblo y le dije:
—Sea usted con dios, que los ángeles otorguen la dicha toda junta y en abundancia.
—Hijo de la trinidad, bienvenido seas. ¿A qué se debe tu visita hoy, que es entre semana?
—¿Padre, no tendrá usted la impresión de que la gente ha esta faltando a misa?
—Me he dado cuenta y no puedo más que rogar a dios la piedad de las almas.
—¿Ha oído alguna vez la voz del vocero real? ¿No le parece el deleite y la sublimidad? Imagine usted, la Palabra Verdadera dicha con una voz divina. ¿No cree que sea algo que vale la pena para lograr que la gente asista más a misa, y más gratamente a escuchar el sermón?
Tanto le insistí que logré que fuera partícipe de mi idea, olvidó que la idea se la dio un ajeno y pensó que había sido del todo nacida en él. El cura corrió a casa de Ludovico. Le propuso que para bien de la Iglesia fuera él quien dirigiera el sermón. Al oír esto, Ludovico sintió una soga en el cuello, le bajó la presión, le faltaba el aire y lo recobraba, se le coloraba la cara. Para no hacer tanto largo el cuento diré como dijo el Dante: No quedó muerto ni vivo (22), y quiso convencer al cura:
—Padre, es que usted no sabe la mala idea que es. Porque he descubierto que la gente no se cuida en lo que digo, sólo se hipnotiza con la armonía de mi voz.  
El cura tan embelesado estaba con la voz de Ludovico que no entendió nada. Se despidió con bendiciones y aleluyas, prometiendo esperarlo el domingo. Imagínate, tía, qué cara más gravosa puso Ludovico. Ahora que lo pienso, quizá a ti no te dé tanta risa la tortura al pobre Ludovico, seguramente ninguna gracia te ha de dar. Yo quería hacer algo que te agradará a ti, y mira como de este mi villanería. Ya no sé cómo darle marcha atrás, sólo nos queda ver cómo se desarrolla la historia. Tendremos que seguir.
Irremediablemente, Ludovico fue arrastrado a la parroquia por amigos y familiares, siendo yo el que los enteró de la situación. Llegó Ludovico arrastrado y cargado en hombros. Ese día había más gente de lo común en la Iglesia, esperando oír un bello canto divino. Ludovico sufría mareos y rezaba a Dios que perdonara la ofensa a punto de cometer. Se desmayaba cada que pensaba el momento en que el cura lo llamara al púlpito; revivía y moría para revivir y morir.
Yo, tía, seguí risa y risa con la sufridera de Ludovico, hasta que llegó el  momento, tía: entre todos lo aventaron al púlpito. Él los veía a la cara, sentía mareos y sudaba frío. Temblábanle las manos. Era imposible tratar de explicarles. Se puso frente a la Escritura, tomó aire, segregó saliva y en ese momento desapareció el techo de la Iglesia iluminando todo con una luz más pura que la del sol.
Descendió lentamente del cielo un ángel. Tenía cabello largo y vestidos blancos. Acomodó sus pies descalzos encima de la cabeza de Ludovico. El ángel se agachó y sin bajarse de la cabeza, puso su mano derecha en la garganta de Ludovico. Desprendió la voz de la garganta y la puso en su boca.
El ángel dijo a todos: “Hermanos míos, buenos hombres, tendrán que perdonar mi descuido. Por travesura le presté a Ludovico mi voz, ahora la retiro dejándole su voz natural”. El ángel, tía, dejó de posarse en la cabeza de Ludovico, para ascender al cielo. Cuando se alejó -y ya no podían de él ver más-, el techo regresó a la iglesia devolviendo a todos de la gran estupefacción en que se encontraban. Todos los presentes estaban desencantados y con una gran pregunta: ¿Cómo hablará ahora Ludovico? ¿Fue real la presencia del ángel? El recinto se llenó de bullicios y de miradas atentas. Ludovico mismo no sabía ni qué pensar.
Yo que me quiero seguir riendo le susurré a Ludovico: Pregúntales si aún quieren que leas el sermón. Como un niño tartamudo, preguntó:
—¿Aún leeré el sermón?
Tan tartamudo, tan inseguro y con voz aguardentosa lo dijo, que la respuesta se manifestó en cara de todos al fruncir el ceño e indicarle con las manos que se sentara. Fue muy claro para todos. Fue y se sentó, para dejar al cura dar el sermón que, en realidad, trató sobre el milagro ocurrido ese día.
Sonrío de pensar en lo bien que se desarrollaron las cosas. Espero, tú también estés contenta con este final, tía. Si no, házmelo saber en carta y ya buscaremos otro final.
Me despido, querida tía Boris. Hasta pronto.
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