Tumgik
#algo que me dijeron en terapia y me quedará por siempre
angeldlune · 3 years
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La paz que buscas esta en ti mismo.
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Preguntas por chat.
Hola Rosa, te he buscado en dos oportunidades y aunque he hecho lo que tú me has aconsejado, con el paso del tiempo vuelvo a ese mismo círculo vicioso, he tenido una relación bastante tóxica, llena de engaños, mentiras y falsas ilusiones, por parte de los dos, vamos para 4 años en la misma tónica y aunque nos alejemos y seamos conscientes del daño que nos hacemos seguimos ahi, quiero que me digas cómo puedo dejar éste círculo tan tóxico, para ser sincero me siento muy cansado, mi energía no es la misma, a nivel espiritual igual. También te cuento que últimamente siento mucha pereza, ni ganas me dan de ir a la universidad y no sé si todo esto éste relacionado con mi relación con ella, no hemos vuelto como pareja oficial, pero nos seguimos viendo y no se si sea percepción mía pero es más por costumbre que por amor, ha sido mi primer mujer en todo los sentidos, y yo también soy el primer hombre para ella. Quizá por ésto esté esa atadura tan fuerte, tengo 20, quiero vivir, enfocarme en lo importante, mi trabajo y mi universidad son mis prioridades y aunque sea conciente de que soy una persona dependiente, quiero tener un trabajo interno en donde pueda por fin tener y desarrollar mi autoestima, amor propio e independencia. Le temo mucho a la soledad y ella en realidad no me aporta muy pocas coaaa. Muchas gracias Rosa. Ojalá puedas responderlo de manera anónima. Dios te bendiga. 
@nuncarueguesporamor-blog​ ❤
Hola Cristian 👋
Muchos de los pacientes que acuden a mi consulta, lo hacen con una clara demanda: soy dependiente y tengo una relación tóxica. 
Incluso algunos de ellos que han conseguido dejar la relación después de años de engaños y minusvaloraciones por parte del otro, lloran desconsolados pidiendo volver, queriendo entender qué hicieron mal, sintiendo una soledad y un vacío emocional. Algunas frases típicas podrían ser: ·      “(…) yo en otros ámbitos de mi vida soy una persona muy independiente y decidida, ¿por qué con mi pareja tengo tanto enganche si sé que me hace daño?”·      “(…) yo sabía que algo pasaba, que me mentía y engañaba, pero siempre buscaba cómo defenderle, cómo echarme todas las culpas a mí, incluso le pedía perdón cuando le descubría una infidelidad, porque era yo quien le había mirado el móvil, y eso no se debe hacer. Todo el mundo me decía que no era una persona adecuada pero yo me enfrentaba a ellos para no ver la realidad. Incluso ahora quiero volver con él aún sabiendo que siempre me fue infiel y que no me trataba bien”.
Las relaciones tóxicas son aquellas que no nos hacen sentir bien, que nos impiden pensar con claridad, que nos dominan, que nos producen temores e incertidumbres. La pareja tóxica suele manipular, insultar (de manera directa o encubierta), menospreciar, acosar, abusar y mentir. Una persona que está viviendo una relación tóxica, suele tener las siguientes experiencias:
👉 La persona que está en una relación tóxica siente miedo y rechazo, tanto que tiene que medir sus palabras y actos para no perturbar al otro o no ser amenazado con el abandono o el fin de la relación.
👉 Hay un alto grado de ansiedad y tristeza en su vida, que compensa con los momentos de felicidad, pero estos son muy pocos en comparación con los malos (aunque intenta justificárselos a sí misma y a los demás).
👉 No vive tranquila, siempre está controlando las cosas que hace su pareja porque existe desconfianza, normalmente justificada por los actos del otro. La infidelidad suele ser una realidad.
👉 Siente que ha caído en la locura puesto que así se lo hace ver su pareja, por lo tanto cada vez que tiene explosiones de rabia o tristeza frente a las acciones o comentarios del otro, es atacado con que “está loco”. Sin embargo estas “explosiones” son realmente producidas por actividades de su pareja que realmente son dignas de desconfianza.
👉 Pierde la capacidad de autorregularse, necesita al otro para ser feliz y vive en un torbellino emocional, puesto que su bienestar depende de cómo le trate su pareja.
👉 Constantemente tiene el sentimiento de no ser amado, de dar más de lo que recibe.
👉 Vive en un estado de alerta constante.
¿Por qué caemos en relaciones tóxicas y por qué no podemos salir de ellas?
Solemos caer en este tipo de relaciones porque son patrones que ya “conocemos” en nuestro inconsciente. Parece que nos hacen repetir roles y objetivos antiguos, reexperimentar situaciones que no fueron resueltas en el pasado, demostrar e intentar alcanzar cosas que no fueron concluidas. Las causas son variadas y únicas de cada persona, quizás repitamos aquello que ya hemos vivido en la infancia, quizás idealicemos personas que nos recuerdan a alguien del pasado pensando que deben comportarse igual, las posibilidades son muchas y deben ser cuidadosamente analizadas en la terapia para poder conocerlas. La idea es algo así como “volver a la zona de confort” del inconsciente, que se ha ido formando a través de nuestra vida y de nuestras experiencias, aunque esta zona no nos haga sentir bien. Como dice el refrán “más vale lo malo conocido…”. Sea como sea, si caemos en una relación tóxica, es porque esa persona ha conseguido “anclarse” en alguna de nuestras partes o necesidades internas, y por eso nos cogemos a ella con tanto ahínco.
Las relaciones de pareja son uno de los vínculos más difíciles de romper de nuestra vida, por ser también uno de los más fuertes. Nos recuerdan, por la cercanía y la fuerza del vínculo, a nuestras relaciones de apego infantiles, es decir, aquellas que vivimos en el pasado con las figuras de protección y que nos ayudaron a desarrollarnos y convertirnos en quiénes somos. Estas relaciones de pareja nos cubren las necesidades que tenemos “escondidas” en nuestro interior, nos proporcionan seguridad aún cuando sean nocivas. Veamos algunas necesidades que pueden ser el “enganche” a la relación tóxica:
👉 Miedo a la soledad: Este es un miedo muy humano. La persona que lo siente tiene auténtico terror a reencontrarse consigo mismo o a vivir la vida en soledad. Necesitan del otro para ser feliz y aunque les haga daño, la persona tóxica es mejor que nada.
👉 Necesidades narcisistas: Todos necesitamos sentirnos queridos, que nos alaben, que nos vean especiales. Sin embargo algunas personas llevan estas necesidades al extremo. Recordemos que la persona tóxica no se presenta como tal, sino que hace un juego de seducción muy intenso, en el que hace sentir al otro como “único en el mundo”. Si la persona tiene estas necesidades narcisistas se quedará prendado de la sensación de ser tan especial para alguien, y volverá a esos recuerdos del comienzo aunque la persona tóxica ya haya cambiado por completo y ahora le menosprecie.
👉 Necesidades de vinculación: Sentirnos cuidados, protegidos, seguros, sostenidos en los malos momentos y acompañados en los buenos, éstas son necesidades de vinculación que pueden hacernos caer en estar con alguien tóxico. No es que la persona cumpla estas expectativas al 100%, pero al menos hay “una relación”, mala, pero la hay. Incluso los celos y la dominación del otro pueden interpretarse como alguien “fuerte” que nos va a proteger del peligro. Es el miedo a que nadie lo haga, a que nadie esté ahí para cuidarnos y protegernos, lo que mantiene la pareja tóxica.
👉 Miedo al abandono: No es tanto el estar solo, sino el ser rechazado y abandonado lo que actúa aquí. La persona puede ser muy feliz consigo misma, a diferencia de aquella que tiene miedo a la soledad, pero el rechazo, reconocerlo tanto a nivel interno como social, le abruma y angustia profundamente. 
También el “acto de abandono” le perturba, posiblemente porque en la infancia se sintió de esta manera y aunque ahora no lo recuerde, su inconsciente sí puede estar haciéndolo. Este miedo está estrechamente relacionado con las necesidades narcisistas y de vínculo.
👉 Seguir el guión marcado: Esta parte puede ser más compleja de entender. A veces nos empeñamos en seguir ese guión que nos han marcado nuestros padres, la sociedad, o quizás aquellas cosas que algún miembro de nuestra familia no pudo concluir. 
Esto se ve muy claro en las personas que estudian una carrera, por ejemplo medicina, porque desde pequeño sus padres dijeron que sería médico o porque es el trabajo de generaciones anteriores. Quizás “el casarse”, “tener hijos”, o “conseguir todo lo que nos proponemos como hacían nuestros padres, que son un ejemplo a seguir, aunque nos dejemos la vida en ello”, sean otros guiones y objetivos implícitos que debemos seguir por tradición familiar o por identificación con nuestros padres, muchas veces sin valorar si nos compensa o si es realmente lo que nosotros queremos.
👉 La dependencia emocional: No es de extrañar que hablando de relaciones tóxicas, hablemos de dependencia emocional. Se podría decir que todo lo anterior estaría incluido en este apartado, pero la dependencia emocional es más que eso.  
La persona dependiente necesita que los otros hagan aquellas cosas que no puede hacer sola puesto que no confía en sí misma ni en su criterio,  necesita la opinión y la aprobación para cada paso que da. Necesita del otro para sentirse bien puesto que se minusvalora y menosprecia a sí misma; tiene baja autoestima, lo que le hace ser capaz de aguantar vejaciones con tal de mantener el vínculo. 
El dependiente es muy lábil emocionalmente hablando, y puede desesperar a la persona que está a su lado con las peticiones de cariño y atención constante que necesitan. Si un dependiente emocional tiene la mala suerte de caer con una persona tóxica, lo pasará realmente mal. Ambos caerán en las manipulaciones emocionales, el dependiente a través de la tristeza, el enfado y la súplica para llamar la atención y mantener la relación, y la persona tóxica a través del menosprecio para mantener el control.
Estas son algunas de las respuestas a la pregunta ¿por qué me pasó esto a mí?... 
Simplemente es miedo a enfrentarte a algo nuevo, es por eso que no terminas de cortar el hilo que te mantiene atado, pero tu decides Cristian, o continúas así o te liberas del peso y avanzas en la vida.
Un saludo ✌
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dylangarciab · 6 years
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Volver a caminar.
Hoy iba a ser el mejor día de mi vida, sería el mejor día de todas las vidas, pero no, en su lugar terminó siendo todo lo contrario...
Desperté con la mejor actitud del mundo.  
 —Hoy nada puede salir mal.  —susurre de inmediato al despertar.
Al menos eso pensaba. Desperté y ya era tarde media hora, pero como tenía la sonrisa más grandotota de toda la ciudad, no deje que eso me importara, estiré todo mi cuerpecito en la cama (al menos así lo sentí yo), me gire hasta la orilla de mi colchón, tomé el tubo (pasamanos de seguridad) que mi padre me puso en la pared cuando tenía 5 añitos, y con un ágil movimiento me acomode en mi silla, recuerdo que las primeras semanas me costó muchísimo acostumbrarme a usar ese tubo e incluso me golpeé la cabezota varias veces. Antes de que aprendiera a sentarme en mi silla mi mamá venía todas las mañanas y lo hacía ella misma. Después de mi acrobacia con el tubo, fui hasta mi armario, me puse ropa limpia y eché la ropa de noche en el cesto de ropita sucia. De repente escuché...
—¡Vengan a comer muchachos!
Eso dijo mi mamá que en realidad quiso decir “¡¡vengan a desayunar muchachos!!”, siempre fui muy perfeccionista en la sintaxis, no me gusta que digan “guarda silencio, cierra el puño o correcta ortografía”, en fin, fui al comedor, acomode mi silla lo más pegadita a la mesa que pude, vi a mi padre sentado leyendo el periódico 
 —¡Hey! Buenos días muchachote ¿Cómo amaneciste?  —dijo mi padre que dejó de leer el periódico para saludarme. 
 —¡¡Muy bien papá!! Hoy es el gran día, estoy muy feliz y emocionado. —Le respondí y se me notaba la sonrisota de oreja a oreja.  
 —Me doy cuenta hijo mío.  —dijo mi papá.
Mi madre en la cocina preparaba de todo, pues ella sabía que hoy era mi gran día, había: chilaquiles con mucho queso derretido, huevo a la mexicana, hot cakes, frutita preparada con miel, lechera o yogurth; con granola o chocokrispis y con un poquito de azúcar, también había jugo de naranja, licuado de fresa plátano, manzana o guayaba. La mera verdad mi mamá se sacaba un 10 en la cocina.
—Buenos días chiquitín.   —dijo mi mamá con la voz más dulce y tierna que puedan imaginar.
—Hola mami, buenos días.  —le dije a mi mamá con el bonito gesto debajo de mi naricita que no se me quitaba con nada. 
Después de haber acomodado mi silla de nuevo lo más pegadita posible a la mesa, se desacomodó porque olvide ponerle los frenos (que tonto, esque estoy distraído por mi emoción), me acomode yo y me acerque a la mesa, ya quería comer, quería comerme dos o tres platos de todo y un vaso grande de cada cosa que había para beber. Agarre el plato de mi papá (era el más grandotote de todos) y ya tenía mi manita flaquita pero fuerte sosteniendo el cucharón para servir chilaquiles en mi platote, pero mis papás me dijeron al unísono...
—¡Alto! esperemos a tu hermano.
—Bueno  —respondí y yo seguía con mi sonrisa tan grande como mi plato.
En ese mismo momento, mi hermano bajó muy despacio las escaleras, estaba en pijama, desvelado, todo modorro y lagañosos.
—No me esperen, desayunen y buen provecho. —Eso dijo mi hermano.
Mi hermano era el mejor hermano de todos, él tenía muchos amigos y cambiaba de  novia cada mes, pero siempre estuvo enamorado de una chica muy bonita y cabellos dorados, lástima que terminaron (su ex fue la única de sus novias que me veía como una persona “normal”), mi hermano era el mejor de todos porque a diferencia de los hermanos mayores de mis compañeros y amigos, mi brother sí me cuidaba mucho y me defendía de todo y todos, cada que salíamos a dar una vuelta por el parque existía un graciosito que me gritaba “Unas carreras o ¿Qué?”, “Vete, que asustas a los niños fenómeno” o cuando más creativos se ponían me decían a gritos dobles y hasta triples: “¡inmortal! ¡inmortal! ¡inmortal!” porque “nunca iba a estirar la pata”, a mí no me importaban nada de las cosas que decían o más bien no dejaba que me importara, pero a mi hermano siempre le molestó a tal grado que su cólera la llevaba a los golpes con tal de cerrarles la boca a todo aquel “comediante” que fuese cruel conmigo.
—Hay que dar gracias antes de comer  —dijo mi mamá.
Todos asentimos, agradecimos la comida y comenzamos a devorar todo lo que estaba en la mesa, todo estaba delicioso, riquísimo, exquisito, comí de todo y en 20 minutos cumplí mi cometido y me eché un montón de todo lo que había hasta que ya no pude comer ni una fresa más.
Después de comer era el momento de prepararse para ir al hospital, normalmente no me gusta ir, estoy acostumbrado, pero no me gusta ir, aunque hoy es diferente, hoy me darán la noticia de que sí fui aceptado para ser sujeto de pruebas en el “programa de investigación de construcción de neuronas y células óseas  para la regeneración de nervios y vértebras” tienen un nombre super largo y aún así me lo aprendí de memoria al derecho y al revés. 
Hoy es lunes, no iré a la escuela porque estaré gran parte del día en el hospital, mi papá no irá a trabajar porque él me va a llevar y me acompañará todo el día, mi hermano irá a la prepa y mi mamá se quedará en casa como casi siempre sucede.
—Me duele la cabeza y estoy un poco mareado  —dijo mi hermano antes de despedirse de mí y desearme mucha suerte, también me dio un fuerte abrazo como si nunca nos volvieramos a  ver. 
Me preocupa mi hermano, se le nota que está enfermo y que se siente cansado, pero él aún así fue a la escuela, no quiso preocupar ni molestar a nadie y se fue haciéndose el fuerte, me preocupa porque últimamente está muy cansado para todo y lo escucho quejarse en su cuarto de los fuertes dolores de pecho que le dan. Ver a mi hermano así es lo único que aminora el tamaño de mi sonrisota y la pone en un 3 o 4 lugar en las sonrisas más grandes de la ciudad.
Mi papá y yo nos fuimos en el auto rumbo al hospital, seguía emocionado y dispuesto a seguir todas las indicaciones de los médicos para que todo saliera perfecto.
Llegando al hospital, ya me estaba esperando el médico en la recepción
—Te tengo grandes noticias, hoy no iremos a donde siempre.  —dijo mi doctor.
—¿A dónde iremos? —le pregunté con grandes ojos emocionados.
—Hoy iremos al departamento de investigación ¡Fuiste aceptado!  —dijo mi médico con una sonrisa casi tan grande como la mía. 
Fuimos a esa parte del hospital y yo de verdad que era curioso y quería saber todo sobre todo. Llegamos a una sala muy grande, la “sala de  rehabilitación”, allí había varios niños en silla de ruedas, muletas inclusive 2 niños con prótesis en el lugar de un pie. También había muchas cosas que parecían juguetes y servían para hacer ejercicio especialmente en las piernas. 
Estuve allí un buen rato mientras mi padre hablaba con los médico afuera, todos los demás niños estaban ocupados con sus terapias y creo qeu fue por eso que nadie se acercó a saludarme. 
Después fuimos a sacarme IRM (imágenes por resonancia magnética).
  — “IRM” significa: “imágenes realmente mágicas”  —dijo la doctora que me preparaba para la resonancia. Creo que nadie le explico que tengo 8 añitos pero soy muy listo para creer eso.
Luego me hicieron un sin fin de pruebas, unas más dolorosas que otras por ejemplo la punción lumbar, esa sí me dolió muchísimo. 
Cuando dieron las 3 ya estaba en una habitación típica de hospital y era hora de comer, yo quería regresar a casa y comer del sin fin de platillos que mi mamá seguramente había preparado para mí.
—Tengo mucha hambre, vayamos a comer a casa.  —Le dije a mi papá que parecía que le habían hecho las prueba a él, porque tenía cara de dolor.
—Hijo mío, el médico dijo que no puedes irte hasta mañana porque aún faltan algunos exámenes y tienes que recuperarte. por eso no podemos salir.  —dijo mi padre con una sonrisa consoladora.
—Oh, entiendo, no hay problema, pero ¿Qué comeremos papá?  —Le pregunté porque en serio que tenía un montonazo de hambre.
—Buscaré algo sabroso en la cafetería.  —dijo mi padre y salió de la habitación.
A los 3 minutos de que mi papá se fue la enfermera me trajo una bandeja con comida clásica de hospital (puré de papas, un pedazo de carne rara, ensalada y una gelatina tiritante), no lo comí, quise esperar a ver que traería mi papá, lo espere 30 minutos y no venía, lo esperé otros 30 minutos y seguía sin regresar, hasta que de 30 min. en 30 min. dieron las 6 de la tarde. pasaron 3 horas y mi padre no regresaba de la maldita cafetería. Para ese entonces ya había comido casi toda la bandeja menos la carne rara. 
Yo estaba un poco desesperado, pero sin importar lo que pase seguiría feliz porque me aceptaron el programa y muy probablemente volvería a mover las piernitas o al menos a sentirlas (me muero de ganas por sentir los chorritos de agua en las piernas cuando me baño).
Como a eso de las 07:05 pm.vi pasar a mi mamá por el corredor, pasó justo por afuera de mi cuarto, pero no me vió, iba muy rápido.
—¡Mamá!  —Le grité.
Mi mamá se regreso, me saludo muy euforicamente, estaba muy desesperada, tenía cara de preocupada. Me intentento poner al tanto de lo que estaba sucediendo (porque al parecer había toda una situación complicada).
—Amor a tu hermano le paso algo...  —Dijo mi mamá sin terminar la frase porque la interrumpí.
—¿Qué le pasó? ¿Dónde está?  —Pregunté muy preocupado.
—Está aquí en el hospital, tú papá está con él  —respondió mi mamá con su voz suavecita intentando calmarme.
—¿Qué le pasó? ¿Por qué está aquí en el hospital?  —Pregunté desesperado porque aún no me explicaban nada.
—Mientras estaba en una clase, tu hermano sufrió un infarto, los médicos dicen que su corazón está muy débil y que está muy delicado.
—Quiero verlo, por favor llevenme.  —Le dije a mi mamá y para ese momento de la conversación ya se me había desaparecido el gesto sonriente que había mantenido todo el día sin esfuerzo alguno.
—Está bien, pero tu hermano está dormido, tuvieron que sedarlo para que su corazón no tuviera otro infarto.  —Respondió mi mamá con la voz quebrada y los ojitos mojados.
Fuimos a esa habitación en el piso de arriba (yo estaba en el 6 piso), mi padre estaba llorando de manera muy disimulada y lo escuche susurrar “presiento que hoy perderé a mi hijo”, allí me di cuenta de la gravedad del asunto, mi madre comenzó a derrumbarse tanto literal como metafóricamente, mi padre se levantó y la abrazo yo no podía hacer nada, ni siquiera podía levantarme de esta maldita silla que llevo como prisión, me sentí más inútil e impotente que nunca. Tuve más miedo que en cualquier otra situación de mi vida, comencé a pensar que perdería a mi hermanito mayor, el mayor superhéroe que ha existido en este mundo, estaba a punto del colapso, si no comencé a llorar y a romper todo de impotencia y coraje fue porque entre en shock y no pude reaccionar a nada.
De repente mi médico entró a la habitación y sin darse cuenta de la situación comenzó a hablar:
—Fui a tu habitación, pero como no estabas pregunté por ti y me dijo la enfermera que estabas aquí, tengo excelentísimas noticias, no necesitaremos tantas pruebas después de todo, parece ser que en un par de meses volverás a mover las piernitas y con algo de esfuerzo y terapias volverás a caminar en 6 meses más. bueno, me voy que tengo tres pacientes nuevos, buena suerte chico, te dije que lo lograríamos  —eso fue lo que recuerdo que dijo el médico, después de eso se fue y parece que sí tenía mucho trabajo, porque no creo que se hay dado cuenta de lo que sucedía en ese momento en aquella habitación.
Pasaba el tiempo y todo seguía igual, mis padres, yo inclusive parecía que hasta mi hermano habíamos escuchado a mi doctor, pero ninguno estaba emocionado, bueno ahora que lo pienso parece que mi hermano tenía una sonrisa discreta después de saber que yo volvería a caminar. Él seguía durmiendo pero estoy seguro que sabía lo que pasaba a su alrededor.
De pronto entraron los médicos de mi hermano con sus caras serias de doctores y sus malditas batas blancas que los convierten en dioses para decidir a quien salvan y a quien dejan morir. 
—Tenemos noticias, parece ser que la única posibilidad de salvar a su hijo es con una cirugía de trasplante de pericardio, es una cirugía riesgosa a corazón abierto.  —boom los médicos dejaron caer la bomba hacia mis padres con esa terrible noticia.  
—Si están seguros que así se salvará mi hijo, está bien háganlo —dijo mi padre
—La cirugía nos es muy difícil, es  riesgosa pero no necesitamos reemplazar todo el pericardio solamente el 20%, el problema es que no existen muchos donantes y menos “O negativo”  —Dijo uno de los tres doctores, lo dijo con tono de muerte y voz rasposa.
—Pues yo lo donaré, haganme todos los exámenes necesarios.  — dijo mi papá, nunca lo había visto a mi papá tan decidido en algo.
—También háganme las pruebas a mí  —dijo mi mamá enseguida de mi papá.
—Está bien, lo haremos y en media hora sabremos si son donantes  —dijeron los médicos.
Yo no pude decir nada, estaba en shock por el acto de heroísmo que mis padres hacían sin tiritar ni dudarlo.
35 minutos exactos fueron los que pasaron para que regresaran los doctores con caras apenadas.
—Lo lamentamos ninguno de los dos resultó ser compatible con su hijo, ya lo pusimos en la lista de trasplantes, pero lamentablemente no tenemos mucho tiempo. —dijeron los señores de estetoscopios con tono de rendición.
—¿Cuánto tiempo tenemos doctor? —preguntó mi mamá.
—Basándonos en casos similares anteriores creemos que entre 6 y 10 horas  —Respondió la única médico de los tres.
—Haganme las pruebas a mí —dije con voz trémula y llena de miedo. 
—No hijo, la operación es peligrosa  —dijo mi padre contrariando su acto de heroísmo hacia mi hermano.
—Tu papá tiene toda la razón mi amor  —dijo mi mamá con voz tan dulce que me quito un poquito de miedo.
Los médicos no decían nada, se limitaban a observar lo que sucedía en la habitación con el olor a pre-muerte.
—Por favor dejen que lo haga, al menos para saber si soy compatible, además solamente sería una cirugía más para mí.  —argumenté para que me dejarán hacerme las pruebas.
Entonces los médicos se voltearon a ver entre ellos y comenzaron a opinar a mi favor, ellos querían salvar a su paciente: mi hermano, sin importar a quien le quitan un pedazo de su corazón.
Al final mis padres accedieron a las que me hicieran la pruebas, pero aún no consientían la cirugía.
Dos de los médicos salieron de aquella terrible habitación, uno se quedó y me dijo que iban preparar el laboratorio y que regresaba en 2 minutos para hacerme un encuesta. 
El señor médico cumplió: regreso a los 2 minutos exactos, entro y tenía una tablilla con clip, mi psicólogo tenía una y a veces me la prestaba, jugábamos a que yo era el psicólogo y él era el paciente (le hacía preguntas “¿Cuál es tu color favorito?, ¿qué te gusta dibujar? ¿quién es tu mejor amigo?...”).
El médico de mi hermano me pidió que respondiera con toda sinceridad, así lo hice, él preguntaba, yo respondía y él anotaba mi respuesta en la hojita que sostenía el clip de su tablilla.
—Buenas noticias  —llego diciendo la otra doctora de mi hermano.
—No necesitamos hacerte las pruebas, pedimos tu expediente y resulta que eres compatible en un 99% con tu hermano.  —dijo el médico Morenito de mi hermano que llegó junto con la otra doctora. 
Mis padres que escucharon se voltearon a ver uno al otro y sin saber que decir se levantaron, caminaron hasta donde yo estaba y me abrazaron, me sorprendió mucho su reacción, pensé que estarían felices como yo de que pueda ser donante para mi hermano.
El médico que me estaba entrevistando dejo la tablilla a un lado y dijo:
—No perdamos más tiempo, entre más pronto hagamos el trasplante más  rápido despertará su hijo. 
Mis padres se quedaron callados un momento me volteaban a ver y después se veían entre ellos; parecían que tenían un lenguaje secreto, comunicación telepática o qué sé yo...
—Estarán bien mis hijos ¿Verdad?,  —dijo mi padre con la voz cansada, dudosa y resignada. 
—Es una cirugía, siempre existen riesgos, pero tenemos al mejor cirujano de este hospital en el caso, es una suerte que sus hijos sean tan compatibles, le haremos algunas pruebas a su hijo menor para saber los riesgos con mayor certeza.  —dijo el médico, pero eso no tranquilizó a nadie, menos a mis padres.
—Papá, Mamá... Todo estará bien, como ya les dije solamente es una cirugía más, le daré un pedacito de mi corazón a mi hermano y después los dos nos recuperaremos, además ¡Ya podré salir a caminar con él!  —eso les dije a mis papás para que me dejaran salvarle la vida a mi hermano,
Mis padres no decían nada y tenían los ojitos mojados.
Los doctores empujaron mi silla de ruedas hasta llegar a una habitación muy rara, había máquinas para hacer ejercicio, pero no se parecía ningún gimnasio que haya visto en mi vida, además había computadoras y muchos cables en cada máquina. 
Como no puedo correr me pusieron en una aparato raro, es como una bicicleta fija (de las que no se mueven de lugar) solamente que esta es para los brazos.
Me conectaron muchos chuponcitos en en el pecho, la espalda y la frente. Me dijeron que tenia que darle vueltas a los pedales hasta que ya no pudiera. Soy muy flaquito, parece que no soy fuerte, pero todos se equivocan: todos los días hago lagartijas y uso la barra en la pared junto mi cama para hacer ejercicio. Le di vueltas y vueltas a las dos palancas hasta que mis brazos me ardían, cada que sentía que no podía más, pensaba en mi hermano y en que si me canso no podre donarle nada, así que continuaba, mi corazón latiendo estaba al máximo, mis brazos se quemaban, mi cuerpo ya no podía, pero mi espíritu sí, no pude mantener mi sonrisa todo el día, pero no fracasaría en esto... Estaba cansado, agotado como nunca antes en mi vida, ya no podía pero el amor a mi hermano alimentaba mi espíritu y hacía que siguiera, paso el tiempo y el amor no fue suficiente para darme la energía de continuar, cuando eso paso el odio que sentía ante lo que me había pasado (quedar paralítico) y lo que le había pasado a mi hermano hizo que siguiera un buen rato más...
Cuando de verdad ya no podía, porque ni el amor, ni el odio o cualquier otra cosa me daba fuerza para seguir y sentía que estaba por desmayarme, mi brazo se apagó y solté una palanca, eso hizo que me cayera... y creo que me desmaye por unos segundos porque solamente recuerdo a la cara de los médicos un poquito preocupados.
—¡Fracase! No soporte lo que tenía que soportar y ahora mi hermano se va a morir, porque no hay otro donador.  —fue mi primer pensamiento al despertar y empecé a llorar como nunca en mi vida. 
—¿Te duele algo? La caída no fue grave ¿Por qué lloras pequeño?  —me dijo la doctora de mi hermano.
—Porque me cansé y ahora ya no puedo donar.  — Le respondí a la señorita de bata blanca mientras me ocurrían muchas lágrimas y mocos de lo mucho que estaba llorando.
—No eres el mejor deportista pero sacaste un 80 de 100, nada mal y claro que sí puedes donar, pero solo si tus padres autorizan. Ya fue mi compañero a pedir la firma de tus padres.  —me respondió la doctora.  
 —ahora ayúdame a ponerte en la silla, para ir con tus papás.  —dijo la doctora y me ayudó a sentarme.
Antes de ir con mis padres señorita me llevo al baño para secarme las lagrimas y limpiarme un poquito los mocos y el sudor.
Cuando llegamos con mis papás el ambiente estaba tenso, mis padres no sabían si firmar o no, el médico morenito que estaba con ellos trataba de convencerlos, pero ellos no cedían, yo también me metí:
—Obviamente tengo miedo, pero haría cualquier cosa por salvar a mi hermano, soy fuerte, mucho más de lo que parezco, además prometo ponerle todas las ganas del mundo. Mamá, Papá... no tienen de qué preocuparse es una cirugía más.  —les respondí a mis papás con los ojitos todavía llorosos.
Seguimos hablando un buen rato, mis padres seguían con su lenguaje secreto, después de unos 30 minutos los médicos y yo logramos convencerlos, inclusive uno de los médicos dió su palabra de que todo estaría bien.
Todo el día he estado escribiendo, ayer me prometí que escribiría todo el proceso por el que iba a pasar para volver a caminar, sabía que hoy me darían la noticia de que fui aceptado en el programa, así que por eso escribo desde hoy, sí que hoy fue un primer día duro, agotador y muy sorpresivo. Acabo despedirme de mis padres, les dije que quería estar con mi hermano antes de la cirugía, estoy solo con mi hermano y escribiendo casi lo último del día de hoy. Ya casi es hora faltan 10 minutos para que entre la enfermera y me preparen para la cirugía, dejaré esto a un lado, me acostaré a un lado de mi hermano antes de que me saquen un pedazo de corazón para dárselo a mi mayor superhéroe que existe. Prometo que seguiré escribiendo cuando despierte, sé que la cirugía es más peligrosa para mí que para mi hermano, pero estoy seguro que despertaré porque quiero ser yo quien le de la noticia de que volveré a caminar y podremos jugar futbol juntos y podrá enseñarme un montón de juegos nuevos que nunca pude jugar, además podremos subir por las escaleras de cualquier lugar y sobre todo ya no seré una carga para él.
Escribiré todo cuando despierte de mi cirugía, la reacción de mis padres, como me sentiré y lo mejor de todo: la expresión de mi hermano cuando sepa que volveremos a caminar juntos. 
Cuando yo despierte escribiré absolutamente todo.
Cuando despierte seguiré escribiendo, lo prometo. 
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