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#De la mano del lunfardo
cristinabcn · 6 months
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La Aventura del Tango: De la mano del Lunfardo   
ANTONIO PIPPO PEDRAGOSA. Periodista, Escritor, Editorialista. Director Gral. Cultura Tanguera. Columnista -Mientras la catriela esparaba al otario, su chomita metía los garfios de sotana y afanaba una música a la gurda. En una traducción libre, con un dejo de intrínseca ironía y que pertenece a José Gobello, se podría decir: -Mientras la muchacha distraía a la víctima, su querido le introducía…
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latinotiktok · 2 years
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Dato Random de sábado a la noche que me gustaría compartir: Durante un tiempo, Panini (si, la misma de ls figuritas del mundial) fue una de las únicas empresas Argentinas que traducía e imprimía mangas made in Argentina. El tema es que por algún santo motivo, decidieron traducir todo con lunfardo argentino en las primeras ediciones. Es medio raro, pero si compras de segunda mano por ahí te podes encontrar con algún manga de Dragon Ball con Goku diciendo " Krillin sos un boludo" (literal)
QUE BUEN DATO igual ahora de hacer traducciones con lunfardo se encarga IVREA jamás voy a olvidar a Bakugo de bnha diciendo "AH VOS SOS DE LOS CHETOS"
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hala2021 · 1 year
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Los «gronchos» tomaron el poder
Hoy usé la IA (inteligencia artificial) para que me ayudara a definir el significado de «groncho». Y a continuación voy a exponer lo que me respondió:
«"Groncho" es un término coloquial en Argentina que se utiliza para describir a alguien que se viste o actúa de manera descuidada o poco elegante».
Después le pregunté el origen de esa palabra y me respondió:
«El origen de la palabra "groncho" es incierto, pero se cree que proviene del lunfardo, un dialecto argentino que se originó en los barrios marginales de Buenos Aires a finales del siglo XIX».
Y a ese punto quería llegar. Según la inteligencia artificial, lo «groncho» se relaciona con los barrios pobres. Pero yo no creo que esto sea algo de dinero, sino más bien de ideología. Te voy a dar un ejemplo: un día le dije a una amiga que para mí, las camperas con cierres o broches son «gronchas», y parece que a ella no le gustó. Sin embargo, ella es una persona que no se expresa directamente, como lo hago yo, sino que tiene una expresión más sutil, no tan directa. Y un día me preguntó si yo era la que había dicho que los cierres y las tachas eran «gronchas». Lo que pasa es que hoy en día, existe un movimiento de izquierda popular de muchísimo poder. Este movimiento maneja mucho dinero y juega con una fuerza política muy importante. De hecho, en los colegios en donde trabajo, los sindicatos de los trabajadores controlan todo. Por ellos se decide que un día que no asistes al trabajo será justificado. Incluso, muchos han conseguido puestos de trabajo gracias a sus contactos, algo que es totalmente ilícito, debido a que los cargos docentes se deberían tomar solo por actos públicos. Los movimientos LGTBQ, por ejemplo, también mueven un importante capital y su influencia ha llegado al poder, de la mano de políticos que se adhieren a esas ideologías. Por eso, pensar hoy que lo popular, que pertenece a una mayoría, sea algo de pobres es un disparate. Actualmente, lo popular se vende en un centro comercial, dentro de negocios con prendas de un alto valor. Y eso también es «groncho». Y por eso, podemos encontrar camperas de marca reconocidas, carísimas, dentro de negocios de mucho prestigio.
Lo «groncho» es de una mayoría popular. Y esa mayoría hoy tiene poder. Entonces, pensar en lo «groncho» dentro de una villa miseria es no entender al mundo tal cual hoy está.
Los cierres y los broches hoy son moda, una tendencia de una mayoría que busca imponerse. Y esa mayoría ya no la encuentras en los barrios marginales como lo expresa Luzia, la asistente de la inteligencia artificial.
Lamentablemente, esa izquierda hoy tan enriquecida, no quiere reconocer su origen y piensa que por haberse llenado de dinero ha dejado de ser «groncha». Lo popular es una ideología que se lleva en el alma y poco se relaciona con el dinero. Por supuesto, nunca vas a poder vestirte elegante si solo cuentas con escaso dinero en el bolsillo. Sin embargo, alguien que no posee mente de «groncho» se va a destacar por encima de otros y va a desear separarse de esa mayoría común, de ese montón popular que se cree importante.
Los cierres y los broches en las camperas son de un estilo «groncho», porque la misma prenda lo es. Así como las zapatillas son parte del atuendo de la cultura popular. Y por supuesto que todos vamos a terminar comprando esas cosas, porque cuando los de ideología «groncha» obtienen el poder, también mueven los hilos del mundo.
Claro, mi amiga se habrá enojado conmigo, pero es la realidad. Si te gusta ser un «groncho», ¿cuál es el problema? Yo, hace muchos años, no tenía ni dinero en los bolsillos, pero con un pequeño ahorro logré comprarme una campera. La vendedora me preguntó si la quería con cierre o con botones. Por supuesto que yo le dije «con botones». Y ella se sorprendió, porque me dijo que pocos se llevaban la campera con botones. No podía creer que una mujer miserable haya elegido eso. Hasta el día de hoy que la tengo. Yo siempre viví en la miseria, pero no tengo mente de «groncha», porque si fuera así, me la hubiera comprado con cierre.
Le mando un beso a mi amiga y le digo: «no te preocupes, que si te gustan las camperas con cierre o con broches, el mundo es de ustedes, de lo popular. Hoy tienen el poder y las mejores marcas. Hoy manejan sindicatos y crean leyes a favor de los grupos LGTBQ. Hoy la hegemonía está en sus manos. Pero por más pobreza que tenga una persona, aunque sea una miserable, el «groncho» es «groncho»; y el que no lo es, no lo es.
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flaviatomaello · 2 years
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Escritor y productor cultural, fundador de Tamada, un emprendimiento que ayuda a extranjeros a reubicarse en nuestro país, y líder de LCC, una consultora para marcas de lujo, Clément le Coz en su primer libro, Ma vie à Buenos Aires, ha intentado recrear al clásico dandy francés, atractivo, con resplandor en la sonrisa, portador de una aparente sencillez, pero densidad profunda y estilo cercano. Ese es el espíritu de este inmigrante parisino que escarbó en la ciudad con la hondura culta de un artesano en la raíz misma del ser porteño (y aledaños). Radicado en la Argentina desde hace 10 años, su libro es una consecuencia natural de sus andanzas, atravesadas por una lente que le ha puesto glamour a lugares chic y los personajes que forman parte de la escena cultural, estética y poética de la ciudad. Clément logra con soltura aplicar el gusto curado de un francés, que aplicó el cernidor del ojo bien entrenado para lanzar recomendaciones culinarias, elegir una bota cómoda y eterna, detectar la virtud de un buen libro y aprender los modismos del lunfardo que acompañan la vida de amigos y asado. De la mano de elecciones afines a su garbo, le Coz se codea en imagen y texto con el chef Francis Mallmann, el aroma inventado por Julian Bedel, el alma del asado nacional: Pablo Rivero o el embajador Archibaldo Lanús. Te cuento de su nuevo libro en mi #reportaje de @RevistaBienDelSur @clemlecoz #libro #arte #periodismo #cronica #entrevista #journalist #FlaviaTomaello
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prodmena · 3 years
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Toda (remix) | ot7 x reader.
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✧ Ambientada en Argentina, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: Se levantan las restricciones de la cuarentena y vuelves a Argentina, dispuesta a pasar una noche de boliches y alcohol con tus amigos, sin importarte los inconvenientes de los días pasados. O, tus amigos de Corea van a vacacionar a Argentina una vez que la cuarentena se levantó, y tu novio se pone celoso, haciendo una escena en público llevándote a desquitarte una noche de sábado con los motivos de sus celos.
[parte 2]
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Hace un mes anunciaron que el distanciamiento social obligatorio por fin se levantaba, después de meses y meses de ir bajando las restricciones de a poco, todo volvía lentamente a la normalidad, y eso significaba una cosa: volvían los boliches. Estabas festejando tu bienvenida a Argentina. Te la ibas a dar.
Después de pasar dos años afuera de tu país, te volvías desde Corea del Sur para reencontrarte con toda tu familia. Estudiar en el exterior fue una experiencia increíble para vos, pero hacía seis meses habías terminado tu año de intercambio y te quedaste varada por la pandemia.
No había sido todo tan terrible, aunque tu familia, amigos y novio quedaron en Argentina, hiciste nuevos amigos, tus habilidades sociales salieron a florecer cuando más las necesitabas y conociste a Jeon Jungkook en la facultad, quien de a poco fue introduciéndote a su grupo de amigos, los cuales parecían tan unidos a pesar de ser de diferentes carreras y ocupaciones; pero no tardaron ni un segundo en hacerte parte del círculo.  
Cuando un chico de primero, ahora sabías que era Jungkook, se te acercó para pedirte los apuntes de inglés de cuarto año, materia que quería adelantar, nunca te habrías imaginado que al terminar todo esto ibas a hasta estar en un avión de vuelta a Argentina con todo tu grupo de amigos detrás tuyo.
No querían dejarte ir, habían pasado mil y una juntos; salieron a comer incontables veces con Taehyung una vez que las restricciones lo permitieron; se juntaban en el departamento de Jimin a jugar videojuegos; tenías tardes de estudios y mates con Namjoon (una vez que les enseñaste qué era el mate, con el equipo que te llevaste desde tu casa, les encantó a todos y siempre te pedían que les cebes uno); Hoseok y Seokjin eran más del karaoke usando el equipo que se había comprado Jungkook para navidad, haciendo competencia de puntos entre los cuatro, y estar cerca de Yoongi significaba aprender de música, aprender de él y de sus estudiantes de medio tiempo. Y después de cada día, a medianoche hacías videollamadas con tu novio, Santiago, quien seguramente recién estaba almorzando al otro lado del mundo. Esa era tu vida, en medio de una pandemia supiste encontrar a tus personas.
Cuando se enteraron de que las restricciones se flexibilizaron cada vez más para permitirte salir de Corea del Sur y volver a tu país, no tardaron en organizar sus horarios y vacaciones para subirse al avión con vos. Ibas a pasar las vacaciones de verano en Argentina con aquel grupo de personas que se hicieron un lugar que esperabas sea permanente en tu vida.
Tu familia y novio fueron a recibirlos en el aeropuerto, después de tanto tiempo sin verlos cara a cara, podías sentir las lágrimas en tu cara y una mano en tu espalda reconfortándote hasta que llegaste a ellos.
La única medida de seguridad que era obligatoria seguir era la semana de aislamiento desde que aterrizas al país hasta estar seguros de no presentar ningún síntoma, así que se organizaron en grupos para pasar esa semana, vos habías coordinado todo con tus papás y Santiago para que los chicos estuvieran cómodos la primera semana que tenían que pasar solos en un país que no conocían. Santiago preparó su casa para que ambos hicieran la cuarentena juntos, para recuperar el tiempo perdido; Jimin, Tae y Jungkook se decidieron por un hotel en el centro de la ciudad, no tan lejos de la casa de tus papás, y el resto había reservado una residencia por el tiempo que se iban a quedar en el país.
Hace un par de días había terminado el aislamiento, y te morías de ganas que tu familia y novio se lleven tan bien con tus amigos como vos lo hiciste desde un primer momento, les prometiste turismo por la zona, hacerles probar muchísima comida tradicional, y ahora que muchos de tus boliches favoritos volvían a estar de inauguración, una noche argentina como correspondía.
Tu familia te fue a recibir al aeropuerto junto a tu novio, después de pasar un año sin verlos, verlos a la distancia, pero no a través de una pantalla era como tomar un poco de aire fresco. La única medida de seguridad era la cuarentena obligatoria una vez que bajabas de un avión, así que los chicos decidieron aislarse en un hotel sanitario (ahora más comunes) y Santiago decidió llevarte a su departamento para recuperar el tiempo perdido.
Hace una semana terminó tu aislamiento, y el viernes terminaba el de Jungkook y Jimin que llegaron al país unos días después. Ese sábado estaba agendado que iban a salir a dársela. Te morías de ganas que toda tu familia y tu novio amen tanto a tus amigos como los amabas vos, querías que sí o sí se lleven bien.
Era de esperarse que nada de lo que habías planeado en tu cabeza saliera tal cual a la perfección. La primera complicación fue Santiago, después de dos días de aterrizar, empezaron los planteos. No tenías la culpa de que ninguno de los siete de tus amigos no supiera español y que recurran a vos como su traductora personal, vos te ofreciste después de todo, y cuando respondiste una video llamada de Taehyung solamente tapada con la sabana de la cama de tu novio, las cosas empezaron a explotar de a poco.
“¿Era necesario que te sigan hasta Argentina?” Santiago estaba al lado tuyo, completamente escandalizado de que hubieras estado hablando con tu amigo básicamente desnuda desde su cama.
“¿Te estás poniendo celoso?” Era imposible, pensaste, estabas completamente desnuda en su cama y Tae quería saber cómo se utilizaba el televisor que tenían en el hotel.
“Gorda, lo dejaste que te vea desnuda, ¿me estás cargando?”
“Ay Santiago, sos un exagerado, ni si quiera se me vio más que la cara” le contestaste, levantándote para buscar algo de comer. Habías cortado la llamada hacía nada más que cinco minutos.
“¿No te das cuenta? ¿En serio sos tan ingenua? Si le hubieras prestado atención a su cara…”
“Sos un ridículo Santiago”.
Y toda la semana era lo mismo, sea cual sea la situación en la que le contestabas a alguno de los siete, Santiago tenía algo que decir al respecto, subiendo cada vez más el tono de voz. Y después arreglarlo cogiendo, para volver a los planteos no cinco minutos después de terminar. Pensabas que lo extrañabas más que a nadie, y que era tremendo por haberte bancado tanto tiempo alejada de él, pero era otro boludo más, y ya te estaba hartando. Imposible que en menos de una semana ya habían vuelto a lo que eran antes de que te vayas del país.
Era sábado, dos días después de que su aislamiento terminó, los ocho se encontraron en un restaurante a unas cuadras del hotel de los chicos para almorzar y planear que iban a hacer esa noche. Bora Bora estaba de inauguración y era el destino elegido por excelencia, y no solo porque era tu boliche favorito en sus mejores momentos, sino porque tenían que planear tu fiesta de bienvenida.
Estos días fuera del aislamiento se habían dedicado a recorrer todos los lugares turísticos que el tiempo les dejaba, conocer a tu familia un poco más y esta noche les tocaba con tus amigos. Decir que a Jungkook y a Taehyung se habían enamorado del país era poco, y cómo no, si siempre pensaste que en sus vidas pasadas fueron argentinos.
Hoseok y Yoongi pasaba las tardes intentando aprender español con tu mamá, tomando mates y tratando de descifrar qué era lo que ella hablaba con tu papá cada vez que estaban merendando, Jimin los jodía porque era el que más rápido había aprendido a decir “hola cómo estas” pero para el resto, puro inglés.
“Dijiste que esta noche íbamos a hacer algo como… ¿previa?”
“¡Sí!” Respondiste, tu misión era empaparlos de tu cultura argentina, y qué mejor que empezar con los boliches, las previas y todo lo que conllevaba salir de joda una noche en Argentina. “Compramos alcohol, vemos el lugar que más cerca esté del boliche y empezamos a tomar temprano, con música, luces, un par de amigos más, la noche no está completa si no es previa, boliche y after”.
Lo dijiste sin pensar, esas eran tus noches antes de irte del país, antes de conocer a tu novio incluso. Así fue como coincidiste con el de todas formas, en una previa de tus amigas, y terminando juntos el after.
“¿After?” Obvio que Namjoon iba a preguntar, si amaba aprender cada vez más de lo que sea que tengas para enseñarle, “¿un after party?”
“¿Qué se hace en un after?” No tuviste tiempo de dirigirle la mirada si quiera a Hoseok porque tu teléfono empezó a sonar, era Santiago de nuevo.
“Tengo que contestar, un segundo, ya vengo”.
Era un poco triste, porque ni una sola vez quiso juntarse con ustedes, y para colmo, ahora estaba afuera del restaurante, demandándote que salgas. No entendías que tanta mala sangre tenía con tus chicos, eran tus amigos, los que estuvieron cuando él no estaba, tenía que estar feliz de que tenías alguien que te cuide al otro lado del mundo cuando él no podía, supuestamente. Aun así, seguías intentando de juntarlos a los ocho en una misma habitación, y nada.
“¿No quieres entrar a almorzar? Todavía no salió lo que pedimos”.
“¿Estás loca?” Soltó de repente, estaba nervioso, si no lo conocieras mejor dirías que estaba fumado. Resoplaste una risa, típico.
“Calmate conmigo, ¿qué te pasa? ¿qué problema tienes ahora?”
“Desde que te fuiste de casa que no nos vemos”.
“Es que vos no querés estar con ellos, no te entiendo, sabes inglés perfectamente podés unirte a la conversación”.
“Ni en pedo me junto con esos salames”.
“¿Ves? Ese es tu problema, sos un egoísta, no podés aceptar que otra gente me hace feliz también, ni si quiera los conoces y te estás haciendo problema, me haces planteos de la nada–“.
“No, no, no, no son de la nada, ¿podes ser tan puta que ni cuenta te das?” A este punto, ya estaba acabando con tu paciencia, no había hecho nada más que hacerte planteos y ponerte en un lugar de mierda cada vez que podía, y ahora se estaba pasando.
“A tu hembra la tratas de puta, a mí no ¿qué mierda te pasa? ¿cuál es tu problema, Santiago?” No te habías dado cuenta de que ambos empezaron a levantar la voz.
Santiago te agarró del brazo para acercarte a él. “Mírame a los ojos y decime que no te acostaste con ninguno de esos” te miraba desafiante, atrevete a decirme que me metiste los cuernos, eso estaba pidiendo, mientras te apretaba el brazo. Sin decir una palabra trataste de soltarte, pero el apretaba más fuerte, y antes de que empieces a gritar que te suelte sentiste como la presión en tu brazo desapareció.
De la bronca ni te diste cuenta de que las puertas del restaurante se abrieron y cerraron un par de veces más y alguien salió, cuando te percataste de la situación, Taehyung ya lo estaba acorralando a Santiago a un costado de la vereda, lo tenia agarrado de la remera y todas las facciones endurecidas de la bronca.
“La volvés a tocar y…” No terminó de hablar porque Santiago se soltó y amagó con pegarle, pero Tae pudo esquivarlo, te acercaste a los dos con paso firme, tampoco notando cuando Jungkook y Seokjin salieron a la calle, entre los dos separaron a Santiago y Taehyung antes de que alguno empiece una escena en público, con el sol de pleno mediodía.
Lo escuchaste a Jin diciéndole a Tae que se calme, mientras que Jungkook le preguntaba que pasó y trataba de alejar a Santiago sin llevarse una trompada por delante.
“Listo, te vas o llamo a la policía, estas drogado y te van a llevar” por fin te salían las palabras, no querías que por esto terminen todos detenidos, o peor, lastimados.
Santiago te miró incrédulo y después miró a Taehyung cuando te pusiste al lado de él para intentar tranquilizarlo. “Ya entiendo todo” soltó, escupiendo en tu dirección, pero pegándole en el hombro a Seokjin, quien todavía intentaba mantener a Tae a raya. “Sos una puta con todos, ¿cómo hacen? ¿se turnan?” y vos estabas segura de que iba a seguir insultándote de no ser porque, esta vez, Seokjin había desaparecido de al lado tuyo para amagar pegarle una trompada. Capaz era porque Santiago te lo dijo en inglés y lo entendieron todos, o por el escupitajo que tiró en su dirección, o porque ya no podía contenerse más.
Jungkook empujó a Santiago para evitar que Jin le pegue, y se puso en medio de los dos, agarrando a su amigo del pecho para frenarlo.
“Vamos adentro” resolvió Tae, mirándote a los ojos, notando lo mierda que te estaba haciendo la situación.
“Jin, vamos, no vale la pena” Jungkook intentó calmarlo, pero lo conocías, sabía que la vena en el cuello era por apretar la mandíbula por tanto tiempo, él también estaba enojado.
“Santiago, voy a llamar a la policía” le dijiste por última vez sacando tu teléfono antes de ver la mirada de asco que te dirigió y por fin se dio la vuelta para subirse a su auto e irse. Suspiraste una vez adentro y con los platos de comida al frente de ustedes, tuviste que explicarles a todos que estabas bien, y que no se iba a repetir, que no sabías que le había pasado para ponerse así con vos, pero que tenían que enfocarse en pasarla bien esta noche, cueste lo que cueste.
Una de tus amigas de toda la vida decidió poner departamento para la previa, Bora Bora quedaba a dos cuadras, y el hotel de los chicos también estaba en la zona, estaba todo absolutamente perfecto para la noche.
Se juntaron en la recepción del hotel para llegar todos juntos al departamento de tu amiga, y decir que todos estaban como siempre te habrías imaginado que lucirían si salían una noche en argentina era un entendimiento, la mayoría de camisa y jean ajustados, o rasgados, con la piel brillante, totalmente en sintonía con el top y la mini negra que elegiste para esa noche.
Tu amiga se encargó de organizarte la bienvenida, de invitar a sus amigos, tratando de que la noche empiece lo mejor posible. Santiago también estaba invitado porque se te pasó comentarle la escena que había hecho esa mañana, pero después de lo que pasó, era mejor que ni aparezca.
“¡Por fin!” Soltaste un alarido cuando tu amiga sacó de la heladera una botella de fernet y una coca, como lo extrañaste.
El departamento estaba congestionado de gente, todos dándote la bienvenida, y tus chicos tímidamente atrás tuyo intentando captar lo que pasaba mientras que por lo bajo les traducías lo básico de las conversaciones, cuando se sintieron más cómodos con el lugar y encontraron gente que tuvo la compasión de hablarles en inglés, te relajaste.
Acomodándote la mini te fuiste a la cocina, totalmente predispuesta a prepararte un buen vaso de fernet y darle por iniciada a la noche.
“Ustedes niños coreanos, van a probar lo que es el amor de mi vida después de un año de hablarles de este maravilloso trago sin parar” les llamaste antes de desaparecer detrás de la pared que dividía los espacios donde estaban, escuchando como se reían de tu emoción sonreíste para vos misma.
Empezaste a preparar las cosas en la encimera y a medir la cantidad de fernet que le ponías, y viste su sombra antes de sentirlo. Había varias personas en la cocina junto con vos, pero cada uno en la suya. Sentiste el calor de su cuerpo en toda la parte trasera de tu cuerpo, acorralándote cada vez más contra la encimera en orden de llegar a un costado de tu cara y ver qué estabas haciendo. Estabas a la altura de Jimin con los tacos que elegiste para la noche, y él se acercó a ver como preparabas el trago.
“¿Es dulce?” Te preguntó, y no supiste por qué, sentiste un escalofrío. En ese momento pensaste que capaz era porque el vaso con hielo te rozó el cuarto de abdomen que tenías descubierto. Sentiste sus manos en tu cintura y lo viste de reojo cuando puso su pera en tu hombro, “¿me va a gustar?”
“Tienes que probarlo, no puedo decirte” le contestaste, intentando no pensar en la cantidad de piel expuesta que tenías ahora en contacto con el cuerpo de Jimin.
Pero era normal, ustedes eran así siempre, él era así con los otros chicos también. Cuando por fin le diste un sorbo al fernet, sentiste la explosión de sabor en tu boca relajándote de a poco. Te diste vuelta, sin dejar que Jimin se separe un centímetro de tu cuerpo. Su respiración te rozaba la mejilla y capaz era tu imaginación, pero sostenerle la mirada hoy era particularmente más difícil que cualquier otro día, quizás era el perfume mezclado con su arma natural tan cerca de tu nariz, o la sonrisa que tenía dibujada en la cara.
“Probá” le dijiste, y la mano que estaba en tu cintura pasó por todo el costado de tu cuerpo hasta recorrerte el brazo y agarrar la jarra de tus manos. Con la otra mano apoyada en la encimera, cuando se inclinó para hacer el trago, parecía que se estaba tirando cada vez más encima tuyo, y viste de cerca como la espuma del fernet quedaba prendida en esos labios carnosos.
“Es imposible que nunca haya probado esto antes” soltó, después de un segundo en silencio y tomando otro trago, te reíste, porque todo estaba normal de nuevo, y saliste de donde te tenía básicamente acorralada.
La música explotaba, así que te diste vuelta y tuviste que gritarle para que te preste atención.
“Trae el vaso, hay que hacerle probar a los otros”.
En un punto de la noche, se armó un pequeño espacio en la sala con vos en el medio, estabas determinada a enseñarles experimentar una noche argentina con todas las letras. Sabías que iba a ser un poco difícil que se sientan cómodos con la cantidad de contacto que salir un sábado a la noche requería, así que decidiste era momento de una pequeña clase de boliche, para romper las barreras culturales y todo eso.
A Hoseok le encantaron las clases de cuarteto y a Seokjin las de cumbia, tenían un algo con la música que los hizo aprenderse rápido el ritmo y los pasos básicos, y mientras la música en el lugar cambiaba de un género a otro, cuando empezaron a sonar las letras más sucias y el resto de la habitación se acaloraba lentamente, decidiste que esto también era algo que tenían que aprender.
“Esta es la parte más interesante” empezaste a hablar, sacando a Jimin de la rondita con un tirón de su brazo, “en Argentina, mientras la música se pone más caliente, nosotros también” agarraste la mano de Jimin y las colocaste en tu cintura, recibiendo una sonrisa torcida de su parte. Sentías los ojos del resto en esa parte de tu cuerpo, pero todo era por fines educativos, claro.
“¡Uh! ¡Perfecto!” tu canción favorita empezó a retumbar en los parlantes, y empezaste a moverte al ritmo de la música “generalmente, cuando alguien se les acerca a bailar, va a estar de frente, y esto se baila un poco más pegados” acercaste a Jimin a tu cuerpo, dejando que una de sus piernas quede en medio de las tuyas; y totalmente consciente de lo sucio que era este baile para verlo, empezaste a moverte, poniendo tus manos en su cadera e indicándole que tenía que moverse igual que vos.
“Y lentamente va a ir dándose vuelta para terminar así” mientras pronunciabas tus palabras, sentías la respiración de Jimin bien cerca de tu cuello, hasta que quedó en tu nuca mientras te diste vuelta, dándole la espalda y dejándolo atrás tuyo. Conectaste miradas con Jungkook quien miraba toda la situación atentamente. Comenzaste a mover las caderas de un lado a otro, “la clave está en dejarse llevar” se lo estabas diciendo a él, por alguna razón esta noche tenías muchas ganas de jugar.
“¿Entendido?” Preguntaste, mirándolo directamente a los ojos. Te separaste de Jimin casi perdiendo el equilibrio por lo juntos que estaban sus cuerpos, y los recorriste a los siete con la mirada, cuando los sentiste destensarse, continuaste “a no pasar vergüenza, si alguien se les acerca a bailar, mejor dejarse llevar, acá lo importante es el contacto físico, por supuesto”.
Mientras se distendían entre las personas, sentiste un escalofrío en el cuerpo cundo Jungkook fue directamente a vos, apretándote a  un costado de toda la gente.
“¿Bailamos?” toda remix, uno de tus temas favoritos para pasar la noche, empezaba a sonar por los parlantes y te reíste, qué coincidencia.
Asentiste sin sacarle los ojos de encima, repetiste lo que habías hecho hace unos momentos con Jimin, rodeándole el cuello con tus brazos, y empezaron a moverse de un lado a otro, acercándose cada vez más. Jungkook tenía las manos frías por el vaso de fernet que acaba de dejar a un costado, y cuando te paso las manos por la cintura, piel con piel, sentiste como los bellos de tu cuerpo se erizaban.
No te sacaba los ojos de encima, si no supieras mejor dirías que entendía cada palabra de la canción y de saberla te la podría estar cantando palabra por palabra. Esa conexión era tan intensa que, de no ser porque de vez en cuando no coordinabas los movimientos terminaban riéndose de sus propios errores, la tensión iba a ser insoportable.
Los parlantes saturaban la canción, y nunca agradeciste tanto no poder ni si quiera escuchar tus pensamientos, porque el movimiento de su cuerpo contra el tuyo te estaba encendiendo de una forma que no era la intencionada a esas horas de la noche, le echaste la culpa a lo sensual de la canción, pero cuando sentiste que las manos en tu cintura te empezaban a mover para que te des vuelta, jurabas que ibas a perder la cabeza ahí mismo.
El movimiento de tu cuerpo obligaba a las manos de Jungkook a cubrir más piel de la que probablemente tenía intencionado tocar, pero nunca las separó de tu cuerpo, acompañando cada movimiento. Una vez de frente al resto de la sala y con tu espalda pegada a su pecho, pudiste ver como nadie les estaba prestando atención, y en cierto punto eso te tranquilizaba.
Ya no era el calor de la habitación, o la sensualidad de la canción, cuando sentiste su respiración en tu oreja, empezaste a tragar duro, y todas aquellas noches en Corea de golpe volvían a tu memoria, todas las madrugadas que se quedaban despiertos solos los dos, acurrucados en un costado del sillón, o cuando te pasaba a buscar en la facultad en invierno para que no pases frio, y manejaba con una mano en tu pierna, nunca más allá, pero nunca menos. Pero era imposible todo lo que pasaba por tu cabeza, porque él sabía que estabas de novia, ¿no?
“Me estas volviendo loco” fue como si todos tus sentidos reaccionaran ante sus palabras, casi susurradas en tu odio. Cadera con cadera, pudiste sentirlo completamente en tu muslo, y no era imaginación el bulto que se apretaba con tu mini que luchaba con no subirse de tus piernas.
Con una mano lo agarraste de la nuca cuando empezó a besarte el hombro en esa posición, sí, estaba completamente loco por actuar de esa forma en una habitación llena de gente, así que usaste tu cuerpo para empujarlo un poco de donde estaban parados, llegando al pasillo del apartamento, con la luz un poco más tenue y sin gente alrededor que pueda cuestionar sus acciones.
“Jungkook–” tu idea era retarlo, pero te dio vuelta para quedar de nuevo pegada a su pecho y te agarró la cara con sus manos. Si decías que no extrañabas sus manos en tu cuerpo estarías mintiendo, pero tenerlo así de cerca casi que lo compensaba.
“Si alguien se les acerca a bailar…” te dijo, resoplando una risita, su aliento a fernet te chocaba directamente en la boca, y te costó un minuto entender que estaba hablando de tu lección de baile de hace un momento “yo solamente quiero bailar con vos, no me interesan las otras”.
Lo último que escuchaste antes de que cierres la distancia entre ustedes e hicieras que choquen sus labios fue un aireado “decime que esta noche voy a poder tenerte”.
El beso era desesperado, con ganas, con todas las noches en las que casi pasaba encima, pero que ninguno de los dos se animaba, después de todo, esta noche era tu noche, y te merecías pasártela bien.
Sus manos viajaron hasta tu cintura, mientras que tus brazos se enganchaban en su cuello de nuevo, él bajaba y bajaba por donde podía, al estar completamente aplastada entre la pared y su pecho, mucho no podía abarcar.
Cuando sus respiraciones empezaron a agitarse, quisiste separarte, pero él te agarró con ambas manos en tu culo, no dejando que te separes, sacando un pequeño gemido de tu boca en medio del beso. Podías sentir lo duro y grande que estaba, y era cuestión de tiempo para que alguien los interrumpa en esa situación.
La música estallaba adentro de tu cerebro, y cuando te separaste de él para recobrar la respiración, lo viste escanear el lugar con la mirada. Con un poco de distancia pudiste ver como tu labial había totalmente desaparecido de tu cara para desparramarse un poco en sus labios, que suerte que traje para replicarme, penaste. Y no pudiste pensar mucho más porque en cuestión de segundos, la oscuridad te había enceguecido y cuando Jungkook se lanzó a tu boca de nuevo, te diste cuenta de que los había encerrado al baño, el cual estaba casualmente cerca del pasillo en donde estaban.
Entendiste que sus intenciones no eran parar, pero aun así lo escuchaste preguntar “¿puedo tocarte?” a lo que solamente pudiste responder con un gemido y un movimiento de la cabeza en afirmación.
Sus manos no tardaron en recorrerte todo el cuerpo de arriba abajo, el top que elegiste para esa noche completamente desacomodado por la cantidad de veces que paso sus manos por tus tetas. Tus manos dejaron su cuello para pasar por toda la extensión de su pecho y aterrizar en su cinto, mientras lo desabrochabas sentías sus manos en la parte baja de tus muslos, al borde de tu pollera mini, y levantándola poco a poco. Se separó un poco para mirarte, “¿está bien?”.
“Sí, por favor, por favor”.
Y como si eso fuera el interruptor que lo encendió completamente, te levantó la pollera colocando ambas manos en tu culo, masajeando con euforia, cuando terminaste con su cinto él apuro sus manos para desprenderse el jean y bajarlo un poco para dejar expuesto el elástico de su bóxer y la marca de su miembro en este.
Volvió a tu boca cuando te sintió las manos en su miembro, apartando el bóxer del camino y estimulándolo un par de veces. Sus manos estaban en todas partes de tu cuerpo, y aun así sentías que querías más de él. Querías sentirlo adentro tuyo de cualquier forma.
Jungkook tenía una mano entre sus cuerpos y la otra firmemente agarrándote una nalga para mantenerte en lugar. Sus manos te estaban haciendo suya, completamente enloqueciéndote cuando sentiste que los dos dedos que pasaba por sobre tu clítoris a través de la tanga no eran suficientes.
Te imaginaste lo que sería meterte su miembro a tu boca, cuanto entraría realmente sin ahogarte, y que tan rápido podías hacerlo venir solo con tu lengua, pero en ese momento necesitabas otra cosa, y se lo hiciste saber.
“Necesito más” salió como un gemido, la música y la gente amortiguada por la puerta detrás suyo disimulo la desesperación en tu voz. Jungkook aprovecho el beso para darles vuelta a los dos, quedando vos con la espalda en la puerta del baño. Era lo más seguro, pensaste mientras lo veías llevarse dos dedos a la boca.
“Si, amor” te dijo, con la respiración acelerada, si vos estabas necesitada, no era mucho más que él.
Con la misma mano que había llevado a su boca, la paso por todo el medio de tu cuerpo, frenando en el monte de venus y corriendo lentamente la tanga a un lado, para dejar expuesta tu vagina. “Esta noche, lo que vos pidas” y con esas palabras entro en contacto directo con tu clítoris, masajeando lentamente, suavemente, como si nada en el mundo los estuviera apurando.
Pasaron unos segundos así, y podías sentir lo mojada que estabas con la facilidad en la que sus dedos se movían por tu vulva, era injusto que él también quiera jugar en una situación así. Agarraste su miembro y lo masajeaste, dejando que el pre-semen lubrique toda tu mano, con un movimiento particularmente duro, sacaste un gemido de él, y en ese momento aprovecho para deslizar un dedo adentro tuyo, tensándote por un segundo y sacando otro gemido que tanto intentabas contener.
Te estaba volviendo loca con los besos en tu pecho y las manos entre tus piernas, intentaste lo mejor contener tus gemidos por si alguien se acercaba, pero te estaba desarmando toda la cordura que te quedaba.
“¿Habrá condones acá?” Te preguntó entre besos a lo que negaste con la cabeza.
“No hace falta, me cuido” le dijiste, pero al ver que nada había cambiado en sus movimientos, agregaste “nunca lo hice sin condones, y confío en vos”.
Era eso, de nuevo, tus palabras habían activado algún interruptor en él, a lo que se agachó para agarrarte una pierna por detrás de la rodilla, levantándola y casi haciéndote perder el equilibrio. Te agarraste a su cuello con ambas manos de nuevo, soltando su miembro con el miedo de perder el equilibrio. Con su mano libre Jungkook agarró su miembro para acercarlo a tu entrada, te miró con hambre en sus ojos, la tenue luz que entraba de la pequeña ventana del baño te dejaba ver el brillo de sus ojos.
Paso su propio miembro un par de veces por toda la extensión de tu vulva, causándote un escalofrió cada vez que pasaba sobre tu clítoris. Estaba loquísimo, era imposible que se aguantara las ganas de llenarte en ese momento, sabías que lo necesitaba tanto como vos. Estabas a punto de decirle algo cuando apartaste la mirada y aprovechó para alinearse y embestir, de una vez entrando casi por completo.
El aire que había en tus pulmones te había abandonado completamente, y aunque hubieras querido decirle algo de todas formas, ya nada tenía sentido en tu cabeza, lo único que sentías era su miembro adentro tuyo, llenándote casi completamente de una sola embestida y aunque la música estaba todavía adentro de tu cabeza, pudiste escuchar como un sonido gutural se escapaba de su garganta mientras intentaba contenerse adentro tuyo. Era grande, muy grande, y él lo sabía porque te dio unos segundos para ajustarte a su tamaño.
“Tan apretada…” lo escuchaste largar en un suspiro, para después volver a conectar sus labios y empezar a moverse lentamente. Cuando se separó de beso no se alejó, mantuvo su frente apoyada con la tuya y profundizó las embestidas, aumentando el ritmo cada vez más.
Las embestidas fueron cada vez más rápidas, al punto de que casi te tiene sin importar la cantidad de sonidos que salían de tu boca.
Entonces escuchaste el golpe en la puerta. Ambos se congelaron completamente, vos todavía con ambos brazos alrededor de su cuello, y el sin soltar la pierna que había levantado desde que empezó a embestirte. Intentó calmar sus respiraciones para hablar, pero decidiste que estaba mucho más destruido que vos.
“Oc–h” una embestida, le agarraste del pelo de la nuca y se lo estiraste, retándolo para que se quede quieto. “Ocupado”.
“Ah, perdón” era Namjoon, después ibas a tener tiempo de preocuparte por eso, no cuando Jungkook había reanudado el beso, esta vez completamente errático.
Metió la mano que no sostenía tu pierna entre sus cuerpos, comenzado a masajearte el clítoris nuevamente. La posición de sus cuerpos causaba una fricción que sabías iba a hacer que acabes en nada, y su estimulación era todo lo que necesitabas para terminar temblando bajo sus manos.
Estabas cerca, él estaba errático, sentías que respirar quemaba, cuando tratabas de recuperar el aliento, otra embestida te lo sacaba de los pulmones y los gemidos que salían de tu boca eran irreconocibles.
Usando la pierna que tenías levantada lo aportaste más contra tu cuerpo, como si eso fuera posible. Lo escuchaste gemir, grave y con la respiración cortada. “No pares” le advertiste, solo por si acaso.
No era la mejor posición para llegar al orgasmo, sentiste tu cuerpo temblar, mover ligeramente tu pierna había cambiado el ángulo de las embestidas y en segundos estabas tocando el cielo. Estabas segura de que, si no estuvieras tan apretada contra la puerta y su cuerpo, te habrías caído al piso de lo fuerte que te estaba llegando el orgasmo; él seguía embistiéndote mientras acababas, sentiste todos los músculos de su cuerpo que estaban en contacto con tu cuerpo contraerse, y cuando sentiste calor en tu vientre, confirmaste que también estaba acabando, sin dejar de moverse un segundo persiguiendo ahora su propio orgasmo.
Empezó a desacelerar las embestidas bajando de su orgasmo, hasta casi quedarse inmóvil dentro tuyo, y conectando sus labios en un beso típico de un post-orgasmo, suave y lento, completamente contrastando con lo que acaban de hacer. Sacó lentamente su miembro de tu entrada, atajando su semen de correr fuera tuyo con la mano que ya estaba sobre tu vagina. Estabas hiper sensible, por lo que te sintió temblar ante el roce y te sonrió, robándote un pico.
Cuando terminaron de acomodarse la ropa, secándose la transpiración y asegurándose de que volvían a estar presentables y sin una gota de maquillaje desparramado (gracias a Dios, el resto de tu maquillaje salvo el labial había aguantado como un campeón), planearon como salir sin ser dolorosamente obvios.
“Salgo yo primero, y me voy afuera sin que me vean, vos terminas de arreglarte y sales del baño, después yo entro por la puerta principal y vemos que les decimos”.
Parecía un plan, así que con un beso de despedida lo viste salir del baño mientras vos te tomabas unos minutos para recobrarte mentalmente y acondicionarte físicamente de lo que acababa de pasar.
Llegar al boliche y encontrarte con la música no solo en tu cabeza sino resonando en cada parte de tu cuerpo era lo que tanto habías esperado por meses y meses. Para la hora que era, hasta las VIPs de Bora Bora estaban a tope, apenas con lugar para caminar entre la gente.
Cuando más temprano te encontraste al resto y notaste lo alegres que estaban, te acordaste de que se suponía debían llegar un poco tomados al boliche, pero con lo que había pasado todo el alcohol de tu sistema se había drenado dejándote completamente lucida. Jungkook charlaba alegremente con Seokjin de algo que había pasado esa mañana, con una sonrisa de punta a punta.
Se decidieron por vodka para la noche, algo más en el terreno de todos, lo conocido. Vos ya estabas contenta con haberlos introducido en el mundo del fernet, tu misión estaba cumplida.
Hoseok se te acercó cuando empezó a sonar cuarteto de fondo, pidiéndote bailar para demostrarte que si había prestado atención a tu mini clase. Te sorprendió que hubiera reconocido el ritmo, así que con gusto pasaron los siguientes tres temas bailando en el medio de la ronda. Se turnaron con Jimin y Yoongi para sacarte a bailar, en una de esas terminaron los cuatro agarrados de la mano bailando en una mini ronda en el centro, haciendo lo mejor para no caerse de cara, cuando llegó el momento de los giros terminaron todos enredados y se separaron entre risas.
Terminaste de vuelta en la ronda con Seokjin y Namjoon, uno a cada lado, justo a tiempo para cuando empezó a sonar Bad Bunny por los parlantes. A él si lo conocían, a esta música podían sentirla, y decidiste que era momento de lucirte en la pista de baile como tanto te gustaba hacer. Pasaste un brazo por los hombros de Nam y el otro por los de Jin, y con la euforia que te invadía el cuerpo, empezaste a moverte de un lado a otro colgada entre ellos para bailar la canción lo más provocativa posible, sacando risas nerviosas de los dos.
“¿Qué les dije? ¡Que se relajen!” Soltaste, sin dirigirles la mirada, y escaneando el lugar, observando como todo tu grupo entraba en confianza con el lugar de a poco. Te diste vuelta para enfrentarte a Jin, enganchando tus manos atrás de su cuello y dejándolo a Namjoon detrás tuyo. Pillaste a Seokjin mirando sobre tu hombro, probablemente a Nam.
“¿Y Santiago?” Lo sentiste a Namjoon acercarse más a tu cuerpo, no dejaste de moverte cuando sentiste sus manos en tu cintura. Las cosas que te hacía sentir que sus manos grandes cubran toda tu piel expuesta. El pensamiento ya no te ponía nerviosa, estabas más relajada, más atrevida.
Jungkook y Taehyung estaban en la barra, y por sobre el hombro de Seokjin antes de contestar a la pregunta, hiciste contacto visual con Jungkook. Se apoyó en la barra con un codo, dándole la espalda a esta, mientras seguía charlando con Tae probablemente esperando los tragos, sin despegarte la mirada.
Sin desviar la mirada tampoco, contestaste. “Esta noche estoy sola, después veré que pasa con eso”.
Jin te sonrió al escuchar la respuesta, poniendo sus manos en tus caderas, un poco más abajo que las de Namjoon, y empezó a menearse junto a vos. Rompiste la conexión de miradas con Jungkook para prestarle atención, y aprovechaste para desenganchar tus manos y llevar una hacia atrás de tu cuerpo, agarrándolo de la nuca a Joon y acercándolo más a tu cuerpo, para quedar pegadita entre los dos.
Cuando sentiste que empezaban a endurecerse, intentaste culparle a la falta de costumbre a ese tipo de fricción en público, con música caliente de fondo. Seokjin se acercó a tu cara, bajando un poco más y conectando sus labios con tu cuello. Era el alcohol, pensaste. Y cuando las manos de Namjoon se ajustaron en tu cintura, pegándote más tu espalda a su pecho, sabías que la noche iba a ser mucho más larga de lo que habías llegado a imaginar.
Sentiste una mano estirarte del brazo y sacándote de en medio de los dos, llevándote al centro de la pista. Tuviste que reajustarte la mini porque hoy tu ropa parecía no quedarse en donde debía. El dueño de la mano llevándote al centro de la pista era Hoseok, y con la sonrisa de su cara te diste cuenta de que estaba absolutamente consciente de lo que estaba pasando ahí hace unos segundos.
Hoseok te dejó en el medio y con una rápida recorrida de miradas a todos los que te rodeaban, empezaste a bajar sola en el medio, los movimientos sensuales de tus caderas atraían todas las miradas, casi hambrientas, seguías diciéndote que el alcohol era lo que los estaba desinhibiendo esa noche a todos.
Volviste a encontrarte frente a frente con Hoseok y sonreíste, colocando ambas en sus hombros, empezaron a sincronizar los movientes de sus caderas, de un lado a otro. Notaste lo mucho que sus caderas se soltaban y no podías evitar pensar en cómo seria en la cama. Definitivamente era el alcohol.
Terminaste de espaldas a Hobi, haciendo contacto visual con Yoongi y Jimin, sonriendo con picardía, los llamaste a los dos al centro para ponerse en frente tuyo y bailarles, con una mano en el hombro de cada uno. La situación empezó a calentarse y sus cuerpos a rozarse cada vez más. Acercaste a Yoon un poco más desde sus caderas, provocando que metiera una de sus piernas entre las tuyas y rozando ligeramente con tu entrepierna. No te olvidaste lo sensible que todavía estabas, e involuntariamente te sobresaltaste.
Notándolo, Yoongi se acercó a tu oído para hablarte. “¿De travesuras?” La sonrisa torcida con la punta de su lengua afuera te mareó, era la chispa de sus ojos que te quito el aire en ese momento, y otro roce para escucharlo decir “si mi pierna te sigue tocando, ¿mi jean va a terminar mojado?”.
Estabas perdida en éxtasis, euforia y alcohol, todas las sensaciones de esa noche ya eran un montón, y la sensación de estar apretada entre sus cuerpos era lo suficientemente erótica como para volver a encenderte esa noche. Sentías sus manos en tu cuerpo, y estaba bien, porque Jimin tenía los ojos cerrados, y Yoon parecía estar dispuesto a jugar con vos. Hoseok, en cambio, crecía en sus pantalones ante cada roce que tus caderas provocaban con su pelvis. Y de repente era un montón.
Terminó la canción y aprovechaste para alejarte de la ronda un poco, con la excusa de ir a la barra por otro trago, te apartaste para tomar aire. Sí, un poco de aire era lo que necesitabas.
Al darte vuelta no esperabas encontrarte con la mirada preocupada de Namjoon en vos, pero ahí estaba, de brazos cruzados y esperando por vos. Hizo contacto visual y te llevó a un rincón un poco más alejado de las personas alrededor.
“¿Estas bien, linda?” Preguntó, colocando una mano en una de tus mejillas e invadiendo completamente tu espacio personal.
“Sí, solamente acaloradísima, hay humedad”.
Joon soltó una risita, porque era totalmente obvio echarle la culpa al clima después de todo lo que había estado pasando.
“Quedé preocupado por lo de esta mañana” te dijo, la música en esta parte del boliche era más tenue, pero aun así lo suficientemente fuerte para obligaros a mantenerse demasiado cerca para hablar. “Tendría que haber salido también”.
“Estoy bien, está bien”.
“¿Estás segura, nena?” Su pulgar se movía en tu mejilla como intentando consolarte, pero no era necesario, no era algo que querías de todas formas, querías pasarla bien.
Asentiste con la cabeza, “no quiero pensar más en eso” le contestaste, tomando un paso más cerca, nuevamente agradeciendo por la altura que te sumaban los zapatos que elegiste para esa noche, para facilitarte mucho más todo, “no quiero pensar más en él”.
“Estoy para lo que necesites” sabías que eso no tenía que sonar como lo hizo, pero con la proximidad de sus cuerpos, lo embriagada en él que ya estabas, todo su cuerpo estaba rodeándote, te dejaste llevar. Te acercaste un par de centímetros más y sentiste como él cerraba la distancia entre ustedes dos.
Era un rincón en el que difícilmente podía verlos alguien, y pensaste si capaz Namjoon ya lo tenía planeado cuando fue a buscarte a un costado de la pista de baile.
El beso era lento, profundo, se estaban explorando, y no era la primera vez, pero esta vez no te comía la culpa de lo que podría pasar si alguien los veía, esta noche estaba hecha para que la disfrutes a su máximo, y eso era lo que estaba pasando.
“¿Bien?”
Asentiste, mientras sentías sus manos en tus piernas, recorriendo lentamente alrededor de tu pollera y levantándola tan solo un poco. Cuando sus dedos rozaron tu clítoris por sobre la tanga que tenías puesta, saltaste en el lugar, la sensibilidad no había mejorado, y podías casi sentir lo mojada que estabas hasta ese punto.
Cuando Namjoon empezó a jugar con los costados de tu tanga, con su mano escondida entre sus cuerpos, pensaste que quizás usar cualquier tipo de ropa interior esa noche había sido un error, pero no importó cuando sentiste sus dedos entrar en contacto con tu piel, con tu ropa interior a un lado.
Joon rompió el beso para mirarte con los ojos oscuros, sacando la mano de entre sus cuerpos y llevando su mano al frente de sus caras. Sus dedos estaban empapados, y no podías dejar de preguntarte si era todo tu propio lubricante o también un poco de Jungkook.
“Estas muy mojada” sonaba casi como un gruñido, todo su peño retumbando ante sus palabras.
“Antes… en la previa, Jungkook y yo…”
“Ya sé” te cortó, provocando que te sonrojes y alejes la mirada.
“¿No te molesta?”
Se inclino para volver a unir sus labios, sonriendo y pegándote más a su cuerpo, cuando se separó se llevó los dedos húmedos a su boca, limpiándolos.
“No, porque ahora te tengo para mí”.
Ese simple acto fue lo que te encendió completamente y entendiste que necesitabas salir de ahí, cuando miraste alrededor para saber si alguno del grupo estaba cerca, te encontraste con la mirada de Hoseok clavada en tu cara, apoyado en una pared a unos cuantos metros, también separado del grupo.
“Te quiero llevar conmigo” lo escuchaste a Namjoon volver a conectar con vos, y lo miraste a los ojos, cerrando nuevamente la distancia entre sus labios. Había algo en ese beso que era sucio, no solo saborearte a vos misma, pero el hecho de que todo eso estaba pasando en público y con la mirada de Hoseok clavada en vos, te calentaba demasiado.
“Vamos a buscar al resto” le dijiste, antes de que la situación escale y no estés en tus cinco sentidos para indicarles a todos como volver.
Con una determinación única Namjoon logró reunir al resto, y si había molestia en la cara de Taehyung y Jungkook, podía todo estar todo en tu imaginación. Vos cumpliste con despedirte de tus amigos y avisarles que te retirabas con tu grupo y se dirigieron todos a la salida.
Los metiste en un Uber a los más chicos, indicándoles a donde tenían que bajarse y deseándoles suerte. No pasó por alto la forma en la que los tres veían la mano de Namjoon alrededor de tu cintura sin apartarte de su cuerpo mientras esperaban en la salida, y decidiste que era problema para tu yo del día siguiente.
Cuando llegaron a la residencia te diste cuenta de que dos de los cuatro chicos estaban absolutamente perdidos, apenas llegando cada uno a su respectiva habitación. Le dirigiste la mirada a Hoseok mientras Namjoon sacaba agua de la cocina para vos, y lo viste sacar un pucho del bolsillo. No pudiste decirle nada cuando Joon apareció en tu campo de visión y dijo sus buenas noches para llevarte de la mano a la habitación que suponías era que le tocaba a él.
Cuando escuchaste que la puerta se cerró atrás tuyo no pasaron ni dos segundos que tu cabeza estaba rebotando contra la almohada, la presión del cuerpo de Namjoon por encima tuyo, y su respiración errática volvía a ponerte en tono con lo que habían dejado a medias hace unos minutos.
“Quiero comerte entera” lo escuchaste decir entre medio de un beso, sus manos estaban por todas partes, desprendiendo tu corpiño, bajándote tu pollera, despojándote de toda tu ropa interior por primera vez en la noche.
“Hacelo, haceme tuya”.
Con un gruñido empezó a bajar con besos a lo largo de tu cuerpo, prestándole especial atención a tus tetas. Sentiste las puntadas que te dejaba cada vez que te hacia un chupón cerca de tus pezones, perdiste la cuenta cuando pasó de tres y no podías evitar desarmarte entre sus manos y boca.
Bajó por la extensión de tu abdomen, dejando otro chupón al lado de tu ombligo y cuando quedo al frente de tu monte de venus, sentiste como sus manos te levantaba las piernas por sobre su cabeza para darle una mejor visión de tu vagina.
“Puedo ver lo mojada que estás” dijo en un suspiro, no estabas segura de sí a sí mismo o a vos, de todas formas, le respondiste con un gemido.
Se salteo desde tu monte de venus hacia la cara interna de tus muslos, ya a la altura de su cara, aprovechando para dejar chupones ahí también. Ibas a estar toda marcada para cuando termine con vos, pero no te importaba, lo que te importaba ahora es que te haga suya.
De la desesperación, llevaste ambas manos a su cabeza, estirando del pelo de su nuca para bajar su cara más a tu entrepierna, no aguantabas más, lo querías ahí, querías que te coma entera, no había noche en donde no te imagines esos labios grandes y carnosos succionándote el alma. Y te complació, porque estaba tan hambriento de vos que lo sentiste cuando el primer lengüetazo fue directamente a tu cerebro.
No perdió tiempo y cumplió su palabra, te comió entera, juntando cada gota de humedad con su boca, desarmándote completamente solamente con su boca, y llegó la necesidad de retorcerte porque el placer era insoportable. Con ambas manos atrás de tus rodillas, te apretó más contra la cama y te mantuvo en tu lugar mientras él te controlaba con su boca. Los ruidos obscenos que salían de ahí hacían eco en la habitación junto con tus gemidos, y te sentías tan cerca que no pudiste si quiera avisarle cuando sentiste electricidad recorrer por todo tu cuerpo y localizarse en la parte baja de tu vientre.
Con un gemido tan fuerte y agudo que tranquilamente podría haber sido un grito, dejaste a tu cuerpo temblar bajo sus manos y perseguir tu orgasmo con las caderas, hundiendo su cara mucho más en tu vagina.
Cuando subió y conectó sus labios con otro beso desesperado y hambriento, te diste cuenta de que él todavía estaba vestido, y eso era inaceptable. Mientras intentabas aclarar tu cabeza post-orgasmo, hiciste lo posible para desprenderle los botones de la camisa y seguramente terminaste mandando a volar un par cuando se la arrancaste, dejando su pecho brilloso en sudor a plena vista.
“Te quiero adentro mío” casi suplicaste. Lo que provocó que se separe bruscamente de vos, lo viste desabrocharse el pantalón y mandándolo a volar, liberando su erección y, mierda. Mierda.
Grueso, grande y con la punta ya roja por haberle negado atención por tanto tiempo, pedía que lo lleves al fondo de tu garganta. Pero cuando intentaste organizar tus ideas, Namjoon ya estaba encima tuyo de nuevo, esta vez juntando tus piernas con una mano y levantándolas por sobre su cabeza para dejar en exposición y a su disocian tu vagina.
“Ya estas bien estiradita, Jungkook se encargó de eso por mí ¿no?” Estaba demente, un gemido se te escapó a forma de afirmación. “Decime cuánto me quieres”.
“Me estás volviendo loca” atinaste a responder, era injusto que te haga pedirlo, él no iba a poder aguantar mucho más tampoco.
“Pedímelo”.
“Te quiero adentro mío ahora mismo, quiero que me cojas hasta que me olvide de cómo me llamo” y cuando terminaste tu frase lo sentiste entrar completamente en vos, de una embestida insertó su miembro adentro tuyo y te desacomodó, nuevamente, todos los pensamientos de lugar.
Sin darte tiempo para recobrar el aliento, empezó a embestirte con brutalidad, escuchando como el eco de sus cuerpos chocar resonaba por toda la habitación. Con la fuerza que utilizaba para mantenerte las piernas juntas, estabas segurísima de que se iba a sumar a las marcas que te iba a dejar esa noche, pero no importaba, no importaba nada más que no sea su largo miembro entrando en vos una y otra vez, cogiéndote estúpida.
La sensibilidad de tu clítoris te hacia retorcerte cada vez que su cuerpo te rozaba la zona por la posición en la que estaban. Cuando una de sus manos dejó tus piernas para pegarte una cachetada en una de tus nalgas, te sentiste volver a llegar al clímax en ese segundo, apretándote imposiblemente al redor de él, haciéndolo perder un poco el ritmo de sus embestidas y volviéndolo un poco más errático.
“Voy a acabar” te avisó, casi en pregunta, y lo único que pudiste hacer fue gemir su nombre y llevar tus manos a sus bíceps, manteniéndolo en el lugar. Quizás fue el calor en tu vientre cuando él se liberó dentro tuyo lo que hizo que tu orgasmo se alargara, pero sintió que duraba por siempre mientras intentabas recobrar la respiración.
Namjoon se recostó a tu lado, recién entonces sacando su miembro de vos, y repitiendo lo que hizo Jungkook, con una de sus manos intentó evitar que su semen se escapara de tu entrada. Aprovechó la posición para llevarte a su pecho, y lentamente mover tus cabellos de tu cara con su mano libre.
“¿Cómo estás?”
Asentiste, sintiendo como no te salía la voz en ese momento, te tomaste unos segundos para recuperar la normalidad de tu garganta.
“¿Cómo me llamo?” Le contestaste, sacándole una sonrisa adormilada y provocando que ambos se rían con gusto.
“¿Quieres dormir aquí?” Te preguntó, pero por alguna razón pudiste ver que realmente eso no iba a pasar. No podía estar seguro de que ibas decirle que no, así que evitaste contestarle buscando tu teléfono en alguna parte de la cama.
Al desbloquearlo viste los mensajes de Tae, de no hace cinco minutos atrás.
“¿Estás despierta? – No puedo dormir – ¿Dónde estás?” un audio.
“Estoy en la residencia”.
“¿Vas a volver a tu casa?”
“No quiero volver así”.
“Estoy en camino”.
Después del rápido intercambio miraste a Namjoon, luchando con el sueño para esperar una respuesta tuya, y le sonreíste, dejándole un beso casto en los labios. “No, me voy, no te preocupes, me visto y estoy saliendo”.
Él asintió, agarrándote de la cara para plantarte otro beso y dejarte levantarte, acomodándose mejor para dormir completamente desnudo sobre su cama. No te dejaste tomarte más de cinco segundos para apreciar la vista, y empezaste a levantar toda tu ropa para volver a vestirte. Del apuro no te habías sacado los zapatos, que conveniente.
Saliendo de la habitación te encontraste con Hoseok todavía en el living, te mortificó por un segundo el hecho de que podría haberte escuchado, pero no importaba. Las palabras de Santiago llegaron a tu cabeza en ese momento. ¿Y qué si se turnaban? Él quería creer que eras una puta, y esta noche le ibas a dar el gusto de cumplir sus palabras.
Te paraste en frente del sillón, al frente suyo, con la intención de despedirte y avisarle que en nada Taehyung iba a buscarte. Cuando lo nombraste despegó la espalda del respaldo, y con la cara a la altura de tu ombligo te acercó a él con ambas manos en la parte baja de tu cadera, casi haciéndote perder el equilibrio.
“Tengo unos minutos” es todo lo que pudiste procesar para que salga de tu boca, y la sonrisa de Hoseok te dio a entender que era más que suficiente.
Te apartaste unos centímetros para deshacerte de la tanga, que a estas alturas del partido ya no servía de nada mantenerla puesta, y te dejaste el resto de ropa intacta. Hoseok seguía cada movimiento con la mirada mientras se desprendía el pantalón. Te sentaste encima de él, con una pierna a cada lado de su cintura, y sentiste su miembro rozar con tu entrada. No habías prestado atención, pero cuando lo sentiste entrar, maldijiste.
Mierda. ¿A caso todos tenían que ser tan grandes?
No te perdiste la lentitud con la que ingresó en vos, sin necesidad de juego previo por lo absolutamente empapada que estabas allá abajo. Lo viste a los ojos mientras sentías como te llenaba de a poco, y la posición hacía que te sientas aún más llena que todas las veces anteriores. O la intensidad de su mirada, podía ser cualquier cosa.
Te levantó la mini a la altura de la cintura, dejando tu culo expuesto para que sus manos lo masajeen a gusto. Con ambas manos apretando, empezó a moverte de arriba abajo sobre él, indicándote el ritmo que tenías que seguir. Y estabas agotada, absolutamente movilizada y sensible, y no podías seguir el ritmo que él te pedía. Metió una mano entre sus cuerpos, intentando alcanzar tu clítoris y sonriendo cuando te sintió alejarte y estremecerte levemente.
“Es una lástima que solamente tenga tiempo de hacerte acabar una vez”.
Se aprovechó de tu sensibilidad, con su boca prendida en tu cuello, una mano estimulándote y la otra guiando tus caderas para que lo montes, empezó a mover él también su pelvis, levantándote con cada embestida, acelerando a casa segundo, entrando y saliendo una y otra vez, haciendo que gemidos ahogados salgan directamente de tu garganta.
En esa misma posición, cuando la mano que permanecía en tu cadera al parecer se cansó de indicarte el ritmo, te pegó una cachetada en el culo, para indicarte que le sigas el ritmo. Estaba cerca, y vos estabas persiguiendo el cuarto orgasmo de la noche. La claridad del día estaba empezando a entrar por las ventanas, pero no te importaba, querías terminar de nuevo, estabas por terminar de nuevo, tu cuerpo te lo pedía, encima de Hoseok, los dos casi completamente vestidos, montándolo.
“De nuevo” le pediste.
Te pegó otra nalgada “¿así?”
“Sí, sí, por favor, de nuevo”.
Y con dos nalgadas más, la última que seguramente quedaba marcada con la forma de su mano en vos, llégate de nuevo al clímax, y esta vez tu cuerpo no pudo sostenerte como lo venía haciendo. Temblando perdiste el ritmo, dejando que Hoseok te coja durante tu orgasmo, lo sentiste gruñir y sabías que eso era suficiente para hacer que él se venga junto a vos. Adentro, de nuevo.
Con la última embestida escucharon el timbre de la residencia, anunciando que era hora de que te vayas. Intentando recobrar la fuerza en tus piernas, te pusiste de pie dejando que el miembro de Hoseok se deslice de adentro tuyo. Sentiste como el semen corría por tu pierna, y el timbre sonó de nuevo. Hoseok pareció haber notado lo mismo, y sin levantarse del sillón, te acercó un poco más a la altura de su cara, para separar tus piernas ligeramente y pasar la lengua por la cara interna de tu muslo, recolectando lo que derramabas con su lengua.
Gemiste, porque era demasiado, porque la imagen que te estaba regalando era injusta post-orgasmo de los dos, y completamente cogido, lamiendo su propio semen y anda a saber de quién más, te dejó un beso en la pierna, y te hizo señas de que te dejaba ir. De camino pasaste por la cocina para limpiar el resto con una servilleta de papel, después de todo tu ropa interior estaba en alguna parte de la casa, y ahí se iba a quedar. Con una sonrisa te diste vuelta antes de abrir la puerta y le lanzaste un beso al aire, provocando que se ría y te lo devuelva.
“Nos vemos mañana”.
Sí, claro, los días seguían después de esta noche. Claro.
Taehyung te esperaba con un Uber en la puerta de la residencia y se dirigían de nuevo a su hotel. Cada uno de los chicos tenía una habitación separada y te ofreció terminar la noche con él así descanses, obviamente consciente de todo lo que acababa de pasar.
Una vez adentro de su habitación el silencio era ensordecedor. Taehyung aprovechó para dejar sus cosas en la mesita de luz y volver a acercarse a vos, esta vez mucho más cerca, más invasivo. Levantó una mano para acomodarte el cabello detrás de la oreja.
“¿La pasaste bien hoy?” su voz era dulce, como las caricias de su mano al costado de tu cara. Tan solo podías pensar en lo exhausta que deberías estar ante sus ojos, pero el aun así hacía de cuenta que no lo notaba.
Asentiste con la cabeza, inclinando la cabeza para perseguir el toque en tu mejilla.
“¿Tienes sueño?” Negaste con la cabeza. “¿No tienes sueño?” te volvió a preguntar, esta vez en un tono más burlesco. Volviste a negar, esta vez con una sonrisita en tus labios.
Te alejaste de él para poner tu teléfono en la mesita de luz como había hecho él, y sacando el control de la tele de ahí. La prendiste y pusiste en YouTube uno de tus temas favoritos. Taehyung siguiendo tus movimientos con una sonrisa divertida.
“¿Vas a dormir en eso?” Le preguntaste, señalando a la camisa desarreglada y a los jeans ajustados que se pegaban a sus muslos. Mentalmente limpiaste la baba que corría de tu boca, pero no era momento de ser tan obvia.
“No” sonrió, levantando una ceja. Cuando empezó a desabotonarse la camisa aprovechaste el momento para sacarte los zapatos, por fin, después de una larguísima noche tus pies estaban libres al fin, y con unos cuantos centímetros menos, podías notar claramente la diferencia de altura con él.
Pusiste una playlist que conocías muy bien cuando te reincorporaste y lo viste como, sin camisa, Tae se quedó parado en medio de la habitación sin desprender la mirada de tu cuerpo. Te acercaste luego de poner play y de la mano lo llevaste al borde de la cama, obligándolo a sentarse con un pequeño empujón. Los músculos de su abdomen se contrajeron con el movimiento, y pudiste sentir como capaz la habitación alrededor tuyo se movía un poco.
“Me gusta esta canción” te comentó, inclinándose hacia sus antebrazos en la cama, dándose espacio para tener una mejor visión de tu cuerpo. Toda remix sonaba por los parlantes de televisor una vez más en la noche.
“¿Sabes de qué va?” Le preguntaste, dándote vuelta y disfrutando lo que tu mente había elaborado en ese momento. Lejos estabas de querer terminar la noche así como así. Y después de darte cuenta de que el único que no había disfrutado de tus bailes esa noche era Taehyung, decidiste no dejar que termine el día sin al menos darle una probada de lo que era una noche argentina con todas las letras.
Sus manos se pegaron a los costados de tu cintura cuando empezaste a mover tus caderas de un lado a otro entre sus piernas, bajando tortuosamente lento para su gusto.
“Que tu novio no te merece” respondió, reacomodándose atrás tuyo para tener una mejor vista de tu culo moviéndose sobre él, y cuando la mini empezó a desacomodarse estabas casi segura de que se dio cuenta que no tenías nada abajo. Lo escuchaste tragar “y que conmigo la vas a pasar mejor”.
Continuaste con el baile hasta estar completamente pegada a su entrepierna, y moviéndote en círculos lo podías escuchar resoplar. Estaba creciendo en sus pantalones y sabías que lo estabas volviendo loco.
Sabías que era uno de los únicos que te había visto salir del pasillo después de Jungkook, que te había visto bailar con Seokjin y Namjoon, y podrías jurar que estaba consciente de lo que Yoongi te estaba haciendo en la pista de baile. Si no supieras mejor, jurarías que también te escuchó con Hoseok antes de venir al hotel, y todas esas veces que llamaba a momentos inoportunos, que lo disfrutaba cuando contestabas agitada, o mojada.
Se levantó, cambiando de posiciones y tirándote contra la cama delicadamente, trepando sobre vos, estaba agitado. Fue él quien cerró la distancia de sus labios en esa posición, y en nada el beso se convirtió en un juego de devorarse completamente, desesperado, necesitado.
Lo sentiste recorrer tu cuerpo con sus manos, desprendiendo y desatando a medida que pasaba, dejándote completamente desnuda una vez más, a su merced. Cuando acercó su mano a tu entrepierna y apenas rozó tu vulva sin realmente tocar nada, y te estremeciste, se separó un poco para mirarte.
“¿Cuántas veces acabaste hoy?”
“Cuatro”.
“Mierda…” susurró, bajando y repartiendo besos en tu cuello. Continuó bajando y se detuvo en una de tus tetas, chupando y besando, masajeando con su mano libre la otra. “¿Vas a poder aguantar otro más?”
La pregunta era sincera, en cierto punto notabas su preocupación y no diferente a la tuya de saber si tu cuerpo iba a aguantar sin colapsar.
“Sí”.
Conectó miradas con vos mientras seguía bajando, lento y entre besos hasta posicionarse entre tus piernas. Tanteó con la lengua, sin romper la conexión para ver tu reacción, y ese pequeño estimulo mando una reacción a todo tu sistema nervioso. Otro lengüetazo, y la misma reacción. Cunado, lentamente estableció un ritmo lento y tortuoso de comerte, luchabas por sostenerle la mirada, porque de nuevo, era mucho, y él sabía lo que estaba haciendo.
“No… no pares” luchaste por decirle, intentando agarrar su cabeza con tus manos, pero te las sacó del camino antes de alcanzarlo, poniéndolas ambas con una sola mano sobre tu estómago, inmovilizándolas.
La música de fondo ya no era nada más que ruido de fondo, murmuras indistinguibles, y tu cerebro empezaba a nublarse de nuevo, cuando ya era casi imposible mantener los ojos abiertos y los gemidos en línea, Tae se separó, ganándose una queja de tu parte, estabas tan cerca.
“Tae…” gemiste, en suplica.
“Ssshhh amor, ¿cómo me quieres?”
Volviste a gemir su nombre, no te importaba, querías terminar, estabas tan cerca, era un hijo de puta, camuflado de ternura y cuidado te estaba enloqueciendo a propósito. Cuando se quedó sin hacer nada, volviste a gemir su nombre.
“Tan necesitada… ¿no te fue suficiente?”
“Taehyung…”
“¿Puedes darte vuelta por mí?”
Obedeciste sin una palabra de por medio, colocándote en tus rodillas y dejando tu culo en vista, estabas desesperada de que algo pase que no te diste cuenta cuando Tae aprovecho el momento para deshacerse de su pantalón y bóxer. Cuando pasó la punta de su miembro entre la ranura de tus nalgas sentiste lo realmente, realmente grande que era, y empezaste a dudar de si ibas a ser capaz de tomarlo entero.
Sentiste su cuerpo pegarse a tu espalda, dejando besos entre tus omoplatos mientras lentamente entraba en vos, tortuosamente lento, dejándote acostumbrarte a cada centímetro que colocaba adentro tuyo, y se quedó quieto esperando a que te acostumbres. A pesar de lo ridículamente lubricada que estabas en ese entonces, sentiste incluso un pequeño dolor por lo mucho que te estaba abriendo en ese momento, pero los segundos que te dio para acostumbrarte bastaron para convertir ese agudo dolor en pura necesidad de que te desarme completamente.
Los besos suaves en tus omoplatos y nuca contrastaban totalmente con lo caliente que te sentías en la parte baja. Suspiraste y empezaste a moverte debajo de él, casi rogando porque se moviera y él con una mano en el hueso de tu pelvis te mantuvo quieta.
“Despacio”. Tomó nuevamente el mando de la situación al comenzar a embestirte lentamente, tortuosamente lento, haciéndote gemir suplicando por más.
Lo sentiste acomodarse para cambiar el ángulo, sacando casi por completo su miembro y embistiendo de una vez llenándote completamente. De nuevo, esa sensación de quedarte absolutamente sin aire, pero esta vez quemaba, es como si físicamente no pudieras recobrar el aliento porque ya estaba de nuevo otra embestida sacándote el aire. Con la fuerza de sus caderas parecía empujarte cada vez más, pero te mantenía en lugar con las manos en tu pelvis, tanteando por estimularte una vez más.
Estabas tan sensible por todos los orgasmos que tuviste que sentías que solo con su miembro podías alcanzar el clímax, si seguía clavándote contra la cama con cada una de sus embestidas, era probable que llegues otra vez en minutos.
Ya no te importaba contener los gemidos, los gritos ahogados que se escapaban de vos ante cada embestida, y parecía que escucharte encendía a Tae cada vez más, así que aprovechaste y soltaste todo lo que intentaste contener a lo largo de la noche.
Con un lado de tu cara pegada al colchón, y tus rodillas apenas sosteniéndose por sí mismas, volviste a sentir el pecho de Tae pegarse a tu espalda, embistiendo cada vez más fuerte y profundo, estaba cerca, podías sentir como sus músculos se tensaban alrededor tuyo intentando contenerse un poco más. Finalmente llevaste tu propia mano hacia tu entrepierna, acariciando la zona y sintiendo como entre tus dedos el miembro de Tae entraba y salía de tu entrada. Quizás fue la imagen, o darte cuenta de que estaba sincronizando sus movimientos con la música de fondo, pero cuando sentiste el calor dentro tuyo con un gemido que llevaba tu nombre, te dejaste ir y perseguiste tu orgasmo junto con él.
Recobrar el aire parecía casi imposible, todo tu cuerpo temblaba y sabías que, de todos, este había sido el orgasmo que más fuerte había pegado, por lo débil que tu cuerpo ya estaba. Suspiraste intentando recomponerte, y sentiste las sábanas cubrir tu cuerpo y unos fuertes brazos moverte de posición con cuidado.
Terminaste frente a frente con Tae, absolutamente exhausta te acurrucaste en su pecho y sonreíste ante el beso en la frente que te plantó antes de acomodarse mejor para finalmente caer dormidos ambos.
Estabas a punto de caer rendida cuando escuchaste tu teléfono sonar en algún lugar de la habitación. Tae también lo escucho y pareció localizar el sonido más rápido que vos. Se dio vuelta y lo levantó de su mesita de luz a donde previamente lo habías dejado. El nombre de contacto “Santi” se podía leer, y arriba te fijaste que eran las diez de la mañana. La noche se había hecho eterna, y todavía no terminaba.
“Dejalo…”
Taehyung contestó. Por la proximidad de sus cuerpos y el silencio de la habitación, pudiste escucharlo de otro lado de la línea. “Amor, por favor, necesito que hablemos, perdón…”
“¿Quién es?” Su voz rasposa y gruesa estaba aún más acentuada por el cansancio, y si no hubieras pasado por todo lo que pasaste esa noche, le reclamarías por haber contestado tu teléfono, pero ahora no importaba.
“¿Dónde está?”
“Está durmiendo, no molestes, adiós” una risita se te escapó cuando escuchaste que los gritos del otro lado se cortaron porque Tae había colgado el teléfono.
“Vamos a dormir, linda, fue un largo día para vos”. Te dijo, dándote otro beso en la cabeza.
Te acomodaste nuevamente en su pecho, pensando en lo jodida que ibas a estar después de esta noche, o mañana, lo que sea. Pero no era problema tuyo, realmente. Era problema de tu yo del futuro, así que, con eso en mente, caíste rendida ante el cansancio.
[parte 2]
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belu-ladyzerg · 3 years
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Por una cabeza
Aviso 1: Es mi primer fic en el fandom de Law and Order SVU, es posible que haya ciertos “errores” en tema del hilo de la continuidad (mas que nada entre que capítulos tendrá lugar la historia), cosa que iré corrigiendo a medida que investigue un poco mas a medida que vaya avanzando (esto significa posibles capítulos a futuro). También quiero dejar en claro que será es español, y que estará abierta la idea de ser traducido al inglés sí todo sale bien 😅
Aviso 2: insultos (muchos), situaciones/insinuaciones sexuales, pelea/agresión física.
Pareja/s: Rafael Barba x Reader(oc), Dominick "Sonny" Carisi x Reader(oc)... aún sigo analizando está parte ya que Reader-chan tiene un nombre completo por motivos de la trama pero lo pueden leer como si tuviera otro nombre en mente, a excepción del apellido, sorry.
Aclaración: este fic (o al menos este capítulo) toma inspiración sobre algunos sucesos ocurridos en el capítulo 16 de la temporada 16, principalmente la situación que pasa Rafael con su abuela, por otra parte el título es inspirado en el tango "Por una Cabeza" de Carlos Gardel, pero no es un songfic, ¡aviso!, ya que habrá momentos que se hará mención sobre la canción así como del baile elegido en cuestión, si, dejé un vídeo el cual me gusto por la forma en que bailan dicho tango y, por el cual, será usado en este fic, además de que casualmente la estatura entre los personajes se diferencian casi por una cabeza (ba dum tss) 🤣
Otra aclaración que quiero dejar es que a pesar de que estará en español quiero indicar que lo escrito entre comillas ("..") es cuando las personas estarían hablando en inglés y sin comillas sería en español, además de que haya algún tipo de modismos/jergas/lunfardo/slangs que en caso de ser necesario será marcado con un asterisco (*) y "traducido"/explicado al final, y en caso de que alguna palabra/frase/oración/párrafo no se entienda, es decir que no lleve un asterisco, me lo pueden preguntar dejando un comentario.
Una última cosa, no soy de poner un resumen sobre que trata o tratará el fanfic, soy mas de crear la trama a medida que la voy pensando o escribiendo ya que me suelo inspirar de los fics que voy leyendo 🤣
😒 siento que me olvido de algo.. pero no sé qué es😒
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https://youtu.be/jj1fOKLrUPU
(inspiración y baile)
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(foto: https://fashion-runways.tumblr.com/post/640608822098034688/teuta-matoshi-duriqi-couture-2021-if-you-want-to)
(vestido usado en la fiesta de máscaras)
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El Año Nuevo pasó como todos los años con mucho festejos para la gran mayoría en la ciudad de Nueva York, para otros fue solo un día mas pero con un año diferente al final sumado a la acumulación de trabajo, de esta forma era como lo veía el Fiscal Rafael Barba mientras terminaba su día cerrando las carpetas para firmar al día siguiente dejándolas a un lado de su escritorio sumido en su propia burbuja de pensamientos hasta que fue traído de vuelta a la realidad por el ruido del vidrio al ser golpeado, él parpadeó enfocando su vista sobre el rostro femenino muy particular que se asomaba con una amplia sonrisa por la puerta abierta a la mitad, instintivamente Rafael sonrió acomodándose en su silla.
-"A qué se debe esta visita de última hora, Teniente?" -Rafael con una amplia sonrisa en su rostro se cruzó de brazos viendo como Olivia Benson entraba al despacho del fiscal sentándose frente a éste.
-"Solo para entregarte una invitación para la fiesta de gala que, ya bien sabes, se realiza a comienzo de años" -la mujer saca de un bolsillo interno de su saco un sobre de un color pastel dejándolo en el escritorio viendo como su amigo giraba sus ojos a la vez que hacía una morisqueta dejándose ver el obvio desagrado que tenía, ella suelta una leve risa ya que era la reacción que esperaba de él tras informarle la noticia, se inclinó acercándose un poco mas al escritorio y empuja el sobre acercándolo mas al abogado- "Vamos, no será divertido sin tu presencia... además que en esta ocasión será de máscaras, hasta ya elegí las nuestras..."
-"¿Nuestras?" -el ojis verdes arquea una ceja soltando una risotada irónica a la vez que agarra el sobre y lo abre sacando la tarjeta que se nota que estaba escrita a mano mientras que Olivia se contagia de la risa de su amigo, la inspecciona con interés hasta ver la firma que provenía del Comisionado y de una escuela que no reconocía, confundido se la pasa a Olivia que la toma- "¿Tenés mas información que darme? Porque así no me convenceras de ir"
-"Lo entiendo, a nosotros también nos fue difícil de entender cuando el Jefe Dodds llego con las invitaciones, al parecer una respetada escuela de Ceremonial y Protocolo le propuso al Comisionado en organizar este evento a modo de sus prácticas, obviamente instruidos por el equipo que ya posee el departamento de policías.. la verdad que día a día me entero de cosas nuevas" -Benson le devuelve la invitación a Barba que se acomodó contra el respaldo de la silla, ambos mantenían sus sonrisas en sus caras, el ambiente calmo se podía palpar, ella da un leve golpe en el escritorio levantándose de su lugar a lo que Rafael copia la acción para acercarse a ella- "Dale Rafa, solo será una noche y necesitas relajarte un poco."
El abogado suelta un leve resoplido pasando su mano por su cara resongando para finalizar con ambas manos levantadas rendido.
-"Esta bien, ganaste... pero me iré ni bien me aburra" -con el ceño fruncido el hombre apunta con el dedo índice a su amiga, ella le palmea el hombro guiñandole un ojo.
-"Te lo prometo, será divertido".
Olivia se despide de Rafael con un beso en la mejilla y sale del despacho cerrando la puerta, los días pasan cumpliéndose 10 dias desde que Barba recibió la invitación, las inquietudes del abogado sobre aquel evento iban creciendo más siendo por la curiosidad que le generó saber que una escuela, un grupo de niños según su postura, sea la organizadora de tan belicoso evento, presentía que algo no iba a salir bien de eso y que el Subcomisionado se iba a lavar las manos si se llegara a cumplir ese mal augurio. Mientras tanto pasadas las 4 pm en un aula siete alumnos discutían acaloradamente los asuntos que iban a emplear cada uno en el evento, uno de ellos lleno de ira se levanta con rapidez tirando la silla en la que estaba sentado, los que estaban a su alrededor dieron un paso atrás alejándose.
-"Con calma Bobby, nosotros también estamos enojados por los cambios repentinos... sabíamos desde el minuto uno que esto iba a pasar" -se acerca un chico alto a Bobby posando una mano sobre el hombro de éste y frunce el entrecejo- "Además vos solo te encargas de la música, no sé para que te enojas".
-"Me enojo... Dave.. porque tengo que volver a cambiar la lista de música y acomodarla para todo el evento, no sé dónde voy a conseguir" música latina "y menos tengo el tiempo de escucharla para que no haya nada inapropiado que pueda perjudicar la velada" -Bobby arrastra el nombre de su amigo alto con sarcasmo, se sacó la mano de él de su hombro yendo a pasos largos hacía la puerta abriéndola con enojo- "Si me disculpan... me voy ahora mismo al departamento a preparar lo primero que encuentre... así que suerte Belu con esos seres pedantes por si se llegan a quejar" -el joven pelirrojo se va azotando la puerta dejando anonadada a la mencionada, ella entre cierra sus ojos llevando una mano a su boca mostrando una mirada pensante, el silencio que se generó era demasiado incómodo para todos que el resto miraban a otro lado evitando contacto visual con ella hasta que se da cuenta del trasfondo de aquéllas palabras.
-Momento.... Bobby está diciendo que.. yo.. -la chica mencionada como Belu empieza a reír con nerviosismo que empezó hablar en español sin darse cuenta, pasa ambas manos por su cara soltando una carcajada terminando en un grito liberando un poco el estrés que ya estaba creciendo en su cabeza, una chica de largos cabellos negros con una mirada preocupante se acercó a la morena tomando una silla sentándose justo al lado de ella acariciandole la espalda, ambas chicas se miran a los ojos llenas de angustia- ¿Por qué tengo que ser yo quien sea la cara para el evento? No necesito de los puntos... además no me simpatiza en absoluto el Subcomisionado Abraham... Jenny, por fa... -Belu toma las manos de Jenifer mientras hacía pucherito(*) en un intento desesperado para convencerla.
-Lo siento, Bel... pero fue decisión de las profesoras.. -Jenifer apoya su cabeza en el hombro de su amiga entrelazando sus dedos con los de ella que la otra le palmea la mejilla- Al final si necesitas los puntos... no pasaste los últimos dos trabajos prácticos y no te da la nota para poder pasar las otras materias de forma correlativa.. lo siento..
-Eso no puede ser... si hice todo lo que pedían esos trabajos -irrumpe Belén a su amiga, otra chica se acerca sentándose sobre la mesa.
-"En realidad.. todo el salon falló, y sin explicación alguna del porqué.." -responde la chica de pelo rubio que se sentó sobre la mesa- "Suponemos que este evento y el próximo serán dados como los trabajos prácticos.."
-Seamos realistas.. esas profesoras son unas soretas mal cagadas(*) que no les viene bien nada porque no somos como el curso de último año -la morocha suelta la mano de Belén y patea una silla con ira tirándola lejos, la chica rubia camina hacia la morocha quedando detrás y le tira las orejas que la hace retorcerse gimoteando de dolor- ¡aaay! duele.. GiGi, duele duele..
-"Igual, sabes que tenés nuestro apoyo por si surgen mas problemas, somos un equipo y lo resolvemos entre todos" -se acerca a las tres chicas un chico de tez morena con mucha energía que las abrazas tirándose sobre ellas, las risas de los cuatro logra dispersar la dura tensión que se había generado que los demás se suman al jugueteo entre risas por un rato que se separan agarrando sus cosas, el chico de tez morena saca su celular preparando la cámara- "Saquemonos una foto antes de caer en la locura en un par de horas"
Los seis alumnos se juntan lo mejor posible que el dueño del celular saca varias fotos inmortalizando el momento, salen todos del colegio yendo directamente al departamento compartido de Jenifer, GiGi, Belén y otros dos chicos mas para arreglarse tardando unas 3 horas, Bobby al ser el encargado de la música fue el primero en irse al salón de un hotel de 5 estrellas que se contrato para el evento de esa noche, él les comenta por mensajes de textos en que se apuren ya que el Subcomisionado estaba haciendo lío incumpliendo con el contrato y sin muchas respuestas por los demas que el resto del equipo ya cambiados van hacía el salón, Belén y Dave logran persuadir al Subcomisionado alejándolo del lugar permitiéndole al resto del equipo terminar con los últimos preparativos, ya las 9 pm empiezan a llegar los invitados llevándose una sorpresa al momento que anuncian su nombre mostrando la invitación a Belén, pasada ya casi una hora Dave quien la ayudaba se acercó a su oído.
-"¿No tenías otra máscara que usar? Los estás asustando" -susurro Dave a Belén aprovechando el momento hasta que llegarán más invitados o tal vez los últimos.
-"Si.. la única, porque me olvidé por completo.. además me quedó genial con el vestido y los anillos en forma de garra" -habla entre los dientes Belén manteniendo una sonrisa justo que llega un grupo grande de invitados, Dave recibe una parte del grupo con una sonrisa un tanto forzada, se paran frente a la chica una morena portando un vestido ajustado negro largo con una amplia sonrisa llevando una máscara de diseño de lobo acompañada de un hombre con un smoking portando de máscara un diseño de tigre quedando mudos por un momento al ver la máscara en forma de la parte frontal de un cráneo de gato, la jovencita se ríe por lo bajo aliviando un poco la tensión- "No se preocupen, no muerdo... lo único que pido es el número de la invitación para ubicarlos mas rápido" -la joven prepara la lapicera viendo que la mujer saca invitación buscando el número.
-"Por supuesto, es.. 201401380"
-"Teniente... Olivia Benson y Abogado... Rafael Barba, ¿correcto? discúlpenme pero me cuesta ver sin lentes" -Belén acercaba a su cara la lista para poder leerla ya que no poseía sus lentes, su amigo Dave se ríe que saca de un bolsillo los lentes de ella dejándolos sobre la tablita que tenía la chica la lista- "Un poco tarde.. pero gracias Dave, ya pueden pasar Teniente Benson y Sr. Barba, que tengan una linda velada"
-"Igualmente a ustedes Detectives Rollins y Amaro" -expresa Dave con una sonrisa que se hace a un lado que los cuatro invitados pasan entrando al salón saludando a los jóvenes, a los minutos llegan dos mujeres cerca de los 50 años.
-"Excelente trabajo Dave.. Belén, es hora de que sigan con las cosas que hay en el salón, GiGi y André necesitan de su ayuda" -la profesora toma las tablitas con las listas poniéndolas debajo de su brazo- "Nosotras seguimos desde acá"
-"De acuerdo profesora" -responden al unísono los dos alumnos asintiendo con la cabeza que dan medía vuelta y entran al salón tomados del brazo, Dave saca del bolsillo interno de su saco una libreta asi mismo una lapicera que se la da a Belén que iba tomando notas de lo que parecía que iba mal o estaba mal ejecutado o que simplemente se cambió al momento de armar todo, mientras iban caminando entre las personas observando todo Dave suelta una leve risa llamando la atención de su amiga.
-"¿De qué te reís? entiendo que el evento es un chiste pero... decimelo que voy aceptar la crítica" -Belén le da un leve golpe con su cadera a su amigo que se tienta mas de la risa y le devuelve el golpe también con la cadera- Daaaaale, no seas ortiva(*)
-"No es por el evento.. es que al ver como ese abogado se quedó mirándote en la entrada fue.." -el chico se alejo un poco de ella mirándola con picardía arqueando una ceja y con sus manos sobre su pecho hace el gesto de estar apretándose los pechos además de tirarle un beso, la joven se sonrojó hasta las orejas al entender el mensaje que de la vergüenza intenta sacarle el saco a Dave pero él entre risas se lo impide- "Igual él fue más discreto y no fue el único que estuvo hipnotizado por tu... gargantilla.. aquel hombre alto con máscara de unicornio si que no podía ocultar la mirada.. igual dudo que hagas algo respecto"
-Ay, no me digas.. agh.. Y aunque pasara algo es obvio que no soy de su tipo -Belén suelta con sarcasmo mientras se acomoda el corset del vestido viendo a Dave bailar un poco pero él se detiene de golpe mirandola con curiosidad.
-¡¿Estás diciendo que ya les habías fichado hasta el alma?!(*) ... Belén, no te tenía así, mmmh me agrada -Dave muestra una sonrisa maliciosa mirándola de pies a cabeza, ella se tienta de la risa que le pega en el brazo que siguen hablando sobre chicos distrayendose un poco de sus deberes.
Por otro lado, tras unas dos horas junto con el brindis dado por el Subcomisionado Abraham y cerrado por unas palabras del Comisionado y varios temas musicales latinos ya resonando en los parlantes en lo que podría ser el final del evento, en la otra punta del salón cerca del escenario un grupito de amigos estaban charlando mientras degustaban algunos platos que nunca en su vida habían escuchado o, en su defecto, jamás dieron la chance de probar, entre ellos una chica rubia con una máscara con diseño de flamenco iba comiendo el tercer cuenco de postre de textura cremosa con un tono terracota pero bastante dulce, postre el cual también llamó la atención de otros tres miembros del grupo salvo dos que tenían las manos ocupadas con una copa de vino mirando a los otros con una sonrisa.
-"Este postre... si que es delicioso, lo malo es que lo sirvan en porciones pequeñas" -Amanda Rollins deja el cuenco sobre la mesa en la que estaban y toma su copa de vino para limpiar un poco el paladar, su compañero Nick Amaro se acomoda un poco su máscara con diseño de pavo real mirando alrededor.
-"Es solo" arroz con leche con canela(*) "no es la gran cosa, Amanda" -dice Nick con cierta vehemencia mientras terminaba su copa dejándola en la bandeja de un mozo que justo pasó, apoyó sus brazos en la mesa con la mirada fija en un plato vacío- "Lo que sí es rico y que extraño se mi infancia es el" matahambre de guayaba(*).. como lo extraño -el hombre se lleva ambas manos a la cara haciendo que lloraba, sus compañeros de trabajo no entendieron bien a que se refería salvo uno que reía por lo bajo.
-"Por favor Nick, no me lo recuerdes que hace tiempo que no como de esos," mi abuelita "me los solía hacer junto con los" merenguitos(*) "para llevarme para el recreo en la primaria... que buenos tiempos eran aquellos" -responde Rafael dando el último sorbo de su copa dejándola en la mesa soltando un leve suspiro de nostalgia.
-"Entonces qué hago con éste cuenco, ¿lo devuelvo?" -Olivia dejá en el medio de la mesa un cuenco con unos copitos horneados de merengue y unas masitas espolvoreadas en azúcar impalpable rellenas de una crema amarillenta, los ojos de los dos hombres se abren del asombro y brillan de alegría, los demás se tentaron de la risa por la facilidad que su jefa los hizo hacer babear pero el bullicio de una discusión entre varios que se iba acercando rompió con esa magia.
-¡¿De dónde mierda cree ese enano del orto cree que voy a sacar una pareja de tangueros?! ¡¿De la concha?!(*) -Belén llena de rabia gesticula con sus manos señalando su pelvis, Dave le tapa la boca con la mano para que intentará no elevar la voz mas de lo que ya era, ella lo empuja enojada pasando entre las personas- No avisó una reverenda mierda que quería cerrar el evento con una pareja bailando Tango, por este motivo no quería ser la cara del evento, el Subcomisionado se puede ir bien a la puta que lo re mil concha pario, pero que se suba a una tortuga y que se vaya lentito a la re mismísima mierda por hijo de re mil putas.(*)
-No sos la única así de furiosa, lo estamos todos, hasta la mismísima Jefa en Ceremonial de su despacho, podrá ser un boludo.. -el muchacho trata de calmar a su amiga que se da cuenta que estaban junto al último grupo que habían hecho entrar hace horas atrás y que justo los estaban mirando anonadados por la lluvia de insultos que salian de la boca de ella, ademas recordó que eran policías que vuelve a intentar taparle la boca a Belén que seguía con los insultos pero no se dejaba.
-No me tapes la boca, carajo, estoy hasta el culo con en este evento mas con la mierda que pide a último segundo el enano mal cagado.. y como si nos llegarán a entender.. -la chica con la máscara de gato iba a decir algo más pero el abogado la mira despectivamente interrumpiendola.
-¿Con esa boquita saludas a tu madre? Que falta de respeto a la profesión que estás ejerciendo, lo mejor que podrías hacer es volver al basurero del cual saliste -las palabras de Rafael Barba calaron en lo mas profundo de la mente de Belén que sonrojada de la vergüenza y humillación le da un fuerte cachetazo al abogado, Dave al ver la reacción de los otros tres compañeros del afectado se lleva a su amiga a la fuerza en dirección en donde estaba su profesora que le hacía señas de que se acercaran a ella.
-¡PERO CHUPAME LA CONCHA HIJO DE PUTA!(*) -grita a todo pulmón la joven castaña siendo arrastrada por Dave hasta llegar con la profesora que estaba detrás del escenario que la ven junto con Facundo y GiGi discutiendo.
-"Profesora, ya la traje, ¿qué es lo que tienen en mente?" -Dave se cruzó de brazos un tanto confuso de que su profesora le haya pedido traer a su compañera.
-"El Subcomisionado quiere dar como cierre un pequeño show de Tango, algo que se le ocurrió, creemos que recién porque alega que nos informó de ésto cuando nunca nos dijo de nada cuando íbamos preparando hace meses el evento" -responde GiGi roja de la ira, su compañero de tez morena sujeta su mano por unos segundos logrando que ella respiré hondo calmando su mente- "La profe dió una idea para resolverlo... en que Facundo y Bel bailen solo un tema y así cerrar el evento."
-"Del grupo soy el único calificado en bailar pero Judith no está en el país y..." -Facundo se alejo de la rubia que se rasca la nuca encogiéndose un poco de hombros un tanto avergonzado, mira a su compañera peli castaña- "..Y vos siempre me ayudaste en las prácticas, solo será bailar" Por una Cabeza, "sé que esa te la sabes de memoria.. es la única solución ya que no tenemos muchos contactos de personas que bailen tango y menos que estén dispuestas a bailar ahora."
-"Con lo enojada que estoy y las ganas de irme ya a la cama, espero que Bobby ya tenga la canción en reproducción" -suelta Belén exhausta sonriendo, su compañera GiGi la abraza con fuerza y llena de alegría dando leves saltos, la profesora por su parte le hace señas a Bobby de que ponga la música así mismo de avisarle a su colega de que le informe al impaciente del Subcomisionado Abraham en que dé unas palabras.
Luego de un discurso breve del Subcomisionado Abraham que la música ya empieza a resonar por los parlantes, las luces se enfocan en el escenario donde Facundo junto con Belén hacen su aparición tomando ya su posición de baile, al empezar con la danza llama la atención de todos en especial a dos personas pero en una en particular por una situación previa que tuvo con la chica que baila en el escenario que con cada paso, cada vuelta, cada movimiento milimétrico del aquel sensual baile le quitaba el aliento pero mucho más cuando su mirada se encontraba con la de ella como si de alguna forma intentara llamar la atención, Rafael Barba ha visto a muchas mujeres bailar tango pero la sensación que le corría por el cuerpo al ver aquella joven era una muy diferente de esas otras veces, eran explosiones de emociones que cuando la canción terminó ella seguía bailando con su compañero creía escuchar la música en su cabeza hasta que finaliza y las luces vuelven a iluminar todo el salón, el Subcomisionado junto con su jefa de Ceremonial salen dando las gracias por asistir a la gala y al equipo que armó todo superando todas las expectativas que ellos tenían, ellos llaman al equipo que los estudiantes junto con la profesora se acercan al escenario dando una reverencia finalizando de esa forma la velada.
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translation:
pucherito - pout
soretas mal cagadas - shit bad shit
ortiva - there is no specific translation, an equivalent could be "killjoy" or "bad vibes" or "bad mood"
¡¿Estás diciendo que ya les habías fichado hasta el alma?! - It's a phrase that more or less says that she already saw his soul but in a more mischievous context 😏 (you know what I mean) 😏
arroz con leche con canela - n°1
matahambre de guayaba - n°12
merenguitos - n°9
https://visitcubago.com/mejores-dulces-cubanos/
¡¿De la concha?! - from my cunt/pussy
el Subcomisionado se puede ir bien a la puta que lo re mil concha pario, pero que se suba a una tortuga y que se vaya lentito a la re mismísima mierda por hijo de re mil putas - this one is a little rough 🤣🤣 well... here we go.. The deputy commissioner can go to the pussy of the whore that gave birth to him to the square, but to climb on a turtle and go slowly to the same for son of a thousand whores to the square
¡PERO CHUPAME LA CONCHA HIJO DE PUTA! - but suck my cunt/pussy son of a bitch
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😐 ok, esta primer parte esta llena de insultos....
nice!
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I feel that the chapter was "short", but I had to divide in into two parts otherwise it would be too long :'v
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outrosol · 3 years
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Hagámoslo en secreto
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✧ Palabras: 2.3k
✧ Ambientada en Argentina, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: vos y Hobi se mudan del pueblo a la Capital,donde crean más que un vínculo de amistad con sus vecinos...
Toda tu vida fuiste amiga de Hobi, por una u otra razón no tenías más amigos que él. Luego de terminar la secundaria los dos terminaron eligiendo la misma universidad y la misma carrera; claramente los dos con el mismo objetivo, huir de su pueblo e ir a Capital estudiar en la UBA. Filosofía, obviamente. Estuvieron los dos últimos años de colegio buscando el departamento perfecto y más cercano a la universidad. Encontraron uno en Puan Y Av. Directorio. El edificio estaba lleno de estudiantes y prácticamente se sentía como una fraternidad.
“¿Podes con esa caja? Están pesadas” Hobi dijo, señalando lo que traías en las manos.
“Tranquilo que yo sola puedo, además de hermosa y exitosa, soy fuerte” sonreíste y dejaste las cajas en el suelo.
“Siempre terca” revoleó los ojos.
Siguieron acomodando y desempacando todo en su nuevo departamento, totalmente concentrados hasta que un momento se escuchó el timbre.
“Acabamos de llegar, no tengo idea quién podrá ser.”
“Ok yo abro” te levantaste y caminaste a la puerta.
Del otro lado de la puerta te recibieron dos chicos, uno con el pelo color menta y el otro con el pelo platinado, que de más esta decir era literalmente enorme.
“Hola.”
“¡Hola! ¿cómo estás? Mi nombre es Kim Namjoon, vivo en el departamento “B” con mi compañero Min Yoongi.”
“Yo sería ese Yoongi, hola, bienvenida al edificio” te sonrió de una manera particular.
“¡Oh! Hobi” lo llamaste “son nuestros vecinos, vení a saludar.”
“Estaba…” comenzó hasta que subió la mirada y vio a los chicos, “hola soy Hoseok… ¿Ustedes son…?”
“Kim Namjoon” extendió su mano. Hoseok la tomó, saludándolo para luego dirigirle la mirada al otro chico.
“Min Yoongi” también extendió la mano.
“¿Quieren pasar?” preguntó con cordialidad aún si no entendía muy bien el por qué de la espontánea visita.
“No, por favor, no queremos molestar, solo queríamos saber si tienen algo de yerba, se nos acabó recién y no nos dimos cuenta de comprar, salimos tarde de la facu hoy.”
“Ah sí, obvio no hay problema, ya vengo” te dirigiste a las cajas que tenían las cosas de la despensa. “Acá está” caminase de nuevo a la puerta y extendiste tu brazo con el paquete.
“Solamente un poquito, no nos vamos a llevar todo el paquete, gracias” dijo abriendo el paquete de yerba. Volcó un poco en un tupper y volvió a mirarte “gracias, mil gracias, estamos en deuda con ustedes.”
“No hay problema, vamos a ser vecinos después de todo” sonrió Hobi.
“¿Quieren venir a cenar con nosotros?” Preguntó el de pelo color menta “voy a hacer mi famoso pajeon.”
“Ideal para un día de lluvia, me encanta el pajeon” respondió Hobi inmediatamente emocionado por la propuesta “terminamos de acomodar y vamos.”
“Okay, nos vemos” se despidieron al unísono los vecinos y se retiraron.
Cerraste la puerta e inmediatamente te giraste sobre tus pies para mirar a Hobi, absolutamente alarmada por su intento de ser amable.
“¡¿En serio Hoseok?! ¡¿y si nos matan y nos tiran a un volquete?!” lo miraste con los ojos abiertos dramáticamente para darle énfasis a tu preocupación.
“Uh hermana, sos más exagerada, encima que ligamos comida de arriba ¿te quejas?”
Te quedaste en silencio, pero seguías pensando bueno, que quizás Hobi tenía razón y estabas exagerando, además el de pelo color menta si te parecía hermoso; Yoongi, ah, sí… Bueno después de todo sabías que te encantaba hacerte la cabeza con cosas que quizá no eran.
Continuaste ordenando y cuando te diste cuenta eran las 9, el timbre volvió a sonar, esta vez era solo Namjoon a avisarles que la comida ya estaba lista.
“__, está la comida” gritó Hobi desde la puerta.
“Okay, voy.”
Llegaste a su lado viendo como en la puerta Namjoon ya estaba adelantándose mientras que Yoongi se tomaba unos segundos para asegurarse de que venían, estaba vestido con un cargo negro, una remera blanca, borcegos negros y tenía el pelo menta mojado.
“¿Vamos?” te dijo y sonrió.
“Sí, obvio” le sonreíste de vuelta, ganándote una mirada rara de Hobi a ambos antes de cerrar la puerta.
El sol brillaba a las ocho am, era hora de empezar la universidad, saliste de tu pieza para ir al baño, lavarte la cara y los dientes, después de eso te dirigiste a la cocina donde escuchaste ruidos, Hoseok claramente ya despierto.
“Te hice el desayuno, hermosa, ¡feliz primer día de facultad!”
“Buen díaaaaa, al fin llegó” le saludaste mientras te estirabas desplegando los brazos hacia el techo.
Después de un café y un par de medialunas, se dirigieron al edificio donde iban a pasar las próximas horas absorbiendo conocimiento.
“Hoseok” alguien los llamó una vez ahí.
“Yoongi, Namjoon” los saludó Hobi con una sonrisa en la cara.
“Hola chicos, ¿qué hacen acá?” preguntaste confundida.
“Estudiamos acá, igual es nuestro primer día digamos, de universidad en sí.”
“¡El nuestro también!, ¿qué carrera estudian?”
“Literatura, ¿ustedes?”
Ante eso, vos y Hobi contestaron ambos al mismo tiempo.
“Filosofía.”
“Qué lindo, me gusta” dijiste sonriendo
“Bueno eh, nosotros ya tenemos que entrar, nos vemos más tarde”
“Nos vemos” dijo Yoongi.
Después de tres clases saliste antes de lo esperado por la puerta de la facu porque había faltado un profesor y estabas lista para volver al departamento. Casi llegando a la esquina, justo mientras esperabas para cruzar en el semáforo de Avenida Directorio escuchaste el grito de tu nombre de una voz que ya empezaba a hacerse familiar.
“Yoongi.”
“¿Qué estás haciendo acá?, ¿te fuiste de clases?”
“Faltó un profe y me estoy yendo al departamento, ¿vos?”
“Lo mismo, ¿puedo caminar con vos?” Yoongi te miró y sonrió.
“Si, obvio” lo miraste y le sonreíste. Era obvio que Yoongi sabía que entre ustedes dos existía ese tipo de conexión, a vos te gustaba él más que como tu vecino, y él ciertamente te miraba diferente.
“Me daba cosa decirte delante de los demás, pero estás hermosa, no solo hoy, desde el día uno que te conocí.”
Lo miraste y volviste a sonreír, confirmando tus pensamientos anteriores “gracias, vos también me pareces hermoso…”
Hubo un silencio en esa última media cuadra hasta que llegaron a la puerta del departamento, Yoongi sacó su llave y abrió la puerta, ambos fueron rápido hacia el ascensor.
Apretó el número siete y se cerró la puerta. Había algo en el aire, podías sentirlo, ¿Qué es esto? ¿Qué me pasa? Parecía idiótico tener dudas en este momento cuando hace unos segundos estabas tan segura de lo que pasaba en medio de ustedes dos, pero una mirada a Yoongi y ya estabas volando sobre tus pies. Cuando la pantalla del ascensor empezó a marcar desde el piso uno, notaste a Yoongi mirando directo a la computadora, como… nervioso.
Lo que había en el aire era muchísimo más que tensión y a medida que pasaban los segundos podías sentir el aire condensarse alrededor tuyo, nunca habías pensado en nadie de esa manera, jamás te habías aventurado de esta manera con personas que a penas conocías, pero por un segundo la imagen de las manos de Yoongi sobre tu cuerpo pasó por delante de tus ojos, robándote un suspiro y ciertamente desprendiendo reacciones de tu cuerpo.
Claramente tenían una conexión inexplicable, de los pocos días que se conocían todo había sido risas cómplices o picaronas y ese tipo de miradas que no confundirías jamás cuando eran dirigidas a vos.
Y de la nada, como si pudiera leer tu mente a través de sus ojos fijamente clavados en vos, ya en el piso tres alternó su mirada entre el contador y tu cara, su movimiento fue tan rápido casi imperceptible para tus pensamientos, puso una mano en el espejo del ascensor, la otra en tu cintura y te miro fijamente, no supiste cuánto tiempo habría pasado, pero contaste un piso al menos y ya lo tenías cerrando la distancia con un beso insoportablemente lujurioso. Tu reacción fue tardía, pero pusiste tus manos sobre sus hombros y soltaste un gemido que vos quizá no escuchaste, pero él claramente sabía lo que querías o al menos lo que pensabas en ese momento. Le sacaste su campera de cuero negra, el ascensor se movía, pero ustedes deseaban que el tiempo no pasara más. Sus besos empezaron a recorrer tu cuerpo y no pudiste evitar soltar otro gemido, cuando los besos llegaron a tu abdomen dónde él había levantado tu ropa para exponer tu piel pusiste tus dos manos sobre tu cabeza y rogaste que no se detuviera, empezó a desprender tu pantalón miraste el contador y el ascensor deteniéndose, piso 7.
No te importó, él siguió con sus besos y vos lo dejaste, sintiendo ese tremendo deseo en tu ser. Cuando tu pantalón cayó al suelo después de tus borcegos ambos salieron corriendo por el pasillo y rápidamente entraron a tu departamento, era obvio en lo que esto iba a terminar y no era el lugar para hacerlo.
Con miles de besos desesperados y un pequeño empujón Yoongi te tiró encima de tu sofá, te quitaste rápidamente lo que te faltaba de ropa para sentir su calor en tu cuerpo. Mientras que él seguía llenándote de besos la parte baja de tu abdomen, empezaste por sacarle su remera negra y sus cargos militares. Con su mirada fija en tu cuerpo te tomaste un momento para pausar y leer su cara, casi como si no pudiera creer lo que veía, quizá el cuerpo más hermoso que había admirado, o tal vez pura lujuria recorriéndote cada centímetro.
Luego de unos besos en su cuello le susurraste al oído “no puedo esperar más, te quiero adentro mío.”
“Vas a tener que esperar porque quiero disfrutar cada parte de tu cuerpo” te contestó igualmente en susurros mientras sus manos se posaban en tu tanga para tirarla por algún lado en el departamento.
“No tenemos todo el día, un-una hora, a las 9 sale Hobi.”
“¿Una hora?” se quejó, apoyando ligeramente su frente en la unión de tu hombro y cuello “eso no es nada, podría estar la noche entera.”
Siguió con los besos en tu cuello, esta vez se dirigió hacia tus tetas, les dio a ambas la atención que se merecían con el calor de su boca en tus pezones, tu piel explotando en escalofríos ante la sensación. Bajando cada vez más, llegó a tu monte venus, aumento la intensidad de saliva en sus besos y siguió bajando hasta tu clítoris, antes de probarlo con su lengua presiono uno de sus dedos en la zona, recorriéndote lentamente con él, notando lo mojada que estabas.
Suspiró pesadamente “no puedo creer que te tengo así, te voy a comer toda” terminó por susurrarte sobre la cara interna de uno de tus muslos.
Sumergió su cara en tu clítoris y con el primer lengüetazo sentiste cómo se te daban vuelta las ideas, jamás habías experimentado esto con nadie, era la primera vez que alguien te daba tanta atención, luego de la primer probada “sos adictiva” sonrió y volvió a meter su cabeza en tus piernas, sus besos en tu clítoris se hicieron más y más mojados, o quizá era que vos la que estaba tan mojada que no podías diferenciar su saliva de tus fluidos. Cuando acompañó su boca con una de sus manos, introduciendo un dedo en tu vagina se te hizo casi imposible contenerte a lo que soltaste un gemido ahogado, el dolor de ser estirada repentinamente mezclándose inmediatamente con el placer te estaba volviendo loca. Él continuo con sus besos en tus muslos y fue subiendo hacia tus tetas otra vez.
“¿Tenés preservativos?”
“Si, sí, tengo” te contestó sacando una caja de su mochila rápidamente mientras con la otra mano seguía estimulando tu clítoris. Una vez que se acomodó, te miro fijamente y preguntó “¿estás segura? “.
“Nunca hice esto con nadie, pero sí, estoy segura, por favor” casi que rogaste.
Luego de eso Yoongi se dirigió a mojar de nuevo tu entrada con otro de sus besos y se colocó con su pene en ella. La primera embestida claramente te dejo en algún planeta que no conocías, nunca habías estado con ninguna persona, pero ese dolor mezclado con placer te hizo pensar que estaba enorme, para seguir con toda la atención en vos subió tus piernas a sus hombros y cada embestida fue suave, lentamente tortuosa. Sentías un fuego en tu pelvis que jamás habías sentido, y después de unas embestidas más ya no sabías ni dónde estabas “me encantas” sonando casi como un gemido mientras entraba y salía de tu vagina.
“c-cr-creo que voy a acabar” soltaste como un gruñido mezclado con gemido y eso le alcanzó a él para hacer sus embestidas más rápidas para llegar al clímax junto a vos. No sabes cómo fue, pero sentiste que tu cuerpo se prendía fuego y soltaste gemidos que nunca jamás habías escuchado salir de tu boca.
Terminaron ambos y Yoongi sacó su miembro de adentro tuyo, acostándose sobre tu cuerpo sin decir ni una palabra. Luego de unos 10 segundos te miro fijamente y plantó un beso desesperado post orgasmo en tus labios “sos tan hermosa” te sonrió de nuevo.
“Por favor, lo que fue eso… No puede ser” dijiste mientras acariciabas su espalda.
Sentir piel con piel con una persona era el frenesí más grande que habías probado alguna vez. Yoongi se levantó del sofá buscando su ropa que estaba tirada por todo el suelo y empezó a vestirse mientras seguía sonriendo.
“Hubieras visto tu cara, por favor que hermosa” te miro con una sonrisa burlona.
Le sonreíste desde tu lugar antes de levantarte y comenzar a vestirte, “vos sos más hermoso” dijiste mientras imitabas su cara pre orgasmo.
Escuchase algo que de repente empezó a sonar, bajo las cosas en el suelo y claramente era tu celular “Boludo, ¡Hobi!”. Miraste la pantalla de tu teléfono y tenías 10 llamadas perdidas y 5 mensajes…
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objiowillian · 2 years
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#objio
"LA MUERTE ES UN ÁNGEL"
Aquella noche yo estaba triste
y desconsolado, clamaba
en mi corazón por ayuda.
Entonces de la nada
sé hizo, presenté frente a mí
el ángel de la muerte.
Y ese ángel conocía mi nombre.
También el nombre de otros hombres solitarios.
Asimismo, ella sabía de cada
uno de sus pensamientos,
y sus oscuras preferencias.
Él con gran poder sé Transformó
en virus de lascivia.
Y hábito en los cuerpos debilitados,
por las ansiedades, invitándoles,
a divertirse, a cambio de placeres.
Pero ese virus de tristeza,
y alegrías, estaba en el vino 🍷
que rojo como sangría,
Será escanciado en lánguidas copas,
al compás de la música.
Este virus se acompañó de otro virus llamado frustración y agravios.
Que habitaban junto a otros
a quienes derrotó, creyéndose ser
los más fuertes y más viriles.
Pero este ángel de la muerte
no fue enviado por su Dios 😃.
Porque lujuria era su proxeneta.
A este destructor de la moral,
(según lo mires)
lo habían creado por orden,
del dios de los deseos libidinosos,
(llamado Canchinflero U Lunfardo)
Quizás nadie sabe de su progenitor
Pero muchas rodillas de mujeres,
que se han visto sustituidas,
por otras más jóvenes y ardientes.
Sin dudas estarán ofendidas
al sentirse abandonadas.
(Ji, Ji, Ji, revisar metáfora)
Estas damas estarán llenas de ira
y celos, en las habitaciones,
con su bordón en las manos,
pidiendo al todopoderoso,
que a la llegada del marido,
la punta del bastón no tenga,
el bordón muy duro y solo,
le saqué la sangre mala.
(ji, Ji, Ji)
Ellas estarán allí, despiertas
y bien dispuestas, en espera
del nuevo, acontecer.
Quizás el ángel de la muerte, pueda esclarecer la noche y él, sinvergüenzas,
no vea, clarear la mañana estando
en la rancia cama de aquel lupanar
llenó de perversa diversión,
que jamás será gratuita.
Pero tampoco es perversa,
para quien puede pagar bien,
por los servicios de los que se carecen,
en la despensa hogareña.
Porque, estando allí, la dama
de las alegrías será muy difícil,
desear regresar a atrás,
sin pasar la noche con la ebria
mujer que no (disimula), su maldad.
Mientras está con ella.
Allá fuera sé cierne la noche.
Y esta anda vestida como un gran lobo,
que no se saciará,
hasta haber devorado, todo el dinero,
de aquellos hombres que sudaran,
Sus lujurias en tan terrible estado etílico
que perderán hasta su nombre,
al ser exprimidos, por el placer.
Allí estará Incluida su vergüenza
y su triste humanidad.
Entonces, ya satisfechos y sin dinero, saldrán del lupanar, arruinados,
y otros, al mirarlos reirán, de ellos.
Quizás solo se gozarán al verlos
tan desnudos, de vergüenzas
y sé conocerá la verdad durante el día.
Y esta mostrará su rostro,
sin su máscara de perversidad.
Porque esta se mostrará a todos,
como una inocente niña,
que seducirá tu curiosidad.
Y allí volverás a sucumbir,
entre sus regazos tibios llenos,
de dulces amores, por cobrar.
Objiowillianbautista©
024032022🇩🇴
Foto escena en la calle.
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«Cómo no te voy a querer (o la micropolítica de las “barras”)», Pedro Lemebel.
Deshojadas del control ciudadano, las barras de fútbol desbordan los estadios haciendo cimbrar las rejas o echando por tierra las barreras de contención que pone la ley para delimitar la fiebre juvenil, la prole adolescente que se complicita bajo la heráldica de los equipos deportivos. Es así, que cada confrontación deja como resultado una estela de palos, piedras y vidrios rotos al paso atronador de La Garra Blanca y Los de Abajo; dos sentimientos de la hinchada pelotera que aterrorizan el relax de los hogares de buena crianza, con los ecos mongoles de la periferia.
Ambos fanatismos se descuelgan al centro desde la misma poblada, con el mismo vandalismo romántico que interviene el aparato regulador que sistematiza y acalla la euforia pendeja.
Los supuestos rencores entre las dos barras son vecinos que amortiguan las faltas económicas con el baboseo de la caja de vino compartida o en el vapor ácido de los pitos que corren en la brasa centella que dinamita la batalla. Pero más allá de la rivalidad por los goles o el penal a último minuto, ellos saben que vienen de donde mismo, se recuerdan yuntas tras la barricada antidictadura y están seguros de que la bota policial no hará diferencia al estrellarse en sus nalgas. Saben que en realidad se juntan para simular una odiosa oposición que convoca al verdadero rival; el policía, garante del orden democrático, que ahora arremete a lumazos en las ancas del poder.
Podría hablarse de estallidos juveniles que carnavalean su agosto bastardo gritando "te amo albo, te llevo en el corazón", en la piel, en la bulla de los chicos que no se cansan de entonar el "cómo no te voy a querer". A pesar del calor que cosquillea en la gota resbalando por la entrepierna ardiente, a pesar del pegoteo de torsos desnudos mojados por la excitación, los chicos se abrazan y estrujan estremecidos por el bombazo de un delantero que mete pelota rajando el himen del ano-arco. Entonces el gol es una excusa para sobajearse encaramados unos sobre otros, en la ola afiebrada que trepa las rejas que protegen la cancha.
Estas demostraciones juveniles ensordecen la pastoral democrática; son escaladas de péndex que exhiben en la marea delirante la erección del jean cortado a media pierna, a medio culo el tajo de la moda asoma una nalga morena, un trozo de muslo velludo que riega los estadios. Un desenfado donde nadie está seguro, porque la botella gira en el aire y puede reventar en la frente de cualquier hincha descuidado. Nadie está protegido, menos la loca de cintillo indio que haciéndose el macho, logró confundirse en el ondear de las banderas venteadas por los desalmados. Esa misma loca que odia el fútbol, que de chiquitita jamás pudo patear una pelota encumbrada en el imaginario frágil de sus tacos altos. Pero le ganaron las ganas de estar allí, en medio de tanto refregón, a la deriva de los cuerpos ensopados que descargan su potencia futbolera en el arrebato de un "te quiero adicto".
Mucho le costó llegar al centro de la barra, estar mecida por el maldito corazón en medio de las consignas. Pasó colada arqueando las piernas, dando unos cuantos empujones y ensuciándose la lengua con los "sí, pos loco", "chi la gueá" y otras tantas cosas del lunfardo pelotero. Pero al fin llegó y mientras finge mirar el partido siguiendo la pelota que rueda en el pasto, que rebota como todas las pelotas que saltan a su lado, jugosas en el nido peludo que acuna el baile. Mientras simula un traspié, un leve estrellón que la desequilibra para sujetarse de lo que está más a mano, del racimo humeante del péndex que hace rato la tenía cachuda. Y sólo esperaba el agarrón de la loca para gritar: "Aquí hay un maraco." Pareciera entonces que a la voz de maraco enmudece el estadio completo, la pelota se detiene en el aire justo antes de cruzar el travesaño y el alarido de gol queda colgando en la o sin alcanzar el triunfo de la ele. Los jugadores perplejos apuntan a la galería, al centro de la barra brava donde la loca aterrada se ha quedado sin habla. Como un sagrado corazón en espera del martirio. Con un calambre en la garganta que la hace vomitar el gol y la palabra esperada retiembla el coliseo, volviendo la salsa revoltosa a animar la galería.
Así, girada en la confusión, la loca sale de vuelo resbalada en la humedad de los abrazos. Se desliza casi espuma hasta los pasillos de acceso, donde los baños hierven de hombres en el amoníaco de los urinarios.
Allí ese olor familiar reaviva la sed carmesí de su boca chupona. Al amparo de las escrituras profanas, se relaja en el espejeo de los graffitis que oran mohosos: "Aquí se lo puse al albo", "La Garra lo chupa rico". En cada frase temblorosa se permean las ganas de encular al rival, de sentarlo machamente en la picota. Como si placer y castigo fueran un rito compartido, una metáfora inyectora que castiga premiando con semen las insignias del contrario.
Así, el ojo coliza recorre el muro, en cada dibujo apurado recorta apuntes y croquis fálicos como rosas de un papel mural sepiado por las huellas del orín. Flores de yodo rebanan el iris de la loca, alfabetizan su deseo en los signos desvaídos por la soledad del baño público. Una crónica voyeur que recoge su silabario aguaitando a través del agujero el baño contiguo. Mirando el chorro dorado de un hincha que expulsa la cerveza. Un péndex que también ha visto el lente de la loca congelado en su miembro. Ese ojo rubí que horada el muro con desespero. Entonces a una señal la loca se cambia de equipo, se mete en la caseta vecina donde el chico la espera agitando tarjeta roja entre las manos. Después la puerta cerrada es sorda a la bullanguera farra que persigue la pelota. Afuera el estadio estalla cuando un centro-foward zigzaguea la bola por la entrepierna, apenas la roza, la puntea, la baila en la pelvis, al pecho, la goza cabeceando y zoom mete cuerpo y balón en el hoyo del arco.
El "cómo no te voy a querer" es coreado a todo pulmón al terminar el partido y las dos barras se desgranan por la ciudad pateando las señales del orden, meándose en cada esquina donde la autoridad instaló cámaras para vigilar con ojo punitivo.
Marejadas en shorts y zapatillas rotas desafían la represión que silba en bombas lacrimógenas y carros lanza-aguas abollados por los peñascazos. Después la batahola se dispersa por las calles, entre los bocinazos, bombos y pitos que animan la salsa rockera de los locos. La cumbia picunche que menea el trasher al son del ya tan amado "cómo no te voy a querer", escrito en todas partes, voceado en las murallas por la lírica malandra de su ortografía. Una escritura itinerante del spray en mano, que marca su recorrido con la flechada gótica de los trazos. La gramática prófuga del graffiti que ejercita su letra porra rayando los muros de la ciudad feliz, la cara neoliberal del continente, manchada por el rouge negro que derraman los chicos de la calle.
A ver si los encuentran, a ver si los dirigentes del equipo se hacen cargo de sus desastres, después de que el alcalde los declaró peligro público, un mal ejemplo para la juventud que no se emborracha ni cae en las drogas. Nuestros muchachos de espíritu sano, de polera blanca y jeans recién planchados, empeñados en el servicio social, en pasear ancianos y sacar el barro de las inundaciones. Tan diferentes a la tropa delictual que descarriló un tren de puro gusto, por no querer seguir en la misma vía ordenada por los semáforos. Sólo bastó que a un loco se le ocurriera desenganchar el carro donde regresaban, después de un partido, para que todos se embalaran, de puro volados, sin ton ni son, vieron la locomotora alejarse sola por la línea ferroviaria, cagados de la risa, pensando en que el conductor estaba seguro de llevarlos por la aburrida senda del buen camino. Ellos que alguna vez soñaron con el trencito eléctrico de la infancia rica, por esa vez tuvieron un tren de verdad, para irse a Woodstock alejándose de los tierrales secos de la pobla, de la ley pisando los talones y siempre arrancando, toda la vida en apuros de colegio, cárcel y hospital.
Por eso se la creen amotinados, rebasando la nota armoniosa de la urbe civilizada. Se la creen borrachos moqueando la derrota y también borrachos celebrando el triunfo del equipo. Como una pequeña victoria de ángeles marchitos que siguen entonando la fiesta más allá de los límites permitidos, rompiendo el tímpano oficial con el canto tiznado que regresa a su borde, que se va apagando tragado por las sirenas policiales que encauzan el tránsito juvenil en las púas blindadas del ordenamiento. Autor: Pedro Lemebel
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cristinabcn · 6 months
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(vía La Aventura del Tango: De la mano del Lunfardo   )
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elmardenubes · 4 years
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El vino que sí
[Desafío: Escribir un cuento con un personaje de la provincia de Mendoza como protagonista, incluyendo al menos cinco palabras originarias del antiguo lunfardo mendocino.]
—Buenos días, señor. ¿Qué le puedo ofrecer?
—Cerrar la ventana, para empezar, que esto es una heladera y ando con chuchos.
—Está todo cerrado, señor, pero la tienda es toda de vidrio. Está diseñada por un conocido grupo de arquitectos…
—Ando buscando un vino —cortó en seco el viejo.
Esto va a ser divertido, me dije. Frené mi caminata hacia la salida de la tienda, fingiendo interesarme en una botella de Famiglia Bianchi que no podría comprar ni aunque ese mes me perdonaran el alquiler.
—Me imagino, señor. Es lo único que tenemos —soltó el chico, buscándome de cómplice con una sonrisa burlona. —¿Qué varietal le interesa?
—Tinto —le lanzó el viejo, sin movérsele un músculo de la cara.
—Varietal, señor —se rascó la sien en señal de impaciencia. —Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot... Usted sabe.
—No, no sé. Por eso no te solicité uno en especial, joven borrego —atónito, el muchacho se dio vuelta y comenzó a caminar tanteando los estantes repletos de etiquetas de todos los colores, mientras escuchaba resignado a su cliente. —Yo sé de muchas cosas, pero hay otro montón que no sé, entre esas, este tema de los varietales. Lo que sí sé es que me gusta el vino tinto, que entré en este sucucho y que vos sos el vendedor, así que algo tendrás para ofrecerme, ¿es así?
—Claro, señor, claro. Le recuerdo que está usted en la vinoteca más importante de la provincia, así que no sé a qué se refiere, pero será un placer guiarlo. Adelante.
Caminaron juntos hacia las primeras góndolas, insultándose uno al otro con los mejores modales del mundo. El cuadro era encantador y me instalé definitivamente, fingiendo perderme en un catálogo pesado de aburridas historias de enólogos.
Después de muchas vueltas, el anciano parecía caminar cada vez más encorvado y se apoyó en la barra de degustación a tomar un descanso. Giró su cabeza, me dirigió la mirada más amable y lanzó una carcajada de las que no se escuchan mucho en la calle.
—Un charleta. ¿A vos te parece? —reímos los dos y, a unos metros, el chico nos miraba, intentando con todas sus fuerzas ver lo que nosotros encontrábamos gracioso en esa situación.
—No sea malo con él —me animé, compadecida. —Está trabajando duro.
—Pensar que yo solo quería entrar a que algún cachiche me vendiera un vinito. ¡Nunca me imaginé cómo venía la mano! —siguió tentado de una risa tan contagiosa que  incluso el joven, que en ese momento llegaba hasta nosotros, sonrió de verdad. Sin preguntar nada, abrió una cava, destapó una botella y dispuso frente a nosotros tres copas impecables, dispuesto a todo. —Bueno, ahora sí estamos hablando. ¿Qué tenés ahí, nene?
—Este vino ícono es un tributo a su enólogo y mentor de este grupo de bodegas. Sienta sus bases en el Cabernet Sauvignon, con la expresión madura y especiada que este varietal logra en nuestros suelos pedregosos de San Rafael.
—¡Pero, qué cosas decís! Poneme un poco, así. A ver… ¡Directo al buche!
Viendo que el viejo se disponía a llevarse la copa, el chico lo detuvo en el acto como quien evita un horrible crimen.
—Por favor, paciencia. El vino se respira primero —metió la nariz en la copa y nos hizo una seña para que lo imitáramos. —¿Qué sienten?
El anciano me miró de reojo, conteniendo la risa.
—Señor, en el primer aroma se pueden identificar diferentes elementos. Sienta —respiró hondo en la copa, y empezó. —Frutos del bosque. Pétalos de rosa. Humo. ¿Qué más?
—¿Olor a vino?
—Le ruego que me siga, señor. He estudiado mucho tiempo esto. Las primeras impresiones son muy importantes.
—A ver, tomemos y nos contás las tuyas.
Los tres impacientes sorbimos un trago y nos quedamos mirándonos.
—La primera vez que aspiré este aroma, quedé admirado por la complejidad y estructura de este ejemplar único. Realmente, le hace honor a su historia.
—¿Cuánto duele? —arrojó el abuelo, apurando el final.
—¿Cómo dice?
—Que cuanto va a costarme. Más, menos. ¿Doscientos? ¿Quinientos?
—Mil ochocientos pesos argentinos —se rindió el joven.
El hombre comenzó a reír tan fuerte que temimos por su salud por un instante. —¡Pero eso es para todos esos gringos, que vienen acá a gastarse lo que les sobra! Dame uno de precio mendocino. ¿Cuál tenés de quinientos para abajo?
El muchacho escuchaba horrorizado y revisaba la lista de artículos por el precio, como sabemos que prohíbe el juramento de sommeliers. Eligió y entregó finalmente un lindo ejemplar a su cliente, explicando nada más que el puro precio de cuatrocientos setenta pesos.
—Gracias.
—Vuelva usted cuando guste. Aquí tenemos vinos que sí...
—Dejate de huevadas, pibe. El vino que sí, ¿sabés cuál es? El que tomás con amigos —se alejó saludando y riendo a viva voz—. Siempre y cuando no cueste mil ochocientos pesos, claro…
Joven Borrego le devolvió el saludo, tieso, y ese día aprendió más que en toda la carrera universitaria.
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hinokikinoki · 7 years
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Deshojadas del control ciudadano, las barras de fútbol desbordan los estadios haciendo cimbrar las rejas o echando por tierra las barreras de contención que pone la ley para delimitar la fiebre juvenil, la prole adolescente que se complicita bajo la heráldica de los equipos deportivos. Es así, que cada confrontación deja como resultado una estela de palos, piedras y vidrios rotos al paso atronador de La Garra Blanca y Los de Abajo; dos sentimientos de la hinchada pelotera que aterrorizan el relax de los hogares de buena crianza, con los ecos mongoles de la periferia. Ambos fanatismos se descuelgan al centro desde la misma poblada, con el mismo vandalismo romántico que interviene el aparato regulador que sistematiza y acalla la euforia pendeja. Los supuestos rencores entre las dos barras son vecinos que amortiguan las faltas económicas con el baboseo de la caja de vino compartida o en el vapor ácido de los pitos que corren en la brasa centella que dinamita la batalla. Pero más allá de la rivalidad por los goles o el penal a último minuto, ellos saben que vienen de donde mismo, se recuerdan yuntas tras la barricada antidictadura y están seguros de que la bota policial no hará diferencia al estrellarse en sus nalgas. Saben que en realidad se juntan para simular una odiosa oposición que convoca al verdadero rival; el policía, garante del orden democrático, que ahora arremete a lumazos en las ancas del poder. Podría hablarse de estallidos juveniles que carnavalean su agosto bastardo gritando "te amo albo, te llevo en el corazón", en la piel, en la bulla de los chicos que no se cansan de entonar el "cómo no te voy a querer". A pesar del calor que cosquillea en la gota resbalando por la entrepierna ardiente, a pesar del pegoteo de torsos desnudos mojados por la excitación, los chicos se abrazan y estrujan estremecidos por el bombazo de un delantero que mete pelota rajando el himen del ano-arco. Entonces el gol es una excusa para sobajearse encaramados unos sobre otros, en la ola afiebrada que trepa las rejas que protegen la cancha. Estas demostraciones juveniles ensordecen la pastoral democrática; son escaladas de péndex que exhiben en la marea delirante la erección del jean cortado a media pierna, a medio culo el tajo de la moda asoma una nalga morena, un trozo de muslo velludo que riega los estadios. Un desenfado donde nadie está seguro, porque la botella gira en el aire y puede reventar en la frente de cualquier hincha descuidado. Nadie está protegido, menos la loca de cintillo indio que haciéndose el macho, logró confundirse en el ondear de las banderas venteadas por los desalmados. Esa misma loca que odia el fútbol, que de chiquitita jamás pudo patear una pelota encumbrada en el imaginario frágil de sus tacos altos. Pero le ganaron las ganas de estar allí, en medio de tanto refregón, a la deriva de los cuerpos ensopados que descargan su potencia futbolera en el arrebato de un "te quiero adicto". Mucho le costó llegar al centro de la barra, estar mecida por el maldito corazón en medio de las consignas. Pasó colada arqueando las piernas, dando unos cuantos empujones y ensuciándose la lengua con los "sí, pos loco", "chi la gueá" y otras tantas cosas del lunfardo pelotero. Pero al fin llegó y mientras finge mirar el partido siguiendo la pelota que rueda en el pasto, que rebota como todas las pelotas que saltan a su lado, jugosas en el nido peludo que acuna el baile. Mientras simula un traspié, un leve estrellón que la desequilibra para sujetarse de lo que está más a mano, del racimo humeante del péndex que hace rato la tenía cachuda. Y sólo esperaba el agarrón de la loca para gritar: "Aquí hay un maraco." Pareciera entonces que a la voz de maraco enmudece el estadio completo, la pelota se detiene en el aire justo antes de cruzar el travesaño y el alarido de gol queda colgando en la o sin alcanzar el triunfo de la ele. Los jugadores perplejos apuntan a la galería, al centro de la barra brava donde la loca aterrada se ha quedado sin habla. Como un sagrado corazón en espera del martirio. Con un calambre en la garganta que la hace vomitar el gol y la palabra esperada retiembla el coliseo, volviendo la salsa revoltosa a animar la galería. Así, girada en la confusión, la loca sale de vuelo resbalada en la humedad de los abrazos. Se desliza casi espuma hasta los pasillos de acceso, donde los baños hierven de hombres en el amoníaco de los urinarios. Allí ese olor familiar reaviva la sed carmesí de su boca chupona. Al amparo de las escrituras profanas, se relaja en el espejeo de los graffitis que oran mohosos: "Aquí se lo puse al albo", "La Garra lo chupa rico". En cada frase temblorosa se permean las ganas de encular al rival, de sentarlo machamente en la picota. Como si placer y castigo fueran un rito compartido, una metáfora inyectora que castiga premiando con semen las insignias del contrario. Así, el ojo coliza recorre el muro, en cada dibujo apurado recorta apuntes y croquis fálicos como rosas de un papel mural sepiado por las huellas del orín. Flores de yodo rebanan el iris de la loca, alfabetizan su deseo en los signos desvaídos por la soledad del baño público. Una crónica voyeur que recoge su silabario aguaitando a través del agujero el baño contiguo. Mirando el chorro dorado de un hincha que expulsa la cerveza. Un péndex que también ha visto el lente de la loca congelado en su miembro. Ese ojo rubí que horada el muro con desespero. Entonces a una señal la loca se cambia de equipo, se mete en la caseta vecina donde el chico la espera agitando tarjeta roja entre las manos. Después la puerta cerrada es sorda a la bullanguera farra que persigue la pelota. Afuera el estadio estalla cuando un centro-foward zigzaguea la bola por la entrepierna, apenas la roza, la puntea, la baila en la pelvis, al pecho, la goza cabeceando y zoom mete cuerpo y balón en el hoyo del arco. El "cómo no te voy a querer" es coreado a todo pulmón al terminar el partido y las dos barras se desgranan por la ciudad pateando las señales del orden, meándose en cada esquina donde la autoridad instaló cámaras para vigilar con ojo punitivo. Marejadas en shorts y zapatillas rotas desafían la represión que silba en bombas lacrimógenas y carros lanza-aguas abollados por los peñascazos. Después la batahola se dispersa por las calles, entre los bocinazos, bombos y pitos que animan la salsa rockera de los locos. La cumbia picunche que menea el trasher al son del ya tan amado "cómo no te voy a querer", escrito en todas partes, voceado en las murallas por la lírica malandra de su ortografía. Una escritura itinerante del spray en mano, que marca su recorrido con la flechada gótica de los trazos. La gramática prófuga del graffiti que ejercita su letra porra rayando los muros de la ciudad feliz, la cara neoliberal del continente, manchada por el rouge negro que derraman los chicos de la calle. A ver si los encuentran, a ver si los dirigentes del equipo se hacen cargo de sus desastres, después de que el alcalde los declaró peligro público, un mal ejemplo para la juventud que no se emborracha ni cae en las drogas. Nuestros muchachos de espíritu sano, de polera blanca y jeans recién planchados, empeñados en el servicio social, en pasear ancianos y sacar el barro de las inundaciones. Tan diferentes a la tropa delictual que descarriló un tren de puro gusto, por no querer seguir en la misma vía ordenada por los semáforos. Sólo bastó que a un loco se le ocurriera desenganchar el carro donde regresaban, después de un partido, para que todos se embalaran, de puro volados, sin ton ni son, vieron la locomotora alejarse sola por la línea ferroviaria, cagados de la risa, pensando en que el conductor estaba seguro de llevarlos por la aburrida senda del buen camino. Ellos que alguna vez soñaron con el trencito eléctrico de la infancia rica, por esa vez tuvieron un tren de verdad, para irse a Woodstock alejándose de los tierrales secos de la pobla, de la ley pisando los talones y siempre arrancando, toda la vida en apuros de colegio, cárcel y hospital. Por eso se la creen amotinados, rebasando la nota armoniosa de la urbe civilizada. Se la creen borrachos moqueando la derrota y también borrachos celebrando el triunfo del equipo. Como una pequeña victoria de ángeles marchitos que siguen entonando la fiesta más allá de los límites permitidos, rompiendo el tímpano oficial con el canto tiznado que regresa a su borde, que se va apagando tragado por las sirenas policiales que encauzan el tránsito juvenil en las púas blindadas del ordenamiento.
Cómo no te voy a querer (o la micropolítica de las “barras”), Pedro Lemebel.
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flaviatomaello · 2 years
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Escritor y productor cultural, fundador de Tamada, un emprendimiento que ayuda a extranjeros a reubicarse en nuestro país, y líder de LCC, una consultora para marcas de lujo, Clément le Coz en su primer libro, Ma vie à Buenos Aires, ha intentado recrear al clásico dandy francés, atractivo, con resplandor en la sonrisa, portador de una aparente sencillez, pero densidad profunda y estilo cercano. Ese es el espíritu de este inmigrante parisino que escarbó en la ciudad con la hondura culta de un artesano en la raíz misma del ser porteño (y aledaños). Radicado en la Argentina desde hace 10 años, su libro es una consecuencia natural de sus andanzas, atravesadas por una lente que le ha puesto glamour a lugares chic y los personajes que forman parte de la escena cultural, estética y poética de la ciudad. Clément logra con soltura aplicar el gusto curado de un francés, que aplicó el cernidor del ojo bien entrenado para lanzar recomendaciones culinarias, elegir una bota cómoda y eterna, detectar la virtud de un buen libro y aprender los modismos del lunfardo que acompañan la vida de amigos y asado. De la mano de elecciones afines a su garbo, le Coz se codea en imagen y texto con el chef Francis Mallmann, el aroma inventado por Julian Bedel, el alma del asado nacional: Pablo Rivero o el embajador Archibaldo Lanús. Te cuento de su nuevo libro en mi #reportaje de #LaNacionRevista @clemlecoz #libro #arte #periodismo #cronica #entrevista #journalist #FlaviaTomaello
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prodmena · 3 years
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Toda (remix) parte 2 | ot7 x reader.
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✧ Ambientada en Argentina, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: [leer parte 1] El plan era continuar con la culturización argentina de tus amigos, mostrándoles la experiencia completa y, en el camino, completar la ronda. O, probar otro tipo de noche argentina con tus amigos del otro lado del mundo, donde todo se siente y se acentúa más.
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Cuando el sol comenzó a reflejarte en la cara no tardaste en darte cuenta de que no estabas en una habitación, desde entonces tuviste muy poco tiempo para procesar las últimas diez doce horas de tu vida cuando una mano en tu cintura te apretó hacia un pecho desnudo.
La humedad entre tus piernas no te dejaba ni si quiera pensar en que todo lo que había pasado era un sueño, y la necesidad de al menos ducharte crecía con cada segundo de conciencia. Cuando te fijaste ya eran las cinco de la tarde, y Taehyung dormía a tu lado como si apenas fueran las cinco de la mañana.
Después de una rápida ducha, inusualmente relajante como todas las que suelen pasar después de un sábado a la noche, te encontraste con que tenías que volver a ponerte tu ropa de la noche, porque así funcionaba, y no ibas a salir de un hotel con la ropa de tu supuesto amigo con zapatos taco alto en tu mano.
“¿Es necesario?” Lo escuchaste decir a Tae mientras te terminabas de vestir. Para lo único que se había movido era para apoyar la cabeza en contra del respaldo.
“El tema no es si es necesario o no, tengo compromisos”.
“Pregunto, ¿es necesario hacer una joda hoy? ¿No están todos con resaca?”
Porque eso era, la experiencia completa de estar un fin de semana en Argentina. Además de los boliches, cuando estabas en secundaria y en tus primeros años de universidad existían estas reuniones multitudinarias en un punto en común con todos tus amigos y gente que nunca en tu vida habías visto, con la consigna de que cada uno lleve su alcohol, el anfitrión se encargaba de la música, el hielo y el lugar, y duraban más que un boliche. Popularmente conocidas como joda.
Era una casualidad que la residencia que eligieron los mayores para quedarse en las vacaciones tenga pocas restricciones y esté en un área donde sean poco probable las quejas por ruidos molestos, y pensaste, ¿qué mejor que un lugar que realmente no le pertenece a nadie, donde todo lo roto puede reponerse con tan solo pagar sin tener que soportar a nadie más quejarse por ello por los próximos tres meses? Con la libertad de todas las habitaciones de la casa disponible, era la mejor idea que podías haber propuesto para terminar los festejos de tu bienvenida.
Así que ese era el plan, invitar gente, la única etiqueta era que el alcohol no falte y empapar a tus amigos del otro lado del globo en tu cultura de fiesta.
“La diversión es probar la resistencia” le dijiste, con un guiño sacando una sonrisa ladeada de su cara.
“Podríamos quedarnos aquí todo el día y no hacer nada… O, bueno”.
“Tenemos que comer, al menos, y no puedo, tengo que ir, en serio”.
“Podría comerte a vos, y viceversa, y con eso estamos” la seriedad en su tono de voz contrastaba totalmente con su sonrisa y ceja levantada, era mucho.
“¡Taehyung!”
“Okay, okay, te dejo ir, nos vemos más tarde”.
“Me voy, nos vemos más tarde”.
Lo viste tirarte un beso al aire antes de darte vuelta y abrir la puerta. No darle más vueltas al tema en tu cabeza era cuestión de simplemente enfocarte y seguir caminando, ahora, había tanto en lo que tenías que enfocarte, tantas cosas por hacer antes de que sea completamente tarde. Tu plan, en definitiva, no era despertarte a esa hora y mucho menos estar yéndote de un hotel a las seis de la tarde con tu ropa de la noche anterior y zapatos en mano.
Por supuesto, apenas se abrieron las puertas del ascensor dos ojos grandes y brillosos te encontraron del otro lado, escaneándote silenciosamente con una sonrisa torcida.
“Jungkook”.
“Hola linda, todavía estás aquí” mencionó, mientras te veía entrar al ascensor con él. “¿Dormiste bien? ¿Cómo estás?”
Y quizás podría ser una resaca tardía, o el mareo del ascensor, pero estaba más y más cerca con cada palabra, hasta el punto de sentir su colonia a través del aire.
“Sí, pude descansar” le contestaste, sin romper el contacto visual.
“¿Cómo estás? ¿Estás bien?” Repitió la pregunta que no obtuvo respuesta, y esta vez sí estiró una mano para pasar el dorso de su mano por un costado de tu cara, y era por estar hiper consciente de cada uno de sus movimientos, pero sentiste hasta como su pulgar terminaba de delinear las terminaciones de tu cara mientras hablaba. “¿Bien?”
Las palabras no salían, así que optaste por asentir con la cabeza. Su mirada era hipnotizante, por decir al menos, y con cada paso más cerca tuyo podías ver detalladamente cómo se oscurecía, más y más.
Jungkook cerró la distancia entre sus cuerpos para pasar un brazo sobre tu cintura y estirarse un poco más, apretando los botones correspondientes y finalmente dándole inicio al ascensor para moverse. Pero no se movió, y con la cercanía podías sentir como su presencia quemaba en tus pulmones.
“No puedo tener suficiente de vos…” casi susurró, como si nadie más que vos estuviera destinado a escuchar eso “¿puedo besarte?”
¿De dónde lo habías sacado? Honestamente, si lo hubiera hecho simplemente, te ahorrarías el ver una sonrisa torcida al notar el color rojo en tus mejillas al momento de contestar. Que insoportable. Y completamente a propósito.
“Sí”.
La risita que escuchaste de él se quedó completamente ahogada entre ambos cuando él cerró la distancia esta vez de sus labios, lento, tierno, casi como si estuviera pidiendo permiso de nuevo.
Realmente, después de la previa anoche, no tuvieron otra oportunidad para estar juntos entre tanto que estaba pasando, y de repente… Ya nada más que Jungkook, su boca, sus manos, su respiración pesada y la pierna que se abría paso entre las tuyas para hacerse lugar contra la pared del ascensor ocupaba tu mente. Era él, por todas partes.
El beso se acentuaba conforme el número arriba de tu cabeza en el ascensor decrecía, y cuando su lengua se abrió paso por tu boca rogaste que el ascensor siga para siempre y nunca se detenga, porque en ese momento nada podría llegar a ser más importante que él y la forma en la que exploraba tu boca con una habilidad impresionante.
En ningún momento se separaron, cuando quiso separarse lo pegaste más a tu cuerpo agarrándote de su remera, estirándola con una desesperación imposible, porque besar a Jungkook era eso, embriagarte en él y querer más y más.
Sus manos estaban en todos lados, en tu cara, en tu cuello, en los costados de tu pecho, en tu cintura, en tu culo, en tus brazos, de nuevo en tu cara, en tu nuca, agarrándote firme cuando intentaste tomar un poco de aire, te estaba consumiendo y lo ibas a dejar.
Lo ibas a dejar si el ascensor no hubiera sonado para avisar que estaban en el piso inferior, y al mismo tiempo que las puertas se abrieron sus labios se separaron. Las manos de Jungkook volvieron a tu cara, delineando con ambos pulgares los costados de tu boca mientras él se lamía los labios, nunca rompiendo el contacto visual. Antes de que lograras recuperar completamente la respiración se volvió a acercar, esta vez para dejar un casto beso en la punta de tu nariz.
“Cuidate hermosa ¿sí? Nos vemos en un rato”. Y el hecho de que te haya acomodado el pelo mientras te lo decía no tenía nada que ver de que no seas capaz de verbalizar una respuesta y simplemente sonreírle y asentir de despedida.
Cuando por fin dejaste el ascensor no te perdiste la forma en la que los espejos luchaban para recobrar la claridad por la humedad que se había pegado en ellos. Entonces el calor no estaba solamente en tu cabeza. Bien
Lo último que necesitabas ver mientras te aproximabas a tu casa era una figura sentada en el cordón de la calle al frente de tu casa, esperando a que llegues. Con todo lo que estaba pasando por tu cabeza no se te ocurrió darle una vuelta de más al hecho de que tenías veinte llamadas perdidas de Santiago cuando por fin te despertaste. Y no fue hasta verle la cara una vez debajo de Uber que recordaste lo que había pasado segundos antes de que te duermas.
“Necesitamos hablar, amor”.
“No me digas así, y no, vos y yo no tenemos nada de qué hablar”.
“¿No dormiste en tu casa?”
Lo miraste, incrédula. A esta altura del partido no podía seguir preguntando cosas a las que ya sabía la respuesta, siempre buscando lo peor de vos.
“¿Viniste a reclamarme? Si estás aquí para eso no tengo tiempo, tengo cosas que hacer, déjame pasar”. Porque, por si fuera poco, después de un larguísimo día, estaba el tarado de tu ¿ex? bloqueándote el paso por la puerta de tu casa.
“No, no, escúchame, soy un imbécil–“
“Chocolate”.
"Dejame terminar”. No pudo evitar levantar la voz, pero en segundos recobró la compostura, quizás un segundo más tarde porque ya se había ganado una de tus miradas.
“Bueno”.
“Yo te amo, realmente quiero estar con vos y estoy dispuesto a perdonarte todo lo que me hiciste, pero por favor–“
“Yo no quiero que me perdones”.
“Amor… Lo que digo es, podemos arreglar esto, en tanto y en cuanto dejes de verte con ellos, es lo único que pido, y si me amas, vas a hacer esto por mí”.
Definitivamente el dolor de cabeza era resaca tardía esta vez, era imposible lo que estabas escuchando. Desde el segundo en el que quiso siquiera pensar en que iba a ponerte una mano encima eso estaba terminado para vos, pero era en cierto punto gracioso ver como él no se daba cuenta de nada de eso al tener el atrevimiento de plantarse en la puerta de tu casa, hacerte una escena, tratarte como si vos hubieras estado en lo malo, y pretender que te reduzcas simplemente a un perdón y a acatar órdenes. ¿Qué mierda?
La risa irónica que se te escapó al hablar era inevitable.
“Estas completamente demente, llegar a mi casa y pedirme esto, cuando yo creí haber sido clara cuando te amenacé con llamar a los policías que no quería tener nada que ver con vos. Increíble”.
“Pero…”
Te hiciste lugar entre su cuerpo y la puerta para poder abrirla por fin y plantarte adentro, desde la seguridad de un marco entre ustedes, decidiste ser más clara esta vez.
“Por si te quedan dudas, vos y yo terminamos, no te quiero ver, y si me disculpas, tengo turnos que completar”.
Y un portazo amortiguando los gritos del otro lado.
Compromisos son compromisos. Y vos estabas comprometida a una cosa esa noche. O bueno, con la más importante, y esa era terminar con el fin de semana que habías planeado para tus amigos. Eso incluía una pequeña previa de comida, ustedes ocho y una picada antes de que llegue el resto. Introducirles el concepto no fue difícil, había cosas similares al otro lado del mundo, lo único malo era que eras la única que sabía cómo prepararla.
Cuando Namjoon, Hoseok y Yoongi te avisaron que iban a comprar bebidas y el hielo, te aseguraste de que sepan a donde tenían que llegar y cómo encontrar las cosas, una vez que sí estabas segura de que sabían cómo desenvolverse al menos con el nombre de las cosas que estaban buscando los dejaste para dedicarte de lleno a preparar la comida para esa noche.
Estaba planeado para que los invitados empiecen a llegar un rato después de que terminen de comer, dejándote el tiempo necesario para preparar la cena y compartir un rato totalmente no incómodo entre los ocho.
Sabías que Seokjin había quedado en la casa, según sus palabras, era quién más tardaba en prepararse y prefería ocupar ese tiempo para sí mismo, obvio, después de eso, ya estabas planeando los mil y un chistes que le ibas a hacer una vez que vuelva a la sala.
Era obvio que en el momento que escuchaste música del otro lado de la pared era él. El volumen no estaba alto, seguramente era para ambientar el lugar, o para disfrutar mejor el preparase, no pensaste mucho al respecto y continuaste con tu tarea.
No lo escuchaste entrar, así que no era de extrañarse el pequeño susto que te llevaste al sentirlo detrás tuyo.
Tampoco era la primera vez que te encontrabas acorralada en contra de esa mesada, esta vez con tus manos ocupadas en la labor de preparar todo para más tarde. Por la posición en la que se había acercado a vos no hiciste más que levantar la cabeza sobre el hombro y hacer contacto con la media sonrisa de Jin, observando cada uno de tus movimientos.
Con el pelo húmedo y gotas de agua corriendo por su nuca, lo sentiste arrimarse más a vos para ver todo lo que habías estado haciendo y, seguramente era la cercanía o el momento, pero agradeciste con todo en vos que esté recién salido de la dicha vestido. La simple imagen en tu cabeza de Jin paseándose con más de lo necesario mostrándose a tu alrededor era demasiado para soportar a estas alturas.
“Si quieres comer algo de esto tienes que esperar” le dijiste, volviendo a enfocarte en tu tarea.
“Okay” contestó, pegando su cuerpo un poco más al tuyo, todavía observando. “¿Cómo estás?”
“Bien, gracias por preguntar, ¿vos cómo estás?”
Cuando se movió para acomodar una de sus manos al costado de tu cintura lo sentiste, apoyándose contra uno de tus muslos, estaba semi duro, y por la posición no podrías haberte dado cuenta de no estar hiper consciente de su presencia alrededor tuyo. Podría ser por tantas cosas, la posición, la música de fondo, la tela fina del vestido que elegiste para esa noche…
Y estarías loca si no aprovechabas esa oportunidad.
“¿Seokjin estás d–?”
“Mira, te juro que no es mi intención” se apresuró en contestar, apartándose un poco de la mesada y dándote espacio para darte vuelta y confrontarlo con una ceja levantada, te encantaba sacarlo de su zona de confort, “pero con todo lo que estuvo pasando, es eso creo, mi cabeza no me deja en paz”.
Con tu tarea olvidada a tus espaldas te acercaste los pasos que él había puesto entre ustedes. No te perdiste la mención de que él también sabía todo lo que había pasado, e hiciste una nota mental al respecto, dejándola ahí para después. Ahora, había cosas más importantes a las que prestarle atención.
“Tu cabeza no te deja en paz…” repetiste, dándole otro tono a la frase, “¿qué tienes en mente Seokjinnie? ¿Tienes… algo que quieras hacer en este momento?”
“Obvio que sí”.
“¿Qué quieres hacerme?” Empujarlo hasta el borde nunca no era divertido, cuando estaban los ocho reunidos haciendo absolutamente nada, tirar uno o dos comentarios y ver como sus orejas se enrojecían y se molestaba al momento de contestar, era un juego entre ambos que habían tomado conforme pasaban los meses. Pero esta vez… No había vergüenza en la forma en la que contestaba, se había convertido en pura determinación, y un poco de destello juguetón que rara vez tenías la oportunidad de ver.
“Quiero hacerte sentir bien, quiero tenerte toda para mí mientras el tiempo me alcance y…” estaba imposiblemente cerca, cada vez más inclinado para igualar las alturas de sus rostros “quiero besarte, y todo lo demás, si me dejas, ahora mismo”.
“¿Ahora? ¿Aquí?” Intentaste seguir el juego, pero la mirada clavada en tu cara te indicaba la seriedad del momento, su respiración chocando con tu cara te dio la pauta de que era en ese momento, los dos solos.
Y si esa noche saliste de tu casa, arreglada y preparada para continuar con lo que habías empezado la noche anterior, nadie se tenía que enterar.
Sin mediar palabra levantaste los brazos para rodear el cuello de Jin con ellos y cerrar la distancia entre sus labios, con un beso profundo y casi hambriento “sí, por favor, sí”. Si no se estuvieran comiendo mutuamente en ese momento, te habría dado vergüenza lo mucho que se podía escuchar la necesidad en tu tono de voz.
Sus manos no tardaron en cerrarse alrededor de tu cintura, acariciando lentamente la zona a través del vestido mientras profundizaba más y más el beso. Fue cuando empezó a explorar más de tu cuerpo con sus manos que se dio cuenta, al momento de pasar una mano por tus caderas y más abajo, que no tenías ningún tipo de ropa interior debajo del vestido.
Con apenas unos centímetros de distancia entre ustedes dos, Seokjin te habló “¿en serio? ¿absolutamente nada abajo?”
Sonreíste, encogiendo un hombro indicando que realmente no era para tanto. Pero, al segundo que sentiste y escuchaste la nalgada, todo tu cuerpo reaccionó ante eso.
Realmente no era ese el por qué decidiste no usar nada debajo, pero en ese momento recordaste todas las veces en las que, en medio del juego de empujar a Jin hacia el borde de sus límites, cada vez que decías algo mucho más sucio de lo que estaban acostumbrados te ganabas una nalgada de su parte. Empezó como un accidente, la primera vez fue casi como un reflejo, una forma de decirte “ya basta” entre risas, y después de asegurarle que estaba completamente bien, se volvió una especie de chiste interno, encontrándose a veces en el medio de la sala de alguna de sus casas, rodeando o el sillón o la mesa, vos desarmada entre risas intentando preservarte después de decir algo completamente fuera de lugar y Seokjin del otro lado intentando alcanzarte para acompañar el regaño con una nalgada de correctivo.
Esta vez, te dejó sin aire, y podías jurar que con esa simple acción estabas lista en segundos para él.
Ambas manos se cerraron nuevamente en tu cintura, esta vez más firme y te dio vuelta, enfrentándote una vez más con el mármol de la mesada, mientras que él se apretaba a tu espalda.
“No puedo creerlo…” casi susurró en tu oído, mientras que con una de sus manos refregaba sobre la zona que recibió la nalgada. “Ahora, tienes que terminar de cocinar ¿no?, yo me encargo del resto”.
Si este era el juego que quería jugar, estabas dispuesta a complacer, siendo tu cuerpo manejado con tanta facilidad entre sus manos, casi parecía como si no fuera la primera vez que lo estuviera haciendo.
Ambas de sus manos subieron por los costados de tu cintura, tortuosamente lento, quizás intentando no distraerte mientras manipulabas un cuchillo picando el apio para la salsa. No se daba una idea de lo que costaba concentrarse para no rebanarte un dedo en ese momento. Estabas dispuesta a jugar, no a volverte loca entre sus brazos.
Sus manos llegaron a la altura de tus pechos, rodeándolos y rozando con la punta de sus dedos tus pezones, ya absolutamente notorios a través de la tela por la cantidad de escalofríos que toda la situación desprendía de vos. Cuando terminaste con el apio, sus manos ya estaban viajando sobre la porción de vestido que cubría tu abdomen, tortuosamente lento hacia abajo, hasta que llegó a tu monte de venus, deteniéndose brevemente para llevar una de sus manos a tu boca, manteniendo la otra ahí.
“Abrí”.
Le hiciste caso, salivando más de lo normal, no tardaste en empapar dos de sus dedos, y lo siguiente que supiste fue su mano explorando los pliegues de tu vagina y complementando la humedad de la zona con sus dedos también empapados.
Fue imposible contener los gemidos que salían de tu boca, y te aplaudiste mentalmente por esta vez no usar ropa interior y un vestido suelto, completamente accesible para situaciones como estas, completamente–
Un dedo adentro, y su mano libre acariciando lentamente una de tus nalgas, despojándola lentamente de la fina tela que las cubría. Combinando los movimientos lentos entre ambas manos, su boca se acercó a tu cuello y utilizó sus labios para recorrer suavemente la extensión de este. Hiciste la cabeza a un lado, dejándole lugar para hacer lo que se le plazca, y ante esta invitación no dudó ni dos segundos en conectar sus labios más profundamente con tu piel, succionando y besando la zona. Y era demasiado, tortuosamente lento cada uno de sus movimientos que sentías que hace horas estaban en la misma posición.
Fue sutil, la forma en la que tu vientre bajo se contraía y tus manos se aferraban con fuerza al mármol, la primera ola de tu orgasmo pasó tan rápido como llegó, dejándote con problemas para recuperar la respiración, incluso en la posición que estabas.
Cuando se separó de tu cuello y sentiste una de sus manos abandonar tu cuerpo, la seguiste hacia la parte trasera de sus pantalones. Por supuesto, pensaste, que iba a entrar en la cocina con un condón en el bolsillo de su jean. Le tomaste el brazo con firmeza mientras utilizabas la otra mano para estabilizarte contra la mesada, tarea que ahora parecía más que complicada.
“Quiero sentirte”.
En ese momento, por sobre tu hombro lo viste, su mirada determinada oscureciéndose en deseo, fue como si hubieras apretado en los botones, dándole el permiso de hacerte todo lo que tenía en mente.
Se sacudió tu mano de su brazo rápidamente para utilizar esa mano libre y pegarte una nalgada de correctivo, era demasiado, pero esta vez él no se iba a resistir. Con esta misma mano posicionó ambas de las tuyas sobre el mármol a la altura de tu abdomen y apresándolas ahí. La otra mano, supusiste, estaba desabrochando su pantalón y liberando su miembro. Lo confirmaste cuando sentiste algo suave golpear en tu espalda baja.
Volvió a posicionar su mano entre tus pliegues, y te diste cuenta de que estaba utilizando tu humedad como lubricante cuando a los segundos la apartó y se estimuló un par de veces antes de posicionarse en tu entrada. Con uno de sus pies te indicó que separes más tus piernas para acomodarse mejor, y cuando sentiste la punta de su miembro tentar sobre tu entrada, supiste que en ese momento estabas completamente jodida.
Te iba a arruinar.
Con su frente apoyada en la parte superior de tu cabeza, sentiste cada centímetro de él entrar en vos, sin perder el paso lento que llevaba con todo esto, lo hacía todo mucho más provocador. En segundos te iba a tener suplicando por más, y algo en vos se inclinaba a pensar que él lo sabía.
Una vez que su pelvis se pegó a tu cuerpo, se detuvo completamente, tomándose unos segundos para repartir besos en la parte descubierta de tu espalda. Tus pulmones, a estas alturas, parecían completamente inútiles, no cumpliendo completamente la función de procesar el aire de la habitación, dejándote solo con respiraciones entrecortadas.
“Decime…” Seokjin no estaba mucho mejor, y mientras se las arreglaba para pronunciar cada palabra podías sentir como se alejaba, sacando su extremidad casi por completo de vos, “decime que sos mía, ahora”.
Y una embestida profunda, haciéndote sentir esa leve sospecha de que tus pulmones no funcionaban correctamente más como un hecho de que no estaban funcionando para nada. Con una sensación de estar completamente llena de él, intentaste, dos, tres veces hablar.
“So– Soy… Haceme tuya”.
Nuevamente era como jugar a apretar todos sus interruptores, porque tras tus palabras en segundos estaba embistiendo contra vos, inclinándote un poco sobre la mesada, recibiendo una y otra vez su miembro, sintiendo como eso dentro tuyo se construía con escalofríos tras cada embestida, definitivamente era mucho más largo que el promedio, teniéndote segura de que llegaba a lugares que nunca nadie había llegado.
Si tenías dudas de que la noche de anoche iba a dejar marcas en tu cuerpo, el agarre firme de su mano en tus caderas para mantenerte en lugar tras cada embestida te dejaba la certeza de que iban a quedar marcadas hasta sus huellas digitales en tu piel.
Intentaste con todas tus fuerzas contener cada gemido y exclamación que se escapaba de vos, pero con cada sonido sus embestidas aceleraban el paso, y te llevaba al borde de la locura porque no era necesario pedir más, bastaba con gemir alguna aproximación a su nombre y cada embestida seguía a la otra con mucha más potencia. 
Cuando liberó tus manos para estabilizarse él mismo aprovechaste para utilizarlas de soporte, la fuerza con la que arremetía contra tu cuerpo no hacía más que sacudir tu cuerpo, y necesitabas mucho más que el apoyo de tus piernas en ese momento. 
Una vez establecido el ritmo se aventuró a recorrer tu cuerpo con su mano libre entre embestida y embestida, llegando finalmente a la parte baja de tu abdomen, apoyando su palma en tu monte de venus y utilizando sus dedos para jugar con tu clítoris, demasiado suave contrastando la fuerza con la que sus caderas arremetían contra tu cuerpo.
Decir que la humedad recorriendo a través de tus piernas no eran un indicativo de los ruidos húmedos que provocaban sus cuerpos al chocar era una completa mentira, y mientras más te estimulaba, menos podías sentir como las partes de tu cuerpo respondían.
Volvió a conectar sus labios con la parte trasera de tu cuello al mismo momento en el que la segunda ola de tu orgasmo llegaba, sacándote gritos de “no pares” una y otra vez mezcladas con el nombre de Seokjin. Agradeciste en ese momento a su mano agarrando firmemente una de tus nalgas, y a los apoyos de tus manos sobre la mesada, porque mientras te cogía a través de tu segundo orgasmo, tus piernas dieron de sí y lo único que te sostenía era su cuerpo contra el tuyo.
Las sacudidas involuntarias de tu cuerpo hacían casi imposible la tarea de sostenerte sobre tus pies, y cuando la punta de sus dedos recorrió lentamente tu clítoris al retirar su mano de la zona, tus piernas empezaron a temblar, provocando que se detenga casi por completo, quedando con su miembro adentro tuyo y dándote la oportunidad de recuperar la respiración.
Con lo que no contaban era que, en ese momento, la puerta de entrada iba a ser abierta estruendosamente, anunciando la llegada de alguien a la residencia.
Intentaste moverte para acomodarte la porción de vestido que estaba levantada, pero Seokjin te mantuvo en tu lugar con ambas manos en tu cadera, acomodando la ropa de ambos él mismo mientras no dejaba de ser un soporte para mantenerte de pie. Cuando dejo ambas manos quietas en vos nuevamente confiaste en soltar una de tus manos para agarrar el cucharón más cercano, e intentaste, con toda la seriedad de mundo, continuar con tu tarea de recuperar la respiración mientras colocabas el apio en la salsa, y empezabas a mezclarlo lentamente.
Seokjin no había salido de adentro tuyo, quedándose completamente quieto en esa posición, podías jurar que sentías su miembro palpitar adentro tuyo.
Yoongi fue quien entró a la cocina cuando Seokjin se asomó por sobre tu hombro para pretender que estaba interesado en lo que sea que estés haciendo, utilizando la amplitud de su espalda para cubrirte completamente. Por suerte, no tomaba tanto tiempo sacar una botella de agua de la heladera.
“Joon y Hobi están bajando las cajas”. Informó Yoongi mientras abandonaba la cocina, hacia quién sabe dónde.
Soltaste el cucharon de golpe empujando el recipiente con la salsa hacia otra parte de la mesada y volviendo a usar tus manos como soporte, sentiste como Seokjin volvía a levantar tu vestido para apoyar sus manos piel con piel sobre tus caderas y continuar con sus embestidas. Haciendo lo mejor para no gemir o llorar de la estimulación de esas embestidas, aguantaste el peso de tu cuerpo en tus brazos mientras Seokjin te cogía a través de su orgasmo. Respirando pesadamente sobre tu cuello, él de igual manera estaba intentando lo mejor de sí para mantener a raya cualquier ruido de origen sexual de escaparse de sus labios.
Cuando salió de vos se dieron cuenta del silencio en el que estaba sumergido la casa, y asumiendo que Yoongi había salido nuevamente, Jin te dio vuelta entre sus brazos, utilizando su agarre en tu cadera para levantarte y sentarte sobre el mármol, colocándose entre tus piernas. Cuando empezó a bajar después de un casto beso en tus labios lo paraste.
“No puedo acabar de nuevo, me voy a desmayar” casi lloraste en súplica, porque realmente era demasiado.
Recibiste una sonrisa ladeada “está bien, no te preocupes”, se agachó un poco más a la altura de tus muslos internos, dejando un beso ahí mismo, tus piernas estaban completamente entumecidas entre sus manos, pero mientras y sus manos en la parte trasera de tus rodillas las mantengan arriba y separadas, no había nada de qué preocuparse “no vas a acabar, solo voy a limpiarte, ¿aguantarías por mí, linda?”
Asentiste. Con un beso en la cara interna de uno de tus muslos, comenzó a utilizar su lengua para recolectar toda la humedad que en algún momento habías sentido que se deslizaba entre sus piernas, y cuando se acercó a tu vagina, no pudiste evitar retorcerte con la sensibilidad y soltar un quejido, entre mezcla de gemido y llanto.
“Tranquila, aguanta por mí, ¿sí? Sé buena, ya termino”.
Rozaba lo insoportable, pero con la sutileza con la que manejaba su lengua alrededor tuyo se te hacía mucho más fácil no pensar en la forma en la que tu cuerpo parecía recibir un shock eléctrico ante cada roce de su lengua con tu clítoris, casi como si fuera accidental. Ni siquiera se inmutó ante el semen saliendo de vos, decidiendo acabar con su tarea continuó ahí abajo hasta terminar. Cuando se despegó de tu cuerpo te rodeó nuevamente de la cintura con firmeza para bajarte de la mesada y colocarte sobre tus pies, asegurándose antes de que puedas mantenerte de pie por vos misma.
Se inclinó, sin desconectar el contacto visual, aprovechó para besarte una última vez, saboreándote a vos y a él juntos en su boca, y poniéndote a pensar en a quién más habrías saboreado en ese momento si todos hubiera ocurrido en la misma noche.
Mantener el orden con ellos siete nunca se te hizo fácil, menos cuando necesitabas que se concentren o te presten todos atención a algo que tenías que decir, siempre con pequeñas discusiones de fondo, o manos en puños jugando a las peleas, o piernas chocando entre sí y haciendo que el otro se moleste. En resumen, era caótico.
Pero esa noche era diferente, apenas te diste cuenta de que la atención de los siete se clavaba en vos indistintamente apenas te levantabas para recibir a tus primeros invitados, aprovechaste el momento para saludarlos con más efusividad a cada uno de ellos.
Una vez recuperada, y con una leve visita al baño para componerte, habías terminado de preparar la picada. Justo después de terminar de acomodar el alcohol en las heladeras y el hielo en conservadoras, llegaron los demás chicos, iniciando la noche. Dicho sea de paso, les encantó lo que preparaste. Cuando terminaron de comer te dedicaste a prepararte mejor, maquillaje y peinado, porque la cocina y la cogida te había arruinado lo poco que te habías hecho.
Y al empezar la noche te dedicaste a recibir a tus amigos, tu grupo de amigas de la facultad, los que siguieron en contacto después de terminar el secundario, compañeros de un trabajo que una vez tuviste y quedaron como amigos, amigos de amigos y uno que otro grupo de gente con la que compartían este tipo de reuniones tiempo atrás, cuando se podía. A todos y a cada uno los recibiste con un abrazo y un beso en la mejilla, después de todo ellos estaba ahí por vos, y mientras la casa se iba empacando de gente, ante cada abrazo y beso sentías siete pares de ojos quemar en tu espalda atentamente mirando.
Obviamente, después de cada saludo procedía a introducirlos entre todos, y si alguno de ellos apretaba de más la mano de alguno de tus amigos pretendías que no lo notabas y los despachabas para que se acomoden donde más les guste.
La música retumbaba dentro de tu cabeza, y aunque la mayoría de gente ya estaba en el patio, la música estaba a volúmenes que te obligaban al levantar la voz al momento de saludar. Cuando por fin te liberaste de tu tarea, decidiste que era momento de unirte a la fiesta en cuestión.
La parte trasera de la residencia no estaba completamente llena como para no dejarte caminar sin chocarte con cuerpos bailando, pero sí lo suficientemente como para complicarte la tarea de encontrar a tus amigos y asegurarte de que la estaban pasando bien. En el camino, no perdiste oportunidad cada vez que alguien te estiraba una mano para bailar, aunque sea media canción de cuarteto, que era lo que estaba sonando en esos momentos. Entre carcajadas y vueltas te diste cuenta de que Jimin, Hoseok y Jungkook estaban en una esquina charlando con un par de chicas que no tardaste en reconocerla como una amiga de.
Mientras intentabas descifrar si alguno de los otros estaba ahí con ellos sin dejar de bailar te diste cuenta de que el resto se había incluido no muy lejos de vos en una ronda con tus amigos de curso de inglés, charlando de algo que lograste distinguir tenía que ver con la carne del asado.
Cuando Hoseok, Jungkook y una de las chicas se acercaron más a la parte donde estaban todos bailando, captó tu atención que Jimin se había demorado un poco más.
Cuando la música cambió a algo un poco más fuerte y sensual, el grupo a tu alrededor expandió la ronda para que te pongas en el medio, haciendo uno de tus pequeños shows como estabas acostumbrada, bailando sola en el medio hasta que alguno se acerque a hacerte compañía, y te habrías quedado de no ser porque al levantar la mirada te encontraste con los ojos de Jimin en tu cara, escaneándote entera y muy probablemente juzgando la situación.
Fue imposible evitar la mueca de tu cara en sorpresa cuando inesperadamente recibiste una sonrisa burlona de su parte, pegándose más al cuerpo de la rubia con la que estaba charlando hace unos momentos, invitándola a bailar como vos se los habías enseñado. Sin despegar un segundo la mirada de tu cara te levantó una ceja cuando uno de tus temas favoritos empezó a sonar, ganándose una ceja levantada de vuelta.
Sin tener en cuenta que vos también estabas en una posición similar te saliste de la ronda, dejando a los cuerpos que estaban pegados a vos solos, y mientras te acercabas a esa ronda aprovechaste para escanear la situación completa, encontrándote con las manos de Jimin ligeramente apoyadas en la cintura descubierta de la chica, y ella refregándose contra él sin vergüenza alguna.
Cuando llegaste te tomaste dos segundos para saludar al resto en general rompiendo el clima de sensualidad que habían armado esos dos, y con una mirada de costado te apoyaste en uno de los hombros de Jimin para hablarle al oído y que te escuche sobre la música.
“¿Se puede saber qué estás haciendo?”
Una risa como respuesta no era lo que estabas esperando.
“¿Estás jugando conmigo?” Le preguntaste, esta vez más cerca sin importarte que el cuerpo de la rubia que ahora te dabas cuenta de que no conocías para nada quedara en el medio de los dos.
“¿Qué pasa, linda? ¿Estás celosa?”
“¡¿Eh?!”
La rubia se había corrido de la situación, posicionándose del otro lado de Jimin, y antes de que puedas contestarle otra cosa se dio vuelta completamente ignorándote cuando estabas a punto de hablar y llevando toda su atención a ella.
No puede ser que habías caído en su jueguito, y no porque esta noche parecía todo muy real, o tal vez sí, el hecho de que lo esté haciendo a propósito cuando su juego de celos nunca pasó más allá de una sonrisa burlona a la distancia o una blanqueada de ojos, esto era demasiado, así que para no seguir para ahí esperando absolutamente nada te diste vuelta y te fuiste del lugar, dispuesta a recobrar un poco de tranquilidad de tu cabeza lejos de tanta gente.
Cuando estabas a punto de dejarte caer en el sillón de la sala, ya completamente vacío de personas, una mano se agarró de a tu cintura, evitando que cayeras y llevándote unos pasos atrás. No hacía falta siquiera darte vuelta para verlo, la contextura de su cuerpo contra el tuyo te hacía saber de quién se trataba.
“Hacía mucho no te veía así”.
“¿Así como?” preguntaste, cruzándote de brazos.
“Celosa, me encanta, sos hermosa así” las manos que rodeaban tu cintura se ajustaron más alrededor tuyo, presionando su pecho contra tu espalda.
“Estas loco si piensas que estaba celosa” le respondiste, dándote vuelta en el lugar, provocando que sus manos se deslicen por toda la extensión de tu cintura, “de todas formas, no te vas a salir con la tuya con ese jueguito que hiciste allá afuera”.
“¿A sí? Yo creo que deberíamos discutirlo en un lugar mucho más… privado” te respondió, haciendo que su aliento pegue contra tu cara por la proximidad de sus cuerpos.
Despertó todos tus sentidos, animando a esa sensación de anticipación crecer más y más en vos. Con la mirada fija en sus labios apenas te diste cuenta cuando empezó a empujarte hacia el pasillo de las habitaciones, encerrándolos a ambos en una de las que más cerca estaba. Una rápida mirada alrededor bastó para darte cuenta de que era la habitación de Hoseok.
“¿Ya estuviste aquí?” te pregunto, demasiado cerca de tu cara como para en cualquier momento besarte, pero alejándose de vez en cuando para mantenerte en posición.
“No”.
“¿En la de Seokjin…?”
“En la de Namjoon”.
De nuevo, el juego de los celos, con quién estuviste y con quién estuve. 
“Ahora es mi turno” te dijo, acercándose más y más a vos, chocando sus cuerpos y provocando que retrocedas unos pasos, de espaldas al resto de la habitación, cuando sentiste el borde de la cama detrás de tus rodillas, te sentaste. Ante esta acción te devolvió una sonrisa ladeada mientras se lamía los brazos y, al parecer, él también tenía conocimiento de los eventos previos en esa residencia.
“Si supieras todo lo que estoy pensando hacerte”.
Luego todo lo que pudiste sentir era a Jimin por todas partes, con el choque de sus labios te alentó a recostarte sobre la cama, ni siquiera percatándote de que en algún momento se había posicionado encima tuyo entre tus piernas, absolutamente perdida en lo embriagante que era besarlo. Siempre te lo preguntaste, cómo sería, cómo se sentiría, si sabría cómo usar su boca. Casi como si te estuviera leyendo los pensamientos, se separó de vos lamiéndose nuevamente los labios mientras hacía contacto visual brevemente para después esconderse en la curvatura de tu cuello, besando la zona.
La habilidad con la que recorría cada parte de tus clavículas y la lentitud con la que sus manos recorrían todo tu cuerpo, desabotonando tu vestido con una prolijidad impecable te tenía suspirando en segundos.
Apenas separó su boca de tu cuerpo sentiste como de un tirón pasaba el vestido por tu cabeza, dejándote completamente expuesta ante él, quien parecía procesar la imagen en frente con un hambre indescriptible. Si había alguien que físicamente podía hacerte sentir que te estaba cogiendo con la mirada sin tocarte un centímetro de piel, era Jimin.
Se acercó de nuevo a vos como si fuera a reanudar el beso, frenando a centímetros de tu cara para empezar a bajar por tu cuello, sin perder la sonrisa que le sacó el ver tu cara en ese momento, suspiraste cuando sentiste a sus labios rozar por el medio de tus pechos, acompañando con ambas manos en los costados de tu cuerpo, sacando escalofríos por la suavidad con la que acariciaba tu piel, casi haciéndote cosquillas con la delicadeza. 
Cuando llegó a tu abdomen frenó por un segundo, dejando que sus manos continúen por la extensión de tus piernas hasta llegar a tus muslos, aferrándose firmemente a la carne de ahí y levantarlas con una sorpresiva rapidez.
Dejándote completamente expuesta ante él comenzaste a sentir cada parte de su presencia en tu cuerpo, la forma en la que su respiración caliente chocaba con la cara interna de tus piernas recorriendo la zona esta vez dejando ligeros besos en cada centímetro de piel, para terminar completamente posicionado entre tus piernas, clavando sus ojos en tu cara antes de siquiera hacer algo.
La anticipación te dejaba con la boca seca y la respiración en la garganta, todo parecía moverse en cámara lenta, o porque él estaba siendo cuidadosamente lento con recorrer cada parte de tu cuerpo o porque sus ojos te exigían un nivel de atención en él que a estas alturas no creías capaz de dárselo. Y en el segundo en el que sus labios entraron en contacto con tu clítoris fue cuando de repente el tiempo volvió a la normalidad, despertando cada terminación nerviosa de tu cuerpo haciéndote reaccionar con un leve espasmo y un gemido. Sin despegar sus ojos de tu cara comenzó a mover su lengua entre tus pliegues, volviendo al ritmo lento que llevó todo este tiempo, y mierda que estabas sensible, porque en el momento que sentiste sus labios pegarse y despegarse de tu clítoris con un leve chasquido sacó un grito de vos, renunciando al soporte de tu cuerpo y llevando ambas manos a su cabeza, para mantenerlo ahí, para decirle no pares, para medirlo, para decirle por favor pará, todo al mismo tiempo.
La pregunta de repente no era si sabía usar esa boca en vos, sino cuánto tiempo le iba a llevar volverte completamente loca con ella.
Con la humedad entre tus piernas mezclada con su saliva y los movimientos obscenos que Jimin estaba haciendo entre tus piernas te preguntaste por un segundo si, de no ser por la música imposiblemente alta retumbando en cada una de las paredes de la habitación, sería una buena combinación con cada gemido que salía inevitablemente de tu boca. Y la sentiste al momento que tus manos se aferraron a su cabello más firmemente y tus piernas intentaban cerrarse a los costados de su cabeza, la primera ola de tu orgasmo comenzó a golpear, y tan fuerte como llegó pareció tardar años en atravesarte, intentando escapar del agarre de Jimin en tus caderas, ante cada espasmo lo sentías negarse a separarse de tu entrepierna, comiéndote hasta el último de tus espasmos y separándose de vos una vez que tu abdomen había dejado de contraerse.
Cuando volviste en vos intentando recobrar el aliento pudiste descifrar la sonrisa burlona con la que te estaba mirando desde el otro extremo de tu cuerpo mientras se lamía los labios. Sus manos volvieron a sostenerte las piernas para posicionarse una vez más sobre tu cuerpo entre ellas, haciendo que entonces te des cuenta de que estaban temblando, y te diste cuenta de por qué la mirada. Claro, con la fuerza de ese orgasmo cualquiera temblaría.
“Así que entonces sí puedo hacerte temblar solamente con mi boca”.
Fue inmediato. Es como si hubieras tenido otro subidón de energía de repente, esquivando el beso que iban a darse y aprovechando la posición para darle vuelta en la cama, dejándolo abajo tuyo. En segundos lograste deshacerte de su camisa y empezar a desprender su jean al momento que conectaste vos sus labios juntos.
Cuando lograste deshacerte de sus pantalones lo sentiste a través de la tela de su bóxer contra tu muslo, estaba dolorosamente duro, al punto de que cada fricción despertaba una reacción en él, pero aún sin borrar del todo la sonrisa pícara de su cara. Casi desafiante.
“¿Qué vas a hacerme?”
“Voy a borrarte esa sonrisa de la cara” y sin previo aviso te deshiciste de la tela que separaba su miembro de chocar piel con piel con vos, alineándolo en tu entrada y de una sola embestida sentándote completamente en él, definitivamente, borrando cualquier otra expresión en la cara de ambos que no sea de placer absoluto. Cuando recobraste el aliento pudiste posicionarte en con ambas manos en su pecho, y sin despegar sus ojos el uno del otro, comenzaste a balancearte encima de él, embistiendo contra su pelvis una y otra vez, intentando adquirir un ritmo constante mientras tus piernas te lo permitan. Aprovechaste la posición para pasar tus manos por sobre su pecho, recorriendo cada delineación de músculo y prestando especial atención a sus pezones, al segundo que rozaste el piercing en uno de ellos, sentiste como sus piernas se contrajeron embistiendo al mismo tiempo que bajabas en la longitud de su miembro, haciéndolo ir imposiblemente profundo.
La simple idea que representaba recorrer con tus manos su pecho y detenerte en sus pezones, cada uno decorado con una pieza de metal tan delicada como fría te hacía temblar desde el segundo que te enteraste de que se los había hecho, casi siempre quejándose de la sensibilidad de estos, haciéndote viajar entre todas las posibilidades. Ahora, teniéndolo al frente tuyo, y sabiendo exactamente qué reacción causaba, no te despegaste de la zona ni por un segundo, provocando incluso que el choque de su pelvis vuelva a estimularte para dejarte al borde.
Cuando apretó sus manos en tus caderas para mantenerte quieta en posición y volver a tomar el control de las embestidas, su ritmo errático te dio la pauta de que estaba llegando a su orgasmo, y como nunca, la simple sensación de él arremetiendo contra tu cuerpo mientras intentaba perseguir su clímax al final lo hizo por vos, teniéndote con tu frente apoyada en su pecho, dejándolo que te coja a través de tu orgasmo mientras él bajaba del suyo. 
“Tenemos que salir, la fiesta sigue, y hay gente a la que todavía no he visto entre tantos” le dijiste, al momento en el que estabas acomodándote el vestido de nuevo en tu cuerpo.
“No quiero, quédate aquí conmigo, que se jodan los demás…”
“Jimin, vinieron aquí porque yo los invité...”
“No importa, quédate conmigo” intentó una vez más, alargando las vocales mientras se daba vuelta en la cama quedando con la cabeza casi colgando por un costado, intentando seguirte y alcanzarte con sus manos, aunque estaba lejos, seguía intentando como si fuera a llegar en algún momento.
“Vamos, hay gente llegando, vestite dale” fue lo último que le dijiste antes de cerrar la puerta atrás tuyo.
A la última persona que pensabas ver en ese preciso instante era a Santiago entrando por la puerta de la residencia, y en los segundos que te tomó procesar el pensamiento de que no me haya visto mientras terminabas de acomodarte el vestido, te encontraste con su mirada.
Sin pensarlo dos veces se acercó a vos, rodeado de sus amigos, quienes también eran amigos tuyos, todos saludándote y él quedándose atrás, mirándote fijamente con una expresión casi imposible de descifrar.
“¿Qué estabas haciendo?”
“¿Qué te importa? ¿Qué haces aquí? Creí haberte dicho que no quería tener nada que ver con vos hace menos de diez horas”.
“Los chicos me insistieron en salir, no sabía que íbamos a terminar aquí…” dijo, mientras despegaba la mirada fija de tu cara para mirar por sobre tu hombro y fijar los ojos ahí mismo. Cuando te diste vuelta siguiendo su mirada casi rezaste porque Jimin subiéndose el cierre de sus jeans saliendo de la misma habitación que vos no sea con lo que te encontraste, pero ahí estaban.
En el instante que te tomó devolverle la mirada a Santiago tenías ambas de sus manos en tus brazos, apretándote cerca de él para inclinarse a la altura de tu oreja.
“Así que al final sí sos una puta más, ¿no era Taehyung quien me había atendido ayer? ¿Ahora este?”
“Soltame, Santiago”.
“Al final si es verdad que se turnan, me das as–“
Tu cuerpo se movió reaccionando al empujón que recibió Santiago de parte de Jimin, pero al final te soltó para intentar no caerse al piso.
“¿Qué haces imbécil? Si te dice que la sueltes, la sueltas” lo escuchaste a Jimin hablar, casi tan bajo que sería imposible reconocer su voz en otro contexto.
“Sos un insoportable” no tardaste en decir, la bronca te subía desde la punta de los pies extendiéndose por todo tu cuerpo, “ya no te importa a quien cojo o no, ¡y si me cojo a uno, dos tres o veinte, ya no es tu problema!, ridículo” terminaste gritándole, ganándote una cachetada.
Apenas sentiste la picazón en tu mejilla, su cuerpo estaba siendo acorralado hacia un lado de la habitación, cuando parpadeaste y te diste que Jimin era quien estaba agarrándote de la cara para asegurarse de que estés bien, enfocaste los ojos en la escena más lejos, visualizando a Namjoon agarrando a Santiago de la camisa, y apoyándolo contra la pared.
Jungkook estaba justo a un lado, pero con el cuerpo de Namjoon entre ambos, se tomó un tiempo para refregarse la mano, atento a la escena frente suyo. Fue entonces que te diste cuenta de la sangre que empezaba a correr por un costado de la cara de tu ex.
Pensaste que, seguramente, había entrado al momento justo, y no había llegado para evitar el golpe, pero por la mirada en sus caras sabías que lo habían visto todo. Taehyung no tardó en aparecer en la escena, y no habrías adivinado que él también había visto lo que pasó hace unos segundos de no ser porque lo primero que hizo fue acercarse de un costado y luchar contra el cuerpo de Namjoon para poder pegarle justo en el estómago. 
Cuando algunos de su grupo de amigos se acercaron para tratar de separarlos apareció el resto, Seokjin poniéndose en frente de dos y no dejándolos que se acerquen a los tres que estaba acorralando a Santiago.
Yoongi se acercó a vos para pasar una mano por tu cara y preguntarte si estabas bien, casi como relevando a Jimin quien se había alejado de vos para evitar una pelea más grande de la que iba a terminar pasando. 
Intentando no prestarle mucha atención a la escena a unos metros de vos, te convenciste de que sea lo que sea que le pase a Santiago se lo tenía merecido, y cuando levantaste la mirada para asegurarte de que seguían ahí, te encontraste con Taehyung empujándolo fuera de la puerta, y a Santiago con una mano en la cara, casi como intentando parar la sangre de su cara, inútilmente a juzgar por los manchones en su camisa.
Lo último que necesitabas era sentir lastima por él, así que aprovechaste la conmoción para retirarte a la cocina y prepararte otro trago.
Después de lo que pasó, el resto de la noche se desenvolvió tranquilamente, tus amigos que habían llegado con tu ex se acercaron para asegurarse de que estabas bien, una vez que la situación se tranquilizó y se enteraron de lo que pasó, dejaron que Jungkook y Taehyung lo lleve afuera y se acercaron para disculparse con vos por haberlo traído, no tenía idea que estaban tan mal, decían.
El sol no tardó en salir, la música y la gente a tu alrededor te hizo fácil olvidarte de la escena hace unos momentos, siempre teniendo a alguno de los siete a tu lado, te decidiste con darle un buen cierre a la noche, tomando de cada vaso de fernet al que le podías poner las manos.
Más de una vez te encontraste en medio de tus amigos, casi como si estuvieran impidiéndote bailar con alguien más, se turnaban para apoyarse contra tu espalda y acompañar el movimiento de tus caderas con sus manos, alentándote para bajar cada vez más ante cada tema de reggaetón que se ponía.
Las miradas de complicidad no faltaban, y mientras sentías crecer la tensión con el único que quedaba en la lista de espera, confirmabas cada vez más que los siete sabían lo que estaba pasando. Lejos de sentirte ofendida con esto, lo usaste a tu favor, jugando a bailar con otras personas o a tirar miradas de un lado del lugar al otro, contribuías a que cada segundo se haga más pesado que el anterior, cargados de tensión de una manera inimaginable.
“¿Vas a dormir aquí?” Escuchaste a Yoongi preguntar a tus espaldas, la gente se estaba empezando a ir, y el sol de la mañana ya estaba en su plenitud en el cielo.
“No sé, ¿voy a dormir aquí?”
Sentiste levemente una nalgada que ya estabas esperando, aparte del juego de ser atrevida con Seokjin, también estaba el de no obedecer o no contestar una pregunta a Yoongi, por más sutil que sea, siempre se las ingeniaba para hacerte saber que dejes de jugar con él.
Más, ahora, parecía decir exactamente lo contrario.
Alrededor tuyo aún quedaban personas cuando la mano de Yoongi se enlazó con la tuya, tirando de vos levemente hacia el pasillo.
“Vamos, ellos van a limpiar”.
No tardaste en asentir en afirmación con una sonrisa amplia, dejándote estirar hasta la puerta de su habitación, a un lado de la de Namjoon. Obviamente se dio cuenta de tu mirada sobre la madera antes de entrar los dos en la habitación, llamándote la atención con tu nombre.
“¿Quieres dormir aquí? te preguntó, liberando tu mano de su agarre y decidiéndose por colocar sus brazos alrededor de su cintura y acercarte más a su cuerpo.
“¿Quieres que duerma aquí?” le respondiste de la misma manera, levantando tus brazos para rodear su cuello con ellos y acercar su cara a la tuya.
De alguna forma, entre pregunta y pregunta terminaron los dos recostados en la cama, con tu cuerpo encima del suyo y tus piernas rodeando su cadera. Estabas casi impaciente por la lentitud en la que se estaba tomando la situación, y cuando atinaste a bajar una mano a sus pantalones, lograste escuchar un suave golpe en la puerta.
“No, no, no…” lo escuchaste a Yoongi quejarse detrás tuyo mientras te levantabas para atender, el alcohol en tu sangre te hacía ver las cosas mucho más simples en ese momento y no pensaste dos segundos antes de abrir la puerta y encontrarte con Jungkook del otro lado.
“Yoon– ah. Hola linda” se corrigió, saludándote mientras acomodaba su postura contra el marco de la puerta. Desde esa posición claramente podía ver a Yoongi apoyado con sus antebrazos todavía en la cama, y cuando te diste cuenta fue mucho más tarde de que a Jungkook se le haya iluminado la mirada con un destello de algo indescifrable.
“Cerra la puerta” lo escuchaste decirte a Yoongi del otro lado de la habitación, a lo que te diste vuelta y le sacaste la lengua infantilmente, recibiendo una carcajada que luchó en contener.
De todas formas, dejó la comodidad de la cama cuando Jungkook tomó un paso adentro y cerró la puerta detrás suyo, colocando traba casi inmediatamente.
“¿Qué quieres aquí, Jungkook? Andate”. No llegó a acercarse a la puerta cuando Jungkook le agarró del brazo, casi con cara de súplica.
“¿Puedo quedarme?” la pregunta no era ni más ni menos dirigida hacia vos, y en segundos tenías la atención de ambos.
“¿Me estas cargando?” Yoongi volvió su mirada a Jungkook con molestia, presionando los dedos que tenía alrededor de tu espalda para atraerte mas haca él, como si fuera posible.
“Linda…” te miró Jungkook, y si no lo conocieras lo suficiente no habrías notado el destello desafiante en sus ojos, eso y un poco mucho de calentura. ¿Quién eras vos para negárselo?
“Es decisión de él” dijiste, señalando a Yoongi con el pulgar, y riéndote ante la cara molesta de ambos.
Yoongi parecía conflictuado consigo mismo, alternando su mirada entre vos y Jungkook, para finalmente suspirar y mirarte directamente a los ojos “¿vas a poder con los dos?”.
Claramente no era la respuesta que esperabas, no te imaginaste en ese momento que esa era la vuelta que podían tomar las cosas, pero sin un segundo de duda de por medio, asentiste, incapaz de emitir palabra por miedo a qué es lo que pueda salir de tu boca.
Una vez que Jungkook intentó acercarse a vos Yoongi lo empujó, indicándole que se siente en un sofá de una persona a un costado de la cama, con una advertencia de que se comporte se dio vuelta a vos, reanudando el beso. La falta de claridad en tu cabeza seguramente era porque procesar todo lo que estaba pasando, o lo que iba a pasar, era casi imposible en ese momento, cuando lograste enfocarte, se te escapó una risita en medio del beso.
Yoon se separó, cuestionándote con la mirada por la risa.
“Así que sí es verdad” le susurraste, solo para que él escuche “no puedes decirle que no al más chico”.
Recibiste una nalgada, esta vez mucho mas fuerte, resonando a través de la habitación en respuesta. Si no estuvieras consciente de la presencia de Jungkook a un lado tuyo, no habrías notado el suspiro que se escapó de sus labios también en ese momento.
En medio del beso Yoongi aprovechó para desabotonar una vez el vestido de la parte delantera, solo lo suficiente para que le deje deslizar las tiras por tus brazos y dejar tus tetas expuestas para sus manos, aprovechando inmediatamente para masajear la zona sin despegar sus labios ni un segundo.
Bajando una de sus manos para explorar más de tu cuerpo llegó a tu pelvis, y a través del vestido sintiendo también la falta de ropa interior, para luego meter la mano debajo de la tela y tantear el costado de tu muslo para comprobar realmente si su imaginación no le estaba jugando una mala pasada. Cuando soltaste una risita porque sabías lo que se venía, sentiste otra nalgada seguida de la misma mano presionando con fuerza donde había chocado su mano. Definitivamente, la mejor decisión había sido esa.
Una vez que la boca de Yoongi se encontraba recorriendo tu cuerpo en vez de sus manos, tu vista quedó despejada para robarle una mirada a Jungkook al otro lado de la habitación, mirando con atención la escena al frente suyo, por un segundo estabas tan nublada en Yoongi y su boca que te olvidaste de que él realmente estaba ahí, poniéndose duro en sus pantalones.
El primer gemido que te robó la lengua de Yoongi entre tus piernas fue con los ojos fijos en Jungkook, con ambas manos en la cabeza del mayor, lo presionaste más en tu entrepierna para que haga algo más que solo tentativamente pasar su lengua por la zona. Mientras más profundizaba en vos, más cerca estaba Jungkook de sacar su miembro de sus pantalones con la mirada fija en tu cara, sin perderse ninguno de tus expresiones.
Cuando Yoongi se dio cuenta de lo cerca que estabas y de lo poco enfocada en él que estabas se separó, dejándote al borde, casi con una desesperación dolorosa intentaste mantenerlo abajo, pero con casi un poco de fuerza estaba encima tuyo de nuevo, reclamando tu boca como suya, permitiendo que te saborees una vez más desde sus labios.
“¿Cuántas veces acabaste?” con los otros le faltó pronunciar.
La pregunta tardó tiempo en procesarse, y cuando te diste cuenta de que realmente no sabías te encogiste de hombros “no sé, ¿diez? ¿nueve? ¿en las últimas treinta horas?”
El resoplido de su risa chocó con tu cara, caliente todavía por la proximidad de la posición en la que estaban. “Podría hacerte eso en una noche”. La simple imagen de lo que podría ser pasar toda una noche con él te tuvo tragando con fuerza, sin oportunidad de responder nada astuto que ya tenias su boca en la tuya nuevamente.
Cuando volvió a bajar entre tus piernas, cada vez más lento que la anterior, le robaste una mirada a Jungkook, notando como ya había sacado su miembro de entre sus pantalones, estimulándose lentamente, casi como si quisiera coincidir con el ritmo que llevaba Yoongi entre tus piernas. Sin despegar la mirada de tu cara, no supiste si era lo que quería, pero ciertamente te sentiste con la necesidad de cumplir con tus deseos en ese momento.
Con un gemido llamaste su nombre, estirando una de tus manos para que se acerque.
No supiste en que momento Yoongi se había desasido de su pantalón, con la leve sospecha de que no traía nada más abajo, al momento que tu mano hizo contacto con el miembro de Jungkook, el de Yoongi se alineaba en tu entrada, con sus ojos fijos en tu cara esperando por aprobación, cuando asentiste no perdiste tiempo y llevaste el pene de Jungkook a tu boca, gimiendo alrededor ante la primera embestida.
Sacando la misma cantidad de gemidos de Jungkook como los que ahogabas en su pene ante cada embestida brusca de Yoongi empujándote más al miembro del otro, lo sacaste de tu boca antes de apretar los dientes con fuerza y buscar algo de que agarrarte con tu mano libre, el ritmo que llevaba Yoongi contra vos te estaba volviendo loca, casi arrinconándote contra el respaldo de la cama, llevándote al borde una vez más.
“No pares” fue lo que hizo que cambie el ritmo, casi pausando las embestidas en contra tuyo y sacando un quejido de lo más profundo de tu garganta.
“Date vuelta” era una orden, y quién eras vos para decir que no.
Liberando a Jungkook de tu mano, lo observaste sentarse a un lado tuyo mientras que vos te colocabas sobre tu estómago, sin tener tiempo de acomodarte sobre tus rodillas que las manos de Yoongi te posicionaron en un segundo, manejando tu cuerpo a su gusto. Con manos y rodillas apoyadas en el colchón, sentiste la humedad de su lengua una vez más en tu entrada, extendiéndose cada vez más por toda la zona, hasta que sentiste un dedo presionar contra tu ano, utilizando tu propio lubricante para facilitar el ingreso.
La mano de Jungkook en la parte superior de tu cabeza llamó tu atención “¿bien?” preguntó, recibiendo un mmhm en afirmación, no tardaste en volver a envolver su miembro con una de tus manos, acercándose más para volver a llevártelo a la boca, succionando fuertemente con la cara interna de tus mejillas, provocando que reafirme el agarre en tu cabello, estirando un poco para controlar el ritmo que llevabas con tu boca en él, distrayéndote de la tarea de Yoongi atrás tuyo.
Cuando estuviste completamente lista y su boca abandonó tu entrada una vez más, aprovechaste para escalar más en la cama y sentarte sobre Jungkook con tus piernas una a cada lado de su cuerpo. Agarraste a Yoongi de la mano, acercándolo más a ustedes dos, y una vez que lo sentiste presionado con tu espalda, llevaste una de tus manos a la parte trasera de su cuello, acercándolo a un costado de tu cara.
“Los dos” fue lo único que dijiste, mientras que con tu mano libre alineabas a Jungkook en tu vagina, Yoongi hacia lo mismo con su propio miembro en la entrada de tu culo, empujando tortuosamente lento mientras intentabas mantener la compostura.
Si quería jugar a controlarte, esta vez iba a ser bajo tus propias reglas, aunque eso signifique ver completamente blanco al momento en el que ambos tomaron un ritmo parecido, Yoongi embistiendo desde atrás y Jungkook levantando su pelvis para coincidir con sus embestidas.
Con tu mano todavía aferrada al pelo de Yoon, inclinaste la cabeza para apoyar tu cien contra su frente, sintiéndote cada vez más llena de los dos. Al momento que sentiste otra nalgada de Yoongi cuando decidiste moverte un poco provocando que cambien un poco de ángulo, sentiste los labios de Jungkook en uno de tus pezones, aferrándose a este y succionando mientras que con su otra mano acompañaba con masajes, aprendiendo rápidamente cual era una de tus debilidades, le dirigiste una rápida mirada casi no tolerando la imagen en frente tuyo.
La fricción que lograste crear entre sus cuerpos volvía a ponerte al límite, esta vez no controlando los espasmos que arremetían contra tu cuerpo mientras sentías como ambos estaban cada vez más cerca del clímax, casi en sintonía al mismo tiempo que hacían de tu cuerpo suyo. Había manos por todos lados, aferrándose a tus caderas, a tu cintura, en tus tetas, en tu cuello manteniéndote en lugar para que ellos se encarguen de las embestidas, y todo era demasiado, los gemidos que salían de vos se podían confundir con gritos, mezclándose con los gruñidos de los dos al momento de acelerar las embestidas.
Jungkook acabando en vos y mordiendo en una de tus tetas, al mismo tiempo que otra nalgada chocaba con tu muslo por estirar de más el pelo de Yoongi fue lo que te llevó al borde, arremetiendo con tu cuerpo por ¿segunda? ¿o tercera vez? con un orgasmo, y estabas segura de que las contracciones en tu entrada fue lo que terminó con Yoongi al mismo tiempo, apoyando su cabeza en tu espalda siguió con sus embestidas hasta que bajó de su orgasmo.
Con lo estúpida que te sentías en ese momento después de pasar por un orgasmo con la misma intensidad de morder un cable, no registraste el momento en el que Jungkook se fue de la cama, dejando la habitación no sin antes dejarte un beso en tu cabeza, o quizás esa parte la habías imaginado.
De todas formas, una vez que la claridad había vuelto a vos, Yoongi había desarmado las sabanas de la camada para cubrirse a ambos con ella, acariciando un costado de tu cuerpo con sus dedos lentamente.
“No puedo creer que me hiciste compartirte” te dijo al momento que enfocaste tus ojos en su cara.
“Dije que era decisión tuya”.
Con la misma mano que recorría tu cuerpo aprovechó para agarrarte con más fuerza y acercarte a su cuerpo, robándote un beso en ese momento. Mientras se profundizaba te diste cuenta de que volvía a estar duro en medio de sus cuerpos, creciendo de forma imposible en segundos y haciéndote salivar como si nunca lo hubieras probado.
“Tenemos el resto de la mañana para que me hagas tuya” fue lo último que dijiste antes de tenerlo encima de tu cuerpo una vez más.
El mundo empezó a girar a tu alrededor una vez que abriste los ojos, obligándote casi inmediatamente a cerrarlos de nuevo, haciendo el mareo mucho peor, te costó estabilizarte en la cama hasta que pudiste levantarte completamente sin sentir que eran los últimos segundos de tu vida. Con la resaca casi martillando desde adentro de tu cabeza, escaneaste la habitación por tu vestido, no encontrándolo por ninguna parte y en su lugar encontrar una botella de agua y pastillas para la resaca a un lado de donde estabas durmiendo.
Al momento de dejar la habitación completamente en soledad atrás tuyo para buscar más agua, apenas notaste que afuera se estaba oscureciendo nuevamente, y pensando en lo poco que habías dormido esa tarde, arrastraste los pies fuera del pasillo.
Claramente, tampoco habías pensado dos veces antes de ponerte una de las camisas que estaban en el piso al salir de la habitación, todavía con el perfume de Yoongi marcandola como suya, deslizandote en la comodidad familiar de no usar nada pegado al cuerpo. Ahora, con un par de ojos curiosos mirando en tu dirección, se te cruza la idea de que no, no realmente.
"¿Desayuno?"... Yoongi miró brevemente por la puerta de vidrio detras tuyo. "O mejor, ¿cena?"
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particioreyifc · 7 years
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Sabes cuantas horas faltan para la misa? Eso es... 
LA MANIJA:
Si empezamos a revolver en el diccionario que envuelve nuestras mentes, hoy la palabra manija es muy común escucharla. De a poco se fue convirtiendo en el sinónimo más claro para las palabras "ganas", "ansias", etc. Cuando uno tiene ganas de juntarse con amigos, familiares y sabe que pronto lo hará, comienza a "manijearse", a tener más ganas de lo normal. Ahora trasladando este verbo a nuestra conjugación ricotera, toma otro sentido un poco más profundo. Primero porque casi podemos auto-nombrarnos originarios de la misma ya que somos los mayores exponentes de la palabra. Hay algo más manija que un grupo de ricoteros al enterarse de la salida de un disco? de una misa? Hay algo más manija que un ricotero que viene juntado moneda sobre moneda, controlando sus hábitos más adictivos solo para llegar a hacerse un tatuaje? Porque digamos, la "manija" de una persona normal, o como preferimos llamar, de los mortales es esas ganas de ir a la cancha a alentar a su equipo, de salir al boliche un sábado con sus amigos o de comprar la entrada para el recital de tal banda que toca la próxima semana (y la otra, y la otra). Y en parte en esto último reside el meollo de nuestro asunto, muy allá en el tiempo, en la pre-historia de nuestro mundo redondo, la banda tocaba medianamente seguido. A partir de los noventa la banda en su paso a la masividad y lo difícil que era acarrear tal engranaje al organizar un recital multitudinario, comenzaron a hacerse misas mas espaciadas en el tiempo, hasta llegar a nuestra actualidad donde con mucha suerte esperemos tener dos misas este año (y luego a rezar). Y cambia el sentido de la palabra en nuestro lunfardo ricotero porque dentro de todos los sinónimos que podemos encontrar, tambien lleva una dosis sentimental. Nosotros no tenemos ansias o ganas de ver el show del Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, no. Nosotros vamos a la misa que comienza cuando sale la fecha confirmada, la manija la tenemos mucho antes, cuando atravesamos esa espesa niebla de rumores y versos que hoy abundan en internet, ahí comienzan nuestras ganas, pero cuando sale la fecha, cuando ya tenemos ese ticket mental que borra todos nuestros compromisos del cerebro para ser ocupados por uno solo que sale desde el corazón hasta nuestra piel, ahí empieza la manija ricotera que es la que se impone por sobre el resto. Porque ese día si no estás al pedo, hueveando en la net y te perdiste la noticia, te llama tu amigo, tu hermano, tu novia, tu hijo, hasta tu vieja para avisarte que confirmaron la fecha. Todo el mundo que te conoce parece querer compartir tu alegría, parece que quisieran ser los primeros en hacerte feliz, porque saben como te pone y apenas lo saben están apurados por llamarte y ser los primeros en contarte la feliz noticia. Y después sos vos el que reacciona. Dejas todo lo que está haciendo, si tenés una compu a mano te atas a ella, sino comenzas a llamar a aquel amigo enfermo como vos que seguramente puede confirmarte si es real o no. Todo pasa en segundos, todo tu estado de ánimo se modifica como tus planes para los próximos tres o cuatro meses. Y después comienza la etapa de la planificación, nos transformamos en maquinas de logística turística, investigadores de las rutas más recónditas de nuestro país, aquellas que nos permitan esquivar ciertos ultravioletas (aunque cada vez sea más difícil). En poco tiempo nos recibimos de Boy Scout, y sabemos dentro de nuestra mente como sobrevivir a una misa con un par de monedas y algún fernet que un alma caritativa del barrio pueda donar (acalaramos que esto solo pasa en nuestras mentes, la realidad es totalmente distinta y cuando volvemos a casa parece que hubiésemos atravesado el Sahara caminando y sin agua, todo detalle quedará como trofeo dentro del anecdotario que nos acompañará por el resto de nuestras vidas). Pasamos de organizar el más rico de los asados a llegar con un sandguche que tiene más pan que fiambre. Pasamos de una caravana de colectivos coche-cama-ejecutivo con servicio a bordo a caminar 30 km, viajar en la caja de un rastrojero modelo 68 y colarse en el tren la otra parte del kilometraje faltante. Pasamos de todo por llegar, todo en nuestra mente pasa miles de veces en el día, "y si vamos así cuanto ahorramos?". "Ah! pero si me pagan el día tal, podemos llevar una caja de fernet.." "La tía Elsa viaja una semana antes a ver a la abuela, nos colamos con ella y después allá vemos, total quedamos a 90 kilómetros..." Cuantas de estas cosas pensamos antes de esa semana? Y nos falta la última arista de esto que llamamos manija: las lágrimas. Te acordas de miles de cosas antes, los amigos que no están, los familiares que no están. Con quien te queres encontrar que solo lo ves para la misa. Los que te ayudaron a llegar y no son ricoteros. Con quien viajas, ese abrazo que te debes con tal persona y aprovechas ese pequeño pogo en la previa cuando suena "esa estrella era mi lujo" en algún puesto de choris, para abrazarlo fuerte y sin abrir la boca agradecerle todo lo que hizo por vos. Todos detalles que van adornando este evento que nunca sabemos cuando empieza ni cuando termina, solo sabemos el horario del show. Si hasta la caminata tiene ribetes que nos dejan recuerdos que luego traerán risas y añoranzas: La tierra, el barro, las vueltas, nos perdimos a la salida, me quedé sin un peso, perdí el colectivo, se largó la tormenta, se nos rompió el auto mil veces, llegué sin zapatillas, etc. Todo pasa por nuestras mentes antes de viajar, miles de sentimientos y sensaciones, recuerdos, deseos, ganas, emociones, todo mezclado dentro de nuestra cabeza y corazón y que se desata en un estallido espiritual al momento de poner el primer pie en el recinto donde se realizará el recital. Esa es nuestra manija, la ricotera, la más insoportable para el que no la siente y debe bancar a un hermano, pariente o amigo que si. La más linda para aquellos que la sentimos y vivimos con cada nueva reunión. Esa es la manija ricotera, una parte más de nuestra misa.
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Título: Antihéroes
Intérprete: Don lunfardo y el señor otario
Disco: Álbum verde
Año: 1999
Género: Rock Nacional
Descripción: Aquel 2 de abril comenzó la guerra con 18 años fuimos a luchar a Margaret Tatcher se le caía el gobierno y las Islas Malvinas le cayeron del cielo Un león bien armado defendía su imperio nuestros pibes descalzos y en medio del desierto los fusiles no andaban, las cosas no llegaban y Galtieri chupaba otro Whisky más Perdimos tantas vidas por un par de islas firmando decretos de amnesia general la mano de Dios no apagó mi dolor la guerra del olvido fue la que nos mató la mano de Dios no apagó mi dolor gritan los antihéroes del '82 Y un árbitro yanqui dirigió el partido con la camiseta del pirata inglés pero esto no es todo mis queridos amigos con la número 9 Augusto Pinochet
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