Tumgik
marsiamyn · 6 years
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Una torre altísima
Una torre altísima, enorme. Es un gran lugar cilíndrico. En las alturas, cinco trampolines, como plataformas, se extienden hacia el centro de la torre. Para abajo, el lugar de lucha: hay cinco gladiadores. A sus espaldas los leones han sido liberados para capturarlos. Uno de ellos es el que toma las decisiones, un gordo musculoso como Russell Crow. Los lleva por el trampolín, saltar es la única opción. Ellos no son un grupo, simplemente los une la desgracia. Corren para tomar impulso y de repente.. : yo. Estoy corriendo para saltar también, sé que no tengo la energía para dar el salto y llegar al otro lado, pero también sé que no soy yo la que salta, asique venzo el vértigo y doy el salto…: no más yo. El gladiador Russell Crow queda colgando del trampolín que está del otro lado, otro de los gladiadores queda colgando de sus pies. Él le grita que se cae, el gladiador segundo toma envión y salta hacia arriba, le pisa la cabeza y se salva. Russel Crow cae hacia el círculo de lucha. Es un caída imposible pero no se hace daño. Abajo lo espera el emperador… o el amo, no sé. Es el que soltó a los leones. Comienza una persecución loca, el amo abre puertas que él cierra en sus narices y escapa por otras puertas que él abre. Se agarran, se toman con cadenas, pero no hay golpes, es un tratar de capturarse. O más bien, el amo trata de capturar a Russell Crow. Está cansado de huir y de repente se da cuenta de que el amo lo desea. Entonces se da vuelta y le muestra el culo. El amo lo toma con las cadenas pero muy amorosamente. Acto seguido, están en la cama. Es de mañana y Russell Crow se ha vestido con las ropas del amo y se dispone a escaparse, cuando aparece una parejita y lo ve. Espanto. Comienza a correr, se mete por un túnel de arbustos y arrastrándose logra huir. Alivio. De repente…: yo. Miro los zapatos que llevo: soy Russell Crow. Ya he huido, pero debo evitar que me reconozcan. Entonces, mientras hablo incoherencias, me saco los zapatos caros que llevo y tomo los de un mendigo, esperando que el mendigo, entre el interés por los zapatos que le dejo a cambio y las incoherencias que hablo, me deje hacer y no me delate. Me meto por un túnel de arbustos y arrastrándome logro huir. Alivio.
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