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EL PROCLAMADOR
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Levítico capítulo 27
Los votos no eran obligatorios, sino que eran voluntario para acercarse a Dios. Habían votos los cuales en algún instante no podían ser ofrecidos, por lo que la persona que se ofrecía en el voto podía pagar al sacerdote con una cantidad estimada de dinero según su voto. Jefté, al parecer, no tuvo como poder redimir el voto sobre su hija (Jueces 11.30 – 40)
Considerar el siguiente tema en cuanto al voto: ¿Cuál es el voto? Según Hechos 18:18
BIBLIOGRAFÍA
Santa Biblia Versión Reina Valera 1960
Santa Biblia Versión de Las Américas
Hoff, Pablo El Pentateuco
Partain, Wayne Notas sobre Levítico
Halley, Henry Compendio Manual de la Biblia
Vila Escuain Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
Por Jeff Michell
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Levítico capítulo 26
Las bendiciones de Dios son muchas cuando obedecemos su palabra. Si el pueblo se mantenía santo al igual que Jehová, recibirían lluvia a su tiempo, y no habría pueblo extranjero que se levantase en contra de el, porque estaban con Jehová de los ejércitos.
No oír la ley de Dios también muestra sus consecuencias. Vemos que acá no hablamos del pecado por yerro, sino de un pecado con intensión, el de no oír la palabra de Dios. Cuando uno no escucha las Escrituras, somos rebeldes y ponemos nuestro corazón orgullosos ante la verdad que puede salvar nuestra alma. El castigo de Dios es grave contra aquellos que no escuchan Su palabra (26.16, 17). Pero vemos como Dios es misericordiosos. El pueblo escogido hizo todo lo que no debían hacer, y Dios, aunque estaban deportados en Babilonia, envió profetas en medio de ellos. Dios busca siempre en vida que lleguemos a su presencia. Solo la muerte marca el fin de toda oportunidad.
Por Jeff Michell
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Levítico capítulo 25
El año sabático y el año de jubileo (25.1 – 7): El año sabático se realizaba en un año cada siete, en la cual el pueblo descansaba de cosechar la tierra, en donde lo que la tierra produjese espontáneamente sería para todos, tanto para las bestias como para los hombres. Dios daría abundantes cosechas en el sexto año para que esto fuese factible (25.18 – 22). Los hebreos perdonaban a sus deudores pobres y dejaban en libertad a los esclavos (Deutoronomio 15.1 – 11; Exodo 21.2 – 6). Sin embargo, no era un año de ociosidad: Los levitas enseñarían la ley de Dios (Deutoronomio 31.10 – 13).
El año del jubileo (25.8 – 22) se celebraba durante dos años seguidos después de cincuenta años. Debían pregonar la libertad de los esclavos hebreos, devolver al dueño originario la tierra que habían adquirido de el y perdonar las deudas de otros. Así se ponía freno al deseo desanimado de adquirir bienes e impedía la pobreza en extremo.
Por Jeff Michell
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Levítico capítulo 24
En este capítulo (comparar con Exodo 27.20, 21) contemplamos el pan que debía estar sobre la mesa de la proposición que se encontraba en el lugar santo. Como vemos en el 24.2, el pueblo debía traer los elementos para el aceite y el alumbrado de las lámparas.
Se dispondrían doce panes sin levadura en esta mesa, el cual se le llamaría “pan de la proposición”, que se colocaría cada día de reposo, seis en dos hileras, en representación del pueblo de Israel. La palabra “proposición” (Exodo 25.30) significa “presencia”, ya que estaba constante mente en el lugar santo en presencia de Jehová. La blasfemia era castigada como si fuese la muerte. Blasfemar el Nombre es un pecado grabe que tiene sus consecuencias, como lo tuvieron los fariseos al blasfemar contra el Espíritu Santo al decir que era un espíritu de demonio (Mateo 12.31).
Por: Jeff Michell
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Levítico capítulo 23
Este capítulo debe ser estudiado por todo cristiano. Los hebreos celebraban fiestas sagradas, las cuales fueron dispuestas por Dios. El vocablo Hebreo “fiesta” significa también “una ocasión señalada”, en donde los israelitas suspendían sus trabajos para reunirse gozosamente con Jehová. Se ofrecían sacrificios especiales según el carácter de la fiesta y se tocaban las trompetas mientras se presentaban los sacrificios de holocausto y paz.
Todos los varones israelitas estaban obligados a ir a Jerusalén anualmente para participar de las tres fiestas de los peregrinos: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Técnicamente, de las siete fiestas, seis eran consideradas fiestas y una era para entristecerse.
Las fiestas daban la oportunidad a los israelitas de reflexionar sobre la bondad de Dios. Algunas fechas coincidían con las cosechas, que les hacia recordar de donde venían las bendiciones- También estas fiestas le daban la oportunidad a la persona de devolver algo a Dios.
A pesar de esto, el objetivo máximo era lograr que los israelitas tuvieran presente que era el pueblo santo de Dios. La palabra “santo” se encuentra diez veces en el capítulo 23, recalcando el propósito de la fiesta. También se destaca el número “siete” que significa totalidad o perfección. Todo se desarrollaba bajo un ciclo de siete:
El sétimo día era de descanso
El séptimo año también era de descanso
El séptimo año sabático era seguido del año de jubileo
El séptimo mes era especialmente sagrado, con tres días de fiesta
Había siete semanas entre la pascua y el pentecostés
La fiesta de la pascua duraba siete días
La fiesta del tabernáculo duraba siete días.
Las fiestas no debían hacerse de forma vacía. Tenían un significado: El acercamiento del hombre con Dios. Las fiestas transcurren de la siguiente manera:
El día de descanso (23.3): Era perpetuo, donde se le hacía recordar al judío que Dios es el Creador que descanso después de haber creado todo lo existente. También les recordaba que habían sido sacados de Egipto por la mano divina y ese día se lo dedicarían a El (Deutoronomio 5.12 – 15). Cualquiera que no cumpliese sería muerto (Exodo 31.14). Hoy este día fue cambiado con un nuevo significado por el domingo, donde recordamos un nuevo sacrificio.
La Pascua (23.5 ): Era una de las tres fiestas en las cuales debían ir todos lo judíos. Se celebraba la salida de Egipto y la redención del cordero de la pascua (Exodo 12.1 – 13.10) por lo que se le consideraba una de las fiestas mas importantes para los hebreos.
Fiesta de los panes sin levadura (23.6): Duraba siete días, y no se le permitía al israelita que hubiera pan con levadura en su casa, indicando así que la nación redimida no debía tener pecado. La fiesta de la pascua señalaba el comienzo de la siega de la cebada, que estaba antes de la de trigo. Cuando el pueblo entrara a Canaán, debía llevar una gavilla al sacerdote como ofrenda de las primicias, y luego de eso podrían segar y comer de la cosecha (23.9 – 14)
Pentecostés (23.15 – 17) significa “quincuagésimo”, pues caí siete semanas o cincuenta días después de la pascua. Esta fiesta marcaba el fin de la cosecha de trigo (Exodo 23.16) y se ofrecía a Dios el sustento básico de los israelitas. Hacía recordar a su pueblo que Jehová era sus sustentador. Hechos 2 ocurrió dentro de este contexto.
La nueva luna y la fiesta de las trompetas (23.24, 27; Números 28.11 – 15: 29.1 – 6): Las trompetas sonaban al comienzo de cada mes, el cual se llamaba luna nueva (Números 10.10). Se observaba la nueva luna ofreciendo sacrificios por el pecado y holocaustos (Números 28.11 – 15). Esto anunciaba un nuevo año o anunciaba al pueblo la fecha para una nueva fiesta.
El día de expiación (23.26 – 32): Para una revisión completa de este tema ver el capítulo 16. Este día se le llamaba por los judíos “yoma” que significa “el día”. Era el momento culmine de todas las fiestas, donde el pueblo afligía su corazón cuando se expiaba el pecado de ellos.
La fiesta de los tabernáculos (23.34): Era la última fiesta del año, y se recordaba la peregrinación en el desierto. Esta fiesta adquiriría sentido cuando el pueblo entrara a Canaán. Los israelitas construían enramadas y vivían en ellas para recordarse de los años en que habían morado en las tiendas. Era una fiesta de gozo (23.40). Era llenarse de felicidad de las bendiciones que recibieron de Dios junto con Su cuidado.
Por: Jeff Michell
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El pasaje de Santiago 3:13-18 nos instruye sobre la verdadera naturaleza de la sabiduría. Santiago enfatiza que la sabiduría auténtica se revela a través de una vida humilde y una conducta sabia, marcada por la mansedumbre y la buena conducta. Advierte contra los celos amargos y la contención, señalando que estos no provienen de Dios y son contrarios a la verdadera sabiduría. En contraste, la sabiduría divina se caracteriza por su pureza, su pacificidad, su amabilidad y su sinceridad, manifestando así la imagen misma de la bondad y la gracia de Dios. Este pasaje nos desafía a buscar esta sabiduría celestial, cuyos frutos son la paz y la justicia, y que nos lleva a una vida de armonía y madurez espiritual.
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Levítico capítulo 22
Las ofrendas a Dios son sumamente importantes. Son voluntarias, las cuales suben como memorial y olor grato a Dios, por las cuales somos recordados como hijos suyos (2.2). Existían determinadas leyes descritas en el 22.1 – 16 con respecto a quienes podían comer las cosas santas que eran puestas a servicio de Dios en ofrenda. Además, se vuelve a reiterar la condición que debía tener el oferente al presentar su ofrenda. En conclusión, la ofrenda que le damos a Dios va acompañada de nuestro puro corazón (2ª Corintios 9.7).
El tipo de animal presentado como holocausto no debía ser defectuoso, y eso significaba que no podía ser tuerto, cojo o con testículo herido, esta última característica cuando el buey o carnero era por voto. El hecho de que el animal fuese sin defecto muestra la sinceridad de oferente, donde el daba lo mejor a su rey. Así lo explica Malaquias 1.8 usando una buena lógica: Lo mejor debe ser para el rey cuando nos presentamos ante el. El becerro o el cordero que quisiese ser ofrecido a Dios debía ser luego de ocho días de su nacimiento. Todo lo dicho anteriormente tiene su objetivo claro: Jehová santifique (aparte del mal) a su pueblo (22.32). Era el deseo de Dios acercar a un pueblo pecador para que este gozase de Su presencia.
Por: Jeff Michell
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Levítico capítulo 21
Ser sacerdote no era fácil. Era una persona perfecta, tanto física como espiritual. El capítulo veintiuno nos dice algunas cosas que el sacerdote podía o no podía hacer. Por ejemplo, claro está, que el era apartado para el sacrificio de Dios y no otro dios, prohibiéndosele cualquier conducta que por lo general se realizaba en esos cultos paganos (21.5, 6). Además la familia debía ser pura: la mujer debía ser una virgen, y si su hija fornicaba debía ser quemada al fuego. Al sacerdote no se le permitía hacer duelo, por lo que el pueblo hacía duelo por el (como el ejemplo de Nadab y Abiú en Levítico 10.6).
Dentro de las características físicas encontramos que no podía ser cojo, ni ciego, ni mutilado, ni con quebradura, ni jorobado o enano, o con testículo magullado. En pocas palabras, perfecto. Hoy todos nosotros formamos parte de un sacerdocio (1ª Pedro 2.9). Dentro de esto podemos aprender lecciones valiosas para los ancianos de la iglesia (1ª Pedro 5.1 – 3), para los predicadores y maestros (1ª Timoteo 4.12; Santiago 3.1). Y esto tenía solo un fin: No profanar el santuario de Dios, porque Jehová es santo (21.23). Recordemos que los sacerdotes podían comer las cosas santas que eran puestas en las ofrendas (revisar el capítulo 2), por lo que el debía ser santo de igual manera.
Por: Jeff Michell
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Levítico capítulo 20
El pecado no es gratis. Todo pecador ha tenido que llevar las consecuencias de sus pecados. Este capítulo se puede dividir en tres partes con ideas esenciales:
La adoración a ídolos (20.1 – 9) era abominación, al igual que cualquier persona que quisiese ayudar a que el idolatra fuese salvo de la muerte. Como vemos, el rostro de Jehová estaría en contra de quien haría semejantes actos, y sería muerto. ¡Que terrible es que el rostro de Jehová este en nuestra contra, y no a nuestro favor como cuando oramos con El!
Los actos sexuales inmorales (20.10 – 27) vuelven a recalcarse, ahora con énfasis en el castigo que estos sufrirían. La bisexualidad era condenada (relación sexual con cualquier persona de los dos sexos, 20.13), al igual que la zoofilia (sexo con animales 20.16) y el incesto (sexo con familiares o parientes).
Los estatutos (20.22 – 26) debían ser guardados por una nueva razón: No ser como el resto de las naciones las cuales fueron abominación a Jehová. Si Su pueblo seguía los mismos pasos, ellos serían considerados como un pueblo abominable entre muchos otros. El pueblo de Dios debía diferenciarse del resto como tal, al igual que el cristiano en la actualidad.
Aparte de estos temas, el versículo 9 vuelve a repetir el no ofender a padre o madre, y el versículo 27 condena rotundamente el espiritismo, el cual sería condenado con la pena máxima: la muerte.
Por: Jeff Michell
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El episodio de hoy explora la poderosa influencia de la lengua, según Santiago 3:1-12.
Santiago nos advierte sobre el poder de nuestras palabras, comparándolas con elementos como el freno de un caballo y el timón de un barco. Destaca que aunque la lengua sea pequeña, tiene un gran impacto, como un fuego destructivo. Además, señala que ningún hombre puede controlar completamente su lengua, lo que la hace indomable y llena de veneno mortal. Santiago también nos insta a reflexionar sobre el uso de nuestras palabras, recordándonos que, al bendecir a Dios y maldecir a los hombres, mostramos una división en nuestra propia naturaleza. Finalmente, nos recuerda que nuestras palabras deben reflejar nuestra verdadera naturaleza, como lo hacen los árboles según su género.
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Levítico capítulo 19
En este capítulo Jehová entrega distintos tipos de leyes las cuales las resumimos a continuación:
Cada uno temería a su padre y a su madre.
No adorarían a ídolos
Debían purificarse cuando ofreciesen ofrenda a Dios. Seguirían las reglas de las ofrendas.
No recogerían del suelo la cosecha caída: sería del pobre.
No hurtar, no engañar, no mentir el uno al otro.
No jurar falsamente en el nombre de Dios.
No oprimiría al prójimo reteniéndole el salario (no pago por el trabajo).
No oprimir al sordo o al ciego, ni burlarse de ellos.
No juzgar injustamente
No chismear
No matar
No aborrecerás al prójimo en su pecado, sino que razonarás con el para hacerlo volver al camino de Dios.
No guardaría rencor (Mateo 5.24)
No a la venganza (Romanos 12.19)
Reverenciar al anciano en sus conocimientos
No oprimir al extranjero, porque ellos habían sido extranjeros en Egipto.
Lo esencial de seguir estas reglas era poder llegar a ser como Jehová: Santo (19.2). El orden debía estar presente en el ser humano, y no debían ayuntar animales de otra especie o sembrar con mezclas de semillas (19.19; de aquí se desprende lo que dijo Pablo en 2ª Corintios 6.14). Dios es un Dios de orden, y quería traspasar su carácter a todo su pueblo. Debemos tener el carácter de Dios.
La adivinación estaba prohibida (19.26 – 28; 31). Estas cosas hacían cuando servían a otros dioses como por ejemplo a Moloc[1] (18.21). No debían poner marca en sus cuerpos. Si los tatuajes estaban prohibidos en ese tiempo, ¿por qué no deberían de estarlo ahora? En resumen, la palabra mas descrita aquí es “Yo Jehová” que aparece 15 veces. Estas leyes debían ser obedecidas por una sencilla razón: eran entregadas por el gran YO SOY. Como dice el versículo 37: “Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo Jehová”.
[1] Moloc era una divinidad adorada por los amonitas (1ª Reyes 11.7) sobre el cual se llegaban a sacrificar niños recién nacidos. Muchos personajes en la historia bíblica no hicieron caso a las palabras de Jehová y se entregaron a este dios pagano (Jeremías 7.31; Ezequiel 16.21; 2ª Crónicas 28.3; 2ª Reyes 17.17)
Por. Jeff Michell
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El pasaje de Santiago 2:14-26 aborda la relación entre la fe y las obras, enfatizando que una fe genuina se manifiesta a través de acciones concretas.
Santiago comienza cuestionando la utilidad de una fe que no se refleja en obras, comparándola con la fe que muestran los personajes bíblicos mediante sus acciones.
Argumenta que la fe sin obras es inútil y, de hecho, está muerta. Este punto se ilustra con el ejemplo de Abraham, cuya fe se demostró a través de su disposición para sacrificar a su hijo Isaac, y Rahab, cuya fe se evidenció en su ayuda a los espías israelitas.
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074. Marcos 14:53-65. El juicio injusto: Reflexiones desde el tribunal d...
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Levítico capítulo 18
Este capítulo nos habla sobre varios problemas de inmoralidad, recalcando que el matrimonio era un institución santa. Eran reglas de Dios, y se repite 16 veces la frase “Yo soy Jehová”. Esto recuerda a cada instante que son leyes resguardadas por la autoridad divina.
No debían imitar las costumbres inmorales que se practicaban en Egipto (18.3). El pueblo de Dios debía demostrar que iba a ser apartado para Dios. Quien cumpliría estos estatutos viviría y no moriría (Ezequiel 18.5 – 9; 10.11).
Los versículos del 6 al 17 prohiben el incesto (relación sexual entre parientes), lo cual era un acto inmoral y estaba en contra de Dios. Por lo general, el incesto trae malas consecuencias y es maquinado por mentes perversas; como el caso de Lot y sus hijas, donde nacieron dos pueblos guerreros en contra del pueblo de Dios (Génesis 19.30 – 38). De hecho, la genética ha podido explicar que el nacimientos de niños entre parientes producen enfermedades mentales, entre ellas el mongolismo o los delirios (conocida comúnmente como “locura”). Aún así, el motivo de esta ley era divina para apartar al pueblo de Dios de los actos impuros de las demás naciones. Además, quedan prohibidos los actos sexuales entre personas del mismo sexo o con animales (vers. 22 y 23) entre otras ordenanzas. Todas estas eran cosas que el pueblo había heredado de su estadía de Egipto, y era necesario sacarlas. (18.24 – 27). Algunas de estas ofensas eran practicadas por griegos o romanos en la era cristiana (ver 1ª Corintios 5.1). Estas prácticas debían ser eliminadas para que la vida de los israelitas fuese conservada (Deutoronomio 6.24).
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En este episodio, exploramos la enseñanza de Santiago sobre la conducta imparcial hacia el prójimo. El apóstol destaca la importancia de no hacer distinción de personas y condena el favoritismo en la comunidad cristiana. Desde la cortesía para todos hasta la compasión por los necesitados, Santiago insta a eliminar cualquier obstáculo que impida la madurez espiritual. La consistencia en la obediencia es clave, demostrando amor hacia el prójimo sin parcialidad.
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Levítico capítulo 17
Desde el versículo uno al versículo nueve nos encontramos con la prohibición de Jehová de hacer los sacrificios en lugares inapropiados y para dioses paganos. Algunos sacrificaban animales para los demonios (17.7), ya que existía la creencia de que ciertos demonios habitaban en el desierto o en los bosques, práctica que seguramente habían adoptado en Egipto (Josué 24.14; 2ª Crónicas 11.15).
Los versículos 10 al 16 habla de la prohibición de comer sangre. La razón de esta prohibición fue con un objetivo divino: la sangre simbolizaba la vida, y era a través de ella en que el pueblo recibía el perdón de sus pecados (17.11). No podrían comer el elemento que limpiaba sus propios cuerpos. La ley no tenía transe: el que comiere sangre sería cortado del pueblo y Jehová mismo pondría su cara en contra del pecador (17.10). O sea, aunque lo jueces no supiesen lo ocurrido, Jehová si lo castigaría.
“¿Debe el cristiano comer sangre?” ha sido una pregunta clásico en la actualidad. Primeramente, el comer sangre fue prohibido en las tres dispensaciones de la Biblia: En la era patriarcal, en la era mosaica y en la era cristiana (Génesis 9.3, 4; Levítico 17.11, 12 y Hechos 15.20, respectivamente). Por lo tanto, el comer sangre siempre ha sido condenado por Dios. Las razones primordiales de este hecho son 1. Porque la vida está en la sangre y 2. Porque Dios reservó la sangre para los sacrificios. Algunos argumentan que se prohibió este acto para que los judíos no tuviesen comunión con los gentiles, hecho que no tiene validez ya que para nosotros es la misma ley. Otra explicación podría ir por un camino científico. Aún así, la razón primordial son las dos señaladas anteriormente. La sangre es un elemento que ha sido siempre apartado para Dios.
Por: Jeff Michell
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Marcos 14:32-42. La agonia en Getsemaní. Seguir adelante en la voluntad ...
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