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Del salvoconducto al pequeño cuadernillo con chip.

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La tienda de Prototipo Cero forma parte de una de las fincas, de la primera mitad del siglo 20, mejor conservadas de Guadalajara. Construida en 1936 por el arquitecto regionalista Pedro Castellanos como la Privada del Torreón, desde 2016 alberga los Bungalows Demetria, un exclusivo hotel boutique.

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Mensajera Porta Laptop

| Piel varios colores |

$3,400.00

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Bagpack | Piel y gamuza varios colores | $3,800.00

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Porta Plumas

| Varios Colores |

$700.00

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Lyrics Design. Experimento visual de Alex Probst.

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Cuando los días de verano

Texto y fotos: Caro Kyllmann

Cuando los días de verano se caracterizan por sus nubes grises, las horas de lluvia y una luz fantasmal ilumina cada día. Cuando el verano se parece más a los vestigios de una memoria a medio olvidar, con colores tenues y esquinas borrosas. Cuando aceptas que esto es Inglaterra y el verano no se parece nada a lo que la palabra supuestamente implica.

Es entonces cuando, el día que el azul reina el cielo y el verde brilla con el color de la vida, que el alma se despierta temprano, feliz junto con los rosas y anaranjados del amanecer, un cielo claro y la promesa del calor del sol contra la piel.

Hoy es uno de esos días: un día de verano. Un día que, bajo ninguna circunstancia, pasaría debajo de un techo. Con el Peak District, un parque nacional al norte de Inglaterra, a 20 minutos de mi casa, saco mi bicicleta al calor del día y la dirijo hacia lo que será un día inolvidable.

Andamos por senderos rocosos, la tierra aún mojada con rastros de lluvia de los días anteriores. Usamos nuestras bicicletas como una herramienta que nos proporciona felicidad. En dos ruedas y, de vez en cuando volando por el aire, exploramos nuevos caminos, cruzamos ríos, subimos cuestas y pedaleamos, bajamos cada vez más rápido – vida pura dentro y fuera de nuestros cuerpos.

Y las vistas… Es increíble cuánto cambian los paisajes con el paso de las estaciones. El intenso verde de las cumbres contrasta con el claro café de las sendas que corren como venas en su figura. Pero es el morado de las flores salvajes, compitiendo con el azul del cielo, que se roba toda mi atención. Y nosotros estamos ahí, en medio de este collage improbable de colores, saltando en las rocas y bajando a velocidades insensatas con los pies bien puestos en los pedales.

Es evidente que nadie ha pasado por estos caminos desde el invierno, cuando los helechos se encogen, retractándose contra el frío se vuelven cafés. Pero no más, ahora crecen hasta alcanzar la altura de mi estómago, mis hombros, cubriendo por completo el camino que seguimos. Engulléndonos en una mezcla de espinas salvajes y caricias verdes. Ocultando las bajadas repentinas y haciendo que pierda el equilibro, cayendo – otra vez – en las no tan acogedoras espinas de una zarza salvaje.

Cuando salimos a un camino principal mi bicicleta está adornada con lo que parece un penacho de helechos. Reímos. Estamos hechos un desastre, con lodo hasta las orejas y cortadas cubriendo nuestras piernas. Pero así seguimos, porque el camino adelante nos espera y el sol sigue fuera.

Regreso a la casa justo cuando aparecen las nubes, con las piernas cubiertas de sangre y lodo por igual y una de esas sonrisas que brotan cuando estás realmente feliz. La luz del sol, ahora tímida detrás de la inminente lluvia lucha por volver a tocar la tierra.

Detrás de la ventana el día está por terminar. Sonrío dentro de mí. Este no es cualquier día, este es un día de verano.

BITÁCORA es un foro digital publicado por Prototipo Cero donde comparten experiencias y descubrimientos todos aquellos que hacen su experiencia cotidiana todo un viaje. > Descarga Bitácora

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Mesa de trabajo en el estudio de Prototipo Cero.

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Objetos que duran por siempre. Viaje al pasado. Porta bitácora de piel roja curtido vegetal.

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Mirada budista en Myanmar

Fotos y texto: Gaal Cohen

A diferencia del Tíbet, donde podías ver la felicidad en los ojos de los monjes, en Myanmar vi algo distinto. Me pareció que estaban a prueba frente al flujo constante de turistas. Muy entendible, pero no estoy seguro de que la pasaron...

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Te invitamos a escuchar y participar en nuestro nuevo podcast dedicado a compartir experiencias que hacen de lo cotidiano un viaje.

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El viaje de las anotaciones...

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Tahsis no era mi paraíso

Texto y fotos: Inés Magaña

Recuerdo estar sentada, como desde hacía trece meses, en el escritorio de la oficina. La computadora frente a mis ojos, la cámara en mis manos… desde fuera podría parecer que todo estaba en orden, dentro no era así. En menos de una semana me contacté con un amigo fotógrafo de British Columbia para pedirle un cuarto en su cabaña canadiense y permanecer ahí por tiempo indefinido como residente artística. En menos de una semana renuncié a mi trabajo, me despedí de los clientes que se convirtieron en amigos, compré los boletos de avión y fui una última vez a la finca familiar a descansar en el campo mexicano y sobre todo, montar a Canciller, mi caballo.

El viaje a Comox, el punto donde me recogerían para ir a la cabaña, fue una odisea. Tanto así, fue capaz de sacarme lágrimas, desde hacía más de un año no lloraba, quizá desde que me senté en el escritorio frente a la oficina. Lloraba porque sí, algo dentro de mí estaba al fin fluyendo. Una vez fuera del minúsculo aeropuerto se acerca una mujer alta que me dice: “Hola, te vez cansada, soy Tash”. Juntas emprendemos un último viaje de cuatro horas a Tahsis, pueblo que mayormente se dedica a la tala de árboles donde no viven ni 300 personas. Alcanzamos nuestro destino hasta pasadas las 3:00 de la mañana.

Esa carretera final custodiada por árboles altísimos y donde las cascadas fluyen ahora que el hielo se está derritiendo, iluminada tan sólo por las luces delanteras de la camioneta de Tash, hoy parece un sueño, el comienzo del sueño que son todos los viajes donde te dejas caer en los brazos de otras culturas y confías.Pasé tres semanas en la cabaña que posee la mejor vista del mundo. De patio delantero tiene al helado océano pacífico, pues un brazo del océano entra en este rincón del mundo, y montañas nevadas repletas de pinos.

 Cada mañana el espectáculo cambia, casi siempre la neblina cubre los picos de las montañas y añade un poco de misterio, frío y una lluvia insistente, otras veces el cielo está despejado y se pueden ver claramente el bosque, las águilas de cabeza blanca, algún oso que ha despertado del invierno, venados, focas y nutrias en la playa e incansables botes de pesca cruzando frente a la cabaña buscando el mar abierto.

En ese paraíso inalterado, en una cocina minúscula, compartí el café cada mañana con turcos, alemanes, suizos, franceses, austriacos, neozelandeses, londinenses y, obvio, canadienses. En ese rincón del mundo se creó una comunidad temporal donde el intercambio de cosmovisiones fue casi imperceptible, pero definitivo. No todos los residentes de la cabaña eran artistas, eso sí, todos tenían el alma prudente de quien ha aprendido a convivir y compartir fuera de su zona de confort.

El tiempo pasó rápido porque eso es lo que el tiempo hace. Yo me dediqué a tomar fotografías, editar fotografías, poner jazz latino y acompañar a Troy Moth – el amigo fotógrafo canadiense – a abrir senderos en los cerros, literalmente a base de machetazos, para obtener la altura necesaria para una buena captura de los paisajes que nos rodeaban. ¿Qué son las fotos sino un empeño por detener el tiempo?

Finalicé mi estadía porque sabía que si no continuaba en movimiento me quedaría ahí por años. Por supuesto que no deseaba salir de mi nueva burbuja compuesta por naturaleza salvaje y personas libres… pero Tahsis nunca fue mi destino final, Tahsis no era mi paraíso, debía construir el mío.

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Noruega: una aventura en time-lapse

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Las próximas piezas de piel inician en una Bitācora. Bitácora tamaño A5 en papel libre de ácido que garantiza que tus trazos no se desvanezcan con el tiempo. Porta pasaporte en piel color Latakia. … Visita nuestro estudio. Citas en nuestro Whatsapp: [phone] y en [email protected] .

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