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unataljoss-blog · 9 years
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NijiAka + Color palette challenge
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unataljoss-blog · 9 years
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Color Palette Challenge
EDIT: Added 3 more sheets!!
EDIT 2: Added a 7th sheet with 100 palettes!!
Hey guys~
So, in order to avoid confusion, I’ll make it simple for you guys.
SHEET #1:
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SHEET #2:
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SHEET #3:
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SHEET #4:
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SHEET #5:
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SHEET #6:
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SHEET #7:
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If you want to request a character, just tell me which character (and fandom, just in case) + sheet # + palette #
You can request as many characters & palettes as you want, but please keep in mind that I have to do everything on my phone, because I don’t own a laptop atm, so it might take a while before I answer your request. However, I will NOT forget nor ditch your request EVER, so even if I don’t answer your ask in a week or two, know that I’m working on it~! So keep your requests coming, guys~! I love doing this challenge!
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unataljoss-blog · 9 years
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unataljoss-blog · 9 years
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Day 31: HAPPY BIRTHDAY, A(H)OMINE DAIKI!
First edition for my black (with love, obviously) favorite. ♥
Only need his blend and ta-da! we finished the hikari month. ;-;
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unataljoss-blog · 9 years
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send me a pairing and a number and i'll write you a drabble
“Come over here and make me.”
“Have you lost your damn mind!?”
“Please, don’t leave.”
“Do you…well…I mean…I could give you a massage?”
“Wait a minute. Are you jealous?”
“Is there a reason you’re naked in my bed?”
“I almost lost you.”
“Wanna bet?”
“Don’t you ever do that again!”
“Teach me how to play?”
“Don’t you dare throw that snowba-, goddammit!”
“I think we need to talk.”
“Kiss me.”
“Hey, I’m with you, okay? Always.”
“So, I found this waterfall…”
“It could be worse.”
“Looks like we’ll be trapped for a while…”
“This is without a doubt the stupidest plan you’ve ever had. Of course I’m in.”
“The paint’s supposed to go where?”
“You need to wake up because I can’t do this without you.”
“We’re in the middle of a thunderstorm and you wanna stop and feel the rain?”
“I’ve seen the way you look at me when you think I don’t notice.”
“Just once.”
“You’re the only one I trust to do this.”
“I can’t believe you talked me into this.”
“I got you a present.”
“I’m pregnant.”
“Marry me?”
“I thought you were dead.”
“It’s not what it looks like…”
“You lied to me.”
“I think I’m in love with you and I’m terrified.”
“Please don’t do this.”
“If you keep looking at me like that we won’t make it to a bed.”
“You heard me. Take. It. Off.”
“I wish I could hate you.”
“Wanna dance?”
“You fainted…straight into my arms. You know, if you wanted my attention you didn’t have to go to such extremes.”
“Hey! I was gonna eat that!”
“Have I entered an alternate universe or did you really just crack a smile for me?”
“You did all of this for me?”
“I swear it was an accident.”
“YOU DID WHAT?!”
“If you die, I’m gonna kill you.”
“Tell me a secret.”
“Hey, have you seen the..? Oh.”
“No one needs to know.”
“Boo.”
“Well this is awkward…”
Writer’s preference
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unataljoss-blog · 9 years
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Rastafari
Esto surgió gracias a un pedido de mi querida ren-midorima, después de uno de los típicos desvaríos de medianoche cuando yo estaba de fiesta (y enfiestada) en mi colonia pobre. Alguien debería detenernos.
─Lo que quieres es que te abra la cabeza agusanada a golpes ¿No? Eso es lo que quieres.
Hay cosas que nunca cambian, sin importar el tiempo y lo que suceda en ese periodo. Sin duda, una de ellas era Nijimura y Haizaki jugando a los perros y gatos.
─Carajo, no se te quitan las viejas mañas, capitán.
Nijimura entrecerró los ojos y rechinó los dientes ¿Para qué se seguía molestando en traer a Haizaki de la senda de la perdición y encaminarlo al de la sana convivencia? Quién sabe. Eso era un misterio hasta para él, pero no podía evitar desear que ese vándalo hiciera caso de sus advertencias por una puta vez en la vida. Lamentablemente era una batalla que iba perdiendo desde que tenía memoria.
Otra cosa que le emperraba a niveles críticos era que con la edad, Haizaki era “más” de todo. Más alto, más cholo, más odioso, más asqueroso (por Dios, se seguía chupando el maldito pulgar) y más… ¿Rasta? Qué penoso.
─Cállate, siglos desde que soy tu capitán ─Nijimura botó el balón de baloncesto, sin quitarle la mirada de encima─. Pero eso no quiere decir que puedas ganarme tan fácil.
─Si me la vas a poner fácil o no, no lo sé ─se encogió de hombros Haizaki, con toda la jeta de descarado─. Pero se te nota a leguas que estás oxidado.
─Será porque yo no tenía tanto tiempo libre en Los Ángeles como otros vagos ─espetó con la voz cargada de veneno─. Igual apuesto a que puedo hacerte trizas. Tres de cinco ¿Trato?
Dicho eso, Nijimura le lanzó el balón a Haizaki con más violencia de la necesaria.
─Papas ─cerró el trato Haizaki, con toda su sabiduría callejera─. El perdedor hará lo que el vencedor quiera, sin mariconear después de eso.
─Ya vas a ver quién mariconea, idiota.
Y así fue como Nijimura se engarzó en una lucha titánica contra Haizaki, bien decidido a pedir que dejara de andar de malandro o, en su defecto, que se dejara de lamer el puto pulgar. Confiaba en su victoria y en que en el peor de los casos, Haizaki no era ningún lumbreras
¿Qué le iba a poner de castigo? ¿Hacerse el mismo peinado de rastas?
Ahora hagamos un brevísimo recuento de las peripecias por las que tuvo que atravesar Nijimura tras esa inocente apuesta.
─Shuuzou, quítate ese gorro cuando estés en la mesa .
Ese fue el regaño su madre durante la cena y el inicio de la deshonra con la familia.
El pobre Nijimura tenía el rostro contorsionado en una mueca de vergüenza y odio hacia la humanidad, lo delataba sobre todo el labio de pato. Estaba tan frito y todo era culpa de Haizaki, para no perder la costumbre. No le quedaba otra opción más que obedecer y descubrirse la cabezota, que ir en contra de los mandatos de una madre no lo hacían ni los más rudos.
Igual ella era la que se iba a arrepentir de haber dado la orden.
─¡¿Pero qué…?! ¡¡¡NIJIMURA SHUUZOU!!!
Su padre y sus hermanitos se quedaron mudos durante un buen rato, hasta que los peques se echaron a reír. Como para no hacerlo, ellos también eran de la dinastía Nijimura, y los Nijimuritos en entrenamiento también tienen que burlarse de peinados ridículos sí o sí. Al final la risa de los niños fue tan contagiosa que sus padres también decidieron largarse a reír en su cara.
Y es que allí estaba: Nijimura Rastafari Shuuzou, mostrando orgulloso a su familia una serie de gusanillos cubriéndole la cabeza.
─¡Cuando te teñiste el cabello de rubio no fue tan malo como esto! ─regañó su madre, con la ira ya amainada y sustituida por las ganas de burlarse de su primogénito ─. ¡No crié a mi hijo para que se volviera rasta!
─Hey, dejen de burlarse…─ pidió entre dientes─. ¡Que no se rían!
Nijimura pidió al cielo caer muerto, con todo y su cabeza agusanada.
Si había algo peor que sufrir la rabia y las burlas de su familia, era sufrir la burla de la Generación de los Milagros. Increíble. Sus habilidades para el baloncesto palidecían a comparación de sus ganas de ver arder al mundo, especialmente de parte de Kuroko ¿Lo peor? Que de alguna manera Tatsuya estaba con ellos, qué chiquito era el mundo. Y qué vergüenza.
Nijimura esperaba que su regreso a Japón fuera diferente, pero allí estaba; la Generación de los Milagros riéndose de su nuevo look y Tatsuya mirándolo condescendiente.
─Shuu ¿Por qué te has hecho ese peinado tan ridículo?
Estúpido Tatsuya y su cara de póquer. Iba a moler a todos a punta de puñetazos.
─ ¡Puta madre!
Ese fue su grito de guerra mientras practicaba su dunqueo con más fuerza de la necesaria ¡Y una mierda iba a dejar que Haizaki volviera a derrotarlo! Era verdad que estaba oxidado después de tanto tiempo sin jugar, pero para la próxima Haizaki no se quedaría tan fresco como lechuga. No, señor, iba a hacer papilla y a vengarse por su suplicio.
Era su primera semana como rasta y hasta el momento sólo había recibido burlas, burlas y más burlas, todas ellas aderezadas con su malhumor. Tenía unas ganas locas de raparse con la rasuradora eléctrica, pero si lo hacía sería igual a tragarse otra derrota contra Haizaki. Y eso no iba a pasar ni en un millón de años.
─Ahhhh, pero si ya está aquí el Nijimura. Vaya, vaya.
Hablando de dolores de culo.
─Llegas tarde ─reclamó imprimiéndole tanto rencor como le fue posible a sus palabras─. ¿Y qué es eso de “el Nijimura”? Aprende a respetar a tus mayores de una buena vez.
─Sí, bueno, me encontré a unas chicas en el camino ─contestó Haizaki, sin molestarse en rebatir el regaño.
─Ajá. Mejor di que te quedaste dormido y es más creíble.
Sin decir nada más, Nijimura le pasó el balón a Haizaki con tanta rabia que casi se lleva las manos del otro rastudo. Qué bonito, si hasta parecían gemelos o amigos que se quieren mucho. Claro que con esas pintas y la cara de mala leche, también podían pasar como los integrantes de una banda delictiva.
─Ahora entiendes un poco cómo fue cuando te burlaste hasta el cansancio de mi peinado ─le soltó Haizaki con sorna y, de paso, lamiéndose el pulgar.
─¡Agh! ¡Ni se te ocurra pasarme el balón lleno de tu baba, eh! Anda, a seguir practicando.
Al final iba a resultar que eso de practicar iba a ser su ritual o algo así. Por esa ocasión Nijimura salvó su dignidad y no perdió de manera tan estrepitosa como aquélla vez en la que se había apostado, literalmente, la cabellera ¿En qué momento Haizaki había mejorado tanto? La última vez que lo vio jugar, ese niñato se había quedado estancado mientras las habilidades de la Generación de los Milagros florecían.
Y luego estaba lo que le había contado Kuroko respecto a Haizaki.
─Bueno, ya no apestas tanto como la primera vez ─admitió Haizaki una vez terminado su uno a uno.
Nijimura lo fulminó con la mirada un momento, pero de igual forma le lanzó la bebida rehidratante que había comprado para él en un impulso de generosidad sin límites. Durante unas milésimas de segundos le pareció haber detectado sorpresa en el rostro de Haizaki, eso antes de que portara orgulloso su expresión de matón.
─Para la otra usaré tus rastas como trapeador ─avisó Nijimura, rascándose su propio cabello por pura inercia─. ¿Cómo mierda aguantas estas cosas?
─¿Te ablandaste en Los ángeles o algo así? ─se burló Haizaki.
─Mira, que hayas crecido a lo idiota no significa que no te pueda dar una paliza como las de Teikou ─avisó en un gruñido─. Aún puedo darte una lección o dos, que mucha falta te hacen.
Haizaki, para sorpresa de Nijimura, soltó una risotada que le hizo fruncir el ceño ¿Qué significaba esa reacción? Se esperaba que le contestara alguna estupidez, pero esa risa tan molesta ni siquiera burlona… Joder, igual y lo había roto.
─Igual que en los viejos tiempos ¿Eh? ─comentó Haizaki, como quien no quiere la cosa─. Mira, a mí eso de los sentimentalismos no me van y tú das mucha lata con el pasado ¿Qué quieres? ¿Qué me reconcilie con los subnormales arcoíris? ¿Aún piensas que me vas a llevar por el buen camino o algo así?
Eso sí terminó por encender la mecha de la ira de Nijimura, más que cualquier otra cosa. Incluso más que llevar el puto peinado de Snoop Dog.
─¿Sabes que pienso? Que eres un ridículo ─espetó sin ninguna intención de medir sus palabras─. Un ridículo que insiste en jugar al chico malo. Insistes que no te gusta el baloncesto y no sé qué tanto más, pero aun así sigues practicando. Ya estás grande para esas niñerías, Haizaki.
Ambos se quedaron callados durante un rato, limitándose a seguir rehidratándose. Ese silencio no hizo más que darle puñaladas traicioneras en la consciencia a Nijimura. Ya, a lo mejor se le había pasado la mano en un encuentro que se suponía iba a ser divertido, pero ya lo había hecho. Mejor sacarse lo que pensaba de una vez, pensar de más siempre le traía malos resultados a hacer las cosas por mero impulso.
Cosa rara, fue Haizaki quien se decidió a hablar.
─¿Qué fue eso? Si quisiera filosofía barata iba y le preguntaba a Daiki, a ti no te pega.
Estaba de más decir que Nijimura se lo pagó con un coscorrón en la cabeza.
─Si aprendes a punta de golpes es tu problema ─se pasó una mano por el cabello, por mera costumbre─. Pffft, me olvido de que traigo estas cosas… Oye ¿Me haces un favor?
─No ─contestó Haizaki sin detenerse a pensarlo dos veces.
─Pues me lo vas a hacer de todas maneras: Quítate este peinado ridículo que yo también lo voy a hacer. Es un asco.
Tres semanas después, Nijimura al fin pudo patear el trasero de Haizaki y quitarse ese horroroso cabello. Podía jurar que un día más y ya iba a poder sentir que los gusanos de la cabeza iban a cobrar vida. Ahora sí se sentía menos fuera de lugar en esa reunión con la Generación de los Milagros.
─Ah, Nijimura-san. Me alegra ver que por fin dejaste el estilo rastafari  ─fue lo que le soltó Akashi apenas verlo─. Aunque es una pena que ya no compartas el mismo peinado con Haizaki. De cierta manera, los dos hacían un bonito cuadro.
Jodido Akashi.
Notas: Quería que fuera comedia al cien por ciento, pero de alguna manera se me terminó colando un poquito del tormento del pasado, espero no te moleste, Ren. Y también se me colaron Himuro y Akashi, ups (¿Akashi es NijiHai shiper?).
Espero te haya gustado~
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unataljoss-blog · 9 years
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Quick Kuroko & Vanilla milkshake doodle
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unataljoss-blog · 9 years
Note
Hola soy el mismo anonimo que te pidio el HimuNiji y el HaiNiji. No te preocupes lo que te tardes esta bien pero queria saber si mejor puedo cambiar lo que te pedi por un drabble de Akashi y Ogiwara (No hay nada de ellos en español!). Gracias! Si quieres hacer luego lo otro no me quejo, jajajaja pero mientras eso para que no te apures, yo espero. Te lo mando a este blog porque creo que este es el que ahora usas para tus fics xD?
¡Hola, anon! Perdona la tardanza, he estado ocupada. Tienes razón, hay muy poco de Akashi y Ogiwara conviviendo, así que con todo gusto te tomo ese request. Perdón que venga hasta ahora a dejártelo -se mata-. Pero creo que llega justo a tiempo por el cumpleaños de Ogiwara.
Otra cosa: lo postee también en FF.net como parte de un reto, espero no te moleste 3 
Vencer y perdonar
Ogiwara Shigehiro & Akashi Seijuurou
“Los entrenamientos van bien. Esta vez no dejaremos que Seirin ni ningún otro equipo nos derrote”.
Ogiwara sonrió mientras leía y releía el mensaje que se había desplegado en su pantalla. Era la noche de un viernes muy ocioso, prueba de ello era que estaba sentado frente al computador al mismo tiempo que miraba su teléfono. A la quinta leída del mensaje se dispuso a teclear una respuesta tan rápidamente como se lo permitieron los dedos y la bendita pantalla táctil de su móvil. Las maldiciones de la tecnología, qué se le iba a hacer.
“¿Ah sí? Bueno, pues me muero de ganas por ver ya eso ¡Va a ser épico! Ya puedo imaginarme cómo va a estar el torneo y definitivamente tengo que estar allí”.
Pulsó la opción de Enviar y se permitió ampliar la sonrisa. Ya ansiaba ver en qué iba a resultar el siguiente torneo de basquetbol.
─ ¡Shigehiro! ¡A comer! ─los toques de su madre en su puerta lo sacaron de sus cavilaciones─. Mira, seguro que sigues pegado a ese celular ¡De un tiempo acá mandas demasiados mensajes o a saber qué!
─¡Lo siento! ¡Ya voy! ─la apaciguó abriendo la puerta de la recámara─. Pero no paso tanto tiempo con el celular.
Su madre le dirigió una sonrisa burlona.
─Eso dirás tú, pero desde que hablas de nuevo con Kuroko-kun te hemos perdido por completo. En todo caso mejor dile que venga a pasarse aquí unos días, ya tiene siglos que no lo veo ─chasqueó la lengua y negó con la cabeza─. Venga, ayúdame a poner la mesa.
─Sí ─asintió sin poder evitar reír por el regaño a medias de su madre, quien ya bajaba de las escaleras.
Claro que antes de seguirla escaleras abajo volvió a revisar su celular, ya con un nuevo mensaje.
“Espero que asistas, entonces. Cambiando el tema ¿Qué planes tienes para tu cumpleaños?”
Pffft. No era precisamente con Kuroko con quien había estado compartiendo mensajes, no. Se preguntaba si la invitación de su madre de invitar a un amigo a quedarse a su casa también incluía a Akashi Seijuurou.
“Nada, pero deberías venir a mi casa. No sé si sepas jugar videojuegos, si no, te enseño”.
Observó lo que había escrito y vaciló unos instantes antes de mandar otro mensaje.
“¿Alguna vez has ido en bicicleta a las montañas?”.
Enderezar el camino después de cagarla de la manera más estrepitosa nunca iba a ser fácil, para nadie, no importaba si era el mismísimo rey del mundo. Si lo sabía Akashi Seijuurou.
Y sin embargo, valía la pena el esfuerzo con tal de construir de nuevo. En ningún momento se excusó con sus antiguos compañeros usando el asunto de su doble personalidad como argumento, no ¿Qué caso tenía ya? Ellos mismos se habían dado cuenta del cambio.
─Es gracioso ─comentó a Kuroko cuando tocaron el tema─. Creía tener el control, no sólo de mí mismo, sino de mí alrededor. Pero control era lo menos que tenía.
Kuroko y él contemplaron a toda la nueva y extendida pandilla, reunidos en la cancha de baloncesto callejero, como ya era costumbre cada que tenían tiempo.
─Pero ahora tienes el control de nuevo, Akashi-kun ─observó Kuroko─. ¿Qué vas a hacer a partir de ahora?
Buena pregunta.
─Hacer lo mejor que pueda ─contestó con una sonrisa y la mirada fija en sus antiguos compañeros de equipo─. Hay muchos asuntos por resolver.
Claro que había varios asuntos por resolver. Pero por el momento, un asunto turbio que aún inquietaba en mayor medida a Akashi era Ogiwara Shigehiro y lo que le había hecho en aquel deleznable partido. Y eso no pasó inadvertido por Kuroko.
─Era de esperarse, cinco minutos haciendo bicicleta de montaña y ya lo tienes dominado.
Akashi no se rió por la pulla de Ogiwara, pero no hacía falta; la sonrisa divertida lo delataba.
─Debo admitir que tienes un pasatiempo muy divertido.
Los dos bajaron de la bicicleta para quedarse un momento en el mirador, contemplando el paisaje mientras se hidrataban por obra y gracias de sus botellines de agua. Lo que le gustaba a Ogiwara de ese lugar era la inmensidad de las montañas y el recordatorio de que, pese a ser diminuto ante ellas y deberles respeto a su grandeza, no significaba que no pudiera conquistarlas.
Sí, era un pensamiento tan poético como bobo y rebuscado, pero ¿A quién le importaba? Para él funcionaba esa metáfora.
─Bueno ¿Qué opinas? ¿Te gusta?
─Tienen una vista magnífica ─asintió Akashi.
Ogiwara no quedó satisfecho hasta que escrudiñó la mirada de Akashi y supo que sí, estaba diciéndole la verdad. Desde la primera vez que lo vio supo detectar frialdad e indiferencia en sus ojos, pero ahora… Bueno, los ojos eran espejos del alma. Por mucho que Akashi mantuviera un porte impasible, sus ojos eran los que hablaban lo que él callaba y él ya se había vuelto experto en descifrar lo que quería decir.
─Qué mal que no pudo venir Kuroko ─se quejó Ogiwara, acariciando el manubrio de su bicicleta─. A él también le habría gustado estar aquí.
─Tal vez no vino esta vez ─concordó Akashi─. Pero siempre podemos organizar otra salida.
Qué orgulloso estaba Ogiwara del progreso de Akashi. De estar estancado en un turbio pasado, al fin comenzaba a ver hacia delante.
Primero fue el número telefónico y los ocasionales mensajes. En algún momento esos mensajes se convirtieron en largas charlas hasta que necesitaron echar mano de Skype de vez en cuando.
Cuando eso no fue suficiente, acordaron reuniones en las que acudía ahora Kuroko, ahora los miembros de Rakuzan o incluso el amigo de Ogiwara, Mochida Reiji, quien al principio le miraba con recelo (y con justa razón) pero que finalmente aceptó la presencia de Akashi en las salidas.
Con el tiempo, esas salidas fueron concertadas sólo entre ellos dos.
Pero ser invitado a la casa de los Ogiwara era una cosa totalmente diferente.
─Tienes una familia encantadora.
Eso se lo dijo Akashi a Ogiwara después de que todos los miembros de la familia se hubieran ido a sus respectivas habitaciones. Incluso sus hermanos menores ya se habían ido a dormir, al fin y al cabo, ya era tarde.
─Ahhhh, a veces somos problemáticos, pero así es más divertido ─comentó mientras terminaba de enchufar los controles a la videoconsola─. Gracias, Akashi. Por eso y por venir.
─No, gracias a ti por invitarme.
Akashi quiso decirle muchas cosas más, como que tenía tiempo sin estar envuelto en dinámicas familiares y lo mucho que agradecía a la familia de Ogiwara hacerle recordar lo que era la calidez de una familia unida. Tal vez después de ese fin de semana en el que celebrarían el cumpleaños de Ogiwara, tendría que volver a casa, sí, pero mientras…
─Nada. Y creo que a mamá la tienes encaprichada contigo ─Ogiwara le dio una palmadita al suelo para indicarle que se sentara allí con él─. Ya veo venir los comentarios de la semana “Shige, tu amigo Akashi es tan educado, invítalo más seguido y fíjate a ver si puedes aprender algo de él”. Sí. Eso será lo que dirá.
Akashi rió y tomó el control, observando cómo el juego arrancaba en la pantalla del televisor.
─Sería muy amable de parte de tu madre decir eso.
Y sí. Le encantaría ser invitado más seguido a esa familia. Jamás iba a reemplazar la que él perdió, pero durante unos momentos era parte de ello y eso era suficiente.
Ogiwara Shigehiro era del tipo de personas que creían firmemente que todo en la vida tenía una razón de ser.
¿Qué en el pasado Akashi Seijuurou y su séquito del mal le habían destrozado y pisoteado sus sueños y esperanzas? Sí, bueno, esas cosas pasan. Y si no hubiera sido de esa forma quién sabe si habrían llegado a ese punto: Kuroko, su querido amigo Kuroko, festejando con su nuevo equipo y la Generación de los Milagros ya reformada y dispuesta a retomar el camino del bien.
Incluso él había sido invitado a esa reunión en la que todos se disponían a jugar basquetbol para pasar un buen rato. Aunque al final de cuentas no pudo mantener el ritmo de los genios, optando por sentarse un rato a observar y animar el partido. De verdad que todo iba a pedir de boca.
Así que no. Jamás cambiaría lo que había sucedido. Al final todo valió la pena.
─Ogiwara Shigehiro ¿Cierto?
No es que Ogiwara fuera una persona rencorosa, no, mucho menos desde que Kuroko le había resumido el porqué del cambio de sus compañeros de prodigios a patanes. Pero claro que ver a Akashi, el autor intelectual de su tragedia, le echó limón a una herida que aún escocía.
Aun así, le sonrió.
─¡Claro! Y tú eres Akashi ¿No? Tiempo sin hablar.
Apenas dijo eso y se arrepintió de haberlo hecho. Claro que la última y única vez que hablaron no habían terminado en buenos términos.
─Así es ─asintió Akashi, quien de repente parecía tenso de más─. ¿Tienes un minuto para hablar?
─Eh, vale ¿De qué se trata?
¿Qué podría querer Akashi de él? No tenía ni idea. Pero conforme la incomodidad de ambos comenzaba a alcanzar niveles críticos, entendió qué era lo que debía estar buscando.
─Quería discutir un tema contigo… sobre el pasado ─comenzó al fin, haciendo una pausa antes de proseguir─. Respecto a mis actitudes hacia ti, para ser más específicos.
Sí. Era precisamente lo que había sospechado.
─ ¿Ah? ¿Para qué?
De todas las cosas que pudo haber dicho, esa pudo haber sido una respuesta que Akashi no había contemplado. O al menos eso podía deducir a juzgar por esa fugaz expresión de sorpresa que le había cruzado por el rostro antes de desvanecerse, tan rápido como había aparecido.
─No entiendo tu pregunta ─le dijo con tanta cortesía que Ogiwara no pudo evitar reír.
─Bueno, es que yo no entiendo a qué viene esto ¿Para qué quieres hablar del pasado? ─le preguntó divertido─. Sí, ya sé que es algo que hay que cerrar y eso. Pero ¿No crees que sea mejor hacerlo con acciones?
─Acciones…
Y bien, ahora la cara de Akashi era todo un poema.
─Sí, acciones. He visto el cambio ¿Sabes? ─se encogió de hombros, alcanzando el almuerzo que había llevado para compartirle una bolita de arroz─. De tu parte y de los demás.
Ambos desviaron la mirada hacia el juego que aún se desarrollaba en la cancha, en el momento justo para ver a Aomine Daiki y Kagami Taiga discutiendo a saber qué cosa estúpida, mientras Kise Ryouta gritaba a saber qué cosa. No era el mejor ejemplo de armonía y sana convivencia, pero allí estaba, expresada a cómo podía esa rara mescolanza de gente que dejaba de lado malas mañas.
─Entiendo tu punto ─asintió Akashi, sonriendo al ver a Kuroko atacar por sorpresa los costados de sus amigos para meter un poco de orden a la reunión─. Y acepto tu sugerencia. Por cierto, tienes un grano de arroz pegado a la mejilla.
Más tarde, cuando Ogiwara le contó a Kuroko los pormenores de esa corta pero relevante charla con Akashi Seijuurou, no encontró rastros de sorpresa en el rostro de su amigo de la infancia.
¿Quién sabe? A lo mejor todo el tiempo había sido plan de Kuroko.
─¡Ya casi llegamos a la cima! ¡Eh, venga, hay que pedalear más rápido!
Akashi observó la espalda de Ogiwara Shigehiro pedaleando por la cuesta para llegar a la meta y lo siguió sin detenerse a pensarlo. Porque confiaba en él, porque era su amigo, porque le había enseñado que la victoria y el perdón no estaban peleados. Le había enseñado que el pasado era simplemente eso: un recordatorio de que las cosas podían mejorar si seguías hacia adelante.
Casi podía jurar que lo estaba guiando hacia el futuro.
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unataljoss-blog · 9 years
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CMYK + Nijimura Shuuzou.
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unataljoss-blog · 9 years
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Antes muerto que sencillo
Nijimura no entendía a que venía la camiseta roja sin mangas, con esos tirantes ridículamente delgados y… no estaba seguro de si eso era una camiseta o una puta tela que no le cubría los hombros.
Qué etapas tan más extrañas estaba pasando Akashi en la búsqueda de su identidad, sí.
A esas alturas de su vida, Nijimura Shuuzou ya debería tener bien aprendida la lección, esa que se le había grabado a fuego en la espalda: La vida nunca va a dejar de darte sorpresas.
Muchas de ellas pueden ser desagradables, tristes, lo que menos necesitas en ese momento. Pueden hacerte molestar, pisotearte el ánimo y cagarse en ti. Claro, no todo era mierda en la vida, si eras uno de los favoritos de la fortuna (así como Midorima) las sorpresas podían llegar como un momento particularmente memorable o la mejor noticia de tu vida.
La recuperación de su padre y el regreso de toda su familia a Japón habían caído en esa última categoría, y él estaba seguro de que no podía pedir nada mejor que eso. Cuando sus padres les soltaron semejante bomba de buenaventura, Nijimura se sintió la persona más afortunada del mundo. A partir de entonces las cosas solamente podían ir para mejor.
Pero a su regreso a Japón y enterarse de que Akashi y al resto de los chicos de su antiguo equipo de básquet se habían deschavetado por completo después de que él se mudara a Estados Unidos le minó el buen humor. No tenía caso mentir, era de esas sorpresas que te dejaban el trago amargo. A pesar de que ahora a toda la chiquillada se le veía más relajada y centrada, eso no quitaba que el sentimiento de culpa le asaltara de cuando en cuando.
─Nijimura-san, es muy amable de tu parte preocuparte por nosotros ─le había dicho alguna vez Akashi, después de confrontarlo respecto al tema─. Pero ahora todos tenemos las riendas de la situación. Y nunca fue tu responsabilidad lo que sucedió.
─Ya sé que no son unos mocosos ─le replicó, bufando en el proceso─. Igual si necesitas hablar o algo…
Nijimura tenía su parte de responsabilidad, sí, pero si así se sentía él no quería ni imaginar cómo la había pasado Akashi lidiando con los remordimientos.
Por suerte para él, Akashi entendió perfectamente lo que le quería dar a entender sin necesidad de ser explícito. En agradecimiento, le regaló una sonrisa que Nijimura tenía tiempo sin ver y que le hizo mella en el alma, dejándole un sabor agridulce en la boca. Había deseado tanto volver a verlo y estaba feliz por ello, pero también se imaginaba su reencuentro en otras circunstancias, no desenterrando la inmundicia del pasado.
No todo podía ser perfecto.
(Al menos hasta que te llegaba la sorpresa cortesía de Haizaki y su nuevo look. Eso sí era para cagarse a carcajadas).
El caso era que todas esas pruebas por las que pasó Nijimura no iban a prepararlo ni en sueños para lo que iba a sucederle. Y, para no perder la costumbre, tenía que ver con Akashi.
─Oh, senpai, qué bueno que hayas aceptado venir ─le dijo Momoi con una sonrisa radiante.
Momoi estaba tan resplandeciente que Nijimura no pudo hacer menos que darle una palmadita a la chica, contagiándose de su alegría ¡Con mucha razón! Ese día era para divertirse con una partida de basquetbol callejero, no por nada se habían reunido los de la Generación de los Milagros y algunos de sus compinches de los equipos en los que estaban ahora. Había muchas caras que Nijimura no conocía, como el amigo desquiciado de Midorima que le estaba dando lata, pero también estaban otras que ya se conocía al dedillo, entre ellas Tatsuya.
Pero había un rostro en específico que no había visto y el sólo pensar ello hacia que la expresión se le agriara.
Akashi y el Rakuzan brillaban por su ausencia, para variar.
─Ese Akashi, siempre llega tarde a todo ─se quejó Aomine, limpiándose el sudor de la cara con la mano, el muy asqueroso.
Él y el tal Kagami Taiga ya habían comenzado a echar partidas apenas se vieron y a discutir en el proceso. Al principio a Nijimura le inquietó que en cualquier momento se fueran a desgarrar la yugular entre ellos, pero aparentemente ese escenario era cosa de siempre, porque nadie se preocupó por pararles los pies.
─No creo que tarde mucho en llegar ─dijo Kuroko detrás de Nijimura.
─¡Mierda! ─exclamó brincando en su sitio─. ¡Kuroko! ¡Deja de hacer eso! Tú nunca cambias.
─Perdón ─se disculpó, aunque a leguas se notaba que no lo sentía y hasta cabía la posibilidad de que lo hubiera hecho a propósito, por el bien de los viejos tiempos─. Nijimura-senpai, no deberías preocuparte. Akashi-kun vendrá porque sabe que tú también ibas a asistir.
─¿Y eso qué tiene que ver? ¿Eh? ─masculló entre dientes, fallando en su intento de parecer indiferente a la acusación implícita.
Kuroko lo miró fijamente durante un segundo antes de permitirse una sonrisa que no le terminó de gustar a Nijimura. Ya le habría acomodado un buen golpe en la cabeza si no fuera porque no quería quedar como el matón del grupo apenas iniciada la reunión. Y seguro que ese enano lo sabía, que por algo se había atrevido a soltarle esa mamarrachada y quedarse tan a sus anchas.
─Jo, pues ojalá no se tarden porque yo quiero tomar las fotos de grupo ya ─se quejó Kise, cámara en mano.
Algo le decía que ese era su verdadero objetivo, más allá del reforzamiento de esos bonitos lazos de amistad y demás cursiladas.  Ya se imaginaba lo atestadas que iban a estar las redes sociales de esas fotografías.
─Kise-kun, te pido que dejes de alborotar.
─¡¿Eh?! ¡Pero si no estoy haciendo nada!
Ah, cómo había echado de menos esas reuniones y a esa panda de chiquillos, que si bien ahora parecían putos rascacielos, seguían siendo tan atolondrados como siempre.
Despegó la mirada de ellos para dejar a Kise molestar a Kuroko a sus anchas y en su lugar le prestó atención a Midorima y Murasakibara, quienes arrastraban las hieleras hasta colocarlas cerca de las gradas.
─Aquí están las bebidas ─anunció Midorima, pasándole un cartón de jugo a su ruidoso compañero, probablemente para callarlo de una buena vez─. Ya pueden tomar algo.
Ni para decirlo dos veces, hacía un calor tan endemoniado que casi hubo que hacer fila para conseguirse algo para beber.
Ya con una bebida rehidratante en mano, Nijimura fue a tomar asiento en el concreto caliente de las gradas, para relajarse y de paso darse un tostón gratuito en las nalgas. Sin embargo, hasta su trasero ardiendo era un precio bien bajo a pagar por ese cachito de gloria en el que se dedicó a contemplar las interacciones de todos los presentes con una sonrisa en los labios. No era que en Los Ángeles no se consiguiera uno que otro amigo, pero vivir a la expectativa con su padre enfermo y las responsabilidades en casa no le habían dejado tomar un respiro.
A partir de entonces era diferente, ya podía ser un poquito más egoísta y pensar de cuando en cuando en su tiempo y en cómo iba a gastarlo. Estaba más relajado que nunca.
No duró.
Como si la vida hubiera percibido su estado anímico, le mandó una ola de tensión y muy malas vibras en la forma de un chico cara mustia. El tipo en cuestión era más o menos de su misma estatura, delgaducho y con una cara de muerte espiritual que iba marchitando la vida a su alrededor por cada paso que daba ¿Lo peor? Era que lo hacía tan silenciosamente que probablemente no te dabas cuenta de lo que te pasaba hasta que estabas completamente chuchurrido.
Vaya, era como un Kuroko, pero éste minaba ánimos en lugar de levantarlos. Ñañaras era lo que daba.
Hablando del rey de Roma y el burro que se asoma, Kuroko, quien debió percibir a su barrio, se giró para saludar al recién llegado. El muchacho puso una cara aún más amarga, demostrando que el límite de la mala onda no existía.
─Mayuzumi-san, bienvenido ¿Has venido solo?
Nijimura entrecerró los ojos, vigilando a ese chico maleducado que ni se dignó siquiera a contestar el saludo de Kuroko ¿De qué iba ese? Estaba pidiendo a gritos que le diera un porrazo por ponerse desdeñoso con su cría.
─No se me habría ocurrido venir sólo ─contestó con un tono de voz que sugería que, en primer lugar, ni siquiera deseaba estar ahí─. Vine con Mibuchi y Akashi.
Bueno, tal vez no era portador de tan malas noticias después de todo, concedió Nijimura mentalmente, parando bien la oreja para no perder detalle de la charla que mantenían. Eso sí, lo hizo lo más disimuladamente posible, no iba a consentir que le tacharan de chismoso de buenas a primeras, aunque se estuviera comportando como uno.
Cosa curiosa y ventajosa, los demás parecían no reparar en ninguno de ellos. Era otro nivel de invisibilidad, sí.
─Ya veo ¿Se quedaron rezagados?
La expresión del mentado Mayuzumi se transfiguró violentamente para convertirse en un poema, uno que desbordaba desesperación y, probablemente, pensamientos suicidas. Tan absorto parecía estar en su aparente agonía que se limitó a soltar un ruido que bien pudo ser un suspiro o un quejido de lo más lastimoso.
A Nijimura le reconfortó la cara de confusión de Kuroko, se sentía bien no ser el único desorientado con esas reacciones.
Pero no le dio tiempo de desentrañar el misterio que guardaba el recién llegado. Porque a nadie en su sano juicio le importaba ni un pito la apatía de ese sujeto, no si escuchas una voz que anhelabas escuchar desde el principio. Esa era la situación, que Nijimura quisiera o no admitirlo era otro cuento.
─Ya veo que están todos aquí. Lamentamos la tardanza.
Se giró bien dispuesto a soltarle un sermón a Akashi sobre la importancia de la puntualidad, decidiendo que tal vez le diría eso mientras le revolvía el cabello para restarle un poquito de elegancia. Y claro, seguramente Akashi le daría su mejor sonrisa de niño nice, sin tomar en cuenta siquiera la regañina de turno.
No pudo cumplir ninguna de sus fantasías.
Pero no fue él el único afectado. Kise y Momoi palidecieron sin más antes de ponerse colorados. Midorima y Murasakibara interrumpieron una discusión que tenían a saber sobre qué para girarse a ver a Akashi, su peor error; el primero tiró su caballo de palo –presunto artículo de la suerte del día- y el otro se atragantó con el caramelo que se estaba embutiendo en la bocaza.
Sólo esas como ejemplo, se podría hacer la versión extendida del recuento de todas las expresiones de los testigos, pero eran tan variadas y absurdas que no se terminaría jamás. Y no tenía caso, lo relevante era que al final de cuentas todos guardaron silencio para presenciar en primera fila el espectáculo que ofrecía Akashi.
Nijimura ahora entendía la falta de ilusión para vivir de ese Mayuzumi.
─¿Y esa ropa, Aka-chin? ─preguntó Murasakibara en un despliegue de osadía, probablemente envalentonado tras sobrevivir a lo que bien pudo haber sido su muerte por asfixia a manos de su dulce─. Ah… ¿Perdiste una apuesta?
Akashi frunció el ceño ligeramente y mantuvo su pose más regia. La verdad es que ere era todo un logro, teniendo en cuenta que estaba usando una extraña combinación de… Nijimura no estaba muy seguro de qué demonios pretendía ser eso.
─No comprendo tu pregunta, solamente es ropa ─fue la fría y obviamente encabronada respuesta de Akashi.
Murasakibara no quedó muy convencido con esa respuesta y Nijimura le daba toda la razón.  Las excentricidades de Akashi nunca habían sido cosa nueva, pero jamás había extendido su demencia a los terrenos sagrados de la moda. Si bien no tenía el sexto sentido de Kise para esas cosas, mínimo siempre lograba quedar bien parado con las piezas que elegía para vestir.
Por eso Nijimura no entendía a que venía la camiseta roja sin mangas, con esos tirantes ridículamente delgados y… no estaba seguro de si eso era una camiseta o una puta tela que no le cubría los hombros.
Qué etapas tan más extrañas estaba pasando Akashi en la búsqueda de su identidad, sí.
─Eh, yo creo que Akashicchi se ve bien ─dijo Kise. Pobrecillo, parecía un mecanismo de defensa para olvidar ese atentado visual─. Solamente es diferente a lo que suele usar, es todo.
Akashi no pareció apaciguado por ese tono de voz tan falso, pero no hizo más comentarios al respecto. Qué buen trabajo estaba haciendo de un tiempo acá para controlar su ira.
─Tal vez deberíamos empezar a organizar los equipos ─comentó Kuroko, encarnación del sentido común. A medias, porque por la manera en la que le temblaba de cuando en cuando la barbilla era sospechosa.
Todos se mostraron de acuerdo e hicieron todo lo posible por no mantener contacto visual con Akashi. Todos menos Nijimura, quien se acercó a la primera oportunidad a él.
─Hey ¿Por qué tan tarde? ─preguntó pasándole una botella de agua.
─Tuve un pequeño contratiempo ─explicó tomando la botella con tanto cuidado que uno se pensaría que estaba sosteniendo el Santo Grial─. Me alegra verte aquí, Nijimura-san.
─Ya, pues no iba a pasar de una invitación de ustedes. A saber qué desastres harían si los dejara solos.
La sonrisa de Akashi le hizo olvidar a Nijimura sobre lo inquietante de su atuendo para concentrarse en él y sus pensamientos cursipendejos ¿Qué podía decir? Iba a ser que al final sí que cacheteaba las banquetas por Akashi.
─Creo que aprovecharé para presentarte a mis compañeros de Rakuzan. Te he hablado ya de ellos.
Sus compañeros le traían un poco sin cuidado mientras pudiera conversar con él, pero eso parecía hacerle ilusión, así que con mucho gusto iba a acceder. Especialmente si Akashi había tomado su mano como quien no quiere la cosa para llevarlo frente a sus amigos.
Joder, que no le sudara, por el amor de Dios.
─Mibuchi, Mayuzumi ─empezó Akashi, con una sonrisa tan correcta que encandiló a Mibuchi y Nijimura y le dio igual a Mayuzumi─. Les presento a Nijimura Shuuzou. Ya se los había comentado antes, pero él es mi antiguo capitán. Nijimura-san, ellos son mis compañeros: Mibuchi Reo y Mayuzumi Chihiro.
Esa información era oro. Aparentemente Akashi lo tenía en cuenta, lo suficiente como para hablar de ello con sus compañeros. Eso ya era mucha ganancia ¿No?
─Oh, hasta que se nos hace conocer al famosísimo Nijimura-kun del que tanto nos estuvo hablando Sei-chan ─tomó la iniciativa el chico de cabello negro, con una sonrisa impoluta─. Mibuchi Reo, un verdadero placer.
El otro ni siquiera se tomó la molestia de presentarse, seguramente lo veía innecesario ahora que Akashi ya había proporcionado los nombres. Debía ser muy codo que hasta las palabras se las ahorraba.
─Nijimura Shuuzou. Akashi me ha hablado sobre ustedes ─hizo una mueca y miró a Akashi─. Eh ¿No faltan dos?
─Así es Hayama y Nebuya ─asintió Akashi─. No pudieron asistir porque tenían otros compromisos, pero espero que podamos arreglar una salida en otra ocasión.
─Ya ─murmuró Mayuzumi y Mibuchi se limitó a asentir.
Que Akashi estuviera decidido a involucrar a Nijimura en su círculo de amigos le causó más estragos en su compostura de los que le habría gustado admitir.
Aunque la primera impresión de Nijimura sobre Mayuzumi Chihiro había sido pésima, de a poco demostró ser el tipo de personas que le caía bien. Su afán por observar a las personas y juzgarlas silenciosamente (o no tan silenciosamente) era motivo de debate, sí, pero su humor negro era bien recibido. Además, era sincero y parecía contento consigo mismo, no podía odiar a alguien así.
Mibuchi Reo era… No sabía cómo definirlo. Quería a Akashi y parecía respetarle con cada fibra de su ser, así que allí se ganaba su visto bueno. Parecía que entre él y Mayuzumi de repente la atmósfera se tensaba de más, pero eso al final era asunto de ellos. En conjunto, no era un mal sujeto. Pero agradecería que dejara de estarlo escaneando con la mirada cada que tenía algún tipo de interacción con Akashi, por mínima que fuera.
Especialmente porque estar viendo tanto tiempo los hombros desnudos del chico en cuestión no le estaba haciendo ningún bien. No es que no agradeciera la vista, pero temía hacer una idiotez que terminara pasando a los Anales de la Historia. O al Ano de la Historia, lo más probable.
Incluso había agradecido esos pequeños momentos en los que Kise había tomado prestado a Akashi para hacerse fotos con él y el resto de la Generación de los Milagros, dándole a Nijimura el tiempo suficiente para subyugar sus hormonas alebrestadas.
A pesar de sus esfuerzos, el acabose le llegó cuando se dispusieron a echar un partido y Akashi resultó estar en el equipo contrario. Decir equipo contrario era un decir, claro, porque al final fue tremendo despelote y los jugadores cambiaban constantemente, todo bajo la supervisión de Momoi y una chica llamada Aida Riko.
─Ah, mierda. Mejoraron más de lo que creía ─murmuró Nijimura, observando cómo Aomine deslumbraba a todos con su talento.
─No te distraigas, Nijimura-san ─le pidió Akashi, dando un paso hacia atrás en su afán por marcar a Nijimura.
─¿Quién se distrae? ─espetó retrocediendo la misma distancia que Akashi había acortado.
La situación era mala.
Desde allí podía ver la nuca de Akashi, las gotas de sudor que poco a poco comenzaban a perlar su piel. Y esos hombros.  Era esa parte en específico de la anatomía de Akashi lo que le estaba incitando al pecado, y no, Nijimura ni siquiera era así de lujurioso ¡Todo lo contrario! Pero él quedaba tajantemente impotente ante los encantos hechiceros de Akashi y su puto vestuario.
─¡Shuu, atento! ─le avisó Tatsuya cuando Akashi recibió el balón tras un magnífico pase, cortesía de Mayuzumi.
─Hasta aquí llegas, Akashi ─advirtió Nijimura, enfrentándose a él sonriéndole.
─No pienso dejar que sea así, Nijimura-san ─contestó Akashi.
Mirar los hombros de Akashi e imaginar cómo se sentiría recorrer esa piel con sus dedos pasó a segundo plano por el momento que ahora compartía con él.
Tenía mucho tiempo, años, en realidad, desde que se había enfrentado a Akashi en un uno a uno y por poco olvidaba lo divertido que era jugar al basquetbol con él ¿Lo mejor? Que Nijimura, y a juzgar por la gran sonrisa que le estaba ofreciendo Akashi en ese momento, no era el único que no cabía en sí de felicidad. No importaba que estuviera oxidado tras pasar tanto tiempo sin jugar un partido, tampoco que Akashi fue quien al final encestó.
Iba a atesorar ese día.
Menuda sorpresa que se llevó Nijimura cuando terminó el partido, a favor del equipo contrario, y Mayuzumi Chihiro se le acercó. Por voluntad propia.
─En serio, no me la creo.
Nijimura dejó de secarse el sudor de la frente y entrecerró los ojos, con los labios de pato bien puestos en su sitio.
─¿Qué no te crees? Anda, a ver si me vas hablando claro.
Pero Mayuzumi seguía mirándolo sin decir nada, con una pasividad irritante. Al final ni siquiera hizo algo más aparte de soltar un suspiro.
─No es nada ─musitó Mayuzumi mirándolo con una expresión rara, como si no se decidiera entre reír o sentir lástima por Nijimura.
Irritante, eso era.
En buen momento escogió Akashi presentarse ante ellos, a saber qué habría sido de Mayuzumi si Nijimura le hubiera interrogado detenidamente a base de violencia física.
─Buen partido, Nijimura-san. Es bueno volver a jugar contigo.
─Ya, digo lo mismo ─contestó intentando por todos los medios mantener un aire casual─. No era broma eso de que han mejorado bastante. Tenían que ser ustedes, mocosos.
Mayuzumi murmuró algo antes de irse de allí, pero ni Nijimura ni Akashi prestaron mucha atención, ocupados en brindarse toda su atención entre ellos.
─Todos se ven bastante animados ¿no es así? ─comentó Akashi, sentándose en las gradas para contemplarlos─. Kuroko y Kise han superado mis expectativas.
─Pues sí ─asintió Nijimura, tomando lugar a su lado─. Ya tenía un rato desde que no me divertía con todo.
─De ahora en adelante puede ser así. Dudo que tengamos todos los fines de semana libres o que podamos asistir todos, pero...
─Sí, entiendo el punto. No está nada mal eso de reunirnos de cuando en cuando.
Akashi asintió, acomodándose esa camisa suya antes de mirarlo directamente. Si no hubiera sido tan obvio el gesto, Nijimura hubiera tragado saliva.
─Tampoco me molestaría pasar tiempo contigo, Nijimura-san. Tu compañía siempre será apreciada.
─Si es eso pues organizamos otro y nos quedamos de ver con tus amigos del Rakuzan ─farfulló.
Ya era muy tarde para él: había caído redondito en la trampa de Akashi. Tampoco era que le molestara el hecho.
─En realidad, pensaba en una salida sólo entre los dos ─aclaró Akashi, con una sonrisita en los labios─. También tengo intenciones de presentarte a Hayama y Nebuya, pero por el momento me apetece más pasar el rato contigo.
Si eso no era tirarle los perros a alguien, Nijimura ya no sabía qué más podría ser. Pero tampoco iba a dejar que se fuera así como así, azorándolo a él sin que Akashi se llevara su bien merecida dosis de vergüenza. Y aunque su sentido común le gritaba desesperado que no hiciera esa idiotez, él fue y la hizo porque podía:
Se inclinó para besarlo.
Para su mala fortuna, al final el sentido común hizo todo lo posible por evitarlo y acabó desviando el beso, todo para presionar con torpeza sus labios en la comisura de los de Akashi.
Que alguien le diera un golpe mortal con un palón, por favor.
Se separó de Akashi como si este lo estuviera quemando con su mera presencia, que, de manera metafórica, era más o menos el caso.
─Uhm, oye, lo siento ─le soltó de sopetón, sin saber siquiera qué era lo que quería decir con exactitud─. Oh, mira qué cosa, se acabó el agua ¿Quieres que vaya por agua?
La risa de Akashi le cortó de golpe todos los sinsentidos que pudo llegar a decir. Sin embargo, no parecía estarse burlando de él, o al menos eso era lo que quería pensar. Era más como una risa de corazón que una carcajada tras presenciar a Nijimura cagándola en grande.
─Nijimura-san ─comenzó cuando hubo terminado de reír─. Espero que no considere esto como nuestro primer beso, porque yo no estaría de acuerdo.
Qué.
─¡Akashi, serás…!
─Ohhhh, ahora ya veo por qué Akashicchi se decidió a usar esa ropa.
A Nijimura se le fue el alma a los pies al escuchar la voz aguarrientosa de Kise, y peor fue el caso cuando se giró para descubrir que todo el mundo había presenciado ese acto tan vergonzoso.
─¡¿Y ustedes qué miran?! Ándense con sus asuntos! ─les vociferó sin saber si lo que gritaba era su rabia o el bochorno.
Sin embargo, aunque les grito eso no detuvo a Kise, Kuroko y Aomine a seguir cuchicheando sobre ellos.
─Hombre, no pensé que Akashi era de los que intentan seducir con la ropa y eso ─comentó a las otras dos comadres chismosas.
─Tampoco lo creí así ─aportó Kise su granito de arena al cotorreo─. Creí que solamente estaba usando eso porque era un regalo o algo así. Quién imaginaría que era para complacer a Nijimura-senpai.
Kuroko asentía a todas sus palabras, aunque poco a apoco iba suprimiendo su presencia, eso por si se presentaba una contingencia llamada Nijimura que les reventara los órganos interno a golpes. A Kise y Aomine les iba a caer una buena, qué pena.
─Oh, Sei-chan ya está creciendo y todo ─suspiró Reo dramáticamente─. No puedo creer que ya esté saliendo con un muchacho.
─Al final le salió el plan a Akashi ─asintió Mayuzumi, mirando a ambos con una malicia bien disimulada, pero que allí estaba al fin y al cabo.
Nijimura miró acusadoramente a Akashi, quien simplemente se encogió de hombros (deliciosos hombros) y le ofreció su mejor sonrisa como pacto de paz. Y vaya chasco que se llevó Nijimura cuando Akashi simplemente asintió ¿Dándole la razón a quién? Ya iba siendo hora de que mirara a todos con desaprobación para silenciarlos en el acto ¡Si todos les estaban achacando una relación que no existía!
Pero no.
─Tal vez sea conveniente que fijemos una fecha para una primera cita, Nijimura-san ─declaró Akashi, acomodando uno de los tirantes de esa puñetera camisa.
Una relación que no existió durante los cinco segundos anteriores, pero que aparentemente ya había dado inicio.
Akashi no le daba sorpresas a Nijimura, no. Él era La Sorpresa en sí.
Notas de la autora:
Perdona por el bullying, Akashi. En realidad creo que todo lo que te pongas te sienta bien.
Tengo muchos fics pendientes por escribir y leer, y con mi ritmo de vida actual (resulta que tengo una vida allá afuera, ups) estimo que ya acorté diez años en una semana. Ahora mis ojeras se han convertido en mi nuevo complemento de moda, pero el cumpleaños de mi escuincle no se me iba a pasar ¡Felicidades, Nijimura!
Aún no sé si estoy satisfecha con esto, pero el cielo, mis ojeras y mis posaderas saben que hice hasta lo imposible para traer algo para hoy. No estoy al cien.
¡Hasta otra!
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unataljoss-blog · 9 years
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Tiempo
Se dice que cuando estás enamorado solamente deseas el bien del ser amado.
Ah, es normal que te desvivas por él, que le procures, que hagas todo lo que esté en tus manos para poder ayudarle en las dificultades de la vida. Cuando te das cuenta de que comienzas a pensar frecuentemente en el bienestar del objeto de tu amor (y lujuria) sabrás que has caído muy hondo en las redes de la pasión.
Sin embargo hay un problema: ¿Qué pasa cuando tu amor es imposible?
Había tantos obstáculos que impedían el desarrollo del romance, para su mala fortuna. El enamorado en cuestión estaba condenado a tragarse todos esos sentimientos para sí mismo y seguir con su triste tarea de cuidar de su interés amoroso, sufrido y abnegado.
Qué lata era estar enamorado del Seirin entero.
Así es, no estaba hasta las trancas por un solo integrante, no. No era que se le cayeran las bragas por Aida Riko (que también), o que no pudiera dejar de mirar el trasero de Kagami Taiga. Tampoco era que le embelesara los músculos de Kiyoshi Teppei, ni que recorriera los caminos de la zoofilia por el bueno de Nigou. Su amor era infinito, como él mismo lo era, y en su corazón había cabida para todos ellos.
Oh, El Reloj sí que cacheteaba las banquetas por ese equipo lelo.
A ver, que él fuera un objeto inanimado no quería decir que no pudiera amar sin reservas ¡El mismísimo Balón de basquetbol estaba duro que dale entrando en La Cesta y nadie le decía nada a tanta depravación! Pero claro, cuando se trataba de él le ponían veinte mil peros.
Claro, no había sido Seirin el primer equipo que amó, no. Anteriormente había favorecido a los de Teiko con un fervor exacerbado y había vivido lo que podríamos llamar las mieles del primer amor.
Lamentablemente eso acabó mal. Todos esos chiquillos dejaron de necesitar de él y le dieron la espalda ¡Creían que se bastaban ellos mismos! ¡Despreciaron su ayuda! E incluso llegaron tan lejos como para manipularlo a su antojo y lograr un 111:11 que, pese a que El Reloj se veía muy estético luciéndolo, marcó la ruptura entre ellos y del corazoncito electrónico de El Reloj.
Aparentemente también había rotos los sueños e ilusiones de otro chiquillo, pero eso le daba lo mismo.
Puto Teiko. Pero ya llegaría su venganza
El primero en recibir la ira de su venganza fue Kise Ryouta ¡Toma ya! Eso le iba a enseñar dos que tres lecciones sobre humildad y empezar a valorar cada milésima de segundo que ya no iba a regalarle El Reloj.
Allí fue donde El Reloj conoció a Seirin, equipo vivaracho y meloso que parecía creer de más en el poder de la amistad.
Pero eso estaba bien. Iba a seguir favoreciendo a ese equipo para destruir a sus malvados ex novios.
El siguiente en su lista fue Midorima Shintaro, quien le había roto el corazón para fugarse con Oha-Asa y sus mierdas de la suerte. De por sí El Reloj ya era un cornudo en la época feliz de su relación, pero siempre se hizo el de la vista gorda con tal de mantenerlo a su lado. Craso error.
Le aplicó prácticamente la misma treta: Irse sospechosamente más lento cuando Seirin iba perdiendo para después dar el golpe contundente.
El Reloj se dio cuenta de que se había enamorado de Seirin después de verlo perder contra Aomine Daiki, el ex que más gordo le caía desde la ruptura.
Por más que intentó alentarse para darle oportunidad a Seirin de aplastar a esa gente en el último segundo, la cosa le fue mal a partir de que llegó su ex novio número tres ¡No pudo hacer nada! Jodido Aomine, él debía tener un pacto satánico aún mayor que el que tenía El Reloj y Seirin. Y cuando el aparatejo vislumbró a su equipo favorecido casi hizo corto circuito.
¿Había algo más triste que ver las lágrimas amargas del ser amado?
De allí todo se fue en picada. No pudo ayudarlos en los demás partidos, demasiado estresado por lo que había sucedido.
Ah, pero Seirin se puso en pie y él con ellos. Practicó hasta el cansancio su técnica de la ralentización del partido y ellos mismo hicieron lo propio puliendo sus habilidades físicas, pero, sobre todo, su amistad.
Cuando volvieron a jugar contra Aomine Daiki en la Winter Cup, la venganza supo dulce, pero más dulce fue compartir la felicidad con Seirin. Todo sea por el ser amado.
Aunque la cara de muerte espiritual de Aomine tampoco estaba tan mal.
Cuando jugaron contra Yosen por poquito se le vuelve a ir la mano, pero por los pelos pudo favorecer de nueva cuenta a Seirin y regocijarse con su victoria. Y beber las lágrimas de Murasakibara Atsushi ya que estaban de paso.
Pero la mirada afilada de Himuro Tatsuya hacia su ser le decía que estaba viéndose un poco obvio. Tal vez tenía que medirse un poco más.
El colmo de la obviedad fue cuando El Reloj hizo de las suyas en los últimos segundos del partido contra Rakuzan para lograr su cometido: Ayudar a que Seirin cumpliera su sueño y darle de comer polvo al ex novio que más le había hecho sufrir, es decir, Akashi Seijuurou. Y le costó, vaya que le costó. Los chiquillos del Rakuzan eran excepcionalmente buenos, pero El Reloj se había entrenado arduamente para ese día y no se iba a dejar vencer tan fácilmente ¿Qué era la Zona Wifi contra su poder y sus sentimientos?
Ya a esas alturas todos se pensaban que Seirin tenía un pacto satánico con él, pero nada de eso; se trataba del poder del amor sin reversas que tenía hacia ese bello equipo.
Oh, la felicidad que lo embargó hizo que sus números brillaran con más fuerza que nunca. Qué orgulloso estaba de ese equipo ¡Cómo le amaba! ¡Ya podía dejar que su corazón confiara de nuevo!
─Pero ¿Cuál es el secreto para haber derrotado a Rakuzan?─preguntó uno de los periodistas que entrevistaban a su ser amado.
─Creo que al final la amistad y el trabajo en equipo nos dieron la fuerza que necesitábamos para triunfar ─contestó Kuroko Tetsuya con una sonrisa radiante. Todos en el equipo se mostraron de acuerdo con sus filosóficas palabras.
¿Qué?
¡¿QUÉ?!
¡¿Todo el crédito se lo iba a llevar La Amistad?! ¡Maldita sea! ¡Y puto Seirin!
Ah, pero ya se las cobraría el año siguiente.
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unataljoss-blog · 9 years
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Today was a very important day and I’m so happy, so here you have some NijiAka piyos. Congratulations!
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unataljoss-blog · 9 years
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Secreto a voces
Los personajes Kuroko no Basuke son propiedad de Fujimaki Tadatoshi. Esta historia participó del evento: "¡Frase de la Semana!" del grupo AokiLovers.
"Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma"
Pablo Neruda.
Aomine no es que fuera una persona analfabeta, como mucha gente creía ¡Si hasta estaba escribiendo su autobiografía! Tonto, lo que se dice tonto, no era, solamente tenía un intelecto peculiar, por ponerle un nombre a lo que le aquejaba.
¿Otro dato curioso de la vida de Aomine Daiki? A veces leía frases romanticonas.
Esta vez el infortunado había sido un tal Pablo Neruda ¿Y cómo había dado con él? Muy sencillo: Quería encontrar frases célebres referentes a sombras y luces para poder soltarlas en un partido y quedar como lo que no era: un chico culto. Así se las gastaba el infractor de derechos de autor, si hasta se había plagiado estados de redes sociales y todo.
Para no alargar más el cuento, el buscador le arrojó ese resultado del tal Neruda-san y Aomine se quedó prendado de la cita, no porque en verdad siguiera pensando que esa sería una frase ideal para minar los ánimos de nadie, sino porque le recordaba a cierta persona rubia con una tendencia compulsiva a imitar lo que viera.
Así es, esa frase le hacía pensar en nada más y nada menos que Kise Ryota.
¿Por qué pensaba en el as de Kaijo con una frase así de comprometedora? Porque reflejaba sus sentimientos hacia él y la naturaleza de su relación, claro está. El cariño nada inocentón que le tenía al bueno de Kise debía ser así: secreto, oculto en la oscuridad pero bien clavadito en su podrida alma. Nadie debía saberlo, ese era su cruel destino, como si fueran unos amantes trágicos.
O eso se tenía pensado Aomine. Pobre idiota.
Que Aomine y Kise se tenían ganas no era secreto para nadie. Kuroko lo sabía, Momoi lo sabía, incluso Kagami y Nigou lo sabían ¿Quiénes eran los únicos que no lo sabían?
Los del dramón romántico, por supuesto.
─Joder, Kise ¿Para qué te pones esos pantalones? Te aprietan demasiado el culo.
A la pobre de Momoi se le fue el alma a los pies al escuchar eso. Pero bueno, lo que hay que oír. Cómo se arrepentía de haber acudido a esa reunión amistosa y escuchar semejante barbaridad de la bocaza de su amigo de la infancia. Ni siquiera ir a saludar a Tetsu-kun compensaba semejante suplicio.
¿Y cómo reaccionó Kise a semejante estupidez? Pues hizo juego diciendo algo igual de idiota, claro está.
─Lo que tú tienes es envidia de que a mí se me vea bien este pantalón, Aominecchi ─presumió con la barbilla bien en alto─. Y que aunque tú te veas bien, yo me sigo viendo mejor.
No, pero bueno. Si eran tal para cual esos dos.
─Oigan ¿Van a dejar de flirtear? ¡Que queremos jugar! ─se quejó Kagami, por una vez voz de la razón.
─ ¿Flirtear? Pffff, y luego con Kise.
─ ¡Aominecchi, en serio eres de lo peor!
Kuroko soltó un suspiro y se resignó a esperar a que se dignaran a seguir con el juego, que no parecía que fuera a ser pronto. Iba a ser que Kise y Aomine parecían estar más interesado en minar de a poquito las ganas de vivir de todos con su absurda relación.
─Ya verás, he mejorado mucho, esta vez sí te voy a vencer, Aominecchi.
─Como si fuera cierto, Kise.
─No tengo ni idea de qué hablan ─murmuró Kagami a Kuroko─. ¿No se suponía que ellos iban contra nosotros dos?
─ ¡Dai-chan, pero si Kise va contigo! ─le recordó Momoi a la desesperada.
¿Cómo resultó el día? En que Kuroko, Kagami y el mismísimo Nigou se fueron con la cola entre la patas después de jugar como cinco minutos y soportar otras tres horas de Kise y Aomine siendo los idiotas enamorados. La salida a Maji Burger estaba cancelada por default, ellos eran bueno, no estúpidos, no se iba a poner a soportar el pobre avance del romance por más tiempo. Hasta Momoi, quien tenía maestría en Tolerancia a Aomine Daiki estaba mentalmente exhausta.
Más cansancio le entró cuando se despidieron de Kise y Aomine observó cómo se alejaba, en silencio. Hasta parecía que estaba pensando, para variar.
─ ¿Por qué no le dices a Ki-chan lo que sientes por él? ─preguntó Momoi. A lo mejor con un empujoncito medio avanzaba la cosa.
─ ¿De qué hablas? No siento nada por el Kise ese ─la mirada penetrante de Momoi le hizo mella a Aomine en el alma, hasta que tuvo que desnudarla ante su mejor amiga y confidente─. Carajo, Satsuki ¿Cómo te diste cuenta de eso? ¡Ni se te ocurra decirle a nadie!
¿Y cómo para qué iba a decir algo como eso a los demás? Si ya todos lo sabían.
Aomine le dejaba notas secretas a Kise de vez en cuando.
El rubio nunca puso dos más dos ni se dio cuenta de que esa mala caligrafía y ortografía, además de que sólo escribía en katakana, gritaba Aomine Daiki. Igual era un detallazo, sí.
Como hemos dicho, los sentimientos de Aomine eran conocimiento público, excepto de Kise, que era así de denso.
Oh, pero eso iba a cambiar muy pronto.
Así es: Aomine Daiki iba a confesar su amor secreto y profundo por Kise.
─ ¿Pero qué…?
Nakamura estaba seguro de que no se merecía eso. Cuando le habían nombrado el nuevo capitán de Kaijo nadie le había advertido que iba a tener que soportar esa clase de incordios.
Cómo extrañaba a Kasamatsu.
─ Disculpa, pero ¿Podrías guardar esa guitarra? ─le pidió a ese jugador de Too, el pérfido Aomine Daiki─. Estamos en medio de un entrenamiento.
Aomine, claro está, hizo gala de su habilidad para ordenar las órdenes de un capitán y, aparte de todo, un senpai ¿A él qué más le daba que estuvieran en entrenamiento? Lo importante era llegar hasta el mentado Kise y revelarle el celoso secreto que guardaba.
Ese que hasta los de Kaijo se sabían. Incluso las fans de Kise lo sabían y estaban divididas entre las raras que idolatraban su relación y las peligrosas, esas que odiaban a muerte a Aomine.
─ ¡Hajta que poj fin le diga aljo! ─habló, o mejor dicho gritó Hayakawa, repartiendo saliva y confusión a su paso ¿Pero qué coño había dicho y por qué tenía que bañarlos con sus babas? Ni idea.
─ ¿Y esa guitarra, Aominecchi? ─preguntó Kise, quien no se enteraba de nada.
─A ver, Kise, escucha muy bien este secreto que te voy a contar porque ni creas que te lo voy a repetir: Puede que a lo mejor me gustes un poco.
Todos los espectadores en el gimnasio, hasta el entrenador gordito, lanzaron un bufido ¿Secreto? ¿Pero de qué hablaba ese?
Pero a Kise sí había parecido tomarlo por sorpresa, porque lo miró incrédulo y su cara comenzó a hacerle la competencia al color de cabello del mismísimo Akashi.
─ ¿Es en serio?
─Que sí, Kise, que ni tú puedes ser tan tonto ─Aomine sonrió y se permitió relajar la expresión al ver el puchero de niño chiquito que le ponía el otro─. Me di cuenta que el único a quien puedo amar no es a mí mismo, sino tú.
Todos se sonrojaron de vergüenza ajena. Pero qué manera tan más pedorra de confesarse.
─Creo que eso es lo más bonito que te escuchado decir, Aominecchi, aunque sea muy penoso.
─ ¡Oye! ¡Tómalo o déjalo!
Kise se echó a reír. Pero qué simpático que era su enamorado "secreto".
─Tú también me gustas un poquito, Aominecchi. Aunque también lo había mantenido en secreto.
Más bufidos. Por favor, que alguien los detuviera ya.
Lo único bueno que hizo Aomine, en opinión del sector de fans de Kise que no atentaban contra su vida, fue sostener con una sola mano la guitarra y usar la otra para algo más importante: Tomar a Kise del mentón y jalarlo hacia él sin ninguna delicadeza para poder plantarle un beso como Dios manda. Los sonrojados no eran solamente ellos, de nueva cuenta ponían de mil colores al gimnasio entero.
Lamentablemente, por cada buena acción Aomine tenía que destruirlo todo con algo mucho peor. Eso lo comprobaron todos cuando comenzó a tocar su desafinada guitarra que hacía juego con su voz ¿Quién seguía llevando serenata en esos tiempos? Por favor.
¿Lo peor? Kise había quedado fascinado. Eso de que el amor era ciego quedó comprobadísimo esa fatídica tarde
─ ¡Kasamatsu senpai! ¡Adivina qué, adivina qué! Te voy a contar un secreto: ¡Le gusto a Aominecchi! ¡Y nos hicimos novios!
Kasamatsu levantó una ceja y supuso que era buena cosa que esa fuera una llamada por Skype, que si se lo dijera de frente fijo que le había caído una buena tunda a Kise por decir cosas qué, además de estúpidas, eran bien obvias.
─ ¡Y hasta me dedicó una frase de un tan Neruda-san! Es más, te la leo: "Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma" ¿A que es bonita y nos pega bastante?
Pues claro que les pegaba. Y no precisamente porque su amor fuera secreto, escondido entre sombras, almas y a saber qué más, no. Lo único cierto era la parte de: "como se aman a ciertas cosas oscuras".
Y la cosa oscura en cuestión era Aomine Daiki.
En fin, si eso era lo que hacía feliz a su estúpido kouhai, todo estaba bien.
(Y no, Kasamatsu no era racista, que conste).
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unataljoss-blog · 9 years
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I love NijiAka but my hand refused to do something as cute as them. At least I tried? The color palette I used is #1 from this sheets:
http://unicornempire.tumblr.com/post/89135065919/color-palette-challenge
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unataljoss-blog · 9 years
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“I’m counting on you, captain Piyokashi.”
Day 7 [April 4th] alternate universe / whatever you want :)
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unataljoss-blog · 9 years
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Siete colores en el arcoíris (pt. 7/7)
Prompt Day 5: school/college/hospital
Último prompt de la NijiAka week con (mucho) retraso. Esto ya no es un drabble, dios mío. AU en el que todos los personajes de KnB están en California viviendo la vida loca del estudiante de intercambio.
La noche de un día difícil
Akashi se sobó las sienes y soltó un suspiro largo que había estado conteniendo. Miró acusadoramente a la pared que tenía enfrente, esa de pintura color crema descarapelada, con una exasperación tal que no le sorprendería que se comenzara a cuartear o que incluso se desmoronara.
A buena hora se les había ocurrido a sus vecinos poner la música a todo volumen en temporada de exámenes.
Eso era lo que escapaba de la comprensión de Akashi, por muy geniecillo que fuera. Recapitulando: Estaba viviendo en la residencia estudiantil de la universidad que eligió en California y esa semana la mayoría de los estudiantes estaban particularmente estresados, incluso presentando tendencias un tanto psicóticas. Él mismo tenía una carga de trabajo impresionante gracias a algunos trámites administrativos que hizo a petición de su padre, sus actividades como embajador escolar para los alumnos extranjeros, el comité estudiantil, los proyectos escolares terminados y un largo etcétera.
Así que era la hora en la que apenas iba a repasar rápidamente los apuntes. No le hacía falta matarse estudiando, lo bien aprendido no se olvidaba, pero no estaba de más reforzar sus conocimientos. Sin embargo, más que la sesión de estudio (que ni necesitaba, siendo sinceros) lo que realmente le estaba preocupando era si iba a ser capaz de conciliar el sueño con el escándalo de sus vecinos.
Ojalá hubiera pedido ser el asistente de residencia en ese piso del edificio, así podría ir y amablemente ordenarles que respetaran las horas de silencio.
─Infructuoso─ murmuró para sí mismo, levantándose de la silla de su escritorio.
Salió de su dormitorio y con toda la resolución del mundo se dirigió a la puerta contigua. Necesitaba hablar con esa gente que definitivamente no tenía nociones ni del tiempo ni de la decencia. Pero apenas iba a aporrear la puerta cuando esta se abrió, dejándole contemplar no una visión, sino la visión:
Un chico de cabello negro, labios de pato como si estuviera listo para una selfie, ojeroso y totalmente desaliñado. Era la viva imagen de la decadencia juvenil, pero Akashi, como era niño bien, no iba a comentarlo.
─Buenas tardes─ fue lo que sustituyó a su dura crítica.
─Hey─ contestó el otro a su saludo, dando un paso hacia afuera ¿Intentaba amedrentarlo o algo?─. No me digas: Vienes a pedir que le bajemos al volumen.
Akashi sonrió y asintió cortésmente. No había necesitado mirar insistentemente hacia el cuarto de ese chico para darse cuenta de las deplorables condiciones en las que estaban. Esa pila de ropa sucia, basura y quién sabe qué más porquería gritaba desaforada por auxilio y una buena desinfectada al dormitorio. Si uno era ciego siempre se podía contar con el sentido del olfato para detectar ese tufo incontenible a suciedad, mezclado con un sospechoso olorcillo a hierba quemada.
─Si no es mucha molestia. Me temo que la hora de silencio dio inicio.
El otro chico chasqueó la lengua y cerró la puerta con brusquedad. La pobre puerta osciló peligrosamente.
─No te creas, que no soy yo el de la fiesta─ se quejó con tanta rabia que a Akashi no le extrañaría que se tirara a las mordidas en cualquier momento─. Pero no se puede hablar con mis compañeros de cuarto. Todos están pasados.
─ Cabe la posibilidad de que me escuchen si intento dialogar con ellos.
El chico soltó una risotada, como si le hubieran dicho un buen chiste.
─ ¿A palabras? Ya lo intenté. Y también otro tipo de diálogo cuando se pusieron pesados, pero ya te digo que están hasta las trancas y ni sintieron cosquillas.
Pues vaya. Akashi no imaginó que en ese cuarto habitaran drogadictos y una persona violenta.
─ ¿Sugieres algo?─ preguntó Akashi, no muy dispuesto a entablar una batalla sin sentido con personas que probablemente estarían inconscientes entre drogas y los posibles golpes recibidos.
─Iba a dar la vuelta a comprar algo en ese lugar de comida rápida de enfrente─ contestó el chico─. Entonces ¿Qué? ¿Vienes conmigo o te quedas?
─Creo que me apetece más ir contigo que quedarme a escuchar a tus compañeros de cuarto y su música─ concedió Akashi.
Al chico pareció complacerle su respuesta, o eso parecía indicar la ausencia de su expresión de pato lampareado.
─Pues vamos, deben tener malteadas o algo. A todo esto, me llamo Nijimura Shuuzou.
─Mucho gusto, Nijimura-san. Mi nombre es Akashi Seijuurou.
Aquella noche Akashi se olvidó completamente de que al día siguiente tenía exámenes que rendir, que sus vecinos eran unos drogadictos y que acababa de conocer a Nijimura y aun así se arriesgó a salir con él a las horas de la noche ¿Qué más daba? El caso era que se lo estaba pasando muy bien.
Además, mejor estar en buenos términos con Nijimura, decidió Akashi al ver el lamentable estado de sus compañeros de cuarto al día siguiente.
Confirmado: Era el cuarto del Escuadrón de la Muerte.
─De nuevo no te dejaron dormir.
Nijimura gruñó como respuesta, haciéndole espacio a Akashi para que se sentara con él en esa mesa de la cafetería. Qué bonitas dos semanas de amistad. Aunque Akashi había iniciado siendo cercano a cuatro chicos de curso superior; Mibuchi, Nebuya, Hayama y Mayuzumi, al final acababa pasando gran parte de su tiempo con su nuevo amigo.
─Pues sí, estoy harto de ellos. Carajo, fuera cosa de un solo día…
Akashi observó a Nijimura acuchillar sin piedad el pedazo de filete que tenía en el plato y comenzó a temer tanto por la salud mental de su compañero como por la vida de los roomies malignos.
─Si tanto te molestan puedes quedarte en mi cuarto─ ofreció Akashi después de darle un trago a su agua embotellada.
La sonrisa burlona de Nijimura no le hizo ninguna mella, no.
─Ya. Me cuesta creer que tú eres el que me está pidiendo romper las reglas. Sabes que no podemos estarnos cambiando de cuarto ¿Verdad?
─Casos extremos requieren medidas extremas─ contestó Akashi, permitiéndose una sonrisa también─. A decir verdad, no estaba pensando que fuera una medida de una noche, sino algo permanente. En el cuarto sólo estoy yo, no me molestaría compartirlo con alguien. Si te parece y aceptas, puedo ir a hablar con el encargado.
No sabía que tenía Nijimura que Akashi se atrapaba a sí mismo actuando de manera ilógica e impulsiva. Sí, su lema era "Rápido y decisivo", pero por ésta vez tenía que admitir que no había considerado de cabo a rabo los pros y contras de tener a Nijimura viviendo en su cuarto, ni siquiera las consecuencias de hacer esa propuesta. Pero allí estaba, esperando a que le respondiera.
─Acepto, pero yo mismo puedo ir a hablar con el encargado. No me hace falta que me hagas los recados, Akashi─ protestó dejando de despedazar la carne─. Faltaba más.
Akashi le sonrió de tal manera que Nijimura intentó fulminarlo con la mirada. Y se hablaba del mero intento porque había algo más en su expresión. Al final, consciente de ser el perdedor en ese duelo silencioso, Nijimura optó por desviar la mirada y la atención hacia la comida.
─Venga, terminemos rápido que tengo que pasar mis cosas antes de que esos me las destruyan.
Para su buena suerte, el permiso lo obtuvieron en un tris tras, el encargado no les puso ningún pero. También era una fortuna que las cosas de Nijimura estuvieran todas en buen estado, eso o sus compañeros de cuarto estaban tan amedrentados que ni se les había ocurrido tocarlas.
El caso era que al final de ese día Nijimura estaba felizmente asentado y había pasado a convertirse en el compañero de cuarto de Akashi.
Pero faltaba algo: La pregunta.
─ ¿Qué te pides? ¿Arriba o abajo?
No hay que malpensar, Nijimura no le estaba proponiendo cosas impuras y Akashi tampoco tuvo motivos para pensar que lo hacía. Tampoco es que fuera tonto, claro que era consciente de lo mal que había sonado, pero darle mucha vuelta pecaba de inmaduro e infantil.
─ ¿Está bien que elija antes?
─Sí, hombre. Digo, tú llegaste primero a éste cuarto.
Akashi no dejaba de maravillarse con Nijimura ¿Quién diría que detrás de tanta brutalidad existía un muchacho acomedido?
─Bien, entonces creo que conservaré mi lugar abajo ¿O te molesta la cama de arriba?
─Qué va─ le restó importancia su nuevo compañero, comenzando a hacer la cama de arriba─. No soy ningún vejete como para que no me guste subir a cada rato a mi cama.
Akashi contempló desde abajo cómo arreglaba las sábanas y sonrió para sí mismo. Cosa curiosa, desde que se hizo con la amistad de Nijimura era común ese gesto en él y ahora que iba a tener su compañía durante el resto del semestre no podía evitar sentirse menos solitario.
Especialmente a esas horas de la noche, después de días agitados.
Nijimura Shuuzou era un año mayor que Akashi Seijuurou. En un mundo occidental esa diferencia de edad pasaba bien desapercibida, pero las dinámicas japonesas senpai-kouhai decían otra cosa muy diferente. Akashi debía respeto a Nijimura y probablemente debería añadir el honorífico desde que supo de esa diferencia, pero para el enojo del "senpai" en cuestión, eso nunca sucedió ¡Pues vaya confianzudo e irrespetuoso!
Claro que como el superior allí, Nijimura también tenía la obligación de velar por Akashi y su integridad en todo momento o algo así era la idea. Su deber era protegerlo, aunque siendo sinceros, lo que menos necesitaba ese chico era protección. Suponía que tenía más que ver con su tendencia a querer cuidar a los chicos menores que él, prueba de ello eran sus hermanitos y algunos de sus amigos, como Kuroko, Kise... Incluso hasta podría decirse que cuidaba de su saco de boxeo, también conocido como Haizaki, todo para que éste no se fuera por el mal camino y se uniera al Escuadrón de la Muerte.
Aunque Akashi no necesitara de sus cuidados iba a estar al pie del cañón por si acaso
Por eso no era raro que Nijimura se sintiera terrible cada vez que la noche llegaba y comenzara a pensar recurrentemente en su relación con Akashi, a ser consciente de que estaba allí abajito, sin deberla y sin temerla mientras se tomaba su merecido descanso. En pijama.
Y que esa pijama fuera de todo menos sexy y aun así alimentara su fuego hablaba mucho de lo jodido que estaba.
Los exámenes finales llegaron y Akashi fue testigo de la decadencia de Nijimura en todo su esplendor.
Si el desgraciado ya era de por sí malhumorado como el que más, su furia había alcanzado niveles insospechables en esos días. Aparentemente estaba bastante estresado con una que otra materia que tenía que sacar adelante para no acabar perdiendo la bendita beca escolar y se entendía. Claro que todo ese estrés tenía que canalizarlo de alguna manera, y su método fue ser especialmente brusco con los demás.
─Nijimura-san, aquí.
Akashi dejó una taza de café bien cargado para Nijimura en su escritorio, mientras el pobre trataba de terminar su trabajo final.
─Gracias─ contestó soltando un suspiro antes de beberse el café, olvidándose por unos minutos de su trabajo─. Mierda. No sé qué estaría haciendo si no hubiera cambiado de cuarto, sería más pesado sin ti.
Expresiones como esas siempre mantenían a Akashi a la expectativa.
─Probablemente estarías encarcelado por intento de homicidio─ contestó en un intento por parecer lo que no era, es decir, un chico gracioso.
Cosa curiosa, la gracia de los chistes de Akashi radicaban precisamente en eso: eran insípidos como ellos solos y siempre que intentaba ser simpático era él quien acababa siendo el chiste y no sus lamentables bromas. Que en cualquier caso seguía siendo mejor que hacer las pésimas rimas de ese chico que se juntaba mucho con Kuroko y sus nuevos amigos, un tal Izuki.
─Deja de burlarte, menos mal me zafé de esos─ musitó Nijimura enfurruñado, recuperando un poquito de vitalidad y mal humor─. ¿Y tú qué? ¿Por qué andas tan fresco? Pareciera que no estás en finales.
─Terminé con anticipación mis trabajos y confío que pasaré satisfactoriamente los exámenes─ recitó Akashi, con el tono de voz de quien explica una estrategia de mercado─. Afortunadamente mi padre fue condescendiente y me liberó de mis responsabilidades por dos semanas.
Nijimura bufó y Akashi supo enseguida por qué. Parecía que a su compañero de cuarto no le hacía ni pizca de gracia los métodos de crianza de Akashi Masaomi, pero se vio forzado a morderse la lengua.
─Pues qué buena cosa ¿No? Así tienes más tiempo para descansar.
─Así es, es ventajoso─hizo una pausa, lo que iba a decir después podría costarle la vida con un compañero de cuarto con tendencias violentas al borde de la locura─. Nijimura-san, si te estás atorando en algo…
No alcanzó siquiera a terminar su frase cuando recibió un golpecito en la frente.
─ ¿Qué te crees, que no voy a poder terminar a tiempo? Me subestimas, Akashi─ palabras ásperas que no combinaban nada con esa sonrisa torcida─. Si me atoro entonces ya te digo y me ayudas si quieres, mientras vete a dormir o algo.
─Como desees─ concedió Akashi, sonriendo─. Si necesitas más café dejé hecho en la cafetera. Mucha suerte, espero que todo vaya bien.
─Deja de hablar como si me fuera a la guerra y ve a dormir.
Dicho esto, Akashi se echó en su cama a dormir, o al menos a fingir que así lo hacía. La verdad es que toda la noche no pudo pegar ojo, no porque le molestara el sonido de las teclas aporreadas por Nijimura, o la luz que tenía encendida para el escritorio, no. Lo que le estaba haciendo ruido era el pensamiento que no se podía sacar de la cabeza:
Nijimura tenía una sonrisa que, si bien no era bonita, contagiaba. La sonrisa de pato más atractiva del rumbo, seguramente.
Ninguno de los dos durmió ni un minuto esa noche.
El tiempo se iba volando cuando se estaba tan ocupado y cuando se tenía buena compañía aún más, decidió Akashi. El semestre terminó, ahora mismo hacían el equipaje y había comprobado que desde que Nijimura se había unido a él en el cuarto los días volaban, incluso las noches que antes le parecían eternas duraban un suspiro.
Pero todo debe llegar a su fin y esa no iba a ser la excepción.
─Pedí que me dejaran en éste cuarto para el semestre que viene─ comentó Nijimura, fallando en su intento de sonar casual.
Eso, por alguna razón, llenaba de satisfacción a Akashi. También que entre líneas le diera a entender que si volvían a compartir cuarto estaría de perlas.
─ ¿En verdad? Qué coincidencia, también pedí el mismo arreglo con el encargado.
Fingir que su relación se limitaba a la amistad sería la mentira más cochina del mundo. Tampoco podían decir que tenían una relación formal ni nada por el estilo, ni siquiera habían declarado directamente un interés mutuo, pero a esas alturas era más que obvio que todos esos bonitos sentimientos ya iban para otro lado.
Era toda una experiencia nueva para Akashi. Más triste.
─Pues eso─ Nijimura dejó por la paz su equipaje y se sentó en la cama de Akashi─. Nos vamos a ver aquí el semestre que viene. Y ya tenemos nuestros números, ya Kise me enseñó cómo usar el Wazzapp.
─Estaremos en contacto─ afirmó Akashi, apretando su celular entre sus manos─. Si deseas puedes visitarme en Kioto cuando tú quieras. Ya te lo había comentado antes, pero no está de más recordártelo.
─Pues sí, creo que sí te haré una visita en el verano, sólo tengo que tomar el tren. Digo, no conozco Kioto, así que si tú vas a hacer de guía turístico, perfecto.
Tanto él como Akashi guardaron silencio durante un momento que nada tenía de incómodo. Al contrario, se sentía más como si estuvieran disfrutando de la presencia del otro antes de que tuvieran que separarse. No era un adiós, por muy trillado que sonara, la realidad era que definitivamente iban a volver a encontrarse en Japón para después regresar a compartir un semestre más en ese cuarto.
El transporte de Nijimura para llevarlo al aeropuerto llegó media hora después y partió, no sin antes compartir un abrazo con Akashi. Al día siguiente a él también le tocaría partir de vuelta a casa en Japón a primera hora.
Akashi contempló la habitación vacía ¿Siempre había sido así de grande?
Esa noche ni siquiera intentó dormir. Entre sus pensamientos y el ruido de la última fiesta del Escuadrón de la Muerte no había caso.
Akashi movió una de sus piezas de shogi, inmerso en una batalla contra sí mismo. Ya llevaba una semana en su casa y trataba de disfrutar su tiempo libre jugando su juego de mesa favorito. Había terminado todas las tareas que le había encargado su padre de manera eficiente y el día ya había terminado, así que podía darse el gusto de dedicar un ratito para él. En eso estaba al menos cuando su celular vibró avisándole de un mensaje y no pudo evitar sonreír.
Ya se imaginaba quién podía ser.
"Akashi, me traje por error una camisa tuya ¿Cuándo te la llevo?".
Bendita camisa.
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unataljoss-blog · 9 years
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Siete colores en el arcoíris (pt. 6/7)
Prompt Day 7:alternate universe + whatever you want :)
Aclaraciones: Esta parte está directamente relacionada con la anterior y así mismo es el desenlace de esa mini historia. De nuevo, spoilers si no se han leído Extra Game.
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