Tumgik
#y de paso me puse a llorar en el bus de vuelta a casa... más ridícula no se puede ser
andreakedavra · 2 years
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el-peor-ex · 4 years
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Mi hermano era un traficante, le gustaba la noche, el bling bling, la mocha, la plata y las balas. Temido, odiado y admirado. Líder de la población, no corría una mosca sin que él no supiera. “El Padrino de la 58” a quien todos buscaban por algún favor. Mi bonita casa, el refrigerador lleno, la ropa de marca, nada me faltaba.
Richard Verdugo se llamaba, egocéntrico como él solo, decía que tenía todo, que solo le faltaba ser inmortal. Lo quise imitar, pero nunca dejó. Si me veía en malos pasos, donde me pillase me iba a sacar la cresta, que mejor estudiase, que no fuese como él, que no tenía el talento de calle.
Pero no hay narco eterno, dicen. Su misma soberbia se encargó de jugarle una traición, su mas cercano lo vendió a la poli, pero este no se dejó, un 23 de agosto se enfrascó en una balacera en la que yo me encontraba junto a él y lo vi caer muerto de un tiro en la cabeza.
Fue un martes en la madrugada que alguien hizo sonar la chapa de la puerta. Se querían meter a la mala, probablemente los enemigos de mi hermano que nos robarían todo. Mi vieja tomó una pistola y apuntó. Pero cuando aquel intruso abrió la sorpresa fue mayúscula.
- Hola, mamá. Oye, cambien la chapa, con un simple fierrito entré, así de fácil ¿Oigan, tienen unas monedas? Le quedé debiendo plata al taxista y me está esperando afuera para que le pague.
Mi madre prendió la luz, el Richard, ahí, en nuestra casa, como si nada. Luego se quejó que tenía hambre y que por favor le cocinaran algo. Mi vieja se largó a llorar.
- Ven, acompáñame a comer – me dijo.
- No puede ser, tu estás muerto, yo vi cuando te mataron.
- Hermanito, déjate de hablar de eso ¿Me extrañaban o no me extrañaban?
- Sí – contestó mi madre, emocionada.
- Ya pues, aprovéchenme entonces.
Tomamos al otro día temprano el bus con dirección a Cartagena. Mi vieja hizo huevos duros, sándwiches y compró churros rellenos. Nos metimos bien adentro en la playa para agarrar la ola más grande. Jugamos a las cartas y de vuelta a Santiago a regalonear. Él me golpeaba en la cabeza, como el abusivo que siempre fue mientras mi madre nos observaba contenta.
Pero la visita era corta… había que despedirse, lo abrazamos fuerte. Lo fuimos a dejar en taxi hasta la entrada del cementerio y antes de verlo desaparecer nos dijo que vendría a buscarnos cuando fuese nuestra hora.
Con el tiempo, junto a mi madre armamos una pastelería y nos marchamos de aquel lugar.
Pasaron años, y la vida junto a ella se volvió más que una costumbre, por alguna razón sentía la necesidad de no despegarme jamás de su seno. Pero un día, la vi caerse sola en la entrada de la pieza, sufría de constantes mareos, y terminó en cama por los dolores que sentía en su cuerpo. Lo cierto es que se notaba que le quedaba poco tiempo.
De pronto, se escuchó un auto que estacionaba afuera, y cuando vi a mi hermano levantándome la mano para saludarme, decidí cerrar la puerta con pestillo.
- ¡¿Y a ti que te pasa?! – me preguntó.
- ¡Ándate de aquí!
Mi madre desde la cama escuchó su voz.
- Hijo ¿Es tu hermano el que está golpeando?
- No… no es nadie.
Y este se hacía notar.
- ¡Weón, abre la puerta si no quieres que te saque la cresta como siempre!
Él ya no era bienvenido, no ahora, quizás más adelante. Pero el Richard insistía. Era lógico… se la quería llevar.
Creí que en algún momento se aburriría y se marcharía junto a ese taxi, sin embargo, no cesaba.
- Hijo, no sea mal educado y deje entrar a su hermano.
- No… si ya se fue.
- ¡Abre! - gritaba desde afuera.
Mi madre me tomó de la mano.
- Te amo.
- Mamá, no. Si el Richard puede venir otro día.
- Hijo… estoy sufriendo.
¿Qué mas iba a hacer ante esa frase? Me puse a llorar sobre el vientre de ella mientras se escuchaba los golpes insistentes en la puerta y los fuertes bocinazos del taxi. Me levanté, abrí y el Richard entró. Este se sentó al lado de su cama y le besó la frente.
- Pucha viejita, que te ha tocado duro – le dijo.
- Si… lo sé.
- ¿Vamos? Está el taxi afuera, me va a salir más caro por culpa de este otro.
Entre los dos la levantamos, y la subimos al auto. Me senté con ellos atrás para ir a dejarlos. Mi vieja puso su cabeza en mi pecho. Mis lágrimas desparramadas, y la música del radiotaxi. Veía los paisajes pasar, tomándole todo otro sentido. Cuando llegamos, ellos bajaron, y desde la ventana les levanté la mano para decir adiós.
- ¿Y tú, que te quedas ahí atrás? – me preguntó el taxista mientras me miraba desde el retrovisor.
- ¡¿Ah?! No, vámonos no más, prefiero despedirme desde aquí.
- ¿Despedirte?... Si tu te vas con ellos.
- ¿Qué? No, si yo estoy bien, aún no es mi hora.
- ¿No?
Y todo volvió a mí… no podía ser… como nunca lo recordé. Fue ese 23 de agosto. Le dispararon en la cabeza y cuando lo fui abrazar, entonces no vi venir la bala siguiente.
- ¿Y por qué yo no estuve con él todo este tiempo?
- Créeme que esa mujer sufrió más por ti que por él. De él se pudo despojar, de ti jamás.
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siisii20-blog1 · 7 years
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Me acuerdo del primer día en el que comenzamos a salir. Fue sinceramente, uno de los mejores regalos de mi vida. 
Al principio recuerdo que nos daba un poco de corte demostrarnos cómo nos queríamos de manera física, pero finalmente lo pudimos superar, y darnos cuenta de que ambos éramos nuestro mismo reflejo y no teníamos nada por lo que temer.
Recuerdo la de veces que llegamos a llorar juntos a causa de lo mal que lo pasábamos al estar separados, y vivir en entornos violentos. Nos apoyábamos mutuamente y permanecíamos codo con codo sin importar jamás las críticas ajenas, que eran muchas. Hacías que olvidara todos mis problemas nada más verte. Nada importaba, éramos solo tú y yo, nadie más ni nadie menos. Aprendimos a construir una relación con lo poco que teníamos, y nos supimos valorar tanto como personas, y como amantes. Siempre supe que me quisiste desde el primer hasta el último beso. Porque eso es en lo que se podría resumir lo nuestro; caricias, besos, consuelos, sacrificio y esperanza.
Pasó un mes, y las criticas ya se me empezaron a calar. Llegaba a casa y las opiniones del resto me rallaban la cabeza. asta que un día no pude más y decidí dejarte. Te escribí una carta el catorce de febrero, pero preferí dártela el quince. Sabía que me dolería en el futuro, recordar la manera en la que la había cagado.
Un día después de dejarte, hice todo lo posible para poder evitarte. Recuerdo que estuviste como alrededor de una semana intentando poder hablar conmigo. También recuerdo un día en el que salía del instituto, y vi a mi mejor amiga hablando contigo, e intentando que volviéramos juntos. Estabas llorando, pasé de largo, fui una cobarde, y me arrepiento un montón. Era como si me diera vergüenza el hecho de que la gente estuviera día sí y día también criticándonos, así que para poder librarme de aquello, corté.
Pasó una semana, y dejaste de venir al instituto. La gente preguntaba, qué ocurría, y que si estaba bien. Yo les decía que me importaba una mierda no verte, y que me sentía muy aliviada. Era como si hubiera cambiado de chip totalmente. Me sentía completa contigo, pero de repente, no sé, era como si tuviera ganas de permanecer aislada.
Pasó un mes, y seguías sin venir. 
Un día, al meterme en las redes sociales, recibí un mensaje tuyo. Me dijiste que estabas en Cádiz, que me necesitabas, lo mucho que me echabas de menos, te dije que yo a ti también, pero no de la misma manera.
Llegó verano. Y comencé a darme cuenta e el daño que te había causado. Lloraba todos los días, en todos lados, y a todas horas. Me iba a dormir, y me iba llorando, iba en bus, y lloraba, ni comía, no tenía ganas de nada. Un día, llegué a quedarme dormida en el baño una hora y media entera de tanto llorar.
Finalmente decidí hablarme con tu ex, Esther. Nos comenzamos a llevar bien, a pesar de tener unas opiniones más o menos diferentes. Un día me mandó una captura de pantalla en la que discutíais por whass, así que me dije; “ Si están hablando, será que tendrá su número de teléfono”, así que se lo pedí, pero me dijo que no lo tenía. Eso me desanimó aún más. Pasó un tiempo. Y tomé la decisión de mandarte un mensaje, ya que a pesar de llamarte al fijo, o a tu antiguo móvil no había respuesta. Te puse lo mucho que te necesitaba, que te quería, y que entendía la manera en la que te estuviste sintiendo.
Una semana después, respondiste con algo más o menos así;” Solamente quiero que sepas una cosa”, te dije;” ¿El qué?”, y me respondiste; “ Que te quiero”.
Aún así, pasaron dos meses. Te seguía queriendo, pero estaba más relajada, me sentía protegida a distancia. Sentía que me querías a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. 
Pero cómo no, volví a cagarla. Era verano aún, todo el mundo estaba de vacaciones, y los únicos con los que podía quedar eran mis vecinos. 
Son tres; Hani, el mayor, Ibra, el mediano, y Nabil, el más pequeño. Si los nombres te suenan extravagantes, que sería lo normal si es que nunca los has escuchado, es porque son árabes. 
Hani, el mayor, tiene mi edad, quince. Me parecía el más repulsivo. No preguntes por qué. Era simplemente su forma de ser. Me parecía el típico chaval inmaduro. Era guapo y tal. Tiene ojos marrones oscuros, muy grandes, y unas pestañas larguísimas. Su pelo es negro y grueso, me encantaba. Pero era un creído, y lo peor es que se creía y se cree guay o algo. No tiene ni idea de la vida, pero actúa como tal, una pena.
Ibrahim, es el mediano, tiene unos  catorce años y de los tres, es mi favorito. Nos gusta básicamente más o menos lo mismo. Tenemos pensamientos similares acerca de la vida, la música... Nos encanta dibujar, y nos queremos muchísimo.
Y por último, y por eso no menos importante, está Nabil, el pequeño. Tiene unos once años, creo. No tengo mucha opinión que dar acerca de él, pero es un amor. Es súper gracioso, y adorable. Se pone la ropa de su madre para hacer el tonto, o se inventa canciones fandangueras.
El caso es que solía salir con Ibra todas las mañanas a patinar, dábamos vueltas por el barrio, y hablábamos. Alguna que otra vez me pregunté si me estaba empezando a gustar, pero nada. Somos simplemente amigos. Uno de esos días, quedamos por la noche, a eso de las once y media. Recuerdo que me dijo que estuviera preparada a esa hora, ya que siempre llego tarde a todas partes. Llegaron las once y media, e Ibra no aparecía, así que decidí acercarme a su casa, y preguntarle a sus hermanos si sabían dónde podría encontrarle.
Así que llamé al timbre, la puerta no tardó mucho en abrirse. Para mi sorpresa era Hani, y lo más sorprendente fue que me abrió en calzoncillos. Me quedé mazo rallada, pero decidí no darle mucha importancia, de la otra manera, le daría juego a su imaginación, y pensaría que me moría por él o algo. Fui al grano. Me dijo que no tenía ni la menor idea de  donde podría estar su hermano, pero que me ayudaría a buscarle. Así que se vistió, y bajamos juntos a la calle. Le notaba un poco raro, quiero decir, ¿qué demonios estaba haciendo? Me estaba acompañando, tenía que haber algo detrás de ese comportamiento tan generoso. En la vida he salido sola con Hani por el barrio, y menos uno como el nuestro, Vallecas. 
Tú atrévete a pisar la calle con cualquier otra persona del barrio con distinto sexo al tuyo, por un entorno en el que te muevas habitualmente, acto seguido, espérate una semana, o hasta días, y prepárate para todo tipo de rumores acerca de ti. Si te dijera que me intentaron emparejar con Ibra, que los rumores le llegaron hasta a Hani en su día, y pensó que estaba con su hermano mediano...ppff!
El caso es que al bajar a la calle, el chaval no hizo ni el mínimo esfuerzo de buscar a su hermano, miró por el patio del edificio, y dijo;” Bueno, pues no está...¿Vamos a dar una vuelta?”. ¿Qué? ¿A dar una vuelta? ¿Con Hani? ¿Por la noche? Uff... qué nervios, joder... ¿Y de qué hablaremos?...Espero no quedarme callada, ni él tampoco.
- ¿A dónde vamos?- le pregunté.
- Al parque que está detrás de casa- respondió.
Al llegar, nos sentamos en un banco. Me puse súper tensa. No supe que hacer, pero al parecer, él sí sabía lo que hacía.
- Dentro de unos cinco días, nos iremos de vacaciones a Ceuta...
- Sí, algo así escuché- le dije.
- Y... no sé, tengo ganas de follar con alguien...
 No sé cómo demonios se me quedó la cara, pero sorprendida si que estaba. Aquí fue cuando la empecé a cagar, me comenzó a asomar una sonrisilla tonta.
 - ¿Tú te acostarías conmigo?- me preguntó despreocupado.
Me quedé callada un rato. Me puse a pensar en ti. En que no podía cagarla de la manera en la que la estaría cagando si me llegara a liar con éste pavo.
- Joder... yo... si no tuviera a nadie en mente, lo haría, pero estoy enamoradísima de mi ex, y es con él con quien querría perder mi virginidad. O si ya lo hubiera hecho con él, es probable que aceptara, y me enrollara contigo, pero no puedo.
Pues mira, no sé cómo demonios acabé diciéndole que sí. Comenzamos a hablar acerca de dónde lo haríamos, la postura en la que la haríamos, cómo nos comunicaríamos.. Así hasta llegar a casa. Al día siguiente, miré el whassap y tenía un mensaje suyo. Ese mismo día lo íbamos a hacer en un baño de minusválidos. Pero afortunadamente, acabé inventándome una excusa, y funcionó.
Al tercer día después de la excusa salvadora, había quedado con Ale, una de mis mejores amigas. Nos fuimos al centro, hablamos acerca de el lío en el que me había metido. Me dijo que hiciera lo que hiciera, me apoyaba, pero que estuviera segura de cualquier paso que fuera a dar para así no arrepentirme después.
Ese mismo día, llegué a casa alrededor de las diez y media de la noche, así por las buenas, me acordé de que mis vecinos se iban a Ceuta. Estaba sola. Mi madre llegó a las once, media hora más tarde. Mientras estaba sola, hablé por teléfono con Ale. De repente, escuché el timbre. Abrí la puerta, eran Nabil, Ibra, y Saida, la madre de todos. Recordé que justo esa noche se marchaban a Ceuta.
Volviendo al grano; al tocar al timbre, Nabil me pidió que por favor cuidara de sus dos peces mientras él no estaba, e Ibra me pidió un teléfono que mi madre prometió darleesa misma noche. Recogí al pez, y esperé a que llegara mi madre
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