Tumgik
#meditaciones irreflexivas
versosdisonantes · 5 months
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Siempre lo fascinante se observa detenidamente con mucha atención para no perderse ni el más mínimo detalle. Como el ocaso en un día de otoño impregnando todo a tu alrededor con un crepúsculo irrepetible, como una lluvia de estrellas vista acostado de espalda en algún suelo de algún lugar del mundo a la luz de una fogata, como el reflejo de la luna esbozando caminos plateados una noche cualquiera sobre el mar, como esa nieve que cae repentina y te convierte en niño por un rato, como aguacero que empapa pero te quedas ahí, mirando hacia el cielo mientras te invade su grandeza, como el misterio detrás de tu sonrisa suspendida para deleite de mis ojos, como lo poco que sé de ti y lo mucho que me intriga, como cada palabra que dejas como si fuese tu perfume en el viento, como tú querida mía, como tú.
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Solo a veces, no es para tanto.
A veces me sorprendo sonriendo ante tu mirada, a veces quisiera no entrar en razón cuando me hablas, a veces me descubro creyéndole a tu voz, a veces quisiera no haberme dado cuenta de que nada es cierto, volver a vendarme los ojos y que todo siga igual, a veces quisiera dejar de amarte en un instante con un chasquido de mis dedos, pero entre tantas razones, cuando te veo frente a mi quedo perplejo, y me insultan en la cara los motivos de sobra que poseo para desearte lejos. A veces me repudio soñándote despierto, a veces suspiro y la conciencia me confronta, a veces quisiera seguir ignorando las cosas que ahora sé, a veces me hipnotizan todavía tus ojos almendrados, a veces caigo bajo los efectos de tu dulzura, a veces se me olvida que no es más que otra de tus tantas posturas. A veces me atrapo pensándote y la memoria me reprocha lo que siempre olvido, me escupe el corazón si te dedico algún latido, todavía te quiero y me abofetea el orgullo si intento excusarte, a veces quisiera como a grafito borrarte, pero te sigo escribiendo, y cada letra es una aguja clavada en mi deseo inconstante de evitar extrañarte. Todavía me alegra verte, aunque el diluvio por dentro me ahoga el alma, todavía tu remolino trae calma, todavía eres esa luz que me encandila y a la vez enciende mi tristeza, aún me estremezco buscando entre tanta frialdad algo de tu tibieza, mariposa luminosa que se posa con su nebulosa sobre mi llaga, quisiera que se extinga lo que siento, pero ni un mar de lamentos lo apaga. Memoria Selectiva.
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A través de Sahaja Yoga, puedes lograr un estado de meditación conocido como conciencia irreflexiva. En este estado, experimentas y disfrutas el momento presente sin distracciones del pasado o del futuro. Su conciencia trabaja en flujo con su energía interior ( Kundalini ). Estar en este estado te hace pacífico y equilibrado al tiempo que mejora tu bienestar y tus relaciones con el tiempo. Sahaja Yoga es una técnica simple que cualquiera puede practicar fácilmente, independientemente de su edad, raza o estado financiero. Buscar un estado espiritual superior, una realidad llena de satisfacción, alegría y paz, es una parte natural del proceso evolutivo humano. La meditación Sahaja Yoga juega un papel fundamental en el logro de los frutos de ese viaje espiritual. Todos los seres humanos tienen el potencial de lograr una vida más pacífica, sostenible y fácilmente equilibrada. Tomado de: Sahajayoga.org #meditacionmedellin #meditacion #yoga #yogamedellín #terapiaintegral78 #mniterapiaintegral https://www.instagram.com/p/CDHVeR0Jk0_/?igshid=1gp65834cc870
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No seas como yo.
Uno a veces termina acostumbrándose a las malas costumbres de otros. Te dejas llevar. Te habitúas a sus hábitos nocivos y vas adquiriendo esas mañas viles con las que se relacionan. A veces asimilas el estándar decadente, te vuelves uno más por mirarte a menos, te adaptas a sus formas indignas y te deformas, y entonces el ojo por ojo te empieza a saber más dulce que la miel. Fíngeme, que sabré bien actuar el papel que me asignaste, me aprenderé de memoria el guión del personaje que a tus ojos represento, serás la protagonista histriónica de tu propio teatro, yo seré el espectador que te convence de que ha sido conquistado con la historia tragicómica que interpretas. Me aprenderé los pasos sucios de este baile sobre el cuadrilátero de las apariencias, un golpe es un beso, me tendrás entre las cuerdas, te pisaré los pies con un <<te quiero>>. Nadie mejor para enseñarme de tretas, estrategias y simulaciones, tanta ternura enferma siempre causa convulsiones. Vueltas y vueltas en la danza de lo inverosímil, cada movimiento de la coreografía como espasmos afectuosos, cada gesto alegre como retorcijones en la conciencia, iré al ritmo de tu conveniencia, mientras la música de fondo será una playlist de mi talión. Si tú juegas, juego, moverás tus fichas a placer, los dados lanzaré, tendré el as bajo la manga, las mismas cartas que utilizas te daré, voy a blufear en cada gesto, barajarás todas tus excusas, mientras la partida ganada creas tener. Si tu dices, yo diré, diálogo de sordo mudos, palabras en el crucigrama de un vocablo sin sentido, lenguaje sin ningún significado, lo que quieras oír saldrá de mis labios tan muerto como lo que de tu boca proferías para mantener vivo mi apetito. Latidos sin pulso en el corazón, suspiros de artificio, sonrisas para maniquíes, tiempo inerte, polvo para nuestra sed, te seguiré la corriente aunque sea ir en contra de todo lo prudente. Te has reído desde el principio y quizá yo lo haga al final, cuando el telón caiga sobre nuestra ficción, te aplaudiré de pie, tendrás tu ovación, el actor secundario se ganará el oscar a mejor masoquista, tendrás tu estrella en el paseo de la infamia, seguirás haciendo dramas en otros escenarios, yo seguiré sentado en la misma butaca, morgue del que un día fui antes de ti, que aunque no era la gran cosa, era mejor que el se quedó aquí. Memoria Selectiva.
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Crédulos.
La única verdad que hoy sé de ti, es que siempre has sido una mentira. La única mentira que sabrás de mí, es que siempre dije la verdad.
Memoria Selectiva.
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Te juro que juré porque juraba que sí.
Y tú, que te empeñas en mostrarte así, tan llena de ternura y enamorada de este incauto obstinado, tan feliz de estar conmigo y tan afortunada, tanta dicha siempre presupone alguna duda cuando lo perfecto intenta embaucarte. Tú, que sigues diciéndome las cosas que antes ensanchaban mi corazón y que ahora estrechan mis ojos, que hacen angosta la sonrisa, que hacen de un milagro una bajeza, reducen a nada lo que le daba vida a todo. Tú, que dices que no sabrías que hacer sin mí pero conmigo tampoco sabes que hacer, se te salió de las manos el tenerme comiendo de ellas aunque nunca ha sido tu dilema el perderme, mantenerme perdido es el sabio oficio de tu boca, sigues insistiendo en nosotros para que no deje de soñar contigo, pero estar juntos es lo que menos te importa de este entuerto que alguna vez fue juramento, no lo sostendré ni te esforzarás, no será necesario, pronto lo sabrás, cuando la sorpresa sea tuya y en silencio huyas con la sonrisa entre las piernas.
Memoria Selectiva.
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La historia sin fin que terminó sin un final.
Antes de cerrar este libro que contiene nuestra historia, quisiera subrayar cuanto te quise y resaltar lo bendito que era saber que me querías, dejar dobladas algunas puntas de las paginas donde todo fue gloria y rasgar las que entre lágrimas aún releo en mi memoria. Quisiera poder borrar lo que el destino dejó escrito, sobre escribir donde todo ya fue dicho, tachar todos los errores cometidos. Quisiera volver a ese prefacio idílico, principio de todo y quedarme ahí por siempre, leyéndote una y otra vez, sabiéndote conmigo, pero no será como en los libros ni como en las películas, no habrá final alternativo, no habrá secuela para un adiós que no se dijo, no podré rebobinar hasta ese minuto exacto donde descubro tu sonrisa, ni ponerle pausa a la escena donde tus ojos me sentencian a este amor que aún te tengo. No habrá entre créditos alguna secuencia que me de luz de alguna continuidad, para saber si me quedé a la mitad, si todo es un paréntesis que falta por cerrar, si habrá otro desenlace o si realmente es el final. Seguiré en otra hoja en blanco, inventándome guiones con cada una de las palabras que me dejaste, sellaré lo que ya fue, y lo que no, lo soñaré.
Bitácora de un olvido reticente.
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Le quité la tarjeta de crédito al corazón.
Me hablabas tanto de un futuro juntos, que llegaste a conjugar verbos en su nombre atado al mío, y es que quien mucho abarca poco aprieta, hipotecaste lo que no te pertenece, tan astuta como para que el embargo no ocurriera en tu corazón. Estaba tan colapsado del pasado tu presente añejo que ni siquiera había un espacio mísero para mí dentro de el, solo cabían tus fantasías frustradas, tus visiones de princesa desencantada. Me vendiste sueños caducados para financiar la deuda que tienes con tu ayer, te compré promesas como boletos al paraíso que expiraron apenas salieron de tu boca y que hoy ya no tienen garantía ni se pueden reciclar para volverlas algo útil. Hoy solo vives de ilusiones que nunca alcanzaste antes y que ahora tampoco puedes realizar, quieres vivir lo que antes no se te dio y que ahora tampoco puedes concretar, quieres sentir lo que antes nadie te produjo y que ahora tampoco tienes el valor para rechazar, ¿qué libertad tienes para ofrecer que no sea una que esconde la verdad? Sabes que no puedes, que estás atada a las consecuencias de las decisiones que tomaste alguna vez, y aun así juegas a inventar secuencias románticas en algún mañana alternativo, pero el mañana para ti es como una herida que no puede cicatrizar, será la extensión de lo que ya ocurrió, los efectos de lo que ya se hizo, un deseo continuo que se nutre de imitaciones de lo que tiempo atrás tú misma desechaste.
Memoria Selectiva.
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Vemos todo lo que miramos pero no miramos todo lo que vemos.
Hoy cierro los ojos para verte sin los filtros con que el asombro me llevo a divinizarte, la miopía de mi corazón no me ayudo a percibir que la estrella a lo lejos era una fruta podrida con distintas cáscaras. Idealizarte me volvió daltónica la razón, tanto que no supe diferenciar entre negro y negro oscuro, no le vi defectos a ninguna de tus máscaras. Creí que recuperaba la vista cuando te encontré, cuando con los brazos abiertos te di la bienvenida, pero el astigmatismo en mi esperanza me hizo vislumbrar una sombra difusa de algún sueño a la espera, tanta dicha solo fue ceguera, tantas cosas parecías y ninguna de ellas eras. Cataratas en la fe, creerte porque resplandecías como si fueses algo majestuoso, la hiperopía en mi ilusión no me dejó ver lo que venía tras de ti, no me percate de lo evidente, y es que cuando te obsesionas no te salva ningún lente, no te fijas en tus errores, hasta cuando la verdad rompe el cristal de tu torpeza y los trozos del mismo son todos y cada uno de los defectos que ignoraste y entonces te arrepientes. Ahora que dejé de observarte hipnotizado como si hubiese estado frente a un salva pantalla psicodélico, ahora, mirarte ya no me conmueve, pupilas contraídas si te pienso, la tristeza es solo un síntoma de esta fotofobia extrema ante tu luz artificial. Memoria Selectiva.
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Me dijeron que escribiera de otra cosa.
Até los cabos sueltos que dejaste en el camino sin darme cuenta que a la vez desenredaba la verdad enmarañada en la ciénaga de tu conciencia. La evidencia encandiló a mi esperanza ciega, se asfixió a si misma la ilusión, con sus propias manos el deseo se ahorcó, y lo que había obviado por tanto, en reproche se convirtió. Lo que antes no quise ver a voluntad, con una sonrisa burlesca me miró, y el que estaba frente al espejo cuando despertó, con muecas y gestos ofensivos al responsable señaló. Razones de peso en los bolsillos de mi despecho, suficiente como para arrojarlo en algún mar de lo indeseable y maltrecho. Preferí perderlo todo a que todo me mantuviera perdido, escogí quedar sin nada para que nada me vuelva su cómplice, que los dedos en la llaga sean los míos, que los tuyos no me rocen, me saqué la venda de los ojos y la usé de torniquete en este corazón que a mares te lloraba, deshice los nudos de este atrapa sueños y la pesadilla se asomó, la realidad es un mal chiste sí se mofa de ti mismo, así que le quité las correas a mi devoción y me desvestí de marioneta para dejar de una buena vez de lamentarme. Corté las sogas con las que sostenía tu montaje improvisado de princesa desvalida, y con el resto me amarré las manos y los pies, para no abrirte más los brazos, para no correr hacia ti otra vez.
Memoria Selectiva.
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Cuentos de la cripta.
Así es como se dan ciertas ironías. Sonrisas que te salvan de algún naufragio prolongado, a la deriva en medio del olvido, para dejarte anclado en un desierto de espejismos que desaparecen si intentas alcanzarlos. Miradas que te rescatan de un infierno merecido por andar buscando paraísos en los corazones equivocados, para dejarte perdido en un limbo de dudas y silencio. Engaños edulcorados de dulces sueños que te quitan el sabor de antiguas penas y amargos desencuentros, solo para atarte a una realidad donde la espera es siempre una condena, donde lo que sabe a vida hace mucho huele a muerto.
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No tengo una bola mágica pero...
En los Vértices del miedo, de cuclillas observo en el horizonte una fisura a la que nunca me arrimé y que hoy sé, la verdad se esconde ahí. De reojo miro la debacle en lo porvenir, el futuro es una profecía que lleva tu nombre, el saber de ante mano con lo que me encontraré, un lugar baldío donde tu sombra descansa. Como quien camina sobre esa delgada línea que divide lo real de lo ficticio, prosigo en mi soberbia, aunque me pierda entre lo uno y lo otro, como si fuera una cuerda extendida sobre un abismo espeso formado de sueños ilusos, esperanzas incrédulas, de verdades que siguen mintiendo, me balanceo de lado a lado mientras hago equilibrio hasta llegar al otro extremo donde sé que ya no estas, haciendo contrapeso con el poco orgullo que me queda. No quedará nada dentro de aquella caja de pandora que a la distancia apenas logro divisar, solo mi propia imagen, el peor de todos los males, porque fui yo de obstinado quien quiso ir más allá, juntando evidencias de lo obvio, esperando que de entre ellas, una sola demostrara que me equivocaba, el peor de los errores, justificar todas y cada una de mis acciones para salvarte de mí juicio, pero tras la esquina se va asomando el único culpable, lo puedo ver a lo lejos saludándome, pero no logro escuchar lo que me grita.
Memoria Selectiva.
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Más sabe un ciego.
La misma luz con la que llegaste un día desbaratando sombras adheridas, desvaneciendo grises impregnados, hoy arruga los ojos de mi alma, densa luminosidad mutando a lúgubre lucero, claridad que ensucia como reluciente turbiedad enlodando amaneceres, esplendor oscuro que opaca mi corazón. Ese mismo brillo con el que disipaste las tinieblas que cubrían mi sonrisa, con el que hiciste desvanecer el averno espeso de mi pasado y diluiste la cerrazón invernal condensada en mi interior, ahora quema en frío y desintegra lo que parecía divino, de negro se ha tatuado la lumbre de tu existencia en mi pecho eclipsado. Memoria Selectiva.
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También creía en Santa Claus.
Esperar. Tenía tanto sentido cuando me sonreías. Tenía tanta lógica cuando salía de tu boca. Cuanta esperanza contenida en ese absurdo que empezó como ilusión y terminó como un mal sueño. Pusiste en mi corazón lo que no llevarías en el tuyo, te lavaste las manos y dejaste en las mías al engendro que abracé; lo nuestro, que sostuve por los dos, que existía solo en uno. Creer y aguardar por aquello que veía venir, espejismo convincente, letargo enamorado, empujar como Sísifo lo que nunca te pesó. Fue dejar hibernando la intuición, fue quedarme dormido en el colchón de cada una de tus palabras, fue la anestesia de abrazarme a una proyección efervescente, síndrome de mis carencias, fue despertar abruptamente de esta hipnosis inducida con el bullicio de todo aquello que callaste, fue abrir los ojos a la realidad para saber que lo que tanto esperaba, nunca y jamás habría de llegar. Memoria Selectiva.
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Masticando el mismo chicle.
Me inmolé sonriente a lo payaso, con la plena convicción como estandarte, por una causa revestida de amor y sus derivados, sucedáneos revenidos, imitación de algún deseo, copia bastarda de algún anhelo mal parido, parecía tan perfecto el motivo y su nobleza, pero no tenía fondo, tampoco fundamentos, ni siquiera una razón, carecía de pies y cabeza, solo se sustentaba de mi torpeza y tu cruda sutileza. Lo que a flor de piel vivía siempre estuvo muerto (de la risa), bufón para tu misa, me investí de caballero por el honor de unas promesas viciadas, armadura de papel que en la espalda llevaba escrito en negrita "bobo", creerte fue la guillotina que le corto la cabeza a mi juicio, estar en las nubes es igual que estar en el precipicio. Siendo títere me creía superheroe por la gloria de esos sueños que me miraban de reojo avergonzados de la realidad. Di la batalla en nombre de lo que no tenía nombre, peleé por quien no lucho conmigo, defendí con toda mi fe a quien en mí nunca creyó, sacrifiqué cada respiro por quien por mí no suspiró. La esperanza puesta en ti como en una torre, el error de todos los errores, farol de los horrores, se volvió el dragón furioso quemándome por dentro, el milagro se volvió un demonio cuando todo se acabó, y en mi soberana idiotez, sabiéndome culpable, le escupí al cielo y la tierra me tragó. Memoria Selectiva.
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La misma historia aburrida de leerme.
Ahora que el silencio se adueñó de nuestra voz, resuenan en mi mente como ecos inconscientes las cosas que vociferaste para aquietar el ruido que traías detrás. Dijiste tantas cosas para mantener sellados mis labios, un beso era el botón de pánico cuando todo se volvía extraño. Supiste elegir bien cada palabra, colocarlas de manera precisa sobre toda sospecha, cuando te enredabas en tu propio acertijo, cuando te perdías en tu propio laberinto, el mismo que mutaba si me acercaba mucho a la salida. Calculaste todas tus caricias, mediste todos mis complejos, lanzaste en el momento exacto granadas compuestas de adulación y ternura, promesas que estallaban masacrando silencios incómodos, y en el lenguaje de las pantomimas quisiste suprimir cualquier duda que viniera a desafiarte, pero la mentira no acepta descuido alguno, cualquier mínimo detalle desarmaría el castillo de naipes que sobre arena movediza construiste. Caíste en tu propia trampa, lo que bien plantaste como cebo se te volvió el piso minado que pisaste por andar tejiendo tu red de pretextos y evasivas, te cogió del cuello el lazo que tensaste para mi intuición si esta me empujaba a abrir los ojos cuando la luz se asomaba por alguna grieta, te olvidaste de lo obvio y la puerta del pasado se te quedó entre abierta, había una fisura en el cofre donde ocultabas el ayer. Lo que bien sumerges con todas tus fuerzas, con las mismas busca como emerger. Memoria Selectiva.
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