Tumgik
#así que cuando vuelvo; vuelvo con birra
“Claramente, no es un concierto de Dua Lipa”, dice mi novio unos meses atrás, mientras pasamos frente al WiZink Center en Madrid (que viene a ser como el palacio de los deportes acá) y afuera hay una fila larguísima, de adultos mayores, quienes van a un concierto de Andrea Bocelli.
“Claramente, no es un concierto de Dua Lipa”, me digo a mí misma, mientras observo a mi alrededor a un montón de maes canosos (esta vez dentro del mismo WiZink Center) haciendo mosh a estas alturas de la vida, en un concierto de Los Fabulosos Cadillacs.
Muchos de nosotros no sabemos muy bien cómo pasó, pero estas son las horas en que no hemos llegado a ser los señores que eran nuestros papás. Somos otro tipo de señores, que apenas se dan cuenta de que ya han pasado 30 años y siguen usando Dr. Martens o tennis, jeans y anacrónicas camisetas de grupos de rock que nadie escucha más en la era del reguetón.
Pero es lo que somos. “Chavorrucos”, como dirían los mexicanos.
Es así. Y capaz que, dentro de otros 30 años, volveremos a hacer fila en el WiZink Center, mientras que gente de mediana edad tendrá, a su vez, otro tipo de “señoridad”.
Pero da igual. Al menos para mí (y muy especialmente porque hace mucho que no iba a un concierto), más allá de si maduramos o no, lo que cuenta es ver cómo la gente es feliz. Como se dice que hacía Amelie en el cine, la próxima vez que vayan a un concierto, dejen un toquecito de ver hacia el escenario, miren a su alrededor y préstenle atención a la audiencia.
Creo que, en muy pocos sitios, puede uno presenciar en los rostros de tantas personas a la vez una felicidad más pura. Es un éxtasis colectivo: cada uno de nosotros viene cargando con incontables momentos armonizados bajo el mismo soundtrack y todos esos sentimientos se unen, por un par de horas, en un solo lugar.
Si tocan “Mal bicho”, yo vuelvo a todas las fiestas de quinceaños a las que fui y en que bailamos esa pieza, al final de la noche, los maes con las corbatas ya amarradas en la frente y nosotras descalzas porque ya no aguantábamos los hijueputas zapatos de tacón. Si tocan “Siguiendo la luna”, regresan todas las conversaciones telefónicas a las 4 a.m., patrocinadas por no sé cuántos rones con Coca Cola en alguna barra libre, cuando mi exnovio y yo jurábamos que íbamos a cambiar y eso parecía verdad para nosotros. Si tocan “Los Condenaditos”, yo vuelvo a Caccio’s en las tardes de la U, cuando uno entre clases iba por una birra, o dos, o tres.
Tantas historias, en un mismo tiempo y espacio, son una de las energías más poderosas.
Más cuando estamos hablando de, por lo menos, 30 años de historias. Aunque uno apenas se haya dado cuenta de “que se te va pasando el tiempo, mujer. Y que la vida se te va”.
-Andrea Aguilar-Calderón
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sadmili666 · 2 years
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Me queda un toque de bate en la compu, de todas maneras, esta semana excede muchas cosas que no me imaginaba que iban a ser...
 Pero bueno, todo llega cuando uno menos lo espera y es lo que pasó. Me junte con mi amigo. volvi al barrio de donde es el y saben que no me refiero a mi amigo... Si no de quien tanto hablé. en quien tanto pense y tambien escribi en algun que otro momento aca. En fin, me junte con mi compañero a tomar unas birras y hablar un poco de nuestras vidas, nos cagamos de risa.
Pero antes de encontrarme con Juan, al llegar a ahi, me movieron muchas cosas, no se si porque vive ahi o porque siempre me imagine el momento en que ibamos a volver a cruzarnos al menos en una de todas esas veces que pise esas calles. Este chabon me pone muy romantica, es mas, nunca le escribi a nadie. Voy a contarles que antes de encontrarme con mi amigo cuando iba caminando la calle Florida no podía parar de pensar en él. como cuando de la nada un lugar te trae una persona y te invade el imaginario que su presencia pudiese ser.
La pasé hermoso, extrañaba mucho a mi amigo, mismo hable de todos mis cueros (risas ahre) pero muy rara vez hablé de este pibe con mi amigo porque prácticamente ni sabe de su existencia.
Cuando vuelvo caminando al subte, sin pensar en nada, me subo y me pongo a leer twitter, al instante se me hizo presente una cita donde nombraba los domingos, una palabra tan clave, tipico de cuando eramos algo.
No pude evitar hablarle, el orgullo se fue a la mierda, no me importó mas nada y eso que a los minutos senti mucho arrepentimiento. pero hoy ni paso una semana, solo dias y estamos sin parar de hablar. Todos los dias estoy teniendo un mensaje de el, es muy raro, yo pienso que no me conviene volver a este pibe. Pasé muchas cosas, me hizo mucho daño y en cierto punto estoy seguro que debe estar arrepentido, en ese punto lo perdono porque todos cometemos errores. Jamas volveria a confiar en el, es la realidad, la idea de que me vuelva a hacer lo mismo.
Lo voy a escribir en mi siguiente post, pero para redondear porque ya me voy a dormir y se me va a terminar la bateria.
Pero mi pregunta es ¿por qué me causa tanto? ¿por qué me da tanta felicidad recibir un mensaje de él? ¿por qué nadie más me causa esto? me mata no saber por qué me hace sentir así, el sabado me invita a salir a comer con el, estoy guardando unas flores para fumarlas con é, pero a la vez no quiero verlo.
Buenas noches, mucha paja editar las faltas 
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santifr-ar · 4 years
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Fuerza
Cuando hablamos de fuerza, en relación al ser humano, generalmente se suele pensar primero en algún ejemplo del destacado esfuerzo que realizan a diario atletas y deportistas, con un sufrido entrenamiento en el que obtienen físicos privilegiados que los llevan a cumplir destrezas alejadas del común, televisándoseles y fotografiándoseles día y noche, o en aquellos trabajadores que mantienen en pie al mundo y que se juegan el cuerpo para llevar un mango a la casa (como los obreros de la construcción) o en post de ayudar a la sociedad en la que vivimos (como un bombero voluntario).
Sin embargo, poco se suele hablar en lo cotidiano de la fuerza interna, del extraordinario esfuerzo mental que requiere sostener a diario toda esa estructura de vida que es uno y, en especial, de aquellas personas a las que las mismas experiencias del recorrido se la complican aún más y que día a día hacen un esfuerzo sobrehumano para aferrarse a ese corazón que tienen ya en su mano y no estamparlo contra una pared de durlock.
Muchos son, también, los que quedan en el camino.
Ante una historia así me encuentro ahora. Una vida que claramente se apagó mucho más temprano que lo que el tiempo le indicaba. Una escena cargada en el ambiente de la calma que procede al huracán; esa calma que no es la misma que la que antecede a uno, sino la del silencio del llanto atragantado, de la mirada atónita, de la garganta cerrada. El silencio de lo increíble. El silencio de las mentes que tratan de asimilar lo que ven, y el silencio las mentes que en ese mismo espacio ya no intentan, no ven, ni sienten.
¿Quién mierda me mandó a estar acá? Hace treinta minutos estaba tirado en mi sillón, haciendo maratón de Los Simuladores y sin siquiera revisar mi celular, que hace dos horas no paraba de vibrar como loco. Seguro, igual, eran giladas que mandaban a alguno de los mil grupos en los que estoy. Si no era el Negro mandando algo sobre Newell's, era Fede mandando videos porno bizarros o Nico con alguno de sus eternos mambos irresolutos y audios interminables. La sed, la maldita y traicionera sed, el antojo de un simple mortal de clase media que puede darse lujos (o lo que cree que son lujos), me hizo bajar del departamento para ir a comprar una birra al almacén de la vuelta.
En ese trayecto tranquilo, casi con la misma ropa que tenía en casa y sintiendo esa hermosa brisa de las 8 de la noche de un verano, cuando el sol ya está escondido pero la oscuridad aún es lo menos, un gendarme se me interpone y, con su mejor cara de chanta, se presenta y me pregunta si tengo algún apuro.
Asustado, como si estuvieran a punto de encontrarme una bolsa de cinco kilos de cocaína (aunque en realidad sólo tuviera en un bolsillo la billetera semivacía y en el otro el control del tele, que como pelotudo en el apuro me lo vine a dejar ahí en vez de agarrar el celular), atiné a responder la verdad con mi mejor cara de póker.
- “No no, nomás estoy yendo al kiosco de acá a la esquina y me vuelvo”.
- “Buenísimo. Te comento, no sé si ya te tocó alguna vez. Tenemos el móvil ahí a mitad de cuadra. Esto es algo protocolar: tenemos que hacer un procedimiento y vas a tener que salir de testigo...”, introdujo, con un peculiar acento norteño. Mi mente silenció su respuesta automáticamente con esa última palabra, ya que en ese momento recordé que un amigo me había contado hacía poco que una vez lo agarraron de testigo, para un allanamiento en no sé dónde, y que lo habían tenido parado 10 horas en un ambiente totalmente turbio. “...¿entendiste?”.
- “Uh... pasa que yo en un rato tengo que ir a laburar”, atiné a responder para zafarme, siendo lo primero que se me vino a la cabeza y mintiendo de una forma tan inverosímil que ni yo me lo creí.
- “No pasa nada”, me respondió, como si hubiera estado esperando que le responda así. “Te hacemos un certificado donde conste que vos estuviste en el procedimiento”.
- “Pasa que seguro me van a descontar el día”.
- “No, ser testigo es una carga pública, así que tiene que presentarse al procedimiento y en tu trabajo por ley no te pueden ni descontar la jornada, ni echar, ni hacer nada. Si querés avisar igual, te podemos prestar un teléfono”.
La puta madre, pensé. La re puta madre. Apenas Javi me contó toda esa historia de haber sido testigo tendría que haber buscado en Google con qué excusa uno podía zafar, pero pensé que me había chamuyado.
Derrotado dialécticamente tuve que resignarme, aceptar y subirme al patrullero, donde había otro gendarme más adelante y dos minas, también testigos, en los asientos de atrás. Habremos hecho apenas unas diez o quince cuadras, para frenar en uno de los pocos edificios de más de 15 pisos que hay en el centro de la ciudad, más precisamente sobre la avenida San Martín. En el camino, llegué a escuchar que decían algo de un allanamiento, algo de drogas, pero la verdad es que yo estaba pensando más en lo incómodo de estar con ropa de entrecasa y recordando la anécdota del Javi, que decía que había visto un tiroteo, ladrillos de merca, gritos, heridos y todo.
Igual, estaba claro de entrada que esta no iba a ser una escena similar a la de aquel relato. Acá no parecía haber soldaditos, no había ningún rancho, no había un búnker, nada de eso. “¿Será acaso la casa de 'un capo'? -pensaba- “¿o le caerán a algún gil que tiene dos plantas en el balcón?”. Cuando llegamos ya había otros efectivos de la PDI, o una fuerza de esas, esperando en la puerta, y nos hicieron subir a todos hasta el piso 12.
Admito, por más que mi postura progresista me haga tener cierta reticencia a las fuerzas del orden, que me sentía algo excitado y realmente dentro de una película al ver toda esa escena, con esos hombres vestidos de militar y policía a punto de derribar esa puerta, de la cual desde el otro lado no les devolvían respuesta. Hasta miraba a ver cómo reaccionaban las dos pibas que estaban en la misma que yo, y ponía cara de canchero para que me vieran como alguien valiente (aunque creo que eso hacía notar mucho más que yo estaba el doble de cagado que ellas).
Igualmente, me parecía raro que hubiese un narco en ese departamento C al que querían entrar. Era de esos edificios nuevos, construidos con esas paredes de papel que hacen que el simple hecho de que se te caigan las llaves al piso te genere denuncias de seis vecinos y una multa por ruidos molestos. ¿Cómo podía pasar desapercibido un narco en un edificio así? De todas formas, extrañamente todos los demás departamentos del piso parecían vacíos, dada la extraña quietud del lugar ante tanto escándalo. Capaz ya los habrían limpiado antes, o capaz serían todos del mismo dueño.
Mi excitación llegó a un estado orgásmico cuando, luego de alejarnos, los gendarmes estruendosamente tiraron la puerta a la tercera patada y entraron apuntando, esperando un reflejo similar del otro lado.
Esperaba un tiroteo, pólvora, gritos desencajados, que tengamos que correr, una férrea batalla, que a alguno le vuelen la cabeza con un disparo, sea del bando que sea. Esperaba una verdadera escena tarantinesca, al mejor estilo “Bastardos Sin Gloria” o al final de “Perros de la Calle”, con cuerpos tirados por doquier, sangre al por mayor, y hasta con que en el epílogo desde adentro quede una música reproduciéndose de fondo. Quentin seguro ahí hubiera dispuesto que fuera “The Stranger”, de Billy Joel, por ejemplo, con un plano mostrando todos los cuerpos y abriéndose lentamente hasta fundirse a negro para empezar los créditos.
Pero después de la patada no hubo música, no hubo disparos, no hubo gritos, no hubo forcejeos.
Hubo silencio.
Un profundo silencio.
Esos hombres enardecidos, dispuestos a disparar, a dar su vida, ahora se miraban entre sí con los ojos bien abiertos. En silencio.
Adentro no había drogas, pero sí había sangre. Cuando nos hacen acercarnos, notamos que sobre la elegantísima alfombra roja que cubría todo aquel monoambiente había un enorme charco de sangre que llegaba desde la pared opuesta hasta la puerta y un pibe, un pendejo que no tendría más de 20 años, derrumbado sobre un escritorio, con un claro disparo en la cabeza.
Los de la PDI revisaban sin tocar nada de la escena a ver si encontraban alguna droga, y los gendarmes discutían entre ellos, desconcertados, mientras gritaban con vayaunoasaberquién por handie. En ese momento, con una sorpresiva frialdad pero con la curiosidad de quien ya se vio cien series policiales en Netflix y ahora se sentía parte de una de ellas, me puse a ver desde mi lugar alguna pista, algún indicio de qué podía haber pasado. Después de un ligero rastreo ocular, noté que en el piso, junto a la silla y empapada apenas por la sangre, se podía ver una birome. Automáticamente, vi que casi junto a su cabeza había un papel escrito, con una parte arrancada. ¿Habría estado escribiendo eso al momento de morir?.
- “Che, perdoná que me meta. ¿Tendrá que ver algo ese papel de ahí?”, interrumpí, dirigiéndome a uno de los oficiales.
Me re contra putearon.
- “Vos quedate en el molde, pibito. Que acá sabemos bien lo que tenemos que hacer. Vos tenés que mirar nomás”, me dijo enojado un gendarme, el que había visto recién en el patrullero.
Como buen hijo de puta, igual, después de bardearme fue y agarró el papel. Sinceramente, me parece que en un crimen o casos así no pueden tocar nada de la escena hasta que no venga un fiscal, pero la verdad es que no tengo la más remota idea. Después de la bardeada no les iba a decir nada. Si estaba en contra de la ley, que se hagan cargo, y de todas formas, me interesaba más el saber en ese momento qué era lo que había pasado.
- “Esto parece un cuento”, dijo, sosteniendo con su mano ese papel del tamaño de un cuadernillo grande, manchado de tinta y sangre, cortado -pareciera- como con bronca.
- “¿Puede leerlo en voz alta?”, saltó con intriga una de las testigo, morocha de pelo largo que seguro estaría rozando los 30 años.
- “No sé si debería, señorita”.
- “¡Por favor! Encima que nos hacen venir y nos tienen a todos acá, por lo menos ahora queremos saber qué pasó”, retrucó, buscando miradas cómplices.
- “Bueno... está bien. Pero no digan nada, ¿eh?”, cedió rápidamente el gendarme.
- “¡Ah! ¡A la mina sí le respondés bien! ¡Pajero!”.
(Bueno, en realidad eso último no lo dije, pero lo pensé).
Mientras el otro gendarme seguía hablando por handie y con los de la PDI, este se acercó tímidamente a nosotros, que observábamos casi desde la puerta, sin apartar los ojos ni un momento del papel pero cuidándose al mismo tiempo de no pisar el charco de sangre. Se acomodó la gorra, remojó sus labios con su lengua y arrancó:
- “Bueno, dice así...”
"Te escribo esto y ya no siento que sean mis dedos los que lo hagan. Te escribo esto y no puedo sentir que tus ojos estén leyendo estas palabras..."
(El gordo este se puso a narrar haciendo gestos y poniendo tonos como si estuviese interpretando Shakespeare. El odio que le tengo a esta altura es incalculable)
"...Te pienso, y cada vez que lo hago se me revienta el corazón en mil pedazos al saber que vos no estás pensando en mí. O peor, siquiera al no saberlo. Ya no puedo más con esta absurda máscara para tapar mis sonrisas y mis sentimientos. He de confesarte que desde hace diez años soy un cobarde, que desde hace diez años sé algo que vos no y nunca tuve el valor de decírtelo. Tengo que confesarte que, aunque las primeras veces que nos vimos no te presté demasiada atención, el día que hablamos por primera vez, en aquel cyber en frente del colegio, sentí algo que no había sentido nunca en mi vida y que desde ahí no volví a sentir con nadie. Por primera vez te vi a los ojos, te escuché reír, y desde ese momento te quise conmigo para siempre. Desde ese día, cada vez que compartía espacio con vos me invadía esa alegría de sentirme cerca tuyo y a la vez esa horrible incomodidad, extrema, de quien guarda un secreto y siente que el aire lo está torturando para que lo devele ante el ojo que todo lo ve y todo lo juzga. Desde ese día, cada uno al que miraba sentía que sabía lo que yo sentía por vos, sabía que sabían que vos no sabías, y claro que siempre me molestaron con eso. Vos nunca te enteraste. Yo por dentro siempre, en cada uno de esos días, sentía que en cualquier instante rompería el silencio gritando mi amor por vos a los cuatro vientos. Cada día imaginaba las mil maneras de que estemos solos y de decírtelo todo, absolutamente todo. En cada una de esas charlas interminables que siempre teníamos, quería frenarte y darte un beso. De una. En seco. Que todas esas palabras me las transmitieses con tu lengua y cada punto y cada coma las pongas con tus dedos. Cada día llegaba a mi casa y me hacía una paja por cada 'Te amo' que no te pude decir en todas esas horas que te vi... Jajajajajajaja"
- "¿De qué se ríe, oficial? Se acaba de morir", interrumpió la otra testigo, joven, de pelo corto rojizo, que hablaba por primera vez en la noche.
- "Es que... se le nota cara de pajero, ¿no te parece?", respondió el imbécil.
- "A mí me parece tierno", acotó la otra, la morocha.
- "¿Puede seguir?", dije.
- "No hay más. Ahí termina", contestó.
Para ese entonces, ya hasta los otros oficiales se habían enganchado a escuchar la carta. Insisto, se notaba que el pedazo de papel que faltaba había sido arrancado con la mano, con fuerza, y también se llegaba a percibir que la carta seguía, ¿pero en dónde estaba esa otra parte? No se veía en el escritorio, ni en el piso, y el tacho de basura parecía recién renovado, con excepción de un par de chicles y un paquete de puchos. Mientras todos buscábamos ese papel faltante, me acordé que como un gil tenía todavía el control del tele de mi casa en el bolsillo. Qué vergüenza. Lo único que faltaba es que alguno me lo descubra y piensen que me robé el control de ahí, o peor, que tenga que explicarles que soy un colgado.
No los voy a aburrir con toda la historia de la búsqueda, ni los voy a indignar con la cantidad de horrores que hicimos todos contaminando esa escena del crimen. El otro pedazo del papel estaba hecho una pelota extremadamente apretada casi en la otra punta del departamento, como si no sólo lo hubiese arrancado con ira o desprecio, sino que al mismo tiempo lo hiciese un bollo y lo arrojase con toda su fuerza e indignación, como para no verlo nunca más. Como si, quizás, estuviese arrojando así su corazón, al no poder soportar más tenerlo encima. O como si hubiera querido que el final, en realidad, no estuviese escrito.
“...y me sentía una mierda. Me sentía un cagón, por no tener nunca ese valor de decírtelo. Por condenar mis sentimientos a la reclusión del baño de mi casa. Por reprimir lo más honesto de mí cada puto día y hacerme sentir miserable. Por sentir que te estaba mintiendo a vos, que me mentía a mí mismo, que todo lo que nos une era una gran mentira, incluso cada vez que nos reíamos juntos. Cuando debuté, por dentro me sentía un idiota, porque yo sabía que lo quería hacer con vos y que ya no iba a tener la chance. Incluso, desde ahí tuve que coger mucho con gente que por dentro despreciaba, solamente para quitarle esa connotación especial al acto sexual. Eso tampoco nunca te lo conté. Hoy, puedo decir que nunca en mi vida hice el amor, y lejos de dejarme tranquilo, eso me destruye. Por eso hoy decidí decir basta. Por eso estoy escribiendo esto, para que sepas que en esta vida significaste tanto. Porque sé que es más importante que te diga estas cosas y me las rechaces a que no te las diga nunca. Porque quiero remendar las cosas, con vos y sobre todo conmigo. Quiero devolverte cada una de esas palabras lindas que me hiciste pensar, cada una de esas frases que jamás pensé que sería capaz de idear, y liberar mi cuerpo de tanto sentimiento hermoso retenido que lentamente me pudre. Lamentablemente, sé que las palabras más importantes que aún debo decirte quedarán en el ostracismo por este silencio eterno que desde hoy se nos interpone. Las que me debo, supongo que me las llevo conmigo, como una eterna condena por no saber decir”.
Hubo silencio.
Un profundo silencio.
Ahora nos mirábamos entre todos, mientras de reojo mirábamos al cuerpo y veíamos cómo policías y médicos entraban a la habitación y tomaban fotos. Sentía un nudo en el pecho. Ponerle alma y palabras a ese cuerpo que estaba ahí, joven, tieso, me había partido por dentro. Cuánto dolor puede llegar a sentir uno por algo tan hermoso como debería ser el amor, y cuánto de lo que uno calla al final nos termina consumiendo.
En el fondo, también, creo que lo que más me dolió fue que la carta no tenía ningún nombre, ningún destinatario, ninguna firma.
18/01/2020
“A veces no comprendo porqué camino tanto, si no he de hallar la sombra que el corazón ansía.  Quizá un profundo acorde, profundo como un llanto, he de escuchar un día”. ( “El andar”, Atahualpa Yupanqui).
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nadadeestoesreal · 4 years
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la noche de carnaval
Hace dos noches tomamos unos vinos en lo de las vecinas de la casa rosada mientras la abuela jugaba al bridge con sus amigas en el living. Ellas tomaban coloraditos y Joaquín se encargaba de que sus copas siempre estuvieran llenas.
Son las ocho. Su casa es más antigua que la mía. Su número de teléfono termina en 43, el mío en 69. Trato de hacerlas reír con comentarios sobre Joaquín, el susano vestido de blanco, o con chistes sobre el viejo multimillonario y farandulero que conocimos la noche anterior. Mi éxito es relativo, escaso. Logro alguna sonrisa, alguna charla divertida, pero no mucho más que eso. El viejo nos había invitado a andar en helicóptero pero ellas nunca le escribieron para hacerlo. Había una posibilidad de que pasara algo. Que desperdicio.
Son las diez. Seguimos tomando vino en casa. Vino de visita un primo que vive en el campo. Estuvo una semana viviendo con una chica en el departamento de su madre. La chica quiere saber en qué están, que es lo que hay entre ellos pero él hace tres días que viene dándole respuesta esquivas. Evita el tema. No quiere hablarlo y tampoco sabe como. Como hacer para no salir lastimados. Como hacer para no dar concesiones. Como hacer para no salir él comprometido. Me siento un poco identificado. Es difícil. Es difícil que coincidan los tiempos, los ritmos, las expectativas, los sueños, los lugares, los cuerpos. Es difícil encontrar las palabras correctas, los silencios, los tiempos justos. Pero no nos queda queda otra que intentar hablarlo. No nos queda otra que decirnos cosas para ver si llegamos a algo.
Son las doce. Tomamos unos whiskeys sobre el mar mirando la espuma subir y bajar sobre la arena iluminada por el reflector. Tomamos unos whiskeys inmersos en el olor a espuma, a sal, a arena mojada, a caracoles atrapados en la orilla, a mar. Horas adentro del mar. Nadar bien lejos. Nadar mientras se pone el sol. Nadar de noche. Todos mis miedos se transforman en uno solo, gigante, amenazante. Un miedo que está vivo y que nada cerca mío, al lado mío, abajo mío. Siento que me está por morder. Me excito. Mi corazón late más fuerte. Mi corazón late más rápido. Hundo la cabeza en el agua. Salgo. Respiro. Mi miedo me sigue. Es un espacio oscuro a mi izquierda, en el agua. Es un pedazo de agua con mayor densidad que el resto. Es una mancha negra en el agua. Es un agujero negro. Un vacío. Salgo. Respiro. Miro el mar.
Es la una. Damos vueltas por el pueblo buscando una casa que nunca encontramos. Vamos a visitar a Trini que nos presenta a sus amigos y nos invita un trago. Tomamos un gin tonic mientras ellos cierran el lugar. Vamos a su casa en el bosque donde nos encontramos con más gente que podría decirse que son amigas y amigos pero no se que tanto. Juana nos pone brillitos en la cara y con Eduardo prendemos un fuego. Eduardo siempre que puede hace un fuego. Lo conecta con su lado animal, con sus chacras más bajos. Sus ojos brillan mientras él lo alimenta con pequeñas ramitas, en cuclillas, con la cara iluminada por las llamas. Mitad santo mitad demonio. Es su rito. Una forma de trance. De estar voluntariamente en una, de conectarse con el cuerpo, con el calor, con la tierra, con lo primitivo. Es también algo bueno para hacer cuando no hay nada que decir. Callar y escuchar. Callar y hacer. Callar y prender un fuego. Con lo único que hay que tener cuidado es con el humo. Eduardo lo sabe. El humo y la ropa se tranzan, se pegan, se hacen uno y queda uno impregnado del otro para toda la noche, para siempre con ese olor, ese hedor, esa sensación a sucio.
Son las dos. Tomamos unos vasos de Campari con soda. Tomamos unos dedos de eme. Vamos a la fiesta de disfraces con nuestros disfraces de brillitos, con ganas de bailar y con ganas de conocer a alguien. Alguien que diga algo relevante, que me haga reír, que sea, de alguna forma, trascendente.  Bailamos con Alma, Paloma, Juana y Trini. Alma me gusta un poco. Tomamos unas birras. Tomamos una pasti picada en pedacitos. Salimos afuera, vamos a la pista de afuera. Bailamos. Damos vueltas. Giramos. Nos separamos. Deambulo solo por la fiesta. Voy a la barra y me compro una birra. Me encuentro con las vecinas de la casa rosada. Bailamos. Hay una que me gusta un poco. Nunca supe su nombre. Se lo pregunto. Me contesta con esfuerzo para sobreponerse a la música. Hablamos un poco pero la charla se diluye. Las pierdo medio queriendo perderlas. Sigo girando. Lo veo a Eduardo bailando solo con Paloma. Me cruzo a Teo. Sigo paseando. Bailo solo entre la gente. Cruzo miradas con las chicas de alrededor. Miradas rápidas, cortas, filosas, dirigidas a las chicas que me rodean. Bailo intentando entrar en trance pero no tiene sentido. No termino de fluir. La droga no me termina de pegar. Las chicas no me terminan de dar bola. Me canso de bailar solo, me canso de estar solo. Pienso que la extraño. Pienso que me gustaría bailar con ella y reírnos como siempre lo hicimos.
Sigo dando vueltas por la fiesta. Son las 4. Bailo de a ratos. Me cruzo con Paloma que esta sola y bailamos juntos. Bailamos cada vez mas cerca. Apoyo mi mano en su cintura y recorro con ella su costado, su espalda, su piel. Ella acerca su cara a la mía. Respiro cerca de su oreja. Apoya su cabeza contra la mía, cada vez mas cerca. Jugamos a seducirnos, a calentarnos, a que nos gustamos, a que nos amamos. Jugamos por un segundo, por unos segundos, por unos minutos y después nos separamos. Seguimos bailando, pero separados. Se nos une Eduardo y ellos bailan cada vez mas juntos mientras yo me separo. Me aparto de a poco hasta separarme del todo. Estoy cada vez más lejos.
Vuelvo a estar solo. Camino. La extraño. Pienso que estoy cansado, que ya estoy aburrido. Pienso que estoy grande, que voy a cumplir 28. Que voy a estar siempre solo. Que para que salgo. Que lo mío no es la noche. Que no se como bailo. Que nadie me da bola, que soy un embole, un duro, un inseguro, un nabo. Que me quiero ir a mi casa para al menos abrazar mi almohada y esconderme abajo de mis sabanas. Que quiero soñar que conozco a alguien o que un rayo cae desde la tierra al cielo y me reencuentro con ella y me rio y la abrazo y le hago cosquillas mientras le doy besos en la oreja y ella se ríe y me dice que pare pero que en realidad extraña mis torturas. Es el fin de la noche. Es el fin de mi noche. Es mi fin. Volví a caer en ese mecanismo de autocompasión que me atrapa cada tanto. Bostezo. Me aburro de mi mismo.
Camino. Encuentro a Eduardo. Son las 5. Me quiero ir a casa.  Él me dice que soy el más lindo de la fiesta. Me quejo de mi mismo. Dubitativo acepta mi derrota. Saliendo se encuentra con una amiga y se queda charlando. Es linda. Yo saludo y me quedo tranquilo, esperando. Una chica se me acerca y me dice que soy muy buen bailarín. Después se aleja. Ya no entiendo nada. Me quiero ir a casa. Nos vamos a casa. Saliendo me acuerdo de una canción de Morrisey y me rio de mi mismo por el parecido.
En la salida hay un conteiner de tatuajes. Está la chica linda del indie que yo sabía que tocaba ese día en otro lado. Me gustan algunas de sus canciones. Y está Pablo G. con el culo al aire haciéndose un tatuaje. No logra entenderse con el tatuador porque es brasilero. Se hizo tatuar las siglas CARP en vertical, en rojo, dentro de un cuadrito en la nalga izquierda. Observamos mientras se tatúa y hacemos algunos comentarios. Con alguno la pego pero no con todos. Eduardo le dice que le queda bien el tatuaje, que está bueno que sea rojo porque es más tumbero. A mi no me convence el contraste entre el tatuaje rojo y el culo blanco, debería ser negro. Eduardo habla con otra chica, que también está en el stand. Tiene lindo cuerpo y una belleza medio exótica. Me gustaría estar más despierto. Coincidimos entre todos que es medido raro el espacio que queda por debajo de donde termina la letra P. Pablo le pide al tatuador que haga la pata de la P más larga. El tatuador lo corrige. Pablo luce el tatuaje. Se pone en cuatro. Arquea la cintura. Saca culo. Acostado boca abajo mira para atrás. La chica indie le dice que se lo proteja, que le pida al brasilero que le ponga un film. Lo del tatuaje al parecer es una apuesta, una promesa o algo así. Nos fuimos.
En el estacionamiento nos encontramos con Trini que está en una buena. Nos entretiene un rato. Nos pide que nos quedemos. Nos da un poco de amor en forma de abrazo. Ese amor tan de eme, lindo pero berreta. Ese amor con sabor medio a plástico derretido. Insististe que nos quedemos. Insisto con que estoy cansado y que no me pega la droga, no hay caso. Nos ofrece más eme pero yo dudo, escéptico ya de todo. Además la bolsa de eme está vacía. No se como Trini logra convencerme. Me meto la bolsa vacía en la boca. Siento el sabor amargo. Es algo que aprendí un año nuevo hace tres años nuevos. Le puse una bolsa de eme en la boca a Mateo. Eran las 6 de la mañana. Mateo no volvió a su casa hasta la noche del día siguiente. Me meto la bolsa de eme en la boca, fumamos un porro y vamos a bailar.
Son las seis. Bailamos con Eduardo en el centro de la pista. Bailamos como en un sueño intenso. Nuestros cuerpos se dejan llevar por el ritmo y a la vez dirigen ellos mismos los movimientos. Nosotros no bailamos, bailan nuestros cuerpos. De forma autónoma, natural, se mueven con el lenguaje del ritmo, entrando y saliendo del tempo. Entramos en trance. Siento como la música posee mi cuerpo. Me divierto. Mientras danzamos empieza a formarse a nuestro alrededor un circulo de cuerpos que bailan. De a poco nos volvemos el centro de un circulo de mujeres que bailan de manera animal, sensual, rítmica. Somos el centro. Como una luz que atrae a todos los bichos de la noche a su alrededor. Como dos animales cuya danza congrega al resto de las criaturas nocturnas.
Entre la gente se acerca, siempre bailando, una chica alta y de una belleza exótica. Es la chica del lugar de los tatuajes. Se acerca con movimientos suaves y livianos, casi levitando. Se acerca dominando el ritmo y el espacio. Se conecta conmigo con su baile y su mirada ida. Se acerca bailando y me dice “gracias, gracias por esto que están haciendo”. Bailamos juntos. Ella baila a mi alrededor seduciéndome con su ritmo y sus movimientos. Se aleja bailando y usa su cartera como mascara. Me mira. Se esconde detrás del primer circulo de cuerpos que bailan al rededor nuestro. Se oculta tras la cara de rana dibujada en su cartera. Vuelve. Bailamos cada vez más cerca. Mi cuerpo sigue sus movimientos y ella sigue los míos. Mientras tanto seguimos siendo el centro. El centro de un circulo que baila absorto en el ritmo, abstraído del tiempo, inmerso en la energía de la música y en contacto con los cuerpos. El centro de un circulo que baila sediento. Con Eduardo nos miramos y asentimos. Por fin. Por fin se rinden ante nuestra luz. Por fin las tenemos a nuestros pies. Son nuestras. Eduardo se acerca y me dice “Este momento no nos lo saca nadie, es nuestro para siempre”. Tiene razón. Bienvenidas al centro
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v-7p · 4 years
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Pensamientos flotantes, soy.
Si las miradas envejecieran, cuantas arrugas tendrian la nuestra? Me gusta la sonrisa que te dibuja en la comisura del ojo cuando te reís.
Hay una guerra en Medio Oriente y nosotros acá. El alma se me ablanda y los lagrimales se me llenan, no puedo hacer nada. Pero decirte a vos, que me escuches un rato hablar y en mi vago saber hacerte conocer una realidad distinta y después sácame a pasear que con una birra en la mano el tiempo vuela.
Me gustan los números y no los entiendo mucho. Les encuentro cierto misticismo y me gusta. Me gusta todo lo que sé que tiene cierto misterio, pero también me gustan las certezas. No me gusta lo que no me da seguridad pero asumo que a veces hay que jugársela.
A veces la empatía me juega en contra y muchas a favor. Busco mejorar.
Me da miedo que me hagan mal (otra vez).
Quiero que las personas encuentren la chispa que lo mueve y sean felices. Soy feliz cuando veo que la gente lo es.
Me gusta la Filosofía (así, con mayúscula), me gustan pensar pero también me gustaría dejar de hacerlo ocasionalmente. Siento que la filosofía me encontró y se sintió cómoda con tanto cuestionar.
A veces no se que me diferencia de alguien con algún tipo de patología, me asusta un poco. Después se me pasa y me rio, porque también se que soy muy flashera.
Me gusta el orden, me gusta más la pepsi que la coca cola. Me gustan los abrazos fuertes, la birra roja, la gente que que razona y yace su razonar en una “moral” propia.
Aprendí a disculparme. Nunca supe pedir perdón hasta ahora con casi 22 años.
Escucho muchos géneros de música. A veces el estado de música define mi ánimo, otras viceversa. Me gusta lo clásico, lo antiguo y lo moderno.
Soy terca. Cuando estoy muy convencida de algo es porque generalmente averigüé o me convenció fervientemente la explicación y cuando la contradicen me vuelvo terca.
No creo que exista una moral universal. Creo en la energía y en la esencia de las personas.
Soy una feminista que cree que el sistema nos hizo machistas a todxs y que somos lo que, hoy, a conciencia deciden cambiar una inflexión en el nuevo tiempo.
Casi fui profesora de danzas clásicas, pero me cansé. Me encanta bailar me hace olvidarme un poco de todo. Me encanta que me saquen a bailar.
Me gusta conectar, me gusta la atracción más allá de la piel. Me gusta cuando los cuerpos se sienten y las mentes se vinculan. No me gustan las cosas tibias. Que arda todo lo que tenga que arder.
A veces me cuesta tomar decisiones, siento que analizo por de más las otras posibles variantes.
Creo que hay que cuidar al mundo, me gustan mucho las flores y los libros que se meten sin permiso en mi cotidianidad. Creo en la naturaleza y en su arcana manera de dar vida.
Creo que no estamos solos, si hay otras vidas incluso aún no descubiertas en el fondo oceánico como no en otros planetas?
Creo muchas cosas, tantas que no me alcanzaría para seguir.
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ipanemaisnotinlove · 3 years
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Los últimos dos episodios de Concha Podcast –CIERRES y EXISTENCIAL– me han hecho bien. Aquí dejo una lista de cosas que me gustaron de CIERRES, para seguir procesando: 1. El cierre es como irse. Hay algo que va desapareciendo lentamente.
2. El tiempo ayuda a que el dolor se vaya haciendo menos agudo, pero en realidad confiar solo en el tiempo no hace que necesariamente uno pueda hacer el cierre de una relación.
3. Desde el momento en el que te deja de doler, hay todo un tiempo que tenés que seguir curando hasta poder volver a hacer cosas que hacías antes.
4. La idea es que esa recuperación te lleve a elegir algo más considerado con esa herida.
5. No solo se duela a la persona, se duelan también los proyectos que tenías con esa persona.
6. Si vos tenés un duelo no resuelto con alguien de tu familia, después lo repetís en otras situaciones laborales, emocionales, sentimentales. Y cuando esas personas te dejan o vos las dejás, revivís un dolor. Vos elegís esa persona para revivir el mismo trauma, y te vuelve a pasar lo mismo. Te aparece y vos en vez de decir: "Paso", lo elegís como una forma. Si estás tan rota lo elegís. Con la persona querés resolver lo que no pudiste resolver con el "padre" o la "madre".
7. Estás depositando un fantasma sobre otro.
8. -Vos qué sentís Laura, estás muy callada. Este episodio es muy para vos. ¿Te cuestan los cierres, amiga? -MAL, yo siento que no estoy capacitada para cerrar. Porque soy muy apegada, las cosas no tienen fondo, no tienen fin, no las puedo soltar.
9. -Soy muy lenta... -Pero tenés Luna en Tauro, más lento que Luna en Tauro no vas a conseguir. (Tener Luna en Tauro <3, hola)
10. Pero para mí es medio así el cierre, como que un día te levantás y decís: "Sucedió"
11. Hay que ayudarlo para mí. Si vos de pronto empezás a sacar esto de tu sistema energético, no consumo a esta persona, no sabés nada, empieza a quedar afuera de tu campo, entonces se empieza a desvanecer. Ya no hay parte de tu energía recibiendo información de eso. Entonces de a poco se empieza a quedar afuera. Hasta que de pronto, se quedó afuera.
12. Ahora, ¿dónde pongo esa energía?
13. El tiempo no cura ninguna herida.
14. Seguís vinculándote con personas que son exactamente iguales a las anteriores, porque en realidad estás permanentemente en la misma relación, aunque te parezca que estás con distintas personas.
15. Primera etapa: dolor, ira, angustia. Tratar de no sentir eso. Usar cualquier excusa para no sentir eso. Cualquier mecanismo que sirva para reprimir e ignorar.
16. En esta etapa, tu mente –que te protege del sufrimiento– te está diciendo: "Estás sufriendo, te equivocaste, tenés que volver". Tu mente no quiere que estés doliendo. No le tenés que creer. Vos tenés que entender que el dolor es parte. Sentí el dolor.
17. ¿Dónde me duele?, ¿qué es lo que me duele? Ponerlo en palabras, describí lo que sentís.
18. Hablás del tema hasta que sentís que ya nadie te quiere escuchar y también tenés que dejar de hablar del tema. Dejar de hablar del tema es dejar de darle energía también, terminar de sacarlo de tu sistema. Aceptar que ya no hay ni que hablar del tema. Elegir no hablar del tema, aunque quieras hablar del tema.
19. "Voy a dejar de escribir de vos", hay gente que ya no merece que escribas de ellos. Haciéndote cargo de esa líbido vos. Observarla y qué significa eso para vos, no en relación al otro.
20. El duelo en algún momento se tiene que terminar.
21. Por ahí, en una ruptura, uno cierra antes y el otro cierra tres años después. El poder de hacer el cierre de una relación es de uno, no es con el otro, es personal siempre.
22. Salir de repeticiones familiares, tomar distancia.
23. La memoria de esa persona todavía me duele.
24. Segunda etapa: empezás a sentir la culpa. Decís hay algo malo en mí, si yo no hubiera hecho esto, siempre me pasa esto, tendría que haber hecho las cosas diferentes, atraiago a las personas equivocadas, siempre es lo mismo. Empezás a tener esta sensación de que dudás de vos misma, de tu capacidad de vincular.
25. Después,cuando se van calmando las aguas, y el dolor más punzante va pasando, decís: ¿podré hacer esto de vuelta?
26. Yo creo que eso es rascar la herida. Quedarte fijada en eso es nunca querer encontrarle la solución, te quedás fijada en la heridad, en cómo me equivoqué, cómo podría haberlo hecho diferente.
27. Ahí es donde tenés que hacer el clic. Si te quedás regodeándote en la culpa y en el no merecimiento, no vas a avanzar.
28. A qué estoy acostumbrado, qué siento que merezco, y qué voy a empezar a elegir a partir de ahora.
29. La diferencia entre duelo y melancolía es que aunque tienen los mismos procesos, con la melancolía pasa que, en lugar de efectivamente aceptar la herida para cerrarla, te quedás fijado en pensar que la herida me constituye... no quiero soltar la herida, soy mi herida. Entonces te quedás siempre fijado en el apego a la herida, no importa si eso te hace sufrir, pero hay algo de ese lugar, de ese depositario, de esa idea que no la podés soltar y eso es lo que no cierra el duelo.
30. La herida es donde te sentís seguro, te reconfirma lo que viviste toda tu vida. Entonces vos pensás que no existe otra cosa. Esto es lo "normal". No puede ser que alguien no me abandone. Desconfío de que alguien no me esté abandonando.
31. Creo que nunca pasé de esta etapa, y creo que por eso todas mis relaciones tienen la misma lógica, porque yo me vuelvo a meter en vínculos sin haber trabajado profundamente esa creencia de que "yo no me lo merezco".
32. Hacer un duelo es jodido, de verdad. O sea, este momento en el que soltás tu herida, no es joda el nivel de transformación que implica no repetirte, salir del lugar seguro, es re profundo. Es mucho más fácil seguir repitiendo tipos de vínculos.
33. Tenés que aceptar laburar, el esfuerzo que hay que hacer es enorme.
34. Tenés que estar haciendo un proceso en el que te das cuenta de que lo que te calienta es lo que te hace mal.
35. Necesito poder dejar de creer que las únicas personas que me van a querer son las que van a verificar la herida que tengo.
36. En el momento de duda, de culpa, en el momento en que sentís que hay algo mal en vos, en el que reafirmás la herida lo que el psicólogo dice es que tenés que preguntarte qué necesito, no que necesito que esta persona haga... no tiene nada que ver con la otra persona, decite qué necesitás como ser humano, aún cuando sientas que no te lo merecés.
37. Pero sabés que pasa, cuando descubrís qué es lo que necesitás y de pronto te lo das, o encontrás a alguien que te lo da, estás como .... uhmmm? No te lo bancás. ¿Qué pasó?, ¿cómo puede estar pasando esto? Y de pronto hay una sensación que no tiene que ver con el amor del otro, sino con vos dándote eso.
38. El problema no es que solo atraés ese tipo de gente, el problema es que solo vos mirás ese tipo de gente. Tenés que aprender a mirar otras cosas. Y cuando vos estás con la lente de solo mirar un tipo de gente, que es la que te calienta, que es la que te atraes, es muy difícil elegir otra cosa.
39. Hay algo de la codependencia... te gusta la merca, te gusta el delirio de lo que te hace vibrar el corazón que confundimos con amor.
40. Aceptarse vulnerable. Quiero estar bien. Qué necesito para estar bien.
41. Yo estoy harta de estar mal.
42. Desearlo y hacer terapia. Rezá y trabajá.
43. Tu inercia te lleva a lo que te hace mal.
44. Mi estómago sangrante fue mi límite. ¿Cuál es el límite de cada una?.
45. El tiempo no resuelve, pero sí permite vivir experiencias y transitar cosas.
46. Cuanto más te crees que vos podés todo, más tiempo te lleva, porque te aguantás mucho los golpes, te aguantás, te aguantás y pensás que podés.
47. Tercera etapa: hay un momento en el que uno comienza a tener dos extremos, un extremo en el que te defendés a vos misma asertivamente; pero también tenés la etapa donde empezás a extrañar un poco a la otra persona. Vas y venís entre los dos extremos. (Finish the feeling)
48. En un momento tenés que decidir que se terminó. Lo decretás.
49. El ritual es una metáfora en el mundo material de tu mundo interno. Estás modificando en la realidad algo para tocarlo en tu interior. Un juego en el adentro y el afuera.
50. Yo en ese momento era un iceberg. Me abrí, le escribí un mail y le escribí a mí con vos me pasó todo esto. Y nos fuimos a tomar una birra y hablamos. Poder hacer el cierre con el otro es lindo. No es lo habitual. Vulnerabilidad y valentía.
51. Éramos tan otras personas. Fue un cierre sin ser un cierre, fue como un repaso de algo vivido que en ese momento no podíamos procesar ni volver a hablar y después de tanto tiempo pudimos volver a hablar del tema. Fue como ah ok, ahora que el agua está más tranquila, podemos charlar. Eso también es lindo, a veces pensar que después de mucho tiempo, con una cierta distancia de tiempo y de emocionalidad, hay algo que puede dar tranquilidad.
52. Hacer un mini cierre, para poder soltar algo... Con muchos siento que sí hubo cierres, y con otros hubo un cierre pero todavía hay una herida.
53. Generar una sexualidad sustentable. 54. Lo que te permite el cierre es avanzar. Es clave darte cuenta que si no estás pudiendo avanzar, o si te estás mordiendo la cola porque pensás que avanzás pero estás en la misma situación, es porque por ahí faltan un par de cierres, hermana.
55. Cuando te toca el cuerpo, ese es el límite último. No dejes que tu cuerpo sea tu límite.
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EM1PM
El final del año 2008 me dejaba con un gran alivio para mis pequeños ahorros mensuales, ya que mis viejos habían decidido poner en casa Internet de banda ancha y no tendría que volver jamás al ciber (si tan solo hubiera sabido que luego volvería a imprimir mi CV un millón de veces). La radio era lo único que se oía en casa y la computadora tenía unos parlantes modernos con la calidad de los 90, sin dudas estábamos viviendo en la prehistoria, recuperándonos aún de la crisis del 2001. Crisis por la cual se erigieron los bastiones del nuevo rock (¿Rock? ¿Nuevo?) argentino, que no es más que el atropello a lo establecido, la adopción del do it yourself (pese a tener grupos implementándolo desde mucho antes), la no-adhesión a contratos discográficos mercenarios y demás cuestiones que hoy en día tenemos asimiladas, pero no por ello deben pasar desapercibidas. A mis 12 años lo único que hacía era ir a la escuela, ver MTV, ir a natación y dormir. Mucho no me gustaba la natación, así que diría que la única actividad que realmente disfrutaba era ver el canal de música. Los canales, porque luego descubrí MuchMusic y sabía en qué horario sintonizarlo para encontrar lo que me gustaba, las bandas "punks" del momento, como Green Day o My Chemical Romance. También pude descubrir el canal CM, que pese a tener una señal y un audio semi defectuosos (tal vez por el barrio en que me crié), me permitía encontrar muchas bandas nacionales y de países vecinos que en los otros canales no tenían espacio. Con 12 años tenés que estar viendo dibujitos aún, o no. Depende mucho de cómo vivas tus pasiones, sin importar lo que decidas vas a terminar donde te lleva el corazón. Con 12 años compartía con mi padre el escuchar los discos de Fito Páez o Charly García y mirar la Fórmula 1 los domingos a la mañana. Con 12 años, la radio, como ya dije anteriormente, en casa era un integrante más, así que cuando subíamos al auto, nos acompañaba al escuchar "Radiofónica", la estación favorita de mi papá. Con 12 años escuché por el autoestéreo un nombre que, si bien me resultó un poco gracioso, me llamó a investigar, buscar, observar, y como aún (no sé) no se había conjugado en la época, googlear. El policía motorizado. ¿Él mató? No entendía muy bien de qué iba todo, pero me metí en algún sitio que no recuerdo si ya era su Bandcamp. Escuché un millón de euros y día de los muertos. Particularmente me gustaba más el de la tapa verde. Me bajé todos los discos que tenían a la fecha. Esa banda venía a Rosario en algún momento, pero yo era muy pibe y demasiado tímido como para decirle a mis viejos, que de pedo me podían dar de comer, llevar a una escuela privada y pagar Internet, que me lleven a verla. Tampoco iban a entender mucho, pensé, tal vez ellos crecieron siendo privados de tales eventos y es una cosa normal en mi clase social. Seguí escuchándolos en el silencio de alguien que mueve las patas emulando bombo y hi hat de la batería mientras sostiene el auricular con la única fuerza muscular que puede tener la oreja. Corrieron los años y en un momento me olvidé de todo eso, empecé a ignorar mi biblioteca musical, o bien a ser selectivo. De los emos/punks y su particular ropa oscura, del espíritu inconformista de esos ritmos y pensamientos, pasé a amigarme (un poco mucho) con el sistema y a escuchar cumbia, reggaetón, la electrónica flogger y demás ritmos populares que consumían los amigos del barrio, y que sonaban en todos lados donde nos gustaba divertirnos. Parece que me seguían llamando la atención las bandas de nombres largos. En el 2011 fui, por primera vez, a un recital de una banda por verdadera convicción musical. Un show de Las pastillas del abuelo en el Anfiteatro Municipal de Rosario en el que descubrí, más allá que en ese momento no me gustaba la banda, que esto es lo que me ampara en toda la mierda hostil que resulta ser el mundo adulto (o adolescente por mi edad). Yo ya iba a recitales desde antes, como por ejemplo a los de Zambayonny que se trataban de gente sentada y riendo con las ocurrencias del doctor; o a los que sucedían en la ciudad, con entrada libre y gratuita, y con la presencia de muchas bandas locales de renombre que muchas innovaciones no traían (y siguen sin hacerlo). Para que se haga una idea quien me lea, mi carpeta de música de la PC era una verdadera ensalada de Calle 13, los compilados de rock nacional en MP3 que se compraban a $20, Black Eyed Peas y su "Monkey Business", Las pastillas, El Dipy, Green Day y el gran "El Mamut" de Massacre, canciones como Prenderte fuego, Mi próximo movimiento, Chica rutera o Provincia de Buenos Aires. Aún disfrutaba de estas últimas, pero desconocía qué fue de la banda, le había perdido el rastro y mucha bola no les daba. Hace aproximadamente 4 años, a mi viejo se le da por imponer un cambio en la estación de radio tradicional de la familia. Nos mudamos –sí, así de dramático todo- a una FM llamada Red TL, en la cual pasaban rock nacional pero que salía de los límites que sentaba otra emisora llamada Radio Sí, que ponía cosas tan agotadas como La Mancha de Rolando o Fabiana Cantilo. Empecé a descubrir a Pappo's Blues y Riff, Almafuerte, La Renga, y toda esa música pesada que, nuevamente digo, sirve a la perfección para apaciguar el daño que produce el día a día al laburante, pese a no tratarse de mi caso en ese entonces ya que sufrí la suerte de cursar mis estudios secundarios. En esta FM, al mediodía y cuando yo volvía de la escuela, a punto de terminarla y transitando mis 17 años, daban un programa denominado "Camino a Cualquierlandia", en el cual pasaban música diferente a la monotonía metalera de la emisora. Pasaban funk, punk argentino, ska, música alternativa en general, y además complementaban todas estas ideas nuevas con mucho humor y cosas por el estilo. Vuelvo a escuchar ese nombre tan seductor como acusador, simpático y paranoico, que yo ya conocía: "Él mató a un policía motorizado". Busco en Google y descubro que en el sitio RosarioRock figuraban TODAS las fechas de TODOS los artistas que venían a la ciudad. Por supuesto, estos muchachos de La Plata tienen programada una fecha para Abril de 2013. La cita es en Pugliese, el mismo día que toca Almafuerte a quienes tampoco había visto jamás y ya había destinado los ahorros. Hice el cálculo rápidamente y había una diferencia de $100 yendo a ver a los platenses, que me alcanzaban para comprar unas cervezas o Fernets. Con mi edad era todo un atrevimiento, aún en estas épocas en las que se empieza a consumir alcohol y asistir a discotecas a una edad más temprana. Además del ahorro, me podía acompañar mi amigo Juan, un fanático tanto de los Who como de Nirvana, y que ahora es tan fanático de One Direction como de vaya uno a saber qué mierda yanqui. Pero más que nada, Juan parece ser fanático del choque de culturas anglosajonas y disfruta de los discos de elmató junto a otros amigos, como Jesús (no metafóricamente, se llama así posta), que a esa cita no pudo asistir. Con esto me hace poner especial atención en las influencias del grupo, que en ese tiempo ya había lanzado y se encontraba presentando “La dinastía Scorpio”. A partir de este momento todo se vuelve un relato de la noche. Caemos muy (con muchas U) temprano al lugar por no estar habituados a la puntualidad rockera (como acostumbro a decir desde hace unos años) que caracteriza a los recintos de la ciudad (y también a las bandas). En la ventana nos quedamos sentados hablando de cosas, de la escuela, de chicas, de las familias conflictuadas. Se acerca Andrés, a quien yo no conozco y se pone a hablar con nosotros. Por supuesto, yo no acostumbro a hablar con extraños, o por lo menos no solía hacerlo hasta que conocí a Andrés, escuché su tonada y supe de su vida. Es oriundo de Corrientes (mi madre es de Goya), está estudiando en el primer año de Comunicación Social en Rosario y le gusta mucho él mató. Fue suficiente para hacernos amigos y estar todo el recital hablando. También se acerca un chico llamado Franco, y con él ya éramos 4 desconocidos que no estaban tan solos. Abre la fecha Alucinaria. Descubro en ellos muchísima magia pese a hacer un pop que por ese entonces yo no sabía disfrutar. El tecladista tiene un pire importante, es un groso en lo que hace y le pone toda la onda, se convierte en mi ídolo y horas después lo saludo. El vocalista nos cautiva con "La canción del mirlo cantante" y nos sumerge en el delirio musical que más me gusta. Todo el clima está creado. Todo por el Flash, la fiesta se llama así. Todos los planetas se alinearon para mí esa noche. Empieza él mató. Toca las 18 canciones más lindas de mi vida. Pese a que el instrumento que yo tocaba en ese entonces era la batería, me concentro en Niño Elefante (Gustavo) y Pantro Puto (Manuel), los violeros más simples y minimalistas (y remil grosos lpm, perdón me sale el fan de adentro) que conozco a día de hoy. También me llevan a otro estado con los últimos 5 temas, que ya ni recuerdo si fueron bises o tocaron todo de corrido: Chica de oro, Chica rutera, Mi próximo movimiento, El fuego que hemos construido y Terrorismo en la copa del mundo. Gustavo me regala su lista de temas a raíz de mi persistencia tal vez agotadora para él. Estábamos ya en la puerta con Juan que se encontraba intacto porque es buen observador y controla sus emociones. Yo, totalmente empapado en sudor pogueril y atestiguando el viento en la cara. Hasta que se acerca Andrés y me dice que lo dejaron entrar al camarín, y aunque aún no entiendo nada de lo que me está diciendo, le digo que me haga pasar. Allí conozco a la banda, me saco fotos, hago todo el cholulaje que se puede hacer. Conozco historias y comparto una birra, como si se tratara de amigos de toda la vida. Bueno, amigos de ahí en más. Por supuesto, en ese momento comprobé que sin dudas todo esto fue mejor que ir a ver al facho de Iorio y compañía. Ahí conocí (esta vez de verdad) a la mejor banda de mi juventud. Desde ese día hasta hoy llevo viendo 12 (eran 11 cuando escribí esto por primera vez, pero hoy que lo estoy corrigiendo ya pasó un tiempo) presentaciones de la banda, algunas también de sus integrantes en otras bandas, como solistas, etc. No me arrepiento de ninguna.
Creo que ahí fue cuando nació la pasión que siento actualmente por la música.
Exactamente una semana después tocaban en el mismo lugar Pez, Humo del Cairo y Fútbol. Y la historia se repitió. Todas estas bandas me cambiaron el rumbo.
Empecé a (muy mal) escribir, narrar y darle formato a esto el 4/8/17. Termino de hacerlo el 1/12 del mismo año. La idea era que fuera algo corto, por eso al principio no tiene formato y ahora me da paja darselo. Chau. 
Me voy al Festi LAPTRA con la ilusión de un muchacho de 17 años festejando que se va a Bariloche.
Setlist de aquella noche: https://www.setlist.fm/setlist/el-mato-a-un-policia-motorizado/2013/pugliese-rosario-argentina-5bc557e4.html
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rocketoyou · 4 years
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La última.
Te extraño. Mire a donde mire hay una huella que nuestra relación dejó ahí. Hoy, por fin, después de tanto pensar en este texto me dispongo a escribirlo porque espero sentir un peso menos encima después de hacerlo. Así que puse música y mientras las lágrimas salen, por mas que no quiera, lo arranco. Intento darte el adiós que supuestamente mereces pero que me desgarra el corazón. Te extraño porque no te puedo sacar de mi alrededor. Estas lejos, allá en Belgrano, lugar al que no voy a volver a ir sin el buen motivo de verte. Y a la vez acá, en mi pieza, en mí cabeza, en mi piel. Sí. Todavía seguis ahí. Estas en el cuadro que quise reemplazar con fotos polaroid pero que muestra el vacío de tus palabras. Estas en el llavero que van en mi mochila y en mi bolsillo a todos lados. En mi compu, oculto para no morirme cada vez que abriera mi carpeta. Hasta en mi armario, en dos remeras y un joggin que no eran míos antes de que me los dieras. Todavía les doy uso porque sí. En el Stich arriba de mis libros, que tanto luchamos por tener. Incluso en los libros que tiene abajo, que casi me regalabas y tan loco me puse. Estas en las películas. En tanto pitch perfect que escucho y tanto me acuerdo de ver juntos. La caja que guarda mis fotos ya no tiene las tuyas. Pero es ella misma la que me hace doler, por eso intento no usarla. Porque nuestros recuerdos en papel ya estan en mi caja azul, que por cierto también me la diste vos. No importa que tanta buena redacción tendrá esto pero quiero seguir sacando sin mirar atrás. Así como debería seguir mi vida sin vos. Estas en el tren y el subte, que jamas había transitado tanto antes de conocerte. En la taza con la que desayuno todos los dias o en el vaso en el que me sirvo birra. Ni si quiera puedo disfrutar de una buena cerveza sin pensarte. Hasta incluso te veo en las miradas de mis papás cuando me ven llegar solo. Ni hablar de las preguntas de mi abuela o los saltos en el aire de Benja. La puta madre como esta doliendo esto. Por que ya no estás? Por qué estás y a la vez no? Por que no te veo más bajando del bondi y caminar a casa? Por que no te veo mas en mis chats o al principio de mi ig? Ni en mi cama o en mi cocina. Ya no te veo. Solo te siento. O ni siquiera. Te das cuenta el quilombo que me dejaste? Me desordenaste tanto que la aguja de mi brujula sentimental no se queda quieta. Me rompiste tanto que siguen pasando los días y sigo sin encontrar arreglo. Después de nuestra última conversación me sentí libre, de verdad. Pero hoy, después de caer una vez mas en que no puedo hacer nada por mi mismo, me doy cuenta que no tengo a ese compañero que tan feliz me hacía. Que me llenaba de tanto amor. Capaz fue todo una ilusión mia y nunca existió. Como voy a hacer para seguir viajando sin imaginarte? Como voy a hacer para seguir levantandome y no pensar "un día más sin vos"? Como carajo vuelvo a la costa, a esa casa donde nos pasó de todo. Donde tan mierda me sentí. Aún así, ansío tanto volver el tiempo atrás. Repetiría cada uno de esos días sin dudarlo. Repetiría todo otra vez. El acercarme en rheo. En volver a animarme en Warhol. El hablar con mis papás, con mi hermano. El abrazarte cada vez al bajar del escenario. Haría todo una y otra vez en loop para disfrutar lo que sea que dure antes de que se termine. Yo ya no lloraba más loco. Ya no me costaba respirar, comer ni menos dormir. Pero hoy volvió todo de golpe. De verdad me tengo que creer que la cagué yo? Que tantas veces me arriesgué y dije todo sin cuestionarme. Me habré guardado mil peleas y enojos, eso habrá estado mal. Lo asumo. Pero nunca me guarde ni un poco de todo el amor que manifestó mi vida a tu lado. Y eso, éste último tiempo, no fue suficiente para vos. No se que mierda lo será. Pero yo no lo fui. No sé si lo habré sido en algún momento. Pero que no te arriesgues por mi y pongas lo demás por encima mío me hace creer que nunca fue real. Porque si me queres, te lanzas. Si me extrañas, volves. Pero no. Vos no haces nada. Nada por mi. Como me hiciste creer tanto, volar tanto, para dejarme caer en poco tiempo. Y público todo, si. Lo hago sin que me importe un carajo si lo lees o no. Me enfoco en sacar mi mierda afuera, porque es lo que necesito. Eliminarte. Borrarte. Mis amigos ya estan cansados de escuchar el mismo discurso de "lo extraño". Ya me tapa la vergüenza de tanto hablarlo. Me volví un insoportable y lo sé. No puedo, posta que no puedo. Me mata el alma. Pero como hago Andy? Decime como hago por favor. Volvé y dame vos el consejo sobre como carajo olvidarme de lo mucho que te amé. Sabes bien que nada me servía tanto como tu voz o tu mano. Me esta doliendo muy fuerte el pecho. Me voy a morir? A veces creo sentir lo que es, por más que no lo conozca. Intento pensar las realidades duras peores que la mía y me obligo a no quejarme. Pero tarde o temprano se me cae el ideal y vuelvo a ser el pelotudo de siempre. Ya me quedé mudo. Seré patético, un cagón. Lo que quieras llamarme. Pero fui quien sonreía cada vez que lo mirabas, quien lloraba cuando medía lo mucho que te amaba. Fui quien te mostró lo que es el amor verdadero. Eso me lo creo por la cantidad de veces que me lo repetiste y no me voy a sacar el mérito solo por tener el corazón roto. Fui tuyo. Ahora soy del aire, de la nada. Y floto ahí sin rumbo alguno como un globo perdido. Y sigo andando esperando a que alguien agarre mi hilo y me baje a la tierra de nuevo. Si no vas a ser vos. Si ya me tengo que despedir antes de seguir subiendo y explotar, entonces lo hago. Igual que como lo hacíamos todas y cada una de nuestras noches. Con el detalle de mañana despertarme y no recibir tu "buen dia, mi amor". Con la esperanza de mañana despertarme y ser alguien nuevo. Alguien con menos lágrimas y mas sonrisas. Porque si no podes seguir dándome todo lo lindo que me diste en este tiempo, entonces lo tengo que buscar yo solo y en otro lado. Cueste lo que cueste. A superar mi cama vacía. A superar esos chats en silencio. Ese asiento vacío abajo del escenario. Ese abrazo invisible. Ese vaso de más un sábado. A seguir adelante con el mismo pecho que se banco tantos golpes por vos y que los lleva con orgullo. Porque nunca me voy a arrepentir de haberte amado tanto, pero si me arrepiento de no haberme preparado para éste momento que tanto temí que llegara. Indefenso o no hay que dar la cara. Mañana arrancaré de nuevo intentando pasarle encima a todo este quilombo. Espero que mas liviano.
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5-decopas · 5 years
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Cartas a nadie
Nostalgias 1
Tengo ganas de contarte lo que me pasó ayer. Pero quizá sea mejor que empiece por hoy, en realidad, por lo que me dan ganas de contarte hoy, lo que me pasó ayer. ¿Estás ahí? No me chamuyes, que la última vez que te quise comentar algo del laburo, te hiciste la boluda y te pusiste a leer pavadas en facebook. Ahora que lo pienso bien, bueno: tenía razón la psicóloga. Tengo que verte como un todo y vos también sos la que no tenias ganas de escucharme. Y yo como un boludo uniendo las partículas estúpidas que componen mi novela diaria laboral, para que la historia fuera más interesante para vos. Está bien que suelo hacerme drama por cosas sin sentido, pero de vez en cuando me hace bien que me escuchen. Como yo ahora estoy escuchando al palo a Fito Paéz, así necesitaba que me escuches y nada, si querías te ponías a escribir, pero no a leer el horóscopo negro que seguro te anticipaba que tenías que dejarme plantado para ir en búsqueda de tu libertad y bla bla bla. Que chamuyo. O no. Porque si me lo pregunto bien, capaz yo te acortaba las alas, no sé, era como una jaula y vos tenías ganas de volar. Siempre tuviste ganas de volar, ¿te acordás esa charla en la plaza? Parecía que nos habíamos fumado un porro y lo único que hicimos fue tomar un mate y reirnos de que el chocolate que te había regalado se te derretía en la cartera porque hacía un calor de cagarse. Y hablábamos de los pájaros, y cómo se organizan y vuelan, y que las nubes observan y el sol los agiganta. Y de que el cielo es infinito y de que lindo seria poder elevarse y ver todo desde arriba. Y, yo, nunca te lo dije, pero yo ese día estaba elevado. Vos me elevabas. Flotaba por ahí, ibamos de la mano. Aunque nunca dejáramos de estar echados en la manta esa de mandalas que sacaste de tu mochila.
Me dejaste divagar y no te pude contar que me trajo hasta acá. El “acá” es figurativo, no te asustes, no estoy abajo de tu departamento, a punto de tocar el timbre y con otro libro más en la mano. Como el que te regalé. Aunque me imagino casi siempre ahí, no puedo. O no quiero. Y no puedo. O no sé. Te conté creo, cuando leí ese libro siempre pensé que se lo iba a regalar a alguien especial. Hace 6 años lo leí. Y qué sé yo, lo sentí, cuando entré en la librería y lo ví, que era para vos. Es que ese libro abraza, ya lo sabés, abraza como vos me abrazabas. Supuse que ese abrazo nos eternizaría. Vuelvo a pensar, y capaz yo también veía el final. Sólo que no lo aceptaba. O no lo asumía. Y deje en manos de Eduardo y sus ensayos, eso que sentía cuando te apretaba fuerte contra mi pecho.
Pero bueno, a veces pienso que me apuré. Sabes como soy, pienso esto hoy, mañana lo otro y cuando llega el domingo ni pienso. Qué sabía yo que me ibas a salir con ese planteo de mierda, si estábamos en el mejor momento. La cagaste y ahora quiero que me devuelvas el libro. Perdón, me dejé llevar. Quedatelo.
Estoy siendo un pelotudo y lo sé. Últimamente soy un tobogán, de esos acuáticos, como una montaña rusa, que tiene mil vueltas, pero que siempre va para abajo. Últimamente, bah, ni que fuera Ismael Serrano. Desde que te planteé que así no podía seguir. Es mi problema y ¿que tenés que ver vos? Nada. Nada y todo. Todo y nada. Si siempre fuiste sincera conmigo, pero yo no. Yo no fui sincero conmigo. ¿Sabes que pasa?¿Sabes que me di cuenta estos días? Que necesito ilusiones para movilizarme. Necesito crearme ilusiones para levantarme a la mañana, para desandar el día, para atrapar al sueño. Pero te fuiste, loca, y ahí fue mi ilusión, se esfumó, desapareció al toque. Como desaparecieron las caras que encontramos entre la nubes aquella tarde, o los pochoclos en el cine, o tu nombre cuando lo escribí en la arena y el mar se lo llevó. Quise invocarte, como arte de magia. Y el mar te llevó. Y está bien. El mar tiene razón, siempre tiene razón. Quizá su truco fue limpiar el garabato.
Cuestión, y ya voy terminando. Seguro ya te fuiste,no va a ser la primera vez, pero lo bueno es de escribirte es que no hay viento que arrastre lo que digo, ni ruido que lo calle, ni oscuridad que lo apague. Lo bueno de escribirte, es que siempre vas a poder volver acá y encontrarme, porque esto soy y te lo dije el primer día: me leíste y ya me conoces mas que nadie.
Hoy colgué largo en el micro, pensando en tu sonrisa. Cuando me di cuenta, me había pasado como 3 paradas. Y la vieja con la que compartía el asiento me miraba enojada porque quería bajarse y no me movía. Caminé un poco y me compré una birra. Decidí contarte que me pasó ayer, pero ahora no se si vale la pena.
Porque en el ayer estás vos y ahí es donde no quiero volver. Y no porque no te quiera. Sino porque prefiero idealizarte en el recuerdo, que te conviertas en sueño, ahí,donde yo te abro la jaula, y vos, finalmente, volás.
Te organizas y volás.
Y las nubes te observan.
Y el sol te agiganta.
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rohirrimuniverse · 7 years
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El paseíto / Morbo en el parque (I)
El paseíto / Morbo en el parque (I)
- ¡Joder! ¡Vaya 'ciego' que llevo, colega…!
Es cierto. Guille tiene los ojos completamente rojos y las pupilas súper-dilatadas. Se va al baño a echarse un poco de agua en la cara y a ponerse unas gotas en los ojos, a ver si la cosa se arregla un poco. Yo me quedo dándole un sorbo a mi lata de ‘Desperado’. Debe ser la cuarta, la quinta, o la sexta que llevo a lo largo de la tarde, y eso que son de las grandotas. De fondo, ’The Killers’ cantan una canción. Creo que es ‘Miss Atomic Bomb’, pero yo también estoy bastante pedo, aunque no creo que tenga los ojos tan rojos como Guille. Hay un porro consumiéndose en el cenicero, así que le meto un par de caladas y trato de centrarme en la canción. Guille vuelve del baño con la cara mojada y con el pelo también empapado. Creo que ha metido la cabeza debajo del grifo, porque le chorrea el agua por la cara.
- ¿Mejor o qué…?
- ¡Hostia, tío…! ¿Tengo los dedos un poco morados? Enséñame los tuyos…
Juntamos nuestras manos y es verdad. Mi colega tiene las puntas de los dedos un poco moradas, al lado de las mías, que lucen un poco más rosadas. No en vano, llevamos una tardecita ‘golosa’. Quedamos a eso de las seis de la tarde y llevamos desde esa hora bebiendo cerveza, fumando petas y dándole al Popper como si no hubiera mañana.
Guille lleva sólamente unos ‘jocks’ blancos empapados en meo y unos calcetos del BarÇa que apestan. El cabrón los ha llevado puestos toda la semana para ir a currar. Con las botas, no se distingue que son medias futboleras, porque se mete el ‘pantaka’ por dentro, pero me contó al comienzo de la tarde que una compañera de la oficina dijo el jueves que a alguien le olían los pies. ¡No me extraña! Este cabrón sabe cómo currarse unos calcetos.
- Siéntate un poco y tómate algo que no sea birra. Un poco de agua o una ‘Coca-Cola’…
Guille se deja caer en el sofá y los dos nos quedamos mirando la peli porno de la tele, mientras Brandon Flowers canta. Yo finiquito el porro y éste cierra los ojos y se estira. Yo llevo mis medias ‘Nike’ negras del  Atlético de Bilbao y unos gayumbos negros que usamos para guarrear. Tienen tantos meos encima que, a ratos, me suben ráfagas de olor a meo que me ponen la polla morcillona, a pesar de que ya me he corrido una vez.
Deben ser las once o las doce de la noche, aunque hace ya bastante rato que he perdido la noción del tiempo. Me levanto y me asomo a la terraza de Guille. El cabrón vive en una planta quince y tiene unas vistas que te cagas. La ciudad se despliega a nuestros pies, con sus luces amarillas. Fuera debe hacer un frío de tres pares de cojones, porque es febrero y la semana ha venido un poco gélida, pero en el salón debe haber como cuarenta grados. Entre la birra, los porros y el popperazo, tengo un calor que lo flipo, y eso que llevo unos calzoncillos mojados y unas medias apestosas nada más. Me vuelvo y veo a éste con los ojos cerrados todavía:
- ¿Quieres que recojamos el chiringuito…?
- No, tío. Dame un par de minutos...
- Joder, cabrón... Es que tragas Popper en cantidades industriales…
En efecto, Guille es uno de esos tíos con un aguante al Popper que yo no tendría ni aunque volviera a nacer un millón de veces. Nos hemos ventilado medio bote grande de ‘Jungle Juice’ en una tarde. Guille aguanta el Popper que te cagas, pero cuando le da el bajón, le empieza a doler la cabeza y solemos dejarlo, aunque ninguno de los dos nos hayamos corrido. No es el caso de esa tarde. Llevamos ya como cinco o seis horas cerdeando y nos hemos meado, hemos follado y nos hemos corrido. Pero el sexo es como la pasta: ¡nunca tienes suficiente!
La peli de ‘Raw Fuck Club’ que estamos viendo en la tele es una puta pasada. Si estuviera en casa, me estaría pajeando como un mono viéndola, pero la tarde ha sido tan intensa, que estamos los dos ya un poco de bajón, así que la peli en ese preciso instante me da el mismo morbo que una comedia cutre de José Luis Moreno.
- ¡Necesito una raya para despejarme! ¿Quieres...?
- No; tío. Paso... Ya sabes que esa mierda me la baja y con todo el alcohol que llevo encima, paso de tomarme ‘Viagra’ para empalmar.
Guille se acerca a la mesa de cristal del comedor, donde están extendidos los polvitos, junto a una tarjeta del ‘Ring’ que sirve para hacer lonchas, y se prepara una raya. Yo finiquito mi lata de ‘Desperado’, mientras miro la peli en la pantalla de la tele.
¡Joder! La tarde ha sido una pasada. Yo tendría que ir pensando en pirarme a casa, porque en breve chaparán el metro y éste vive en un barrio de la periferia, pero la verdad es que estoy de puta madre. Decido quedarme un rato más y pillar un taxi para volver a casa.  Me sobo el rabo y noto que la tengo todavía morcillona, a pesar de que vuelvo a tener unas ganas de mear flipantes. Creo que a Guille, en este momento, lo último que le apetece es que le vuelva a llenar la garganta de meos, así que voy al baño y suelto una sonora meada, que repiquetea contra la taza. Me miro en el espejo y flipo con mis pintas de ‘quinqui’: despeinado, apestoso, desaliñado…  Al menos, yo no tengo los ojos rojos. He fumado menos y también he tomado menos Popper, a pesar de que a beber birra no me gana nadie.
Cuando regreso al salón, me encuentro a éste mucho más espabilado. Los polvitos tienen ese efecto sobre las resacas: las disipan, aunque es algo transitorio e irreal. Con todo, Guille vuelve a estar bastante activado. Me mira con esos ojillos de chaval travieso que le caracterizan y me dice que le apetece tomar un poco el aire.
- ¿Salimos a la terraza? Hace un frío de la hostia. Pillaremos una pulmonía…
- No; tío. Digo bajar a la calle a dar una vuelta. Nos tomamos una caña en el bar de abajo y de paso pillo tabaco, que se está acabando. Creo que tampoco me queda papel. Espero que el chino no haya cerrado…
En efecto, en la cajetilla no queda más que un cigarro. El cenicero está lleno de chustas de porro. Se nos ha ido un poco la mano con el tema. Yo me siento de puta madre, pero es posible que me dé el bajón también de un momento a otro.
- No sé, tío. Estaba pensando en irme a casa. Y tú deberías irte a sobar, que mira cómo estás.
- ¡Qué coño, tío! Es viernes. Duermo mañana hasta las tantas y problema resuelto. Vamos a dar una vuelta, nos da el aire y subimos nuevos. Hay un parque aquí al lado…
- Va, venga… Pero yo apesto a sudor y a meos. Y tú, ni te digo… ¿Nos pegamos una ducha…?
- ¡Qué dices, chaval! Nos plantamos un chándal y bajamos tal cual. En diez o quince minutos, estamos de vuelta. ¿Para qué…?
Yo he ido ese día en vaqueros y botas. No tengo chándal, pero Guille me presta uno suyo y unas zapas.  Los dos nos vestimos en la habitación. Yo me calzo el ‘pantaka’ de chándal sobre los gayumbos meados y él se pone uno de color blanco sobre el ‘jockstrap’ amarilleado.
Guille es de mi misma edad y los dos usamos más o menos la misma talla, así que podemos intercambiar ropa sin problema. De hecho, no es la primera vez que nos curramos algo del otro en plan morbo: gayumbos, calcetos, ‘pantakas’ de deporte... Los dos somos un par de guarros y tenemos morbos bastante parecidos. En un santiamén, estamos vestidos. Guille me ha prestado unas zapas suyas de ‘Emporio Armani’. Este chaval es un guarro, pero luego viste como un pijo. No se compra nada que no sea de marca. Las zapas, aunque son muy pijas, molan un huevo y me quedan bastante bien. Vuelvo al baño y me echo algo de agua sobre el pelo, para difuminar el pestazo a meos  de cuando metí la cabeza en la taza del váter para que me meara la boca. Él se echa un poco de gomina, porque su pelo es ondulado y se encrespa con facilidad.
El meo seco tiene un olor agradable sobre la piel. Como todos los olores corporales, una vez que se empieza a difuminar tiene un punto narcotizante.   La verdad es que, vestidos y con los pelos mojados, tenemos apariencia hasta presentable. Los dos estamos en el cuarto de baño, frente a la enorme luna del espejo, acicalándonos como buenamente podemos.
- Voy a quitar la música y parar la peli. Pilla un par de birras de la nevera y la china de costo, que nos liamos un peta en el parque y nos tomamos una birra en un banco.
Le obedezco y pillo las birras y la china; meto las tres cosas en los bolsillos de mi plumas y espero pacientemente junto a la puerta, mientras éste apaga las luces, desconecta la tele y el pc, y se coloca su plumas rojo.
Los dos atravesamos el enorme pasillo de su rellano, que parece el de un hotel, y nos encaminamos hacia el ascensor. Una vez dentro, Guille se me abalanza y empieza a comerme los morros. El cabronazo vuelve a estar ‘onfire’. Esa raya lo ha despertado de su momentáneo letargo.
- Tío, córtate un pelo, que es posible que haya cámaras en el ascensor.
De hecho, Guille vive en una comunidad con seguridad las 24 horas en la que hay cámaras por todas partes. No me extrañaría que el ‘segurata’ estuviera flipando en ese mismo momento, mientras nos damos el lote en el ascensor. Guille me soba el rabo por encima del ‘pantaka’ y me mete la mano en el culo. Separamos nuestras lenguas poco antes de llegar a la planta baja, donde nos recomponemos, como dos ‘machitos’ que bajan a buscar tabaco. Salimos del portal y Guille saluda al ‘segurata’ rapado de la garita, que nos mira con cara indiferente. Seguro que ese cabrón está viendo una porno en su móvil y cascándosela. El ‘segurata’ tiene cierto morbo. No me importaría que se nos uniera a la fiesta, aunque entiendo que trabaja en la comunidad de Guille y no es plan de montar el numerito en casa de éste.
En la calle hace un frío que te cagas. Comparado con el calor del apartamento de éste, parece que hayamos viajado a Alaska de repente. ¡Ni un alma por la calle! No en vano, los PAU son todos iguales: comunidades enormes y calles desangeladas en las que no hay a quién decir 'adiós'. Caminamos un rato hasta la calle principal, donde están los comercios, los bares y el chino. Entramos primero en el chino y pillamos papel y, a continuación, entramos en un bar que hay al lado y pedimos un par de cañas. El camarero es bastante majo y nos da algo de ‘palique’. El bar está desierto y supongo que está  punto de chapar. El camarero, un rubio bastante atractivo, tendrá unos cuarenta y pocos, lleva un par de pendientes en cada oreja y no está del todo mal. Guille ya me ha comentado alguna vez que cree que 'entiende', aunque a lo mejor son figuraciones suyas. A mí la verdad es que me da mazo de morbo. Teniendo en cuenta que son las doce, que chapará en cuanto salgamos y que nosotros la estamos liando en casa de éste, no estaría mal que se nos uniera.  De hecho, sería un buen fichaje para nuestra ‘party’, pero vuelvo a pensar que Guille desayuna allí todas las mañanas y no es plan...
Hablamos de música, como siempre, mientras nos tomamos nuestras cañas, y éste aprovecha para pillarse un paquete de ‘Marlboro’. Apuramos nuestras cañas, pagamos, nos despedimos del camarero rubio y nos damos el piro.
- Bueno, ¿qué? ¿Una vueltecita por el parque…?
La noche es gélida y el barrio está desierto, pero el aire frío me ha sentado de puta madre, así que le respondo que sí…
[CONTINUARÁ…]
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lluviadeverano · 7 years
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Testigo de la noche
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“¿Qué se siente trabajar en Pura Vida?” Es la pregunta que escucho todas las noches desde que trabajo en el bar. Siempre respondo con una sonrisa, y es que, no es tan fácil contestar esa pregunta. “Debe estar re bueno escuchar bandas todas las noches”, me dicen. Trabajo desde los 17 años. Amo trabajar, amo aprender, amo llenarme de experiencias, amo saber que lo estoy haciendo por mí. Trabajé como niñera, trabajé en un Onda Shop (el laburo más esclavo de todos. No compren en Onda Shop, jamás); trabajé en un local de ropa, trabajé en una panadería, a la cual renuncié por varios motivos. Y actualmente trabajo en Pura Vida, y en una oficina, como secretaria. Sí, es como una doble vida. Moza gede de noche, y secretaria administrativa de día.   Me encanta la versatilidad. Suelo aburrirme fácilmente de todo. Por eso es que me divierte este momento de mi vida, en el cual siento que puedo pertenecer a cualquier lugar. A pesar de haber tenido varios trabajos, en distintos lugares, con jefes totalmente diferentes, puedo asegurar que ninguno de esos lugares me generó éste amor-odio que siento por Pura Vida. LO QUE TE LLEVA A DECIDIR No es fácil renunciar a un trabajo. Tenés que evaluar todos los pros y contras de la situación. Por momentos querés mandar a tu jefe a la mierda, romperle todo e irte con una sonrisa triunfadora. Y otras veces sólo querés llorar y aceptar que tenés que seguir ahí, te guste o no te guste. Hablás con mil personas que te alientan a abandonar ese laburo de mierda, y otras tantas que te dicen que “aguantes un poco más, hasta conseguir otra cosa”. Finalmente el que decide sos vos, como todo en tu vida. Yo decidí que me quiero lo suficiente como para estar en un lugar que no me hace bien, o en el que no me siento cómoda. Así es que renuncié a la panadería. Como renuncio a cada trabajo en el cual no me siento valorada, o en el que dejo de ser yo y empiezo a convertirme en lo que quieren los demás. PURA VIDA, SEMANA 1 El miedo y la incertidumbre que te genera conocer a tu jefe, al encargado, a tus compañeros, y a la conchuda o el forro que siempre te hace pagar el puto “derecho de piso”. A todo eso sumale el terror por arrancar a trabajar de noche, en un lugar al que solías asistir cada fin de semana, pero para arrancarte la peluca mientras escuchabas a tu banda favorita y agitabas con una birra en una mano y un cigarrillo en la otra. Empiezo a trabajar de moza en un lugar en el que, de las mil veces que fui, NUNCA vi una moza.  Y, aunque parezca muy obvio, yo no sé realmente de qué se trata este trabajo.   La primera semana en cualquier laburo es crucial. Todas las miradas sobre vos, siempre a prueba. Te sentís observada. Sos como una esponja que absorbe todas las críticas del lugar. Si haces bien tu trabajo, estás salvado. De lo contrario, van a romperte las pelotas hasta que lo hagas bien, y de no ser así, te van a rajar. Eso pasa acá y en cualquier lado. Por suerte me adapté rápido. Lo que tiene el bar, y lo que a mí más me gusta, es la buena onda que se siente entre todos los que trabajamos ahí. El compañerismo es lo más lindo que hay en Pura. PURA VIDA, SEMANA 2 Todavía me estoy adaptando, conociendo de a poco a cada uno de mis pares, recibiendo consejos, entendiendo lo que está permitido hacer y lo que no. El cambio de sueño es una de las cosas que más joden. Aprovecho el día, pero no como a mí me gustaría. Procuro no gastar demasiada energía porque sé que la noche es larga, y cuesta. En la semana número dos, comienzo a vivir secuencias que quizás antes me habían pasado, pero no eran merecedoras de mi atención hasta ese momento. Entre el tumulto de gente, las bandas tocando, el alcohol en sangre, la gente suele desatarse y comienza a comportarse de unas formas que,  estando sobria, me resultan divertidas. Me vuelvo una testigo más de la noche, me enamoro de la gente que asiste frecuentemente. Me gusta el ambiente, me gustan las bandas, me gusta que todos se acerquen a hablarme. Ya me siento parte de todo esto. PURA VIDA, SEMANA 3 ¿Escuchaste la frase “Del amor al odio hay un solo paso”?  Es totalmente cierta. Las noches parecen cada vez más largas. Vuelvo a casa con olor a cigarrillo en el pelo y en la ropa. Lo que antes me gustaba, ahora me parece horrible. El bar se llena de gente que te pisotea, te choca, invade tu espacio. Tocan bandas que no escucharía ni aunque vinieran a tocar a la puerta de mi casa. Un forro te quema con un cigarrillo, otro te vuelca birra sobre la remera. El pibe que te chamuyó ayer, y al que accediste a darle tu número, hoy atraviesa la puerta de la mano con su novia. Tu ex aparece en el bar con los amigos; el forro que te curtías organiza una fecha. Un gil se enoja con vos porque la birra está cara. Toca tu banda favorita, mientras vos juntas envases y atendés a la gente que te pide una artesanal, envidiándolos porque ellos sí pueden, y vos no. Todo eso, entre otras cosas, son las que pasan cada noche que me pongo el delantal, y salgo al salón con destapador en mano.   Y a pesar de todo, todavía hay cosas que me divierten. PURA VIDA, MES 1 Trabajar un mes en el bar, equivale a trabajar un año en cualquier otro lugar. En un mes vivís más cosas que en toda tu vida de salidas nocturnas. Aprovecho las fechas a las que asisten mis amigos para robarles un trago de birra, (no, mientras trabajo no puedo tomar alcohol, pero, ¿quién respetaría esa regla?) Y los días que no trabajo, voy igual.  Ya lo siento como mi casa, y me pongo la camiseta sin dudarlo. Ya voy por el segundo mes y extraño eso que sentía cuando llegaba a la esquina de Pura, y de lejos veía a toda la gente reunida en la puerta, fumando, escabiando, esperando a que comience la función. También extraño atravesar la puerta, y ubicarme en el medio del salón, con las luces de colores en la cara, y un vaso de birra en la mano. Disfrutando de la magia del lugar, sin darle importancia a lo que pasaba alrededor. Es que, nunca me gustó que los magos revelen sus trucos. Y Pura Vida ya me reveló todo. ~�lI D��j��
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nonasrevolution · 3 years
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Declaración de este año
El año 2020 empezó cuando al final de la nochevieja, Lassie nos confesó que tenía depresión. Parecía mentira, juro que la había visto bien, o es que sudaba tanto que no me di ni cuenta. Recuerdo que se tiró al suelo, como si estuviera loca y todo el grupo discutió por saber qué le pasaba. No estábamos bien, ni entre nosotras, ni con nosotras mismas, pero bailamos en un VIP reservado fingiendo que todo marchaba sobre ruedas, recordando como otros años habíamos estado bien, en los que aún ni siquiera nos conocíamos.
Enero sigue con la tercera guerra mundial de trending topic en Twitter y con cuatro exámenes finales, uno de ellos el más jodido. Voy a la universidad por la mañana, hago una exposición sobre el síndrome de Diógenes y nos hacemos unas birras para compensar el futuro disgusto de la tarde. Hago el examen, me quiero morir, y encima con redacción que implica una reflexión. El profesor Orujo nos miraba desafiante “No vais a hablar catalán en vuestra puta vida” pensaba mientras hacíamos el examen. A las dos semanas, Nia me habla y me dice que solo 6 han aprobado y que ella y yo estamos entre esos 6. Dios, jamás había triunfado tanto como aquel día tan horrible. Llega el último examen, filosofía cuando serás mía y paso de todo y ese sábado salgo de fiesta con 30 personas que no conozco de nada. Anita se pega el pedo de su vida conmigo y me lío en el portal de un local con un tío que quiere seguir conociéndome... Todo eso en enero, y sumemos que me anuncian que voy a ser tía, acojonante.
Febrero, empieza un nuevo cuatri y conozco a dos profesores de literatura hispanoamericana guapísimos e intensos. Cómo me hubiera gustado bailar tango con ellos o “Bruce Willis” en acústico. Aprendo un montón después de un año de carrera bastante neutro, por ejemplo “Destillatio me tenet” significa “Estoy que goteo” y el amor, lo inventaron los trovadores. (Y el tinder también), salgo todos los findes con mis amigas, me voy a Granada y me vuelvo a acostar con el que siempre me enreda, porque así soy, sigo sin saber decir que no y menos al placer.
Llega marzo, y no sé por qué sigo viva, si cada vez que salgo me bebo un bidón de gasolina y busco pelea. Alguno que otro ha caído ante mis encantos mientras rozábamos nuestros cuerpos al ritmo de Bad Bunny, pero tengo la regla, así que otra vez será, encantada, que dios te bendiga. Y de pronto, 13 de marzo, apocalípsis. Ese último finde me retiro de las pistas de baile “A dormir, que en casa se está mejor” y entonces Dios me miró y me dijo “Amén hermana, porque tú y todo el mundo vais a pasaros una larga temporada en casa”. Se paró el mundo, colapsó y comencé a vivir de recuerdos como la última vez que vi a Lassie, se pidió una horchata a principios de febrero. ¡Cuanto la iba a echar de menos! Noticias falsas y gente con bolsas en la cabeza perdiendo el poco juicio que les quedaba, mientras yo intentaba vestirme todos los días para no caer en el abismo de una cuarentena interminable.
Pasaba 4 horas en instagram, y las 20 restantes replanteándome mi existencia, volví a escribir hasta el cansancio mental hasta que al final, me acostumbré porque era lo que había. Ni fiestas, ni celebraciones, la televisión pasaba las grabaciones de las anteriores y era como sentir un navajazo desgarrante en el costado, quedándome el cruel consuelo de “No puedo llorar en fiestas si no hay fiestas” o “No pueden dejarme en fiestas, si no hay fiestas”
Llega mayo, y todo esto parece hacer ventosa, la gente olvida que el mundo se acaba, y sale a las calles. Celebro mi 20 cumpleaños en el patio de mi casa con distancia de seguridad y un pastel de semana santa, quejándome, como no, mientras otros atan sus vidas a respiradores. Me regalan segundo de carrera con exámenes online, jamás me había planteado hacer uno en pijama, 20 años y siento que ya lo he vivido todo, menudo desorden.
Con el curso regalado, me propongo un reto, conducir, y no mi vida, sino un coche. Ansiedad de golpe, porrazo en el pecho, 2 exámenes suspendidos y el sentimiento de fracasada n#1, lo dejo, quizás el año que viene mejor. Me perforo la oreja, como me lo había propuesto, era más fácil que conducir, y menos doloroso, lo juro. Me largo a la playa con el dulce sabor de pasar mis noches con un San Francisco frente al mar y mis amigas, a quienes creía que nunca iba a volver a ver. 
Acaba el verano, con 12 personas en mi grupo de amigos, éramos 4 gatos y ahora podemos montar una cofradía, así me gusta, que la familia crezca en mitad de una pandemia mundial con toque de queda. De paso, me vuelve a liar el mismo loco de siempre, pero pronto termina nuestra “no historia” cuando le digo que tengo más asuntos que atender que su “nardo” y le borro de mi lista de contactos tras días de reflexión. Dejo de escribir por unos meses y me doy cuenta de que me siento bien, que no lo hacía por desahogo, sino por masoquismo, y eso me mataba por dentro. 
Me largo a Valencia, y rechazo al tío más casanova de Blasco Ibáñez, y en un par de días, me enamoro en Tinder de alguien que ya había visto en otro lugar, en otro tiempo... ¡Sí! En las clases del señor Orujo. Quise hacerme un poco Hannah Montana, hasta que me descubrió y nuestro amor de segundos murió. Voy a batir el récord de relaciones cortas e intensas de la historia. Pongo “A puro dolor” de Son by 4 mientras recuerdo nuestras conversaciones: desde la Victoria de Samotracia hasta la tortilla cuajada o líquida. Me hubiera gustado largarme a París con él, trabajaríamos en el Louvre, viviríamos en un ático y leeríamos poesía en la bañera. Noches de bohemia y de ilusión.... pero se acabó.
Me hago la intensa un buen rato, mientras digiero mi fracaso en el amor y en tráfico con un plisplay a 3€ en el nuevo pub del centro, donde antes había un prostíbulo. Cada vez me gusta más el costumbrismo de mi ciudad, pero cada vez crecen más las ganas de irme de aquí. Mis complejos vuelven, al igual que algunas sombras del pasado, dios mío, cuánto me gustaría encerrarlas en una pocilga para siempre junto al virus y que ahí reventaran todas.
Por lo demás, sigo en mi línea, tiro navajazos sarcásticos a la gente que quiero y aun no me han matado (supongo que después de esto son invencibles, o no) y creo Alter Egos: Nona, Jacqueline... las mejores versiones de mí, separadas en diferentes egos. Y aunque las navidades no hayan sido las mejores, al menos me he librado del novio de mi prima, con quien había tenido una hija alias mi “sobrina segunda”, en fin... de buena me he librado. Duermo 10 horas, ni más ni menos, y pronto hará 1 año que no estudio ni salgo hasta ver el sol, he perdido facultades, es como si volviera a tener 5 años, pero con la inocencia y la ilusión nulas. Es como si enero y febrero hubieran sido del año anterior, y el verdadero 2020 comenzara en marzo. ¡Maldito año nuevo y lo que me trajo!
2020 me ha enseñado a no engañarme, si ha sido una puta mierda, se dice, no me pienso calentar más la cabeza, he tenido suficiente.
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todabardiada · 6 years
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Esperar el bondi es un bajón de todos los días, la gente en la parada habla giladas si es que hablan porque generalmente todxs tienen auriculares y nadie quiere hablar con nadie. Las paradas me deprimen, algunos días me deprimen. Extrañarte me deprime, olvidarte me da paja. Ni que sirviese de algo. Ando y pasan los días, voy y vuelvo de algún lugar a donde ya no estas. Me encantaría tenerte al frente cada tanto y decirte tantas cosas. Armate bardo y bardiarte la boca con un beso. Tomarnos un montón de birras y quedar re escabio. Escabiando la sangre de las heridas y fumando en cada hueco. hagamos un indoor adentro de cada hueco que nos hicimos.   Los días pasan entre tantas injusticias y me dan ganas de estar sola. Porque me deprimo en este mundo del orto, me deprimo cuando sangro porque a veces todo es sangre, mal humor y ninguna solución. No hay amor en las casas. Eso es chamuyo para la tv y la catedral. Con tal de mantener esa falaz estabilidad que todo lo tira abajo. Me hundo. Casi que me ahogo mientras esta adrenalina me excita. Orgasmear y llorar son sensaciones parecidas. Mojar/se entre tanto bardo.  El amor es re chamuyo y es todo mentira berreta. Me dí cuenta cuando ame por primera vez. Nada, es como me lo contaron. Y me erizo de solo pensar.te. como que me acelero si nos imagino en el kiosko de siempre entre brahma y brahma. Siento que podría ir corriendo hasta el kioskito ese. Pucho tras pucho. Quiero uno más. Acá están tus besos de nicotina. Las cenizas las llevo en el pecho, porque el corazón se me hizo cenicero. Es más fácil hacerte saber que pienso del amor si hago analogías con el pucho. Lxs que no fuman que crean lo que quieran, si al final, cada unx hace lo que quiere con lo que nos dicen que hagamos. Porque viste como es este individualismo posesivo y libertario pedorro. Así que el amor para mi es como el pucho Y vos sos mi tabaco favorito
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poetry--fml · 6 years
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Día 27 del mes de junio, faltan pocos días pra mi cumpleaños y me parec la farsa de mi vida. Me mame, me mame de toda esta mierda, jueputaaaaaa. Quiero coger a todo el hpta mundo a puños y ni siquiera me puedo desahogar porque mi hpta papá está en la casa. Tengo un hpta colapso porque me botaron la yerba, me emputa quiero relajarme y no puedo gonorrea, ya se murió mi patica y ni siquiera puedo salir sin decir que voy a hacer. Jueputa me controlan hasta la respiración y yo sigo intentando mantenerme fuerte, no acepte un malparido trabajo por hacerle la vida feliz a todo el mundo y ahora solo tengo impotencia y puteria.
Sé que todo está en el culo cuando vuelven esos pensamientos maricas pero a lo bien nadie se jode si me desaparezco y ya, qué ganas de abrirme y no saber nada de esta hpta familia de mierda. Dejen de respirarme en el puto cuello, jueputa, no soy nada suyo, deje de estar ahí, no la quiero, no lo quiero no quiero ni mierda de nadie en la puta vida.
Habría sido mejor abrirme y solo trabajar para irme a Canadá pero no, de muy marica me puse creer que algún día podría tener una familia feliz y eso no pasa, no le pasa a la gente como yo. Necesito dar todo para irme, sea a Los Ángeles o a Canadá pero me abro, me abro de esta mierda, me abro de esta farsa en dónde solo sirvo si soy la hija perfecta. Ni mierda todo el universo. Y ojalá todos los pirobos que se interesen en mi sean sinceros pero sí quieren cuca eso lo consiguen donde quiera. Solo quiero estar sola (imaginariamente golpea todo)
Malparado estrés hpta de mierda, me siento marica llorando por esto pero soy lo más sensible del universo y ni siquiera tengo alguien que me consienta o para hablar de estas maricadas; aparentemente mis “amigos” creen que soy una adicta/alcoholica o lo que sea y les vale culo, no hay más. Daría lo que fuera por irme a un bosque y quedarme en paz con la naturaleza, tal vez un trip o un porro, en general solo quiero sentir paz. Paz gonorrea, solo quiero sentirme en paz.
Tal vez sean palabras sin sentido pero hay que sacar algo de todo esto; necesito sexo y no lo puedo tener como lo quiero, pero igual lo necesito, espero que hoy sea bueno. Necesito birra y tranquilidad pero nada de eso tengo; quiero paz; vuelvo a insistir que quiero paz.
Al final me torcí, después de todo lo que luché sencillamente me torcí frente a la idea de una familia feliz y nada me ofende más que eso; qué pasó con que primero mi felicidad, jajaja no, siempre seré softy y me torceré con tal de ver a todo el hpta mundo feliz.
Quiero un abrazo del negro para sentirme tranquila, pero mi pirobo está de viaje :/ quiero a mi mejor amiga pero ahorita también está mal, debo estar para ella. Quiero a las personas que se esfuerzan por estar, perdón por abrirlas, pero soy así de complicada, pero las quiero sin prejuicios, las quiero sin que me jodan, disfrutar una droga no te hace adicto.
Tal vez lo sea, tal vez por eso pierdo la cabeza por maricadas así, pero la yerba nunca me romperá el corazón y siempre sabe cómo calmarme; perfecto para alguien solitario. Baaasahh trágame tierra y escúpeme en un rincón hippie del mundo, donde solo haya circo, danza y arte. Trágame tierra y déjame explorar el universo a través de la armonía y la fluidez. Trágame tierra y déjame amarte como nunca, trágame tierra que quiero ser feliz.
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18/04
A veces estoy trabajando, otras estoy cursando, también me pasa cuando tomo mates con mi abuela, o cuando escabio una birra con amigxs; de vez en cuando me agarra cuando camino sola, o cuando me baño, me ha pasado estando con parejas, o hablando con mi vieja… es ese escalofrío que te viene desde la espalda, esa incomodidad con tu piel, ese pensamiento que necesitas alejar rápido de tu cabeza.
¿Fui violentada? ¿Sufrí violencia de género aunque no me cagaban a palos? ¿Tengo que hacer algo para que no le pase más a ninguna piba que vaya a estar con él? ¿Cómo me voy a sentir si algún día se le va la mano? ¿Cómo me saco el sentimiento de culpa si alguna vez se pasa con otra piba? ¿Y si no todas se dan cuenta a tiempo? ¿Habrá sido mi culpa? ¿Habrá sido solo conmigo? ¿Estoy distorsionando los recuerdos, fue tan horrible como lo siento ahora?
Escribo y vuelvo a llorar, igual a como lloraba esos días, siempre.
Creo que si me conocías en ese momento solo me podrías haber reconocido como una absurda lágrima que caminaba y justificaba; eso si caminaba, si podía caminar, si me dejaban caminar.
Resulta tan absurdo pensar cómo nos manipulan, y cómo en esa lógica manipuladora nos manipulamos a nosotras mismas bajo excusas absurdas del amor romántico, del abandono en la niñez, de las patologías familiares; y así justificamos casi-cualquier cosa.
Y digo casi, porque me cuesta pensarme como víctima cuando nadie me puso una mano encima. Digo, si alguna amiga te dice que su novio le pegó, no vas a dudar de que fue víctima de violencia de género, de que tiene que hacer la denuncia y/o separarse lo más rápido que pueda de la persona (pongamos como ejemplo la pareja) que la golpea.
Ahora, si no le pega, ¿cómo dictaminamos esa violencia de género? Explicarla quizás es fácil, ¿cómo la hacemos carne? La teoría siempre fue mucho más sencilla que la práctica. ¿A quién le vas a llorar todas las veces que fueron impuestas las leyes para vincularse, para verse, para coger, para salir? ¿A quién le vas a narrar el miedo a que llegue borracho? Discutir con un borracho siempre fue mucho más difícil, imagínate explicarle que no te garchaste a tu amigo, o que no te lo querés garchar a el…
Cuando la violencia es "más chica", más psíquica, ¿qué hacemos?
¿Cómo haces cuando tus amigxs, son sus amigxs? ¿Cómo les explicas el asco de que le sigan hablando siquiera? ¿Cómo contenes el miedo a cruzarte? ¿Cómo no pensar en las subsiguientes personas que están compartiendo su vida con esa persona? ¿Cómo vivir sin culpabilizarte y pensar que “solo con vos soy así, es tu culpa, vos haces que salga esto”?
“Vas a volver la cantidad de veces que tu cuerpo lo banque”, “pretender que va a cambiar porque lo dice, es como pretender cambiar a un adictx”.
¿Cómo contarles la sensación de los nuevos recuerdos (ya pasaron muchos años) que tu cabeza va desbloqueando? ¿Cómo prevenirlas y rogarles que salgan corriendo cuando la vean venir?
El enemigo es muy eficaz, y las tiene todas de su lado; no solo el poder judicial al que solo podes acercarte cuando las pruebas son físicas e innegables (y aun así rogá para ser escuchada), sino absolutamente todo lo inculcado, todos los mitos con los que fuimos criadas. Todos los cuentos de princesas, las novelas que nos mostraron que los celos son amor, la certeza de que estamos solas y que entre mujeres no nos llevamos bien porque somos “histéricas” o “competencia”.
De esta no se sale sin sororidad. No se sale sin amigas. No se sale sin redes de contención.
Y cuando salís; sí, es un alivio.
Es re-encontrarte con la persona que siempre fuiste, es volver a la alegría, a la sonrisa sincera, es no tener miedo. También es la certeza de que nunca más vas a volver ahí; en mi caso particular fue, a su vez, el despertar feminista.
Les juro, no hay día que no piense lo afortunada que fui de tener amigxs que estuvieron aun cuando la ceguera me impedía juntarme con ellxs.
Pero tampoco hay día que pase sin sentir que si vuelve a pasar voy a ser responsable, que si algún día llega a mayores va a ser mi culpa, que no piense en escribirle para contarle todo lo que hizo. Lo peor de la violencia simbólica, la violencia psicológica, es que esa persona puede nunca darse cuenta de lo que te hizo; puede seguir pensando que te lo merecías, porque eras “una putita”, eras “loca como tu vieja”, y sus amigos pueden seguir festejándoselo (entiendo que también pasa con la física, claro).
Creo que no es una cuestión de años, que no es una cuestión de que pase agua abajo del puente. Que hay cosas que te marcan a fuego la existencia, y que por más curada que tengas la herida, siempre puede salir algo más de pus, un recuerdo, cruzarte a alguien, ver algo; puede traer esta sensación de vuelta, en cualquier momento. Es un fantasma con el que convivimos todas las mujeres que fuimos violentadas, en mayor o menor medida.
Ponerlo por escrito es la manera de que deje de ser solo un pensamiento; y de alguna u otra forma se vaya convirtiendo en acción, acción a través de las palabras; acción a través de la conciencia, propia y ajena.
Ponerlo por escrito es la suposición de que alguien puede identificarse; y esto último, es la certeza de que esto sigue pasando; en todos lados, todos los días, todo el tiempo, con personas de cualquier índole.
Y esa empatía, es la más dolorosa, pero la única posibilidad que tenemos de generar redes para que ni una piba más permita que unx otrx le ponga valor a su vida.
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myselfig · 7 years
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Vivir sola
El primer día que vine a mi nueva "casa", estaba fría, hace un año atrás exactamente (17/09/16). Estaba fría, de verdad eh, el cielo estaba como hoy, mi angustia estaba como hoy, y yo, yo estaba como hoy, sola. Sola en mi casa. Les juro que la primera vez acá no fue nada fácil, no fue tan feliz. Después de que mudara las poquitísimas cosas que tenía (sabanas, acolchados, almohada, mochila, apuntes, ropa, varias cámaras viejas y un banquito para mi único oso de peluche), todo era un nuevo inicio. Me quedé en la habitación, me senté en la punta de la cama y me sentí diminuta, no saben que chiquita me sentí ese día. No lloré en toda la noche porque estaba distraida con mi novio, pero sí los días siguientes... ¿Por qué? Porque crecer duele, duele demasiado. Me dolía y me pesaba estar acá sola, en un lugar frío, no había ni un ruido si yo no lo hacía, y justo en donde dejaba las cosas ahí se quedaban. No apague ninguna luz las primeras noches y dormí poco, me costaba mucho. Al otro día terminé de acomodar mis cosas, las únicas que tenía, cada día intentaba decorar un poco más para sentirlo más mío, pero seguía estando vacío y frío. No sé bien que día exacto comencé a sentirme mejor acá adentro, fueron épocas supongo. Quizás fueron los días lindos los que me motivaban, o juntarme con mis amigas, o quizá solo porque me mantenía distraída estudiando y a veces durmiendo con mi novio. El olor de mi nuevo hogar comenzaba a sentirse muy de vez en cuando, colgué cuadros en una pared vacía y algunas viejas postales de rosas en otra. Así de a poquito, muy de a poquito me sentía cada día más feliz de estar acá, de dormir acá, de despertarme acá. Después del primer tiempo pasaron los meses y disfruté, conseguí mi trabajo, me compraba ropa, salía sin necesidad de pedir permiso y que me lo prohibieran. Los días de lluvia de repente eran encantadores, siempre podía quedarme acostada sin nadie jodiéndome. Cada vez habían más cositas, más adornos, algunos floreritos, y ya tenía mi propia pasta dental, mi shampoo, mi repasador, mi trapo de piso, mis broches, mi escoba. Esas cosas para las que al principio no tenía plata y con la beca que tenía por ser estudiante me fui comprando. Me fui de casa sin nada, con "una mochila y una carpeta" que según mi mamá era lo único que tenía y sí, me dolió tanto que dijera eso, pero al final tenía razón. No importaba, yo ya no aguantaba, tenía que irme, cada cosa que decía me causaba estrés, dolor de cabeza. Mis abuelos fueron mi sostén, son mi sostén, quienes se ofrecieron a hacerse cargo de mí para que yo deje de sufrir, les debo tanto! Y quiero decir ahora que la casa de mi novio es el refugio más lindo que tengo, ahí me siento parte. Su familia comparte conmigo, me agarra una felicidad interna cada vez que voy, cada vez que me quedo a dormir. Y me siento decaída cada vez que vuelvo a casa, tan sola. Quizá porque ellos son muy unidos, y mi familia está destruída. Y no sé en qué momento me encontré sintiendo ganas de vivir con mis papas, de nuevo, juntos. Cuando estaban pendientes de mí, cuando les preocupaba hacer algo por mi cumpleaños. Sería volver a dormir en mi cama y saber que voy a despertar y voy a tener con quien hablar y desayunar, sentirme cómoda, sentirme en casa.. pero crecí y se desligaron de mí lógicamente y yo aporté en eso también.. Sí, mi habitación, va, habitación prestada porque ni siquiera es mía, pudiera hablar podría contarles todos los días que pasé acá, que sin dudas son más tristes que felices, que por todo lloro y todo me afecta el doble, como también sabe de las risas con mis amigas, las miles de canciones que sonaron, los secretos que escuché y los consejos que dí, las películas y series que vi, las veces que tuve miedo, y que se guarde bien como me paseaba en colaless desafinando una canción pero cantándola con pasión, que se guarden bien las mañanas de resaca, las poquitas previas con birra, planchita y maquillaje, las noches de amor, el desorden, el orden, las pocas veces que lave la ropa, las miles de veces que tomamos mates, las fotos que saqué y por supuesto los momentos de escritura. Y sí, los cambios dan miedo, mucho miedo, pero son de lo mejor que nos suele pasar en la vida. Nos llena de experiencias, de reflexiones, nos hace conocernos, ser fuertes. Ojalá mi energía cambie, me duele cada vez más estar así, dependiente, sin trabajo y por ende sin poder estudiar.. Supongo que lo deprimida es porque no me encuentro haciendo nada.. Lo único que espero es progresar y que finalmente valga la pena haber pasado todo esto. Yo sé que las noches de mariconeo van a valer la pena porque sé que voy a superarme.. Pero espero la vida me sea leve porque hasta ahora creo no bancármela.
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