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RADICALIZAR LA EMPATÍA 
Esperamos a que se conecten todos los asistentes a la charla sobre Radical, el último tema del 2020 para Creative Mornings, a cargo de Ita María.  
María, caleña, economista por azares de la vida, feminista y, por si a alguien le interesa, piscis ascendente virgo con luna en capricornio; es la cofundadora de la colectiva Viejas Verdes, y autora del libro “Que el privilegio no te nuble la empatía”.  Los temas que han hilado su trayectoria profesional han sido: moda, redes sociales, creación de comunidades y narrativas; feminismo, empatía, entre otros.  
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Cuando la mayoría de los asistentes están conectados, da inicio a su charla.  Nos cuenta que tuvo mucha presión social al momento de escoger una carrera, y que tomó decisiones en automático. Odia ser economista, pero no puede negar que esa es una de sus credenciales.
Cuando terminó su carrera, se fue a vivir a Bogotá y comenzó a trabajar en una empresa internacional de textiles, lugar en el que encontró a diferentes mentoras y maestras.  “Esa es una industria complicada y llena de sesgos: clasista, machista, racista, y aún no contaba con las herramientas para entender esas dimensiones”, nos cuenta.
Distintas mujeres le ayudaron, por medio de pequeñas revoluciones en el mundo de la confección, a abrir los ojos y ver esa industria de otra manera.  Ese momento coincidió con la aparición de los blogs, los podcasts de ese tiempo, que permitían centralizar los discursos y las opiniones. El suyo se llamó “De la moda y otros demonios”.
Más adelante aparecieron las redes sociales, y con su equipo comenzaron a crear comunidades muy sólidas. Esa actividad le generaba más satisfacción que su trabajo como gerente de mercadeo; renunció y se metió de lleno en el mundo de la independencia.
Cuando hablaba de moda todo era de color rosa y la aplaudían, pues es un tema que se suele asociar con lo femenino.  Su proceso de renuncia estuvo acompañado de muchos temas políticos, que la obligaban a salir de lo privado y a evidenciarlos en lo público. Eso era algo que no estaba bien visto, y fue uno de los detonantes para que renunciara.  
Tiempo después tuvo la oportunidad de trabajar con WGSN, una agencia de pronóstico de tendencias de Londres, experiencia que le permitió ver la industria de la moda desde su interior: investigaciones de mercado, materiales, vestuario, entre otros aspectos.
En el 2014 la macrotendencia softpop, que buscaba que el feminismo se entendiera de forma más fácil, por medio de narrativas millenials y digitales, es algo que le da la vuelta a su cabeza y la manera como entendía el feminismo.
Así, desde el pronóstico de tendencias, fue su entrada al feminismo. Esto le permitió ver que, a futuro, iba a haber una eclosión de nuevos feminismos, en la que se iban a desdibujar los conceptos de género e identidad.
En el 2016 llegó el plebiscito, y la política fue un tema que atravesó diferentes espacios. Comenzó a hablar sobre ese tema, algo distinto a la industria en la que se movía, y con cada paso que daba se iba alejando más de la moda.  
Luego vino la movilización social, el salir a las calles a reivindicar algo.  Diferentes mujeres feministas la contactan por redes sociales, y la invitan a hablar sobre otros temas como el aborto; es una época que viene acompañada de todo tipo de insultos y bullying en redes sociales.
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Eso da pie, en el año 2018, a la creación de la colectiva viejas verdes.  Ella y sus colegas buscan otras formas de conectar, por medio de historias, dibujos, videos, entre otros formatos narrativos.
Para María, el feminismo ha sido algo radical en su vida, pues nunca le permite ver las cosas de la misma manera como lo venía haciendo. Dice que continúa ganando herramientas, pues no lo considera estático, sino en construcción permanente.
Con su trabajo se ha dado cuenta de que la empatía había sido el hilo conductor de todo, y la explicación de por qué había cosas que le molestaban, temas que no habían sido tocados en el colegio, la universidad; incluso ni en su casa.
Ese malestar socio-personal es lo que la ha llevado a hablar de empatía como un movilizador y detonante creativo.  En sus propias palabras, “le raya” que el término se suela confundir con lástima, y piensa que deberíamos cuestionar qué se está haciendo, y qué debería significar realmente, de ahí la invitación a radicalizarla.
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Su propuesta es abordar la empatía desde la politización ciudadana, desde los feminismos y movimientos sociales y, sobre todo, verla como un medio y no un fin.  Pensar que es algo que puede generar cambios de raíz y que atraviesa al individuo de forma completa.     
“Esto es lo radical, algo que adoptas completamente, y algo
que te permite ir a la raíz de los problemas”  
— Ita María 
Queremos darles las gracias a todas las personas y empresas que nos acompañaron en los eventos del año pasado.  Este año vamos por más conversaciones creativas.  Esperen pronto la información de nuestra primer charla del 2021 en nuestras redes sociales
Escrito por Juan Manuel Rodríguez Bocanegra
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mareasynaufragios · 5 years
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Obama feminista
Una influencer de Instagram y twitter me está buscándo por cielo y tierra para “demandarme”. En tiempos de activismos de redes sociales virtuales, la amenaza con la justicia patriarcal es el nuevo “le voy a mandar a los de la moto” para censurar la oposición política. (Por supuesto, mi posición es una disputa ético-política, no un problema personal. Asumir eso refuerza la idea machista de que los feminismos o son marcas o son hobbies y no unos campos de disputa ideológica donde las mujeres deberíamos tener debates y no, como lo ven las personas, unas “peleitas de niñas emocionales”) 
Esta historia empieza con un post en instragram de @Itamaria83, cofundadora de las viejas verdes, donde está pautando la charla de Barack Obama en Colombia.  Las pautas publicitarias en Instagram funcionan como en la televisión o la radio: Las empresas buscan personas con una amplia “audiencia” o número de seguidores y les pagan por promocionar productos. La elección de cómo se promociona depende enteramente del usuario de la cuenta porque el objetivo de este tipo de uso publicitario es evitar el lenguaje de televentas y enganchar a los espectadores apelando a los gustos, estilos de vida y de consumo comunes.
Sin embargo, el post se volvió polémico porque ItaMaría decidió usar el “feminismo” (entre comillas para enfatizar la utilización mercantil del término) para vender un producto.  Esto en dos sentidos; En primer lugar, porque en el post donde está impulsando el producto que le pagaron por promocionar se lee lo siguiente: “[el expresidente Barack Obama] y el q nos dejó, siendo presidente d uno d los países más poderosos del mundo, un ensayo feminista con frases como estas: “Debemos seguir cambiando la actitud de criar a nuestras hijas para q sean recatadas y a nuestros hijos para q sean asertivos, d criticar a nuestras hijas x decir lo q piensan y a nuestros hijos x llorar. Debemos seguir cambiando la actitud q castiga a las mujeres por ejercer su sexualidad y premia a los hombres x hacer lo mismo. Debemos seguir cambiando la actitud q permite el acoso habitual a las mujeres, ya sea cuando caminan por la calle o cuando se atreven a mostrarse en línea...” citando el ensayo “This Is What a Feminist Looks Like” que escribió en 2016. (La cita es textual)
De modo que la excusa para vender esta charla, esto es, para convencer a su “audiencia” de pagar medio millón de pesos por escuchar al expresidente Barack Obama es que, siendo el exgobernante del país más poderoso del mundo, fue capaz de apropiarse del discurso feminista de las mujeres y masificarlo.  
En segundo lugar, tiene sentido que ItaMaria83 use un argumento “feminista” para vender un producto, pues ha ganado seguidores en redes sociales virtuales por su “activismo abortero”, por ser una cara visible de las Viejas Verdes, por autoplocamarse “feminista” y por “producir contenido” relacionado con temas históricos del feminismo. Para comprobarlo sólo basta ir a sus perfiles públicos.
¿Barack Obama feminista?
Por supuesto, muchas mujeres en redes sociales comentaron la publicación cuestionando el hecho de promocionar la visita de Barack Obama afirmando que es un hombre importante para las feministas.  ¿Cómo defiende alguien a un hombre que tiene a sus espaldas la responsabilidad del genocidio por los bombardeos con drones en Siria, Irak y Yemén? ¿A qué horas “el feminismo” se volvió esto? ¿Cómo es posible que a nombre del “feminismo” se condone la apropiación, por parte de un hombre, de un discurso que a muchas mujeres les ha costado la vida, su salud física y mental en lo cotidiano, sus trabajos? ¿No se tratan los feminismos de luchar porque las mujeres tengan su voz propia, los espacios políticos abiertos y no que tengamos que aplaudir en masa detrás de la tarima el hecho de que un hombre represente nuestras demandas ante el mundo?
Mi crítica fue más profunda: Este tipo de comportamientos son un patrón de ItaMaría y de las Viejas verdes. Son típicos del fenómeno capitalista de la mercantilización de las resistencias (commoditication of social movements, como aparece en la bibliografía en inglés). Y significa que luchas sociales históricas, con desarrollos epistemológicos y políticos críticos que buscan desestabilizar, cuestionar y buscar alternativas a los sistemas de opresión (Capitalismo, patriarcado, heteronormatividad) se vuelven un producto que se compra y se vende, que identifica a quien lo usa y le permite volverse usuario de un discurso que, ya dentro del circuito de circulación del capital, se ha despolitizado y ha perdido su potencial transformador.
Así, mientras la lucha social feminista, en sus múltiples configuraciones y reivindicaciones, ha cuestionado esta misma dinámica cuando se refiere a la mercantilización del cuerpo, la salud, la vida, el trabajo y la sexualidad de las mujeres, hoy encontramos perfiles, personas y empresas que usan el adjetivo “feminista” en camisetas de fast fashion que producen mujeres y niños precarizados en fábricas de Bangladesh, en una de las expresiones más violenta de la producción capitalista a bajo costo. O encontramos que una de las marcas de jeans más caras, (un jean cuesta al rededor del 35% del salario mínimo legal en Colombia) y que ha sido acusada de explotar laboralmente a menores de edad en China, este patrocinando entrevistas a mujeres “hablando de feminismo” https://i-d.vice.com/es/article/ywybqk/tres-generaciones-de-feministas-hablan-sobre-su-lucha-en-colombia
Volviendo al post de ItaMaria83, la amenaza de “demanda” vino cuando afirmé que estaba ganando plata con el feminismo. Si el post publicitario del  Obama feminista (una figura tan mitológica como el feto ingeniero) no era una prueba de eso, entonces había que ver cómo la cofundadora de las Viejas verdes ha ganado “audiencia” con un proyecto que ha recibido apoyo de la “cooperación internacional”.
Mi afirmación se refiere a la beca de $1400 dólares que se ganó el proyecto “las viejas verdes” con su propuesta de fanzine y videos para el 1 diálogo intergeneracional por el aborto en LAC (información aquí) https://reddesalud.org/es/novedades/ganadoras-convocatoria-becas-1er-dialogo-feminista-intergeneracional-de-aborto-en-lac, cuando las Viejas verdes no completaban ni un año de existencia, no eran reconocidas publicamente por “su activismo”, pero tenían menos de 20 post en Instagram de fotos y videos de mujeres en su mayoría blancas, hablando sobre el aborto en Colombia.
De modo que ninguno de mis comentarios “raya en el delito” ni es “demandable” (suerte con eso, ItaMaría) porque estoy describiendo un hecho del cual parto para replicar una crítica que han hecho las ancentras, las históricas del feminismo autónomo y mujeres dentro de la academia que han investigado sobre el rol que tienen las ONGs y la cooperación internacional en la categorización, institucionalización y legitimación de “ciertos feminismos” legibles para el sistema neoliberal, de rostros y vocerías con razas legibles, cuerpos legibles, desde una clase social legítima. (Sonia Alvarez, Ochy Curiel, Mara Viveros y otras han escrito sobre el tema en latinoamerica). Feminismos propuestos desde otras existencias de mujeres no legibles, con luchas y resistencias no vendibles (decolonial, campesino, indígena, trans, comunitario, negro, lésbico, autónomo, antiextractivista), quedan al márgen de las posibilidades de interpelación, interlocución, incidencia o protección.  No sólo son invisibilizadas dentro de un mercado de proyectos, marcas, recursos y medios, sino que en su invisibilidad reciben un sin fin de ataques y violencias políticas, que buscan eliminarlas porque son propuestas políticas que intentan desarticular estas prácticas capitalistas. 
En el caso de ItaMaria y Las Viejas verdes, es evidente este “feminismo” digerible para el mercado de las redes sociales, la fetichización del pañuelo verde como marcador de identidad dentro de un movimiento social y de resistencia del que ya no se discuten sus fundamentos críticos ni transformadores, que muestra fotografías de mujeres blancas en barrios pobres de Cartagena como un gesto exótico e “incluyente”, que ha aplanado tanto la discusión sobre el aborto que ya ha perdido su increíble sentido de acto político, antisistémico, rebelde a la regulación estatal y heterosexual que condena a las mujeres a la muerte o a la tortura del embarazo obligatorio y que ahora le sirve a su cofundadora para cultivar una audiencia a la cual le está vendiendo, como un producto, la charla de un genocida “feminista”.
La cereza del postre es la actitud que han tenido estas mujeres ante los cuestionamientos de otras en redes sociales.  En la neoliberalización de las resistencias no es sorprendente que el “feminismo” pueda vender pero ya no pueda incomodar. Y cuando incomoda, cuestiona y exige responsabilidad ética con las mujeres, se le censura.  Para la muestra, las estrategias patriarcales de disciplinamiento de las voces de las mujeres que se atreven a cuestionar ese post, demuestran que el “feminismo” no le ha entrado por ningún lado a la cofundadora de las Viejas verdes. En un episodio polémico anterior apeló a la salud mental de una mujer que la criticaba y la mando “a hacer terapia”. En el caso de este post del Obama Feminista, Ita María le “ordena” a otra mujer ir a “corregir a su hija” en lugar de criticarla. Recuerda mucho la famosa frase “¿por qué no te vas a lavar los platos a la cocina?” que los machos usan para castigar a “sus mujeres”. ¿Tengo que explicar lo antifeminista que es usar la maternidad de una mujer como una forma de censura, para mantenerla “ocupada” y callar los cuestionamientos?
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A mi me anda buscando por todo twitter colombia, como típico exnovio acosador dolido porque lo cortaron, averiguando y publicando detalles de mi vida y cotidianidad que no son públicos (que a dónde y con quién me reuno, a qué me dedico y dónde estudie) para ¿demandarme? ¿denunicarme? ¿Ante quién exactamente? ¿Ante un comité de aplausos que está a dos tuits de separación de convertirse en una turba iracunda capaz de stalkearme la vida y amenazar mi seguridad? ¿Por qué exactamente? ¿Por cuestionarla? ¿Por calumnia?. (Hasta donde sé, invadir al privacidad de alguien en redes sociales sí es un delito) Su audiencia me exige “dar la cara” como si mi nombre y mi foto no fueran suficientes, como si para considerarme una interlocutora válida necesitara hacer de mi cotidianidad y mi vida un espectáculo para ellos o una vitriina de supermercado en donde impulso productos para la venta… ¿Acaso no es eso lo que han hecho los hombres con nuestros cuerpos? ¿Debo explicar también cuán antifeminista es esto? Ah, pero cierto que este es el “feminismo” que da likes. 
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