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#Huitzinchá
La exploración en tiempos oscuros, pt. 20. Sitios en Santa Elena: Hultún, Sacbé y Huitzinchá, Yucatán.
El 29 de diciembre sería nuestro último día en la zona del Puuc. Aprovechando que estábamos en el hotel Nueva Altía, nos levantamos temprano para visitar los vestigios prehispánicos que se encuentran en los terrenos de este hospedaje y en los alrededores. Este sitio lo conocen localmente con el nombre de Ebalam, aunque su zona principal es llamada Hultún “flecha de piedra”, por una posible jamba que tiene adornos con esa forma; en realidad todos los vestigios fueron parte de la antigua Nohcacab, ahora conocida como Santa Elena.
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Dos veces había ya recorrido el área, aunque en ninguna de ellas se encontraba el guía local; por ello, nunca pude encontrar las estructuras principales. Únicamente había podido llegar a un edificio muy dañado que conserva parte de una habitación abovedada y sin restos de decoración externa; además de ello había podido encontrar las paredes de otro edificio y numerosos chultunes. Solamente me faltaba internarme en un manchón de selva al norte del hotel.
En esta ocasión tampoco contamos con guía. Eduardo se quedó en la habitación (él había recorrido todo el sitio anteriormente) y salí junto con Ernesto y Fernando, quienes no conocían el lugar. Visitamos la estructura con bóveda que yo ya había visitado dos veces y después empezamos a buscar senderos para recorrer la zona selvática.
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Dos veces intentamos pasar y en ambas tuvimos que volver a salir a las zonas claras del hotel, la maleza era demasiado espesa como para avanzar y solamente encontramos la base de un muro con adorno de columnillas. A la tercera entramos por un área más alejada en lo que parecía un sendero que no había sido usado en mucho tiempo. Luego de un buen rato batallando dimos con una serie de montículos y me adelanté con el machete para buscar algún indicio de que estuviéramos en el grupo principal. Finalmente encontré lo que buscábamos y llamé a mis compañeros.
Sobre un pequeño montículo se encontraba un edificio con una sola habitación cuya fachada estaba bien conservada: era sumamente sobrio y elegante, con muros rectos y un friso totalmente liso, enmarcado por molduras muy sencillas y solamente interrumpido en su parte baja por 3 piedras salientes que pudieron haber sostenido esculturas. Las jambas de la entrada eran peculiares porque parecían simular un par de columnas con sus capiteles. El muro izquierdo ya había caído y dejaba ver su única bóveda.
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Frente al montículo que sostenía este edificio se encontraba tirada la famosa jamba con flechas que inspiró el nombre de Hultún; justo ahí comenzaba otro montículo que tenía en la parte alta un par de habitaciones de las que solamente quedaba el muro trasero y parte de las bóvedas. Estos fueron los únicos vestigios de arquitectura expuesta que pudimos encontrar, pero finalmente me fue posible llegar a ellos luego de 3 largas búsquedas entre la selva.
Regresamos a la habitación del hotel para recoger nuestras cosas, ya que la noche siguiente estaríamos en Mérida. El plan original era que Mónica, la novia de Eduardo, llegara por la tarde al aeropuerto de dicha ciudad para acompañarnos en los últimos días de viaje, y teníamos reservaciones en dos hoteles; sin embargo, ella había amanecido con fiebre y temía haberse contagiado de covid. Ello provocó que perdiera su vuelo, aunque más tarde supimos que no se había tratado de esa enfermedad que estaba causando estragos, aunque en la zona donde nos encontrábamos parecía estar ausente por el momento.
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El desayuno estaba incluido con nuestra estancia, así que lo aprovechamos y luego salimos hacia algunos sitios cercanos. El primero de ellos fue Sacbé, un lugar donde Eduardo se había perdido por varias horas en un viaje años atrás; más tarde trató de guiarnos a Julio y a mí al mismo sitio pero equivocó el camino, teniendo que ir a Santa Elena para buscar guía. Yo bromeaba con dejarlo guiar de nuevo para ver si ya se había aprendido el camino y él siguió la corriente afirmando que el trayecto era bastante más largo que en la realidad, haciendo que el arribo al bello edificio de los mascarones en mosaico de piedra cayera de sorpresa a Ernesto y Fernando, que nuevamente eran quienes nunca habían estado en ese sitio.
Estuvimos un corto rato tomando fotografías y quitamos un panal de avispas de una de las entradas. Tuvimos que machetear un poco porque la maleza estaba comenzando a crecer demasiado y cubría varios detalles del edificio.
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Seguimos de largo por el mismo camino que llevaba a Sacbé y, después de desviarnos en un campo de cultivo, paramos en un apiario. Caminamos algunos metros y luego entramos a la selva por una corta distancia, llegando sin ningún problema al sitio de Huitzinchá, donde solo Eduardo había estado antes.
Este sitio cuenta con un edificio en forma de L, que en su parte trasera aún conserva partes de pared lisa, molduras y frisos planos. 
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Por el frente pudimos ver que al menos hubo 3 habitaciones, quedando en pie solamente los muros traseros y partes de las bóvedas. Dentro del cuarto que se encontraba más al centro pudimos ver un tapanco hecho de ramas, que al parecer era ocupado por cazadores para extender pieles de sus presas. 
El sitio estaba bastante cubierto de maleza, por lo que costó bastante trabajo el poder fotografiar. Fue un triunfo encontrarlo tan fácilmente, ya que en días anteriores habíamos fallado ya buscando sitios cercanos a caminos.
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La exploración en tiempos oscuros, pt. 21. Mulchic y San Antonio Hool.
Desde Huitzinchá regresamos a Santa Elena y avanzamos por la carretera hacia Uxmal para buscar el camino que lleva a Mulchic. Nuevamente Ernesto y Fernando eran los únicos que no habían estado ahí, pero Eduardo y yo no teníamos recuerdos frescos sobre la llegada al sitio. A pesar de ello solamente equivocamos el rumbo una vez, dándonos cuenta rápido y regresando a una intersección para corregir. Así fue que llegamos en poco tiempo al sitio que buscábamos.
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Encontramos el lugar muy enselvado, aunque menos que la única vez que yo estuve ahí antes. Aún así no limpiamos demasiado y nos dirigimos a la estructura principal, que tiene la peculiaridad de contener una subestructura temprana de una sola habitación y con una gran crestería calada. Eduardo había sido atacado por avispas en su primera visita al sitio, cuando quiso entrar a esa habitación, y yo no pude pasar por la presencia de los mismos insectos.
Ernesto fue el primero en bajar a la subestructura, entrando tranquilamente por la única puerta, y afirmando que no había panales en esta ocasión. Sin embargo, Eduardo quiso entrar a verificar y se encontró conque habían al menos 4 colmenas, incluso una que estuvo a centímetros de la cabeza de Ernesto, ¡y no lo habían atacado!
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No fue posible quemar todos los panales, únicamente el de la entrada; también recorrimos brevemente una estructura palaciega en un costado del basamento principal. 
Emprendimos el camino hacia Mérida, encontrándonos con un incendio que cubrió la carretera con humo en un corto tramo. El tránsito se había detenido pero pasamos sin mayor problema. Después de ello hicimos una parada en Muná porque Eduardo necesitaba sacar una cita para realizar el servicio del jeep en una agencia de Mérida, mientras que nosotros habíamos recibido la noticia de que nuestro hospedaje había sobrevendido y la reservación que teníamos, diferente a la que Eduardo realizó para él y Mónica, había sido cancelada. Por fortuna pude conseguir habitación en un hotel en el que había estado unos años antes y todo quedó arreglado.
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Llegamos directamente a la agencia, donde Eduardo pudo conseguir cita antes del medio día siguiente, de forma que nos entregarían el vehículo a tiempo para salir al atardecer para Izamal. Teníamos un tiempo libre antes del anochecer y decidimos visitar el sitio de San Antonio Hool, ubicado en un parque en el fraccionamiento “Las Américas”, y que ninguno de nosotros conocía.
Este pequeño sitio solo conserva un basamento bajo que me recordó bastante a uno que se encuentra en el parque de las tumbas, en la misma ciudad, y una plataforma con superficie plana. Pudimos leer en una cédula de información que el lugar había sido muy importante y tuvo gran cantidad de estructuras. También se encontraron numerosos entierros, pero ahora solo queda una parte minúscula del antiguo asentamiento que tuvo relación con sitios como Komchén y Dzibilchaltún.
Terminamos el día dejando a Eduardo en su hotel y llevándonos el jeep al nuestro, quedando de pasar temprano, al día siguiente, para recoger a nuestro compañero. 
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