Tumgik
relatoscarloscbg · 12 days
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¿sabes qué sucede cuando te pienso?
Lluvia suave moja mi jardín,
rocío dulce me va empapando, me va quemando.
No sabes cuánto te estoy deseando...
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*cogido de redes sociales
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relatoscarloscbg · 2 months
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María y Ana de compras 1
(Suena el teléfono)
- Hola Ana, ¿qué tal?
- Muy bien María, ¿y vosotros?
- Sí, estamos genial. ¿Qué te cuentas?
- Pues que necesito ir a comprar ropa centro comercial y me preguntaba si te apetecía venir conmigo. Me gustaría ir esta tarde.
- Sí claro, puedo estar allí a las seis.
- Perfecto, nos vemos en la puerta principal.
María cruzó la entrada y a un par de metros alcanzó a Ana, que estaba de espaldas mirando un escaparate. Nada más tocarle el hombro se dio la vuelta y le dio dos besos.
- ¡María! Me alegro de verte
- Y yo a ti Ana, vienes muy mona.
- ¡Gracias! Tú también estás genial.
- Oye, ¿cómo que no te has puesto sujetador?
- Porque voy a comprar un par de sujetadores nuevos, y es un rollo estar poniéndoselo y quitándoselo.
- Pues la verdad es que tienes razón. Vamos entonces.
Tras cuarenta minutos en los que visitaron dos tiendas y entraron en la tercera, Ana cogió un vaquero y un jersey azul claro. Hizo un gesto a María para que la acompañara al probador. Entraron y empezó quitándose el pantalón que llevaba puesto y poniéndose el que acababa de coger dándole la espalda a María. El pantalón se atascó un poco justo por debajo de los glúteos, que del esfuerzo se pusieron más redondos, separados por el hilo azul del tanga.
- Ayúdame María.
- ¿No crees que te va un poco justo?
- Sí, eso parece, pero no quiero darme por vencida.
María le metió los dedos por debajo de los glúteos y tiró del filo del pantalón, que tras varios tirones acabó subiendo del todo, ciñéndose al trasero de Ana, que seguidamente se dio la vuelta y se lo abrocho como pudo.
- Sí que me queda un poco justo, ¿me traes una talla más?
- Sí claro, voy.
Mientras María salía a buscar el pantalón, Ana se quitó el jersey que llevaba y se colocó el que había cogido. Empezó a girarse mirando al espejo, observando cómo le quedaba el jersey.
- Aquí está el pantalón.
- ¡Ay! No te esperaba tan rápido.
- Estaba cerca. Oye, el jersey te queda bien.
- Sí, a ver qué tal con el pantalón.
Se lo quitó de las manos y se lo puso, volviendo a ponerse de espaldas a María, que no pudo evitar dirigir la mirada a su trasero, que enseguida quedó cubierto por el pantalón, que entró a la primera.
- Estaba claro que una talla más era suficiente.
- Sí, y también te queda genial. Me gusta el conjunto.
- Estupendo, pues me cambio y salimos de esta tienda.
Se bajó rápidamente el pantalón, de nuevo dando la espalda a María, que apretó sus muslos mientras le miraba los glúteos separados por el hilo azul. Seguidamente Ana se quitó el jersey, y al tirar hacia arriba, la camiseta que llevaba debajo se subió hasta quedar por encima de sus pechos, que quedaron al descubierto.
Rápidamente María llevó sus manos al filo de la camiseta, rozando los pezones, y tiró de ella hacia abajo. Volvió a repetir el gesto de apretar los muslos, a la par que Ana conseguía quitarse el jersey.
- ¿Estás bien? Te veo un poco colorada.
- Sí, es que tengo un poco de calor, creo que el jersey que llevo es demasiado gordo.
- Ah vale. Me visto rápido y salimos de aquí.
En sólo treinta segundos ya estaba completamente vestida. Salió del probador en dirección a la caja, seguida por María, que intentaba no resoplar. Estuvieron en cola unos 15 minutos, ya que había bastante gente, aprovechando para seguir poniéndose al día. Cuando por fin terminaron, salieron de la tienda en dirección a la tienda de ropa interior.
- Necesito uno deportivo negro y uno de encaje azul.
- Muy bien, vamos allá.
- ¡Ah! Y un culotte también de encaje azul
Entraron a la tienda, y tras unos 10 minutos buscando, Ana cogió unos 5 sujetadores y un par de culottes, y se dirigieron al probador. Nada más entrar, mientras María cerraba la cortina, Ana se quitó el jersey y la camiseta, dejando sus pechos al aire. Se colocó primeramente el deportivo, se lo ajustó y se miró al espejo girándose a ambos lados.
- Me queda bien, ¿verdad?
- Sí, no sobra ni falta tela.
- Bueno, los deportivos siempre suelo cogerlos a la primera.
Inmediatamente se quitó el sujetador deportivo, y se colocó uno de los sujetadores de encaje. Repitió la operación de girarse hacia ambos lados. Se probó el resto de sujetadores y volvió a ponerse el primero, bajo la mirada de María, que volvía a apretarse los muslos mientras le iba cambiando los sujetadores.
- Definitivamente este. Ahora voy a probarme los culottes.
Se quitó el sujetador y se puso la camiseta, que no evitaba que se le marcaran los pezones. Se quitó el pantalón y cogió el culotte que le alcanzó María, que no dejaba de observarle el trasero al agacharse un poco para ponerse la prenda. Volvió a apretarse los muslos y a notar un poco de calor que se recorría todo el cuerpo.
- ¿Estás bien? Vuelves a estar colorada.
- Sí Ana, es que me estoy poniendo cachonda mirando tu culo.
- Vaya, lo siento.
- No tienes que sentirlo, no es culpa tuya tener ese cuerpo.
- Bueno, un poco sí, ya sabes que como bien y voy al gimnasio.
- Sí, pero tú siempre has tenido buen físico, incluso antes de empezar a hacer deporte.
- Bueno, no me quejo la verdad. Terminamos enseguida, sólo me falta probarme el otro.
Se quitó el primer culotte y se lo cambió a María, que seguía con los muslos apretados. Se lo colocó y se miró el trasero en el espejo, girándose a ambos lados. De repente sintió aire en su oreja.
- ¿Te lo puedo quitar yo?
- Uuuum, sí claro.
María colocó todas las prendas que tenía encima de la percha, se puso de rodillas y le bajó el culotte despacio con ambas manos. Se lo dio a Ana y seguidamente le agarró el tanga y se lo bajó también.
- ¿Qué vas a hacer María?
- Comerte el coño si no te importa.
- ¿Aquí?
- Sí, ¿algún problema?
- No, pero es la primera vez.
- ¡Perfecto!
María besó el pubis de Ana a la vez que pasaba su mano derecha por detrás de la rodilla izquierda de ella, y se la echaba por encima del hombro, haciendo que su vulva bien depilada se abriera ante ella. Rápidamente acercó su boca y saboreó con su lengua los labios vaginales, a la vez que Ana ahogaba un fuerte gemido.
Hundió su lengua todo lo que pudo, saboreando el flujo que emanaba de la vagina. Jugó con el clítoris, que ya se había puesto duro. Hizo círculos con su lengua, y seguidamente lo lamió con la punta, mientras Ana ahogaba gemidos y había llevado las manos a su cabeza. Continuó saboreando los flujos que salían, cada vez más abundantes. Las manos de Ana le apretaban la cabeza contra la entrepierna, a la vez que su cuerpo empezaba a temblar.
Volvió a lamer el clítoris, y le introdujo dos dedos en la vagina, que rápidamente empezó a chorrear. Sus gemidos ahogados iban en aumento, y mientras los dedos entraban y salían, su estómago empezó a tener espasmos, que pronto se extendían por todo su cuerpo. María continuó masturbando cada vez más rápido y lamiendo el clítoris.
- AAAH….
Ana se tapó rápidamente la boca a la vez que un fuerte orgasmo recorría su cuerpo, soltando la cabeza de María, que sacó los dedos y volvió a meter la lengua en su vagina, que empezó a soltar una gran cantidad de flujo, mientras el cuerpo de Ana se encogía y estiraba muy seguido.
- ¿Va todo bien ahí?
- Siii, ya salimos.
María dejó de saborear la entrepierna de Ana, se puso de pie y la besó. Le alcanzó la ropa y la ayudó a vestirse. Respiraron profundamente intentando recomponerse. Tras un par de minutos salieron del probador. La dependienta se les quedó mirando mientras se iban a la caja susurrando entre ellas.
- ¡Qué vergüenza!
- ¿Para qué gritas?
- La culpa es tuya por haberme comido el coño.
- Pues estaba muy sabroso.
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relatoscarloscbg · 2 months
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María y Ana 4
Habían pasado unos cinco minutos, la respiración de los tres se tornó tranquila. Yacían desnudos en la cama. De repente María rompió el silencio.
- Chicos, no es que me queje, pero yo llevo un orgasmo menos que Ana.
- Yo también, cuando llegué ya llevabais uno cada una.
- Pues hay que solucionarlo, ¿sugerencias?
- Yo le chupo el culo a Carlos para volver a ponerle dura la polla mientras él se pone a cuatro patas y limpia el coño de Ana con su boca.
- Por mí genial, déjame el centro de la cama María.
Las dos se levantaron como un resorte, Ana se colocó en el centro con las piernas bien abiertas. Seguidamente Carlos se colocó delante de ella a cuatro patas, y sin esperar un segundo empezó a saborear la vulva que tenía abierta ante sí. María se bajó de la cama y se colocó detrás, le separó los glúteos y le hundió la lengua en el ano, arrancándole un fuerte gemido que quedó ahogado en la vulva que estaba saboreando.
Ana empezó a gemir rápidamente mientras sentía la lengua pasar por sus labios mayores y menores. Agarró la cabeza de Carlos para que no se escapara, a lo que este respondió succionando y lamiendo el clítoris, lo que hizo aumentar los gemidos que ya estaba escuchando, mientras la excitación que le producía la lengua de María en la entrada de su trasero ya le había provocado una fuerte erección.
- María, yo también quiero chuparle el culo a Carlos.
- Vale, y mientras que me coma el coño.
En un abrir y cerrar de ojos las dos se habían cambiado de sitio. Ana empujó a Carlos para que llevara su boca a la entrepierna de María, que esperaba abierta de piernas. Tan pronto empezó a saborearla, sintió las manos de Ana separarle los glúteos a la vez que le introducía la lengua en su ano, lo que le hizo gemir de nuevo.
Los gemidos de María se convirtieron en grito en cuanto sintió dos dedos entrando y saliendo de su vagina, a la vez que la lengua de Carlos lamía su clítoris. Ana por su parte había empezado a masturbar a Carlos mientras hundía su lengua todo lo que podía en su trasero, haciendo que gimiera cada vez más fuerte.
- AAAAH… AAAH… AAAAAAH… ¡¡¡sigue Carlos!!! ¡¡¡Me voy a Correr!!!
Carlos se detuvo en seco, sacando rápidamente los dedos de su vagina y dejando de lamer y chupar el clítoris. Se incorporó despacio obligando a Ana a dejar de chuparle el ano y de masturbarle.
- ¿Por qué paras? Estaba a punto de correrme.
- Lo sé, pero se me ha ocurrido algo.
- ¿Qué?
- Follarte el culo mientras Ana me mete un consolador en el mío.
- UUUUUM… ¡¡¡me apunto!!! ¿Puedo usar el arnés?
- Sí claro.
Tras escucharlo, Ana saltó de la cama y se dirigió al armario. Buscó un dildo mientras María se daba la vuelta y Carlos, que había cogido el lubricante de la mesita, le había puesto un poco a María en la entrada de su trasero y se había untado otro poco en su miembro, que estaba completamente erecto.
Ana se dio la vuelta con un dildo estrecho en una mano, y con la otra le pidió el lubricante a Carlos, que se lo acercó enseguida.
- Empieza a penetrar a María mientras yo me voy colocando el arnés.
María se colocó a cuatro patas, y seguidamente Carlos colocó su miembro en la entrada de su trasero y comenzó a penetrarla. No le costó apenas trabajo, debido a lo cachonda que estaba. La sujetó de las caderas y empezó a moverse despacio, escuchándose pronto los gemidos de María.
Ana había cambiado el dildo del arnés y se lo había colocado mientras observaba a Carlos penetrar a María, que no paraba de gemir. Se subió a la cama y se colocó de rodillas detrás de él. Abrió el lubricante, se lo echó en los dedos y lo untó en el trasero de Carlos, que había dejado de moverse para facilitarle la labor.
Con su mano llevó el dildo a la entrada del trasero de Carlos, que empezó a respirar profunda y lentamente. Empezó a hundirlo despacio, sin notar demasiada resistencia, lo que denotaba que habían sido muchas las veces que ese dildo había entrado en su trasero. Cuando iba por la mitad, pudo sentir cómo Carlos parecía encogerse a la vez que María soltaba un fuerte gemido, lo que hacía intuir que su miembro se había endurecido dentro del trasero de ella.
Cuando lo tuvo hundido hasta el fondo pegó sus pechos a la espalda de Carlos y lo sujetó por las caderas.
- Ahora empieza a follarme despacio, cuando cojas el ritmo empezaré a moverme yo también.
Ana echó su pelvis hacia atrás, observando cómo el dildo salía del trasero de Carlos, y acto seguido volvía a empujarlo hacia dentro. Tras varios movimientos Carlos empezó a gemir, a la vez que notó cómo el dildo se deslizaba con facilidad en su trasero.
Carlos empezó a moverse despacio, intentando que «el miembro» de Ana no se le saliera, a la vez que ella intentaba lo mismo. Tras varios movimientos se le salió.
- Perdona Carlos… no es tan fácil como parece.
- Me lo imagino, para mi también es la primera vez así, pero ya puedes meterlo sin problema.
Acto seguido sintió el dildo entrar de golpe en su trasero, arrancándole un grito más de placer que de dolor. Sintió las manos de Ana agarrarlo de nuevo de las caderas y «su miembro» entrar y salir. Tras unos segundos, él también empezó a moverse, provocando nuevos gemidos en María. Continuaron unos minutos más, con otras dos salidas no intencionadas del dildo.
- Carlos, si no te importa, me voy a quitar el arnés y te follo el culo con el dildo en la mano.
- Por mí perfecto.
Mientras Ana se quitaba el arnés, Carlos siguió embistiendo a María, acelerando el movimiento, ya que no tenía que tener cuidado de que no se saliera el dildo que tenía en el trasero. Los gemidos de María se convirtieron en gritos, que poco a poco iban aumentando su intensidad. Ana metió el dildo en el trasero de Carlos, y empezó a meterlo y sacarlo con fuerza, haciéndolo gemir.
- UUUUUF… ¡¡¡Así mola!!!
- AAAAH… ¡Mi culo! AAAH… AAAAAAH… ¡¡¡sigue follándomelo!!!
- AAAAAAH… UUUUF… AAAAAH… ¡¡¡No pares Ana!!!
Carlos aceleró el movimiento, incrementando los gritos de placer de María, que se agarraba como podía a las sábanas, mientras Ana seguía metiendo y sacando el dildo de su trasero.
- AAAAAH… AAAAAAAAH… ¡¡¡Me corro Carlos!!! AAAAAAAAAAAH.
Un fuerte orgasmo recorrió el cuerpo de María, que empezó a retorcerse de placer, mientras Carlos la agarraba con fuerza de las caderas para que no se escapara.
- AAAAAAAH… AAAAAAAAH… ¡¡¡SIGUEEEE!!! AAAAAAAAAAAAAH… JOOOODER…
Carlos dejó de sujetarla, y seguidamente se dejó caer en la cama, sin dejar de retorcerse y de gritar a causa del placer que estaba sintiendo. Ana empezó a acelerar el movimiento del dildo, y con la mano libre agarró el miembro de Carlos y empezó a masturbarlo.
- UUUUF… UUUUUUF… AAAAAAH… ¡¡¡sigue Ana!!! UUUUF… ¡¡¡ Me corro!!!
Un fuerte chorro de semen salió del miembro de Carlos, cayendo encima del abdomen de María, que ya había dejado de temblar. Ana sacó el dildo de su trasero y disminuyó la velocidad de su mano, a la vez que otros dos chorros de semen brotaban de Carlos, cuyo cuerpo estaba temblando a causa del orgasmo que le acababa de provocar.
Tras unos cuantos segundos, Ana dejó de masturbar a Carlos, y mientras este se dejaba caer en la cama, se llevó su mano a la boca para chupar los restos de semen que le habían caído encima. A continuación, dirigió su boca al miembro de Carlos, que ya había empezado a encogerse, y limpió los restos de semen que le quedaban, para seguidamente besar a María.
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relatoscarloscbg · 2 months
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María y Ana 3
Ana llevó a María hasta la ducha. Abrió el grifo y ambas se metieron en cuanto el agua estuvo a la temperatura idónea. Habían dejado la mampara abierta para que Carlos, que ya estaba apoyado en el quicio de la puerta del baño, pudiera verlas mientras se duchaban. Se pusieron bajo el agua y empezaron a besarse.
Cogieron el gel de ducha y se echaron en las manos. Empezaron a enjabonarse directamente los pechos, bajo la mirada de Carlos, que no dejaba de tocarse la entrepierna. Ana fue la primera en darse la vuelta para que le enjabonaran la espalda. Las manos de María la recorrieron entera, bajando a continuación a sus glúteos, pasando los dedos entre ellos para limpiar bien el ano que hacía unos minutos le había penetrado con «su miembro».
Seguidamente volvió a girarse y le echó más gel de baño en las manos, que se dirigieron inmediatamente a su vulva, enjabonándola con ganas mientras volvía a besarla. Se agachó y le enjabonó también las piernas. Se incorporó despacio dándose la vuelta, notando cómo Ana le echaba gel en la espalda y se lo restregaba con sus manos.
Ana se agachó detrás de María, y recorrió sus piernas hacia arriba enjabonándola mientras se volvía a incorporar. Se detuvo en los glúteos y los masajeó con énfasis, deslizando también los dedos entre ellos y enjabonándole el ano. Volvió a echarse jabón en la mano y le limpió la vulva desde atrás. Mientras lo hacía se giró hacia Carlos, que tenía el miembro completamente erecto fuera del pantalón y se lo estaba acariciando.
- Sí que estás cachondo Carlos.
- Como para no estarlo Ana, veros es todo un espectáculo.
- Espero que no te corras, quiero ser yo quien te saque la leche, con el permiso de María.
- Uuuum, por supuesto, siempre que la compartas conmigo.
En cuanto terminó de enjabonarla cogió la alcachofa de la ducha y le quitó la espuma. Seguidamente se la pasó a María para que hiciera lo mismo con ella. Cuando salieron de la ducha Carlos les estaba tendiendo una toalla a cada una, las cuales cogieron y se secaron.
Nada más terminar dejaron las toallas sobre la mampara, cogieron a Carlos de las manos y se lo llevaron a la cama. El dormitorio desprendía el aroma a sexo, y la cama apenas había empezado a secarse. Lo empujaron y entre las dos lo desnudaron a toda prisa.
Ana empezó a chuparle el miembro, que estaba completamente erecto, mientras María se subía a horcajadas sobre su cara, poniéndole la vulva en la boca. No tuvo que esperar para sentir la lengua entrando en ella y arrancarle el primer gemido, mientras su miembro era recorrido de la base a la punta y a la inversa.
- Uuuuf, me encanta tu lengua en mi coño Carlos.
- Pues déjame que ahora la sienta yo María.
Ana se intercambió con María, poniendo rápidamente su entrepierna en la boca de Carlos, que no se hizo de rogar y empezó a saborear inmediatamente, a la vez que sentía su miembro introducirse por completo en la boca de María, que lo chupaba con ganas. Rápidamente sus gemidos empezaron a llenar la habitación.
- Date la vuelta Ana, dejando tu coño en su boca.
- Tú mandas.
Mientas hacía lo que le había pedido, María se subía a horcajadas encima de Carlos y se introdujo su miembro, que estaba completamente erecto, en su vagina.
- UUUUF, ¡qué dura está!
María se inclinó hacia delante a la vez que Ana lo hacía también, fundiéndose con ella en un beso, a la vez que empezó a mover su pelvis, empapando el miembro de Carlos, cuyos gemidos se ahogaban en la vulva que estaba saboreando y le llenaba la boca de flujo.
Tras unos minutos Carlos tocó la cadera de Ana, haciéndole entender que quería que se bajara. Ambas dejaron de besarse. María se cambió con Carlos en el centro de la cama y se abrió de piernas. Ana se puso encima de ella, dejando su pubis a la altura del ombligo de María, pegando su pecho contra el de ella y empezó a besarla.
Carlos se colocó de rodillas acercándose a Ana, la sujetó de las caderas y la penetró con fuerza, haciéndola soltar un fuerte gemido, que quedó ahogado en la boca de María. Sin esperar a nada empezó a embestirla con fuerza, provocando que tuviera que dejar de besar a María, pues le resultaba imposible aguantar los gritos.
- AAAAH… SIIII…. AAAAAAH… ¡¡¡FÓLLAME FUERTE!!!
Carlos siguió embistiendo con fuerza, dándole de vez en cuando una cachetada en los glúteos, lo que hacía que gritara más. María llevó sus manos a los pechos de Ana y jugó con ellos, masajeándolos y pellizcándole los pezones, incrementando el placer que estaba sintiendo, a la vez que su vagina chorreaba por la excitación de escucharla gritar en su oído.
- AAAAAH... JOOOODER… AAAAAAH… ¡¡¡QUÉ GUSTO!!!
- Me voy a correr pronto Ana.
- SIIII… AAAAAAH… YO… UUUUUF… TAMBIÉN… AAAAAH.
- UUUUUF… ¡¡¡ME CORRO!!! AAAAAH
Un orgasmo recorrió el cuerpo de Carlos, que agarró fuertemente a Ana mientras su miembro bombeaba una gran cantidad de semen dentro de ella, que al momento de sentir la primera corrida empezó a estremecerse con fuerza.
- AAAAAAH, AAAAAAH, AAAAAH… JOOODER.
Carlos seguía agarrado a sus caderas mientras seguía descargando todo su semen. Bombeó tres veces más dentro de Ana, que gemía a la vez que él, mientras poco a poco dejaban de temblar.
- Joder Carlos, ¡¡sí que te has corrido!!
- Normal… me puse cachondísimo viéndoos.
- Ana, recuerda que prometiste compartir el semen conmigo.
- ¿Quieres que te ponga el coño en la boca?
- Sí, por favor, estoy deseando tragármelo.
Carlos retiró su miembro de la vagina de Ana, que rápidamente la llevó a la boca de María, colocando sus rodillas a ambos lados de su cara. Tan pronto pegó la vulva a su boca, pudo sentir el semen que tenía dentro chorrear hacia la boca de María, que se afanaba en no dejar escapar ni una gota, saboreando la mezcla de semen y flujo.
Cuando terminó, tocó la cadera de Ana para indicarle que ya podía «bajarse de su boca». Ana se tumbó a la izquierda de María, mientras Carlos se tumbaba a su derecha y se giraba hacia ella para besarla. Se quedaron tumbados en la cama hasta que recuperaron el aliento.
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relatoscarloscbg · 2 months
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María y Ana 2
Tras un par de minutos la respiración de Ana se tornó tranquila. Entonces se giró hacia María, que estaba bocarriba con una mano encima de su vulva, acariciándose despacio.
- ¿Manteniéndote caliente?
- No puedo evitarlo, me he puesto cachondísima follándote y escuchándote.
- ¿Me permites cambiar tu mano por la mía?
A la vez que hacía su pregunta, llevaba su mano derecha a la entrepierna de María, y la introducía debajo de su mano, deslizando los dedos corazón e índice entre los labios, pasando por el clítoris en dirección a la entrada de su vagina. Introdujo los dedos con mucha facilidad debido a la gran humedad que brotaba de ella, arrancándole un fuerte gemido.
- UUUUF… ¡¡¡QUÉ GUSTO!!!
Sacó y metió los dedos en la chorreante cueva, acelerando el movimiento a la par que los gemidos se convertían en gritos de placer. El cuerpo de María se estremecía mientras disfrutaba de la masturbada que estaba recibiendo. De repente notó los dedos salir de ella, deteniendo en seco el placer que estaba sintiendo.
- UUUUF… ¿por qué… uuuuf… paras?
- No vas a correrte todavía. Primero tienes que limpiarme el coño.
- UUUUF… como quieras…
Acto seguido Ana se incorporó, se colocó de rodillas a la altura de la cabeza de María. Pasó una de sus piernas por encima hasta el otro lado de la cabeza, colocando su vulva en la boca que esperaba ansiosa saborearla. Nada más juntar sus labios vaginales con los bucales, notó la lengua introducirse en ella, haciéndole gemir.
La lengua de María saboreaba cada milímetro de la vulva que tenía sobre su boca. La deslizó entre los labios mayores, chupó y succionó el clítoris, y volvió a introducirla en la vagina. Los gemidos de Ana se acompañaban de más humedad brotando de su interior.
- UFFFF… JOOODER… Qué bien lo comes… pero ya basta.
Seguidamente levantó una de sus piernas y se quedó al lado de María. Llevó la boca a uno de los pechos y empezó a jugar con su pezón, que ya estaba bastante duro. Chupó y lamió haciendo círculos, y alternó un pecho con el otro, mientras su mano se dirigía de nuevo a la entrepierna. Dos de sus dedos se posaron sobre su clítoris, moviéndolos haciendo círculos, provocándole a María tanto placer que enseguida pasó de gemir a gritar.
- AAAAAH… AAAAH… UUUUF… ¡¡¡Me voy a correr Ana!!!
Esas palabras hicieron que se detuviera en seco, dejó de lamer sus pezones y de masturbar su clítoris.
- UUUUF… UUUUUUF… ¿Por qué… te has vuelto a parar?
- Necesito un consolador. ¿Puedo coger uno?
- UUUF… Sí claro, están en el cajón que hay dentro del armario.
- Genial… ¿Alguna preferencia?
- Que no vuelvas a dejarme a punto de correrme.
- No te lo prometo.
Ana rebuscó durante un minuto en el cajón, finalmente cogió un dildo negro de unos 20 centímetros bastante grueso. Cerró el cajón, y tras cerrar la puerta del armario se giró hacia la cama, mostrando a María el «elegido».
- UUUUM… Buena elecc…
Interrumpió sus palabras introduciendo el dildo en la boca de María, que se afanó en no atragantarse a la vez que lo chupaba. Pronto se dio cuenta de la intención de Ana, que buscaba hacerla salivar para mojar bien el dildo, por lo que se esforzó por tenerlo dentro de la boca mientras lo sentía en la entrada de la garganta.
- Mójalo bien María, que de tu boca va directa a tu coño.
Cuando notó que la saliva se escurría por la comisura de sus labios, le sacó el dildo de la boca, y tal como le había dicho lo dirigió directamente a su entrepierna. Entró en su vagina sin ofrecer resistencia, arrancándole nuevamente fuertes gemidos. Mientras lo hacía entrar y salir, Ana volvió a subirse en la cama, pasando una de las piernas por encima de su cabeza, pero esta vez mirando hacia sus piernas.
Posó su vulva en la boca de María, que acto seguido volvió a saborearla. Ana pasó su mano derecha por debajo del muslo y agarró el dildo. Continuó masturbando a la vez que llevaba su boca al clítoris de María, que seguía lamiendo y chupando como podía la vulva chorreante que estaba ahogando sus gemidos de placer.
Ana aceleró el movimiento del dildo, que entraba y salía acompañado de más flujo a medida que se deslizaba a toda velocidad. Levantó su vulva para escuchar a María, cuyos gemidos ahogados por su entrepierna se habían convertido en gritos que llenaban la habitación.
- AAAAH… UUUUF… AAAAH
Ana siguió lamiendo el clítoris y masturbando a María, que se agarraba a las sábanas como podía mientras se estremecía de placer. Sus gritos se escuchaban en toda la casa, y seguramente hasta los vecinos estaba siendo testigos auditivos del placer que estaba sintiendo. De repente sintió como una fuerte corriente eléctrica recorriendo su cuerpo.
- AAAAH… ¡¡¡ME CORROOOO!!! AAAAAAH… UUUUF… JOOOOODER… AAAAAAAAAH
Ana dejó de lamerle el clítoris y empezó a decelerar el movimiento de su mano, mientras María seguía temblando en cama, con los puños cerrados aferrada a las sábanas. Sintió el dildo salir por completo de ella, y tras varios segundos dejó de temblar.
- UUUUUF… hacía tiempo que no tenía un orgasmo así.
- En eso estoy de acuerdo.
- ¡AAAAY! «gritaron ambas a la vez».
Levantaron la vista mirando a la puerta de la habitación. Carlos se encontraba apoyado en la pared, con una mano en la entrepierna, por encima del pantalón, apretándose el miembro, que se notaba bastante abultado.
- ¿Cuánto tiempo llevas ahí Carlos?
- El suficiente para estar de acuerdo. Hace al menos 3 meses que no gritas de esa forma.
Ana se “bajó” de María y se sentó a su lado, a la vez que esta se incorporaba hasta quedarse sentada. Cogió papel de la mesita y se limpió la entrepierna, contemplando la sábana, que estaba empapada.
- Espero que no te moleste que haya hecho esto con Ana.
- ¿Molestarme? Para nada, me he puesto cachondísimo viendo cómo te masturbaba y escuchando tus gritos, que por cierto escuché nada más salir del ascensor.
- «Glup» ¿Tanto se me oía?
- Muchísimo, así que entré sin hacer ruido, aunque realmente dudo que abriendo como siempre me hubierais escuchado.
- Ha sido culpa mía Carlos, vine con ganas de que me follaras el culo y…
- Y como yo no estaba María se ha ofrecido.
- Sí.
- Me parece genial, no te imaginas lo cachondo que me he puesto.
- Estupendo entonces. ¿Os importa que me duche?
- Sí claro Ana, y yo me ducho contigo, me he puesto chorreando.
Se levantaron de la cama y se dirigieron cogidas de la mano al cuarto de baño. María se detuvo al lado de Carlos, le dio un beso en los labios y siguió a Ana hasta la ducha.
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relatoscarloscbg · 2 months
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María y Ana
(suena el timbre)
- ¡Hola Ana! ¿Cómo estás?
- Bien María, me apetecía venir a veros. ¿Os pillo bien?
- Bueno, Carlos no está, se fue hace media hora al gimnasio. Pasa y tomamos algo.
- ¡Perfecto!
Ambas entraron en la cocina. Mientras María preparaba café, Ana cogía las tazas, la leche y el azúcar. Tras calentar la leche llevó las tazas al salón, lo colocó todo en la mesita y se sentó en el sofá a esperar a María, que en medio minuto llegaba con el café recién hecho. Tras servirse el café se lo tomaron mientras charlaban, poniéndose al día de todo.
- ¿Y qué más me cuentas? ¿Sales con alguien?
- No, la verdad es que no he salido mucho ni me he relacionado con mucha gente, he estado ocupada entre el trabajo y el gimnasio.
- ¿Ha pasado cuánto? ¿Tres meses?
- Sí, más o menos. ¿Te puedo confesar algo?
- Sí claro, adelante.
- Venía a ver si podía follar con vosotros, he estado entrenando el culo.
- Pues Carlos va a tardar bastante en venir… Pero… si quieres, el culo te lo puedo follar yo con el arnés… ya sé que no es lo mismo…
- Uuuuf, me acabo de mojar sólo de pensarlo. ¿A qué esperamos?
Ana cogió de la mano a María, se levantó de golpe del sofá y tiró de ella en dirección a la habitación. Nada más llegar la tiró sobre la cama, la ayudó a descalzarse y tiró de sus pantalones. Se subió a la cama y trepó en dirección a su boca, besándola nada mas llegar a su altura. Tras un largo beso que la hizo humedecer más de lo que estaba, se separó de ella.
- Uuuum, ¡vas lanzada!
- Perdona, pero llevo mucho sin sexo y me he puesto muy cachonda.
- No hay nada que perdonar.
María se quitó la camiseta que llevaba y seguidamente el sujetador. Ana se quitó también la camiseta, dejando sus pechos al aire, ya que no llevaba sujetador. Se dejó caer sobre María, juntando sus pechos con los de ella y volvieron a fundirse en un beso. Se besaron durante al menos dos minutos.
A continuación, empezó a bajar por su cuello, deteniéndose en la yugular y dando un fuerte beso, sin llegar a marcar, lo que hizo que María se estremeciera. Continuó su camino llegando rápidamente a los pechos, chupando y lamiendo sus pezones, haciendo que se endurecieran.
- Uuuum… ¡me encanta Ana! Sigue hacia abajo por favor.
- Tranquila, tengo ganas de saborearte el coño.
Continuó hacia abajo, deteniéndose en su ombligo. Lo rodeó con la lengua humedeciéndolo, separó la boca y sopló. María soltó un fuerte suspiro a la vez que su abdomen se retraía con fuerza. Ana se puso de rodillas, le agarró el tanga y se lo quitó rápidamente. Dirigió su boca directamente a su vulva, saboreándola con ganas.
- UUUUUUF, UUUUF…. Sigue, cómemelo bien.
Ana notó las manos de María apretando su cabeza contra ella. Metió la lengua todo lo que pudo, chupó y succionó su clítoris, mientras sus gemidos iban en aumento. Saboreaba la humedad que brotaba de su vagina, lo que hacía que la suya se mojara también. Tras unos minutos las manos que la sujetaban dejaron de hacerlo.
- UUUUUF, ¡JODER!… Ahora me toca a mí.
- Me parece bien.
Ana se dejó caer al lado de María, que inmediatamente se giró hacia ella y la besó subiéndose encima. Tras saborear el flujo que le había extraído, se incorporó y le bajó los pantalones junto con la ropa interior, sin detenerse a mirar qué llevaba puesto.
- Perdona que no te saboree las tetas, pero me han dado muchas ganas de comerte el coño.
- No te preocupes, como gustes.
Acto seguido la cabeza de María estaba entre las piernas de Ana saboreando su vulva. Hizo lo mismo que le acababa de hacer a ella, y le arrancó gemidos y mucha humedad. Saboreó durante al menos dos minutos, mientras Ana se agarraba a las sábanas como podía. De repente se le escapó un grito de placer, al sentir dos dedos entrar en su vagina.
- AAAAH, AAAAAH… JODERRRR… ¡¡¡QUÉ GUSTO!!!
- Pues ahora te vas a enterar.
Sacó los dedos de su vagina, la agarró de la cadera y la hizo girar, poniéndola bocabajo. Separó sus glúteos con las manos y le hundió la lengua en el ano, arrancándole más gemidos. Mientras estrujaba sus glúteos como podía, seguía saboreando el trasero de Ana, que lo había levantado para facilitarle la labor.
- UUUUF, SIII… ¡¡¡Cómeme el culo!!!
Siguió saboreando al menos otro minuto más, provocando gemidos cada vez más fuertes. Soltó uno de los glúteos y le metió dos dedos en la vagina, haciendo que Ana, que se agarraba con fuerza a la cama, enloqueciera de placer.
- UUUUUUF… MADRE MÍA… AAAAH
- Ponte bocarriba mientras me pongo el arnés.
- Tú mandas María. ¡Cómo me estás poniendo!
- Pues anda que yo de escucharte.
- Me ha encantado sentir tu lengua en el culo.
- Y a mi me ha encantado saborearlo, me he puesto cachondísima.
Ana ya se había colocado bocarriba con las piernas abiertas. María se colocó el arnés y dejó el lubricante en la mesita de noche, sin abrirlo.
- Primero te voy a follar el coño, si te parece bien.
- Claro que sí, lo estoy deseando.
Se subió a la cama y se colocó delante de ella. Sin esperar se inclinó hacia delante dirigiendo su «miembro» hacia la vagina que esperaba mojada a ser penetrada. Se lo metió despacio, haciendo que Ana sintiera cada centímetro entrar en ella, a la vez que soltaba fuertes gemidos y abría las piernas y subía las rodillas para facilitar la penetración.
- UUUUUF, ¡qué sensación!
- Me alegra que te guste.
- ¡Ahora fóllame María!
Acercó su boca a la de ella y empezó a mover su pelvis, haciendo que su «miembro» entrara y saliera, lo cual hacía sin dificultad, ya que Ana estaba empapada. Sus gemidos pronto se convirtieron en gritos que llenaban la habitación. Tras unos minutos de vaivenes acompañados de placer y gritos, María se detuvo y sacó su «miembro».
- UUUUF… ¿Ya me vas a follar el culo?
- Sí, si te parece bien. Acércame el lubricante y date la vuelta.
Ana obedeció, agarró el bote de la mesita mientras se giraba, llevándolo con su mano todo lo atrás que podía. De repente sintió las manos que hace unos minutos le separaban los glúteos haciendo lo mismo, y la lengua de María volvió a hundirse en su ano.
- UUUUUF… JODER…
- Quería saborear tu culo una vez más antes de follarlo.
- UUUUF… me encanta…
María se colocó de rodillas, abrió el bote de lubricante y echó un poco entre los glúteos de Ana. Con ayuda de uno de sus dedos lo introdujo dentro, y empezó a hacer círculos para dilatarlo. Echó otro poco más y metió despacio un segundo dedo, provocando una pequeña queja.
- ¿Te duele?
- Sólo un poco, pero es normal, sigue.
Continuó jugando con sus dedos, añadiendo lubricante para evitar que doliera. Tras un par de minutos dejó de sentir resistencia, sus dedos entraban y salían sin esfuerzo.
- Creo que ya está listo.
- Sí, ya no duele y me está empezando a gustar.
- Pues relájate y respira profundo.
María puso lubricante en su «miembro», se inclinó hacia delante y colocó la punta en la entrada. Lo empujó despacio aprovechando la inspiración profunda de Ana. Tras introducir el glande se detuvo, y esperó el aviso para continuar.
- Ya puedes seguir.
María empujó con su pelvis, introduciendo su «miembro» hasta el fondo. Ana inspiraba profundamente sintiendo cada centímetro abrirse paso en su trasero. Empezó a notar cómo salía y volvía a entrar despacio. Lo excitada que estaba y lo bien que le había dilatado María el ano hacía que no le doliera. Con el pasar de los segundos y el movimiento de vaivén, empezó a sentir placer.
- Uuuum, vas muy bien María.
- Me alegra que te guste.
- Ve acelerando cuando quieras.
María continuó con su movimiento de pelvis, metiendo y sacando su «miembro», acelerando poco a poco. Tras un par de minutos empezó a escuchar los gemidos de Ana, que volvía a aferrarse a las sábanas-
- UUUUF… JODER…
- ¿Te gusta?
- SIIII… UUUUF… ya me estoy mojando otra vez… ¡¡¡SIGUE!!!
De repente empezó a sentir las embestidas de María, que había acelerado más su movimiento. El golpeteo de su pelvis empezaba a oírse acompañando los gemidos de placer de Ana, que poco a poco se convirtieron en gritos.
- AAAAAH… SIGUE FOLLÁNDOME EL CULO… UUUUF… AAAAH
María empezó a moverse de forma descontrolada, entraba y salía del trasero cada vez más rápido y fuerte. El ruido de sus embestidas quedaba ahogado con los gritos de placer de Ana, que se agarraba cada vez más fuerte a la cama. De repente sintió cómo se estremecía.
- AAAAAAAH… AAAAAAH… SIII… JOOOODER….
Un fuerte orgasmo recorrió su cuerpo, haciendo que temblara con fuerza. María disminuyó la velocidad de sus embestidas hasta que por fin se detuvo. Tiró despacio hacia atrás, sacando su «miembro» del trasero de Ana, que se quedó bocabajo con la respiración acelerada. María se tumbó a su lado y se quitó el arnés, dejándolo caer al suelo.
- Cuando te recuperes tienes que hacer que me corra. Tengo el coño empapado de escucharte.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Voces en la habitación 1
Llegué a casa, y tras cerrar la puerta, escuché ruido que provenía de nuestra habitación, eran susurros y gemidos que no reconocí como tuyos, decidí acercarme sigilosamente para averiguar qué sucedía. Al llegar vi la puerta entreabierta, y me asomé despacio para que no me vieras, y lo que vi hizo que se me acelerara el corazón, estabas en la cama a 4 patas, con tu boca entre las piernas de una mujer que me parecía familiar, era la amiga que me presentaste días atrás.
La escena que contemplaba me hacía imposible recordar su nombre, se estremecía de placer y pedía que hundieras tu lengua en ella, llevaba sus manos a tu cabeza para que no te escaparas. En ese momento, mi polla se endureció como nunca antes, me quedé contemplando la escena y no pude evitar sacarla del pantalón y empezar a masturbarme. Al intentar ahogar un gemido producto de mi masturbación, te diste la vuelta y me viste. Me miraste sonriéndome
- Estaba esperando que llegaras, invité a mi amiga Ana para que jugara con nosotros, ¿te apuntas?
Me quedé bloqueado un momento, y reaccioné acercándome mientras me desnudaba, te besé en la boca, y pude saborear el dulce néctar que habías extraído de la entrepierna de Ana. Ella se incorporó y me dijo:
- ¿A mí no me saludas igual?
Te miré a los ojos y asentiste con la cabeza, me acerqué a Ana y la besé, el sabor de su boca me recordó a tu coño, lo que me hizo saber que tu habías sido la primera en ser saboreada. Mientras yo besaba a Ana tú me quitaste la ropa interior, acariciaste mi polla erecta, te escuché decir que estaba preparado, y entre las dos me tumbasteis en la cama bocarriba.
Mientras Ana me besaba, tú te metiste mi polla en la boca, y empezaste a chuparla. La sensación era indescriptible, sentir mi polla mojándose con tu boca mientras la mía y la de Ana se fundían. Ella dejó de besarme, acercó su boca a mi oído y me susurró:
- Ahora vas a saborear mi coño directamente con tu lengua.
Se puso encima mía, brindándome su depilada entrepierna y acercándola a mi boca. Sin pensarlo hundí mi lengua en ella, lo que hizo que gimiera, empecé a lamer y besar aquel coño que se mojaba para mí, mientras tu boca seguía con mi polla que cada vez estaba más dura.
Dejaste de chupar, y le dijiste a Ana que ahora le tocaba a ella saborear mi polla, y que tú ocuparías su lugar. Os cambiasteis y tú colocaste tu coño en mi boca, pero en la postura del 69, chupaste la base de mi polla y Ana se metió el resto en la boca. Mi placer iba aumentando, tu coño derramaba su dulce néctar en mi boca, y mi lengua sentía cómo te estremecías a la vez que mi polla alcanzaba su máxima dureza sintiendo vuestras lenguas.
Las dos lamíais mi polla sin dejar un sólo centímetro sin mojar, yo empezaba a estremecerme, lo que indicaba que estaba a punto de estallar. Ana utilizó su mano para acelerar la llegada de lo que tanto esperabais, mientras os besabais con mi glande entre vuestras lenguas. En medio de un fuerte espasmo me corrí con fuerza, haciendo brotar mi semen como nunca antes.
Vosotras seguíais con vuestro beso, mi semen inundaba vuestras bocas, os levantasteis para que yo pudiera contemplar como os besabais y saboreabais mi corrida. Me mirasteis y me dijisteis a la vez:
- Esto ha sido solo el principio.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Voces en la habitación 2
Todavía no me había recuperado de haberme corrido en vuestra boca, me cogisteis cada una de una mano y me llevasteis a la ducha, diciéndome que me queríais bien limpio para lo que venía a continuación.
Esas palabras, junto al hecho de contemplar vuestros cuerpos desnudos arrastrándome a la ducha me hizo excitarme de nuevo. Abriste el grifo y nos metimos dentro, sin perder tiempo empezaste a mojarme mientras Ana cogía el gel de baño. Empezó a darme con sus manos en mi pecho, y tú te colocaste detrás e hiciste lo mismo con mi espalda.
Ana bajaba con sus manos por mi abdomen, llenándolo de espuma, y se acercó a mí y me besó, su boca sabía a mi corrida. Era excitante besarla después de haberos besado compartiendo mi semen. Ana me soltó y me hizo dar la vuelta para que te besara, mientras saboreaba tu boca, ella llevó sus manos a mi polla, que ya volvía a estar dura por la excitación.
Mientras tú me besabas llevaste tus manos enjabonadas a mi culo, sin dejar un sólo rincón sin limpiar. Ana te recordó que necesitabais mi culo bien limpio, así que te esmeraste en limpiarlo bien.
Ana seguía limpiando bien mi polla, tú cogiste la ducha y empezaste a enjuagarme, ella se agachó detrás de mí dándome jabón por mis muslos y piernas. Separó mis glúteos para poder quitar bien la espuma que tenía, me pidió que me inclinara sobre ti para enjuagarme bien, y cuando lo hice sentí su cara acercase a mi culo, sintiendo de repente su lengua dentro, lo que hizo que mi polla volviera a endurecerse al máximo.
Suspiré profundamente en tu oído, ella jugaba con su lengua, hundiéndola todo lo que podía en mi culo. No podía evitar gemir, y entre gemidos la escuché decir:
- Ya está preparado para lo que vamos a hacerle.
Cerraste el grifo, salimos de la ducha y entre las dos me secasteis cuidadosamente. Volvisteis a tirar de mí y me llevasteis de vuelta a la cama. Estaba deseoso por saber lo que venía a continuación.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Voces en la habitación 3
Llegamos a la habitación, Ana se tumbó en la cama con las piernas abiertas, te acercaste a mí y me dijiste al oído:
- Quiero que te pongas a 4 patas y le comas el coño a Ana.
Esas palabras me provocaron una terrible erección, y sin pensarlo accedí, subí a la cama, y a 4 patas me acerqué a la entrepierna de Ana, iba acercando mi boca poco a poco, pero tú estabas impaciente, y con tu mano llevaste mi cabeza a su entrepierna, por lo que hundí mi lengua en el coño de Ana, que al sentirme de repente no pudo evitar gemir.
Ese gemido hizo que empezara a mover mi lengua, y saborear su coño, que volvía a estar mojado de la excitación. Mi lengua recorría sus labios, hacía círculos alrededor de su clítoris, yo no sabía qué hacías tú, y la verdad es que no me preocupaba, estaba disfrutando con lo que hacía. Ana se iba estremeciendo a medida que su humedad aumentaba, veía como se agarraba los pechos y se los estrujaba mientras mi lengua seguía jugando con su coño mojado.
Sentí como te subías a la cama detrás de mí, y mientras seguía comiéndole el coño a Ana, acercaste tu boca a mi culo y hundiste tu lengua en él, lo que me hizo lanzar un gemido ahogado en la entrepierna de Ana. Mientras yo saboreaba los jugos que Ana me ofrecía, tú abrías mi culo y hundías tu lengua más y más, hasta que de repente te detuviste.
- Vas a sentir algo frío en tu culo, pero no quiero que mires. Sigue comiéndole el coño a Ana, que lo está disfrutando mucho.
Ana agarró mi cabeza y se aseguró que no la levantara de su entrepierna, a la vez que sentí lo que me habías avisado, un líquido frío entre mis glúteos, que untabas con tu dedo, un dedo que te apresuraste a meter en mi culo y a moverlo haciendo círculos para dilatármelo.
El imaginar lo que me esperaba me hizo excitarme más, hasta el punto de endurecer al máximo mi polla. Ya te imaginaba con el arnés puesto, y no me equivocaba, tras haber jugado con mi culo metiendo dos dedos, pude sentir la punta de tu polla en la entrada de mi culo, y empezaste a introducirla poco a poco.
Mientras tu hundías tu polla en mí, Ana estalló en un orgasmo producido por mi juego con la lengua, inundando mi boca con sus deliciosos jugos, a la vez que tú llegabas hasta el fondo de mi culo con tu polla.
Empezaste a moverte, entrando y saliendo de mi culo, lo que empezaba a provocarme placer. Entre tanto, Ana se incorporó y me dijo que quería saborear su coño en mi boca, así que la besé, compartiendo los deliciosos jugos suyos que aún me quedaban, lo que me excitó mucho a la vez que tú seguías embistiendo mi culo con tu polla.
Ana se separó de mí y se dirigió hacia ti, al mirar hacia atrás os vi besaros, y tras susurraros algo que no llegué a oír, sacaste tu polla de mi culo, me pediste que me pusiera boca arriba, te quitaste el arnés y ayudaste a Ana a ponérselo.
- Ahora Ana te va a follar el culo mientras tú y yo hacemos un 69, hasta que te corras en mi boca.
Escucharte decir eso me excitó muchísimo, abrí mis piernas y Ana se puso delante de mí de rodillas, con las piernas abiertas, y me penetró el culo sin pensárselo. Tú colocaste tu coño, que estaba muy mojado, encima de mi boca, y llevaste tu boca a mi polla, metiéndotela entera de una sola vez.
Mientras hacíamos el 69 Ana no paraba de follarme el culo como tú habías dicho. Con mis manos agarraba fuertemente tus nalgas mientras saboreaba tu coño empapado. No podía evitar gemir del placer que sentía a la vez que tu boca mamaba mi polla y Ana me follaba el culo. Apreté tus nalgas fuertemente con mis manos, lo que te indicó que estaba a punto de correrme. Escuché a Ana gritarme:
- ¡¡¡Córrete en su boca!!!
Al escucharla exploté, me corrí sin poder aguantarme, notando cómo tu boca se llenaba de mi semen, y que hacías lo imposible por contenerlo. Dejaste escapar un poco mientras yo seguía corriéndome sin parar a la vez que gemía de placer. Cuando terminé de correrme te incorporaste, escuché hablar a Ana.
- Sí, ¡¡¡bésame con tu boca llena de su leche!!!
Os fundisteis en un beso compartiendo lo que entre las dos sacasteis de mí, dejando que se escurriera de vuestros labios mientras vuestras lenguas se entrelazaban. Yo me quedé contemplando tal espectáculo, exhausto por lo que acababa de ocurrir.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Voces en la habitación 4
Nos despertamos a media mañana después de la noche de sexo que tuvimos con Ana, nos duchamos y decidimos bajar los tres al bar a desayunar. Mientras nos servían los cafés, Roberto pasaba por allí, y al vernos se acercó a saludarnos.
Le invitamos a sentarse con nosotros y nos pusimos a hablar, cuando nos preguntó cómo estábamos no pudimos evitar mirarnos los tres. Ana le contestó:
- Anoche me quedé con ellos en su casa viendo una película y después a dormir.
No pudimos evitar reírnos, y Roberto nos miró con un poco de asombro.
- Realmente nos pasamos la noche follando los tres. Dijo Ana, que no se pudo contener.
Roberto no salía de su asombro. Cuando consiguió recomponerse, intentando disimular la erección que las palabras de Ana le habían provocado, nos dijo bromeando:
- ¡¡¡Me podíais haber invitado!!!
- Pues te invitamos ahora, le dije yo mirándolo fijamente a los ojos.
- ¿De verdad? Preguntó Roberto incrédulo.
Ana y tú os mirasteis y asentisteis con sonrisa pícara. Roberto se apresuró a pagar el desayuno y nos pidió que subiéramos enseguida. Al llegar a casa Ana y tú nos dijisteis que nos sentáramos en el sofá.
Ana se acercó a Roberto y tú a mí, nos quitasteis los pantalones y la ropa interior, nuestras pollas ya estaban duras por la excitación. Empezasteis a chuparnos la polla, no podíamos evitar gemir de placer mientras os la metíais hasta el final. De repente Ana se detuvo.
- Vamos a cambiarnos, quiero saborear la de Carlos.
Accediste y os cambiasteis, Ana cogió mi polla erecta y mojada de tu boca y empezó a chuparla, igual que tú hiciste con la de Roberto. Verte chupando otra polla a la vez que Ana chupaba la mía me excitó muchísimo, haciendo que mi erección fuera todo lo fuerte que podía.
- Ya no puedo aguantar más.
Ana se levantó, se subió a horcajadas encima de mí y se metió mi polla de golpe en su coño, que estaba bien lubricado. Mientras me cabalgaba yo agarré sus pechos y llevé mi boca a ellos, los mordisqueé y chupé con ganas, mientras veía cómo te subías encima de Roberto, pero de espaldas a él, llevándole las manos a tus pechos. Ana y tú os besasteis mientras nos cabalgabais. Yo estaba excitadísimo por la escena.
- Vamos a cambiarnos, quiero sentir la polla dura de Carlos en mi culo, y tu deberías probar la de Roberto en el tuyo.
Os levantasteis y cambiasteis de sitio, os colocasteis de espaldas a nosotros y os sentasteis sobre nuestras pollas que estaban durísimas, metiéndooslas lentamente por el culo. Empezasteis a cabalgar despacio, hundiendo nuestras pollas cada vez más profundamente.
Acelerabais el ritmo mientras gemíais de placer. Ana y tú os besabais a la vez que Roberto y yo jugábamos con vuestros pechos. Yo apretaba los tuyos mientras acelerabas cada vez más, sentía mi polla con ganas de explotar.
- Ana, ¡¡¡me voy a correr!!! Dijo Roberto entre gemidos.
- ¡¡¡Yo también estoy a punto!!! Te dije entre gritos de placer.
- Siii, ¡¡¡llenadnos el culo!!! ¡¡¡Queremos sentir vuestra leche caliente dentro!!!
Te agarré de las caderas a la vez que me corrí con fuerza dentro de tu culo, sin poder evitar soltar un fuerte grito de placer. Roberto agarró de la misma forma a Ana, sus espasmos hacían adivinar que también se estaba corriendo.
- ¡¡¡Sí Roberto!!! ¡¡¡Siento tu leche inundando mi culo!!!
Cuando terminamos de vaciarnos dentro de vuestros culos, nos dejamos caer en el respaldo del sofá. Os levantasteis y os besasteis nuevamente, os cogisteis de la mano y os encaminasteis hacia el baño diciéndonos:
- Esperad aquí que nos vamos a dar una ducha.
Mientras os alejabais, vimos cómo nuestro semen salía de vuestros culos chorreándoos por las piernas.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Atado
Salí de la ducha, ya te habías puesto el tanga y me esperabas con la toalla en las manos. Secaste primero mi pecho y a continuación mis brazos, me di la vuelta y secaste mi espalda. Llevaste la toalla a mi trasero y me lo secaste, haciendo hincapié entre mis glúteos. Te agachaste mientras secabas mis muslos y mis piernas por detrás. Seguidamente subiste hacia arriba la toalla por delante para seguir secándome.
- Abre las piernas.
Obedecí, con la toalla y una mano secaste mis testículos y mi miembro. Cuando terminaste, dejaste caer la toalla, con tus manos separaste mis glúteos y pasaste tu lengua entre ellos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mi miembro se puso muy duro. Con tus manos hiciste que me diera la vuelta, mi miembro erecto quedó frente a tu cara, te lo metiste en la boca y lo saboreaste, haciéndome gemir.
Te incorporaste despacio recorriendo mi abdomen con tu lengua, te detuviste en mi pezón izquierdo, lo rodeaste con tu lengua, lo chupaste y lo besaste. Seguidamente te pusiste totalmente de pie y me besaste en la boca.
Me cogiste de la mano y me llevaste a la habitación, me detuviste delante de la cama y me dijiste que me quedara quieto. Rebuscaste algo en el cajón y te colocaste detrás de mí, echaste las manos hacia delante por encima de mi cabeza y me colocaste una tela en la cara tapándome los ojos. Lo anudaste despacio, me preguntaste si me apretaba, y tras decirte que no, me invitaste a acostarme en la cama.
Me fuiste indicando hasta que quedé en el centro de la cama. Noté cómo te subías encima de mí, me besaste en la boca mientras ponías mis brazos en cruz, y con tus pies abría mis piernas. Llevaste su boca a mi oído:
- Ahora te voy a atar.
Te bajaste de la cama, noté como rebuscabas algo entre el colchón y la base. Agarraste mi mano derecha y la amarraste, instantes después hiciste lo mismo con mi pie derecho. Continuaste con mi pie izquierdo y terminaste con mi mano izquierda. Noté tu aliento nuevamente en mi oído.
- Estos amarres son fantásticos, y ahora estás a mi merced.
Seguidamente me besaste en el cuello, lo que hizo que se me erizara la piel. Bajaste despacio y te detuviste en mi pezón izquierdo, empezaste a chuparlo y a jugar con tu lengua, lo que me hizo gemir, a la vez que mi miembro se ponía duro. Sin dejar de lamer y chupar mi pezón, te colocaste a horcajadas encima de mí, poniendo tu vulva encima de mi miembro y apretándolo contra mi abdomen. Mientras jugabas con mi pezón rozaste tu entrepierna, que se empezaba a mojar, con mi miembro ya erecto.
Mis gemidos iban en aumento, pasaste al menos 4-5 minutos jugando con mi pezón, yo gemía cada vez más fuerte, y entre gemidos te pedía que me soltaras o que te metieras mi miembro dentro. Paraste de repente, me volviste a besar sin dejar de rozar tu entrepierna con mi miembro.
- Ni te voy a soltar ni me voy a meter tu polla en ningún sitio, eres mío y vas a sufrir de placer.
Bajaste con tu boca hacia abajo, pero no te detuviste en mis pezones, seguiste tu camino por mi abdomen, llegaste a mi miembro que estaba bastante duro. Lo recorriste con tu lengua desde la base hasta la punta. Te lo metiste entero en la boca y empezaste a chuparlo con ganas, a la vez que yo gemía de placer.
Tras chuparlo bastante, te lo sacaste de la boca, lamiste y chupaste mis testículos, haciendo que mi miembro se endureciera cada vez más. De repente noté tu lengua más abajo humedeciendo mi ano. La llevaste de ahí a los testículos y a la punta de mi miembro, y de vuelta otra vez hasta abajo del todo. De repente de detuviste y te levantaste de la cama. Noté cómo abrías el cajón de la mesita.
- Ahora voy a hacerte gritar.
Te volviste a subir a la cama, escuché cómo abrías el bote de lubricante, imaginé cómo te lo echabas en el dedo, y de repente lo noté en la entrada de mi trasero. Untaste el lubricante y metiste tu dedo poco a poco, a la vez que mi miembro volvía a ponerse duro. Terminaste de meter el dedo y tocaste mi próstata, haciéndome soltar un fuerte gemido que no pude contener.
Mis brazos y mis piernas intentaban contraerse mientras tú jugabas con mi trasero, mis gemidos se convirtieron en gritos que llenaban la habitación. Te metiste mi miembro totalmente duro en la boca, y lo chupaste mientras seguías haciéndome gritar. De repente paraste en seco, soltaste mi miembro y sacaste el dedo.
Noté cómo te ponías de pie en la cama y andabas hacia la parte de arriba dándote la vuelta. Sentí tus rodillas a los lados de mi cabeza y de repente tu vulva estaba sobre mi boca, no pude evitar sacar mi lengua y saborearte. Te inclinaste hacia delante, cogiste mi miembro con tu mano y te lo metiste en la boca. Tras unos minutos así te levantaste, te volviste a subir a horcajadas encima de mí, guiando mi miembro con tu mano hacia tu interior, que estaba chorreando.
- Me he puesto muy cachonda como habrás podido comprobar, pero me voy a correr yo primero.
Empezaste tu movimiento de vaivén lento, llevando uno de tus pezones a mi boca, para que pudiera saborearlos, estaba durísimo. Poco a poco ibas acelerando el movimiento mientras me besabas.
- Me voy a correr Carlos.
- ¿Ya?
- Me he puesto muy cachonda escuchándote, estoy a punto de explotar.
Te quedaste en silencio, tu movimiento me confirmó que estabas a punto. De repente te pegaste a mí y soltaste un fuerte grito en mi oído, seguido de otro grito, y después de otro, a la vez que notaba tu humedad brotar de tu entrepierna y llegar a mis testículos. Te quedaste pegada a mi hasta que recuperaste el aliento.
- Ahora te toca correrte a ti mientras saboreas mi coño.
Te pusiste de pie y volviste a darte la vuelta, te arrodillaste rápido y volviste a ponerme tu entrepierna chorreando en la boca. Te echaste un poco de lubricante en el dedo y me lo metiste en el trasero, llegando rápidamente a mi próstata, por lo que solté un grito ahogado por tu entrepierna. Con tu dedo jugabas dentro de mi trasero a la vez que chupabas mi miembro, que estaba duro como nunca, mientras yo me retorcía de placer intentando contraerme.
Quitaste tu vulva de mi boca y te colocaste lo más rápido que pudiste entre mis piernas. Seguiste con tu juego dentro de mi culo, mis gritos llenaban toda la habitación.
- ¡¡¡Me corro!!!
Me estremecí violentamente a la vez que inundaba tu boca, dejaste salir mi semen mientras yo seguía bombeando y retorciéndome de placer. Cuando dejé de eyacular sacaste tu dedo lentamente de mi trasero y dejaste de chupar mi miembro. Te levantaste y fuiste hasta la mesita. Cogiste la toallita y te limpiaste la boca. A continuación, te volviste a subir encima de mí, me quitaste la venda y me besaste mientras desatabas mis manos.
- Me ha encantado cómo te has corrido para mí, estoy deseando repetirlo.
- Pues la próxima vez te ataré yo a ti.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Rompiéndole el culo
Carlos bombeaba con fuerza toda su leche dentro de mi vagina, sentía cómo se hinchaban las venas de su miembro justo antes de cada descarga. Cuando terminó de vaciarse, salió de mí y se dejó caer en la cama.
Un fuerte chorro de semen brotó de mi vagina y cayó sobre las sábanas. Acerqué mis rodillas a la cabeza de Carlos, levanté una de mis piernas pasándola por encima de su cara y le puse el coño en la boca.
- Ahora quiero que limpies el resto.
Carlos hundió su lengua en mi vagina sin pensárselo. Se afanaba en recoger las últimas gotas de su leche, pasaba su lengua por mis labios mayores. Cuando terminó empecé a retroceder, llevando mis rodillas a la altura de las suyas. Me acerqué a él y lo besé en la boca, él correspondió mi beso compartiendo conmigo el resto de su semen.
Yo me levanté de la cama y él se quedó tumbado. Llevé mis manos a su costado y lo empujé haciéndolo girar, hasta que quedó bocabajo. Abrí el último cajón de la mesita de noche, saqué el lubricante y el arnés con “mi miembro”. Dejé el bote encima de la mesa y me coloqué el arnés.
- ¿Qué vas a hacer?
- Voy a follarte el culo hasta que te corras de nuevo.
- Déjame reponerme al me....
No le dejé terminar la frase, hundí de golpe mi lengua en su ano a la vez que separaba sus glúteos con mis manos, haciéndole soltar un fuerte gemido. Mi lengua saboreó con ganas su agujero durante unos minutos mientras sus gemidos aumentaban en intensidad. Su miembro empezó a crecer de nuevo.
Cogí el bote de lubricante de la mesita, eché un poco en la entrada de su trasero. Seguidamente le introduje un dedo, haciéndole soltar un leve grito de placer. Metí y saqué mi dedo varias veces antes de sacarlo por completo, para seguidamente meter otro dedo. Tras repetir la misma acción, saqué el dedo de su culo.
Eché más lubricante, pero en lugar de un dedo le metí los dos juntos y empecé a meterlos y sacarlos sin parar. Los gritos de placer de Carlos eran cada vez más fuertes, escucharlo hacía que mi vagina se volviera a mojar. Mis dedos jugaban con su trasero, estimulando su próstata y dilatando la entrada, que se preparaba para mi miembro.
Saqué mis dedos de su trasero, me subí a la cama y me coloqué a horcajadas encima de sus muslos. Cogí el lubricante y eché un poco en mi miembro. Coloqué la punta en la entrada de su culo y lo hundí de golpe hasta el fondo. Carlos soltó un grito mezcla de placer y dolor que se escuchó en toda la casa. Yo pegué mi pecho a su espalda.
- ¿Listo para que te rompa el culo?
- Uuuuf, ¡¡¡todo tuyo!!!
Empecé a moverme con fuerza, metiendo y sacando mi miembro de su trasero, mientras sus gritos habían pasado a ser completamente de placer. Mi pelvis sonaba al chocar con sus glúteos a cada embestida. Paré un momento y saqué mi miembro de su culo.
Tiré de sus caderas hacia arriba para que se pusiera a 4 patas. Mientras él se colocaba yo me incorporé. Tras darle una cachetada en el glúteo, agarré mi miembro con la mano y se la metí de golpe en el trasero, haciendo que soltara un fuerte grito, pero esta vez de placer. 
Me eché hacia delante y empecé con mi movimiento de vaivén, embistiendo con fuerza el culo de Carlos, que gritaba cada vez más fuerte agarrándose como podía a las sábanas. 
- ¿Te gusta así? ¡No voy a parar hasta que te corras! 
- SIIII, ¡¡¡SIGUE ASÍ!!! ¡¡¡RÓMPEMELO BIEN!!! UUUUF
Seguí embistiendo cada vez más fuerte, mi vagina chorreaba grandes cantidades de flujo, y Carlos gritaba con todas sus fuerzas. 
- ¡¡¡ME CORRO!!! 
Escucharlo hizo que mi excitación se convirtiera en un orgasmo que recorrió mi cuerpo. Sus gritos se volvieron pausados, acompañando a cada bombeo de semen. Yo reduje la velocidad y la fuerza de mis embestidas. Tras un grito más flojo, Carlos se calló y se dejó caer por completo en la cama. 
Saqué mi miembro de su trasero y me agaché a mirar su miembro. Estaba pegado a la sábana rodeado de un pequeño charco de semen. Separé los glúteos de Carlos con mis manos, su culo seguía abierto. Subí por su espalda hasta llegar a su oído. 
- Te he roto bien el culo, y te has corrido mucho.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Tomando el sol
Estaba tumbada bocabajo y adormilada, el sol todavía no había empezado a decaer. Noté algo fresco en la espalda, Carlos me había echado crema y empezó a untármela con su mano, recorriendo toda mi espalda. Llegó abajo de la espalda y volvió a subir, echó crema cerca de los hombros y me los masajeó.
A continuación noté que me echaba crema en los muslos. Sus manos empezaron a untarla, recorrió mis muslos desde las corvas hasta la línea del bikini. Yo abrí mis piernas para que pudiera darme por dentro de los muslos. Puso más crema y la untó por el interior, llevó sus manos hasta mi entrepierna y me estremecí, levanté un poco el culo y él acarició mi vulva por encima del bikini.
Mi vagina se estaba mojando, la mano de Carlos me estaba haciendo estremecer. De repente noté su aliento en mi oído.
- Vamos al agua para que te la pueda meter.
No me lo pensé, me incorporé como pude, lo cogí de la mano y nos dirigimos al agua. Con paso firme nos metimos dentro y nos alejamos de la orilla. El agua me llegaba a la cintura y mojó mi vulva, lo que me hizo sentir un poco de frío. Carlos tiró de mí y me pegó a su cuerpo. Se agachó y se puso de rodillas, a la vez que con sus manos me bajó la braguita del bikini y me las dio.
Me agarró por las caderas y tiró de ellas hacia abajo, yo abrí mis piernas y lo rodeé con ellas. Llevé mi mano al miembro de Carlos a la vez que bajaba, lo guie dentro de mi vagina y me la metí hasta el fondo. Empecé a mover mi pelvis, sintiendo cada centímetro del miembro duro de Carlos deslizándose dentro de mi vagina.
Carlos llevó sus manos a mi trasero y lo agarró con fuerza, a la vez que empezó a guiar mi movimiento. Yo lo agarré del cuello y aceleré. Estaba muy excitada por el lugar donde estábamos, ya que en cualquier momento podía acercarse alguien. 
El miembro de Carlos estaba cada vez más duro, yo a pesar de estar dentro del agua notaba mi vagina mojarse cada vez más por dentro. De repente me estremecí bruscamente a la vez que de mi vagina brotó una gran cantidad de flujo, un intenso orgasmo recorrió mi cuerpo. Acerqué mi boca al oído de Carlos.
- Ya me he corrido, te toca.
Carlos resopló con fuerza, su miembro se endureció al máximo y aceleró el movimiento. De repente se detuvo y noté cómo explotaba dentro de mi vagina, que quedó inundada por una gran cantidad de semen. Cuando dejó de temblar me separé de él y me incorporé.
- ¿Dónde está mi bikini?
- No lo sé, te lo di a ti.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Corazones latiendo juntos
Y así estábamos, abrazados y desnudos, mi pecho junto al tuyo y nuestros corazones sintiéndose latir el uno al otro, te besaba lenta y apasionadamente, mientras mi miembro se iba endureciendo y presionando el tesoro que me aguardaba en el centro de tu ser. Tus manos se deslizaban y ayudaban a mi miembro a entrar dentro de ti, a la vez que abrías y elevabas tus piernas para que lentamente te penetrara hasta el fondo.
Al sentirme bien dentro de ti ahogaste un gemido, y susurrándome al oído me pediste que te poseyera. Lentamente deslicé mi miembro entrando y saliendo de ti, tus piernas me rodeaban y me apretaban contra ti. Yo me movía cada vez más rápido y entre gemidos te escuchaba pronunciar mi nombre a la par que me pedías que te llenara de mí.
Te penetraba cada vez más rápida y profundamente, tus gemidos se convirtieron en gritos mientras con tus piernas y tus brazos me pegabas más a ti. Yo empezaba a gemir, sentía que me iba a correr, tus gritos me excitaban cada vez más. Tú te retorcías agarrándote a las sábanas y me pedías gritando que te llenara de mí, hasta que por fin bombeé mi semen dentro de ti.
Me quedé abrazado a ti hasta que noté mi semen salir despacio de tu vagina. Me tumbé a tu lado, echaste tu brazo y tu pierna sobre mí y nos dormimos.
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relatoscarloscbg · 3 months
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Imaginando
Me imaginaba detrás de ti desnudándote, besando tu cuello tras quitarte la camiseta, mis manos bajaban por tu busto, pasaron por tu abdomen y encontraron el botón de tu pantalón, con rapidez te lo desabroché, y lo dejé caer al suelo. 
Acerqué mi miembro erecto dentro de mi ropa interior a tu trasero, presionando entre tus glúteos separados sólo por el hilo de tu tanga. Mis manos acariciaron tus pechos por encima de tu sujetador, y sin dejar de besar tu cuello, solté el enganche delantero, y tras dejar tus pechos al aire me apresuré a acariciarlos con mis manos, y según mis dedos apretaban ligeramente tus pezones, podía notar cómo tu cuerpo se estremecía.
Llevé una de mis manos a tu entrepierna, el tanga estaba húmedo, y al apretar mi dedo contra tu clítoris te retorciste de placer. Llevaste tus manos hacia atrás. me bajaste el bóxer y te pegaste más a mí acercando tu trasero a mi miembro erecto. 
Sin pensarlo te quité el tanga, te ayudé a inclinarte contra la pared y te penetré por detrás. La humedad de tu vagina hacía que mi miembro erecto se deslizara sin dificultad, y a medida que aumentaba la velocidad lo hacía la intensidad de tus gemidos.
A la misma vez que me imaginaba eyaculando dentro de ti, lo hacía sobre mi mano y mi abdomen, regresando mi mente a donde realmente estaba, en mi cama a solas, recordándote mientras me masturbaba imaginando que te hacía el amor.
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relatoscarloscbg · 3 months
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En el jacuzzi
Me acerqué a ti por detrás cuando estabas sentada a la mesa. Llevé mis manos a tus hombros y te los masajeé un poco. Acerqué mi boca a tu oído:
- ¿Me acompañas al baño?
- Por supuesto.
Cuando llegamos el jacuzzi estaba lleno y con el agua preparada. Me giré hacia ti y te besé. Te rodeé con mis brazos y bajé la cremallera de tu vestido, con mis manos te lo empecé a bajar hasta dejarlo caer a tus pies. Tu ropa interior me dejó hipnotizado, llevabas un lindo tanga negro de encaje con el sujetador a juego. Desabrochaste mi camisa y me la quitaste. Hiciste lo mismo con mi cinturón y el botón de mi pantalón, y lo dejaste caer al suelo.
- Enseguida vuelvo, voy a por el champagne.
- Te espero aquí ansiosa.
Fui lo más rápido que pude a la cocina, volví al cuarto de baño con la botella y las copas. Estabas inclinada hacia el jacuzzi, tu trasero se veía hermoso con el hilo del tanga entre tus glúteos. Me acerqué a ti, coloqué la botella y las copas al filo del jacuzzi, me incorporé y te di una nalgada.
Te incorporaste enseguida, te acercaste a mí y me besaste. Aproveché tu cercanía para llevar mis manos al broche de tu sujetador para soltarlo y quitártelo, dejando al descubierto tus hermosos senos. Tus pezones estaban duros de la excitación, te agachaste y bajaste mi ropa interior, mi miembro se descubría erecto ante ti, y de repente lo sentí dentro de tu boca.
- Uuum, ¡¡¡no has podido esperar!!!
Después de recorrer mi miembro con tu boca de principio a fin, te pusiste de pie, te inclinaste sobre el jacuzzi y te apoyaste en él. Agarré tu tanga a ambos lados y te lo bajé despacio; al levantarme pasé mi mano entre tus piernas y por tu vulva, lo que hizo que te estremecieras.
Nos metimos dentro del jacuzzi, abrí la botella de champagne y lo serví en las copas. Brindamos y nos las bebimos de un trago. Soltamos las copas y rápidamente nos abrazamos y nos besamos. Mis manos recorrían tu espalda igual que con las tuyas recorrías la mía mientras nuestras lenguas se entrelazaban.
Bajé mis manos a tu trasero y lo agarré con fuerza, te separaste un poco de mí y aproveché para llevar mi boca a tus pechos. Chupé y saboreé tus pezones, que estaban muy duros. Tus gemidos pedían más, llevé una de mis manos a tu entrepierna, metí dos dedos en tu vagina, soltaste un fuerte gemido y arqueaste tu espalda.
Te pusiste en pie, me echaste hacia atrás y te subiste a horcajadas encima de mí. Cogiste mi miembro con tu mano y lo guiaste hasta la entrada de tu vagina, te sentaste de golpe y lo hundiste dentro de ti a la vez que gemías con fuerza. Llevé mis manos a tus pechos y los estrujé, empezaste a moverte subiendo y bajando, mi miembro estaba durísimo y tus gemidos se convirtieron en gritos.
- No te vayas a correr en mi coño, ¡¡¡por favor!!!
- ¿Y dónde quieres que me corra?
- Dentro de mi culo…
Con mis manos te ayudé a levantarte, te hice girar y te apoyaste en el filo del jacuzzi. Me agaché detrás de ti, separé tus glúteos y hundí mi lengua en tu ano. Ahogaste un fuerte gemido y jugué con mi lengua en tu trasero mientras gemías sin parar.
- ¡¡¡Fóllamelo ya por favor!!!
Llevé mi miembro, que estaba muy duro, a la entrada de tu trasero y lo hundí lentamente hasta el fondo. Te agarré fuertemente con mis manos y empecé a moverme. Mi miembro entraba y salía mientras tú gritabas sin parar, agarré tus pechos y aumenté la fuerza de mis embestidas.
- ¡Córrete por favor, quiero sentir tu leche en mi culo!
Tu cuerpo empezó a temblar, te estremecías cada vez más con mis embestidas a la vez que yo empezaba a estremecerme también. Los dos gritamos con fuerza a la vez que mi miembro descargaba con fuerza todo mi semen inundando tu trasero. Me quedé agarrado a ti mientras me vaciaba por completo, saqué mi miembro, te giraste hacia mí y me besaste.
Nos servimos otra copa de champagne y nos la bebimos juntos.
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relatoscarloscbg · 3 months
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En el quirófano
Ella estaba nerviosa, el olor del quirófano y el estar tumbada en la camilla le hacía pensar en muchas cosas. Una figura que no pudo reconocer se le acercó, entre la bata y la mascarilla no conseguía saber quién era, hasta que escucho su voz, esa voz que ya le había hablado en todas las consultas antes de la operación. 
- Buenos días Doctor Fernández, le saludó ella con una sonrisa.
- Gustavo, ya te he dicho muchas veces que me llamo Gustavo, no Doctor Fernández. Buenos días María, ¿preparada?
- Ahora que está usted aquí sí doctor.
- ¿Podría comentarte algo en privado antes de empezar Gustavo?
- Claro, por supuesto. Enfermera, ¿le importaría salir?
Cuando se quedaron solos, ella le comentó que sentía unas molestias en la parte baja del abdomen, y le pidió que la explorara, a lo que Gustavo accedió.
Mientras él iba palpando, ella le iba indicando que bajara más sus manos, sus pezones empezaban a endurecerse, su imaginación volaba hacia donde Gustavo seguramente no imaginaba.
- ¿Aquí es donde tienes las molestias?
- No, más abajo aún.
- Ya más abajo no es en el abdomen.
María llevó una mano a la entrepierna de Gustavo, cuyo miembro reaccionó enseguida.
- Ya sé que más abajo no es el abdomen, pero necesito sentir tus manos ahí Gustavo.
- María, esto no está bien, soy tu médico.
- Precisamente por eso Gustavo, me apetece mucho que un médico me haga suya en la camilla de un quirófano, y tu rabo duro me está diciendo que sí.
Gustavo dudó un poco, pero la mano de María sobre su miembro duro lo convenció, así que se quitó la bata, se bajó la ropa interior y puso la mano de María alrededor de su miembro desnudo, mientras llevaba la suya a la entrepierna ya húmeda de María, que empezó a masturbarlo despacio.
María abrió sus piernas para facilitarle la labor a Gustavo, que empezó a jugar con su clítoris y a meter un dedo en la cueva que ante él se abría. Ella lanzó un suspiro, y empezó a masturbar el miembro ya duro de Gustavo con más velocidad. Él ya estaba metiendo dos dedos en la entrepierna de María, que ya empezaba a mojarse bastante.
María tiró suavemente del miembro de Gustavo para que se lo acercara a la boca, y sin dar tiempo a nada se lo introdujo entero, lo que hizo que Gustavo gimiera de placer. Sus dedos entraban y salían de la cueva ya chorreante de María. El estar chupando aquel miembro tan duro a la vez que sentía los dedos dentro la estaba haciendo enloquecer.
De repente ella paró, se sacó el miembro de la boca y se sentó en el filo de la camilla. Besó a Gustavo en la boca, y le pidió que la penetrara enseguida, que estaba ansiosa por sentir su miembro duro dentro de ella.
Gustavo colocó la punta de su miembro en la entrada de la cueva mojada de María, y sin decir nada, lo hundió de golpe haciendo que ella tuviera que ahogar un grito de placer. Cuando pudo hablar, sólo alcanzó a decirle que la hiciera suya. Él empezó a moverse, metiendo y sacando su miembro con muchas ganas, llegando hasta el fondo a cada embestida, lo que hacía que María ahogara cada vez gritos más fuertes.
- ¡¡¡No pares por favor!!! ¡¡¡Qué dura la tienes!!!
- Tú me la has puesto así, y ahora te voy a hacer gritar hasta llenarte de mí.
- ¡¡¡SIIIII, estoy deseando que te corras dentro de mí!!!
Él siguió embistiéndola sin parar, ella sólo podía agarrarse a él y ahogar gritos de placer, cada vez notaba el miembro de Gustavo más duro, y su vagina chorreaba sin parar, a la vez que ella se estremecía por el orgasmo que estaba teniendo.
- ¡¡¡Estoy a punto de correrme!!!!
- ¡¡¡Hazlo Gustavo!!!!
De repente sintió como un líquido caliente la inundaba por dentro. Gustavo se estremecía a la vez que bombeaba su semen dentro de María. Cuando terminó de descargar, se quedó quieto, y cuando su miembro empezaba a reducir, lo sacó despacio, mientras de la vagina de ella brotaba todo el semen que había descargado.
- ¡¡¡Gracias!!! le dijo María mirándole a los ojos.
- Ha sido un placer... ahora tenemos que operarte...
Y sin darles tiempo a nada, la enfermera cruzó las puertas del quirófano, quedándose asombrada por lo que estaba viendo. Gustavo tenía su miembro flácido y goteando los restos de semen, y la entrepierna de María también chorreaba. Los dos se quedaron callados sin saber que decir mientras la enfermera se acercaba a ellos.
- Mira cómo tienes tu polla y cómo le has dejado el coño tu paciente. ¡¡¡Habrá que limpiároslo!!! Y sin decir nada se arrodilló entre los dos, agarró el miembro de Gustavo y llevó su boca a la entrepierna de María, que sin poder controlarlo lanzó un gemido. La lengua de la enfermera recogía el semen que chorreaba de su cueva, limpiando alrededor de la entrada y recorriendo los labios vaginales.
Cuando terminó de limpiar a María, se giró para Gustavo y se metió su miembro en la boca, chupándolo para limpiarlo, mientras éste iba recuperando su dureza. Cuando lo dejó limpio, acercó su boca a la de María para compartir con ella lo que había recogido de los dos. Mientras besaba a María, Gustavo le quitó la bata, se agachó detrás de ella, le apartó el tanga y llevó la boca a su tesoro, que ya estaba mojado de la excitación, haciendo que la enfermera ahogara un gemido en la boca de María.
- Gustavo, Quiero que me la metas igual que se la has metido a María.
El médico no se lo pensó, se puso de pie, colocó su miembro en la entrada de la vagina de la enfermera, mientras ella y María se besaban, la agarró de las caderas y la penetró hasta el fondo de un golpe, lo que la hizo gritar de placer.
- Ahora muévete Gustavo, con ganas.
El médico empezó a moverse deslizando su miembro erecto en la vagina de la enfermera. Ella se echó hacia atrás para facilitar la penetración, mientras María se tumbó ofreciendo su entrepierna a la enfermera, que sin pensarlo volvió a llevar su boca hacia ella, lamiendo y hundiendo su lengua sin parar, mientras Gustavo seguía con su fuerte vaivén, haciendo que se mojara cada vez más
- Y ahora te la voy a meter por ese lindo trasero, para terminar dentro.
- ¡¡¡Hazlo por favor!!!
María agarró a la enfermera de la cabeza y la obligó a seguir saboreando su entrepierna, mientras Gustavo había sacado su miembro de la vagina y lo colocó en la entrada del trasero. Empezó a meterla poco a poco, hasta que llegó al fondo. La enfermera gemía mientras saboreaba la entrepierna de María, y el médico empezó a meter y sacar su miembro del estrecho trasero que acababa de penetrar. A medida que el ritmo de sus penetraciones aumentaba, la enfermera gemía cada vez más alto, y María se estremecía de placer sintiendo la lengua de la enfermera y viendo cómo estaba siendo penetrada. Gustavo aceleró el ritmo sujetando bien fuerte a la enfermera.
Los tres estaban gritando de placer, de repente la enfermera sintió una descarga que le llenó el trasero, Gustavo había explotado descargando su semen dentro de ella. María a su vez había llegado al orgasmo estremeciéndose de placer y llenando de flujo la boca de la enfermera, que a continuación la besó para saborear con ella el manjar que le acababa de extraer de su entrepierna.
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