Tumgik
neobiblismo · 5 months
Photo
Tumblr media
Psicoteología: la neurociencia de la fe (on Wattpad) https://www.wattpad.com/1408655531-psicoteolog%C3%ADa-la-neurociencia-de-la-fe?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_reading Este libro es útil al público en general y a los biblistas con la pasión de estudiar en profundidad la trascendencia del evangelio y los valores del reino de Dios. El fin es conocer los tipos de conocimiento y la caracterología para mejorar el ser interior del ego, personalidad y temperamento, las emociones y sentimientos. Psicoteología: la neurociencia de la fe, contiene temas de actualidad, en relación con la actividad mental y la teología. Dios Padre y su Hijo Jesucristo son la fuente fidedigna de inspiración de vida. Primeramente la gratitud a Dios por la elaboración de este manual del neobiblismo.org El interés del autor es mantener actualizado un sitio web y documentar un manual de consulta, con literatura de análisis y comentario de fe bíblica, discipulado, dogmático, eclesial, ético cristiano, evangelístico, hermenéutico, litúrgico, ministerial, moral, social y teológico, con principios y valores administrativos y comunitarios. Temática que se relaciona con la cristología y con Jesucristo como centro de la ley y de la profecía bíblica.
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
Tumblr media
Contraportada Psicoteología: la neurociencia de la fe (publicación pdf)
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
Ver la tabla de contenido del libro Psicoteología: la neurociencia de la fe (formato de pdf).
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
Tumblr media
Libro Psicoteología: la neurociencia de la fe (publicación pdf)
0 notes
neobiblismo · 7 months
Link
Enlaces a los libros web del Neobiblismo.org
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
Tumblr media
0 notes
neobiblismo · 7 months
Text
Tumblr media
¡Libros web Neobiblismo.org cumple 2 años hoy!
2 notes · View notes
neobiblismo · 2 years
Text
Cronología Bíblica
Tumblr media
         Jesucristo en cierta ocasión testifica de sí mismo lo siguiente: Juan 8.36 “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (RVR60). Previamente lo interrogan con la cuestión de su autoridad y dominio, porque le preguntan ¿Tú quién eres? Juan 8.25 “… Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho” (RVR60). En relación con la cronología bíblica ¿cuál es este principio? Alrededor de cuatro mil años antes, en el principio, el Hijo confronta a sus seguidores del séquito celestial cuando surge una rebelión. El presente escrito es su cronología e historia. Hay un principio donde está solamente el Hijo con Dios Padre, previo a otro principio de la creación del séquito celestial. Luego se presenta el principio de la creación del primero y segundo cielos, según podemos corroborar con la demostración y respaldo de citas textuales, en el siguiente análisis y comentario. Se requiere distinguir entre un principio y otro, para ubicar el contexto cronológico del hilo conductor del texto, según el pasaje bíblico referenciado. Antes de todo, el Eterno es Dios Padre perpetuamente, sin recibir o tener afectación de espacio, materia y tiempo, porque Dios es intemporal.
         Dios también es Padre, por ser el Creador, fuente y formador de nuevas vidas. Es el que ordena y da origen a toda la existencia, inclusive a su propio Hijo. Según Salmos 90.2 “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (RVR60). Dios es y existe sin tiempo, porque establece el espacio sideral y el cosmos como el inicio del tiempo para el ser humano, creado a imagen de Dios en eternidad y con su semejanza en santidad. Regresemos a la época de cuatro mil años después, esta vez Jesucristo pregunta a sus seguidores los discípulos. Mateo 16.15 al 17 “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (RVR60). La expresión carne y sangre se refiere a una manifestación de origen terrícola, por su característica terrenal o terrestre. El Hijo estaba presente como terrícola por ser un habitante que nace en el planeta Tierra, mientras que Dios Padre se encontraba fuera de la Tierra en los cielos, en el tercer cielo de la eternidad del Dios Altísimo. La dimensión eterna de Dios de ninguna manera fue creada sino que existe desde siempre.
         El Hijo descendió como Jesucristo, el Mesías, Salvador y el Ungido de Dios Padre. Así baja a la Tierra, al primer cielo que está inmerso dentro del segundo cielo; y es el mismo que sube de nuevo al tercer cielo donde habita o mora Dios Padre. Efesios 4.10 “El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” (RVR60). Entonces, sus discípulos fueron testigos como observadores presenciales, que aportan con evidencias la respuesta de quién es Jesucristo. Posteriormente Pedro testifica en una de sus cartas o epístolas: 2 Pedro 1.16 al 18 “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (RVR60).
         El tercer cielo y la dimensión de Dios, son solamente formas de identificar, para entender el control que tiene Dios sobre toda la existencia. Bien dice el salmista acerca del lugar y trono de Dios. Salmos 103.19 al 22 “Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos. Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, Obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, Ministros suyos, que hacéis su voluntad. Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, En todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová” (RVR60). Ahora, adelantemos dos mil años más, aproximadamente a seis mil años del séquito celestial y de Adán y Eva. La versión de Biblia Reina – Valera Revisión de 1960, que indicamos con las siglas RVR60, en este análisis y comentario de compilación y selección bíblica, utiliza una palabra clave, para explicar el meollo del fondo principal de la rebelión. Adán y Eva coinciden con el tipo de rebeldía sucedido anteriormente con parte del séquito celestial, también posteriormente con el resto de seres humanos (el subrayado es nuestro). Oseas 6.6 al 7 “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” (RVR60).
         Prevaricar es faltar a los deberes y a la justicia, con pleno conocimiento de causa, pero en el caso de que sea por desconocimiento o ignorancia, es inexcusable, o sea, no se puede disculpar o excusar, máxime cuando es una resolución injusta, que provoca un desacierto o desatino de injusticia. La resolución significa resolver con decisión una duda o determinación de decir o hacer una acción decisiva. En la actualidad el prevaricato se contrarresta con lo que se llama el principio de ética y el deber de probidad, además de la objeción de conciencia. La probidad incluye honestidad, honradez, integridad, lealtad, rectitud, entre otros cumplimientos de principios y valores. La objeción de conciencia prioriza en el individuo esta ética, principios y valores, que resalta los aspectos espirituales y morales. En relación con el ángel caído, más que un beneficio e interés general para el séquito celestial, trata de obtener un provecho propio, con ventaja que presume y se vanagloria de jerarquía, que no tiene sobre el resto de ángeles. En este sentido Jesucristo en su tiempo aclara lo siguiente: Lucas 22.24 al 27 “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (RVR60). Tener una disputa implica, debatir con la consideración y deliberación atenta y minuciosa, a sabiendas, o sea, con el conocimiento e intención de contradecir o defender la motivación de una decisión. La Biblia dice: Eclesiastés 5.6 “No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” (RVR60).  
         Por lo tanto, Jesucristo  demuestra ser el ejemplo entre los seres humanos como el que sirve a la mesa, a pesar de su procedencia divina de Hijo de Dios. Si retrocedemos nuevamente dos mil años, cuando Jesús declara a sus discípulos su padecimiento y sufrimiento que le sobreviene, entonces sucede lo siguiente: Mateo 16.22 al 23 “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (RVR60). Por otra parte, Jesucristo explica claramente la situación. Esto cuando se presenta su aprehensión para ser detenido y juzgado. Mateo 26.52 al 54 “Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (RVR60). Estos dos ejemplos sirven para confirmar y reforzar el sentido de prevaricato, que aunque no se trata de una función pública como en los gobiernos modernos, es una especie de relación de irrespeto o respeto a la autoridad, además de un despropósito sin conformidad o correlación entre los seguidores y la autoridad divina, en este caso con Jesucristo el Hijo de Dios.
         Pedro dice y hace como humano, aunque sea sin mala fe o sin mala intención, pero coincide con la condición o estado de rebeldía del ángel caído, porque no se ajusta a la fidelidad y lealtad de la alabanza, gloria y honra exclusiva a la autoridad del Hijo. Juan 18.10 al 11 “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (RVR60). La labor designada y encomendada a Pedro, está en función de la misión del evangelio de Jesucristo, es un incumplimiento a su cargo o puesto, además de incongruente e inconsistente con su misión, especialmente en el ejemplo y modelo para otros. Así sucede con el ángel caído dentro de su integración al séquito celestial, le falta sumisión completa al Hijo de Dios, en el caso de su adhesión y cohesión con el grupo de seres espirituales. El inicio de esta rebelión fue la decisión de evadir su compromiso y responsabilidad, al dejar de reconocer y reverenciar al Hijo.
         Esto provoca un antagonismo de oposición y rivalidad, con un ambiente desfavorable y hostil entre el séquito, especialmente por la cuestión de diferencias entre conceptos y pareceres en el trato hacia el Hijo de Dios. Lo que pasa es que el ángel caído actúa en cierto grado con ingenuidad e inocencia, debido a que en su momento no existe bien ni mal, a excepción de la capacidad, facultad o potestad de tomar decisiones. Las mismas no son buenas ni malas, porque depende de las consecuencias obtenidas con el resultado. Se compara con la condición de inocencia en un neonato e infante. Misma situación presentada en Adán y Eva. En cierta ocasión Jesús lava los pies de sus discípulos, por consiguiente la reacción de Pedro. Juan 13.5 al 7 “Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (RVR60). Jesucristo menciona que Pedro no comprende ahora, pero posteriormente lo entenderá.
         Más adelante Saulo de Tarso, conocido como Pablo, enfrenta a Pedro de la siguiente manera: Gálatas 2.11 al 13 “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos” (RVR60). Es muy interesante percibir este acontecimiento con la analogía o comparación con el ángel caído. Se presenta una acción o acto en cierta forma de aparente ingenuidad o inocencia, pero el efecto colateral tiene una evidente manifestación de hipocresía y simulación, que afecta el ambiente o atmósfera entre la comunidad de fe, especialmente en los seguidores de Jesucristo, ya que altera el orden establecido por Dios Padre. La venida de Jesucristo a este mundo como ser humano, aviva las buenas nuevas de la verdad del evangelio, indiscutibles para quienes las considere evidentes, pero otros debido a su incredulidad niegan hasta la historicidad de Jesucristo.
         Continuando con la controversia o polémica entre Pablo y Pedro, para comparar el caminar rectamente ajustado a la verdad del evangelio, por el cual el ser humano se justifica mediante la fe de Jesucristo, porque nadie se justifica a la manera de la actitud demostrada por el ángel caído. Gálatas 2.14 “Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” (RVR60). Esto se explica claramente más adelante en el tema “La Ley y La Gracia”, entre el contraste entre las obras de Jesucristo y las obras de la ley. Pablo dice lo siguiente al respecto: Gálatas 2.16 “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (RVR60). Estas obras de la ley se refieren a los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado. Jesucristo dice lo siguiente en relación con este tema:
 Hebreos 10.5 al 10 “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (RVR60).
         Hasta que Pedro quebranta la dureza de su corazón, le llega la hora de la iluminación del entendimiento, entonces comprende la representación y simbolismo del lavado de pies, realizado por el Maestro y Señor Jesucristo. Hechos 10.34 al 36 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos” (RVR60). Por esta razón el Hijo de Dios es el Señor de todos y es conocido como el Hijo del Altísimo. El libro de Isaías 57.15 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (RVR60). Hay un propósito y sentido en la creación como el plan B del ser humano inmerso en un hábitat terrestre, pero la humanidad con su apego a lo material, superfluo y terrenal, se le imposibilita alcanzar a entender el plan B de la obra de Dios, con el establecimiento del principio y del fin, acerca del espacio, materia y tiempo.
 [2]
       La humanidad no encuentra motivo para su existencia. En Eclesiastés 3.11  “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (RVR60). La persona que con su intención practica la humildad de la sumisión a Dios y sin la dureza en el corazón, se conmueve a la fidelidad y lealtad a su obediencia, entonces vive con la excelencia siempre hacia lo más Alto, donde habita el Altísimo Dios. Así es el conocimiento de los que habitan la Tierra, en un primer nivel de conocimiento natural, hasta que escalen a la espiritualidad que trasciende al tercer nivel de conocimiento de magnitud celestial. El conocimiento espiritual es un filtro de purificación, para ascender y sobrepasar el traslape entre lo natural y espiritual, así trascender mediante Jesucristo al conocimiento celestial. Aunque el ser humano viva físicamente en el primer cielo, su mente podría estar puesta en el tercer cielo de Dios, para servir a Dios en la Tierra, pero con temor y temblor de respeto y reverencia, inclusive entre los que gobiernan, juzgan y legislan en las naciones, que tomen en cuenta honrar al Hijo de Dios para hacer justicia. Esto se confirma en el libro de Salmos con el siguiente texto: Salmos 2.10 al 12 “Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían” (RVR60).
         ¿Por qué se hizo necesario la creación del ser humano como un plan B? Primeramente hay que aclarar cierto orden de Génesis 1.1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (RVR60). Aquí se alude y refiere a los cielos como el segundo cielo, fuera de la atmósfera terrestre y al primer cielo del globo terráqueo con sus capas atmosféricas. Todo esto es el inicio del espacio, materia y tiempo. Cuando Génesis 1.3 “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (RVR60). Aquí se hace alusión a un suceso anterior, en relación con el séquito celestial y al principal y jefe de los ángeles, conocido en el primer pacto como el Arcángel Miguel, posteriormente en el nuevo pacto como el Señor Jesucristo, Cristo y Mesías. También se manifiesta en el primer pacto como el ángel de Jehová, Yahveh o Yahweh, según la versión de la Biblia o traducción bíblica. Hay un significado relacionado con la existencia o el ser. Según la escritura hebrea muy primitiva y por falta de vocales se utilizaba las letras YHVH, para el nombre de Dios en el primer pacto. En algunos pasajes se generaliza a los ángeles como ángel de Dios o ángel del Señor, pero hay casos donde se refiere exclusivamente, tanto explícita como implícitamente al Hijo de Dios. Zacarías 3.1 al 3 “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel” (RVR60).
         La dimensión de Dios equivale al tercer cielo, la dimensión celestial, donde prevalece el conocimiento celestial y la plenitud de Dios. En Efesios 3.18 al 19 “seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (RVR60). Estas medidas no son como el espacio sideral y el cosmos, en la dimensión de Dios no pasa el tiempo como sucede con los seres humanos. En 2 Pedro 3.8 “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (RVR60). De acuerdo con Salmos 90.3 al 4 “Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche” (RVR60). El tiempo de ninguna manera corre en Dios, porque el fin o propósito del tiempo es propio de la existencia del ser humano. En 2 Corintios 12.1 al 2 “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo” (RVR60).
         Este tercer cielo significa trascender a la dimensión del conocimiento celestial de Dios, en este caso ser arrebatado es en el sentido de atraer poderosamente la atención, concentración y enfoque de una percepción, que va más allá de solo el sentido de la vista, sino que se recibe la revelación del conocimiento secreto de Dios, con una clara comprensión y entendimiento directamente proveído por Dios. El ser humano en su condición corporal, de ninguna manera puede heredar el reino de Dios en la resurrección de los muertos, de acuerdo con 1 Corintios 15.50 “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (RVR60). Porque la dimensión de Dios no es espacial, ni material, ni temporal. Cuando Jesucristo resucita con el cuerpo transformado, es corporalmente celestial como los ángeles. Según Juan 20.19 al 20 “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (RVR60).
         Un cuerpo natural y terrenal no podría traspasar las paredes para ingresar a un aposento cerrado, tampoco ascender al cielo como resucitado. ¿Qué significa mostrar las manos y el costado, siendo ahora cuerpo transformado? En Hebreos 12.2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (RVR60). Presenta la evidencia histórica del suceso en la cruz, la veracidad de los hechos. Sus heridas de la crucifixión son la muestra, prueba o señal, de ganar el derecho de recuperar lo que le pertenecía como herencia, ya sea del cielo o de la Tierra, en relación con los ángeles fieles y leales, sumado a los ángeles indecisos que vienen a la Tierra a tomar una decisión a favor o en pos de seguir a Jesucristo, como su Salvador y Señor. Apocalipsis 22.14 “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad” (RVR60).
         Antes del espacio, materia y tiempo, solo es y está Dios, en Hebreos 11.3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (RVR60). Dios Padre no se veía porque Dios es invisible, en Juan 1.18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (RVR60). Precisamente el Hijo de Dios, Jesucristo en Juan 5.37 “También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto” (RVR60). En el caso de la fe de Moisés según Hebreos 11.27 se sostiene como viendo al Invisible “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (RVR60). Por lo tanto, Dios es el Invisible en Romanos 1.20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (RVR60). Entonces Dios que es Invisible es Espíritu en Juan 4.24 “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (RVR60).
         El Espíritu de Dios es Energía y Poder de Creador, según Salmos 19.1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (RVR60). Dios para ser Padre crea a su Hijo como el primero y el unigénito Hijo de Dios. Su primera creación y primogénito es su Hijo, luego el resto de la creación del séquito celestial es la heredad o pertenencia para obsequio de su Hijo. Colosenses 1.15 al 16 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (RVR60). El Hijo ya preexistía antes de venir a este mundo en Colosenses 1.17 al 19 “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (RVR60).
         Antes del primer pacto y durante el primer pacto, había seres humanos que tomaban la decisión de fidelidad y lealtad. El derramamiento del Espíritu Santo de forma colectiva y masiva se presenta en los seguidores de Jesucristo, ocurrido según los acontecimientos del nuevo pacto. Jesucristo vino a confirmar y acelerar en volumen de seguidores, la decisión de los ángeles indecisos en este primer cielo, para su reconciliación con los ángeles fieles y leales del tercer cielo. Colosenses 1.20 “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (RVR60). En Hebreos se aclara esta relación entre Padre e Hijo de Dios:
 Hebreos 1.1 al 4 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (RVR60).
 [3]
       En la nada espacial y temporal, sin la existencia de materia visible, solo hay la Energía y Poder de Dios mediante su Espíritu. Dios para ser Padre crea a su Hijo. Hebreos 1.8 al 9 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (RVR60). Dios es un nombre plural, porque es y está Dios Padre y Dios Hijo. Son los dos Seres Supremos Celestiales, pero el Padre es mayor que el Hijo como lo confirma Jesucristo. Juan 14.28 “Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo” (RVR60). Dios Padre es el Invisible, pero Dios Hijo es corporalmente un ser celestial. Colosenses 2.9 al 10 “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (RVR60).
         El Hijo es el principal y jefe del séquito celestial y luego cabeza también de la iglesia, pero hasta aquí la cronología bíblica que describimos, todavía no hay más seres, sino solamente Dios Padre y Dios Hijo. Juan 1.1 al 3 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (RVR60). El Padre no consentirá ni permitirá que se adore con la alabanza, gloria y honra a otro que no sea a su propio Hijo. Isaías 42.8 “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas” (RVR60). El Padre establece que la creación rinda la honra al Hijo. Juan 5.22 al 23 “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (RVR60). Luego de creado el Hijo, Dios Padre conoce el diseño de la creación y sabe cuál va a ser su resultado, mientras tanto el Hijo ayuda en la creación, pero observa por primera vez el resultado. Primeramente con la creación del séquito celestial, posteriormente a la rebeldía del ángel caído, con el resto de la creación en general.
         Lo que pasa es que la trama del problema consiste en lo siguiente: Dios Padre de ninguna manera acepta compartir la autoridad y dignidad de su Hijo con otra criatura de la creación, aunque se trate de otro ser espiritual santo y celestial. El ángel caído pretende sustituir al Hijo, ya que se constituye en un tipo de dios falso, una imitación sin el respaldo de Dios Padre. Es una forma de aparentar o camuflar sus intenciones contra el Hijo: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11.14 al 15 – RVR60). Así arrastra la tercera parte de los seres espirituales del séquito celestial. Espejo de lo que había de suceder después entre los seres humanos, sacrificando a los ídolos y a falsos dioses: “Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; A dioses que no habían conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no habían temido vuestros padres. De la Roca que te creó te olvidaste; Te has olvidado de Dios tu creador. Y lo vio Jehová, y se encendió en ira Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles” (Deuteronomio 32.17 al 20 – RVR60).
         Se olvidaron de la Roca que los creó, del Hijo de Dios o Dios Hijo que participó en la creación, porque molestaron con esto a Jehová Hijo, debido al menosprecio que le realizaron, porque esta Roca es Cristo mismo. En la carta a los Corintios encontramos la siguiente afirmación: “y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto” (1 Corintios 10.2 al 5 – RVR60). Ante los dioses falsos e ídolos solamente hay un Dios, el Padre y su Hijo es nuestro Señor. 1 Corintios 8.4 al 6 “Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (RVR60).
         Porque del Padre procede todo, inclusive el Hijo, pero del Padre junto con su Hijo proceden el séquito celestial y toda la creación. 1 Corintios 15.27 al 28 “Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (RVR60). El séquito celestial es para obsequio al Hijo, el fin de este séquito es acompañar y seguir al Hijo, rendir respeto y reverencia en forma unánime y aplaudible a su Autoridad como Hijo de Dios. Pero un ser celestial conocido posteriormente como el ángel caído, decide no aprobar con entusiasmo el reconocimiento del lugar o posición del Hijo de Dios. Todo lo contrario, aspira con orgullo y soberbia reemplazar al Hijo y tomar el derecho de autoridad superior. ¿Qué es lo que establece Dios Padre en el protocolo de jerarquía en relación con su Hijo? Efesios 1.3 al 5 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (RVR60).
         Para un ángel indeciso los lugares celestiales son como volver a casa en el tercer cielo de Dios, pero se logra solo con el conocimiento celestial de Jesucristo. En la dimensión de Dios tuvimos la condición de seres celestiales santos como séquito o seguidores del Hijo, antes de la fundación del primero y segundo cielos, predestinados a ser como el Hijo, precisamente en esto consiste la predestinación en el poder de decisión de ser semejantes al Hijo, en santidad y sin mancha, lo que se llama seres irreprensibles, que no requieren ser amonestados o corregidos por lo que se dice o se hace. Lo que pasa es que la decisión por sí misma no es buena ni mala, sino las consecuencias o resultado. El ángel caído como todo ser celestial creado tiene la capacidad de decisión. Surge una rivalidad entre ángeles provocada por la consecuencia o resultado de la envidia, hay un pesar y tristeza por el bien concesionado u otorgado al Hijo de Dios. ¿Cuál fue la decisión desacertada del ángel caído? El Hijo es merecedor por la estimación y gracia de su Padre. Sin embargo, se establece una rivalidad que luego es constante y profundizada entre los ángeles indecisos, mediante las guerras como seres humanos. Esta es la rivalidad preexistente manifestada en las guerras humanas.
         Es clave comprender y entender con claridad y en profundidad de la introspección, a través de una visualización interior direccionada a los propios actos y estados de ánimo. 2 Corintios 10.3 al 6 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta” (RVR60). La decisión del ángel caído fue enaltecer su corazón contra el reconocimiento de la alabanza, gloria y honra del Hijo de Dios. Esta acción genera la duda, hasta el momento solamente hay inocencia, tampoco hay bien ni mal, la duda por consiguiente trae consigo el desconocimiento de la conveniencia o inconveniencia de la consecuencia o resultado de enaltecer el corazón contra la autoridad del Hijo. Isaías 14.13 al 15 “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (RVR60).
         Solamente el Hijo es semejante al Altísimo, en potestad, preeminencia, primacía y supremacía como superior jerárquico, especialmente por ser el unigénito Hijo de Dios. Apocalipsis 5.11 al 13 “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (RVR60). A ningún otro ser, Dios Padre ha reconocido como el Hijo de Dios que es un Dios Hijo. Hebreos 1.5 al 8 “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino” (RVR60).
         Y otra vez, Dios ordena a todos los ángeles que adoren a su Hijo, la primera vez fue cuando el séquito celestial fue creado, esta vez fue cuando el Primogénito Hijo de Dios preexistente, encarna en su venida a la Tierra como ser humano. Una vez que el ángel caído enaltece su corazón contra la acción de honrar y reconocer al Hijo de Dios, se acompaña de la duda de la conveniencia o inconveniencia de alabarse y elogiarse así mismo, de engrandecerse y exaltarse, hasta que surge la envidia y rivalidad, luego el orgullo y la soberbia. Ezequiel 28.15 al 17 “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (RVR60). ¿Cuál es el momento del ángel caído donde se halló maldad y comete pecado? Hay dos etapas, primeramente la de rebeldía, se resiste a la adoración al Hijo de Dios, se alza y rebela contra su autoridad, arrastra la tercera parte de ángeles en su rebeldía. Esta etapa le permite conocer con certeza las consecuencias y resultado de su decisión y rebeldía.
         Hasta aquí todavía no ha sido juzgado y sentenciado, sino que recibe una segunda oportunidad para rectificar y resarcir el daño, con plena conciencia de sus acciones y actos. Esta nueva etapa se presenta en el jardín del Edén. Ezequiel 28.13 al 14 “En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas” (RVR60). En Edén se presenta su oportunidad de guiar y orientar al género humano de Adán y Eva, específicamente por el Camino de la fidelidad y lealtad al Hijo de Dios. Eran los primeros ángeles indecisos que venían a este mundo, en la forma de seres humanos a tomar una decisión definitiva. En esta etapa el ángel caído muestra toda su maldad y pecado, da cabida al orgullo y la soberbia, ya no es solamente la envidia y rivalidad, sino que confirma y reincide, vuelve a incurrir en el error y la falta, pero como un delito consciente y consistente en maldad y pecado. El Hijo de Dios presenció la caída del ángel. Lucas 10.18 “Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (RVR60).
 [04]
       El ángel caído era un portador de la luz del Hijo de Dios, porque el Hijo es la Luz. Isaías 14.11 al 12 “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones” (RVR60). Entonces el ángel caído utiliza todo su ardid, astucia y engaño, su disimulo y habilidad, con un mensaje subliminal e intención perversa, prevalece la maldad y el pecado. Génesis 3.1 al 5 “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (RVR60).
         El ángel caído tergiversa el mensaje, de forma camuflada y oculta para provocar una interpretación errónea, por debajo del umbral de la conciencia, que Adán y Eva no perciben con la concienciación, pero los influye en la acción y conducta contraria a la voluntad de Dios. A manera de lo que hoy llamamos “mensaje subliminal”. Nuevamente se confirma su intención de ser como Dios al decir “seréis como Dios”. No solamente arrastra a los ángeles caídos, ahora pretende arrastrar también a los ángeles indecisos. En lugar de hacer que Adán y Eva sean concientes, los confunde y pervierte. Esta misma estratagema de astucia, engaño y fingimiento, fue germinada e injertada como confusión mental en el ser humano, a través de la simiente de maldad y del pecado, contraria a la moral establecida por Dios y transmitida mediante el sistema de ejemplo y  modelo de aprendizaje. Esto es lo que se conoce como las conductas aprendidas e imitadas. Judas 1.4 “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (RVR60). Hay una diferencia entre ser santo como Dios es Santo y otra es pretender ser como Dios en la autoridad y potestad de hacer uno lo que quiera, con la negación de la obediencia y sujeción a Dios. 1 Pedro 1.14 al 17 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (RVR60).
         Los ángeles fieles y leales se mantienen sujetos a Jesucristo hasta el día de hoy. 1 Pedro 3.21 al 22 “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (RVR60). Los ángeles caídos tuvieron su oportunidad de rescate y restauración en el huerto del Edén, que no aprovecharon sino que obstinadamente endurecieron su posición, con el consecuente encierro en prisión de los seres espirituales caídos. Judas 1.6 “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (RVR60). Aquí el llamado príncipe de las tinieblas, junto con sus seguidores, recibe juicio y condena, hasta el día final, cuando sean echados en el castigo del lago de fuego y azufre, para su destrucción total como una sentencia eterna.
         ¿Cómo se convierte en libertinaje la gracia y se niega a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo? Seis mil años después de Adán y Eva, la situación es la misma en la sociedad actual. Los distractores del mundo generan una ocupación que no toma en cuenta a Dios. El Padre quiere una adoración exclusiva por medio de la adoración a su Hijo. Romanos 12.1 al 2 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (RVR60). Porque se trata de un culto racional, dotado de razón. Salmos 139.17 al 18 “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo” (RVR60). Esta racionalidad es como vivir corporalmente y fisiológicamente en el primer cielo, pero con los pensamientos puestos en la Dimensión de Dios del tercer cielo. Es como vivir en una realidad virtual del primero y segundo cielo, pero despertar en la verdadera realidad del tercer cielo, para salvación y vida eterna.
         ¿Qué significa esto? La convicción es la certeza o seguridad, es un convencimiento y persuasión con razones.  Así es la fe “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11.1 – RVR60). La fe no es ciega, así como la ciencia no es ciega, la fe también es comprobable con la razón. La fe, razón y ciencia van de la mano. Por ejemplo, el Calentamiento Global está anunciado en la Biblia, así la ciencia lo confirma. El profeta Daniel nos confirma como de Dios es el poder y la sabiduría, provee tanto la sabiduría a los sabios como la ciencia a los entendidos, su revelación es en profundidad y descubre aun lo que se encuentra escondido o secreto, conoce lo que está en tinieblas, pero con él mora la luz. Daniel 2.20 al 22 “Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz” (RVR60).
         Aunque los seres espirituales caídos son puestos en prisiones de castigo eterno, hasta el día del juicio final, surgen entre los seres humanos los hijos del diablo y los hijos de Dios, diferenciados por los que no tienen y los que sí tienen vida espiritual en Cristo. Toda esta Cronología Bíblica son como piezas del rompecabezas que se van armando, cada una es necesaria para identificar por completo el hilo conductor de los tiempos, además de la trama del sentido bíblico. La vida espiritual es una vida sin maldad ni pecado. 1 Juan 3.9 al 10 “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (RVR60). Esta diferencia entre hijos de Dios y los hijos del diablo es la siguiente: algunos transmiten con el ejemplo y modelo de vida la educación y enseñanza de Jesucristo, que es la simiente de Dios, otros con su forma de ser y vivir, transmiten la desobediencia y rebeldía del ángel caído.
         Esta situación es anunciada proféticamente desde el tiempo de Adán y Eva. 1 Juan 3.11 al 13 “Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece” (RVR60). La profecía bíblica al respecto se encuentra en Génesis 3.15 “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (RVR60). La simiente que transmiten los hijos de Dios es Cristo. Gálatas 3.16 “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (RVR60).
 [05]
       ¿Cuál es la situación de la religión en este análisis cronológico bíblico? Hemos considerado las ciencias bíblicas en igualdad de condiciones que las ciencias teológicas, pero algunos alegan y defienden la trascendencia de las ciencias religiosas. La ciencia al final del camino sigue siendo ciencia, es decir, la ciencia a pesar del tránsito de su inicio y su fin, de ninguna manera pierde su esencia, lo que constituye su característica e importancia inalterable. Biblia, religión y teología, tienen validez y vigencia en el sustento del conocimiento exacto y razonado, sobre la base del dominio de los conocimientos que son comprobados y demostrables. Tiene erudición por ser un estudio e investigación de conocimiento en profundidad, es un saber porque es un estudio profundo de las Sagradas Escrituras de la Palabra de Dios. Las afirmaciones bíblicas tienen su clara explicación, pero hay que analizar, estudiar e investigar en profundidad.
         Por ejemplo, Juan 16.7 al 11 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (RVR60). El ángel caído con los suyos de la rebelión se encuentra en prisiones hasta el día del fin. Jesucristo dice la verdad, la misma es congruente con lo que hace. Primeramente la verdad existe y es real, la verdad no se puede negar racionalmente. Faltar a la verdad es sembrar la duda. Jesucristo menciona la unción del Espíritu Santo entre sus seguidores. La existencia de la función y operación del Espíritu Santo, es real y verdadera, pero cómo explicamos científicamente el Espíritu Santo. Se demuestra mediante su efectividad de convencimiento, en relación con descubrir y visualizar el pecado, la justicia y el juicio. Jesucristo es histórico, sin embargo, hay quienes no creen en él y niegan su historia, su resurrección y elevación al tercer cielo fue presenciada por testigos, porque con sus declaraciones y testimonios hicieron justicia, según derecho y razón.
         Por último, dar un lugar que no le corresponde al ángel caído es caer en su simulación de engaño y mentira, es darle una ostentación de poder que no tiene. Inclusive muchos predican y promueven más al ángel caído, rindiéndole con disimulo pleitesía. El ángel caído y sus secuaces se encuentran en prisión, condenado con castigo eterno por su maldad y pecado. ¿Cómo explicamos científicamente la existencia del mal? El ser humano es el portador y se refleja en sus acciones, actos y hechos. La humanidad tiene que reconocer su mal y pecado, asumir con compromiso su responsabilidad del mal y dejar de culpar al ángel caído por sus propias actuaciones, su comportamiento y conducta, tanto individualmente como persona y colectivamente en sociedad, corresponde solamente al ser humano su rendimiento de cuentas ante Dios. Todo esto es comprobable o demostrable con la ciencia del bien y del mal. 2 Corintios 11.3 “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (RVR60).
         En el conocimiento antiguo se creía la analogía de los seres venidos a la Tierra, que regresan posteriormente a Dios, comparados con chispas desprendidas de la luz de Dios que nuevamente se fusionan. Esto ocurre en el fraccionamiento cristiano, donde todos los creyentes y seguidores de Cristo están desunidos, ya sea por comunidades de fe, centros de educación y formación, congregaciones, cooperativas caritativas y de solidaridad, denominaciones, hospitales, iglesias, orfanatos, organizaciones, religiones, sociedades, universidades y las peyorativamente llamadas sectas, entre otros. En el “debería” es el amor de y en Jesucristo lo que une el fraccionamiento cristiano, pero en el entendido de que este tipo de amor es Jesucristo mismo, o sea, es un amor de compasión, consagración, fe, fidelidad, justicia, misericordia, obediencia, paz, pureza y santidad. En términos de amor como en otros principios y valores, Jesucristo es el Ejemplo y Modelo, que tiene mayor Excelsitud, es el Soberano, que ejerce la autoridad suprema, inclusive ante las autoridades máximas de la administración, comunicación, dirección, gobierno y guía del mundo.
         Así como Dios es Amor, Jesucristo representa el Amor del Padre, el Hijo es la autoridad, mando y poder. Apocalipsis 1.5 al 6 “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (RVR60). El verdadero amor no es consentir y encubrir la práctica del pecado, solo por amabilidad y cortesía de no herir con la corrección, los sentimientos y la susceptibilidad de quienes cometen el pecado. Dios Padre y su Hijo nos aman con un amor a la salvación y vida eterna, de ninguna manera es un amor superficial, apegado a lo carnal, temporal y terrenal. Jesucristo para nada es religión en las prácticas de costumbres, ritos y tradiciones del mundo, ineficientes contra la maldad y el pecado. Se requiere ser apto, o sea, con la aptitud requerida para ser un fiel servidor e hijo de Dios, que reciba las promesas de salvación y vida eterna en el reino de Dios.
         Hay mejores formas de agradar y servir a Dios Padre y su Hijo Jesucristo en el mundo, que perder el tiempo de vida en las distracciones terrenales, fomentadas y promovidas por la incredulidad y el paganismo moderno, extendidas en el planeta mediáticamente. Los ángeles indecisos venidos a este mundo, permanecen en confusión, duda e indecisión, se sienten atrapados en cuerpos humanos. Otros se desvían en cuestiones de sexualidad, tergiversan el verdadero propósito y sentido de la vida, mientras tanto, con Dios están los que son fieles y andan en camino de perfección. Salmos 101.6 “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá” (RVR60). Así el ser humano fue echado del huerto o jardín del Edén, para buscar y seguir el Camino de Dios, hacia la salvación y vida eterna. Desde un principio tuvieron que lidiar con las distracciones de la vida, para lograr sobrevivir o subsistir en las cuestiones necesarias de la cotidianidad. Inclusive su vida errante o nómada era una representación o simbolizaba una peregrinación, lo que se consideraba como una vida de paso para la vida eterna.
         Los primeros emigrantes o migrantes fueron Adán y Eva, luego Caín con una de sus hermanas por ser los primeros humanos en el planeta. De esto ya hace alrededor de seis mil años de existencia. Los seres humanos se vieron forzados a tratar de vivir con inteligencia, ingenio, innovación e invención. Se inventan las herramientas de trabajo, los instrumentos de música, las normas o reglas de convivencia, los métodos o sistemas de intercambio comercial, los bienes y servicios, las ocupaciones, oficios, labores y sus formas de pago, entre otros. Principalmente surge a raíz de la adoración a Dios, la iniciativa de religión, que con el tiempo hasta el día de hoy, ha sido la actividad religiosa la que más moviliza y mueve a las personas en todo el mundo, más que cualquier actividad artística, comercial, deportiva, militar o política. No obstante, Jesucristo no es una religión, sino una práctica y vivencia de su ejemplo y modelo de vida. Ninguna religión salva ni da vida eterna sino es mediante Jesucristo. La Biblia determina lo siguiente: 1 Timoteo 2.5 al 6 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (RVR60). A pesar de la conciencia del conocimiento interno de bien y mal, que es nuestro deber de hacer o de evitar, además de la consciencia de pensar, querer y sentir con conocimiento de lo que se actúa o se hace, el uso del porcentaje del cerebro con sensatez y madures es mínimo, prevalece la condición de placer, debido a los gustos y preferencias propios del humano.
         También surge la competencia a la religión, que es la degeneración y el desenfreno activo de la intimidad sexual. Se deja de escuchar el mensaje de Dios, su intolerancia a la maldad y al pecado. Las personas priorizan la inmediatez del placer, con la depravación y promiscuidad sexual. Aunque Dios es el que liberta y salva, las personas asqueadas de la maldad y pecado, continúan esclavas y adictas al hábito de pecar, incurriendo en una vida ajena, alejada y contraria a los comportamientos  y conductas exigidos por Dios. Las víctimas, justificado por algunos con el pretexto de las guerras, son víctimas con odio y a la vez réplicas de víctimas a victimarios, en adulterio, depravación sexual, fornicación, pederastia o pedofilia, violación y zoofilia, entre otros desvíos de copulación o unión sexual. Se pierde el entusiasmo hacia el Creador, se cambia la vida en Dios por una vida de anarquía, confusión, desconcierto y desorden. Inclusive posteriormente a la primera venida de Cristo, la fragmentación del cristianismo ha provocado más división que unión en Cristo. Las civilizaciones y culturas se rigen sin tomar en cuenta la inteligencia de la mente de Dios, las sociedades se conforman con su propio desconocimiento, indiferencia e ignorancia, especialmente en la inmadurez espiritual, además de la falta del conocimiento celestial.
 [06]
       Ante todo, Dios es el que tiene la Razón, el ser humano puede depositar su confianza, con plena certeza y seguridad en Dios. Esto fue demostrado con las plagas de Egipto, porque tenían el enfoque de sus vidas centrado en los dioses falsos. Éxodo 12.12 “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová” (RVR60). Los llamados de atención por parte del Creador, son necesarios para que la humanidad reaccione y vuelva su mirada hacia el Dios verdadero. Isaías 45.5 al 7 “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto” (RVR60).
         La vida es aceptar y reconocer a Dios, es abandonar las tinieblas que ofrece la vida y acercarse a la Luz de Dios. Juan 3.19 al 21 “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (RVR60). De manera que practicar la verdad en la vida es una lucha entre el bien y el mal, el portador es el mismo ser humano, esto es entre la luz y las tinieblas. Sin embargo, la arrogancia e ignorancia de la sociedad se muestra sin límites ante Dios, se vive sin admitir las órdenes de Dios, no hay un amor decente de adoración y servicio al Creador. La indecisión e inseguridad de las personas sin reflexión, las lleva a cometer actos injustos y denominados de bajos instintos, sin valorar la verdad. Jesucristo dijo en Juan 8.32 “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (RVR60). Jesucristo es el Ejemplo y Modelo de Identidad, la vida en Cristo de ninguna manera corresponde a un mundo ideal o a una utopía, sino que la vida en Cristo es real y verdadera mediante la espiritualidad.
         El mundo físico entregado a lo terrenal, su atención y enfoque vive distorsionado en una dispersión de distracción y ruido. La espiritualidad es la vivencia de Jesucristo en nuestras vidas, a través de las acciones y hechos, con toda la pasión del corazón y la mente puestos en Jesús. Tanto intuición como razonamiento se conjugan y se complementan para decidir y seguir a Cristo en su Camino. Lo que se ha llamado la comunicación, coordinación e interacción de las neuronas de fe o religión, entre la correspondencia interoceptiva del corazón, la mente y la creencia en Dios. Este sistema de interconexión entre corazón y mente es mencionado por Jesucristo. Lucas 6.45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (RVR60). El ser humano desafía y reta a Dios, pero el amor más grande es el demostrado por Dios con el envío de su Hijo. Aunque algunos persisten en desechar o descartar a Dios, jamás seremos dueños de la vida, la misma no es nuestra verdadera realidad, sino que servir a Dios es lo que tiene valor.
         El ser humano se lastima así mismo con la envidia y rivalidad, prefiere morir en esta vida fugaz, sin las expectativas o esperanza a una vida eterna, que servir a Dios para merecer las promesas y recompensa de una inmortalidad con cuerpo transformado. Están los que pretenden o procuran lograr esto al reflexionar acerca de la muerte, especialmente los que llegan a una condición cercana a la muerte, pero no les alcanza, porque es durante el transcurso de la vida que hay que dar frutos dignos de la salvación y vida eterna. Esta vida material, superficial, temporal y terrenal en el primer cielo es muy pasajera, como una realidad de ficción o virtual, porque la verdadera realidad perdurable está en el tercer cielo. Más allá del segundo cielo del espacio sideral y del cosmos, en la dimensión de Dios infinita y para siempre, donde no puede ingresar instinto humano carnal de maldad y pecado, porque es absolutamente exclusivo para quienes nacen de nuevo, con arrepentimiento, conversión y resarcimiento. En todo caso figurativamente es como un suicidio colectivo o social, donde la humanidad por su propia naturaleza burla la justicia de Dios, aman y prefieren más la oscuridad y las tinieblas, que la consagración y santidad de la Luz de Dios.
         Predomina el engaño y el hacer creer lo que no es verdad, Dios pide inhibir el mal y el pecado, o sea, la abstinencia de la práctica del mal y del pecado, para que las personas no muestren interés alguno en pecar, pero la tendencia del ser humano es hacer lo contrario de lo que Dios prohíbe, se desinhibe en sus adicciones y sensaciones, para no privarse del placer, aunque sea una situación destructiva, como el uso de estupefacientes para provocar estimulantes alucinógenos y narcóticos adictivos. Aunque esto signifique destruir sus propias neuronas. Es la decadencia de la sociedad debido a la alienación y perdición humana, por una vida sin Dios y en profanación sistémica y social. La actividad de la religión es lo que más moviliza a las personas en el mundo, pero el desenfreno sexual y el uso de drogas ilegales y legales, generan también una gran actividad mundial.
         En suma, en la dimensión de Dios es como la mente de Dios, en Espíritu que es Energía, Fuerza y Poder. Hechos 17.26 al 28 “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (RVR60). Dios ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de habitación del ser humano. Antes solamente es y está Dios, luego para ser el Padre, crea su Hijo unigénito. Entonces su Hijo es la creación de la existencia con la jerarquía de su propia sustancia divina, es segundo en autoridad después del Padre, es el ser en su esencia divina homogénea en eternidad, santidad y verdad, es un ser celestial y espiritual, pero todavía de ninguna manera representa espacio, materia y tiempo. En Dios Padre vivimos, nos movemos y somos, es como estar inmerso en la mente de Dios, omnipresente y omnisciente. El linaje humano desciende de Adán y Eva, el linaje celestial y espiritual de los ángeles indecisos proviene del Hijo. 1 Pedro 2.4 al 5 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (RVR60).
 [07]
       El Hijo es el primero, principal y principio de la Esencia y Verdad. Hereda o recibe el conocimiento del Padre. Juan 5.18 al 19 “Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (RVR60). Ahora bien, el Hijo transmite el mensaje y voluntad del Padre, es verdadero que la enseñanza del Hijo es la palabra de Dios. Juan 12.49 al 50 “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho” (RVR60). Por lo tanto, el Hijo tiene la misma decisión con el Padre en Esencia y Verdad, tienen un único propósito en la finalidad, intención y objeto. Juan 14.10 al 11 “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (RVR60).
         Volviendo al principio, después del Hijo, ambos Padre e Hijo crean el espacio, materia y tiempo, inclusive todo el contenido energético en el cosmos, espacio sideral, galaxias, vía láctea y en general de todo el universo. Toda esta formación aparenta una edad mayor que los seis mil años que tiene de existencia. Así mismo el contenido en todo el globo terráqueo. Esto no procede de cálculos especulativos o probables sino de hechos verdaderos, aseverados y confirmados por Dios mismo a través de su Palabra, basta hacer un cálculo exacto entre las generaciones entre Adán, Eva y Abraham, luego entre Abraham y la primera venida de Jesucristo, por último entre Jesucristo y nuestra época, suman dos mil años cada período, para un total de seis mil años. Esta creación corresponde al plan “B”, para que los ángeles indecisos tuvieran su oportunidad de venir a este mundo a tomar una decisión definitiva. El plan original después de la creación del Hijo fue la creación de sus seguidores o séquito celestial. Nehemías 9.6 al 7 “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham” (RVR60). En el pasaje anterior se entremezcla el primero, segundo y tercer cielo.
         El jefe de los ejércitos de los cielos es el Hijo y se hace alusión a sus seguidores del Séquito Celestial. Salmos 148.1 al 5 “Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos Alabadle, sol y luna; Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron creados” (RVR60). El período entre la creación del séquito celestial y la segunda oportunidad del ángel caído, para arrepentimiento, conversión y resarcimiento del daño provocado, en su conversación y orientación con los primeros seres humanos Adán y Eva, este es el “Período Esencial de la Misericordia”. Se percibe una sensación profunda desde las entrañas, entre los seres espirituales creados y el amor correspondiente y recíproco de corazón, representado en Dios Padre y su Hijo. Esta oportunidad es benevolente en relación con el castigo merecido, sin embargo, es la confirmación y reiteración de la caída del ángel rebelde. Adán y Eva, los primeros ángeles indecisos en forma humana, pierden la protección de luz. La formación del ser humano incluye su origen del temperamento, aunque su función se activa al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. También surge en el ser humano el gen del envejecimiento al comer dicho fruto. Génesis 3.7 al 8 “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (RVR60).
 [08]
       A pesar de la entrañable misericordia de Dios demostrada antes del primer pacto, durante el primer pacto y en el nuevo pacto, el período entre el ángel caído en el Huerto del Edén con Adán y Eva hasta la Segunda Venida de Jesucristo, es el “Período Esencial del Sacrificio”. Lucas 1.78 al 79 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz” (RVR60). Esto para dar luz a quienes estaban inmersos en las tinieblas y en sombra de muerte, entonces muestra El Camino de Jesucristo, con el sacrificio de redención de pecados, salvación y vida eterna. Pero en el ser humano se presenta una actitud y conducta cortoplacista frente a la vida. Su apego al mundo en el caso de lo material, temporal y terrenal lo esclaviza a la inmediatez del placer y sus efectos a corto plazo, a la vez distraídos, ocupados y sujetos. ¿Qué es la esencia y qué es lo esencial? La esencia de Dios Padre está en su Hijo, el amor del Padre se muestra y visualiza en Jesucristo, lo esencial, fundamental y principal es la misericordia y el sacrificio de Cristo. Lucas 20.13 al 15 “Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron” (RVR60).
         Lo esencial de la misericordia se termina con el juicio, condenación y castigo. La analogía de la parábola con sentido figurado, describe lo siguiente en Mateo 21.41 al 42 “Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (RVR60). La transgresión de Adán y Eva fuerza u obliga al sacrificio. 1 Pedro 1.22 al 23 “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (RVR60). En lugar del amor sin fingimiento y el amor entrañable, los ángeles indecisos en cuerpos humanos, se aferran a las guerras con la insistente rivalidad preexistente, con tenacidad y violencia. ¿Era necesario matar al Hijo de Dios o Dios Padre quería la muerte de su Hijo? 1 Corintios 2.6 al 8 “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (RVR60).
         Esta es la explicación de la existencia de las guerras, la rivalidad preexistente entre los ángeles indecisos. En esta condición a falta de reconocer y recordar la patria celestial, se matan unos a otros, enceguecidos por una patria terrenal y limitados en un conocimiento natural. El Espíritu de Dios o Espíritu Santo de Dios, es la energía, fuerza y poder para hacer la voluntad de Dios. 2 Corintios 3.2 al 3 “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (RVR60). Hasta ahora el orden es primeramente la creación del Hijo, luego sus seguidores o séquito celestial, seguido de los seres humanos que son los ángeles indecisos. Por último, la Segunda Venida de Jesucristo para salvar a quien se ha decidido en seguir su Camino, aquellos que se preparan con voluntad y esperan su venida. Así perpetuar la vida eterna. Mateo 24.35 al 37 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (RVR60).
         El día y la hora nadie sabe, excepto el Padre en su sola potestad. Hechos 1.6 al 8 “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (RVR60). La creación del séquito celestial es una cantidad definida, no hay más ni menos seres espirituales que son celestiales desde entonces, una tercera parte fue arrastrada por el ángel caído, entre las otras dos terceras partes, una cantidad se mantuvo fiel y leal al Hijo, como jefe y principal del séquito celestial, el resto son los ángeles indecisos que vienen a este mundo como seres humanos. Al ser una lista determinada y limitada, millones de millones de ángeles, en el transcurso de seis mil años hasta ahora, cuando se termine la lista de ángeles indecisos, entonces el último tome su decisión de ser un justo seguidor fiel y leal a Jesucristo, será el fin de los tiempos con la Segunda Venida del Salvador y Señor, el Hijo de Dios.
         Las parábolas de la oveja perdida y del hijo perdido con el padre incondicional, son como ángeles indecisos que vuelven a su casa celestial. Romanos 11.25 “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (RVR60). Hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles, o sea, la plenitud es cuando se complete la lista, que va avanzando conforme se añade cada día a Jesucristo los que han de ser salvos. Hechos 2.46 al 47 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (RVR60). Esta lista se cumple con el último indeciso que se vuelva justo y se manifiesta cuando venga lo perfecto, con la resurrección de los muertos y el cuerpo transformado.
         Así es el tiempo del fin descrito por el profeta Daniel 12.1 al 2 “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (RVR60). Entonces el día de la Segunda Venida de Jesucristo, conoceremos cada uno como fuimos conocidos delante de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo. 1 Corintios 13.9 al 12 “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (RVR60).
 [09]
       Por último, la señal más evidente previa a la Segunda Venida de Jesucristo es el Calentamiento Global, en el caso de que llegue a un punto donde ya no es reversible. Apocalipsis 16.9 “Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (RVR60). Esto se asevera y confirma en 2 Pedro:
 2 Pedro 3.4 al 7 “y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (RVR60).
         El día de la Segunda Venida de Jesucristo se presenta una resurrección con cuerpo transformado y los que están vivos preparados, también se transforman para encontrarse con Nuestro Señor. 1 Corintios 15.51 al 53 “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (RVR60). Esto de un abrir y cerrar de ojos, significa que es en un instante, pero así es la muerte en un cerrar y abrir de ojos, porque en la muerte no hay espacio, materia y tiempo. Abel tiene alrededor de seis mil años de muerto, pero desde el momento en que muere a la Segunda Venida de Jesucristo, para Abel es un cerrar y abrir de ojos. Lo mismo para todos los demás muertos, porque el tiempo no cuenta entre los muertos, ya sean miles de años, siglos, décadas, años, meses, días, minutos o segundos.
         El tiempo corre o pasa solamente entre los vivos. Además los demás muertos resucitan con el mismo cuerpo que tenían cuando murieron, tanto corruptibles como mortales, de ninguna manera para condenación y castigo se podría recibir cuerpo transformado. Por esta razón, entre amigos, conocidos y parientes se van a reconocer, si se encuentran en el juicio final. El dolor o sensación de castigo es gradual según el nivel de maldad y pecado en la persona cuando muere.
 Apocalipsis 20.11 al 15 “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (RVR60).
         El lago de fuego y azufre es como la hilera de ceniza dejada a su paso por el fuego en una cerilla o fósforo, desde la cabeza con pólvora hasta la astilla completa de madera. El tiempo de duración depende de la intensidad con la que el fuego queme totalmente la cerilla o fósforo, hasta su destrucción total e inexistencia. En la resurrección de los muertos cada persona conocerá como fue conocido por Dios Padre y su Hijo, es decir, los libros fueron abiertos, porque cada persona en su propia mente sabrá cómo fue su vida ante el libro de la vida de Dios o la Mente de Dios. Porque muchos pretenden vivir en despilfarro, opulencia, vanidad y vicios, con falta de rectitud moral en las acciones, para supuestamente vivir bien en esta vida, pero no les importa la salvación y vida eterna, se despreocupan de la importancia de la psique de su alma, que es la vida espiritual proyectada hacia la vida celestial. Marcos 8.36 al 38 “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (RVR60). El propósito y sentido de la vida en Jesucristo está basado en hechos y verdades, es fáctico por su pertenencia y relación con su estar, hacer y ser.
         Los santos ángeles corresponde al séquito celestial que se mantuvo fiel y leal a su Señor. El propósito y sentido de la vida está en función de entender y conocer el “Yo Soy” Jeremías 9.23 al 24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (RVR60). Jesucristo mismo dijo lo siguiente en Juan 14.6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (RVR60). Los ángeles indecisos que toman su propia decisión de seguir y ser como Jesucristo son los elegidos o escogidos. 1 Timoteo 5.20 al 21 “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad” (RVR60). La elección o escogencia es la decisión de ser como Jesucristo en ejemplo y modelo de vida, según lo fáctico de las acciones, actos y hechos demostrables y verídicos.
 [10]
       Finalmente, ¿Qué pasa con los ángeles caídos y encarcelados? Jesucristo viene con sus santos ángeles fieles y leales a juzgar a los ángeles que no guardaron su dignidad ni lugar, junto con todos los ángeles indecisos que se quedaron sin tomar una decisión definitiva, sino que permanecieron en su indecisión de seguir y ser como su Señor Jesucristo. La indecisión por sí misma los condena al juicio final. Los justos en vida tienen un juicio previo, donde presentan sus atestados o pruebas de justicia, con sus acciones, actos y hechos. Mateo 25.31 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (RVR60). Hay una comparación de esta indecisión con los tibios. Apocalipsis 3.14 al 17 “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (RVR). El ser desventurado espiritual, miserable espiritual, pobre espiritual, ciego espiritual y desnudo espiritual, se refiere a una terminología con explicación y sentido espiritual. Porque la verdadera riqueza está en el conocimiento y práctica espiritual y celestial, para salvación y vida eterna.
         Estos ángeles caídos y los que son permanentemente indecisos recibirán su condenación, castigo y destrucción total. Mateo 25.41 “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (RVR60). Esta sentencia corresponde a un castigo eterno, la eternidad es restricta, o sea, limitada y precisa a la pena impuesta para siempre, pero su consumación es la destrucción eterna, mientras tanto se sufre un gran dolor y tormento de lloro y crujir de dientes, cuando se consume el juicio final. 2 Pedro 2.4 “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (RVR60). La destrucción total es congruente y consecuente con la exclusión a la vida eterna. Lucas 13.27 al 28 “Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (RVR60).
         Para esto apareció Jesucristo, para la verdadera inclusividad a la salvación y vida eterna. 1 Juan 3.5 al 8 “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció  el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (RVR60). La pena establecida es el castigo de eterna perdición que consiste en la exclusión de la presencia y gloria de nuestro Salvador y Señor, cuando se manifieste desde el cielo en llama de fuego. 2 Tesalonicenses 1.7 al 9 “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (RVR60). Se requiere el cuerpo, mente y psique unidos integralmente, con la atención plena y el sentido de la vida en Jesucristo, para vivir la plenitud en Cristo, con el amor completo y verdadero en Cristo Jesús. Por esta razón la importancia de conocer y saber claramente la Psicoteología: la Neurociencia de la Fe, La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo y la Caracterología Cristiana, entre otros temas afines.
16 de octubre de 2022
Tomado de https://www.neobiblismo.org
0 notes
neobiblismo · 2 years
Text
Psicoteología: La Neurociencia de la Fe
Tumblr media
         La psicoteología para el neobiblismo, vendría a ser una disciplina específica en el estudio del comportamiento y conducción personal de los discípulos de Jesucristo, influenciados por un mayor grado de consciencia y percepción de la afectividad y sensibilidad celestial, establecida según la mente y psique de Jesucristo. La mente del ser humano tiene la capacidad y facultad de aprender, conocer y recordar, con funciones y propiedades como concienciar, imaginar, percibir, pensar, entre otros. Algunas de estas características entre seres humanos las tienen otros seres vivos como los animales. La psique tiene relación con el sentido de la vida en la mente humana, es la ciencia de vida para el propósito de la existencia, que va más all�� de la vida presente, porque es la vitalidad en profundidad de la suma importancia o trascendencia de Jesucristo para vida eterna. La afectividad y sensibilidad celestial implica la capacidad de experimentar una realidad de emociones y sentimientos de trascendencia espiritual hacia lo celestial.
         La capacidad de percibir la manifestación clara de la comprensión y entendimiento del conocimiento celestial se recibe de Jesucristo,  porque es la fuente anímica generadora de aliento y fuerza de vida, tanto en el saber como en el ser: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.9 al 10 – RVR60). Esta prerrogativa de excelencia y superioridad de Jesucristo, como puerta del conocimiento celestial para salvación y vida eterna, es congruente con la relación de conocimiento e interacción de energía celestial con Dios el Padre. Lo contrario se presenta con los seres humanos limitados solamente a lo natural: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.14 al 16 – RVR60). Nuestras mentes son puertas que abren o cierran al conocimiento, pero la puerta mayor y principal es conocer la Mente de Jesucristo, que representa la puerta al conocimiento celestial.
         La consciencia es un acto psíquico de las facultades mentales de recapacitar, por consiguiente, coadyuvante del conocimiento de sí mismo, de los actos reflexivos, la percepción de la realidad y la relación personal con el entorno. La disciplina de la psicoteología estudia el efecto placebo producido por la fe en la psicobiología, y su relación con otras disciplinas como la neurobiología y el sistema nervioso, la neurociencia cognitiva o la neuropsicología. Esta fe se centraliza en Jesucristo, tanto como centro común y poder central, que opera en quienes le siguen, ya que es mediante la atención y enfoque directo hacia Jesucristo, el logro de la efectividad de un mayor control y dominio sobre los pensamientos y sentimientos, por consiguiente de los comportamientos y conductas individuales y sociales: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10.19 al 22 – RVR60).
         Según el pasaje anterior, la plena certidumbre de fe, es la certeza y seguridad mental relacionada a los pensamientos, y purificados los corazones de mala conciencia, tiene una relación entre la intención y voluntad con los sentimientos. En el vínculo corporal de lavar los cuerpos con agua pura, es la purificación congruente entre cuerpo y mente. La reciprocidad de la relación física, aparentemente entre lo genético y fisiológico. Esto es debatible para ser analizado, por un lado se menciona la importancia de la sangre y carne de Jesucristo, porque en otra parte se aclara:
 “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4.14 al 16 – RVR60).
         Obsérvese como se hace referencia a las debilidades humanas con el soporte oportuno del socorro celestial. Esto es lo que llaman la transformación que viene desde el Espíritu Rector. Por consiguiente la espiritualidad no es exclusivamente una realidad biológica, sino que desde la psicoteología es una combinación psicológica y del conocimiento del estudio acerca de Dios, para que sea el Ser Supremo quien gobierne nuestras vidas con abundancia, mediante la influencia del pensamiento de nuestro Señor Jesucristo. Es indispensable aumentar una confianza plena y dominio propio, a través de la función de conexión cuerpo y mente. El estado de conciencia y su relación con el comportamiento. De esto depende la condición conductual del ser humano, regido por una Ley Celestial, a la vez una Ley Moral y Universal Absoluta. Por lo tanto, la neurocognición psicoteológica, implica la capacidad del ser humano para conocer, a través del cerebro y los procesos neuronales, que activan la mente a la trascendencia de consciencia natural hacia la consciencia celestial, pasando y superando los límites de la consciencia espiritual. Por esta razón, para la psicoteología también hay un posible interés potencial en el estudio de las ciencias sociales, en relación con el comportamiento de la organización de los discípulos de Jesucristo dentro de la sociedad. Esto debido a los procesos neurobiológicos influyentes en la mente, que son determinantes en el comportamiento de los discípulos, según el aprendizaje y educación en las enseñanzas y el mensaje integral de Jesucristo.
         La mente de Dios Padre es la mente superior o suprema, la mente del Hijo, es la conexión o enlace de fe espiritual para la intercesión de transmisión del conocimiento, en relación con la comprensión y entendimiento de sus seguidores. También en la inteligencia emocional y la inteligencia espiritual según Cristo. Son aquellos discípulos con las características de nobleza espiritual y con los sentimientos elevados, en su condición, estado y situación afectiva del ánimo y la espiritualidad. Especialmente con la personalidad sensible, sin el apego a lo superfluo de lo material y sin el arraigo a la temporalidad de lo terrenal, con la mente y pensamiento puestos en la patria celestial:
 “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR60).
         Las características o cualidades atribuidas al carácter de Dios se le consideran atributos divinos, que son propiedades manifestadas en principios y valores en el discípulo, por ejemplo, la semejanza en la santidad del amor, bondad, caridad, compasión, empatía, fe, generosidad, justicia, misericordia y paz, presentes en la encarnación de la obra de Jesucristo. Especialmente una inconmensurable benevolencia de buena voluntad y simpatía auténtica, genuina y sincera hacia las personas. La Biblia dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4.7 al 9 – RVR60). La fe de y en Jesucristo produce un placebo de efecto psicoterápico, porque el discípulo ejerce propiedades exclusivas de la enseñanza y mensaje del evangelio de Jesucristo. Así los discípulos integran un grupo de fortalecimiento de las buenas nuevas, o sea, las buenas noticias del Salvador que ofrece la Vida Eterna, mediante su diálogo directo y personal, tanto con el individuo como con el grupo en la educación de discipulado, a su vez es manifestado en la relación humana y espiritual.
         Hay principios y valores transmitidos por la enseñanza de Jesucristo, aprendido y practicado por sus seguidores los discípulos, que producen efectos bioquímicos de bienestar positivo, con el resultado de mejoría en el estado de la personalidad. También hay manifestaciones fisiológicas o psicofisiológicas según la mente y pensamiento, emociones y sentimientos vinculados a la vida espiritual. Precisamente el factor de vida espiritual atañe a la determinante de tomar una resolución mental, para disponer con anticipación la actitud y ánimo en la confianza al Maestro Jesucristo y su enseñanza como ejemplo y modelo de vida. En esto consiste el efecto placebo, como tratamiento terapéutico de la fe de y en Jesucristo. El significante es el resultado de personas nacidas de nuevo, que han vuelto en sí con el cambio de personalidad y forma de ser, en función de ser semejantes a Jesucristo:
 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2.8 al 13 – RVR60).
         La praxis transformadora consistente en un sistema de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, por medio de la práctica de los principios y valores fomentados, promovidos y propuestos directamente por Jesucristo. Estos principios son normas divinas para regir la comprensión y el entendimiento de las acciones y la conducción de forma consciente del bien común y personal. Además para la consecución de una vida eterna vinculada a la divinidad celestial: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.16 al 18 – RVR60).
         El proceso mental involucra las funciones afectivas y sensitivas, coadyuvantes del desarrollo y proceso emocional y sentimental. Todo este conjunto de factores de la mente, los designios, decisiones, pensamientos y propósitos, unidos e integralmente aunados al conocimiento celestial de la intención, motivación, ocupación y voluntad divina, moldean las actitudes, el raciocinio y la reflexión. De manera que son congruentes con la fe de adhesión a la realidad concreta de la personalidad de Jesucristo, en su carácter y temperamento, para dar identidad a una forma de ser auténtica, genuina y legítima del discípulo. Y demostrado cuando se sigue el camino, la verdad y la vida en Jesucristo, según sus acciones, ejemplo, hechos y modelo de vida, que en conjunto conforma la obra plena de Jesucristo. Hay un pasaje del Evangelio de Lucas que indica lo siguiente:
 “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará? Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios” (Lucas 23.31 al 35 – RVR60).
 [2]
       Jesucristo es el enviado y escogido de Dios Padre, sin embargo, los mismos gobernantes hacen mofa de burla y escarnio. Jesús afirma que no saben lo que hacen, luego en la primera carta o epístola a los Corintios se escribe:
 “para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.5 al 8 –RVR60).
         ¿Cuál es esta fe en el poder de Dios? Es aquella gratitud que en su ausencia es imposible agradar a Dios. La fe viene a ser la bujía, el catalizador, el detonante, el motor y el propulsor de la certeza y convicción en el galardón de la eternidad. Esta confianza y seguridad se desenvuelve en la psique, como mecanismo indubitable de las facultades mentales, que garantiza una relación infalible con el Creador. Es una interrelación recíproca donde se aprecia, estima y valora la vida con agradecimiento y correspondencia a Dios, a pesar de la adversidad y sufrimiento. La Biblia dice al respecto:
 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.1 al 6 – RVR60).
         Esta fe en todo su esplendor y plenitud, nos obliga a una cosmovisión del respeto y reverencia universal, hacia la energía celestial creadora proveniente de nuestro Dios el Creador: “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz” (Salmos 36.7 al 9 – RVR60). En la luz del conocimiento de Dios veremos la luz del conocimiento celestial, así como un paraguas o una sombrilla, permite o posibilita resguardarse de la lluvia o nos guarece de la irradiación del sol, así la misericordia de Dios es preciosa, con su amparo y protección mediante el temor del principio de la sabiduría: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2.12 al 13 - RVR60). La fe en la psique sumada al temor de Dios, contribuye con la consciencia de la formación de la actitud y el carácter necesario para obedecer fielmente a Dios.
         Por cierto, en relación con el alcance del buen testimonio de los antiguos, además de ocuparse de la salvación con temor y temblor, entre los requisitos de los jueces colaboradores de Moisés, se establecieron los siguientes:
 “Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo” (Éxodo 18.20 al 22 – RVR60).
         Virtud, temor de Dios, verdad y sin avaricia. Estos requisitos todavía están vigentes para ser personas espirituales que no seamos juzgados. Recordemos el pasaje mencionado donde se dice: “En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”. Se combina la rectitud en el proceder cotidiano, la práctica y reflexión moralista, de principios muy sólidos, fortaleza en la conciencia de la ética del bien y del mal, además muy altos valores en dirección al perfeccionismo del anti pecado, correcto e íntegro en toda circunstancia, lugar y momento. Se contiene y modera en lo que dice y hace en busca de la aprobación directa de Dios: “Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios. El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto. La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa. ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció” (Deuteronomio 32.3 al 6 – RVR60).
         Ahora bien, hay una relación en esta descripción con las ciencias bíblicas y sociales, porque se trata del comportamiento y conducta en el ser humano, por la causa o motivo de ser juzgado, con el rendimiento de cuentas ante el juicio final de Dios. Así, desde el principio el Árbol del conocimiento del bien y del mal, corresponde al Árbol de la ciencia. Dios es el creador de la ciencia, el ser humano solamente la descubre, inclusive hay un pasaje donde se indica lo siguiente: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éxodo 31.1 al 3 – RVR60). Dios mediante el Espíritu provee sabiduría e inteligencia, habilidad y virtud en ciencia y arte, como un don en la cualidad, tanto física y psíquica.
         Otro pasaje menciona acerca del Mesías: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías 11.1 al 2 – RVR60). El Espíritu de Dios como energía y fuerza creadora, fuente de sabiduría e inteligencia, consejo y poder, conocimiento y temor de Dios, tienen mucha relación con el conocimiento de la ciencia. La idea de la finitud, del fin cosmológico del espacio – tiempo, iniciado cuando el cosmos fue creado de la nada, hasta la llegada de su fin con el juicio final, de ninguna manera contradice u opone la ciencia con la fe, todo lo contrario, la ciencia y la fe se unen desde el principio en el Huerto del Edén.
         Por lo tanto, Dios mismo es el creador de la ciencia, que al inicio tiene relación con la conciencia de la percepción de las emociones y sentimientos propios, como una condición, estado y proceso psíquico interior. Por consiguiente, surge el conocimiento interno del bien y del mal, que por deber u obligación responsable se tiene que hacer o evitar. Esto posteriormente con el paso del tiempo, mediante la comprobación y observación se presentan las explicaciones científicas, que ahora llamamos psicobiología, neurobiología y sistema nervioso, neurociencia cognitiva y neuropsicología, que sin la existencia conductual psicosomática del ser humano, tampoco se hablaría de estas ciencias, en relación con el componente mental y orgánico de la personalidad. La Biblia dice: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.7 al 9 – RVR60).
         Esta formación del ser humano incluye su origen del temperamento, donde intervienen factores psíquicos. A excepción del gen del envejecimiento, que se introduce genéticamente en Adán y Eva al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, cuya transmisión genética heredan a su descendencia de hijos e hijas, aunque gradualmente, porque las primeras generaciones de seres humanos viven más tiempo. Este tipo de gen específico es una especie de cronómetro, reloj o temporizador genético, que al parecer afecta el tiempo de vida celular y su relación a nivel del ADN. El proceso de envejecimiento se acelera con el acontecimiento del diluvio y la finalización generacional de los primeros seres humanos, limitados posteriormente hasta un máximo alrededor de 120 años de vida en el gen de envejecimiento transmitido por la familia de Noe: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Génesis 6.3 – RVR60).
 [3]
       El término neuro tiene relación con el sistema nervioso, el conjunto de fibras nerviosas con la transmisión de los estímulos de fuerza y vigor físico y mental. Obsérvese que anteriormente al diluvio, se dictamina al ser humano con la siguiente característica mental: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6.5 – RVR60). Hay una relación del pensamiento y el propósito de la comprensión y entendimiento con la intencionalidad de la voluntad propia del ser humano, representado entre la mente y el corazón.
         Este significado de la simbología de mente y corazón es la conjunción o unión de un nuevo pacto con Dios: “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12.29 al 31 – RVR60). El amor y la fe se complementan para renovar la mente, dar una firmeza de carácter, determinación y resolución, ante el estado indeciso de la mente y la vacilación del ánimo en la intención y voluntad. Además del dominio propio y control del temperamento, para una real y verdadera relación con Dios Padre mediante Jesucristo. Esto implica mentalizarse y tomar conciencia del bien, para entender el temor de Dios y hallar el conocimiento e inteligencia, justicia, juicio, equidad y todo buen camino en Dios.
 “Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos. Entonces entenderás justicia, juicio Y equidad, y todo buen camino. Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma” (Proverbios 2.5 al 10 – RVR60).
         Es muy gratificante e interesante estudiar en profundidad la Biblia, especialmente su interpretación y significado de las figuras y simbología, por ejemplo, cuál es la conclusión que obtenemos del siguiente pasaje de Eclesiastés, donde se menciona al corazón con la capacidad de percibir la sabiduría y la ciencia, con mucha molestia y dolor. La causa es el conocimiento profundo del buen juicio, con el consiguiente efecto de incomodidad y aflicción de espíritu, al descubrir y saber nuestras limitaciones, especialmente en aquellos deseos personales de las locuras y los desvaríos, pero de alguna manera contrarios a la voluntad del Ser Supremo, quien rige las directrices y procedimientos de la vida diaria a seguir:
 “Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor” (Eclesiastés 1.16 al 18 – RVR60).
         La palabra de Dios añade más simbología para nuestro deleite e inspiración: “¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo” (Isaías 28.9 al 11 – RVR60). Jesucristo vino a transmitir el lenguaje de Dios, es decir la doctrina y ciencia imprescindible en la combinación de amor y fe. De esto testifica el autor de la carta o epístola a los Filipenses: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1.9 al 11 – RVR60). La ciencia del conocimiento está en los frutos de justicia por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios Padre. Entonces la ciencia proviene de Dios, el ser humano la descubre y llama de diferentes nombres las ciencias de estudio, disciplinas y especialidades. Por ejemplo, Dios es el creador del cerebro, sus componentes, neuronas y actividad mental. El ser humano estudia cada órgano y parte corporal, así establece los resultados de sus estudios e investigaciones.
         La analogía o comparación de los fotones neurológicos y su relación con la conciencia, tiene un sentido figurado a manera simbología con el significado de la luz de Jesucristo. Los nervios actúan como fibras ópticas en el sentido de transportar luz, así como el ser humano tiene reacción química celular en la producción de electricidad para sus funciones vitales, también se requiere de luz interior focalizada en el conocimiento de Jesucristo. Se podría decir que son formas de generación de energía, donde el cerebro es el centro de control, pero el corazón también es vital. Así como en otras ocasiones hemos mencionado al temperamento, ya sea como instrumento o mecanismo de la divinidad para accionar o detonar, el biofotón celestial o fotón celestial vendría a ser la energía luminosa con fines biológicos, para accionar el canal de comunicación y conocimiento celestial en el ser humano, la apertura del entendimiento y comprensión.
         Desde el principio Dios hizo la luz celestial antes que al mismo sol y su luz del sistema solar: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas” (Génesis 1.3 al 4 – RVR60). Luego Jesús viene a este mundo y dice: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60). La luz de la vida es la luz biológica para fines psicoteológicos en Jesucristo. Además está escrito: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.5 al 7 – RVR60).
         Esto demuestra que fe y ciencia son compatibles y creados por Dios, lo mismo fe y razón. La sociedad mundial históricamente a confabulado y conspirado con distractores, para desviar y tergiversar la experiencia de gratitud real y verdadera en Jesucristo, además de tratar de invalidar el sentido de unidad de interconexión inherente con la fuerza y poder del Espíritu Santo de Dios Padre, la reverencia y santidad cósmica y universal; por esta razón, la atención y enfoque en Jesucristo ayuda en el proceso biológico del ser humano para su relación espiritual y celestial con Dios, como accionamiento del mecanismo detonante para emerger la conciencia y la consciencia en sus respectivas funciones.
         El ser humano estudia los seres vivos, toda la naturaleza, fauna y flora, de manera que surgen toda clase de ciencias de la medicina y salud, ciencias sociales, científicos profesionales y técnicos investigadores, científicos atmosféricos y meteorólogos. Hay antropólogos, astrónomos, biólogos, bioquímicos, botánicos, físicos, geofísico, microbiólogos, paleontólogos, toxicólogos y zoólogos, entre muchas clases de énfasis y especializaciones, inclusive las ciencias bíblicas, políticas, teológicas, ciencias de los datos e información, forense, entre otras. La ciencia estudia tanto la materia invisible y visible, como lo inmaterial. Por ejemplo, en el estudio de las ondas de radio, el científico no las puede sentir ni ver, tal es el caso del espectro radioeléctrico, porque se requiere cierta tecnología, en el caso del viento se siente pero no es visible, para el estudio de los microorganismos se necesitan microscopios potentes. Se podría decir que el primer científico empírico y rudimentario en sus inicios fue el mismo Adán, porque asigna el nombre a los animales, posiblemente al observar las características o cualidades de los mismos:
 “Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.19 al 24 – RVR60).
 [4]
         Las áreas o disciplinas que trataremos de explicar desde la Psicoteología están relacionadas entre sí, aunque llamadas de diferentes nombres la psicobiología, neurobiología y sistema nervioso, neurociencia cognitiva y neuropsicología, según desde el punto de vista del análisis o estudio realizado. El común es que el objeto de estudio es creación de Dios, el ser humano solamente descubre e informa, trata de apropiarse o asumir la autoría, pero en realidad el autor de toda la existencia de estudio es Dios el Creador. El ser humano aporta el resultado de su comprobación y observación del estudio e investigación, el objeto y materia prima es propia de la creación de Dios, por ejemplo, el estudio de la actividad atómica, celular, eléctrica, electromagnética, fotónica, molecular, química, neurológica, etc. En el caso de la psico es considerada una actividad mental, donde se involucra las ideas primigenias hasta los pensamientos más complejos. Así los procesos de las actitudes, conceptos, deducción, emociones, ideas, imaginación, intención, motivaciones, percepción, raciocinio, sentimientos, voluntad, entre otros, son procesos inmateriales que tienen relación entre ciencia y espiritualidad, ya que afectan el proceder del comportamiento y conducta del carácter y la personalidad.
         La psico resulta ser susceptible de la influencia de la pseudología, como sentimiento o tendencia psíquica y enfermiza de la acción de mentir, inclusive manipulada de lo que en algún momento se llamó psicología inversa. Lo curioso es que es una cognición presentada en Adán y Eva, al advertir y entender por primera vez, la situación presentada al conocer la serpiente antigua y las consecuencias de comer el fruto. La Biblia dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11.3 –RVR60). Hay una fusión molecular del componente proveniente del árbol de la ciencia del bien y del mal, con la composición molecular del ser humano, al  llegar a la combinación o mezcla con el gen del envejecimiento. Por otra parte, la pérdida de inocencia en el respeto y reverencia, causa el mal pensamiento debido a la tentación y como fruto o resultado la concupiscencia de la maldad en el ser humano. Esto tiene connotación de fuerzas de atracción de enlace químico. La Biblia dice de Eva: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3.6 al 7 – RVR60).
         Esta pseudología de la psique con psicología llamada inversa, se presenta en la actualidad entre el supuesto amor a los derechos humanos y el verdadero amor a Dios, como consecuencias de fuerzas de atracción originadas desde el principio: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR60). El ardid del mal es el artificio para lograr la finalidad de la maldad, inversamente a lo dicho por el Creador. En esto estriba la astucia del mal, en su habilidad para engañar. El meollo del asunto es la interpolación entre la decisión y la indecisión: “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3.11 – RVR60). El fruto en cuestión es del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin embargo, el tener celo de Dios, para que el pueblo de Dios no sea engañado, de ninguna manera implica tener ciencia: “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Romanos 10.2 al 3 –RVR60). La ciencia implica la justicia de Dios, que en nuestro contexto algunos legislan supuestos derechos humanos, como el aborto, para establecer la justicia propia, porque ignoran y no se sujetan a la justicia de Dios.
         Entonces existe la falsa ciencia: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén” (1 Timoteo 6.20 al 21 – RVR60). Ahora bien, actualicemos esta situación de la falsamente llamada ciencia con nuestros días. Un sector de la sociedad trata de realizar un plan de legalización, mediantes medios políticos y autoridades gubernamentales de ciertas naciones. En el caso de que seamos ángeles indecisos que venimos a esta vida para tomar decisiones, la primera línea para frustrar este cometido es la legalización del aborto, el segundo frente es la enseñanza a los infantes para desviar su orientación sexual, con la legalización del llamado matrimonio genérico de igualdad civil, si ambos frentes dejan de cumplir su cometido entonces la legalización del cannabis recreativo mantiene una distracción adictiva, finalmente antes de morir la persona tendría la opción de la eutanasia o suicidio asistido. Estas legislaciones, tarde o temprano, conforman un solo paquete legislativo que está en proceso de legalización, impulsado por organizaciones internacionales de las naciones que están unidas con un mismo fin. Toda esta ideología se trata de justificar como un derecho humano, para validar su aprobación y práctica desde el campo jurídico y legal. Aunque prevalezca la ignorancia sin sujeción a la justicia de Dios, porque se desautoriza la existencia y voluntad del Creador.
         Se pretende ignorar la palabra de Dios y pasar por alto las Sagradas Escrituras, pero está escrito lo siguiente: “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio” (Proverbios 6.16 al 19 – RVR60). Lo que pasa es que las corrientes legislativas de ciertas naciones están empeñadas a toda costa de aprobar estas leyes contrarias a Dios. Ni la situación pandémica actual ha posibilitado algún indicio de temor a Dios. La conciencia en el discernimiento del bien y del mal, nos permite la consciencia de nuestra realidad en relación con el entorno. Tanto conciencia como consciencia son necesarias para procesar el conocimiento requerido para la intención y voluntad. Estos aspectos tienen relación con la psicobiología, neurobiología y sistema nervioso, neurociencia cognitiva y neuropsicología, según se demuestra progresivamente con el avance de la explicación del tema de la Psicoteología, cada trascripción textual de algunos textos seleccionados de la Biblia tiene relación con el tema.
         En épocas antiguas muchas aclaraciones se realizaban desde el punto de vista filosófico, sin embargo, en nuestro caso preferimos recurrir a la herramienta de las ciencias bíblicas. Se pretende reforzar el argumento desde una perspectiva teológica, en el estudio de lo relacionado con Dios, para entender la creación y función del cerebro humano y su relación con el sistema nervioso, con ayuda de la anatomía, fisiología y neurofisiología, a la vez explicar la conducta y comportamiento de la personalidad del ser humano, como construcción psicológica con diversas características psíquicas. La Biblia dice: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. Sus caminos son torcidos en todo tiempo; Tus juicios los tiene muy lejos de su vista; A todos sus adversarios desprecia. Dice en su corazón: No seré movido jamás; Nunca me alcanzará el infortunio” (Salmos 10.4 al 6 – RVR60). La misma sociología es considerada entre las ciencias sociales, que en sus inicios fue analizada y estudiada desde la filosofía, con la observación y comentario acerca de las costumbres, civilización y cultura presentada en la sociedad. Sin embargo, la Sagrada Escritura desde el primer pacto describe cierto análisis del ser humano. También según su comportamiento, procedencia y relación entre personas. Nótese en todos estos pasajes bíblicos la mención acerca del pensamiento o los pensamientos. En Salmos 94 advierte lo siguiente al respecto:
 “Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate. Engrandécete, oh Juez de la tierra; Da el pago a los soberbios. ¿Hasta cuándo los impíos, Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos? ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad? A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan, Y a tu heredad afligen. A la viuda y al extranjero matan, Y a los huérfanos quitan la vida. Y dijeron: No verá JAH, Ni entenderá el Dios de Jacob. Entended, necios del pueblo; Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad. Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, Y en tu ley lo instruyes, Para hacerle descansar en los días de aflicción, En tanto que para el impío se cava el hoyo. Porque no abandonará Jehová a su pueblo, Ni desamparará su heredad, Sino que el juicio será vuelto a la justicia, Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón” (Salmos 94.1 al 15 – RVR60).
         La soberbia presume la vanagloria de la convergencia de la arrogancia y la altivez. La arrogancia es la insolencia y el orgullo, la descarada y desvergüenza ostentación de la habituación del pecado y vicio. La altivez es presentar una postura envanecida de un supuesto alto concepto y mérito propio, con el deseo de ser admirado y considerado como un ejemplo y modelo, para sobresalir sobre el resto, aunque sea una influencia que cause, fomente, infunda o promueva la misma soberbia y vanidad en los demás. Esto corresponde a un círculo vicioso, donde se presupone perpetuar la corrupción del bien y de la rectitud, la carencia de la piedad y sentimiento de amor y respeto a lo sagrado y santo. La vanagloria de la iniquidad, la injusticia y maldad. Dios es el que enseña al ser humano la ciencia, porque la verdadera ciencia contribuye al bien y a la vida. La ciencia auténtica y genuina contribuye a diferenciar y discernir entre el bien y el mal. Los pensamientos de la humanidad son vanidad, Dios instruye y corrige, castiga y reprende al ser humano fatuo, que está lleno de presunción y vanidad infundada, inclusive hasta la ridiculez del desprecio por el derramamiento de la sangre de Jesucristo y su redención. El desaire y desdén hacia la indiferencia de la consagración y santidad de la salvación y vida eterna. Posiblemente lo que no se sufre no se aprecia ni se valora: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.6 al 7 – RVR60). En Salmos 33 se indica lo siguiente:
 “Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo. Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió. Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, El pueblo que él escogió como heredad para sí. Desde los cielos miró Jehová; Vio a todos los hijos de los hombres; Desde el lugar de su morada miró Sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; Atento está a todas sus obras” (Salmos 33.8 al 15 – RVR60).
 [5]
       El sentido en el ideario y pensamiento individual y colectivo humano, del respeto y reverencia universal a Dios se debe a que es el Creador: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos” (Salmos 24.1 al 2 – RVR60). El derecho de Dios de pertenencia de todo lo existente como Creador, inclusive el derecho sobre el ser humano, es inherente al deber de la humanidad de reconocer a Dios como su Creador. Así Dios Padre entregó a su Hijo toda la Creación para que los seres humanos vivan para Jesucristo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5.14 al 15 – RVR60). Esta señal de pertenencia de Dios sobre el ser humano es representado figurativamente y simbólicamente con un sello en la frente, en relación con la mente: “Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Apocalipsis 9.4 – RVR60). El sello de Dios es la obra del Espíritu Santo en la mente y pensamiento: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios” (1 Pedro 4.1 al 2 – RVR60).
         Jesucristo es la Mente Suprema del Conocimiento Celestial entre los seres humanos, conocimiento que le ha transmitido su Padre y siempre Jesucristo ha sido el Señor de los Ejércitos Celestiales de su Padre Celestial: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Salmos 45.6 al 7 – RVR60). Ahora bien, cuando Jesucristo menciona que destruyan el templo y él lo levantaría en tres días, se refiere a su cuerpo: “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2.19 al 21 – RVR60). Nótese como los judíos omiten la relación y sentido figurado entre el templo y el cuerpo de Cristo. Por otra parte se menciona lo siguiente: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él... ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6.17 al 20 – RVR60). En este pasaje entiéndase espíritu como la parte inmaterial de la mente, entonces dice que el que se une al Señor una mente es con él, también se indica que glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestra mente, tanto el cuerpo como la mente tienen que ser santas, con el don, energía, fuerza y poder del Espíritu de Dios.  
         En todo ser humano el soma hace referencia a la parte material del cuerpo, la psique alude la parte inmaterial de las funciones de la mente, el alma es la vida de la persona mediante la combinación del cuerpo y mente sumado a la función de respiración. En el caso del ser humano espiritual, la construcción de ideas y la diversidad de creencias religiosas, la inclusividad denominacional para la integración y unidad entre el fraccionamiento cristiano, es posible a través de la mente y la psique como ser humano, pero su demostración de espiritualidad depende de las prácticas del comportamiento y conducción a través del cuerpo. Hay una combinación, porque esto afecta la consagración y santidad del cuerpo, según el tipo de creencia de ideología humana en la mente: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6.9 al 10 – RVR60).
         De acuerdo con la psicoteología para tomar en cuenta a Dios, en lo que respecta al proceder del ser humano, se requiere la congruencia de la ética y sentido común entre el cuerpo y la mente, según el ideario y pensamiento individual y colectivo humano, del respeto y reverencia universal a Dios. Se requiere el examen de conciencia y la objeción de conciencia en el ser humano, para la verdadera libertad humana. Este examinarse así mismo, con los argumentos y razonamientos necesarios, hacen de la objeción de conciencia inherente al ser humano, desde que existen la intención y voluntad.
         Hay una radicalidad en el Evangelio de Jesucristo que en la psicoteología es imposible evadir. La sociedad está inmersa en una dispersión, distorsión y distracción de la imperante confusión social. Se ha tergiversado la buena fe e intensión de las defensas y luchas sociales a favor de los excluidos, por la justificación y legalización de la práctica del pecado como una nueva normalidad, especialmente para favorecer las prácticas de ciertas minorías, por ejemplo, en sus gustos y preferencias al aparente amor sexual. Jesucristo radicalmente instruye a no volver a pecar, porque el verdadero amor, consiste en amar sin pecado ni contaminación ni corrupción alguna, primeramente demostrado al amar a Dios Padre sobre toda clase de amor. Lo que pasa es que en el contexto del mundo contemporáneo a Jesucristo, inclusive existe desde el paganismo antiguo lo que llaman la prostitución sagrada. En la actualidad hay corrientes de pensamiento que ofrecen resistencia y contradicen la objeción de conciencia. Esto es muy confuso e incongruente en quienes se oponen, pero a la vez hacen defensa de las libertades humanas. Los mismos legisladores en su ejercicio objetan con argumentos y razonamientos las propuestas legislativas, hasta llegar a un acuerdo y a la aprobación de las leyes. La objeción de conciencia misma es inherente al ser humano, desde que existen la intención y voluntad. La libertad de culto, ideología y religión, posibilita la defensa de principios y valores sustentados en la inevitable objeción de conciencia, porque es propia del ser humano, exista o no legislación constitucional en cada nación.
         Por ejemplo, por más adoctrinamiento que se pretenda para buscar la aprobación de las conciencias a favor del aborto, según la propia conciencia del bien y del mal es inaceptable que las mismas madres consientan y sean permisivas socialmente en exterminar a sus propias hijas, o sea, mujeres que impiden el nacimiento de sus mismas mujeres. Esto es una ampliación del femicidio abortivo. Por esta razón, en el mundo hay persecución, para callar las conciencias de los habitantes, muchas veces por medio de encubrimientos con astucia de intensión y disimulo legal, que en realidad son ocurrencias trasnochadas y embriagadas de ateísmo y poder, que desmejora las buenas costumbres y la moral de las personas ante Dios. Otro ejemplo, el material didáctico de las guías de educación sexual en los centros educativos formales, donde se induce a los infantes, ya sea de forma explícita o subliminal, que el sexo anal es de anatomía y diseño humano, para una práctica libre y sin prejuicios de relaciones coitales activas a satisfacción, aunque sea en edades prematuras pero con la debida protección profiláctica. Se pretende despertar el interés hacia las conductas sexuales anales, como un derecho humano, a pesar de la implicación de irrumpir la inocencia de los infantes y pre jóvenes siendo menores de edad.
         Además de la incitación a la malicia y con el pretexto del desarrollo psicosexual de la infancia, formar personas libidinosas con edades inmaduras, para que se descubran en sí mismos su tendencia a la lascivia y lujuria, según sus propios impulsos libidinales, con ayuda del estímulo o pulsión en sus zonas erógenas de excitación sexual, debido a la supuesta propensión determinante desde la infancia a una neurosis en la edad adulta. Se lesiona el derecho fundamental de la libertad religiosa y el derecho primordial de la educación, custodia moral y orientación a las buenas costumbres de transmisión materna, paterna, tutor o del responsable legal directo sobre los infantes. También se provoca un daño del derecho a la dignidad y a la integridad personal, con la afectación a una espiritualidad de moral sana, de hábitos espirituales acompañados de buenas costumbres cotidianas.
         Debido a que se aprueban leyes contrarias a la voluntad del Creador, la objeción de conciencia resulta un derecho fundamental, inalienable e intransferible, porque nunca harán callar las conciencias colectivas e individuales en el temor de un Ser Supremo, que rige principalmente las conciencias en el diario vivir. El mundo pretende acallar y pisotear la sangre redentora de Jesucristo, pero ha tenido que utilizar cubrebocas y callar ante los acontecimientos pandémicos presentes, el mundo trata de levantarse conspirando contra Jesucristo, sin embargo, ha doblegado su pie y doblado su rodilla en la actualidad. Por ejemplo, se promueve en las legislaciones de algunas naciones la eutanasia y el suicidio asistido, para una muerte confortable, solamente porque la persona ya no desea vivir más y toma su propia decisión de forma voluntaria. El mundo divaga en confusión y desvaría moralmente, tal es el derecho al sexo anal que vale nada si el Calentamiento Global avanza al ritmo que lleva y nos quema a todos. En este momento de la redacción de este escrito el mundo arde en una hoguera de incendios forestales y los supuestos defensores de los derechos humanos están más preocupados, a manera de analogía, si el agua bendita se contamina cuando cae una mosca o si la mosca se santifica con el agua bendita. Vaya por Dios. Estos mismos defensores excluyen el deber humano a la espiritualidad de la consagración y santidad del Espíritu Santo. Están propuestos a normalizar la degeneración e inmoralidad como nueva normalidad, excluyendo toda existencia, protección y relación de Dios. Mientras tanto la Biblia dice de Jesucristo lo siguiente:
 “Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (Josué 5.13 al 15 – RVR60).
 [6]
       ¿Cuál es la relación de la Psicoteología con Jesucristo como el Príncipe del ejército de Jehová? La respuesta es el respeto y la reverencia cuando se le rinde adoración. Esto es representado con quitar el calzado de los pies en un lugar santo, el detenerse para prestar atención a la santidad, sentir el contacto que elimine cualquier distracción y mejore la concentración, para lograr el enfoque hacia lo santo. Muchos proponentes de teorías han sido ateos, con propuestas sin considerar la existencia de Dios. Estos supuestos genios teorizantes, se han aferrado a su propio calzado, en su camino contrario a la santidad, sin ningún tipo de dedicación alguna a Jesucristo, han sido promotores de la corrupción del mundo, que se aleja cada vez más de Dios. El incremento de la maldad representado en las tinieblas, aumenta al grado de oscuridad de la media noche, entonces será la segunda venida de Jesucristo: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25.30 al 32 – RVR60).
         Recordemos que la etimología de la palabra psicoteología, es la combinación del alma, en el sentido de persona y vida, con la actividad mental, sumada al conocimiento y relación con Dios, que implica la espiritualidad, moral y los principios y valores promovidos por Jesucristo. Esta psicoteología es desde la perspectiva del discipulado, según nuestro Salvador y Señor Jesucristo. El mundo se encuentra envuelto en una convulsión que trastorna violentamente la normalidad de la vida. Toda la creación gime a una: “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8.21 al 22 – RVR60). Este gemir es un sufrimiento de dolor, pero también una pena de aflicción del ánimo y sentimiento, hasta la angustia moral. Impera una confusión e incertidumbre, casos como la misma unión de hecho de las parejas, se presta para la legitimación de la fornicación, haciendo innecesario el matrimonio al convivir juntos. En la gran confusión acerca del concepto y construcción del amor, algunos sin importar la voluntad de Dios desprecian la santidad en la manera de vivir: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR60), tratan de justificar el lecho con mancilla aunque la Escritura dice lo contrario: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13.4 – RVR60). Es contradictorio como actos de injuria u ofensa a Dios, la sociedad trata de justificar y legalizar engañosamente para aparentar la bendición o favorecimiento de Dios. Por esta razón la importancia de tener claridad en la relación psicológica bidireccional con la mente de Jesucristo, para glorificar y honrar a Dios Padre.
         ¿Qué representa la astucia en la psicología de la mente? ¿Será un ardid o artificio para el logro de un fin? ¿Será la habilidad para engañar? En el principio la serpiente le dice a Eva: “Pero la serpiente era astuta,… la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR60). Luego Eva dice: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR60). Este engaño es un desdoro de mancilla en la virtud y una mancha contra el honor del ser humano. La buena reputación y dignidad quedó totalmente al desnudo. La moral que impela severamente al cumplimiento del deber ante Dios, quedó al descubierto, expuesto a la acusación de desobediencia moral y de conducta impropia. Dios mismo le pregunta a Adán: “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3.11 – RVR60). Esta pérdida de inocencia al comprender lo impúdico, malicia y perversidad, es semejante a la pretensión del mundo corrupto para las nuevas generaciones. La declaración pública del sexo anal como derecho humano universal, entre dos varones en matrimonio, está en contra de la declaratoria original de la creación: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.23 al 24 – RVR60). Jesucristo lo confirma: “El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19.4 al 6 – RVR60). La Palabra de Dios es contundente y determina el siguiente enunciado de sentencia universal firme:
 “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5.28 al 33 – RVR60).
         Las consideraciones de la psicología sexual, ya sea en el ejercicio del comportamiento o la conducta del ser humano, con base en la construcción de los conceptos y la imperante creencia de la psicología sexual, su análisis e interpretación, altera e influye la psicoteología, en la relación psicológica del ser humano con Dios. Desde este punto de vista, mientras la psicoteología analiza y describe el comportamiento y conducta humana en función del conocimiento mental de Dios, la psicobiología establece las teorías psicológicas en términos exclusivos de lo biológico, para determinar y dictar las leyes que rigen la sexualidad humana en toda su geopolítica global. El problema de regirse solamente por lo biológico, sin tomar en cuenta el conocimiento de Dios, es la convivencia instintiva mediante el impulso y motivación irreflexiva, regido por los apetitos de la carne y la concupiscencia. La injerencia del instinto y posteriormente pulsión sexual, afecta la psicoteología, porque se aferra fuertemente al conocimiento natural, sin trascender al conocimiento espiritual y en contraste con el conocimiento celestial de Dios. Hay una emancipación en el sentido deliberado de salir de la sujeción del Creador y negar su existencia, para afirmar un derecho humano de hacer lo que se quiera libremente, sin tomar en cuenta el dictamen de Dios. La Biblia dice lo siguiente:
 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmos 139.13 al 17 – RVR60).
 [7]
       ¿Cuál es la tensión psicoteológica sufrida por el ser humano desde su existencia? La respuesta es la lucha entre la intemporalidad y la temporalidad, de lo que no es eterno sino que pasa con el tiempo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139.23 al 24 – RVR60). En este pasaje dirigir a Dios la expresión pruébame y conoce mis pensamientos, es psicoteología, la alusión al camino de perversidad es la temporalidad, porque es contraria a la guía en el camino eterno, que es la intemporalidad. Entonces, ¿cuál es la estrategia de la temporalidad para imponerse ante la intemporalidad? Sobre esta base, la clave estratégica radica en la “Distracción con Dispersión”, especialmente para apartar y desunir de la vida virtuosa ordenada. Así está escrito: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2.9 al 10 – RVR60).
         En el principio la serpiente astuta crea una distracción con dispersión en Adán y Eva, porque confunde y desorienta el enfoque hacia Dios: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR60). Además, desenfoca el análisis acertado de diferenciar y discernir entre temporalidad e intemporalidad: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis” (Génesis 3.4 – RVR60). Lo que pasa es que el ser humano prefiere y pretende vivir la buena vida del presente, porque tiene la seguridad de la existencia actual, pero pierde el horizonte e interés en la vida venidera, que por el momento de ninguna manera tiene constancia de la existencia después de esta vida, hasta que se presencie el tiempo de la resurrección de los muertos y el juicio final ante Dios. En el principio Adán y Eva tienen clara la instrucción o conocimientos adquiridos: “Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3.2 al 3 – RVR60). Este asunto de la muerte tiene muchas aristas, en el nivel de dificultad de noción de muerte corporal, física o material, muerte espiritual o muerte intemporal. Las cuestiones espirituales asociadas al sentido figurado, representativo o simbólico, tiene problemas de apreciación e interpretación en el significado correspondiente, se demuestra en el siguiente diálogo entre los judíos y Jesucristo:
 “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue” (Juan 8.51 al 59 – RVR60).
         El factor anatómico, fisiológico, patológico y psicológico está integrado como ser humano, en su aspecto natural, pero la espiritualidad de ninguna manera está implícita, sino hay que completarla con el conocimiento y práctica de principios y valores. Esto afecta el comportamiento y conducta, tanto desde la colectividad como en el nivel individual. Por esta razón se moldea la infancia en su actitud, carácter, control del temperamento y personalidad, para la consecución de su afectividad, apego, emociones, sensibilidad, sentimientos y voluntad, en el sentido contrario o a favor del respeto y reverencia a la consagración y santidad a Jesucristo y a Dios Padre como Creador. Lo que pasa es que el juicio subjetivo de la persona, desde la perspectiva de su propia experticia e interpretación, es maleable, o sea, se puede malear, por la influencia externa que aprovecha la inocencia interna de la condición de infante. Este daño, para echar a perder o pervertir a las nuevas generaciones, se pretende de forma planeada y sistemática, desde desarticular el núcleo familiar, hasta la infiltración de adoctrinamiento escolar, con el apoyo de la esfera gubernamental, exigida y presionada por entes internacionales, tanto abiertamente, como muy astutamente y sutilmente. Por ejemplo, la indiferencia del ser humano, ante el flagelo abortista que impunemente practica un genocidio de millones de vidas humanas, ya sea ilegal o legalmente. Quienes están en la condición de cigoto, embrión o feto, están indefensos ante la criminalidad de asesinos a sangre fría, que con la interrupción de la vida afecta a millones de inocentes cada año.
         Se presenta el mundo contra su Creador, a través de la ausencia de coherencia y racionalidad hacia Dios. Inclusive con la autorización y complacencia de las mismas madres, que a manera de femicidio ampliado, matan a sus propias hijas que están por nacer. Las mismas mujeres impiden el nacimiento de sus mujeres. Este clamor y la maldad de la cultura e ideología de muerte han llegado hasta El Creador, de manera que las consecuencias cada vez se incrementan con el Calentamiento Global y la evolución del virus en agresividad y mortalidad con el delta o de mayor contagio como la variante ómicron, hasta llegar a la posible finalmente omega después de muchas evoluciones. Dios reivindica su legitimidad como Creador, para demostrar su poder en el orden mundial. La moral humana para los creacionistas está claramente definida y determinada por un Ser Superior, la presunción de legislación moral de las naciones están creando una confusión tal, que al parecer ahora se pretende una igualdad de género, pero con las declaratorias de femicidio y su penalización diferenciada, se contradice cuando el concepto de asesinato u homicidio ya no es el mismo, ni aplica igual para todo ser humano, ya que se da a entender que la vida si se trata de un hombre vale menos que en el caso de la mujer. El respeto a la vida humana es inalienable e inviolable sin distinción de sexo. Este derecho a la vida desde la concepción y en todo el proceso de gestación, ya sea en condición de cigoto, embrión o feto merece protección y respeto.
         Este tipo de legislaciones, que llaman salud reproductiva de la mujer en relación con la legitimación del aborto, confirma la gran confusión y la doble moral que impera en el mundo actual. Se pretende inculcar y legitimar en las nuevas generaciones el aborto como una normalidad psicosocial aceptada. Entonces se pierde el respeto a la vida desde su inicio y se le considera al ser humano como un producto desechable. Por otra parte, la confusión es tan grave que se destruye la definición de familia, ahora un ser humano que nace con sexo masculino, por ideología de género se le convierte psicológicamente en madre y mujer. El mismo femicidio ya no es contra las femeninas, sino contra los mismos hombres que han decidido cambiar de género y ser las nuevas mujeres. Prevalece históricamente el predominio del hombre sobre la mujer, como un problema sistemático, porque ya no es cultural y social, mediante el machismo y patriarcado, sino que en forma camuflada los mismos hombres ahora se convierten en mujer. Esto ya se está presentando en los deportes como una distorsión social, cuando las mujeres que eran de sexo masculino se imponen deportivamente a las mujeres de nacimiento. Esta clase de decisiones afectan la integralidad de las áreas: emocional, física, mental y social, porque cada una se complementa a las demás, pero en el caso del ámbito espiritual, el tipo de decisión determina la ausencia o presencia de la espiritualidad.
         El mundo requiere reformular para encontrar otros ángulos de investigación científica del bien y del mal, acerca del conocimiento y dimensión espiritual que trasciende en el nivel celestial. Por ejemplo, Jesucristo es la Palabra, es la codificación y decodificación del lenguaje celestial, con el efecto de la psicoteología para el comportamiento y conducta que trasciende a la salvación del mundo actual y para la vida eterna venidera. Algunos consideran importante lo que llaman la programación neurolingüística en las personas, para sentar las bases muy fuertes de respeto, responsabilidad y valores, porque la modificación del pensamiento se refleja en la práctica de los hábitos, de acuerdo con la comunicación y percepción, para un determinado comportamiento y conducta humana. En la medida en que cambian los individuos, así el cambio se refleja en lo colectivo, de manera que cuidar lo que aprenden y escuchan los infantes y jóvenes de las nuevas generaciones, así sus mentes querrán experimentar la aceptación y confirmación o el rompimiento de las reglas establecidas. Es fundamental e indispensable un sistema de creencias ético – moral, para una interpretación adecuada y correcta de la prioridad y sentido de la vida. Así recomienda la Biblia: “Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5.21 la 23 – RVR60).
         Lo que se llama el sistema de activación reticular o filtro reticular del cerebro, influye en nuestra percepción acerca de lo que consideramos principal en la vida, de manera que es importante la concienciación y confianza en la educación, estudio, preparación y saber. Por esta razón, algunos teorizan como proyección un mecanismo de defensa mental, también se especula que el primer reflejo en la niñez se presenta desde el vientre, esto permea el pensamiento, ya sea negativo o positivo desde la formación de la persona, que posteriormente en su convivencia con otras personas, refleja en otra su condición interna, según la experiencia de formación en el vientre y sus reacciones emocionales. En todo caso al parecer esto atañe a la memoria en el proceso de formación, donde se involucran la amígdala cerebral y la corteza cerebral prefrontal, según sus correspondientes funciones. Además del pensamiento y la reflexión, junto con toda una red neuronal potencializada obviamente por el hábito, ejercicio y práctica frecuente de la concienciación, ecuanimidad, esperanza, meditación, oración, paciencia, pacificación, reflexión, relajación, salud mental, serenidad y temperancia, fomentada desde la niñez hasta la vida adulta joven y adulta mayor, porque el control explosivo e impulsivo y la fuerza de voluntad son necesarios durante toda la vida.
         En relación con lo que llaman estimulación temprana y la programación neurolingüística, para mejorar la percepción y calidad de vida, recordemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14 – RVR60). Hay que infundir en los infantes y jóvenes, el estado de ánimo, impulso y sentimiento al respeto y reverencia a la sola Soberanía de Dios Padre, representado en el reino de los cielos. También a la Supremacía de Jesucristo sobre todos los seres existentes, debido a su preeminencia y superioridad jerárquica, inclusive ante el séquito celestial, máxime ante los seres humanos que convierten la libertad de Cristo en un libertinaje desenfrenado de carnalidad y pecado: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1.4 – RVR60). El Apocalipsis o Revelación menciona lo siguiente al respecto:
 “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apocalipsis 1.5 al 7 – RVR60).
 [8]
       El conocimiento es poder, pero también la palabra es poder, por esta razón Jesucristo es Conocimiento y Palabra. Mientras que el mundo se encuentra inmerso en la arrogancia, confusión, distracción, ignorancia y subversión moral, lo más importante en los tiempos actuales es el aprendizaje y educación en Jesucristo y su evangelio. Esto representa la acción de escapar por tu vida, o sea, equivale a guiarse con un pensamiento crítico y la perspectiva proactiva en la personalidad de Jesucristo, requerida para asumir e imitar ante la presente situación de crisis moral. La educación en Jesucristo nos lleva de lo espiritual a lo celestial. El enfoque en Cristo nos produce un cambio de mentalidad y personalidad, porque Jesucristo nos inculca la tendencia personal de ver el aspecto más favorable de la vida, como está claramente definido en la caracterología cristiana, ya que se apropia y empodera en los frutos del Espíritu Santo. Se logra con esto un cambio y transformación colectiva e individual. Mediante Jesucristo se adquiere el conocimiento celestial, por consiguiente el poder soberano de la palabra de Dios, es la metodología de principios y valores para el dominio propio que lleva a la salvación y vida eterna.
         El nuevo descubrimiento es que la libertad del consumismo y una vida sencilla, sin el lujo superfluo y sin la ostentación de dinero para vanidades innecesarias, produce una libertad financiera que posibilita la libertad espiritual. La vida del ser humano tiene la oportunidad de escalar tres tipos de escalones, a saber, la consciencia del conocimiento natural, donde todo el mundo vive inmerso en sus propias hipótesis y teorías. El siguiente escalón corresponde a la transición de la dimensión o nivel de la consciencia del conocimiento espiritual. Por último, el escalón superior y que trasciende a la consciencia del conocimiento celestial. Lo que pasa es que el factor o elementos para la subsistencia, traen consigo la distracción cotidiana, indispensable en la dependencia económica para sobrevivir. Esto significa que por lo general, el ser humano está distraído en asuntos y cuestiones apegadas a lo material y terrenal. Continúa la humanidad sumida en una desesperada confusión y en una absurda desorientación. La objeción de conciencia es innata al ser humano y una condición de la psique que es inalienable e irrenunciable, sin la posibilidad de censurar o transferir. Es la razón moral propia de la subjetividad determinante para las prácticas conductuales. Según un estudio e investigación realizada en el neobiblismo, el objetor de conciencia principal es Jesucristo mismo, su ley está muy vigente y tiene trascendencia universal. Lo que pasa es que algunos evaden su responsabilidad en los principios y valores promovidos por Jesucristo, alegando que solamente es una cuestión de religión.
         El Creador de toda la existencia le conceda al mundo el verdadero amor al Conocimiento Celestial. La medicina es una ciencia para conservar la salud y la vida, el aborto nunca será un tema de salud pública ni de planificación reproductiva, sino un asesinato y homicidio en su mayor expresión, ante un ser con alma (vida), que no tiene la oportunidad de defender por sí mismo su derecho a la existencia, ante la violenta interrupción de la vida de los sicarios abortistas y genocidas, ya sea la vida en condición de cigoto, embrión o feto. Hay dos formas de certificación de la existencia del alma, a saber, la ausencia de oxígeno y la ausencia de sangre. Cualquier persona en el mundo, sin excepción alguna, puede proceder a obstruir sus orificios boca - nasal, el resultado es inevitable, la pérdida de la vida. También se puede desangrar hasta el grado de morir. El alma es la función de respiración combinado con el oxígeno del aire, la sangre misma distribuye el oxígeno a todo el cuerpo. Esto significa que el alma es la vida en cada persona, inclusive en toda la fauna, porque los animales son almas vivientes, por consiguiente en el ser humano el alma es vida y es persona. Lo mismo sucede en un cigoto, embrión o feto, en su proceso de recibir oxígeno y sangre, hasta que el neonato llega a respirar por sus propios pulmones. Inclusive ya desde el óvulo hay ciertos niveles de oxígeno en su etapa de crecimiento y madurez.
         Se dice que los gametos femeninos y masculinos, ya sea óvulo o espermatozoide, son controlados y regulados por el sistema endocrino, además de controlar las funciones del organismo en general, así la ovogénesis, que son los óvulos maduros y la espermatogénesis, que es la producción de espermatozoides. Este mismo sistema endocrino de glándulas, tiene afectación y relación con el control del estado de ánimo, deposita cierta composición química de hormonas en el sistema de circulación de la sangre y que llega a todo el cuerpo. Al parecer el hipotálamo y la hipófisis con ubicación en el cerebro, corresponden a un centro de control matriz o principal. El sistema endocrino y el sistema nervioso funcionan en conjunto con una relación muy cercana, envían información e instrucciones entre células. Algunos procesos hormonales determinan las respuestas conductuales del ser humano. Además del estado de ánimo, se influye el comportamiento y la conducta de la persona. El ser humano puede sufrir cambios de humor, porque las hormonas funcionan como mensajeros químicos, su deficiencia, disminución de niveles hormonales, determinan muchas veces nuestra reacción y respuesta ante situaciones de desmoralización, especialmente presentes en la ansiedad, depresión, desánimo, estrés y nerviosismo, por consiguiente la pérdida de decisión y valor.
         El pensamiento influye en la activación y producción de ciertas hormonas, entre las mismas algunas que llaman “hormonas de la felicidad”. También la mente y pensamiento afecta en lo psicosomático, o sea, la personalidad es afectada por factores del organismo y la mente, inclusive hay enfermedades corporales o físicas originadas desde lo psíquico de las facultades mentales. Por otra parte, se dice que el sistema hormonal, nervioso y psicológico influye en lo que llaman el “líbido”, que denominan el deseo de placer, más específicamente el placer sexual. El exceso desenfrenado termina en la lascivia, la propensión a los deleites carnales como lujuria descontrolada de la fornicación y promiscuidad. Por lo tanto, la Psicoteología reconoce la comunicación e información relacionada entre el pensamiento del ser humano con el conocimiento celestial de Dios. Ahora mencionamos a los mensajeros químicos, que cumplen una función de control y regulación interna en la persona, también la analogía o comparación de Jesucristo como Luz de la humanidad. A continuación enlazaremos lo celestial en su trayecto hasta la mente y pensamiento humano, mediante Jesucristo el mensajero celestial, que con su educación y formación se cimenta la enseñanza de los principios y valores, que fortalecen y refuerzan el aprendizaje necesario para la comunicación y generación hormonal, influyente en el comportamiento y conducta espiritual.
         La cautividad por la atracción del mundo, ejerce una influencia irresistible en el ser humano, que solamente es liberada por la obra magistral de Jesucristo, quien transmite con su enseñanza lo objeción de conciencia de la inmersión en el conocimiento celestial. Todo el bagaje o caudal de conocimiento religioso asimilado por cada feligrés o miembro eclesiástico, corresponde al tipo de conocimiento espiritual, pero se requiere trascender al conocimiento de Jesucristo para ser verdaderamente libre. La objeción de conciencia es la libertad y razón moral propia de la persona, para impedir imposiciones contrarias a las buenas costumbres, principios y valores espirituales, éticos, morales y religiosos, promovidos por Jesucristo con su ejemplo, enseñanza y modelo de vida. Muchas señales manifestadas con sus parábolas y narraciones de sucesos proféticos, tienen un significado resultante de una figura simbólica, para aclarar las respuestas necesarias de verdades morales. Por ejemplo, todo ser humano por lo general, antes de sus primeros pasos se desplaza mediante las manos y los pies en el suelo. La única excepción para los creacionistas fue Adán y Eva. La experiencia y tiempo de crecimiento y desarrollo en el proceso de formación desde cigoto, embrión, feto y neonato, hasta una apariencia pre juvenil, se presenta en Adán y Eva en el mismo momento de su creación. Así, los árboles, petróleo, toda la naturaleza y contenido general del planeta, aparenta una mayor existencia previa al instante de su creación.
         Jesucristo con su encarnación representa la esencia de lo intemporal, su persona y presencia, explica por deducción el contraste comparado entre lo intemporal y temporal mostrado en gran parte de sus parábolas. La precisión del enfoque y ubicación, para comprender y entender la interpretación de cada una de sus enseñanzas, se centra directamente en la persona de Jesucristo. El neobiblismo es una nueva especialidad de análisis, comentario y estudio bíblico, para restaurar el enfoque de la preeminencia y supremacía de Jesucristo en la comprensión y entendimiento de la profundidad bíblica, de manera que según el neobiblismo se retoma la importancia prioritaria de Jesucristo en la interpretación bíblica. La intención primaria eterna es que el séquito celestial exista para el reconocimiento y servicio de la autoridad superior del Hijo, en la alabanza, honra, gloria y poder, concedida por Dios Padre, según el propósito de la Creación:
 “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5.11 al 13 – RVR60).
         ¿Quiénes son los seres humanos intemporales según el ejemplo y modelo de Jesucristo? Los que son guiados con la fuerza y poder del Espíritu Eterno de Dios Padre: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8.14 al 16 – RVR60). Esto significa que la decisión e intención de la persona es determinante entre lo intemporal o temporal. Entonces, ¿Quiénes son los seres humanos temporales? Según la Biblia, encontramos la siguiente respuesta: “y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Tesalonicenses 3.2 al 3 – RVR60). Los humanos temporales son arrogantes en su propia estimación e insolencia contra Jesucristo, es decir, su desvergüenza y orgullo, consiste en ser humanos perversos y malos con desprecio a la fe de y en Jesucristo. Por ejemplo, el ángel caído desvirtúa la alabanza al Hijo de Dios, cuando direcciona su potestad de tomar la decisión al rechazar el reconocimiento y Supremacía del Hijo.
         Por lo tanto, el ángel caído es la causa u origen de la necesidad de temporalidad de espacio – tiempo, conocido como el universo, entonces, ¿qué es la racionalidad científico espiritual o inteligencia espiritual? Y ¿cuál es la diferencia entre inteligencia espiritual e inteligencia celestial? Hay un examen o valoración retrospectiva en el ser humano, para evaluar su retrospección de la vida espiritual y evocar la memoria celestial. En cierta ocasión Dios insta y provoca a Job, el recordar su propio origen: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia” (Job 38.4 – RVR60). Encontramos la relación científico espiritual: “¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular” (Job 38.5 al 6 – RVR60). Además la dimensión celestial: “Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (Job 38.7 – RVR60). Los hijos de Dios, o sea, los que son guiados con la fuerza y poder del Espíritu Eterno de Dios Padre. La razonabilidad científico espiritual tiene relación con la energía, fuerza y poder del Espíritu Santo de Dios en la Creación y los seres creados. A partir de los ángeles caídos se establece una diferencia entre el séquito celestial, en el caso de los ángeles caídos, los ángeles fieles y leales, y los ángeles indecisos.
         Entre los ángeles indecisos estaban los seres creados que ahora llamamos seres humanos. Job viene a este mundo debido a su indecisión, pero al tomar una decisión definitiva menciona lo siguiente: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven” (Job 42.5 – RVR60). ¿Cuándo trasciende Job de la racionalidad científico espiritual a la inteligencia celestial? Job testifica lo siguiente: “Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás” (Job 42.1 al 4 – RVR60). Está establecido por Dios Padre que su Hijo Jesucristo es el Camino del entendimiento y comprensión del conocimiento celestial y la inteligencia celestial, la preeminencia, plenitud y supremacía sobre todo lo existente, para la gloria y honra de Dios Padre:
 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1.15 al 20 – RVR60).
 [9]
       El Neobiblismo es una nueva interpretación bíblica para volver al sentido original bíblico de Jesucristo. El significado de Neobiblismo tiene relación con escuela, doctrina, movimiento o sistema, especializada en el análisis, comentario, estudio e investigación bíblica, pero con la actitud, cualidad o propensión orientada al enfoque exclusivo en Jesucristo. Por ejemplo, acerca de la inteligencia espiritual la Biblia dice: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1.9 – RVR60). El conocimiento es como la fe, gradual y por medida para cada individuo, por este motivo se dice “llenos del conocimiento de su voluntad”. Hemos confirmado en reiteradas ocasiones que la Biblia tiene mensajes simbólicos, con un significado interpretativo, para que el entendido logre captar y darse cuenta del sentido bíblico, especialmente la capacidad de diferenciar con un discernimiento razonable. En un pasaje, Jesucristo declara lo siguiente: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18.10 al 11 – RVR60). Estos pequeños, son como niños, con inocencia, sin maldad y sin pecado, sin embargo, son ángeles indecisos que vienen como seres humanos, pero los ángeles que mantuvieron sus dignidades fieles y leales al Hijo, son los que ven siempre el rostro del Padre en la morada celestial.
         En el caso de los ángeles caídos la Biblia dice:
 “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.6 al 7 – RVR60).
         Entonces, Jesucristo de ninguna manera vino a salvar a los ángeles caídos, sino a los ángeles que con su indecisión se habían perdido, para que llenos del conocimiento, con toda sabiduría e inteligencia espiritual se viva con decisión de la siguiente manera:
 “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1.10 al 14 – RVR60).
         Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con la Psicoteología? La relación está en lo que llamamos “neuronas” y sus procesos biológicos, eléctricos y químicos. Toda la estructura del sistema nervioso y su conexión con el encéfalo y la médula espinal, influye en el actuar, conducta, el pensamiento para la voluntad y la toma de decisiones. En relación con la naturaleza, las neuronas contribuyen con la consciencia del entorno a la persona, en relación con Dios ayudan en el proceso de reconocimiento del llamamiento de Dios. Aquí es donde interviene la sabiduría e inteligencia espiritual, la luz que nos libra de la potestad de las tinieblas. La ciencia de las neuronas es coadyuvante a la fe, en la determinante y explicativa de muchas funciones indispensables para la consecución de la fe, específicamente en la fuerza y vigor de la mentalidad espiritual, en relación con la actividad y capacidad mental para una calidad de vida espiritual. Algunos especialistas teorizan acerca del resultado de la sensación de bienestar, según las prácticas de liturgia, meditación, oración y reflexión, además del beneficio de las lecturas motivacionales, la confianza y fortaleza generada por las promesas del mensaje o palabra de Dios, en el crecimiento, desarrollo del proceso espiritual.
         El sistema nervioso central y toda la red de nervios corporal, influyen en nuestros comportamientos, pensamientos y sentimientos, por consiguiente, nuestra disposición conductual, manifestada en las actitudes, carácter, emociones, forma de ser y temperamento, porque determina la reacción de la persona y su interacción externa con otras personas. Una misma situación, para alguno podría consistir en una tentación placentera, mientras que para otra persona podría ser una tentación repulsiva. La fe de la persona podría ser afectada según el grado de conocimiento, sabiduría e inteligencia espiritual, pero también de acuerdo con el nivel de conocimiento y práctica de la inteligencia emocional. La Biblia menciona el origen de la fe en nuestras vidas, ya que fe y espiritualidad se combinan en lo interno de la personalidad: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17 – RVR60). Algunos creen en la existencia del “Cerebro Religioso”, otros en el gen o neurona religiosa, con estudios realizados en la corteza prefrontal, le han llamado neurociencia de la espiritualidad, neuroteología o en nuestro caso “La Psicoteología”. Todo relacionado con la herencia humana de la predisposición religiosa.
         La Psicoteología considera la transmisión hereditaria humana de una predisposición, tanto genética como neurológica que se encuentra inactiva o inerte en todo ser humano, sumado a la función del temperamento y al gen de envejecimiento, que se activa como detonante para descubrir y despertar el llamamiento de Dios en el ser humano. Esto corresponde a una determinada función psicoteológica de activación del cerebro: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3.14 – RVR60). Esto requiere un análisis en profundidad de esta temática, para identificar la activación producida por el momento y proceso del llamamiento, en la interconexión neuronal de la neurociencia de la fe, específicamente el proceso de activación de la fe, para una mejor percepción cognoscitiva del ser interior, capaz de conocer y practicar la voluntad de Dios. La medida de la fe determina el grado de relación íntima y personal de las criaturas o seres con su Creador. Según el contenido de conocimiento de Dios en la persona, así influye el grado o nivel de respeto y reverencia hacia sí mismo, como persona con dignidad, o en relación con la convivencia correspondiente con otras personas a su alrededor. Entonces dependiendo de la cognición en la función cerebral del sistema límbico, así es la reacción en las emociones y su efecto en el comportamiento espontáneo y reactivo. El hipocampo en el cerebro y el sistema límbico en general, tienen una gran relación y vínculo con las emociones, memoria y recuerdos. También desempeñan un papel muy importante las hormonas, para las funciones y procesos, entre el cerebro y los diversos órganos corporales, las cuales hay para bienestar mental, cognitivas, crecimiento, desarrollo, metabolismo, sexualidad, entre otras. El sistema límbico afecta las reacciones fisiológicas según ciertos estímulos específicos.
         El primer amor a Dios, es la primera impresión de emoción, ante el conocimiento de la existencia de Jesucristo en nuestras vidas. La capacidad, empoderamiento y potencial de controlar, dominar y manejar las emociones, nos posibilita una mejor toma de decisiones. Las acciones humanas provocan conductas reactivas, el empoderamiento del Espíritu Santo facilita las reacciones positivas, según el estudio de las ciencias bíblicas y ciencias espirituales, inclusive estudios realizados dentro de las ciencias sociales, acerca de los principios y valores que determinan e impulsan las reacciones de convivencia entre las personas, para decisiones espontáneas con medida de cordura, prudencia y responsabilidad. Lo que llamamos “inteligencia emocional” es demostración de madurez y sensatez. El conflicto, controversia y debate entre los crédulos e incrédulos, ateos y creyentes, es que si Dios es el creador del ser humano o si el ser humano para justificarse a sí mismo fue el que creó sus propios dioses (politeísmo). La Biblia dice: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10.14 al 15 – RVR60).
         No basta solamente de la inteligencia emocional para nuestras vidas, se requiere absolutamente y definitivamente de la combinación con la inteligencia espiritual, para ser peregrinos en este mundo con el destino de una patria celestial: “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR60). Antes de los tiempos de los siglos, es antes de la creación del espacio – tiempo universal, por esta razón somos los ángeles indecisos que venimos a tomar una decisión definitiva, ya que seremos transformados como ángeles decididos en la luz de la vida con la inmortalidad.
         La conciencia analítica y crítica en nuestro ser nos confirma que en el principio Dios crea el espacio – tiempo universal, luego crea la combinación de energía al crear los cielos y de la materia al crear la tierra: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1.1 – RVR60). El tercer cielo representa la dimensión de Dios del conocimiento y energía celestial, el segundo cielo es la energía y materia universal de todo lo creado. Por último el orden del primer cielo bajo las capas de nuestra atmósfera terrestre, al parecer mayormente con las composiciones químicas de Nitrógeno y Oxígeno. La Biblia dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19.1 – RVR60). ¿Qué sucede con Adán, Eva y el ángel caído en el huerto del Edén? Se presenta una disidencia y separación de la conducta y creencia, mediante una estratagema que implica los órganos del cerebro y el corazón: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1.20 al 21 – RVR60).
         La estratagema de la serpiente antigua fue con la astucia y fingimiento, llevar a cabo el engaño y mentira, con el ardid del artificio de introducir discordia y cizaña, para enmarañar o entretejer el pensamiento (cerebro), junto con las emociones y sentimientos del ser humano (corazón): “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR60). El efecto logrado como consecuencia en el cerebro y corazón del ser humano fue el siguiente: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6 – RVR60). La Biblia dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR60).
 [10]
       El siguiente texto destaca la relación entre el cerebro y el corazón, con el pensamiento, emociones y sentimientos manifestados en el amor hacia y proveniente de Cristo (el subrayado es nuestro):
 “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús” (Efesios 4.14 al 21 – RVR60).
         Este pasaje menciona a quienes viven dominados por la vanidad de sus mentes, con el entendimiento entenebrecido, o sea, los muertos en vida que aunque están vivos, se encuentran inconscientes, sin saber para qué es la vida espiritual y su trascendencia a lo celestial. Semejante a una muerte neurológica espiritual, sin el oxígeno y la sangre vital, representados simbólicamente en Cristo. Así, la muerte del ser humano es la ausencia de espacio, materia y tiempo, en un cerrar y abrir de ojos, es inmediato a la resurrección con cuerpo transformado en la Segunda Venida de Jesucristo, o con el mismo cuerpo carnal y mortal aferrado a lo terrenal, para juicio final y condenación a la destrucción eterna. Mientras tanto, antes de la Segunda Venida de Jesucristo, el espacio, materia y tiempo es para los que están vivos, de ninguna manera para los que están muertos en espera de la resurrección, porque el muerto nada sabe ni es conciente o consciente de lo que sucede entre los que están vivos: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Eclesiastés 9.5 al 6 – RVR60).
         En relación con la expresión: “conforme a la verdad que está en Jesús”, precisamente Jesucristo dijo lo siguiente: “Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8.22 – RVR60). La muerte tiene relación con la conducta conciente y consciente. Hay muerte espiritual y muerte corporal, física o fisiológica. En la muerte del cuerpo se implica las funciones vitales cardiorrespiratorias junto con todas las funciones del encéfalo, sistemas circulatorio y nervioso. Es la integración estable de las funciones biológicas y orgánicas del individuo frente a la capacidad de las actividades concientes y conscientes de su medio ambiente, entorno y hábitat en general. Las funciones neurológicas y su contenido de la conciencia desempeñan un papel primordial, tanto en el caso de la muerte espiritual como física. También la muerte espiritual puede presentarse como un proceso gradual, inclusive en aquellos que pretenden obedecer y servir a Dios. Jesucristo ofrece la equidad y equilibrio de la paz, serenidad y tranquilidad de confiar a plenitud en Dios, contrario a las demandas y ofertas psicobiológicas que incluyen el cuerpo y mente ofrecido por el mundo. La Biblia dice:
         “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6.3 al 5 – RVR60).
         La piedad es el amor y apego sentimental al respeto y reverencia de la consagración y santificación a Dios, lo cual el mundo de ninguna manera entiende: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 Corintios 2.14 al 15 – RVR60). La capacidad de análisis y pensamiento crítico según el contenido de la conciencia y consciencia, determina la condición o estado de la fisiología de la muerte espiritual, los cimientos biológicos de las acciones y hechos psíquicos. Por ejemplo, la fisiopatología del temperamento influye en la mejor percepción de discernimiento y prudencia. La particularidad de cada individuo es determinada por su predominio fisiológico y psicosocial. El ser espiritual es un ser advertido y juicioso a cabalidad, con la completa comprensión y entendimiento, para actuar con perfecto conocimiento, sin dejarse cegar por el arrebato de la pasión irracional: “Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores” (2 Pedro 2.12 al 13 – RVR60).
         En el caso de la facultad para distinguir el bien del mal y diferenciar entre lo falso y verdadero, es una acción efectiva de juzgar, con cordura y sensatez del propósito y sentido lógico de la vida espiritual, conforme al pensamiento coherente, de sentido común en el modo de actuar y pensar:
 “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 12.12 al 16 – RVR60).
         Según el corazón, conciencia y razonamiento, se determinan las acciones y hechos secretos de los seres humanos, que rendirán cuentas a Dios según el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, es decir, la medida, parámetro o regla de referencia es Jesucristo, que cautiva los pensamientos para sí mismo: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta” (2 Corintios 10.3 al 6 – RVR60). Aquí la mención de la carne se refiere a que vivimos corporalmente o físicamente, pero sin practicar el pecado, no es mediante la casta, etnia, familia, linaje o tribu, sino según la energía, fuerza y poder del Espíritu de Dios, que es el Espíritu Santo demostrado por la vida obediente de Jesucristo.
         Ahora bien, volviendo al análisis acerca de los muertos en vida, o sea, los muertos espiritualmente. ¿Cuál es la relación con la sangre? La Biblia dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR60). En la actualidad hay grandes avances en el conocimiento de la estructura celular y los tipos de células que contiene el ser humano, por ejemplo, las células sanguíneas que transportan oxígeno de los pulmones al resto de tejidos corporales, además de devolver el dióxido de carbono para su expulsión mediante los pulmones. Hay respiración celular y respiración pulmonar. La sangre lleva nutrientes a todo el cuerpo, ayuda a purificar y a las defensas de todo el organismo. El plasma de la sangre en su composición líquida mayormente contiene agua. La simbología de las ciencias bíblicas y teológicas concuerda en dar una representación o significado al agua y a la sangre como purificadores, para limpiar de la imperfección e impureza. Ambos simbolismos también representan vida.
         Un pasaje menciona lo siguiente: “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan” (1 Juan 5.8 – RVR60). En cierta ocasión se presenta la siguiente situación con Jesucristo: “Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19.33 al 35 – RVR60). Entonces, así como hay muerte espiritual hay vida espiritual en Jesucristo: “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5.5 al 6 – RVR60). El agua y la sangre son los símbolos de la vida en Cristo, que purifica nuestras vidas mediante la fe en y de Jesucristo:
 “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3.21 al 26 – RVR60).
         La muerte corporal o física, es la ausencia de espacio, materia y tiempo: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9.10 – RVR60). Tampoco hay conciencia ni consciencia: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?” (Salmos 6.4 al 5 – RVR60). La muerte es como un dormir sin sueños: “Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte” (Salmos 13.3 – RVR60). La muerte es un dormir sin existencia: “¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no existiré” (Job 7.21 – RVR60). La muerte es un dormir sin conciencia ni consciencia, en el espacio, materia y tiempo: “Mas el hombre morirá, y será cortado; Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, Y el río se agota y se seca, Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; Hasta que no haya cielo, no despertarán, Ni se levantarán de su sueño” (Job 14.10 al 12 – RVR60). Así, en el caso de la muerte espiritual, tampoco hay conciencia ni consciencia espiritual.
 [11]
       ¿Qué pasa con los seres humanos en formación, en la condición o estado de cigoto, embrión o feto? El cigoto ya ocupa un espacio, materia y tiempo a nivel celular, con el proceso de respiración celular desde su gestación. Es primigenio como originario en el tiempo de la existencia de la vida humana. Además recibe la nutrición y oxigenación mediante la sangre, así como funciona con el resto de células y tejidos corporales. La principal característica del cigoto es que es cognoscible, o sea, conocible, porque se puede conocer y reconocer su existencia como un ser, la esencia o naturaleza primera o primitiva de la humanidad, que solamente existe con la unión de las células sexuales femenina y masculina, del óvulo y espermatozoide, junto con sus componentes nutritivos para la formación del embrión. La existencia o ser, inicia desde el cigoto como un nuevo ser humano desde su gestación. La fusión de los gametos para dar vida al cigoto, es determinante para la personalidad del nuevo ser, porque según el gameto femenino y masculino, así son las características únicas y personales iniciadas desde el cigoto y que pasan, crecen y se desarrollan en el embrión y feto como un solo proceso de formación. De manera que la herencia genética de cierto conjunto de caracteres de los gametos, es transmitida desde el cigoto como parte del ser de los progenitores.
         Nuevas investigaciones y avances en el conocimiento de la estructura celular y la genética, han aportado la trascendencia de los genes en este sentido y de los cromosomas, componente del núcleo de la célula con el contenido de los genes, según los filamentos proteicos que cambian de aspecto y formas, de acuerdo a la especie del género humano. Además de la relación con el Ácido DesoxirriboNucleico conocido como ADN, sustancia específica del grupo prostético de nucleoproteínas. Aunque el ADN se encarga de transmitir los caracteres hereditarios y el cigoto tiene carga hereditaria de los padres, el cigoto es considerado un nuevo individuo independiente de sus padres, como un nuevo ser con sus propias características. El ADN cumple una función biológica y genética específica, portador del código genético, ubicada en la cromatina del núcleo celular o material cromosómico que contiene los genes, pero hay otro ácido nucleico, llamado ARN o ácido ribonucleico, que además del núcleo de la célula, se encuentra en el citoplasma y nucléolo, para la síntesis de las proteínas, sustancia fundamental para el funcionamiento y estructura celular.  Esto es, la vida está indispensablemente relacionada con ciertos componentes o compuestos vitales, como carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, solubles en agua y catalizadores biológicos como las enzimas.  
         El cigoto humano, por su contenido e información biológica y genética es un ser vivo humano, con su determinado código fisiológico y psicológico “in crescendo”, con aumento gradual y progresivo indefinido, porque inicia como cigoto hasta la hora de su muerte corporal, física o fisiológica al completar todo el proceso natural de la vida, si no hay algún accidente, incidente premeditado o violento, ya sea un aborto, catástrofes naturales, choques de tránsito, eutanasia, guerras, inseguridad ciudadana, suicidio, entre otros. Por lo tanto, el cigoto es vida humana e individuo humano. Hay una neurociencia de la fe, recordemos que en la simbología de las ciencias bíblicas y teológicas, se comparan muchos aspectos de la vida y la naturaleza con la interpretación y significado espiritual y celestial. La experiencia y vivencia de la espiritualidad de Jesucristo en nuestras vidas, también es una evidencia científica comprobable de la fe. Se dice que la respiración del oxígeno combinada con la fe de la meditación y reflexión, desempeña un papel preponderante en la espiritualidad. Los símbolos de agua, aire, fuego y tierra han revestido gran importancia. Sumado a otros como la oxigenación y la sangre.
         Jesucristo en algún momento dijo: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR60). Estos elementos mencionados anteriormente son vitales para la existencia material o terrenal, entonces, ¿cuál es su comparación o semejanza con la vida espiritual? Jesús dijo lo siguiente al respecto: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3.5 al 8 – RVR60). Además, la Biblia dice: “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9.14 – RVR60).
         El agua, oxígeno y sangre, son combinaciones y compuestos necesarios en la depuración, limpieza y purificación del ser humano, para la subsistencia o sustento saludable, indispensable durante la conservación y mantenimiento del diario vivir corporal o físico.  En el caso de la vida espiritual, Jesucristo representa la acción, palabra y verbo de Dios. Por medio de nuestro Señor Jesucristo se recibe el agua, oxígeno y sangre espiritualmente, para la salvación y vida eterna. ¿Desde cuál etapa de nuestra vida tiene alcance la acción, energía, fuerza e influencia de Jesucristo en nuestro porvenir? Jesucristo dijo: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14 – RVR60). La vida corporal o física es el medio para la manifestación de la vida espiritual. La etapa del nacido como neonato es imposible sin el proceso de formación desde cigoto. Un ser humano requiere inevitablemente su etapa primera de cigoto y su crecimiento y desarrollo como embrión y feto para llegar a Jesucristo. La individualidad y personalidad del ser humano surge desde cigoto a nivel biológico, celular y genético, su interrupción violenta o voluntaria impide que la persona humana llegue a conocer a Jesucristo, aunque sea conocido por él. Recordemos el siguiente caso:
 “Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23.39 al 43 – RVR60).
         Este convencimiento y demostración de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, es gracias a la oportunidad de la vida mediante la gestación. Inclusive, obsérvese lo que Dios menciona al profeta Jeremías: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová” (Jeremías 1.4 al 8 – RVR60). En otro pasaje el salmista se dirige a Dios con la siguiente afirmación:
 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmos 139.13 al 17 – RVR60).
         El cigoto tiene su propia forma corporal humana, con su código biológico y genético, información y transmisión de la herencia genética. Por ejemplo, características físicas, ciertas enfermedades con tendencia patológica, sin embargo, a pesar de la influencia genética de los progenitores, el cigoto da origen a su propia identidad de ADN, cuerpo humano con sus propias características, tanto físicas como mentales, inclusive su propio temperamento. La individualidad y particularidad llega a manifestarse a nivel del carácter, emociones y sentimientos de la persona, porque aunque mayormente es aprendido, también hay influencia genética en la forma de ser. Es un ser irrepetible, porque germina y surge con sus virtudes innatas, connatural de su propio ser y no adquirido por sus padres, sino del mismo sujeto o de sí mismo. El código o información genética del cigoto posibilita el origen de lo que llaman la huella genética mediante el ADN, que diferencia la identificación de un sujeto de otro. También durante el periodo o proceso de formación de cigoto, embrión y feto, se presentan sus huellas dactilares únicas, para distinguir la singularidad de la persona de las demás. Además hay ciertos patrones del iris y la retina del ojo, que nos hace únicos entre toda la humanidad. En otras palabras, el cigoto es determinante corporalmente para constituir y estructurar el cuerpo humano.
         El cigoto es como una semilla germinada de donde procede la planta, es decir el embrión, que luego en su proceso de crecimiento, desarrollo y evolución es un árbol, que vendría a ser el feto. Un ser humano de ninguna manera nace como neonato si primeramente no se forma como cigoto, embrión y feto. Luego cuando nace solamente se dedica a crecer en estatura y a madurar en conocimiento. La palabra de Dios dice lo siguiente: “Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” (1 Corintios 15.37 al 38 – RVR60). El cigoto tiene su propio cuerpo humano, con su propia personalidad, o sea, el conjunto de características y cualidades biológicas y genéticas, en el nivel celular y microscópico. Algunos de la falsa ciencia y de la falsa filosofía, niegan las propiedades personales del cigoto, embrión y feto, pero es Dios quien le da el cuerpo como él quiso y a cada cigoto, embrión y feto su propio proceso biológico y genético le da su propio cuerpo como Dios quiso. Es una sola etapa de vida en crecimiento, desarrollo y evolución hasta el día de su muerte corporal o física.
         Lo que pasa es que la dimensión personal incluye la dimensión biológica y genética en el nivel celular y microscópico. La identidad biológica y genética define la identidad personal. Así como al nivel astrológico en el sentido universal y celestial, cada elemento tiene sus propiedades únicas: “Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria” (1 Corintios 15.40 al 41 – RVR60). Lo mismo en el caso de los cuerpos corruptos y mortales, como los seres humanos terrenales o los cuerpos incorruptos e inmortales como los ángeles, cada uno tiene su propio cuerpo y características corporales:
 “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15.49 al 52 – RVR60).
       El ser humano en su proceso de cigoto, embrión y feto es un alma viviente, porque el alma es vida e implica la respiración celular y el proceso sanguíneo de nutrición y oxigenación. El cigoto tiene el aliento de vida en el nivel biológico y celular, posteriormente la misma función se manifestará con los sistemas circulatorio y nervioso. Luego como neonato con la respiración pulmonar y el sistema digestivo. Progresivamente se hace visible y en aumento de lo microscópico a lo macroscópico como un bebé o infante. Semejante a una semilla germinada, hasta su visualización en planta y luego en un árbol. Por último, en su madurez de la vida en un árbol con frutos. Esto es semejante al feto que se manifiesta como un neonato hasta su edad de joven y de adulto, solamente crece en estatura, tamaño y conocimiento. Además de su desarrollo psicofísico, psicosocial y de los principios y valores de la neurociencia de la fe. La persona que se desangra o deja de respirar pierde su alma o vida, el alma es la misma persona viva.
         Una madre con su cigoto son dos almas o vidas, una madre con su embrión son dos almas o vidas, una madre con su feto son dos almas o vidas, por lo tanto, ya sea el cigoto, embrión o feto tiene derechos de protección de vida, como persona con su modo de ser y genoma humano, aunque sea en escala microscópica o macroscópica. Un pasaje bíblico relaciona alma con persona y con sangre que es vida: “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona” (Levítico 17.11 – RVR60). Alma, persona y vida son lo mismo, se relaciona con la respiración del oxígeno de vida, la nutrición y oxigenación de la sangre para vida. Es innegable la función de respiración celular, nutrición y oxigenación sanguínea en todo el proceso corporal, desde cigoto, embrión y feto, mucho antes de su nutrición por sistema digestivo fuera del útero o de respiración pulmonar. La vida del ser humano es estimada y valorada por Dios desde el vientre de la madre, Dios es el dador de la vida. Así dice el profeta Isaías: “Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza)” (Isaías 49.5 – RVR60).
       La ciencia de Dios en sus principios y valores como norma y regla moral y universal, sirve para estandarizar u homologar como el Juez de toda la existencia, por encima de cualquier civilización, costumbre, cultura, etnia, imperio, legislación y norma política o social. La circunscripción de autoridad de Dios en el globo terrestre, impera sobre todo gobierno humano: “¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía” (Isaías 10.1 – RVR60). Dios tiene soberanía sobre todo lo que existe: “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” (Nehemías 9.6 – RVR60). Inclusive los gobernantes de las naciones darán cuenta a Dios: “Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; Y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿no está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” (2 Crónicas 20.5 al 6 – RVR60). Es deber y obligación del ser humano de rendir su integridad a Dios, así dice la Biblia en Job: “Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?” (Job 31.13 al 15 – RVR60).
         ¿Qué representa la matriz o útero ante Dios el Creador? La matriz o útero es vida y fuente generadora de todos los vivientes. Así dice el salmista: “Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía. Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Salmos 22.7 al 10 – RVR60). En relación con lo biológico y genético, en el ámbito microscópico hasta macroscópico, ya sea visible para Dios o visible para el ojo humano, el inicio de la maternidad según el aspecto psicoteológico y la neurociencia de la fe, empieza antes del parto, desde la gestación del cigoto y su proceso embrionario y fetal. El ser humano es quien establece diferencias entre las fases prenatales de cigoto, embrión y feto, sin embargo, para Dios es un solo proceso de crecimiento y desarrollo del embarazo. La persona es madre desde que lleva consigo al cigoto, embrión o feto, sin importar en cuál etapa se encuentra del proceso evolutivo del embarazo. Esta evolución incluye cambios de actitud, conducta y pensamiento en el amor materno, al sustentar la madre al nuevo ser desde la gestación hasta el parto, con un apego maternal. Hay preparación y desarrollo de sentimientos afectuosos, según avanza y progresa la consciencia materna y los cambios relacionados con la gestación.
         Dios dice en su palabra: “Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios” (Isaías 66.9 – RVR60). En cierta ocasión Adán dice de Eva: “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Génesis 3.20 – RVR60). Dios es el dador de vida a través de la función de la matriz o útero, mediante Eva es que da vida a todos los vivientes y por medio de una misma sangre, porque la sangre es vida y de esta sangre depende todo el linaje de los seres humanos:
 “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hechos 17.24 al 26 – RVR60).
         La ciencia antropológica podría confirmar la expresión del pasaje anterior, donde se dice que Dios ha hecho de una sangre todo el linaje de los seres humanos, es un solo género humano o raza humana, con mucha diversidad de etnias culturales y sociales. También es posible demostrar desde los genes y la genética misma, con el estudio de las poblaciones de los humanos, que todos comparten una sola línea de origen, con la composición biológica y genética de una única especie humana en todo el planeta. El ADN es prueba de la existencia de una misma y sola especie humana. En el caso del temperamento, se dice que el mismo tiene influencia de la herencia genética, su procedencia al ser una sola raza humana, se origina desde el Adán Genético y la Eva Genética. La invariabilidad del temperamento en su inamovible modificación la hace una patología desde el principio del origen humano, pero su control requiere la interacción neurológica mediante los neurotransmisores biológicos del conocimiento y conducta, por consiguiente de la neurociencia de la fe y de las emociones regidas por el conocimiento de Dios. Por lo tanto, el dominio propio requiere de un control neurológico de sí mismo, especialmente al enfrentar y reaccionar una situación a pesar de su predisposición emocional congénita, es decir, connatural, porque es propia de la existencia de cada persona, por esta razón los genes afecta el desarrollo de la personalidad, por consiguiente del comportamiento y control de los impulsos emocionales propios del temperamento.
 [12]
       En relación con las enfermedades con la posibilidad pandémica, se dice que lo más grave del virus de la viruela del mono es que pueda mutar y afectar al resto de población vulnerable. El Creador trata de corregir a su creación con gran misericordia, pero el mundo no entiende, no se trata de una fobia contra estas conductas promiscuas, sino que es un tema de consagración y santificación, la fobia es contra el pecado y sus consecuencias, pero prevalece lo que algunos llaman la cristofobia que pisotea la sangre redentora de Cristo. ¿Cuál es el motivo de la existencia del ser humano? Una teoría especulativa del conocimiento antiguo explica la razón. Cada ser humano tiene una preexistencia corporalmente como ser celestial portador de luz. Eran conocidos como el séquito celestial y cada ser con la capacidad y poder de tomar decisiones propias. La decisión por sí misma no es buena ni mala, sino la consecuencia o resultado de la misma. Uno de los seres conocido como la luz bella, toma una decisión que arrastra la tercera parte del séquito celestial como sus seguidores. Entre el resto del séquito estaban los indecisos en seguir a luz bella o conservar y mantener su condición y dignidad original. Estos son los seres que vienen a este mundo como humanos, con el propósito de tener una postura y decisión personal. El ángel caído tiene una segunda oportunidad de rectificar, reivindicar y resarcir las consecuencias de su decisión, cuando tuvo la opción de inducir y orientar a Adán y Eva hacia una decisión conforme a la voluntad de Dios. Pero se aferra al orgullo y soberbia como adversario a Dios.
         No hay que dejarse engañar, lo que se llama inclusión u orientación sexual, es solamente la justificación al sexo anal, promovido por los sexólogos, no es un asunto de derechos humanos, sino de gustos y preferencias de los mismos heterosexuales, que tienen este tipo de prácticas de copulación abominable ante Dios. Lo que pasa es que se pretende legitimar una intimidad entre seres humanos, sin tomar en cuenta una intimidad con Dios el Creador, que concuerde con sus principios y valores, según la educación y enseñanza transmitida por Jesucristo. La lucha contra el pecado está en la mente como campo de batalla entre la carnalidad y la espiritualidad: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8.5 al 8 – RVR60). Hay que venir a este mundo a vivir la experiencia de la aflicción y sufrimiento contra la práctica del pecado, especialmente para adquirir la libertad del conocimiento que trasciende a un nivel superior en nuestra mente, en el sentido de la facultad intelectual del pensamiento espiritual y celestial, porque según la psique del alma humana, en relación con la vida espiritual y celestial, es vital la afectividad y sensibilidad de Jesucristo manifestada en sus seguidores y servidores creyentes.
         La sensibilidad facilita la propensión de dejarse llevar por Jesucristo, es enamorarse con pasión de Jesucristo y sentir su presencia en consagración y santidad. Los deseos y pasiones pecaminosas desaparecen por la inapetencia, sustituida por el sentimiento de dolor y pena en el padecimiento y sacrificio de Cristo, que produce una condición y estado moral de conciencia al respeto y reverencia a la obra redentora de Jesucristo. La afectividad es la capacidad para experimentar emociones y sentimientos, en este caso relacionados con la transmisión del ejemplo y modelo de vida en Cristo. Hay una contrición de arrepentimiento de haber ofendido a Dios, debido a los pecados propios del ser humano, luego se refleja en la vida cotidiana con la conversión y el resarcimiento permanente con las acciones y hechos demostrados, es decir, la psicoteología en acción congruente entre mente y cuerpo, porque por la conducta y comportamiento se da a conocer la persona, según su conducción por el camino de la vida, así como dice la Biblia: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7.20 al 21 – RVR60). El Camino psicosocial es Jesucristo establecido por Dios Padre, es la indicación y señal que nos guía para mantener el rumbo y la dirección. Jesucristo es la luz que alumbra nuestras mentes en la comprensión y el entendimiento del propósito y sentido de la vida: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR60).
         Jesucristo es el querer como el hacer, entre nuestra mente y nuestras acciones. Jesucristo es palabra y acción, es psicoteológico, psicosocial y corporal, porque los hechos de nuestra vida manifiestan la medida de Jesucristo en nosotros. Este mismo grado o nivel de la esencia de Jesucristo en cada persona, le sirve para su condición o estado corporal en el momento de la muerte y resurrección. Caso contrario en el instante de la transformación del cuerpo en la segunda venida de Jesucristo. Lo mejor en los tiempos actuales es abrir los ojos del entendimiento, para visualizar las señales entenebrecidas por la ofuscación mental de nuestras vendas espirituales, porque se obstruye y oscurece la razón y se confunde las ideas, que imposibilita identificar y reconocer el plan de Dios en el tiempo del fin de los gobiernos del mundo. Hay que comprender los tiempos de Dios para visualizar con entendimiento las señales presentes y venideras. La palabra de Dios permanece para siempre, resulta que esta palabra también es acción y está representada en el Hijo de Dios, en Jesucristo. Los gobernantes del mundo, según la historia, se aferran y apegan a lo terrenal, desafían, provocan y retan a Dios, que es implacable, preeminente y su supremacía es infalible. Tarde o temprano Dios prevalecerá sobre toda injusticia de los gobiernos humanos.
         La Biblia dice: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2.13 al 15 – RVR60). Todo lo que sucede es como un rompecabezas geopolítico, en la historia antigua de algunas culturas y civilizaciones de los imperios asirios, babilónicos, egipcios, grecos y romanos, entre otros, Dios se pronunciaba según los casos manifestados por la Biblia. En nuestro contexto y mundo contemporáneo, llegará el día en que el mundo heterosexual y el mundo creyente que practica y profesa una religión, comprenderá que “la práctica de la copulación del sexo anal” es una abominación ante la consagración y santidad a Dios. No es un asunto de gustos y preferencia donde el ser humano hace lo que quiera con su cuerpo, tampoco es cuestión de orientación sexual o de igualdad de género. Ni se trata de la aseveración y justificación de reconocidos especialistas o expertos sexólogos, ni de aclamados o afamados investigadores médicos neurólogos o promotores del psicoanálisis. Es un asunto de ser irreprensible ante Dios, como luminares con la mente y el corazón llenos de la luz de Dios en Jesucristo.
         ¿Qué tiene que ver un pequeño detalle y asunto muy personal e íntimo de la copulación anal para ser algo tan grave ante Dios? Esto implica el cambio de diseño original de la creación de Dios. Jesucristo dijo acerca de su segunda venida:
“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lucas 17.26 al 30 – RVR60).
         Las Sagradas Escrituras aclaran lo siguiente: “como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.7 – RVR60). La fornicación del pecado contra naturaleza está entre los pecados de mayor elevación. Así dijo Jehová Hijo, es decir Jesucristo a Abraham: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?” (Génesis 18.20 al 23 – RVR60). Además dice la Biblia:
 “y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” (2 Pedro 2.5 al 8 – RVR60).
         La mayor pretensión del ser humano como ángeles indecisos corporalmente humanos, fue practicar el sexo anal a los mismos ángeles celestiales fieles a Dios, como un acto inmoral e indigno de deshonra, desvergüenza y humillación. La misma práctica de copulación carnal para satisfacción irrefrenable del placer, entendían que era lo más bajo y vil, lo más despreciable e infame entre conductas del ser humano:
 “Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta” (Génesis 19.4 al 9 – RVR60).
         Lot comprende que los visitantes son ángeles celestiales y ofrece sacrificar a sus hijas en su lugar, esto es prueba de la gravedad pretendida por los habitantes de las ciudades en cuestión, en relación con la agravante blasfemia contra Dios y su Santo Espíritu, sin embargo, la maldad es inminente contra el mismo Lot y los ángeles, porque no muestran a cambio ningún interés en las mujeres hijas de Lot, menos en lo que atañe a la consagración del matrimonio entre hombre y mujer, para unirse a las hijas de Lot. La Escritura se refiere como abominación, como aborrecible y despreciable entre las máximas prácticas de maldad:
 “No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores” (Levítico 18.22 al 25 y Levítico 20.13 – RVR60).
         La tierra vomitó sus moradores. El ser humano no necesita tocar el fondo del abismo, para buscar y pedir el auxilio de Jesucristo con su Segunda Venida: “También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16.7 al 9 – RVR60). Los acontecimientos actuales en el mundo corresponden a un llamado de atención de compasión y misericordia por parte de Dios a la sociedad internacional, para arrepentimiento, conversión y resarcimiento, porque se demuestra que estamos recibiendo los juicios de Dios, pero sin la destrucción total del planeta, el VIH-SIDA, las nuevas enfermedades raras, como la viruela del mono, las pandemias y el incremento del calentamiento global, sumado a las olas de calor y a las posibles detonaciones termonucleares, harán de este mundo un horno de purificación y un infierno en el globo terráqueo, especialmente por la causa del incremento y legitimación de la maldad humana, como dice la palabra de Dios que permanece para siempre:
 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho! Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel” (Isaías 5.20 al 24 – RVR60).
         La inclusión o inclusividad contemplaría la guía de Dios en el destino y rumbo de las naciones, históricamente en occidente de educación, cultura y tradición cristiana. Esperemos que la confusión del mundo, dictado por organismos internacionales no arrastre y absorba las legislaciones de cada país. Las señales de los tiempos y el llamado de atención de Dios se ignora entre los gobernantes y legisladores, el avance y la promoción de la muerte abortiva desenfrenada, atrae más muerte en el mundo con pandemias como el VIH-SIDA y ahora la amenaza del virus del mono, especialmente entre quienes defienden y confunden los derechos humanos con los derechos homosexuales. Las madres que abortan no consideran que son mujeres matando a sus propias mujeres, se comete femicidio abortivo. El aborto de miles de millones de seres humanos es un clamor que está subiendo a los oídos de Dios, es una provocación frontal ante Dios y un desafío a su autoridad como gobernante de su creación. El ser humano rehúye asumir responsabilidad y compromiso de fidelidad o lealtad a Dios. Las olas de calor en el mundo cada vez son más feroces y es un catalizador del Calentamiento Global, que llegará el momento que va a ser irreversible.
         A pesar de las señales que estamos viviendo en todo el globo terráqueo, algunos están más preocupados por establecer la eutanasia y el suicidio asistido como derechos humanos, así como se hizo con el matrimonio genérico de igualdad civil, donde se importa nada si se anula, desacredita o profana la consagración del matrimonio original establecido por el mismo Dios. Además aunque el mundo se está cayendo a pedazos al abismo del despeñadero, algunos están más enfocados en corromper las nuevas generaciones, desde la educación sexual escolar y en ver a todos los pre-jóvenes y adultos jóvenes enajenados del cannabis recreativo. Todo menos conservar y mantener la dirección de Dios en las familias, hogares, instituciones de gobierno o públicas, matrimonio, en la nación en general o en la constitución política. Después nos quejamos de criminalidad, guerras, hambrunas, inflación, inmoralidad, incendios forestales, miseria, pandemias, entre otras destrucciones del mundo en una sociedad que cada vez se aleja de Dios, para justificar y legitimar los instintos más bajos del ser humano.
 [13]
       ¿Por qué es necesario un temperamento pacífico y sosegado? La Biblia dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.14 – RVR60). La espiritualidad es el grado o nivel de paz y santidad, sin la que nadie recibirá el cuerpo transformado en la Segunda Venida de Jesucristo, ya sea entre la población en espera en ese momento o por resurrección de los muertos. Esta dimensión o medida de santidad es indispensable como requisito para volver a ver al Señor. ¿Podría el ser humano causar o exacerbar un gran enfado o enojo en Dios Hijo? Ya en otra ocasión está escrito lo siguiente: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6.6 al 8 – RVR60). La espiritualidad es hallar gracia ante los ojos del Hijo de Dios, es decir, la fe y el conocimiento de Jesucristo: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR60).
         La dimensión o medida está definida y establecida por la palabra de Dios: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3.17 al 19 – RVR60). ¿Cuál es la relación con el temperamento pacífico y sosegado? Hemos reiteradamente señalado la importancia de la simbología bíblica y su significado. En el profeta Isaías se menciona lo siguiente: “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis, sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores” (Isaías 30.15 al 16 – RVR60). Luego Jesucristo confirma lo siguiente:
 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21.33 al 36 – RVR60).
         Lo que pasa es que el Señor no retarda su promesa como está escrito:
 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2 Pedro 3.9 al 12 – RVR60).
         Otro ejemplo de simbología bíblica es el siguiente: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23.1 al 4 – RVR60). Esta simbología y su significado representan la relación entre cerebro y corazón, mente, intención y voluntad. La Biblia lo confirma en muchos pasajes, los pensamientos celestiales de Dios son muy diferentes y elevados a los pensamientos naturales del ser humano. Las acciones, hechos y proceder del humano en la condición de natural, transita sus caminos de la vida sin la espiritualidad y conocimiento de los caminos de Dios:
 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.6 al 9 – RVR60).
         El secreto de la vida está en Jesucristo, la integridad psicoteológica en la comunión del ser humano con Dios, se encuentra integrada entre mente y corazón mediante Jesucristo: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.27 al 30 – RVR60). Esta inteligencia emocional y espiritual, es para agradar y agradecer a Dios, porque de lo contrario el ser humano se constituye en amigo del mundo pero enemigo de Dios: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.4 al 6 – RVR60).
         La sociedad para educarse en las cuestiones que atañen a la salvación y vida eterna, tiene que educarse pero en Jesucristo, su legado, ejemplo, enseñanza, mensaje y modelo de vida. Es por excelencia el único como Maestro y Señor enviado al mundo para transmitir directamente la palabra de Dios Padre. Jesucristo tiene la exclusividad de Hijo de Dios como Cristo, Mesías y Ungido del Padre. Solamente Jesucristo ha ascendido a los cielos con cuerpo transformado, fue, es y será siempre el jefe del séquito celestial y primero después del Padre. Así como el ejemplo del caso de José en el tiempo del Faraón: “y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Génesis 41.38 al 40 – RVR60). ¿Por qué la mente y el corazón tienen relación con la psicoteología?
         Según el texto tomado del tema “La Ley y La Gracia” en el Manual del Neobiblismo se indica lo siguiente: “El tema de Jesús y la gracia versus la ley añadida, se presenta porque en el caso de los Diez Mandamientos, fueron escritos en el primer pacto con el dedo de Dios en tablas de piedra, pero en el nuevo pacto son escritos en nuestra mente y corazón con el Espíritu Santo. Según el profeta Jeremías, Dios daría un corazón, un camino y un pacto eterno, al dar su temor en el corazón (Jeremías 32.39 al 40). El primer pacto es un ministerio de condenación y muerte, el nuevo pacto es con gloria un ministerio del espíritu o de justificación (2 Corintios 3.7 al 9). El primero es en la letra, grabada con letras en piedra, con una ley añadida, como fin o propósito, para llevarnos a Cristo (Gálatas 3.23 al 4.7).” Además en dicho tema se dice lo siguiente: “La aceptación del evangelio y a Jesús como Salvador, posibilita ser siervo de la justicia de Dios (Romanos 6.18, 20 al 23), la persona se aferra al estandarte de los mandamientos no escritos en tablas de piedra, sino escritas con el Espíritu del Dios vivo en tablas de carne del corazón (2 Corintios 3.2 al 3).”
         Muy interesante como Dios daría su ley en la mente y la escribiría en el corazón: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31.33 – RVR60). Hay una conexión de Dios con el ser humano a través del cerebro y mente, con el corazón y emoción, intención, sentimiento y voluntad. Esto es la psicoteología, cuando actúa la psique en lo conductual sincronizado con la voluntad de Dios. El estado de conciencia sensorial, las funciones intelectuales y psíquicas congruentes con el conocimiento de Dios Padre y la inteligencia celestial transmitida por Jesucristo. Por esta razón se confirma en el nuevo pacto lo siguiente: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré” (Hebreos 10.15 al 16 – RVR60). Aquí se confirma y ratifica la afectividad y sensibilidad celestial, en nuestra mente y corazón, establecida según la mente y psique de Jesucristo, como ejemplo y modelo de la vida cotidiana. Porque la Escritura aclara lo siguiente: “�� Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo” (Hebreos 8.10 – RVR60). Hay una correspondencia entre Dios y las personas como el pueblo de Dios: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2 – RVR60).
 [14]
       El cerebro es un centro principal de control, mando y procesamiento, mediante la médula espinal y el sistema nervioso en general. La mente y el corazón se involucran en el amor principal y prioritario a Jesucristo, que es el verdadero amor a Dios el Padre que envió a su Hijo. Estos mandamientos en la mente y escritos en el corazón es el amor más elevado y grande a Jesucristo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14.15 al 17 – RVR60). El mundo no puede recibir la energía, fuerza y poder del Espíritu de Dios, debido al aumento de la maldad en la sociedad y la frialdad al amor a Jesucristo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 - RVR). Hay alrededor de ocho mil millones de seres humanos en el planeta, pero son muy pocos los que verdaderamente reconocen y dan la alabanza, gloria y honra a Jesucristo. Son pocos los que no se avergüenzan del Hijo de Dios. Lo que pasa es que hay mucho desconocimiento de las Escrituras y del poder de Dios, así dice la Biblia: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22.29 – RVR60).
         La fuente del amor está en el cerebro, que atañe con fuerza las emociones y sentimientos hacia Jesucristo, con una convicción y seguridad de fe puesta en nuestro Salvador y Señor. Es lo que se llama una adhesión ferviente, en entusiasmo y exaltación ardiente en el fuego del Espíritu Santo, con todo el ánimo, intención y voluntad, por consiguiente afecta el comportamiento y la conducta: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.28 al 29 – RVR60). En este caso se cumple el tener la mente de Cristo, que es la verdadera libertad: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3.17 al 18 – RVR60).
         Por otra parte, ¿cuál es la relación cerebro y corazón? El cerebro cumple funciones de automatización interna, control de tiempo sincronizado y temporización, por ejemplo, la frecuencia cardiaca, parpadeo, presión arterial, respiración, entre otros. Se consideran relaciones de relojes neuronales principales, cognitivos y relojes biológicos corporales. Hay un tipo de tiempo relacionado con la consciencia, que despierta la psicoteología en el ser humano, para la contemplación y fijación del sentido de la vida, en relación con las promesas de Dios acerca de la vida eterna (creados a imagen de Dios y con la semejanza de la santidad). Este tipo de tiempo atañe a la espera y preparación para la Segunda Venida de Jesucristo y la resurrección de los muertos. Hay personas que no encuentran propósito ni sentido de la existencia del ser humano, menos de su trascendencia al más allá, después de la muerte de la vida presente. Por ejemplo, el ser humano en toda su historia se aferra a las guerras, apegado a lo material y terrenal. Esta rivalidad es preexistente como ángeles indecisos.
         El ser humano no es del todo un ser ingenuo e inocente, sino que es obsesivo, orgulloso y soberbio en hacer guerra entre los mismos ángeles indecisos. Por este motivo la importancia de la determinación y firmeza de carácter, con la visión puesta en las promesas futuras de Dios: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20.34 al 36 – RVR60). La voluntad de Dios es puesta en el interior de la mente y escrita en el corazón, obsérvese como los hijos de la resurrección llegan a ser iguales a los ángeles e hijos de Dios, que ya no pueden morir. Pero aunque sean ángeles indecisos como seres humanos, se pueden casar, o sea, se pueden procrear para traer a este mundo otros ángeles indecisos, el sexo de una persona lo definen los cromosomas sexuales X o Y, con sus respectivas combinaciones celulares normalmente XX en mujer y XY en hombre. La madre aporta un cromosoma X y el padre un cromosoma X o Y, según sea el caso para determinar el sexo femenino (XX) o masculino (XY).
         La Biblia reitera lo siguiente: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos” (Marcos 12.24 al 25 – RVR60). Los ángeles que están en los cielos son los ángeles fieles y leales a Jesucristo, Hijo de Dios, jefe y principal del séquito celestial como arcángel. La Biblia dice del Hijo: “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;… hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.2 y 4 – RVR60). La condición anímica, lo emocional y sensorial afecta e influye en el comportamiento y la conducta, que es determinante en la toma de las decisiones procesadas en el cerebro – corazón, según el balance o equilibrio entre razón y emoción. La interacción de la consciencia entre mente y corazón, según la ley de Dios dentro de la mente y escrita en el corazón, posibilita reconocer el compromiso y responsabilidad de los progenitores como guías del Camino de Jesucristo en sus descendientes. Los ángeles indecisos que llegan con anticipación, tienen ventaja de experiencia de vida y madurez para guiar a sus hijos, como ángeles indecisos posteriores en la venida a este mundo. Esto explica la consideración de algunos de la copulación e intimidad sexual como un acto exclusivo de procreación.
         En relación con la rivalidad preexistente entre ángeles indecisos, que es la causa, existencia y origen de las guerras entre seres humanos, esta rivalidad es debido a las opciones de elección, entre el camino angosto de la fidelidad y lealtad a Jesucristo o el camino ancho y espacioso de la rebeldía, indiferencia e indecisión. Este camino se rige por las pasiones desenfrenadas y desordenadas en gustos, placeres y preferencias culturales y sociales, que tienen una globalización mundial en decadencia y una descomposición social, sin principios ni valores, con una sociedad sumida en la maldad, donde predominan la corrupción y degeneración en todos los ámbitos, posiciones o status sociales, inclusive la misma iglesia sufre filtración camuflada al respecto:
 “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.1 al 4 – RVR60).
         ¿Cómo se manifiesta la rivalidad preexiste en nuestra mente y nuestro corazón? La Biblia menciona lo siguiente: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce” (Santiago 3.10 al 12 – RVR60). Siempre insistimos en la simbología bíblica, su representación y significado. Por ejemplo, la palabra o término “AMOR”, tiene cualidad de abstracta, en el sentido de que no se puede tocar, como se percibe con los sentidos a un objeto palpable, que puede tocarse con las manos. El amor se hace visible con las acciones de las personas: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13.4 al 7 – RVR60). Esto significa que en una persona hay amor o desamor, pero no pueden coexistir el amor y el desamor juntos. La Biblia dice al respecto: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1.9 al 11 – RVR60).
         Toda esta temática es amplia en la Caracterología Cristiana y en la Cronología Bíblica. El primer Amor y Eterno en la existencia, sin principio ni fin es Dios Padre:
 “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4.8 al 16 – RVR60).
         Ahora bien, Jesucristo es nuestro primer amor suficiente como seres humanos, porque es un amor prioritario y supremo con valor y verdad absoluta: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga” (Lucas 14.33 al 35 – RVR60). Volvemos a recordar la importancia de la simbología bíblica, su representación y significado, por motivos de espacio no cabrían en el mundo los libros referentes a Jesucristo: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén” (Juan 21.25 – RVR60). Dios Padre es Amor Eterno, sin principio ni fin, es la Energía, Fuerza y Poder mediante su Espíritu: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4.23 al 26 – RVR60).
         El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios Padre. Jesucristo dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio” (Juan 15.26 al 27 – RVR60). Los ángeles indecisos estuvieron con el Hijo en el principio de la creación del séquito celestial. Jesucristo es la primera creación como Hijo, de manera que Dios se hace así mismo como Dios Padre al crear a su Hijo: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1.13 al 15 – RVR60). Luego el Padre y el Hijo crean al séquito celestial para honrar al Hijo y para que toda la existencia celestial del tercer cielo perteneciera al Hijo. También después de la rebelión del ángel caído, el Padre y el Hijo crean el cosmos del segundo cielo y el planeta Tierra del primer cielo, para la venida de los ángeles indecisos a tomar su propia decisión:
 “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (Colosenses 1.16 al 23 – RVR60).
         Por lo tanto, Jesucristo es el principio y fin como objetivo o propósito de la creación, es el alfa y la omega, establecido por Dios Padre: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22.12 al 15 – RVR60). En el caso del amor, se menciona claramente que todo aquel que ama y hace mentira estará fuera. Aunque algunos transmiten la mentira sin ser concientes de la veracidad, por lo general la mentira es lo que se dice con la conciencia de que no es verdadero, pero se pretende que sea creído como cierto, es apariencia, disimulo, engaño y falsedad. Por esta razón se dice que todo está en la mente, es el campo de batalla de la duda en la lucha entre el bien y el mal. Es una condición o estado de indecisión en la mente, confusión de la conveniencia o inconveniencia de las acciones confrontadas con la moralidad, vacilación del ánimo de los principios y valores de la conciencia y el entendimiento frente a lo sensorial, sensaciones o sensibilidad propia de la concupiscencia. Del apetito y deseo desenfrenado y desordenado de lo terrenal, en placeres deshonestos y viciosos. El libro de Eclesiastés lo describe claramente:
 “Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 4.1 al 4 – RVR60).
 [15]
       Las actitudes, atributos, carácter, características psicosociales, comprensión, compromiso, conciencia, conocimiento, consciencia, cortesía, cualidades, disciplina, educación, emociones, empatía, entendimiento, espiritualidad, ética, forma de ser, habilidades sociales, hábitos saludables, inteligencia, meditación, moralidad, oración, personalidad, principios, reflexión, resiliencia, responsabilidad, sabiduría, salud mental, sentimientos, solidaridad, temperamento y valores, son integrales en el ser humano en relación con el amor y la consistencia en hacer el bien, que sea comprobable y demostrado con las acciones y hechos del diario vivir. Los parámetros del comportamiento y conducta, protocolos definidos y determinados como normalidad o regla de vida, tienen que ser comparables y congruentes con la voluntad de Dios, manifestada en sus Sagradas Escrituras, especialmente y específicamente de acuerdo con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, su transmisión de educación, enseñanza y formación para la vida, como Maestro y Señor. Entonces el ingrediente de nuestras actuaciones sería el amor: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16.14 – RVR60). Entendido el amor verdadero como el amor de Jesucristo. Además las Escrituras aclaran lo siguiente:
 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Juan 3.18 al 24 – RVR60).
         Lo que pasa es que la educación emocional y espiritual es indispensable en la formación del ser humano, pero el corazón se endurece con la ausencia de este tipo de educación. La Biblia dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR60). El enfriamiento del amor endurece el corazón, por este motivo algunos educan y enseñan en lo que llaman las habilidades blandas o suaves, en contraste al corazón duro de piedra. En el libro La Comunidad de Fe: Acuerdos de Fe se menciona lo siguiente: “Jesús en su enseñanza impulsa una buena armonía con Dios el Padre, al amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, así como de una buena armonía consigo mismo y con aquel que está a su alrededor (Marcos 12.30 al 31)”. La maldad se multiplica porque el ser humano es el portador de la maldad, que acciona la operación de la misma, con cierto cinismo de descaro, desvergüenza e impudencia. Inclusive la sociedad tiene una indolencia, donde no se afecta o conmueve de su falta de consagración y santidad, sino que adopta la corrupción y legitimación del mal, como si fuera una nueva moda o normalidad legal, política o social. Se hace imprescindible en el comentario bíblico, la compilación de textos bíblicos para aclarar y respaldar el tema, como en el siguiente caso:
 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.3 al 9 – RVR60).
         La Biblia se explica por sí misma, aunque se presenta una sinergia entre análisis, comentario e interpretación, que en su conjunto provoca un efecto de aclaración o iluminación, para una concertación superior, de manera que se pueda concordar o cotejar el texto literal con su análisis, comentario e interpretación, tal es el caso de Felipe, diácono y evangelista, con el eunuco, que es un etíope funcionario de Candace, reina de los etíopes:
 “Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hechos 8.30 al 35 – RVR60).
         La acción de la psicoteología ablanda la coordinación de la mente con el corazón, en relación con la interacción del conocimiento con el ánimo, el enternecimiento, el mover a compasión y misericordia, el mejorar la actitud, carácter y condición psíquica, la intención, esfuerzo, temple y voluntad. Todo esto vinculado a la guía y orientación de Dios en nuestras mentes y nuestras vidas. El tema de la Psicoteología se relaciona con otros temas, como La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo, La Caracterología Cristiana, Los Tres Tipos de Conocimiento, El Conocimiento Celestial, La Dilatría, Jesucristo Mi Decisión, La Conspiración Contra Jesucristo, La Ley y La Gracia, entre otros temas. Por último, la simbología bíblica, su representación y significado, aporta un valioso contenido para la comprensión y entendimiento del mensaje bíblico y psicoteológico. En el aspecto psicosocial según el conocimiento de Jesucristo, prevalece el balance o equilibrio de mitigación de la fiereza mente - corazón: “sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Isaías 11.4 al 6 – RVR60).
         El corazón de piedra se vuelve un corazón de carne. La Biblia dice: “Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 11.21 – RVR60). Además se dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36.25 la 27 – RVR60). Al respecto, en Jesucristo encontramos el ejemplo y modelo de la psicoteología, o sea, las funciones mentales puestas en el pensamiento en Dios y su correspondiente voluntad, por consiguiente el quehacer de las acciones, comportamiento, conducta y hechos en la obediencia a Dios Padre:
 “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.25 al 30 – RVR60).
27 de agosto de 2022
Tomado de Libros web Neobiblismo
https://www.neobiblismo.org
0 notes
neobiblismo · 2 years
Text
La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo
Tumblr media
 Jesucristo Afirma (Eje Temático):
 1.   __ “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
(Juan 8.12 – RVR60).
 2.   __ “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”
(Mateo 6.33 – RVR60).
 La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo:
El texto bíblico tomado de la Santa Biblia, para la presente compilación de versículos y sus comentarios, es la Versión Reina-Valera Revisión de 1909 (RVR1909), editada por las Sociedades Bíblicas Unidas.
  tabla de contenido
 CAPÍTULO 1: LA PERSONALIDAD DE LOS DISCÍPULOS DE JESUCRISTO       13
1.1 El conocimiento e inteligencia esencial de la persona     25
1.2 El ser y la personalidad__________________________ 43
1.3 El temperamento con la patología de la duda
e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios       52
1.4 El Origen del bien y del mal –
El origen del egoísmo, la envidia y el odio__________ 60
1.5 El amor, la justicia y el temor de Dios___________ 65
1.6 La teoría del paradigma y la percepción_________ 72
1.7 El ego humano frente al Dios Yo Soy_____________ 75
1.8 El libre albedrío humano frente a la voluntad
de Dios_____________________________________________ 77
1.9 El explorador bíblico y la potencia______________ 88
1.10 El afecto y el estado de ánimo__________________ 99
1.11 La intención, motivación y voluntad___________ 25
1.12 La virtud: los principios y valores______________ 43
1.13 Los atributos o cualidades_____________________ 52
1.14 Las actitudes y el carácter______________________ 60
1.15 Las emociones y sentimientos__________________ 65
1.16 El comportamiento y la conducta_____________ 72
1.17 El conflicto y las pruebas de la vida____________ 75
1.18 La comunión y el respeto a la autoridad de
Dios________________________________________________ 77
1.19 El arrepentimiento, conversión y resarcimiento
____________________________________________________ 88
1.20 La estabilidad, madurez y perseverancia________ 99
1.21 La dignidad íntegra de la persona______________ 25
1.22 La responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios       43
1.23 El empoderamiento de la espiritualidad y santidad        52
1.24 La distorsión, distractores y ruido____________ 60
1.25 La declaración, dedicación y reconocimiento
a Jesucristo________________________________________ 65
1.26 La perversidad diversa: arrogancia, desvergüenza e insolencia ante Jesucristo               72
1.27 La fidelidad y lealtad a Jesucristo en la Edad
del Calentamiento Global__________________________ 75
1.28 Volver al sentido común y comunitario de Jesucristo 77
1.29 El acompañamiento celestial___________________ 88
1.30 El conocimiento actitudinal y el desarrollo personal 99
1.31 Cambio de mentalidad y sensibilidad espiritual
____________________________________________________ 25
1.32 Trascendentalismo celestial y la combinación
de intuición - razón________________________________ 43
1.33 La concienciación de la conciencia_____________ 52
1.34 La disciplina y obediencia a Dios________________ 60
1.35 La sabiduría bíblica comparada con el Coronavirus COVID-19   65
1.36 El Coronavirus COVID-19 es una escalabilidad
de lo natural a lo espiritual________________________ 72
1.37 El Coronavirus COVID-19 y el manejo de
conflictos_________________________________________ 75
1.38 Buscando la libertad en Jesucristo en los
últimos tiempos____________________________________ 77
1.39 La meditación, oración y reflexión, como preparación para el tiempo del fin  88
  CAPÍTULO 1: La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo
           La persona de Jesucristo posibilita un ejemplo y modelo de vida para sus seguidores, especialmente en la práctica como Discípulos, debido a la combinación de la enseñanza con el ejercicio de sus hechos o vivencias.
  1.1 El conocimiento e inteligencia esencial
de la persona
          Las relaciones humanas como disciplina además de estudiar las actitudes, actividades e interrelaciones resultantes del trato entre personas, estudian el comportamiento y conducta, tanto del individuo como de la colectividad de los diversos grupos sociales. Entre sus elementos y valores están, la cortesía, equidad, humildad, integridad, lealtad, respeto y solidaridad. Esto es equivalente a los principios, valores y virtudes propuestos por Dios en su palabra, transmitidos y vividos por Jesucristo con el ejemplo de vida. Este conocimiento e inteligencia es esencial para la relación y convivio de las personas en armonía y comunión personal y social. Por ejemplo, la honradez es un principio de vida o una regla de la vida, porque el ser humano requiere limitaciones y regulaciones para una mejor convivencia. Las normas como reglas establecidas por los humanos, son definidas por una legislación acorde a la zona geográfica mundial y según sus costumbres y cultura. Además influenciadas por las corrientes de pensamiento conservadores o liberales. Algunas normas o reglas son de acatamiento obligatorio cultural, étnico, legal o social. La presunción de la norma es la de establecer en buen orden, pero este hacer normal, implica el riesgo de normalizar acciones o actos contrarios a la voluntad de Dios.
          El control de las acciones de nuestro pensamiento está en función de conocernos a nosotros mismos: “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos á Jehová” (Lamentaciones 3.40 – RVR1909). Escudriñar nuestro camino, es averiguar y examinar con cuidado y detenimiento nuestros pasos en el caminar de la vida: “Consideré mis caminos, Y torné mis pies á tus testimonios. Apresuréme, y no me retardé En guardar tus mandamientos” (Salmos 119.59 al 60 – RVR1909). Las decisiones del presente influyen en las consecuencias del futuro: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu opinión: Teme á Jehová, y apártate del mal” (Proverbios 3.5 al 7 – RVR1909). Las decisiones determinan la acción y reacción de nuestra vida: “Encomienda a Jehová tu camino, Y espera en él; y él hará. Y exhibirá tu justicia como la luz, Y tus derechos como el medio día. Calla á Jehová, y espera en él: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en manera alguna á hacer lo malo” (Salmos 37.5 al 8 – RVR1909).
          Dios establece a su Hijo Jesucristo como referente para comparar nuestro caminar: “Examinaos á vosotros mismos si estáis en fe; probaos á vosotros mismos. ¿No os conocéis á vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? si ya no sois reprobados” (2 Corintios 13.5 – RVR1909). El ejemplo y modelo de vida se fundamenta en las enseñanzas y mensaje de Jesucristo. El ser humano es un ser integral, el resultado de su formación de carácter y personalidad, está en función de su dependencia de tomar en cuenta a Jesucristo para sus decisiones. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8.32 – RVR1909). Jesucristo mismo es la verdad establecida por Dios Padre, para que el ser humano tenga un camino a seguir, siga su discipulado y sus pasos, a manera de un Prototipo, en el sentido de ejemplo y modelo más perfecto. Practicar las obras de Jesucristo hace libre a la persona, se adquiere la moderación y orientación para la forma de comportarse o conducirse en la vida hacia lo que es cierto, o sea, en dirección de encontrar o hallar con seguridad la verdad de Jesucristo. Esto se manifiesta mediante el control o moderación de la dureza o flexibilidad del temperamento: “El que tarde se aira, es grande de entendimiento: Mas el corto de espíritu engrandece el desatino” (Proverbios 14.29 – RVR1909). En relación con la intención de la persona, así es su atino o desatino en dar en el punto de descubrir a Jesucristo como el conocimiento proveniente de Dios: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.29 – RVR1909).
          Se dice acerca de la empatía como la capacidad de comprender y entender las emociones y sentimientos de los demás, mediante un proceso de identificación con cada persona. Así es la comunión y relación con Jesucristo, en este caso viene a ser un tipo de empatía espiritual, cuando al caminar se hace con las sandalias de Jesucristo, con la misma percepción y visión del Maestro por Excelencia. Ser y tener la libertad cognoscitiva de Jesucristo consiste en ser libre de la práctica del pecado, libre del desenfreno en el comportamiento y la conducta. Es la libertad de la verdadera justicia y rectitud mostrada por Jesucristo en la vida cotidiana. Jesús dijo: “Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más que á la mujer, díjole: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y no peques más” (Juan 8.10 al 11 – RVR1909). Antes de Jesucristo éramos pecadores, después de Jesucristo el pecado jamás prevalecerá: “Pues que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento: que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado; Para que ya el tiempo que queda en carne, viva, no á las concupiscencias de los hombres, sino á la voluntad de Dios” (1 Pedro 4.1 al 2 – RVR1909).
          Jesucristo vence el pecado como ser humano para establecer un legado y precedente, de manera que también el ser humano, a pesar de su humanidad puede empoderarse del Espíritu Santo contra el pecado: “Enséñame á hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios: Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Salmos 143.10 – RVR1909). Las concupiscencias del ser humano, se fomenta con los apetitos y deseos desordenados de placeres deshonestos y terrenales, para satisfacer los caprichos, gustos, ostentaciones, preferencias, seducciones y tentaciones, sublevados socialmente contra la voluntad de Dios: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.12 – RVR1909). Ante Dios hay inconveniencia en condiciones y prácticas aceptadas como lícitas socialmente: “Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica” (1 Corintios 10.23 – RVR1909). Aquí es donde la conveniencia para edificación requiere de carácter y personalidad para resistir el mal y hacer el bien, el ser de forma integral necesita principios y valores enfocados en Jesucristo, que sean envolventes y vinculantes en sus propias actitudes, ánimo, características, cualidades, emociones, habilidades, hábitos, intenciones, motivaciones, opiniones, sentimientos, servicio y voluntad. Esto define e identifica a un genuino y verdadero discípulo, predispuesto para una excelente reacción de comportamiento y conducta, según el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo: “Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2 – RVR1909).
          Entre los principios y valores está la resiliencia considerada como la capacidad de resistir y superar la adversidad, además de la adaptación a las circunstancias difíciles. También la convivencia social con inteligencia, o sea, una vida inteligente, en el sentido integral de las capacidades y comportamientos actitudinales, emocionales y sociales, tanto colectivamente como individual. A manera de una inteligencia individual en función de la inteligencia colectiva. La Biblia dice: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad” (1 Corintios 13.13 – RVR1909). Jesucristo representa la energía pura del amor y caridad: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13.35 – RVR1909). Este amor es un ingrediente incluido en los principios y valores como el amor de Dios, caridad, compasión, comprensión, consagración, consideración, cooperación, cortesía, empatía, equidad, esperanza, fe, humildad, integridad, justicia, lealtad, mansedumbre, misericordia, paciencia, paz, respeto, santidad y solidaridad. Mediante Jesucristo se logra una verdadera libertad de conocimiento, entendimiento e inteligencia: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez á ser presos en el yugo de servidumbre” (Gálatas 5.1 – RVR1909).  Este yugo de esclavitud o servidumbre representa la ignorancia e imposibilidad de reconocer el desconocimiento, especialmente de los principios y valores representados en Jesucristo. Este tipo de prisión se refiere a la ceguera espiritual: “Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15.14 – RVR1909).
          Las relaciones humanas están afectadas por los conflictos humanos, su conexión o interrelación de correspondencia está alterada por las relaciones adictivas, agresivas, dependientes, desconfiadas, despreciativas, frustradas, inseguras, irritables, mezquinas, nocivas, prepotentes y tóxicas. Desde el principio Caín mata a su hermano Abel. La siguiente respuesta de Caín, refleja su actitud, carácter y personalidad: “Y Jehová dijo á Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo guarda de mi hermano?” (Génesis 4.9 – RVR1909). ¿Por qué mata Caín a su hermano Abel? La Biblia dice: “Porque, este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos á otros. No como Caín, que era del maligno, y mató á su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3.11 al 12 – RVR1909). ¿Cuáles son las obras de Jesucristo que el ser humano requiere? La Biblia dice: “Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención. Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4.29 al 32 – RVR1909).
          Dios se desagrada de la personalidad de Caín: “Mas no miró propicio á Caín y á la ofrenda suya. Y ensañóse Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo á Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu rostro? Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado?…, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.5 al 7 – RVR1909). Así es la vida, cuando se viaja en un automóvil, el conductor tiene el compromiso práctico y responsable de conducir a la defensiva. Esto significa la imperante necesidad de prevenir accidentes, cuando se conduce con la prioridad de una buena actitud, calma y cortesía, para estar alertas y atentos, observar y prever las acciones y movimientos de los demás conductores. En la vida es indispensable para una mejor convivencia, los principios, valores y virtudes, especialmente por causa de las normas en la regulación del comportamiento y la conducta del ser humano. Vivir a la defensiva, es vivir con autoconocimiento y atemperación, en lo que llaman las habilidades blandas. El conocimiento de sí mismo para superación, es alcanzar la conciencia de sus propios impulsos, con la consecuencia de mejorar su actuación y facilitar el llevarse bien con los demás. Esto implica la capacidad de suavizar las emociones y sentimientos para ser mejor persona, la aptitud de acomodar, adaptar, ajustar y arreglar las destrezas y habilidades propias, en función de una adecuada relación interpersonal o social, hasta lograr la excelencia en la convivencia con el prójimo y trascender a la espiritualidad de Jesucristo.
          En relación con lo que llaman habilidades blandas, la expresión, palabra o término “blandas”, hace alusión a ser apacible o dócil, de carácter agradable, amable, dulce, suave y tranquilo.  En cierta ocasión Esteban, el diácono, evangelista y primer mártir, menciona lo siguiente: “Duros de cerviz, é incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7.51 – RVR1909). La Biblia hace referencia a dureza en relación con la cerviz y el corazón. El profeta Ezequiel explica lo siguiente: “Y díjome: Hijo del hombre, yo te envío á los hijos de Israel, á gentes rebeldes que se rebelaron contra mí: ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo pues te envío á hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová. Acaso ellos escuchen; y si no escucharen, (porque son una rebelde familia,) siempre conocerán que hubo profeta entre ellos” (Ezequiel 2.3 al 5 – RVR1909). Las habilidades blandas son las aptitudes y capacidades dispuestas para la humildad y mansedumbre según la propuesta de Jesucristo: “… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…” (Mateo 11.29 – RVR1909). Esto posibilita ciertas características y cualidades en los rasgos del carácter y la personalidad, a la vez la factibilidad de la adquisición de principios, valores y virtudes esenciales promovidos por Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida cotidiana. Finalmente mediante la experiencia y práctica constante, se demuestra las habilidades blandas a través del comportamiento, la conducta, la relación y trato hacia los demás.
          La capacidad de saber escuchar con la debida atención para obedecer, es semejante a la comparación de bajar y doblar la cerviz o nuca (parte dorsal del cuello). La dureza de cerviz está más asociada a la altivez, engreimiento, prepotencia, soberbia y vanidad. También la dureza de corazón tiene cierta relación con la inflexibilidad del temperamento, la duda e indecisión al obedecer a Dios Padre, tal es el caso de cierto rey: “Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en altivez, fué depuesto del trono de su reino, y traspasaron de él la gloria” (Daniel 5.20 – RVR1909). La definición acerca de competencias o habilidades blandas o suaves, es de un tiempo más reciente, pero lo que se trata de explicar con esta definición ha existido desde que existe el ser humano. Igualmente en la actualidad se le denomina como inteligencia emocional e inteligencia social, cierto comportamiento y conducta que siempre ha existido. Desde el relato de Adán y Eva se ha manifestado la importancia del compromiso y responsabilidad de nuestros actos, las causas y su efecto, las consecuencias de nuestras acciones y las reacciones. La palabra de Dios ha enseñado y promovido los principios, valores y virtudes para una convivencia entre seres humanos. Este aprendizaje es útil en el centro de formación educativa, desde el punto de vista comunitario, en la organización laboral, núcleo familiar y demás entornos o factores externos de cada persona en el diario vivir. Desde la niñez es necesario este tipo de instrucción, para cuando se llegue a la juventud o adultez no se aparte de estos principios y valores: “Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella” (Proverbios 22.6 – RVR1909).
          La temática del trabajo en equipo fue demostrada por Jesucristo al establecer un grupo de discipulado, durante tres años y seis meses imparte su enseñanza y mensaje como Maestro y Mentor al grupo. Luego una vez capacitados los envía en grupos de dos discípulos, con la misión de llevar las buenas nuevas de salvación, la evangelización y predicación de los valores del reino de Dios. Obsérvese en el siguiente pasaje, que algunos de sus discípulos son iletrados en términos académicos, pero se reconoce el aprendizaje del conocimiento transmitido por Jesucristo: “Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres sin letras é ignorantes, se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4.13 – RVR1909). Los discípulos tienen la motivación suficiente para desempeñar su misión, además del amor y don de servicio, la capacidad de enfrentar la adversidad y de mantener su enfoque en lo importante que es Cristo. Las habilidades de idoneidad, con buena aptitud, disposición y suficiencia, en la Biblia son llamadas muchas veces como dones o talentos, por ejemplo el siguiente pasaje: “De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme á la medida de la fe; ó si ministerio, en servir; ó el que enseña, en doctrina; El que exhorta, en exhortar; el que reparte, hágalo en simplicidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12.6 al 8 – RVR1909).
          Jesucristo es la autoridad determinada por Dios Padre para transmitir formalmente y oficialmente el conocimiento celestial. Esta transmisión de conocimiento es una comunicación entre el Padre y el ser humano mediante Jesucristo: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). El conocimiento celestial implica la inteligencia de la acción efectiva de comprender y entender cómo administrar y ejercer el conocimiento esencial de la vida de forma práctica. Lo emotivo es la sensibilidad a las emociones, lo sensual se refiere a las sensaciones de los sentidos, tanto lo emotivo como lo sensual y todo lo relacionado con las emociones y sentimientos requiere de la inteligencia, para reconocimiento de sí mismo y comprensión de las emociones y sentimientos de los demás. La Biblia dice: “… Amarás á tu prójimo como á ti mismo...” (Marcos 12.31 – RVR1909). A nivel de actitud, emoción y sentimiento, se requiere comprender y entender al prójimo como se comprende y entiende la persona así mismo. La inteligencia consiste en la facultad y virtud de entender y comprender su propio ánimo e intención, la introspección (relacionado con nuestro modo de pensar y sentir), para la determinación de la voluntad hacia un determinado fin, con la cautela al actuar y hablar en su interacción respetuosa con otras personas. Ayudado tanto por las habilidades y hábitos del propio carácter y personalidad. En otras palabras, la inteligencia es el manejo de la información contenida en el conocimiento, es la aplicación o ejecución del aprovechamiento y utilidad de este tipo de conocimiento, en la convivencia cotidiana con los demás.
          La desventaja del ser humano estriba en el punto de vista ciego, que es la privación de ciertas percepciones actitudinales, donde la persona es inconsciente de su comportamiento o conducta, pero las demás personas a su alrededor observan y perciben dicha situación: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5.20 al 21 – RVR1909). Algunos factores perjudiciales en el punto de vista ciego, están la apatía, conformismo, despreocupación, ignorancia, indecisión, indiferencia y negligencia. Se requiere un análisis detenido y minucioso, conocimiento de la realidad personal, meditación y razonamiento, para lograr un equilibrio en lo emocional, espiritual, físico, intelectual y social. La Biblia dice: “… Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares…” (Génesis 19.17 – RVR1909). Este escape por la vida se posibilita con las autonomías de la persona, mediante Jesucristo en la relación íntima y personal con Dios: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí” (Juan 6.45 – RVR1909). Las autonomías de la persona son las siguientes:
_ Autoconcepto.
_ Autoconciencia.
_ Autoconfianza.
_ Autoconocimiento.
_ Autocontrol.
_ Autocrítica.
_ Autoestima.
_ Autoevaluación.
_ Automotivación.
_ Autopercepción.
_ Autorrealización.
_ Autorreflexión.
_ Autorregulación.
_ Autorrenovación.
_ Autosuperación.
_ Autotrascendencia.
          Esta autonomía de escapar por la propia vida, sin mirar atrás y sin detenerse, es necesaria para conocerse a sí mismo, realizar un análisis de sí, evaluar sus propias aptitudes y conocimientos, valorarse con el aprecio y consideración que se tiene de sí mismo, examinarse a uno mismo, diagnosticar y evaluar para mejorar, impulsarse y motivarse para una realización a plenitud en todos las expectativas, objetivos, metas, planes y proyectos. Además de meditar y reflexionar acerca de sí mismo, en relación con los puntos débiles y fuertes, para superación consciente, según el razonamiento de las opciones y oportunidades. El adquirir la capacidad de control y dominio sobre uno mismo, del cumplimiento de la misión y visión personal frente al entorno de la realidad. Acerca de esta autonomía personal, la Biblia dice lo siguiente: “De manera que, cada uno de nosotros dará á Dios razón de sí” (Romanos 14.12 – RVR1909). Cada persona tiene que asumir su propio compromiso y responsabilidad, nadie rendirá cuentas por uno ante Dios Padre y el Señor Jesucristo. Por esta razón, cada quien tiene que preocuparse por su propia vida, perseverar hasta el fin, persistir con constancia en mejorar como persona para ser del agrado de Dios.
          Ninguno podrá alegar desconocimiento: “… aun sin hacerlo á sabiendas, es culpable, y llevará su pecado” (Levíticos 5.17 – RVR1909). Tampoco ninguno tiene potestad de culpar a otro por sus propios actos: “… cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24.16 – RVR1909). Cada quien será responsable de sus acciones: “Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo” (Proverbios 9.12 – RVR1909). Nuestras conversaciones, opiniones y palabras se tomarán en cuenta ante Dios: “Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12.36 al 37 – RVR1909). Esto es común en nuestro tiempo, cuando en las redes sociales se desenfrena la crítica destructiva y voraz, se vuelve una anarquía o desorden incontrolado de las emociones y sentimientos, tanto en lo verbal como en lo visual: “Mas yo os digo, que cualquiera que mira á una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5.28 – RVR1909). Esto aplica tanto en hombres como en mujeres, cuando se presentan fotos o imágenes con desnudez insinuante y provocativa, dañina, impropia e inconveniente, con gestos de exhibicionismo de contenido erótico y sexual.
          Estos casos mencionados en el párrafo anterior, conforme a la teoría de la actitud, cuando el ser humano presenta una predisposición de reacción, ya sea negativa o positiva, ante determinadas situaciones de su entorno, según el resultado del comportamiento y conducta, se presentan las actitudes definidas de acuerdo con las consecuencias de sus acciones. Por esta razón las actitudes podrían ser agresivas, asertivas, denigrantes, desacertadas, ofensivas, entre otros. En el caso denigrante es cuando se desacredita con insultos y juzgamiento despectivo. Continuando con la teoría, hay un problema de comunicación con varios de los factores mentales, donde se imposibilita la aceptación o entendimiento claro del mensaje, por causa de los complejos, orgullo, miedos, preconceptos, prejuicios, prepotencia, soberbia, temores, timidez, entre otros. Es necesario apropiar los principios y valores como personales, sin embargo, el fundamento de tener los valores primero que los sentimientos, a tal grado de menospreciar las emociones y sentimientos como sin importancia ni valor, está en contra del equilibro integral propio de la composición del ser humano. Equilibrar las características y cualidades proactivas y reactivas, es congruente e integral al ser, en relación con las actitudes, deseos, emociones, habilidades, hábitos, intereses, pensamientos, sentimientos y voluntades. Sumado al resultado del comportamiento y la conducta.
          El equilibrio consiste en que tanto nuestra área corporal de influencia proactiva, en la anticipación a los acontecimientos, junto con nuestra área reactiva, de reacción estimulada por lo emocional o sentimental, sean dirigidas hacia el control de Jesucristo y mediante su guía se nos posibilite tomar las mejores decisiones, con las previsiones del caso para prevenir consecuencias presentes y futuras. Esto se logra plenamente si somos verdaderos discípulos de Jesucristo, con su ayuda podemos adquirir el carácter y personalidad de los discípulos, así equilibrar los impulsos con los principios, valores y virtudes transmitidos por Jesucristo. De manera que se tiene la comunicación e información suficiente para deliberar y razonar previamente, antes de actuar o tomar decisiones precipitadas e impulsivas. En este caso como se dice, los principios fluyen de adentro hacia afuera, con una interdependencia recíproca con otras personas para evitar agredir u ofender a otros. Jesucristo enseña: “Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15.18 al 19 – RVR1909). En este sentido los Salmos indican lo siguiente: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salud” (Salmos 51.10 al 12 – RVR1909).
  1.2 El ser y la personalidad
          La personalidad es el conjunto de las características y cualidades propias de cada persona que la distingue de las demás. La misma influye directamente en las funciones vitales de la salud corporal y mental, debido al estilo o modo de vida saludable, según la particularidad de cada persona, e influye también en la salvación personal de las promesas espirituales de vida eterna. El alma humana es esencialmente persona y vida, es decir, el ser humano como alma viviente es la combinación de una persona con vida. Desde la concepción, fecundación o procreación se constituye un integrante de la especie humana, tanto desde el punto de vista biológico y por la condición como alma viviente. Inclusive en el proceso de gestación a nivel de la combinación natural del ADN de los progenitores, la formación genética y fisiológica contiene un tipo de forma corporal en desarrollo, iniciado con la concepción. Existen muchos tipos de cuerpos, uno es el cuerpo del cigoto, otro el cuerpo del embrión y otro el cuerpo del feto, pero corresponden a un solo proceso corporal. Así como en la simiente vegetal, uno es el cuerpo de la semilla y otro es el cuerpo de la planta y otro es el cuerpo del árbol, de principio a fin corresponde a un solo proceso: “Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, acaso de trigo, ó de otro grano: Mas Dios le da el cuerpo como quiso, y a cada simiente su propio cuerpo” (1 Corintios 15.37 al 38 – RVR1909). Hay diferentes tipos de cuerpos y tipos de energía presentes en los cuerpos, con la función de realizar el cambio y la transformación.
          El inicio de la concepción genera el crecimiento y desarrollo de una memoria energética microscópica, así como a nivel celular y neuronal hay almacenamiento y transmisión de información. Esta memoria energética es indispensable para la formación del ser humano, en su paso de cigoto, embrión y feto, su función posibilita la determinación de las características y cualidades fisiológicas, pero también la facultad de trascender la personalidad manifestada en el transcurso de la vida sucesiva, fuera del vientre de la madre. Ejemplo presentado en Juan el Bautista y en Jesús: “Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fué llena del Espíritu Santo, Y exclamó a gran voz, y dijo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí? Porque he aquí, como llegó la voz de tu salutación á mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lucas1.41 al 44 – RVR1909). Se presenta una manifestación de emociones y sentimientos en Juan el Bautista desde el vientre, cuando su madre Elisabet tiene apenas seis meses de embarazo: “Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:” (Lucas 1.36 – RVR1909).
          La energía es fuerza y poder para producir un efecto, a nivel de memoria energética en la formación del cigoto, embrión y feto, hay un proceso de crecimiento, desarrollo, nutrición y reproducción, con la contribución de los genes. Ahora bien, en el caso de la energía como alma viviente, es la fuerza de inteligencia, sensibilidad y voluntad que involucra las emociones y sentimientos inherentes al ser humano. Todo esto es innato, o sea, desarrollado y formado antes del nacimiento de la persona y su composición inicial, biológica, genética y fisiológica, tiene componentes previos utilizados en la formación de las neuronas. Se mezcla la forma de energía de la materia del ser vivo, con el componente inmaterial de lo que no es físico sino espiritual, por ejemplo, la intención y motivo que se trae al nacer y manifestado con las reacciones posteriores en la niñez.
          Un claro ejemplo es la presencia del amor o su ausencia en el desamor, visible en el egoísmo, la envidia, el odio, el resentimiento y la venganza. La memoria energética no transmite por heredad genética la simiente del bien o del mal, sino una especie de código común para cada ser humano en formación, originado y transmitido genéticamente de forma connatural (congénito), desde el principio con Adán y Eva (causa desencadenante), y con el contenido de la duda e indecisión al obedecer a Dios. Por esta razón desde la niñez se requiere instrucción de la palabra de Dios: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4.12 – RVR1909). El ser humano es un ser de vida integral en lo corporal y en lo mental, el corazón representa la manifestación de sus emociones y sentimientos generados por sus pensamientos e intenciones.
          Existen distintas formas de energía transformables, o sea, energías con la posibilidad de cambiar a otro tipo de energía. El espíritu es la energía o fuerza vital, asociado a la fuerza de voluntad, conocido como el principio generador de la intención y motivación personal. Este tipo de energía nos anima e infunde esfuerzo y vigor, para contribuir con el proceso mental de activar y concienciar a la persona en sus actividades cotidianas. Así como es el espíritu energético de la persona así es su intención y motivación. El componente material de apoyo utilizado por el espíritu de vida es el aire u oxígeno, junto con la función de respiración del ser humano, además de la oxigenación que bombea el corazón a todo el cuerpo con la sangre rica en oxígeno. El espíritu como energía puede llegar a la impureza o a la santificación, además de consagración para honrar a Dios el creador. Por ejemplo, Jesucristo preexistía antes de ser enviado por Dios Padre en su primera venida, con anticipación era anunciado proféticamente acerca de su misión encomendada, su intención personal (Espíritu de Cristo) sirve de inspiración para otros que siguen su ejemplo de vida: “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salud de vuestras almas. De la cual salud los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir á vosotros, han inquirido y diligentemente buscado. Escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir á Cristo, y las glorias después de ellas” (1 Pedro 1.9 al 11 – RVR1909).
        Dios Padre delega en Jesucristo toda la potestad, para libertar al ser humano de la naturaleza de la duda e indecisión congénita al obedecer a Dios, contenida dentro de la esencia caracterizada de forma o manera particular, según el aspecto de la personalidad de cada individuo, y que depende de los factores afectivos, característicos, emocionales y sentimentales con lo cual se le puede conocer, determinar o identificar, en su ser y en el reaccionar. Hay diferencia entre el concepto o noción de espíritu y espiritualidad. El ser humano por naturaleza tiene la energía e intención del espíritu, con las funciones mentales del intelecto y de la racionalidad, pero con estas funciones solamente se adquiere conocimiento que atañe a la vida natural, en el sentido de las cuestiones de ocupación y subsistencia, como de agricultura, alimentación, arte, ciencia, comercio, comunidad local, cultura, deportes, educación, economía, emprendimiento, esparcimiento, estudio laboral, profesional y técnico, familia, financiamiento, industria, negocio, política, salubridad, sociedad en general, tecnología y trabajo. Estos elementos están contenidos básicamente en cada gobierno, población y territorio de las naciones a nivel mundial. ´
          En el caso de la espiritualidad corresponde a la persona desapegada a lo material y terrenal, mediante la consagración y santificación, entendida en las cuestiones de Dios, practicante de los principios y valores del evangelio y reino de Dios, además de ser una persona portadora del conocimiento espiritual, culta y educada en la lectura de la palabra de Dios, que reconoce la excelencia y superioridad de la Sagrada Escritura, sensible en ayudar a los demás y experta en el ejercicio de la religión pura y sin mancha, en hacer el bien y la justicia, apartado de la maldad y del pecado: “La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1.27 – RVR1909). Especialmente en nuestro contexto, la espiritualidad es el paso previo para trascender al conocimiento celestial de Jesucristo. Por cierto, más que una importancia eclesiástica o religiosa, la espiritualidad es seguir y servir a Jesucristo como el camino para la salvación y vida eterna. Es demostrar con acciones la fidelidad de auténtico o genuino discípulo de Jesucristo, en relación con su ejemplo, mensaje y modelo de vida. La palabra de Dios dice acerca de Jesucristo:
 “Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.34 al 38 – RVR1909).
          En relación con la constitución del ser humano, en su composición corporal, propiedades eléctricas, físicas y magnéticas, se contienen elementos esenciales compuestos por los átomos y las moléculas, para los procesamientos químicos del organismo natural, y con fuerzas de enlace químico y de atracción. Semejante a los procesos en lo corporal, así sucede en lo espiritual, a través del ejemplo y la práctica, se irradia y propaga un efecto que influencia en la conducta y comportamiento de otros, también mediante el estímulo y la reacción de la inteligencia emocional y social, además de la impresión anímica o psíquica determinada por los sentimientos. La integración de la persona abarca los aspectos anatómicos, biológicos y psicológicos, que inclusive en algunos casos se podría presentar una alteración y patología anatómica, por causa de las acciones y reacciones de las emociones y sentimientos. Por consiguiente, puede resultar en una alteración psicológica, por la condición, comportamiento y estado de la conciencia. Por esta razón, según la gravedad y deficiencia orgánica, a nivel de psiquiatría se ayuda con tratamientos químicos de los medicamentos.
          Esto significa que hay una complementariedad, integración y relación entre lo corporal y lo espiritual, o sea, entre el cuerpo, conducta y comportamiento. El alma humana es la persona con vida, que se compone del cuerpo y espíritu de vida, en otras palabras de cuerpo con las funciones de la respiración y de la mente. Pero la espiritualidad viene a ser la forma de conducirse y comportarse, con la dirección y guía de Dios, para cumplir su obediencia sin duda ni indecisión: “Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que andas” (Isaías 48.17 – RVR1909).
          Otra analogía o relación de semejanza entre lo corporal y lo espiritual, atañe a la capacidad o cualidad de cambio. Por ejemplo, el metabolismo del conjunto de reacciones bioquímicas y procesos fisicoquímicos a nivel celular y en el organismo en general, presentan la posibilidad de cambiar químicamente la esencia o naturaleza de ciertas sustancias, con procesos acoplados que utilizan la energía. En el caso de lo espiritual se requiere para el cambio de la persona, los procesos interrelacionados de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, mediante las acciones de consagración y santificación. Esto contribuye a contrarrestar o al menos mitigar moralmente, el orgullo y la soberbia, resultado de la duda e indecisión al obedecer a Dios. Lo cual se arrastra genéticamente por generaciones en la memoria energética heredada desde Adán y Eva, nuestro origen en la especie humana: “Y llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Génesis 3.20 – RVR1909).
          Este es nuestro origen o principio como linaje humano o conjunto de todos los descendientes de Adán y Eva: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay,… pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas; Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra…” (Hechos 17.24 al 26 – RVR1909). La pregunta es: ¿fueron creados Adán y Eva con la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios? Para encontrar una respuesta se necesita analizar el antes y el después de Adán y Eva. Antes fueron creados a imagen de Dios: “Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios los crió; varón y hembra los crió” (Génesis 1.27; 9.6 – RVR1909). Posteriormente en la genética se transmiten los genes encargados del envejecimiento, entonces los descendientes de Adán pasan a ser a su imagen mortal, en lugar de la imagen eterna de Dios: “Y vivió Adam ciento y treinta años, y engendró un hijo á su semejanza, conforme á su imagen, y llamó su nombre Seth” (Génesis 5.3 – RVR1909). El resto de la creación sufre también el envejecimiento:
“Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días: Por generación de generaciones son tus años. Tú fundaste la tierra antiguamente, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, y tú permanecerás; Y todos ellos como un vestido se envejecerán; Como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados: Mas tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán. Los hijos de tus siervos habitarán, Y su simiente será afirmada delante de ti” (Salmos 102. 24 al 28 – RVR1909).
          La imagen de Dios es su eternidad y se hace una referencia a su semejanza: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza” (Génesis 1.26 – RVR1909). La alusión a la semejanza se refiere a la santidad porque Dios es Santo: “Como hijos obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; Sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR1909). La ignorancia de la voluntad de Dios es duda e indecisión a su obediencia. En el caso de Adán y Eva dejaron de ser libres y perfectos de la culpa, o sea, cometen voluntariamente la desobediencia ante Dios, por causa de esta duda e indecisión de obedecer. La aquiescencia es el consentimiento y conformidad sufrido entre Adán y Eva, antes de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, se relajan y tranquilos desafían la voluntad de Dios, alegando que la fidelidad y obediencia a Dios es una decisión personal, sin importar las consecuencias, en lugar de tener una firme decisión de obedecer a Dios sin ningún tipo de duda. Por ejemplo, Jesucristo dijo: “Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5.28 – RVR1909).
          Así fue el caso de Adán y Eva, el comer del fruto fue cuestión de tiempo, la disposición ya estaba en la mente y voluntad, nuevamente reiteramos, el corazón representa la manifestación de sus emociones y sentimientos generados por sus pensamientos e intenciones: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también á su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6 – RVR1909). Adán y Eva pierden la virtud especial de estar y ser dedicados a Dios, porque toman su propio camino sin santidad, ejercen su derecho al libre albedrío, y se apartan de los deberes y obligaciones de la relación con Dios. Su castigo es transmitir genéticamente los genes del envejecimiento, debido a la mortalidad, pero con las aspiraciones de su dependencia a Dios para llegar a recibir vida eterna, mediante la santificación de la espiritualidad a través de Jesucristo: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor” (Efesios 1.3 al 4 – RVR1909). Para volver a restaurar la semejanza en santidad del ser humano con Dios, es requisito indispensable cumplir con la palabra de Dios: “Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en temor de Dios” (2 Corintios 7.1 – RVR1909).
  1.3 El temperamento con la patología de la duda
e indecisión connatural (congénita) al obedecer
a Dios
          La duda es un estado mental de la persona frente a una propuesta contraria a su propio deseo, ligada a la indecisión, máxime cuando se tiene con indiferencia la conveniencia o inconveniencia a la hora de tomar una decisión. El problema en relación con la obediencia a Dios, se presenta cuando el ser humano contrario a la fidelidad o lealtad, determina que es un dilema el obedecer a Dios, o sea, que la decisión no es conveniente para sus propios intereses, porque tendría que renunciar a su propia voluntad y someterse a la voluntad de Dios. Se tiene a las dos premisas de desobedecer u obedecer como similares, donde la persona concluye que le da igual la consecuencia o resultado de ambas, pero sin dar importancia a la obediencia. La verdadera disyuntiva está en el resultado de la decisión de obedecer a Dios como excluyente del desenlace de la desobediencia.
        Aunque existe la posibilidad del libre albedrío para la toma de cualquier decisión, Dios no acepta la duda ni la indecisión como pretexto, sino solamente el hacer su voluntad, por esta razón Dios ofrece promesas de salvación y vida eterna, para incentivar y motivar la fidelidad a su obediencia. La resolución o decisión de la duda de obedecer a Dios es impostergable, como el supuesto de tomar una determinación en el momento de la agonía antes de morir. Estas personas viven sin discernir o distinguir la diferencia, entre vivir desobedientes u obedientes a Dios, envejecen sin un cambio o transformación de conciencia y sin propensión de sujeción a la voluntad de Dios. Por ejemplo, hay actos vergonzosos cometidos por personas sin sentir o tener vergüenza, contrarios al decoro, honestidad, honor, honra, prestigio y pudor, por ser acciones contra la integridad de la persona ante Dios, sin embargo, algunos cometen actos repudiables sin ningún tipo de vergüenza: “¿Qué fruto, pues, tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.21 al 23 - RVR1909).
          Tener por fruto la santificación es un requisito indispensable para ser semejantes a Dios y lograr ser a su imagen con la finalidad de la vida eterna. La predisposición y tendencia biológica del temperamento tiene una causa física (propiedades de la energía y de la materia) y un efecto en las facultades mentales, además de un origen divino y una finalidad espiritual.  El temperamento es portador de un código energético como parte de la memoria energética intrínseca en todo ser humano. Este código es el elemento o esencia activador del conocimiento celestial, camuflado o enmascarado como la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios. La historia de la humanidad muestra como Dios se comunica con el ser humano de muchas formas: “Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.1 al 2 – RVR1909). En los últimos tiempos determina en Jesucristo toda la potestad de ser la luz que ilumina la duda e indecisión para la obediencia a Dios:
 “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo: el que no cree á Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de su Hijo. Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Estas cosas he escrito á vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme á su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5.10 al 14 – RVR1909).
          La falta de confianza y seguridad en Dios provoca la dureza del corazón en el sentido simbólico y está asociado a la falta de flexibilidad del temperamento. Los químicos cerebrales (neurotransmisores) tienen relación con los pensamientos y sentimientos, nuevamente se afirma que el corazón representa la manifestación de las emociones y sentimientos generados por los pensamientos e intenciones, así el temperamento es definido por la genética y cierto grado de estimulación energética, que es representado por la dureza de corazón o un corazón de piedra. Impera la nulidad de cambio por medio de las acciones, hay dificultad de control, tampoco aprendizaje o educación, sino heredad biológica, de origen genético no modificable. La única alternativa detonante de incitar una irradiación de luz, que estimule energéticamente un cambio y modificación del temperamento, para superar la duda e indecisión de obedecer a Dios, es mediante Jesucristo: “Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza” (Efesios 4.17 al 19 – RVR1909).
          Este sentido está vinculado a la comprensión y entendimiento del conocimiento celestial, transmitido por Jesucristo para auxiliar a quienes están en la ignorancia, del conocimiento de Dios Padre, porque el entenebrecimiento se relaciona con la ausencia de la luz de Jesucristo, en los temperamentos duros de piedra aferrados a la duda e indecisión de obedecer a Dios: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida” (Juan 8.12 – RVR1909). Mientras las personas permanezcan en tinieblas estarán sin la comprensión de la luz de Jesucristo: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (Juan 1.4 al 5 – RVR1909).
          Si el temperamento es heredado e innato, genéticamente sin la posibilidad de modificar, sin poder cambiar por el ambiente o el hábitat, es biológico sin la capacidad de aprendizaje o educación, además de difícil de controlar, entonces únicamente el poder de Dios puede guiar a la persona, porque para Dios no hay nada imposible, es factible cambiar, modificar o transformar: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mi camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139.23 al 24 – RVR1909). En la actualidad las personas buscan mejorar y dar un mayor sentido a su vida cotidiana, por medio del conocimiento de las virtudes y de la expresión temperamental, enfocado más hacia un temperamento espiritual: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable” (1 Pedro 2.9 – RVR1909). Otros sistemas que influyen en el comportamiento y la conducta están el sistema Endocrino, relacionado con las glándulas y las hormonas, además del sistema nervioso, que contribuyen para el funcionamiento fisiológico adecuado del organismo y todo lo referente a los procesos corporales.
  1.4 El origen del bien y
del mal - El origen del egoísmo, la envidia y
el odio
          El egoísmo es un extremo y aparente amor de sí mismo, mediante el pensamiento enfocado solamente en su propio agrado, complacencia, gusto o voluntad. La envidia es un sentimiento de dolor y tristeza de una persona, por causa del bien ajeno, o sea, debido al bienestar y felicidad de otra persona. El egoísmo sumado a la envidia genera el odio o aversión hasta llegar a la repugnancia y deseo del mal hacia una persona. Analicemos las pistas de la Biblia acerca del origen del bien y del mal, los indicios del hilo conductor están repartidos en varios pasajes bíblicos para la averiguación y demostración de este origen. Iniciemos con la siguiente afirmación de la energía y santidad de Dios en la creación: “¿A qué pues me haréis semejante, ó seré asimilado? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas: él saca por cuenta su ejército: á todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud” (Isaías 40.25 al 26 – RVR1909).
        En el principio únicamente existía la energía creadora, y la forma corporal de la energía creadora era la energía misma, con su propia mente, pensamientos e intenciones, con deseos, emociones y sentimientos. La particularidad de esta energía es el amor invisible, manifestado posteriormente en forma visible mediante Jesucristo: “El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4.8 al 10 – RVR1909). En el caso de la energía creadora de Dios Padre y su poder para actuar es su Espíritu Santo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.24 – RVR1909). La energía de Dios es el origen del principio, luego con la creación surge la materia o forma de energía con los atributos de relación con el espacio, masa y tiempo: “Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía” (Hebreos 11.3 – RVR1909).
          La energía de Dios o Espíritu de Dios transmite el conocimiento necesario para alumbrar el entendimiento: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1.17 al 18 – RVR1909). Este pasaje menciona a Dios como el Padre, por cierto, el libro de Job mucho antes de la primera venida de Jesucristo, hace referencia a la expresión “los hijos de Dios”: “Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán. Y dijo Jehová a Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1.6 al 8 y 2.1 al 3 – RVR1909).
          La mención de “apartado de mal” hace alusión a la santidad. Precisamente en relación con adorar a Dios en espíritu y en verdad, se requiere el alumbramiento de los ojos del entendimiento, así como dice Job: “Y respondió Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza” (Job 42.1 al 6 – RVR1909). Job dice: “Mas ahora mis ojos te ven…” Estos ojos son los de la comprensión y entendimiento, porque Dios es invisible: “Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados: El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1.13 al 15 – RVR1909), nadie le ha visto: “A Dios nadie le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (Juan 1.18 �� RVR1909).
          Jesucristo asegura que nadie ha visto al Padre: “Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer” (Juan 5.37 – RVR1909). También en otro pasaje se indica la siguiente similitud: “No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre” (Juan 6.46 – RVR1909). Pero si Dios es invisible como Jesucristo ha visto al Padre. Lo que pasa es que Jesucristo vino a dar a conocer al Padre, por ejemplo, en amor, compasión, fe, justicia, misericordia, paz y santidad:
“Dícele Felipe: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dice: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14.8 al 11 – RVR1909).
          La misma creación demuestra y es prueba de la existencia de Dios como creador: “Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables” (Romanos 1.20 – RVR1909). Entonces, si Dios es el creador del ser humano, ¿quién es el responsable del bien y del mal? El responsable es el mismo ser humano al tomar sus propias decisiones por medio del libre albedrío, y sufre las consecuencias de sus acciones, congruente con el resultado de la causa y efecto, lo conocido como causalidad. La consecuencia establece una relación entre la conducta y los principios de la persona. Dios realiza la creación del ser humano con su constitución innata del temperamento, con una conexión o enlace de éste con la personalidad, debido a la dependencia que tienen entre sí. También se ha mencionado entre las funciones del temperamento, la portabilidad de la duda e indecisión al obedecer a Dios, que a pesar de ser una patología por perturbar o trastornar el sentido del entendimiento o la razón capaz de discernir, es finalmente el ser humano quien ejerce sus decisiones.
          Por lo tanto, la duda e indecisión al obedecer a Dios, aunque sea connatural (congénita), es neutral en relación con la transmisión del bien y del mal. La duda e indecisión no es buena o mala en sí misma, sino que es afectada por la influencia, que es un poder generador de la acción y efecto de influir en la voluntad, o sea, producir ciertos efectos buenos o malos en el pensamiento y las acciones de la persona. Esta influencia sí procede del bien o del mal, por ejemplo, tenemos el siguiente caso: “Mas les resistía Elimas el encantador (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, Dijo: Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (Hechos 13.8 al 10 – RVR1909). Al parecer el tipo de influencia nos lleva a actuar como hijos de Dios o hijos del diablo. Ya desde el libro de Génesis al principio menciona a los hijos de Dios: “Y acaeció que, cuando comenzaron los hombres á multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas. Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento y veinte años” (Génesis 6.1 al 3 – RVR1909).
          Los hijos de Dios eran las personas influenciadas y practicantes del bien, viendo la apariencia de hermosura física de las personas influenciadas por el mal, se mezclaron para aparear incitados por la lascivia y sensualidad, impulsados más como instinto animal e irreflexivo (carnales), en lugar de unidos por Dios en un acto de procreación matrimonial (espirituales). El medio de influencia del mal es la apariencia, engaño y la mentira:
 “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, ciertamente me amaríais: porque yo de Dios he salido, y he venido; que no he venido de mí mismo, mas él me envió. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oír mi palabra. Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8.41 al 44 – RVR1909).
          Desde un principio Caín es injusto y mata a su hermano Abel. En Caín prevalece el egoísmo, la envidia y el odio, fortalecidos por el orgullo y la soberbia. Tanto Abel como Caín actúan sin predisposición al bien o el mal, sino que son sometidos a la influencia del bien y del mal. Por otra parte, cada uno tiene su propio temperamento, que a manera de caballo de Troya es portador de la Duda e indecisión al obedecer a Dios. Hasta aquí, no hay falta ni pecado, sino semejantes a un árbol que con sus frutos se da a conocer la clase de árbol, así en la práctica del bien: “Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado está á la puerta: con todo esto, á ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y habló Caín á su hermano Abel: y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.7 al 8 – RVR1909).
          Es fundamental identificar el estado, condición o momento, cuando se cumple en una persona la expresión de que el pecado está por entrar en la puerta. Esto es la influencia que incide o induce, llamada comúnmente como tentación previa al pecado. La duda e indecisión de ninguna manera es pecado, tampoco la tentación, ésta última aprovecha la propia concupiscencia o deseo de ambición y codicia de cada persona. La concupiscencia es semejante a una debilidad personal, por donde se podría filtrar la tentación para ocasionar el daño del pecado. La concupiscencia es como la última frontera para hacer frente contra el pecado, por lo tanto, es en la concupiscencia donde de ninguna manera se puede dar cabida o lugar al pecado. La decisión cuyo resultado es cometer bien o mal contra uno mismo o contra el prójimo, determina e identifica a quienes actúan como hijos, ya sea de Dios o del diablo: “En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo: cualquiera que no hace justicia, y que no ama á su hermano, no es de Dios. Porque, este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos á otros. No como Caín, que era del maligno, y mató á su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3.10 al 12 – RVR1909).
  1.5 El amor, la justicia y el temor de Dios
          El amor, la justicia y el temor de Dios Padre, siendo invisible, se manifiestan y hace visible a través de su Hijo, quien representa la misma sustancia o esencia del Padre: “Dios,… En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia… Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.1 al 4 – RVR1909).
        El libro de Éxodo menciona el Ángel con el nombre de Dios: “He aquí yo envío el Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión: porque mi nombre está en él” (Éxodo 23.20 al 21 – RVR1909). Dios Padre permite recibir la alabanza, gloria y honra solamente a través de su Hijo, de ninguna manera hay otro Dios Padre diferente, ni dará la alabanza y gloria a otro Dios que no sea su propio Hijo, a quien ha escogido: “He aquí mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio á las gentes… Yo Jehová: este es mi nombre; y á otro no daré mi gloria, ni mi alabanza á esculturas” (Isaías 42.1 y 8 – RVR1909). El profeta Oseas hace mención de la situación del pueblo y de cómo su patriarca Jacob realiza la hazaña de luchar con el ángel: “Pleito tiene Jehová con Judá para visitar á Jacob… En el vientre tomó por el calcañar á su hermano, y con su fortaleza venció al ángel… y prevaleció;… Tú pues, conviértete á tu Dios: guarda misericordia y juicio, y en tu Dios espera siempre” (Oseas 12.3 al 7 – RVR1909). A Dios Padre nadie le puede ver, sin embargo, al Hijo en el caso de Jacob le ve cara a cara en su lucha con el ángel: “… porque has peleado con Dios… Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre?... Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar Peniel, porque vi á Dios cara á cara, y fué librada mi alma” (Génesis 32.28 al 30 – RVR1909).
          También a Moisés se le presenta el ángel con el nombre de Dios: “… Y apareciósele el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza: y él miró… Y viendo Jehová que iba á ver, llamóle Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” (Éxodo 3.1 al 4 – RVR1909). Esto se explica en Hechos de los apóstoles: “Y cumplidos cuarenta años, un ángel le apareció en el desierto del monte Sinaí, con fuego de llama de una zarza… A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? á éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza… Este es aquél que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte…” (Hechos 7.30, 35 y 38 – RVR1909).
          Este ángel lleva el nombre de Dios porque en Éxodo dice: “Y hablaba Jehová á Moisés cara á cara, como habla cualquiera á su compañero…” (Éxodo 33.11 – RVR1909). Así el Hijo lleva el nombre del Padre. El profeta Zacarías menciona lo siguiente: “Y respondió el ángel de Jehová, y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalem, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años? Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consolatorias á aquel ángel que hablaba conmigo” (Zacarías 1.12 al 13 – RVR1909). El ángel de Jehová es único, es su propio Hijo y quien representa al Padre, tanto en el séquito celestial como entre los seres humanos, ya que podemos ver al Hijo, que habla con el ser humano cara a cara, pero al Padre nadie le puede ver y sobrevivir: “Dijo más: No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí lugar junto á mí, y tú estarás sobre la peña: Y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado: Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33.20 al 23 – RVR1909).
          La Biblia dice: “A Dios nadie le vió jamás…” (Juan 1.18 – RVR1909). Además se dice: “Ninguno vió jamás á Dios…” (1 Juan 4.12 – RVR1909). La representación del Hijo está definida por un tiempo determinado: “Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad… el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.24 al 28 – RVR1909). La Biblia confirma la presencia del ángel de Jehová en la salida de Egipto y su representación en nombre del Padre: “Y El ángel de Jehová subió de Gilgal á Bochim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado á vuestros padres; y dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros” (Jueces 2.1 – RVR1909). Según otro pasaje bíblico el ángel de Dios es el ángel de Jehová que el ser humano puede ver sin morir:
 “Y el ángel de Dios le dijo: Toma la carne, y los panes sin levadura, y ponlo sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. Y extendiendo el ángel de Jehová el bordón que tenía en su mano, tocó con la punta en la carne y en los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de delante de él. Y viendo Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto el ángel de Jehová cara á cara. Y Jehová le dijo: Paz á ti; no tengas temor, no morirás” (Jueces 6.20 al 23 – RVR1909).
          La ventaja de la gran cantidad de libros de la Biblia, es la posibilidad de estudiar e investigar la palabra de Dios con profundidad del pensamiento, esto nos permite encontrar pistas y unir eslabones, para entrelazar un hilo conductor de la trama bíblica. Entonces, por consiguiente, es inevitable la mención textual de los versículos para encadenar un argumento, como dice las mismas Escrituras: “¿A quién se enseñará ciencia, ó á quién se hará entender doctrina? ¿A los quitados de la leche? ¿á los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá: … La palabra pues de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá…” (Isaías 28.9 al 13 – RVR1909).
          Observemos algunos detalles acerca del tema analizado y presentado a los padres de Samsón: “A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y díjole: He aquí que tú eres estéril, y no has parido: mas concebirás y parirás un hijo” (Jueces 13.3 – RVR1909). El ángel de Jehová aparece a la madre de Samsón antes de quedar embarazada y ella describe algunas características acerca del ángel: “Y la mujer vino y contólo á su marido, diciendo: Un varón de Dios vino á mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre” (Jueces 13.6 – RVR1909). Ahora veamos lo interesante acerca del nombre cuando Manoa, padre de Samsón, dialoga con el ángel: “Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cómo es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos? Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es oculto?” (Jueces 13.17 al 18 – RVR1909). El nombre del ángel de Jehová es oculto, luego Manoa declara que ha visto a Dios: “Y el ángel de Jehová no tornó á aparecer á Manoa ni á su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová. Y dijo Manoa á su mujer: Ciertamente moriremos, porque á Dios hemos visto. Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no tomara de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni en tal tiempo nos habría anunciado esto” (Jueces 13.21 al 23 – RVR1909).
          El nombre oculto es el nombre de Dios Padre (YHVH, relacionado con existencia o ser), que es compartido con su Hijo, por esta razón Manoa y la mujer ven al ángel de Jehová como ver a Dios, pero es Dios el Hijo. Así está escrito en los Salmos acerca del Hijo: “Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino. Amaste la justicia y aborreciste la maldad: Por tanto te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de gozo sobre tus compañeros” (Salmos 45.6 al 7 – RVR1909). Dios es Padre debido a la existencia de su Hijo, así en cada época de espacio y tiempo su Hijo se manifiesta relacionado como el ángel de Jehová, o como el principal del séquito celestial, o sea, el arcángel Miguel, y como Jesucristo mesías y salvador. Esto significa que a través del Hijo: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5.8 – RVR1909), es que se cumple que Dios sea Padre mediante la obediencia y sujeción de su Hijo ejemplar y modelo de vida. Tal es el caso del amor, justicia y temor de Dios. Así es que encontramos en Isaías: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Principe de paz” (Isaías 9.6 – RVR1909).
          Desde el primer libro de la Biblia, el Génesis, se hace mención de lo que venimos tratando. Por ejemplo, el caso del ángel de Jehová y Agar, quien servía en la casa de Abraham: “Díjole también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu linaje, que no será contado á causa de la muchedumbre… Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres el Dios de la vista; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo, Pozo del Viviente que me ve. He aquí está entre Cades y Bered” (Génesis 16.10 al 14 – RVR1909). Otro ejemplo, es del ángel de Jehová y Abraham, en el caso de su hijo Isaac:
 “Entonces el ángel de Jehová le dio voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios… Y llamó el ángel de Jehová á Abraham segunda vez desde el cielo, Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único; Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar…” (Génesis 22.11 al 18 – RVR1909).
          Finalmente se hace mención del caso de Jacob: “Y díjome el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo digo: Heme aquí… Yo soy el Dios de Beth-el, donde tú ungiste el título, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete á la tierra de tu naturaleza” (Génesis 31.11 al 13 – RVR1909).
  1.6 La teoría del paradigma y la percepción
          Las teorías filosóficas y religiosas en lo concerniente al misterio, mito o lo sagrado, surgen de la especulación, mediante la observación atenta y la investigación minuciosa, con la aplicación y desarrollo del pensamiento profundo en el escrutinio de conjeturas, creencias o supuestos. Hay una presunción y vanidad infundada: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos” (Romanos 1.21 al 22 – RVR1909). Esta profundidad del pensamiento se genera de acuerdo con la capacidad del mismo ser humano, sin ser necesariamente consecuente con el pensamiento o mentalidad de Jesucristo, según con su transmisión del conocimiento celestial: “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Colosenses 2.8 al 9 - RVR1909).
          Las sutilezas son conceptos vanos e impresionables para quienes desconocen la preeminencia de Cristo: “Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.10 – RVR1909), porque son conceptos construidos sin el fundamento de Cristo, por consiguiente sin exactitud y profundidad en el conocimiento enviado directamente de Dios Padre, a través de Jesucristo. Solamente con base en la capacidad humana de formular conceptos fundamentados en sus propias creencias e hipótesis: “Los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo á las criaturas antes que al Criador, el cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1.25 – RVR1909). Estas teorías la humanidad las asume como ejemplos o modelos, aunque sea fuera de Cristo, ya que el ser humano por sí mismo, debido a su autonomía de entendimiento, ejerce su argumento particular por su propia cuenta o razón, con el comentario, interpretación u opinión, sin tomar en cuenta a Jesucristo. Las consecuencias son el carecer de la capacidad o posibilidad de comprobar o examinar la realidad o verdad celestial del testimonio de Cristo, una justificación y prueba de la verdad, verificable con la exactitud de la fuente o procedencia directa de Dios, según el pensamiento de los discípulos de Jesucristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 - RVR1909).
          En otras palabras, el ser humano da por sentado o supone un razonamiento hipotético, como una verdad absoluta, a pesar de la limitación humana de basarse en la percepción de sus sentidos, para justificar una creencia como verdadera. Recibir la comprensión del conocimiento espiritual restringido por el alcance de la percepción natural, en lugar de la intervención del conocimiento celestial provisto por Jesucristo, se queda en un radio de acción o influencia exclusivamente en lo natural, sin poder trascender a lo espiritual: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 - RVR1909).
          Por lo tanto, si hay restricción para acceder al conocimiento espiritual, con más dificultad se podría tener acceso al celestial, porque se le imposibilita a los seres humanos el identificar y reconocer con claridad a Jesucristo, su ejemplo, legado y modelo de vida cotidiana. Esta imposibilidad humana es causada por la influencia de los paradigmas de cada persona, con sus propias percepciones de la vida y filosofías de convivencia, arrastrados mayormente por las corrientes masivas junto con los demás integrantes de la sociedad: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). El verdadero protagonista de la vida es Jesucristo, quien es digno del primer plano de admiración y seguimiento, el primer lugar y la prioridad de nuestra atención, con toda la alabanza, gloria y honra: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). ¿Cómo se puede incorporar a la personalidad humana la experiencia vivida por Jesucristo aquí en el planeta Tierra? Hay una gran diferencia entre ser un observador de la teoría de sus enseñanzas o un verdadero practicante de la vivencia de Jesucristo.
          Desde el principio en la creación ocurre un ardid, o sea, un artificio para lograr el engaño y la mentira en Adán y Eva: “Mas temo que como la serpiente engañó á Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR1909). La simplicidad implica sinceridad libre de fingimiento, sin apariencia o simulación, sin el artilugio de la trampa, para burlar o perjudicar con hacer creer lo que no es verdad. Así surgen una infinidad de creencias y doctrinas eclesiásticas que ocultan u opacan la gloria de Jesucristo. La muchas enseñanzas sin trascendencia y contrarias a resaltar la misión y vida ejemplar de Jesucristo, como modelo de la cotidianidad. El engaño y mentira de vivir una vida sin Cristo y aún así pretender cumplir con una vida para Dios Padre: “Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues aparceros con ellos; Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz” (Efesios 5.6 al 8 – RVR1909).
          ¿Cuál es el engaño y mentira? Hacer creer una postura sesgada como una verdad a medias, es una falacia elaborada con astucia como palabra de Dios, con un rumbo torcido y cortado al establecido verdaderamente por Dios: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente:… dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis” (Génesis 3.1 al 4 - RVR1909). ¿En pos de quién va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Porque si no es a Jesucristo establecido por Dios Padre, entonces es en vano: “Que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza. Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás” (Apocalipsis 5.12 al 13 – RVR1909).
          La serpiente desempeña una actuación y papel de hipocresía, inclusive con la apariencia de un ser de confianza y justicia, igual sus servidores: “Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.15 – RVR1909). Esto no representa la obra auténtica o genuina de Jesucristo, sino un ministerio de falsos servidores para su propio beneficio e intereses mezquinos: “Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino á sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples” (Romanos 15.18 – RVR1909). En este caso los simples se refieren a quienes con la mentira se dejan engañar, por aquellos que son enemigos del sacrificio de Cristo: “Cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión; que sienten lo terreno” (Filipenses 3.19 – RVR1909).
          Hay una coherencia entre la hipocresía descrita desde el principio con la serpiente, Adán y Eva, en relación con los que aparentan ser servidores de Cristo y no lo son: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste,… Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.13 al 15 – RVR1909). Adán y Eva en un principio conocen solamente el bien, la serpiente astuta representa en cierta forma el mal y la muerte. Esta serpiente en específico tiene un interés de que Adán y Eva pasen a conocer el mal y por consiguiente como consecuencia la muerte. Hay un complot, confabulación o conspiración entre la simiente de origen o procedencia de la serpiente, o sea, de quienes cultivan y cosechan la semilla del mal, contra la simiente de Cristo, sin embargo, Jesucristo con el bien vence el mal y la muerte:
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo. Y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos á servidumbre. Porque ciertamente no tomó á los ángeles, sino á la simiente de Abraham tomó. Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2.14 al 17 – RVR1909).
          El principio del Génesis muestra el anuncio de enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. ¿Qué significa esta simbología? Al parecer una serpiente aún con herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción motriz, inclusive mantiene sus acciones motoras muchas horas después de su muerte, por ejemplo la reacción automática de morder como mecanismo reflejo. Resulta que Jesucristo es herido de muerte en el sacrificio en la cruz, representado por la herida en el calcañar o talón, sin embargo, con su muerte venció a la muerte misma a través de la resurrección: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15.20 al 22 – RVR1909). Jesucristo con su hazaña, establece un punto de partida histórico y profético, de tal manera que la cronología histórica de la humanidad se señala desde un antes de Cristo o un después de Cristo. Esto significa que Jesucristo sobresale por encima de cualquier gobernante, principal o príncipe de este mundo: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.7 al 8 – RVR1909).
          La cabeza de la serpiente representa cierta autoridad del mal, encabezado por los gobernantes y principales, tanto políticamente como religiosos: “Asistieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, Para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da á tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra” (Hechos 4.26 al 29 – RVR1909). Nótese como la expresión: “para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho” concuerda con el anuncio desde el principio del Génesis acerca de la enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. Jesucristo con su acto de sacrificio en la cruz vence el mal y hiere la cabeza de la serpiente: “Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2.15 – RVR1909). Pero cuál es el significado de la herida en la serpiente, específicamente en la cabeza, esto es, el nombre de Jesucristo recibe toda la potestad, pasa a ser la autoridad y la cabeza del ángulo principal de la edificación de Dios:
 “Y aconteció al día siguiente, que se juntaron en Jerusalem los príncipes de ellos, y los ancianos, y los escribas; Y Anás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal; Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio hecho á un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.5 al 12 – RVR1909).
          Obsérvese como la serpiente aún con la herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción, inclusive de morder e inyectar su veneno, al parecer similar a una serpiente decapitada y muerta, que mantiene sus acciones motoras por varias horas. Así menciona Pablo o la escuela paulina en la segunda epístola a Timoteo: “Pero tú has comprendido mi doctrina, instrucción , intento, fe, largura de ánimo, caridad, paciencia, Persecuciones, aflicciones, cuales me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra, cuales persecuciones he sufrido; y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución” (2 Timoteo 3.10 al 12 – RVR1909).
  1.7 El ego humano frente al Dios YO SOY
          El ego humano involucra la personalidad, compuesto por el carácter y el temperamento, influenciados por los hábitos cotidianos, cuyo resultado se refleja en el comportamiento y la conducta. El temperamento es biológico y genético, por consiguiente se nace con el mismo de forma innata, por esta razón su estabilidad la hace prácticamente sin posibilidad de modificación, aunque al parecer tiene cierto grado controlable. La formación del ser humano surge de una memoria energética microscópica, con el contenido del genoma y los genes necesarios para definir los caracteres hereditarios de todo el organismo. El temperamento es la parte biológica y genética determinante para la forma de ser de la persona, pero tiene su particularidad de invariabilidad, ya que presenta la dificultad de variación mediante el aprendizaje y la educación, salvo el poder activo de la fe en Dios, para iluminar el conocimiento de la certeza, confianza y decisión al obedecer a Dios: “Empero sin fe es imposible agradar á Dios; porque es menester que el que á Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.6 – RVR1909).
          Este temperamento desde Adán y Eva es el portador del código energético de la duda e indecisión al obedecer a Dios, hasta que brota o emana la chispa de iluminación de fe entre el desconocimiento, la comprensión y el entendimiento. Es como un momento ¡eureka!, en relación con la obediencia a Dios, de manera que su activación es por medio del poder de Dios: “Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios” (1 Corintios 2.5 – RVR1909). Este poder de Dios despierta con claridad un conocimiento evidente y seguro, sin incertidumbre, porque el descubrimiento ¡eureka!, del conocimiento escondido, ignorado u oculto, viene a ser la inspiración de Dios para reconocer a Jesucristo en la obediencia a Dios:
 “Felipe halló á Natanael, y dícele: Hemos hallado á aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: á Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Y díjole Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dícele Felipe: Ven y ve. Jesús vió venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño. Dícele Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y díjole: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi. Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y díjole: ¿Por qué te dije, te vi debajo de la higuera, crees? cosas mayores que éstas verás” (Juan 1.45 al 50 – RVR1909).
          El ego es el “yo” de una persona y puede ser afectado por la afectividad o capacidad de vivir las emociones y los sentimientos, además del coraje, o sea, la decisión valiente para enfrentar determinada situación, y de la susceptibilidad, que es la capacidad de recibir impresión o de sentirse ofendido. También el ego depende de la intención y motivación para actuar, según la interioridad de su pensamiento. El ego de cada persona es la autenticidad de su propia realidad, es un proceso de madurez hasta alcanzar buen juicio y sensatez, mientras tanto durante el proceso el ego es un espejismo, viene a ser el “yo soy el espejismo que soy”. El ego de cada persona es un espejismo porque depende del verdadero Oasis establecido por Dios Padre. Este Oasis proveedor del agua de vida es Jesucristo. En cierta ocasión Dios dice: “Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3.14 – RVR1909).
          Dios tiene existencia propia y por siempre, o sea, Dios existe por sí mismo, mientras que la existencia del ser humano depende de Dios. El ego humano se conoce a sí mismo en la medida que conoce a Jesucristo, a quién Dios Padre ha establecido para que el ser humano reciba vida eterna. Dios es el Ser Supremo y los seres humanos que logran la madurez del ego semejante al de Jesucristo, llegan a ser los súbditos, sujetos a la autoridad designada por Dios, para estar con la obligación y sometimiento de obedecer, de manera que se subordine el buen juicio y la sensatez de la obstinación del temperamento. Así se cumple la redención de Jesucristo sobre el género humano con su pasión, muerte y resurrección: “Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.28 al 29 – RVR1909).
          El corazón duro o de piedra del ego humano, es el temperamento, pero se presenta un conflicto en cada persona entre el escepticismo y la empatía para dar forma a un equilibrio en la conciencia racional. Por ejemplo, todas las características mencionadas en lo biológico, bioquímico, fisiológico, genético y demás funciones relacionadas con lo corporal y el espíritu, son parte del ser humano actual, igual como en Adán y Eva hace alrededor de seis mil años. Eva para darse cuenta de su propia realidad, sufre de escepticismo, el conocimiento cierto, completo y verdadero es la obediencia a la voluntad de Dios, sin embargo, Eva se deja llevar por la duda e indecisión al obedecer a Dios. La reacción de Adán, aunque se inclina a la falta de fe, debido a su propio temperamento, actúa con empatía, en el sentido de la identificación con Eva. Hay una realidad imperante que es hacer la voluntad de Dios, pero tanto Adán como Eva siguen su realidad personal con el uso de su propio libre albedrío. El ego nadie se lo quita de encima, ni se puede esquivar o evadir.
          La voz de la serpiente fue el cuestionamiento detonante. La curiosidad de Eva era un deseo de averiguar y saber con su facultad de analizar, observar, pensar y reflexionar. El temperamento es una especie de terquedad o testarudez, por este motivo la comparación con la dureza de corazón, donde se requiere el equilibrio de la empatía, para la capacidad de la persona de comprender las emociones y tener identificación con los demás, así como dice Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11.1 – RVR1909). También está escrito: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo” (Filipenses 3.17 – RVR1909).
          La fe es certeza, confianza y seguridad, especialmente al obedecer a Dios, contrario a la duda e indecisión. Abel presenta una ofrenda a Dios, nótese como se menciona que Dios se agrada de Abel, a saber, de su actitud y personalidad: “… Y miró Jehová con agrado á Abel y á su ofrenda” (Génesis 4.4 – RVR1909). La ofrenda de Abel el justo, representa la fe de certeza, confianza y seguridad al obedecer a Dios: “Por la fe Abel ofreció á Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo,…” (Hebreos 11.4 – RVR1909). ¿Cómo se demuestra la estima y reconocimiento de Dios por la actitud y personalidad? Un pasaje bíblico dice: “Porque misericordia quise, y no sacrificio; y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adam, traspasaron el pacto: allí prevaricaron contra mí” (Oseas 6.6 al 7 – RVR1909). Este conocimiento pertenece a Dios sin límite alguno, por esta razón Dios es el “YO SOY EL QUE SOY”, porque el conocimiento de Dios es completo, perfecto, pleno y total, mientras que el ser humano tiene un conocimiento muy limitado, incompleto e imperfecto, es nada sin el conocimiento, energía, memoria, protección y respaldo de Dios.
          Los principios y valores como la fe, justicia y misericordia no tienen cabida en lo que llaman un mal temperamento, porque requiere un corazón contrito y humillado para cambiar ante Dios: “Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51.16 al 17 – RVR1909). Así las actitudes y personalidad en general es indispensable para el agrado de Dios: “… porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7 – RVR1909). El ego humano es característico y propio del individuo, en el buen sentido de la palabra, es domable o indomable según cada caso particular. La sociedad moldea el individuo con sus preconceptos y prejuicios en contra de la fidelidad y obediencia a Dios. La tendencia del ser humano es promover una aparente fe, pero ciega, por beneficio y conveniencia personal, por ejemplo, las luchas de poder, ya sea económico, militar, político y territorial.
          En el caso de la fe y la abundancia de creencias se incluye el poder religioso, por consiguiente sus luchas y rivalidades por cuestiones de confesiones de fe, sustentadas en sus propias creencias incuestionables: “Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriéis, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16 – RVR1909). Esto significa que aunque el ego humano es individual, se puede dar un ego colectivo de acuerdo con la cultura social. La sabiduría que desciende de lo alto es la sabiduría del Dios YO SOY, sin embargo, el ser humano se fascina por la egolatría del acumulamiento y adquisición de bienes y servicios, derroche, enriquecimiento, entretenimiento, exceso de placer y vicio, fama, lucro, lujo, lujuria, prestigio, reconocimiento, status social y vanidad, convertidos en ídolos culturales y sociales. Su valor práctico no está en Dios, tampoco su tesoro o valor más apreciado es Dios.
          Mientras tanto, la sabiduría del Dios YO SOY, de ninguna manera es egoísta, sino es el compartir del amor y servicio demostrado y visible en Jesucristo: “Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz” (Santiago 3.17 al 18 – RVR1909). Esto significa que el enfoque principal, el norte o dirección y guía, el rumbo del camino y conducta propuesta para seguir las acciones, la orientación primordial, es Jesucristo mismo, elegido y designado por Dios Padre. El ego colectivo de la cultura social, tiene su propia personalidad, sumida en las guerras sin sentido y luchas de poder, por cuestión de satisfacer sus deleites:
 “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4.1 al 3 – RVR1909).
          La paz interior del ser humano depende completamente del ego y la personalidad, el egocentrismo es la disposición anímica o psíquica de priorizar sus propios intereses como centro, donde se direccionan todas las actividades personales. Pero resulta que es Dios Padre el creador de todo lo existente, quien determina en la persona de Jesucristo como el cristocentrismo, o sea, el centro de todas las actividades personales del ser humano. Lo que pasa es que el mundo vive su propia realidad, según su propio pensamiento y acciones, mientras que la realidad divina establecida por Dios Padre es muy diferente a la humana, quienes han establecido su propio camino contrario al de Dios. Es decir, la persona de Jesucristo es el modelo a seguir en su personalidad, por su carácter, temperamento y hábitos practicados en su cotidianidad, ejemplarizados en los evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
          Ahora bien, la personalidad es el carácter y temperamento, pero todo el conjunto del ego o ser yo, incluye, actitudes, ahínco, anhelos, aptitud adquirida o natural, arrepentimiento, aspiraciones, atributos, comportamientos, comprensión, comunión, conductas, conocimiento, conversión, consagración, creencias, cualidades, culto, deberes, deseos, dignidad, disciplina, emociones, entendimiento, esencia, hábitos, intenciones, madurez, motivaciones, obligaciones, potencialidad, preferencias, principios, propósitos, resarcimiento, responsabilidades, santificación, sentido, sentimientos, valores, vigor, virtud y voluntad. Por esta razón, el ego no está completo a cabalidad ni a plenitud, sino que es un proceso de toda la vida, hasta el último aliento o suspiro, para dar cuentas a Dios de todo este conjunto que nos caracteriza como ser.
          El que ignora la integración de todo esto en el ser de Cristo, y vive sin conciencia integral de todo esto en su propia vida, en realidad no sabe para que existe, como dice la Biblia: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1.21 – RVR1909). Ganancia cuando el proceso de Cristo en el ego o ser de cada quien se completa según la referencia en Cristo: “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR1909). Dios Padre con la creación del ser humano es quien determina su constitución corporal, mental y espiritual, esto de ninguna manera es determinación eclesiástica o religiosa, sino es decisión y potestad de Dios al hacer la composición y forma del ser humano en la creación, así como el alfarero y el barro: “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros” (Isaías 64.8 – RVR1909).
          Por lo tanto, en relación con el ego humano frente al Dios YO SOY, es por medio de Jesucristo que el ego y la personalidad son transformados, inclusive la dureza del temperamento, para traer iluminación a la duda e indecisión al obedecer a Dios. Así como el ser humano en su formación pasa por el proceso de cigoto, embrión y feto, también puede trascender en un proceso de lo natural, espiritual a lo celestial. Dios Padre ha sido, es y será por siempre; su imagen es la eternidad y su semejanza es la santidad, aunque es invisible y nadie ha visto a Dios, su carácter es manifestado en la persona de Jesucristo su Hijo, para ejemplo y modelo de vida cotidiana en la relación de convivencia entre seres humanos. Jesucristo es la santidad de la presencia de Dios Padre, su historia y vida es épica, por lo extraordinario, pero única porque es el mismo Dios Hijo hecho humano y enviado directamente de Dios Padre. Jesucristo es histórico y digno de que todo ser humano, sin excepción, lo analice, estudie e investigue, para educación y aprendizaje de vida en toda civilización, cultura y nación. Los indicios bíblicos e históricos que conducen para averiguar su vida, son indispensables para seguir sus pasos.
          Dios Padre no ha establecido la honra para ningún otro que no sea Jesucristo, porque nadie ha dejado huella y rastro como Jesucristo que nunca cometió injusticia ni pecado: “He aquí te he purificado, y no como á plata; hete escogido en horno de aflicción. Por mí, por amor de mí lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré á otro” (Isaías 48.10 al 11 – RVR1909). Jesucristo vino a restaurar al ser humano a la imagen y semejanza de Dios, para que el ser humano sea un ser puro, santo, sin impurezas y sin iniquidad, con una conexión de comunión con la guía directa de Dios, porque es por la decisión, determinación y responsabilidad del Padre:
 “Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo: Y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron mal, á resurrección de condenación” (Juan 5.22 al 29 – RVR1909).
          Hacer el bien, no es simplemente cuestión de confesiones de fe, listas de creencias o dogmas, sino que hacer el bien implica integralmente todo el ego y personalidad, con el carácter y temperamento, acciones, actitudes, comportamiento, conducta, emociones, hábitos, intenciones, pensamiento, principios, sentimientos, virtudes y valores semejantes a los ejercidos y practicados por Jesucristo con su vida ejemplar.
  1.8 EL LIBRE ALBEDRÍO HUMANO FRENTE A LA VOLUNTAD DE DIOS
          El libre albedrío humano es posterior, primeramente existe solo la voluntad de Dios: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2.15 al 17 – RVR1909). Hasta aquí había solamente el mandamiento o mandato de Dios, la única elección u opción del ser humano es obedecer con gratitud. Dios ordena el hacer su voluntad, mientras tanto, el libre albedrío humano se introduce hasta que la serpiente astuta lleva a cabo su malvado plan y trama perturbadora: “Empero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer:… Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3.1 y 5 – RVR1909).
          La astucia y estrategia de la serpiente para hacer prevalecer la desobediencia y rebeldía, es introducir el surgimiento del libre albedrío como mentira para engañar al ser humano y facultar su justificación del libertinaje y posibilidad de hacer lo que se quiera, inclusive contrario a la voluntad de Dios su Creador. El testimonio de Eva es que la serpiente la engañó: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909). Se impone la decisión y voluntad propia del ser humano con el irrespeto a Dios y a su voluntad. La serpiente actúa según una intención previa e instinto dañino manifestado en su precedente, ya iniciado anteriormente con la rebelión del ángel caído y seguido con la influencia ejercida en Adán y Eva, porque el primer pecado existente por parte del ángel caído fue invalidar y rechazar la autoridad del Hijo de Dios, acreditada y delegada por Dios Padre. Divagaron en la interpretación de la justicia en lugar de practicar realmente la verdadera justicia de Dios.
          El destino del ser humano era hacer la voluntad fiel y leal ante Dios, como un único camino de obediencia, pero el ser humano es portador de la rebeldía del temperamento, por su contenido de duda e indecisión al obedecer a Dios. El escenario del Edén sin la serpiente, está libre de la influencia e intervención de la misma, entonces el ser humano conservaría permanentemente su condición ante Dios, o sea, sin comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente es la causa provocadora del actuar del ser humano, en relación con comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Dios en su amor y misericordia planta este árbol con el propósito de dar otra oportunidad de perdón a la serpiente, y que esta última pudiera rectificar y resarcir el daño de la rebelión de los ángeles caídos representados en esta serpiente.
          En este caso, la serpiente no aprovecha la segunda oportunidad, para rectificar y resarcir su primera experiencia de rebelión dentro del séquito celestial. Tuvo la opción de reconocer su propia limitación y ser, con la corrección de retornar a un estado anterior, y transformar su precedente en una absoluta subordinación de obediencia ante Dios. Esto hubiera demostrado un cambio y sus consecuencias. Por otra parte, se presenta esta vez ante los seres humanos y sostiene su empeño del legado de confusión, desobediencia y rebeldía ante el Creador. En cierta ocasión Jesucristo dijo: “Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (Lucas 10.18 – RVR1909). Desde un principio hay un anuncio del conflicto entre la simiente de la serpiente y la simiente que es Cristo, con referencia a la crucifixión, muerte y resurrección: “… ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.15 – RVR1909). Resulta que en el amor y la misericordia de Dios, la serpiente tuvo una segunda oportunidad para rectificar y resarcir el daño de la desobediencia y rebeldía ante Dios, pero su afán, empeño y obstinación fue mantener su infidelidad y la muerte del que muere. Jesucristo vino a terminar con la muerte, a través de la obediencia fiel a Dios:
 “Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por esto he venido en esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: Ángel le ha hablado. Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Y esto decía dando á entender de qué muerte había de morir” (Juan 12.26 al 33 – RVR1909).
          La perspicacia es una visualización con profundidad intensa, así es la comprensión y entendimiento en la inmersión de la sabiduría del conocimiento profundo. La sabiduría de Jesucristo nos posibilita lograr un alcance del conocimiento celestial, donde el ser humano con su sola condición natural de ninguna manera puede llegar. ¿Pero cuál es la razón de todo lo existente? La respuesta es el amor de Dios. La versión de la Biblia, Reina – Valera revisión del año 1909, en Génesis 3.17 menciona acerca del amor lo siguiente: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3.17 – RVR1909). La maldición consiste en la pérdida de la autoridad de Adán sobre el jardín del Edén y por consiguiente su expulsión a labrar la tierra fuera del Edén. El árbol de la vida presente en el Edén representa la sabiduría de Jesucristo, correspondiente al alimento celestial, el reconocimiento y dedicación de la vida plenamente a Jesucristo. El ser humano es sentenciado a sobrevivir con el alimento natural, pero por amor al mismo ser humano, Dios deja la posibilidad de un camino hacia el alimento espiritual al que las personas pueden tener accesibilidad, para aspirar a comer del árbol de la vida y vivir para siempre: “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.24 – RVR1909).
          Estos querubines forman parte del séquito celestial, quienes acompañan a Dios. Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Hay un plural de Dios en las siguientes palabras? Hagamos a nuestra: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza” (Génesis 1.26 – RVR1909). Es como uno de nos: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3.22 – RVR1909). Descendamos y confundamos: “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensado hacer. Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguajes, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Génesis 11.6 al 7 – RVR1909). La pluralidad de Dios se explica de la siguiente manera: en el principio existe solamente la energía de Dios, lo corporal de Dios es su propia energía, con atributos o cualidades, mente, pensamientos, sabiduría y voluntad. Dios crea un ser celestial de luz para su compañía al que llama su Hijo, entonces ahora existen Dios Padre y Dios Hijo, pero el Padre es mayor que el Hijo. Jesucristo dijo: “Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14.28 – RVR1909).
          También Jesucristo dijo: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo” (Mateo 24.35 al 36 – RVR1909). Otro evangelio menciona: “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13.32 – RVR1909). El Hijo es mayor que todo el séquito celestial: “Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1.4 al 6 – RVR1909). El Hijo es el primogénito, es el primero y el principio. Dios Padre ungió a su Hijo más que al resto del séquito celestial: “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Vara de equidad la vara de tu reino; Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que á tus compañeros” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909).
          Entonces al principio existe únicamente Dios, luego su Hijo, pero Dios Padre en su sola potestad y voluntad, le rinde un obsequio, para homenaje y reconocimiento de su Hijo, que es la creación, inclusive el séquito celestial y posteriormente el ser humano. El séquito celestial tiene que reconocer la autoridad y potestad de Dios Hijo, según la disposición del Padre. Encontramos una analogía o comparación en el caso de José y Faraón: “Y dijo Faraón á sus siervos: ¿Hemos de hallar otro hombre como éste, en quien haya espíritu de Dios? Y dijo Faraón á José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú: Tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo: solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Génesis 41.38 al 40 – RVR1909). Así como este ejemplo, el Padre es mayor que el Hijo, pero el Padre le concede al Hijo la autoridad y potestad, hasta que el Hijo mismo se sujetará por completo al Padre:
 “Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Porque es menester que él reine, hasta poner á todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas á él, claro está exceptuando aquel que sujetó á él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.24 al 28 – RVR1909).
          Al parecer se dice que entre el séquito celestial por cuestiones de deseos de preferencia y de recibir adulación y pleitesía, surge un adversario en contra del Hijo de Dios. Hay otro pasaje de la Biblia acerca de un rey de Tiro que sirve como analogía o comparación: “Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28.14 al 15 – RVR1909). Se considera este texto referente a ciertos reyes como alusivo al inicio de los ángeles caídos, quienes se decidieron seguir a otro en su rebelión: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto á las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, á los lados del aquilón; Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 13.12 al 14 – RVR1909).
          Los pasajes mencionados anteriormente se refieren a reyes de la tierra, aunque para algunos sirven como pistas del origen de los ángeles caídos. Entonces al principio existe únicamente Dios, luego su Hijo, seguidamente el séquito celestial. Dentro de este séquito surge una rebelión donde parte se mantiene fiel al Hijo de Dios y parte se une al ángel adversario y rebelde. También se cree acerca de otra parte del sequito celestial como los indecisos de seguir fieles o de unirse a la rebelión, estos son todos los seres humanos enviados a nuestro planeta para tomar dicha decisión. De manera cíclica se replica en Caín, con la manifestación del egoísmo, la envidia y el odio, quien toma su decisión en pos de la rebeldía contra Dios y mata a su hermano Abel. Sin embargo, la actitud y personalidad de Abel antes de morir, es de fe y justicia en alabanza y adoración a Dios. Precisamente el Hijo de Dios viene en rescate de los suyos que le pertenecen, con el ejemplo de obediencia hacia Dios: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen” (Hebreos 5.8 al 9 – RVR1909). En esta decisión por parte de los seres humanos indecisos, desempeña un papel muy importante el libre albedrío humano frente a la voluntad de Dios. Esto significa que así como Jesucristo renuncia a su propio libre albedrío, para hacer solamente la voluntad de Dios, también el ser humano tiene que renunciar a su propio libre albedrío, o sea, renunciar a hacer lo que quiera, sino reconocer como suyo el libre albedrío de Jesucristo, al hacer solo la voluntad de Dios, porque de ninguna manera hay otro camino, verdad y vida que no sea Jesucristo:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.5 al 11 – RVR1909).
  1.9 El explorador bíblico y la potencia
          La potencia es la capacidad de llegar a ser, según las facultades mentales del entendimiento, memoria y voluntad, para ejecutar una acción y producir un efecto. En el caso de explorar es averiguar con perseverancia y persistencia hasta llegar al fondo o profundidad de un determinado conocimiento. Para explorar bíblicamente el alcance o límite de la exploración del conocimiento es lo celestial. En una retrospectiva hasta el origen de Dios Hijo, encontramos al Hijo como el punto de partida entre el antes y el después de la creación. Jesucristo testifica personalmente lo siguiente: “Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese” (Juan 17.4 al 5 – RVR1909). Del Hijo se dice ser el principio: “Yo soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Señor, que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1.8, 21.6 – RVR1909).  El Hijo es el principio del origen, por ser el primero: “Que decía: Yo soy el Alpha y Omega, el primero y el último…” (Apocalipsis 1.11, 22.13 – RVR1909).
          El Hijo es el principio de la creación: “… He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (Apocalipsis 3.14 – RVR1909). El Hijo vive por los siglos de los siglos pero tiene principio: “… No temas: yo soy el primero y el último; Y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte” (Apocalipsis 1.17 al 18 – RVR1909). El Hijo fue muerto y resucitado para ascender a los cielos, aunque era Dios Hijo, fue engendrado y enviado a vivir entre los seres humanos: “Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1.17 al 20 – RVR1909). Fue Dios Padre quien dispuso que su Hijo tuviera toda la plenitud, por lo cual Dios Padre unge al Hijo: “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;… Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,…” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909).
          Así como en la rebelión los ángeles caídos se unen en contra del Hijo de Dios, otro grupo se mantiene fiel y leal al Hijo. Se aclara que el siguiente pasaje corresponde a un lenguaje simbólico, en alusión al imperio romano y su persecución a los creyentes en Cristo (la simiente), pero sirve para darse una idea de lo sucedido con los ángeles caídos: “Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12.7 al 9 – RVR1909). ¿Cómo ser un explorador bíblico y averiguar con diligencia, para encontrar el poder de la respuesta en la palabra escrita de Dios? En relación con la fidelidad, lealtad o rebelión: ¿Cuál era el propósito de lo sucedido con un sector de los ángeles que tuvieron duda e indecisión al obedecer a Dios?
          Una creencia popular antigua dice que los ángeles con duda e indecisos vienen a nacer como seres humanos, así tienen la oportunidad para tomar una decisión definitiva. De la misma manera el Hijo con su ejemplo y modelo de vida, al nacer, morir y resucitar, reconcilia tanto a los de la tierra como a los del cielo: “Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.20 – RVR1909). Aparentemente esta reconciliación se refiere a los que eran suyos, o sea la parte del séquito celestial con la duda e indecisión al obedecer a Dios, pero que finalmente se deciden por obedecer con fidelidad y lealtad a Dios:
 “He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, y guardaron tu palabra. Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos los recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son” (Juan 17.6 al 9 – RVR1909).
          Pero la Biblia dice que el Hijo de ninguna manera vino a salvar a los ángeles caídos que ya habían tomado su decisión: “Porque si Dios no perdonó á los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2.4 – RVR1909). Por esta razón vino semejante a un humano que son los portadores de la duda e indecisión al obedecer a Dios: “Porque si la palabra dicha por los ángeles fué firme, y toda rebelión y desobediencia recibió justa paga de retribución” (Hebreos 2.2 – RVR1909). Además: “Porque no sujetó á los ángeles el mundo venidero, del cual hablamos” (Hebreos 2.5 – RVR1909). Y acerca del Hijo en forma de humano:
 “Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de muerte, á aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar á la gloria á muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos” (Hebreos 2.9 al 10 – RVR1909).
          La rebelión de los ángeles caídos irrespeta la autoridad y reconocimiento de la superioridad del Hijo de Dios y su principado, mientras tanto el Hijo, a pesar de su posición de principal por encima del séquito celestial, viene a este mundo para ejemplo a demostrar su total respeto a la autoridad de su Padre, como el único Dios verdadero: “Dícele Jesús: ¡María! Volviéndose ella, dícele: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. Dícele Jesús: No me toques: porque aun no he subido á mi Padre: mas ve á mis hermanos, y diles: Subo á mi Padre y á vuestro Padre, á mi Dios y á vuestro Dios” (Juan 20.16 al 17 – RVR1909). Algunos consideran que el siguiente pasaje trata del Hijo, pero en realidad es el Padre, quien es invisible y tiene el trono de reinado, para honra y gloria por siempre: “Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1.17 – RVR1909).
          Jesucristo como Dios Hijo, nunca pretende tomar el lugar del Padre, todo lo contrario, le rinde la adoración, alabanza, fidelidad, gloria, honra, lealtad y obediencia a su Padre en toda circunstancia, lugar y tiempo, tanto como Dios y como humano. Asimismo, el séquito celestial fue creado para rendir homenaje y reconocimiento al Hijo, pero el ángel caído se resiste a esta obediencia y subordinación. Se cumple la siguiente parábola, tanto a nivel del cielo como de la tierra: “… Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cando á éste vieren, tendrán respeto. Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra…” (Lucas 20.9 al 19 – RVR1909). Cuando el séquito celestial transgrede su propósito por el que existen, surge la misma interrogante de la parábola: ¿Qué se hará con los que tienen duda e indecisión al obedecer? Hay una pista al respecto, en el caso del profeta Jeremías de quien Dios dice: “Antes que te formase en el vientre te conocí…” (Jeremías 1.5 – RVR1909). Otro pasaje menciona: “Porque á los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29 – RVR1909).
          En relación con este último pasaje hay una comparación con el siguiente: “Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15.49 – RVR1909). Dios desde la creación conoce a todos los integrantes del séquito celestial, inclusive los fieles, los indecisos y los rebeldes. Todos tienen preexistencia con cuerpo celestial, luego en el orden surge el cuerpo animal o terrenal en los seres humanos mediante Adán y Eva, con la aspiración de retornar a un cuerpo espiritual, por consiguiente celestial. El orden de estas fases es primero lo celestial, luego lo natural o terrenal, seguidamente lo espiritual y por último el retorno a lo celestial. Dios conoce a los suyos: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor á los que son suyos;...” (2 Timoteo 2.19 – RVR1909).  Dios conoce a los suyos, a partir de su Hijo y del séquito celestial. La Biblia dice: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,…” (Efesios 1.3 al 4 – RVR1909).
          En el caso de Dios, antes de ser Padre debido a la creación de su Hijo, en ese momento es la única energía existente, con su forma corporal de Espíritu y luz eterna, de manera que Dios es el Eterno, en el sentido de que no tiene principio ni tendrá fin. Dios tiene entendimiento, mente y su propio designio, pensamiento o propósito. Además de sus atributos, carácter, características, cualidades y voluntad. Dios es energía con su fuerza y poder, por esta razón está escrito: “Dios es Espíritu…” (Juan 4.24 – RVR1909). Dios es luz: “Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Juan 1.5 – RVR1909). El mismo Espíritu y luz es su forma corporal, por este motivo Dios Padre es invisible y su Hijo es su imagen visible: “El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1.15 – RVR1909). Por ejemplo: “… Dios es amor” (1 Juan 4.8 – RVR1909). El amor es invisible, pero se hizo visible en la obra y vida de las acciones y hechos de Jesucristo.
          Dios es luz, pero una luz inaccesible que solo Jesucristo puede acceder, porque los seres humanos no han visto ni pueden ver: “La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores; Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6.15 al 16 – RVR1909). Dios Padre es luz inaccesible, no obstante, el Hijo de Dios, como verbo o potencia de la palabra de Dios, puede acceder al Padre: “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1.3 – RVR1909). Por lo tanto, si Dios Padre es luz, también su Hijo es luz: “Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo” (Juan 1.9 – RVR1909). Jesucristo mismo dijo: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo:…” (Juan 8.12 – RVR1909).
          Hay una pista en alusión o referencia a la creación del Hijo de Dios, y a la creación de los seres portadores de luz o séquito celestial, en el mismo orden, que es cuando en el primer día se crea la luz: “Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz. Y vió Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fué la tarde y la mañana un día” (Génesis 1.3 al 5 – RVR1909), pero es hasta el cuarto día cuando se menciona al sol, la luna y las estrellas: “E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas… Y fué la tarde y la mañana el día cuarto” (Génesis 1.16 al 19 – RVR1909). Este caso es semejante en la analogía o comparación, igual al realizado en la referencia a los reyes, donde se insinúa el caso indirectamente del origen de rebeldía de los ángeles caídos o del Lucero querubín portador de luz (Ezequiel 28.14 al 15, Isaías 13.12 al 14). Este ser de luz es conocido comúnmente como Lucifer o Luzbel. La Biblia contiene muchos simbolismos, para representar conceptos, creencias, situaciones o sucesos: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4.16 – RVR1909).
          El pasaje anterior menciona la segunda venida del Señor, pero menciona al Señor Jesucristo con voz de arcángel. Precisamente en la preexistencia de Cristo se presenta como el principal ante el séquito celestial, quien era conocido como el arcángel Miguel: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió á usar de juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Judas 9 – RVR1909). Ahora, comparemos este pasaje con otro del profeta Zacarías: “Y mostróme á Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satán estaba á su mano derecha para serle adversario. Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha escogido á Jerusalem, te reprenda. ¿No es éste tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3.1 al 2 – RVR1909). En este caso Jehová Hijo remite la reprensión a la autoridad de Jehová Padre. El nombre de Dios, en cualquier idioma hace referencia a la Existencia y al Ser, pero hay un plural que también encontramos en otro pasaje: “Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Génesis 19.24 – RVR1909). Entre un dios falso y otro dios falso, se dice dioses, pero en relación con el verdadero en plural se dice Dios, con referencia a Dios Padre y Dios Hijo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios” (Juan 1.1 al 2 – RVR1909).
          Una vez creado Dios Hijo o el Hijo de Dios, que es lo mismo, Dios Padre le ofrece un obsequio en su honor y reconocimiento, a saber, el séquito celestial y posteriormente el ser humano: “Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él” (Colosenses 1.16 – RVR1909). Además toda la creación se constituye en su heredad de primogénito: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.2 – RVR1909). El Hijo recibe la preferencia y el primer lugar: “Pues, ¿á cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga á tus enemigos por estrado de tus pies?” (Hebreos 1.13 – RVR1909). La potencia de la fortaleza de Dios Padre opera y manifiesta la supremacía de su Hijo sobre la creación:
“Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos” (Efesios 1.19 al 23 – RVR1909).
          La resurrección de entre los muertos de Cristo, es diferente a la de Lázaro, porque Jesucristo resucita con cuerpo trasformado, es el primero de todos los que resucitarán para salvación y vida eterna, es la única resurrección que ha ascendido a los cielos y el único ser con la autoridad y potestad de estar a la diestra de Dios Padre. Además es el único que ha recibido un nombre sobre todo nombre, y el único digno de recibir alabanza y adoración, inclusive de rodillas por ser el Señor: “… Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla… Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 – RVR1909). El Hijo es el único Señor, tanto de los muertos como de los vivos, ya que todos comparecerán ante el tribunal de Cristo: “Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió á vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven… porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará á Dios” (Romanos 14.9 al 11 – RVR1909).
          ¿Qué pasó con un sector del séquito celestial semejante al acontecimiento actual en toda la humanidad? Lo que pasó fue el rechazo a reconocer el lugar correspondiente al Hijo de Dios, así en la actualidad se antepone y dan importancia a todo lo demás en lugar del Señor Jesucristo, su discipulado y evangelio. Todo esto se ha transformado en los nuevos dioses e ídolos para la humanidad: las creencias y dogmas, la corrupción y las luchas de poder, los entretenimientos y estilos de vida, el expansionismo militar y territorial, la fama y el poder económico, las culturas y filosofías, las civilizaciones y guerras, el libertinaje desenfrenado de los gustos y preferencias, los modelos y modos de vida, lo político anarquista, autoritarismo, dictatorial y el totalitarismo, las reglas eclesiásticas y la religión, el status académico, científico, intelectual, profesional y social, la sabiduría humana y la tecnología, la avaricia, codicia, egoísmo, envidia, lascivia, lucro, odio, opulencia y vanidad, son cortinas de humo, distractores que ocasionan ruido, para desvirtuar la atención, enfoque y concentración en la preeminencia, supremacía y lo más preciado por excelencia y valía de Jesucristo: “Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.27 al 29 – RVR1909).
          Ahora bien, el mundo va tras sus dioses e ídolos, en lugar de seguir en pos del maestro y mentor Jesucristo, quien con su vida como humano, demuestra el amor y la factibilidad de una absoluta obediencia al Padre como el Dios único y verdadero, en reconocimiento de su sola autoridad y potestad: “Acerca, pues, de las viandas que son sacrificadas á los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios. Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Corintios 8.4 al 6 – RVR1909). En esto consiste la exploración bíblica y la potencia, en trascender y lograr una proyección hacia la vida venidera, desapegarse de este mundo y de lo terrenal, con la potencia de la palabra de Dios y su fortaleza: “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse á la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12.2 – RVR1909).
  1.10 El afecto y el estado de ánimo
          El afecto y el estado de ánimo se combinan como principios de la actividad humana, para emprender acciones con el espíritu energizante e irradiar influencia optimista y positiva, mediante la inclinación y tendencia a los aspectos más favorables. La Biblia dice: “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo; más vence con el bien el mal” (Romanos 12.20 al 21 – RVR1909). Jesucristo establece un precedente cuando da su vida por amor, no solamente a sus amigos sino también a sus enemigos. Jesucristo vino a servir y de ninguna manera pretende servirse en detrimento de los demás, sino para establecer un ejemplo y modelo de servicio para el bien común. Dios en su afecto y ánimo envía a su propio Hijo para traer la enseñanza y mensaje, con la finalidad de generar y fomentar una educación y formación en el ser humano, práctico y útil para las actividades de convivencia en la cotidianidad o diario vivir, y trampolín para la aspiración a una vida eterna: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.16 al 18 – RVR1909).
          ¿Cómo comprender y lograr entender al Hijo primogénito y a la vez unigénito? Hemos mencionado a Dios Padre como la energía única al principio de todo lo existente, es la energía creadora del espacio y del tiempo, como decían algunos:
“… y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también. Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser semejante á oro, ó á plata, ó á piedra, escultura de artificio ó de imaginación de hombres” (Hechos 17.26 al 29 – RVR1909).
          Obsérvese la diferencia entre estar apegado a lo terrenal, con los pies puestos en lo material, o ser parte de la energía de Dios y moverse en su energía, porque en él vivimos, nos movemos y somos. El afecto y el estado de ánimo involucran las emociones y sentimientos, según la condición de equilibrio y salud mental. A su vez atañe a las intenciones y a la voluntad. El ser humano es un ser integral, pero divaga y se desplaza sin dirección, orientación, propósito o rumbo determinado, su intelecto se limita a la competitividad y desempeño de supervivencia humana. Se dice que tanto las emociones individuales o colectivas en sociedad, requiere de una inteligencia para las reacciones y reflejos de un comportamiento y conducta adecuados y moderados. Por esta razón, en relación con lo que atañe a la vida eterna, el ser humano tiene una dependencia de la Inteligencia de Dios Padre, mediante su energía mental a través de la mente de su Hijo Jesucristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR1909). El pasaje anterior hace referencia a una instrucción divina, porque ¿Quién instruyó al Señor Jesucristo en su preexistencia? Jesús dijo:
“Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo. El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado de mi mismo; mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo” (Juan 12.46 al 50 – RVR1909).
          Esta conexión, contacto y relación directa de Jesucristo como Hijo con su Padre, lo hace ser el único o unigénito. La inteligencia transmitida por Jesucristo tiene relación con el poder de elección, se dice que quien tiene el conocimiento tiene el poder, pero trasladémonos a la época de Adán y Eva, donde se presenta el árbol de la ciencia del bien y del mal. Eva tiene duda e indecisión al obedecer a Dios, función del temperamento. Dios les da instrucciones o mandamiento, de comer de cualquier árbol, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Entre todas las opciones, en su facultad y libertad de elegir, resulta que tanto Adán como Eva escogen la opción censurada o prohibida. El conocimiento es la instrucción o mandamiento de Dios, conocida por Adán y Eva, pero la inteligencia viene a ser la capacidad de procesar la información y determinar la mejor aplicación o elección. En este caso corresponde a la fidelidad o lealtad a la obediencia a Dios. El árbol de la vida, reiteradamente hemos confirmado su referencia a Jesucristo, por consiguiente la inteligencia de Jesucristo demostrada con la praxis de sus enseñanzas.  Una vez realizada la infracción por parte de Adán y Eva, se posibilita su comparación del antes y después de la desobediencia y rebeldía, de manera que se amplía el panorama para distinguir entre el bien y el mal. Por lo tanto, se confirma la existencia de una especie de inteligencia emocional y social, pero entre todos los conceptos presentados al respecto, la mejor concepción construida con la práctica, es la expuesta por Jesucristo mismo, con su ejemplo y modelo de vida.
          El afecto y ánimo es decidido y resuelto, no duda ni vacila, puede ayudar en lo temperamental. La historia de la humanidad titubea entre sus propios ídolos y dioses falsos, frente al Dios verdadero. Así dijo Josué: “Y si mal os parece servir á Jehová, escogeos hoy á quién sirváis; si á los dioses á quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron de esotra parte del río, ó á los dioses de los Amorrheos en cuya tierra habitáis: que yo y mi casa serviremos á Jehová” (Josué 24.15 – RVR1909). Ante los dioses falsos, Dios es único y no hay otro Dios: “Por tanto tú te has engrandecido, Jehová Dios: por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme á todo lo que hemos oído con nuestros oídos” (2 Samuel 7.22 – RVR1909). Dios permite y posibilita un homenaje solamente a su propio Hijo: “Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. Servid á Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino, Cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmos 2.10 al 12 – RVR1909). Toda la creación fue establecida por Dios como herencia para su Hijo: “Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por heredad las gentes, Y por posesión tuya los términos de la tierra” (Salmos 2.7 al 8 – RVR1909). El Padre se acompañaba de su Hijo en la creación: “… ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?” (Proverbios 30.4 – RVR1909). Hay una analogía en Proverbios para comparar al Hijo con la inteligencia y sabiduría:
 “Yo, la sabiduría, habito con la discreción, Y hallo la ciencia de los consejos… Conmigo está el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza… Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra. Antes de los abismos fuí engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas… Cuando establecía los fundamentos de la tierra; Con él estaba yo ordenándolo todo; Y fuí su delicia todos los días, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo” (Proverbios 8.12 al 30 – RVR1909).
          Recordemos que al Hijo se le identifica como la acción, palabra o verbo: “En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció… Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1.10 y 14 – RVR1909). También al Hijo se le asocia con la vida eterna, y gracias a que existe el Hijo es que a Dios se le puede llamar el Padre:
 “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida; (Porque la vida fué manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido;) Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros: y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1.1 al 3 – RVR1909).
  1.11 La intención, motivación y voluntad
          La intención, motivación y voluntad se entrelazan para construir una conexión y correspondencia en la relación entre el ser humano y Jesucristo. Además para edificar e infundir los sentimientos de piedad y virtud necesarios en el discipulado. ¿Cómo saber si el vínculo de unión en este enlace es auténtico o genuino? Esto se define tanto por la influencia como por la procedencia. Dios Padre establece en su Hijo Jesucristo una luz para iluminación del camino. El salmista dice lo siguiente: “Envía tu luz y tu verdad: éstas me guiarán; Me conducirán al monte de tu santidad, Y a tus tabernáculos” (Salmos 43.3 – RVR1909). ¿Cómo identificar la luz verdadera que lleva a la santidad? Porque las mismas escrituras advierten lo siguiente: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz” (2 Corintios 11.14 – RVR1909). Se ha mencionado que la Biblia contiene muchos símbolos con sus correspondientes significados, por ejemplo, Jesucristo comparó su cuerpo como templo. Observemos un mismo mensaje transmitido por Jesús y dos interpretaciones, a saber, el edificio del templo o el cuerpo de Jesús, según lo interprete el receptor:
 “Y los Judíos respondieron, y dijéronle: ¿Qué señal nos muestras de que haces esto? Respondió Jesús, y díjoles: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los Judíos: En cuarenta y seis años fue este templo edificado, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron á la Escritura, y á la palabra que Jesús había dicho” (Juan 2.18 al 22 – RVR1909).
          Analicemos el influjo de la transmisión del mensaje y su interpretación, según la situación de la influencia y de la procedencia. Antes tómese en cuenta que un estado consciente es aquel donde se piensa, quiere, siente y obra con conocimiento de lo que se hace. Necesariamente la Biblia se explica por sí misma y se requiere transcribir el texto del pasaje para comprender el trasfondo del mensaje. El auditorio o conjunto de oyentes se compone de personas adversas o a favor del mensaje y de Jesucristo. Se cumple en unos y en otros lo siguiente:
“Que si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos á nosotros mismos, sino á Jesucristo, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4.3 al 6 – RVR1909).
          El ser humano tiene que asumir su propia responsabilidad de sus acciones y dejar de culpar a Dios. Según el pasaje mencionado anteriormente es el dios de este mundo, quien ciega los entendimientos de los incrédulos, pero conforme a la propia incredulidad del ser humano como veremos a continuación, debido a la confusión por el engaño y mentira que prevalece en quienes no creen en Jesucristo, o en quienes distorsionan la creencia a su propia conveniencia e interés particular. En el análisis anterior, el mensaje transmitido por Jesucristo acerca de su cuerpo como templo y en referencia a la resurrección, es el mismo mensaje para todos los oyentes, pero quienes piden señal se quedan sin comprensión, ni entendimiento, porque reciben la resurrección como un supuesto fraude, según se presentan ante Pilato: “Y el siguiente día, que es después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos á Pilato, Diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero” (Mateo 27.62 al 64 – RVR1909).
          Mientras tanto, los discípulos con un mismo acontecimiento de la resurrección, confirman la veracidad de las Escrituras y la vigencia del mensaje de Jesucristo. Esto es demostración de la influencia y de la procedencia. Jesucristo de ninguna manera fue un engañador, como se aseveró en contra de él, sino que los mismos seres humanos se engañaron a sí mismos, para su propio perjuicio espiritual y moral, aunque muchas veces reciban beneficio económico y material por su proceder, tal es el caso de los mercaderes del templo. El templo se supone es un lugar exclusivo para determinado fin, para una intención, motivación y voluntad específica. Así también es el destino y propósito del cuerpo humano en relación con la adoración, consagración, santificación y servicio al Señor Jesucristo. Lo que pasa es que convirtieron el sistema del templo en un negocio particular para una vida de lucro, opulencia y vanidad, de manera que rechazaron el mensaje. Jesús dijo (el subrayado es nuestro):
 “Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, Diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, á lo menos en este tu día, lo que toca á tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, Y te derribarán á tierra, y á tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendían y compraban en él. Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle. Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole” (Lucas 19.41 al 48 – RVR1909).
          La intención, motivación y voluntad es imprescindible para llegar a ser una persona, con el cuerpo en condición de templo del Espíritu Santo. Precisamente para ser salvo de las corrientes y modas de las masas humanas, con la aspiración de recibir la resurrección para vida eterna, es imposible abstenerse, decidir o privarse de ser una persona que sea templo del Espíritu Santo. El ser templo del Espíritu Santo es requisito indispensable, de lo contrario su omisión se considera como blasfemia contra el Espíritu Santo. Jesucristo dijo al respecto: “Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio. Porque decían: Tiene espíritu inmundo” (Marcos 3.29 al 30 – RVR1909). En otro pasaje Jesús menciona lo siguiente: “Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado á vosotros el reino de Dios… Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado: mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero” (Mateo 12.28 y 32 – RVR1909).
          Jesucristo en su primera venida, proclamó ser  el camino, la verdad y la vida (Juan 14.6), su resurrección representa la vida eterna que nos confirma como hechos a imagen de Dios, su cuerpo como templo nos hace semejantes a Dios en el caso de la santidad: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8.11 – RVR1909). Además dice la palabra de Dios: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6.19 – RVR1909). En la palabra encontramos que las personas son el templo del Dios viviente, porque Dios mismo habita y anda entre ellos: “¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6.16 – RVR1909). El ser humano recibe de Dios Padre la promesa de ser a su imagen, mediante la resurrección con cuerpo transformado y la vida eterna. A través del Hijo de Dios o Dios Hijo, que es lo mismo, el ser humano obtiene la semejanza en la santificación, experimentada por Jesucristo, que siendo en forma humana fue obediente al Padre e hizo su voluntad hasta la muerte: “Porque mejor es que padezcáis haciendo bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo mal. Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos á Dios, siendo á la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3.17 al 18 – RVR1909).
          La santidad se obtiene mediante la vivencia del cuerpo como templo del Espíritu Santo, es el ejercicio y práctica de la obra del Espíritu Santo en la persona, por consiguiente la ausencia o negación del ser como templo, trae la consecuencia de la exclusión de la promesa de vida eterna, ya que los incrédulos en la condición de incredulidad se quedan sin recibir el sello del Espíritu Santo: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios; El cual también nos ha sellado, y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1.21 al 22 – RVR1909). Además dice: “… de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad” (2 Tesalonicenses 2.13 – RVR1909). Otra consulta podría ser: ¿Cómo logramos reconocer si hay consciencia o inconsciencia de que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Hay un pasaje que nos invita a comprobar y reconocer nuestra propia valoración: “Examinaos á vosotros mismos si estáis en fe; probaos á vosotros mismos. ¿No os conocéis á vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? si ya no sois reprobados. Mas espero que conoceréis que nosotros no somos reprobados” (2 Corintios 13.5 al 6 – RVR1909).
          En el siguiente pasaje hay una explicación combinada muy clara acerca de la interrelación entre la intención, motivación y voluntad:
 “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz: Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar á Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él” (Romanos 8.5 al 9 – RVR1909).
          Finalmente, como hemos mencionado en otras ocasiones, Jesucristo vino enviado del Padre y a la vez por su propia voluntad en forma de ser humano, para demostrar que la humanidad tiene capacidad de ser fiel y obediente a Dios. Esta humanidad implica la intención, motivación y voluntad para obedecer, así como Jesucristo en su misma semejanza de humanidad y santidad: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gálatas 2.20 – RVR1909).
 1.12 La virtud: los principios y valores
          La virtud es Jesucristo mismo, porque el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo representa la virtud, así como lo dispuso Dios Padre: “… para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable” (1 Pedro 2.9 – RVR1909). Se dice que la virtud es el poder o potestad de actuar con rectitud, además de la fuerza necesaria para provocar inevitablemente un efecto eficaz, que conserva o restablece un bienestar integral, la paz y serenidad espiritual, por consiguiente el sosiego corporal y mental. La virtud es la disponibilidad habitual y voluntaria de actuar conforme a los principios y valores, que son de gran valor y vigor para la convivencia cotidiana entre seres humanos. Jesucristo es la virtud como guía, referencia o regla para la conducta y comportamiento. La sociedad en general asume como propios la autoría, definición y legislación de los principios y valores, pero en realidad el Autor de los principios y valores es Dios Padre, el Creador de todo lo existente, manifestado mediante su Hijo. Se advierte que el siguiente análisis es fuerte, porque las Sagradas Escrituras dicen: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado; que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR1909).
          Para iniciar hay un pasaje mencionado por Jesucristo, donde se entremezcla conceptualmente y se resume con acierto la realidad eclesiástica de toda su historia, tanto antigua, colonial, medieval y primitiva, como contemporánea. El común histórico es el credo religioso y el conjunto de integrantes que lo profesan. La vida histórica de la iglesia ha lidiado paralelamente con la sociedad civil no confesional. El pasaje es algo extenso, pero su transcripción es fundamental, para captar integralmente la idea transmitida por el texto y la interpretación que hacemos en el contexto actual. El pasaje inicia con el texto a continuación: “Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva á la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 6.13 al 14 – RVR1909). En este pasaje Jesucristo nos invita a entrar por la puerta estrecha, pero resulta que él mismo es la puerta como en otra ocasión manifiesta: “Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo…” (Juan 10.9 – RVR1909).
          Somos parte del mundo, y vivimos en un mismo planeta, donde no podemos vivir aislados de una sociedad corrupta y descompuesta en todos sus ámbitos, justificada con el pretexto del status social y la supervivencia, la sociedad se ha descarrilado de la verdad de Cristo, se ha desviado del camino y desbocado con ceguera, guiando a las masas humanas cegadas hacia el precipicio, por ejemplo, mediante la dominación histórica, el expansionismo ideológico y territorial, la explotación y robo de la riqueza local o nativa de los pueblos, las guerras genocidas y masacres humanas. El equivalente a la trata de personas, al lucro y la usura en perjuicio de los más desposeídos. Los principios y valores que llevan a la vida eterna son los de Jesucristo, por este motivo ante Dios el Padre, solo Jesucristo basta y sobra, es el camino, la verdad y la vida. Las prácticas injustas del mismo ser humano ocasiona la generación de ocupaciones deshonestas, por falta de una distribución de la riqueza de forma más equitativa y las oportunidades de fuentes de trabajos dignos y honrados.
          A continuación con el pasaje en análisis se dice: “Y guardaos de los falsos profetas, que vienen á vosotros con vestidos de ovejas, mas de dentro son lobos rapaces” (Mateo 7.15 – RVR1909). El sistema eclesiástico y religioso, debido al crecimiento de la iglesia y la imperante necesidad de regular sus actividades, implementa e impone reglas internas de la iglesia, basadas en creencias, dogmas, estatutos y toda la legislación eclesiástica. Esto es el fraccionamiento cristiano, llámese congregación, denominación, iglesia o religión, que han opacado a Jesucristo con sus propias listas de enseñanzas para alcanzar la salvación, enseñanzas basadas en meras interpretaciones y teorías, determinadas e identificadas para su propio grupo como únicas y verdaderas. Esto sucede a nivel grupal e institucional, porque la organización en sí sustituye la infalibilidad, preeminencia y supremacía de Jesucristo. Se deposita la confianza en un líder o jerarquía de líderes, quienes toman las decisiones y reemplazan el sentido de la vida de Jesucristo. Aún sus líderes tienen una gran oratoria y convencimiento para arrastrar e impresionar a las masas humanas, pero de ninguna manera reflejan o representan el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo.
          El interés de estos líderes es el crecimiento del volumen de miembros integrantes de su respectivo grupo eclesiástico, en lugar del servicio fiel a Cristo, es la oportunidad de ver la iglesia como un negocio familiar o personal, como fuente de trabajo y subsistencia asalariada, económica, financiera y presupuestaria. Abunda la capacidad de inventar creencias que remplazan a Cristo en su importancia, prioridad y único medio de salvación y vida eterna establecido por Dios Padre. Esto refuerza la dependencia absoluta a las directrices eclesiásticas para alcanzar dicha salvación. Aunque la Biblia dice acerca de Jesucristo: “Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.12 – RVR1909). Se mantiene a los asistentes a la iglesia, congregados o feligreses de manera cautiva, con la creencia de que están en una organización indispensable y única para recibir la salvación y vida eterna. Se vuelven obreros ilegítimos, solamente por amor al dinero y sin vocación de fidelidad y servicio a Jesús, llegan a ser seudo-cristianos pero de ninguna manera discípulos auténticos de Jesucristo. Su misión es formar la iglesia con la prioridad de la institucionalización, en el sentido de la actividad económica y de socialización, durante un tiempo establecido y específico de liturgia y de reunión, una o más veces por semana, antes de la armonía y comunión como una forma de vida en comunidad de fe en el diario vivir, específicamente en el bien común y la ayuda solidaria al más necesitado todos los días de la semana, tanto en lo espiritual como en lo material. Basta analizar los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, para hacer conciencia de la acción de Jesucristo, su enseñanza, mensaje, parábolas, consolidado y respaldado en la práctica y vivencia de sus hechos.
             Si Jesucristo es nuestra referencia, es la razón de ser de todo lo existente, es la cabeza de la iglesia, es la medida o regla que nos une en una misma creencia, es la sana doctrina, es el maestro o mentor y nosotros el discipulado, es el estándar o vínculo común para todos, entonces, ¿por qué cada día se fundan y surgen nuevas iglesias de denominaciones con creencias muy diferentes entre sí? Seguidamente el pasaje en estudio menciona: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó higos de los abrojos? Así, todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol maleado lleva malos frutos. No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol maleado llevar frutos buenos. Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7.16 al 20 – RVR1909). Los frutos son el resultado o la evidencia de un verdadero arrepentimiento, conversión y resarcimiento. Se insta como requisito el ser una persona templo del Espíritu Santo, pues resulta que los frutos del Espíritu son los principios y valores de la caridad, el gozo, la paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5.22 al 23).
             La Biblia dice: “Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Mas el que no tiene estas cosas, es ciego, y tiene la vista muy corta, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.8 al 9 – RVR1909). A esto se suma el amor, compasión, esperanza, fe, justicia, paciencia, misericordia y demás características o cualidades demostradas por Jesucristo. Por ejemplo, la Biblia dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.14 – RVR1909). Cada una de estas palabras tiene un gran significado, y su aplicación es muy amplia en todas las áreas de nuestra vida, por ejemplo, templanza quiere decir constancia, estabilidad, firmeza y dominio propio, tiene que ver con la altivez, el enojo, y la ira, es decir el dominio del carácter y el control posible del temperamento con la mediación de Jesucristo e intervención de Dios Padre: “Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con los afectos y concupiscencias. Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (Gálatas 5.24 al 25 – RVR1909).
          En relación con este análisis hay un pasaje que hace alusión a los principios y valores:
 “Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen á la vida y á la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: Por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad” (2 Pedro 1.2 al 7 – RVR1909).
          ¿Qué tiene que ver las virtudes, como los principios y valores, para la salvación y vida eterna? A esto le sumamos la idiosincrasia de la persona en su combinación de carácter y temperamento. En el caso del temperamento, el mismo es semejante a un chip biológico o circuito integrado biológico, que no cambia en todo el transcurso de la vida del ser humano, solamente por medio de la intervención de Dios para realizar un cambio, conocido como nacer de nuevo: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo. Empero cierto estoy yo de vosotros, hermanos míos, que aun vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podáis amonestaros los unos á los otros” (Romanos 15.13 al 14 – RVR1909). El algoritmo viene a ser el arrepentimiento, conversión y resarcimiento de la vieja mentalidad del ser humano, reflejada en sus conductas y comportamientos a través del don del Espíritu Santo: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos…” (Efesios 1.17 al 19 – RVR1909).
          Las virtudes como los principios y valores, tienen influencia sobre las actitudes, características, convivencia, costumbres, cualidades, cultura, educación, emociones, habilidades, hábitos, prácticas y sentimientos, adecuados para el diario vivir y que en su conjunto aportan la calidad de la espiritualidad de la persona. Esto atañe a las acciones y obra de Jesucristo en su ejemplo y modelo según su demostración y práctica durante su vida. El texto en análisis continúa con el siguiente pasaje: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7.21 al 23 – RVR1909).
          Jesucristo representa una forma de vida, una relación de convivencia en armonía con Dios el Padre y con el prójimo, o sea, con las personas a nuestro alrededor. El ser humano al formar parte de un grupo eclesiástico o religioso, se rige por las creencias, doctrinas y dogmas establecidos en su respectiva organización, sea independiente o afiliada a una casa o sede matriz, sea una congregación o una denominación. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias donde la persona se identifica como cristiano, es su compromiso primario ante Dios, el ser un discípulo de Jesucristo en la práctica del ejemplo y modelo de vida de Jesús, coherente y congruente a sus principios y valores con la cotidianidad, de lo contrario las personas se catalogan como hacedores de maldad desconocidas por Jesucristo.
  1.13 Los atributos o cualidades
          Los atributos o cualidades de Dios influyen en la forma o manera de ser de la persona y está relacionado con la esencia del ser en Cristo Jesús Señor nuestro. Esta esencia hace alusión a lo inherente, por ser inseparable, también a lo innato, porque es connatural, o sea, nacido con el mismo ser de forma intrínseca desde lo más interno. La Biblia dice: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? ó angustia? ó persecución? ó hambre? ó desnudez? ó peligro? ó cuchillo? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo: Somos estimados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8.35 al 37 – RVR1909). Es una esencia inmanente por la inherencia al ser y por estar unida de modo inseparable a la existencia: “Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8.38 al 39 – RVR1909).
          Algunas personas con la iniciativa propia desde la niñez, descubren y observan en todo el transcurso de su vida, la imperante búsqueda y necesidad sobrenatural de amar y obedecer a Dios, aún perdura hasta en su longevidad. Esta relación la encontramos entre Dios Padre y su Hijo: “Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él… Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2.40 y 52 – RVR1909). En este caso Jesús aclara y menciona lo siguiente:
  “Estas cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora es llegada; glorifica á tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique á ti; Como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna á todos los que le diste. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado. Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese” (Juan 17.1 al 5 – RVR1909).
          Dios antes de Moisés se manifiesta como Dios Omnipotente, pero después de Moisés se da a conocer con el nombre de Yahvé o Jehová: “Habló todavía Dios á Moisés, y díjole: Yo soy JEHOVÁ; Y aparecí á Abraham, á Isaac y á Jacob bajo el nombre de Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me notifiqué á ellos” (Éxodo 6.2 al 3 – RVR1909). Por esta razón desde el libro de Génesis, el autor escribe el nombre Jehová, por ejemplo en el pasaje de Génesis 4.26, cuando a Set le nace un hijo por nombre de Enós, entonces las personas empiezan a invocar el nombre de Jehová. En realidad antes de Moisés Dios se da a conocer como Dios Omnipotente.
          El nombre de Dios es un tetragrámaton representado con las siguientes letras: YHVH, que se asocia con el significado de Ser o hacer que exista: “Y dijo Moisés á Dios: He aquí que llego yo á los hijos de Israel, y les digo, El Dios de vuestros padres me ha enviado á vosotros; si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé? Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3.13 al 14 – RVR1909). Para lograr su pronunciación fue necesario agregarle vocales, quedando Yahveh o la forma latinizada Jehovah, de donde provienen las trascripciones al castellano de Yahvé o Jehová: “Oh Jehová, Señor nuestro, ¡Cuán grande es tu nombre en toda la tierra, Que has puesto tu gloria sobre los cielos!” (Salmos 8.1 – RVR1909). Otro pasaje dice: “Y conozcan que tu nombre es JEHOVÁ; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra” (Salmos 83.18 – RVR1909). También dice: “Alabad, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová. Sea el nombre de Jehová bendito, Desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de Jehová” (Salmos 113.1 al 3 – RVR1909). Y dice: “Oh Jehová, eterno es tu nombre; Tu memoria, oh Jehová para generación y generación” (Salmos 135.13 – RVR1909). Por cuestiones del idioma, la preferencia es utilizar como fuente las consonantes YHVH, para representar en castellano Yahvé del nombre de Dios Yahveh. También se presenta la transliteración de fuente JHWH y el resultado como Jehowah, aunque en el idioma inglés utilizan Yahweh del tetragrámaton YHWH.
          En todo caso a Dios se le llama Señor,[6] y Padre: “Tú empero eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, é Israel no nos conoce: tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre” (Isaías 63.16 – RVR1909) y “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros” (Isaías 64.8 – RVR1909). Jesucristo lo confirma: “Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11.2 – RVR1909). Dios Padre es el Ser Supremo, que no tiene superior en su orden.[7] Es el Todopoderoso,[8] que existe por sí mismo como Dios Eterno,[9] y es el Creador de todas las cosas que existen.[10] Desde el principio de la creación Dios se ha manifestado como Padre, prueba de esto es que el evangelio de Lucas declara a Adán como hijo de Dios.[11] Este pueblo de hijos de Dios son los que se mezclaron con mujeres de los hombres que no clamaban a Dios.[12] Pero Noe halló gracia ante los ojos de Jehová y era varón justo, perfecto en sus generaciones que caminó con la voluntad de Dios.[13] En Job también se habla de hijos de Dios, quienes se presentan delante de Jehová.[14]
          Se acostumbra en la Biblia acompañar el Nombre de Dios con alguna de las siguientes cualidades: Alto o Altísimo, Bandera o Estandarte, Justo o Justicia, Pacificador o Paz, Pastor, Proveedor, Sanador y Viviente.[15] Se le conoce como Jehová de los ejércitos y el Santo de Israel: “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre: y tu redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado” (Isaías 54.5 – RVR1909 y 1.4, 5.24; Oseas 12.6). Entre sus atributos están los siguientes: Celoso,[16] Eterno,[17] Inescrutable,[18] Inmutable,[19] Invisible,[20] Justo,[21] Misericordioso,[22] Omnipotente,[23] y Santo.[24] Dios es Espíritu,[25] sin embargo, para que la humanidad entienda mejor a Dios, se le han dado características físicas similares a las del ser humano, entre algunas están: ojos y oídos,[26] brazos, manos y rostro.[27]
          El Padre posibilita en su Hijo de la plenitud de sus atributos y poder. En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y es cabeza de todo principado y potestad,[28] porque el Hijo es la imagen del Dios invisible[29] y el primogénito de toda creación, por cuando agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.[30] Del Hijo recibimos su semejanza en la humanidad corporal, pero del Padre podríamos ser semejantes en su eternidad, mediante la promesa de salvación y vida eterna, porque el Padre es invisible,[31] pero su Hijo le ha dado a conocer. Dios comparte la gloria con su Hijo, a quien exaltó cuando no quiso dar la gloria a nadie más sino a su propio Hijo. En el nombre de Jesús se dobla toda rodilla y toda lengua confiesa a Jesucristo como el Señor, para gloria de Dios Padre.[32] Esto lo encontramos en el libro del profeta Isaías, donde se declara frente a los ídolos de Babilonia que no hay más Dios que él, no hay otro Dios y nada semejante a él.[33] En el contexto de los falsos dioses, Dios anunció su mensajero, su siervo en quien tiene contentamiento, puso sobre él su Espíritu para que trajera justicia a las naciones,[34] este es su Hijo Jesús a quien Dios glorificó,[35] porque había prometido que no le daría su gloria a nadie más que no sea su mensajero y siervo escogido, ni le daría su alabanza a esculturas: “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te tendré por la mano; te guardaré y te pondré por alianza del pueblo, por luz de las gentes; Para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel á los presos, y de casas de prisión á los que están de asiento en tinieblas. Yo Jehová: este es mi nombre; y á otro no daré mi gloria, ni mi alabanza á esculturas” (Isaías 42.6 al 8 – RVR1909).
          Es así como en el evangelio de Juan encontramos que Cristo es glorificado por su Padre,[36] o sea, glorificar es hacer digno de alabanza y honor. A su vez el Padre es glorificado en Jesucristo.[37] Esto fue testificado cuando se oyó desde el cielo la voz del Padre confirmando la glorificación del nombre.[38] Esta virtud de Cristo de exaltar al Padre y por el mérito de hacer la obra recibida por la encomienda de Dios, entonces su Padre también le glorifica al lado suyo.[39] En el Apocalipsis se hace referencia del Señor Jesucristo como el que ha de venir Todopoderoso.[40] También se dice que es digno de alabanza, fortaleza, gloria, honra, poder, riquezas y sabiduría, por los siglos de los siglos.[41] Jesús prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo,[42] esto es omnipresencia. Además el Hijo es engrandecido y exaltado por el Padre como Salvador,[43] de manera que siendo Dios Hijo llega a ser engrandecido como Dios Salvador.[44] También está presente la omnisciencia en el Hijo de Dios, porque conoce los pensamientos de las personas.[45]
          Hay una unicidad de Dios frente a los dioses. El Dios Creador es único frente a los dioses de los pueblos politeístas. En su sola potestad no tiene igual. Antes de él no fue formado otro ni después de él habrá otro igual, existía antes que hubiera día y lo que hace no hay quien lo estorbe.[46] En el cuarto día de la creación hizo el sol, la luna y las estrellas, de manera que es superior a los astros adorados mediante la idolatría y es más grande que todos los dioses imaginarios de las gentes y pueblos.[47] Es abominación servir a dioses ajenos e inclinarse ante ellos,[48] ya sea al sol, la luna, a todo el ejército del cielo[49] o a los signos del zodíaco.[50] El ser humano se olvidó de su Creador, se inclinó y rindió culto a las criaturas, a pesar de conocer a Dios, su eterno poder y deidad, claramente visibles desde la creación del mundo por medio de las cosas hechas.[51] Dios es único,[52] porque absolutamente nada puede sustituir su preeminencia y supremacía, su grado supremo en superioridad jerárquica, por esta razón Jesús manifestó el mandamiento de amar a Dios en primer lugar, con todo el corazón, fuerzas, mente y vida.[53] La unicidad de Dios es frente a estos dioses paganos, por lo tanto, no hay más que un Dios: “… Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Corintios 8.4 al 6 – RVR1909).
          Jesucristo representa el carácter del Padre, en la autoridad, energía, fuerza y poder. La pluralidad de Dios “Elohim” (Dioses) frente a su Hijo la encontramos desde el principio de la creación cuando Dios dijo: “… Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza;…” (Génesis 1.26 – RVR1909). También está en el pasaje de la construcción de una ciudad con la torre de Babel cuando Jehová dijo: “… Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguas,…” (Génesis 11.6 al 7 – RVR1909). Esta relación entre Padre e Hijo es un diteísmo claramente señalado en muchos pasajes de las Sagradas Escrituras. En la carta a los Hebreos nos dice lo siguiente del Hijo comparado con su Padre:
 “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas, Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo?” (Hebreos 1.3 al 5 – RVR1909).
        El Hijo es superior a los ángeles porque Dios es su Padre. La explicación de esto se encuentra al inicio del evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios” (Juan 1.1 al 2 – RVR1909), que parafraseamos así: la Palabra o Verbo (que es el Hijo) es un Dios que está con Dios (el Padre), o sea el Hijo era en el principio con el Padre. Además se manifiesta: “Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad…  A Dios nadie le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (Juan 1.14 y 18 – RVR1909).
          Dios Hijo es el que fue manifestado en carne y recibido arriba en gloria: “Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado á los Gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria” (1 Timoteo 3.16 – RVR1909). Otro pasaje en la carta a los Hebreos llama al Hijo como Dios y menciona que fue ungido por su Dios (el Padre): “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Vara de equidad la vara de tu reino; Has amado la justicia, y aborrecido la maldad; Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que á tus compañeros” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909). Este texto hace alusión a Salmos 45.6 al 7. Dios Padre ha exaltado a su Hijo Jesús con su diestra: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, levantado por la diestra de Dios, y recibiendo del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hechos 2.32 al 33 – RVR1909). Otro pasaje confirma: “El Dios de nuestros padres levantó á Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole de un madero. A éste ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar á Israel arrepentimiento y remisión de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen” (Hechos 5.30 al 32 – RVR1909). Esteban lleno del Espíritu Santo, viendo en dirección al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a su diestra: “Más él, estando lleno de Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vió la gloria de Dios, y á Jesús que estaba a la diestra de Dios, Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está á la diestra de Dios” (Hechos 7.55 al 56 – RVR1909).
          Cristo Jesús antes de ser enviado por su Padre y estando en forma de Dios, no se aferró a mantenerse como Dios, sino que se despojó a sí mismo y vino como ser humano en carne:
 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.5 al 11 – RVR1909).
          Luego Jesucristo volvió al cielo de Dios y se sentó a la diestra de su Padre hasta poner a sus enemigos por estrado de sus pies: “Jehová dijo á mi Señor: Siéntate a mi diestra, En tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies” (Salmos 110.1 – RVR1909; Hechos 2.34 al 36; Colosenses 3.1; Hebreos 1.13, 8.1 y 10.12 al 13), así es como se sentó al lado del Padre en su trono.[54] Antes de subir confesó que iba a su Dios y Padre: “… Subo a mi Padre y á vuestro Padre, a mi Dios y á vuestro Dios” (Juan 20.17 – RVR1909). Por lo tanto, el Hijo no es el mismo Dios con el Padre, sino que el Padre es Dios de su Hijo.[55] La unidad del Hijo y del Padre es en el mismo amor, carácter, propósito y sentido, porque hay una unanimidad de Dios con su Hijo. Jesús dijo que nadie había visto al Padre, salvo él mismo: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre” (Juan 6.45 al 46 – RVR1909) y los ángeles que están en el cielo.[56] Por medio del Hijo es que conocemos al Padre. A Dios nadie le vio jamás.[57] A través de Jesús histórico con los hechos de su vida, por su demostración de tener a Dios Padre en su corazón, hace visible ante la humanidad al Padre, en su forma de ser:
 “… ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14.7 al 13 – RVR1909).
          La unanimidad del Hijo con su Padre es en amor, gracia, misericordia, paz, propósito, unidad y verdad: “Sea con vosotros gracia, misericordia, y paz de Dios Padre, y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor” (2 Juan 3 – RVR1909). El Padre y el Hijo son de un mismo parecer:
 “Yo y el Padre una cosa somos. Entonces volvieron á tomar piedras los Judíos para apedrearle. Respondióles Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál obra de esas me apedreáis? Respondiéronle los Judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois? Si dijo, dioses, á aquellos á los cuales fué hecha palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada); ¿A quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque á mí no creáis, creed á las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Juan 10.30 al 38 – RVR1909).
          También nosotros es necesario que seamos unánimes con la esencia o ser divino (deidad), en sus características y cualidades, en perfecto amor y unidad: “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo á ti vengo. Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros” (Juan 17.11 – RVR1909). En resumen, tenemos el siguiente pasaje con la combinación de toda esta explicación:
 “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste. Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido; y éstos han conocido que tú me enviaste; Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestarélo aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Juan 17.20 al 26 – RVR1909).
          No obstante, hay diferencias entre el Hijo y el Padre, porque Dios es mayor que su Hijo. El Padre es la cabeza de Cristo.[58] Jesucristo admitió la potestad del Padre,[59] confirma que su Padre es mayor que él: “Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14.28 – RVR1909), inclusive el Hijo se sujetará al Padre, para que Dios Padre prevalezca sobre todo: “Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas á él, claro está exceptuado aquel que sujetó á él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.27 al 28 – RVR1909). Otra expresión del Hijo demuestra que está sujeto al Padre, por ejemplo: “…porque yo de Dios he salido, y he venido; que no he venido de mí mismo, mas él me envió” (Juan 8.42 – RVR1909).  Además cuando ora al Padre para que pase de él la copa, pero no conforme a su propia voluntad sino de acuerdo a la voluntad del Padre,[60] y hace lo agradable al Padre:
“Y decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre. Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.25 al 29 – RVR1909).
          Otro texto resumen de esta explicación es el siguiente, porque Jesús dice que no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre así hará igualmente:
“Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo á los que quiere da vida. Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió también al Hijo que tuviese vida en sí mismo: Y también le dió poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron mal, á resurrección de condenación. No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre” (Juan 5.19 al 30 – RVR1909).
          Jesucristo es el Hijo de Dios o Dios Hijo. Jesús es el Hijo de Dios Padre[61] y Jesús mismo lo afirma.[62] Y es el mediador entre Dios Padre y los seres humanos.[63] Es el unigénito Hijo de Dios,[64] el Verbo que fue hecho carne, habitó entre nosotros y vimos su gloria como del unigénito del Padre.[65] Fue profetizado[66] y cuando llegó el cumplimiento del tiempo, el Padre envió a su Hijo.[67] Es el Mesías,[68] reconocido como el Cristo, el Hijo del Dios viviente.[69] Hay una preexistencia y deidad del Hijo de Dios, por esta razón se cree en la preexistencia del Hijo de Dios.[70] Fue creado por Dios el Padre y engendrado en la virgen María.[71] Este también es un ser con esencia divina en forma de Dios.[72] El Padre constituyó al Hijo como heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.[73] Es el principio de la creación.[74] Se hace alusión a él cuando Dios en el primer día hizo la luz,[75] ya que Juan lo relaciona con la luz,[76] y Jesús mismo se hace llamar la luz.[77] Nótese en el primer capítulo de Génesis que la luz del sol, la luna y las estrellas fue creada hasta el día cuarto y no el primer día.[78]
          El Hijo estaba con el Padre cuando se afirmó todos los términos de la tierra:[79] “Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1.9 al 11 – RVR1909). En el principio el Hijo veía como bueno cada día de creación y el avance de la misma, especialmente el acabado de cada cosa creada.[80] Jesús era la Palabra o que acompañaba al Padre ordenándolo todo, el libro de Proverbios lo personifica en la sabiduría.[81] Todas las cosas por él fueron hechas y sin él nada se hubiera hecho,[82] porque en él fueron creadas todas las cosas, todo fue creado por medio de él y para él, es antes de todas las cosas de la creación, y todas las cosas en él subsisten,[83] porque el Padre amó al Hijo desde antes de la fundación del mundo.[84]
          El apóstol Pablo en el saludo de todas sus cartas menciona a Dios el Padre y al Señor Jesucristo por aparte, esto corrobora que de ninguna manera son el mismo.[85] Tanto el Padre como el Hijo, cada uno tiene vida en sí mismo,[86] sin embargo, así como se menciona el árbol de la vida en Génesis y en Apocalipsis, siempre hay dependencia en relación con la eternidad y existencia hacia el Padre, quien no tiene ni principio ni fin,[87] a diferencia del Hijo quien fue el principio de la creación de Dios.[88] El Padre es Espíritu,[89] el espíritu no tiene carne ni huesos.[90] Jesús tanto en su preexistencia como en su vida sobre la tierra tuvo cuerpo, ya que existe cuerpo celestial y cuerpo terrenal.[91] Jesucristo vino a este mundo, tanto como persona y con aflicciones personales,[92] en carne humana,[93] y engendrado en la virgen María, de manera que María es madre de Dios Hijo y no del Padre. Jesucristo fue realmente enviado por el Padre,[94] y cuando estuvo aquí en la tierra verdaderamente él hablaba y oraba con su Padre.
 Otra diferencia es que el Padre no se arrepiente,[95] mientras que el Hijo se arrepiente de haber contribuido en la creación del ser humano,[96] debido a la maldad de los varones del pueblo de Dios que se mezclaron con las mujeres paganas de la tierra. También la Biblia habla de un Jehová que menciona el nombre de otro Jehová: “Y mostróme á Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satán estaba á su mano derecha para serle adversario. Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha escogido á Jerusalem, te reprenda…” (Zacarías 3.1 al 2 – RVR1909). Se menciona que Moisés habló cara a cara con Jehová,[97] pero a través de Jehová Hijo que era el mensajero y ángel de Jehová Padre.[98] Lo mismo sucedió con Abraham cuando le apareció Jehová Hijo con dos ángeles más, previo a la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra.[99] En tiempo de Moisés los hombres vieron la gloria, la grandeza y aún oyeron la voz de en medio del fuego, y pudieron seguir vivos,[100] sin embargo, ningún ser humano,[101] ni el mismo Moisés podía ver el rostro de Jehová Padre:
“Y Jehová dijo á Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Ruégote que me muestres tu gloria. Y respondióle: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro: porque no me vera hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí lugar junto á mí, y tú estarás sobre la peña: Y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado: Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33.17 al 23 – RVR1909).
  1.14 Las actitudes y el carácter
          Las actitudes se relacionan con el carácter, en el sentido de actuar con una disposición anímica de buen juicio y madurez, ecuanimidad, equilibrio, prudencia y sensatez, influenciada por la combinación de conocimiento y experiencia, frente a las circunstancias y vicisitudes, ya sean adversas o favorables de la vida cotidiana. Jesucristo dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.29 – RVR1909). Además en las actitudes podría afectar negativamente, la realidad de las cargas acumuladas de adversidad enfrentadas en el momento, y la desesperación de una solución sin resolver. Por ejemplo, como síntomas del acoso y hostigamiento escolar o laboral, se presenta la alteración del ánimo en forma extrema y la consecuente provocación de cólera, despecho, enojo, resentimiento y venganza. También las actitudes reciben influencia de los propios preconceptos o prejuicios, en relación con la concepción de afecto, aprecio y consideración de la valoración de sí mismo, por ejemplo, una autoestima baja.
          La experiencia de vida o experticia, sumado al conocimiento, principios y valores, posibilita como consecuencia el ser educado y culto, en el saber actuar, comportarse y vivir, para afinar, desarrollar y perfeccionar las facultades del intelecto, moralidad y sentimiento. La persona adquiere una distinción, prestigio y reconocimiento en la forma de ser, además del dominio y superación en el afecto y la sensibilidad, con la finalidad de dejar la mejor imagen e impresión de conducta y comportamiento, y sirve como señal de ejemplo y testimonio de modelo de vida en la convivencia con los demás, a partir de la intención y reacción de sus emociones, sentimientos y vivencias: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse: Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, dejando toda inmundicia y superfluidad de malicia, recibid con mansedumbre la palabra ingerida, la cual puede hacer salvas vuestras almas. Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos” (Santiago 1.19 al 22 – RVR1909).
          Hay una variada clasificación de los tipos de actitudes, pero por lo general se espera una postura de la actitud erguida y con la frente en alto, sin ceder o rebajar a una actitud impulsiva, instintiva y perjudicial, sin conciencia, ni reflexión. La actitud es tomar una posición frente a cualquier obstáculo o situación de manera enérgica, fuerte, optimista, segura y valiente. Así como hay amor y su ausencia en el desamor, hay antivalores y valores, la antítesis de las actitudes son su escases, de manera que se podría decir que a una persona le falta actitud. Sin embargo, debido a la cantidad de tipos de actitudes, preferimos agrupar en las convenientes e inconvenientes, beneficiosas o perjudiciales, negativas o positivas, por consiguiente en buenas o malas. En resumen, las actitudes son como una medida para identificar la acción o reacción de la persona, según su propio catálogo de creencias y valores mentales, afectadas por un estímulo o motivación, y como resultado genera una emoción o sentimiento en un sentido específico. La Biblia dice: “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley. Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con los afectos y concupiscencias. Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (Gálatas 5.22 al 25 – RVR1909).
          También intervienen factores hereditarios como lo biológico o genético, por ejemplo, el comúnmente berrinche propio de algunos infantes, en su coraje o enojo particular que los caracteriza desde su nacimiento. Afecta también la interacción con el aprendizaje, hábitat, medio ambiente y los hábitos frecuentes acostumbrados, valga la redundancia, por ejemplo, la meditación, oración y reflexión diaria en el mensaje de Jesucristo. Por esta razón se afirma una relación entre actitud y carácter, debido a su capacidad de modificación con el espacio y el tiempo, conforme el avance de la edad en la persona, su aprendizaje y experiencia de vida, especialmente si su proyección y visualización de la vida está puesta en Dios: “Mas los que esperan á Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40.31 – RVR1909). La Biblia dice: “Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, que pusisteis en obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre: quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová” (Sofonías 2.3 – RVR1909).
          Las actitudes y el carácter coinciden de forma sincronizada e integralmente, en relación con la consagración y santidad, cuando la enseñanza o mensaje de Jesucristo permea y toma el control de nuestro temperamento, para mejorar nuestra personalidad gobernada por Jesucristo: “Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes á cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra” (Mateo 5.39 – RVR1909). El temperamento es la medida de reaccionar y ser, en el caso de Jesucristo es amor, luz y servicio. No se trata de cualquier luz, sino la luz de Dios, o sea, la luz del quinto elemento, correspondiente a la luz divina de la creación del agua, aire, fuego y tierra. Esta luz corresponde al primer día de creación: “Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz” (Génesis 1.3 – RVR1909), por consiguiente es la luz de la iluminación de Dios, diferente a la luz generada por el sol creado en el cuarto día de la creación:
“Y dijo Dios: Sean lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche: y sean por señales, y para las estaciones, y para días y años; Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra: y fué así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas. Y púsolas Dios en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, Y para señorear en el día y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas: y vió Dios que era bueno. Y fué la tarde y la mañana el día cuarto” (Génesis 1.14 al 19 – RVR1909).
          La diferenciación entre la luz de la dirección e iluminación de Dios con la lumbrera del Sol, nos sirve de comparación para comprender la diferencia, entre el órgano del corazón y su dureza en el temperamento. La Biblia dice: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en el monte de tu santidad? El que anda en integridad, y obra justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no detrae con su lengua, Ni hace mal á su prójimo, Ni contra su prójimo acoge oprobio alguno” (Salmos 15.1 al 3 – RVR1909). Otro pasaje dice: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139.23 al 24 – RVR1909). El corazón representa tanto las actitudes, como las emociones y sentimientos. La dureza del temperamento es el centro motriz determinante del grado de flexibilidad, para ceder anímicamente con facilidad o dificultad la dirección e iluminación de Dios, en las mismas actitudes, emociones y sentimientos. Esto es comparable con el corazón de piedra cuando prevalece la obstinación o terquedad, a pesar de la facultad o posibilidad de dictaminar con el razonamiento. Aquí es donde se acciona la fe de y en Jesucristo para tomar control del temperamento, porque solamente Dios puede cambiar la dureza del corazón, mediante el perdón en Cristo: “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4.31 al 32 – RVR1909).
          Muchas personas aparentan ser amables, bondadosas, comprensivas, generosas, humildes, sencillas, solidarias, hasta desenmascarar su verdadero carácter y sus auténticas actitudes, emociones, intenciones, planes, propósitos y sentimientos ocultos: “… Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios: conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras. Y dijeron: Es por demás: porque en pos de nuestras imaginaciones hemos de ir, y hemos de hacer cada uno el pensamiento de su malvado corazón” (Jeremías 18.11 al 12 – RVR1909). El carácter está relacionado con lo característico de la persona que le permite una identidad propia, reconocida especialmente por su comportamiento y expresión, de manera que se comprueba ser la misma persona que dice ser: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que á su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado” (Gálatas 6.7 al 9 – RVR1909). Lamentablemente desde reyes hasta el pueblo se endurecieron a la voz de Dios:
“De veinte y un años era Sedecías cuando comenzó á reinar, y once años reinó en Jerusalem. E hizo lo malo en ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante de Jeremías profeta, que le hablaba de parte de Jehová. Rebelóse asimismo contra Nabucodonosor, al cual había jurado por Dios; y endureció su cerviz, y obstinó su corazón, para no volverse á Jehová el Dios de Israel. Y también todos los príncipes de los sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la prevaricación, siguiendo todas las abominaciones de las gentes, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalem. Y Jehová el Dios de sus padres envió á ellos por mano de sus mensajeros, levantándose de mañana y enviando: porque él tenía misericordia de su pueblo, y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió el furor de Jehová contra su pueblo, y que no hubo remedio” (2 Crónicas 36.11 al 16 – RVR1909).
          Por la obstinación y rebeldía del ser humano, Dios es Amor en su misericordia, pero también Fuego Consumidor del pecado e injusticia, porque el ser humano tiene que asumir su propia responsabilidad, esto implica sus actitudes, carácter, emociones, sentimientos y personalidad en general:
 “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si aquellos no escaparon que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháramos al que habla de los cielos. La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, mas aun el cielo. Y esta palabra, Aun una vez, declara la mudanza de las cosas movibles, como de cosas hechas, para que queden las cosas que son firmes. Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual vamos á Dios agradándole con temor y reverencia; Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.25 al 29 – RVR1909).
  1.15 Las emociones y sentimientos
          La Biblia contiene textos claves o llaves para abrir la comprensión y el entendimiento, por ejemplo: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24.16 – RVR1909). En reiteradas menciones hemos confirmado acerca de la transmisión de la simiente del bien y del mal en cada ser humano, como aprendido e influenciado por ciertos factores externos a cada persona. La Biblia dice: “Pero si éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos… éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá” (Ezequiel 18.14 y 17 – RVR1909). La maldad de ninguna manera procede, previamente al nacimiento de un humano, ni se trae desde su nacimiento, sino la Biblia manifiesta el inicio del mal desde la juventud: “…porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud…” (Génesis 8.21 – RVR1909); juventud entendida desde la pubertad en su transición entre la niñez y la condición de adulto joven.
          En esta etapa mayormente se manifiesta la aptitud, ya sea por disposición natural o adquirida, para ejercer diversas tareas en la vida. Aunque muchas veces en lugar de idoneidad se aprenden malas costumbres y el vicio de las corrientes sociales. El hecho de la existencia de maldad en los padres en el momento de la concepción: “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmos 51.5 – RVR1909), jamás representa el engendrar o procrear la maldad en el cigoto, embrión o feto, todo lo contrario, cada ser humano en gestación es posesión de Dios y digno de formación a plenitud de sus órganos, riñones y corazón, con su significado y simbolismo, conductual, espiritual y psicofisiológico o de psicología fisiológica (mi embrión vieron tus ojos, ¿el embrión ve los ojos de Dios o los ojos de Dios ven al embrión?):
 “Porque tú poseiste mis riñones; Cubrísteme en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas!” (Salmos 139.13 al 17 – RVR1909).
          Un recién nacido ni sabe ni tiene bien o mal, sino conforme crece y se desenvuelve con su entorno, adquiere la influencia en un sentido u otro, según su propia responsabilidad al asumir las consecuencias de sus acciones, decisiones y reacciones, conforme a su concientización. De forma innata, o sea, connatural el ser humano es portador de la duda e indecisión congénita al obedecer a Dios. Esto es propio de la naturaleza del humano desde su nacimiento, pero la duda e indecisión es neutra, en el sentido de intermedia entre el bien y el mal. El bien es caliente, el mal es frío, en la duda e indecisión hay tibieza: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3.15 al 16 – RVR1909). Esta expulsión se presenta en quienes camuflan la mentira en apariencia de verdad, en la inducción de tener por cierto lo que no es, y la indiferencia en ver lo verdadero. A esto le llamamos el temperamento con la patología de la duda e indecisión al obedecer a Dios. La Biblia lo representa en la dureza de corazón o el corazón duro de piedra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar á cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17.9 al 10 – RVR1909). Jesucristo es ejemplo y modelo para seguir su camino y hacer sus obras, en reconocimiento de la decisión de obedecer a Dios Padre. La inclinación y tendencia por naturaleza del ser humano en la práctica del mal, es en relación con la edad y su medio donde convive, pero a partir de su discernimiento del bien y del mal, la toma de decisiones y sus hechos.
          Los riñones figuradamente se comparan con la pasión de las actitudes, emociones y sentimientos. Es una vehemencia, movida con eficacia, ímpetu y fuerza, capaz de perturbar el estado de ánimo y de nublar la reflexión, inclusive trastornar la buena disposición y orden de las ideas razonadas, por consiguiente alterar el dominio de la voluntad. Lo que popularmente se conoce como actuar con el hígado, vendría a ser actuar con los riñones, hasta perder la paz y la tranquilidad, por ejemplo, los celos, envidia, odio, rencor, resentimiento y venganza. Inclusive cometer injusticias donde no hay marcha atrás, una vez llegado el reconocimiento y reflexión de lo actuado o dicho. Aquí es cuando se requieren las actitudes, emociones y sentimientos de Jesucristo en nosotros, porque ya nuestro Señor Salvador hizo un solo sacrificio, con todo su corazón y riñones para mostrar un Camino de ejemplo y modelo de vida cotidiana. Esto incluye amor, bondad, compasión, dignificación, generosidad, misericordia, respeto, solidaridad y tolerancia. El corazón también representa la conexión del pensamiento en las actitudes, emociones y sentimientos. Es la parte conocida como psicofisiología y psicología fisiológica, en ambos sentidos, al parecer también llamada neurociencia cognitiva, relacionada con el comportamiento y la conducta corporal, según la relación con el cerebro del individuo.
          En otro apartado entre los artículos de fe del Neobiblismo la hemos llamado La Psicoteología por su relación con el cerebro del individuo y su manifestación colectiva en lo social, con su componente de espiritualidad en la búsqueda del auxilio o favor de Dios, ya que el ser humano también por lo general y por naturaleza tiende a ser religioso. La Psicoteología está entre los escritos más interesantes del Neobiblismo, por la innovación del conocimiento celestial transmitido solo por Jesucristo, según la determinación de Dios Padre de establecer a su Hijo como el centro de la ley y la profecía, útil para el diario vivir o vida cotidiana, por ejemplo, en lo que atañe a las actitudes, emociones y sentimientos necesarios para la salvación y vida eterna, según el ejemplo de vida en Jesucristo:
“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales, sino como á carnales, como á niños en Cristo. Os dí á beber leche, y no vianda: porque aun no podíais, ni aun podéis ahora; Porque todavía sois carnales: pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo cierto soy de Pablo; y el otro: Yo de Apolos; ¿no sois carnales?” (1 Corintios 2.16 al 3.4 – RVR1909).
          El pasaje anterior corresponde al fraccionamiento cristiano, con actitudes, emociones y sentimientos ajenos a la mente y pensamiento de Cristo. La cognición tiene un significado relacionado con el conocer y por consiguiente su efecto, con la ayuda de la percepción y del paradigma propio de cada persona. Es una sensación de conocimiento interno, cuyo resultado está basado en la impresión obtenida mediante los sentidos y el ejemplo y modelo asumido por cada quien, en nuestro caso tomamos como medida, parámetro y referencia a Jesucristo. Si alguno es un cristiano que considera como meras o simples las actitudes, emociones y sentimientos de Jesucristo, sin importancia de ejemplo y modelo de vida cotidiana, necesaria para la salvación y vida eterna, porque valora solamente las creencias que le han inculcado, entonces está confundido, desorientado y equivocado al respecto, ignora las Sagradas Escrituras y el Poder de Dios. Es un cristiano guiado por su temperamento duro y entenebrecido, sumido en interminables listas de creencias vanas, sin sentido para la vida en Cristo, largas confesiones de fe y dogmas, que se quedan solamente en ordenanzas de fe congregacionales, denominacionales y eclesiásticas, que nunca logran cambiar el carácter del creyente, menos la personalidad en forma integral, las personas se quedan estacionadas y estancadas, muy distantes de lo que es ser verdaderos discípulos de Jesucristo.
          El que lee, lea entre líneas y profundice la palabra de Dios. ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre creyentes y cristianos?[102] Se codicia y se envidia pero lo del mundo, en lugar de una codicia y envidia de hacer fielmente la obediencia y voluntad de Dios, con toda la confianza y seguridad, según el ejemplo y modelo de Jesucristo. Nuestra atención y amor está más distraído y entregado a lo eclesiástico, en la competencia y lucha en el fraccionamiento cristiano, que en Jesucristo mismo. Somos realmente verdaderos religiosos más que discípulos de Jesucristo:
 “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo: Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error: Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, á saber, Cristo; Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor. Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así á Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús, A que dejéis, cuanto á la pasada manera de vivir; el viejo hombre que está viciado conforme á los deseos de error; Y a renovarnos en el espíritu de vuestra mente, Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme á Dios en justicia y en santidad de verdad. Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo; Ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más; antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar al que padeciere necesidad. Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención. Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4.13 al 32 – RVR1909).
  1.16 El comportamiento y la conducta
          El comportamiento y la conducta es el resultado integral de la personalidad con todos sus atributos o cualidades, actitudes y carácter, emociones, hábitos, sentimientos y temperamento. El comportamiento tiene relación con las reacciones distintivas de la persona a determinada situación y la conducta es la dirección o rumbo a dichas reacciones, según el estímulo de la propia personalidad. Esto identifica la peculiaridad o rasgo de cada quien en sus actuaciones. El ser humano para ser íntegro ante Dios, requiere ser una persona intachable y recta, en todos sus aspectos o partes que abarcan completamente su personalidad. Ser limpio y puro se logra mediante la condición de consagración, dedicación y santificación ante Dios, según el ejemplo y modelo de vida de y en Jesucristo. La Biblia representa esta condición con el proceso completo de arrepentimiento, conversión, nacer de nuevo y el resarcimiento. El ser humano es perfectible para completar el requisito establecido por Dios: “Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.13 al 14 – RVR1909). Por ejemplo, en cierta ocasión Dios hace referencia de un personaje bíblico conocido como Job: “… ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1.8 – RVR1909).
          Dios hace referencia de Job y lo compara con la población mundial, porque al decir en la tierra, se relaciona con la sociedad en general. Históricamente la sociedad se ha distraído y ocupado en la adquisición de bienes materiales, justificado en la necesidad de familia, supervivencia y trabajo, por este motivo las fuentes de trabajo están enfocadas en la competitividad, fama, enriquecimiento y luchas de poder, máxime con el aumento de población y la necesidad de alimentación, bienes y servicios.  Algunos ya tienen su recompensa mediante el lucro, opulencia y usura, para disfrutar del enriquecimiento exacerbado en esta vida. Los discípulos asombrados preguntan a Jesucristo: “Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?” (Mateo 19.25 – RVR1909). Mientras tanto, otros afectados por el sistema de empobrecimiento, luchan aparentemente por las causas justas, pero mediante prácticas injustas del armamentismo, guerras, pleitos y muertes. La Biblia dice: “Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán á muchos. Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.11 al 13 – RVR1909).
          Otros fomentan y participan en lo que se ha llamado la cultura de la muerte. Inclusive la esclavitud a través de la trata de comercio y tráfico de seres humanos o de sustancias adictivas de toxicomanía. También en otro momento le preguntan a Jesús: “Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Porfiad a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.23 al 24 – RVR1909). Lo que es imposible según la mentalidad del comportamiento y conducta de la sociedad, para Dios todo es posible. El desafuero y predominio de la violencia contra las buenas costumbres, jamás quedarán impunes ante la Soberanía y Supremacía de los juicios y valores de Dios. El ser humano tarde o temprano asumirá la responsabilidad y dará cuentas a Dios de sus actos polutivos: la arrogancia, avaricia, codicia, egoísmo, intolerancia, lujuria, odio, orgullo, perversión, presunción, rencor, soberbia, vanidad, vicio y el desenfreno aberrante por los gustos y preferencias, que son contrarios al orden y voluntad establecidos por Dios. En relación con estas desviaciones del camino de valores de Dios, acerca del comportamiento y la conducta, la Biblia dice: “Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita” (2 Timoteo 3.2 al 5 – RVR1909).
          El comportamiento y la conducta para algunos atañen al cumplimiento de sus listas de creencias eclesiásticas, máxime en el fraccionamiento cristiano con sus decenas o cientos de discrepancias dogmáticas y doctrinales, confesiones y profesiones de fe congregacionales, denominacionales y religiosas, pero nunca se superan ni llegan a ser mejores personas. Prevalecen las costumbres, cultura, hábitos y tradiciones, sustentadas en las convicciones y creencias del proselitismo ideológico y religioso. Jesús dijo: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7.20 al 23 – RVR1909).
          El ser humano se encuentra a la deriva, entre la dirección y rumbo establecido por Dios, su trayectoria y el destino real consecuente con su propia forma de ser y sus actos, la combinación y fusión de perfección y rectitud, temor de Dios y separación del mal, se cumple únicamente con la integración de consagración, dedicación y santificación de la personalidad del ser humano. De este rumbo o sentido de la vida depende la brújula energética de cada persona venida al mundo, determinante en la dirección del camino a seguir, específicamente de acuerdo con la conducción propuesta en las acciones cotidianas. Es una forma de control energético, porque esta brújula energética es la energía que integra los atributos o cualidades, actitudes y carácter, emociones, hábitos, sentimientos y temperamento, por esta razón Jesucristo dijo: “…aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;… ” (Mateo 11.29 – RVR1909). Además Jesús representa su personalidad de mansedumbre y humildad con el acto simbólico de lavar los pies de sus discípulos (el subrayado es nuestro): “Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis” (Juan 13.13 al 17 – RVR1909).
          Acerca de la brújula energética para el resultado del comportamiento y la conducta, la orientación como guía y referencia es la Persona de Jesucristo, nuestro Maestro y Señor, establecido por Dios Padre como el ejemplo y modelo de verdadera perfección y rectitud, temor de Dios y separación del mal, Jesús dice: “… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). Cuando Dios hace mención de Job, indica que no hay otro como él en la tierra. Así es Jesucristo histórico, como ejemplo y modelo de vida cotidiana para toda la humanidad. Ahora, en estos últimos tiempos Dios nos habla con el ejemplo y testimonio de vida de su Hijo Jesucristo.[103] En otras épocas se presentó el ejemplo o testimonio de vida ante la sociedad y civilizaciones en general, por medio de la fe de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, entre otros:[104]
 “Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR1909).
          Pero se consideraban peregrinos y advenedizos sobre la tierra, o sea, de paso temporal sin apego a lo terrenal, sino con la mirada puesta en lo celestial, la recompensa y el reconocimiento de la vida eterna. Tal es el caso de Moisés, quien la Escritura Sagrada indica lo siguiente: “Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón; Escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado. Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios; porque miraba á la remuneración. Por fe dejó á Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11.24 al 27 – RVR1909). Según este pasaje Moisés prefiere ser afligido que gozar de las comodidades temporales, porque considera una mayor riqueza en sufrir el vituperio, o sea, la afrenta y deshonra de los ignorantes, a la manera del sufrimiento infligido a Cristo, antes que el disfrute de los tesoros de este mundo, porque su verdadera remuneración estaba puesta en ver por fe al Invisible, para salvación y recompensa de la vida eterna. Recordemos como Jesucristo solicita al Padre el perdón de sus adversarios, porque no saben lo que hacen, ya sea por causa de altivez, confusión, desobediencia, doble moral, duda, escepticismo, ignorancia o incredulidad.
 “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios. Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre, Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo. Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros” (Lucas 23.34 al 39 – RVR1909).
          Las mismas leyes civiles establecen que nadie puede alegar desconocimiento de la misma ley, a la hora de rendir cuentas por causa de algún tipo de infracción a la ley. En el caso de la obediencia a la voluntad de Dios, los seres humanos muy convenientemente desplazan y omiten a Dios, para hacer imperar sus propios beneficios, deseos e interés mezquino, en evidente contradicción y desafío descarado a lo establecido por Dios. En Job se dice lo siguiente: “Y respondió Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye, te ruego, y hablaré: Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza” (Job 42.1 al 6 – RVR1909). Job, con todo y su perfección y rectitud, temor de Dios y separación del mal, argumenta sin entender claramente, a pesar del conocimiento oculto y sin saber conscientemente a plenitud, pero llegado el momento con firmeza y seguridad reconoce su incierto conocimiento, en un conocimiento claro y completo en Dios. Job cumple con un proceso de llegar a plenitud al conocimiento de Dios, también manifiesta en forma recíproca como ningún pensamiento humano, ni se escapa ni se esconde de la presencia de Dios, tampoco el comportamiento o la conducta de cada quien. Así el salmo indica lo siguiente:
 “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, Has entendido desde lejos mis pensamientos. Mi senda y mi acostarme has rodeado, Y estás impuesto en todos mis caminos. Pues aun no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me guarneciste, Y sobre mí pusiste tu mano. Más maravillosa es la ciencia que mi capacidad; Alta es, no puedo comprenderla. ¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subiere á los cielos, allí estás tú: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás” (Salmos 139.1 al 8 – RVR1909).
  1.17 El conflicto y las pruebas de la vida
          El ser humano tiene la tendencia de vanagloriarse, o sea, jactarse de su actuar y valer por sus propios méritos y grandes logros. El conflicto precisamente nace del choque o colisión de derechos pretendidos por el ser humano, en su propia imaginación, sean derechos bien o mal fundamentados, pero creídos como válidos o verdaderos según su conveniencia e interés. Además de la construcción de sus conceptos y creencias personales, que se establecen formalmente para acatamiento de ciertos grupos o de la sociedad en general. Así surgen las guerras y luchas de poder sin sentido, porque la pretensión es la supremacía y el dominio comercial, económico, étnico, idiomático o lingüístico, militar, monetario, religioso, tecnológico y territorial. El dominante predominio cultural de avasallar a otros, con la dependencia por los bienes y servicios, en el caso de la competitividad y del enriquecimiento. Se provoca una adicción y esclavitud, considerada como indispensable para lograr lo que llaman la buena vida del acumulamiento, lujo, opulencia, ostentación y vanidad. La vida es considerada como superficial y a quienes la viven como personas superficiales. También esta vida se estima como final o última, sin importar una vida más allá de la presente, por consiguiente se desprecia la existencia de una resurrección. Se tiene en poco el ejemplo de Cristo en su obra de humildad, mansedumbre y sencillez, según su legado de obediencia a Dios para vida eterna. Impera en una sociedad sin Dios, la altivez, arrogancia, orgullo, prepotencia y soberbia, de la irracionalidad de una vida intensamente visceral, con emociones y sentimientos que surgen desde lo más profundo del propio capricho y terquedad de desobedecer a Dios. La Biblia dice:
  “¿Y por qué nosotros peligramos á toda hora? Sí, por la gloria que en orden á vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día muero. Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo” (1 Corintios 15.30 al 34 – RVR1909).
        Se menciona en el pasaje anterior que algunos no conocen a Dios, o que es lo mismo, no tienen el conocimiento celestial de Dios. Más adelante veremos en otro pasaje, como Jesús amonesta a Pedro en este sentido. Porque este discípulo trata de persuadir a Jesús para que no enfrente el conflicto y las pruebas de esta vida, apegado solamente a lo terrenal. Jesús reacciona y menciona a Satanás, como sinónimo de adversidad, y lo relaciona con la conciencia de las cuestiones de los seres humanos, pero con la inconsciencia y desconocimiento de las de Dios. Pedro al tratar de convencer a Jesús, desconoce con este acto el plan y propósito celestial de Dios Padre, se encuentra en una condición de quienes no se dan cuenta del alcance de sus acciones y propuestas, incongruente con la voluntad de Dios Padre el Creador.
          En relación con el conflicto y las pruebas de la vida, anteriormente mencionamos el tema de la teoría del paradigma y la percepción. Entonces, ¿En pos de quien va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Si no es a Jesucristo, es en vano. Si es a otro ser humano se llama antropocentrismo. Si es en pos de Jesucristo, el estudio de su obra y vida es la cristología y a Jesús como el Mesías celestial, Salvador y Señor es un cristocentrismo. La sociedad en general está evocada a la vida cotidiana del afán de una vida sin Cristo, quien verdaderamente le da sentido a la vida eterna. La sociedad se desinteresa de luchar por alcanzar o lograr una vida venidera que sea para vida eterna. Está aturdida y desorientada, con mucho ruido distractor, cortinas de humo que confunden y desvían de la verdadera atención en Jesucristo. La vida llamada muchas veces como vida secular, es un camuflaje para desechar la mención del nombre de Jesucristo, de manera que por lo general el mundo se avergüenza de hablar de Jesucristo, especialmente se descarta una vida entregada y de servicio al Hijo de Dios. En cierta ocasión Jesús dijo:
 “Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender. Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres. Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia” (Marcos 8.31 al 9.1 – RVR1909).
          ¿De qué le sirve al ser humano ganar todo el mundo si pierde la posibilidad de la vida eterna? Tampoco la vida eterna se compra con riquezas. Entonces, ¿qué significa tomar la cruz, negarse a sí mismo y seguir a Jesucristo? Primeramente, llegar a un acuerdo con Cristo, en otras palabras tomar una decisión y renunciar al desacuerdo, o sea, reconocer con sumo grado y respeto la dignidad, santidad y virtud de Jesucristo con exclusividad. Por ejemplo, en el mundo cristiano se inculcan muchas devociones: actos litúrgicos y celebraciones, creencias, días de la semana, imágenes, libros sagrados, líderes religiosos, personajes bíblicos o eclesiásticos. En este caso se presenta un conflicto cuando se sustituye la dedicación y el reconocimiento a la exclusividad de Jesucristo, por otro tipo de devoción al que se tiene fervor y manifestación externa de los sentimientos. Tomar la cruz de Cristo es que cualquier tipo de devoción sea solamente a Jesucristo, ya sea, por advocación, invocación o por vocación es a nuestro Señor, para gloria y honra de Dios Padre.
          Aceptar el sufrimiento de Jesucristo en la lucha contra la corrupción y el pecado, es aceptar y reconocer sus principios y valores. No nos engañemos, el mundo estaría mejor si practicara y reconociera las enseñanzas y mensaje a plenitud de Jesucristo. La lucha por la defensa de los derechos de las causas consideradas como justas, son las de Jesucristo, demostrada con su muerte y resurrección, muchas veces la justicia humana es contraria y subversiva a la justicia de Dios. El enriquecimiento material de algunos significa que hay escases y empobrecimiento en otros. Este desequilibrio de ausencia del bien común y de la vida en comunidad, demostrado y practicado por Jesucristo, hace que impere un ateísmo entre los extremos. Sin tomar en cuenta a Dios, la violencia genera más violencia. La Biblia dice: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.8 al 9 – RVR1909).
          El conflicto de subsistencia y las pruebas de la vida en lo material, es el siguiente: ¿Cómo podría la población mundial, actualmente con casi alrededor de ocho mil millones de personas, tener lo indispensable para subsistir? Además de la cooperación y solidaridad en la generación de fuentes de trabajo honesto y honrado. Entre los medios necesarios se encuentra la práctica del tributo a Dios o diezmo solidario. De manera que cada individuo de la población mundial, en la medida de lo posible, comparta de forma independiente y personal, la ayuda directa de la décima parte de sus ingresos permanentes. Así toda la población se ayuda mutuamente entre sí, en forma recíproca con cualquier conocido, familiar o vecino, que requiera de la asistencia alimentaria o económica, por encontrarse en la condición de entre los más necesitados. Es una práctica semanal, quincenal o mensual, en conformidad con la frecuencia o regularidad de los ingresos percibidos. La idea es que todos vivamos con lo necesario, sin llegar a los extremos de la miseria, con personas habitantes de calle o familias en extremo empobrecimiento. Aún quienes reciben la ayuda pueden apartar la décima parte del ingreso recibido para compartir con otros. Esto es semejante, en forma de analogía, al organizar una comida comunitaria o fraternal, donde todos los asistentes traen alguna colaboración de alimento preparado. Al final la comida compartida alcanza para todos los presentes y hasta sobra para llevar al domicilio de cada uno. Esta idea la establece Dios desde tiempos de la tribu de Leví, en el pueblo de Israel, porque los levitas participaban del servicio a Dios sin ser propietarios de tierras o terratenientes, como en el resto de las once tribus, donde se repartieron las tierras para trabajar y vivir. Los levitas solamente poseían pequeñas porciones de tierra exclusivamente para el domicilio.
          Otro tipo de conflicto, en relación con la espiritualidad, es la escogencia o selección de alguna de las muchas organizaciones existentes, ya sean, congregacionales, denominacionales o eclesiásticas para participar o pertenecer fielmente. En el mundo todas estas organizaciones son necesarias para dar a conocer a Cristo. Cada agrupación es útil como primer paso en la transición de lo natural a lo espiritual, hasta completar el proceso de llegar al conocimiento celestial. Aunque advertimos acerca del fraccionamiento cristiano, con sus múltiples confesiones de fe, creencias y dogmas, muchas veces conflictivas, controversiales, discrepantes, disonantes y polémicas, con confabulación, complot e intriga. A pesar de esto, se considera su existencia como necesaria para llevar la palabra de Dios a todas partes, tener grupos y lugares físicos de congregación o reunión, una forma organizada de socializar espiritualmente y tener comunión con otras personas afines al cristianismo, promover el evangelio hasta lo último del planeta y dar a conocer a Jesucristo a todas las naciones, practicar el simbolismo del bautismo en la aceptación de Cristo como Señor y único Salvador, analizar y estudiar periódicamente la palabra de Dios en comunidad. Además de otras actividades relacionadas con el quehacer y movimiento eclesiástico. La distribución y publicación de literatura afín y la programación de información en sitios web.
          También las organizaciones de grupos congregacionales, eclesiásticas y denominacionales, son necesarias para tener el apoyo de otras personas, a la hora de enfrentar el conflicto y las pruebas que ofrece el diario vivir, las comúnmente vicisitudes de la vida, tanto adversas como de prosperidad espiritual, sin olvidar la práctica de la consideración, empatía, equidad, justicia, respeto, solidaridad y transparencia, de forma clara, cristalina, limpia y pura. El establecimiento de grupos de estudio bíblico local, posibilita mejorar el comportamiento y conducta de sus integrantes. Esto contribuye a mejorar la sociedad, con el ejemplo, modelo y testimonio de vida en comunidad espiritual, contrario a las malas costumbres y los vicios. Lo que comúnmente se llama vida de mundanalidad, del mundo humano más que del mundo de Cristo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 1.15 al 17 – RVR1909).
          La divulgación, promoción y práctica de los principios y valores de Jesucristo, permite a sus seguidores ser mejores personas, aunque parezca utopía la perfección de las personas. Jesús con su vida como humano demostró la capacidad y posibilidad de que otros humanos practiquen su enseñanza y mensaje, para caminar en obediencia en el proceso de la perfección en la cotidianidad. La historia cristiana del pasado, con sus guerras y masacres religiosas, de ninguna manera representa el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo y la superación de las pruebas de la vida. Jesús dijo a sus adversarios, los que no creían en él:
 “Y decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados: porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Y decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre. Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.23 al 29 – RVR1909).
  1.18 La comunión y el respeto a la autoridad
de Dios
          La participación de lo común entre seres humanos, además de su función de respiración y los componentes del aire, está la importancia de la tierra donde la vida se desarrolla. Especialmente porque según el Génesis, fuimos creados y formados de la tierra y a la tierra volvemos en el proceso posterior a la muerte: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3.19 – RVR1909). Además se dice: “Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió” (Eclesiastés 12.7 – RVR1909). El ser humano cuando muere exhala su último hálito de vida, que es el espíritu de vida, al expeler, o sea, expulsar su aire de sus pulmones y del estómago. Esta expresión también la encontramos en Génesis, al decir: “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente” (Génesis 2.7 – RVR1909). La esencia del ser humano en su función corporal y psíquica, en relación con sus funciones biológicas y fisiológicas, depende del fruto de la tierra y de su respiración, para el proceso de vida natural.
          El enfoque del propósito y sentido de la vida está en el conocimiento y sabiduría celestial de Dios Padre, quien envía en su representación a su Hijo Jesucristo, para testificar y transmitir este conocimiento y sabiduría celestial, que esclarece mediante la iluminación del verdadero propósito y sentido de la vida que nos acerca al Padre: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). El propósito y sentido de esta vida es la transición de lo natural a lo espiritual, para trascender finalmente a lo celestial, sin el apego a lo material y terrenal, que enceguece y nubla una forma de vida en Cristo: “Puestos los ojos en al autor y consumador de la fe, en Jesús…” (Hebreos 12.2 – RVR1909). Además: “Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3.1 al 2 – RVR1909). El ser humano confunde el propósito y sentido de la vida, la humanidad se encuentra desorientada y sin rumbo, absorbida con los siguientes factores que alteran o distorsionan su diario vivir:
1) Una vida inmersa en el mundo de las conjeturas, creencias, interpretaciones, opiniones, supuestos y teorías, que excluyen el verdadero discipulado en Jesucristo.
2) Las costumbres, gustos, modas, preferencias y tradiciones contrarias a la voluntad de Dios.
3) Las confabulaciones, conflictos y conspiraciones de las luchas de poder, desenfrenadas y dominadas por la avaricia, codicia, egoísmo y envidia del mundo.
4) El afán, ansiedad, apariencia, consumismo, depresión, estrés, frustración, lucro, lujo, opulencia, ostentamiento y vanidad.
5) Los extremismos del enriquecimiento degenerado y la miseria discriminatoria y marginada.
          Jesucristo es la cautela, discernimiento y prudencia, que con su ejemplo y modelo de vida, transmite las enseñanzas y mensaje suficiente para proceder en el diario vivir, con la cotidianidad necesaria para la salvación y vida eterna. La demostración de vida comunitaria a favor del bien común, con la ayuda mutua, cooperación, servicio comunitario, solidaridad, subsidiaridad y voluntariado, tomando en cuenta la dirección de Dios, mediante la obra del discipulado de Jesucristo y la acción de energía o poder del Espíritu Santo, contribuyen a una mejor relación de convivencia entre seres humanos. Las opciones de albergues comunitarios, altruismo, bancos de alimentos, becas estudiantiles, brigadas solidarias, centros de atención nutricional infantiles, comedores estudiantiles, comisiones o comitivas de ayuda social, comités comunitarios, donaciones o donativos por amor y caridad, escuelas de educación primaria y técnica gratuita, filantropía, fundaciones altruistas, guarderías de cuido infantil, instituciones sociales, ofrendas alimentarias o económicas para los empobrecidos, organizaciones u organismos sin fines de lucro, recolectas de fondos para causas específicas sociales, salones comunitarios, sitios de acopio de materiales reciclables, tributo a Dios o diezmo solidario, sirven para equilibrar entre los que más tienen y los que más necesitan, especialmente cuando entre los habitantes, hay porcentajes de población que se encuentran en desempleo y sin remuneración.  
          El designio establecido por Dios Padre para el ser humano, es que Jesucristo sea el enfoque para las cuestiones de trascendencia entre lo natural, espiritual y celestial. En el principio se altera la armonía, comunión, equilibrio y unidad, tanto en los seres angelicales como posteriormente en los seres humanos. La Biblia contiene algunas llaves para descubrir este principio y posibilitar una idea del suceso acontecido en el origen del bien y del mal. Dios Padre es el Creador de todo lo existente, inclusive del séquito celestial que le acompaña, y se dice que una de sus criaturas primeramente es portador de luz y luego se vuelve su adversario como el ángel caído. Para el análisis respectivo se requiere considerar primeramente a Dios, como el creador del poder de decisión en todos los seres existentes, previo a la existencia del bien o del mal. Es Dios quien establece en sus criaturas la capacidad de tomar decisiones, lo que pasa es que muchas veces la decisión es consecuente de luchas de poder. Por ejemplo, el dominio económico, militar, político, religioso y territorial, las guerras de la colonización, con agresión, explotación, invasión geográfica y violencia.
          Una decisión puede ser antecedente de una lucha de poder, máxime cuando se trata del ser humano y su afán por el enriquecimiento, fama, pleitesía, prestigio y reconocimiento, generadores de acumulamiento, egoísmo, envidia y odio, especialmente cuando esto surge reforzado por la arrogancia, orgullo y soberbia de quienes dirigen y gobiernan, tanto en el caso particular de sus propias vidas como individuos o a una colectividad como la sociedad. Por lo general se concluye en enojo, ira, resentimiento y venganza, ya sea del individuo o de la manifestación de los pueblos. Esto se presenta en el ángel caído: “¡Cómo caiste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto á las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón; Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14.12 al 14 – RVR1909). Mi solio se refiere a la semejanza a Dios en el trono en la perpetuidad de autoridad, gobierno y poder, en lugar de la semejanza a Dios en la consagración y santidad, para la conservación de la perfección. Esto se demuestra cuando dicho ángel caído, en lugar de un arrepentimiento, conversión y resarcimiento genuino, influye primeramente en Adán y Eva: “Mas temo que como la serpiente engaño á Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR1909) y luego en Caín, quien mata a su hermano Abel: “Y habló Caín á su hermano Abel: y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.8 – RVR1909).
          La decisión es solamente una decisión, su implicación en bien o mal la determina la consecuencia de la decisión, por esta razón el conocimiento aporta las herramientas teóricas necesarias para tomar una decisión; y la sabiduría provee la capacidad de aprovechar o utilizar dicho conocimiento a la hora de tomar una decisión en la experiencia de la práctica. Por consiguiente conocimiento y sabiduría van de la mano e interactúan entre sí. Por lo tanto, Dios de ninguna manera establece el defecto, imperfección o pecado en su creación, sino la facultad del poder de decisión de su creación, con la capacidad de cada quien de asumir sus propias consecuencias y responsabilidades de sus acciones. Jesucristo dijo:
“Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).
          Si Dios es el creador del poder de decisión en todos los seres creados, tanto los seres angelicales, como seres humanos, entonces ¿Cuándo y con quienes surge la función del temperamento? El pasaje mencionado anteriormente indica que Dios conoce nuestros corazones. La dureza o flexibilidad de corazón es determinado por el temperamento, que contiene un dispositivo de código energético inactivo en la memoria energética del temperamento. El mismo se activa solamente por disposición del llamado de Dios, por esta razón está escrito que si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones (el subrayado es nuestro):
“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me enemisté con esta generación, Y dije: Siempre divagan ellos de corazón, Y no han conocido mis caminos. Juré, pues, en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón con engaño de pecado: Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado: Porque participantes de Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos. Mas ¿con cuáles estuvo enojado cuarenta años? ¿No fué con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y á quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino á aquellos que no obedecieron? Y vemos que no pudieron entrar á causa de incredulidad” (Hebreos 3.7 al 19 – RVR1909).
          La fe de y en Jesucristo es el detonante para activar el código energético de la memoria energética del temperamento, este reposo que se hace alusión en el pasaje anterior es Jesucristo mismo como el Conocimiento Celestial, quien es la llave del corazón y del reino: “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias” (Apocalipsis 3.20 al 22 – RVR1909). Tanto Dios Padre como nuestro Señor Jesucristo su Hijo Amado, son respetuosos de la capacidad de poder de decisión de los seres creados, por este motivo a pesar de tanta corrupción, destrucción y maldad, la humanidad continúa existiendo en espera de mejores decisiones. Pero si el ser humano persiste en evadir su responsabilidad de escuchar a Jesucristo, y en mantener cerrada la puerta, entonces se finalizarán las oportunidades a las que se tiene la opción de acceder, entre tanto oyere su voz sin endurecer su corazón:
“Mas la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo á Cristo:) O, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para volver á traer á Cristo de los muertos.) Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos: Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salud” (Romanos 10.6 al 10 – RVR1909).
          Adán y Eva eran portadores del poder de decisión, pero simultáneamente contenían el temperamento con la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios. Así es genéticamente en toda la existencia de la humanidad, la duda e indecisión al obedecer a Dios, es propia de la naturaleza del ser humano desde su formación en la concepción y gestación. Esto de ninguna manera significa que al dar origen a un nuevo ser, el mismo sea portador del bien y del mal, sino que la duda e indecisión se lleva consigo para que se cumpla y manifieste el llamado de Dios: “Que nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme á nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR1909). Se dice en este pasaje que nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. Recordemos que Jesucristo fue engendrado por obra del Espíritu Santo en esta vida, pero ya preexistía en la vida anterior como jefe de ángeles e Hijo primogénito y unigénito de la creación de Dios Padre.
          Así la humanidad viene a esta vida por primera vez encarnada como ser humano y está establecido que muere una vez y después el juicio final: “Y de la manera que está establecido á los hombres que mueran una vez, y después el juicio” (Hebreos 9.27 – RVR1909). También hay un componente energético, de la memoria energética del ser humano que tiene preexistencia, similar al caso de Jesucristo, pero en relación con los ángeles indecisos. La Biblia dice:
“Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz: Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados: El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.12 al 20 – RVR1909).
          Otro pasaje hace alusión y referencia tanto de lo que está en los cielos como lo que está en la tierra:
 “Que sobreabundó en nosotros en toda sabiduría é inteligencia; Descubriéndonos el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en sí mismo, De reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra: En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad, Para que seamos para alabanza de su gloria, nosotros que antes esperamos en Cristo” (Efesios 1.8 al 12 – RVR1909).
          La idea de que los seres humanos tienen un antecedente como procedencia de entre los ángeles indecisos, es una creencia de conocimiento antiguo, extra o fuera de la Biblia, pero con mucho sentido en la explicación del propósito de la existencia del ser humano, posterior a los ángeles caídos, para oportunidad de los ángeles indecisos de tomar su propia decisión en la tierra.
          Jesucristo dijo: “Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (Lucas 10.18 – RVR1909). Se cree que la tercera parte de ángeles se decidieron arrastrar y caer por el ángel que los lideraba en la rebelión “Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra” (Apocalipsis 12.4 – RVR1909). La Biblia menciona otro grupo de ángeles fieles en su decisión de seguir a Dios, que liderados por el jefe de ángeles batallaron contra el ángel caído y los ángeles que le seguían: “Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fué arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12.7 al 9 – RVR1909). Entendemos que hay decididos en ambos bandos, el bien y el mal, cuando se menciona la acción de engañar, se refiere al grupo de los que están indecisos, desde Adán y Eva hasta nuestros días y los que faltan por venir: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles” (Romanos 11.25 – RVR1909). La expresión hasta que haya entrado la plenitud, significa que todavía falta completarse en número la cantidad de indecisos, además acerca de la arrogancia, se dice que fue determinante en la decisión del ángel caído:
“En Edén, en el huerto de Dios estuviste: toda piedra preciosa fué tu vestidura; el sardio, topacio, diamante, crisólito, onique, y berilo, el zafiro, carbunclo, y esmeralda, y oro, los primores de tus tamboriles y pífanos estuvieron apercibidos para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. Enaltecióse tu corazón á causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría á causa de tu resplandor: yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28.13 al 17 – RVR1909).
          En el pasaje anterior se realiza una analogía o comparación de un rey con el ángel caído, también se menciona el enaltecimiento del corazón, y como escenario el Edén, el huerto de Dios. El Árbol de la Decisión es el mismo Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal presente en el Edén: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2.15 al 17 – RVR1909). La decisión es simplemente una decisión, su resultado es la consecuencia de bien y de mal, según sea congruente con la voluntad de Dios, o sea, se requiere primeramente conocer que la voluntad de Dios es buena, justa y santa, de manera que su infracción establece el mal proceder, el comportamiento y conducción de las acciones. Jesucristo es la verdad que nos hace libres: “Y decía Jesús á los Judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8.31 al 32 – RVR1909). Jesucristo es representado con el Árbol de la Vida y la posibilidad de vivir para siempre, o sea la vida eterna:
 “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre: Y sacólo Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fué tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.22 al 24 – RVR1909).
  1.19 El arrepentimiento, conversión y resarcimiento
          El arrepentimiento, conversión y resarcimiento son condiciones de un mismo proceso, a la vez son requisitos indispensables entre sí para posibilitar la función de armonía, equilibrio y sensatez en la relación de obediencia a Dios. Por ejemplo, sin arrepentimiento no hay conversión y sin conversión no existe el arrepentimiento. El resarcimiento es el resultado de la combinación de arrepentimiento y conversión. Jesucristo dijo: “No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.3 y 5 – RVR1909). El primer paso del arrepentimiento es enfrentar la duda e indecisión al obedecer a Dios, duda e indecisión de la que somos portadores. La escusa o pretexto de que cada quien toma su decisión personal o propia cuando quiera, pretende justificar y posponer una decisión para otra ocasión. Algunos alegan arrepentirse en la vejez o en el momento antes de morir. Estos argumentos son engañosos para evadir el compromiso y responsabilidad ante la obediencia a Dios. Otra disculpa injustificada es decir y hacer valer las creencias propias o religiosas, como absolutas, suficientes y únicas, sin importar si son contrarias a Jesucristo, solamente basadas en respetar y que le respeten sus creencias personales. Jesús dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38 – RVR1909).
          En todo momento la voluntad de Dios es buena, justa y santa, la cual de ninguna manera podemos rechazar y continuar impunes. La Biblia dice: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que á su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado” (Gálatas 6.7 al 9 – RVR1909). La contrición es el arrepentimiento de la persona por ser quien es y por ofender a Dios: “… fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios,... Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable…” (2 Corintios 7.9 al 10 – RVR1909). El arrepentimiento es un sentimiento de dolor anímico, la persona lucha contra su propia resistencia temperamental, hasta lograr las acciones correctivas, para consecuentemente enmendar el daño a través del resarcimiento. ¿De qué se requiere el arrepentimiento del ser humano por ser quien es? Con las acciones, comportamiento y conducta se promueve el irrespeto y odio a Dios. Además del fundamento de doctrinas y sistemas contrarios a la voluntad de Dios. Las culturas, economías, ideologías, políticas, sociedades y universidades que niegan la autoridad y reconocimiento a Jesucristo.
          El ser humano discrimina, excluye y margina la voluntad de Dios, se encuentra enfocado en el conocimiento natural, cuando cambia o muta al conocimiento espiritual, se queda enfrascado en una mezcla entre lo natural y espiritual, con toda la atención e interés, sin poder trascender finalmente a lo celestial. La Biblia dice: “Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16 – RVR1909). El arrepentimiento, conversión y resarcimiento para cumplir a plenitud su efecto, además de su transición del conocimiento natural al espiritual, se ayuda con trascender al conocimiento celestial, mediante Jesucristo, representado con el árbol de la vida en el Edén.
          El Edén muestra tres tipos de conocimiento, figurativo o simbólico representado en los árboles, a saber: los árboles del huerto, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal: “Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.8 al 9 – RVR1909). En el principio del Edén el conocimiento natural se manifiesta cuando Dios dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás;” (Génesis 2.15 al 16 – RVR1909). El conocimiento espiritual en el Edén se muestra de la siguiente manera: “Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él” (Génesis 2.17 al 18 – RVR1909). El conocimiento celestial en el Edén se menciona así: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre: Y sacólo Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fué tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.22 al 24 – RVR1909).
          La segunda venida de Jesucristo completa el juicio inicial, una vez completado el juicio inicial se presenta seguidamente el juicio final. En todo este proceso el juicio empieza desde el acontecimiento del ángel caído, por cierto, un ser celestial, que arrastra según se dice la tercera parte de seres angelicales. Luego se replica la misma situación con el caso de Adán y Eva con el resto de seres humanos, debido a la influencia en el Edén por parte del ángel caído. El motivo de la existencia de la humanidad, es ofrecer una posibilidad a los ángeles indecisos de venir a encarnar como seres terrenales, para tomar una decisión en fidelidad o lealtad al Creador, o de rebeldía tras el ángel caído. Los seres humanos tienen un orden, donde primeramente se manifiesta lo natural, para pasar seguidamente por lo espiritual y finalmente llegar nuevamente a lo celestial, así retornar o volver a ser como eran al principio de todos los tiempos en el séquito celestial:
 “Así también está escrito: Fué hecho el primer hombre Adam en ánima viviente; el postrer Adam en espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.45 al 50 – RVR1909).
          Por medio de Adán y Eva se transfiere y transmite el gen del envejecimiento y muerte. Esta muerte es como un dormir sin sueños y su período dura entre un cerrar y un abrir de ojos: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15.20 al 23). Jesucristo es el único en resucitar y ascender a los cielos con cuerpo trasformado. Jesús dice que los resucitados serán como ángeles:
“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento: Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección. Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven á él” (Lucas 20.34 al 38 – RVR1909).
          Toda la historia de la existencia y la humanidad está presente en la memoria de Dios, quien se representa como el Libro Supremo, y también la memoria de cada persona es un libro, con el registro de los recuerdos privados y públicos: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20.12 – RVR1909). La característica o cualidad descriptiva de los muertos grandes y pequeños, significa que después de que se complete el juicio inicial, entonces se procede al juicio final, donde los seres humanos resucitan con el mismo cuerpo que tenían cuando murieron. Estas personas de ninguna manera tendrán parte en la vida eterna, porque resucitan con el mismo cuerpo corruptible, para el juicio final y para la condenación de sufrir la segunda muerte para siempre: “Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.50 – RVR1909). El grado de dolor y castigo en el lago de fuego y azufre, al consumir su existencia, será en relación con el grado de contaminación, corrupción, maldad, pecado y vicio, que tanto corporal, como mental, tenía la persona en el momento de morir. Su castigo final es el dolor consciente de la exclusión de las promesas de salvación y vida eterna: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis á Abraham, y á Isaac, y á Jacob, y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros excluídos” (Lucas 13.28 – RVR1909). El dolor llega al máximo cuando la persona en el juicio final observe a sus seres apreciados y parientes cercanos en su misma condición de castigo y condena.
          Tanto en la primera resurrección para vida eterna, como en la segunda resurrección de los que son condenados, cada quien se enterará de cómo fue conocido en vida ante Dios: “Ahora vemos por espejo, en obscuridad; mas entonces veremos cara á cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido” (1 Corintios 13.12 – RVR1909). La resurrección con cuerpo trasformado semejante a los seres angelicales, es solamente para quienes tienen parte en la primera resurrección de salvación y vida eterna: “Mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado” (1 Corintios 13.10 – RVR1909), que corresponde a la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo: “Mas los otros muertos no tornaron á vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20.5 al 6 – RVR1909). Esto de mil años significa que es en el tiempo de Dios: “Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esta una cosa: que un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día” (2 Pedro 3.7 al 8 – RVR1909). El espacio y tiempo como lo conocemos actualmente, existen solamente en esta vida, la siguiente vida es eterna en el tiempo de Dios. En el caso de la referencia al Libro Supremo como la memoria de Dios, está escrito lo siguiente: “Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también” (Hechos 17.27 al 28 – RVR1909).
          Esta vida conocida como la vida presente corresponde al juicio inicial:
 “No obstante, reinó la muerte desde Adam hasta Moisés, aun en los que no pecaron á la manera de la rebelión de Adam; el cual es figura del que había de venir. Mas no como el delito, tal fué el don: porque si por el delito de aquel uno murieron los muchos, mucho más abundó la gracia de Dios á los muchos, y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo. Ni tampoco de la manera que por un pecado, así también el don: porque el juicio á la verdad vino de un pecado para condenación, mas la gracia vino de muchos delitos para justificación. Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y del don de la justicia” (Romanos 5.14 al 17 – RVR1909).
          Este juicio inicial es también conocido como el juicio previo, donde los justos presentan por fe la demostración de su inocencia y justicia, a través de los hechos de su vida diaria, sus acciones, actitudes, actos, atributos, carácter, cualidades, comportamiento, conducta, discipulado, ejemplo, emociones, h��bitos, personalidad, principios, sentimientos, temperamento, valores, virtudes y voluntad. Por lo tanto, el juicio inicial es en vida: “Pero si alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique á Dios en esta parte. Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador? Y por eso los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como á fiel Criador, haciendo bien” (1 Pedro 4.16 al 19 – RVR1909).
          Cuando aparezca el Señor Jesús en su segunda venida, quienes están vivos en el momento, confirmarán su condición o estado ante Dios: “Y ahora, hijitos, perseverad en él; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida. Si sabéis que él es justo, sabed también que cualquiera que hace justicia, es nacido de él” (1 Juan 2.28 al 29 – RVR1909). Las personas que se encuentran preparadas para recibir y encontrarse con el Señor son transformados corporalmente, aunque primeramente resucitan los que han muerto con la misma preparación, o sea, los que duermen en el Señor:
“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15.51 al 55 – RVR1909).
          Jesucristo hace mención de los tibios, que vienen a ser los indecisos: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3.15 al 16 – RVR1909). Los calientes y los fríos han tomado una decisión y son conscientes de sus consecuencias, mientras los mediocres se paralizan al ser tibios, se quedan sin movimiento en la energía, fuerza o poder de su ejercicio de decisión. Por ejemplo, tanto los ángeles que se quedan sin decisión, como los ángeles indecisos que se adhieren a los ángeles caídos, sufren la misma sentencia determinada por Dios, donde ya no hay más que decidir. Además lo tibio es mezclar lo caliente con frío que igualmente representa la muerte espiritual. La segunda muerte y final es el mismo lago de fuego y azufre: “… el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 20.14 y 21.8 – RVR1909). Cuando la Biblia menciona el castigo eterno o por siempre, se refiere a su procedencia, ya que procede del Dios Eterno, según su palabra. Así Dios retribuye a cada quien según los frutos y obras cotidianas, cuando rindan cuentas de sus acciones. Pareciera que lo tibio mezcla lo profano con lo santo:
“Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7.19 al 23 – RVR1909).
  1.20 La estabilidad, madurez y perseverancia
          En el principio existe la armonía y comunión con Dios, un orden perfecto entre los seres celestiales con su Creador, pero sucede una separación que requiere la estabilidad de volver a la posición de equilibrio inicial: “En el principio crió Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz” (Génesis 1.1 al 3 – RVR1909). El orden es primero, luego se presenta la alteración con el desorden, pero ¿por qué además de desordenada, se dice que la tierra estaba vacía? Este vacío tiene un simbolismo, en algunos casos representa la ausencia de Dios en la vida de la persona. En este caso significa la inmadurez por presuntuosidad, vanagloria del alto concepto por cierta belleza o cualidad y jactancia por el propio actuar o valer. Por ejemplo, la actuación presentada con el ángel caído:
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. Enaltecióse tu corazón á causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría á causa de tu resplandor: yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28.15 al 17 – RVR1909).
          La alusión anterior al ángel caído comparada con ciertos reyes, nos ofrece la oportunidad de una idea o pista de lo sucedido en el principio. Continuando con las analogías o comparaciones, como hemos mencionado en otra ocasión, los seres angelicales solamente ejercen su capacidad de decisión, el resultado de este poder de decisión define el bien o mal como consecuencia. Entonces, ¿cuál es el factor influyente o predominante entre los demás ángeles arrastrados por el ángel caído? Otra analogía o comparación nos aclara, acerca de la envidia (el subrayado es nuestro):
“Hízose, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto á muchas aguas. Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios: las hayas no fueron semejantes á sus ramas, ni los castaños fueron semejantes á sus ramos: ningún árbol en el huerto de Dios fué semejante á él en su hermosura. Hícelo hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles de Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia. Por tanto, así dijo el Señor Jehová: Por cuanto te encumbraste en altura, y puso su cumbre entre densas ramas, y su corazón se elevó con su altura” (Ezequiel 31.7 al 10 – RVR1909).
          Estas afirmaciones de ninguna manera son categóricas o concluyentes, pero aportan una analogía o comparación para sugerir una posible razón de lo sucedido. Además de explicar la posibilidad del motivo desencadenante en el origen o principio, lo cual concuerda con otro apartado donde se analiza el origen del bien y del mal, como la combinación entre egoísmo, envidia y odio. En todo caso los ángeles con decisión firme, ya tenían su convicción fuertemente adherida, mientras tanto, los ángeles indecisos al encarnar como seres humanos, tienen todavía la oportunidad de estabilizar su condición, en el sentido de volver a la posición de equilibrio inicial, en armonía y comunión con Dios. Hay una analogía de un adagio de conocimiento antiguo, donde se nos compara como chispas desprendidas de la luz de Dios, y en retorno para fusionar nuevamente con la Luz Suprema. La Biblia dice: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4.6 – RVR1909). El proceso inevitable es la maduración y perseverancia para lograr la estabilidad a plenitud. La Biblia recomienda ser inocentes en la malicia como infantes, pero perfectos en el sentido: “Hermanos, no seáis niños en el sentido, sino sed niños en la malicia: empero perfectos en el sentido” (1 Corintios 14.20 – RVR1909). Esta perfección en el sentido representa lograr una madurez en el juicio o modo de pensar, según el grado de conocimiento, entendimiento y razón capaz de discernir. La madurez está relacionada con la cautela, cortesía, paciencia, pacificación, prudencia, recato y sensatez, además de la decencia, honestidad, modestia y pudor. La perfección en los justos viene a ser como la luz de la aurora: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909).
          La Biblia indica a Jesucristo como la dimensión, medida, modelo, molde, parámetro y referencia, de la estabilidad de madurez y perseverancia: “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR1909). Jesucristo con su muerte en la cruz, vence con el bien al mal, y expone públicamente la altivez, arrogancia, inmadurez y prepotencia de quienes le condenan y matan, ya sea en relación con el mal ejemplo de los ángeles que cayeron o los seres humanos que en su indecisión, se deciden por rechazar y dar muerte a Jesús: “Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz; Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2.14 al 15 – RVR1909). El conjunto de estabilidad, madurez y perseverancia se le llama sabiduría y es indispensable para la perfección: “Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios. Empero hablamos sabiduría de Dios entre perfectos; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen” (1 Corintios 2.5 al 6 – RVR1909). La estabilidad de madurez y perseverancia está basada en Jesucristo, para que sea en el poder de Dios: “Mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, á los Judíos ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura; Empero á los llamados, así Judíos como Griegos, Cristo potencia de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.23 al 24 – RVR1909).
          La estabilidad de madurez y perseverancia contribuye con el proceso de perfección, porque el ser humano es imperfecto pero es perfectible en Jesucristo: “Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos: y si otra cosa sentís, esto también os revelará Dios” (Filipenses 3.13 al 15 – RVR1909). Ser estable o la estabilidad es necesaria para conservar o mantener un equilibrio, con la madurez se logra una mejora continua o permanente, la perseverancia posibilita llegar hasta el final con la constancia suficiente: “Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.13 – RVR1909). Algunos seres humanos ni con la longevidad maduran como mejores personas, toda la vida son groseras, iracundas, irrespetuosas, sarcásticas y violentas, actúan siempre con doble intención o mala fe, de ninguna manera reflejan la madurez en Cristo: “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia” (Efesios 4.31 – RVR1909). También la Biblia dice: “Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca. No mintáis los unos á los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, Y revestídoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo crió” (Colosenses 3.8 al 10 – RVR1909).
          Nuestra insistencia en relatar lo acontecido al ángel caído, sirve para tomar conciencia de aprender de los antecedentes bíblicos, por ejemplo, el valor de la esperanza y de la paciencia, porque todo lo transmitido en la Biblia ha sido un ejemplo útil para la posteridad: “Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según Cristo Jesús” (Romanos 15.4 al 5 – RVR1909). La perseverancia del propósito por la perfección sí es factible y realizable entre los seres humanos: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. Mas tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa” (Santiago 1.3 al 4 – RVR1909). El pretexto de una vida sin posibilidad de perfección, es injustificable en quienes pretenden excusar su impotencia de perfeccionar su vida en Jesucristo. Esto se dice y hace para eludir o evadir cualquier compromiso, dificultad, fidelidad, obligación y responsabilidad ante Dios, máxime cuando predomina en la persona la inestabilidad, inmadurez e inconstancia, en la relación de armonía, comunión y confianza con Dios Padre, mediante su Hijo amado Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.
          Por lo tanto, la estabilidad, madurez y perseverancia, están relacionadas en su conjunto como un verdadero proceso de perfección, sumado a la esperanza y paciencia. Tal perfección de ninguna manera fue demostrada por el ángel caído, pero Jesucristo vino a este mundo a hacer posible como ser humano, la capacidad de lograr esta perfección para ejemplo y modelo, siendo fiel y obediente, para gloria y honra de Dios Padre: “Por lo cual Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré á vosotros Padre, Y vosotros me seréis á mí hijos é hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios” (2 Corintios 6.17 al 7.1 – RVR1909).
  1.21 La dignidad íntegra de la persona
          La dignidad íntegra de la persona está relacionada con hacerse merecedor de una retribución, como resultado del mérito de las acciones para lograr el aprecio y recompensa, por ejemplo, la fidelidad y lealtad a Dios, tanto fidelidad porque es el Ser Supremo como la lealtad a su intención, plan y voluntad. Esta fidelidad y lealtad a Dios es de su agrado, de manera que la persona logra congraciar, al recibir el afecto, benevolencia y simpatía de Dios Padre. Prevalece la gracia divina y en el ser humano lo imperativo del deber por mandato divino. Hay una gratitud mutua o recíproca, por lo tanto, predomina la obediencia a la voluntad de Dios, un acuerdo o pacto entre las partes: “Y el Dios de paz que sacó de los muertos á nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del testamento eterno, Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR1909). Esta dignidad es íntegra en la persona cuando la dignidad se combina con la rectitud, para que sea intachable, sin defecto, falta o imperfección: “Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3.13 – RVR1909). Ser irreprensible es que no merece reprensión, o sea, amonestación y corrección por lo dicho o hecho. De esta manera seguir a Jesucristo e imitar su ejemplo y modelo de vida, en consagración y santificación, posibilita una vida de perfección en Dios, debido a la formación en la decencia. El ser decente es la calidad de la dignidad en los actos y palabras, calidad en el sentido de la excelencia. La dignidad íntegra de Jesucristo es lo más sublime que esta humanidad en su historia ha logrado presenciar.
          La dignidad íntegra existe desde el origen o principio, pero la Biblia advierte de la irrupción de ángeles sin conservar la dignidad íntegra: “Y á los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día” (Judas 1.6 – RVR1909). Por esta razón, Jesucristo vino a este mundo a demostrar su propio ejemplo, en el ejercicio de hacer la voluntad del Padre con dignidad íntegra. Los ángeles caídos dejaron su lugar y parte con Dios, abandonaron su destino y servicio a Dios, su morada permanente con su Creador. Al parecer la causa está identificada con el engaño y la mentira, implicado por el orgullo, soberbia y vanagloria, por esta razón los ángeles que cayeron, los absorbió la desgracia, porque atrajeron a sí lo contrario a la gracia de Dios. ¿Por qué los ángeles no guardaron su dignidad? Alguna idea o pista de lo sucedido a los ángeles caídos está en el siguiente ejemplo: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah)” (Salmos 4.2 – RVR1909). Así como el ser humano voltea la honra en infamia y ama la vanidad y la mentira, los ángeles caídos abandonan la gloria y honra a su Creador, se envuelven en un complot de engaño, aman más lo falso y vano que la verdad de Dios. Mientras tanto, Jesucristo en este mundo se ofrece como ejemplo de mantener la supremacía del Padre, al ensalzar en primer lugar a Dios Padre, con toda la adoración, alabanza, gloria y honra.
          El ángel caído tuvo un deseo intenso por ser admirado y considerado, opacando la Supremacía de su Creador. Este ángel se dejó llevar por su ficción fantasiosa e ilusión vana de subsistir por sí mismo, fuera y sin Dios, lo mismo trata de infiltrar en la ideología, idiosincrasia, mente y pensamiento de las civilizaciones, culturas y sociedades en general, para que vivan sin Dios, deslumbrados por el acumulamiento, adulación, ambición, avaricia, codicia, enriquecimiento, fama, gala, gobiernos dictatoriales, grandeza, luchas de poder, lucro, lujo, nepotismo, opulencia, ostentamiento, pleitesía, plutocracia, prestigio, privilegio, reconocimiento, status social, usura, vanagloria y vanidad, en contraste con la injusticia de los que viven en empobrecimiento y miseria, con muchas necesidades de subsistencia. La Biblia dice: “Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras” (Mateo 16.26 al 27 – RVR1909).
          La Biblia dice: “Bienaventurado el hombre que puso á Jehová por su confianza, Y no mira á los soberbios, ni á los que declinan á la mentira” (Salmos 40.4 – RVR1909). Una falacia divulgada en las sociedades, es aquella que intenta inducir a otros a vivir sin Cristo, con la presunción de que a pesar de una vida sin Cristo, igual se recibirá salvación y vida eterna por otros medios, fuera del establecido por Dios Padre. Jesucristo es el mediador entre Dios Padre y el ser humano en general: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dió a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos” (1 Timoteo 2.3 al 6 – RVR1909). Recordemos que el ángel caído tuvo la oportunidad en el Edén, de enmendar o rectificar su decisión de adversidad a Dios, pero confirma su determinación al influenciar en Adán y Eva, a comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, su acción es con maldad y vileza a través del engaño despreciable e indigno: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909).
          Adán y Eva, además de su capacidad de poder de decisión, hacen uso de su facultad de cuestionar e investigar, pero afectados por su temperamento, en lo relacionado a la duda e indecisión al obedecer a Dios. Lo que pasa es que la influencia recibida de su entorno, como parámetros de referencia a la hora de tomar una decisión, es de mal proceder porque interviene la manipulación y el engaño del ángel caído. Esto significa que el discernimiento y criterio propio de la persona, es indispensable cuando tiene la mirada puesta en Jesucristo, para gloria y honra de Dios Padre:
“Y Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida” (Juan 6.43 al 48 – RVR1909).
          Hay un pasaje donde se indica al obrero como digno de su salario: “Porque la Escritura dice: No embozarás al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su jornal” (1 Timoteo 5.18 – RVR1909). Todo ser humano requiere un desempeño, labor, ocupación o trabajo para dignificar su subsistencia, porque es fundamental su alimentación: “… porque el obrero digno es de su alimento” (Mateo 10.10 – RVR1909). Después de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, para preservar la vida natural, espiritual y celestial, el ser humano requiere el trabajo para sobrevivir o la remuneración salarial del trabajo, para adquirir sus necesidades básicas de subsistencia, porque el trabajo mismo es creación de Dios y dignifica al ser humano: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3.19 – RVR1909). Algunos desordenadamente dejaron de trabajar, porque creyeron con la inminente segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, que ya no había más que hacer sino esperar el regreso del Señor: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR1909). Esto se rectifica en la segunda carta de Tesalonicenses:
“Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros, Ni comimos el pan de ninguno de balde; antes, obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, por no ser gravosos á ninguno de vosotros; No porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis. Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear. Y á los tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando con reposo, coman su pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien” (2 Tesalonicenses 3.7 al 13 – RVR1909).
          Además del trabajo establecido por Dios para dignificar al ser humano, Dios determina a los empleadores o patronos de los obreros, el respeto de un día a la semana para descanso o reposo de sus trabajadores: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra: Mas el séptimo es reposo á Jehová tu Dios: ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú” (Deuteronomio 5.13 al 14 – RVR1909). Según las leyes laborales o hasta religiosas propias de cada país, este día libre de descanso podría ser viernes, sábado o domingo. En algunos casos se determina a convenir entre el empleador y el trabajador. El problema de la población es el desempleo y la falta de remuneración, esto implica escases en la solvencia suficiente para la manutención y de la familia. También afecta el empleo que llaman informal, con nada o mínimos beneficios o garantías sociales, como el seguro de salud, la jubilación o pensión por invalidez, vejez o fallecimiento con beneficiario familiar. Esto depende de muchos factores involucrados en la consecución de trabajo, según la zona geográfica mundial y recursos de cada nación. Por lo tanto, como hemos visto, tanto el trabajo como un día de descanso a la semana son establecidos por Dios. Esto es importante para contribuir con la dignificación del ser humano, especialmente para la supervivencia en lo que atañe a lo natural, pero en aspectos espirituales y celestiales, la dignidad íntegra de la persona, contribuye a su condición o estado de ser irreprensible, sin reprensión, o sea, sin merecer amonestación y corrección, por su camino de perfección, al decidir y practicar a cabalidad el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo.
  1.22 La responsabilidad
de los deberes u obligaciones ante Dios
          La responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios tiene un orden jerárquico y supremo, en relación con el orden y la diversidad de grados establecidos en este orden, desde lo natural hasta lo celestial, sin superioridad en su línea, es Jesucristo el principal después del Padre, de manera que únicamente el Padre es superior en esencia:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1.1 al 3 – RVR1909).
          Hemos mencionado en otra ocasión el significado de la expresión: “Y la tierra estaba desordenada y vacía”. Entonces: ¿Qué representa “… y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía…” (Génesis 1.2 – RVR1909).
          La existencia está determinada en tres dimensiones: natural, espiritual y celestial: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15.46 al 49 – RVR1909). La tierra desordenada y vacía, es un simbolismo de la ausencia o falta de respeto a la autoridad establecida por Dios, situación presentada con los ángeles caídos, además entre los seres humanos, aquellos que son incrédulos, inmersos en las tinieblas, figura de confusión, desconocimiento y máxima ignorancia. En el caso de Jesucristo, siempre será representación de la Luz: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida” (Juan 8.12 – RVR1909).
          El origen de la existencia se inicia con la energía, fuerza y poder del Amor de Dios Padre, que es el mover del Espíritu de Dios, demostrado cuando se acompaña por primera vez con su propio Hijo, a quien establece como el primero y principio, tanto de la Creación como de la Resurrección: “Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.17 al 20 – RVR1909). Luego en el fin del orden, cuando termine todo sistema corrupto, reinará la incorrupción por completo, entonces el Hijo entregará el reino a Dios Padre y se cumplirá lo siguiente: “Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad… Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.22 al 24 y 28 – RVR1909).
          El Hijo aprueba o da por bueno cada segmento de la creación del Padre: “Y vió Dios que la luz era buena…” (Génesis 1.4 – RVR1909, 1.10, 1.12, 1.18, 1.21, 1.25, 1.31), sin embargo, el Hijo se arrepiente del comportamiento y conducta del ser humano, al ver la práctica de maldad entre las personas: “Y vió Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y arrepintióse Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y pesóle en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré los hombres que he criado de sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo: porque me arrepiento de haberlos hecho. Empero Noé halló gracia en los ojos de Jehová” (Génesis 6.5 al 8 – RVR1909). Recordemos que el Hijo es el ejemplo supremo de fidelidad y lealtad a la voluntad del Padre. Jesucristo tiene la primacía en la dignidad íntegra, es lo más sublime que esta humanidad en su historia ha logrado presenciar. Así en la época de Noe la maldad en el planeta es purificada con agua mediante el diluvio, posteriormente el Hijo escucha a Abraham, cuando él intercede por los justos de las ciudades de Gomorra y Sodoma, antes de recibir con fuego, el castigo más severo. Esta fue una lección de ejemplo y escarmiento, de manera que la humanidad aprenda y evite el mismo camino, para que asuma su responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios. No obstante, la historia de la humanidad demuestra una incompetencia para administrar y gobernar la creación, impera la anarquía, confusión, desconcierto y desorden:
 “Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma: y Abraham iba con ellos acompañándolos. Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo á Abraham lo que voy á hacer, Habiendo de ser Abraham en una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las gentes de la tierra? Porque yo lo he conocido, sé que mandará á sus hijos y á su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, Descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, saberlo he. Y apartáronse de allí los varones, y fueron hacia Sodoma: mas Abraham estaba aún delante de Jehová. Y acercóse Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá hay cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré á todo este lugar por amor de ellos” (Génesis 18.16 al 26 – RVR1909).
          Dios Padre ha establecido a Jesucristo como el Juez, para realizar el juicio a las naciones, para que todos honren al Hijo como honran al Padre:
“Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió también al Hijo que tuviese vida en sí mismo: Y también le dió poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron mal, á resurrección de condenación. No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre” (Juan 5.22 al 30 – RVR1909).
          El sentido común de convivencia humana para mantener el orden, es la existencia de la normalización del comportamiento y conducta. Aunque aparentemente la dirección y regulación de Dios, al posibilitar en el Edén toda clase de árboles para alimentación, además del árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal, pareciera que ofrece al ser humano el libre albedrío de elección, porque podría escoger si come del árbol de la ciencia. Esta libertad de ninguna manera es un libertinaje de desenfreno, porque tampoco implica que el ser humano realice lo que quiera indiscriminadamente, o sea, sin diferenciar o distinguir su responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios. La voluntad de Dios es clara al decir: “Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2.17 – RVR1909). El verdadero poder de decisión está en hacer prioritariamente la voluntad de Dios, el verdadero libre albedrío es el libre albedrío de Jesucristo, que consisten en negar su propia voluntad y hacer la voluntad del Padre, asumir el compromiso y responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios:
 “¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría. Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz. ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y gerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 3.13 al 4.4 – RVR1909).
          Este compromiso y responsabilidad de los deberes u obligaciones ante Dios, depende del grado de amor o caridad que se tenga a Dios, a uno mismo y a quienes están a nuestro alrededor. ¿Cómo explicar el amor real que no se quede en lo abstracto? La confianza plena en los planes y propósitos de Dios, la resignación a su voluntad, la esperanza y paciencia puesta en lo conocido como el tiempo de Dios, la lucha decidida por obedecer fiel y leal a Dios, la entrega completa a la dedicación y servicio a Dios, la adhesión, adoración, apego, aprecio, devoción, estima, pasión, predilección o preferencia a Dios: “Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12.30 al 31 – RVR1909). Se dice que la cantidad de población mundial se acerca alrededor de los ocho mil millones de personas, además se considera que solamente entre dos o tres personas de cada ocho, se hacen llamar cristianos, pero es una minoría muy escasa los verdaderos practicantes como discípulos de Jesucristo, o sea, los seguidores que cumplen a cabalidad el siguiente texto de las Sagradas Escrituras:
“Empero procurad los mejores dones; mas aun yo os muestro un camino más excelente. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo á ser como metal que resuena, ó címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy. Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve. La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha; No es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; No se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser: mas las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada” (1 Corintios 12.31 al 13.8 – RVR1909).
  1.23 El empoderamiento
de la espiritualidad y santidad
          El empoderamiento de la espiritualidad es la trascendencia de lo natural a lo espiritual, a través de la ceguera espiritual a la vista espiritual, de las tinieblas a la luz y de la muerte en vida a la vida espiritual. Este análisis se requiere en profundidad, porque implica simbología y su respectiva interpretación. Para empezar el símbolo de amanecer y la luz de la aurora, es un principio o primer tiempo entre la oscuridad y la luz, que va en aumento hasta que el día esclarece por completo: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909). En términos espirituales, el desconocimiento o ignorancia de en qué se tropieza, es como caminar con la ausencia de fe, compasión o piedad, además de vivir sin el amor y respeto a la consagración, dedicación y santidad del Espíritu Santo. Esta forma de vida comparada con la oscuridad, significa la falta de conciencia de rebasar o sobrepasar a otro nivel de conocimiento, porque no saben en qué tropiezan: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR1909). Mientras tanto, la senda del justo, aunque es un camino más estrecho, va en aumento al escalonar el avance de la conciencia, para advertir y considerar la realidad del conocimiento espiritual.
          El empoderamiento es apropiar con fuerza y poder una vida regida, conducida, dirigida y guiada por el Espíritu Santo. La vida del ser humano es como un desierto y el caminar es como internar en un espejismo o un oasis, entre más se desapega del espejismo natural, más se acerca y accede a la realidad del oasis espiritual. Jesucristo dijo: “Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR1909). Tanto la condición de espejismo como de oasis se encuentra en la mente de cada persona: “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz” (Romanos 8.5 al 6 – RVR1909). La razón de ser de un oasis es el agua, así Jesucristo menciona acerca del agua que nos provee, como fuente de agua para vida eterna. ¿Cuál es esta agua? Otro pasaje nos aclara al respecto: “Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre. (Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él: pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado)” (Juan 7.37 al 39 – RVR1909).
          Otra simbología para empoderamiento de la espiritualidad es rumiar la palabra de Dios, pensar con detenimiento, madurez, meditación y reflexión. El análisis y estudio con profundidad de ninguna manera se resume en cierta cantidad de credo y dogma, esto sería inmersión en un espejismo, porque la Biblia es amplia y extensa para sintetizar en unos pocos renglones. Rumiar las Sagradas Escrituras es desmenuzar, masticar y saborear con el paladar: “De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios; Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira” (Salmos 119.101 al 104 – RVR1909). Este paladar representa afición, apreciación, discernimiento, gusto, hábito, sabor y sensibilidad, por la lectura y práctica de la palabra de Dios, para alimento espiritual que fortalezca contra la ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16 al 17 – RVR1909). Aborrecer todo camino de mentira, es el desagrado, incompatibilidad, oposición y resistencia a consentir el espejismo, de la fantasía e ilusión de todo lo que ofrece este mundo, contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo, el apego a lo carnal, material y terrenal del pecado. Tal es el caso desenfrenado del alcoholismo, lascivia, lujuria y placer, adverso a la santidad, porque vivir en deleites aunque hay vida corporal, hay muerte espiritual: “Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5.6 – RVR1909).
          El símbolo de estar dormido o muerto en vida, se relaciona con ser o vivir en tinieblas, porque este tipo de oscuridad imposibilita ver espiritualmente, hasta llegar a la ceguera espiritual, esta es otra reflexión profunda figurativamente:
“Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor. Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas. Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5.8 al 14 – RVR1909).
          En cierta ocasión los principales de los ancianos y los sacerdotes, consultan a Jesús acerca de la autoridad con la que él ejerce, entonces también Jesucristo les responde de la siguiente manera: ���El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta. Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto” (Mateo 21.25 al 27 – RVR1909). Estas personas analizan las implicaciones de sus posibles respuestas, sin embargo, para evadir un compromiso y reconocimiento responsable de la autoridad del Padre en su Hijo Jesucristo, alegan desconocer acertadamente una respuesta. Cuando mencionan que no saben la respuesta es una falsedad, porque sí saben la respuesta, además se falta a la verdad con esta clase de aseveración, porque estas personas conscientemente saben que no es cierto lo que dicen, sino que actúan con astucia, malicia, perversión y sagacidad.
          La sociedad actual tiene el gusto y preferencia de justificar su propia forma de vida, ajena a la disposición y voluntad de Dios, porque el ser humano tiende a camuflar o disfrazar el mal, para hacer pasar como bien: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR1909). También dice la Biblia: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). Lo que pasa es que hay ceguera en el entendimiento de quienes son incrédulos: “En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4.4 – RVR1909). El empoderamiento de la espiritualidad, se cumple cuando la persona en forma autónoma o independiente, se fortalece con el poder de Dios mediante su Espíritu, se apropia y toma la espiritualidad, para enfrentar las adicciones, corrientes, filosofías, hábitos, modas y tendencias de este mundo, que son contrarias al poder del Espíritu Santo. La libertad del ser humano de ninguna manera justifica el libertinaje: “Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.11 al 12 – RVR1909). El verdadero empoderamiento es el que para nada avergüenza, cuando nos presentemos ante Dios a rendir cuentas de nuestra vida auténtica o genuina: “Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.12 al 14 – RVR1909).
          El empoderamiento de la espiritualidad requiere la iluminación de los ojos del entendimiento, mediante el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, a través de la adquisición de conocimiento con espíritu de sabiduría y de revelación:
 “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero” (Efesios 1.17 al 21 – RVR1909).
  1.24 La distorsión, distractores y ruido
          La distorsión es una alteración de la percepción que afecta la interpretación de la forma de ser, el comportamiento y la conducta. Los distractores y ruido, atraen la atención de la persona, con pérdida de la concentración y enfoque, provocan admiración, confusión e interés, pero desvían a la persona y la desubica con desorientación. La percepción contribuye con los sentidos en la interpretación de las sensaciones. En este sentido la humanidad se encuentra a la deriva y sin rumbo fijo, en relación con la enseñanza y mensaje de Jesucristo. El ser humano es fácilmente impresionable, se cautiva, deslumbra y fascina con lo que es suntuoso, o sea, costoso en valor monetario y lujoso, de grandiosidad y magnificencia. Por ejemplo, el siguiente caso del templo en tiempos de Jesús: “Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.5 al 6 – RVR1909). Puede ser grandes edificaciones y estructuras de las ciudades: “Y saliendo del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13.1 al 2 – RVR1909).
          ¿Cuál es el conjunto de la distorsión, distractores y ruido, que enfrenta la humanidad hasta nuestros días? Estos en términos de la relación natural - espiritual, se comprenden en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde los privilegios o status de las posiciones laborales o sociales, hasta los bienes, servicios y vestimentas de las clases adineradas, dominio y poder económico, explotación empresarial, gubernamental, militar, político y religioso. Por ejemplo, dar los sobros a Dios a pesar de las grandes riquezas:
 “Y mirando, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas. Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos: Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.1 al 6 – RVR1909).
          Esta distorsión, distractores y ruido se pueden presentar de forma involuntaria o voluntaria, consciente o inconsciente, externa o interna, por aprendizaje, sistemático, por iniciativa colectiva o individual. Basta analizar y pensar detenidamente en las causas que nos alejan o distancia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Por ejemplo, en lo que algunos llaman las élites, en relación con las minorías sociales con las altas capacidades e ingresos, además de ocupar puestos de fama, fortuna, poder y la explotación de los recursos minerales y naturales de cada país. También los salarios abusivos y privilegiados en ciertos puestos de la función pública, el favorecimiento y enriquecimiento con los fondos públicos del estado, sea en forma ilícita o lícita. Lo que dicen de la distribución de mayor riqueza en manos de pocas personas. La Biblia dice: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar: y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; ó siéntate aquí debajo de mi estrado: ¿No juzguáis en vosotros mismos, y venís á ser jueces de pensamientos malos?” (Santiago 2.2 al 4 – RVR1909). Todas estas acciones y pensamientos malos son una distorsión, distractores y ruido, los cuales apegan y estancan a cada persona a una superficialidad y temporalidad en este mundo, con la afectación de su porvenir en relación con la vida eterna, la vida del ser humano después de su muerte: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano á la vida eterna” (1 Timoteo 6.17 al 19 – RVR1909). Y a los empobrecidos por los sistemas corruptos de la administración de este mundo, la Biblia dice: “Hermanos míos amados, oid: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido á los que le aman?” (Santiago 2.5 – RVR1909).
          La riqueza está en la fe en y de Jesucristo, ninguna condición de adinerado o de empobrecido es causa de salvación o vida eterna, ni uno ni otro justifica la eternidad con Dios. La Biblia dice: “Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.7 al 9 – RVR1909). Tanto el adinerado como el empobrecido dependen de Dios para su salvación y vida eterna: “De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia más que la plata y el oro. El rico y el pobre se encontraron: A todos ellos hizo Jehová. El avisado ve el mal, y escóndese: Mas los simples pasan, y reciben el daño. Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22.1 al 4 – RVR1909). Hay una interferencia del amor al dinero que provoca la distorsión, distractores y ruido, como se indica en el siguiente pasaje acerca del provecho desmedido del beneficio y ganancia, inclusive llegar al extremo de la organización criminal:
“Porfías de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales. Empero grande granjería es la piedad con contentamiento. Porque nada hemos traído á este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6.5 al 11 – RVR1909).
          El derecho al trabajo es un derecho divino, establecido como origen y principio desde el inicio: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2.15 – RVR1909). Dios es el autor y creador del trabajo, la verdadera reivindicación de la justicia del ser humano es hacer de forma auténtica o genuina la voluntad de Dios. No nos engañemos con el mal llamado supuestos defensores de los derechos avanzados, aparentemente que no son estancados o retrógradas, sin embargo, como ha sido la historia de la humanidad, promueven eliminar la diferencia de la pobreza y la riqueza, por medio de la anarquía y violencia. Por el contrario, se requiere hacer imperar o prevalecer el amor y respeto a la voluntad de Dios, quien es el verdadero dueño, no solo de las naciones sino del universo y de todo lo existente, quien controla la muerte y vida en sus propias manos, imparte justicia y reconoce la obra de Jesucristo practicada en cada justo para vida eterna. Dios Padre rectifica al ser humano cuando este último y en forma reiterada, deja de asumir su propia responsabilidad. Esto se demuestra en los sucesos acontecidos en la historia de la humanidad, para corrección del ser humano, aunque pareciera que el mismo nunca aprende ni escarmienta, a pesar de la disciplina y formación:
 “Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y ensalza. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías” (1 Samuel 2.6 al 10 – RVR1909).
          Todo lo que pasa en el mundo en función del empobrecimiento y enriquecimiento, ya sea para favorecer a unos y perjudicar a otros, corresponde a una voraz distorsión, distractores y ruido, que consume y destruye rápidamente y dirige a la humanidad al vacío del despeñadero. El imperante desenfreno en la contaminación ambiental, armamentismo, explotación industrial y tecnológica, justificado en la urgente necesidad de fuentes de trabajo para una sobrepoblación mundial, crea una cortina de humo o nube, sumado al ruido suficiente, como para desvirtuar la atención de las personas, tergiversar su sentido de la vida y distraer su enfoque del amor y servicio a Dios Padre, obstruir la aceptación y reconocimiento hacia su Hijo Jesucristo. El tiempo del fin del sistema, se caracteriza en la época actual de la Edad del Calentamiento Global. Los discípulos preguntan a Jesús: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). En la actualidad algunos alegan que la maldad siempre ha existido y es la misma, pero que ahora hay una mayor divulgación de la transmisión de los medios de comunicación. La realidad es que la maldad sí ha aumentado, se ha fomentado la cultura del dinero y de la muerte, precisamente el amor, caridad y felicidad no está ni en el dinero ni en la muerte: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909).
          La sociedad mundial, su administración y gobierno se encubre en la luz por apariencia, pero su legislación se despreocupa por lo espiritual, porque se trata de cimentar, estabilizar, fortalecer y lograr solidez solamente en lo natural, sin tomar en cuenta rotundamente lo espiritual, por consiguiente, con mayor repudio a lo celestial. Este sistema social con sus propias leyes se esfuerza por sustituir a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, inclusive promueven la eliminación de Dios en todas sus conversaciones e instituciones, sean privadas o públicas. La Biblia menciona a los que se hacen pasar por luz, pero son falsos y fraudulentos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). Los mismos fariseos, a pesar de ser estudiosos e instruidos en las cuestiones de Dios, son avaros y se burlan de Jesucristo, aunque los seres humanos estimen como sublime, ante Dios es abominación: “Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).
          Despreciar a Jesucristo es una consecuencia de vivir en el lujo y opulencia de la riqueza, cuando Jesús con su vida demostró humildad, sencillez y vivir con lo necesario. El problema del enriquecimiento es el afán y ansiedad por la acumulación, contrario a lo no excesivo, moderado, sobrio, sin adornos superfluos. Otro problema está en la avaricia que también es idolatría, la codicia, egoísmo y envidia, la obsesión y perturbación por incrementar la cuenta bancaria o monetaria, con abuso excesivo e ilimitado de lo que a otros les falta, o sea, debido a que al rico le sobra es lo que a otros necesitados les falta. Esto resta importancia al bien común, la equidad y justicia en la distribución de la riqueza. Los adinerados tienen la posibilidad de la adquisición de activos, artículos, bienes, medios de transporte, muebles, posesiones, propiedades, tratamientos, viajes, entre otros, que a veces son innecesarios o están de más, para elevar la apariencia de status sobre los que no tienen. Se provoca cada vez más una brecha y perpetuidad de la existencia entre adinerados y empobrecidos. Hay una lógica o sentido común en todo esto, por ejemplo, el siguiente caso de Zaqueo: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto” (Lucas 19.8 – RVR1909). Así como el ser humano fue creado con el poder de decisión, también fue constituido con el poder del amor, que lamentablemente muchos portan pero nunca desarrollan y menos ejercen.
          Lo que pasa es que en el enriquecimiento, con o sin intención alguna, en el proceso se arriesga o expone a cometer injustica y hasta defraudar a otros. Además, mientras los ricos gastan en cuestiones innecesarias, por exceso de abundancia, hay gente que muere de hambre por ser desposeídos de su subsistencia básica, especialmente quienes están sin abrigo y sin techo, quienes habitan en las calles, cuarterías, hacinamientos, precarios, refugios o tugurios, en extrema pobreza y miseria, con frío, enfermedad, hambre, sin ningún tipo de seguridad o en inmigración. ¡Sálvanos Dios, con la compasión y misericordia de la benignidad!: “Y alzando él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis... Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis” (Lucas 6.20 al 21 y 24 al 25 – RVR1909).
          La distorsión, distractores y ruido es todo aquello que nos separa del enfoque en Jesucristo, cuyo financiamiento es el dinero como el dios de este mundo, la sociedad del mundo entre más dinero quiere y tiene, más comete acciones contrarias a la moral, mayor corrupción y criminalidad, más adicciones y drogadicción, gastos excesivos innecesarios, como el consumismo compulsivo, más se explota al trabajador con salarios bajos y jornadas extenuantes hasta agotar las fuerzas, para obtener mayores ganancias y utilidades, más trata de personas y esclavitud infrahumana, más explotación de los recursos minerales y naturales, más contaminación y calentamiento global, sin amor, respeto y temor alguno a Dios y a su Creación. Más endeudamiento, más usura, más naciones y países empobrecidos, mientras que otros se vuelven colonialistas modernos e imperialistas. El robo descarado de activos, materias primas y recursos públicos a nivel local o entre naciones y países. Hay una saciedad hasta el hartazgo de ambición, aunque irrefrenable, porque entre más se tiene más se quiere. La biblia dice acerca del enriquecimiento, ya sea ilícito o lícito, pero igualmente desmesurado:
 “Ea ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste” (Santiago 5.1 al 6 – RVR1909).
          Otra distorsión, distractores y ruido son las corrientes filosóficas, costumbres, culturas, entretenimientos, espectáculos, estilos de vida, gustos, hábitos, ideologías, ídolos, modas, mundanalidad, ocupaciones, populismo, preferencias, religiones, tendencias y tradiciones: “Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4 – RVR1909). La amistad al mundo se refiere a todo lo que resta el primer lugar de Dios Padre y su Hijo Jesucristo, porque suprime la verdadera adoración, alabanza, gloria y honra. Inclusive se requiere renunciar a estas causas, para verdaderamente tomar la cruz de Cristo, seguir sus pasos como discípulo y practicante. Por esta razón Jesucristo dice lo siguiente al joven rico:
“El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad. Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?” (Marcos 10.20 al 26 – RVR1909).
          Cuando hay tanta interferencia e irrupción, que se interpone entre el ser humano, la comunicación y relación con Dios Padre, por la mediación directa de su Hijo Jesucristo, entonces es válida la pregunta: ¿Y quién podrá salvarse? Pero, la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesucristo de ninguna manera fue en vano, porque nos ha dejado al Espíritu Santo para continuar su acción y obra. Observemos en el siguiente caso una analogía entre los habitantes de una ciudad con el conocimiento natural, que escuchaban a Simón el mago, que seguidamente representan el conocimiento espiritual, cuando escuchan a Felipe con el anuncio del evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, también Simón el mago cree y se bautiza, aunque permanece apegado a lo natural en amargura y maldad, luego tanto Felipe, como Pedro y Juan, simbolizan el conocimiento celestial, al compartir el poder del Espíritu Santo con las personas de la ciudad, tanto con hombres como con las mujeres:
 “Y había un hombre llamado Simón, el cual había sido antes mágico en aquella ciudad, y había engañado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande: Al cual oían todos atentamente desde al más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es la gran virtud de Dios. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había embelesado mucho tiempo. Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó á Felipe: y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito. Y los apóstoles que estaban en Jerusalem, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan: Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo; (Porque aun no había descendido sobre ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el nombre de Jesús.) Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo. Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, Diciendo: Dadme también á mí esta potestad, que á cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don de Dios se gane por dinero. No tienes tú parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios, si quizás te será perdonado el pensamiento de tu corazón. Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de estas que habéis dicho, venga sobre mí” (Hechos 8.9 al 24 – RVR1909).
  1.25 La declaración, dedicación y reconocimiento
a Jesucristo
          La declaración, dedicación y reconocimiento, además de conceptos teóricos indispensables entre los seguidores de Jesucristo, son válidos en la medida de su aplicación o puesta en práctica, para identificar y ser en la realidad discípulos de Jesucristo. Estos conceptos aunque tienen un significado aparentemente básico, requieren de cierta complejidad para ser demostrados en el diario vivir. Primeramente, creer en Jesucristo es confesar con la expresión o palabras sin avergonzar: “Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salud. Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” (Romanos 10.9 al 11 – RVR1909). Mencionar de boca el nombre de Jesucristo, requiere en la persona una congruencia de su propio comportamiento, comparado con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Aquí está la complejidad, y para algunos no les importa excluir a Jesucristo de sus vidas, para rehuir al compromiso y responsabilidad de sus propios actos. Cuando una persona habla de Jesucristo, implica en esta persona, cierta autoridad de dominio y respaldo en la materia temática, tanto de la enseñanza como de la vivencia de Jesucristo. Esto se podría considerar como el conocimiento de causa, cuando se sabe con certeza el motivo y razón, justificativo de las acciones cristianas. Por lo tanto, es necesaria la experiencia, un apoyo práctico de la vivencia de ejercer la enseñanza y mensaje de Jesús. En el caso de hacerse llamar cristiano, tiene sentido el dominio de la materia educativa y formativa impartida por Jesucristo, sus discípulos aprendieron de Jesús durante tres años y seis meses, semejante a una escuela donde Jesucristo es el consejero, guía, maestro o mentor, con las advertencias suficientes para el comportamiento y conducta de la vida.
          Para esclarecer se realiza un análisis desmenuzado del concepto de declaración a Jesucristo: el fraccionamiento cristiano histórico, representa una ruptura conceptual, en la opinión, relación y significado que se tiene de Cristo. La división congregacional, denominacional, eclesiástica y religiosa, ha creado un innumerable fraccionamiento de conceptos, creencias, dogmas y reglas, que son infalibles y supremas a lo interno de cada grupo u organización. Esta supremacía de creencias consuelan a los creyentes, como poseedores del medio para salvación y vida eterna, aunque involuntario o voluntario, consciente o inconsciente, con estos credos o creencias sustituyen el verdadero enfoque en Cristo. Las divisiones se gestan y nacen inicialmente como órdenes religiosas, monásticas y congregaciones religiosas, con la virtud a través de reglas de vida morales y prácticas, contrastada con el poder religioso terrenal. También los llamados reformadores y la contrarreforma, defensores de sus respectivas doctrinas, fundamentos, puntos de fe o tesis.
          Hay personas acostumbradas con la presunción de un énfasis de cristianismo sin Cristo, porque divagan en una inmensidad de temas variados, sin conversar o mencionar el nombre de Jesucristo, o de sus enseñanzas, evangelio y mensaje directo. Estas personas se hacen llamar cristianos pero se avergüenzan de su mención. Jesucristo dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38 – RVR1909). La persona considerada discípulo de Jesucristo, que externa públicamente ante otras personas oyentes o testigos, el criterio, discernimiento u opinión personal acerca de su creencia en Jesucristo, hace constar además de lo que se piensa de Jesucristo, su absoluta devoción en forma exclusiva, su afiliación y seguimiento a la comunidad, escuela y doctrina de Jesucristo. Se puede observar a continuación los muchos elementos aglutinados adecuadamente para una organización eclesiástica eficiente y multitudinaria. Es importante diferenciar entre el grupo comunitario de fe y discipulado establecido por Jesús, contrastado con la institucionalidad eclesiástica surgida posteriormente,  debido a la necesidad de regulación, administrativa, animadora, archivística, caritativa, comunicativa, congregacional, constructiva, controladora, coordinadora, costumbres, crecimiento, creencias, diaconado, diplomacia, dirección, documental, dogmática, económica, episcopal, evaluación, evangelística, feligresía, financiera, imperial, jurídica, jurisprudencia, laboral, magisterial, militante, ministerial, monástica, operacional, orden litúrgico, organizacional, planificación, predicadora, presupuestaria, recaudación, reglamentaria, religiosa, ritual, sacerdotal, salarial, supervisión, tradicional y voluntariado.
          Todas estas actividades presentan una iglesia estable y sólida en términos de organización, pero se vuelve un sistema exorbitante, excesivamente grande y robusto, donde se pierde de vista a Jesucristo como el centro del organismo eclesiástico, especialmente la pérdida de la declaración, dedicación y reconocimiento de la autoridad y exclusividad de Cristo. Ciertamente se requiere el reconocimiento de que fuimos pecadores, porque Jesucristo siempre dijo: “Ve y no peque más”. Es necesario reconocer la obra salvadora de Jesús, al morir en la cruz para perdón de nuestros pecados, pero que Jesucristo sea reconocido como el único salvador personal y quien solamente nos ofrece el medio para vida eterna. La historia del ordenamiento, organización y regulación demuestra el surgimiento de declaraciones, dedicaciones y reconocimientos contrarios a Cristo, pero considerados verdaderos y procedentes de Dios, aunque se hayan establecido como mentiras camufladas de verdad. Por ejemplo, todo lo que reemplaza o sustituye a Cristo con la religión, a través de la adoración, advocación, alabanza, arrodillamiento, consagración, creencia, culto, devoción, invocación, liturgia, oraciones, plegarias, reglamentación, ritos, santificación, signos, súplicas y veneración: “No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino como á los que la conocéis, y que ninguna mentira es de la verdad. ¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre. Cualquiera que confiesa al Hijo tiene también al Padre” (1 Juan 2.21 al 23 - RVR1909).
          Negar a Cristo, es negar el primer lugar o supremacía de Cristo en todo, es despreciar su única mediación, es creer y practicar otros medios alternativos para llegar al Padre en lugar de Cristo, es depositar la confianza y fe en amuletos, artilugios, fetiches, personas o seres angelicales, es la divinización de las dignidades eclesiásticas, sus acuerdos, credos, creencias, documentos, dogmas, ideas o hasta ideologías, establecidas como iguales o superiores a Cristo o en su representación. Existe una apologética y endiosamiento en defensa a lo eclesiástico, como sumo medio de salvación y vida eterna, aunque sean decretos establecidos por la iglesia, con un desenfoque del principal que es Cristo. La Biblia dice: “Profésanse conocer á Dios; mas con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados para toda buena obra” (Tito 1.16 – RVR1909). Se profesa conocer a Dios, pero con los hechos se vive en desobediencia, así es negar la obra de Cristo, se hace vana la muerte y resurrección de Jesucristo, porque el ser humano continúa habituado al pecado, justificado en que somos pecadores, se considera basto y suficiente la asistencia a la iglesia, para cumplir con las normas, preceptos y reglas eclesiásticas, aunque se viva en pecado: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado, Sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar á los adversarios” (Hebreos 10.26 al 27 – RVR1909).
          Esta clase de pecado se refiere al reiterativo, aquel pecado repetido, porque se vuelve a practicar con frecuencia. Así en lo eclesiástico se crearon instrumentos para mantener al feligrés en comunión con la iglesia, aunque transgreda la palabra de Dios, puede ejercer la opción de la penitencia durante la vida, o la posibilidad de la indulgencia en el transcurso de la muerte. Además como última instancia o recurso podría purgar sus pecados, para recibir salvación y vida eterna. Así de fácil, sin necesidad del sacrificio y derramamiento de la sangre de Cristo: “¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10.29 – RVR1909). Históricamente se ha mezclado a conveniencia la intensidad de luz con la oscuridad, para resurgir un tipo de contraste de tinieblas, gris claro como la neblina o la niebla, de gran confusión e ignorancia, donde de ninguna manera se reconoce la autoridad de Jesucristo:
 “Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así á Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús, A que dejéis, cuanto á la pasada manera de vivir; el viejo hombre que está viciado conforme á los deseos de error; Y a renovarnos en el espíritu de vuestra mente, Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme á Dios en justicia y en santidad de verdad” (Efesios 4.18 al 24 – RVR1909).
  1.26 La perversidad diversa: arrogancia, desvergüenza e insolencia ante Jesucristo
          La perversidad diversa es el mayor grado de corrupción y maldad, del modo habitual de conducirse y proceder del ser humano. La gravedad se debe a la ausencia de identificación con Jesucristo, tanto a nivel colectivo como individual. La maldad se ha multiplicado y ha alcanzado dimensiones de calidades, costumbres y cualidades, que han dado forma al carácter distintivo de las personas, pueblos y hasta naciones. Estas prácticas han sido tan habituales y de conocimiento público, que han adquirido fuerza e inherencia de norma o precepto, inclusive hasta con justificación y respaldo legal o militar. La Biblia dice: “Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; Que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3.5 al 7 – RVR1909). Hay una confrontación entre la sociedad civil mundial natural y el ámbito espiritual, límite para la trascendencia a la dimensión celestial. Las personas, pueblos y naciones presentan una apariencia de piedad, pero con sus hechos históricos han negado su eficacia, por ejemplo, la aniquilación, conquistas, exterminios, genocidios, guerras, masacres, que en nada representan a Jesucristo, su enseñanza, mensaje y vida.
          La sociedad siempre aprende con la historia y nunca llega al conocimiento de la verdad (celestial), porque reiteradamente comete las mismas aniquilaciones, conquistas, exterminios, genocidios, guerras y masacres. Estos nunca aprenden la sana doctrina, porque la sana doctrina es el mismo Jesucristo.
          La figura anterior muestra las tres dimensiones de conocimiento, a saber, la base inferior es la dimensión natural, el escalón intermedio como la dimensión espiritual y el área superior como la dimensión de conocimiento celestial. El pasaje mencionado describe la cautividad del pecado, como la diversidad de concupiscencias. Lo diverso significa los distintos, muchos y variados apetitos y deseos desordenados de placeres deshonestos y terrenales. El ser humano incluye una constitución física, mental y social - emocional. Estos componentes estructuran la dimensión natural de la persona, las cuales encontramos recomendaciones, en un análisis y estudio en profundidad de los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, donde se transmiten las enseñanzas y mensaje de Jesucristo, para trascender de lo natural a lo espiritual, por consiguiente con la finalidad de la dimensión celestial: “Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8.21 – RVR1909).
          El desacato e incumplimiento del evangelio de Jesucristo, es la arrogancia, desvergüenza e insolencia del ser humano en general, impera la justificación y tolerancia a la práctica contraria a Cristo: “Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.1 al 4 – RVR1909). La arrogancia de la persona sin Cristo, es la altivez y orgullo de una vida autosuficiente e independiente de Jesucristo, la desvergüenza es la descarada reiteración de faltas a la moral, hábitos deshonestos, malas costumbres, sin pudor, pecados y vicios degenerados y nocivos, pero muchas veces legalizados, aunque sin valor alguno contra los apetitos y deseos carnales del pecado:
 “Pues si sois muertos con Cristo cuanto á los rudimentos del mundo, ¿por qué como si vivieseis al mundo, os sometéis á ordenanzas, Tales como, No manejes, ni gustes, ni aun toques, (Las cuales cosas son todas para destrucción en el uso mismo), en conformidad á mandamientos y doctrinas de hombres? Tales cosas tienen á la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, y humildad, y en duro trato del cuerpo; no en alguna honra para el saciar de la carne” (Colosenses 2.20 al 23 – RVR1909).
          Se dice que la población mundial se acerca alrededor de ocho mil millones de personas, de las cuales se considera que solamente entre dos a tres de cada ocho personas, son las que se hacen llamar cristianos. Esto equivale entre dos mil y tres mil millones, pero la mayoría siguen a Jesucristo a través de los dictados de la religión, con su propia legislación. La sociedad civil tiene sus normas, reglas y leyes propias, así cada religión, sea cristiana o sin ser cristiana, tiene también establecidas sus normas, reglas y leyes religiosas. En relación con la vida eterna, el mundo ofrece falsas esperanzas y promesas, a pesar de las supuestas buenas intenciones, porque lo que hay que esperar y las verdaderas promesas son las de Jesucristo: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, mas conforme al espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8.1 al 2 – RVR1909). La religión cristiana es necesaria para la evangelización y mostrar a Jesucristo ante el mundo: “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2.6 – RVR1909).
          Jesucristo de ninguna manera vino con la finalidad de llevarnos a una religión, porque a quien nos lleva en consagración y santidad, es a Dios el Padre: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). Históricamente la ambición y luchas de poder, tanto del mundo como de la religión han obstruido la justicia y obra de Jesucristo, sus acciones y luchas de autoridad jerárquica, en nada se parecen al amor, humildad, mansedumbre y servicio de Cristo, una verdadera vida de servicio comunitario y social, sin ningún tipo de práctica de corrupción, maldad, pecado o vicio. Aún así, en la actualidad, la humanidad y sus respectivas naciones, dan su vida por amor al consumismo desenfrenado, al dinero, al expansionismo militar y territorial, a la patria, al poder, a la riqueza, entre otros, en lugar de dar su vida en amor y servicio a Jesucristo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 2.15 al 17 – RVR1909).
          El pecado está en aquel que sabe hacer lo bueno, pero se queda sin hacer el bien, sin hacer la voluntad de Dios practicada por Jesucristo: “Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto ó aquello. Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala. El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace” (Santiago 4.14 al 17 – RVR1909). La inmediatez impera en la sociedad, el supuesto éxito inmediato en el enriquecimiento, progreso y prosperidad, deslumbra, esclaviza y ocupa al mundo entero, de manera que excluyen a Jesucristo de sus vidas. Por otra parte, en el otro extremo de la población, el empobrecimiento, escases, necesidad, trae consigo la angustia, ansiedad y sufrimiento, que ofusca a un razonamiento sin lucidez. La persona se estanca y paraliza mentalmente, sin saber qué hacer, tener hambre y ver los hijos sin que comer, el desempleo, no tener donde vivir, un techo donde guarecer, vivir en la calle, caminar grandes distancias y recorrer zonas peligrosas, debido a la migración humana en busca de trabajo y un mejor porvenir, familiar y personal. Este extremo también ocupa a la gente en desesperación, de manera que no se tiene espacio ni tiempo para Jesucristo.
          ¿Cómo ocuparse de Jesucristo en las buenas y en las malas? Hay culturas, sociedades y naciones que conforme están mejor económicamente, financieramente y laboralmente, menos sienten o tienen necesidad de Jesucristo. En estos países las infraestructuras utilizadas como iglesias, están disminuyendo, eliminando o transformando en locales comerciales. Otras culturas, sociedades o naciones, arruinadas y endeudadas por la esclavitud de la usura, y por el robo de su riqueza mineral y natural, absorbidos por la corrupción, decadencia, inseguridad ciudadana, salubridad y social, pobreza extrema, tráfico de mercancías y trata de personas, también tienen la ausencia de disposición a amar y servir a Jesucristo. Entonces, ni la riqueza ni la pobreza es escusa, ni generan en la persona un interés genuino de aprender, practicar y seguir a Jesucristo. Se requiere entre seres humanos, el equilibrio de entender y conocer a Dios, según su voluntad de hacer justicia y misericordia. La Biblia dice: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9.23 al 24 – RVR1909).
          La vida es corta, pasajera, superficial y temporal, entender y conocer a Dios, es prioritario para aprovechar el poco tiempo de vida. Tener un alto concepto de Jesucristo, es lo que vale la pena en esta brevedad de la vida. Presumir o vanagloriarse de lo académico, científico, intelectual o profesional, por encima de Jesucristo mismo. Quizás por la acumulación de posesiones y riquezas. Tal vez por el éxito alcanzado a través de la fama, gloria, prestigio o status social. Posiblemente al destacar o sobresalir como artista, cantante, comerciante, conferencista, deportista, desarrollador de software, empresario, motivador, músico, político, presentador de internet o de televisión, por ser un distinguido religioso o tecnólogo. También por causa de ser un conocido guerrero, líder del ejército o soldado. Pero de qué sirve honrarse a sí mismo o jactarse, por una vida de lujo, opulencia y vanidad, si el disfrute de los deseos y placeres es por un período específico de muy poca duración, mientras que mediante Jesucristo se podría aspirar a una vida eterna: “Porque ¿quién te distingue? ¿ó qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido?” (1 Corintios 4.7 – RVR1909). Así como la persona viene a esta vida sin nada igual se va: “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así se vuelve, tornando como vino; y nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano” (Eclesiastés 5.15 – RVR1909). Esto significa que a manos vacías nos vamos de este mundo, por más que se haya acumulado: “Porque nada hemos traído á este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6.7 – RVR1909).
          La persona cree tener el poder absoluto y son consideradas dioses o ídolos del mundo: “Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo” (Apocalipsis 3.17 – RVR1909). Todo ser humano por más presunción es un desventurado si vive sin Dios: “Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate. Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios” (Lucas 12.19 al 21 – RVR1909), mientras tanto, aquellos que tienen a Jesucristo en la mente y el corazón, aman y hacen la obediencia a la voluntad de Dios Padre, estos tienen la mejor promesa celestial de vida eterna; siempre y cuando, vivan sin el atrevimiento del acto temerario de la deshonra e irrespeto a Jesucristo, quien es la verdad de acción, palabra o verbo de Dios:
“Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR1909).
  1.27 La fidelidad y lealtad a Jesucristo en la Edad del Calentamiento Global
          El tiempo después de Cristo se divide en dos tiempos: el tiempo de la apostasía y el tiempo del fin. La apostasía se caracteriza por el anticristianismo o los movimientos y fuerzas contrarias a Cristo (anticristos), por ejemplo, la persecución y muerte de los seguidores de Jesucristo, quien dijo lo siguiente a los fieles y leales a su causa: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron á los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5.10 al 12 – RVR1909). Obsérvese como Jesucristo menciona que esta persecución es basada en la mentira. También pareciera la existencia de una reacción contraria a Jesucristo debido a un desconocimiento hacia Dios Padre:
 “Si el mundo os aborrece, sabed que á mí me aborreció antes que á vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor. Si á mí mé han perseguido, también á vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15.18 al 21 – RVR1909).
          El tiempo del fin es la etapa previa a la segunda venida de Jesucristo. En el caso del anuncio en el primer siglo, acerca de la inminente segunda venida de Jesucristo, a pesar de esta inminencia, ha sido imprescindible la etapa de la apostasía: “Y como hubieron anunciado el evangelio á aquella ciudad, y enseñado á muchos, volvieron á Listra, y á Iconio, y á Antioquía, Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles á que permaneciesen en la fe, y que es menester que por muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14.21 al 22 – RVR1909). Estas tribulaciones ya han sido cumplidas en todo el trascurso del tiempo de la apostasía, por esta razón previo a la segunda venida de Jesucristo es necesario y requerimiento dicha apostasía: “No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2.3 – RVR1909). Debido a que la apostasía y la manifestación del hombre de pecado e hijo de perdición, es posterior a la primera venida de Jesucristo, entonces corresponde al surgir de un pensamiento y sentimiento anticristo, por parte de los seres humanos en su conjunto, esto significa que se trata de un sistema anticristiano, como se analiza más adelante.
        Algunos seguidores de Jesucristo del primer siglo, cayeron en desempleo, desocupación y hasta vagancia, por la espera inminente de la segunda venida de Jesucristo en cualquier momento: “Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear” (2 Tesalonicenses 3.10 al 11 – RVR1909). Otros daban la segunda venida de Jesucristo como tardada: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche… ” (2 Pedro 2.9 al 10 – RVR1909). Mientras tanto, otros alegaban que la resurrección esperada ya había pasado: “Y la palabra de ellos carcomerá como gangrena: de los cuales es Himeneo y Fileto; Que se han descaminado de la verdad, diciendo que la resurrección es ya hecha, y trastornan la fe de algunos” (2 Timoteo 2.17 al 18 – RVR1909).
          En todo caso desde el primer siglo se espera la segunda venida de Jesucristo de forma repentina y sorpresiva en cualquier momento. Porque el Señor vendrá como ladrón en la noche sin avisar:
 “Empero acerca de los tiempos y de los momentos, no tenéis, hermanos, necesidad de que yo os escriba: Porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá así como ladrón de noche, Que cuando dirán, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón; Porque todos vosotros sois hijos de luz, é hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5.1 al 6 – RVR1909).
          ¿Cuál es esta paz y seguridad que dirán antes de la destrucción repentina? La Biblia dice que a la segunda venida de Jesucristo los habitantes del planeta viven una vida cotidiana con toda normalidad, como si no estuviera pasando ningún tipo de gravedad mundial:
“Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos. Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos: Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará.” (Lucas 17.26 al 30 – RVR1909).
          ¿Entonces, cuál es la relación que se hace cuando digan paz y seguridad? La respuesta hace referencia a la Edad del Calentamiento Global. La disminución del ozono y el agujero en el mismo se está regenerando, con la posibilidad de estabilidad a las condiciones del siglo pasado. La paz y seguridad está en función de un máximo de un grado adicional a la temperatura promedio del planeta. Es un margen de sostenibilidad para la conservación al límite del tope permisible. Mientras la temperatura atmosférica terrestre se conserve y mantenga, el ser humano dirá paz y seguridad. Lo grave del asunto es que la realidad es otra, cuando la temperatura se incremente en el umbral superior a un grado adicional, hasta dos grados o dramáticamente tres grados, se vendrá una destrucción repentina a nivel mundial. Una analogía al respecto a manera de figura o simbología es que a la segunda venida de Jesucristo se le compara con un rayo: “Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día” (Lucas 17.24 – RVR1909). Además se dice lo siguiente:
 “Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean á la mentira; Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes consintieron á la iniquidad.” (2 Tesalonicenses 2.8 al 12 – RVR1909).
          Este resplandor es una luz muy fuerte, que podría representar la gloria, honra y nobleza de Jesucristo, pero en términos de significado tendría relación con la intensidad de los rayos ultravioleta, las altas temperaturas por efecto invernadero, el calentamiento y aumento del nivel de los océanos, con la consecuencia de grandes oleajes, inundaciones y afectación de las costas. En general tiene relación con el cambio climático, la reacción en cadena y la afectación catastrófica a todo el sistema ecológico y medio ambiente global. El engaño y mentira es la negación de la existencia de un Creador y de una creación dañada con el cambio climático. Tomar el lugar de Dios para disponer como Dios del destino y rumbo de la humanidad con la negación del calentamiento global. La ejecución de una operación contraria a Jesucristo y adversa a Dios Padre, con un sistema inicuo que prioriza y endiosa el enriquecimiento industrial, con la gran potencia, señales y milagros de progreso económico, generación de riqueza y consumismo exacerbado. Donde el dios del mundo es la acumulación y generación de dinero sin importar el daño a la flora, fauna y naturaleza en general. Cuando se salga de control el calentamiento global solamente dependeremos de Dios para subsistir, a pesar de la arrogancia y prepotencia del ser humano, su administración y gobierno del planeta.
          La Biblia contiene expresiones y palabras claves en todo el conjunto de su literatura, las cuales actúan como llaves para abrir la puerta del conocimiento en su mayor plenitud de comprensión y entendimiento. Dios dice: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová…” (Jeremías 9.24 – RVR1909). Se requiere entender y conocer a Dios, pero Jesucristo dice a algunos: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos…” (Juan 4.22 – RVR1909). Hay quienes adoran pero en realidad están sin conciencia de lo que adoran. La mujer samaritana responde a Jesús: “Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando él viniere nos declarará todas las cosas. Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo” (Juan 4.25 al 26 – RVR1909). Según este testimonio de la mujer, tenían la creencia de que Cristo les declararía todas las cosas. Jesucristo dice: “Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?” (Lucas 12.54 al 56 – RVR1909).
          Jesucristo menciona el desconocimiento de algunos en reconocer las señales de los tiempos, en alusión a los tiempos del fin. Los discípulos le preguntan: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). En relación con la venida de nuestro Señor Jesucristo y el fin del mundo, Jesús dice: “Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir á la hora que no pensáis” (Mateo 24.44 – RVR1909). Las personas no saben el momento de la segunda venida de Jesucristo, ni piensan en este acontecimiento, porque se quedan sin estar preparados para el recibimiento, precisamente estar apercibido es prepararse y disponer lo necesario para dicha preparación. Además cuando no se piensa en determinada situación se requiere advertir, tomar conciencia y darse cuenta. Jesucristo lo confirma: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir” (Mateo 25.13 – RVR1909). Velar incluye observar atentamente, cuidar con detalle y esmero, estar a la expectativa de lo que acontezca.
          Una de las señales principales es la siguiente: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.14 – RVR1909). Esta predicción se cumple con la invención tecnológica de las telecomunicaciones, iniciada con la radio, seguida de la televisión, satélites de comunicaciones y finalmente con internet. El evangelio del reino ha sido predicado en todo el mundo, esta parte está en cumplimiento, delimitado por la expresión a todos los gentiles: “… hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles” (Romanos 11.25 – RVR1909). ¿Cuándo se cumple la totalidad o plenitud de los gentiles? Jesucristo dijo: “… hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos” (Lucas 21.24 – RVR1909). Este tiempo lo decide y determina Dios Padre en su sola potestad: “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13.32 – RVR1909). La predicción inicial se cumple con la invención tecnológica de las telecomunicaciones, la siguiente predicción se traslapa y se lleva a cabo con la Edad del Calentamiento Global: “Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas: Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas” (Lucas 21.25 al 26 – RVR1909).
          El significado de secar es extraer la humedad debido al aire o calor, especialmente con la vaporización o efecto invernadero, por consiguiente la pérdida del equilibrio con el cambio climático. Esto provoca en los seres humanos gran temor y expectación, por lo que sobreviene a la redondez de la tierra o atmósfera terrestre, relacionado con la parte gaseosa de la tierra. La venida del tiempo del fin se cumple con la predicación del evangelio del reino en todo el mundo, hasta la entrada de la plenitud de los gentiles. Esta predicación a todo el mundo se ayuda con la innovación de las tecnologías, radio, televisión, satélites de comunicación e internet. Además se traslapa con la predicción de la Edad del Calentamiento Global, desde la reducción de la capa de ozono y el agujero en la misma, hasta nuestros tiempos con el desarrollo de la tercera revolución industrial. El aumento del dióxido de carbono, trae consigo la consecuencia de mayor retención de calor atmosférico y sobrecalentamiento global, aunado al aumento de población y la necesidad de explotación, extracción y producción industrial. La Edad del Calentamiento Global se inicia con la reducción de la capa de ozono y el proceso de formación de un agujero en la misma.
          La problemática en el ozono tiende a regenerar, pero el aumento de población y de la tercera revolución industrial contemporánea son inevitables, por consiguiente, la generación en aumento del dióxido de carbono, con la consecuencia de mayor retención de calor atmosférico y sobrecalentamiento global. El efecto del deshielo de glaciares se encuentra en un proceso irreversible, es cuestión de tiempo, con la consecuencia del aumento en el nivel de los océanos. Esto se agrava con el calentamiento del agua, el calentamiento solar influye en la temperatura atmosférica y la generación de fuertes vientos, como grandes olas del mar manifestados como ondas y oscilaciones, ya sean atmosféricas o marinas. Se incrementa el riesgo en las costas y en las ciudades costeras. Hay un aumento en el nivel, sonido y ondas del mar, que causan mucha confusión entre seres humanos. A esta problemática se suma el constante incremento de la contaminación ambiental y la posibilidad de afectar las fuentes de agua potable. Además de la acostumbrada contaminación por el uso de combustibles fósiles y los crecientes incendios forestales, por consiguiente la amenaza latente del deterioro para los océanos y la vida marina.
          La combinación de aumento en la ciencia, industria y tecnología, fue anunciado por el profeta Daniel, para el tiempo del fin: “Tú empero Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin: pasarán muchos, y multiplicaráse la ciencia” (Daniel 12.4 – RVR1909). Esta es la tercera y última revolución industrial, porque concuerda con el tiempo del fin del sistema de gobierno humano, debido a que adversan la administración del planeta como si fueran dioses contra el Dios Creador: “Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas. Pues como todas estas cosas han de ser deshechas, ¿qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones, Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán?” (2 Pedro 3.10 al 12 – RVR1909). La angustia de los seres humanos por la confusión del sonido del mar y de las ondas, se debe al rozamiento de las ondas con la superficie del agua o con el gas de la atmósfera, provocando un aumento de la transformación en calor.
          La propagación del sonido es mayor por las altas temperaturas del mar, esta es la causa del estruendo y retumbo, confusión y bullicio percibido por la población mundial: “En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15.52 – RVR1909). Este estruendo y retumbo anunciará la venida del Señor: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR1909). Mediante la misma tecnología de televisión e internet, tanto del lado de oriente del planeta como del lado de occidente: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre” (Mateo 24.27 – RVR1909), el mundo presenciará el acontecimiento final y serán testigos de lo sucedido: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Apocalipsis 1.7 – RVR1909). Esta es la importancia de conservar o mantener la fidelidad y lealtad a Jesucristo en la Edad del Calentamiento Global: “Porque es justo para con Dios pagar con tribulación á los que os atribulan; Y á vosotros, que sois atribulados, dar reposo con nosotros, cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, En llama de fuego, para dar el pago á los que no conocieron á Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1.6 al 8 – RVR1909).
          El tiempo del fin se inicia con el siglo veinte en el año 1900, con el auge, desarrollo y crecimiento de la tecnología hasta nuestros días, especialmente con la invención de la radio, televisión, satélites de comunicaciones e internet, estos medios son importantes para que se cumpla la siguiente escritura: “Y a todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes” (Marcos 13.10 – RVR1909). En este mismo siglo se traslapa el inicio de la Edad del Calentamiento Global, con la reducción del ozono y el descubrimiento de un agujero en el mismo. Aunque el ozono se regenera el calentamiento global sigue su curso. La Biblia misma menciona a los que destruyen el planeta: “Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón á tus siervos los profetas, y á los santos, y á los que temen tu nombre, á los pequeñitos y á los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11.18 – RVR1909). El siglo veinte ofrece la combinación de la tecnología y las comunicaciones, a saber, las telecomunicaciones con la industria, de manera que dan forma a la tercera revolución industrial, por consiguiente la continuación y reforzamiento del calentamiento global. El siglo veintiuno destaca por la digitalización mundial y el desarrollo de la inteligencia artificial, además del incremento de la ciencia.
          Previo a las predicciones anteriores en alusión al inicio de 1900 con el tiempo del fin, al llegar el siglo veinte, antes se vive la época o período de la apostasía, entre el siglo primero y el siglo diecinueve:
 “Sabiendo primero esto, que en los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Cierto ellos ignoran voluntariamente, que los cielos fueron en el tiempo antiguo, y la tierra que por agua y en agua está asentada, por la palabra de Dios; Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua: Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos.” (2 Pedro 3.3 al 7 – RVR1909).
          Esta apostasía corresponde a una forma de vida del ser humano, a la vez una filosofía de vida, donde se presenta un tipo de ignorancia a conveniencia, o sea, voluntaria, porque fingen ser desentendidos. Al término del tiempo se finaliza con la perdición de los hombres impíos: “Y dijo: Anda, Daniel, que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del cumplimiento. Muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados; mas los impíos obrarán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero entenderán los entendidos” (Daniel 12.9 al 10 – RVR1909). Esta época o período de apostasía es la rebeldía de la impiedad, en alzada y rebelión contra la autoridad de Dios, sin amor ni respeto a la consagración y santidad a Jesucristo, en absoluto abandono, deserción, negación, renuncia, repudio y traición hacia el ejemplo y modelo de vida de Jesús: “No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios” (2 Tesalonicenses 2.3 al 4 – RVR1909). Desde el primer siglo hasta nuestros días se ha manifestado por dos mil años, un sistema reinante contrario a la creencia y práctica de Jesucristo, que aprisiona y asesina a sus seguidores, inclusive el ser humano a llevado al mundo a una primera y a una segunda guerra mundial, ejerciendo un dominio e imponiendo su propia voluntad como si fuera la misma voluntad de Dios.
          La apostasía inicia en el primer siglo con el mártir Esteban: “Y apedrearon á Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó á gran voz: Señor, no les imputes este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió” (Hechos 7.59 al 60 – RVR1909). Durante todo el período previo al tiempo del fin se mantuvo caracterizado por la persecución y muerte de los seguidores de Jesucristo: “Otros experimentaron vituperios y azotes; y á más de esto prisiones y cárceles; Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos á cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; De los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra” (Hebreos 11.36 al 38 – RVR1909). En la segunda carta a los Tesalonicenses se hace mención de este sistema apóstata, dictatorial, imperial y opresor, donde prescinden de Jesucristo y no quieren formar parte con él: ¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que impide, para que á su tiempo se manifieste. Porque ya está obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide” (2 Tesalonicenses 2.5 al 7 – RVR1909). Aquí el autor de la segunda carta a los Tesalonicenses hace una alusión en forma indirecta del Imperio Romano, que en código y lenguaje se describe y menciona en el escrito del Apocalipsis o Revelación. La solución sería la inminente segunda venida de Jesucristo, para detener o suspender la imposición de persecución y muerte a sus seguidores.
          Lo lamentable del caso es que el Imperio Romano a pesar de su cristianización, posteriormente como organización religiosa, también practica la persecución y muerte de sus oponentes. Se ven envueltos en una maraña de engaño y mentira, a través de la llamada guerra santa e inquisición, practicando como anticristos un sistema contrario a Cristo. Esto equivale a una lamentable mancha en la historia eclesiástica, que será olvidada solamente con la segunda venida de Jesucristo, para pagar a cada uno según sus acciones:
 “Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean á la mentira; Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes consintieron á la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2.8 al 12 – RVR1909).
          Luego la iglesia deja de perseguir y matar a quienes llama como herejes, pero surgen doctrinas y naciones contrarias a Cristo, que continúa la aprensión, persecución y muerte de cristianos hasta nuestros días. Este sistema previo al tiempo del fin representa las políticas del ser humano, en el armamentismo, contaminación, consumismo, endeudamiento económico, esclavitud, explotación, gobiernos dictatoriales, industrialización, militarización, usura bancaria o hasta fanatismo religioso, que se imponen en beneficio de unos y perjuicio de otros, ya sean a nivel interno de una cultura, etnia, nación o a nivel internacional. Se hace mayormente visible cuando se asesinan a quienes se oponen al sistema. El Apocalipsis o Revelación es un claro ejemplo de un código o lenguaje en clave, para describir indirectamente los alcances del imperio romano opresor en la persecución y muerte de los cristianos: “Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían. Y clamaban en alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? Y les fueron dadas sendas ropas blancas, y fuéles dicho que reposasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos” (Apocalipsis 6.9 al 11 – RVR1909). Qué horror en pleno siglo veintiuno como se matan entre seres humanos sin el mínimo respeto y temor a Dios, son humanos y se consideran o creen con la potestad de ser como Dios. Este odio y rivalidad a nivel civil, militar y religioso, y viceversa, como entre los mismos religiosos, muchas veces es por acatar órdenes superiores o por iniciativa de cada individuo, para según estos defender sus propias luchas de poder.
          También en la colonización y conquista en el continente Americano y otras latitudes del planeta, inclusive los mismos colonos llamados cristianos o naciones llamadas cristianas. En todo caso la segunda de Tesalonicenses hace alusión o referencia a un sistema, con la criminalidad de matar a su prójimo, por cualquier justificación o pretexto y con la impunidad de sus actos, excluyendo el ejemplo, enseñanza, mensaje y modelo de vida de Jesucristo. Esta impunidad llega hasta que Dios mismo tome medidas finales al respecto, como dice el profeta Sofonías: “Por tanto, esperadme, dice Jehová, al día que me levantaré al despojo: porque mi determinación es reunir las gentes, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira; porque del fuego de mi celo será consumida toda la tierra” (Sofonías 3.8 – RVR1909). Por esta razón, Dios que es Amor, también retribuye con castigo al que hace lo malo, porque Dios también es Justo y hace justicia como fuego consumidor: “Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual vamos á Dios agradándole con temor y reverencia; Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.28 al 29 – RVR1909).
          El ser humano tiene que asumir su propia responsabilidad como administrador y mayordomo, porque por su infidelidad y negligencia, además de destruir a quienes están a su alrededor, destruye el planeta mismo con su contaminación y corrupción en todos los ámbitos. El Apocalipsis entre su simbología menciona, que por causa del calor, los seres humanos en lugar de convertirse a Dios para clamar auxilio, dar la gloria y honra a Dios, proceden a blasfemar contra Dios por el excesivo calor: “Y oí á otro del altar, que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fué dado quemar á los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16.7 al 9 – RVR1909).  Finalmente, algunos piensan que el mal está en otros y muy lejos de sus vidas, porque están a la espera de la llegada de un ser anticristo mundial, pero no se dan cuenta que el mal está en la cotidianidad del día a día, en nuestros corazones si hacemos lo contrario de Cristo: “Hijitos, ya es el último tiempo: y como vosotros habéis oído que el anticristo ha de venir, así también al presente han comenzado á ser muchos anticristos; por lo cual sabemos que es el último tiempo” (1 Juan 2.18 – RVR1909).
  1.28 Volver al sentido común y comunitario
de Jesucristo
          Jesucristo transmite su enseñanza en parábolas, con un mensaje en el formato de contenido figurado, mediante la literatura de los evangelios con las analogías y comparaciones necesarias se deduce las verdades importantes de la vida cotidiana. Por ejemplo, Jesús dijo: “Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada” (Mateo 15.13 – RVR1909). Se compara a las personas con las plantas y la consecuencia de no ser cultivado por el Padre celestial. Hay un simbolismo y un significado correspondiente, la expresión de plantar podría significar una relación directa y personal en el trato entre el ser humano y Dios Padre, además congruente al significado de cultivar, hay una posibilidad de ejercitar la inteligencia espiritual para que se perfeccione. La Biblia explica: “Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado; Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual á lo espiritual. Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.12 al 14 – RVR1909). Una es la intención del mundo según el intelecto de la sabiduría humana, otra es la transformación espiritual a través del conocimiento celestial trasmitido por Jesucristo, enviado directo de Dios Padre: “Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (Gálatas 5.25 – RVR1909).
          Aclaremos este simbolismo, en cierta ocasión le preguntan al Maestro acerca del motivo del mensaje en parábolas: “Quien tiene oídos para oir, oiga. Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Y él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no es concedido. Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden” (Mateo 13.9 al 13 – RVR1909). Las personas que comprenden las ideas transmitidas por Jesús, logran saber su significado. La acción de comprender implica tener la idea clara del mensaje recibido, con la capacidad de identificar lo que el mensaje representa. Por esta razón algunos oyentes se ofenden del mensaje de Jesús: “Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofendieron?” (Mateo 15.12 – RVR1909). Los fariseos comprenden el mensaje y se ofenden, o sea, interpretan el mensaje adecuadamente, de manera que el significado del mensaje es comprensible porque queda claro. Lo que pasa es que los fariseos comprenden pero de ninguna manera entienden. La acción de comprender y entender es muy similar, inclusive son sinónimos, sin embargo, entender tiene un grado avanzado o superior a comprender, porque entender está relacionado con obedecer: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2.18 – RVR1909). Comprender la teoría de la fe requiere entender las obras de Jesucristo demostrado con el ejemplo y práctica.
          Los fariseos desaprobaron las obras de Jesucristo, comprendían el mensaje pero nunca lo obedecían: “Entonces habló Jesús á las gentes y á sus discípulos, Diciendo: Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los Fariseos: Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardad lo y haced lo; mas no hagáis conforme á sus obras: porque dicen, y no hacen” (Mateo 23.1 al 3 – RVR1909). Los escribas y fariseos comprenden que existen, pero nunca entienden que existen para amar y servir a Jesucristo. Se cumple la moraleja del epitafio que dice: “Aquí yace uno que no supo para que vivía”. Entender el sentido común de la vida, es entender a Jesucristo. Moisés entiende la ley y la profecía en Jesucristo: “Y enviará á Jesucristo, que os fué antes anunciado: Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el siglo. Porque Moisés dijo á los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de vuestros hermanos, como yo; á él oiréis en todas las cosas que os hablare. Y será, que cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será desarraigada del pueblo” (Hechos 3.20 al 23 – RVR1909). Volvemos a la parábola de la planta que no es plantada por Dios Padre Celestial, entonces es desarraigada, o sea, no basta con ser oyente, sino que se requiere ser un eficiente y fiel escucha de Jesucristo, para obedecer decididamente el mensaje de la voluntad de Dios Padre, porque Jesucristo además de Hijo, es el mensajero principal de Dios Padre y es el jefe del Séquito Celestial de los seres celestiales que son decididos a obedecer fieles y leales por siempre a Dios Padre, en cualquier circunstancia de la existencia dentro del espacio y tiempo de Dios.
          ¿Quiénes entienden o se quedan sin entendimiento entre las gentes y los discípulos de Jesucristo? Es un asunto de cada persona, la posibilidad de alcanzar la capacidad de crear y hacer auto conciencia, según el interés de cada quien en conocer el sentido común de Jesucristo, cuya causa atenuante se reduce en la decisión o determinación en firme al obedecer a Dios, demostrado por cada persona con los atestados de vivencia cotidiana, las acciones, actos, comportamiento y conducta, según el ejemplo y modelo de vida en Cristo:
“Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios: antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo. ¿Comenzamos otra vez á alabarnos á nosotros mismos? ¿ó tenemos necesidad, como algunos, de letras de recomendación para vosotros, ó de recomendación de vosotros? Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres; Siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 2.17 al 3.3 – RVR1909).
            Para continuar con la simbología y su significado, todo ser humano sin excepción nace con la característica y cualidad corporal y fisiológica, de tres componentes o dispositivos biológicos y genéticos que regulan el funcionamiento de ciertos procesos orgánicos, a saber, un cronómetro interno de vida, un chip de temperamento vivencial y una brújula de orientación o sentido de la vida. Todo esto atañe a un análisis vinculado a lo científico y a la medicina, para mitigar las enfermedades y preservar la salud, esto afecta en el comportamiento y conducta de la persona, en su decadencia o en la superación, tanto en el aspecto natural, espiritual y celestial. Así como una embarcación naufraga o pierde su rumbo debido a la corriente, marejada o viento. Pero en el orden establecido para los terrenales, primero es lo natural, luego lo espiritual y por último lo celestial, aunque corresponde a un ciclo originado desde lo celestial, con los ángeles indecisos cuando se presenta la caída de los ángeles. Lo natural está asociado al cronómetro interno de vida, lo espiritual al chip de temperamento vivencial y lo celestial a la brújula de orientación o sentido de la vida. Aunque estos componentes o dispositivos biológicos y genéticos se traen de nacimiento, en forma innata, se conservan activos y funcionales, según las oportunidades, particularidades y vivencias de cada ser humano. Inclusive podría afectar la zona geográfica terrestre, las costumbres, creencias, cultura, doctrinas, economía, educación, entretenimiento, filosofías, información, mitos, modas, religión, tecnología, telecomunicaciones y tradiciones.
          Algunos en su propia creencia, prefieren definir la muerte como consecuencia del pecado y como un accidente espontáneo y sorpresivo inevitable de la vida, a manera de un temporizador de vida donde el tiempo está definido y establecido desde el inicio del nacimiento. El entendimiento de un cronómetro tiene la activación del tiempo inicial pero indefinido, porque la finalización del tiempo no se establece desde el inicio, sino que se requiere una nueva acción para detener el tiempo, en este caso es solamente Dios Padre quien tiene el control en sus manos, del cronómetro interno de vida de cada persona. Por ejemplo, Jesucristo en mención de ciertos acontecimientos dice que únicamente lo sabe Dios Padre en su sola potestad, así es el momento de la muerte de cada persona: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo” (Marcos 13.31 al 33 – RVR1909). Se espera el tiempo del fin como acontecimiento determinante de la segunda venida de Jesucristo, pero la realidad es que el tiempo del fin hace alusión a una situación global, mientras que la muerte es el tiempo del fin para cada persona en un sentido de individual en lugar de colectivo. Paralelamente el pasaje mencionado anteriormente indicaba lo sucedido en la destrucción de Jerusalén y del Templo, alrededor del año 70 después de Jesucristo, debido a las diferencias discutidas por los especialistas en relación con el conteo del año cero o inicio real de la primera década de la era cristiana.
          El sentido común y comunitario de Jesucristo tiene su fundamento con base en la habilidad del compartir en el bien común, asociado a la cooperación, equidad, justicia, servicio voluntario, solidaridad y subsidiariedad, por ejemplo, los bancos de distribución de alimentos y las brigadas o misiones de auxilio médico debido a las emergencias sanitarias. Este compartir  en la actualidad se explica con lo que llaman el empoderamiento de la resiliencia, o sea, asumir con flexibilidad situaciones difíciles y sobreponerse con superación y trabajo a las mismas, a través de resistir sin ruptura de la honestidad y honradez. Esta situación se presenta especialmente cuando la persona se encuentra en la condición de desfavorecido, en el caso de escasos recursos económicos o laborales, que le perjudican por causa de una mala distribución equitativa y justa de la riqueza. Un factor influyente es el desempleo o desocupación laboral sin remuneración ganancial o salarial.
          Jesucristo comparte su conocimiento, enseñanza y mensaje para provocar el amor de Dios, compasión, humildad, justicia, mansedumbre, misericordia, paz y santidad. Este sentido común y comunitario promovido y propuesto con la guía de Jesucristo, mediante la autoridad de Dios, la influencia del Espíritu Santo y el conocimiento celestial transmitido por Jesucristo, se menciona desde el primer siglo de la era cristiana:
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión, y en el partimiento del pan, y en las oraciones. Y toda persona tenía temor: y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Y todos los que creían estaban juntos; y tenían todas las cosas comunes; Y vendían las posesiones, y las haciendas, y repartíanlas á todos, como cada uno había menester. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, Alabando á Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día á la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2.42 al 47 – RVR1909).
          El factor de comunión y unidad manifestado por la comunidad de fe del primer siglo de la era cristiana, tiene su legado, cimiento y trascendencia en la enseñanza y mensaje de Jesucristo:
 “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes. Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo; y gran gracia era en todos ellos. Que ningún necesitado había entre ellos: porque todos los que poseían heredades ó casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido, Y lo ponían á los pies de los apóstoles; y era repartido á cada uno según que había menester” (Hechos 4.32 al 35 – RVR1909).
          En este sentido común y comunitario transmitido por Jesucristo, entra en función el componente o dispositivo biológico y genético del temperamento. El mismo lo comparamos figuradamente con un chip de temperamento vivencial, para hacer prevalecer el carácter, personalidad y temple necesarios, con el esfuerzo y fortaleza de la perseverancia constante y firmeza hasta el fin. El temperamento se trae estable y permanente de nacimiento, sin posibilidad de modificar o variar, solamente con la ayuda de Dios Padre mediante su Hijo Jesucristo se podría cambiar, inclusive algunas personas conservan igual su temperamento desde que nacen hasta que mueren. La palabra menciona los frutos del Espíritu Santo, indispensables en la espiritualidad para trascender a lo celestial: “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, Mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5.22 al 23 – RVR1909). La rigidez de la ley del temperamento no prevalecerá contra la influencia e intervención del Espíritu de Dios Padre. Este cambio de temperamento requiere una conversión o reversión de pensamiento, de terrenal a celestial, para semejar a la mente de Cristo: “Empero el espiritual juzga todas las cosas; mas él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.15 al 16 – RVR1909).
          La brújula de orientación o sentido de la vida es la guía de Jesucristo que tiene la persona, para no perder el norte, ni perder el rumbo, para no desviarse del Camino de Jesucristo. Esta brújula es Jesucristo mismo, o sea, la brújula más que espiritual, es celestial, porque el enfoque está centralizado en Jesucristo. Todo ser humano tiene la oportunidad de esta brújula de orientación o sentido de la vida, lo que pasa es que hay muchos distractores y ruido que alteran este enfoque y hay pérdida del rumbo y salida del camino. ¿Qué pasa con aquellos que nunca han escuchado de la existencia de Jesucristo? Ningún ser humano desde la existencia histórica de la humanidad terrenal, puede alegar desconocimiento y tratar de justificar lo injustificable, porque el origen de la indecisión de cada ser viene desde la caída de los ángeles. El ejemplo y modelo de vida es Jesucristo, en su primera venida a este mundo, Jesucristo ya tenía preexistencia. Así también preexistía todo ser humano, porque en la historia de la humanidad encontramos quienes sin salirse del camino de Dios, hacen su voluntad y agradan a su Creador. El propósito de la existencia del ser humano, es dar una segunda oportunidad a todos los seres celestiales indecisos en aquella rebelión contra el Creador, por parte de los ángeles que cayeron. Además de los caídos estaban los que se mantuvieron fieles y leales a Dios, pero entre los indecisos están los seres humanos. Ejemplos, como Abel decidido a obedecer a Dios, en el caso de Caín quien decide seguir al adversario y el mal. Otro ejemplo es Enoc: “De los cuales también profetizó Enoc, séptimo desde Adam, diciendo: He aquí, el Señor es venido con sus santos millares, A hacer juicio contra todos, y á convencer á todos los impíos de entre ellos tocante á todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente, y á todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 1.14 al 15 – RVR1909).
          El conocedor desde el origen de los tiempos entiende el anuncio profético acerca de Jesucristo, quien es el Enviado, Mesías y Salvador: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida: Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.13 al 15 – RVR1909). Algunos podrían extrañar nuestra afirmación en otra ocasión, de que el adversario y rebelde ángel caído, líder de otros ángeles que también cayeron y fueron arrastrados, tuvo su segunda oportunidad de rectificar su yerro, que fue una equivocación más por descuido, por arrogancia y enaltecimiento, además de la ambición de aspirar un lugar superior sin respetar la autoridad de Dios Padre, contrario a lo demostrado por la obediencia, subordinación y sujeción de Jesucristo. Pero este ángel caído tuvo su segunda oportunidad en el Edén, cuando pudo dialogar con Adán y Eva e inducirlos hacia el bien, o sea, la decisión firme de hacer la voluntad de Dios. Lamentablemente, en forma obstinada, persiste en inducir al error, a la confusión, engaño y mentira. Adán y Eva hacen uso de su facultad de analizar, cuestionar e investigar, pero se dejan llevar por su duda e indecisión al obedecer a Dios, ejercen su capacidad de la toma de decisión.
          El árbol de la ciencia del bien y del mal, a manera de figura literaria o simbología, representa también las opciones de elección, a las que tuvo alcance Adán y Eva, no obstante, hay otro árbol de la vida que representa a Jesucristo, como esa brújula de orientación o sentido de la vida, para no perder el norte, el rumbo o el camino de Cristo, para salvación y vida eterna. Este mundo ofrece mucha distracción y ruido, la mayor bendición y prosperidad, es estar algún día con nuestro Señor Jesucristo en la vida eterna. Lo realmente sobrenatural de la vida actual es el amor incondicional hacia Jesucristo, ese amor que nos atrae y mueve para estar con el Señor, nuestro Salvador. Que el día de nuestra muerte corporal o fisiológica, sea un cerrar y abrir de ojos para subir con cuerpo transformado, como los ángeles decididos, al encuentro con la segunda venida de Jesucristo, acompañado de aquellos ángeles que se mantuvieron fieles y leales a la causa de Dios Padre, el Creador. Y así estemos con nuestro Señor por siempre y para siempre, antes y después, principio y fin: “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿ó quién fué su consejero? ¿O quién le dió á él primero, para que le sea pagado? Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea gloria por siglos. Amén” (Romanos 11.34 al 36 – RVR1909).
  1.29 El acompañamiento celestial
          El acompañamiento celestial fortalece y refuerza en cada persona, la confianza, esperanza, fe y seguridad en Jesucristo, quien es la mayor riqueza que podría experimentar un ser humano: “A los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria: El cual nosotros anunciamos, amonestando á todo hombre, y enseñando en toda sabiduría, para que presentemos á todo hombre perfecto en Cristo Jesús: En lo cual aun trabajo, combatiendo según la operación de él, la cual obra en mí poderosamente” (Colosenses 1.27 al 29 – RVR1909). Jesucristo afirma este acompañamiento por siempre: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28.20 – RVR1909). La sabiduría de Jesucristo corresponde a un conocimiento celestial en profundidad, a tal grado y nivel que su transmisión requiere el Espíritu Santo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros” (Juan 14.15 al 17 – RVR1909).
          Este empoderamiento en el Espíritu Santo, la cual obra mediante la operación de Jesucristo con toda sabiduría poderosamente, de ninguna manera se adquiere con dinero como hace mención Simón el que ejerció las artes mágicas: “Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, Diciendo: Dadme también á mí esta potestad, que á cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don de Dios se gane por dinero” (Hechos 8.18 al 20 – RVR1909). La verdadera riqueza consiste en el empoderamiento en el conocimiento y sabiduría de Jesucristo a través del Espíritu Santo, que no se compra con dinero, sino que se empodera con el hacer la voluntad de Dios Padre. Todo este proceso es el acompañamiento celestial:
“Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar á nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió. Estas cosas os he hablado estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Juan 14.22 al 26 – RVR1909).
          Se dice acerca de los seres humanos que unos nacen para ser líderes y otros nacen para ser seguidores. Esta afirmación es cierta en la medida de que el líder es Jesucristo y los seguidores son aquellos que siguen a Jesucristo. También se dice que un líder ve más allá, Jesucristo sobre todo ser humano que haya existido en la historia de la humanidad, tiene la exclusividad y ventaja de recibir y transmitir un conocimiento celestial directamente de Dios Padre. Esto hace a Jesucristo el líder absoluto, único y verdadero. El Señor Jesucristo dice en la Escritura:
“Estas cosas os he hablado en proverbios: la hora viene cuando ya no os hablaré por proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; Pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Dícenle sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún proverbio dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte: en esto creemos que has salido de Dios” (Juan 16.25 al 30 – RVR1909).
          Jesucristo es la explicación de por qué el ser humano aprende directamente de Dios Padre. La autoridad y potestad delegada por Dios para transmitir el conocimiento celestial está en Jesucristo:
“Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo á los que quiere da vida. Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Juan 5.19 al 23 – RVR1909).
          El acompañamiento celestial ofrece al ser humano un aprendizaje continuo para mejorar continuamente como persona. Jesucristo como Prototipo es el perfecto ejemplo y modelo de vida en sus atributos, características, cualidades, principios, valores y virtudes: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13.15 – RVR1909). También los seguidores de Jesucristo son llamados a mostrarse como ejemplos de comportamiento y conducta: “Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad, Palabra sana, e irreprensible; que el adversario se avergüence, no teniendo mal ninguno que decir de vosotros” (Tito 2.7 al 8 – RVR1909). Si en Jesucristo encontramos un Prototipo único, en sus seguidores vemos un estereotipo en el buen sentido de la palabra: “Y conversaron todo un año allí con la iglesia, y enseñaron á mucha gente; y los discípulos fueron llamados Cristianos primeramente en Antioquía” (Hechos 11.26 – RVR1909). Esta diferenciación social de llamar cristianos a los seguidores de Cristo, es una observación de terceras personas que en Antioquía llama con esta denominación o nombre de cristianos, a manera de un estereotipo, sin embargo, a lo interno de la comunidad de fe se hacen llamar discípulos de Jesucristo, por su ejemplo y testimonio de vida que los diferencia.
          Este tipo de estereotipo de los cristianos presenta un equilibrio de actitud pasional, entre lo anímico, emocional y sentimental, con la realidad de su estilo o forma de vida, por esta razón Pablo en su defensa les llama el Camino: “Esto empero te confieso, que conforme á aquel Camino que llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan. Y por esto, procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres” (Hechos 24.14 al 16 – RVR1909). Los discípulos de Jesucristo son el Camino, porque siguen a Jesucristo el Camino: “Mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él. El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2.5 al 6 – RVR1909). El término estereotipo no tiene nada de despectivo ni peyorativo, al contrario es dejar una imagen o impresión fuerte o sólida, en el concepto de los demás: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11.1 – RVR1909). También se dice: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo” (Filipenses 3.17 – RVR1909).
          El ejemplo y modelo siempre es con referencia en Jesucristo, la sinergia o acción conjunta para un fin común está entre Jesucristo y cada persona individualmente, manifestada en un caminar o vivir una forma de vida. En este caminar se conjugan los elementos de lo afectivo, cognitivo y conductual, porque es fundamental el conocimiento o información que recibimos, nuestra actitud al momento de procesar los datos, enseñanza o mensaje, manifestado en nuestras emociones y sentimientos, y finalmente reflejado en nuestros actos o acciones cotidianas, tal es el caso de los discípulos de Jesucristo: “Llegó entonces á Efeso un Judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este era instruído en el camino del Señor; y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñando solamente en el bautismo de Juan. Y comenzó á hablar confiadamente en la sinagoga: al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios” (Hechos 18.24 al 26 – RVR1909).
          El pasaje anterior menciona la capacidad de elocuencia, empoderamiento en las Escrituras, instrucción en el camino del Señor, fervor y diligencia en la enseñanza y oratoria. Esta capacidad requiere el estudio e investigación en profundidad de la palabra de Dios, con pensamiento analítico y sentido crítico. El control y dominio de la dimensión emocional se expresa en la relación social con los demás, los valores intrínsecos arraigados profundamente tienen una coherencia de integridad de adentro hacia lo externo, demostrados visiblemente en la vida cotidiana. A esto le llamamos una vida de integridad consciente, en armonía y congruencia con los principios, valores y virtudes. La interioridad del amor y servicio, fluye significativamente en ayudar a quienes están a su alrededor, porque con el bien común y recíproco se posibilita el compromiso y responsabilidad social ante Dios. Tener el pensamiento claro del rumbo a seguir, el respeto a la autoridad y voluntad de Dios, nos proyecta de esta vida terrenal a la promesa de vida eterna, en la dimensión del ámbito celestial. Para comprender el entorno es necesario comprenderse a sí mismo desde adentro hacia afuera, porque para amar al prójimo se requiere primeramente amarse a sí mismo.
          Una espiritualidad elevada se refiere a estar por encima de la dimensión o plano natural, para trascender hacia lo celestial. La naturaleza humana por sí misma tiene imposibilidad de trascender, sino es por medio del don del Espíritu Santo. A manera de una analogía en el caminar, se requiere muchas veces de la protección atmosférica de un paraguas o una sombrilla, ya sea para la lluvia o para el sol. Así como se despliega un paraguas para la protección corporal, el Espíritu nos cubre y protege para la renovación en nuestra dimensión espiritual: “Que os dé, conforme á las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, Podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, Y conocer el amor de Cristo, que excede á todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3.16 al 19 – RVR1909).
          La vida en última instancia es la vida celestial, a través de una comprensión profunda del propósito de Jesucristo, nos aclara el compromiso y entendimiento que tenemos con el poder de ayuda que nos brinda nuestro Señor: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4.18 – RVR1909). De igual manera nos consolidamos con la constante y permanente reiteración de nuestro compromiso con Dios. Jesucristo puede cambiar y llevar la naturaleza humana a una dirección espiritual y de trascendencia celestial, es realmente la fuente de vida abundante que nos eleva e inspira a lo intemporal, o sea, a lo que no es meramente temporal de este mundo. Porque se recibe el conocimiento necesario para un enfoque, fortaleza y renovación personal; por medio de las Escrituras se recibe un sistema de valores para meditación y reflexión frecuente. Así mejorar constante y permanentemente como persona, para poder luchar en el Camino del Señor por la salvación y vida eterna, de manera que la persona sea librada de la adversidad y maldad: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4.18 – RVR1909).
  1.30 El conocimiento actitudinal y el desarrollo personal
          El conocimiento actitudinal es básico para lograr el equilibrio personal, por consiguiente un balance social entre las interrelaciones de los diversos sectores sociales. La armonía y estabilidad personal se refleja en la relación social con los demás. Los patrones de comportamiento y conducta tienen un estándar definido por la palabra de Dios, la cual no cambia sino que permanece para siempre, como un modelo o referencia de vida: “Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón: El precepto de Jehová, puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová, limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Salmos 19.8 al 9 – RVR1909). El aprendizaje, enseñanza y práctica de la creencia de las actitudes, normas, principios, valores y virtudes, tiene la preponderancia en el designio de la voluntad de Dios. De esto depende el desarrollo y proceder de cada persona, según el saber del conocimiento de la palabra de Dios. La fuente original o primaria de conocimiento es la que procede directamente de Dios, porque es quien verdaderamente conoce y hace, tanto para formación como información mediante su Hijo Jesucristo: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán” (Mateo 24.35 – RVR1909). Por esta razón se cumple el sentido de la vida en la existencia del Ser de Dios: “Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3.14 – RVR1909).
          En relación con el conocimiento actitudinal podemos analizar, comentar y opinar acerca del siguiente pasaje: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman” (Jeremías 10.2 – RVR1909). La actitud principal es prestar atención e interés preeminentemente a las directrices y recomendaciones de Dios. Las gentes trazan sus propios caminos y tienen sus propios temores, guiados y llevados por su propia imaginación, mientras tanto Dios es el poseedor de la validez del argumento, evidencia, disertación y fundamento acertado. El ser humano muchas veces se basa en su propia dialéctica e intuición, máxime por su conciencia de lo apropiado, conveniente y oportuno según su experiencia del pasado. Pero el panorama amplio del conocimiento acerca el presente y el futuro le corresponde solamente a Dios, siendo el ser humano limitado en este aspecto. Dios dice en su palabra: “Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare á la langosta que consuma la tierra, ó si enviare pestilencia á mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, á la oración en este lugar” (2 Crónicas 7.13 al 15 – RVR1909).
          El conocimiento actitudinal es humillarse en la invocación, oración y búsqueda de la presencia de Dios, con la finalidad de la conversión de los malos caminos, con un verdadero arrepentimiento de corrección y resarcimiento, para caminar con fidelidad y lealtad en el camino del Señor. Esto es desaprender el camino de las gentes, es el distanciamiento social de la corrupción, maldad y perversión, para moderadamente vivir con cautela y precaución en consagración, humildad, mansedumbre, paz y santidad, especialmente en este tiempo del fin y de acuerdo con la Edad del Calentamiento Global. La teoría del conocimiento en el Neobiblismo, se compone de tres dimensiones o escalas superpuestas, el conocimiento base o básico es el natural, indispensable para la subsistencia en el ámbito material del mundo o terrenal. El siguiente nivel de conocimiento es para aquellos que trascienden a lo espiritual. El común o la generalidad de la gente es vivir inmersos en lo natural, de manera que trascienden a lo espiritual quienes muestran interés del aprendizaje, participación y práctica de lo espiritual. Este conocimiento espiritual corresponde a una transición para trascender al conocimiento celestial, representado en el conocimiento transmitido por Jesucristo. Aquí interviene el libre albedrío de Jesucristo, que es cuando el ser humano decide determinadamente seguir y ser como Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida.
          Las capacidades actitudinales para el desarrollo personal se manifiesta desde el conocimiento natural, se fortalece, refuerza y sensibiliza con el conocimiento espiritual, y finalmente se perfecciona con el conocimiento celestial, tal es el caso de la actitud de Jesucristo ante el mundo y ante la vida cotidiana. Este proceso de conocimiento actitudinal crece y desarrolla durante toda la vida del ser humano, desde la niñez hasta su longevidad, según su capacidad y oportunidad de conciencia en esta materia. Aunque el mayor aprendizaje actitudinal es por la interacción y motivación social, es inevitable cierta predisposición y sesgo biológico, por ejemplo cierta caracterización natural de alegría, amargura o tristeza propia en la persona, o la actitud innata de extraversión e introversión en la personalidad. Sin embargo, aunque cada persona tiene su propio estilo de vida, gustos y preferencias, muchas veces predomina cierta influencia según el grado temperamental de cada uno. En este sentido la ventaja de la actitud de Jesucristo en nuestras vidas, es la asimilación, crecimiento y desarrollo personal, en fusión o unión a la naturaleza temperamental de Jesucristo, con dependencia a los factores afectivos, constitutivos y emocionales, según la esencia y substancia en Cristo. La Biblia dice lo siguiente:
 “Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen á la vida y á la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: Por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1.2 al 8 – RVR1909).
          El desarrollo personal requiere la adaptación y preparación de la humanidad para hacer frente a los nuevos cambios presentados por la globalización y transculturación. Además de las crisis mundiales de toda índole y las anarquías sociales contrarias al agrado y voluntad de Dios. El tiempo de meditación y reflexión en la actualidad es oportuno, para hacer conciencia del rumbo que lleva el ser humano. Una vida eficaz y eficiente en el amor y servicio a Dios, se cumple mediante el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, por lo tanto, es necesaria la claridad y transparencia en la comunicación de la palabra de Dios, en la comunión y el flujo vertical de la comprensión y entendimiento entre lo celestial y el llamado individual a cada persona, tanto en cualquier ambiente o entorno cultural, geográfico y social. Cada individuo tiene sus propias características y cualidades que lo diferencian del resto, así es el resultado de su actitud, carácter y personalidad. El ser humano influencia a otros o es influenciado por sus semejantes, muchas veces trata de impresionar o es muy impresionable. Tal es el caso de la divulgación y proliferación de las costumbres y modas, según las aspiraciones, conveniencias, gustos, intereses y preferencias de cada uno. La idea es que la persona entregue sus capacidades, ego, hábitos personales, motivaciones y temperamento a los pies de Jesucristo como Guía, Maestro y Mentor.
          Pero Jesucristo es el ejemplo y modelo de vida para estandarizar los principios, valores y virtudes comunes entre los seres humanos, sin distinción académica, cultural, étnica, geográfica, intelectual, nacional o social. Se dice acerca de la importancia inevitable de la aceptación, comprensión y participación para la insertación del individuo en los grupos sociales, como una necesidad imprescindible de la interacción social y las interrelaciones constantes y permanentes con otros individuos. También según el propio estilo de vida de cada persona, inclusive el status social de vida y las posibilidades económicas, financieras y presupuestales, de educación, subsistencia y trabajo. Por consiguiente todo esto afecta el comportamiento y conducta del ser humano. La vida no consiste en hacer lo que se quiera sin límites o restricción, debido a que nadie es dueño absoluto de lo corporal a manera de un libertinaje, de desenfreno en el comportamiento y la conducta. Esto es lo que ahora se llama los límites funcionales, personales y saludables, que implica el distanciamiento físico, basado en la cortesía mutua y respeto recíproco, siempre en el temor a Dios. Porque es esencial e indispensable, sin excepción, tomar en cuenta a Dios en todas las acciones y actividades del ser humano.
          Esto implica la armonía en el trato amable, cordial y gentil con las demás personas, la equidad y justicia en la relación con el prójimo, la oportunidad y hasta privilegio de la posibilidad de colaborar, compartir, comprender, entender y solidarizarse con quienes están a nuestro alrededor, con una actitud optimista y positiva proyectada al bien común, la coherencia y consistencia de ser fiel y del sentimiento de lealtad a los principios, valores y virtudes de Jesucristo. Afianzar el vínculo con Dios a través de la honestidad, honradez y personalidad intachable, la rectitud en el proceder, el reconocimiento de las propias debilidades, defectos y limitaciones para corregir y perfeccionar en el conocimiento de Dios. Mejorar como persona representa el logro de adquirir, conservar y mantener un equilibrio en la psique, en relación con la mente y el pensamiento, en lo actitudinal, emocional y sentimental. Además se manifiesta en nuestro fondo y forma de externar nuestros comentarios y opiniones, según las creencias y expectativas, en este caso la conciencia y el control van de la mano, para un bienestar integral de la persona, por consiguiente de la colectividad, según el aporte en la medida de lo posible de cada individuo.
          Hay una memoria genética que controla, perpetúa y protege el equilibrio de la existencia humana, relacionado con lo biológico y psicológico. La memoria genética tiene relación con la memoria energética, que tiene su origen para cada ser humano de manera individual, y data desde el comienzo de la creación del séquito celestial y la rebelión de los ángeles caídos. Esta memoria procede con los ángeles indecisos al obedecer a Dios, que nacen en este mundo y dan propósito a la existencia de la humanidad, ya sea al continuar con la indecisión durante la vida de humano o al tomar una decisión con determinación antes de finalizar su período de vida correspondiente. Esto encausa la intencionalidad, objetivos, orientación, metas, motivaciones y propósito del rumbo de cada persona. Lo que llaman la conciencia moral en la intuición del bien, al apropiar e interiorizar en profundidad los pensamientos con un cambio de actitud, emociones y sentimientos íntimos, adheridos y enlazados fuertemente en el corazón y la mente: “Hijo mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos: Porque largura de días, y años de vida Y paz te aumentarán. Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón” (Proverbios 3.1 al 3 – RVR1909).
          El individuo entre más conozca a Dios como Ser Supremo, más consciente será de las razones del propósito de la existencia y el sentido de la vida, tanto en lo decisivo como en lo vital para la preparación de esta vida, en relación con la salvación y vida eterna. Las luchas de poder político y social, el deseo desenfrenado y vehemente por el derroche, despilfarro, enriquecimiento, lucro, lujo, opulencia, usura, vanagloria y vanidad, trae consigo la confusión, desconcierto y desorden del equilibrio de la armonía de convivencia en sociedad. Por otra parte, los abusos, excesos, libertinajes, lujurias y pecado en general, contribuye con el desequilibrio cotidiano de la vida. También la corrupción, injusticia e impunidad de la práctica de la maldad en el mundo, las acciones delictivas y los actos polutivos, debido a la falta generalizada de temor a Dios y de sometimiento a su voluntad divina. El predominio de la ignorancia, indecisión, indiferencia, indignidad, indisciplina e inmadurez, entre otros factores internos que influyen negativamente en la persona, en su armonía y relación con Dios. La sociedad con sentido en Dios Padre, se construye comunitariamente en el aprendizaje de las ideas y sabiduría de Jesucristo, quien fue enviado por el Padre para transmitir la enseñanza y mensaje para una mejor convivencia entre seres humanos.
          En el individuo como es un ser integral, se involucra su conciencia, comprensión y entendimiento, pero también su carácter y personalidad. Por esta razón se insiste que la mayor evidencia de comportamiento y conducta congruente con la voluntad de Dios, es la capacidad de la persona de consagrar y santificar sus actitudes, características, cualidades, destrezas, emociones, habilidades y sentimientos, con el compromiso responsablemente al amor, obediencia y servicio a Dios. Que sea a través de Jesucristo el Hijo de Dios, que se conecten los individuos como un todo o una unidad, tanto espiritual y en lo social. El ser humano en su análisis y estudio del comportamiento y la conducta, establece ciertos códigos y normas morales, acerca de las acciones humanas, costumbres y hábitos relacionadas con el bien y el mal. La ética se define y determina con el análisis, meditación y reflexión del establecimiento de normas de la conducta y comportamiento de la persona en sociedad. Según cada época de la historia se agregan nuevos elementos de la forma de ser y pensamiento humano, artísticos, biológicos, deportivos, científicos, comerciales, culturales, ecológicos, económicos, educativos, financieros, intelectuales, laborales, legislativos, políticos, sociales, tecnológicos y teológicos.
          Esto implica una normalización conscientemente establecida para el bienestar colectivo, aunque cada individuo tiene sus propias normas por costumbre, cultura y tradición, muchas veces según su propia disciplina, educación, higiene, respeto y responsabilidad personal, fomentada desde su crianza y niñez, transmitida por sus cuidadores, encargados o progenitores. La acción y reacción, causa y efecto, que posibilita el análisis y estudio de la ética y sus consecuencias, su definición y determinación, pretenden establecer ciertos principios, valores y virtudes humanas para una mejor convivencia. Sin embargo, el ingrediente principal, en la conceptualización, normalización y practicidad de lo correcto e incorrecto, de saber diferenciar entre el bien y el mal, es el amor, confianza y temor a Dios en todas las acciones, actividades y actos del ser humano. En este sentido es inválido alegar el desconocimiento en Jesucristo, enviado de Dios Padre, o alegar la ausencia o falta de lectura o incomprensión en su palabra, alegar la ceguera por obstinación, porfía, terquedad o testarudez en contra de la voluntad de Dios. ¿Quiénes son los que encubren u ocultan a Jesucristo ante la sociedad en general? ¿Quiénes se avergüenzan o indignan en glorificar, honrar, mencionar y reconocer a Jesucristo ante la sociedad?
          La ética cristiana de ninguna manera es la ética de la religión, sino que son los principios, valores y virtudes de Jesucristo, de manera que no basta con conocerse bien así mismo, sino que es indispensable conocer a Jesucristo, independiente e indiferente de la cultura, sociedad o zona geográfica perteneciente. Jesucristo es el propósito y razón del ser de la humanidad, en un presente apegado a esta vida terrenal, pero consciente de la salvación y vida eterna en lo porvenir, después de esta vida en el mundo y las promesas de la eternidad. Según la comunicación y plan establecido por Dios Padre, este plan requiere un mayor conocimiento de Dios, para entender y comprender eficientemente a plenitud lo concerniente a su finalidad, intención, propósito y proyecto en beneficio del ser humano. En este caso el individuo necesita el mejoramiento personal de saber escuchar, especialmente el sentido fidedigno de la palabra de Dios, sin el orgullo, prepotencia o soberbia, que altera o cambia la esencia original del mensaje de Dios en la comprensión y entendimiento de la persona. Una buena intención y sinceridad es saludable, porque posibilita una sanidad suficiente y congruente con la sana doctrina que es Jesucristo mismo, de manera que se consolide y fusione una iluminación del conocimiento en la persona con la luz del mensaje de Jesucristo.
  1.31 Cambio de mentalidad y sensibilidad espiritual
          En relación con las capacidades o habilidades cognitivas, se involucran procesos de información y mentales acerca del conocimiento. Hemos afirmado la existencia de tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial. Cada uno de estos engloba todos los demás conocimientos existentes afines a su dimensión correspondiente. En nuestro caso el análisis, estudio e investigación es sobre el énfasis de la atención y concentración de la actividad mental enfocada en Jesucristo. En su primera venida Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, á preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14.1 al 3 – RVR1909). En este pasaje Jesucristo promete volver otra vez. En el caso de su segunda venida está la señal de la Edad del Calentamiento Global:
 “El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, Y convocado la tierra desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. De Sión, perfección de hermosura, Ha Dios resplandecido. Vendrá nuestro Dios, y no callará: Fuego consumirá delante de él, Y en derredor suyo habrá tempestad grande. Convocará á los cielos de arriba, Y á la tierra, para juzgar á su pueblo. Juntadme mis santos; Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y denunciarán los cielos su justicia; Porque Dios es el juez (Selah)” (Salmos 50.1 al 6 – RVR1909).
        Se dice que la señal del calentamiento global llegó para quedarse y no hay marcha atrás. La expresión “Fuego consumirá delante de él” mencionada en el pasaje anterior de los Salmos, también se dice en el profeta Joel: “Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto de Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape. Su parecer, como parecer de caballos; y como gente de á caballo correrán. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como fuerte pueblo aparejado para la batalla” (Joel 2.3 al 5 – RVR1909).  También el profeta Isaías realiza una mención similar: “Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que soldará Jehová la quebradura de su pueblo, y curará la llaga de su herida. He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos: su rostro encendido, y grave de sufrir; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume” (Isaías 30.26 al 27 – RVR1909).
          Por lo tanto, conscientes de la presencia del calentamiento global como señal de los tiempos finales, la pregunta es la siguiente: ¿Cuál es la clave para el cambio de mentalidad y sensibilidad espiritual? Pero ¿qué o quién determina esta clave? La clave es la preparación para la segunda venida de Jesucristo. De manera que es la condición de conocimiento que uno tiene sobre el cambio, disposición y mejora, requeridos para recibir a Jesucristo en su segunda venida. Lo que determina es el nivel necesario de preparación preventiva, para la espera o esperanza en la promesa de la segunda venida de Jesucristo. Es un estado de consciencia y ánimo de ser y tener la condición personal suficiente, para encontrarse con el Señor en su segunda venida. Es la certeza y seguridad de la posibilidad de alcanzar y lograr la participación de recibir la transformación corporal, para tener vida eterna con el Señor Jesucristo en su venida. La confianza y convicción de haber realizado o rectificado lo necesario para estar preparado, en el momento adecuado, oportuno y presente, en relación con la segunda venida del Señor Jesucristo. Es imprescindible una excelente forma o manera de ser, en todo lo relacionado a la actitud, carácter y personalidad en general, comparado con el ejemplo y modelo de vida en profundidad en Jesucristo. Además del predominio de una intención optimista y positiva con la mirada puesta en Jesús, como el Maestro y Mentor de nuestras vidas.
          El mayor bien inmaterial y material ofrecido por Dios Padre para beneficio del ser humano, es la posibilidad de gozar la recompensa de estar corporalmente transformados al lado de su Hijo Jesucristo, a partir de su encuentro en la segunda venida del Señor. Este cumplimiento de cuerpo incorruptible para la vida eterna, es la culmine o clímax, de la relación espiritual con Jesucristo en el corazón y la mente de cada uno en la vida presente. Por esta razón cuando muere una persona en la paz de Cristo, se refiere a su condición del ánimo con sosiego y tranquilidad, mayormente del temperamento pacífico moldeado por Jesucristo, preparado con anticipación durante el trayecto de su vida cotidiana, para morir en cualquier momento con la paz y santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Precisamente a estos principios, valores y virtudes heredados por Jesucristo, la mayor de todas es el amor y caridad que son representados por la Persona y la Personalidad de Jesucristo. Esto significa que ante todo Jesucristo es primero: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba” (1 Corintios 3.11 al 13 – RVR1909).
          Por cierto, según mencionamos acerca del calentamiento global, el pasaje mencionado anteriormente se reitera nuevamente la mención del fuego, pero el tema que nos atañe en este análisis es el amor y caridad representados por Jesucristo: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo á ser como metal que resuena, ó címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy. Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve” (1 Corintios 13.1 al 3 – RVR1909). Ahora realicemos una dinámica de parafrasear el pasaje anterior y cambiar la palabra amor o caridad por el nombre de Jesucristo:
1) Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo A JESUCRISTO, vengo á ser como metal que resuena, ó címbalo que retiñe.
2) Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo A JESUCRISTO, nada soy.
3) Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo A JESUCRISTO, de nada me sirve.
          La dinámica anterior es muy interesante para comprender y entender, la explicación de por qué a pesar de repartir todas las posesiones para dar de comer a los empobrecidos, si se hace sin el amor y la caridad, de nada nos sirve. En realidad el amor y la caridad es lo mismo que dar todo lo que tienes para alimentar al más desposeído y necesitado:
  “Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse? Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro comenzó á decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido” (Marcos 10.21 al 28 – RVR1909).
        ¿Cómo comprender y entender toda esta dinámica? Jesús fue notable por su actividad y energía a favor de los más necesitados, entre los empobrecidos, enfermos y los sufridores por la falta del alimento, tanto espiritual como material, sin embargo, habla en contra de quienes no toman en cuenta a Dios en la vida cotidiana, de quienes se afanan y llenan de ansiedad y preocupación, debido a la desconfianza a Dios Padre. Lo mismo de quienes en el otro extremo se aferran al enriquecimiento, ya sea por acumulamiento, ambición, avaricia, codicia, envidia, lucro, opulencia, ostentación y vanidad. Lo que pasa es que según parafraseamos, en este caso el pasaje menciona el amor y caridad en referencia a Jesucristo: “Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve” (1 Corintios 13.3 – RVR1909). El sentido de este mensaje es el siguiente: Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo A JESUCRISTO, de nada me sirve. Esto es semejante a la sociedad que se avergüenza, descarta y desecha a Jesucristo en sus vidas. Aquella sociedad que discrimina y excluye a Jesucristo en su cotidianidad. Uno de nuestros lemas es el siguiente: Mejorar la actitud y la personalidad según el ejemplo y modelo de Jesucristo, nos hace sus discípulos. ¡Enamórate de Jesucristo con toda la pasión! ¡Sin ánimo de lucro ni proselitismo! El cambio de mentalidad y sensibilidad espiritual, es tener a Jesucristo presente en toda circunstancia, lugar y momento, esto implica en todo el espacio y tiempo que abarca nuestras vidas. Significa esto que el propósito y sentido de la vida es vivir en, para y por Jesucristo. Así es, por esto hay que leer en profundidad la palabra de Dios: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios” (Mateo 22.29 – RVR1909).
          El ejemplo y modelo de Jesucristo en la sensibilidad espiritual, incluye la amabilidad, apacibilidad, bondad, compasión, dadivosidad, fraternidad, generosidad, misericordia, solidaridad, ternura, entre otros, además del amor y caridad. Hay un pasaje que describe a Jesucristo en todos estos principios, valores y virtudes: “La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha; No es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; No se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13.4 al 7 – RVR1909). Se insiste que el ejemplo y modelo rechazado por el mundo y la sociedad en general, es el de Jesucristo. En la historia de la humanidad han surgido decenas o cientos de filosofías y teorías, muchas de ellas o sus fundadores, gestores o promotores han prevalecido, especialmente se han vuelto famosas y reconocidas a nivel histórico y mundial. Pero al final se discrimina y excluye a Jesucristo, a quien el mundo no le da el debido reconocimiento, ni por respeto a la voluntad de Dios Padre.
          ¿Hasta qué grado, nivel o punto la humanidad está preparada para la segunda venida de Jesucristo? El distanciamiento por salud social a nivel mundial podría ser la antesala, de adquirir consciencia del respeto y temor a Dios en sociedad, además del reconocimiento del acercamiento al tiempo del fin y la pronta y más evidente e inminente segunda venida de Jesucristo. También reconocer la magnitud social de la discriminación y exclusión que se hace a Jesucristo y a la voluntad de Dios Padre. Esto inevitablemente requiere un cambio de mentalidad y sensibilidad espiritual, volvernos a Dios por la posibilidad de futuras pandemias aún más contagiosas y graves, que atentan un desastre mundial, reforzado por la evolución y mutación de enfermedades afectadas por el calentamiento global. Este volverse a Dios por parte de la sociedad, sería muestra de mansedumbre y humildad para pedir auxilio, ayuda y clemencia en tiempos de crisis mundial. Jesucristo dijo:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños. Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.25 al 30 – RVR1909).
  1.32 Trascendentalismo celestial y la combinación de
intuición - razón
          El trascendentalismo celestial es el amor, caridad y dadivosidad de Dios Padre mediante su Hijo Jesucristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3.16 al 17 – RVR1909). Se identifica el amor y la caridad en la persona y personalidad de Jesucristo. Esto aclara que el amor y la caridad dejan de ser abstractos, para ser concretos y se hacen tangibles con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Es posible precisar sin dejar ningún tipo de duda, los hechos, obra y vivencia histórica de Jesucristo, negar su evidente legado y trayectoria de vida, es renunciar al trascendentalismo celestial y su combinación de intuición – razón. Tener una percepción clara e inmediata del amor y caridad de Jesucristo, como si se tuviera a la vista, es también razonable, según el argumento justificador de la primera venida de Jesucristo, el motivo de su muerte y resurrección. El amor de Dios, a quien ningún ser humano en su condición o naturaleza puede ver, se hace visible mediante Jesucristo.
          El estado natural de la humanidad le imposibilita el trascendentalismo celestial, aunque el ser humano se jacte grandemente por su propia sindéresis, o sea, su capacidad natural para juzgar rectamente. Pero en este aparente juzgar con rectitud hay una invisibilidad de Jesucristo, del amor y caridad que representa y trasciende. En otras palabras, en la limitación humana del conocimiento natural, de ninguna manera aplica el trascendentalismo celestial, sino es por medio de una condición espiritual en el ser humano. En reiteradas ocasiones hemos afirmado la necesidad imprescindible de la etapa de transición de la espiritualidad, como dimensión intermedia entre lo natural y lo celestial. La persona espiritual trasciende a lo celestial cuando supera sus propias construcciones de conceptos y creencias religiosas, que nublan u ofuscan visualizar con plenitud a Cristo, especialmente debido al fraccionamiento cristiano. La multitud de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, afirman poseer la doctrina o enseñanza sana, defienden ser dueños de la verdad absoluta y original, se encasillan en el pensamiento de que son los apologistas de sus iglesias y religiones. Además cada asociación, grupo u organización alega ser la iglesia única y verdadera sobre las demás.
          El trascendentalismo celestial defiende que la prioridad, por encima de todo lo relacionado con lo eclesiástico es Jesucristo. En todo el mundo cristiano, sin distinción de las costumbres, creencias, reglas y tradiciones, la postura del trascendentalismo celestial, es que solamente Jesucristo es el principal y por quien se recibe la salvación y vida eterna. La preeminencia son los méritos de Jesucristo en todo, con base en su amor y caridad, que tanto la ética, intenciones, motivos y vida práctica están enfocados en Jesucristo. El conocimiento espiritual en el ámbito de su respectiva dimensión, incluye todos los conjuntos eclesiásticos formales e informales, sean improvisados u organizados, en clandestinidad, legalizados o reconocidos. Esto de acuerdo a la clasificación de iglesias antiguas, asociadas, autónomas, confederadas, confesionales, conservadoras, federadas, fundamentalistas, independientes, liberales, modernas, postmodernas, primitivas, reveladas o tradicionales. Toda esta agrupación de personas con sus conceptos, costumbres, doctrinas, dogmas, enseñanzas, instrucciones, liturgia, mensajes, normas, protocolos, recomendaciones, ritos y reglamentos, conforman lo que llamamos el conocimiento espiritual. Dentro de este tipo de conocimiento se presenta la posibilidad de trascender al conocimiento celestial. Por ejemplo, sin importar la afiliación congregacional, denominacional, eclesiástica o religiosa a la que se pertenece, se puede cumplir con el trascendentalismo celestial. Esto significa que en todos los grupos cristianos, hay personas sinceras en la obediencia fiel y leal al Señor Jesucristo, para la gloria y honra de Dios Padre.
          Estas personas en la integración y participación de sus propias agrupaciones, como feligreses o miembros permanentes, tienen a Jesucristo en su prioridad de adoración, alabanza y servicio, es el centro de su atención, concentración y enfoque de sus respectivas vidas cotidianas. Para estas personas, Jesucristo es el Maestro y Mentor en su continuo aprendizaje, es la fuente de la enseñanza y mensaje, el ejemplo y modelo de vida, es quien les inspira los principios, valores y virtudes del diario vivir.  A pesar de la diversidad de listas de credos, puntos o temas de fe establecidos en cada una de sus organizaciones, estas personas son practicantes y seguidoras de Jesucristo como sus discípulos genuinos, tienen la preeminencia en el Señor y el respeto a su supremacía. Jesucristo es su camino, verdad y vida, lo consideran como el único mediador entre Dios Padre y cada una de estas personas, que solamente a través de Jesucristo reciben la salvación y la vida eterna. Estas personas sienten que Jesucristo es quien les impulsa a la consagración, paz y santidad. También encuentran en Jesucristo el motivo para el ejercicio del amor, fe, justicia y misericordia. Estas personas son conscientes que en el Señor reciben el perdón de pecados, por su sangre la redención, limpieza y purificación. Por lo tanto, tienen a Jesucristo como la razón de ser de sus existencias, el propósito y sentido de sus vidas. En primer lugar en Jesucristo es que tienen puesta su comprensión, entendimiento y pensamiento. Estas personas se dejan moldear su temperamento mediante Jesucristo, dedican sus actitudes, carácter y personalidad al Señor Jesucristo, disponen todas sus aptitudes, destrezas, emociones, habilidades, hábitos, intelecto y sentimientos al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
          Hay acciones religiosas o sociales, donde se aparenta hacer una obra de Dios, pero en realidad se niega o rechaza la aceptación, autoridad o reconocimiento a Jesucristo: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). El camuflaje y disfraz tiene relación con disimular o una simulación para presentar una apariencia falsa, encubrir con astucia la intención, evadir con desatención el conocimiento exacto, desfigurar, encubrir u ocultar lo real, para restar importancia o aparentar desconocimiento e ignorancia. También es hacer distinto o mezclar un conocimiento para que no se conozca como es realmente. Lo más grave es hacer una representación consciente o inconsciente con fingimiento o imitación fraudulenta de lo que no es en realidad. En el caso del pasaje es sustituir la figura o representación de Jesucristo con actos o actividades aparentemente de Dios, pero que se discrimina, excluye, margina u omite la dedicación y reconocimiento del nombre de Jesucristo: “Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 – RVR1909).
          El trascendentalismo celestial es recurrir a la fuente directa de lo establecido por Dios Padre. Jesucristo cuando dice que gloria no recibe, se refiere a la sociedad en general que vive sin tomar en cuenta su nombre y palabra, a manera de una discriminación y exclusión hacia su persona: “Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su propio nombre, á aquél recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que de sólo Dios viene?” (Juan 5.39 al 44 – RVR1909). El análisis y argumentación acerca de la importancia y relevancia de Jesucristo para nuestra vida en sociedad, conforme a la prudencia y la razón, impone el respeto y reverencia a la determinación de Dios Padre, en lo que atañe a su plan y voluntad. Las personas tienen que atender a las razones y obrar con buen sentido la aceptación del propósito de Jesucristo. Se requiere una ecuanimidad razonable, para tener un ánimo constante y permanente, además de una imparcialidad serena a la hora de ejercer un buen juicio crítico. Precisamente ser críticos en la opinión sobre la ausencia de Jesucristo, nos posibilita juzgar la importancia, necesidad y valor que tiene Cristo, para el rumbo que lleva la sociedad en este mundo, según la evidencia de su ejemplo y modelo de vida relatado como hechos históricos en los evangelios.
  1.33 La concienciación
de la conciencia
          Existe la posibilidad de gozo perpetuo y una paz interior en cada persona, pero los sucesos en torno a la pandemia de virus mundial, alteran una angustia, ansiedad, depresión, estrés, frustración y preocupación generalizada, a falta de una vacuna preventiva o la ausencia de claridad en el tratamiento curativo adecuado. La incertidumbre acerca del futuro carcome la estabilidad anímica, emocional y sentimental en las personas, inclusive a nivel psicosomático, con afectación corporal de origen emocional. En la actualidad se lucha por una pronta y urgente convalecencia a nivel mundial, aunque al parecer el virus denominado Coronavirus COVID-19, llegó para quedarse con la posibilidad de volver a circular por el mundo. Esto es lo que llaman nuevas oleadas mundiales de pandemia en busca de personas vulnerables, especialmente quienes tienen mayores factores de riesgo. La observación generalizada de las personas es que la extensión mundial por el Coronavirus, sus consecuencias en la economía, educación, salubridad, laboral, turismo y social, nunca se había visto en la historia de la humanidad, salvo casos pasados focalizados en ámbitos regionales.
          Debido a la agresividad de este virus, su rápido contagio, esparcimiento o propagación mundial, su gravedad letal, los casos de incubación, portación y contagio asintomático, el aislamiento social, distanciamiento por salud y la complejidad en la atención de los pacientes, agravado por el descalabro económico social y desempleo, se considera que la actitud, mentalidad y pensamiento humano, tiene un antes y un después de este tipo de virus. La humanidad se regirá por la nueva formalidad de ser y vivir, que incide directamente en la norma de comportamiento y conducta. El mundo no será el mismo, porque queda un trauma social por la experiencia o impresión emocional sufrida, más la posible paranoia social, debido al delirio psíquico del surgimiento de futuras oleadas de este virus o de otros nuevos de mayor mortalidad, peligro y resistencia. Esta situación del Coronavirus globalizado, deja un estigma psicosocial sumado al acontecimiento presente del calentamiento global. La Biblia dice:
 “Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada. Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas sujetas fueron á vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza, Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que todas las criaturas gimen á una, y á una están de parto hasta ahora. Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es á saber, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza somos salvos; mas la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿á qué esperarlo? Empero si lo que no vemos esperamos, por paciencia esperamos” (Romanos 8.18 al 25 – RVR1909).
          Esta clase de gemir se caracteriza por ser una expresión auditiva, distinguida con una pronunciación enfatizada en lástima de dolor y sufrimiento. Es un lamento o quejido de un sentimiento interior de gran aflicción. El planeta en sí y toda la humanidad están como en situación de labores de parto, posiblemente en el período final del alumbramiento. Para ser criaturas en condición de hijos celestiales, que con espera y paciencia se obtenga salvación y liberación, con un cambio de naturaleza corporal corruptible a la de hijos de Dios incorruptibles. La concienciación es la acción efectiva de concienciar, o sea, emerger en la persona la consciencia en una determinada realidad, donde la persona se vuelve consciente de un asunto, problema o situación específica, para aumentar su valor de comprensión y entendimiento sobre el mismo. La humanidad y el planeta en general gime a una, porque observa o presiente lo dicho por Jesucristo: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909).
          El amor o caridad de muchos se enfriará o resfriará, por haberse multiplicado la maldad. La Biblia dice: “Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, porque no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, á los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados á los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso” (Santiago 5.8 al 11 – RVR1909). La combinación del Coronavirus COVID-19 con el calentamiento global, en su conjunto forman un acontecimiento mundial nunca antes visto, sin precedentes sino del último tiempo, previo a esta situación el mundo estaba convulsionado revolucionariamente en trastornar con inmoralidad y libertinaje, la normalidad del orden de la vida colectiva y legal. Se cumple el siguiente pasaje bíblico: “Sabiendo primero esto, que en los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3.3 al 4 – RVR1909).
          La enfermedad COVID-19 es solamente un aviso y muestra del caos mundial, que podría ser de mayor desastre, el que se provocaría con el calentamiento global de cierta cantidad de grados superiores a los actuales. En el pasaje anterior la burla acerca de la segunda venida de Jesucristo por parte de escépticos e incrédulos, que ignoran voluntariamente a conveniencia, para amordazar su conciencia de manera que no reciban un conocimiento cierto, completo y verdadero, ni la suficiente justificación racional para creer a Jesucristo, se reitera con la burla acerca de la resurrección de los muertos: “Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia á todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan: Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe á todos con haberle levantado de los muertos. Y así como oyeron de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto otra vez.” (Hechos 17.30 al 32 – RVR1909). La forma adecuada de enfrentar el futuro y afrontar la dificultad, peligro y muerte, es la concientización y disciplina, la preparación en Dios Padre, con respeto y reverencia a su voluntad, su enseñanza y mensaje mediante Jesucristo. Se insiste enfáticamente que Jesucristo no es ninguna religión, por consiguiente ninguna religión es nuestro Señor Jesucristo.
          En Lamentaciones encontramos lo siguiente: “Es por la misericordia de Jehová que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi parte es Jehová, dijo mi alma; por tanto en él esperaré. Bueno es Jehová á los que en él esperan, al alma que le buscare. Bueno es esperar callando en la salud de Jehová” (Lamentaciones 3.22 al 26 – RVR1909). Es oportuno clamar a Dios en todo momento, solicitar fortaleza en oración y la concienciación del Espíritu Santo en nuestras vidas. Pedir a Dios que los recuperados del Coronavirus COVID-19, de ninguna manera queden con algún daño pulmonar de consecuencias posteriores a corto, mediano o largo plazo. Tampoco en ningún otro órgano vital queden repercusiones o secuelas. Que Dios nos ilumine para una mejor preparación del tiempo del fin, que podamos reconocer las señales de los tiempos en Cristo Jesús. Dios nos libre en estas épocas de las manifestaciones con marchas a favor de la discriminación y exclusión de Jesucristo en la vida social, donde se promueve eliminar a Jesucristo de toda institución pública, de las universidades y de la educación en general, en países que se hacen llamar cristianos. Semejante a nivel de naciones de regímenes ateos, inclusive de grupos que quemaron Biblias en señal de protesta. La Biblia dice: “Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo á los que moran en la tierra, y á toda nación y tribu y lengua y pueblo, Diciendo en alta voz: Temed á Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad á aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14.6 al 7 – RVR1909).
          La muerte ronda por las calles y ciudades de este mundo, donde el planeta por completo está vinculado como una sola ciudad o civilización humana. Esta muerte que ronda es invisible, oculta y silenciosa, por ser microscópica, para identificar el foco de microbios en una superficie, se requiere la invención de un tipo de rociador de reacción química que la cambie de color. Dios nos puede ayudar con su energía, fuerza y poder de su Espíritu. La concienciación de la conciencia colectiva o individual es por medio del Espíritu Santo. ¿Qué ocurre en estos tiempos del fin? Jesucristo en relación con la energía, fuerza y poder del Espíritu Santo dice lo siguiente: “Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio: De pecado ciertamente, por cuanto no creen en mí; Y de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo es juzgado” (Juan 16.8 al 11 – RVR1909). Hace alrededor de dos mil años no creyeron en Jesucristo, al día de hoy la sociedad mundial en general se avergüenza, niega y rechaza a Jesucristo. Muchos llamados cristianos siguen su propia religión cultural y social, pocos son los auténticos discípulos de Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida. No se trata de generalizar, pero es necesario para la sociedad recapacitar y reconocer, la práctica y seguimiento a Jesucristo histórico conforme a las Escrituras: “Mas cuando vinieron á Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas: Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua. Y el que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura: Hueso no quebrantaréis de él. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron” (Juan 19.33 al 37 – RVR1909).
          La Escritura Sagrada ya había anunciado y profetizado a Jesucristo histórico:
 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fué menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53.3 al 7 – RVR1909).
          El principal anuncio profético de Cristo fue comparado o relacionado con el cordero de pascua: “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura: porque nuestra pascua, que es Cristo, fué sacrificada por nosotros. Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5.6 al 8 – RVR1909). Este pasaje indica que nuestra pascua es Cristo, así que celebremos a Cristo en nuestras vidas sin malicia ni maldad, sino con sinceridad y verdad. Así dice la palabra de Dios:
 “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre á aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación: Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro ó plata; Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación: Ya ordenado de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos por amor de vosotros, Que por él creéis á Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios. Habiendo purificado vuestra almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos á otros entrañablemente de corazón puro: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1.16 al 23 – RVR1909).
  1.34 La disciplina y obediencia a Dios
          La medida de disciplina y obediencia a Dios en cada persona, es de acuerdo con su propia experiencia y vivencia de acontecimientos o sucesos aleccionadores. A la vez está relacionada con la magnanimidad alcanzada personalmente, o sea, la excelencia moral y elevada espiritualidad de una persona en Jesucristo, quien representa el conocimiento con sentido para el aprendizaje celestial. Hay situaciones que dejan un aprendizaje aleccionador, porque influyen una enseñanza e instrucción de cómo se tiene que actuar u obrar para el comportamiento y la conducta. El corazón y la mente son semejantes a un manual de disciplina personal, que sirve como diario o escrito por una persona sobre su propia vida: “Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros; En el día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme á mi evangelio, por Jesucristo” (Romanos 2.15 al 16 – RVR1909). Es una especie de instructivo, normativo, procedimental y reglamentario del corazón y la mente, que es propio acerca de la manera o modo de hacer y ser en la obediencia y voluntad de Dios: “Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres; Siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3.2 al 3 – RVR1909).
          La historia de la humanidad conserva las ideas generadas por diversos filósofos y pensadores de múltiples épocas y naciones. Estos pensadores por lo general son muy fieles a la disciplina impuesta por sí mismos, como potencialidad del intelecto. Además del esfuerzo empleado en desarrollar, cultivar, esclarecer y dilucidar cada ideal propuesto. Aprovechan la facilidad o habilidad de creatividad, ingenio e innovación para argumentar e interpretar diferentes teorías, inclusive muchas de estas se vuelven ideologías aceptadas y aprobadas mundialmente, según cada postura de pensamiento. Estos idealismos, ya sea por disposición adquirida o natural, posibilitan conveniente y eficientemente ciertas definiciones de estudio, como principio del conocimiento y el ser, basados en la aptitud de la inteligencia para idealizar, presente en cada uno de los autores. Pero en relación con la diferencia de estos creadores de ideales, con la enseñanza y mensaje de Jesucristo, es que ninguno transmite directamente la palabra de Dios, solamente el propio Hijo de Dios tiene un verdadero pensamiento consciente de la fuente o procedencia del conocimiento, así de los principios, valores y virtudes: “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.30 al 31 – RVR1909).
          Jesucristo personalmente testificó lo siguiente: “Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo” (Juan 12.49 al 50 – RVR1909). Jesucristo declara y explica con toda seguridad del conocimiento de la verdad, especialmente al conocer personalmente la causa, fuente, motivo, origen, principio y procedencia de todo lo existente. Este conocimiento de Jesucristo le permite y posibilita ser la autoridad reconocida por Dios Padre, como el Maestro, Mensajero y Mentor para la humanidad. De esto depende llenar nuestra mente del amor y caridad de la disciplina al obedecer a Dios. Inclusive la posibilidad de mentalizar en la toma de consciencia en Jesucristo, su práctica y teoría fundamentada en la palabra enviada directamente de Dios Padre. Por ejemplo, en forma de analogía o comparación simbólica, la Biblia dice: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar dió los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fué hecho juicio de cada uno según sus obras” (Apocalipsis 20.12 al 13 – RVR1909). El libro de cada persona es su propia memoria, mente, pensamientos y recuerdos, de la que dará cuentas a Dios según el resultado de su comportamiento y conducta, conforme a sus acciones, actos y hechos de su vida cotidiana.
          Una mente prodigiosa y sublime es aquella que se logra nivelar a la altura de Jesucristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR1909). El grado de amor y caridad de cada persona varía según cada caso. ¿Cuánto ama cada individuo a Dios y cuál es su beneficio? Esto afecta la disciplina y obediencia a Dios individualmente, porque el amor y caridad es una acción de acercamiento a Dios, en la medida de su incremento así es mayor el conocimiento recíproco, o sea, en ambos sentidos: “Mas si alguno ama á Dios, el tal es conocido de él” (1 Corintios 8.3 – RVR1909). El verdadero amor y caridad se visualiza en Jesucristo, basta conocer sus acciones y hechos históricos, su ejemplo y modelo de vida: “Quien cuando le maldecían no retornaba maldición: cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2.23 – RVR1909). La disciplina y obediencia que tenemos a Dios, está en función de la capacidad y grado de amor, caridad y paz personal: “Sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3.4 – RVR1909). Poseer una característica o cualidad en grado extraordinario es aquella comparable con la de Jesucristo, por ejemplo, la afabilidad tanto en lo que se expresa como en el trato a los demás, la calidad humana de la consecuencia o consistencia entre lo que se dice y se hace: “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos” (Santiago 1.22 – RVR1909).
          Todo esto tiene relación con la disciplina, que es educación, fuerza de voluntad, observancia, subordinación y sujeción en el comportamiento y conducta. En nuestro caso lo referente a la consagración y santidad de la obediencia a Dios: “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad” (Juan 17.17 – RVR1909). Por lo tanto, es necesario que lo académico, intelectual y erudición en general, se combine con las experiencias vivenciales indisolubles del vivir en Cristo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gálatas 2.20 – RVR1909). Abordar con emprendimiento de hambre y sed de conocimiento espiritual y celestial, requiere la iniciativa propia e inagotable de la persistencia autodidáctica y empírica: “Y ninguno eneseñará á su prójimo, Ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, Desde el menor de ellos hasta el mayor. Porque seré propicio á sus injusticias, Y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más” (Hebreos 8.11 al 12 – RVR1909). Esto significa que cada persona en lo individual y mediante Jesucristo, requiere una relación directa y personal con Dios Padre, acciones decididas y firmeza de carácter. La Biblia dice: “No seáis como vuestros padres, a los cuales dieron voces los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos, y de vuestras malas obras: y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová” (Zacarías 1.4 – RVR1909).
          Esta vinculación íntima con nuestro Señor, implica en cada uno disponer en su ser integral, el aspecto más favorable, optimista y positivo, en lo anímico, cotidiano, emocional, habitualidad, intelectual, sensibilidad y sentimental. En los principios, valores y virtudes de índole personal, pero congruentes con el bien común y comunitario, del amor, caridad, comprensión, esperanza, humildad, mansedumbre, respeto, solidaridad y temor a Dios, entre otros que dan origen a los principios, valores y virtudes comunitarias, para la armonía y convivencia en sociedad. ¿Qué relación tiene todo este análisis con la disciplina y obediencia a Dios? Precisamente la disciplina es el acatamiento con constancia y persistencia, de las disposiciones y órdenes de convivencia, bienestar, salud y salvación conforme a la autoridad de Dios. Por esta razón la obediencia a Dios tiene relación con las buenas costumbres, calidad y rigurosidad en el orden de vida espiritual y social, cortesía, educación, salubridad y sanidad. Si se estudia el libro de Génesis desde su inicio se encuentran los principios, valores y virtudes, originados directamente por Dios. El creador de las directrices, o sea, el conjunto de las instrucciones y normas generales para la convivencia, proceden de forma inmediata de Dios. Esto es lo que llamamos los principios, valores y virtudes del amor, compasión, fe, justicia, misericordia, pacificación, perdón, santidad y demás desarrollados en toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis o Revelación. Dios es el fundador de las pautas a seguir para el comportamiento y conducta, o sea, las reglas determinantes para las acciones humanas, por ejemplo, la transmisión oral y posteriormente escrita de las diez reglas generales o diez mandamientos, explicado en los temas acerca del origen de los valores comunitarios, la ley moral como ley comunitaria y Jesús modelo de los valores comunitarios.
  1.35 La sabiduría bíblica comparada con el Coronavirus COVID-19
          La sabiduría bíblica es un conocimiento en profundidad en la Biblia, con la finalidad de influir un buen juicio en la administración y gobierno, tanto colectivo como individual, reflejado en las acciones y hechos personales o sociales. La sabiduría incluye el conocimiento e información que facilita el poder de controlar mejor el bienestar común, el cuidado del medio ambiente y el entorno en general donde se convive, conforme al comportamiento y la conducta del ser humano. Una regla aplicada en el estudio bíblico dice: “Un texto, fuera de contexto, es un pretexto”. Se trata de explicar el texto explícito por bloques, mayormente con el énfasis en la escritura literal, en el sentido exacto de las palabras. El contexto es el texto posterior y previo al texto analizado o texto central en cuestión, porque se analiza el texto continuo como una sola unidad temática. Algunos relacionan el contexto con la época y situación histórica - social cuando se escribe el texto. También se considera como contexto la interpretación realizada por el lector, según su propia cultura, época y domicilio geográfico. Otras personas prefieren leer entre líneas o renglones, o sea, sobreentender para deducir y explicar el sentido, por ejemplo, el texto simbólico requiere de la interpretación, en relación con las figuras y sus significados. Toda la colección o conjunto de cartas y libros bíblicos, comprenden un mismo hilo conductor, con la coherencia y unidad de toda la Escritura Sagrada como un solo texto. En el caso del tema principal de la Biblia el hilo conductor es Jesucristo, el Mesías y Ungido prometido, tanto en relación con la ley y la profecía bíblica.
          Hay quienes afirman la necesidad de comprender y entender el detrás del texto. El autor general es Dios, porque es su palabra, sin embargo, la misma no está exenta o no se exime de un ligero ingrediente de factor humano, debido al aporte propio de las ideas de quien dicta o escribe el texto. Además hay posibilidades de observaciones escritas posteriormente en los márgenes, agregados al texto original por parte de copistas, que copiaban los escritos antes de la invención de la imprenta. Si este fuera el caso, de ninguna manera se desautoriza la totalidad del contenido bíblico, porque dichas observaciones fueron para aclarar o mejorar la comprensión y entendimiento del texto. Al parecer un caso de estos es el siguiente pasaje: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno” (1 Juan 5.7 – RVR1909). Los especialistas tienen un debate acerca de la originalidad de este pasaje en los textos más antiguos. Esto no es motivo de escandalizarse, sino de tomar con calma y tranquilidad, pero en profundidad, el análisis, estudio e investigación de la palabra de Dios. Hay interpretación objetiva, sin parcializarse en el conocimiento individual o personal. También existe la posibilidad de una interpretación subjetiva, relacionada con un conocimiento interno de pensar o sentir del yo: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación; Porque la profecía no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo” (2 Pedro 1.20 al 21 – RVR1909).
          ¿Cuál relación hay entre estos comentarios y el tema en cuestión? El tema de la sabiduría bíblica comparada con el Coronavirus COVID-19, podría tocar la sensibilidad de las personas, con base en pasajes bíblicos dispersos en toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis o Revelación. Este análisis requiere la mención de pasajes o versículos independientes de toda la Biblia, para justificar la causa o motivo del alegato, fundamentar citas bíblicas intercaladas de ejemplo y prueba.
          Debido a la existencia de personas positivas en el Coronavirus COVID-19, pero que no presentan síntomas porque son asintomáticos, entonces se les ingresa en un confinamiento acondicionado especialmente. Este aislamiento social ha sido llamado “El Arca de Noé”. Esta relación tiene las siguientes cuatro semejanzas: la primer semejanza es que Noé se encierra con su familia en el arca para ser salvos: “Los cuales en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es á saber, ocho personas fueron salvas por agua” (1 Pedro 3.20 – RVR1909).
          La segunda semejanza es que el diluvio en tiempos de Noé fue un acontecimiento global en todo el mundo: “Estableceré mi pacto con vosotros, y no fenecerá ya más toda carne con aguas de diluvio; ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta será la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y toda alma viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco pondré en las nubes, el cual será por señal de convenio entre mí y la tierra” (Génesis 9.11 al 13). Después del diluvio el siguiente suceso global es el Coronavirus COVID-19, porque se ha expandido a todos los continentes del mundo, con excepción de la Antártida.
          La tercer semejanza tiene relación con la condición de maldad del ser humano en su nivel más alto: “Y corrompióse la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Y dijo Dios á Noé: El fin de toda carne ha venido delante de mí; porque la tierra está llena de violencia á causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra” (Génesis 6.11 al 13 – RVR1909). En la actualidad se ha corrompido la sociedad en el nivel nunca antes visto, porque el amor a Dios ha muerto en gran parte de la población mundial, se ha perdido el respeto y reverencia pública de obediencia a la voluntad de Dios. Inclusive su mayor símbolo natural de pacto con la humanidad, que es el arco formado en las nubes, como señal de convenio entre Dios y la tierra, se ha utilizado para fines de discriminación, negación y rechazo a la consagración, redención y santificación de Jesucristo.
          En relación con la maldad y el amor de Dios o caridad, Jesucristo dijo que en los tiempos del fin, el amor o caridad de muchos se enfriará o resfriará: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909). Un resfriado implica un proceso inflamatorio de las vías respiratorias de la garganta y nariz, debido a la infección viral. El contagio, propagación o transmisión del Coronavirus es mediante el agua, mayor componente de la saliva. Resulta que hay una promesa de Dios acerca de que la humanidad no volverá a ser destruida con agua: “Cierto ellos ignoran voluntariamente, que los cielos fueron en el tiempo antiguo, y la tierra que por agua y en agua está asentada, por la palabra de Dios; Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua: Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3.5 al 7 – RVR1909).
          Parece ficción o novelesco relacionar las gotitas de saliva, transportadoras del Coronavirus COVID-19, con el tiempo del diluvio cuando fueron salvos por el arca de Noe, pero son pistas que nos dan una idea asociada a lo que está pasando, el mundo no será extinguido por agua sino que se menciona el fuego, más relacionado con el calentamiento global, cambio de clima y choque de todas las placas tectónicas a nivel mundial: “Y el séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una grande voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho es. Entonces fueron hechos relámpagos y voces y truenos; y hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no fué jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Apocalipsis 16.17 al 18 – RVR1909). En todo caso, la situación actual de pandemia, se resuelve a nivel mundial con un tratamiento curativo y una vacuna preventiva, pero la realidad vivida es como una pesadilla, donde hay una angustia y opresión respiratoria por causa de un mal sueño, con mucha preocupación extremadamente intensa. La mayor pesadilla es el incremento del calentamiento global, porque los líderes de este mundo en la administración y gobierno de las naciones principales, priorizan la industrialización masiva como fuentes de trabajo, en apoyo directo al sector laboral y la generación de mayor empleo, pero con la afectación del medio ambiente que perjudica por igual a todos los seres humanos.
          El pasaje anterior del Apocalipsis menciona el aire; este contiene entre sus componentes principales el oxigeno. La consecuencia más grave del Coronavirus COVID-19 es la sofocación y agresividad en los pulmones, inclusive el paciente llega a requerir respiración asistida, la infección microbiana e inflamación manifestada entre otras por la neumonía. En reiteradas ocasiones hemos mencionado que la Biblia tiene figuras y simbología con significado interpretativo, en este caso el Apocalipsis o Revelación está dirigido al Imperio Romano en los primeros siglos de nuestra era cristiana. Otros prefieren hacer una interpretación escatológica en relación con el futuro, del último período de la vida humana. Ningún ser humano tiene la garantía absoluta de determinar, identificar y definir los textos como literales o simbólicos, en este sentido nadie tiene la infalibilidad, salvo los presuntuosos religiosos que se encasillan herméticamente en su propia creencia y opinión, ya sea en contra o a favor de cada tesis. Por ejemplo, la Biblia dice:
 “Y al día siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió á la azotea á orar, cerca de la hora de sexta; Y aconteció que le vino una grande hambre, y quiso comer; pero mientras disponían, sobrevínole un éxtasis; Y vió el cielo abierto, y que descendía un vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado á la tierra; En el cual había de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y reptiles, y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común é inmunda he comido jamás. Y volvió la voz hacia él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Y esto fué hecho por tres veces; y el vaso volvió á ser recogido en el cielo. Y estando Pedro dudando dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron á la puerta” (Hechos 10.9 al 17 – RVR1909).
          Algunos toman el pasaje anterior como literal, otros lo consideran simbólico. Las palabras de Pedro al respecto son las siguientes: “Y como Pedro entró, salió Cornelio á recibirle; y derribándose á sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre. Y hablando con él, entró, y halló á muchos que se habían juntado. Y les dijo: Vosotros sabéis que es abominable á un varón Judío juntarse ó llegarse á extranjero; mas me ha mostrado Dios que á ningún hombre llame común ó inmundo” (Hechos 10.25 al 28 – RVR1909). En esta línea entre lo literal y simbólico, el aire podría representar el espíritu de vida indispensable en todo ser humano para vivir, por consiguiente nuestra total dependencia a Dios: “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente” (Génesis 2.7 – RVR1909). Cada ser humano es responsable de sí mismo, de su dependencia y relación con Dios. El gran temblor de tierra y terremoto tan grande, podría representar las consecuencias del calentamiento global y cambio de clima.
          El ser humano es responsable de sus propias acciones, inclusive la crisis, medidas higiénicas y restricción sanitaria que estamos viviendo. Las situaciones globales, como el diluvio en tiempos del arca de Noé, diluvio histórico del que se menciona y registra en muchas culturas antiguas de la humanidad, la pandemia global del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2, es solamente una alarma o aviso de la gravedad incontrolable que podría pasar, con el posible incremento del calentamiento global. ¿Qué se podrá improvisar de última hora cuando globalmente el mundo se esté quemando? ¿Será esta la idea de enviar un grupo de humanos al planeta Marte para que la humanidad se preserve?
          La cuarta semejanza es la actitud negativa de algunos líderes mundiales, por la falta de formalidad y seriedad de aceptar y enfrentar la pandemia Coronavirus COVID-19. Lo mismo un ejemplo a manera de analogía o comparación del calentamiento global, es la estrategia de desentenderse o la indiferencia que hacen algunos líderes principales o presidentes, a la advertencia o llamado a acatar medidas de protección, semejante al caso omiso, hecho por el Faraón de Egipto en tiempos de Moisés:
“Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir á Israel? Yo no conozco á Jehová, ni tampoco dejaré ir á Israel. Y ellos dijeron: El Dios de los Hebreos nos ha encontrado: iremos, pues, ahora camino de tres días por el desierto, y sacrificaremos á Jehová nuestro Dios; porque no venga sobre nosotros con pestilencia ó con espada. Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su obra? idos á vuestros cargos. Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus cargos. Y mandó Faraón aquel mismo día á los cuadrilleros del pueblo que le tenían á su cargo, y á sus gobernadores, diciendo: De aquí adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja: Y habéis de ponerles la tarea del ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, y por eso levantan la voz diciendo: Vamos y sacrificaremos á nuestro Dios. Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan á palabras de mentira. Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja. Id vosotros, y recoged paja donde la hallareis; que nada se disminuirá de vuestra tarea. Entonces el pueblo se derramó por toda la tierra de Egipto á coger rastrojo en lugar de paja. Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea del día en su día, como cuando se os daba paja. Y azotaban á los capataces de los hijos de Israel, que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?” (Éxodo 5.2 al 14 – RVR1909).  
          En el caso del tipo de reacción del Faraón, Dios permitía que el Faraón endureciera su propio corazón, esto significa que el Faraón tenía su corazón agravado: “Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuch��; como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo á Moisés: El corazón de Faraón esta agravado, que no quiere dejar ir al pueblo” (Éxodo 7.13 al 14 – RVR1909). ¿Qué significa un corazón agravado en quien gobierna? El corazón agravado en un gobernante es oprimir arbitrariamente, con un gobierno, imposición y mandato tiránico, con un afecto y pasión que domina su ánimo de forma abusiva, en su autoridad, fuerza y poder: “Y dile: Jehová el Dios de los Hebreos me ha enviado á ti, diciendo: Deja ir á mi pueblo, para que me sirvan en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oir” (Éxodo 7.16 – RVR1909).
          Por otra parte, el suceso del “heridor” que recorrió las calles o caminos de Egipto, en relación con la décima plaga, también tiene similitud con la actualidad, cuando las familias del pueblo de Israel fueron salvas, con la semejanza de un aislamiento social en sus respectivas casas: “Y Moisés convocó á todos los ancianos de Israel, y díjoles: Sacad, y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadle en la sangre que estará en una jofaina, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en la jofaina; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo á los Egipcios; y como vera la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir” (Éxodo 12.21 al 23 – RVR1909). Al principio el Faraón de Egipto, le resta importancia al aviso de las plagas, igual ahora en el caso del calentamiento global o del Coronavirus COVID-19, algunos presidentes endurecen sus corazones para creer a la advertencia: “¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Mas á Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré. Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice de Faraón: Que para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia, y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Romanos 9.14 al 17 – RVR1909).
        Semejante a la actualidad, Dios en el pasado establece un tipo de aislamiento para evitar alguna propagación de enfermedad: “Y Jehová habló á Moisés, diciendo: Manda á los hijos de Israel que echen del campo á todo leproso, y á todos los que padecen flujo de semen, y á todo contaminado sobre muerto: Así hombres como mujeres echaréis, fuera del campo los echaréis; porque no contaminen el campo de aquellos entre los cuales yo habito” (Números 5.1 al 3 – RVR1909). Esto es muy criticado por las personas que se oponen y resisten la Biblia como autoridad de Dios, alegando que es discriminación y marginación, sin considerar que la ciencia médica o la tecnología de la salud no estaba avanzada, ni existían los antibióticos para bacterias o los antivirales. Máxime cuando se trata de la menstruación de la mujer, lo que no valoran quienes critican, que es debido a un aislamiento social por medidas de higiene o distanciamiento por salud: “Y cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su carne, siete días estará apartada; y cualquiera que tocare en ella, será inmundo hasta la tarde. Y todo aquello sobre que ella se acostare mientras su separación, será inmundo: también todo aquello sobre que se sentare, será inmundo. Y cualquiera que tocare á su cama, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la tarde” (Levíticos 15.19 al 21 – RVR1909). Esta práctica de ninguna manera era para discriminar, marginar u ofender a la mujer, sino para protegerla de la falta de castidad o continencia de los hombres, durante los días de menstruación de la mujer: “Y no llegarás á la mujer en el apartamiento de su inmundicia, para descubrir su desnudez” (Levítico 18.19 – RVR1909).
          Después de las plagas y de la salida del pueblo de Israel de Egipto, Moisés canta lo siguiente (porción de los primeros dos versículos): “Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico á Jehová, y dijeron: Cantaré yo á Jehová, porque se ha magnificado grandemente, Echando en la mar al caballo y al que en él subía. Jehová es mi fortaleza, y mi canción, Y hame sido por salud: Este es mi Dios, y á éste engrandeceré; Dios de mi padre, y á éste ensalzaré” (Éxodo 15.1 al 2 – RVR1909).
          Otro tema semejante de los que pueden resultar sensibles para los lectores, es relacionado con la alimentación. Cada persona come lo que quiera: “Porque uno cree que se ha de comer de todas cosas: otro que es débil, come legumbres” (Romanos 14.2 – RVR1909). Este es el conflicto sin fin entre quienes comen carne y los que son vegetarianos. Pero se recomienda que el animal que se come no haya muerto ahogado, como algunos que matan al animal con estiramiento del pescuezo, en lugar de desangrado: “Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y á nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: Que os abstengáis de cosas sacrificadas á ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15.28 al 29 – RVR1909). En este pasaje también se menciona lo que llaman morcilla, que es sangre cocinada del animal. Además en tiempos antiguos sacrificaban animales a los dioses e ídolos falsos, entonces se recomienda comprar en la carnicería sin preguntar, acerca del motivo de la muerte del animal, ya sea sacrificado a un ídolo o ahogado:
 “Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por causa de la conciencia; Porque del Señor es la tierra y lo que la hinche. Y si algún infiel os llama, y queréis ir, de todo lo que se os pone delante comed, sin preguntar nada por causa de la conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fué sacrificado á los ídolos: no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia: porque del Señor es la tierra y lo que la hinche. La conciencia, digo, no tuya, sino del otro. Pues ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por otra conciencia?” (1 Corintios 10.23 al 29 – RVR1909).
          El punto es el siguiente, hay recomendaciones de salubridad por parte de Dios, porque conoce todos los daños y perjuicios de salud que podría enfrentar el ser humano, por esta razón menciona la prohibición de comer animal ahogado y sangre cocida o cocinada de animal. Pero en tiempos del arca de Noé menciona a los animales limpios o comestibles y a los animales inmundos o de otras funciones en la cadena alimenticia del mismo animal. También en funciones con el hábitat natural o medio ambiente. La Biblia dice al respecto:
 “Y Jehová dijo á Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca porque á ti he visto justo delante de mí en esta generación. De todo animal limpio te tomarás de siete en siete, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, dos, macho y su hembra. También de las aves de los cielos de siete en siete, macho y hembra; para guardar en vida la casta sobre la faz de toda la tierra. Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré toda sustancia que hice de sobre la faz de la tierra. E hizo Noé conforme á todo lo que le mandó Jehová” (Génesis 7.1 al 5 – RVR1909).
          Hay diferencias entre los animales, algunos tienen más bacterias o parásitos entre su organismo, por esta razón hay carnes que tienen que estar muy bien cocidas o cocinadas, por ejemplo, la larva de un gusano intestinal conocida como triquinosis, en animales como el jabalí procedente de la caza en selvas o zonas boscosas. También hay malas referencias del hígado de cerdo domesticado, por causa de cierto virus. Además del resto de su cuerpo mal cocido o mal cocinado. Debido a las hambrunas de las poblaciones mundiales, se ha recurrido a la alimentación de animales silvestres o de otra índole avícola o marítima, pero de ninguna manera se comprende la alimentación por cuestiones de afrodisíaco, para estimular el apetito sexual, como se pretende con las aletas de tiburón y el desecho del resto del cuerpo de tiburón arrojado en los mismos mares y océanos. Tampoco se comprende la alimentación de animales salvajes o silvestres, por la costumbre o tradición de ostentación y alarde de opulencia de platillos costosos y exquisitos. Solamente porque se consideran comidas exóticas o extravagantes. Presumir que se digiere animales de fauna silvestre, solamente por apariencia y capacidad de pago, no tiene sentido porque es insalubre, con daño permanente a la salud. Al parecer es un asunto cultural, pero lo mismo aplica en animales domésticos como el gato y el perro.
          La Biblia recomienda como guía o referencia todo el capítulo 11 de Levítico: “Y habló Jehová á Moisés y á Aarón, diciéndoles: Hablad á los hijos de Israel, diciendo: Estos son los animales que comeréis de todos los animales que están sobre la tierra… Esta es la ley de los animales, y de las aves, y de todo ser viviente que se mueve en las aguas, y de todo animal que anda arrastrando sobre la tierra; Para hacer diferencia entre inmundo y limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer” (Levítico 11.1 al 47 – RVR1909). Lo mismo se explica en Deuteronomio 14.3 al 21. Debido a que estos pasajes son muy extensos solamente mencionamos sus citas bíblicas, tanto en Levítico capítulo 11 como de Deuteronomio capítulo 14, se encuentran las listas completas, de los animales comestibles y de los animales destinados para otras funciones.
  1.36 El Coronavirus COVID-19 es una escalabilidad
de lo natural a lo espiritual
          La enfermedad COVID-19 es una escalabilidad de lo normal del sistema social natural, a la nueva normalización de la moderación del sistema de vida espiritual. El antiguo sistema social normalizado de convivencia, manifiesta un impasse por crisis de confusión ideológica y social, previamente al surgimiento de la pandemia COVID-19, que tanto nos golpea como una sola humanidad, sin ningún tipo de discriminación. Este tipo de virus existe en la naturaleza, pero ocurre lo que llaman un salto entre especies, de contagio entre su huésped original hacia el ser humano. Todo este proceso es natural. En reiteradas lecturas hemos aseverado la existencia de tres dimensiones: natural, espiritual y celestial. Por fin, todo el planeta tiene que convivir con normas comunes, por ejemplo, el aislamiento y distanciamiento físico – social. Inclusive la misma comunicación mediante plataformas sociales requiere mesura, sin el atrevimiento de las personas de agraviar y ofender a los demás, por lo menos o por mínimo temor a Dios, porque nadie está exento del contagio de esta enfermedad y todos necesitamos de Dios para preservar la salud. Este comedimiento de comentarios respetuosos en redes sociales, provee los buenos modales, compostura en la actitud y la cortesía. Ahora la peligrosidad de infección del virus, impone respeto y reverencia ante Dios, contra la altivez, jactancia y prepotencia del ser humano, en sus pretensiones de maltratar y ofender a su prójimo. El quedarse en casa también es una forma de cuidar, respetar y valorar a los demás, excepto la salida por causas impostergables y urgentes de subsistencia.
          La tendencia social en la actualidad es la mejora individual de la actitud, emociones y sentimientos, para beneficio colectivo en el carácter y personalidad de la misma sociedad, sumado a la superación de las adversidades, dificultades, complicaciones, conflicto, pruebas de la vida y tropiezos, especialmente con el surgimiento de la pandemia. La persona que todavía con la situación actual, excluye a Dios de su vocabulario en tiempos de pandemia, tiene su corazón endurecido: “Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado: Porque participantes de Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos” (Hebreos 3.13 al 16 – RVR1909). Mientras hay vida busquemos hoy mismo la voluntad de Dios, dejemos de provocar a Dios con nuestras acciones y actos llenos de blasfemia con la gravedad de la injuria. Se dice que esta pandemia del Coronavirus COVID-19 ha arrodillado a todo el mundo ante Dios, este es el momento de ejercer nuestro poder de decisión con toda firmeza y fuerza enfocados en Dios. La Biblia dice:
 “Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro hacedor. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz, No endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, Como el día de Masa en el desierto; Donde me tentaron vuestros padres, Probáronme, y vieron mi obra. Cuarenta años estuve disgustado con la nación, Y dije: Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto juré en mi furor Que no entrarían en mi reposo” (Salmos 95.6 al 11 – RVR1909).
          El poder de decisión es una capacidad inherente al ser, de tal modo unido a su existencia sin la posibilidad de separar, con la finalidad de posibilitar la toma de elección o escogencia entre diferentes alternativas u opciones. El poder de decisión, está disponible para ser utilizado, pero cuando está inactivo o inerte, entonces es susceptible a la confusión y falta de certeza. Este poder de decisión coexiste con su contrapartida, que es la duda e indecisión a la causa, al ser consecuente y al deber de probidad, en el sentido del accionar o actuar el bien, bondad, honradez, integridad y rectitud de ánimo. Esta duda e indecisión está incorporada en el temperamento, máxime en relación con la obediencia a Dios. Las decisiones de ninguna manera son buenas o malas, sino el resultado de la decisión tiene sus consecuencias favorables o desfavorables, ya sea a corto, mediano o largo plazo. Todo ser humano tiene la voluntad natural de las decisiones cotidianas en su dimensión natural, para la subsistencia necesaria en la convivencia y el diario vivir, sin embargo, el poder de decisión tiene más relación con las decisiones de relevancia trascendental. Estas son las decisiones que atañen a la salvación del pecado y a la recompensa de la vida eterna.
          Este poder de decisión que trasciende en el ser humano, tiene su precedente como resolución anterior en el caso del ángel caído, previo a la existencia de la humanidad. El ángel caído es el que arrastra a otros ángeles a su propia causa, pasa por una prueba como detonante o determinante de su decisión. El resultado es sufrir sus propias consecuencias. Los ángeles arrastrados son influenciables y se dejan doblegar ante el ángel caído, incumplen el principio, valor y principio del respeto, reverencia y sumisión al Creador, aunque Dios si es respetuoso de la decisión de cada una de sus creaciones o criaturas, pero cada quien es responsable de asumir sus propias consecuencias de sus decisiones. El proceso implicado reúne un orden establecido, entre la solvencia intrínseca de los principios, valores y virtudes arraigados, seguido del momento de la prueba para comprobar o verificar la consistencia o solidez de dicha solvencia intrínseca, para finalizar en el poder de decisión de la toma de elección o escogencia entre diferentes alternativas u opciones, con la preeminencia de la conservación y mantenimiento de los principios, valores y virtudes. El propósito de la creación es servir de prueba. La Biblia dice: “¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, Y que pongas sobre él tu corazón, Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes?” (Job 7.17 al 18 – RVR1909).
          La creación fue creada sin daño y sin imperfección, así como el Creador es Perfecto, pero toda criatura fue creada con la capacidad del poder de decisión. Nunca la creación tuvo defecto, sino que los ángeles hacen uso de su facultad y toman su propia decisión. La consecuencia o resultado de esta decisión es lo que calificamos o definimos como adversidad, rebeldía u oposición. También encontramos el resultado de los seres celestial, que según su poder de decisión se mantienen fieles y leales al Creador. La prueba es el detonante y motor del poder de decisión: “Jehová en el templo de su santidad: La silla de Jehová está en el cielo: Sus ojos ven, sus párpados examinan á los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; Empero al malo y al que ama la violencia, su alma aborrece. Sobre los malos lloverá lazos; Fuego y azufre, con vientos de torbellinos, será la porción del cáliz de ellos. Porque el justo Jehová ama la justicia: Al recto mirará su rostro” (Salmos 11.4 al 7 – RVR1909). La prueba hace evidente y patente lo auténtico, genuino y verdadero, porque muestra y sobresale lo mejor o peor de cada persona. Además se manifiesta en la firmeza o solidez de la actitud, carácter y personalidad.
          El poder de decisión coexiste con el libre albedrío, ambos tienen relación con el término arbitrio o facultad de decidir o resolver para determinar una sentencia, con el debido conocimiento de causa. Esto se confunde muchas veces con el concepto y significado de la voluntad natural, que es la resolución de la intención personal, para elegir entre una o varias opciones. El libre albedrío está más relacionado con la justicia y el juez designado para resolver una duda, en términos espirituales y celestiales atañe a las cuestiones de salvación y vida eterna. Hasta aquí, hemos mencionado las expresiones libre albedrío, poder de decisión y voluntad natural, pero sumemos otras similares, la libertad de realizar las acciones o actuaciones con responsabilidad, y el libertinaje del desenfreno en la conducta. Así formamos una lista de palabras semejantes o que se relacionan entre sí, a saber, libertad, libertinaje, libre albedrío, poder de decisión y voluntad natural. El análisis se vuelve más complejo con la inclusión del texto de Salmos 58, donde surge la pregunta: ¿El ser humano nace o se hace malvado? Será acaso que hay personas predestinadas desde su nacimiento para la maldad. Nuestra posición y análisis en otras lecturas, se afirma que de ninguna manera se nace como portador del bien o del mal, o sea, nadie desde que nace es bueno o es malo, sin haber demostrado la toma de decisiones, por consiguiente el resultado de la consecuencia de su decisión. En Salmos 58 se menciona lo siguiente (el subrayado es nuestro):
 “Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres? Antes con el corazón obráis iniquidades: Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra. Enajenáronse los impíos desde la matriz; Descarriáronse desde el vientre, hablando mentira. Veneno tienen semejante al veneno de la serpiente: Son como áspide sordo que cierra su oído; Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador sea. Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas: Quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos. Corránse como aguas que se van de suyo: En entesando sus saetas, luego sean hechas pedazos. Pasen ellos como el caracol que se deslíe: Como el abortivo de mujer, no vean el sol. Antes que vuestras ollas sientan las espinas, Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad. Alegraráse el justo cuando viere la venganza: Sus pies lavará en la sangre del impío. Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay fruto para el justo; Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra” (Salmos 58.1 al 11 – RVR1909).
          En Salmos 58 abunda el uso de simbología. También en muchas ocasiones hemos afirmado la insistente práctica bíblica de utilizar figuras literarias, símbolos y significados, que son claves o llaves para abrir la comprensión y el entendimiento. En el caso de enajenar es aturdir e interrumpir la quietud con la alteración del uso de la razón o de los sentidos. Descarriar es apartar del camino o de la conducta conveniente del deber. En ambos casos el ejemplo muestra la influencia externa del engaño y mentira, que por consiguiente perjudica al afectado. Tanto la matriz como el vientre, integran la fuente materna, con todo el proceso generador principal de la formación, desde el cigoto hasta el embrión, que luego pasa a denominarse feto. En estas condiciones de cigoto, embrión y feto, de ninguna manera hay impiedad. Lo mismo en las etapas siguientes de neonato al recién nacido, del período de lactancia en los bebés, infancia y niñez, antes de la etapa pre-juvenil. La impiedad surge desde la juventud (el subrayado es nuestro):
  “Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca. Y edificó Noé un altar á Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. Y percibió Jehová olor de suavidad; y dijo Jehová en su corazón: No tornaré más á maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud: ni volveré más á destruir todo viviente, como he hecho. Todavía serán todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el frío y calor, verano é invierno, y día y noche, no cesarán” (Génesis 8.19 al 22 – RVR1909).
          La impiedad es la ausencia de amor y respeto a lo sagrado, además de la carencia de sentimiento hacia el que padece o sufre desgracia. Esto es más posible en la condición cercana a la juventud, porque el intento del corazón del humano tiende a la maldad. Algunos consideran la existencia de un pecado original, pero si fuera así sería la indecisión de los ángeles que no tomaron partido, o sea, aquellos que no fueron arrastrados por el ángel caído, ni se mantuvieron fieles y leales a su Creador, sino que dudaron y vacilaron en la firmeza de obediencia y sujeción a Dios. Este tipo de indecisión ante Dios se manifiesta de forma generalizada en toda la humanidad actual, evidente en el comportamiento y conducta de las personas, salvo la excepción de ciertas minorías decididas a seguir fieles y leales a Jesucristo, quienes renunciaron a su propio libre albedrío para aceptar y reconocer como suyos el libre albedrío de Jesucristo, que dice a la humanidad (gentes): “Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?” (Lucas 12.54 al 56 - RVR1909).
          Buscar, encontrar y observar, las explicaciones que ofrecen respuesta, a la causa, motivo, propósito o razón de esta pesadilla pandémica, es utilizar las herramientas o instrumentos espirituales de los anteojos y lupa de Jesucristo. Por cierto, en su misión y visión celestial, Jesucristo renuncia también a hacer su propia voluntad, para ejercer solamente la voluntad de Dios Padre: “Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron. Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y le apareció un ángel del cielo confortándole. Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22.39 al 44 – RVR1909). Este es el libre albedrío de Jesucristo, renunciar a su propia determinación del albedrío para hacer solo la voluntad de Dios Padre. En el caso de la enseñanza y mensaje del evangelio transmitido directamente por Jesucristo, de ninguna manera es ideología, porque nunca fue las ideas propias de Jesucristo, sino que es la doctrina de instrucciones y procedimientos establecidos por Dios Padre.
          Este tipo de enseñanza se compone de principios, valores y virtudes demostrados por Jesucristo con el ejemplo y modelo de vida cotidiana. Jesucristo menciona lo siguiente: “Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios. Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, porque no crean y se salven. Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan. Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto. Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia” (Lucas 8.10 al 15 - RVR1909). En el transcurso del año 2019 y principios del 2020, se degeneró en demasía la sociedad contra los principios, valores y virtudes de Jesucristo, inclusive se realizaron manifestaciones y marchas, donde se deshonran símbolos de Dios Padre, el apoyo a las ideologías de muerte, la quema o rompimiento de Biblias, con las exigencias de excluir a Dios y de repudiar a Jesucristo con la corrupción y depravación. Ahora el aislamiento social y el distanciamiento por salud, posibilita la moderación y respeto de estas aglomeraciones y tumultos irreverentes.
          Jesucristo fue muy claro, sin preocupación por la susceptibilidad de quienes penden su salvación y vida eterna. En su mensaje y palabra con autoridad, nunca titubea en dar a conocer el camino, en hacer saber la verdad y mostrar lo que realmente es vida. Hoy, el Coronavirus COVID-19 es el que domina por las calles y las ciudades. Dios ha impuesto su respeto y reverencia en todo el medio ambiente y la naturaleza en general. La restauración ecológica en el transcurso de esta pandemia, deja en evidencia y demuestra, que el mismo ser humano es el responsable del calentamiento global. Si el Coronavirus COVID-19 llega a ser como el virus del VIH/SIDA, que en cuarenta años todavía está sin tratamiento curativo o vacuna preventiva, tendremos que moderar nuestras vidas ante Dios por los próximos años. La sociedad en general de nuestros tiempos, que ha discriminado con su diario vivir y negado en su vocabulario, la dedicación, reconocimiento y santidad a nuestro Señor Jesucristo, entonces, tarde o temprano por la experiencia propia de las naciones, se comprueba y reafirma la existencia de los tiempos del fin. Por causa de la pandemia del Coronavirus COVID-19 se logra cautivar la atención mundial, para que surja un mayor interés hacia la vida espiritual y no tan solo apegada a lo pecaminoso y terrenal. Por medio del tiempo se logra confirmar si el ser humano con un cambio de normalización de vida, mejora el calentamiento global y cambio climático, para preservación del hábitat planetario, de lo contrario en lugar de una escalabilidad de lo normal del sistema social natural, a la nueva normalidad de la moderación del sistema de vida espiritual, vendrá la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo como un acontecimiento final de la escalabilidad del sistema espiritual al sistema de vida celestial.
  1.37 El Coronavirus
COVID-19 y el manejo
de conflictos
          El Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2 afecta la forma de vida e interacción social, por consiguiente la calidad y estilo de vida. Hay una controversia urgente y el inevitable manejo de conflictos entre la polaridad económica y de salubridad. La agresividad de este virus es su capacitad de camuflar y engañar con su estrategia asintomática, además del incremento de afectación con nuevos síntomas. Al parecer pueden surgir nuevos brotes desde lo interior de cada nación, al estilo del legendario “Caballo de Troya”, de forma camuflada, silenciosa y tomando por sorpresa a los habitantes. No existen fronteras ni muros que detengan la propagación del virus. Se dice que la nueva realidad mundial nos obliga a coexistir con el virus, además de la posibilidad de utilizar en cada temporada pandémica, las caretas transparentes conocidas como las pantallas faciales, cubrebocas o su combinación de por vida. Se requiere una mayor conciencia de aprecio a la salud y la vida a nivel global, sumado a la creciente necesidad de bancos de alimentos gratuitos en todo el mundo. La nueva cultura global es la educación y fomento del compartir y donar. Ahora es más consecuente e imprescindible la práctica del altruismo y la filantropía para ayudar a los necesitados. La pandemia global del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2, posiblemente se podría conservar por siempre como virus estacional, en el sentido de reaparecer cada año y provocar nuevas oleadas de circulación por el mundo, máxime con la migración laboral, turismo internacional y viajes por asuntos de negocios propios o trabajo asalariado, que son inevitables para la economía mundial. Además de los transportistas de alimentos, insumos, materias primas, mercancías y mobiliario en general, indispensables para la generación de comercio y empleo de cada nación.
          El manejo de conflictos tiene relación con la capacidad de concertar o llegar a un acuerdo, donde se requiere la implementación de la administración, conducción y dirección en los desacuerdos entre personas. En el caso del manejo de conflictos a nivel social, implica una adaptación, ajuste o cambios, según las circunstancias, controversias y urgencias del momento, a través de las decisiones y medidas para bienestar y satisfacción del colectivo. Esto exige el control necesario frente a las amenazas del desempleo, catástrofes naturales, económicas de empobrecimiento, enfermedades sanitarias, escases alimentaria, falta de oportunidades educativas, seguridad ciudadana y social, entre otras que desafían el bienestar o vida de los involucrados. El mando encabezado para el manejo de conflictos, es la autoridad mediadora, poder convincente y expedito, o sea, pronto en la actuación y directriz consensuada entre sus integrantes. Prevalece el afecto, certeza, claridad, compromiso, comunicación, conciliación, condescendencia, confianza, cortesía, deferencia, diplomacia, equilibrio, experticia, formalidad, ingenio, integración, madurez, optimismo, persuasión, profesionalidad, razonabilidad, responsabilidad, seguridad, sensibilidad, seriedad y transparencia. También la flexibilidad, siempre y cuando sea sin temeridad. Además de una transmisión de la información confiable, creíble y veraz, búsqueda de la aptitud y compatibilidad de unir criterios. En un conflicto pueden intervenir las emociones, sentimientos y percepciones personales o entre personas, dentro de un grupo o entre grupos sociales, a lo interno de una nación o entre naciones.
          El conflicto surge por la diferencia de análisis, opinión y pensamiento propio o en relación con los demás. Hay una diversidad de grados de conflictos y resoluciones según cada caso, pero en todos es indispensable su manejo con madurez y negociación, de la manera más efectiva y satisfactoria posible. El manejo de conflictos se hace indispensable para el diario vivir, porque la nueva normalidad de vida mundial, requiere el aislamiento y distanciamiento físico – social, de lo contrario si no hay un debido manejo de conflictos, estadísticamente el porcentaje de mortalidad oscila entre el cinco y el siete por ciento de la cantidad de contagios, excepto se cumpla responsablemente con las medidas sanitarias. ¿A cuál costo o precio de cantidad de vidas se pretende con el contagio colectivo provocado para la inmunidad de los habitantes? Aquí es donde se insiste en la importancia para los hábitos de la vida cotidiana, la disciplina de la personalidad, que abarcan el carácter y el temperamento. Se incluye las características de la idiosincrasia individual y social, para cumplir con las normas y protocolos sanitarios del aislamiento, distanciamiento y las buenas prácticas higiénicas. Además del sistema de principios, valores y virtudes determinantes para la calidad, estilo de vida saludable e interacción social sana. La influencia beneficiosa que se hace o se recibe, es bidireccional entre la colectividad, el individuo y viceversa.
          La preparación para enfrentar las pandemias como la enfermedad COVID-19, incluye el área psicosocial en relación al comportamiento y la conducta, pero el componente psicológico del efecto de la pandemia, podría afectar en el individuo, la aflicción, angustia, ansiedad, claustrofobia, depresión, desánimo, desesperación, desmotivación, desmoralización, estrés, irritabilidad, miedo, temor, tensión, tristeza y violencia. La gobernabilidad del distanciamiento físico – social impone un crecimiento y fortalecimiento de la vida espiritual, la práctica del amor y el bien común: “Mas el que tuviere bienes de este mundo, y viere á su hermano tener necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad” (1 Juan 3.17 al 18 – RVR1909). Todo ser humano con ingresos fijos consolidados, puede compartir voluntariamente el tributo a Dios o diezmo solidario, para beneficio directo de quienes están a su alrededor, sin ningún tipo de ingreso de subsistencia. Este sistema posibilita un flujo directo de ayuda permanente entre el que tiene y el que no tiene nada, ya sean amistades, compañeros de estudio o trabajo, conocidos, familiares o vecinos. La nueva formalidad de vida con sus respectivos requisitos, que se han de ejecutar y observar responsablemente, posibilitan un aumento de la aceptación, amabilidad, austeridad, caridad, colaboración, compasión, consenso, cooperación, esperanza, generosidad, gratitud, humildad, modestia, misericordia, paciencia, pacificación, piedad, sencillez, solidaridad y voluntariedad.
          Los valores comunitarios tienen su origen en Dios, como lo hemos demostrado bíblicamente en otras lecturas. La Biblia dice: “Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2.14 al 18 – RVR1909). Hay un debate acerca de la causa u origen de la imperante necesidad social de control y respeto total. Los acontecimientos sociales previos a la pandemia, manifiestan una anarquía y descontrol social, donde se requería una intervención divina. El conflicto humano contra la pandemia, posibilita en la humanidad un despertar de acercamiento hacia Dios. El enfoque de la accesibilidad, atención, cohesión, motivación, sentimientos, esfuerzo y unión con Dios Padre a través de su Hijo. Es hora de volver la vista hacia la sabiduría de Jesucristo el designado de Dios para el bienestar humano:
 “¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría. Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz” (Santiago 3.13 al 18 – RVR1909).
          El surgimiento de tipos de cepas con diferentes resistencias, requerirán nuevos tratamientos curativos y vacunas preventivas. Máxime la posibilidad de nuevas cepas o mutaciones de mayor peligrosidad. El manejo de conflictos en la apertura de la normalidad o según se le llama la desescalada, trae el debate de la preservación de la vida, entre la prioridad en la economía para la adquisición alimentaria y de servicios vitales, o la salud para evitar la enfermedad. Además entre el estilo de vida social antigua o la nueva moderación de vida espiritual, sin aglomeraciones festivas y de entretenimiento multitudinario. Lo que no es urgentemente necesario e impostergable para la subsistencia. Aunque la curva de contagio se aplane o baje, la cantidad de personas expuestas al virus, es mínimo en comparación a la totalidad de la población en cada país. Esto significa que tarde o temprano, habrá personas que por primera vez se exponen al contagio, con la posibilidad de nuevas oleadas que circulen en la interacción entre personas. Se vuelve un círculo vicioso interminable, en un tiempo indefinido y de contagio exponencial. Toda esta situación conmueve el corazón del ser humano hacia la oración, reflexión y súplica, mientras que otros han incrementado el delinquir con maldad y violencia, en claro desafío e irreverencia ante Dios. En cierta ocasión en el pasado dijo Dios lo siguiente: “Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare á la langosta que consuma la tierra, ó si enviare pestilencia á mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, á la oración en este lugar” (2 Crónicas 7.13 al 15 – RVR1909).
          Es común en la dimensión natural una reacción secular del mundo con omisión de lo espiritual, por ejemplo, las expresiones ¡saldremos adelante!, ¡todo pasa! Mientras tanto en la dimensión espiritual las mismas expresiones son las siguientes: ¡saldremos adelante si Dios quiere o si Dios lo permite!, ¡todo pasa si Dios quiere o si Dios lo permite! La Biblia dice: “Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él. Mas no en todos hay esta ciencia: porque algunos con conciencia del ídolo hasta aquí, comen como sacrificado á ídolos; y su conciencia, siendo flaca, es contaminada” (1 Corintios 8.5 al 7 – RVR1909). Es un asunto de conciencia, el Coronavirus COVID-19 es consecuencia de nuestras acciones y decisiones, especialmente la exclusión de aceptación, dedicación y reconocimiento a Jesucristo, según los especialistas en escatología debido al tiempo del fin. Al respecto hay abundancia de intérpretes, tanto de la ley como de la profecía. En nuestro caso resumimos como acontecimiento global la Edad del Calentamiento Global, seguido de la segunda venida de Jesucristo. Algunos inclusive científicos prominentes e investigadores, alegan que el Coronavirus COVID-19 es respuesta al mismo calentamiento global y al cambio climático.
          Las siguientes palabras de Jesucristo se cumplen fielmente y finalmente mediante el Internet: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.14 – RVR1909). Ya tenemos el calentamiento global inevitable, en relación con el aumento de la industrialización para dar abasto a la creciente sobrepoblación, la afectación de los procesos naturales del agua, el deshielo en las regiones frías y periféricas glaciares, la falta de agua potable indispensables para el lavado necesario contra la pandemia COVID-19, las consecuencias de la afectación en el proceso planetario de polinización, el cambio climático, la contaminación ambiental, la deforestación y efecto invernadero. Ahora el auge del poder del Internet, como medio de subsistencia para el comercio en línea, educación virtual, gestiones y trámites bancarios, pago de servicios públicos, redes de comunicaciones, reuniones laborales, telemedicina y teletrabajo, televisión y videoconferencias. Toda esta importancia del Internet, sin importar el dispositivo utilizado, sean celulares, computación fija, portátil o tabletas, móviles, pantallas o satelitales, preparan el camino final iniciado por la radio y televisión tradicional, en la predicación de Jesucristo en todo el mundo, entonces vendrá el fin en su segunda venida y todo ojo le verá: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Apocalipsis 1.7 – RVR1909).
          Mantenemos cierta cautela o reserva de interpretación, cuando algunos asocian una gran tribulación con una hambruna mundial: “Porque habrá entonces grande aflicción, cual no fué desde el principio del mundo hasta ahora, ni será. Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24.21 al 22 – RVR1909). La hambruna y otros acontecimientos mencionados por Jesucristo, los indica como principios de dolores: “Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas, principio de dolores” (Mateo 24.6 al 8 – RVR1909). En nuestro caso según el contexto vivido o situación contemporánea, preferimos las siguientes expresiones: ¡saldremos adelante porque en Jesucristo confiamos!, ¡todo pasa porque en Jesucristo confiamos! Esta expresión está más acorde en alusión a la segunda venida de Jesucristo, para el cumplimiento de la trascendencia de la dimensión espiritual a la dimensión celestial. En este caso, referente al tiempo del fin, la segunda venida de Jesucristo es el acontecimiento identificado como el fin, o sea, cuando se dice el tiempo del fin se refiere al tiempo de la segunda venida de Jesucristo, quien viene a cambiar y solucionar el sistema de vida con la resurrección y transformación a cuerpo celestial: “Mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado” (1 Corintios 13.10 – RVR1909).
          Los tiempos actuales obligan una nueva comprensión de la Biblia en la Edad del Calentamiento Global, esta es la época que nos corresponde vivir, nuestro énfasis es Jesucristo como el centro de la ley y de la profecía. Evadir nuestro compromiso y responsabilidad con Cristo es tener un síndrome del avestruz, como figura alegórica de ignorar y actuar con indiferencia a las señales en torno a la segunda venida de Jesucristo. No debemos, en el buen sentido del “deber”, esconder la cabeza como se dice simbólicamente del avestruz, para invisibilidad de la acción y exclusión del enfoque de la fe en Jesucristo. Todo lo contrario, hay que incluir y visibilizar a Cristo en la sociedad civil. La mayor figura pública que ha visto nacer la historia de la humanidad es Jesucristo, como mensajero y representante de Dios Padre el Creador. Esconder, ocultar o rehuir nuestro compromiso y responsabilidad con Cristo, es negar al Salvador designado por Dios Padre, como el enviado, mensajero y vocero de su palabra divina, es excluir al Padre mismo que le da la autoridad a su Hijo. Las excusas o pretextos sobrenaturales de noticia mundial, de ninguna manera justifican los distractores o ruido para distorsionar nuestro deber hacia Jesucristo.
          Toda la descripción en el párrafo anterior, tiene relación con la negación de los conflictos, donde se tiene absoluta dependencia a la intervención de ayuda de Dios, por consiguiente se requiere una habilidad espiritual, para el manejo de conflictos y enfrentar la crisis cotidiana, de la gravedad pandémica. La tendencia actual en la sociedad es desasociar la relación entre espiritualidad y religión. La religiosidad del fanatismo, odio y rivalidad religiosa, denigra y desprestigia la verdadera religión de amar al necesitado, ayudar y proveer para el huérfano, la viuda, el hacer el bien y el evitar el mal: “Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1.26 al 27 – RVR1909). El manejo de conflictos entre lo espiritual, religioso y secular, establece a Cristo como iglesia en lugar de religión, o sea, Cristo es iglesia pero no es religión. La iglesia es la unidad de fe en Cristo, la iglesia tiene como vínculo común a Cristo, el bien común de la iglesia es Cristo. La iglesia sigue obediente a Cristo, los religiosos defienden y siguen fieles a su propia religión.
          La iglesia que es Cristo está inmersa en el fraccionamiento cristiano, en otras palabras, Cristo es el mismo para todas las comunidades cristianas, congregaciones, denominaciones, iglesias asociadas, iglesias clandestinas, estatales o legalizadas, iglesias formales e informales, iglesias institucionales, iglesias no tradicionales y tradicionales y religiones cristianas. El ingrediente de la religión es humano, el ingrediente de la iglesia es Cristo. La religión se rige por sus propias normas y reglas, la iglesia se rige por los principios, valores y virtudes de Cristo. La doctrina de la religión la establecen sus líderes y concilios religiosos, la doctrina de Jesucristo es la palabra directa y voluntad de Dios Padre: “Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos” (Efesios 1.21 al 23 – RVR1909). Si existe un nivel más elevado de espiritualidad, el mismo es directamente la relación auténtica y personal con Jesucristo. La pandemia global del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2 vino a quitar la religión a todo el mundo. La religión se puede ejercer sin Cristo, la iglesia se practica solo mediante Cristo.
          La iglesia de ninguna manera es el edificio terrenal, la iglesia es el conjunto de practicantes y seguidores del ejemplo y modelo de vida de Cristo: “… así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo,... así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella, Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5.23 al 27 – RVR1909). Los templos y edificaciones eclesiásticas quedaron cerrados, ya sea voluntariamente o por órdenes sanitarias, inclusive en algunos casos clausuradas por mandato estatal, gubernamental o municipal. Mientras tanto en los comunitarios, congregantes, creyentes, integrantes y feligreses se fortalece y refuerza el sentido común y propósito de la vida en Cristo. Rebajar a Jesucristo a nivel de la religión, es igualar su preeminencia y trascendencia a cualquier tipo de religión. Esto es contraproducente a lo determinado y establecido por Dios Padre, contrario a su designio y voluntad. Jesucristo es exclusivo y único para todo ser humano.
          Una simbología es el uso del cubrebocas generalizado en la mayoría de naciones a nivel mundial, tiene una representación de figura alegórica ante Dios, simboliza el respeto y reverencia ante la voluntad de Dios, especialmente en la aceptación, dedicación y reconocimiento de Jesucristo como la autoridad delegada por Dios Padre. Es tiempo de reformular y repensar nuestro comportamiento y conducta ante la voluntad celestial. La Biblia dice que calle delante de él toda la tierra:
 “Mas Jehová está en su santo templo: calle delante de él toda la tierra. Oración de Habacuc profeta, sobre Sigionoth. Oh Jehová, oído he tu palabra, y temí: Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán, Y el Santo del monte de Parán. (Selah.) Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fué como la luz; Rayos brillantes salían de su mano; Y allí estaba escondida su fortaleza. Delante de su rostro iba mortandad, Y á sus pies salían carbones encendidos. Paróse, y midió la tierra: Miró, é hizo temblar las gentes; Y los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron á él. Sus caminos son eternos. He visto las tiendas de Cushán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron. ¿Airóse Jehová contra los ríos? ¿Contra los ríos fué tu enojo? ¿Tu ira contra la mar, Cuando subiste sobre tus caballos, Y sobre tus carros de salud?” (Habacuc 2.20 al 3.8 – RVR1909).
  1.38 Buscando la libertad en Jesucristo en los últimos tiempos
          En estos tiempos de pandemia vivimos la Época del Imperativo Moral que apunta urgentemente hacia una “Cristocracia”, en el sentido de la autoridad, control o sistema de Cristo en nuestras vidas, especialmente en relación con los principios del reino de los cielos o reino de Dios entre nosotros. Esto representa la transformación social a los principios, valores y virtudes de Jesucristo, quien representa el amor y justicia divina. Ninguno se equivoque, porque según la determinación de Dios Padre el centro de todo lo creado es Jesucristo. Dios ostenta el atributo y la autoridad de Creador y Supremo, aunque culturalmente algunos traten de negar su existencia y potestad, especialmente cuando se niegan los méritos de su Hijo. La verdadera apología o defensa es la que se hace para alabanza, exaltación y honra de Jesucristo. La sociedad por lo general vive solamente como habituada a este mundo, sin dar importancia a la vida venidera, acerca de la vida eterna para el servicio a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo. Hemos abandonado la verdadera libertad de amistad, confianza e intimidad con Jesucristo, pero ahora con la nueva normalidad social, prevalece el amor y el bien común promovido por Cristo. Su ejemplo y modelo de vida, demuestran que el Señor es nuestra gloria y digno de toda honra. Lo mejor que le puede pasar a un ser humano en este mundo, es llegar a ser amigo de Jesucristo, en su relación íntima y personal: “Este es mi mandamiento: Que os améis los unos á los otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho notorias” (Juan 15.12 al 15 – RVR1909).
          La amistad sí existe con Jesucristo, así como Abraham se hizo amigo de Dios: “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fué justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció á su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fué perfecta por las obras? Y fué cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó á Dios, y le fué imputado á justicia, y fué llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2.20 al 24 – RVR1909). Abraham es probado en su auténtica amistad con Dios, su confianza y seguridad en el amor y fe a Dios es confirmada. La fe se actúa y de ninguna manera es ciega, se piensa y se reflexiona, se perfecciona en Abraham mediante su demostración por las obras resultantes de la fe. Pero esta amistad de la fe de Abraham nunca será la misma amistad del mundo. La Biblia dice: “Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4- RVR1909). Según este análisis, ¿cuál es la relación actual de amistad, entre la sociedad mundial con Jesucristo? Máxime cuando Jesucristo mismo dice que él era desde antes de Abraham, por lo tanto, hace mención de su preexistencia: “Díjoles Jesús: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8.58 – RVR1909). ¿Cuál es la observación del mundo contemporáneo a Jesucristo? La Biblia dice: “Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?” (Marcos 1.27 – RVR1909).
          Entonces, ¿cuál es la relación actual del mundo con Jesucristo? La Biblia dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.1 al 2 – RVR1909). Queda demostrado con la evidencia de la enfermedad COVID-19, que la dirección conductual del mundo entero, tiene que replantear su relación con el Señor de Gloria y Honra. Los últimos años presentaron una diversidad de movimientos sociales, que la pandemia del virus COVID-19 fuerza a la moderación y sosiego. Ahora estamos en el movimiento dirigido por Dios el Creador y dueño de todo lo existente, porque la preeminencia actual es volver la mirada hacia su Hijo, a quien Dios establece como el heredero de todo: “Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por heredad las gentes, Y por posesión tuya los términos de la tierra” (Salmos 2.7 al 8 – RVR1909). El Apocalipsis o Revelación dice lo siguiente: “… El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza” (Apocalipsis 5.12 – RVR1909). Después de la legalización en varios países del aborto, cannabis recreativo, eutanasia, matrimonio de igualdad civil, suicidio asistido, llegó la pandemia del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2. Por ejemplo, Dios en su palabra prohíbe la fornicación: “Honroso es en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; mas á los fornicarios y á los adúlteros juzgará Dios” (Hebreos 13.4 – RVR1909). La sociedad civil con su legislación ha deslucido y eliminado el atractivo del matrimonio, ahora la unión que antes se consideraba fuera del matrimonio, se ha legalizado e igualado al matrimonio, de tal manera que se formalizó la fornicación dando oficialidad y respaldo legal como matrimonio de igualdad civil. Lo mismo en el caso de la legalización del aborto.
          Las llamadas conquistas o derechos sociales de los últimos años, donde se promueve que cada quien haga lo que quiera con su cuerpo, contrastan con lo espiritual, sin compromiso y responsabilidad ante Dios, de lo contrario estarían acorde con su palabra y voluntad. El mundo está muy confundido y desorientado ante Dios. El mal ejemplo de una legislación nacional lo sigue consecutivamente otras naciones. Semejante al mal ejemplo de algunas personas, lo siguen otros como sistemas de modas: “Y no haréis rasguños en vuestra carne por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna: Yo Jehová” (Levítico 19.28 – RVR1909). Las corrientes del mundo están inmersas en ausencia de criticidad y desinformación, sin censura a las acciones y conductas impropias, indignas e infames, contrarias a la santidad suprema de Dios.  La humanidad ha desafiado y retado a Dios, pero ha tenido que hincar su rodilla ante la pandemia que nos tiene sitiados, porque este virus nos ha cercado y cerrado todas las salidas. Esto requiere un análisis y pensamiento de fondo en profundidad, con un replanteamiento sobre nuevas bases del adoctrinamiento directo y original de Jesucristo. ¿Por qué socialmente se deshonra a Jesucristo y estamos al límite del tiempo de su segunda venida? Porque la humanidad ha sido probada reiteradamente en el transcurso de su historia, en espera de un auténtico y genuino arrepentimiento, conversión y resarcimiento, pero los humanos siguen sin un cambio consciente y verdadero. La pandemia COVID-19 o SARS-CoV-2 es una llamada de atención, para que el ser humano despierte del sueño de desobediencia, reaccione con rectificación de su conducta y reivindicación de su vida. Además que logre comprender y entender a plenitud su propósito esencial y vital, en su dimensión natural, espiritual y celestial en el hábitat del planeta, con la responsabilidad debida ante Dios. El mensaje recibido desde el medio ambiente, no es transmitido por la naturaleza creada, sino que es un aviso y advertencia directamente del Creador.
          Dios no quiere la muerte espiritual del que muere en pecado: “Que no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová, convertíos pues, y viviréis” (Ezequiel 18.32 – RVR1909). Ahora, Dios ha pasado por alto la actitud pecaminosa del mundo, en espera de una transformación de la forma o manera de ser: “Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia á todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan: Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe á todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17.30 al 31 – RVR1909). Se deshonra a Jesucristo cuando se desestima su ejemplo y lucha contra el pecado: “Porque para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: El cual no hizo pecado; ni fué hallado engaño en su boca” (1 Pedro 2.21 al 22 – RVR1909). Jesucristo ha demostrado como humano la obediencia incondicional a Dios Padre: “El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fué oído por su reverencial miedo. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen” (Hebreos 5.7 al 9 – RVR1909).
          Jesucristo nos liberta del pecado, por consiguiente de la muerte espiritual: “¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.21 al 23 – RVR1909). Esto significa que el ser humano en la dimensión natural, la práctica del pecado le impide trascender a la espiritual, porque por el pecado es muerto sin accesibilidad en términos espirituales:
 “Y de ella recibisteis vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, En que en otro tiempo anduvisteis conforme á la condición de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia: Entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás. Empero Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos amó, Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos” (Efesios 2.1 al 5 – RVR1909).
          Por esta razón el que es solo natural, no entiende ni puede entender lo espiritual: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR1909). Lo que pasa es que glorificar y honrar a Jesucristo se hace sin practicar el pecado, porque la dimensión natural está apegada a lo terrenal, pero escalar a lo espiritual requiere alabanza, adoración, consagración, dedicación, exaltación, glorificación, honra, pacificación, reconocimiento y santificación: “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz: Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar á Dios” (Romanos 8.5 al 8 – RVR1909). Jesucristo con su muerte en la crucifixión vence tanto al pecado como a la muerte:
 “Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de muerte, á aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar á la gloria á muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 1.9 al 11 – RVR1909).
          Jesucristo fue claro al decir a las personas que no pecaran más: “Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno á uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más que á la mujer, díjole: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y no peques más. Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida” (Juan 8.9 al 12 – RVR1909). También dice la Biblia: “Después le halló Jesús en el templo, y díjole: He aquí, has sido sanado; no peques más, porque no te venga alguna cosa peor. El se fué, y dió aviso á los Judíos, que Jesús era el que le había sanado” (Juan 5.14 al 15 – RVR1909). Quien no comprende y entiende el fondo en profundidad de la enseñanza, mensaje y palabra de Dios, entonces ignora las Sagradas Escrituras y el poder de Dios. Porque el Padre es Dios de vivos y no de muertos, algunos habituados a esto, nacen, crecen, procrean y mueren sin ningún interés ni instrucción en realizar la lectura de la Biblia:
 “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo. Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Y oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina. Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una.” (Mateo 22.29 al 34 – RVR1909).
          Así que el ser humano practicante del pecado, ya no tiene más excusa, frente a la demostración de Jesucristo como humano, en carne y sangre: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo, Y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos á servidumbre” (Hebreos 2.14 al 15 – RVR1909). La evasión, indiferencia, negación y rechazo a Jesucristo, por medio de la práctica del pecado, es aborrecimiento, o sea, aversión, odio y repugnancia hacia Jesucristo y su Padre: “Si no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, mas ahora no tienen excusa de su pecado. El que me aborrece, también á mi Padre aborrece” (Juan 15.22 al 23 – RVR1909). Así algunos cambian lo malo y lo hacen pasar por bueno, como está escrito: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR1909). La auténtica y verdadera libertad es la que ofrece Jesucristo, el mundo se desboca en defensa por el libertinaje del desenfreno de la conducta, en el borde del despeñadero de la cultura de la muerte, en el precipicio de los tiempos del fin: “He aquí el día de Jehová viene, crudo, y de saña y ardor de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no derramarán su lumbre; y el sol se oscurecerá en naciendo, y la luna no echará su resplandor. Y visitaré la maldad sobre el mundo, y sobre los impíos su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes” (Isaías 13.9 al 11 – RVR1909; Mateo 24.29 al 30; Apocalipsis 6.12 al 17).
  1.39 La meditación, oración y reflexión, como preparación para
el tiempo del fin
          Las personas muchas veces planean sus vidas en relación con el domicilio, estudio, familia, ocupación, trabajo, vacaciones, entre otros. En el caso de lo espiritual proyectado a lo celestial, la preparación para el tiempo del fin, es determinante en la misión del propósito y razón de ser de la persona en la vida presente, con la visión puesta en la condición futura deseada en la vida eterna. El tiempo del fin para una persona puede ser su duración de vida o longevidad, pero se podría cumplir con el fin del sistema mundial a la segunda venida de Jesucristo. Esto es indispensable para tener una coherencia adecuada, conveniente y correcta, en la espiritualidad correspondiente del ser humano, en armonía, conexión y sintonía, frente a la comunicación con Jesucristo como mediador ante Dios Padre. La barrera psicológica afecta y altera la transmisión emisor – receptor, en la codificación y decodificación del mensaje entre la humanidad como creación y Dios como su Creador. Por ejemplo, el distractor y ruido provocado por las costumbres y construcciones culturales que distancian al ser humano de Dios. Algunos tienen la creencia de vivir por vivir, sin necesidad de consagración y santificación a Jesucristo, por consiguiente el pensamiento de que ser santo es imposible o una utopía irrealizable. Sus vidas tienen una visión limitada, sin provisión más allá de esta vida, sin anhelar la salvación y vida eterna. No creen en la acción divina inherente a la trayectoria de vida de la experiencia humana.
          En la crisis actual de la pandemia, se muestra una diversidad de factores mentales en las personas, que les imposibilita la comprensión y entendimiento con claridad del conocimiento, idea y plan de Dios. En el caso de la bondad, generosidad y solidaridad se contrasta con la altivez, egoísmo y prepotencia, como barrera de espiritualidad en la comunicación con Dios. Las personas espirituales son sensibles y poco apegadas a lo material del beneficio propio, pero espléndidas en ayudar y compartir para el bien común. Estas personas son proactivas que también aplica en lo espiritual, tienen la capacidad de iniciativa de anticipar y reaccionar a los hechos, con compromiso, decisión y responsabilidad. Se considera la proactividad como la actitud de mejorar y superar constantemente, cuando se mide las consecuencias y se actúa con la disposición de enfrentar cualquier situación, para resolver y aportar soluciones eficientes. Hay una relación con encontrar el sentido a la vida activa en la colaboración, cooperación, solidaridad y voluntariedad. La barrera del ofuscamiento en la comunicación efectiva, se presenta cuando hay un incremento de incertidumbre y preocupación, debido a la confusión de las ideas por la oscuridad de la razón, con la consecuente desorientación, equivocación y turbación. Se manifiesta mayormente a través de la irresolución y perplejidad de la duda de lo que se debe hacer en una determinada situación.
          Es fundamental en estos casos potencializar la capacidad de saber escuchar y hacer. A nivel colectivo se presenta lo socio – emocional, que integra lo físico – mental del individuo con otros individuos en el ámbito de la sociedad. Se involucra lo que llaman el aprendizaje, educación y mejora continua, en cada persona y en la sociedad en general. Aunque hay una autonomía e independencia en la comprensión, compromiso y responsabilidad del ser humano, cada persona tiene una interdependencia con los demás, de igualdad en la correspondencia y reciprocidad. Esto se demuestra con la situación de la pandemia del COVID-19, donde se utiliza el aislamiento, cubrebocas y distanciamiento para evitar esparcir el contagio entre personas. El Coronavirus no discrimina a nadie y nos hace más iguales a todos los seres humanos como nunca antes visto. Lo socio – emocional nos ayuda a ser personas más colaborativas, cooperativas y serviciales, en nuestras interacciones cotidianas con otras personas, donde se requiere una mayor comunicación empática, para comprender las emociones ajenas y una auténtica identificación con los demás.
          Nos renovamos y volvemos a Dios con decisión y obediencia, con la meditación cotidiana y piadosa de las Sagradas Escrituras, como alimento espiritual para nuestras vidas. Las mismas representan un sistema de principios y valores que nos centran, enfocan y ubican en Jesucristo, para salvación y vida eterna. Hay un arrepentimiento, conversión y resarcimiento, para volvernos al amor, fidelidad, lealtad y servicio a nuestro Señor. La naturaleza humana se cambia a espiritual mediante Cristo, para llevarnos al camino del conocimiento celestial, como enviado de Dios Padre. Esta meditación en la palabra de Dios, a través de Jesucristo, es una fuente de poder energética del Espíritu Santo, sumado a la práctica de la comunión en oración: “Y asimismo también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza: porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones, sabe cuál es el intento del Espíritu, porque conforme á la voluntad de Dios, demanda por los santos” (Romanos 8.26 al 27 – RVR1909). La paz interior y serenidad, sin turbación física, mental o moral, se logra con la meditación, oración y reflexión espiritual en Cristo. Porque la persona se enfoca en Jesucristo, como fuente de vida abundante para salvación y vida eterna, especialmente por la confianza, convicción y seguridad, de haber encontrado y saber que Cristo es a quien buscaba, para alcanzar el amor, esperanza y fe, especialmente la felicidad de ser parte del amor de Dios.
          La salud físico – mental colectiva e individual es necesaria para una buena relación socio – emocional, con el resultado de un mejor control de la ansiedad y del estrés. Especialmente para prevenir ciertos niveles del desánimo y depresivos. El dolor social provocado por la pandemia, podría generar la aflicción y sentimiento de haber ofendido, primeramente a Dios y seguidamente al prójimo. Es un arrepentimiento y pesar de nuestras acciones, de la omisión del bien y de la práctica del mal. Por esta razón, siempre hemos afirmado que no basta con la dimensión de lo natural, es indispensable actuar y mirar la trascendencia hacia lo espiritual, tener muy en claro el compromiso con los principios, valores y virtudes de Jesucristo. Aquí es donde se hace indispensable la meditación, oración y reflexión, para una vida saludable, inclusive para adquirir consciencia de comer el tipo correcto de alimentos y lograr una armonía sana en el organismo. Ejercitar la paciencia, se fortalece y robustece una firme salud emocional. El desarrollo y disciplina mental, la exploración en profundidad de la Biblia, con pensamiento analítico y sentido crítico, el lenguaje claro, conciso y sobre todo respetuoso.
          El Internet se complementa a la radio y televisión, como medios poderosos de transmisión de valores, especialmente el evangelio de Jesucristo hasta lo último de la tierra. La combinación del auge del Internet con el desarrollo del calentamiento global en proceso, contribuyen al cumplimiento profético previo de la segunda venida de Jesucristo. La historia de la humanidad en los últimos aproximadamente seis mil años, se dividen en la Edad de la Agricultura y Ganadería, la Edad Industrial y de Telecomunicaciones, la Edad del Calentamiento Global y próximamente la Edad Definitiva del Reino Celestial. Debido a la influencia global de las actividades humanas en el cambio del clima, especialmente por su afectación al medio ambiente, algunos alegan su origen antropogénico, desde el punto de vista geológico y en el sentido de las actividades de influencia humana en detrimento de las capas terrestres del planeta. Esta afectación mundial sumada a la concordancia con el tiempo del fin, hacen urgente el clamar e invocar el nombre de Jesucristo como mediador ante Dios Padre, para rogar por su ayuda e intervención.
          La humanidad culturalmente y socialmente hace del cristianismo un estereotipo o estigma repulsivo, así es como revolucionariamente luchan contra otros tipos de discriminación, pero discriminan a Jesucristo para evadir todo compromiso y responsabilidad ante Dios Padre. Previo a la pandemia COVID-19 o SARS-CoV-2 en el año 2019, se propagó la persecución a los cristianos con violencias consideradas a nivel de genocidio. También una oleada de contagios en las legislaciones de muchos países, con la aprobación de leyes que promueven comportamientos y conductas anticristianas, conocidas como la cultura e ideología de la muerte. Cuando se persigue a la iglesia cristiana se persigue a Jesús mismo, tal fue el caso de Saulo conocido posteriormente como Pablo:
 “Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes, Y demandó de él letras para Damasco á las sinagogas, para que si hallase algunos hombres ó mujeres de esta secta, los trajese presos á Jerusalem. Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo; Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús á quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9.1 al 5 – RVR1909).
          Se dice que sin finalizar la primera oleada del Coronavirus en el mundo, ya hay indicios de otras oleadas consecutivas de la pandemia. Posiblemente este virus COVID-19 va a ser más agresivo, esto implica mejorar tratamientos curativos y vacunas preventivas. Hay que esperar la evolución del mundo frente a este peligro sanitario, con las consecuencias económicas y psicosociales, en relación con el comportamiento y la conducta humana. La hipótesis o teoría es que Dios tiene el control de lo que sucede, porque la tendencia de las naciones es discriminar, excluir y marginar a Dios mediante las legislaciones y revoluciones culturales, llamadas libertarias y progresistas, confundidas muchas veces con la anarquía y libertinaje. Los acontecimientos mundiales constituyen un pronunciamiento de Dios, quien determinará su última palabra en el destino final del planeta, máxime porque según las Sagradas Escrituras estamos en el tiempo del fin. La evidencia que comprueba la validez de cualquier tesis, serán los hechos reales de los sucesos enfrentados por el planeta.
          Hasta ahora los hechos demostrados por las corrientes gobernantes del mundo, es la falta de consagración, dedicación, reconocimiento y santificación a Jesucristo. De ninguna manera hay rendimiento de cuentas por el rumbo discriminatorio e intolerante hacia Jesucristo, especialmente la actitud despectiva a la sangre derramada por Cristo en su crucifixión: “¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará su pueblo. Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo” (Hebreos 10.29 al 31 – RVR1909).
          Los principios y valores correctos arraigados en nuestro corazón y mente, desde la interioridad con fuerza y profundidad, se manifiestan y reflejan hacia lo externo con la coherencia de vivir una vida de integridad. Se logra la excelencia de vida consagrada a Dios. Esto produce la armonía, paz y santidad de bienestar y salud espiritual, con la trascendencia desde la dimensión natural a la dimensión espiritual. Se concluye que esta vida no es del todo vida, sino una transición temporal, limitada por espacio y tiempo, a la verdadera vida intemporal, la vida celestial y eterna. Por lo tanto, el objeto o propósito de la vida presente tiene relación con la meta de formar parte del séquito celestial. Lo que llaman elevarse por encima del plano animal, carnal, diabólico y terrenal: “Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16 – RVR1909). El ser humano se aferra y apega a lo terrenal, mientras tanto, Jesucristo es quien representa el conocimiento celestial: “El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es” (Juan 3.31 – RVR1909).
          La humanidad desprecia al Hijo de Dios, se dice que de cada siete o casi ocho personas del mundo, solamente dos o a futuro tres se hacen llamar cristianos. Esto representa tan solo un veinticinco por ciento, o sea, la cuarta parte de la población mundial en la actualidad, proyectado hasta un treinta por ciento a futuro. La siguiente parábola de Jesús menciona ciertas proporciones entre creyentes y solo oyentes (el subrayado es nuestro): “Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas... Y los de junto al camino… Y los de sobre la piedra... Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto. Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia” (Lucas 8.10 al 15 - RVR1909). Lo que pasa es que la tendencia del humano es trastornar los caminos rectos del Señor: “Mas les resistía Elimas el encantador (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, Dijo: Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (Hechos 13.8 al 10 – RVR1909).
          Inclusive se antepone la voz del mismo humano sin dar la gloria a Dios: “Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal, y arengóles. Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre. Y luego el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria á Dios; y espiró comido de gusanos” (Hechos 12.21 al 23 – RVR1909). Estas actitudes presentadas en individuos se generalizan en la sociedad mundial, basta con saber la información estadística de la persecución sufrida por los cristianos, a nivel de genocidio en todo el mundo actual. La dimensión espiritual y celestial requiere el empoderamiento en el Señor Jesucristo. La dimensión natural por sí misma, sin el poder de Dios de ninguna manera puede trascender finalmente a lo celestial. Solamente con el don de Dios podemos alcanzar perfección y santidad, con la debida coherencia en los principios y valores de Dios, en lo que se refiere a la vida como última instancia y de importancia suprema. La fuente que nos inspira y eleva es Jesucristo. La Biblia menciona lo siguiente: “Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don de Dios se gane por dinero” (Hechos 8.20 – RVR1909). Se dice que fuimos seres celestiales que venimos al mundo a vivir una experiencia humana, de manera que ya hay un conocimiento previo, donde ningún ser humano queda impune de cualquier indecisión y desobediencia. En este sentido no hay acepción de personas para con Dios. La Biblia dice:
 “Porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos lo que sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados: Porque no los oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán justificados. Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley á sí mismos: Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros; En el día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme á mi evangelio, por Jesucristo” (Romanos 2.11 al 16 – RVR1909).
          Jesucristo es quien le da capacidad, fe y sentido a la vida del justo. La Biblia hace referencia del justo, en alusión al ejercicio de la fe y justicia con exactitud y precisión. La práctica eficiente de la justicia en el justo maximiza el poder del resultado de la oración: “Confesaos vuestras faltas unos á otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos; la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho. Elías era hombre sujeto á semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5.16 al 18 – RVR1909). La vida requiere un equilibrio con sabiduría, tener bien claro los principios y valores, con un compromiso y responsabilidad de practicar los mismos. La sabiduría consiste en el buen juicio y conocimiento profundo del temor a Dios: “Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo; Para entender parábola y declaración; Palabras de sabios, y sus dichos oscuros. El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1.5 al 7 – RVR1909).
          En el caso de la fe está ligada a la consciencia de la invocación del nombre de Dios. La fe es certeza, confianza, convicción y seguridad en Dios. La fe es comprender y entender a Dios, con el efecto de una respiración de serenidad y tranquilidad, sin turbación física o moral, debido a la confianza y creencia en Dios. La fe se ejerce con el corazón y la mente, implica la actitud, emoción y sentimientos. La fe integra la personalidad con el carácter y temperamento. La intensidad de la fe tiene relación con la fuerza de unir o ligar a Dios, originalmente influenciada por la religión. En relación con invocar el nombre de Dios, se establece que su representación está en el nombre de Jesucristo, el nombre del Hijo de Dios que está por sobre todo nombre entre los seres humanos. En las últimas décadas la tendencia mundial en muchas naciones es legislar en contra de la fe y la invocación del nombre de Dios. Legislaciones en proceso en el mundo, referente al aborto, cannabis recreativo, eutanasia, matrimonio de igualdad civil, suicidio asistido, entre otros, están pendientes por la conmoción de la pandemia del coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2. Hay que esperar el destino final del planeta, en lo económico y psicosocial, especialmente en el comportamiento y la conducta. Además de la expectativa futura de la llegada de nuevas cepas, pandemias y virus más contagiosos y letales. Posiblemente la nueva normalidad social sea el imprescindible e indispensable temor a Dios, congruente con la imperante moral y buenas costumbres.
          El ser humano en su relación directa con Dios, tiene una conexión consciente del conocimiento de lo que hace y piensa, en función de la obediencia, respeto, reverencia y sumisión, más relacionados con el temor a Dios. La consciencia es un medio de cohesión de energía, enlace y fuerza de atracción del ser humano con su Creador: “Pues el fin del mandamiento es la caridad nacida de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida: De lo cual distrayéndose algunos, se apartaron á vanas pláticas; Queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan, ni lo que afirman” (1 Timoteo 1.5 al 7 – RVR1909). Otro término que también aplica en lo espiritual es la sinergia, o sea, la acción conjunta para el logro de un fin común y un mismo resultado, hay un mayor alcance de la influencia en la unión del trabajo en equipo. Jesucristo es nuestro núcleo central, donde se agregan y adhieren fuertemente sus discípulos para formar un todo. Jesucristo es el proveedor del agua viva donde todos bebemos y saciamos nuestra sed espiritual, con la confianza y seguridad en la fuente de vida abundante. Ahora podemos ver a Jesucristo con una visión clara y sin ningún tipo de distorsión. En nuestro Señor podemos ver reflejado nuestro propio ser:
 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado. Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden. Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me amó, también yo os he amado: estad en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15.1 al 11 – RVR1909).
          La adoración es la alabanza, culto, obediencia y oración a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, con conciencia de lo que se hace, o sea, conocimiento interior y reflexivo para hacer el bien y evitar el mal (Mateo 6.13; 2 Corintios 13.7). En el acto de adoración que describe el salmista involucra arrodillarse y postrarse delante de Jehová nuestro Hacedor (Salmos 95.6). La oración es la comunicación directa del ser humano con Dios, hay poder en la oración y es eficaz, debe hacerse decentemente y con orden, porque se ora con el espíritu y con el entendimiento (1 Corintios 14.15 y 40). Se requiere orar al Padre en el nombre de su Hijo Jesús (Juan 14.13 al 14), crédulo de recibir la petición (Mateo 21.22). Es necesario orar siempre sin desmayar (Lucas 18.1), porque Dios oye al obediente y temeroso de su voluntad (Juan 9.31). El oye la oración sincera hecha con humillación (2 Crónicas 7.14; Santiago 4.8 al 10), que se acerca y le busca con fe (Hebreos 11.6), porque es importante el espíritu quebrantado, con el corazón contrito y humillado (Salmos 51.17). La obediencia es clave para ser escuchada (Proverbios 28.9), y el estar en paz con el prójimo (Mateo 5.23 al 24). Es necesaria la oración en comunidad (Hechos 12.12), rogar los unos por los otros (Santiago 5.16), orar por los miembros de la iglesia (Efesios 6.18), y por los seres humanos (1 Timoteo 2.1 al 3) en general.
          Hay pasajes acerca de la oración de postrado y rodillas (Salmos 95.6). Conforme se pueda, se recomienda la oración en estas posiciones, siempre y cuando las condiciones del lugar lo permitan o no haya ningún impedimento, debido a capacidad física diferente. Es devoción realizar la oración de rodillas, como el profeta Daniel que se hincaba de rodillas tres veces al día, (Daniel 6.10) esta posición es una forma de humillación ante Dios. En la Biblia la expresión caer sobre el rostro significa postrarse (Números 14.5, 16.4; 2 Crónicas 7.3). Se debe doblar las rodillas en el nombre de Jesucristo (Isaías 45.23; Hechos 21.5; Romanos 14.11; Filipenses 2.10 al 11). Jesús nos dio el ejemplo cuando oró de rodillas ante el Padre (Lucas 22.41). El apóstol Pablo dejó precedente de orar en esta posición (Efesios 3.14).
 [1] 1 Co. 1.11 al 12; Gá. 2.9 al 10.
[2] 2 Co. 13.11; Fil. 2.1 al 2, 3.16.
[3] 1 Co. 13.1 al 7 y 13.
[4] Ef. 4.1 al 6.
[5] Mr. 12.30 al 31.
[6] Génesis 15.2 y 8; Éxodo 23.17 y 34.23.
[7] 1 Crónicas 29.11 al 12.
[8] Génesis 17.1.
[9] Génesis 21.33; Job 36.26.
[10] Génesis 1.1; Hechos 17.24.
[11] Lucas 3.38.
[12] Génesis 6.1 al 5.
[13] Génesis 6.8 al 9.
[14] Job 2.1.
[15] Génesis 14.18 al 20 y 22.13 al 14; Éxodo 15.26 y 17.15; Josué 3.10; Jueces 6.24; Salmos 23.1; Jeremías 23.6.
[16] Éxodo 34.14; Deuteronomio 6.14 al 15.
[17] Deuteronomio 33.27.
[18] Job. 5.8 al 9; Romanos 11.33.
[19] Hebreos 6.17 al 18.
[20] Romanos 1.20; Colosenses 1.15; 1 Timoteo 1.17; Hebreos 11.27.
[21] Éxodo 9.27; Deuteronomio 32.3 al 4; 2 Crónicas 12.6; Esdras 9.15.
[22]Éxodo 34.6; Deuteronomio 4.31; 2 Crónicas 30.9; Salmos 86.15 y 145.17; Jeremías 3.12.
[23]Génesis 35.11 y 43.14; Salmos 91.1; Ezequiel 10.5.
[24]Levíticos 11.44 al 45, 19.2 y 21.8; Josué 24.19; Isaías 5.16 y 43.15.
[25] Juan 4.24.
[26] Salmos 11.4 y 34.15.
[27] Salmos 89.13 al 14 y 119.73.
[28] Colosenses 2.9 al 10.
[29] Colosenses 1.15; 2 Corintios 4.4.
[30] Colosenses 1.15 al 19.
[31] 1 Timoteo 1.17.
[32] Filipenses 2.9 al 11.
[33] Isaías 45.20 al 23 y 46.9.
[34] Isaías 42.1 al 8.
[35] Hechos 3.13.
[36] Juan 8.54.
[37] Juan 13.31 al 32.
[38] Juan 12.28 al 30.
[39] Juan 17.1 y 4 al 5.
[40] Apocalipsis 1.8.
[41] Apocalipsis 5.12 al 13.
[42] Mateo 28.20.
[43] Hechos 5.31.
[44] Tito 2.13.
[45] Mateo 12.25; Juan 2.24 al 25 y 16.30.
[46] Isaías 43.10 al 13.
[47] Éxodo 18.11; Salmos 95.3 y 96.5.
[48] Levítico 26.1.
[49] Deuteronomio 17.2 al 5.
[50] 2 Reyes 23.5.
[51] Romanos 1.20 al 25.
[52] Deuteronomio 6.4; Isaías 45.5 al 6; Santiago 2.19.
[53] Marcos 12.28 al 34.
[54] Apocalipsis 3.21.
[55] Marcos 15.34; 1 Pedro 1.3; Apocalipsis 1.1 y 3.12.
[56] Mateo 18.10.
[57] Juan 1.18.
[58] 1 Corintios 11.3.
[59] Mateo 20.23 y 24.36; Hechos 1.7.
[60] Lucas 22.41 al 42.
[61] Juan 1.49.
[62] Lucas 22.70 al 71; Juan 10.36, 11.4 y 19.7.
[63] 1 Timoteo 2.5.
[64] Juan 3.16 al 18.
[65] Juan 1.14.
[66] Génesis 49.10; Isaías 7.14.
[67] Juan 8.42; Gálatas 4.4.
[68] Juan 4.25 al 26.
[69] Mateo 16.16.
[70] Juan 8.58.
[71] Salmos 2.7; Hechos 13.33; Lucas 1.30 al 31; Hebreos 1.5 al 6 y 5.5.
[72] Filipenses 2.5 al 6.
[73] Hebreos 1.1 al 2.
[74] Apocalipsis 3.14.
[75] Génesis 1.3; 2 Corintios 4.6.
[76] Juan 1.4 al 9, 3.19 al 21.
[77] Juan 8.12, 9.5, 12.35 y 46.
[78] Génesis 1.14 al 19.
[79] Proverbios 30.4.
[80] Génesis 1.4, 10, 12, 18, 21, 25 y 31.
[81] Proverbios 8.22 al 30.
[82] Juan 1.3.
[83] Colosenses 1.16 al 18.
[84] Juan 17.24.
[85] Romanos 1.1 al 7; 1 Corintios 1.1 al 9; 2 Corintios 1.1 al 3; Gálatas 1.1 al 5; Efesios 1.1 al 5; Filipenses 1.1 al 2; Colosenses 1.1 al 3; 1 Tesalonicenses 1.1 al 3; 2 Tesalonicenses 1.1 al 2, 12 y 2.16; 1 Timoteo 1.1 al 2; 2 Timoteo 1.1 al 2; Tito 1.1 al 4; Filemón 1.1 al 3.
[86] Juan 5.26.
[87] Job 36.26; Salmos 90.2.
[88] Apocalipsis 3.14.
[89] Juan 4.24.
[90] Lucas 24.39.
[91] 1 Corintios 15.39 al 40.
[92] 1 Pedro 1.10 al 11.
[93] Juan 1.14; Hebreos 5.7; 1 Juan 4.2.
[94] Juan 17.1 al 8.
[95] Números 23.19; 1 Samuel 15.29.
[96] Génesis 6.1 al 8.
[97] Éxodo 33.11; Números 12.5 al 8; Deuteronomio 34.10.
[98] Hechos 7.30 y 35 al 38.
[99] Génesis 18.1 al 2, 16 al 33 y 19.1.
[100] Deuteronomio 5.24 al 27.
[101] 1 Timoteo 6.16.
[102] Santiago 4.1 al 3.
[103] Hebreos 1.1 al 2.
[104] Hebreos 11.4 al 27.
Tomado de Libros web Neobiblismo en www.neobiblismo.org
0 notes
neobiblismo · 2 years
Text
Los Tres Tipos de Conocimiento
Tumblr media
  LOS TRES TIPOS DE CONOCIMIENTO
CAPÍTULO 2: LOS TRES TIPOS DE CONOCIMIENTO                107                                                                                                                                                            
2.1 Participantes de lo espiritual y del mundo de
las religiones______________________________________ 25
2.2 Pocos escogen ser como Jesucristo_____________ 43
2.3 Jesucristo tiene la preeminencia_________________ 52
2.4 Contraste notable entre lo natural y
lo espiritual________________________________________ 60
2.5 Jesucristo enseña la doctrina del Padre_________ 65
2.6 El conocimiento y la legislación infinita________ 72
2.7 El ser humano como morada del Espíritu Santo
____________________________________________________ 75
2.8 Tipos de libre albedrío__________________________ 77
2.9 Tener la conciencia y mente de Cristo____________ 88
2.10 La conciencia celestial_________________________ 99
2.11 El mundo natural sin una conversión_________ 109
2.12 El conocimiento natural comparado__________ 43
2.13 Muchos son llamados, y pocos escogidos______ 52
2.14 Jesucristo transmite el conocimiento celestial
____________________________________________________ 60
2.15 La corrupción de entendimiento_______________ 65
2.16 Servir a Dios o al mundo terrenal______________ 72
2.17 La conexión con lo celestial mediante
Jesucristo__________________________________________ 75
2.18 La nobleza en la forma de ser, personalidad y sentimientos       77
2.19 El justo vivirá por fe___________________________ 88
2.20 La religión con la mejor intensión de invocar
a Dios e influir en el pueblo_________________________ 99
2.21 Grupos religiosos con un celo irracional____ 109
2.22 Diferenciar entre la justicia y la maldad________ 43
2.23 Proceso de renovación y restauración_________ 52
2.24 El pueblo es destruido por falta de
conocimiento de Dios______________________________ 60
2.25 Solo en Jesucristo hay salvación y vida
eterna______________________________________________ 65
2.26 Jesucristo el árbol de la vida___________________ 72
2.27 La práctica y vivencia en Jesucristo_____________ 75
2.28 Características de la trascendencia al conocimiento celestial                77
        La vida posibilita la existencia de tres tipos de conocimiento, básico o elemental, intermedio y superior, a saber, en el mismo orden: natural, espiritual y celestial. En este análisis se espera afectar lo menos posible la susceptibilidad del lector, sin embargo, para identificar y reconocer el conocimiento de dimensión celestial, es necesario tener en claro en qué consiste el conocimiento natural y su contraparte el conocimiento espiritual. En el caso de lo natural, involucra el apego a lo carnal y al pecado; quién de nosotros que pretenda alcanzar salvación y vida eterna, a nivel celestial, podría sentir alusión y ofensa con el siguiente texto de la Biblia:
 “y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos),... y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2.7 al 12 – RVR60).
             La condición de Lot en el conocimiento es muy diferente, en comparación con los moradores a su alrededor que no entienden lo espiritual, por causa de la incompatibilidad, menos pueden alcanzar o asimilar lo celestial. En la actualidad, ¿cuál conocimiento hace la diferencia y tiene sentido hacia lo celestial? La Biblia dice: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo...” (2 Pedro 2.20 – RVR60). La diferencia está en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Entonces, en el caso de Lot, ¿cuál es la clase o tipo de conocimiento? Lot practica un conocimiento por encima al de los moradores de su entorno, pero había un conocimiento superior al de Lot, que era el demostrado con la fe y justicia de Abraham.
             Los moradores inmersos en la práctica de la injusticia y maldad, en el conocimiento natural, se apegan a lo terrenal, mientras que Lot es justo y por consiguiente con su justicia demuestra el conocimiento espiritual. Pero en el caso de Abraham por su fe, el conocimiento es superior, porque es celestial. Dios le dice: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26.4 al 5 – RVR60). La simiente hace referencia a Cristo: “... Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3.16 – RVR60).
             El conocimiento espiritual se compone de los creyentes y de los practicantes. Muchas veces lo natural se camufla e infiltra entre los muchos llamados, por esta razón aunque los creyentes son espirituales, son pocos los practicantes de lo celestial, o sea, la simiente que es Cristo, la distinción del conocimiento entre Abraham y su sobrino Lot. Las personas del mundo arrastran su inclinación carnal en relación con lo natural, aunque se justifiquen con actos respaldados con legislación. Pero, ante Dios es injustificable e inválido: “¿Pues qué, si alguno de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…” (Romanos 3.3 al 4 – RVR60).
             La transición intermedia de lo espiritual es determinante para estancarse y retroceder a lo natural o trascender a lo celestial. Esto significa que el ámbito o dimensión espiritual es un filtro para superar a lo celestial. En el caso de Lot y su familia, hay un apego por lo terrenal, ejemplarizado en el siguiente pasaje: “... el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17.31 al 32 – RVR60). Aunque son personas de suma espiritualidad, se les dice que escapen por su vida espiritual, mientras tanto, la esposa de Lot se apega a lo carnal o terrenal: “... Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas... Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Génesis 19. 17 y 26 – RVR60).
             El precedente de Lot es su mirada y búsqueda de su camino más cercano de las ciudades, en el sentido simbólico de apego a lo natural y terrenal: “Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán... en la dirección de Zoar... Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera” (Génesis 12.10 al 13 – RVR60). El destino final de su situación de convivencia y familiar es más cercano a lo natural y terrenal hacia la ciudad Sodoma (Génesis 19.29 al 38).
          En el caso del conocimiento celestial, en referencia a la simiente en Cristo, la Biblia dice: “Si, pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios... Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” (Colosenses 3.1 al 5 – RVR60). Lo corporal del ser humano representa lo natural, pero el ser templo del Espíritu Santo es representación celestial. Un símbolo compara el templo con el cuerpo de vida, especialmente como un templo de vida espiritual: “Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2.21 – RVR60). Esto se cumple en los escogidos o predestinados a ser como Jesucristo, tanto en enseñanza y práctica, en ejemplo y modelo de vida espiritual.
          Hay infinidad de pasajes donde se hace mención y una relación de los tres tipos de conocimiento. Por ejemplo, en los casos de quienes trascienden al conocimiento celestial: “Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga... Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo” (Salmos 82.1 y 6 – RVR60).
          En el caso de quienes intermedian en el conocimiento de un nivel espiritual: “¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos? Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos” (Salmos 82.2 al 4 – RVR60).
          En el caso de quienes se estancan en el conocimiento solo natural: “No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra... Pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis. Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones” (Salmos 82.5 y 6 al 8 – RVR60).
          El análisis realizado en la epístola a los Romanos, entre gracia, ley y pecado, tiene la siguiente interrogación y su correspondiente respuesta: “... ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?” (Romanos 3.5 al 6 – RVR60). La expresión “hablo como hombre”, hace referencia a la parte humana, como género o ser humano, quien podría cuestionar debido a su propia naturaleza que adversa a la gracia de Dios. No obstante, como ser espiritual afirma que de ninguna manera Dios es injusto, sino que el mundo pecador tiene que reconocer su irresponsabilidad. El ejemplo de la educación y ley de tránsito es parte de la legislación natural, autónoma, independiente e infinita. Es hora de que el ser humano asuma su propia responsabilidad, por esta causa Dios le delegó la administración de este planeta y dejó leyes cosmológicas y naturales, para su propia subsistencia. Sin embargo, el ser humano pretende culpar a Dios de la maldad ocasionada por el mismo humano.
  2.1 Participantes de lo espiritual y del mundo
de las religiones
             La intención es una determinación de la voluntad hacia un fin específico, según el grado o nivel de conocimiento, así influye la legislación natural, espiritual o celestial en la persona. Dios evalúa o valora la intención y propósito de acuerdo a la forma de ser en la conducción o comportamiento, ya sea entre la dimensión natural, espiritual y celestial. Hay una parábola del servidor infiel al respecto:
 “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12.47 al 48 – RVR60).
             En este pasaje bíblico encontramos los tres grados o niveles en el plano dimensional de conocimiento. El que es solamente natural desconoce la voluntad de Dios, debido a la consecuencia de la ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia, ya sea por omisión o voluntariamente. Especialmente en ocasiones por la capacidad del libre albedrío o libertad de elección confundida con el libertinaje. La persona conocedora de la voluntad de Dios, pero sin preparación y sin hacer la voluntad de Dios, es el espiritual con la condición solamente de creyente sin ser practicante. Se confunde con religiosidad. A la persona con mucho conocimiento se le demanda mucha práctica, y entre estos espirituales por su demostración de creyentes practicantes, se le demanda más compromiso, rendimiento de cuentas y responsabilidad, según la práctica del grado o nivel de conocimiento. Estos son los que tienen la posibilidad de acceder al conocimiento celestial, porque son quienes se les han confiado un nivel superior, entonces más se le pide cuentas de su grado avanzado.
             Según lo mencionado anteriormente, un análisis por partes, comparado con el caso de la legislación, según el tipo de conocimiento, Dios pesa en balanza la justicia de las intenciones del ser humano, especialmente los que se identifican o llaman espirituales practicantes y en realidad no son congruentes al ejemplo y modelo de Jesucristo. La Biblia dice lo siguiente: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus... Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16.2 y 25 – RVR60).
             Jesucristo nunca en todo su evangelio discrimina, margina o rechaza a quienes son únicamente naturales, porque su llamado se dirige a los pecadores. Pero totalmente es intransigente en relación con el pecado, ya que ni es condescendiente ni es permisivo de la práctica del pecado. La Biblia aclara: “Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2.16 al 17 – RVR60). Otro pasaje indica el propósito final del arrepentimiento: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9.13 – RVR60).
             Los escribas y fariseos, murmuradores y querellosos, quienes censuran y hablan en contra de las acciones de Jesús, dominados por la avaricia y la envidia, los que con facilidad se quejan, crean altercado, debates, discordia, polémica y porfían con resistencia. Gente subversiva, capaz de alterar el orden público, destruir, revolver y trastornar el sentido moral, ensañados en matar a Jesús, por la rectitud y santidad de su enseñanza:
 “Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27.20 al 25 – RVR60).
             A estos, Jesucristo les denuncia su doble moral e hipocresía, llenos de toda intolerancia religiosa y opositores a la acción y operación del Espíritu Santo: “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mateo 23.13 – RVR60).
             Aunque los escribas y fariseos, también los saduceos, entre otros, eran participantes de lo espiritual y del mundo de las religiones, se oponen y resisten al conocimiento celestial promovido y transmitido por Jesús. Tiempo después Esteban los denuncia, previo a su muerte como mártir, con estas palabras:
 “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (Hechos 7.51 al 53 – RVR60).
          Lo mismo se presenta en la actualidad, el mundo espiritual y religioso, condenan con justa vehemencia al mundo natural, por cuestiones de gustos y preferencias contrarios a la palabra y voluntad de Dios. Sin embargo, los mismos espirituales no logran mantener su consagración, integridad y santidad, según el ejemplo y modelo de vida en Jesucristo. Por ejemplo, el mundo natural aboga por las legislaciones nacionales de la aprobación de causas a favor de la eutanasia, cannabis recreativo, el matrimonio de igualdad civil, suicidio asistido, entre otros. Mientras tanto en la contraparte espiritual, se presentan escándalos públicos acerca de la pederastia, del abuso deshonesto en contra de los niños.
          Los supuestos creyentes cristianos se caracterizaron históricamente en crímenes, guerras, muertes y persecuciones donde se utiliza el nombre de Dios. Por ejemplo, la inquisición y las llamadas cruzadas o guerras religiosas y santas. Se recibió la ley del decálogo por disposición de ángeles, pero los mismos espirituales en su propia legislación se quedan sin entendimiento. Los espirituales se rebajan indignamente con las guerras al nivel de los carnales y naturales, a pesar de las condenas y críticas se hacen iguales, se camuflan, fusionan y mezclan terminando igual a los naturales. Prevalece la impunidad.
  2.2 Pocos escogen ser como Jesucristo
          Jesús emite su mensaje para todos, algunos lo reciben como personas espirituales y otros como personas naturales: “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Juan 6.64 – RVR60).
          Están los que tienen el libre albedrío natural: “Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6.65 al 66 – RVR60).
          Están los que tienen el libre albedrío espiritual: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6.67 al 69 – RVR60). Con la expresión ¿a quién iremos? se renuncia a la voluntad propia, para seguir a Jesús por voluntad espiritual como única opción.
          ¿Qué pasó con Judas Iscariote?
          Fue llamado entre los doce discípulos (Mateo 10.1 y 4). Claudicó y traicionó a Jesús (Mateo 26.14 al 16; Marcos 14.10 al 11 y 43 al 46; Lucas 6.16).
          Judas reconoce su pecado y la sangre inocente derramada por Jesús, pero a pesar de su arrepentimiento, se estanca y se queda solamente en el libre albedrío espiritual, de ninguna manera se posibilita en él la trascendencia al conocimiento de Jesús o celestial (Mateo 27.3 al 5 – RVR60).
          Judas en la transición de su naturaleza humana a espiritual, no logra del todo despojarse o desprenderse de ser ladrón: “… porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Juan 12.4 al 6 – RVR60). Siendo espiritual tenía una doble moral y la aparente comunión, consagración, fidelidad y santidad, inclusive, toma indignamente la cena (Juan 13.21 y 26 al 27).
          ¿Cómo estar seguro de que Judas Iscariote disfrutó del libre albedrío espiritual pero no pudo trascender al libre albedrío de Jesús o celestial? Pedro mismo testifica acerca de Judas Iscariote: “… y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio… de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar…” (Hechos 1.15 al 26 – RVR60).
          El libre albedrío espiritual se convierte o transforma en libre albedrío según Jesucristo, conocido como el libre albedrío de Jesús o celestial. Sucede cuando escala y trasciende al conocimiento celestial de los que son predestinados a ser como Jesús: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él… habiéndonos predestinado…” (Efesios 1.3 al 5 – RVR60).
          En el caso de los pocos escogidos son los practicantes como Jesús: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado… Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6.28 al 29 y 38 – RVR60). Este libre albedrío de Jesús o celestial, es la renuncia de Jesús de hacer su propia voluntad, para hacer la voluntad de Dios el Padre Celestial que le envió. Jesús dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3.21 – RVR60). Los verdaderos practicantes no tienen cualquier tipo de práctica, sino la enviada por Dios, según la misión a través de Jesucristo. El mundo de las religiones son todos los llamados inmersos en el libre albedrío espiritual, pero son pocos quienes escogen ser como Jesucristo.
  2.3 Jesucristo tiene la preeminencia
          Si hay un conocimiento natural y un conocimiento espiritual, ¿cómo identificar y reconocer el conocimiento celestial? Para saber la respuesta es necesario precisar con claridad la función del pecado. Es común la generalización del término pecado, pero el ejercicio del mismo varía según el tipo de conocimiento donde se aplique. Por ejemplo, se dice que un Estado incluye el gobierno, el pueblo y el territorio. Debido al aumento de población, los cambios de época, evolución industrial y tecnológica, nuevas generaciones y el paso del tiempo, en la actualidad se requieren nuevas regulaciones de convivencia, por ejemplo, ahora es imprescindible la educación y la ley vial para el tránsito peatonal y vehicular (conocimiento del ámbito natural). Esto significa que la infracción e irrespeto a las señales de tránsito y a las indicaciones de un semáforo es una especie de pecado ante la ley y la sociedad, con su respectivo castigo, consecuencia y justa retribución.
          Pero, ¿cuál es la relación comparada de esta disposición con lo eclesial o eclesiástico, en lo perteneciente o relativo a la iglesia y ante Dios? Por ejemplo, cuando hay ingesta de licor en un conductor y la consecuencia de muerte de un inocente por causa de un accidente de tránsito vehicular, ¿es la paga de este pecado la misma ante el Estado, la iglesia y ante Dios? En cada tipo de conocimiento puede sufrir castigo por las consecuencias de su pecado. Por consiguiente, el pecado según la Biblia es infracción de la ley de Dios (1 Juan 3.4), toda injusticia es pecado (1 Juan 5.17) y el saber hacer lo bueno y no hacerlo (Santiago 4.17). Caso contrario las decisiones por libre albedrío y la gracia se vuelve en libertinaje: “… hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia…” (Judas 4 – RVR60).
          Cuando el natural se introduce en el mundo de lo espiritual, escala a un grado mayor de conocimiento y adquiere cierto criterio para juzgar, especialmente adquiere la consciencia de considerar y reconocer las diferencias existentes entre lo natural y lo espiritual: “En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 Corintios 2.15 – RVR60). Claro está, el espiritual que es practicante y cumple a cabalidad con la accesibilidad al conocimiento celestial, como veremos a continuación:
          La legislación es el conjunto de leyes sobre una materia determinada, tanto la legislación natural y la legislación espiritual están accesibles de todo ser humano sin discriminación o marginación alguna. ¿Por qué la legislación natural y espiritual se puede acceder con facilidad? Porque existe el avance científico, industrial, medios de comunicación y tecnológico que posibilita transmitir el conocimiento a todo el planeta. Por ejemplo, Internet, radio, y televisión. Hay abundante material académico, literatura y periodístico que educa e informa al ser humano. En el aspecto natural hay escuelas, institutos y universidades. En lo espiritual hay congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas con abundancia de autores, editores, escritores, evangelistas, líderes, misioneros, oradores, pensadores y predicadores. Además de gran cantidad de páginas web con la suficiente literatura digital, bibliotecas y locales de librerías con material impreso.
          El tipo de conocimiento considerado como celestial, hace alusión al conocimiento que es por revelación del Espíritu Santo de Dios con la finalidad de comprender, obedecer y ser semejantes a Jesucristo en el diario vivir (1 Corintios 2.9 al 13). El espíritu del hombre que está en él es la intención de su propia mente, por esta razón se conoce a sí mismo hasta lo más secreto de su vida, pero el secreto del conocimiento celestial está en Cristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR60).
          Es indispensable y vital la transición de natural a espiritual, que habilita y posibilita la trascendencia al conocimiento celestial. Se reitera que el humano deja de ser solamente natural cuando empieza a ser morada del Espíritu Santo de Dios: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14.17 – RVR60). El Espíritu de Dios de ninguna manera es exclusivo de una sola congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, porque Jesucristo dijo: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos... Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Juan 3.31 al 34 – RVR60).
          Lo que se da por medida es la fe, por esta razón hay tanta variedad de doctrinas y dogmas infinitos, que nunca terminan de surgir dentro del cristianismo, así, la gran cantidad de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones, que dicen cada una tener la verdad única y absoluta. Mientras que el practicante seguidor de Jesucristo ejerce y enseña, según el ejemplo y modelo, semejante a Jesús, quien trajo el mensaje del Padre Celestial. Observemos estas palabras claves:
 “... vuestro culto racional... la renovación de vuestro entendimiento... no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno... así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes dones, según la gracia... conforme a la medida de la fe;... El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal...” (Romanos 12.1 al 10 – RVR60).
          El problema es que quienes se estancan únicamente como creyentes, siguen siendo terrenales y cuestiones terrenales son las que transmite. Profundicemos la palabra de Dios al respecto, cualquier integrante o miembro creyente de una congregación, denominación, iglesia o religión, podría equivocadamente rivalizar hasta el odio por cuestiones de creencias. Esto lo hace terrenal, pero ninguno que practique la obra de Jesucristo, podría con sus acciones, gestos, hechos o palabras, negar a Cristo y tratarlo de anatema, o sea, decir mal contra otro para que sufra daño de maldición (1 Corintios 12.3 al 14). Ninguna organización eclesiástica o persona podría dividir el Espíritu Santo ni dividir a Cristo.
          Lo que pasa es que algunos sin temor de Dios, privatizan a Cristo en un supuesto beneficio e interés particular y muy exclusivo de su agrupación, pero ante Dios todos son iguales dentro del fraccionamiento cristiano, porque el común o unidad está en Cristo, para salvación y vida eterna. La unción del Espíritu Santo mantiene a la persona firme en Cristo, especialmente en el conocimiento celestial enviado del Padre, donde Jesucristo tiene la preeminencia. El engaño es cuando se pretende anteponer doctrinas o dogmas de salvación y vida eterna, por encima de Cristo: “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3.35 al 36 – RVR60).
          Si existe una inteligencia emocional de concienciar en cada ser humano la mejor reacción afectiva y de sensibilidad, frente a las situaciones inesperadas que el entorno ofrece, con más justificación y sentido existe la inteligencia espiritual que nos lleva al conocimiento celestial. Desde la antigüedad el profeta Elías advierte a quienes titubean en el pensamiento: “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18.21 – RVR60). ¿Qué pasa por la mente del pueblo al no responder palabra? ¿Existiría una doble moral?
          La inteligencia es una facultad de comprender o percibir la relación de ideas, para darse cuenta, descubrir y hallar la explicación de lo que estaba escondido, ignorado u oculto. Es interesante la respuesta de Jesús cuando le preguntan si eran pocos los que se salvan: “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.23 al 24 – RVR60). La mención de que muchos procuran, son los muchos llamados, que están involucrados en el mundo espiritual, en la proliferación de creencias y prácticas ajenas a Jesucristo, quien es la verdadera puerta del conocimiento celestial: “... Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.21 al 23 – RVR60).
          Toda doctrina o dogma, que desvía la atención de Cristo y le resta la preeminencia, está en función de quienes procuran entrar con diligencia, pero sin poder acceder a lo que verdaderamente tiene importancia para la salvación en Cristo: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10.9 – RVR60). Mientras el ser humano tenga la capacidad de interpretar y opinar, surgirán doctrinas y dogmas siempre. Por este motivo corresponde a la legislación infinita o interminable del conocimiento espiritual.
          Actualmente el conocimiento de orden natural ocupa la energía y mente de toda la humanidad, ya sea en lo científico, comercial, económico, financiero, militar, político, entre otros. Aún en el caso de los espectáculos artísticos, deportivos y musicales cautivan y entusiasman al mundo entero, muchas veces más que honrar y glorificar a Cristo con sus vidas. Pablo menciona lo siguiente: “... Todo aquel que lucha, de todo se abstiene;... no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9.24 al 27 – RVR60). El conocimiento que se queda solamente en lo natural, tiene su planificación y proyección de vida proyectada a este límite de existencia natural. Hasta los planes de jubilación son para este mundo material y terrenal. Mientras que el espiritual planifica su vida proyectada a la venidera después de esta vida, o sea, es semejante a vivir para servir, con el planeamiento y preparación para recibir una jubilación de vida eterna, después de esta muerte física, material o terrenal.
          La dedicación y disposición exclusiva de esta vida, para recibir de recompensa los beneficios, bienes y servicios de este mundo es el camino ancho o la puerta ancha, a diferencia el objetivo, meta y propósito de lo celestial es el camino angosto o puerta angosta: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puesta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7.13 al 14 – RVR60). El espiritual está en una posición de expectativa de la realidad, o se encaja a lo natural o se desprende y libera hacia la verdad celestial mediante Jesucristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,... que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” (Efesios 1.3 y 8 – RVR60).
          La construcción del concepto y origen de lo que se llama inteligencia emocional, en relación con la comprensión de nuestras emociones para conducirlas adecuadamente en la conducta y pensamiento, generador de una mejor respuesta de comportamiento reactivo al medio, de ninguna manera tiene procedencia humana, sino previamente es designio divino desde la creación. Observemos los siguientes indicios: “En el principio Creó Dios los cielos y la tierra... y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1.1 al 2 – RVR60). Desde un principio se hace mención de Dios y de su Espíritu, relacionado con energía y poder, la fuerza de la voluntad de Dios en la acción y efecto de la Creación.
          Esto se demuestra cuando Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1.26 al 27 – RVR60). Previo a la existencia del ser humano hay un modelo de referencia, de imagen y semejanza, que tiene que ver con los atributos y carácter de Dios: “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” (Salmos 100.5 – RVR60). La voluntad de Dios se manifiesta en el inicio de lo existente: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11 – RVR60).
        Estos valores son espirituales porque son intangibles, no se ven ni se tocan, pero se manifiestan y visualizan con la acción, acto, comportamiento y conducta del ser espiritual. Lo que pasa es que estos valores los pretende simular el conocimiento natural sin éxito, ya que son efectivos solo por el conocimiento espiritual en Dios. En el mundo natural prevalece la corrupción de los antivalores. Prueba de esto es que Jesucristo tuvo que venir a traer el mensaje de que el reino de Dios se había acercado, es decir, como Dios es amor (1 Juan 4.16), es Espíritu (Juan 4.24) y es luz (1 Juan 1.5), conocemos lo invisible y la certeza de los atributos de Dios, mediante la persona de Jesucristo, con su ejemplo de vida, como persona física que hizo visible los atributos y carácter de Dios, en su esencia y forma de ser. La persona de Cristo es la parte visible que nos hereda el ejemplo, modelo y testimonio de vida espiritual y celestial.
          Los valores de Dios jamás son relativos en el sentido de ser variables, debido a las circunstancias o a la época; y tampoco son subjetivos, según el modo de pensar y sentir de cada persona. Esto porque los valores de Dios son universales y tienen un mismo significado en todas las culturas, sociedades y zonas geográficas del planeta. Por ejemplo, el amor de Dios, la fe de Dios, la justicia de Dios, la misericordia de Dios, es igual en cualquier parte del mundo espiritual. Es el ser humano natural que tiene una actitud de relativismo y subjetividad engañosa en los valores, para confundir y distorsionar la voluntad de Dios y convertir en libertinaje la gracia de Dios, la palabra transmitida por el Hijo de Dios en representación de Dios Padre, es común para toda la humanidad como una sola raza humana. La única división es étnica en el sentido de las costumbres por herencia cultural o nacional. Jesucristo es el medio, motivo y la razón de conocer la verdadera realidad. Es la única aspiración para el ser humano de recibir salvación y vida eterna.
  2.4 Contraste notable entre lo natural y lo espiritual
          ¿Por qué tiene valor el entendimiento de diferenciar los tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial? Porque lo natural no puede asimilar, es decir, asemejar o equiparar con lo espiritual. Algunos por desconocimiento tratan de demostrar una semejanza y consideran que son iguales o equivalentes, similar a una amalgama entre lo natural y lo espiritual. En otras palabras, una unión a pesar de su sentido contrario, por ser distintas y opuestas. Entonces justifican que una persona aunque sea desobediente a Dios, inclusive que niega la existencia de Dios, igual puede ser espiritual. Observemos como la palabra de Dios establece la diferencia: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2.8 – RVR60).
          En el mundo abundan las filosofías, pero ausentes de glorificar y honrar a Cristo con la exactitud y profundidad de su mensaje y práctica. Este mundo vive una apariencia pasajera: “... porque la apariencia de este mundo se pasa” (1 Corintios 7.31 – RVR60). Los espirituales son conscientes de que Cristo es lo permanente, que aunque disfruten y vivan en este mundo natural, no pueden disfrutar de lo referente al pecado contrario a Cristo, porque lo real y verdadero de la vida es identificado y reconocido en Jesucristo:
 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;... derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,... Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo” (2 Corintios 10.3 al 7 – RVR60).
          Precisamente por la razón de divulgar y promover a Jesucristo, tiene sentido y es válida la existencia de tantos grupos de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas. Porque en todos estos grupos, hay personas auténticas, genuinas y sinceras, verdaderos discípulos de Jesucristo, que reconocen la gloria y honra a Cristo con las enseñanzas, ejercicio y prácticas de su diario vivir, congruentes a la obediencia y palabra de Dios Padre como la autoridad máxima sobre todo lo existente.
          Pero finalmente ¿en donde se ubican los que se levantan con argumentos y altivez contra el conocimiento celestial de Dios? Es claro en la Biblia y hay muchos pasajes que confirman la condición de quienes se quedan solo en lo natural, ajenos a la obediencia y práctica de la voluntad de Dios. También tiene sentido común entender que quienes buscan lo espiritual, están en los grupos de fe, congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas como medio para el fin, que es conocer a Cristo. Que el conocimiento de lo espiritual es necesario para posibilitar la trascendencia al conocimiento celestial. Pero no es de extrañar la mediocridad de quienes están a medias, sin desapegarse por completo de lo natural y sin trascender a lo celestial, porque están entre las mismas personas que aparentan espiritualidad. Por esta situación Jesucristo habla de calientes y fríos, como extremos definidos, pero los tibios aparentan ser lo que no son: “... He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente, ¡Ojala fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3.14 al 16 – RVR60).
          ¿Por qué decimos que los tibios están entre los espirituales? Porque un sector de los espirituales son los indecisos, que se quedan solo como creyentes en lugar de llegar a ser practicantes. Estos son los que desde sus asientos, una banca o desde un púlpito se consideran más puros y santos que otros, solamente con la apariencia de vivir en una verdadera paz y en la santidad, sin embargo, blasfeman, condenan, enjuician y maldicen a personas asistentes asociados, comunitarios, feligreses, hermandad, integrantes, miembros de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas. Tratan de idólatras a los demás, cuando ellos mismos tienen otras prácticas como las siguientes:
 “... avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3.1 al 5 – RVR60).
          Nada de esto mencionado representa a Cristo, vendrían a ser anticristos o falsos cristianos. Pueden ser grandes conocedores o creyentes, pero no practicantes, semejantes son los demonios que creen, sin embargo, no practican la voluntad de Dios: “... También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2.19 – RVR60). Es cierto que el espiritual inicia con creer, este vendría a ser el primer paso, pero la práctica viene a ser cuando Jesucristo dice que el que fuere bautizado: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.16 – RVR60). Jesucristo dijo claramente, el que fuere bautizado, de manera que se implica la demostración con el ejercicio y práctica, que se hace indispensable para lo espiritual, de manera factible y realizable, para trascender desde lo natural hasta alcanzar lo celestial.
          Ser bautizado implica el llamamiento y nacer de nuevo, arrepentimiento, conversión, resarcimiento y santificación. Además de la consagración, los frutos de la conversión, la inmersión en el Señor Jesucristo, en su devoción y sufrimiento, el sello del Espíritu Santo y el fuego de prueba al justo. Un ejemplo del espiritual con la mediocridad, ausente de la inteligencia espiritual, está claramente definido por Jesucristo en la parábola del sembrador (Mateo 13.18 al 23). Esta situación descrita en la explicación de la parábola es muy similar a lo dicho por Jesús al respecto: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6.45 al 46 – RVR60). La obstrucción a la enseñanza de Cristo es a través de las doctrinas y dogmas comunes en congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, que le quitan la preeminencia a Jesucristo, no obstante, siempre habrá personas entre ellos que darán a Jesucristo la prioridad, gloria y honra que merece por la voluntad del Padre.
          ¿Cuál es el propósito del conocimiento celestial para beneficio de la humanidad? Para comprender la respuesta hay que tener claro la situación de un contraste notable entre lo natural y lo espiritual. La Escritura aclara al respecto lo siguiente:
 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito... El que en él cree, no es condenado... Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas...” (Juan 3.16 al 21 – RVR60).
          Otro pasaje explica que Jesucristo es la luz: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60). Dios ama al mundo de seres humanos, prueba de esto es que ha enviado a su Hijo para que el mundo sea salvo por medio de él, porque las obras del mundo han sido malas (Juan 15.18 al 19). El practicante es hijo de Dios, cuando sin aislarse de la sociedad, se guarda del mal (Juan 17.15 al 18), rechaza el ejercicio del pecado partícipe en la sociedad del mundo (1 Juan 2.15 al 17), porque el nacido de Dios con fe enfrenta la maldad, vence con el bien el mal (Romanos 12.17 al 21; Juan 5.4) y se preserva en consagración y santidad.
          Algunos divulgan el concepto de lo material fusionado o mezclado a lo espiritual sin distinguir la diferencia, pero la Biblia dice lo siguiente: “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” (1 Corintios 9.11 – RVR60). El Señor Jesucristo manifiesta lo siguiente: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12.15 – RVR60). Además: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16.26 – RVR60). El término alma equivale a vida. Estas expresiones son ejemplos del desinterés del mundo natural en seguir el ejemplo y modelo de vida semejante a Jesucristo, quien dice: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adultera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38 – RVR60).
          Acerca de la incredulidad, indecisión, indiferencia e ignorancia, motivo del sentido opuesto entre lo natural y lo celestial, sumado al titubeo espiritual presente según la Biblia: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 22 al 23 – RVR60). El ser humano desde un principio, según el modelo de Adán y Eva, pretende vivir sin tomar en cuenta a Dios. Esta forma de vida cotidiana es conocida como solamente natural, mientras tanto, el ser humano interesado en conocer y practicar la voluntad de Dios, le llamamos espiritual. Quienes dudan entre los espirituales y sus vidas reflejan estar más apegadas a lo natural, son los indecisos o tibios, que se quedan solamente como creyentes, pero sin el ejercicio como practicantes. Porque quienes de forma genuina y verdadera de la práctica espiritual, se despegan terrenalmente de lo natural y trascienden al ejemplo y modelo de vida mediante Jesucristo con su conocimiento celestial, para salvación y vida eterna.
  2.5 Jesucristo enseña
la doctrina del Padre
          Observemos en el siguiente análisis la diferencia entre conocimiento natural y conocimiento espiritual. Jesús dijo:
 “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10.42 al 45 – RVR60).
          La sabiduría de Dios es para entender la relación entre el conocimiento netamente natural y el definido como espiritual. Estos conocimientos autónomos, sin límites, tienen su fundamento en su propia legislación: la convivencia entre las civilizaciones y culturas o la descrita en el Antiguo Testamento con la ley de Dios, las acciones y consecuencias, la promoción y vivencia del amor de Dios, la fe, la justicia, la misericordia, la paz y santidad, el cumplimiento y obediencia a su alianza. El caos natural se ha vuelto un sepulcro, lo espiritual para purificación y lo celestial un impulso divino por causa de la vida eterna. En el caso de la sabiduría del ser humano, por sí sola ha sido insuficiente, en términos espirituales, cuando la persona se excluye así misma de la posibilidad de tomar en cuenta la sabiduría proveniente de Dios el Creador, el saber de procedencia de lo alto:
 “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.6 al 8 – RVR60).
          Según el pasaje anterior, no se habría crucificado a Jesús sí hubieran entendido el mensaje de la sabiduría de Dios, pero el ser humano llevado por su propia sabiduría, con la influencia de intereses egoístas, mezquinos y particulares, luchas de poder, status social, compromisos políticos, militares, económicos o financieros, distorsiona el entendimiento y la idoneidad del juicio. Inclusive el mundo religioso en la dimensión o plano espiritual, tiene una dependencia recíproca en intereses y conveniencias con el mundo natural y político, a través de alianzas, convenios e inclusive encubrimientos.
          Los mismos principales sacerdotes y fariseos testificaron lo siguiente:
 “… se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día… Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia” (Mateo 27.62 al 66 – RVR60).
          Estos principales sacerdotes y fariseos, profesaban conocer y enseñar de Dios, pero trataron al Señor Jesús como un engañador. Dieron de su propio dinero a la guardia, para rumorar el hurto del cuerpo por parte de los discípulos, dicho divulgado entre los judíos hasta hoy (Mateo 28.11 al 15). Estos mismos, recurrieron al falso testimonio para acusar y culpar injustamente a Jesús con engaño y mentira: “Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte” (Mateo 26.59 – RVR60).
          Más adelante se dice lo siguiente: “Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes” (Marcos 15.9 al 10 – RVR60). Los doctos o líderes religiosos podrían ser muy catedráticos e informados, pero en el plano espiritual, tenían antivalores como la envidia. Su apego a esta envidia los ubica entre el conocimiento natural y el espiritual, pero no logran trascender al celestial, prueba de esto es que rechazan a Jesucristo como Salvador personal. El conocimiento celestial es por medio de la gracia de Dios, mediante la fe en el Señor Jesucristo: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2.6 – RVR60). Sin esta sabiduría, la creencia es forzada e impositiva con violencia, caso sucedido con las guerras religiosas del enojo, intolerancia, muerte y odio.
          En el primer siglo existían grupos religiosos como los fariseos y los saduceos, quienes rechazan a Jesús. No comprendieron la relación entre la ley y su transformación a la gracia. En una ocasión Jesús se refiere a los maestros de la ley y los fariseos como personas que con sus hechos niegan lo que con sus labios confiesan: “… Mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23.2 al 3 – RVR60). Esto significa que son los creyentes pero sin ser practicantes, o sea, espirituales de carácter religioso, pero no celestiales predestinados a ser como Cristo, a quien niegan y rechazan, en su propio perjuicio y riesgo de salvación y vida eterna, porque aunque el conocimiento es poder, sin la práctica de Cristo son nada.
          Jesucristo enseña la doctrina del Padre con la autoridad de Dios Hijo: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7.28 al 29 – RVR60). En la época de Jesús los gobernadores representan el conocimiento natural, los sumos sacerdotes representan el conocimiento espiritual, Juan el Bautista junto con Jesús representan el conocimiento celestial.
          Dios nos habla por medio de su Hijo y le delega su autoridad como enviado (Hebreos 1.1 al 2; Juan 3.16 al 18):
 “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia” (Juan 7.16 al 18 – RVR60).
          El Señor Jesús cuando le llega la hora de ser entregado, escarnecido y crucificado, ora intensamente en la intimidad con su Padre, con mucha aflicción y angustia, para ser fortalecido y poder soportar el momento esperado. En esta oración, su sudor es como grandes gotas de sangre derramadas en tierra, su corazón palpitante siente el consuelo de la presencia divina, no obstante, se acerca el acecho de sus verdugos y la traición. Sus ojos dulces, piadosos, llenos de amor y misericordia, observan la acción del ser humano, que le causaría un castigo inmerecido, a pesar de mostrar tanta bondad y compasión, al ayudar y sanar a los más necesitados.
          Jesús conoce el corazón y la mente de cada persona (Mateo 9.3 al 4, 22.18; Lucas 5.22; Juan 2.23 al 25, 5.42), abriga la esperanza, de que en medio de la maldad de sus adversarios, surja un destello de luz, de amor genuino y fe verdadera, similar al amor entregado personalmente, sin reproche ni reservas, sino con todo su ejemplo. Y aún en la plenitud de su muerte, en el momento final, en la culmine del abandono, dolor y gran sufrimiento, por el desprecio e injusticia recibida, brotan en sus labios humanos, desde lo más profundo de su corazón, con el amor divino derramado en todo su ser, las siguientes palabras: “… Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… En tus manos encomiendo mi espíritu…” (Lucas 23.34 y 46 – RVR60).
  2.6 El conocimiento y la legislación infinita
          La biblia demuestra e identifica las diferencias de conocimiento entre natural, espiritual y celestial. En cada uno de los tipos de conocimiento hay una legislación infinita. Por ejemplo, en el caso del mundo espiritual, el cristianismo contiene una gran diversidad de pensamiento y reflexión promovida por las diferentes comunidades de fe, congregaciones, iglesias o religiones. El evangelista menciona lo siguiente acerca de solamente tratar el tema de Jesús: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21.25 – RVR60).
          A lo interno de cada conocimiento no hay un límite horizontal, en el sentido de que nunca se termina de formar conceptos y construcciones teóricas con su respectivo ejercicio o práctica. El conocimiento base es el natural, después de este conocimiento hay otro vertical, que escala y trasciende a lo espiritual. Algunas personas en el transcurso de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte, deciden quedarse únicamente con lo natural, por ejemplo los ateos, mientras que otras personas añaden a su vida el interés y participación en lo espiritual, a través del mundo de las religiones, aunque la mayoría se quedan encasillados, con la aberración de la salvación y vida eterna por la legislación y méritos de su comunidad de fe, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, en lugar de mediante Jesucristo.
          Por último, están las personas que al ser espirituales, superan su apego a lo carnal o natural, dejan de ser meramente terrenales, renuncian a sus dioses falsos como el amor al dinero y las luchas de poder, a su idolatría carnal como la avaricia y fornicación, a sus dioses falsos promovidos por el politeísmo cultural, político o social. Entonces opera y trascienden al conocimiento celestial, para actuar, conocer y ser como Jesucristo.
          Así como existen estos tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial, existen tres tipos de libre albedrío que operan en cada tipo de conocimiento. El libre albedrío cumple una función, según el grado o plano dimensional de conocimiento de la condición o estado en donde se encuentra la persona.
        Jesús de camino a Jerusalén enseña por las ciudades y aldeas, entonces alguien le pregunta si son pocos los que se salvan: “… Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.22 al 24 – RVR60). Otras preguntas podrían ser: ¿por qué muchos procuran entrar y no podrán? y ¿tendrá alguna relación con el tema de predestinación por escogencia y elección por libre albedrío? Jesús dijo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20.16, 22.14 – RVR60). La cantidad total de llamados son todos los creyentes y la parte menor que son los escogidos por gracia corresponde a los practicantes como Jesús, en otras palabras los que en realidad actúan y se comportan como Jesucristo.
          Los primeros llamados fueron de Israel y el llamamiento postrero se trata del resto de población que no era de Israel, conocidos como gentiles. Hay un remanente escogido por gracia, los escogidos que han alcanzado: “… ha quedado un remanente escogido por gracia… ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;… su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles…” (Romanos 11.5 al 12 – RVR60).
          Otro pasaje menciona que si Israel fuera como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo (Romanos 9.27 al 29). Entonces, ¿cuál es la relación entre la predestinación por escogencia y la elección por el libre albedrío? Existen tres tipos de libre albedrío: el natural, el espiritual y el de Jesús o celestial. Los muchos llamados están entre el libre albedrío espiritual y los pocos escogidos en el libre albedrío de Jesús o celestial. Para comprender la diferencia entre cada uno, es necesario saber inicialmente que en el libre albedrío natural, la persona procura con su propio esfuerzo conseguir su deseo: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre…” (Romanos 9.16 – RVR60). La Biblia dice: “… a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne…” (Gálatas 5.13 – RVR60).
          El libre albedrío natural es la voluntad y facultad del ser humano para decidir y actuar por su propia determinación, sus propios logros y méritos. En el caso del natural algunos casos se confunden con el libertinaje. La utilidad de este libre albedrío, se ha degenerado a tal grado que cada quien actúa como le parece, sin la responsabilidad de las consecuencias de sus acciones o actos. Se incurre en el libertinaje del desenfreno en la conducta y el comportamiento, el irrespeto general a los mandamientos de Dios, que es la pérdida de aplicación, estima y vivencia al reconocimiento de la ley de Dios y su justicia.
          El libre albedrío espiritual se presenta en la transición del paso de incrédulo a creyente, manifestado entre las dimensiones de conocimiento natural y espiritual. El saber de la mano del hacer requieren ser éticamente congruentes, según los principios y valores: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo… Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente…” (Romanos 7.18 al 25 – RVR60). El hombre interior es la mente y su correspondiente pensamiento, de donde se generan las actitudes, carácter, conducta, personalidad y temperamento en lo afectivo y emocional. La evolución e influencia de todo esto, depende de la madurez en el conocimiento y pensamiento adquirido, según sea el conocimiento natural, espiritual y celestial. Las personas pueden estancarse en un solo conocimiento o trascender de un conocimiento a otro, desde lo básico y lo elemental, hasta lo intermedio o superior. El tope es llegar a la medida de Jesucristo: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR60). El conocimiento es infinito, en una constante legislación, tanto en el mundo natural y espiritual. Por ejemplo, en el mundo natural la creación o modificación a las leyes civiles, el avance de la ciencia, industria y tecnología.
          El tipo de libre albedrío espiritual es el que desplaza su propia voluntad natural, o sea, humana, y la sustituye al ascender con el conocimiento espiritual, de manera que al final no depende de sí mismo, sino de la voluntad de Dios: “… sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9.16 – RVR60). Lo que pasa es que muchos procuran trascender de la condición natural a la espiritual, pero no pueden desapegarse por completo de su libre albedrío natural: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5.16 al 17 – RVR60).
          En el siguiente caso se compara el libre albedrío natural y el espiritual, Jesús dijo: “… El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6.60 al 63 – RVR60). Jesús les preguntó a los doce discípulos en el pasaje Juan 6.67 al 69, si se querían ir también, o sea, abandonar el discipulado por su propia decisión o voluntad. Mientras tanto, la palabra de Dios indica: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12.21 – RVR60). En el caso de Judas se dejó vencer por Satanás, en el sentido de maldad, pecado y los antivalores: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce” (Juan 6.70 al 71 – RVR60). Se menciona el término “escogido” en el sentido de ser selectos en consagración y santidad.
  2.7 El ser humano
como morada del
Espíritu Santo
          El ser humano deja de ser solamente natural cuando empieza a ser morada del Espíritu Santo de Dios: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14.17 – RVR60). Esto significa que el ser humano mientras conserve su vieja naturaleza sin introducirse o traslaparse con el conocimiento espiritual, entonces no puede recibir el Espíritu, por consiguiente tampoco puede entender aquello que se ha de discernir espiritualmente. Se reitera la siguiente cita bíblica: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR60; Efesios 4.18).
          La transición desde lo natural hacia lo espiritual requiere regeneración y renovación. La gracia es consecuencia del amor, bondad y misericordia de Dios en el nombre de su Hijo         Jesucristo, nuestro Señor y Salvador: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios…, y su amor… nos salvó,… por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3.4 al 6 – RVR60). Además: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2.4 al 5 – RVR60).
          La gracia es el don de Dios que nos mueve para ejercer nuestro libre albedrío espiritual, consecuente del interés personal en accionar, conocer, obedecer y practicar las cuestiones espirituales y religiosas, para ser parte del conocimiento espiritual del reino de Dios. Jesucristo dijo a Nicodemo:
 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es, No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3.5 al 8 – RVR60).
        Todo ser humano corporalmente para la subsistencia requiere indispensablemente del oxígeno, porque precisamente se compone del cuerpo y de la respiración del aire que es el espíritu de vida o soplo de vida: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2.7 – RVR60). La Escritura dice: “... Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente... Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal...” (1 Corintios 15.45 al 46 – RVR60). El alma viviente es sinónimo de vida corporal, sin embargo, el pasaje bíblico de uno de los párrafos anteriores menciona que estábamos muertos en pecado, o sea, muertos en vida.
          Este mismo aire de vida es el espíritu de vida que la persona exhala cuando muere, ya que expulsa su último aire de los pulmones y estómago: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12.7 – RVR60). Esta condición es del ser humano y de todo animal viviente: “Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida” (Génesis 7.15 – RVR60); También se dice: “Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió” (Génesis 7.21 al 22 – RVR60). Ahora bien, si también los animales son almas vivientes, la diferencia entre el ser humano natural y el espiritual es la posibilidad de que el espiritual pueda llegar a ser templo del Espíritu Santo de Dios: “Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2.21 – RVR60). Además dice la Biblia: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros” (1 Corintios 316 – RVR60).
          El libro de Job menciona el alma en alusión a la vida: “Que todo el tiempo que mi alma esté en mi, y haya hálito de Dios en mis narices” (Job 27.3 – RVR60). Además: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33.4 – RVR60). En el libro de Isaías se dice: “Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz...” (Isaías 2.22 – RVR60). Este espíritu de vida, respiración o aliento de vida, permite al ser humano vivir y desarrollar su conocimiento natural. Pero hay otro conocimiento que es producto únicamente del Espíritu Santo de Dios: “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20.21 al 22 – RVR60). La palabra de Dios dice lo siguiente de Jesucristo: “Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras” (Lucas 24.45 – RVR60).
          El ser humano a nivel natural en su composición corporal y combinación con la respiración del oxígeno, por medio del aire, se suma su capacidad mental de razonamiento para vivir organizadamente en sociedad y evitar todo lo posible la anarquía civil. Así es como se legisla el conocimiento natural. En relación con la tierra dada a los hijos de los hombres, cuando alguien comete un acto corrupto e ilícito, se esconde u oculta, porque se considera digno de castigo por tal acción, reconoce y distingue el mal cometido:
 “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2.14 al 16 – RVR60).
  2.8 Tipos de libre albedrío
          El escalamiento y trascendencia en el conocimiento es influenciado por el libre albedrío que comúnmente se generaliza, pero existen varios tipos demostrados en la Biblia. Así como hay diferencia en el conocimiento.
          Un ejemplo de libre albedrío natural es la elección y ejercicio de una ocupación, oficio o carrera profesional, también un ejemplo de libre albedrío espiritual es la elección, participación activa o pasiva y pertenencia a una congregación, denominación, iglesia o religión (fraccionamiento cristiano). En la Biblia hay varios precedentes de esta situación: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1 Corintios 1.12 – RVR60).
          Este caso corresponde a un libre albedrío espiritual apegado a lo natural: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,… porque aún sois carnales, pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3.1 al 4 – RVR60).
          Hay otros precedentes, tal es el caso, registrado en Hechos de los apóstoles, de Simón, un practicante de las artes mágicas, quien oye el mensaje de salvación y se motiva a seguir a quienes predican la palabra de Dios, pero se queda solamente con el llamamiento, porque baja en inmersión a las aguas en la representación o símbolo del bautismo, pero sin estar verdaderamente arrepentido y convertido. Prueba de esta afirmación es la declaración de Pedro acerca del corazón de Simón sin santificación: caracteriza su corazón como no recto delante de Dios y en hiel de amargura y prisión de maldad (Hechos 8.12 al 23). También algunas personas a falta de los frutos del Espíritu Santo, se desviaron de la verdad, ya sea con profanas y vanas palabras, que de ninguna manera aprovechan, sino que perjudican a los oyentes, trastornando la fe de algunos. Por ejemplo, la Escritura menciona a Himeneo y Fileto, quienes decían y promovían acerca de la resurrección, que ya se había efectuado (2 Timoteo 2.14 al 18).
        Jesús advierte acerca del conocimiento celestial frente al conocimiento espiritual: “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16.15 al 17 – RVR60). Mientras tanto se presentan comentarios, interpretaciones, opiniones y rumores, similar a doctrinas y dogmas promovidos por la diversidad de creencias:
 “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros; que algún profeta de los antiguos ha resucitado. El les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios” (Lucas 9.18 al 20 – RVR60).
          El hacer valer una postura en defensa de cualquier enseñanza, sea a favor o en contra, algunos pretenden contender para no obedecer a la verdad (Romanos 2.8), inclusive con más razón quienes se oponen y predican a Cristo por contención (Filipenses 1.15 al 16). El siervo del Señor es necesario en forma respetuosa, contender ardientemente por la fe, en el sentido de preservar la sana doctrina, ya que se advierte de aquellos que quieren convertir en libertinaje la gracia de Dios (Judas 3 al 4). Pero esta sana doctrina atañe más a las cuestiones de comportamiento y conducta, según el ejemplo y modelo de Jesucristo, como ser sobrio, serio, prudente, sano en la fe, en el amor y en la paciencia (Tito 2.1 y 2). La sana doctrina es Jesucristo mismo.
          El dogmatismo es una definición de conceptos, por interpretación y opinión, tanto colectiva o individual, de quienes realizan el análisis de la doctrina. En relación con los dogmas eclesiásticos, son necesarios en la medida del fortalecimiento de la abstinencia y lucha contra el pecado, el amor, fe, hacer el bien a los demás, la misericordia de Dios, de la práctica de valores comunitarios y vivencia del reino de Dios. Hacer la justicia, obedecer el Decálogo, la ley de Cristo, saber y hacer lo bueno. Los votos de austeridad o pobreza, consagración y castidad como virtud opuesta al apetito carnal y pecaminoso, el dominio propio, santidad y vida ejemplar. La lucha contra el adulterio y la fornicación. Este fundamento o principios son prácticos en la cotidianidad, mientras otro tipo de dogma puede ser poco útil para la convivencia diaria, por ejemplo, las cuestiones escatológicas, fantasiosas e interpretaciones apocalípticas sin provecho para la vida diaria. Salvo lo inminente del calentamiento global y cambio de clima, con sus consecuencias mundiales en las pandemias globales, como el COVID-19 o SARS-CoV-2, que anuncian los tiempos del fin y anteceden al pronto cumplimiento de la segunda venida de Jesucristo.
          Hay dogmas que son comunes entre el fraccionamiento cristiano, otros dogmas son muy diferentes, inclusive contradictorios. La complejidad está en la asociación de un cristiano a determinada iglesia y su adhesión a los dogmas particulares de la misma. Pedro dice de Pablo: “… según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3.15 al 16 – RVR60).
          Según la Escritura no se ha dado a conocer el poder de Dios y la venida del Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas (1 Pedro 1.16 y 19). Los lectores de la Biblia interpretan cada texto con las diferentes opiniones, prueba de esto es la multitud de fraccionamiento dentro del cristianismo, sin embargo, la preeminencia la tiene Jesucristo: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3.11 – RVR60). Además dice la Biblia: “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24 – RVR60).
          La salvación por medio de Jesucristo, de acuerdo con el buen sentido de la palabra, es el paradigma dentro del cristianismo. Es un ejemplo y modelo de la consecución de las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. La desviación del paradigma se presenta mediante el fanatismo de lo absoluto, cuando se considera la salvación por la defensa de la interpretación, opinión de reglas eclesiásticas y dogmáticas, como única verdad y absoluta. Esto es la salvación por el producto de la división y fraccionamiento del cristianismo, diversos credos, ideologías, fundamentalismos extremos y radicales.
          En realidad esta última posición es defender una falacia y utopía contraria a Cristo, por consiguiente, es una antítesis de la verdad cristiana, porque fomenta la enemistad, guerra, luchas de poder, miedo, odio, persecución, rencor, rivalidad y terror religioso, en detrimento del verdadero amor puro y justicia de Dios, mediante Jesucristo:
 “… Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3.13 al 18 – RVR60).
  2.9 Tener la conciencia y mente de Cristo
          Lo celestial influye en la personalidad, del carácter y el temperamento, mejora las actitudes mentales y pensamiento en general, mediante principios, valores y virtudes, con el resultado de una mejor reacción en nuestras acciones o actos, conducta y comportamiento. Hay un cambio para bien en las cualidades, emociones y sentimientos. También en las habilidades, sensibilidad y voluntad, porque se toma en cuenta a Dios para la cotidianidad o diario vivir. Jesús dijo: “... Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos…, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón...” (Mateo 11.25 y 29 – RVR60).
          Hay un tipo de conocimiento que con palabras no se puede explicar, sino con las acciones y ejemplo de vida, el testimonio como prueba y justificación de la verdad, es una forma de entendimiento e inteligencia celestial (del cielo o paraíso), es poder de Dios:
 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es... De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (San Juan 3.5 al 12 – RVR60).
          Lo nacido de la carne, carne es, en el sentido de que es naturaleza, mientras lo nacido del Espíritu es espiritual, es poder de Dios, así hay sabiduría humana y sabiduría de Dios:
 “para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Corintios 2.5 al 7 – RVR60).
          Las personas siempre han buscado adorar algo o a alguien, lamentablemente muy pocos lo han hecho con el conocimiento del verdadero Dios (Hechos 17.22 al 23), otros en cambio habiendo conocido a Dios, no le glorificaron debidamente como a Dios Padre, sino que han honrado y dado culto a las criaturas antes que al Creador, a pesar de toda su creación y de todas las maravillas de Dios, han preferido adorar cualquier otra cosa (Romanos 1.21 al 25). Jesucristo dijo a la samaritana que ellos adoraban lo desconocido (Juan 4.22): “… Si conocieras el don de Dios…” (Juan 4.10 – RVR60). Esta es una situación muy generalizada en la actualidad, ya que la condición de la mayoría, quizás busca llenar un vacío sin importar lo que adora. Pablo entre todos los altares encontró en Atenas un altar al Dios no conocido (Hechos 17.23).
          Este conocimiento de Jesucristo y su servicio, ayuda a trascender del conocimiento natural al espiritual. Inclusive la persona que se estanca apegado solo en lo natural, de ninguna manera puede percibir lo espiritual, porque para él es locura: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR60; Efesios 4.18).
          También dice Santiago en un pasaje de su epístola:
 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3.13 al 18 – RVR60).
          La Biblia dice: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmos 115.16 – RVR60). Jesucristo trae consigo el conocimiento de Dios: tanto espiritual como celestial: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos… Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida…” (Juan 3.31 al 36 – RVR60).
          El conocimiento natural es aquel donde el ser humano tiene noción de su propia existencia.[1] El ser humano es innato desde su creación, en cuestionar, dudar e investigar. Su capacidad natural le posibilita analizar, pensar y reflexionar, para tomar sus propias decisiones, en algunos casos llamado libre albedrío o libertad de elección, aunque en muchos de estos casos se combina con el libertinaje, debido al abuso de exceder el límite en la libertad de elección. A partir de Jesús el libre albedrío se condiciona en el libre albedrío de Jesús, o sea, tener la mente de Jesucristo en la toma de decisiones, para que sean conforme a la voluntad de Dios.
          El espíritu o intención del ser humano natural, determina su propia voluntad hacia un fin o meta, ya sea solo terrenal o incursionar en términos espirituales, para alcanzar lo celestial. La Biblia dice:
 “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.12 al 16 – RVR60).
          El espiritual cumple con su obligación como parte de sus deberes que atañen a la vida litúrgica y religiosa, con la espiritualidad correspondiente, es solamente parte de su compromiso y responsabilidad mínima: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (Lucas 17.10 – RVR60). Mientras que el celestial trasciende a un conocimiento elevado y superior, proveniente directamente del Padre mediante su Hijo Jesucristo, sin alteraciones, interferencias o perturbaciones humanas.
          El conocimiento celestial es un tipo de conciencia e inteligencia que trasciende de lo espiritual a lo celestial. Se presenta un nuevo pensamiento consiente del plan y propósito del reino de los cielos: “… buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3.1 al 2 – RVR60). Este conocimiento celestial se basa en la adhesión y predestinación a ser como Jesucristo. Figurativamente es un gobierno del tercer cielo, porque es tener la conciencia y mente de Cristo. Se reitera: “… Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR60).
  2.10 La conciencia celestial
          Hay muchos pasajes en los cuales se demuestra que el ser humano se caracteriza como un ser pensante,[2] puede experimentar tres tipos de realidades de conciencia. Existen tres grados o niveles en el plano dimensional de conocimiento: el natural, el espiritual y el celestial. Obsérvese el plano dimensional de conocimiento de forma alegórica, con una forma de cielo, gobierno, mundo o reino. Las Sagradas Escrituras mencionan: “Alabadle, cielos de los cielos…” (Salmos 148.4 – RVR60), el apóstol Pablo menciona las visiones y revelaciones del Señor, junto con el tercer cielo: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo,… fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre… que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Corintios 12.1 al 4 – RVR60).
          La búsqueda de Dios es el propósito de la existencia humana: la transformación y transcendencia de lo natural a lo espiritual, hasta llegar a la conciencia celestial. Sin este conocimiento se estanca el objeto y propósito final de la vida, como está escrito:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.1 al 4 – RVR60).
          Para comprender acerca de los tres tipos de conocimiento, se compara con la analogía de la resurrección: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales” (1 Corintios 15.46 al 48 – RVR60). Alegóricamente es igual en el conocimiento, se nace natural, o sea, terrenal, luego, según la medida de la fe, se posibilita escalar al conocimiento espiritual, con la finalidad de consolidarse a otro nivel del conocimiento celestial, al adherirse y revestirse de Cristo en su semejanza de vida.
          El conocimiento celestial transciende de la misericordia a la máxima plenitud de la voluntad de Dios. Por lo tanto, la diferencia entre conocimiento natural y celestial, se distingue más claramente en la historia de la humanidad, a partir del ejemplo de vida de Jesucristo. Se registran sucesos de genocidios por guerras y masacres, llevados a cabo en el nombre del Señor Jesús, con la finalidad de imponer, extender geográficamente y hacer proselitismo de la religión. Por ejemplo, en el tiempo de la conquista de los europeos frente a los nativos de América, pero esta situación nunca representa el creer en su nombre, el asesinato, división, intolerancia, irrupción, muerte, odio, persecución, repudio, rivalidad religiosa y violencia, es contraproducente a la enseñanza de Jesús como ejemplo, modelo de vida cotidiana en amor, valores comunitarios y universales.
          La verdadera trascendencia al paraíso, es trascender a la práctica del amor y justicia de Dios. Prevalece el respeto inalienable a la vida humana, la convivencia de reino de Dios entre nosotros, los derechos humanos de vida irrenunciables, irrevocables e intransferibles, la misericordia, paz y santidad. Predomina lo celestial, ante lo animal, carnal, diabólico, malo, pecaminoso y terrenal: “… cuyo dios es el vientre,… que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos…” (Filipenses 3.18 al 21 – RVR60). También la Biblia dice: “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica” (Santiago 3.15 – RVR60).
          En Dios se vive el verdadero amor,[3] de su procedencia,[4] y le amamos porque él nos amó primero.[5] El amor a Dios es guardar sus mandamientos:[6] “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4.8 – RVR60). En el caso de la ausencia en la comprensión del mensaje de Jesús, la vida humana queda sin trascendencia ante Dios,[7] solamente terrenal y superficial: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso…” (1 Juan 4.20 – RVR60). Jesús dijo: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15.12 y 17 – RVR60).
          La Biblia también dice: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Proverbios 6.16 al 19 – RVR60). Han muerto millones de inocentes, por causa de la apoteosis de quienes se han endiosado: altivos, arrogantes, engreídos, fatuos, soberbios, manifestado en los casos de las cruzadas, expansionismo imperial, guerras religiosas, conflictos étnicos ancestrales. Desde el principio de los tiempos se utiliza a Dios o la religión como pretexto para la violencia. También la dominación e invasión territorial para la explotación de los pueblos: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune” (Proverbios 16.5 – RVR60). Por otra parte, se dice que en el 2019 la persecución a los cristianos se agravó a niveles de genocidio, previo a la llegada de la pandemia del COVID-19 o SARS CoV-2.
          El ejercicio de la iglesia como un reino eclesiástico, fundado por Jesús, donde Pedro mismo estuvo entre los fundadores con los demás apóstoles, no consiste en un reino económico, financiero, físico, literal, lucrativo, material, militar, político, semejante a las monarquías o repúblicas:
 “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?... Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18.33 al 38 – RVR60).
  2.11 El mundo natural
sin una conversión
          Las tres dimensiones de conocimiento: natural, espiritual y celestial, determinan y vinculan la trascendencia del ser humano en su dispensación por la gracia de Dios Padre. Jesucristo manifiesta lo siguiente:
 “Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados” (Marcos 4.9 al 12 – RVR60).
          Esto significa que el mundo natural sin una conversión no tiene aspiración al perdón de pecados. Porque Jesús explica según la parábola del sembrador, acerca de la semilla en buena tierra, que es equivalente a las personas con corazón bueno y recto al retener la palabra oída, y dar fruto con perseverancia (Lucas 8.15). Por otra parte, el que persevere hasta el fin será salvo, según la declaración misma de Jesús y la predicación del evangelio acerca del reino (Mateo 24.13 al 14 – RVR60).
          La dispensa está relacionada con el apoyo, paz, protección, respaldo y seguridad recibida directamente de Dios, mediante su don gratuito que concede u otorga, para absolver, perdonar y redimir de la culpa. Es determinante y vinculante, porque según el grado de conocimiento, así es la capacidad de toda persona aceptar, asimilar y reconocer la responsabilidad de sus acciones realizadas libremente. A continuación estos ejemplos:
          El conocimiento celestial, caso de Pablo:
 “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento...” (Hechos 26.19 al 20 – RVR60).
          El conocimiento natural, caso de Festo:
 “Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles. Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura” (Hechos 26.23 al 25 – RVR60).
          El conocimiento espiritual, caso de Agripa:
 “Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26.26 al 28 – RVR60).
          Así como en la parábola del sembrador, algunos se quedan en un círculo vicioso, o sea, en la explicación de un discurso sin poder aclarar, como patinar las ruedas del vehículo en un suelo resbaladizo, inmersos en el mundo espiritual y religioso sin trascender al conocimiento celestial de Jesucristo. Es comparado con un espejismo que desvirtúa la posibilidad de reconocer el verdadero oasis. El desierto es la vida donde el mundo es un espejismo de dinero, fama, placer, poder y riqueza, Jesucristo es el verdadero oasis de salvación y vida eterna en consagración, devoción, gratitud, santidad y voluntad de Dios. El espejismo es el camino ancho, el oasis es el camino angosto de la disciplina, razonamiento espiritual y práctico: “El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento. El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría…” (Proverbios 15.32 al 33 – RVR60).
          La decisión de Jesús en este sentido fue abrigar todo el esfuerzo y valor suficiente para perseverar hasta el fin, en el propósito por el cual viene a este mundo por voluntad de su Padre. Jesucristo verdaderamente comprende el motivo de su vida y el plan de Dios para con él y con aquellos en torno a su persona. No se sale del objetivo principal de su venida, respecto a la obediencia y servicio a su Padre que observa desde las alturas en los cielos, ni se deja deslumbrar o influenciar con la distracción de cortinas de humo o por el ruido ensordecedor del mundo. Acata firmemente la misión encomendada, influye su conocimiento en la ignorancia predominante de su época, para beneficio de las generaciones posteriores hasta el día de hoy.
          La Biblia dice:
 “… ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras” (Isaías 33.14 al 16 – RVR60).
          Jesús afirma lo siguiente:
 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muerto y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23.27 al 28 – RVR60).
          Lo externo es la persona y lo interno es la mente. Este enclaustramiento de fe ciega, es un aislamiento al mensaje de Dios, real y efectivo. La convicción, adherida fuertemente al cimiento de la razón, es la base de la equidad, justicia, rectitud y sinceridad. La autenticidad acompañada del sentido común a la hora de juzgar, produce un testimonio razonable y con acierto: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos” (Hebreos 11.1 al 2 – RVR60).
  2.12 El conocimiento natural comparado
          La sociedad actual se encuentra muy afanada con muchos quehaceres para obtener bienes y servicios, valora al ser humano en la medida de los bienes y servicios logrados, se ha convertido en una sociedad materialista. El conocimiento natural se basa en la propia facultad humana y las consideradas leyes naturales, necesarias para la subsistencia del ser humano. En el sentido figurado este tipo de conocimiento corresponde al gobierno del primer cielo o primer grado de conciencia. Por ejemplo, todo lo referente a las actividades económicas, empresariales, industriales y financieras, lo civil en la relación e intereses entre ciudadanos, el cuidado de la ecología o medio ambiente, los espectáculos artísticos, canto, culturales y deportivos, el intercambio comercial y laboral, lo militar, los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, lo político en el gobierno de las naciones, la salubridad, la seguridad pública, entre otros.
          El mundo de los ajenos a Dios, rehúye un compromiso y la responsabilidad ante el Creador, esta vida natural de las personas, posibilita sobrevivir en el mundo físico, desde el nacimiento hasta la muerte sin depender de glorificar y honrar a Dios. Esto debido a las facultades propias e innatas del ser humano: antropológico, biológico, corporal, ecológico, fisiológico, genético, social y civil, su relación con otras ciencias, el arte, economía, filosofía y política. La persona sobrevive por méritos propios de la vida natural, sin necesidad de trascender al plano espiritual, sino con base en las oportunidades presentadas en la vida, como académica, empleo, ocupación habitual u oficio, salario, salud, profesión o trabajo.
          Este conocimiento natural es inagotable y no tiene límites, tal es el caso del poder legislativo, que nunca se termina de legislar en cada periodo de gobierno establecido en cada país, permanentemente surgen nuevas necesidades propias de cada cultura y región, cambios, evolución y tecnología. Durante el tiempo se presentan situaciones en el diario vivir y en la convivencia con los demás, donde se requiere actualización o nueva regulación, según cada época y las leyes civiles requerida.
          El ámbito espiritual y de las religiones, no se contempla en el conocimiento natural, sino que escala a otro nivel de conciencia, porque dentro del ámbito natural puede estar enclavado un sector de la población mundial, con la negación de la existencia de un Dios personal y Creador de lo natural, contrario al conocimiento para la adoración, alabanza y servicio al Dios verdadero. Este sector natural se fundamenta en las cuatro “i”, a saber: la incredulidad, indecisión, indiferencia y la  ignorancia, en relación con el escepticismo de la conciencia sin fe y el materialismo, con duda respecto a la creencia religiosa y a la sustancia espiritual, sin la sensibilidad al desapego de lo superficial y terrenal.
          El sentido del éxito de la vida es lograr alcanzar el conocimiento y temor de Dios con equilibrio y sentido común, sin caer en extremos relativistas: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12.13 – RVR60). Los últimos tiempos ya los estamos viviendo, la venida de Jesucristo cada vez está más cerca, a Daniel en el libro profético, mucho antes del primer siglo de la era cristiana se le dice: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12.4 – RVR60). Estamos en tiempos en que la ciencia ha aumentado, muchos corren de aquí para allá, a través de veloces aviones, barcos, trenes y vehículos, la competencia comercial, la globalización, el aumento del estrés y de la violencia, se requiere en estos momentos de una total coherencia y una sólida comunión con Dios en la unidad con su Espíritu Santo.
          Hay casos donde la Biblia habla del mundo en alusión al pecado, se refiere al orden injusto establecido en nuestro planeta, costumbres del paganismo y politeísmo, la distribución injusta de la riqueza mundial, las estructuras socioeconómicas de deudas y usura, las políticas y sistemas de dominación perjudiciales del empobrecimiento para el ser humano, donde se impera la decadencia, la transgresión y la muerte.[8] El pecado esclaviza al hombre y lo condena, la Escritura dice que si el justo con dificultad se salva: ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?[9]
  2.13 Muchos son llamados, y pocos escogidos
          En cada conocimiento actúa un tipo de libre albedrío, por ejemplo, el natural decide cuál ocupación, oficio o profesión ejercer, ya sea por medio de capacitación académica o empírico, a través del aprendizaje autodidacta y de otras formas de estudio y preparación. Mientras tanto, el espiritual toma decisiones acerca de cuál comunidad espiritual o de fe, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana va a creer, participar y seguir, con el sentido de pertenencia, ya sea pasivamente solo creyente o activamente como practicante. El libre albedrío celestial es el libre albedrío de los practicantes que deciden con firmeza ser como Jesucristo, en acciones, obra y práctica, según el ejemplo y modelo de Jesús.
          Cada conocimiento tiene un radio de acción y alcance infinito, debido a su propia legislación, con la característica que tiene un desarrollo y movimiento interminable. Por el motivo o razón que en el caso del mundo o reino natural, se rige por todas las leyes de cada estado, nación o país, sus instructivos y reglamentos, tanto en lo ejecutivo, judicial y legislativo, además de lo científico, laboral y tecnológico, entre otros. En el caso de lo espiritual, existen tantas comunidades de fe, congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, según la cantidad de credos, creencias establecidas, reglamentos eclesiásticos, tradiciones, entre otros. Pero en el juicio final, en el rendimiento de cuentas ante Dios, cada persona responde por sus acciones o actos en forma individual y no por la colectividad. Aunque nadie queda exento o impune bajo su propia responsabilidad, por haber pertenecido a cierto grupo específico de congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, en los grupos donde a Cristo no se le rinde la debida supremacía y el debido reconocimiento en adoración y alabanza.
          Jesucristo dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 20.16 y 22.14 – RVR60). Ciertamente hubo época en donde había mucha restricción para acceder a las copias de la Biblia, no existía la imprenta o con su invención el costo de impresión era muy elevado, además en relación con las versiones se escaseaban las traducciones en otros idiomas. Esto ocasionaba una mayor ignorancia masiva en el conocimiento de la lectura directa de la palabra de Dios. Entre las desventajas y ventajas, según se analice y considere, era más fácil controlar la unidad de interpretación bíblica o la hermenéutica, mediante la homilía o sermón dado a conocer al pueblo, por parte de los ministros o magisterio. La enseñanza tenía un formato más centralizado: poder central y centro común. Sin embargo, la tendencia ha sido el fraccionamiento eclesiástico del cristianismo, debido a la gran diversidad de comentarios, interpretaciones y opiniones de tesis personal, realizada a la Biblia. Por consiguiente la consecución de seguidores para cada una de las propuestas. Históricamente predomina la costumbre, intolerancia religiosa, mitos, ritos y tradiciones, con la ignorancia en general.
          El conocimiento natural influye una interacción hacia el conocimiento espiritual y religioso. También surgen las personas que son observadoras, analíticas y críticas, con sentido crítico, objetivo o científico. Por ejemplo, se creía en la Tierra como plana y alguno afirmó su redondez (Isaías 40.22), también la rotación del planeta o la traslación en torno al sol, entonces se le amenazó al proponente con ser quemado en la hoguera, por ser considerado un hereje sin retractar.
          La ciencia ha contribuido de muchas formas a adquirir conocimiento, para mejorar la calidad de vida y la longevidad de la humanidad. La tecnología aporta el beneficio social en información y telecomunicaciones, la accesibilidad a extender por todo el mundo la formación académica e intelectual, en especial contribuye a cumplir el anuncio de llevar el evangelio hasta el último rincón del planeta. La educación formal es fundamental en el crecimiento y desarrollo de los llamados, por la oportunidad de la alfabetización. Quienes se conforman con conocer la lectura de la Biblia, sin practicar la misma se quedan como espirituales, mientras que los practicantes aplican el ejercicio de acciones permanentes, no solamente la celebración o rito ocasional, sino constantemente con perseverancia son obedientes siempre, con toda consagración y santidad.
          Los muchos llamados podrían ser todos creyentes, en el caso de los pocos escogidos pueden ser los verdaderos practicantes, por ejemplo, se dice de la ley: “porque no son los oidores… los justos ante Dios, sino los hacedores… serán justificados” (Romanos 2.13 – RVR60). Un ejemplo se presenta en el tiempo del diluvio, donde Noe pregona, o sea, da el anuncio y avisa, sin embargo, la palabra dice: “… en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvas…” (1 Pedro 3.20 – RVR60). El profeta Elías en cierta ocasión invoca a Dios: “… Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 10.2 al 4 – RVR60).
          El llamado se presenta al Faraón en Egipto, donde no creyeron a Dios, menos practicaron su voluntad: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Romanos 9.17 – RVR60). Los llamados están en todas partes de la tierra, es el anuncio del nombre de Dios hasta el último rincón del planeta.
          La rigidez de fundamentar las creencias como enseñanza eclesiástica, es el drástico hermetismo para cambiar, corregir y rectificar lo erróneo durante el paso del tiempo. Por ejemplo, hubo época en la administración de la iglesia por medio de líderes de la jerarquía eclesiástica, donde de forma flexible se pudo escuchar las iniciativas de reforma de Martín Lutero con sus noventa y cinco tesis, en su lucha contra lo considerado como abusos y errores de la iglesia, sin embargo, la reacción fue de intimarle con autoridad y fuerza para que se retractara. Luego recibe una condena y excomunión, al final fracasa también por cierta actitud propia de intransigencia. La iglesia oficial en lugar de dialogar termina en una contrarreforma. Lutero desiste de la unidad y sin pretenderlo es el origen de un cristianismo fraccionado, entre bandos que inclusive se olvidan de la fe de Cristo y llegan a cruentas guerras y exterminio de creyentes. Prevalece la división, enemistad, intolerancia, las luchas de poder y odio. También entre occidente y oriente.
          Todo este mundo espiritual y religioso, esté donde esté, o sea, en la congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, ya sea independiente o tradicional, centenaria o milenaria, sea cualquiera que sea, requieren trascender al conocimiento celestial de Cristo, para aspirar a rendir cuentas dignamente ante Dios Padre y Creador. Muchos se creen los grandes apologistas o defensores de sus propias creencias, pocos son practicantes a semejanza de Jesucristo como se analizará en profundidad a continuación.
  2.14 Jesucristo transmite el conocimiento celestial
          Jesucristo transmite el conocimiento celestial: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra” (Juan 8.42 y 43 – RVR60).
          En la época o tiempo de Jesús, con independencia de las creencias del judío, ya sea la creencia como doctor o intérprete de la ley, escriba, fariseo, integrante del sanedrín, sacerdote, saduceo o sumo sacerdote, a pesar de sus diferencias en las creencias, por ejemplo entre fariseos y saduceos en el tema de ángel, espíritu o resurrección (Mateo 22.23; Hechos 23.8), a la hora de creer en Jesucristo, se determina como incrédulo o creyente, en relación con la creencia en Jesús: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31 y 32 – RVR60). En este caso incrédulo es quien no tiene fe y creencia en Jesús, quienes creen en él y perseveran firmes en su palabra, se vuelven verdaderos discípulos.
          Aún los propios discípulos sufrieron crisis de incredulidad en su transición del conocimiento natural al espiritual: “... Llegó Jesús, estando las puestas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20.26 al 27 – RVR60). Además: “... y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Marcos 16.14 – RVR60).
          En la época de la actualidad, todo el fraccionamiento cristiano, llámese comunidad de fe, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, es creyente en comparación con la creencia en Jesucristo, a pesar de las diferencias de credos o creencias, doctrinales, dogmáticas, reglamentarias o tradicionales. Los incrédulos son aquellos que solamente tienen el conocimiento natural y se resisten a trascender al conocimiento espiritual: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden...” (1 Corintios 1.18 – RVR60). El conocimiento natural se queda únicamente en sabiduría humana o del mundo según la carne: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne...” (1 Corintios 1.26 – RVR60). El conocimiento espiritual jamás se fundamenta en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios: “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2.4 y 5 – RVR60).
          Todos los creyentes son los muchos llamados, pero hay una diferencia en el caso de los pocos escogidos, porque son los verdaderos practicantes del ejemplo y modelo de vida de Jesús, con el poder del Espíritu Santo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22.14 – RVR60). Los llamados provienen tanto de judíos como de griegos (gentiles): “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24 – RVR60). El vínculo común es Jesucristo, por lo tanto, en cada fracción del cristianismo, sea una comunidad, congregacional, denominacional, iglesia o religión cristiana antigua o reciente, de ninguna manera es poseedora exclusiva de la verdad única y absoluta, Porque la verdad misma es Jesucristo: “a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito. El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.29 al 31 – RVR60).
          El conocimiento natural hace presión para preservar su propia naturaleza contrario al sentido de Cristo: los más conservadores se aferran por cuestiones discriminatorias o raciales para mantener la circuncisión en la carne, como por obras tradicionalistas y no por la fe, obligando a circuncidarse, para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo según Gálatas 6.11 al 15. Además mantenían el rito de sacrificios de corderos, negando el único sacrificio de Cristo para perdón de pecados, mandando guardar la ley de sacrificios y ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado, preservando de esta forma el sacerdocio literal y no el sacerdocio de Cristo, contrario a la fe en Jesús y opuesto al nuevo pacto:
 “15.1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 15.2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión... 15.4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos... 15.5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés...” (Hechos 15.1 al 16.5).
          Se convirtieron en falsos hermanos, introducidos a escondidas, para tratar de regresarlos a la esclavitud de antes (Gálatas 2.3 al 5; Tito 1.10), la comunidad de fe de Galacia o iglesia de los Gálatas, recibe la influencia por los más extremistas y fanáticos (Gálatas 3.1 al 5, 4.9). El espiritual le hace frente al natural para dar la preeminencia a la voluntad de Dios. El Salmo dice: “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán” (Salmo 37.30 al 31 – RVR60). El nuevo pacto hace del justo y santo un templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3.16 al 17, 6.19), y la ley de Dios está en el corazón y la mente. La obediencia ya no es impositiva, por obligación, sino que nace por la gracia recibida de Dios (Romanos 5.17 al 21; 1 Corintios 1.4 al 7; 2 Corintios 1.12; Tito 2.11), porque se produce el amor, la disposición y voluntad para obedecer: “para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3.7 – RVR60).
  2.15 La corrupción
de entendimiento
          En el mundo natural, así como el cuerpo está muerto sin la respiración del oxígeno, que es el espíritu de vida, también en el sentido espiritualmente se está muerto con la ausencia de la fe y la práctica de la obra de Jesucristo: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 2.26 y 3.1 – RVR60). El debatir cuestiones de creencias es muy común en el conocimiento espiritual, es parte del libre albedrío espiritual y de la legislación del análisis de los temas, pero algunos se perjudican al considerarse muy entendidos en la materia y se quedan en la teoría, sin escalar a otro nivel práctico del conocimiento, basado en las enseñanzas de Jesús. El que se cree sabio en el conocimiento espiritual le es mejor ser humilde y manso para aprender, desarrollar la capacidad de escuchar, aunque aparente cierta ignorancia alcanza mayor grado de madurez y sabiduría espiritual: “Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios...” (1 Corintios 3.18 al 23 – RVR60).
          Ahora bien, sembramos en lo natural o sembramos en relación con lo celestial, son dos posibilidades de cosechar para la carne o en el Espíritu Santo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR60). Hay corrupción eclesiástica cuando algunos en aparente piedad la utilizan como pretexto para fuente de ganancia, además se convierte la actividad eclesiástica en un negocio personal o familiar, al final negocio lucrativo y propio debido al enriquecimiento y amor al dinero:
 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.3 al 10 – RVR60).
          Luego Pablo mismo dice acerca del conocimiento celestial: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1.11 al 24 – RVR60). Jesús mismo les abre el entendimiento, porque era necesario el cumplimiento de todo lo escrito acerca de él, sus padecimientos y su resurrección al tercer día (Lucas 24.44 al 46). Un sincero y auténtico conocimiento de la doctrina de Dios, es encomendarse a su dirección y guía del Espíritu, sin ningún tipo de demagogia, de los que llegan para servirse con sus ambiciones: “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4.7 al 8 – RVR60; 2 Timoteo 1.14). Además dice la Escritura: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4.5 – RVR60).
  2.16 Servir a Dios o
al mundo terrenal
          El conocimiento natural es perecedero con alcance para la vida presente: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mateo 6.19 – RVR60), mientras que en la experiencia de comprender y adquirir conciencia de lo celestial, posibilita dar la verdadera importancia a la preparación para rendir cuentas a Dios, en relación con la vida venidera: “sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6.20 – RVR60).
          Según la referencia del párrafo anterior, se percibe la distinción de conocimiento en el siguiente pasaje bíblico: “Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle” (Lucas 9.7 al 9 – RVR60). En el caso de Jesucristo transmite un tipo de conocimiento celestial que algunos logran ser conscientes: “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13.51 al 52 – RVR60).
          El evangelio sea antiguo, de Jesucristo y para vida eterna, es un mismo evangelio, en el sentido de las buenas nuevas de salvación, o la buena noticia proveniente del Creador. Mientras que hay muchas clases de dogmas, originadas por las criaturas, como respuesta y reacción al evangelio de Dios. Además, el dogma surge por otros motivos y fundamentos de todo sistema científico, doctrinal o religioso. Por ejemplo, Jesús les reprocha a los discípulos acerca de su actitud o reacción de incredulidad: “Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16.14 al 15 – RVR60). El evangelio se predica en todo el mundo, a todo ser humano de la creación, en diferentes entornos de las civilizaciones, culturas, etnias y sociedades, pero el destinatario final es el ser humano, quien esté donde esté ofrece resistencia al evangelio. La prueba es el pasaje anterior, donde los mismos discípulos instruidos por Jesús, eran incrédulos y duros de corazón, respecto a la resurrección del Señor.
          El tiempo de Moisés presenta un tipo de doctrina a manera de teocracia, se mezclan las cuestiones de adoración, ceremonia, celebración, civil, docencia, espiritualidad, legal, política, religiosa, ritual y salubridad, englobadas en la dirección ejecutiva, judicial y legislativa. Similar a una constitución política y otras leyes de reglamentos, procedimientos e instrucciones. Es la institución de normas civiles, públicas, salubridad, tanto individual como colectiva, de educación, convivencia, laboral y respeto a la propiedad privada. En la época de Jesús en Judea se presenta cierta separación entre lo político y lo religioso:
 “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados” (Lucas 3.1 al 3 – RVR60).
          Jesús separa definitivamente el poderío político del poder religioso y espiritual. Por ejemplo, en el siguiente pasaje bíblico las autoridades religiosas envían además de los fariseos a los herodianos. La política está relacionada con las cuestiones de la administración y gobernación del Estado. La religión se enfoca en el interés primordial de lo espiritual, congruente a la voluntad de Dios, de ninguna manera existe para defender o representar los intereses particulares y terrenales de la corriente política, que son de competencia y función estatal. La Biblia dice:
 “Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas?... Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra… Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios…” (Marcos 11.27 al 12.17 – RVR60).
          La doctrina directa de Dios es sana, sin corrupción ni daño, mientras que el poderío político por ser del mundo, es endeble y vulnerable a la corrupción: “… la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.4 – RVR60).
          Algunos se estancan en la salvación por religiosidad. En este sentido, a pesar de las barreras dogmáticas y religiosas, influyentes en su época, Jesús no presentó su adhesión a la política o religión oficial del momento. El sector religioso oficial rechaza a Jesús:
 “Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron... Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices. Y los principales sacerdotes le acusaban mucho... Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba” (Marcos 15.1 al 5 – RVR60).
          Jesucristo se abstuvo de ser nombrado rey por parte del pueblo, de vivir en los mejores palacios, de vestir las mejores ropas reales o de viajar en los mejores carruajes. Este ejemplo de Jesús y modelo de vida, contrasta con otra representación de la serpiente astuta como dios falso, que es la mala distribución de las riquezas:
 “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lucas 4.5 al 8 – RVR60).
          La serpiente conocida como serpiente antigua, diablo y Satanás, representa la adoración y servicio a los dioses falsos, entre ellos la adoración y servicio a las riquezas (en griego Mamón):
 “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR60).
          El pasaje anterior menciona el caso de los fariseos como avaros, inclusive la misma avaricia es considerada en la Biblia como una idolatría: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3.5 al 6 – RVR60).
          El afán de adquirir y atesorar riquezas se tenía por sublime y lo terrenal del apego a las inclinaciones o tendencias propensas a los placeres del mundo, contrario a la obediencia a Dios. La mayor rebeldía del ser humano ante Dios es similar a una egolatría y narcisismo, como culto y veneración así mismo, al dinero, fama, poder y riqueza. Este culto y fascinación a la personalidad, representa la entronización del mismo ser humano, como su propio dios, ante los habitantes del mundo, donde a algunos de sus dinastías, emperadores, faraones, gobernantes, jerarcas, líderes, poderosos, príncipes, pudientes, reyes y soberanos, son considerados como dioses y convertidos en asesinos, autoritarios, crueles, dictadores genocidas, injustos, sanguinarios y violentos, sin piedad alguna y sin temor a Dios. Ha prevalecido en la historia de la humanidad una cultura de impunidad, en los casos donde el pueblo respalda a sus líderes como a un dios falso, han seguido el camino de la muerte, aunque signifique estar en contra de la adoración y servicio a Dios.
  2.17 La conexión
con lo celestial
mediante Jesucristo
          Ninguna interpretación de la ley puede ir en contra del amor y de la vida. En el caso del amor al prójimo como a uno mismo, un intérprete de la ley le pregunta al Señor acerca de ¿quién es su prójimo? El Maestro con una parábola de ejemplo, le explica no solo quién es el prójimo, sino cómo ser cada uno el prójimo de todos los seres humanos a su alrededor, sin las malas discriminaciones culturales, étnicas, idiosincrásica, sociales y de otras índoles. En realidad la raza humana es una sola, no hay división racial sino una sola humanidad, el invento humano de la diferencia de razas en el ser humano, provoca la división y discriminación de unos contra los otros, hasta las guerras, muertes y odio.
          El buen samaritano de la parábola representa el conocimiento celestial, donde estaba un hombre postrado en el camino, despojado y herido, por causa de ladrones dejándole casi muerto. Estos representan el conocimiento natural, anduvo por ahí un sacerdote, viéndole, pasó de largo, luego un levita quien hizo lo mismo de lejos, ambos eran instruidos en la ley, y estaban al servicio de la obra de Dios por ser de la tribu de Leví, eran los elegidos para el servicio y trabajo ministerial que representan el conocimiento espiritual.
          Según esta parábola, el prójimo del hombre herido no es el sacerdote ni el levita, supuestos servidores de Dios y conocedores de la ley de misericordia, sino el samaritano, quien realmente usa la misericordia (Lucas 10.25 al 37). No basta con la letra o teoría del conocimiento, es necesaria la práctica; no es suficiente el creer tener la fe, también es necesario por las obras de la fe demostrar la eficacia de la misma, visualizar la fe por las obras de amor y misericordia (Santiago 2.14 al 18). Esto es semejante en nuestro tiempo, cuando se fundamentan dogmas o ideologías de determinada grupo de fe religiosa, con la intención de elevar o sobreestimar el concepto de espiritualidad en cada persona, pero se infunde la discriminación y muerte por el odio, persecución y rivalidad religiosa.
          En la parábola del buen samaritano, posiblemente tanto el sacerdote como el levita, actuaron así, apegados a la misma ley, según la interpretación de algunos preceptos, creyeron correcto no acercarse al herido, por si, en caso de estar muerto, no caer en inmundicia al tocarlo, ya que temporalmente podrían quedar inmundos en caso de tocar a alguna persona fallecida (Números 19.11 al 16; Levítico 21.1 al 4; Ezequiel 44.25). Pero el samaritano, supera el privilegio poseído por el sacerdote y el levita, ve al herido y es movido a misericordia, lo socorre y cuida hasta sanar por completo. Jesús pregunta al intérprete de la ley: “… ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10.29 al 37 – RVR60). Está escrito en la Biblia: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2.13 – RVR60).
          Hay que vencer el mal con el bien. La ausencia de amor, fe, justicia y misericordia, provoca en algunos la consideración de ser más santos en comparación a los demás (Isaías 65.5; Hechos 10.28), prevalece la creencia de tener la absoluta y única verdad, pero en realidad se deposita la confianza en dogmas, normas y reglas más incoherentes e incongruentes al sentido celestial manifestado en las Escrituras. Jesucristo con su ejemplo, rompe con todos estos paradigmas, vino a dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4.17 al 21). Lo demuestra cuando habla con una mujer samaritana, a pesar de que hay enemistad entre judíos y samaritanos (Juan 4.1 al 10; Esdras 4.1 al 10; Nehemías 4.1 al 2). Por lo tanto, es necesario trascender de lo natural a lo espiritual, y de lo espiritual a lo celestial, como un proceso y engranaje para llegar a la plenitud de Cristo, según su conocimiento.
          La comprensión, entendimiento y la conexión con lo celestial mediante Jesucristo, es lo que verdaderamente trasciende para vida eterna, es decir, en la medida del análisis y profundidad en el conocimiento de Dios logramos entender lo siguiente:
          El propósito de la creación junto con el ser humano, está en lo que Pablo llama la dispensación del misterio escondido en Dios, el Creador de todas las cosas. Dispensar tiene relación con dar, conceder u otorgar. Esto con el propósito de que las muchas formas de la sabiduría de Dios sean dadas a conocer entre los seres creados, por medio de la fe en Cristo Jesús (Efesios 3.9 al 12). Pablo afirma que este propósito de Dios y su gracia nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos y manifestada con la venida del Salvador Jesucristo por el evangelio dado también a los gentiles (2 Timoteo 1.9 al 11). Entonces la finalidad de la creación del ser humano implica que ellos adquieran el conocimiento de Dios para alabanza de su gloria, a través del evangelio de Jesucristo dado inclusive a los gentiles. También para la administración de la gracia de Dios entre los humanos, siendo los gentiles coherederos y miembros del mismo cuerpo, copartícipes de la misma promesa (Efesios 3.1 al 8).
  2.18 La nobleza en
la forma de ser, personalidad y sentimientos
          El reino de Dios es promovido por Jesucristo y anunciado por el profeta Juan el Bautista. Ambos no vistieron ropas reales, ni vivieron en palacios de reyes, ni viajaron en los mejores carruajes, sino que su nobleza estaba en la forma de ser, personalidad y los sentimientos elevados. Jesús dijo lo siguiente: “… Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído… y a los pobres es anunciado el evangelio… Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están” (Lucas 7.22 al 25 – RVR60).
          Pedro, seguidor y discípulo de Jesús, instruido por su palabra, estaba aún sin comprender el sentido y significado del verdadero reino, lo imprescindible del cambio de actitud y de personalidad, reacciona con espada en la aprehensión: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco” (Juan 18.10 – RVR60). La Biblia también dice:
 “Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mateo 26.52 al 54 – RVR60).
          En cierta ocasión Pedro rehúsa recibir el lavamiento de los pies por parte de Jesús: “... ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13.6 al 7 – RVR60). Pedro inició la evangelización o predicación a los gentiles, que no eran de la tribu de Judá, o sea, de los habitantes de Jerusalén y Judea, entonces él relata una manifestación de Dios o teofanía: “... Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10.28 – RVR60). Por ejemplo, entre los habitantes de Samaria, cuando Jesús le habla y pide agua a una mujer samaritana, ella se extraña porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí (Juan 4.9), porque Jesús rompe con los estereotipos de su época, tal es el caso a través de la mujer samaritana, inclusive sus discípulos se maravillan (Juan 4.27).
          Los fariseos viendo la obra de Dios la rechazaron. Quienes analizaban la ley en tiempos de Jesús, los escribas versados e intérpretes de la ley, entre ellos los fariseos y saduceos, tuvieron a su alcance la ley y la profecía, pero no entendieron el argumento o plan propuesto por la palabra de Dios, en relación con la venida de Jesucristo como el Camino para la Salvación, quien dijo: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5.20 – RVR60). En quienes no entendieron el plan de Dios, se cumple la moraleja de un epitafio con la leyenda: “aquí yace uno que no supo para que vivía”. Esto es similar a realizar el viaje de esta vida hacia lo desconocido, en completa ceguera, ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia de la espiritualidad, solamente apegado a lo carnal, natural o terrenal.
          Los escribas y fariseos no lograban captar el amor de Dios, compasión, fe, justicia y misericordia, a pesar de ser estudiosos de las Escrituras, en aquella época integrada por la ley de Moisés, los profetas y los salmos (Lucas 24.44). No aprendieron a vivir la vida de acuerdo con Dios, el amor desinteresado e incondicional, a ser benevolentes, buscar el bien común y estimar a las personas con la fuerza de la voluntad. Tampoco entendían el amor a los enemigos, porque esperaban al Mesías como Libertador (Romanos 11.25 al 26), y no como el gran pacificador de sus adversarios (Mateo 5.38 al 48).
  2.19 El justo vivirá por fe
          El justo vivirá por fe, afirma las Sagradas Escrituras: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2.4 – RVR60). La arrogancia y el exceso de estimación propia, por méritos propios o bienes poseídos, es el vivir para sí mismo con cierta incredulidad contraria a la fe en Cristo, porque la persona considera que no requiere de la fe para poder subsistir, sino por su propio esfuerzo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos… De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.14 al 17 – RVR60). El apóstol Pablo a los filipenses menciona: “Porque para mí el vivir es Cristo…” (Filipenses 1.21 – RVR60).
          En el caso de los saduceos no creían que existiera resurrección (Mateo 22.23; Marcos 12.18), a pesar de acceder a la misma fuente de información que los fariseos y otros grupos religiosos. Así los fariseos y saduceos tienen sus propias creencias o dogmas, supuestamente en adoración y servicio a Dios, pero rechazan a Jesús y el mensaje enviado de Dios. Por ejemplo, los fariseos y saduceos utilizan la misma fuente de doctrina en las Sagradas Escrituras, mientras tanto, en el dogma, unos a diferencia de otros, interpretan y opinan la existencia o no de ángeles, espíritu y resurrección: “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas” (Hechos 23.8 – RVR60). En otro pasaje dice:
 “Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron... Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés como le hablo Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis…” (Marcos 12.18 al 27 – RVR60).
          Por lo general el dogma de la religión son sus fundamentos principales. La Biblia dice: “… La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1.26 al 27 – RVR60). La autoridad de la religión determina la obligatoriedad de creer y practicar el dogma. La cuestión es la siguiente: ¿a cuál autoridad según Cristo, es necesario acatar primeramente, en los dogmas espirituales y religiosos? Pedro y Juan dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4.19 al 20 – RVR60). Además agrega Pedro y los apóstoles: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5.29 – RVR60).
          Esta verdad en Jesús es un equilibrio del bien común, donde algunos se desvían con egoísmo al acumulamiento de bienes materiales, donde se desvalora el ser humano como persona, se aferran a su propia verdad terrenal y no a la verdad del reino de Dios. En la actualidad estamos en tiempos en que la ingenuidad en el pueblo de Dios no se justifica, en el sentido de sencillez para ser engañado o de ser incauto, a la hora de dejarse rodar por las corrientes filosóficas del mundo, que aparentan piedad, pero en la realidad se distorsiona adrede el mensaje de Jesucristo. La capacidad de la sencillez es necesaria e imperativa, siempre y cuando sea en el sentido del abandono al lujo, opulencia, ostentación y las vanidades. Una vida en austeridad, caridad, humildad y solidaridad, es el punto de partida y límite demostrativo entre el llamado y el escogido, porque la abundancia de alguno representa escases en otro. Jesús dijo: “Mas ¡ay de vosotros, ricos! Porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!...” (Lucas 6.24 al 25 – RVR60).
  2.20 La religión con
la mejor intensión
de invocar a Dios e
influir en el pueblo
             La religión trae consigo el surgimiento de los mitos, arquetipos y la aventura de un viaje al encuentro con la deidad. Por consiguiente, la energía, fuerza, y valentía hacia el conocimiento verdadero, con la superación de adversidades y obstáculos. Distorsionado en luchas de poder del gobierno humano para enriquecimiento, en lugar del dominio del temperamento, la modificación de la personalidad, la consolidación del carácter, para acercarnos al Dios verdadero y a una mejor convivencia entre seres humanos. La personalidad incluye los rasgos visuales de conducta o comportamiento, influenciada por la actitud, aptitud, carácter, emoción, hábito, pensamiento y sentimiento. La Biblia dice lo siguiente: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3.13 – RVR60).
             Surgen los héroes y villanos, las vidas ejemplares y subordinadas a la confianza en Dios, frente a los rebeldes por desobediencia, obstinados al seguir su propio camino o destino. Toda una conspiración y complot, con los miedos y temores que esto implica. Los héroes y villanos a su vez son figuras y representaciones entre el bien y el mal, porque son consejeros y guías hacia lo bueno o lo malo. La religión influye en el conflicto espiritual determinante del destino de cada persona y su temor a la muerte. El contraste entre luz y tinieblas, entre el conocimiento y la ignorancia.
             La religión se vuelve una práctica o medio cultural determinante de intercesión, interpretación y tradición. El cielo se convierte en un elemento con una connotación del lugar considerado como la morada de Dios, de manera que muchas veces la mirada hacia lo alto, es la meta propuesta para la iluminación y salvación de los humanos. El cielo como el gobierno de Dios y la tierra como el lugar de los gobernados. La idea de ir al cielo es muy antigua, desde la torre de Babel se pretende una cercanía de esa torre para llegar hasta el cielo (Génesis 11.4).
             La religión se inicia con las mejores intensiones de invocar a Dios e influir en el pueblo, pero no queda exenta de la maldad oculta: la avaricia, codicia, lucro, lujo, onerosidad, opulencia, vanidad y vanagloria, portador en quienes lideraron inicialmente la religión y se pervirtieron. Por esta razón, la mezcla de la religión con asesinato, blasfemia, fornicación, robo, sacerdocio sexual, saqueo, promiscuidad, sacrificios humanos y toda clase de dioses, idolatría e imágenes. El interés espiritual se vuelve en una agresión, engaño, corrupción, imposición, intimidación, irrupción, miedos, muertes, odios, pánico, persecución, poder y terror. Por consiguiente, es el propio ser humano quien conceptualiza, construye e imagina con desenfreno, a sus propios dioses falsos, en afrenta al Dios verdadero. Por ejemplo, se prefiere adorar al sol antes que a Dios:
  “Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego;… No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día” (Deuteronomio 4.15 al 20 – RVR60).
             El astro principal del sistema solar, en la eclíptica del solsticio y equinoccio, en los inicios de las estaciones del año, han impresionado desde la antigüedad al ser humano, al punto de ver al sol como objeto de adoración, incluso la influencia de la luna con su distancia hacia el planeta Tierra o los temblores relacionados con el cambio de clima en algunos lugares y zonas geográficas del hemisferio terrestre. El profeta Ezequiel escribe lo siguiente:
 “Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente” (Ezequiel 8.15 al 16 – RVR60).
  2.21 Grupos religiosos
con un celo irracional
             El conocimiento natural se manifiesta en aquellos gobernantes que no creyeron el mensaje de Jesús. El caso de los principales sacerdotes, saduceos y fariseos representan el conocimiento espiritual, pero Nicodemo y José de Arimatea mediante Jesucristo trascienden al conocimiento celestial, aunque sea como un tipo de religiosos anónimos.
             El anonimato de Nicodemo se cumple cuando viene a Jesús de noche, para no ser visto abiertamente y para no descubrir su identidad: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3.1 al 2 – RVR60). Nicodemo se presenta ante Jesús y con su testimonio expone su concepto acerca de Jesús, a pesar de pertenecer al grupo de los fariseos y de ser principal entre los judíos, Jesús le dice: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo… Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3.7 al 10 – RVR60).
          Referente al anonimato de Nicodemo, la Biblia resalta que los principales sacerdotes y los fariseos pensaban que ninguno de ellos había creído en Jesús: “… ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?” (Juan 7.45 al 48 – RVR60), sin embargo, la Biblia destaca que Nicodemo era fariseo y vino a Jesús de noche: “Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos…” (Juan 7.50 al 52 – RVR60), “También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche…” (Juan 19.39 – RVR60).
             Los religiosos anónimos (RA), son las personas con secuelas de pertenecer a grupos partidarios del absolutismo, que creen ser los únicos y verdaderos, porque logran infundir desprecio, difamación, discriminación, odio y rivalidad hacia otras religiones. Se consideran los más santos entre los santos, inmaculados y sin pecado, pero en realidad están llenos de los siguientes antivalores: altivez, arrogancia, desamor, presunción, soberbia, orgullo y vanagloria. Desprecian las actitudes, porque para ellos la salvación personal y el galardón de la vida eterna, se fundamenta en su propio credo o dogmatismo de creencias particulares, restando importancia a los valores de Cristo.
             En el caso de José de Arimatea, estos grupos infunden intimidación y miedo, a la pérdida de salvación fuera de su propio grupo, inclusive el temor a la discriminación, exclusión y represalias. Las personas que están muy afectadas quedan con un trauma psicológico, con la necesidad de terapia para superar la etapa traumática dentro de la religión, por consiguiente la reunión de apoyo neutral con otras personas que han sufrido situaciones similares. La Biblia dice: “… José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos…” (Juan 19.38 – RVR60).
             Estos grupos religiosos tienen un celo irracional, con aparente libertad de Cristo, aunque al fin de cuentas hacen lo que les parece y les conviene, según sus propios intereses. El apóstol Pablo menciona: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos” (Gálatas 4.16 al 17 – RVR60). La Biblia relata acerca de una vez en tiempos antiguos, por falta de rey en Israel, que cada uno hacía lo que bien le parecía (Jueces 17.6, 21.25), pero en el cristianismo el rey es Jesús, lo cual testifica Natanael cuando reconoce a Jesús como Hijo de Dios, Rey de Israel y Natanael era un verdadero israelita, en quien no hay engaño, según la declaración directamente de Jesús (Juan 1.47 al 49).
             La autenticidad como la de Natanael, es solo demostrable a través de la práctica con los hechos del diario vivir. La teoría poco o nada sirve si no hay aplicación, por esta razón es Jesús el que llama a Natanael como verdadero, en quien no hay engaño. Los religiosos anónimos proceden de grupos sin congruencia, tanto en el discurso y en la práctica del amor, por la aversión a quienes consideran sus rivales religiosos por los diferentes dogmas: “… pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 3.2 al 3 – RVR60).
  2.22 DIFERENCIAR
ENTRE LA JUSTICIA
Y LA MALDAD
             Dios dice: “Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Malaquías 3.18 – RVR60). Este pasaje bíblico es un ejemplo de la posibilidad de discernimiento, para diferenciar entre la justicia y la maldad, distinguir entre el que vive para servir a Dios y el que no lo hace. Luego la Biblia aclara acerca del mensaje celestial de Juan el Bautista: “… Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lucas 1.13 al 17 – RVR60). Se requiere la virtud de la prudencia para diferenciar entre lo justo y lo injusto, además de la conversión para cambiar, volver a la obediencia y la práctica de la justicia. Estas condiciones determinan la cualidad o circunstancia por la que el conocimiento natural necesita del conocimiento espiritual para la práctica de la justicia en el servicio a Dios.
             Por ejemplo, mediante el sacerdocio y redención universal de Jesucristo, hay una separación visible entre quienes se quedaron únicamente como seres naturales y los que sirvieron a Dios como espirituales: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25.31 al 32 – RVR60).
             Entonces, continuemos con la lectura:
 “Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí… Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeño, a mí lo hicisteis… Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25.33 al 46 – RVR60).
             El éxito del conocimiento natural se manifiesta en la grandeza de sus logros, del desarrollo y planificación de las gigantescas ciudades, de la acumulación de inmensas riquezas, de los grandes avances científicos y tecnológicos, de la sobresaliente capacidad y solidez económica, comercial y financiera. De la grandeza militar y territorial o del gran poderío político. Por el contrario el éxito del conocimiento espiritual se sustenta en el contribuir y tributar a Dios solidariamente, para beneficiar a los empobrecidos por el sistema de discriminación de cierta posición o status, donde se margina a quienes tienen condición social de inferioridad. En el mundo hay injustamente por causa del mismo ser humano, mucha gente muriendo diariamente de hambre y sed. El mundo natural ignora adrede la voluntad de Dios y actúa con indiferencia, por conveniencia de unos pocos e interés propio, impulsado por la avaricia, codicia, egoísmo, envidia, lucro, mezquindad, opulencia y vanidad. A pesar de quienes aprovechan, benefician y subsisten de toda la materia de extracción, existente en la misma creación natural, evaden agradecer a Dios el Creador, sin involucrarse en las prácticas espirituales o religiosas, sin compromiso moral de contribuir para ayudar a los más necesitados y a una distribución más justa de la riqueza mundial.
          La vida presente y el conocimiento natural es circunstancial, espacial y temporal: “Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Marcos 13.1 y 2 – RVR60). El conocimiento de Dios es la verdadera herencia que nos lleva a la vida eterna, no se trata de cualquier adoración, conocimiento, don, práctica o promesa: “Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” (Lucas 21.5 y 6 – RVR60). Más que la exaltación y grandeza en las edificaciones, está el bien común de las personas, para bienestar y salud.
          El culto racional tiene relación con la honra, respeto y reverencia en la excelencia y superioridad de lo dedicado y sagrado a Dios, mediante una fe reflexiva, que se considera con atención y detenimiento, porque es una fe meditada, pensada con plena conciencia y con entendimiento, justicia, rectitud y verdad. El ser humano por su naturaleza tiende a contender, debatir y porfiar fervientemente y con vehemencia. El humano no está exento o inmune de esta situación, aún dentro del conocimiento espiritual, muchas veces se opone y resiste a la voluntad celestial de Dios.
          La Biblia dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8.14 – RVR60). Por lo tanto, de entre el mundo con el conocimiento natural, muchos son los llamados acerca del conocimiento espiritual y pocos los escogidos con el conocimiento que es celestial, según la transmisión de enseñanza, ejemplo y modelo de Jesucristo. Hay una lucha entre lo natural y lo espiritual, porque lo natural presiona por camuflar y confundir, entrelazar y mezclar con lo espiritual: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros... porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8.9 y 13 – RVR60).
  2.23 Proceso de renovación y restauración
          Jesús dice en la palabra de Dios: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12.30 – RVR60). Por ejemplo, la historia de la humanidad, registra a muchos en la fe que por causa de la fidelidad y lealtad, sufrieron cautiverio, destierro, esclavitud, injustas represiones, muerte, pérdida de identidad, persecución, saqueo, ultraje y violencia. La fatal combinación de la cruz de Cristo y la espada, la evangelización y el expansionismo militar, el poderío religioso, el estado imperial, la pasión desenfrenada por adquirir la fama, honores, pleitesía, poder y riquezas. Esto es el camuflaje de lo natural infiltrado entre lo espiritual, pero sin ninguna aspiración o posibilidad de lo celestial, por ser sistemas anticristo.
             Hay un proceso eficaz de renovación y restauración con la formación y transición entre el conocimiento natural y el espiritual. Hay una feroz tendencia a la desobediencia y rebeldía: “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová” (Salmos 25.7 – RVR60). Además: “... porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud...” (Génesis 8.21 – RVR60). La Biblia dice: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7.29 – RVR60).
             La rebeldía es generada en cada ser humano por su propia naturaleza humana de resistir a la voluntad de Dios, hasta que supere su condición y se sujete a Dios con el conocimiento espiritual. Cada persona tiene que asumir responsabilidad de su propia rebeldía, independiente del grado de maldad y pecado de sus progenitores en la concepción:
 “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmos 51.1 al 5 – RVR60).
             Este conocimiento espiritual es una renovación constante, porque la renovación continua del cristiano está en el corazón y la mente, como dice en el libro de Salmos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” (Salmos 51.10 al 12 – RVR60). La persona con el tiempo se envejece, pero su interior se renueva de día en día (2 Corintios 4.16). Esta renovación es en el espíritu de la mente, o sea, en la intención del pensamiento, se renueva la personalidad en la justicia y santidad (Efesios 4.22 al 24). Se presenta un proceso de renovación hasta el conocimiento pleno según Colosenses 3.10: amor, benignidad, compasión, consagración, gozo, humildad, mansedumbre, misericordia, paciencia, perdón y santidad, entre otros.
             La renovación es un volver en forma permanente a un primer estado u origen de la relación con Dios: “Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio” (Lamentaciones 5.21 – RVR60), para mantener y perseverar en el amor y la justicia de Dios. Desde un principio, el ser humano al ejecutar los estatutos y poner por obra las ordenanzas de Dios, les hacía habitar sobre la tierra con seguridad (Levíticos 25.18 al 19). Para no endurecer los corazones ni cerrar sus manos al hermano pobre, sino abrir la mano liberalmente, sin mezquindad de corazón, porque de esta forma se recibe bendición en lo que se hace y se emprende, porque es mandamiento de Dios ayudar al pobre y al menesteroso (Deuteronomio 15.7 al 11).
             El cristiano siempre se renueva con integridad y rectitud, tanto en lo espiritual como en la solidaridad material. Los Salmos mencionan el caso de ejemplo del cuidado y renovación de Dios en la creación: “Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Salmos 104.27 al 30 – RVR60). La Biblia menciona que Dios restaurará al ser humano su justicia (Job 33.26). En los Salmos se encuentran algunas súplicas para restauración: “Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos” (Salmos 80.3, 7 y 19 – RVR60). Además: “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación…” (Salmos 85.4 – RVR60).
             Hay una transición entre el natural y el espiritual, donde interviene el libre albedrío de la persona, porque según sea su nivel de conocimiento así será su camino a seguir, por su propia elección o determinación de ser o no ser como Jesucristo. Pero, ¿cuál es el conocimiento que finalmente trasciende ante Dios el Padre? Tanto para el rendimiento de cuentas como para la vida eterna, la Biblia manifiesta la diferencia entre el conocimiento celestial promovido por Jesucristo, quien es nuestra predestinación. Obsérvese en el texto a continuación las siguientes palabras claves:
 “... Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.1 al 4 – RVR60).
  2.24 El pueblo es
destruido por falta de conocimiento de Dios
             Antes del diluvio, la inclinación natural del ser humano es propender a pensar, sentir y hacer el mal: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6.5 – RVR60). Luego del diluvio cuando se establece el pueblo de Dios, resulta que con el tiempo es destruido y perece por falta del conocimiento de Dios:
 “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden... Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios... Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma. Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras” (Oseas 4.1 al 9 – RVR60).
             Entonces, si hay una transición entre el natural y el espiritual, ¿por qué algunos se estancan como un tipo de círculo vicioso, sin lograr trascender al conocimiento celestial? Lo que pasa es que algunos aspiran y pretenden lo espiritual sin desapegarse completamente de su carnalidad natural. Después de la creación, cuando se establece lo ritual dentro del culto a Dios y como rito de perdón de las ofensas cometidas, se distorsiona el culto a tal grado que Dios dice: “Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados” (Amós 5.21 al 22 – RVR60). También dice:
 “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?” (Isaías 1.11 al 12 – RVR60).
          Se ofrecía para el sacrificio el animal ciego, cojo, enfermo o hurtado, profanando el nombre de Jehová Dios y su altar, habiendo Dios dicho: “No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios” (Deuteronomio 17.1 – RVR60; Levítico 22.20). Su proceder fue deshonrar, menospreciar y hasta profanar el nombre de Dios, quien menciona lo siguiente: “… Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?... y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? Dice Jehová” (Malaquías 1.6 al 14 – RVR60). Las manos de los infractores, llenas de crímenes y de maldad, no aceptan la corrección, presentan ofrendas indignamente y Dios les pide: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Isaías 1.16 al 17 – RVR60).
             Ahora bien, entre lo natural y lo celestial ¿cuál es el propósito de lo espiritual? El conocimiento espiritual es un intermedio determinante para el estancamiento en lo natural o la trascendencia a lo celestial. En el conocimiento espiritual abunda la legislación del conocimiento eclesiástico, pero algunos tienen el paradigma de fundamentar los dogmas absolutos como medio de salvación en lugar de Jesucristo, porque transmiten una rígida defensa de interpretaciones y opiniones, sobre cuestiones religiosas, más que una genuina vida, según el ejemplo y modelo de Jesucristo y la guía del Espíritu Santo (Hechos 5.32).
  2.25 Solo en Jesucristo hay salvación y vida eterna
             La vida no se toma a la ligera sino con reverencia a Dios el Creador, por esta razón el respeto a los demás es vital, como parte de la alabanza y adoración a Dios, quien envió a su Hijo para reconciliar, rehabilitar, reivindicar, rescatar y restaurar al ser humano.
          El conocimiento celestial se demuestra con experiencia y práctica, no se queda solamente en la retórica de la palabrería de embellecer la expresión, con la finalidad de deleitar, conmover o persuadir a los oyentes, a veces basado solo en las apariencias del emisor, sin credibilidad y respaldo. No nos equivoquemos, el plan de Dios es en función del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, la palabra divina se vuelve en la acción humana de Jesús, quien testifica de sí mismo lo siguiente: “¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo, el Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (Marcos 12.10 al 11 – RVR60). A continuación un texto determinante: “… siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2.19 al 22 – RVR60).
          La Sagrada Escritura se explica claro y presenta expresiones claves, por ejemplo, la ignorancia por falta de lectura de algunos pasajes escritos en la Biblia, porque quienes edifican el pueblo de Dios y posteriormente la iglesia, desechan a Jesucristo, el coordinador principal que ha venido a ser cabeza, nosotros vamos creciendo, edificados para ser un templo santo en el Señor y morada de Dios en el Espíritu. Esta palabra de Dios dice: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.11 al 12 – RVR60).
          La Biblia cuestiona si a la segunda venida de Cristo, ¿encontrará fe en la tierra?: “… ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18.6 al 8 – RVR60). Este término de hacer justicia a sus escogidos, llama la atención la mención de la palabra escogidos. El apóstol Pedro en su primera epístola menciona:
 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,… edificados como casa espiritual… por medio de Jesucristo… Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1 Pedro 2.4 al 8 – RVR60).
          Jesucristo es desechado por los seres humanos, fue escogido y enviado de Dios, quienes lo rechazan y se resisten, con tropiezo en la palabra y desobediencia, se destinan a sí mismos, por su oposición a Cristo. Es el ser humano que se posibilita o se restringe por su libre elección el ser semejante en ejemplo y modelo de la vida de Jesucristo. Vamos a parafrasear lo dicho, Jesucristo es el elegido o escogido de Dios, sus seguidores por lo tanto serán quienes eligen o escogen ser como Cristo. El predestinado de Dios es Jesucristo, sus seguidores entonces serán los que se destinan por su elección ser semejantes en vida a Jesucristo, por el contrario quienes actúan como anticristianos o anticristos, son los que por su determinación deciden seguir su propio destino contrario a Cristo.
          ¿Cómo podemos relacionar los pasajes anteriores a nuestro mundo espiritual y religioso de todas las comunidades de fe, congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas? En el primer lugar, en respuesta a que si encontrará fe el Señor Jesucristo para su pronta y segunda venida, lamentablemente la fe estará enfocada en la diversa e infinita multitud de doctrinas y dogmas de los grupos congregacionales, denominacionales, eclesiásticos y religiosos. Por lo general, se apela y pretende en demostrar y justificar que se tiene la verdad absoluta y única. Esto sirve de cortina de humo, nublado o ruido como distractor, que desconcentra la atención y enfoque hacia la segunda venida de Jesucristo. Ejemplo de posiciones conflictivas al grado de muertes, persecuciones y torturas, por diferencias de creencias. Estas situaciones milenarias se han presentado hasta nuestros días.
          Actualmente por medio de las palabras se desprestigia, denigra y difama, desde un altar o púlpito, a los supuestos adversarios en la fe. El centro de atención y exaltación es el humano mismo, por estímulo y excitación del ánimo, pasión o sentimiento, provocado por la oratoria y retórica de los adoctrinadores, en lugar de la enseñanza y vivencia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo a través de los actos, acciones y hechos, fruto de la actitud, conducta y comportamiento.
          La legislación espiritual al comentar, interpretar y opinar a través de la creación y documentación de doctrinas y dogmas es infinito, ineludible, inevitable, principalmente en la especialidad de condenar a los demás. La libertad que hemos recibido en Cristo en el nuevo pacto, implica practicar la justicia y obedecer la fiel voluntad de Dios (Salmos 119.172). La libertad en Cristo no es hacer lo que se quiera, sino ser libre del pecado por obedecer la palabra de Dios. Esta libertad se entrelaza con la justicia, porque la libertad responsabiliza al ser humano de sus actos, ya que no está sometido por el pecado, una vez libre interviene la justicia para hacer lo correspondiente al orden y a la rectitud. Dios para dar a cada persona la libertad de la esclavitud del pecado, justifica al ser humano por medio de la fe en la sangre de Jesucristo, justificando gratuitamente por su gracia, de manera que la gloria y la honra son para Dios, es el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Romanos 3.21 al 26).
  2.26 Jesucristo el
árbol de la vida
          Una alegoría es la representación de una idea abstracta a través de otra que tiene una relación real, es la expresión por medio de una figura literaria para transmitir el entendimiento de otra idea distinta. La Biblia presenta numerosas alegorías y simbologías.
             La respuesta la encontramos desde el Edén: el árbol de la ciencia no estaba solo, sino junto al árbol de la vida: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol…, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.9 – RVR60). Esto representa un simbolismo y un significado, según la Santa Biblia: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida…” (Apocalipsis 22.14 – RVR60). El caso de Adán y Eva fue un asunto de las acciones: demostraron ser indignos, simbolismo a través de su desnudez o falta de las vestiduras: “Y lo sacó Jehová del huerto… Echó, pues, fuera al hombre…” (Génesis 3.23 al 24 – RVR60). Hubo una posición defensiva de justificación sin asumir responsabilidad.
             También las vestiduras pueden ser vestiduras de arrepentimiento y perdón. Al principio no hay malicia, sino cuando entra la malicia se sienten desnudos, antes son inocentes. Una vez que comen, se dan cuenta de la realidad enfrentada y pasan a un estado consciente. Abren sus ojos del entendimiento, la conciencia ahora le habla al ser humano, es el conocido diálogo entre Dios y la persona. Hay una interacción entre lo natural, pasando por lo espiritual y finaliza en el conocimiento de Dios con lo celestial, cuando se completa todo el proceso establecido.
          El verdadero significado de la salvación de los que lavan sus ropas, está asociado a la idea de unas vestiduras blancas junto con la dignidad: “… Y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7.13 al 14 – RVR60). Además se dice: “… y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre…” (Apocalipsis 3. 4 al 5 – RVR60).
          La dignidad es correspondiente con el resultado de las acciones que hacen a la persona digna de respeto y de la promesa del galardón, en este caso de la vida eterna. Estas acciones tienen relación con la excelencia, honestidad, honor y pundonor, y todo lo relacionado con el buen comportamiento, las buenas costumbres y la sabiduría que es de lo alto: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3.17 al 18 – RVR60). Esta sabiduría es la propuesta y promovida por Jesucristo, predicada con su ejemplo y modelo de vida, mediante sus acciones, actitud y obra. El árbol de la vida sirve para sanidad: “… Estaba el árbol de la vida,… y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22.2 – RVR60). Jesús ofrece al vencedor comer del árbol de la vida (Apocalipsis 2.7), para mantener y mejorar el estado de salud y vida espiritual, como trascendencia a la vida eterna en estado incorruptible e inmortal (celestial).
          El evangelio se transmite con un tipo de sensibilidad en el Señor Jesucristo, movido por la compasión y la ternura, que muchas veces no es correspondido por el ser humano. El auge de la plenitud de la fe en el justo, se da a partir de la inspiración de Dios, por efecto de su energía, fuerza, gracia y poder transmitida con su Espíritu, para devolver a Dios lo que es de Dios. Este vínculo entre corazón y el Espíritu de Dios, se asocia muchas veces al conocimiento y la mente, para dar a Dios a plenitud con justicia lo que le corresponde, de forma auténtica, genuina, sin hipocresía, ni falsa apariencia de devoción y virtud, sino con verdadero amor a Dios, especialmente porque es el Creador y dueño de todo lo existente.
          Los pasajes anteriores también aplican en el nuevo pacto a los gentiles, debido a la promesa de la fe, donde se involucra al resto de las naciones. La muerte de Jesucristo en la cruz, establece la paz, respeto y solidaridad entre los pueblos. Jesús dijo: “… Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.10 – RVR60). La vida en abundancia es ser lleno del Espíritu de Dios, con un corazón, espíritu nuevo y las leyes de Dios escritas en el corazón y la mente. La vida abundante en nuestro Señor Jesús, corresponde a una vida cercana y consagrada a Dios, nutrida y rebosante en el Espíritu: “Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26.18 – RVR60).
  2.27 La práctica y vivencia en Jesucristo
          Los dos puntos primordiales para el análisis respectivo, en comparación al ser humano, el único con inmortalidad es Jesucristo y para ascender al cielo y acceder o habitar en luz inaccesible, no se puede como ser humano corruptible y mortal. El ser humano antes de la transgresión de pecado, representado en Adán y Eva, fueron creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1.26 al 27, 5.1 y 9.6), luego de la muerte de Abel la procreación es a semejanza e imagen de Adán: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas...” (Génesis 5.3 al 5 – RVR60), resulta que el postrer Adán, que es Jesucristo, es la imagen visible del Dios invisible (Colosenses 1.15), sus seguidores y servidores tienen que llegar a ser a imagen de Jesucristo: “... Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.28 al 29 – RVR60).
             Por lo tanto, aclaramos que el mundo espiritual es importante y necesario, porque es un medio para dar paso entre lo natural y lo celestial a través del conocimiento de Jesucristo. Es vital la acción de congregarse para una plena comunión, ya sea en una comunidad, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10.24 al 25 – RVR60). En la reunión para las actividades, ceremonia, liturgia, el aprendizaje, docencia y enseñanza tiene que ser con la preeminencia de Jesucristo, en la práctica y vivencia. Esto significa congregados en su nombre: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18.20 – RVR60).
          La Biblia dice: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15.45 – RVR60). La sensibilidad del desapego a lo carnal y terrenal, para que lo corporal sea morada del Espíritu Santo, hace que la persona natural deje de ser solamente natural y pueda trascender a lo celestial. La palabra de Dios confirma lo siguiente:
 “... a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12.18 al 25 – RVR60).
          El apóstol Pablo afirma que carne y sangre, en otras palabras, el ser humano con cuerpo corruptible, no puede heredar el reino de Dios (1 Corintios 15.50). En el caso de Enoc y los demás mencionados en Hebreos 11.1 al 12, murieron sin haber recibido las promesas (Hebreos 11.13 y 16 y 39 al 40). Job tenía la esperanza de la resurrección y de ver a Dios (Job 19.25 al 27). Esta es la promesa mencionada por Jesús cuando dijo acerca de bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
          Esto significa que quienes consideran su salvación mediante el proselitismo y su religión, antes que en Jesucristo, entonces viven una fe ciega, tal es el caso de los fariseos, en una condición de comodidad y confort religioso, que se sienten ofendidos porque son intolerantes al mensaje de Jesús: “… Toda planta que no plantó mi Padre Celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15.7 al 14 – RVR60). El paradigma de la salvación por las doctrinas y dogmas, con las que se sustituye a Jesucristo.
          En el nuevo pacto Cristo manda a amar a los enemigos, bendecir a los que maldicen, a hacer el bien a los que aborrecen, y orar por los que ultrajan y persiguen (Mateo 5.43 al 44; Lucas 6.27 al 31). El apóstol Pablo dice que en cuanto dependa de uno, hay que tener paz con todas las personas (Romanos 12.18). Debemos aprender a olvidar con el perdonar, siendo humildes, mansos y prudentes, ya que el mandamiento es amarnos unos a otros como Jesús nos amó (Juan 15.12). Las enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias, homicidios, son parte de los frutos de la carne (Gálatas 5.20 al 21). De las cosas que aborrece Jehová, son las manos derramadoras de sangre inocente y el que enciende rencillas entre la hermandad (Proverbios 6.16 al 19).
  2.28 Características de
la trascendencia al conocimiento celestial
          Entre las características para identificar la trascendencia al conocimiento celestial están las siguientes: el ser humano deja de ser solamente natural cuando pasa a ser morada del Espíritu Santo, su condición espiritual es ser practicante del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Esto significa que se reconoce a quienes han trascendido al conocimiento celestial, por medio de que son personas discípulas y discípulos del Señor Jesucristo. Dentro de cada congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, en la colectividad de cada uno de estos grupos, hay individualmente discípulos de Jesucristo. Por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos en Antioquía (Hechos 11.26, 26.28). Posiblemente esta calificación proviene de los observadores externos al movimiento de Cristo, porque a lo interno su reconocimiento es por ser los discípulos de Jesucristo. La Biblia dice: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 20.16, 22.14 – RVR60).
          Esto es como una bifurcación, donde el gran grupo de creyentes se divide en dos, los que se quedan solamente como creyentes y los que en realidad o verdaderamente son los practicantes. También como la dicotomía del conjunto dividido en dos subconjuntos, el de los simples adoradores y el de los verdaderos adoradores en espíritu y en verdad. Jesús dice: “... los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...” (Juan 4.23 – RVR60). Por lo tanto, muchos son los llamados cristianos, y pocos los discípulos de Jesucristo. La Biblia dice: “El discípulo no es más que su maestro,... Bástale al discípulo ser como su maestro...” (Mateo 10.24 al 25 – RVR60). Por otra parte, también se menciona lo siguiente: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6.40 – RVR60). El grado más alto de jerarquía en el servicio a Dios es ser discípulo de Jesucristo, pero dentro del cristianismo algunos pretenden ser más o superiores a Jesucristo, quien dice lo siguiente: “... uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos” (Mateo 23.8 y 10 – RVR60). Además dice: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones... enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28.18 al 20 – RVR60).
          No basta con ser creyentes, sino con ser practicantes, apartados de costumbres y hábitos del ordenamiento establecido en el mundo, de los sistemas de dominación de injusticia y pecado. Es la dedicación a la voluntad de Dios, con justicia y rectitud, en medio de los sistemas de vida inmoral y de todo aquello contraproducente a la pureza o moralidad (2 Corintios 6.17 al 18). El Señor hace un reclamo cuando le llamamos Señor, pero no hacemos su voluntad (Lucas 6.46), será acaso la presunción de ser discípulos del Señor sin amor de Dios, consagración y santidad, en medio de adversidad, dificultad, enfermedad, hostilidad y sin la práctica de una moderación de abstinencia, austeridad, castidad, continencia, decencia, obediencia, sencillez, modestia y recato.
          Vivimos en una sociedad permisible donde el desenfreno de la conducta, está sumida en la esclavitud del pecado; inclusive considerados creyentes obedecen la palabra a medias, o sea, parcialmente. La gracia se ha tergiversado casi por completo. El pueblo de Dios está llamado a obedecer y permanecer firme hasta el fin (Mateo 24.13). La obediencia y perseverancia van de la mano, si una falla la otra fracasa.
          La persona nacida de Dios, no puede aislarse del mundo, en el sentido de evadir en la sociedad el ejercicio del amor de Dios y la misericordia al necesitado, es imprescindible hacer el bien a los demás y amar a todos a su alrededor, con el fin de proveer lo necesario, ya sea abrigo, acompañamiento, apoyo, asilo, protección, refugio. ¿Qué recompensa tendría aquel que solamente ama a quienes también lo aman? (Mateo 5.46; Lucas 6.32). Sin hacer equidad y justicia para cada necesitado, porque Dios mismo hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5.44 al 48). Se requiere en forma constante las buenas relaciones con los semejantes, especialmente en ayuda mutua y bien común, justicia de Dios y sincero amor.
          El fruto es el creyente practicante, se alimentan con su ejemplo quienes están a su alrededor. La templanza quiere decir moderar cualquier tipo de apetito y sujetarlo a la razón. La constancia junto con el dominio propio, estabilidad y firmeza, previenen en la persona la altivez, el enojo y la ira, en la personalidad del carácter y temperamento: “… no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo…” (1 Pedro 4.12 al 13 – RVR60).
          La iluminación de la sabiduría con la obediencia, resulta en mantener un buen comportamiento y conducta al cumplir con la voluntad de Dios, a pesar de lo difícil que sean las circunstancias, según el ejemplo de Cristo (Hebreos 5.7 al 9). La obediencia a Dios, es cumplir su voluntad, según nos enseña el mismo Señor Jesús, por quien recibimos la gracia, para la obediencia a la fe en todas las naciones y para testimonio de la luz de Dios en el diario vivir.
          El contraste entre lo natural, espiritual y celestial tiene diferencia y oposición notable, según se trasciende de un conocimiento a otro. Los ojos naturales tienen una visión corta y limitada, con una perspectiva de apariencia o engañosa en la valoración de lo visible. El ser humano observa el mundo desde una dimensión plana, así en el caso de la distancia considera el mundo como una superficie plana, en su análisis y apreciación ve el hemisferio terrestre como un planeta plano. Se basa en su observación durante las migraciones, recorridos o traslados de una región a otra zona geográfica, ya sea por cuestiones administrativas, étnicas, laborales, lingüísticas y de subsistencia, entre otras.
          La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor en Cristo Jesús, el amor de Dios Padre y su fuerza y poder del Espíritu Santo sea con vuestra intención de espíritu. Amén. Escrito y recopilación con amor por un servidor, Frederick Alberto Mora Quesada en https://www.neobiblismo.org/
  BIBLIOGRAFÍA
           Santa Biblia. (2014). Reina – Valera,
Revisión de 1909. Impreso en Corea: Sociedades Bíblicas Unidas. (Traducción bajo la dirección de las Sociedades Bíblicas Unidas).
          La Santa Biblia, Antiguo y Nuevo Testa-          
mento. (1990). Reina – Valera, Revi-      sión de 1960. Nashville, Tennessee: Sociedades Bíblicas en América Latina. (Traducción bajo la dirección de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Publicado por Broadman & Holman Publishers con palabras de Cristo en rojo).
          Santa Biblia. (1995). Reina – Valera,
Revisión de 1960. México, Ciud. de México: Sociedades Bíblicas Unidas. (Traducción bajo la dirección de las Sociedades Bíblicas Unidas).
          La traducción al idioma español por parte de Casiodoro de Reina en 1569, es la primera traducción castellana completa del Antiguo y Nuevo Testamento directa del arameo, griego y hebreo, revisada por Cipriano de Valera en 1602.
  [1] Sal. 16.7; Jn. 1.9.
[2] Deuteronomio 30.19; Eclesiastés 7.29, 11.9; Isaías 1.19 al 20; Marcos 16.16; 1 Corintios 10.12; 1 Timoteo 2.4.
[3] Romanos 5.8.
[4] 1 Juan 4.7.
[5] 1 Juan 4.19.
[6] 1 Juan 5.3.
[7] Colosenses 3.1 al 4.
[8] Juan 15.18 al 20; Santiago 4.4; 1 Juan 2.15 al 17, 3.3 al 13, 4.4 al 6, 5.4 al 5,17 al 19.
[9] 1 Pedro 4.18; Juan 3.19, 8.34.
0 notes
neobiblismo · 2 years
Text
El Conocimiento Celestial de Jesucristo
Tumblr media
         Jesús emite su mensaje para todos, algunos lo reciben como personas espirituales y otros como personas naturales: “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Juan 6.64).
 Están los que tienen el libre albedrío natural: “Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6.65 al 66).
 Están los que tienen el libre albedrío espiritual: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6.67 al 69). Con la expresión ¿a quién iremos? se renuncia a la voluntad propia, para seguir a Jesús por voluntad espiritual como única opción.
 ¿Qué pasó con Judas Iscariote?
 Fue llamado entre los doce discípulos (Mateo 10.1 y 4).  Claudicó y traicionó a Jesús (Mateo 26.14 al 16; Marcos 14.10 al 11 y 43 al 46; Lucas 6.16).
 Judas reconoce su pecado y la sangre inocente de Jesús, pero a pesar de su arrepentimiento se estancó y se quedó solamente en libre albedrío espiritual, de ninguna manera pudo trascender al conocimiento de Jesús o celestial (Mateo 27.3 al 5).
 Judas en la transición de su naturaleza humana a espiritual, no logra del todo despojarse o desprenderse de ser ladrón: “… porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Juan 12.4 al 6). Siendo espiritual tenía una doble moral y apariencia de consagración, fidelidad y santidad, inclusive, toma indignamente la cena (Juan 13.21 y 26 al 27).
 ¿Cómo estar seguro de que Judas Iscariote disfrutó del libre albedrío espiritual pero no pudo trascender al libre albedrío de Jesús o celestial? Pedro mismo testifica acerca de Judas Iscariote: “… y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio… de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar…” (Hechos 1.15 al 26).
 El libre albedrío espiritual se convierte o transforma en el libre albedrío según Jesucristo, conocido como el libre albedrío de Jesús o celestial, cuando trasciende y escala al conocimiento celestial de los que son predestinados a ser como Jesús: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él… habiéndonos predestinado…” (Efesios 1.3 al 5).
 Los pocos escogidos son los practicantes como Jesús: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado… Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6.28 al 29 y 38). Este libre albedrío de Jesús o celestial, es la renuncia de Jesús de hacer su propia voluntad, para hacer la voluntad de Dios el Padre Celestial que le envió. Jesús dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3.21). Los verdaderos practicantes no tienen cualquier tipo de práctica, sino la enviada por Dios, según la misión a través de Jesucristo. El mundo de las religiones son todos los llamados inmersos en el libre albedrío espiritual, pero son pocos quienes escogen ser como Jesucristo.
  El reino de Dios es promovido por Jesucristo y anunciado por el profeta Juan el Bautista. Ambos no vistieron ropas reales, ni vivieron en palacios de reyes, ni viajaron en los mejores carruajes, sino que su nobleza estaba en los sentimientos elevados, en su personalidad y forma de ser.
 Jesús dijo: “… Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído… y a los pobres es anunciado el evangelio… Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están” (Lucas 7.22 al 25).
 Pedro, seguidor y discípulo de Jesús, instruido por su palabra, estaba aún sin comprender el sentido y significado del verdadero reino, lo imprescindible del cambio de actitud y de personalidad, reacciona con espada en la aprehensión: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco” (Juan 18.10).
 “Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mateo 26.52 al 54).
 En cierta ocasión Pedro rehúsa recibir el lavamiento de los pies por parte de Jesús: "... ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después" (Juan 13.6 al 7). Pedro inició la evangelización o predicación a los gentiles, que no eran de la tribu de Judá, o sea, de los habitantes de Jerusalén y Judea, entonces él relata una manifestación de Dios o teofanía: “... Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10.28). Por ejemplo, entre los habitantes de Samaria, cuando Jesús le habla y pide agua a una mujer samaritana, ella se extraña porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí (Juan. 4.9), porque Jesús rompe con los estereotipos de su época, tal es el caso a través de la mujer samaritana, inclusive sus discípulos se maravillan (Juan. 4.27).
 Los fariseos viendo la obra de Dios la rechazaron. Quienes analizaban la ley en tiempos de Jesús, escribas (versados e intérpretes de la ley), entre ellos los fariseos y saduceos, tuvieron a su alcance la ley y la profecía, pero no entendieron el argumento o plan propuesto por la palabra de Dios, en relación con la venida de Jesucristo como el Camino para la Salvación, quien precisamente dijo: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5.20). En quienes no entendieron el plan de Dios, se cumple la moraleja de un epitafio con la leyenda: “aquí yace uno que no supo para que vivía”. Esto es similar a realizar el viaje de esta vida hacia lo desconocido, en completa ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia.
 Los escribas y fariseos no lograban captar el amor de Dios, fe, justicia y misericordia, a pesar de ser estudiosos de las Escrituras, en aquella época integrada por la ley de Moisés, los profetas y los salmos (Lucas 24.44). No aprendieron a vivir la vida en Dios, el amor desinteresado e incondicional, a ser benevolentes, buscar el bien común y estimar a las personas con fuerza de voluntad. Tampoco entendían el amor a los enemigos, porque esperaban al Mesías como Libertador (Romanos 11.25 al 26), y no como pacificador con sus adversarios (Mateo 5.38 al 48).
 Ninguna interpretación de la ley puede ir en contra del amor y de la vida. En el caso del amor al prójimo como a uno mismo, un intérprete de la ley le pregunta al Señor acerca de ¿quién es su prójimo? El Maestro con una parábola de ejemplo, le explica no solo quién es el prójimo, sino cómo ser cada uno el prójimo de todos los seres humanos a su alrededor, sin las discriminaciones culturales, étnicas, raciales y de otras índoles.
 El buen samaritano de la parábola representa el conocimiento celestial, donde estaba un hombre postrado en el camino, herido, despojado, por causa de unos ladrones, dejándole casi muerto que representan el conocimiento natural, anduvo por ahí un sacerdote, viéndole, pasó de largo, luego un levita quien hizo lo mismo, ambos eran instruidos en la ley, y estaban al servicio de la obra de Dios por ser de la tribu de Leví, los elegidos para el servicio y trabajo ministerial que representan el conocimiento espiritual.
 Según esta parábola, el prójimo del herido no es el sacerdote ni el levita, supuestos servidores de Dios y conocedores de la ley de misericordia, sino el samaritano, quien realmente usa la misericordia (Lucas 10.25 al 37). No basta con la letra o teoría del conocimiento, es necesaria la práctica; no es suficiente el creer tener fe, también es necesario por las obras de la fe demostrar la eficacia de la fe, visualizar la fe por las obras de amor y misericordia (Santiago 2.14 al 18). Esto es semejante en nuestro tiempo, cuando se fundamentan dogmas o ideologías de determinada denominación, con la intención de elevar o sobreestimar el concepto de espiritualidad en cada persona, pero se infunde la discriminación, rivalidad religiosa, hasta el odio religioso, persecución y la muerte.
 Observemos la diferencia entre conocimiento natural y conocimiento espiritual. Jesús dijo:
 “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10.42 al 45).
 La sabiduría de Dios es para entender la relación entre el conocimiento netamente natural y el definido como espiritual. Estos conocimientos autónomos, sin límites, tienen su fundamento en su propia legislación: la convivencia entre las civilizaciones y culturas o la descrita en el Antiguo Testamento con la ley de Dios, las acciones y consecuencias, la promoción y vivencia del amor de Dios, la fe, la justicia, la misericordia, la paz y santidad, el cumplimiento y obediencia a su alianza. El caos natural se ha vuelto un sepulcro, lo espiritual para purificación y lo celestial un impulso divino por causa de la vida eterna. En el caso de la sabiduría del ser humano, por sí sola ha sido insuficiente, en términos espirituales, cuando la persona se excluye así misma de la posibilidad de tomar en cuenta la sabiduría proveniente de Dios el Creador, el saber de procedencia de lo alto:
  “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.6 al 8).
 Según el pasaje anterior, no se habría crucificado a Jesús sí hubieran entendido el mensaje de la sabiduría de Dios, pero el ser humano con su propia sabiduría, influenciada por intereses egoístas, mezquinos y particulares, luchas de poder, status social, compromisos políticos, militares, económicos o financieros, distorsiona el entendimiento y la idoneidad del juicio. Inclusive el mundo religioso en el plano espiritual, tiene una dependencia recíproca en intereses y conveniencias con el mundo natural y político.
 Los mismos principales sacerdotes y fariseos testificaron lo siguiente: “… se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día… Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia” (Mateo 27.62 al 66).
 Estos principales sacerdotes y fariseos, profesaban conocer y enseñar de Dios, pero trataron a Jesús como engañador. Dieron mucho dinero a la guardia, para rumorar el hurto del cuerpo por parte de los discípulos, dicho divulgado entre los judíos (Mateo 28.11 al 15). Estos mismos, recurrieron al falso testimonio para acusar y culpar injustamente a Jesús: “Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte” (Mateo 26.59).
 Más adelante se dice: “Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes” (Marcos 15.9 al 10). Los líderes religiosos podrían ser muy catedráticos y doctos, pero en el plano espiritual, tenían antivalores como la envidia. Su apego a esta envidia los ubica entre el conocimiento natural y el espiritual, pero no logran trascender al celestial, prueba de esto es que rechazan a Jesucristo como Salvador personal. El conocimiento celestial es por medio de la gracia de Dios, mediante la fe en Cristo Jesús: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2.6). Sin esta sabiduría, la creencia es forzada e impositiva con violencia, caso sucedido con las guerras religiosas del enojo, intolerancia, muerte y odio.
 En el primer siglo existían grupos religiosos como los fariseos y los saduceos, quienes rechazaron a Jesús. No comprendieron la relación entre la ley y su transformación a la gracia. En una ocasión Jesús se refiere a los maestros de la ley y los fariseos como personas que con sus hechos niegan lo que con sus labios confiesan: “… Mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23.2 al 3). Esto significa que son creyentes pero no practicantes, son espirituales de carácter religioso, pero no celestiales, predestinados a ser como Cristo.
 Jesucristo enseña doctrina con autoridad: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7.28 al 29). Los gobernadores representan el conocimiento natural, los sumos sacerdotes representan el conocimiento espiritual, Juan el Bautista y Jesús representan el conocimiento celestial.
 Dios nos habla por medio de su Hijo y le delega su autoridad como enviado (Hebreos 1.1 al 2; Juan 3.16 al 18): “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia” (Juan 7.16 al 18).
 El Señor Jesús cuando le llega la hora de ser entregado, escarnecido y crucificado, ora intensamente en la intimidad con su Padre, con mucha aflicción y angustia, para ser fortalecido y poder soportar el momento esperado. En esta oración, su sudor es como grandes gotas de sangre derramadas en tierra, su corazón palpitante siente el consuelo de la presencia divina, no obstante, se acerca el acecho de sus verdugos y la traición. Sus ojos dulces, piadosos, llenos de amor y misericordia, observan la acción del ser humano, que le causaría un castigo inmerecido, a pesar de mostrar tanta bondad y compasión, al ayudar y sanar a los más necesitados.
 Jesús conoce el corazón y la mente de cada persona (Mateo 9.3 al 4, 22.18; Lucas 5.22; Juan 2.23 al 25, 5.42), abriga la esperanza, de que en medio de la maldad de sus adversarios, surja un destello de luz, de amor genuino y fe verdadera, similar al amor entregado personalmente, sin reproche ni reservas, sino con todo su ejemplo. Y aún en la plenitud de su muerte, en el momento final, en la cúlmine del abandono, dolor y sufrimiento, por el desprecio e injusticia recibida, brotan en sus labios humanos, desde lo más profundo de su corazón, con el amor divino derramado en todo su ser, las siguientes palabras: “… Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… En tus manos encomiendo mi espíritu…” (Lucas 23.34 y 46).
  La Biblia tiene muchos simbolismos: árbol de la vida, libro de vida, Jesús dijo: “… Yo soy el pan de vida…” (Juan 6.35). Además: “... Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él...” (Juan 7.37 al 39). Por lo tanto, en el sentido de la vida y propósito de la existencia, es indispensable la práctica de los valores comunitarios, mostrados en la Biblia mediante los frutos del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5.22 al 25). La Escritura dice: “… Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7.15 al 20) y “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11.6).
 Los escribas y fariseos, en cierta ocasión trajeron a Jesús una mujer acusada de lo siguiente: “… Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿qué dices?” (Juan 8.1 al 11). Según el relato, Jesús inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo, luego se enderezó para decirles, que el que estuviera sin pecado, fuera el primero en lanzar la piedra. Nuevamente se inclinó hacia el suelo para escribir en tierra, entonces todos se fueron y no apedrearon a la mujer, se alejaron desde los de más edad hasta los de menor edad, acusados por su conciencia.
 Jesús con su dedo escribe en tierra, su nivel de conocimiento celestial es superior, mientras que el nivel de conocimiento espiritual del ser humano, es incongruente entre la noción y la praxis, Jesús baja de nivel, para ayudar de la mano al ser humano a subir y trascender, su disciplina provee respaldo y sustento al cumplimiento y ejercicio de los principios y valores.
 Jesús inclinado al suelo escribía en tierra con el dedo, como dice la Escritura: “¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová” (Jeremías 22.29). Así como el vínculo natural de todo ser humano viviente sobre el planeta, es el oxígeno, mientras tanto, el nexo de quien muere es la tierra, porque volvemos a la tierra, de la cual fuimos tomados, como está escrito, “polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3.19).
 ¿Por qué entonces aquellos escribas y fariseos, intérpretes, promotores de la ley, en relación con su cumplimiento y enseñanza, siendo instructores, no obedecen, hurtan, adulteran y cometen sacrilegio? Se jactan de la ley y con infracción deshonran a Dios como dice Romanos 2.17 al 24. Porque no basta el conocimiento con deseo de obedecer la ley, sino la disertación y la retórica con respaldo del ejemplo, práctica, testimonio y vivencia. Es mediante la gracia y el poder de Dios el logro, eficiencia y eficacia de la obediencia. Así el Espíritu Santo es dado a quienes obedecen (Hechos 5.32). Dios por su buena voluntad produce el querer como el hacer (Filipenses 2.12 al 13), es quien enseña (Juan 6.44 al 45), da su don y gracia (Juan 1.12 al 13; Santiago 1.17), para su servicio con amor, fidelidad, gratitud y temor. Este último, no es al castigo, sino esencialmente un temor de aborrecer el mal (Proverbios 8.13), su temor es enseñanza de sabiduría (Proverbios 15.33), y quien le pide a Dios, recibe su sabiduría abundantemente y sin reproche (Santiago 1.5). Jesús dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17.17).
Jesús dijo: “… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6). El camino, la verdad y la vida son todos los valores comunitarios, representados por medio de Jesús, mediante su ejemplo de vida, amabilidad, amor, ánimo, ayuda, bondad, compartir, compasión, cultura de paz, discipulado, enseñanza, equidad, fe, fidelidad, fraternidad, generosidad, igualdad, justicia, libertad, misericordia, participación social, santidad, solidaridad, ternura, tolerancia, entre otros valores y virtudes vitales para vivir en armonía con los demás. Los valores comunitarios mostrados por Jesús, nos lleva al Padre, porque: “... Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2.2 al 6).
 Jesús en una ocasión dijo: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio…” (Mateo 9.13). El valor de la misericordia es promovido por Jesús a través de su vida y sus enseñanzas, mientras que los sacrificios hacen alusión a la ley ceremonial y ritual del primer pacto o testamento. La fe de y por Jesús, es una fe real y esperanza verdadera, una visualización del reino, con valor práctico en el diario vivir y servicio. Es práctica más que elocuencia. La comunidad de fe surge con el discipulado, formación y educación transferida por Jesús a la comunidad del primer siglo. Mensajes, parábolas y enseñanzas útiles, es una forma de vida, valores y virtudes, comportamiento, trato y relación cordial. Es vivencial y ejemplar, más que teoría sin aplicación, es amor, ánimo, energía, servicio, vocación y voluntad.
 Jesús resalta la justicia, misericordia y fe, como lo más importante de la ley: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: La justicia, la misericordia y la fe…” (Mateo 23.23). En su tiempo los fariseos se aferran a los preceptos de la ley, por ejemplo, diezmar toda hortaliza, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Jesús dijo: “Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios…” (Lucas 11.42).
 Era necesario un equilibrio entre el contenido de la letra de la ley y el motivo, intención o propósito pretendido con la práctica de la ley, a saber, promover el amor de Dios, fe, justicia y misericordia: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13.10). Toda la ley y los profetas dependen de dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo (Mateo 22.35 al 40). Ningún precepto adicional fuera de estos mandamientos, puede estar en contra del amor, frustrar, oprimir y perseguir a las personas con amargura, injusticia, odio, rencor y demás antivalores.
 Dios dice: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” (Oseas 6.6 al 7). Dios quiere su conocimiento en la humanidad que nace en ignorancia: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre… me has hecho comprender sabiduría. Purifícame… y seré limpio;…” (Salmos 51.5 al 7). La carencia de instrucción es suplida por la sabiduría de la pureza y la mirada retrospectiva de la esencia de los valores de Dios: “Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6.6 al 8).
  El justo vivirá por fe, afirma las Sagradas Escrituras: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2.4). La arrogancia y el exceso de estimación propia, por méritos propios o bienes poseídos, es el vivir para sí mismo con cierta incredulidad contraria a la fe en Cristo, porque la persona considera que no requiere de la fe para poder subsistir, sino por su propio esfuerzo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos… De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.14 al 17). El apóstol Pablo a los filipenses menciona: “Porque para mí el vivir es Cristo…” (Filipenses 1.21).
 Antes de Cristo, se consideraba a los paganos, como impuros o inmundos. Jesucristo con su primera venida promueve la fraternidad o hermandad, trae un cambio de mentalidad, por causa de la división entre seres humanos, hechos a la semejanza de Dios (Génesis 1.26 al 27, 5.1; Santiago 3.9), quien hizo al hombre recto pero ellos se desviaron (Eclesiastés 7.29). Además está escrito: “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17.31). En el caso de los saduceos no creían que existiera resurrección (Mateo 22.23; Marcos 12.18), a pesar de acceder a la misma fuente de información que los fariseos y otros grupos religiosos. Así los fariseos y saduceos tienen sus propias creencias o dogmas, supuestamente en adoración y servicio a Dios, pero rechazan a Jesús y el mensaje enviado de Dios.
 Por ejemplo, los fariseos y saduceos utilizan la misma fuente de doctrina en las Sagradas Escrituras, mientras tanto, en el dogma, unos a diferencia de otros, interpretan y opinan la existencia o no de ángeles, espíritu y resurrección: “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas” (Hechos 23.8). En otro pasaje dice: “Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron... Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés como le hablo Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis…” (Marcos 12.18 al 27).
 Por lo general el dogma de la religión son sus fundamentos principales. La Biblia dice: “… La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1.26 al 27). La autoridad de la religión determina la obligatoriedad de creer y practicar el dogma. La cuestión es la siguiente: ¿a cuál autoridad en el cristianismo, es necesario acatar primeramente, en los dogmas espirituales y religiosos? Pedro y Juan dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4.19 al 20). Además agrega Pedro y los apóstoles: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5.29).
 El ser humano desde su nacimiento posee la facultad de investigar, procurar y reflexionar el conocimiento de toda ciencia, motivado por la búsqueda de una verdad. El objeto a alcanzar y descubrir es el conocimiento mismo. Este es infinito y se utiliza el cuestionar como una herramienta innata y vital, para proponer los fundamentos, pruebas y razones de cualquier teoría, desde su origen hasta su transición a la praxis. Se podría establecer muchas verdades humanas o una absoluta y única verdad de Dios. Por lo general las verdades del ser humano se limitan funcionalmente a la vida presente, mientras que la verdad de Dios está representada en Jesucristo para vida eterna. Juan dice que el que no persevera en la doctrina de Cristo no tiene a Dios (2 Juan 9).
 Esta verdad en Jesús es un equilibrio del bien común, donde algunos se desvían con egoísmo al acumulamiento de bienes materiales, donde se desvalora el ser humano como persona, se aferran a su propia verdad terrenal y no a la verdad del reino de Dios. Ahora estamos en tiempos en que la ingenuidad en el pueblo de Dios no se justifica, en el sentido de sencillez para ser engañado o de ser incauto, a la hora de dejarse rodar por las corrientes filosóficas del mundo, que aparentan piedad, pero en realidad distorsionan el mensaje de Jesucristo. La sencillez es necesaria e imperativa en el cristianismo, siempre y cuando sea en el sentido del abandono al lujo, opulencia, ostentación y vanidad. Una vida en austeridad, caridad, humildad y solidaridad, es el punto de partida y límite demostrativo entre el llamado y el escogido, porque la abundancia de alguno representa escases en otro. Jesús dijo: “Mas ¡ay de vosotros, ricos! Porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!...” (Lucas 6.24 al 25).
 La expresión andar como Jesús anduvo, es participar de una forma de vida promovida en la comunidad de fe, establecida por Jesús como modelo y ejemplo de vida, con la difusión y práctica de sus enseñanzas, parábolas y valores comunitarios:  “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5.1 al 10).
 En cierta ocasión, Jesús trata como benditos a quienes han suplido lo necesario a los hambrientos, sedientos, forasteros, necesitados de vestido, enfermos o privados de libertad. Jesús dijo lo siguiente: “… Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis… ” (Mateo 25.31 al 46).
 Se hace bien con amar al prójimo sin acepción de personas (Santiago 2.8 al 9) y hacer prevalecer la misericordia (Santiago 2.13), al servicio y auxilio en la miseria humana, sin intereses proselitistas. Esto corresponde a una plena identificación de solidaridad, en medio del sistema corruptor mundial (Gálatas 6.14; Efesios 2.1 al 3; Colosenses 2.20; 2 Pedro 2.19 al 20), de empobrecimiento espiritual y material, en detrimento de los necesitados. Pablo escribe: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8.9).
 Jesús dijo: "... Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos…, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón..." (Mateo 11.25 y 29).
Hay un tipo de conocimiento que con palabras no se puede explicar, sino con acciones y ejemplo de vida, el testimonio como prueba y justificación de la verdad, es una forma de entendimiento e inteligencia celestial (del cielo o paraíso), es poder de Dios:
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es... De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? (San Juan 3.5 al 12).
 Lo nacido de la carne, carne es, en el sentido de que es naturaleza, mientras lo nacido del Espíritu es espiritual, es poder de Dios, así hay sabiduría humana y sabiduría de Dios: “para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Corintios 2.5 al 7).
 Las personas siempre han buscado adorar algo o a alguien, lamentablemente muy pocos lo han hecho con el conocimiento del verdadero Dios (Hechos 17.22 al 23), otros en cambio habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios sino que han honrado y dado culto a las criaturas antes que al Creador, a pesar de toda su creación y de todas las maravillas de Dios, han preferido adorar cualquier otra cosa (Romanos 1.21 al 25). Jesucristo dijo a la samaritana que ellos adoraban lo desconocido (Juan 4.22): “… Si conocieras el don de Dios…” (Juan 4.10). Esta es una situación muy generalizada en la actualidad, ya que la condición de la mayoría, quizás busca llenar un vacío sin importar lo que adora. Pablo entre todos los altares encontró en Atenas un altar al Dios no conocido (Hechos 17.23).
 Este conocimiento de Jesucristo y su servicio, trasciende entre el conocimiento natural y el espiritual. Inclusive el que se estanca solo en lo natural no puede percibir lo espiritual, porque para él es locura: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2.14; Efesios 4.18).
 También dice Santiago en un pasaje de su epístola: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3.13 al 18).
 La Biblia dice: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmos 115.16). Jesucristo trae consigo el conocimiento de Dios: el conocimiento espiritual y el conocimiento celestial: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos… Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida…” (Juan 3.31 al 36).
 El conocimiento natural es aquel donde el ser humano tiene noción de su propia existencia (Salmos 16.7; Juan 1.9.). El ser humano es innato desde su creación, en cuestionar, dudar e investigar. Su capacidad natural le posibilita analizar, pensar y reflexionar, para tomar sus propias decisiones, en algunos casos llamado libre albedrío o libertad de elección, aunque en muchos de estos casos se combina con el libertinaje, debido al abuso de exceder el límite en la libertad de elección. A partir de Jesús el libre albedrío se condiciona en el libre albedrío de Jesús, o sea, tener la mente de Jesucristo en la toma de decisiones, para que sean conforme a la voluntad de Dios.
 El espíritu o intención del ser humano natural, determina su propia voluntad hacia un fin o meta, ya sea solo terrenal o incursionar en términos espirituales, para alcanzar lo celestial. La Biblia dice:
“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.12 al 16).
 El espiritual cumple con su obligación como parte de sus deberes que atañen a la vida religiosa, con la espiritualidad correspondiente, es solamente parte de su compromiso y responsabilidad básica y mínima: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (Lucas 17.10). Mientras que el celestial trasciende.
El conocimiento celestial es un tipo de conciencia e inteligencia que trasciende de lo espiritual a lo celestial. Se presenta un nuevo pensamiento consiente del plan y propósito del reino de los cielos: “… buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3.1 al 2). Este conocimiento celestial se basa en la adhesión y predestinación a ser como Jesucristo. Figurativamente es un gobierno del tercer cielo, porque es tener la conciencia y mente de Cristo. Se reitera: “… Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16).
­­
Hay muchos pasajes en los cuales se demuestra que el humano es un ser pensante (Deuteronomio 30.19; Eclesiastés 7.29, 11.9; Isaías 1.19 al 20; Marcos 16.16; 1 Corintios 10.12; 1 Timoteo 2.4), puede experimentar tres tipos de realidades de conciencia. Existen tres grados o niveles en el plano dimensional de conocimiento: el natural, el espiritual y el celestial. Este plano dimensional de conocimiento se representa de forma alegórica, con una forma de cielo, gobierno, mundo o reino. Las Sagradas Escrituras mencionan: “Alabadle, cielos de los cielos…” (Salmos 148.4), el apóstol Pablo menciona las visiones y revelaciones del Señor y el tercer cielo: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo,… fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre… que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Corintios 12.1 al 4).
 La búsqueda de Dios es el propósito real de la existencia humana: la transformación y transcendencia de lo natural a lo espiritual, hasta llegar a la conciencia celestial. Sin este conocimiento se estanca el objeto y propósito final de la vida, como está escrito:  “ Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.1 al 4).
 Para comprender este tipo de conocimiento, se compara con la analogía de la resurrección: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales” (1 Corintios 15.46 al 48). Alegóricamente es igual en el conocimiento, se nace natural, o sea, terrenal, luego, según la medida de la fe, se posibilita escalar al conocimiento espiritual, para finalmente consolidarse al nivel del conocimiento celestial, al adherirse y revestirse de Cristo en su semejanza de vida.
 El conocimiento celestial transciende de la misericordia a la máxima plenitud de la voluntad de Dios. La diferencia entre conocimiento natural y celestial, se distingue más claramente en la historia de la humanidad, a partir del ejemplo de vida de Jesucristo. Se registran sucesos de genocidios por guerras y masacres, llevados a cabo en el nombre del Señor Jesús, con la finalidad de imponer y extender geográficamente la religión cristiana. Por ejemplo, en el tiempo de la conquista de los europeos frente a los nativos de América, pero esta situación no representa creer en su nombre, el asesinato, división, intolerancia, irrupción, muerte, odio, persecución, repudio, rivalidad religiosa y violencia, es contraproducente a la enseñanza de Jesús como ejemplo, modelo de vida cotidiana en amor, valores comunitarios y universales.
 La verdadera trascendencia al paraíso, es trascender a la práctica del amor y justicia de Dios. Prevalece el respeto inalienable a la vida humana, la convivencia de reino de Dios entre nosotros, los derechos humanos irrenunciables, irrevocables e intransferibles, la misericordia, paz y santidad. Predomina lo celestial, ante lo animal, carnal, diabólico, malo, pecaminoso y terrenal: “… cuyo dios es el vientre,… que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos…” (Filipenses 3.18 al 21), “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica” (Santiago 3.15).
 En Dios se vive el verdadero amor (Romanos 5.8), de su procedencia (1 Juan 4.7), y le amamos porque él nos amó primero (1 Juan 4.19). El amor a Dios es guardar sus mandamientos (1 Juan 5.3): “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4.8). En el caso de la ausencia en la comprensión del mensaje de Jesús, la vida queda sin trascendencia ante Dios (Colosenses 3.1 al 4), solamente terrenal y superficial: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso…” (1 Juan 4.20). Jesús dijo: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15.12 y 17).
 La Biblia también dice: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Proverbios 6.16 al 19). Han muerto millones de inocentes, por causa de la apoteosis de quienes se han endiosado: altivos, arrogantes, engreídos, fatuos, soberbios, manifestado en los casos de cruzadas, expansionismo imperial, guerras religiosas y conflictos étnicos ancestrales. Desde el principio de los tiempos se utiliza a Dios como pretexto para la violencia. También la dominación e invasión territorial para la explotación de los pueblos: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune” (Proverbios 16.5).
 El ejercicio del reino eclesiástico, fundado por Jesús, donde Pedro mismo estuvo entre los fundadores con los demás apóstoles, no consiste en un reino económico, financiero, físico, literal, lucrativo, material, militar, político, semejante a las monarquías o repúblicas: “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?... Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18.33 al 38).
 ­
La sociedad actual se encuentra muy afanada con muchos quehaceres para obtener bienes y servicios, valora al ser humano en la medida de los bienes logrados, se ha convertido en una sociedad materialista. El conocimiento natural se basa en las facultades humanas y las leyes naturales, necesarias para la subsistencia del ser humano. Figurativamente este tipo de conocimiento corresponde al gobierno del primer cielo o primer grado de conciencia. Por ejemplo, las actividades económicas, empresariales, industriales y financieras, lo civil en la relación e intereses entre ciudadanos, el cuidado del medio ambiente, los espectáculos artísticos, culturales y deportivos, el intercambio comercial y laboral, lo militar, los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, lo político en el gobierno de las naciones, la salubridad, la seguridad pública, entre otros.
 El mundo de los ajenos a Dios, rehúye un compromiso y responsabilidad con el Creador, la vida natural de la persona sobrevive en el mundo físico, desde su nacimiento hasta su muerte sin depender de glorificar y honrar a Dios, debido principalmente a las facultades propias e innatas del ser humano: antropológico, biológico, corporal, ecológico, fisiológico, genético, social y civil, su relación con otras ciencias, el arte, economía, filosofía y política. La persona sobrevive por méritos propios de la vida natural, sin necesidad de trascender al plano espiritual, sino con base en las oportunidades de la vida, salud, ocupación habitual, empleo, salario, preparación académica, oficio, profesión o trabajo vario.
 Este conocimiento natural es inagotable y no tiene límites, tal es el caso del poder legislativo, que nunca se termina de legislar en cada periodo de gobierno establecido por cada país, siempre surgen necesidades propias de cada región y cultura, cambios, evolución y tecnología, con el tiempo se presentan nuevas situaciones en el diario vivir y en la convivencia con los demás, donde se requiere actualización o nueva regulación, según cada época y las leyes civiles nuevas.
 El ámbito espiritual y de las religiones, no se contempla en el conocimiento natural, sino que escala a otro nivel de conciencia, porque dentro del ámbito natural puede estar enclavado un sector de la población mundial, con la negación de la existencia de un Dios personal y Creador de lo natural, contrario al conocimiento de adoración, alabanza y servicio al Dios verdadero. Este sector natural se fundamenta en las cuatro “i”, a saber: incredulidad, indecisión, indiferencia e ignorancia, en relación con el escepticismo de la conciencia sin fe y el materialismo, con duda respecto a la creencia religiosa y a la sustancia espiritual, sin la sensibilidad al desapego de lo superficial y terrenal.
 El sentido del éxito de la vida es lograr alcanzar el conocimiento y temor de Dios con equilibrio y sentido común, sin caer en extremos relativistas: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12.13). Los últimos tiempos ya los estamos viviendo, la venida de Jesucristo cada vez está más cerca, a Daniel en el libro profético, mucho antes del primer siglo de la era cristiana se le dice: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12.4). Estamos en tiempos en que la ciencia ha aumentado, muchos corren de aquí para allá, a través de veloces aviones, barcos, trenes y vehículos, la competencia comercial, la globalización, el aumento del estrés y de la violencia, se requiere en estos momentos de una total coherencia y una sólida comunión con Dios en la unidad con su Espíritu Santo.
 Aceptar a Jesucristo como el centro de la vida fomenta la cultura de amor de Dios, calidad de vida, paz y santidad. El vínculo de su ejemplo, está en la praxis de la fe, justicia, misericordia y el respeto a la integridad, tanto físico y espiritual en toda la comunidad internacional. En el caso del amor, este se fortalece con la experiencia aprendida de la vida misma, visible en el rostro de nuestro prójimo, al hacer el bien sin dejar a nadie en inferior condición social ni marginal. La Biblia dice: “… orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra… y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe” (2 Tesalonicenses 3.1 al 2). Hay casos que la Biblia habla del mundo en alusión al pecado, se refiere al orden injusto establecido en nuestro planeta, estructuras socioeconómicas, distribución injusta de la riqueza, políticas, costumbres, sistemas de dominación perjudiciales para el ser humano, donde impera la decadencia, la transgresión y la muerte (Juan 15.18 al 20; Santiago 4.4; 1 Juan 2.15 al 17, 3.3 al 13, 4.4 al 6, 5.4 al 5,17 al 19). El pecado esclaviza al hombre y lo condena, la Escritura dice que si el justo con dificultad se salva: ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 Pedro 4.18; Juan 3.19, 8.34).
  El tiempo de Moisés presenta un tipo de doctrina a manera de teocracia, se mezclan las cuestiones de adoración, ceremonia, celebración, civil, docencia, espiritualidad, legal, política, religiosa y ritual, englobadas en lo ejecutivo, judicial y legislativo. Similar a una constitución política y otras leyes de reglamentos, procedimientos e instrucciones. Es la institución de normas civiles, públicas, salubridad, tanto individual como colectiva, de educación, convivencia, laboral y respeto a la propiedad privada. En la época de Jesús en Judea hay cierta separación entre lo político y lo religioso: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados” (Lucas 3.1 al 3).
Jesús separa definitivamente lo político de lo religioso y espiritual: “Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas?... Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra… Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios…” (Marcos 11.27 al 12.17). La doctrina directa de Dios es sana, sin corrupción ni daño, mientras que el poder político es endeble, vulnerable a la corrupción: “… la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.4).
Algunos se estancan en la salvación por religiosidad. En este sentido, a pesar de las barreras dogmáticas y religiosas, influyentes en su época, Jesús no presentó su adhesión a la política o religión oficial del momento. El sector religioso oficial rechaza a Jesús: “Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron... Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices. Y los principales sacerdotes le acusaban mucho... Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba” (Marcos 15.1 al 5).
Jesucristo se abstuvo de ser nombrado rey por parte del pueblo, de vivir en los mejores palacios, de vestir las mejores ropas reales o de viajar en los mejores carruajes. Este ejemplo, contrasta con otra representación de la serpiente astuta como dios falso, que es la mala distribución de las riquezas: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lucas 4.5 al 8).
La serpiente conocida como serpiente antigua, diablo y Satanás, representa la adoración y servicio a los dioses falsos, entre ellos la adoración y servicio a las riquezas (en griego Mamón): “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15). El pasaje anterior menciona el caso de los fariseos como avaros, inclusive la misma avaricia es considerada en la Biblia como una idolatría: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3.5 al 6).
El afán de adquirir y atesorar riquezas se tenía por sublime y lo terrenal del apego a las inclinaciones o tendencias propensas a los placeres del mundo, contrarias a la obediencia a Dios: “… habrá hombres amadores de sí, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos… crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…” (2 Timoteo 3.1 al 5).
La mayor rebeldía del ser humano ante Dios es similar a una egolatría y narcisismo, como culto y veneración así mismo, al dinero, fama, poder y riqueza. Este culto y fascinación a la personalidad, representa la entronización del mismo ser humano, como su propio dios, ante los habitantes del mundo, donde a algunos de sus dinastías, emperadores, faraones, gobernantes, jerarcas, líderes, poderosos, príncipes, pudientes, reyes y soberanos, son considerados como dioses y convertidos en asesinos, autoritarios, crueles, dictadores genocidas, injustos, sanguinarios y violentos, sin piedad alguna y sin temor a Dios. Ha prevalecido en la historia de la humanidad una cultura de impunidad, en los casos donde el pueblo respalda a sus líderes como a un dios falso, han seguido el camino de la muerte, aunque signifique estar en contra de la adoración y servicio a Dios.
   El ser humano desde el principio empezó a invocar el nombre de Jehová (Génesis 4.26). En el caso de Noé caminó con Dios y halló gracia ante los ojos de Jehová, ya que fue justo y perfecto en sus generaciones (Génesis 6.8 al 9). Dios quiso que se acordaran y se volvieran a él, todos los confines de la tierra y todas las familias de las naciones a adorar delante de él (Salmos 22.27, 86.9, 96.9; Apocalipsis 15.4).
El ejecutar los estatutos y poner por obra las ordenanzas de Dios les hacía habitar sobre la tierra con seguridad (Levíticos 25.18 al 19). Para no endurecer los corazones ni cerrar sus manos al hermano pobre, sino abrir la mano liberalmente, sin mezquindad de corazón, porque de esta forma se recibe bendición en todo emprendimiento, debido al mandamiento de Dios de ayudar al pobre y al menesteroso (Deuteronomio 15.7 al 11). En la época de los reyes en Israel, David administra justicia y equidad a todo su pueblo (2 Samuel 8.15). Luego a su hijo Salomón, Dios le insta a andar en integridad de corazón y en equidad, sin adorar y servir a dioses ajenos (1 Reyes 9.4 al 9; Proverbios 1.1 al 3, 2.9 al 10).
 El origen de la religión data desde Abel cuando muere por causa de la justicia, pero antes de morir ofrece a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanza testimonio de ser justo (Hebreos 11.4). Enoc se conduce en el camino de justicia (Génesis 5.22), a riesgo de amenaza de muerte y Dios lo lleva a otro lugar, es traspuesto para salvar su vida de la persecución (Hebreos 11.5). Surgen creencias y prácticas, porque quienes hacían la voluntad de Dios, como hijos de Dios, en relación con la obediencia, se mezclan con las hijas de los hombres paganos (Génesis 6.1 al 7), sin embargo, Noé se preserva recto y justo ante Dios (Génesis 6.8 al 9), y halla gracia ante los ojos de Dios.
 La religión trae consigo el surgimiento de los mitos, arquetipos y la aventura de un viaje al encuentro con la deidad. Por consiguiente, la energía, fuerza, y valentía hacia el conocimiento verdadero, con la superación de adversidades y obstáculos. Distorsionado en luchas de poder del gobierno humano, en lugar del dominio del temperamento, la modificación de la personalidad y la consolidación del carácter, para acercarnos al Dios verdadero y a una mejor convivencia entre seres humanos. La personalidad incluye rasgos visuales de conducta o comportamiento, influenciada por las actitudes, aptitudes, carácter, costumbres, emociones, hábitos, pensamientos y sentimientos. La palabra de Dios pregunta: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre (Santiago 3.13).
 Surgen los héroes y villanos, las vidas ejemplares y subordinadas a la confianza en Dios, frente a los rebeldes por desobediencia, obstinados al seguir su propio camino o destino. Toda una conspiración y complot, con los miedos y temores que esto implica. Los héroes y villanos a su vez son figuras y representaciones entre el bien y el mal, porque son consejeros y guías hacia lo bueno o lo malo. La religión influye en el conflicto espiritual determinante del destino de cada persona y su temor a la muerte. El contraste entre la luz y las tinieblas, entre el conocimiento y la ignorancia.
 La religión se vuelve una práctica o medio cultural determinante de intercesión, interpretación y tradición. El cielo se convierte en un elemento con una connotación del lugar considerado como la morada de Dios, de manera que muchas veces la mirada hacia lo alto, es la meta propuesta para la iluminación y salvación de los humanos. El cielo como gobierno de Dios y la tierra como los gobernados. La idea de ir al cielo es muy antigua, desde la torre de Babel se pretende una cúspide de esa torre para llegar hasta el cielo (Génesis 11.4).
 La religión se inicia con las mejores intensiones de invocar a Dios e influir en el pueblo, pero no queda exenta de la maldad oculta: la avaricia, codicia, lucro, lujo, onerosidad, opulencia, vanidad y vanagloria, portador en quienes lideraron inicialmente la religión y se pervirtieron. Por esta razón, la mezcla de la religión con asesinato, blasfemia, fornicación, robo, sacerdocio sexual y promiscuo, sacrificios humanos y toda clase de dioses e idolatría. El interés espiritual se vuelve en agresión, engaño, corrupción, imposición, intimidación, irrupción, miedo, muerte, odio, pánico, persecución, poder y terror. Es el propio ser humano quien conceptualiza, construye e imagina con desenfreno, a sus propios dioses falsos, en afrenta al Dios verdadero, especialmente cuando prefiere adorar al sol, antes que a Dios:  “Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego;… No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día” (Deuteronomio 4.15 al 20).
 El astro principal del sistema solar, en la eclíptica del solsticio y equinoccio, en los inicios de las estaciones del año, han impresionado desde la antigüedad al ser humano, al punto de ver al sol como objeto de adoración, incluso la influencia de la luna con su distancia hacia el planeta Tierra o los temblores relacionados con el cambio de clima en algunas zonas geográficas del hemisferio terrestre, como escribe el profeta Ezequiel: “Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente” (Ezequiel 8.15 al 16).
  El origen y discernimiento entre el bien y el mal, o sea, el conocimiento de diferenciar entre lo bueno y lo malo, surgen desde Adán y Eva, representado en la acción de comer de un fruto del árbol de la ciencia. La Biblia contiene una gran cantidad de símbolos, estos posibilitan diversas interpretaciones, para explicar sus significados. El caso de Adán y Eva, representa el origen de la relación de convivencia entre individuos, su hábitat y Dios su Creador. También la capacidad interna de percatar, o sea, advertir y considerar, en relación con la toma de conciencia y el reconocimiento de sí mismo y de su entorno, además operan otras acciones como la de meditar, pensar y reflexionar.
 El bien representa los valores y el mal los antivalores. El árbol de la ciencia es el medio para demostrar la obediencia al Dios verdadero o al dios falso, debido a la serpiente astuta como adversario en la adoración y servicio a Dios. La advertencia divina propone muerte, como consecuencia de la desobediencia o el fruto del pecado, mientras que la propuesta de seguir al dios falso excluye el resultado de la muerte, según la versión de la serpiente, en contraposión a Dios: El Dios Creador: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2.16 al 17).
 El dios falso (serpiente): “Pero la serpiente era astuta,… la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?... Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis…” (Génesis 3.1 al 5).
 El género humano, representado en Adán y Eva, mediante mentira, se engaña a sí mismo, actúa sin responsabilidad, a consecuencia de su abandono a la adoración y servicio al Dios verdadero. Se pasa de la inocencia a la malicia, cuya corrupción e injusticia perdura por generaciones. Hay un supuesto razonamiento previo, para alcanzar la sabiduría, al final prevalece la confusión, duda y falsedad. Se rinde culto y sumisión a la serpiente, en oposición a la voluntad del Dios Creador y contrario a la certeza de la fe: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles… ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1.20 al 25).
 Cuando las Sagradas Escrituras, se refiere al ser humano como creado a la semejanza de Dios, es porque puede renacer a una nueva creación, para ser eterno, según la promesa de recibir la vida eterna, quien hace la voluntad del Padre y es juzgado como digno del reino de Dios, practicante de la espiritualidad, evitar el mal, hacer el bien, fe, paz, santidad y demás valores y virtudes practicadas como ejemplo por Jesús. Al principio la tierra había sido maldita por motivo de la desobediencia del ser humano (Génesis 3.17), porque como consecuencia del pecado entró la muerte a él y a la naturaleza, entonces por causa del pecado, la muerte y condenación pasó a todos los hombres (1 Corintios 15.21 al 22), pero por la obediencia de Jesucristo somos constituidos justos y mediante él, reine la gracia por justicia y ya no el pecado para muerte (Romanos 5.12 al 21).
Dios les ordena ser fecundos, multiplicarse y llenar la tierra: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y reñoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1.28). Esta autonomía e independencia Dios la permite para la existencia de la naturaleza por sí misma, pero, el dominio y gobierno del ser humano ha sido con infidelidad: “Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes” (Lucas 12.45 al 47).
 Dios el Creador no tiene ningún tipo de responsabilidad propia de la infidelidad del ser humano, quien corrompe la legislación natural, a pesar del respeto que merece la creación de Dios. Esta destrucción infligida por el humano hacia sus propios semejantes y a su hábitat en donde se desenvuelve, mediante la cultura de muerte, la industria de las guerras y el tráfico de armas, la contaminación industrial, la devastación y el desequilibrio de la naturaleza, el caos o catástrofes, las muertes por hambrunas, debido a la injusta distribución de la riqueza, la exacerbada ambición e idolatría al dinero.
 El mismo ser humano es solo responsable de las consecuencias y de ninguna manera se podría culpar a Dios: “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra…” (Génesis 4.9 al 11). La misma actitud de Caín, fue la de sus padres: “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.12 al 13). Adán trasgrede la voz de Dios, Eva transgrede a Adán y Caín con la muerte de su hermano transgrede a sus padres, es la ruptura de la consagración familiar. Se replica la conducta genética de la naturaleza humana, en desobediencia, transgresión y muerte.
 Estos son ejemplos cuando no se asume las consecuencias de la irresponsabilidad. Su negación aún está presente al día de hoy, en perjuicio de lo natural y en detrimento del propio ser humano. Es un atentado a extinguir la vida física, intelectual y moral, por cauterización de la conciencia y aplacamiento de la crítica moral y espiritual. Jesús dijo: “… Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo?” (Lucas 16.1 al 2). Por su infidelidad en la mayordomía de la administración del planeta, se presenta el diluvio en el tiempo de Noé. Actualmente se está llegando a su límite de habitación.
 En muchas citas bíblicas se mencionan a Jesús como rey, por ejemplo el siguiente: “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1.49). Así está escrito de Jesús: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” (Lucas 19.38). Jesús dijo el reino de Dios está entre vosotros: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17.20 al 21).
 El término reino tiene varios matices importantes, comprendidos como condición, dominio, estado, gobierno, plan o proyecto, tanto en el sentido material como inmaterial, ya sea en el presente o en la escatología de los tiempos finales y posteriores en la vida eterna. También según la energía, fenómenos, física, leyes y materia que la rigen y su evolución con el tiempo. Por otra parte, las cuestiones de conciencia, conocimiento, espiritualidad, del intelecto y psíquicas. Por lo general, el concepto reino se asocia a los altos mandos, para regir desde un nivel superior el resto de su composición, es decir, hay un techo de habitación, influencia, morada o refugio, protector de resguardo al reino y sus elementos dependientes que lo componen.
 Desde el punto de vista bíblico, se compara reino con el cielo. Los tres grandes grupos en el plano natural, con características comunes, están los reinos animal, mineral y vegetal. Todos se integran dentro o bajo la cobertura espacial atmosférica del globo terráqueo. Este vendría a ser el primer cielo o reino natural, donde su gobierno es terrenal. En este reino aunque no se tome en cuenta al verdadero Dios (ateísmo o politeísmo), subsiste por leyes naturales que rigen la vida, establecidas desde un principio por el Creador, para que pueda existir la naturaleza con autonomía e independencia, en el paso del tiempo y de las generaciones.
 El primer cielo o reino natural, contiene los aspectos biogeográficos, biológicos, ecológicos, fisiológicos y genéticos, pero debido al ser humano y su convivencia en sociedad, se inserta el aspecto social de la sociología y su interdependencia a la economía. El desarrollo cultural, étnico y geopolítico. Su influencia e intervención de las relaciones comerciales, financieras, industriales, militares, políticas y territoriales. La relación con la antropología, arqueología, geología, cosmografía, metrología, neurología, oceanografía, paleontografía, paleontología y psicología.
 El relato de la creación menciona a Adán y Eva, que aunque no se menciona sus edades, posiblemente oscilan entre la juventud y adultos jóvenes. Siendo los primeros humanos, no tuvieron el proceso de infancia o niñez, porque fueron creados con la apariencia de varios años de existencia en el momento de su creación. Así los árboles, el petróleo, entre otros componentes de la naturaleza, pueden aparentar muchos miles de años o hasta millones de años y tener solo alrededor de unos seis mil años de existencia, en la fosilización de la era del ser humano actual. Esto no contradice la capacidad evolutiva, propia de la naturaleza o la fosilización de la existencia de eras anteriores.
 Dios es el creador de la ciencia, el ser humano la descubre. El principio del reino natural, en relación con los humanos, solo existe con Adán y Eva según el libro de Génesis 3.20: “...Por cuanto ella era madre de todos los vivientes”, y como está escrito en Hechos 17.26: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”. Según la Biblia todos pecaron: (Romanos 3.23 al 26), por lo tanto, se descarta la existencia paralela de otra descendencia sin pecado, aparte de Adán y Eva. Luego del establecimiento del género humano surge la procreación a semejanza y conforme a la imagen de Adán: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen…” (Génesis 5.3). Además engendró tanto hijos como hijas: “Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas” (Génesis 5.4).
 Por ser los primeros humanos, Caín trata sexualmente con una pariente y multiplica su descendencia: “Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz…” (Génesis 4.16 al 17). La población crece y surgen conductas como la poligamia: “… Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila… ” (Génesis 4.18 al 22), la orden era unirse simultáneamente a una sola persona, según Génesis 2.24.
 El ser humano en su búsqueda de Dios se vuelve un ser adorador y religioso, pero amar verdaderamente a Dios y aborrecer por completo la práctica del pecado y el mal, es una experiencia sobrenatural. Esto requiere conciencia, devoción, energía, fuerza, piedad milagrosa y voluntad, porque involucra un compromiso y pacto con Dios, mediante la vivencia de los valores comunitarios o del reino de Dios, que ayudan a fortalecer la relación personal con Dios, nuestro prójimo y el hábitat donde coexistimos.
 Los valores del reino de Dios, moldean nuestra personalidad, para ser participantes de la naturaleza divina, como la esencia espiritual y el espíritu de justicia: “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.1 al 4). Por ejemplo, Dios nos incorpora a su reino, con la práctica en la vida diaria del gozo, justicia y paz (Romanos 14.17).
 El reino de Dios es una forma de vida, de ayuda al necesitado, auxilio al pobre, al enfermo, prácticas de bien común, sin distinción de color de piel, credo, discriminación a la mujer, etnia, idioma, nacionalidad, posición social, raza, entre otros. Impera la armonía, la comprensión, el respeto, la sensibilidad y la valorización del ser humano (Lucas 10.8 al 9, 11.20, 16.16, 17.20 al 21; Hechos 1.3, 19.8). Dios reina sobre nosotros a través de su Espíritu. Es un reino de ayuda, bienestar, convivencia y solidaridad, con el fundamento del mensaje de Jesucristo, manifestado en una forma de vida sin opulencia, lucro y vanidad. Es un reino de amor, apoyo mutuo, caridad, compartir, esperanza, fe, fraternidad, justicia y paz, con los más necesitados y empobrecidos, por consecuencias del sistema de indiferencia e injusticia social.
  Dios establece una alianza o pacto natural (la energía y fuerza de la naturaleza). El ser humano es el responsable de administrar en forma autónoma e independiente a la naturaleza, para la estabilidad, conservación y permanencia de la misma. Es el humano quien tiene que rendir cuentas de la Creación, como un mayordomo encargado de la administración del planeta. La naturaleza tiene sus propias leyes de subsistencia establecidas por Dios desde un principio, algunas descubiertas o por descubrir a futuro. Hay ciencias y leyes de orden astronómico, atmosférico, biofísico, cósmico, dinámica, evolutiva, física, gravitacional, magnética, mecánica cuántica, meteorológica, microscópica, molecular, nuclear, química, radiactiva, reproductiva y de temperatura. La diversidad biológica y ciencias afines: citología, ecología, embriología, etología, fisiología, genética, histología, microbiología, morfología, inclusive las cognoscitivas, neurológicas, psicológicas, entre otras. El relato de la creación describe: “... Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde…; árbol de fruto…, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género… Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra… Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra,… las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie… Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos,… Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie… Y creó Dios al hombre…; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra...” (Génesis 1.10 al 30).
 Después de la primera alianza o pacto natural con Adán y Eva, Dios ratifica otro con Noé y su familia: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8.22). Esto es similar: “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5.45), a pesar de la aberración del ser humano por su extravío e inclinación al mal: “… porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud…” (Génesis 8.21). El arco iris es una señal de esta segunda alianza o pacto (Génesis 9.12 al 14 y 16 al 17).
 La causa del diluvio fue la abominación, incredulidad e indiferencia del mundo contemporáneo a Noé. Dios promete no volver a enviar un diluvio (Génesis 9.11 y 15), protege la vida humana contra los animales y los mismos hombres, para evitar su exterminio (Génesis 9.2), reciben la orden de ser fecundos, de multiplicarse y llenar la tierra (Génesis 9.1 y 7). Se permite la alimentación de la carne de animal, aunque se prohíbe comer sangre (Génesis 9.3 al 4). Antes, en la primera alianza o pacto la alimentación fue vegetariana (Génesis 1.29 al 30).
La alianza o pacto espiritual se manifiesta inicialmente entre Dios y Abraham, luego se ratifica con Moisés. En el caso de Abraham, la Biblia dice: “Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham; y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él…” (Nehemías 9.7 al 8). Abraham fue obediente a Dios, a pesar de que aún no se habían recibido los mandamientos por escrito, por ser mucho antes de Moisés, solamente se transmitían oralmente entre generaciones. La ley todavía no se había entregado de la forma escrita, sino oralmente: “Por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26.5).
 Luego a los judíos se les confía la palabra de Dios (Romanos 3.1 al 2): el mandamiento y la custodia de los libros de Moisés y de los profetas. Dios permitió extender el conocimiento de la ley para ser revelado a todas las generaciones como está escrito: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29.29). En relación con los profetas, hablaron siendo inspirados por el Espíritu de Dios (2 Pedro 1.19 al 21). El Señor usó las profecías para anunciar por medio de sus profetas, los acontecimientos futuros, el recordatorio del cumplimiento de la alianza y la denuncia de la injusticia, reposando en ellos su Espíritu para profetizar (Números 11.25 al 29).
 Los antepasados de Abraham servían a dioses extraños: “Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños” (Josué 24.2). Dios llama a Abraham para su adoración y servicio (Génesis 12.1 al 8; Isaías 51.2; Hebreos 11.8), él creyó a Dios y le fue contado por justicia, sus obras eran del agrado de Dios conforme a su voluntad. Está escrito para cada quien darle cuentas a Dios de lo realizado en vida y de sus propias obras (Job 34.11; Salmos. 62.12; Mateo 16.27; 1 Pedro 1.17; Apocalipsis 2.23), la Biblia dice: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17.10). Además somos sellados con el Espíritu Santo en nuestros corazones, como señal del pacto, las arras, (2 Corintios 1.21 al 22; Efesios 1.13 al 14), el cual ha dado Dios a los obedientes (Hechos 5.32).
 Por causa de la fe se identifica realmente al pueblo de Dios, porque actúa con la fe de Abraham, según la promesa (Génesis 26.5):  “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras... ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe… Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2.17 al 26).
 En relación con las tres dimensiones de conocimiento: natural, espiritual y celestial, la comprensión y conexión con lo celestial mediante Jesucristo, es lo que verdaderamente trasciende para vida eterna, es decir, en la medida del análisis y profundidad en el conocimiento de Dios logramos entender lo siguiente:
 El propósito de la creación del ser humano, está en lo que Pablo llama la dispensación del misterio escondido en Dios, el Creador de todas las cosas. Esto con el propósito de que las muchas formas de la sabiduría de Dios sean dadas a conocer entre los seres creados, por medio de la fe en Cristo Jesús (Efesios 3.9 al 12). Pablo afirma que este propósito de Dios y su gracia nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos y manifestada con la venida del Salvador Jesucristo por el evangelio dado también a los gentiles (2 Timoteo 1.9 al 11). Entonces la finalidad de la creación del ser humano implica que ellos adquieran el conocimiento de Dios para alabanza de su gloria, a través del evangelio de Jesucristo dado inclusive a los gentiles. También para la administración de la gracia de Dios entre los seres humanos, siendo los gentiles coherederos y miembros del mismo cuerpo, copartícipes de la misma promesa (Efesios 3.1 al 8).
 La dispensación de Dios durante todos los tiempos inicia desde la creación. En el huerto del Edén como Creador le concede la vida al ser humano, le distribuye labores para que cuide y labre el huerto, además encomienda a Adán los animales para darles sus nombres. Le encarga al ser humano la responsabilidad de administrar la naturaleza, al decirle que llene la tierra, la sojuzgue y señoree. Hay una administración general de Dios sobre la creación y el ser humano, porque le da mandamiento a la humanidad, determina sus consecuencias en el caso de actuar con rebeldía a su voluntad, establece un límite de existencia y un juicio final.
 El pecado del ser humano no fue una improvisación, sino parte del plan de Dios para su dispensación, porque luego se le absuelve de su falta por medio de Cristo, liberándolo de su culpa y obligación de cumplir con la ley de los ritos, de la circuncisión y de la sentencia de muerte a ser apedreado por transgresión (lapidación).
 La redención del ser humano es por medio de Cristo, porque hizo un único sacrificio derramando su propia sangre en la cruz, previsto desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los últimos tiempos. Esta solemnidad requiere en el ser humano, una conducta de temor en respeto y reverencia todo el tiempo de su peregrinación por este mundo (1 Pedro 1.17 al 20). Dios nos escoge en Cristo antes de la fundación del mundo, para ser santos y sin mancha delante de él, para alabanza de la gloria de su gracia. Por medio de la redención por la sangre de Jesucristo y el perdón de pecados, nos da a conocer el misterio de su voluntad, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, por el evangelio de la salvación y del reino de Dios, para creer en él y ser sellados con el Espíritu Santo (Efesios 1.3 al 14).
 Esta dispensación final es la participación del reino de Dios prometido para los que obedecen, pero el misterio se descubre y sale a la luz, cuando se aprende a vivir la vida en Dios, a partir de la iglesia misma como pequeño reino de Dios sobre la tierra. El conocimiento pleno de esta dispensación está en mantener el sentido original de la iglesia del primer siglo, cuya característica destaca en la entrega y servicio por los demás, promoviendo valores de equidad y justicia, extendiéndolas a todos los gentiles, perseverando unánimes, estando juntos y teniendo en común todas las cosas, compartiendo según la necesidad de cada uno, partiendo el pan y comiendo juntos con alegría y sencillez, alabando a Dios como en un solo corazón, teniendo todas las cosas en común, viviendo realmente en comunidad (Hechos 2.44 al 47, 4.32 al 35) y reino de Dios entre nosotros.
 Podríamos citar el ejemplo de la circuncisión en la carne como señal de pertenencia a Dios, y que recibió Abram (padre enaltecido), cuyo nombre fue cambiado por Abraham (padre de una multitud), según la promesa que sería padre de muchedumbre de gentes (Génesis 17.1 al 14).
 Recibió entonces la promesa del pacto entre Dios, Abraham y su descendencia, por pacto perpetuo, para que fuera Dios de él y de su descendencia, por siempre: “Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado” (Romanos 4.11 al 12), cuya promesa alcanzamos aún en nuestros días, porque su cumplimiento llegó a su plenitud cuando la circuncisión sufrió la transición de lo literal a lo espiritual, la bendición llega a todas las naciones (Génesis 12.3; Gálatas 3.6 al 9), ya que en su simiente, que es Cristo, son benditas todas las naciones (Génesis 22.15 al 18 y 26; Hechos 3.22 al 26), lo que también se le confirmó a Isaac (Génesis 26.3 al 4).
 Algunos símbolos del primer pacto luego fueron transformados en el nuevo pacto. Ahora estamos bajo el régimen nuevo del Espíritu. La Alianza o Pacto Espiritual se establece mediante la justicia de la fe: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros... por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4.13 al 24).
 Las tres dimensiones de conocimiento: natural, espiritual y celestial, determinan y vinculan la trascendencia del ser humano en su dispensación por la gracia de Dios. Jesucristo manifiesta lo siguiente: "Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados" (Marcos 4.9 al 12). Esto significa que el mundo natural sin una conversión no tiene aspiración al perdón de pecados. Porque Jesús explica en la parábola del sembrador, acerca de la semilla en buena tierra, que es equivalente a las personas con corazón bueno y recto al retener la palabra oída, y dar fruto con perseverancia (Lucas 8.15). Por otra parte, el que persevere hasta el fin será salvo, según la declaración misma de Jesús y la predicación del evangelio acerca del reino (Mateo 24.13 al 14).
La dispensa está relacionada con el apoyo, protección, respaldo y seguridad recibida directamente de Dios, mediante su don gratuito que concede u otorga, para absolver y perdonar de la culpa. Es determinante y vinculante, porque según el grado de conocimiento, así es la capacidad de toda persona en conocer y aceptar la responsabilidad de sus acciones realizadas libremente. Analicemos los siguientes ejemplos. El conocimiento celestial, caso de Pablo: "Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento..." (Hechos 26.19 al 20). El conocimiento natural, caso de Festo: "Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles. Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura" (Hechos 26.23 al 25). El conocimiento espiritual, caso de Agripa: "Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano" (Hechos 26.26 al 28).
Así como en la parábola del sembrador, algunos se quedan en un círculo vicioso, o sea, en la explicación de un discurso sin poder aclarar, como patinar las ruedas del vehículo en un suelo resbaladizo, inmersos en el mundo espiritual y religioso sin trascender al conocimiento celestial de Jesucristo. Es como un espejismo que desvirtúa la posibilidad de reconocer el verdadero oasis. El desierto es la vida donde el mundo es un espejismo de dinero, fama, placer, poder y riqueza, Jesucristo es el verdadero oasis de vida eterna en consagración, devoción, gratitud, santidad y voluntad de Dios. El espejismo es el camino ancho, el oasis es el camino angosto de la disciplina, razonamiento espiritual y práctico: “El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento. El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría…” (Proverbios 15.32 al 33).
La decisión de Jesús en este sentido fue abrigar todo el valor suficiente para perseverar hasta el fin, en el propósito por el cual viene a este mundo. Jesucristo verdaderamente comprende el motivo de su vida y el plan de Dios para con él y con aquellos en torno a su persona. No se sale del objetivo principal de su venida, respecto a la obediencia y servicio a su Padre que estaba en los cielos, ni se deja deslumbrar o influenciar con la distracción de cortinas de humo o por el ruido ensordecedor del mundo. Acata firmemente la misión encomendada e influye su conocimiento en la ignorancia predominante de su época, para beneficio de las generaciones posteriores hasta el día de hoy.
La Biblia dice: “… ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras” (Isaías 33.14 al 16). Jesús afirma lo siguiente: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muerto y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt. 23.27 al 28). Lo externo es la persona y lo interno es la mente. Este enclaustramiento de fe ciega, es un aislamiento al mensaje de Dios, real y efectivo. La convicción, adherida fuertemente al cimiento de la razón, es la base de la equidad, justicia, rectitud y sinceridad. La autenticidad acompañada del sentido común a la hora de juzgar, produce un testimonio razonable y con acierto: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos” (Hebreos 11.1 al 2).
Enclaustramiento religioso es el encierro o aislamiento mental en prejuicios. Es el juicio y opinión antes de tener un verdadero conocimiento. Se manifiesta en las ideas preconcebidas y discriminatorias que cohíben la libertad. La fe se actúa, piensa y reflexiona. Fe y razón se complementan, es la adhesión del entendimiento y comprensión a una verdad de Dios, revelada mediante su gracia y llevada a la práctica. La fe estriba mediante el conocimiento, en ser libre de los prejuicios religiosos y sociales, para respetar y hacer el bien a todos sin discriminación, sin intereses egoístas, mezquinos y oportunistas, de beneficio propio y en detrimento de los demás. Algunos utilizan la estrategia de desacreditar otras interpretaciones y grupos, para ganar adeptos a su propio grupo de seguidores. Esto no es tener reunión o comunión aparente en el nombre de Jesucristo, es mera conveniencia proselitista y un celo por ganar y convertir personas a su doctrina o religión particular.
El escalamiento y trascendencia en el conocimiento es influenciado por el libre albedrío que comúnmente se generaliza, pero existen varios tipos demostrados en la Biblia. Así como hay diferencia en el conocimiento.
 Un ejemplo de libre albedrío natural es la elección y ejercicio de una ocupación, oficio o carrera profesional, también un ejemplo de libre albedrío espiritual es la elección, participación activa o pasiva y pertenencia a una denominación, iglesia o religión (fraccionamiento cristiano). En la Biblia hay varios precedentes de esta situación: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1 Corintios 1.12).
 Este caso corresponde a un libre albedrío espiritual apegado a lo natural: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,… porque aún sois carnales, pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3.1 al 4).
 Hay otros precedentes, tal es el caso, registrado en Hechos de los apóstoles, de Simón, un practicante de las artes mágicas, quien oye el mensaje de salvación y se motiva a seguir a quienes predican la palabra de Dios, pero se queda solamente con el llamamiento, porque baja a las aguas en el bautismo sin estar verdaderamente arrepentido y convertido. Prueba de esta afirmación es la declaración de Pedro acerca del corazón de Simón sin santificación: caracteriza su corazón como no recto delante de Dios y en hiel de amargura y prisión de maldad (Hechos 8.12 al 23). También algunas personas a falta de los frutos del Espíritu Santo, se desviaron de la verdad, ya sea con profanas y vanas palabras, que no aprovechan sino que perjudican a los oyentes, trastornando la fe de algunos. Por ejemplo, la Escritura menciona a Himeneo y Fileto quienes decían acerca de la resurrección que ya se había efectuado (2 Timoteo 2.14 al 18).
 Jesús advierte acerca del conocimiento celestial frente al conocimiento espiritual: “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16.15 al 17). Mientras tanto existían muchos comentarios, interpretaciones, opiniones y rumores, similar a doctrinas y dogmas promovidos por la diversidad de creencias: “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros; que algún profeta de los antiguos ha resucitado. El les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios” (Lucas 9.18 al 20).
 Pero en todo caso dentro del fraccionamiento cristiano, el hacer valer una postura en defensa de cualquier enseñanza, sea a favor o en contra, no implica ser contencioso. No debe ser costumbre el contender (1 Corintios 11.16; Filipenses 2.3; 1 Timoteo 6.4 al 5), especialmente cuando algunos pretenden contender para no obedecer a la verdad (Romanos 2.8), inclusive si hay quienes predican a Cristo por contención (Filipenses 1.15 al 16), con más razón quienes se oponen. El siervo del Señor no debe ser contencioso (2 Timoteo 2.23 al 26), ahora bien, para el estudio minucioso de la Biblia, es necesario en forma respetuosa, contender ardientemente por la fe, en el sentido de preservar la sana doctrina, ya que se advierte de aquellos que quieren convertir en libertinaje la gracia de Dios (Judas 3 al 4). Pero esta sana doctrina atañe más a las cuestiones de comportamiento y conducta, como ser sobrio, serio, prudente, sano en la fe, en el amor y en la paciencia (Tito 2.1 y 2).
 El dogma es una definición de conceptos, por interpretación y opinión, tanto colectiva o individual, de quienes realizan el análisis de la doctrina. En relación con los dogmas eclesiásticos, son necesarios en la medida del fortalecimiento de la abstinencia y lucha contra el pecado, el amor, fe, hacer el bien a los demás, la misericordia de Dios, de la práctica de valores comunitarios y vivencia del reino de Dios. Hacer la justicia, obedecer el Decálogo, la ley de Cristo, saber y hacer lo bueno. Los votos de austeridad o pobreza, consagración y castidad como virtud opuesta al apetito carnal y pecaminoso, el dominio propio, santidad y vida ejemplar. Este fundamento o principios son prácticos en la cotidianidad, mientras otro tipo de dogma puede ser poco útil para la convivencia diaria, por ejemplo, las cuestiones escatológicas, fantasiosas e interpretaciones apocalípticas sin provecho para la vida diaria.
 Hay dogmas comunes entre el fraccionamiento cristiano, otros dogmas son muy diferentes, inclusive contradictorios. La complejidad está en la asociación de un cristiano a determinada iglesia y su adhesión a los dogmas particulares de la misma. Pedro dice de Pablo: “… según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3.15 al 16). Según la Escritura no se ha dado a conocer el poder de Dios y la venida del Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas (1 Pedro 1.16 y 19). Los lectores de la Biblia interpretan cada texto con diferentes opiniones, prueba de esto es la multitud de fraccionamiento dentro del cristianismo, sin embargo, la preeminencia la tiene Jesucristo: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3.11); “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24).
 La salvación por medio de Jesucristo, en el buen sentido de la palabra, es el paradigma dentro de la religión cristiana. Es un ejemplo y modelo de la consecución de las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. La desviación del paradigma se presenta mediante el fanatismo de lo absoluto, cuando se considera la salvación por la defensa de la interpretación y opinión de reglas eclesiásticas y dogmáticas, como única verdad y absoluta. Esto es la salvación por el producto de la división y fraccionamiento del cristianismo, diversas ideologías, fundamentalismos extremos y radicales.
 En realidad esta última posición es defender una falacia y utopía contraria a Cristo, por consiguiente, es una antítesis de la verdad cristiana, porque fomenta la enemistad, guerra, luchas de poder, miedo, odio, persecución, rencor, rivalidad y terror religioso, en detrimento del verdadero amor puro y justicia de Dios: “… Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3.13 al 18).
 El conocimiento natural y espiritual versus el conocimiento celestial:
 Existe el dogma proveniente de la doctrina y tradición. El dogma por sí mismo es ineludible e inevitable, porque es parte de la interpretación y opinión generada por cada punto de vista o lentes con que mire cada persona. Entre la tradición están las doctrinas y costumbres que se conservan con el pasar del tiempo, algunas de ellas fueron censuradas drásticamente por Jesús, porque invalidaban el mandamiento del amor de Dios (Marcos 7.6 al 9).
 También existe el dogma de la sociedad y el dogma filosófico. Hay costumbres arraigadas a la sociedad, con la posibilidad de invalidar la palabra de Dios en algún aspecto. Es importante a la hora de analizar y respetar los mandamientos de Dios, no poner la mirada en criterios particulares, basados en deducciones y supuestos terrenales, en lugar del fundamento de Dios mediante Jesucristo, la palabra dice: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2.8), y “En conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres...” (Colosenses 2.22).
 Jesús dijo: “... ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición ?... Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición... Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres...” (Mateo 15.3 al 9), “Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres... Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición... invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas” (Marcos 7.8 al 13).
 Hay aspectos legalizados a nivel de la sociedad en conflicto eclesiástico, espiritual o evangelístico. Por ejemplo, el abuso en la adicción a las bebidas alcohólicas o al fumado de tabaco, socialmente legal, pero a la vez dañino y perjudicial para la salud, o sea, censurado espiritualmente. Inclusive el exceso de alimentos como la ingesta abusiva de carnes rojas y procesadas: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6.12).
 Otro ejemplo, el dogma social no resalta la importancia, práctica y significado de la cena del Señor, instituida por Jesucristo como uno de los fundamentos más sagrados del evangelio, sino a través de la iglesia, se da el lugar y obediencia merecida: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11.26) y “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Corintios 10.21 al 24).
 En la parábola del buen samaritano, posiblemente tanto el sacerdote como el levita, actuaron así, apegados a la misma ley, según la interpretación de algunos preceptos, creyeron correcto no acercarse al herido, por si, en caso de estar muerto, no caer en inmundicia al tocarlo, ya que temporalmente podrían quedar inmundos en caso de tocar a alguien fallecido (Números 19.11 al 16; Levítico 21.1 al 4; Ezequiel 44.25). Pero un samaritano, supera el privilegio poseído por el sacerdote y el levita, ve al herido y es movido a misericordia, lo socorre y cuida hasta sanar por completo. Jesús pregunta al intérprete de la ley: “… ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10.29 al 37). Está escrito: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2.13).
 Hay que vencer el mal con el bien. La ausencia de fe, justicia y misericordia, provoca en algunos la posibilidad de considerarse más santos en comparación a los demás (Isaías 65.5; Hechos 10.28), prevalece la creencia de tener la única verdad y absoluta, pero en realidad se deposita la confianza en dogmas y normas incoherentes e incongruentes al sentido de la vida y bien común manifestado en las Escrituras. Jesucristo con su ejemplo, rompe con todos estos paradigmas, vino a dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4.17 al 21). Lo demuestra cuando habla con una mujer samaritana, a pesar de que judíos y samaritanos tienen enemistad (Juan 4.1 al 10; Esdras 4.1 al 10; Nehemías 4.1 al 2). Por lo tanto, es necesario trascender de lo natural a lo espiritual, y de lo espiritual a lo celestial, como un proceso y engranaje para llegar a la plenitud de Cristo.
 El ser enriquecido en el evangelio de Cristo, con abundancia en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud y amor (2 Corintios 8.7), produce como resultado la generosidad de compartir los bienes materiales con los más necesitados, como don o gracia recibida de Dios. Suplir las necesidades espirituales y materiales del carente de lo básico para la subsistencia, abunda en muchas acciones de gratitud a Dios, y glorificación a Dios por la obediencia al evangelio de Cristo, los valores del reino de Dios y por la generosidad en beneficio de todos (2 Corintios 9.8 al 14). En armonía, ayuda, comunión y solidaridad, se comparten los bienes espirituales y materiales (Romanos 15.27), según el ejemplo de las iglesias de la región de Macedonia y Acaya (Romanos 15.25 al 26; 2 Corintios 8.1 al 4).
Clave (llave) para una nueva comprensión de la Biblia:
 Otros antecedentes de grado o nivel de conocimiento están los siguientes, entre conocimiento natural y espiritual versus conocimiento celestial. El conocimiento natural se manifiesta en los gobernantes que no creyeron el mensaje de Jesús. El caso de los principales sacerdotes y los fariseos representan el conocimiento espiritual, pero Nicodemo y José de Arimatea mediante Jesucristo trascienden al conocimiento celestial, aunque sea como un tipo de religiosos anónimos que se explicará a continuación:
 Entre los primeros religiosos anónimos (RA) que encontramos en la Biblia están Nicodemo y José de Arimatea. El anonimato de Nicodemo se demuestra cuando viene a Jesús de noche, para no ser visto abiertamente y para no descubrir su identidad: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3.1 al 2). Nicodemo se presenta y con su testimonio expone su concepto acerca de Jesús, a pesar de pertenecer al grupo de los fariseos y de ser principal entre los judíos, Jesús le dice: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo… Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3.7 al 10).
 En relación con el anonimato de Nicodemo la Biblia resalta que los principales sacerdotes y los fariseos pensaban que ninguno de ellos había creído en Jesús: “… ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?” (Juan 7.45 al 48), sin embargo, la Biblia destaca que Nicodemo era fariseo y vino a Jesús de noche: “Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos…” (Juan 7.50 al 52), “También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche…” (Juan 19.39).
 Los religiosos anónimos (RA), son las personas con secuelas de pertenecer a grupos partidarios del absolutismo, donde se consideran únicos y verdaderos, infunden desprecio, difamación, discriminación, odio y rivalidad hacia otras religiones. Se consideran los más santos entre los santos, inmaculados y sin pecado, pero en realidad están llenos de antivalores, como la altivez, arrogancia, desamor, presunción, soberbia, orgullo y vanagloria. Desprecian las actitudes, porque para ellos la salvación personal y el galardón de la vida eterna, se fundamenta en su propio dogmatismo de creencias particulares, restando importancia a los valores.
 En el caso de José de Arimatea, estos grupos infunden intimidación y miedo, a la pérdida de salvación fuera de su propio grupo, inclusive el temor a la discriminación, exclusión y represalias. Las personas afectadas quedan con un trauma psicológico, con la necesidad de terapia para superar la etapa traumática dentro de la religión, por consiguiente la reunión de apoyo neutral con otras personas que han sufrido situaciones similares. La Biblia dice: “… José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos…” (Juan 19.38).
 Estos grupos religiosos tienen un celo irracional, con aparente libertad de Cristo, aunque al fin de cuentas hacen lo que les parece y les conviene. El apóstol Pablo menciona: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos” (Gálatas 4.16 al 17). La Biblia relata acerca de una vez en tiempos antiguos, por falta de rey en Israel, que cada uno hacía lo que bien le parecía (Jueces 17.6, 21.25), pero en el cristianismo el rey es Jesús, lo cual testifica Natanael cuando reconoce a Jesús como Hijo de Dios, Rey de Israel y Natanael era un verdadero israelita, en quien no hay engaño, según la declaración directamente de Jesús (Juan 1.47 al 49).
 La autenticidad como la de Natanael, es solo demostrable a través de la práctica con los hechos del diario vivir. La teoría poco o nada sirve si no hay aplicación, por esta razón Jesús llama a Natanael como verdadero, en quien no hay engaño. Los religiosos anónimos proceden de grupos sin congruencia, tanto en el discurso y en la práctica del amor, por la aversión a quienes consideran sus rivales religiosos por los diferentes dogmas: “… pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 3.2 al 3).
 La razón del ser, está en función de asumir conscientemente a Cristo como el centro de la vida, con una firme adhesión, convicción, devoción y excelencia a la consagración y santidad. Algunas personas existen solo en espera del envejecimiento, otras afanadas al logro de bienes y servicios, para ser valorados por sus posesiones, también hay quienes viven en confusión y desorden en espera de la felicidad. Hay una insatisfacción infinita y lo que llaman un vacío existencial. Un conformismo de acumulación de dinero, fama, poder, popularidad y riqueza, sin dar importancia a Dios y su palabra en su Hijo Jesucristo, como fuente de vida en plenitud.
 La crisis y realidad mundial confrontan al ser humano con un vacío existencial de hambre insaciable de conocimiento del mensaje cristocéntrico, para alimento espiritual y una comunión fraternal. La Cena del Señor es comer el cuerpo y beber la sangre de Jesucristo, es la reverencia solemne de la comunión en obediencia, según se digiere y procesa la alimentación espiritual, mediante la explicación e interpretación de la exégesis, homilía, hermenéutica o sermón. La persona para reflexionar el mensaje de Cristo, requiere espiritualmente de nutrientes esenciales en el discernimiento del bien y del mal.
 El secreto del sentido de éxito de la vida está en recibir a Jesucristo como el verdadero alimento de Dios. El salmista dice que es dulce al paladar la palabra de Dios. El alimento divino es un manjar delicioso para quienes obedecen y Dios es quien posibilita el entendimiento. Una mesa servida con comidas variadas enriquece la cena, así es el mensaje de Dios como manjares deliciosos y nutritivos para la conciencia y el intelecto. El gusto o sabor del manjar está en el condimento, o sea, la sal y especias, dan el sazonador y el buen sabor a la comida, en el sentido espiritual, es el entendimiento, cono-cimiento razonado y comprendido. Jesús dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra;…” (Mateo 5.13). Además: “Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros” (Marcos 9.50).
 La paz es un ingrediente sustancial. Así, degustar el sabor agradable de cada alimento, es fuente de placer al paladar, semejante es para la mente, el ampliar el conocimiento y lograr la sensibilidad de la compasión, justicia, paz y ternura, entre otros valores. La gran diversidad de pensamiento genera riqueza de sabiduría, por consiguiente la oportunidad para vivir a plenitud el conocimiento de modo certero y consciente. Otros alimentos indigestan por su nocividad.
El conocedor de la palabra de Dios tiene que asumir responsabilidad cuando altera el mensaje. El alimento se desazona por el contenido de ingredientes nocivos utilizados por quienes preparan, sirven o se sirven de la mesa con alguna intención perversa, contraria a lo que Cristo representa. El propósito es el servicio con la referencia de Cristo, de ninguna manera servirse con egoísmo para lucrar y vivir en lujos, opulencia y vanidad diferente a Cristo. Se requiere un estudio bíblico imparcial, objetivo y recto, sin sesgos del cristianismo religioso fraccionado.
 Dios provee el alimento al alcance de todos, sin acepción de personas, ni discriminación. El ser humano es el cocinero que varía la receta en conformidad con su intención. La comida está servida, algunas nutren el cuerpo y lo fortalece, otras enferman a la comunidad mundial, porque corresponde a un alimento alterado, especialmente con el fundamentalismo, extremismo radical, fanatismo hostil, legalismo religioso exacerbado, lucro religioso, ultra conservadurismo religioso e impío: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6.4 al 6).
 [19]
  El origen y contraste entre el conocimiento natural, espiritual y celestial se describe a continuación:
 La serpiente, además de engañar al inicio al ser humano, lo hace con el resto del mundo: “… La serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero…” (Apocalipsis 12.9). Figurativamente el diablo y Satanás representa el pecado dominante en el mundo. Además de la mentira promueve el homicidio: “… Ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (San Juan 8.44). En relación con el sacrificio a dioses ajenos, es comparado con un sacrificio presentado a los demonios (Deuteronomio 32.16 al 21; 1 Corintios 10.19 al 22).
 También Caín accede a su adoración: “…El diablo peca desde el principio… En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: Todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3.8 al 12). El ser humano toma el camino de Abel o de Caín, entre la justicia y la injusticia. La condición de Caín existe desde un principio, en la condición de todo aquel que vive sin temor a Dios y comete injusticia, prevalece en su vida la obra de la carne (Gálatas 5.19 al 21; Salmos 51.5, 58.3; Romanos 5.12, 6.23), del ego y de la muerte.
 La justicia es un valor indispensable, como practicante de la adoración y servicio al Creador, de lo contrario se desconoce con los actos la obediencia y voluntad de Dios. Abel por la fe ofreció a Dios más excelente sacrificio que su hermano Caín y mostró ser justo (Hebreos 11.4), la fe es otro valor. Dios no se agradó de la personalidad de Caín, ni de su ofrenda: “… Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya…” (Génesis 4.1 al 5), por consiguiente, no se agradó del carácter de Caín, su reacción ante el medio, su actitud y comportamiento desleal y sanguinario.
 La falta de ejercicio de los valores comunitarios, dejan vulnerable a la persona a cometer un antivalor, tal es el caso de Caín: “… Si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo…” (Génesis 4.7). Eva antes de tomar el fruto y comer del mismo, sufre un proceso de observación y deseo, su pensamiento cede ante la codicia: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable…” (Génesis 3.6). La fe, la justicia, la paz, la santidad, por ejemplo, no se pueden asumir como actitudes opcionales, porque en realidad son valores vitales, de suma importancia y trascendencia para la salvación y vida eterna. Las actitudes se relacionan con acciones, actos, comportamientos, conductas, cualidades y hábitos. La Biblia menciona (el subrayado es nuestro):
“¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam… De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 11 y 14 al 15).
El camino de Caín es el camino de injusticia, donde transita un supuesto profeta Balaam, con la presunción de maldecir al pueblo justo, cuya minoría o remanente del camino de Abel, es la que mantiene la justicia viva en un mundo de corrupción y lucro: “… los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios, por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para que los maldijera” (Nehemías 13.1 al 2 y Deuteronomio 23.3 al 5). El deseo vehemente del ser humano es su inclinación o tendencia al mal, el acumular con avaricia, la codicia insaciable, el egoísmo y el enriquecimiento ilícito. Caín presenta una ofrenda, sin intención de obedecer y prestar atención a su Dios Creador. El profeta Samuel en relación con la obediencia y ofrenda a Dios, dice:
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado…” (1 Samuel 15.22 al 23).
La adoración, culto y servicio, implica obedecer y prestar atención a Dios. Caín en lugar de una ofrenda de amor y gratitud, pretende recibir la alabanza y pleitesía, como vanagloria, sin glorificar y honrar verdaderamente. Dios le dice: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” (Génesis 4.7). Caín con el acto del homicidio, muestra los siguientes antivalores de egoísmo, envidia, furia, injusticia, mezquindad, odio, rencor, resentimiento y saña, de lo contrario hubiera mostrado los valores de amor, cariño, compasión, fe, fidelidad, justicia, lealtad, misericordia, paz, perdón, respeto y santidad. Dios le dijo a Caín: “¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? (Génesis 4.6).
 El deseo inherente al ser humano con la tendencia al mal, se llama concupiscencia. Es un deseo natural caracterizado por el apetito desordenado de bienes terrenales y placeres deshonestos. Se podría comparar en analogía y a manera de símbolo, a la serpiente astuta del huerto del Edén, con la atracción y seducción de la concupiscencia. Y según Santiago nos dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado: Y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1.13 al 15).
 La consecuencia del acto de Caín es el pecado y la muerte espiritual, nuevamente los seres humanos rinden adoración, culto y servicio al dios falso, representado en la serpiente astuta y sus malos pensamientos: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6.16). Los dardos de fuego, no son carne ni sangre (Efesios 6.12), o sea, las personas, sino los malos pensamientos desarrollados en las mentes de los seres humanos, mediante la concupiscencia. Esto se contrarresta con la conciencia espiritual y moral, para posibilitar el comportamiento responsable. El maligno representa a las personas sin responsabilidad, propensas a hacer y pensar mal. El escudo de la fe es el mecanismo empleado en la mente, como campo de batalla contra los engaños, malos pensamientos y mentiras. La epístola del apóstol San Pablo a Tito indica: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra” (Tito 1.15 al 16).
 Nuevamente la palabra de Dios menciona los valores comunitarios, por ejemplo, hacer justicia y amar misericordia. El humillarse ante Dios, además de ofrecer acatamiento y sumisión, está relacionado con abatir el orgullo y tener humildad. La arrogancia y el exceso de estimación propia, reflejan la rebeldía del ser humano como un dios falso de sí mismo. Se constituye en un dios adversario ante su Dios Creador. La vida presenta muchos obstáculos y sufrimientos, con la finalidad de purificar y mejorar la personalidad. Precisamente uno de los cambios más difíciles para el ser humano, es cambiar la personalidad, a pesar de enfrentar todas las experiencias difíciles y malos momentos. El ser humano con el transcurrir de su vida, le cuesta llegar a ser mejor persona, salvo tenga conciencia y practique los valores. El Salmo dice: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51.16 al 17).
 El espíritu quebrantado y el corazón contrito y humillado producen la purificación de la vida: las adversidades, dificultades y sufrimiento, purifican nuestro carácter, personalidad y temperamento. Nos ayuda a ser mejores personas, individual y colectivamente. La purificación es interior. El sufrimiento en la vida cotidiana, confirma, fortalece y madura a la persona, es parte de enfrentar las situaciones del mundo. La Sagrada Escritura dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.14). Tanto la paz como la santidad, están entre los valores comunitarios, necesarios para la convivencia con todos y para la armonía y comunión con el Señor.
 Los valores comunitarios, son indispensables para la capacidad de diferenciar o discernir entre el bien y el mal, por lo tanto, es necesario estar unidos espiritualmente y atender la palabra de Dios en el amor y temor. No sabemos el momento, donde dejaremos de respirar el aire de nuestra atmósfera, desaprovechando la oportunidad de la vida de hacer lo agradable ante Dios, como está escrito: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40.8).
 Ciertamente se manda a las personas proveer para los suyos, mayormente a los de la casa (1 Timoteo 5.7 al 8), esta prioridad se explica porque el testimonio se inicia desde la casa y sirve como respaldo moral ante la sociedad en general. Además se recomienda hacer el bien a todos mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6.10), esto porque se requiere proyectar el ejemplo hacia los demás desde la comunidad de fe, para dar ejemplo de convivencia en comunidad, o sea, tener todas las cosas en común (Hechos 2.44 al 47, 4.32 al 35), al mencionar mayormente, da a entender la práctica con todas las personas, indiferente del credo religioso, claramente expresado al decir hacer el bien a todos. Pero si se pretende tener fe y no ayudamos al necesitado, entonces no obramos justicia como instrumentos de Dios, por consiguiente es una fe vana y sin obras, porque no mostramos la fe por las obras (Santiago 2.14 al 18). El mayor obstáculo de prejuicio, para implementar la ayuda solidaria sin discriminación, es el proselitismo religioso con coerción, donde se condiciona la ayuda a cambio de aceptación religiosa, aquí no se cumple la justicia y misericordia de Dios, con equidad para todos y todas.
 El pueblo de Dios tiene como guía a Jesucristo, porque enseña el camino y establece un precedente en la tierra, de donde se conserva la base o fundamento en la edificación de la doctrina eclesiástica, al ser Jesucristo la principal piedra (Efesios 2.17 al 22). El Señor Jesús es ejemplo del amor de Dios, esperanza, fe, justicia, misericordia, paz y santidad, al hacer el bien, en el servicio a Dios y al prójimo (Lucas 4.16 al 21). Este es el camino celestial mostrado por Jesucristo con el ejemplo, enseñanza y práctica vivencial.
 [20]
______________________________________________________________________________
 El conocimiento natural es perecedero con alcance para la vida presente: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan" (Mateo 6.19), mientras que la experiencia de comprender y adquirir conciencia de lo celestial, posibilita dar la verdadera importancia a la preparación para rendir cuentas a Dios, en relación con la vida venidera: "sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan" (Mateo 6.20).
 Según la referencia del párrafo anterior, se percibe la distinción de conocimiento en el siguiente pasaje bíblico: "Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle" (Lucas 9.7 al 9). Jesucristo transmite un tipo de conocimiento celestial que algunos logran ser conscientes: "Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas" (Mateo 13.51 al 52). Analicemos un poco de historia al respecto:
 El evangelio sea antiguo, de Jesucristo y para vida eterna, es un mismo evangelio, en el sentido de buenas nuevas de salvación, o la buena noticia proveniente del Creador. Mientras que hay muchas clases de dogmas, originadas por las criaturas, como respuesta y reacción al evangelio de Dios. Además, el dogma surge por otros motivos y fundamentos de todo sistema científico, doctrinal o religioso. Por ejemplo, Jesús les reprocha a los discípulos acerca de su actitud o reacción de incredulidad: “Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16.14 al 15). El evangelio se predica en todo el mundo, a todo ser humano de la creación, en diferentes entornos de las civilizaciones, culturas, etnias y sociedades, pero el destinatario final es el ser humano, quien esté donde esté ofrece resistencia al evangelio. La prueba es el pasaje anterior, donde los mismos discípulos instruidos por Jesús, eran incrédulos y duros de corazón, respecto a la resurrección del Señor.
 El evangelio como buena nueva es muy antiguo, porque Dios establece sus verdades evidentes desde un principio, manifiestas en cada elemento de la creación y anunciadas públicamente por los profetas. En el Antiguo Testamento el profeta Isaías anuncia lo siguiente: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52.7). También el profeta Nahum anuncia: “He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz…” (Nahum 1.15). Pero desde el tiempo de los profetas no todos practicaron el evangelio: “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.16 al 17).
 El evangelio antiguo instaba a la práctica de la confianza, justicia y paciencia en Dios el Creador, las buenas nuevas de salvación de su compasión y misericordia: “… tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5.10 al 11). Noé anunció el evangelio de la justicia como pregonero: “y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos” (2 Pedro 2.5). No le creyeron a Noé, pero la buena nueva de salvación se mantiene: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor. Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré” (Isaías 54.7 al 9).
 En los profetas reposaba el Espíritu de Dios al profetizar y anunciar el evangelio: “… y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas…; porque eres Dios clemente y misericordioso” (Nehemías 9.30 al 31). Un sello es señal de autoridad, como se dice en el libro de Ester: “Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado” (Ester 8.8). Cuanto más si se trata del sello del Espíritu Santo (2 Corintios 1.22; Efesios 1.13, 4.30). Ya desde el evangelio antiguo Dios llenaba de su Espíritu a algunas personas, para cumplir funciones especiales y específicas cotidianas: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éxodo 31.1 al 3).
 Jesús vino a cumplir las buenas nuevas de salvación para nuestras vidas, con el anuncio del reino de Dios y el evangelio del servicio a la humanidad, sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 9.35 al 36; Marcos 1.14 al 15). En Jesús se cumple el jubileo representado por el año agradable del Señor, anunciado por el profeta Isaías, para dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos y libertad a los oprimidos (Lucas 4.16 al 21). Jesucristo transmite la promesa del Espíritu Santo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14.16). El Padre lo enviaría en su nombre: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14.26). Una de las funciones del Espíritu Santo es la de guiar: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16.13).
 La gracia de Dios nos fue dada en Cristo Jesús, enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia (1 Corintios 1.4 al 5), no conforme a nuestras propias obras, sino según el propósito de Dios, mediante la obra de Jesucristo quitó la muerte y sacó a luz la vida (2 Timoteo 1.9 al 10): “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1.7 al 10).
 [21]
______________________________________________________________________________
La biblia demuestra e identifica las diferencias de conocimiento entre natural, espiritual y celestial. En cada tipo de conocimiento existe una legislación infinita. Por ejemplo, en el mundo espiritual, el cristianismo contiene una gran diversidad de pensamiento y reflexión promovido por las diferentes congregaciones, iglesias o religiones. El evangelista menciona lo siguiente acerca de solamente tratar el tema de Jesús: "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir" (Juan 21.25).
A lo interno de cada conocimiento no hay un límite horizontal, en el sentido de que nunca se termina de formar conceptos y construcciones teóricas con su respectivo ejercicio o práctica. El conocimiento base es el natural, después de este conocimiento hay otro superior o vertical, que escala y trasciende a lo espiritual. Algunas personas en el transcurso de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte, deciden quedarse únicamente con lo natural, por ejemplo los ateos, mientras que otras personas añaden a su vida el interés y participación en lo espiritual, a través del mundo de las religiones, aunque la mayoría se quedan encasillados, considerando la salvación y vida eterna por la legislación y méritos de su propia congregación, iglesia o religión.
Por último, están los que siendo espirituales, superan su apego a lo carnal o natural, dejan de ser meramente terrenales, renuncian a sus dioses falsos como el amor al dinero y luchas de poder, a su idolatría carnal como la avaricia y fornicación, a sus dioses falsos promovidos por el politeísmo cultural de otras religiones fuera del monoteísmo. Entonces trascienden al conocimiento celestial, para actuar, conocer y ser como Jesucristo.
Así como existen estos tres conocimientos, a saber, natural, espiritual y celestial, existen tres tipos de libre albedrío que operan en cada tipo de conocimiento, o sea, cumplen una función según el grado o plano dimensional de conocimiento en donde se encuentra la persona. Entremos y profundicemos el análisis en cuestión:
Jesús de camino a Jerusalén enseña por las ciudades y aldeas, entonces alguien le pregunta si son pocos los que se salvan: “… Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.22 al 24). Otras preguntas podrían ser: ¿por qué muchos procuran entrar y no podrán? y ¿tendrá alguna relación con el tema de predestinación por escogencia y elección por libre albedrío? Jesús dijo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20.16, 22.14). La cantidad total de llamados son todos los creyentes y la parte menor que son los escogidos por gracia corresponde a los practicantes como Jesús, en otras palabras lo que en realidad actúan y se comportan como Jesucristo.
Los primeros llamados fueron de Israel y los postreros llamados se trata del resto de población que no era de Israel, conocidos como gentiles. Hay un remanente escogido por gracia, los escogidos que han alcanzado: “… ha quedado un remanente escogido por gracia… ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;… su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles…” (Romanos 11.5 al 12).
Otro pasaje menciona que si Israel fuera como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo (Romanos 9.27 al 29). Entonces, ¿cuál es la relación entre la predestinación por escogencia y la elección por el libre albedrío? Existen tres tipos de libre albedrío: el natural, el espiritual y el de Jesús o celestial. Los muchos llamados están entre el libre albedrío espiritual y los pocos escogidos en el libre albedrío de Jesús o celestial. Para comprender la diferencia entre cada uno, es necesario saber inicialmente que en el libre albedrío natural, la persona procura con su propio esfuerzo conseguir su deseo: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre…” (Romanos 9.16). La Biblia dice: “… a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne…” (Gálatas 5.13).
El libre albedrío natural es la voluntad y facultad del ser humano para decidir y actuar por su propia determinación, sus propios logros y méritos. En el caso del natural algunos casos se confunden con el libertinaje. La utilidad de este libre albedrío, se ha degenerado a tal grado que cada quien actúa como le parece, sin la responsabilidad de las consecuencias de sus acciones, se incurre en el libertinaje del desenfreno en la conducta y el irrespeto general a los mandamientos de Dios, que es la pérdida de reconocimiento, estima y aplicación a la ley de Dios y su justicia.
El libre albedrío espiritual se presenta en la transición del paso de incrédulo a creyente, entre las dimensiones de conocimiento natural y espiritual. El saber y el hacer requieren ser éticamente congruentes, según los principios y valores: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo… Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente…” (Romanos 7.18 al 25). El hombre interior es la mente, de donde proceden las actitudes, carácter, conducta, personalidad y temperamento en lo afectivo y emocional. La influencia y evolución de todo esto, depende de la madurez en el conocimiento y pensamiento adquirido, según sea conocimiento natural, espiritual y celestial. Las personas pueden estancarse en un solo conocimiento o trascender de un conocimiento a otro. El conocimiento es infinito y está en constante legislación, tanto en el mundo natural, mundo espiritual y mundo celestial. Por ejemplo, en el mundo natural la creación o modificación a las leyes civiles, el avance de la ciencia y de la tecnología.
El tipo de libre albedrío espiritual es el que desplaza su propia voluntad natural, o sea, humana, y la sustituye por el conocimiento espiritual, de manera que al final no depende de sí mismo, sino de la voluntad de Dios: “… sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9.16). Lo que pasa es que muchos procuran trascender de la condición natural a la espiritual, pero no pueden desapegarse por completo de su libre albedrío natural: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5.16 al 17).
En el siguiente caso se compara el libre albedrío natural y el espiritual, Jesús dijo: “… El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6.60 al 63). Jesús les preguntó a los doce discípulos en el pasaje Juan 6.67 al 69, si se querían ir también, o sea, abandonar el discipulado por su propia decisión o voluntad. Mientras tanto, la palabra de Dios indica: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12.21). En el caso de Judas se dejó vencer por Satanás, en el sentido de la maldad, el pecado y los antivalores: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce” (Juan 6.70 al 71). Se menciona el término “escogido” en el sentido de ser selectos en consagración y santidad.
 [22]
______________________________________________________________________________
 El ser humano deja de ser solamente natural cuando empieza a ser morada del Espíritu Santo de Dios: "el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros" (Juan 14.17). Esto significa que el ser humano mientras conserve su vieja naturaleza sin introducirse o traslaparse con el conocimiento espiritual, entonces no puede recibir el Espíritu, por consiguiente tampoco puede entender lo que se ha de discernir espiritualmente. Se reitera la siguiente cita bíblica: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2.14; Efesios 4.18).
 La transición de lo natural a lo espiritual requiere regeneración y renovación. La gracia es consecuencia del amor, bondad y misericordia de Dios: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios…, y su amor… nos salvó, … por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3.4 al 6). “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2.4 al 5).
 La gracia es el don de Dios que nos mueve a ejercer nuestro libre albedrío espiritual, consecuente del interés personal en conocer, obedecer y practicar las cuestiones espirituales y religiosas, para ser parte del conocimiento espiritual del reino de Dios. Jesucristo dijo a Nicodemo: "Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es, No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3.5 al 8).
Todo ser humano corporalmente para subsistir requiere del oxígeno, porque precisamente se compone del cuerpo y de la respiración del aire que es el espíritu de vida o soplo de vida: "Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2.7). La Escritura dice: "... Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente... Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal..." (1 Corintios 15.45 al 46). El alma viviente es sinónimo de vida, sin embargo, el pasaje bíblico de uno de los párrafos anteriores menciona que estábamos muertos en pecado.
 Este mismo aire de vida es el espíritu de vida que la persona exhala cuando muere, ya que expulsa su último aire de los pulmones y estómago: "y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio" (Eclesiastés 12.7). Esta condición es del ser humano y de todo animal viviente: "Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida" (Génesis 7.15); "Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió" (Génesis 7.21 al 22). Ahora bien, si también los animales son almas vivientes, la diferencia entre el ser humano natural y el espiritual es la posibilidad de que el espiritual pueda llegar a ser templo del Espíritu Santo de Dios: "Mas él hablaba del templo de su cuerpo" (Juan 2.21); "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros" (1 Corintios 316).
 El libro de Job menciona el alma en alusión a la vida: "Que todo el tiempo que mi alma esté en mi, y haya hálito de Dios en mis narices" (Job 27.3). Además: "El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida" (Job 33.4). En el libro de Isaías se dice: "Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz..." (Isaías 2.22). Este espíritu de vida, respiración o aliento de vida, permite al ser humano vivir y desarrollar su conocimiento natural. Pero hay otro conocimiento que es producto únicamente del Espíritu Santo de Dios: "Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Juan 20.21 al 22). La Biblia también dice: "Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras" (Lucas 24.45).
 El ser humano natural en su composición corporal y combinación con la respiración del oxígeno, por medio del aire, se suma su capacidad mental de razonamiento para vivir organizadamente en sociedad y evitar todo lo posible la anarquía civil. Así es como se legisla el conocimiento natural. En relación con la tierra dada a los hijos de los hombres, cuando alguien comete un acto ilícito, se esconde u oculta, porque se considera digno de castigo por tal acción, reconoce y distingue el mal cometido:
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2.14 al 16).
 [23]
______________________________________________________________________________
 Entonces, ¿Cómo se legisla el conocimiento natural para mantener un orden civil o social, evitar la anarquía y el caos? ¿Cómo da testimonio su conciencia, y le acusa o defiende su propio razonamiento?
En relación con la expresión “Lo de César”, corresponde a una separación del poder político manifestado en la sociedad. Se hace alusión a la hacienda pública con sus bienes y tributos necesarios para cada nación, en el cumplimiento de sus fines y funciones. Además hace alusión al poder judicial, en la administración de justicia, para velar por el fiel cumplimiento de las leyes civiles y la aprensión y castigo a quien comete el delito. Por otra parte, se hace alusión al poder ejecutivo, en el sentido de quienes gobiernan la administración del estado, nación o país. Como ciudadanos existe una sujeción a las autoridades civiles, porque al final de cuentas, para mantener el orden, evitar la anarquía civil y el caos, son puestos por Dios y se les debe obediencia, siempre y cuando, no sea en deslealtad, insubordinación o rebeldía contra la voluntad de Dios (1 Pedro 2.13 al 14, 3.22; 1 Timoteo 2.2; Hechos 7.10, 10.35; Génesis 41.34). Porque Dios Padre es la autoridad superior sobre todo lo existente (1 Corintios 15.24 al 28).
 En la Escritura se insta a la sujeción a los gobernantes y autoridades, en obediencia y disposición a toda buena obra (Tito 3.1), claro está, condicionado a la conservación de los atributos y principios de Dios. Debemos someternos al poder judicial, como autoridades superiores, porque son de parte y establecidas por Dios, si nos oponemos a estas autoridades, incurrimos en rebeldía y acarreo de condenación (Romanos 13.1 al 2).
 Si todos somos buenos ciudadanos, respetuosos de las leyes, de las autoridades de seguridad pública y de la administración judicial, saldrá beneficiada toda la población en general, debido al servicio prestado por esta autoridades al bien de la sociedad, pero si hacemos lo malo los tenemos en contra, porque no en vano andan armados, es conveniente estar sujetos a ellos, no solo por el castigo sino por causa de la conciencia: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo” (Romanos 12.3 al 6).
 La labor constante y permanente las veinticuatro horas los siete días de la semana, por parte del ministerio de seguridad pública o policía encargada de mantener el orden público y la seguridad ciudadana, los constituye en servidores de Dios con su desempeño continuo, por esta razón la importancia de los impuestos para el financiamiento. La responsabilidad y cumplimiento en el pago de los tributos públicos, también es mencionado por la Biblia: “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto...” (Romanos 13.7). Acerca del tributo, Jesús responde a una consulta: “¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Lucas 20.22 al 25).
 El no cumplir con la obligación de tributar y su recaudación efectiva, acarrea el déficit fiscal, que ocasiona mucho daño, porque gracias a esta contribución, se hace una mejor distribución de beneficios, que contribuye a reducir la desigualdad, proporcionando para todos educación, salud, seguridad, urbanismo y vivienda, entre otros. No se trata de que el pueblo esté exento de la justicia tributaria, sino que tenga derecho a salarios y trabajos dignos para sufragar sus compromisos. Observamos con esto que es necesario que haya un equilibrio en todas las áreas, que no le sobre a alguno lo que a otro le falta, ni tampoco se dé el enriquecimiento ilícito, en la medida de hacer conciencia en este sentido, viviremos mejor en comunidad, amor, equidad, justicia, paz y solidaridad.
 Además la Biblia recomienda someternos a las autoridades, porque son de parte de Dios y han sido establecidas por él para bien de la sociedad (Romanos 13.1 al 5). Lo que se propone no es pensar en una relación entre amos y siervos, sino entre servidores de Dios, que promulgan y promueven el amor al prójimo entre unos y otros, los principios, el respeto y valores, ya en última instancia se infunde el castigo y temor al que hace lo malo.
 La palabra de Dios dispone que debemos obedecer las leyes de la tierra, siempre y cuando no se opongan a la voluntad suprema de Dios, entre ellas está el pagar los impuestos. Así manda las Sagradas Escrituras, en diversos versículos (Mateo 5.15 al 22, 17.24 al 27; 1 Pedro 2.13; Romanos 13.7). Es nuestro deber tributar al estado o gobierno local, bienes inmuebles, renta y venta, ya que evadir los impuestos es faltar a la verdad, así como Jesucristo dijo que le diéramos a Cesar lo que es de Cesar (Mateo. 22.19 al 21). Jesucristo mismo tributó por no dar motivo a vituperio, él ordenó a Pedro echar el anzuelo en el mar y el primer pez que mordió el anzuelo tenía en su boca una moneda y con eso pagó por él y por Pedro (Mateo 17.24 al 27). Los tributos los utiliza el gobierno para los programas y el desarrollo. La palabra nos amonesta acerca de este deber (Romanos 13.6 al 7). Si observamos extorsión del derecho y de la justicia, sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos (Eclesiastés 5.8), hay un monitoreo divino de los actos y un rendimiento de cuentas por estas acciones.
 El mercado comercial y financiero siempre ha existido desde que el ser humano se organizó, los trueques e intercambios de productos, son un claro ejemplo, inclusive entre los mismos discípulos había uno llamado Judas, que se encargaba de custodiar el dinero para realizar las compras que requerían, de esta forma financiaban los gastos y otras necesidades, por lo tanto Jesús no estuvo en contra del sistema comercial y del dinero, tan necesario en el desarrollo de una sociedad, sino en el enriquecimiento y acaparamiento en favor de unos y perjuicio de otros, en deterioro del bien social. En cada nación hay sistemas y políticas monetarias y el cambio de moneda internacional. La moneda tenía respaldo por la cantidad de lingotes de oro atesorado en el banco central en cada país, en la actualidad influye mucho el balance comercial y otros.
Las leyes para un orden social las ha permitido Dios para legislación del conocimiento natural, pero también aquellos que se interesan por el conocimiento espiritual, trascienden de conocimiento en busca de la legislación, obediencia y voluntad de Dios: Juan el Bautista predicaba: “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? El les dijo: No exijáis más de los que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario” (Lucas 3.9 al 14). Juan el Bautista enseña al pueblo el compartir y la solidaridad, desde vestimenta hasta alimentos. A los trabajadores públicos les muestra el camino sin corrupción, sin perjudicar y sin privilegios excesivos o abusivos, al decir que estén conformes con el salario. Al final de cuentas también los que menos tienen son igualmente conciudadanos de los que más tienen. La Escritura dice: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2.5).
 [24]
______________________________________________________________________________
 Dios dice: “Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Malaquías 3.18). Este pasaje bíblico es un ejemplo de la posibilidad de discernimiento, para diferenciar entre la justicia y la maldad, distinguir entre el que vive para servir a Dios y el que no lo hace. Luego la Biblia aclara acerca del mensaje celestial de Juan el Bautista: “… Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lucas 1.13 al 17). Se requiere la virtud de la prudencia para diferenciar entre lo justo y lo injusto, además de la conversión para cambiar, volver a la obediencia y la práctica de la justicia. Estas condiciones determinan la cualidad o circunstancia por la que el conocimiento natural necesita del conocimiento espiritual para la práctica de la justicia en el servicio a Dios.
 Por ejemplo, mediante el sacerdocio y redención universal de Jesucristo, hay una separación entre quienes se quedaron únicamente como seres naturales y los que sirvieron a Dios como espirituales: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25.31 al 32).
 Entonces, continuemos con la lectura: “Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí… Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeño, a mí lo hicisteis… Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25.33 al 46).
 El éxito del conocimiento natural se manifiesta en la grandeza de sus logros del desarrollo y planificación de las grandes ciudades, de la acumulación de las grandes riquezas, de los grandes avances científicos y tecnológicos, de la sobresaliente capacidad y solidez económica, comercial y financiera. De la grandeza militar y territorial o del gran poder político. Por el contrario el éxito del conocimiento espiritual se sustenta en contribuir y tributar a Dios solidariamente, para beneficiar a los empobrecidos por el sistema de discriminación de cierta posición social, donde se margina a quienes tienen condición social de inferioridad. En el mundo hay injustamente por causa del mismo humano, mucha gente muriendo diariamente de hambre y sed. El mundo natural ignora adrede la voluntad de Dios y actúa con indiferencia, por conveniencia e interés propio, impulsado por la avaricia, codicia, egoísmo, envidia, lucro, mezquindad, opulencia y vanidad. A pesar de quienes aprovechan, benefician y subsisten de toda la materia existente en la misma creación natural, evaden agradecer a Dios el Creador e involucrarse en prácticas espirituales o religiosas, sin compromiso moral de contribuir para ayudar a los más necesitados.
 La vida presente y el conocimiento natural es circunstancial, espacial y temporal: "Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada" (Marcos 13.1 y 2). El conocimiento de Dios es la verdadera herencia que nos lleva a la vida eterna, no se trata de cualquier adoración, conocimiento, don, ofrenda, práctica o promesa: "Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida" (Lucas 21.5 y 6). Más que la grandeza en las edificaciones, está el bien común de las personas. Una forma de tributar a Dios con gratitud es el diezmo solidario para ayudar a los demás. Jacob, nieto de Abraham, realiza un voto acerca del diezmo, mucho antes del sacerdocio levítico: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (Génesis 28.20 al 22).
 La responsabilidad del conocimiento espiritual en el cumplimiento de este tributo a Dios o diezmo solidario, es a conciencia y personal: esto se entiende como un zoom desplazado desde la continuidad de un plano de enfoque a otro. Por ejemplo, primero la tribu de Leví es beneficiada por el diezmo recaudado entre las demás tribus de Israel. Luego Dios establece un cambio de sacerdocio, donde deja de ser la tribu de Leví y pasa a ser su Hijo Jesucristo, el sacerdote por siempre. El diezmo solidario se entrega a Jesús por medio de la ayuda a los necesitados. En este zoom Dios Padre está por sobre todo, observa nuestro proceder y cumplimiento del amor de Dios, fe, justicia, misericordia, paz y santidad: “Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon” (Malaquías 3.13 al 15).
 Profundicemos en este conocimiento de Dios: Las Sagradas Escrituras dicen: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15.4). En relación con el tributo a Dios o diezmo solidario, todo inicia con la tribu de Leví, como tribu sin territorio y esparcida por todo Israel, salvo algunas ciudades de domicilio, ubicadas en todas las demás tribus: “Habló Jehová a Moisés en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: Manda a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su heredad, ciudades en que habiten;… Y en cuanto a las ciudades que diereis de la heredad de los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco tomaréis poco;…” (Números 35.1 al 8; Josué 21.1 al 2 y 41).
 El diezmo era una forma de contribución territorial, acerca de la décima parte de las cosechas agrícolas y ganado: “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová… Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová… Estos son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí” (Levítico 27.30 al 34). El diezmo retribuye su labor: “Y lo comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues es vuestra remuneración por vuestro ministerio en el tabernáculo de reunión. Y no llevaréis pecado por ello, cuando hubiereis ofrecido la mejor parte de él; y no contaminareis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis” (Números 18.31 al 32).
 El diezmo corresponde a la décima parte de los ingresos constantes y periódicos (frecuencia y regularidad según corresponda en cada caso), o sea, es un porcentaje, su aporte es un monto mayor equivalente en quienes más tienen, en comparación con quienes reciben menos ingresos. La tribu de Leví no tuvo posesión entre la repartición de los territorios, solo los lugares para habitación: “En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví, para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo” (Deuteronomio 10.8 al 9; Josué 13.32 al 33). Así, en las sociedades actuales hay partes de la población divididas en clases sociales, donde la clase baja son las más desposeídas y de menos oportunidades en la vida, en el sentido material de bienes y servicios, preparación académica, opciones laborales y de remuneración.
 El diezmo solidario para ayudar a los más necesitados no se trata de un anacronismo, o sea, una utilización anticuada y fuera del tiempo vigente, porque Dios en su sola potestad y conocimiento futuro, debido al aumento del volumen de población mundial, prevé y provee un mecanismo de bienestar social y bien común, para un equilibrio, con la economía y el financiamiento necesario. La tribu de Leví al quedar por fuera de entre los terratenientes, subsistiría con la alimentación provista para el servicio a Dios: “Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho… porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre… Igual ración a la de los otros comerá, además de sus patrimonios” (Deuteronomio 18.1 al 8).
 Dios es la heredad, en el sentido de que nuestro Creador no va a desamparar al ser humano en lo necesario para la subsistencia. Los levitas recibirían el diezmo de parte de todas las demás tribus: “Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión” (Números 18.20 al 21 y 24). En la sociedad actual le corresponde a quienes tienen ingresos estables, contribuir para el bien de aquellos en condición de pobreza y extrema pobreza. Esto requiere asumir responsabilidad por parte de quienes tienen lo suficiente y pueden compartir con los demás, para una distribución más justa y equitativa en la sociedad.
 Inclusive se cumplía que el mismo beneficiado con recibir el diezmo, tenía que ofrendar a Dios también la décima parte del diezmo: “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos. Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como producto del lagar. Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros diezmos…” (Números 18.25 al 30). En otras palabras, en nuestro tiempo, los mismos pobres que reciben ayuda, tienen su deber solidario de compartir con los de extrema pobreza o miseria, para hacer surgir el nivel de bienestar en todos los niveles.
 La pobreza consiste en vivir con lo necesario para subsistir, pero la extrema pobreza o miseria está por debajo del límite de subsistencia. Ahora bien, con Jesús cambia el destinatario del diezmo solidario. Esto tiene una representación, simbología y significado: actualmente no hay sacerdocio Levítico sino que Jesucristo es el sacerdote mediante la tribu de Judá: “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Hebreos 7.12 al 17).
 El diezmo solidario ahora se entrega directamente a Jesucristo, según el orden de Melquisedec. Resulta que en este orden media Abraham, mucho antes del legislador Moisés, o sea, Abraham representa no solo a las religiones identificadas con su legado, sino que en Melquisedec se involucra la justicia y el sacerdocio, anterior a la institución del sacerdocio levítico, como figura de un sacerdocio universal de justicia, paz y responsabilidad social y fraternal: “donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre… Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive… Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?” (Hebreos 6.20 al 7.11).
 La función del diezmo era proveer del alimento necesario y costear las necesidades de los desposeídos y sin tierras, que aunque tenían derechos por ser también una tribu de Israel, sus oportunidades eran limitadas, restringido solo a un lugar de domicilio y un trabajo en el ministerio y servicio a Dios. Era un tipo de remuneración por sus labores, similar a un salario, pero sin poseer territorios como para vivir de ganancias, a manera de explotar la tierra, con las cosechas, intercambio o comercio, sino dependientes de la colecta del diezmo para sobrevivir.
 Así, comparado con nuestro tiempo, el aporte de las demás tribus vendría a ser en la actualidad semejante a una función de responsabilidad social. Los pobres en la sociedad, tendrían por lo menos lo necesario y suficiente para sobrevivir, sin caer en la extrema pobreza o miseria. Los pobres siempre existirán dijo Jesús: “Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis” (Juan 12.2 al 8). El diezmo solidario es compartir de forma justa la décima parte, con los necesitados y devolver así, a Dios, una pequeña parte de todo lo recibido en el transcurso de esta vida.
 El pasaje anterior indica acerca de Judas Iscariote, siendo discípulo era ladrón de la misma bolsa del financiamiento o tesorería, para el ministerio de Jesús. En cierta ocasión, Dios dice que le han robado: “Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa…” (Malaquías 3.8 al 10). La casa de Dios ahora en Jesucristo es una casa universal: “Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?” (Hechos 7.47 al 50). La epístola a los Hebreos dice: "Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros..." (Hebreos 3.4 al 6). La epístola de Pedro dice: "Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (1 Pedro 2.4 al 5). Por esta razón Jesucristo dijo que no quedaría piedra sobre piedra literal, referente al hombre natural que desechó el mensaje de Jesús, y surge la piedra sobre piedra espiritual con la posibilidad de trascender a lo celestial.
 Hay un procedimiento vigente para entregar a Dios los diezmos solidarios, siempre habrá pobres con necesidad: en los adultos mayores, amistades, el barrio, compañeros de estudio, comunidad, conocidos, desempleados, discriminados, enfermos, extranjeros, familiares, huérfanos, indigencia en la calle, indocumentados, inmigrantes, madres solteras, marginados, niños (as) de la calle, peregrinos, privados de libertad, situación de adicción a las drogas, vecindad y viudas. En todo el planeta cada contribuyente es responsable de que la ayuda llegue directamente a los más necesitados, próximos a su alrededor en cada nación. Esto es vivir en fraternidad, justicia y solidaridad. La Escritura nos orienta al respecto: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17.24 al 25). En el caso del financiamiento para la administración y organización congregacional y eclesiástica, existen las colectas especiales, contribuciones voluntarias, donativos específicos y ofrendas. Las brigadas de ayuda y voluntariado. Las actividades comerciales para recolectar ingresos y financiar el mantenimiento de las instalaciones, personal colaborador y ministerial.
 [25]
______________________________________________________________________________
 Hasta aquí se ha abarcado básicamente el tema de los tres grados o planos dimensionales de conocimiento y algunas de sus características. El conocimiento natural, espiritual y celestial. En cada conocimiento actúa un tipo de libre albedrío, por ejemplo, el natural decide cuál ocupación, oficio o profesión ejercer, ya sea por aprendizaje autodidacta, empírico o académico, el espiritual decide cuál congregación, denominación, iglesia o religión va a creer y participar con sentido de pertenencia, ya sea pasivamente como creyente o activamente como practicante. El libre albedrío celestial es el libre albedrío de los practicantes que deciden ser como Jesucristo, en acciones, obra y práctica, según el ejemplo y modelo de Jesús.
 Cada conocimiento tiene un radio de acción y alcance infinito, debido a su propia legislación, que tiene un desarrollo y movimiento interminable. Por esta razón en el caso del mundo o reino natural se rige por todas las leyes de cada nación o país, sus instructivos y reglamentos, tanto en lo ejecutivo, judicial y legislativo, además de lo científico, laboral y tecnológico, entre otros. En el caso de lo espiritual, existen tantas congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones, según la cantidad de creencias establecidas, reglamentos eclesiásticos, tradiciones, entre otros. Pero en el juicio final, en el rendimiento de cuentas ante Dios, cada persona responde por sus actos en forma individual y no por la colectividad. El día y la hora, o sea, la determinación final está en la sola potestad de Dios Padre. Nadie queda exento o impune por haber pertenecido a cierta congregación, denominación, iglesia o religión.
 Jesucristo dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 20.16 y 22.14). Ciertamente hubo época en donde había mucha restricción para acceder a las copias de la Biblia, no existía la imprenta o con su invención el costo de impresión era muy elevado, además escaseaban las traducciones en otros idiomas. Esto ocasiona una mayor ignorancia masiva en el conocimiento de la lectura directa de la palabra de Dios. Entre las ventajas o desventajas, según se considere, era más fácil controlar la unidad de interpretación bíblica (hermenéutica), mediante la homilía o sermón dado a conocer al pueblo, por parte de los ministros o magisterio, la enseñanza era más centralizada: poder central y centro común. Sin embargo, la tendencia ha sido el fraccionamiento eclesiástico del cristianismo, debido a las muchas interpretaciones personales realizadas a la Biblia y por consiguiente la consecución de seguidores para cada tesis propuesta. Históricamente predomina la intolerancia religiosa, los mitos y la ignorancia.
 El conocimiento natural influye una interacción hacia el conocimiento espiritual y religioso. Surgen personas observadoras, analíticas y críticas, con sentido crítico, objetivo o científico. Por ejemplo, se creía en la Tierra como plana y alguno afirmó su redondez (Isaías 40.22), también la rotación del planeta o la traslación en torno al sol, entonces se le amenaza con ser quemado en la hoguera, considerado un hereje sin retractar. La ciencia ha contribuido de muchas formas a adquirir conocimiento, para mejorar la calidad de vida y la longevidad de la humanidad, inclusive la tecnología ha traído mucho beneficio a la sociedad en las comunicaciones, la información y la accesibilidad a extender la formación académica y a cumplir el anuncio de llevar el evangelio hasta el último rincón del planeta. La educación es fundamental en el crecimiento y desarrollo de los llamados, quienes se conforman con conocer la necesidad, mientras que los practicantes aplican soluciones con el ejercicio de acciones permanentes, no solamente ocasional, sino constantemente con perseverancia en la consagración y santidad.
 Los muchos llamados podrían ser todos los creyentes y en el caso de los pocos escogidos podrían ser los verdaderos practicantes, por ejemplo, se dice de la ley: “porque no son los oidores… los justos ante Dios, sino los hacedores… serán justificados” (Romanos 2.13). Un ejemplo se presenta en el tiempo del diluvio, donde Noe pregona, o sea, da el anuncio y avisa, sin embargo, la palabra dice: “… en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvas…” (1 Pedro 3.20). El profeta Elías en cierta ocasión invoca a Dios: “… Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 10.2 al 4).
 El llamado también se presenta en tiempos de Faraón en Egipto, pero no creyeron a Dios, menos practicaron su voluntad: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Romanos 9.17). Los llamados están en todas partes de la tierra, es el anuncio del nombre de Dios hasta el último rincón del planeta. Otros casos se presentan con los profetas, por ejemplo, el profeta Isaías y su llamamiento a Israel: “También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo…” (Romanos 9.27). Jesús dijo: “No temáis, manada pequeña…” (Lucas 12.32).
 La rigidez de fundamentar creencias como enseñanza eclesiástica, es el drástico hermetismo para cambiar y corregir lo erróneo con el paso del tiempo. Por ejemplo, hubo época en la administración de la iglesia por medio de la jerarquía eclesiástica, donde de forma flexible pudo escuchar las iniciativas de reforma de Martín Lutero con sus noventa y cinco tesis, en su lucha contra lo considerado como abusos y errores de la iglesia, sin embargo, la reacción fue de intimarle con autoridad y fuerza para que se retractara. Posteriormente recibe condena y excomunión, al final fracasa también por cierta actitud propia de intransigencia. La iglesia oficial en lugar de dialogar termina en una contrarreforma. Lutero desiste de la unidad y sin pretenderlo es el origen de un cristianismo fraccionado, entre bandos que inclusive llegan a cruentas guerras y exterminio de creyentes. Prevalece la división, enemistad, intolerancia, luchas de poder y odio. También entre occidente y oriente.
 Todo este mundo espiritual y religioso, esté donde esté, o sea, en la congregación, denominación, iglesia o religión, ya sea independiente o tradicional, centenaria o milenaria, requiere trascender al conocimiento celestial de Jesucristo, para aspirar a rendir cuentas dignamente ante Dios Padre. Muchos son grandes defensores de sus propias creencias, pocos son practicantes a semejanza de Jesucristo como se analizará a profundidad a continuación.
 [26]
______________________________________________________________________________
 Jesucristo transmite el conocimiento celestial: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra” (Juan 8.42 y 43).
 En la época de Jesús, independientemente de las creencias del judío, ya sea la creencia como doctor o intérprete de la ley, escriba, fariseo, integrante del sanedrín, sacerdote, saduceo o sumo sacerdote, a pesar de sus diferencias en las creencias, por ejemplo entre fariseos y saduceos en el tema de ángel, espíritu o resurrección (Mateo 22.23; Hechos 23.8), a la hora de creer en Jesucristo, se determina como incrédulo o creyente, en relación con la creencia en Jesús: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31 y 32). En este caso incrédulo es quien no tiene fe y creencia en Jesús, quienes creen en él y perseveran en su palabra, se vuelven verdaderos discípulos.
 Aún los propios discípulos sufrieron crisis de incredulidad en su transición del conocimiento natural al conocimiento espiritual: “... Llegó Jesús, estando las puestas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20.26 al 27). Además: “... y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Marcos 16.14).
 En la época actual, todo el fraccionamiento cristiano, llámese congregación, denominación, iglesia o religión, es creyente en comparación con la creencia en Jesucristo, a pesar de las diferencias doctrinales, dogmáticas, reglamentarias o tradicionales. Los incrédulos son aquellos que solamente tienen el conocimiento natural y se resisten a trascender al conocimiento espiritual: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden...” (1 Corintios 1.18). El conocimiento natural se queda únicamente en sabiduría del mundo o humana según la carne: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne...” (1 Corintios 1.26). El conocimiento espiritual jamás se fundamenta en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios: “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2.4 y 5). Todos los creyentes son los muchos llamados, pero hay una diferencia en el caso de los pocos escogidos, que son los verdaderos practicantes del ejemplo y modelo de vida de Jesús, con el poder del Espíritu Santo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22.14).
 Los llamados provienen tanto de judíos como de griegos (gentiles): “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24). El vínculo común es Jesucristo, por lo tanto, en cada fracción del cristianismo, llámese congregación, denominación, iglesia o religión, aunque sea antigua o reciente, de ninguna manera es poseedora exclusiva de la verdad única y absoluta, Porque la verdad misma es Jesucristo: “a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito. El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.29 al 31).
 Además del llamamiento, el conocimiento espiritual integra el arrepentimiento, la conversión y la santificación. Este requisito está relacionado con un nuevo nacimiento en las acciones o actos, actitudes, carácter, conducta, consagración, comportamiento, cualidades, emociones, personalidad, sensibilidad, sentimientos, temperamento, valores, virtudes y voluntad, que toman en cuenta a Dios para la cotidianidad o diario vivir. Jesús dijo: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.1 al 5). Por lo tanto, ya no hay diferencia entre griego (gentil) y judío (Romanos 10.11 al 13), porque somos uno en Cristo Jesús, linaje de Abraham y herederos según la promesa (Gálatas 3.26 al 29). Aquí es donde entra en función el conocimiento celestial: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Colosenses 3.11), por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo (1 Corintios 12.13). Con esto se da a entender que Jesús es nuestra paz, entre gentiles y judíos, sin embargo, a pesar de la paz propuesta por Cristo al morir en la cruz, entre ambos, al hacer un solo pueblo, Pedro tuvo la confrontación de quienes le reclamaban por haber comido y entrado en casa de los llamados incircuncisos (Hechos 11.1 al 3).
 El conocimiento natural hace presión para preservar su propia naturaleza contrario al sentido de Cristo: los más conservadores se aferran por cuestiones discriminatorias o raciales para mantener la circuncisión en la carne, como por obras tradicionalistas y no por la fe, obligando a circuncidarse, para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo (Gálatas 6.11 al 15). Además mantenían el rito de sacrificios de corderos, negando el único sacrificio de Cristo para perdón de pecados, mandando guardar la ley de sacrificios y ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado, preservando de esta forma el sacerdocio literal y no el sacerdocio de Cristo, contrario a la fe en Jesús y opuesto al nuevo pacto: “15.1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 15.2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión... 15.4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos... 15.5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés...” (Hechos 15.1 al 16.5). Se convirtieron en falsos hermanos, introducidos a escondidas, para tratar de regresarlos a la esclavitud de antes (Gálatas 2.3 al 5; Tito 1.10), la comunidad de fe de Galacia o iglesia de los Gálatas, se vio influenciada por los más extremistas y fanáticos (Gálatas 3.1 al 5, 4.9).
 El conocimiento espiritual le hace frente al conocimiento natural para dar la preeminencia a la voluntad de Dios. El Salmo dice: “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán” (Salmo 37.30 al 31). El nuevo pacto presenta al justo y santo como templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3.16 al 17, 6.19), y la ley de Dios está en el corazón y la mente. La obediencia ya no es impositiva, por obligación, sino que nace por la gracia recibida de Dios (Romanos 5.17 al 21; 1 Corintios 1.4 al 7; 2 Corintios 1.12; Tito 2.11), porque se produce el amor, la disposición y voluntad para obedecer: “para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3.7).
 [27]
______________________________________________________________________________
 En el mundo natural, así como el cuerpo está muerto sin la respiración del oxígeno, que es el espíritu de vida, también espiritualmente se está muerto con la ausencia de la fe y práctica de la obra de Jesucristo: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 2.26 y 3.1). El debatir cuestiones de creencias es muy común en el conocimiento espiritual, es parte del libre albedrío espiritual y de la legislación del análisis de los temas, pero algunos se perjudican al considerarse muy entendidos en la materia y se quedan en la teoría, sin escalar a otro nivel de conocimiento, en la práctica de las enseñanzas de Jesús.
 Por ejemplo, en tiempos de Jesús existían las tendencias según la escuela o grupos de discipulado: “Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?” (Marcos 2.18). Existían diferencias a nivel de conocimiento y de prácticas: “Y todos se admiraban de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras. Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor” (Lucas 9.43 al 46). Históricamente entre el mundo espiritual y religioso, de las congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, han pretendido ser mayores o mejores en comparación a cada grupo y se dicen ser los verdaderos, pero infunden enemistad, odio, y repulsión hacia los demás creyentes, contrario a lo que representa el amor y servicio de Cristo.
 Lo que pasa es que la persona natural es carnal con celos, contiendas y disensiones, esto le ocasiona incapacidad para lo espiritual, hasta superar su naturaleza carnal y llegar a la madurez y la medida de la plenitud de Cristo: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo, y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3.1 al 4). Lo mismo sucede en el colectivo de cada fracción dentro del fraccionamiento cristiano, sea congregación, denominación, iglesia o religión, sin embargo, entre sus integrantes siempre habrá la posibilidad de trascender al conocimiento celestial, aquellos que siendo genuinos y sinceros espirituales y llegan a ser en vida semejantes a Jesucristo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29).
Por esta razón algunos sumidos en la ignorancia de la naturaleza, aunque crean ser espirituales, no saben lo que dicen ni lo que hacen, porque critican y condenan a otros creyentes de grupos diferentes, pero emanan e influyen odio y muerte carnal que contamina a los demás: “Estos son fuente sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error” (2 Pedro 2.17 y 18). Las Sagradas Escrituras declaran: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6.2 al 5). El que se cree sabio en el conocimiento espiritual le es mejor ser humilde y manso para aprender, desarrollar la capacidad de escuchar, aunque aparente cierta ignorancia alcanza mayor grado de madurez y sabiduría espiritual: “Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios...” (1 Corintios 3.18 al 23).
 Ahora bien, sembramos en lo natural o sembramos en lo celestial, son dos posibilidades de cosechar para la carne o en el Espíritu Santo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8). Hay corrupción eclesiástica cuando algunos en aparente piedad la utilizan como pretexto para fuente de ganancia y convierten la actividad eclesiástica en un negocio personal o familiar, al final negocio propio y lucrativo debido al enriquecimiento y amor al dinero: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.3 al 10).
 Luego Pablo mismo dice del conocimiento celestial: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1.11 al 24). Jesús mismo les abre el entendimiento, porque era necesario el cumplimiento de todo lo escrito acerca de él, sus padecimientos y su resurrección al tercer día (Lucas 24.44 al 46). Un sincero y auténtico conocimiento de la doctrina de Dios, es encomendarse a su dirección y guía del Espíritu, sin ningún tipo de demagogia, de los que llegan para servirse con sus ambiciones: “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4.7 al 8; 2 Timoteo 1.14), “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4.5).
 [28]
______________________________________________________________________________
 Para entender mejor el tema del conocimiento celestial, están las siguientes expresiones: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron...” (Romanos 15.4), “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Colosenses 2.17), “... habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales,...” (Hebreos 8.4 al 5) y “lo cual es símbolo para el tiempo presente,...” (Hebreos 9.9). Hay una importancia entre el simbolismo literal y su significado con lo celestial, para comprender su cumplimiento en Cristo (Hebreos 12.22 al 29) y hacer prevalecer la preeminencia en todo por medio de Jesucristo.
 Así como en el primer pacto, fueron purificadas las figuras de las cosas celestiales y había un santuario, figura del verdadero, Cristo entró en el cielo mismo para presentarse por nosotros ante Dios, haciendo un solo sacrificio de sí mismo, para quitar de en medio el pecado (Hebreos 9.23 al 26, 10.12 y 19 al 20). Y según el modelo tomado de Cristo, de igual forma se requiere llevar una vida diaria en sacrificio vivo, con nuestros hechos, agradables delante de Dios, con la presentación de nuestros cuerpos, santos y en culto racional (Romanos 12.1). Textualmente dice la palabra: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13.15 al 16).
 El culto racional tiene relación con el respeto y reverencia en la excelencia y superioridad de lo sagrado y dedicado a Dios, mediante una fe reflexiva, que se considera con atención y detenimiento, porque es una fe meditada, pensada a conciencia y con entendimiento, justicia, rectitud y verdad. El ser humano por naturaleza tiende a contender, debatir y porfiar fervientemente y con vehemencia. El humano no está exento o inmune de esta situación, aún dentro del conocimiento espiritual: “Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? ...” (Marcos 9.14 al 19). La fe de ninguna manera es ciega o incrédula, sino creyente con certeza, convicción y seguridad: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos... Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.1 al 2 y 6).
 El mundo espiritual y religioso, sea congregación, denominación, iglesia o religión, se debate por cuestiones de creencias, pero muchas veces deja de lado los valores del reino de Dios y los frutos del Espíritu Santo, como el amor de Dios, fe, justicia, misericordia, paz y santidad: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5.22 al 25). En esto consiste el conocimiento celestial, en ser morada del Espíritu Santo de Dios y vivir el reino de Dios entre nosotros: “Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lucas 9.49 al 50). El significado de la expresión echar fuera demonios lo encontramos en la siguiente explicación de Jesús: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros... El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Lucas 11.20 y 23). “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios... O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el fruto se conoce el árbol” (Mateo 12.28 y 33).
 En el nuevo pacto somos sellados con el Espíritu Santo en nuestros corazones, como señal del pacto o las arras (2 Corintios 1.21 al 22; Efesios 1.13 al 14), el cual ha dado Dios a los que obedecen (Hechos 5.32): “… El Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…” (Juan 16.13), en el nuevo pacto siempre hay muerte o paga del pecado (Romanos 6.23), entonces espiritualmente se muere, porque se apaga y contrista al Espíritu Santo, con el cual se fue sellado (Efesios 4.30; 1 Tesalonicenses 5.19), la persona pierde el deseo o voluntad sobrenatural de amar, obedecer y servir a Dios, con fidelidad y perseverancia hasta el fin, para demostración de ser un verdadero hijo o hija de Dios. Ninguna condenación hay para los que en verdad andan conforme al Espíritu, la debilidad del ser humano, es fortalecida por el poder del Espíritu Santo, gracias a la obra de Cristo Jesús en beneficio nuestro (Romanos 8.1 al 10). La Biblia dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8.14). Por lo tanto, de entre el mundo (conocimiento natural), muchos son los llamados (conocimiento espiritual) y pocos los escogidos (conocimiento celestial), según la transmisión de la enseñanza, ejemplo y modelo de Jesucristo.
 [29]
______________________________________________________________________________
 Hay una lucha entre lo natural y lo espiritual, porque lo natural presiona por camuflar y confundir, entrelazar y mezclar con lo espiritual: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros... porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8.9 y 13).
 En el mundo natural las concupiscencias son los apetitos desordenados de placeres deshonestos contrarios a Dios, las cuales practican las personas que, ya sea, desconocen su voluntad o la desacatan por falta de interés, respeto o reverencia a la consagración y santidad. Es la corrupción en el mundo a causa de los deseos asociados a la concupiscencia (2 Pedro 1.4), dejarse llevar por el pecado y obedecerlo en este apetito deshonesto (Romanos 6.12; Tito 3.3; 1 Pedro 4.1 al 5). Este conocimiento natural se rige por su propia decisión o determinación a través del libre albedrío, algunas veces degenerado en el libertinaje. Por cientos o miles de años, el mundo espiritual se ha debatido entre la existencia del libre albedrío o entre la existencia de la predestinación. Este mismo conflicto y polémica por cuestiones de creencias, es prueba de que el mismo conocimiento espiritual o religioso se rige también por el libre albedrío, al igual que el mundo natural. Según sea su creencia, así es el camino que decide seguir. Entonces ¿cuál es la parte de predestinación mencionado en la Biblia? La predestinación es Jesucristo, o sea, somos y seremos como Jesucristo. Aquí es donde se introduce el conocimiento celestial para ser predestinados como Jesucristo, porque no todas las personas deciden ser y vivir semejantes a nuestro Señor Jesucristo. De manera que existe el libre albedrío natural, el libre albedrío espiritual y el libre albedrío de Jesús, que fue su predestinación.
 Jesucristo no vino al mundo a hacer su propia voluntad, sino la del Padre (Juan 5.30, 6.38, 7.16 al 18), aún en la condición de humano permanece fiel, para establecer un precedente de ejemplo (1 Pedro 2.21 al 23). Pasa de Dios Hijo a Hijo de Dios, porque con su padecimiento aprende la obediencia como Hijo, alcanza perfección y llega a ser autor de eterna salvación para los obedientes (Hebreos 1.5 al 13, 5.5 al 10; Salmos 2.7, 45.6 al 7; Zacarías 3.2): “… vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2.12 al 14). Además, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2.20). Al estar en agonía ora más intensamente y su sudor es como grandes gotas de sangre, a pesar de esta situación prevalece en su vida la voluntad del Padre (Lucas 22.40 al 44) y la fidelidad.
 Jesucristo en su primera venida a la tierra a habitar entre nosotros, lo hizo en carne, como se dice en el evangelio (Juan 1.14), esto significa que el vino en la condición de humano, nacido de mujer (Gálatas 4.4 al 5), desde niño crecía no solo en estatura, sino en sabiduría y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2.40 y 52). Antes de ser entregado, oraba intensamente, y en su agonía su sudor era como grandes gotas de sangre (Lucas 22.39 al 44). Cuando murió fue traspasado con una lanza en el costado, y al instante salió sangre y agua (Juan 19.33 al 34), sin embargo, hubo quienes negaron esta condición de Cristo, y eran contrarios a él (1 Juan 4.1 al 3).
 Se infiltraron en la iglesia, pero salieron de la misma, para que se manifestara que no eran parte de la iglesia, por su incapacidad para dejar el pecado y su forma de esclavitud. No reconocieron que Jesucristo como humano, de carne y hueso, terminó con el pecado, dejándonos ejemplo de amor genuino y pacificación, para hacer la voluntad del Padre antes que la propia. Estos son aquellos que en el pasado, defendían la circuncisión en la carne y los ritos, como camino fácil para pretender ser hijos de Dios, sin abstenerse del pecado. Está escrito “El alma que pecare, esa morirá…” (Ezequiel 18.20).
 Cristo demostró una real vocación de servicio; en el caso del obrero ministerial es necesaria su conducción como Jesús, el permanecer en Jesús implica andar como él anduvo (1 Juan 2.6). Si Dios crea un sistema de trabajo, los grupos ministeriales, requieren estar sujetos al sistema y mantener la estructura, liderar conforme con la voluntad de Dios. En el concilio donde participa el fariseo Gamaliel (Hechos 5.34 al 39), se mencionan algunos hombres levantados a liderar por cuenta propia, con un desenlace lamentable, otros lo hacen de parte de Dios, quienes se mantienen fieles a las directrices y mandamientos de Dios, a pesar de las dificultades, peligros y persecuciones.
 Jesús dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12.30). Por ejemplo, la historia de la humanidad, registra a muchos inocentes que por causa de la fe, sufrieron cautiverio, destierro, esclavitud, injustas represiones, muerte, pérdida de identidad, persecución, saqueo, ultraje y violencia. La fatal combinación de la cruz de Cristo y la espada, la evangelización y el expansionismo militar, el poder religioso y el estado imperial, la pasión desenfrenada por adquirir fama, honores, pleitesía, poder y riquezas. Esto es el camuflaje de lo natural infiltrado entre lo espiritual, pero sin ninguna aspiración o posibilidad de lo celestial, por ser contrarios a Cristo.
 El mundo de los prosélitos es una ambición sin límites, pero a la vez es una barrera como cortina de humo o estática y ruido, que imposibilita comprender y ver el verdadero camino y misión de Jesús. Está escrito: “… No por fuerza… no como teniendo señorío…” (1 Pedro 5.2 al 3). Ya desde la antigüedad se anunciaba en las Santas Escrituras: “… No con ejercito, ni con fuerza, sino con mi Espíritu…” (Zacarías 4.6). Se contrastan las consecuentes luchas de poder, dogmas de opresión, fanatismos religiosos, extremismo fundamentalista, radicalismo, odio y muerte.
 En el conocimiento natural, cuando una persona aparentemente está destinada a vivir una vida ajena a la voluntad de Dios, porque en ella no hay señal alguna de querer obedecer los mandamientos de Dios, sin embargo, en relación con el conocimiento espiritual, cuando le llega la voz de Dios, el llamamiento es irresistible, a través de la luz transmitida a la mente, ilumina su entendimiento y posibilita la libertad de elegir el servicio a Dios de corazón. Aparece el conocimiento celestial cuando Dios interviene, porque hay un pacto directo con la persona, esta última se sujeta a las disposiciones, a través de la ayuda recibida por el Espíritu Santo, dándole poder para vencer. Es la introducción de un sistema redentor, de los pecados del ser humano y obtención de su perdón, mediante la gracia del nuevo pacto, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
 En resumen, el pacto entre Dios y la persona, consiste cuando esta última se sujeta a los mandamientos de Dios, a cambio recibe poder para vencer el mal, a través de la ayuda ofrecida por Dios mediante su Espíritu Santo. Cuando aparentemente alguno está destinado a una vida ajena a su obediencia, pero le llega la voz de Dios, entonces el llamamiento se vuelve irresistible, la luz divina del conocimiento llega a su mente y se ilumina su entendimiento, se genera la libertad electiva del servicio a Dios a conciencia y de corazón. Dios posibilita la gracia del nuevo pacto, como un sistema de perdón y redención del pecado, por medio de la fe en Jesucristo.
 [30]
______________________________________________________________________________
 Hay un proceso de renovación y restauración con la formación y transición entre el conocimiento natural y el espiritual. La Biblia dice: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7.29). Además: “... porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud...” (Génesis 8.21). El ser humano tiene tendencia a la desobediencia y rebeldía: “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová” (Salmos 25.7). Mucha de esta desobediencia y rebeldía es transmitida de padres a hijos, especialmente con el ejemplo: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22.6). Cada persona tiene que asumir responsabilidad de su propia rebeldía, independiente del grado de maldad y pecado de sus progenitores en la concepción: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmos 51.1 al 5). La rebeldía es generada en el ser humano por su propia naturaleza humana de resistir a la voluntad de Dios, hasta que supere su condición y se sujete a Dios con el conocimiento espiritual.
 Por lo tanto, este conocimiento espiritual es como una renovación constante, porque la renovación continua del cristiano está en el corazón y la mente, como dice en los Salmos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” (Salmos 51.10 al 12). La persona con el tiempo se envejece, pero su interior se renueva de día en día (2 Corintios 4.16). Esta renovación es en el espíritu de la mente, o sea, en la intención de los pensamientos y se renueva la personalidad en la justicia y santidad (Efesios 4.22 al 24). Es un proceso de renovación hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3.10): amor, benignidad, compasión, consagración, humildad, mansedumbre, misericordia, paciencia, perdón y santidad, entre otros.
 La renovación es un volver permanentemente a un primer estado u origen de la relación con Dios: “Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio” (Lamentaciones 5.21), para mantener y perseverar en el amor y la justicia de Dios. Desde un principio, el ser humano al ejecutar los estatutos y poner por obra las ordenanzas de Dios, les hacía habitar sobre la tierra con seguridad (Levíticos 25.18 al 19). Para no endurecer los corazones ni cerrar sus manos al hermano pobre, sino abrir la mano liberalmente, sin mezquindad de corazón, porque de esta forma se recibe bendición en todo lo que se hace y se emprende, porque es mandamiento de Dios ayudar al pobre y al menesteroso (Deuteronomio 15.7 al 11).
 El cristiano siempre se renueva integralmente, tanto en lo espiritual como en la solidaridad material: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2.15 al 17). Los Salmos mencionan el ejemplo del cuidado y renovación de Dios en la creación: “Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Salmos 104.27 al 30). La Biblia menciona que Dios restaurará al ser humano su justicia (Job 33.26). En los Salmos se encuentran algunas súplicas para restauración: “Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos” (Salmos 80.3, 7 y 19). “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación…” (Salmos 85.4).
 Este proceso del conocimiento espiritual es comparado con un Bautismo de llenura en la palabra de Dios, es un aprendizaje y demostración de obediencia. El creyente experimenta a plenitud este proceso durante toda su vida cristiana, comparable con el proceso de una vasija al adquirir forma, poco a poco, moldeada por su creador y diseñador. Este proceso se inicia con el llamamiento, el arrepentimiento y la conversión hasta llegar a la santificación; conforme se incrementa el discernimiento del bien y del mal, se abandonan todos los vicios nocivos, especialmente al tomar conciencia, como resultado de la combinación de comportamiento y entendimiento. La persona empieza a demostrar la sabiduría adquirida por medio de acciones liberadoras, o sea, congruente a la libertad en Cristo, por consiguiente, renuncia a sus malos hábitos y costumbres para mejorar su calidad de vida. Luego, con la declaración pública (ante testigos), por medio del acto consciente y voluntario testifica su convincente decisión de seguir al Señor Jesucristo por medio de la consagración, santidad y unción.
 El proceso de la vasija no termina al finalizar su formación, luego se deposita en un horno de fuego para su acabado final y continúa con su vida útil en el tiempo estimado de utilidad. El ser humano es formado como un vaso para honra y Dios es el alfarero (Romanos 9.20 al 21). El proceso continúa, una vez demostrada la capacidad de cumplir con la justicia, poseer el poder de resistir las pruebas y sufrimientos purificadores para la condición del cristiano en sus actitudes, carácter, emociones, estado anímico, sensibilidad, sentimientos, personalidad, temperamento y voluntad.
 Este es el fuego purificador para el justo (Isaías 33.14 al 16), en forma constante y disciplinada se obtiene cambios; alcanza cierto grado de madurez y enfrenta la transición de la inexperiencia en la palabra de justicia y la madurez, por el uso de los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Hebreos 5.13 al 14). Esto lo hace ser espiritual, porque su mente pasa a tener la mente de Cristo; de lo contrario, la persona no percibe ni puede entender las cosas del Espíritu de Dios, porque se han de discernir espiritualmente (1 Corintios 2.14 al 16), o sea, por el uso o práctica de los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Entonces, por el mismo proceso el creyente modifica su conducta, como un verdadero templo del Espíritu Santo, cuida sus pasos para no ser partícipe de actos desagradables ante Dios (Salmos 1.1 al 2). De acuerdo con la comparación de la vasija, cuando es apta para ser usada, se deposita en ella el aceite de la unción, en este caso son los dones, operaciones y ministerios por medio del Espíritu Santo. El cristiano sigue en crecimiento hasta alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, la unidad de la fe, el conocimiento de Jesucristo (Efesios 4.13) y la práctica completa del evangelio, mediante el conocimiento celestial.
 No obstante, lamentablemente también hay vasos de deshonra: personas que no cumplen a cabalidad el proceso de formación. La persona sin frutos de arrepentimiento, conversión y santificación no es apta para testificar públicamente, porque por sus frutos contrarios a la práctica de Jesucristo se da a conocer (Mateo 7.15 al 20, 12.33 al 37; Juan 15.1 al 8). No es suficiente solamente el arrepentimiento, sino que se complementa e integra con la conversión y la santificación.
 [31]
______________________________________________________________________________
 En suma, hay una transición entre el conocimiento natural y el espiritual, donde interviene el libre albedrío de la persona, porque según sea su nivel de conocimiento así será su camino a seguir, por su propia elección o determinación. Pero, ¿cuál es el conocimiento que finalmente trasciende ante Dios el Padre? Tanto para el rendimiento de cuentas como para la vida eterna, la Biblia manifiesta la diferencia entre el conocimiento celestial promovido por Jesucristo, quien es nuestra predestinación. Obsérvese las siguientes palabras claves en el texto a continuación: “... Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.1 al 4).
 Antes del diluvio, la inclinación natural del ser humano es propender a pensar, sentir y hacer el mal: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6.5). Luego del diluvio el pueblo de Dios perece porque le falta conocimiento: “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden... Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios... Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma. Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras” (Oseas 4.1 al 9).
 Entonces, si hay una transición entre el conocimiento natural y el conocimiento espiritual, ¿por qué algunos se estancan como un tipo de círculo vicioso, de manera que no logran trascender al conocimiento celestial? Lo que pasa es que algunos aspiran y pretenden lo espiritual sin desapegarse completamente de su carnalidad natural. Después de la creación, cuando se establece lo ritual dentro del culto a Dios y como rito de perdón de las ofensas cometidas, se distorsiona el culto a tal grado que Dios dice:
“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados” (Amós 5.21 al 22). “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?” (Isaías 1.11 al 12).
 Se ofrecía para el sacrificio el animal ciego, cojo, enfermo o hurtado, profanando el nombre de Jehová Dios y su altar, habiendo Dios dicho: “No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios” (Deuteronomio 17.1; Levítico 22.20). Deshonraron, menospreciaron y profanaron el nombre de Dios, quien menciona lo siguiente: “… Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?... y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? Dice Jehová” (Malaquías 1.6 al 14). Las manos de los infractores, llenas de crímenes y de maldad, no aceptan la corrección, presentan ofrendas indignamente y Dios les pide: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Isaías 1.16 al 17).
 Por ejemplo, ya desde antaño, por medio de Dios se establecía ciertas diferencias opuestas entre sí: “Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñará a discernir entre lo limpio y lo no limpio” (Ezequiel 44.23). Además: “Para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho por medio de Moisés” (Levíticos 10.10 al 11). En el caso de la ley de Moisés, en su aspecto ceremonial y ritual, de expiación, mediante sacrificio, derramamiento, rocío y remisión con sangre, nada perfeccionó:
Así dice la Escritura: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios... Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 7.18 al 19, 8.6 al 7).
 Jesús mencionó que en la cátedra de Moisés se sentaban los escribas y fariseos y así enseñaban, pero que no hicieran conforme a sus obras, porque decían y no hacían (Mateo 23.1 al 3). Sin embargo, quienes condenaban de adulterio a una mujer, acusados por su conciencia, por no estar libres de pecado, se retiraron desde los de más edad, porque más veces infringieron los mandamientos, hasta los de menor edad, por tener menos infracciones, pero igual con cargos de conciencia o de culpa, ya sea por pecar en forma de ignorancia, indiferencia, omisión o voluntariamente.
Los intérpretes de la ley y los fariseos se ufanaban con gran vanagloria de ser muy fieles a la ley, no obstante, Jesús conocía sus obras y lo oculto del corazón de cada uno. Se jactan de la ley y con infracción deshonran a Dios: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” (Romanos 2.17 al 24). El profeta Isaías dice: “Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día” (Isaías 52.5). Llevaron a la mujer sorprendida en adulterio y no a su cómplice, el varón que estuvo con ella. Además no se atrevieron a apedrearla desde los de edad avanzada, más cargados de pecados por tener más tiempo de vida, hasta los más jóvenes que acusados por su conciencia, se alejaron muy avergonzados.
 El libro de Génesis alude a una profecía mesiánica del anuncio de Cristo, sus sufrimientos y su liberación: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.15). Jesucristo es el mensaje celestial y la predestinación. Lo natural muchas veces se camufla y trata de mezclarse con lo espiritual, por cualquier pretexto prevalece el crimen, las guerras, muertes, odio, rencillas, rencor, terror y venganza. Así como Dios libra a su pueblo de la aflicción en Egipto, envía a Moisés como gobernante y libertador, quien anuncia a Cristo como un profeta, a quien debían de escuchar (Hechos 7.34 al 37): “… y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios 10.4). También Dios nos dará de su conocimiento celestial, para discernir verdaderamente entre el bien y el mal, que aunque pertenezcamos a cualquiera que sea la fracción, del fraccionamiento cristiano, sea congregación, denominación, iglesia o religión, lleguemos a comprender y entender plenamente el mensaje de Cristo y cumplamos a cabalidad con el ejemplo, modelo y práctica de Jesús, en el amor de Dios, compasión, fe, justicia, misericordia, paz, santidad y demás valores del reino de Dios.
 [32]
______________________________________________________________________________
 Al retomar el tema de la enemistad entre el conocimiento natural y el conocimiento espiritual, se requiere desmenuzar la profecía mesiánica del anuncio de Cristo, sus sufrimientos y su liberación: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.14 al 15). Como se dice, la serpiente en representación del mal o pecado del mundo, no funciona fuera del polvo, ya que se alimenta del ser humano: “… polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3.19). La profecía encaja en el remanente del pueblo justo, como siervo sufriente (Isaías capítulo 53), que recibe el anuncio de las buenas nuevas de salvación de los valores del reino de Dios, o sea, la buena noticia. Los seguidores de Jesucristo forman la comunidad de la iglesia, para aliviar al ser humano de su miseria e integrarlo al reino de Dios, a través del amor de Dios, fe, justicia, misericordia y demás valores comunitarios.
 Por siglos ha existido enemistad entre la serpiente y la mujer, una rivalidad y combate entre el pecado y el pueblo de Dios o la iglesia. Por ejemplo, el complot y confabulación e intriga contra Pablo por parte del gobierno imperial de Roma, y el poder religioso y sacerdotal imperante en Judea (Hechos 23.12 al 15, 24.1 al 5 y 22 al 27, 25.1 al 3). La herida en la cabeza de la serpiente, fue cuando Jesús mediante su vida santa y muerte en la cruz destruyó al diablo (Hebreos 2.14, 9.26). El pecado fue desactivado y quedó sin poder (Romanos 6.6):
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro 1.17 al 21). Por esta razón, la predestinación es Jesucristo; y la predestinación en nosotros es llegar a ser y vivir como Jesucristo.
 La serpiente provoca una herida en la parte posterior de la planta del pie (calcañar), en alusión a los cristianos perseguidos y muertos. Se cumple la enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Recordemos la persecución y muerte contra los cristianos en el imperio romano:
“... Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13.4 al 8).
 Acerca de la inmolación o sacrificio de Cristo, Pablo menciona que el fin, tanto como motivo (propósito) y término (conclusión), de la ley es Cristo (Romanos 10.4), ¿pero de cual ley? En Gálatas nos hace una pregunta: “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa...” (Gálatas 3.19). Si meditamos en este versículo notaremos dos leyes, una añadida a otra transgredida. En cuanto a la ley añadida nos dice, que hasta que viniese la simiente: Cristo (Gálatas 3.16).
 Cristo es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (Hebreos 8.6), se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, y con su sangre limpia nuestras conciencias de obras muertas, para servir al Dios vivo: “… Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre…” (Hebreos 9.13 al 22; Levíticos 17.11).
 El propósito de los ritos incluidos en la ley, inclusive la circuncisión, era esperar el tiempo determinado: Jesucristo sería un solo sacrificio con su muerte y por la fe en su sangre habría redención (Gálatas 4.1 al 7). Quienes estaban en esclavitud bajo los rudimentos del mundo y sabiendo hacer lo bueno, infringían la voluntad de Dios, justificados en el hecho de presentar un sacrificio, ofrenda, holocausto o expiación por el pecado. Luego regresan a continuar una vida desordenada delante de Dios, pues bajo la ley están todos aquellos infractores constantes (1 Timoteo 1.8 al 10; Romanos 3.9 al 19 y 23). Por lo tanto, los ritos fueron tutela o ayo (Gálatas 3.24), a cargo del amparo, defensa o protección del pueblo hasta la llegada de Cristo, mediante su redención (Romanos 3.19 al 26; 1 Pedro 2.24, 3.18; 1 Timoteo 2.6; 1 Corintios 15.3).
 Ahora Jesús es el Mediador del nuevo pacto (Hebreos 12.24; 1 Pedro 2.9 y 24; Efesios 5.8 y 11; Colosenses. 1.13): “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios; enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas de Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8.3 al 8).
 [33]
______________________________________________________________________________
 Según la lectura anterior, los designios de la carne son enemistad ante Dios, porque no se sujetan ni tampoco pueden y en esta condición del pensamiento, propósito y voluntad tampoco se puede agradar a Dios. El conocimiento natural tiene una legislación infinita dentro de su propio rango de acción, pero desconoce el conocimiento celestial, porque son niveles de conocimiento independiente. Por ejemplo, en el pasaje de la Creación, Caín representa el conocimiento natural y su relación con lo carnal, Abel representa el conocimiento celestial y su relación con Dios. Ambos ejercen un conocimiento espiritual para rendir adoración a Dios, lo que pasa es que Caín en lugar de trascender y escalar de conocimiento, se queda apegado a la carnalidad de lo natural: “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (Génesis 4.8). Esta limitación de conocimiento celestial es propia de toda persona que vive solamente con la inclinación a lo carnal, en alusión al pecado. Así dijo Dios a los profetas Samuel e Isaías: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7). “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.7 al 9).
 Ahora bien, entre lo natural y lo celestial ¿cuál es el propósito de lo espiritual? El conocimiento espiritual es un intermedio determinante para el estancamiento en lo natural o la trascendencia a lo celestial. Jesús le dijo a una mujer samaritana: “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4.19 al 26).
 En el conocimiento espiritual abunda la legislación del conocimiento eclesiástico, pero algunos tienen el paradigma de fundamentar los dogmas absolutos como medio de salvación en lugar de Jesucristo, porque transmiten una rígida defensa de interpretaciones y opiniones, sobre cuestiones religiosas, más que una genuina vida según el ejemplo y modelo de Jesucristo y la guía del Espíritu Santo (Hechos 5.32). La salvación es por medio de Jesucristo, porque en el primer pacto se sacrificaban corderos, y esa sangre era derramada entre el pueblo, como símbolo de perdón de pecados. El propósito de ese holocausto era un símbolo o prototipo de Cristo, por ejemplo, Juan el Bautista llama a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1.29), y es la sangre de Cristo en el nuevo pacto que limpia nuestras conciencias de obras muertas para servir a Dios (Hebreos 9.14 al 15), es así como Cristo ganó la iglesia por su sangre (Hechos 20.28), ya que la sangre preciosa del Señor Jesucristo nos limpia de todo pecado y redime nuestras vidas (Efesios 2.13; 1 Pedro 1.19; 1 Juan 1.7; Apocalipsis 7.14), para salvación y vida eterna.
 El sacrificio ya lo hizo Cristo con su ejemplo y mucho amor, ahora nos corresponde la dedicación y entrega de nuestras vidas, en amor puro, bondad, caridad, compasión, fraternidad, humildad, justicia, misericordia, nobleza, servicio, solidaridad y otros, necesarios para ayudar al bien común, bienestar e inclusión social y espiritual. Reiteradamente se ha mencionado que la palabra de Dios pregunta: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.13 al 16). La savia del árbol de la vida (representativo de Jesús), como energía y elemento vivificador, corresponde al verdadero interés y primordial del bien común. Ayudar al necesitado, educación, justicia, oportunidad, valorar la vida como inalienable y sagrada, contribuir en eliminar la desigualdad social y toda clase de discriminación, intolerancia y odio, extremismo, fanatismo, partidismo, radicalismo, luchas de poder religioso, por pretexto y provecho económico, político y militar. La práctica de la bondad, caridad, compartir, compasión, fraternidad, generosidad, misericordia, solidaridad, entre otros, demuestran el verdadero amor de Dios.
 La respuesta la encontramos desde el Edén: el árbol de la ciencia no estaba solo, sino junto al árbol de la vida: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol…, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.9). Esto representa un simbolismo y un significado, según la Santa Biblia: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida…” (Apocalipsis 22.14). El caso de Adán y Eva fue un asunto de acciones: demostraron ser indignos, simbolismo a través de su desnudez o falta de las vestiduras: “Y lo sacó Jehová del huerto… Echó, pues, fuera al hombre…” (Génesis 3.23 al 24). Hubo una posición defensiva de justificación sin asumir responsabilidad. También las vestiduras pueden ser vestiduras de arrepentimiento y perdón. Al principio no hay malicia, sino cuando entra la malicia se sienten desnudos, antes son inocentes. Una vez que comen, se dan cuenta de la realidad enfrentada y pasan a un estado de conciencia. Se abren los ojos del entendimiento, la conciencia ahora le habla al ser humano, es el conocido diálogo entre Dios y la persona. Hay una interacción entre lo natural, pasando por lo espiritual y culminando en el conocimiento de Dios con lo celestial.
 El verdadero significado de la salvación de los que lavan sus ropas, está asociado a la idea de vestiduras blancas y a la dignidad: “… Y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7.13 al 14). “… y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre…” (Apocalipsis 3. 4 al 5). La dignidad corresponde con el resultado de las acciones que hacen a la persona digna de respeto y de la promesa del galardón, en este caso de la vida eterna. Estas acciones tienen relación con la excelencia, honestidad, honor y pundonor, y todo lo relacionado con el buen comportamiento, las buenas costumbres y la sabiduría que es de lo alto: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3.17 al 18). Esta sabiduría es la propuesta y promovida por Jesucristo, predicada con su ejemplo y modelo de vida, mediante sus acciones, actitud y obra. El árbol de la vida sirve para sanidad: “… Estaba el árbol de la vida,… y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22.2). Jesús ofrece al vencedor comer del árbol de la vida (Apocalipsis 2.7), para mantener y mejorar el estado de salud y vida espiritual, como trascendencia a la vida eterna en estado incorruptible e inmortal (celestial).
 [34]
______________________________________________________________________________
 Esta serie de estudio bíblico tiene una secuencia gradual para una mejor comprensión, la particularidad es que tiene el contenido de una compilación, selección y comentarios de versículos bíblicos claves, para enfatizar la distinción e identificación de la existencia del conocimiento celestial. Se advierte que conforme se avanza en el tema se vuelve más complejo, debido a la profundidad del tema, de manera que se requiere del lector que abarque la lectura completa de las intervenciones anteriores para lograr un adecuado entendimiento, especialmente la continuidad y seguimiento al tema de parte de quienes son biblistas apasionados en profundizar la palabra de Dios.
 Se espera afectar lo menos posible la susceptibilidad, sin embargo, para reconocer el conocimiento celestial, es necesario tener en claro el conocimiento natural y el conocimiento espiritual. Por ejemplo, acerca del conocimiento natural, o sea, el apego a lo carnal y al pecado, quien de nosotros que pretenda alcanzar salvación y vida eterna, podría sentir ofensa con el siguiente texto de la Biblia: “y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos),... y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2.7 al 12),
 La condición de Lot en el conocimiento es diferente, en comparación con los moradores a su alrededor que no entienden lo espiritual, menos lo celestial. En la actualidad, ¿cuál conocimiento hace la diferencia? La Biblia dice: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo...” (2 Pedro 2.20). La diferencia está en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Entonces, en el caso de Lot, ¿cuál es la clase o tipo de conocimiento? Lot tenía un conocimiento superior al de los moradores de su entorno, pero había un conocimiento superior al de Lot, que era el conocimiento que tenía Abraham. Los moradores tenían un conocimiento natural, Lot por consiguiente un conocimiento espiritual y Abraham el conocimiento celestial: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mil leyes” (Génesis 26.4 al 5). La simiente hace referencia a Cristo: “... Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3.16).
 El conocimiento espiritual se compone de los creyentes y de los practicantes. Lo natural se infiltra y se camufla entre los muchos llamados, por esta razón aunque los creyentes son espirituales, son pocos los practicantes de lo celestial, o sea, la simiente que es Cristo. El ser humano arrastra su inclinación a lo carnal, el mundo natural está representado por la cizaña y el mundo espiritual lo representa el trigo, en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13.24 al 30). Está determinado dar a Dios cuentas de sí (Romanos 14.12): el amor excesivo de sí mismo o egolatría, hace del humano un ser amoral, falto de sentido moral, sin responsabilidad de dar cuentas de sus acciones y consecuencias, ni respeto por los preceptos morales, principios y valores, por esta razón son pocos los escogidos, de entre todos los llamados que aparentan piedad pero incumplen su eficacia, inclusive falsos ministros de la palabra.
 El paso por lo espiritual es determinante para estancarse y retroceder a lo natural o trascender a lo celestial. En el caso de Lot y su familia, hay un apego por lo terrenal, ejemplarizado en el siguiente pasaje: “... el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17.31 al 32). Aunque son espirituales se les indica que escapen por su vida espiritual, mientras tanto, la esposa de Lot se apega a lo carnal o terrenal: “... Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas... Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Génesis 19. 17 y 26). El precedente de Lot es su mirada y búsqueda de su camino más cercano de las ciudades, en el sentido simbólico de lo terrenal: “Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán... en la dirección de Zoar... Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera” (Génesis 12.10 al 13). El destino final de su situación de convivencia y el de sus hijas es más cercano a lo natural y terrenal (Génesis 19.29 al 38).
 En el caso del conocimiento celestial, en referencia a la simiente que es Cristo, la Escritura dice: “Si, pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios... Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” (Colosenses 3.1 al 5). El cuerpo humano representa lo natural pero el ser templo del Espíritu Santo representa lo celestial. Un sepulcro se compara como símbolo, porque un sepulcro de muerte se contrarresta con el cuerpo de vida, especialmente como un templo de vida espiritual: “Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2.21). Esto se cumple en los escogidos o predestinados a ser como Jesucristo, tanto en enseñanza y práctica, en ejemplo y modelo de vida.
 [35]
______________________________________________________________________________
 Continuando con el tema del conocimiento celestial, el evangelio transmite un tipo de sensibilidad de Jesucristo, movido por la compasión y la ternura, que muchas veces no es correspondido por el ser humano: “Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?... Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios...” (Marcos 12.13 al 17). El profeta Ezequiel anuncia la promesa de Dios: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos;… y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios” (Ezequiel 11.19 al 20). Además se menciona: “… y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu…” (Ezequiel 36.26 al 27). El auge de la plenitud de la fe en el justo, se da a partir de la inspiración de Dios, por efecto de su energía, gracia y poder transmitida con su Espíritu, para devolver a Dios lo que es de Dios. Este vínculo entre corazón y el Espíritu de Dios, se asocia muchas veces al conocimiento y la mente, para dar a Dios a plenitud lo que le corresponde, de forma auténtica, genuina, sin hipocresía, ni falsa apariencia de devoción y virtud.
 Los pasajes anteriores también aplican en el nuevo pacto a los gentiles, debido a la promesa de la fe, donde se involucra al resto de las naciones. La muerte de Jesucristo en la cruz, establece la paz, respeto y solidaridad entre los pueblos. Jesús dijo: “… Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.10). La vida en abundancia es ser lleno del Espíritu de Dios, con un corazón, espíritu nuevo y las leyes de Dios escritas en el corazón y la mente. La vida abundante en Jesús, corresponde a una vida cercana y consagrada a Dios, nutrida y rebosante en el Espíritu: “Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26.18).
 Los seguidores de Jesús en el primer siglo, inicialmente son judíos e israelitas. Dios ofrece la apertura u oportunidad a los considerados gentiles: los griegos y demás pueblos y nacionalidades, quienes llegan a ser pueblo de Dios. Por esta razón el autor de la carta a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, ratifica un pasaje del primer pacto, enfocado en la iglesia como nuevo pacto:
“Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo...” (Hebreos 8.8 al 9.1; Jeremías 31.31 al 34).
 Así la promesa de vivir la justicia por fe alcanza a todas las naciones gentiles:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión… Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…” (Efesios 2.11 al 16). La Santa Escritura dice que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra (Romanos 3.23, 7.4 al 6; Efesios 2.1; Isaías 59.2; Jeremías 17.9), a fin de que no sirvamos más al pecado, pues no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6.6 al 14).
 Comparemos los siguientes pasajes:
 Primer pacto: “Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti” (Deuteronomio 31.24 al 26).
 Nuevo pacto: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2.14).
 El santuario terrenal se componía del lugar santo y el lugar santísimo, uno al lado del otro, separados por un velo (Éxodo 26.30 al 33; Hebreos 9.2 al 3). El libro de la ley, fue puesto al lado del arca del pacto; este libro representa de manera simbólica el lugar santo, con referencia a la ley de sacrificios, y el arca del pacto representa el lugar santísimo, manifestado en los Mandamientos de Dios. Jesucristo al abolir los sacrificios nos posibilita acceder a obedecer con poder, porque abre un camino nuevo y vivo a través del velo (Hebreos 10.19 al 20): “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo: Y la tierra tembló, y las rocas se partieron” (Mateo 27.50 al 51, Marcos 15.37 al 39, Lucas 23.45 al 47).
 La ley de Moisés ordenaba apedrear (lapidar), a quienes quebrantan el Decálogo de la ley de Dios. La incorporación de la sentencia de muerte, por medio de la ley añadida, requiere especial atención para ser analizado, como se menciona en la Escritura: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!...” (Romanos 11.33). Según las ciencias bíblicas y ciencia de Dios: “La letra mata”, nos dice el apóstol Pablo en su segunda epístola a los Corintios y hace referencia al nuevo pacto, no de la letra, porque la letra mata (2 Corintios 3.6). Moisés en el primer pacto, hace referencia de como todo Israel vio las señales de Jehová ante Egipto y Faraón, sus siervos y su tierra, las grandes pruebas, señales y maravillas y les dice: “… Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír” (Deuteronomio 29.2 al 4). Jesús dijo: “…Si vosotros permaneciereis en mi palabra… conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8.31 al 36). Además agrega: “… Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6.63). “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 11.15).
 Un pasaje dice:
“Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad... Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad...” (2 Corintios 3.12 al 4.2). Ahora las tablas de piedra son representadas por el corazón y la mente: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3.2 al 3). También está escrito: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos. Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10.15 al 18).
 [36]
______________________________________________________________________________
 Para recapitular la siguiente reflexión y tesis: Hay tres tipos de conocimiento, el natural, el espiritual y el celestial. Cada tipo de conocimiento tiene su propia legislación, por esta razón en relación con el mundo natural, hay muchas naciones con sus diversas leyes, procedimientos y reglamentos. Tanto en lo administrativo, agrícola, artístico, comercial, cultural, deportivo, educativo, ejecutivo, empresarial, científico, civil, económico, financiero, gubernamental, industrial, judicial, legislativo, militar, pecuario, pesca, político, seguridad ciudadana y social, técnico, tecnológico y urbanístico. En el caso del mundo espiritual, también hay una legislación autónoma e independiente, por este motivo la existencia infinita de múltiples congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones. Todas tienen sus propias actividades, ceremonias, costumbres, credos o creencias, culto, doctrinas y dogmas, jerarquías, liturgia, normas, ordenanzas, organización eclesiástica, principios, ritos, reglamentos administrativos, financieros e internos, tradiciones y valores. Por lo general cada institución, organización o grupo considera poseer la verdad única y absoluta. Para trascender al conocimiento celestial, necesariamente hay que pasar por el conocimiento espiritual y ser parte de algunas de estas agrupaciones, ya sea congregación, denominación, iglesia o religión, porque la iglesia de Jesucristo surge en un principio, pero luego se fragmenta en el cristianismo hasta nuestros días, según la siguiente explicación:
 Las comunidades de fe del primer siglo, manifiestan creyentes aferrados a preservar lo ritual, la circuncisión y el apedrear (lapidación) a los transgresores de la ley de los diez mandamientos (Decálogo). Otros modifican su forma de creencia, según las transformaciones del mensaje. En Hechos de los apóstoles, el capítulo 16, versículos 4 y 5, se toman acuerdos acerca de la enseñanza. En este pasaje encontramos la solución a los diferentes pensamientos reflexivos, en quienes integraron las diversas comunidades de fe y según la intención de los seguidores posteriores, de las escuelas de fe del primer siglo: Apolos, Bernabé, Jacobo, Juan, Marcos, Pablo, Pedro, Silas, entre otros (1 Corintios 1.11 al 12; Gálatas 2.9 al 10). Se presentan los primeros indicios de la necesidad de los concilios y el origen de la confesión de fe o profesión de fe:
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce” (1 Corintios 15.3 al 5).
 En la comunidad de fe del primer siglo, hay un precedente de murmuración en algunos de sus miembros por causa de los ministros; la atención en el servicio no es eficiente y en la distribución diaria algunas viudas se quedan sin recibir lo necesario. Al principio no dan abasto las labores de un único grupo de trabajo, entonces surge la necesidad de equilibrar la prioridad de la predicación frente al servicio de las mesas. Por esta causa, en Hechos 6.1 al 7, se inicia la delegación de funciones materiales en un grupo de trabajo, separado del servicio de la instrucción de la palabra de Dios. Así es como la comunidad de fe, empieza a ordenarse administrativamente y surgen los primeros indicios de la necesidad de una iglesia organizada. Esta división del trabajo se inicia entre el diaconado y el trabajo pastoral, surgen diferentes tareas, aunque para las actividades se mantiene una coordinación, porque se involucra tanto lo espiritual como lo material (Hechos 2.42 y 46 al 47). Estos dos grupos se complementan y tienen igual importancia, su función en forma paralela, facilita las labores y perfección de cada área, para un mejor desempeño en su respectiva especialización.
 Las comunidades de fe del primer siglo de la era cristiana en la región del Este Mediterráneo. Especialmente en las zonas de Judea, Galilea, Antioquía y Grecia, ciudades como Jerusalén, Efeso, Corinto, Tesalónica, Filipos y Colosas, documentadas en las cartas paulinas o de la escuela paulina. También la carta a la comunidad de Roma y las cartas personales a Timoteo y Tito, entre otras, sirve como guía para evaluar la problemática social del momento. Dios ha establecido e implementado una estructura de conocimiento, según las necesidades diarias en adoctrinamiento, ayuda, consejería, denuncia de la injusticia, diaconía, evangelización, labor profética, mayordomía, obispado o supervisión de la obra, pastorales específicas, servicio, trabajo pastoral y valores comunitarios, con el paso del tiempo se han mantenido vigentes, por ser esenciales para la convivencia humana y espiritual. La estructura propuesta en el nuevo pacto no es solo una organización, sino un organismo vivo, lleno de movimiento, con una doctrina viva y personas activas, en adoración, alabanza, obediencia, servicio a Dios y al prójimo.
 Lucas, el evangelista e investigador de los hechos históricos, ordena por escrito los sucesos acontecidos en torno a Jesús (Lucas 1.1 al 4), con la referencia de los relatos de quienes al principio, son testigos de Cristo, para cumplir lo siguiente expresado por Lucas: “Para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1.4). Tenemos el ejemplo y nobleza de la hermandad de Berea (Hechos 17.10 al 12), en esta comunidad no se rechaza de buenas a primeras el escuchar lo novedoso, o sea, el mismo mensaje antiguo pero con una interpretación mejorada, según la concepción del nuevo pacto. Reciben el mensaje con toda solicitud y escudriñan cada día en las Escrituras la certeza de cada enseñanza. El caso contrario se presenta en la discusión de Pablo con los filósofos epicúreos y estoicos, cuando es llevado al Areópago de Atenas, para conocer la nueva enseñanza, pero la innovación es rechazada de plano por la audiencia al exponer acerca de la resurrección de los muertos. Se interesa Dionisio el areopagita, una mujer llamada Damaris y otros (Hechos 17.16 al 34).
 Los acuerdos de fe ejercidos y transmitidos por la comunidad de fe, emergida en el primer siglo, con la enseñanza y práctica de Jesucristo, con ánimo, armonía, principios de conciencia moral y voluntad, son una confesión de fe o profesión de fe a conciencia, convicción, meditación y reflexión: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6.17 al 18). De ninguna manera podrían conformar una fe ciega, sino un ordenamiento reflexivo de disposiciones establecidas sobre la base del amor y la fe consciente, o sea, con el conocimiento y modelo ejemplar de vida de Jesucristo. La apertura de su enseñanza es para todo el mundo, sin la acepción de personas, porque Jesús es fuente de vida abundante para todas las naciones, sin discriminación académica, color de piel, cultural, discriminación a la mujer, económica, edad, étnica, geográfica, idioma, racial y status social. Sin embargo, la diversidad de iglesias en cada cultura y sociedad, no es una competencia a la libre, con la presunción de exclusión o inclusión delante de Dios. Hay formas de injusticia religiosa, debido a la fragmentación del cristianismo, según la interpretación individual, particular o privada, que inculcan odio y rivalidad con cierta fragancia a muerte, en lugar de la fragancia y olor grato de Cristo. Las religiones cristianas presentan su máximo esfuerzo por brindar un medio, herramientas y mecanismos para acercar al ser humano natural hacia Dios, no obstante, la única verdad absoluta es Jesucristo, quien nos posibilita el conocimiento celestial.
 Jesús promueve la armonía con Dios el Padre, al amar a Dios con el alma, corazón, fuerzas y mente, la paz consigo mismo y con los demás (Marcos 12.30 al 31.). Se abarcan temas de la existencia de una ley moral, vida y virtud comunitaria, los valores del reino, el evangelio, la ley de Cristo, el gozo perpetuo, el poder de la oración cotidiana, el hambre, sed y comprensión de la palabra de Dios, el trabajo ministerial y el testimonio de Pablo, el proceso de bautismos, la profundidad de la conversión, el compromiso y vida eclesiástica, la predicación y práctica del ejemplo o cena del Señor: “… Vosotros también, poniendo toda diligencia… añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1.5 al 7). Existen cuatro áreas de acción fundamentales, para mejorar la cultura de la vida, la calidad de vida y la personalidad: una vida plena como ser integral. Los aspectos espirituales y su relación con Dios. Los aspectos de la inteligencia social y la sana convivencia y armonía con el hábitat. Todos estos factores requieren una cristología práctica, útil en la vida diaria, especialmente con la puesta en práctica del bien común y la participación activa en la solidaridad y subsidiaridad, donde prevalece la dignidad y el respeto. Además, sin fe es imposible agradar a Dios y sin paz y santidad nadie verá al Señor.
 [37]
______________________________________________________________________________
 ¿Por qué hay tanta diversidad de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones dentro del cristianismo? El ser humano innato, o sea, connatural y como nacido con la misma persona, tiene la capacidad de interpretar, investigar y opinar. Esto es propio del humano, en todas sus áreas, zonas de influencia o actuación, muchas veces afectado por sus gustos, intereses y preferencias personales. Pero la parte adquirida que en cierta forma interviene, está en su aprendizaje, educación y formación, ya sea, académica, autodidáctica, cultural, domiciliar, empírica, escolar, familiar, formal, informal, laboral, ocupacional, profesional, social, entre otras. Todo esto corresponde al conocimiento natural. Algunas personas nacen, crecen, se reproducen (opcional) y mueren, sin desarrollar un interés en el conocimiento de la palabra de Dios, por ejemplo los ateos que niegan la existencia de Dios. Esto por su libre albedrío de la libertad de elección. Así algunos deciden cuál carrera académica, laboral o profesional, ocupación, oficio o trabajo seguir. Cuando la persona decide seguir, por su libre albedrío espiritual, una determinada congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, según su gusto, interés y preferencia humano, se introduce en el conocimiento espiritual y en un proceso para desapegarse de lo natural y volverse más espiritual. El fin último desde su propia congregación, denominación, iglesia o religión, es trascender al conocimiento celestial transmitido por Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo y que acerca a la persona a Dios Padre.
 ¿Donde entra en todo esto el tema bíblico de la predestinación? Resulta que la predestinación es Jesucristo y la persona predestinada es aquella semejante a Jesucristo en la forma de ser, practicar y vivenciar sus enseñanzas. Ahora bien, ¿en qué consiste la sana doctrina? En vivir la comunión y vida como Jesucristo, en otras palabras, el vínculo común del cristiano son los principios, valores y virtudes promovidos por Jesucristo. Entonces, ¿por qué hay tantas doctrinas y dogmas divergentes y originarios de tantas congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones? No hay que escandalizarse, porque todas son válidas como se demostrará en este estudio más adelante, lo que pasa es que ninguna está exenta o inmune de la condición humana que adversa a la de Jesús. Algunos proliferan más las doctrinas y dogmas causados por interpretación y opinión, por consiguiente se desvirtúa la atención y concentración en Cristo, su ejemplo y modelo de vida. Esto requiere un análisis previo del origen de la iglesia de Jesucristo y su fraccionamiento con el transcurso del tiempo hasta nuestros días. Dios ha permitido este sistema de trabajo ministerial y misionero, para llevar su mensaje hasta lo último de la tierra, pero a pesar de las fracciones, posibilita el Espíritu Santo en cada grupo para el conocimiento celestial que nos acerca a Dios, mediante Jesucristo como el centro de nuestra atención. Esto pareciera complejo pero se explicará con respaldo y sustento bíblico, porque el rendimiento de cuentas ante Dios es individual en lugar de colectivo, o sea, cada quien da cuentas de sí mismo y no de otros. Cada quien es responsable ante Dios, independiente de la colectividad de su congregación, denominación, iglesia o religión.
 Necesariamente antes de avanzar, hay que volver a mencionar los siguientes aspectos para identificar y reconocer la diferencia entre los tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial, además de sus correspondientes libres albedríos: natural, espiritual y de Jesucristo, quien es nuestra predestinación para aquellas personas practicantes espirituales, que llegan a ser semejantes a Jesucristo. En el conocimiento natural hay corrupción e inmisericordes: es muy lamentable ver en el mundo la falta de los valores del reino de Dios, que son los principios y virtudes de amor de Dios, compasión, fe, justicia y misericordia. La Biblia dice: "El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor" (Romanos 13.10). Toda la ley y los profetas dependen de dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo (Mateo 22.35 al 40). El ser humano en su naturaleza requiere moldear su forma de ser espiritual, según los atributos y carácter transmitidos por Jesucristo, ejemplo y modelo de vida, en las actitudes, anímico, emociones, intención, personalidad, sentimientos, temperamento, voluntad y su relación con la ética, dignidad y respeto.
 El mundo sin trascender al conocimiento de Dios tiene una absoluta ausencia del conocimiento celestial, prevalece el impulso e instinto natural no reflexivo, ajeno a la voluntad de Dios y en algunos casos inducido por cuestiones de enemistad, odio, rencor, resentimiento, rivalidad y venganza. Hasta el mundo espiritual muchas veces no logra desapegarse de lo natural, por asuntos de cuestiones de diferencias en creencias religiosas, no llega a la verdadera espiritualidad, común inclusive a escala entre creyentes divididos por la fragmentación, se quedan como aspirantes o solo creyentes, pero no trascienden como verdaderos practicantes del conocimiento celestial, representado en Jesucristo. Por ejemplo, congregación, denominación, iglesia y religión, a veces en extremos opuestos por doctrinas y dogmas, con fanatismo, extremismo fundamentalista y radicalismo, pero carentes del auténtico conocimiento celestial promovido por nuestro Señor Jesucristo, sino conforme a la tendencia humana desde tiempos de Caín, quien mató a su hermano Abel como sucede hasta el día de hoy.
 Cada tipo de conocimiento tiene una legislación ineludible, inevitable e infinita. En relación con el conocimiento espiritual hay una distinción entre creyentes y practicantes. Los creyentes están más apegados a lo natural, los practicantes más cercanos a lo celestial. Esto tiene relación con los tres tipos de libre albedrío existentes: el natural, espiritual y el de Jesucristo. Hay una analogía entre las cortinas de humo, estática y ruido, que funcionan como distracciones en la cotidianidad natural y espiritual, para la posibilidad de comprender, identificar y reconocer el conocimiento celestial transmitido por Jesucristo, como ejemplo y modelo de vida. En la legislación del conocimiento espiritual, toda organización eclesiástica, sea congregación, denominación, iglesia o religión realiza procesos internos de legislación, inclusive las independientes o las tradicionales, las colegiadas o las que están a cargo de una sola persona. Las que tienen cientos o miles de años, como las que tienen un solo día de existencia. Este tipo de legislación muchas veces difiere de la legislación de la sociedad en general, porque hay cierta autonomía e independencia entre lo natural y lo espiritual. Por ejemplo, cuando una nación legisla la prohibición del matrimonio de los menores de dieciocho años (menores de edad) con los mayores de edad. En este caso las iglesias del país, tendrían que acatar y ajustarse a esta realidad en los derechos y obligaciones civiles. Mientras tanto, el conocimiento celestial se concentra y toca otros aspectos específicos de la cotidianidad, vinculantes a los principios y valores del reino de Dios, especialmente con referencia al ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Es un volver a Jesús como el centro de la ley y de la profecía bíblica, es dar la preeminencia a Jesucristo y vivir semejantes a él en estos tiempos de la Edad del Calentamiento Global.
 [38]
______________________________________________________________________________
 Diálogo entre el conocimiento espiritual y el conocimiento celestial:
 Si hay un conocimiento natural y un conocimiento espiritual, ¿cómo identificar y reconocer el conocimiento celestial? Para saber la respuesta es necesario precisar con claridad la función del pecado. Es común la generalización del término pecado, pero el ejercicio del mismo varía según el tipo de conocimiento donde se aplique. Por ejemplo, se dice que un Estado incluye el gobierno, el pueblo y el territorio. Debido al aumento de población, los cambios de época, evolución industrial y tecnológica, nuevas generaciones y el paso del tiempo, en la actualidad se requieren nuevas regulaciones de convivencia, por ejemplo, ahora es imprescindible la educación y la ley vial para el tránsito vehicular (conocimiento natural). Esto significa que la infracción e irrespeto a las señales de tránsito y a las indicaciones de un semáforo es una especie de pecado ante la ley y la sociedad, con su respectivo castigo, consecuencia y justa retribución. ¿Pero, cuál es la relación de esta disposición ante lo eclesiástico, en lo perteneciente o relativo a la iglesia (conocimiento espiritual) y ante Dios (conocimiento celestial)? Otro ejemplo, cuando hay ingesta de licor en un conductor y la consecuencia de muerte de un inocente por causa de un accidente de tránsito vehicular, ¿es la paga de este pecado la misma ante el Estado, la iglesia y ante Dios? En cada tipo de conocimiento puede sufrir castigo por las consecuencias de su pecado. Por consiguiente, el pecado es infracción de la ley (1 Juan 3.4), toda injusticia es pecado (1 Juan 5.17) y el saber hacer lo bueno y no hacerlo (Santiago 4.17), de lo contrario las decisiones por libre albedrío y la gracia se vuelve en libertinaje: “… hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia…” (Judas 4).
 El análisis realizado en la epístola a los Romanos, entre gracia, ley y pecado, tiene la siguiente interrogación y su correspondiente respuesta: "... ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? (Romanos 3.5 al 6), La expresión "hablo como hombre", hace referencia a la parte humana, como género o ser humano, quien podría cuestionar debido a su propia naturaleza que adversa a la gracia de Dios. No obstante, como ser espiritual afirma que de ninguna manera Dios es injusto, sino que el mundo tiene que reconocer su irresponsabilidad. El ejemplo de la educación y ley de tránsito es parte de la legislación natural, autónoma, independiente e infinita. Es hora de que el ser humano asuma su propia responsabilidad, por esta causa Dios le delegó la administración de este planeta y dejó leyes cosmológicas y naturales, para su propia subsistencia. Sin embargo, el ser humano pretende culpar a Dios de la maldad ocasionada por el mismo humano. Cuando el natural se introduce en el mundo de lo espiritual, escala a un grado superior de conocimiento y adquiere cierto criterio para juzgar, en el sentido de creer y opinar, especialmente al considerar las relaciones existentes entre lo natural y lo espiritual, o sea, juzga lo natural pero no es juzgado por nadie natural: "En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie" (1 Corintios 2.15). Claro está, el espiritual que es practicante, porque cumple a cabalidad inclusive con el conocimiento celestial, porque el conocimiento espiritual es juzgado por un conocimiento superior, que es el conocimiento celestial, como veremos a continuación:
 La legislación es el conjunto de leyes sobre una materia determinada, tanto la legislación natural y la legislación espiritual están accesibles de todo ser humano sin discriminación o marginación alguna: "porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio" (Romanos 2.11 al 16). Esta expresión "secretos de los hombres", es clave para identificar y reconocer el conocimiento celestial, como se explicará gradualmente más adelante. ¿Por qué la legislación natural y espiritual se puede acceder con apertura? Porque existe el avance científico, industrial, medios de comunicación y tecnológico que posibilita transmitir el conocimiento a todo el planeta. Por ejemplo, la radio, Internet y televisión. Hay abundante material académico, literatura y periodístico que educa e informa al ser humano. En lo natural hay escuelas, institutos y universidades. En lo espiritual hay congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones con abundancia de autores, líderes, oradores, pensadores, predicadores y suficiente literatura.
 Mientras tanto el conocimiento celestial se transmite diferente y por medio del Espíritu Santo, comparemos el pasaje mencionado anteriormente de Romanos con las siguientes palabras de Jesucristo: "Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas. Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian... Porque si amáis a los que os aman, ¿qué merito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen los mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad,... y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados, no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados... porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lucas 24 al 38). Esto es prueba de que el conocimiento celestial es a otro nivel, muy superior a la vida supuestamente espiritual, porque hay quienes son solamente creyentes y están los que verdaderamente son practicantes espirituales, donde Jesús dice a vosotros los que oís.
 No se trata de camuflar y mezclar lo natural dentro de lo espiritual ni viceversa. Por ejemplo, dar de lo que sobra en altruismo o filantropía, porque esto podría realizar hasta un ateo que niega la existencia de Dios. Ni tampoco cumplir los preceptos de las congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas por obligación en lugar del amor a Dios y al prójimo: "... Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser... Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Corintios 13.1 al 13). Esto también es prueba de que el conocimiento celestial es a otro nivel, muy superior a la vida supuestamente espiritual, porque hay quienes son solamente creyentes y están los que en realidad son practicantes.
 La práctica del conocimiento celestial es auténtica y genuina delante de la relación personal con Dios, sin apariencias y sin cautivar, ni encasillar en proselitismo congregacional, denominacional, eclesiástico o religioso. Jesucristo dijo: "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos... Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres... y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres... y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público... Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan... y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6.1 al 6 y 16 al 18).
 Este tipo de conocimiento secreto, además de las obras propias de cada persona por lo cual dará cuentas a Dios, también hace alusión al conocimiento que es por revelación del Espíritu Santo de Dios para comprender, obedecer y ser semejantes a Jesucristo en el diario vivir. La Biblia dice: "Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido..." (1 Corintios 2.9 al 13). El espíritu del hombre que está en él es su propia mente, por esta razón conoce a sí mismo hasta lo más secreto de su vida, pero el secreto del conocimiento celestial está en Cristo: "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Corintios 2.16).
 [39]
______________________________________________________________________________
 Entonces, en relación con el conocimiento natural, el espíritu del mundo equivale a una intención de actuar en sentido contrario a la voluntad de Dios, porque es una especie de mentalidad colectiva en la sociedad, influenciada por la tendencia al afán de pecar, a la inclinación al mal, ambición, ausencia de amor de Dios, codicia, corrupción, enriquecimiento desenfrenado en detrimento de otros, falta de temor de Dios, vanidad y práctica del vicio, entre otros. El creyente espiritual recibe el llamado en su mente individual a luchar contra estas situaciones descritas anteriormente, pero no basta ni es suficiente el paso del arrepentimiento, sino que se requiere igualmente la conversión y santificación. El espiritual juzga con criterio todas estas acciones pecaminosas, sin embargo, Jesucristo le indica que no juzgue en el sentido de que no condene. La Escritura posteriormente aclara: "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Corintios 10.11 al 12). La posibilidad de ser espiritual es solamente un intermedio para trascender al conocimiento celestial, o sea, llegar a practicar y ser como Jesucristo es alcanzar a tener la mente de Cristo. Por lo tanto, el pecado cometido dentro del conocimiento natural y dentro del conocimiento espiritual tiene posibilidades de ser perdonado, pero es imperdonable el desechar, desestimar, excluir y rechazar la trascendencia al conocimiento celestial de ser como Jesucristo, porque es blasfemar contra la obra del Espíritu Santo y la pérdida del carácter, sello o señal de consagración y santificación.
 Ya se había explicado el caso de Judas Iscariote, que aunque es un discípulo espiritual, no logra desapegarse de lo natural, porque es ladrón, luego claudica contra Jesús sin lograr trascender al conocimiento celestial, Pedro mismo testifica: “… y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio… de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar…” (Hechos 1.15 al 26). Otro ejemplo lo testifica Pablo: "manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar" (1 Timoteo 1.19 al 20). La consecuencia de este tipo de blasfemia es que la persona sigue a la deriva enceguecida por su propio pensamiento carnal (simbolizado en Satanás), de manera que por esta causa su efecto o consecuencia es vivir en error sin poder trascender al conocimiento celestial. Prueba de esto es que tiempo después se menciona a Himeneo que se mantiene en la misma situación: "Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos" (2 Timoteo 2.16 al 18). En Hechos de los Apóstoles se menciona el caso de Ananías y Safira: "... Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?..." (Hechos 5.1 al 11).
 ¿Cómo juzgaría Dios al mundo? Pablo dice lo siguiente: "Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios" (1 Corintios 4.3 al 5). Los seres humanos son contenciosos (Romanos 2.6 al 11), al resistir la autoridad de Dios y caer en rebeldía, no obstante, se espera una resurrección de los justos, y la transformación de los que estén vivos en la misma justicia. Pero, ¿qué dictamina a una persona como digna de esperar la venida de Cristo? o ¿cuál fallo resuelve o sentencia a alguien como digna del arrebatamiento de los de Cristo en su segunda venida? (1 Tesalonicenses 4.16 al 17). Esto lo establece el juicio previo que empieza por la casa de Dios: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio…” (1 Pedro 4.17 al 19).
 Cada hija e hijo de Dios demuestra con la vida, su causa justa, por ejemplo, el caso de Job, perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1.1, 6 al 8, 2.1 al 3, 38.1 al 7). La persona que es justo en vida presenta pruebas de ser un practicante de la justicia. Es primeramente en el pueblo de Dios, donde se determina quién es digno de ser levantado, para el encuentro con Cristo en su venida. En el transcurso de su diario vivir presenta los atestados de su justicia y práctica del bien. En cada participación de la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo, mediante la cena del Señor, se presenta como un justo que anda en el camino de justicia. La vida misma del cristiano es una carta, conocida y leída (2 Corintios 3.2), por su fidelidad, justicia y santidad.
 El justo tiene confianza plena en el día del juicio (1 Juan 4.17), de ser excluido de la condenación (Juan 5.24). El Señor conoce lo oculto y las intenciones del corazón, y cada uno recibiría su alabanza de Dios (Mateo 12.35 al 37; 1 Corintios 4.5). El juicio lo realiza el Señor (1 Corintios 4.3 al 4), porque ha sido dado al Hijo (Juan 5.22), por medio de la palabra (Juan 12.48). Quienes practican la verdad vienen a Jesús, para manifestar sus obras que son de Dios (Juan 3.17 al 21), hay un proceso durante su vida, que dictamina su inocencia y derecho de morar con el Señor. Está establecido a los hombres, que mueran una vez y después el juicio (Hebreos 9.27), según sus obras (Apocalipsis 20.12), quienes no fueron creyentes practicantes y no están escritos en el libro de la vida (Hebreos 10.26 al 27; Apocalipsis 20.15), será como un horno (Malaquías 4.1). Es el castigo del lago de fuego y azufre, por consiguiente la muerte segunda (Apocalipsis 21.7 al 8).
 [40]
______________________________________________________________________________
 Es indispensable la transición de natural a espiritual para posibilitar la trascendencia al conocimiento celestial. Se reitera que el humano deja de ser solamente natural cuando empieza a ser morada del Espíritu Santo de Dios: "el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros" (Juan 14.17). El Espíritu de Dios de ninguna manera es exclusivo de una sola congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, porque Jesucristo dijo: "El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos... Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida" (Juan 3.31 al 34).
Lo que se da por medida es la fe, por esta razón hay tanta variedad de doctrinas y dogmas infinitos, que nunca terminan de surgir dentro del cristianismo, así, la gran cantidad de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones que dicen cada una tener la verdad única y absoluta. Observemos estas palabras claves: "... vuestro culto racional... la renovación de vuestro entendimiento... no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno... así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes dones, según la gracia... conforme a la medida de la fe;... El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal..." (Romanos 12.1 al 10). El problema es que quienes se estancan únicamente como creyentes, siguen siendo terrenales y cosas terrenales son las que transmite. Mientras que el practicante seguidor de Jesucristo ejerce y enseña, según el ejemplo y modelo, semejante a Jesús, quien trajo el mensaje del Padre Celestial.
 Profundicemos la palabra de Dios al respecto, cualquier integrante o miembro creyente de una congregación, denominación, iglesia o religión podría rivalizar hasta el odio por cuestiones de creencias. Esto lo hace terrenal, pero ninguno que practique la obra de Jesucristo podría con sus acciones, gestos, hechos o palabras, negar a Cristo y tratarlo de anatema, o sea, decir mal contra otro para que sufra daño (maldición): "Por tanto, os hago saber que nadie que hable por El Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo. Ahora bien, hay diversidad de dones pero el Espíritu es el mismo... pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo..." (1 Corintios 12.3 al 14). Ninguna organización eclesiástica puede dividir el Espíritu Santo ni dividir a Cristo. Lo que pasa es que algunos sin temor de Dios particularizan esto en beneficio supuestamente de su propia agrupación, pero ante Dios todos son iguales dentro del fraccionamiento cristiano, porque el común o unidad está en Cristo, de lo contrario se vive en engaño como dice la Biblia: "Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados" (1 Juan 2.25 al 28). Jesucristo es nuestra salvación y vida eterna.
 La unción del Espíritu Santo mantiene a la persona firme en Cristo, especialmente en el conocimiento celestial enviado del Padre, donde Jesucristo tiene la preeminencia. El engaño es cuando se pretende anteponer doctrinas o dogmas de salvación y vida eterna, por encima de la verdadera salvación y vida eterna que es Cristo: "El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3.35 al 36). Esta afirmación de Jesucristo es precisamente la imposibilidad de trascender al conocimiento celestial, porque no aceptar, ni querer y negar la obra de Cristo como Hijo es la blasfemia contra la obra de Espíritu Santo: "El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo... porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es" (Mateo 1.18 al 20). Otro pasaje explica: "Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1.34 al 35).
 La intrascendencia al conocimiento celestial se presenta en algunos que dividen la obra del Espíritu Santo manifestado en Cristo, de manera que no logran trascender al conocimiento de Jesucristo, tal es el caso de algunos escribas, fariseos, intérpretes de la ley y saduceos, entre otros de su época que niegan, rechazan, resisten y separan la obra de Jesús, alegando que sus acciones eran por Beelzebú, príncipe de los demonios: "... Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios... Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros... El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama" (Lucas 11.17 al 23). Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo: "... Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?... De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tienen jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo" (Marcos 3.22 al 30). Rechazaron a Jesucristo que es la salvación y vida eterna, igualmente hoy en día, la persona aunque se considere creyente, pero rehúsa la enseñanza, práctica y vivencia de Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida, se excluye así mismo de trascender al conocimiento del Hijo enviado por el Padre, frustrando la obra del Espíritu Santo de Dios. En el pasaje mencionado Jesús conocía sus pensamientos y les decía en parábolas, porque en este caso la "imposibilidad de Satanás echar fuera a Satanás", se refiere al mal de la mente carnal dividida con los malos pensamientos, donde la liberación es posible solo a través de la libertad del conocimiento de la mente de Cristo.
 [41]
______________________________________________________________________________
 Si existe una inteligencia emocional de concienciar en el ser humano la mejor reacción afectiva y de sensibilidad, frente a las situaciones inesperadas que el entorno ofrece, con más justificación y sentido existe la inteligencia espiritual que nos lleva al conocimiento celestial. Desde la antigüedad el profeta Elías advierte a quienes titubean entre dos pensamientos: “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18.21). ¿Qué pasa por la mente del pueblo al no responder palabra? ¿Existiría una doble moral? Hemos dicho que Jesucristo dijo que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Los llamados son todos los creyentes, los escogidos son los practicantes. Es distinguir en lo que se queda solo en teoría y lo que efectivamente es llevado a la práctica. Esto significa que la persona en su ejercicio espiritual enfrenta un proceso de desapego a lo natural y terrenal. Lo espiritual es un intermedio entre un extremo natural y entre el otro extremo de trascender a lo celestial. Es una situación de purificación en medio de estos dos extremos, una especie de filtro para posibilitar la trascendencia de conocimiento. Por ejemplo, una semejanza la encontramos en el siguiente pasaje bíblico: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;... A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida,...” (Deuteronomio 30.15 y 19). La mención de este texto es para notar el contraste entre los extremos.
 La inteligencia es una facultad de comprender o percibir la relación de ideas, para darse cuenta, descubrir y hallar la explicación de lo que estaba escondido, ignorado u oculto. Es interesante la respuesta de Jesús cuando le preguntan si eran pocos los que se salvan: “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.23 al 24). La mención de que muchos procuran, son los muchos llamados, que están involucrados en el mundo espiritual, en la proliferación de creencias y prácticas ajenas a Jesucristo, quien es la verdadera puerta del conocimiento celestial: “... Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.21 al 23). Toda doctrina o dogma, que desvía la atención hacia Cristo y le resta la preeminencia, está dentro de los que procuran con diligencia, pero sin acceder a lo que verdaderamente tiene importancia para la salvación, que es Cristo: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10.9). Mientras el ser humano tenga la capacidad de interpretar y opinar, surgirán doctrinas y dogmas siempre. Por este motivo le llamamos la legislación infinita del conocimiento espiritual.
 En la actualidad el conocimiento natural ocupa la energía y mente de toda la humanidad, en lo científico, comercial, económico, financiero, militar, político, entre otros. Inclusive espectáculos deportivos cautivan y entusiasman al mundo entero, muchas veces más que honrar y glorificar a Cristo con sus vidas. Pablo menciona la siguiente recomendación: “... Todo aquel que lucha, de todo se abstiene;... no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9.24 al 27). El conocimiento que se queda solo en lo natural, tiene su planificación y proyección de vida proyectada a este límite de existencia natural. Hasta los planes de jubilación son para este mundo material y terrenal. Mientras que el espiritual planifica su vida proyectada a la venidera después de esta vida, o sea, es semejante a vivir para servir, con el planeamiento y preparación para recibir una jubilación de vida eterna, después de esta muerte física o material. La dedicación y disposición exclusiva de la vida para recibir de recompensa los beneficios, bienes y servicios de este mundo es el camino ancho o la puerta ancha, a diferencia el objetivo, meta y propósito de lo celestial es el camino angosto o puerta angosta: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puesta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7.13 al 14). El espiritual está en una posición de expectativa, o se encaja a lo natural o se desprende y libera hacia lo celestial mediante Jesucristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,... que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” (Efesios 1.3 y 8).
 La revelación de Dios es por excelencia la manifestación de la verdad secreta u oculta, para que cumplamos su palabra (Deuteronomio 29.29). Dios revela lo profundo y escondido (Daniel 2.22), mediante su Espíritu (1 Corintios 2.9 al 11), este es el conocimiento celestial, y trae a su memoria al ser humano, con fines de auxilio, ayuda, y bendición: “Y se acordó Dios de Noé…” (Génesis 8.1). “… Dios se acordó de Abraham…” (Génesis 19.29). “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” (Génesis 30.22). Dios mantiene su puerta abierta a Israel en la esclavitud de Egipto a través del pacto: “Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios” (Éxodo 2.23 al 25, 6.5 al 8). Así la comunicación con Dios es mediante la humillación e invocación, oración, búsqueda, conversión y santidad. Dios dice: “… entonces yo oiré desde los cielos… Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración…” (2 Crónicas 7.14 al 15).
 [42]
______________________________________________________________________________
 La construcción del concepto y origen de lo que se llama inteligencia emocional, en relación con la comprensión de nuestras emociones para conducirlas adecuadamente en la conducta y pensamiento, generador de una mejor respuesta de comportamiento reactivo al medio, de ninguna manera tiene procedencia humana, sino previamente es designio divino desde la creación. Observemos los siguientes indicios: “En el principio Creó Dios los cielos y la tierra... y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1.1 al 2). Desde un principio se hace mención de Dios y de su Espíritu, relacionado con energía y poder, la fuerza de la voluntad de Dios. Esto se demuestra cuando Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1.26 al 27). Previo a la existencia del ser humano hay un modelo de referencia, de imagen y semejanza, que tiene que ver con los atributos y carácter de Dios: “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” (Salmos 100.5). La voluntad de Dios se manifiesta en el inicio de todo lo existente: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11). Entre otros atributos y carácter de Dios están: amor, bondad, fidelidad, justicia, misericordia, paciencia, sabiduría, santidad y verdad, Jesucristo fue enviado por el Padre para mostrarse como ejemplo y transmitir estos atributos entre los valores del reino de Dios: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.23 al 24).
 Estos valores son espirituales porque son intangibles, no se ven ni se tocan, pero se manifiestan y visualizan con la acción, acto, comportamiento y conducta del ser espiritual. Lo que pasa es que estos valores los pretende simular el conocimiento natural sin éxito, ya que son efectivos por el conocimiento espiritual en Dios. En el mundo natural prevalece la corrupción de los antivalores. Prueba de esto es que Jesucristo tuvo que venir a traer el mensaje de que el reino de Dios se había acercado, es decir, como Dios es amor (1 Juan 4.16), es Espíritu (ya citado) y es luz (1 Juan 1.5), conocemos lo invisible y la certeza de los atributos de Dios, mediante la persona de Jesucristo, con su ejemplo de vida, como persona física que hizo visible los atributos y carácter de Dios, en su esencia y forma de ser, el yo soy el que soy: “Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (Éxodo 3.14). Acerca de la persona de Cristo la Biblia dice: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo...” (1 Pedro 1.10 al 12). Por lo que vemos, esta expresión del Espíritu Santo enviado del cielo es el conocimiento celestial que nos enseña, guía y redarguye, con energía, poder y voluntad de Dios. La persona de Cristo es la parte visible que nos hereda el ejemplo, modelo y testimonio de vida.
 Los valores de Dios jamás son relativos en el sentido de ser variables según las circunstancias y época, ni tampoco son subjetivos, según el modo de pensar y sentir de cada persona. Esto porque los valores de Dios son universales y tienen un mismo significado en todas las culturas, sociedades y zonas geográficas del planeta. Por ejemplo, el amor de Dios, la fe de Dios, la justicia de Dios, la misericordia de Dios, es igual en cualquier parte del mundo espiritual. Es el ser humano natural que tiene una actitud de relativismo y subjetividad engañosa en los valores, para confundir y distorsionar la voluntad de Dios y convertir en libertinaje la gracia de Dios. Por este motivo tanto asesinato, delincuencia, criminalidad, guerras, muerte, odio, rivalidad y demás antivalores imperantes en el mundo natural. Por el contrario, en relación con los valores comunitarios y del reino de Dios, del conocimiento espiritual necesario para dejar lo natural y trascender al conocimiento celestial, la Escritura afirma lo siguiente: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (Isaías 55.6 al 9).
 Los fariseos obedecían la ley impositivamente por obligación, mientras que el don de la gracia es por amor, benevolencia, bondad, compasión y misericordia. Estos fariseos por celos, envidia, insolencia y maldad, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle. También los intérpretes de la ley, según dijo Jesús: “… porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis… desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación…” (Lucas 11.44 al 52). En esto consiste la gracia: Cristo se presenta con su vida en la tierra y transmite el amor y bondad de su Padre a través del ejemplo (Juan 14.10 al 12): “…Y amarás al Señor tu Dios… Y… Amarás a tu prójimo como a ti mismo...” (Marcos 12.28 al 34). Jesús les dice: “... De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22.34 al 40). La gracia es un don de Dios en Cristo Jesús: “… esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2.1). Este esfuerzo en la gracia implica la misericordia y demostrar con hechos o realidades el verdadero amor de Dios (1 Juan 3.17 al 18, 4.20 al 21). Esto redunda en un mejor ordenamiento en la convivencia diaria de los seres humanos y de respeto a la vida, caridad, descanso laboral, dignidad, respeto a la propiedad privada, solidaridad y valores. Jesús con su trayectoria se incorpora en pos del propósito de su Padre (Lucas 2.49), con su vida, cumple a cabalidad la obra encomendada por su Padre y con su labor en lo espiritual, refleja el espíritu de los mandamientos de Dios en ánimo, balance, conocimiento, equidad, esfuerzo, experiencia, justicia, obra, valor, vigor, virtud y vivencia (Mateo 23.23; Lucas 11.42). Por esta causa, el modelo, norma o regla es Cristo, para acceder al conocimiento auténtico o genuino de la voluntad y los valores del reino de Dios, que se ha acercado y está entre nosotros.
 [43]
______________________________________________________________________________
 ¿Por qué tiene valor el entendimiento de diferenciar los tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial? Porque lo natural no puede asimilar, es decir, asemejar o equiparar con lo espiritual. Algunos por desconocimiento tratan de demostrar una semejanza y consideran que son iguales o equivalentes, similar a una amalgama entre lo natural y lo espiritual. En otras palabras, una unión a pesar de que son distintas y contrarias. Entonces justifican que una persona aunque sea desobediente a Dios, inclusive que niega la existencia de Dios, igual puede ser espiritual. Observemos como la palabra de Dios establece la diferencia: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2.8). En el mundo abundan las filosofías, pero ausentes de glorificar y honrar a Cristo con la exactitud y profundidad de su mensaje y práctica. Este mundo vive una apariencia pasajera: “... porque la apariencia de este mundo se pasa” (1 Corintios 7.31). Los espirituales son conscientes de que Cristo es lo permanente, que aunque disfruten y vivan en este mundo natural, no pueden disfrutar de lo referente al pecado contrario a Cristo: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;... derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,... Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo” (2 Corintios 10.3 al 7). Precisamente por esta razón decimos que son validas las existencias de tantas congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones. Porque en todas hay gente auténtica, genuina y sincera, que reconoce la gloria y honra a Cristo con las enseñanzas, ejercicio y prácticas de su diario vivir.
 Pero finalmente ¿en donde se ubican los que se levantan con argumentos y altivez contra el conocimiento celestial de Dios? Es claro en la Biblia y hay muchos pasajes que confirman la condición de quienes se quedan solo en lo natural, ajenos a la obediencia y práctica de la voluntad de Dios. También tiene sentido común entender que quienes buscan lo espiritual, están en las congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones como medio para el fin que es Cristo. Que el conocimiento de lo espiritual es necesario para posibilitar la trascendencia al conocimiento celestial. Pero no es de extrañar que quienes están a medias, sin desapegarse por completo de lo natural y sin trascender a lo celestial, están entre los mismos que aparentan espiritualidad. Por este motivo Jesucristo habla de fríos y calientes como extremos definidos, pero los tibios son los que aparentan ser lo que no son: “... He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente, ¡Ojala fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3.14 al 16).
 ¿Por qué decimos que los tibios están entre los espirituales? Porque un sector de los espirituales son los indecisos que se quedan solo como creyentes en lugar de llegar a ser practicantes. Estos son los que desde una banca o desde un púlpito se consideran más puros y santos que otros, solamente para aparentar vivir en la verdadera paz y santidad, sin embargo, blasfeman, condenan, enjuician y maldicen a los asociados, feligreses, hermandad, integrantes o miembros de otras congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones. Tratan de idólatras a los demás, cuando ellos mismos tienen las siguientes idolatrías: “... avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3.1 al 5). Nada de esto mencionado representa a Cristo, vendrían a ser falsos cristianos o anticristos. Debido a esto, pueden ser creyentes pero jamás practicantes, semejantes son los demonios que creen, sin embargo, no practican la voluntad de Dios: “... También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2.19). Es cierto que el espiritual inicia con creer, este vendría a ser el primer paso, pero la práctica viene a ser cuando Jesucristo dice que el que fuere bautizado: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.16). Jesucristo dijo claramente, el que fuere bautizado, de manera que la parte espiritual y práctica es indispensable para trascender de lo natural a lo celestial.
 Ser bautizado implica nacer de nuevo, el llamamiento, arrepentimiento, conversión y santificación. Además de los frutos de la conversión, la inmersión en el Señor Jesucristo, en su devoción y sufrimiento, el sello del Espíritu Santo y el fuego de prueba al justo. Un ejemplo del espiritual con mediocridad, ausente de la inteligencia espiritual, está claramente definido por Jesucristo en la parábola del sembrador: “... Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa...” (Mateo 13.18 al 23).
 Esta situación descrita en la explicación de la parábola es muy similar a las doctrinas y dogmas comunes en congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones que le quitan la preeminencia a Jesucristo, no obstante, siempre habrá personas entre ellos que darán a Jesucristo la prioridad, gloria y honra que merece por la voluntad del Padre. La Biblia dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias... para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón” (2 Corintios 5.10 al 12). Jesucristo al respecto indica: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6.45 al 46).
 [44]
______________________________________________________________________________
 ¿Cuál es el propósito del conocimiento celestial para beneficio de la humanidad? Para comprender la respuesta hay que tener claro la situación de un contraste notable entre lo natural y lo espiritual. La Escritura aclara al respecto lo siguiente: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito... El que en él cree, no es condenado... Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas...” (Juan 3.16 al 21). Otro pasaje explica que Jesucristo es la luz: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12). Dios ama al mundo de seres humanos, prueba de esto es que ha enviado a su Hijo para que el mundo sea salvo por medio de él, porque las obras del mundo han sido malas (Juan 15.18 al 19). El practicante es hijo de Dios, cuando sin aislarse de la sociedad, se guarda del mal (Juan 17.15 al 18), rechaza el ejercicio del pecado partícipe en la sociedad del mundo (1 Juan 2.15 al 17), porque el nacido de Dios con fe enfrenta la maldad, vence con el bien el mal (Romanos 12.17 al 21; Juan 5.4) y se preserva en santidad.
 Algunos divulgan el concepto de lo material fusionado a lo espiritual sin distinguir la diferencia, pero la Biblia dice lo siguiente: “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” (1 Corintios 9.11). Jesucristo manifiesta lo siguiente: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12.15). Además: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16.26). El término alma equivale a vida. Estas expresiones son ejemplos del desinterés del mundo natural en seguir el ejemplo y modelo de vida semejante a Jesucristo, quien dice: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adultera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38).
 Recibir a Jesús es aceptar y admitir su mensaje, se universaliza y hace extensivo a todos los seres humanos creyentes en su nombre y practicantes: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1.11 al 13). El creer hace referencia a practicar sus enseñanzas y a ser semejante en su vida, no basta con el saber, sino con el ser y el hacer, en otras palabras el ejercicio o la aplicación del saber. Esta praxis en Cristo es con el entendimiento: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2), Ejemplo de seguir a Cristo: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5.4 al 5).
 Cuando el ser humano verdaderamente oye la voz de Dios, a través de su palabra, pasa a un estado de conciencia y alcanza a entender ciertos aspectos espirituales, religiosos y teológicos ignorados, comprende lo de suma importancia y prioridad. Toma un rumbo en donde la persona es consciente del propósito de la existencia, entra a su vida el evangelio, la gracia y el poder de Dios. La Escritura confirma: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría...” (Colosenses 3.5 al 6). Cuando se llega a ser templo del Espíritu Santo no hay cabida para estas maldades y pecados. La misma palabra de Dios advierte: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4). También agrega: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2.15 al 17). Y sentencia: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8).
 La palabra de Dios siempre es oportuna, nunca se vuelve obsoleta, de manera que es un conocimiento útil para todos los tiempos, es viva y eficaz, que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4.12). Es por medio del Espíritu de Dios que se recibe palabras de poder, como la palabra de sabiduría y la palabra de ciencia (1 Corintios 12.8), porque es Dios quien da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos (Daniel 2.21). La palabra de ciencia es un conocimiento que Dios le da al ser humano, que contiene las demostraciones de la revelación del Espíritu Santo, para dar conciencia y razonamiento útil en beneficio de la vida (Números 24.16; Proverbios 2.10, 19.2; Daniel 5.12; 1 Corintios 1.5, 12.8). La palabra de sabiduría es dada por revelación del Espíritu Santo, ya que consiste en un conocimiento profundo que permite un buen juicio para saber conducirse (1 Corintios 12.8; Santiago 3.17).Principio del formulario
 [45]
______________________________________________________________________________
 El relato de la creación muestra cómo Dios desde el principio ordena el mundo físico y establece las leyes cósmicas (Génesis 1.1 al 25). En el huerto del Edén ubica al ser humano con instrucciones de administrar todo lo creado, con límite o regulación en los árboles (Génesis 1.26 al 28, 2.15 al 17, 3.23 al 24). Un árbol representa el generador del oxígeno o espíritu de vida, porque mediante este oxígeno en la atmósfera, se mantiene y conserva la vida terrestre, además de otros elementos esenciales y vitales como el agua. Así, en el caso de la vida espiritual, Adán y Eva, en representación del ser humano, definen la prioridad entre el árbol de la ciencia y el árbol de la vida, entre el libre albedrío humano o natural y el libre albedrío espiritual y de Jesucristo. El árbol de la vida es una alegoría, representación o símbolo de Jesucristo. El árbol de la ciencia son los valores y antivalores con los que el ser humano tiene que lidiar por el resto de su vida, debido a su desobediencia delante de Dios. Luego Abel asume los valores, como el amor, fe y justicia, entre otros, y Caín por el contrario demuestra los antivalores, como desamor, injusticia e inmisericorde.
 La elección adversa de Adán y Eva lleva a la humanidad a desembocar trágicamente en el politeísmo, debido a la subversión, especialmente en el sentido moral, alejado de la voluntad de Dios, como consecuencia, al ser humano no se le permite disfrutar del árbol de la vida: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre…” (Génesis 3.22 al 24). Primero tiene que sufrir un castigo, como consecuencia de sus propias acciones y su temeridad ante Dios. Cuando el ser humano pretende ser como Dios, entra en un egocentrismo e idolatría de sí mismo, incompatible con el árbol de la vida y su fruto, ambos representativos de Jesucristo. Se presenta en la historia de la humanidad un politeísmo, en relación con los dioses falsos al cambiar o sustituir según su conveniencia al verdadero Dios, en las diferentes formas de conceptuar a Dios, en el fraccionamiento continuo de la religión y en las guerras proselitistas posteriores.
 Antes del diluvio, en tiempos cuando la generación se ha corrompido, personas como Enoc y Noé caminan con Dios, ejercen su voluntad y son personas justas, perfectas en su época con la gracia de Dios ante sus ojos (Génesis 5.22, 6.8 al 9). La conducta y las relaciones entre seres humanos, son reguladas con leyes procedentes de su Creador. Posterior al diluvio, el mensaje de Dios, también se transmite oralmente entre generaciones y se destaca Abraham por su obediencia a Dios al oír su voz, guardar su precepto, sus mandamientos, sus estatutos y sus leyes (Génesis 26.5). Anteriormente al profeta Moisés, se transmitían los mandamientos en forma verbal (Génesis 4.26, 5.22 al 24, 6.9, 13.4, 14.18 al 20, 26.5), de padres a hijos, aunque la ley no estuviera por escrito, existía el pecado, reinando la muerte en el transcurso desde Adán hasta Moisés, sin embargo, no fue como la transgresión de Adán, quien recibió un mandamiento directo de Dios (Romanos 5.13 al 14). El pecado entró a este mundo y todo ser humano sin excepción, arrastra las consecuencias del mismo, mediante la muerte, como paga del pecado, siendo necesarios la redención de Cristo, su ejemplo y modelo de vida.
 Jesucristo con el ejemplo práctico de vida, nos muestra como en la condición de ser humano es factible, el cumplimiento a cabalidad de la voluntad de Dios, para integridad moral y espiritual: “…Porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas…” (1 Pedro 2.21 al 24). Prevalece el perdón y la misericordia de Dios: “Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujeto a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Romanos 11.30 al 32). La gracia posibilita una ley moral o comunitaria funcional y práctica, donde se refleja lo interno de la persona (similar a un espejo), congruente entre el pensamiento y el proceder. Esta congruencia entre gracia y ley, no es como la transgresión: “… el don no fue como la transgresión;… pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación… así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5.15 al 21). Inclusive la promesa hecha a Abraham y a su simiente (Cristo), porque en Cristo Jesús la bendición de Abraham llega a los gentiles (Gálatas 3.14 al 16).
 La libertad en Cristo nos hace libres de la esclavitud y el poder del pecado; y por ende de la condenación eterna, así que si Jesucristo nos liberta seremos verdaderamente libres (Juan 8.36). Cristo nos libertó con su muerte en la cruz del calvario y así pagó el precio por nuestros pecados, ahora somos siervos de la justicia y de Dios, teniendo por fruto la santificación y como fin la vida eterna (Romanos 6.17 al 22). Cuando estábamos en el pecado éramos esclavos del pecado, pero ahora somos libres porque a libertad hemos sido llamados (Gálatas 5.13). Salir de la ignorancia y permanecer en la palabra de Dios, contribuye con hacernos libres, porque al conocer la verdad nos liberta (Juan 8.32). La libertad en Cristo incluye ser libres de complejos de inferioridad o superioridad, aversión, discriminación, estereotipos, mitos y prejuicios.
 [46]
______________________________________________________________________________
 Acerca de la incredulidad, indecisión, indiferencia e ignorancia, motivo del sentido opuesto entre lo natural y lo celestial, sumado al titubeo presente entre lo espiritual, la Biblia asegura lo siguiente: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 22 al 23). El ser humano desde un principio, según el modelo de Adán y Eva, pretende vivir sin tomar en cuenta a Dios. Esta forma de vida es conocida como solamente natural, mientras tanto, el ser humano interesado en conocer y practicar la voluntad de Dios, le llamamos espiritual. Quienes dudan entre los espirituales y sus vidas reflejan estar más apegadas a lo natural, son los indecisos (tibios), que se quedan solamente como creyentes, pero sin el ejercicio como practicantes. Porque quienes verdaderamente practican lo espiritual se despegan de lo natural y trascienden al ejemplo y modelo de vida de Jesucristo en el conocimiento celestial.
 Esta afirmación de lo natural se hereda de Adán: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,... Porque así como en Adán todos mueren...” (1 Corintios 15.21 al 22). El asunto de los indecisos o tibios dentro de lo espiritual, sin lograr trascender al conocimiento celestial tiene también su confirmación bíblica: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios, para vergüenza vuestra lo digo” (1 Corintios 15.33 al 34). En el caso del conocimiento celestial para salvación y vida eterna, la Biblia dice: “... también por un hombre la resurrección de los muertos... también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15.21 al 22). Es en Cristo Jesús que recibimos en vida el conocimiento y práctica que nos lleva a lo celestial: “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15.47 al 49). El mundo por sí mismo, en su condición humana no puede recibir la resurrección de los muertos para vida eterna: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.50). Nuestra mentalidad en esta vida, es vinculante para la recompensa en la venidera, después de la muerte física o material o el cuerpo transformado a la segunda venida de Cristo.
 A los que insisten en la creencia de lo material o natural, como igual a lo espiritual, Jesucristo fue entregado por causa de las transgresiones (Romanos 4.25), desobediencias, impunidades, indiferencias y rebeliones. La Santa Biblia es inspirada y escrita en el pasado; pero hay un enlace con su interpretación en el presente, porque en cada época se agregan nuevos elementos de juicio para mejorar la comprensión de las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, la Biblia dice: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados” (1 Corintios 15.51). Otro ejemplo: “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará... Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13.9 al 12). La respuesta es la siguiente, porque la Biblia se explica por sí misma: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho... Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 20 y 23). La resurrección de los muertos y la transformación tiene relación con los que son de Cristo, porque el mundo evasivo e indiferente al compromiso, reconocimiento y responsabilidad de la preeminencia de Jesucristo se excluye así mismo.
 Los razonamientos analizados se hacen a través de demostraciones textuales apoyadas en la Biblia, sin perder el sentido original, para sustentar el testimonio acreditado en la palabra de Dios. Aunque es inevitable la diversidad y evolución de los idiomas a través del tiempo y su relación con las traducciones de la Biblia en cada versión. Se analiza un enfoque especial de la realidad bíblico - social, en relación con los valores comunitarios: amor de Dios, compasión, fe, justicia, misericordia, paz, santidad, virtud y los elementos necesarios para la convivencia y la búsqueda de una mejor calidad de vida personal y social, de acuerdo con la preeminencia en Cristo, su ejemplo y modelo de vida. De lo contrario, Jesús nos advierte que nadie nos engañe, porque se levantarían falsos Cristos y falsos profetas (Mateo 24.4, 24), en otra ocasión dice que creamos en él como dice la Escritura (Juan 7.37), que no puede ser quebrantada (Juan 10.35). El apóstol Pedro llama a la profecía de las Sagradas Escrituras, la palabra profética más segura (2 Pedro 1.19 al 21), a la cual hacemos bien en estar atentos, dice él, como a una antorcha en lugar oscuro. Es como una luz guía del pueblo en la oscuridad, porque ninguna profecía escrita es de particular interpretación (1 Corintios 14.32), es Jehová mismo quien declara lo que hace y lo revela a sus siervos los profetas de las Sagradas Escrituras (Amos 3.7). Esto porque hay quienes en el mundo espiritual son falsos, ya sea en doctrinas, dogmas, enseñanzas o predicaciones, donde desvían la atención en lugar de Jesucristo y eliminan su preeminencia, máxime cuando les es indiferente fusionar y mezclar lo carnal o natural con lo espiritual, sin importar la obra, propósito y sacrificio de Cristo en su primera venida.
 [47]
______________________________________________________________________________
 Hasta aquí se ha descrito la existencia de tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial. El libre albedrío es diferente en cada tipo de conocimiento, por ejemplo, la elección de una ocupación, oficio, profesión o trabajo en general, corresponde al libre albedrío natural, pero la escogencia de una congregación, denominación, iglesia o religión, pertenece al libre albedrío espiritual. Por esta razón cada tipo de conocimiento tiene su propia legislación que a la vez tiene la propiedad de ser infinita. Prueba de esto es la existencia de tantos grupos, organizaciones y tradiciones eclesiásticas, con sus respectivas costumbres, creencias, doctrinas, dogmas y tradiciones. La libertad de elección es propia del conocimiento donde se ejerce, aunque algunos la confunden con el libertinaje. Hay una clase de libre albedrío muy especial, porque es el libre albedrío de Jesucristo, quien renuncia a su propia voluntad para hacer la voluntad del Padre. Este libre albedrío de Jesucristo aplica en el conocimiento celestial y se cumple cuando hay un verdadero bautismo de inmersión en el Señor Jesús, en su consagración, devoción, ejemplo de vida, fidelidad, perseverancia, santidad, sufrimiento y testimonio. Lo que pasa es que hay un solo bautismo comprendido por un proceso de doctrina de bautismos, a saber, nacer de nuevo con la limpieza producida por la palabra de Dios Padre, por medio del arrepentimiento, conversión y santificación, originalmente predicado por Juan el Bautista. El bautismo en agua, ya sea aspersión, infusión o inmersión, según la legislación espiritual propia de cada comunidad de fe eclesiástica, es solo una representación simbólica de la muerte y resurrección de Cristo, que en dicha legislación, el procedimiento genera conflicto y debate infinito. Esto es solo un desvío y distracción de la verdadera atención en Cristo. Otro bautismo es en Espíritu Santo y fuego.
 El bautismo de inmersión en el Señor Jesús es (aquí hay secreto), el amor derramado por Jesús sobre la humanidad. Lo único que excede a todo conocimiento, es el amor de Cristo, podemos ser plenamente capaces de comprender y entender todas sus dimensiones, para ser llenos de toda la plenitud de Dios: “... para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios...” (Efesios 3.14 al 21). Por cientos o miles de años la legislación espiritual se debate entre la existencia del libre albedrío o de la predestinación. Esto es otra distracción que desvirtúa o tergiversa la razón de ser que es Cristo, o sea, Jesucristo tiene preexistencia y fue predestinado, entonces la predestinación es Jesucristo y los predestinados son los que asumen el libre albedrío de Jesús para vivir según su ejemplo y modelo de vida cotidiana, haciendo la voluntad de Dios Padre.
 A continuación un resumen desde las tres perspectivas de los evangelios:
 Mateo 26.36 al 46.
Cuando Jesús ora en Getsemaní, comienza a entristecerse y a angustiarse en gran manera, hasta la muerte, ora tres veces al Padre para pasar aquella copa, aunque pide prevalecer la voluntad de su Padre. Luego llega la hora y es entregado en manos de pecadores.
 Marcos 14.32 al 42.
Jesús llega a Getsemaní y comienza a entristecerse y a angustiarse, dice estar muy triste hasta la muerte, entonces se postra en tierra y ora a Dios. Dice Abba Padre, todas las cosas son posibles para Dios, solicita apartar esa copa, pero conforme con la voluntad de su Padre. Ora tres veces diciendo las mismas palabras. Finalmente es entregado en manos de pecadores.
 Lucas 22.39 al 46.
Jesús va como solía al monte de los Olivos y se aparta de sus discípulos, se pone de rodillas y ora al Padre, solicita pasar aquella copa, aunque la prioridad es hacer prevalecer la voluntad del Padre. Se le aparece un ángel del cielo para fortalecerlo. Al estar en agonía, su oración es más intensa con sudores como grandes gotas de sangre, que caen en la tierra.
 En el caso de la purificación con agua, dice la Biblia: “... Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5.25 al 26 y Hebreos 10.19 al 22). Cristo efectuó la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo (Hebreos 1.3), a través de su sangre nos limpia nuestras conciencias de obras muertas, para servir a Dios (Hebreos 9.14; 1 Juan 1.7). El bautismo en agua sirve para testimonio de nuestra aspiración de una buena conciencia hacia Dios, porque este bautismo no quita las inmundicias de la carne (1 Pedro 3.21). La limpieza consciente viene por la palabra de Dios (Juan 13.10 al 11, 15.3; Hechos 10.15, 28, 34 al 36, 43 al 44, 11.1, 9, 14 al 18) y mediante la fe la purificación de nuestros corazones (Hechos 15.8 al 9). Por la fe en Cristo, somos bautizados y revestidos en él (Gálatas 3.26 al 27), para vivir conforme a la voluntad de Dios (1 Pedro 2.21 al 24, 4.1 al 2).
 [48]
______________________________________________________________________________
¿Por qué según el conocimiento celestial Jesucristo tiene la preeminencia? Porque sus seguidores y servidores cumplen primeramente su ejemplo y modelo de vida en las acciones cotidianas con un corazón puro. Hay un texto acerca del amor verdadero, con tres características para autenticar su identidad y con la mención en su contexto de ciertas variables claves para reconocer el desamor, como aborrecimiento, enemistad, odio y rivalidad. Las tres cualidades de este amor genuino son las siguientes: nacido de corazón limpio, de buena conciencia y de fe no fingida. Según el contexto del texto en mención, las variables del desamor en torno al amor auténtico están: diferente doctrina, fábulas y genealogías interminables, disputas en lugar de la edificación de Dios, desviarse y apartarse a vana palabrería. Textualmente se dice: “... queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman” (1 Timoteo 1.1 al 7). Algunos en lugar de dar la preeminencia a Cristo y demostrar consagración, dignidad, paz, respeto, reverencia y santidad, sustituyen el amor de Jesucristo por la defensa de doctrinas y dogmas divisorios, donde se fomenta un fraccionamiento cristiano plagado de agresión, condena, imposición y violencia. Consideran demostrar piedad de amor y respeto con la blasfemia, con la presunción de ser eruditos y doctos, ofenden de forma cruel y despiadada, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman, se cumple como dice la Biblia en el pasaje mencionado anteriormente.
 El camino de la espiritualidad ha sido demarcado por Jesucristo mismo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5.8). El grado o nivel de calidad espiritual para ser considerado de limpio corazón, de ninguna manera es la prédica oportunista de quienes denigran y desprestigian a los integrantes de otras congregaciones, denominaciones, iglesias o religiones, con las condenas y pretexto del tema de la idolatría, aparentan y presumen ser más conocedores, iluminados y santos, según doctrinas y dogmas y no según Cristo: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6.3 al 5). El espiritual conecta su mente y corazón, de acuerdo con la representación y simbología de cada uno de estos elementos. Se reitera el siguiente párrafo mencionado en una lectura anterior: “La religión trae consigo el surgimiento de los mitos, arquetipos y la aventura de un viaje al encuentro con la deidad. Por consiguiente, la energía, fuerza, y valentía hacia el conocimiento verdadero, con la superación de adversidades y obstáculos. Distorsionado en luchas de poder del gobierno humano, en lugar del dominio del temperamento, la modificación de la personalidad y la consolidación del carácter, para acercarnos al Dios verdadero y a una mejor convivencia entre seres humanos. La personalidad incluye rasgos visuales de conducta o comportamiento, influenciada por las actitudes, aptitudes, carácter, costumbres, emociones, hábitos, pensamientos y sentimientos. La palabra de Dios pregunta: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3.13)”.
 La Biblia afirma: “... sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre... a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cuál sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6.11 al 16). Dos puntos primordiales para el análisis respectivo: en comparación al ser humano, el único con inmortalidad es Jesucristo y para acceder o habitar en luz inaccesible, no se puede como ser humano corruptible y mortal. El ser humano antes de la transgresión de pecado, representado en Adán y Eva, fueron creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1.26 al 27, 5.1 y 9.6), luego de la muerte de Abel la procreación es a semejanza e imagen de Adán: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas...” (Génesis 5.3 al 5), resulta que el postrer Adán, que es Jesucristo, es la imagen visible del Dios invisible (Colosenses 1.15), sus seguidores y servidores tienen que llegar a ser a imagen de Jesucristo: “... Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.28 al 29). Por lo tanto, aclaramos que el mundo espiritual es importante y necesario, porque es un medio para dar paso entre lo natural y lo celestial a través del conocimiento de Jesucristo. Es vital congregarse para la comunión, ya sea en una congregación, denominación, iglesia o religión: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10.24 al 25). En la reunión para las actividades, ceremonia y liturgia el aprendizaje y enseñanza tiene que ser con la preeminencia de Jesucristo, en la práctica y vivencia. Esto significa congregados en su nombre: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18.20).
 La Biblia dice: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15.45). La sensibilidad del desapego a lo carnal y terrenal, para que lo corporal sea morada del Espíritu Santo, hace que la persona natural deje de ser solamente natural y pueda trascender a lo celestial. La palabra de Dios confirma lo siguiente: “... a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12.18 al 25). El apóstol Pablo afirma que carne y sangre, en otras palabras, el ser humano con cuerpo corruptible, no puede heredar el reino de Dios (1 Corintios 15.50). En el caso de Enoc y los demás mencionados en Hebreos 11.1 al 12, murieron sin haber recibido las promesas (Hebreos 11.13 y 16 y 39 al 40). Job tenía la esperanza de la resurrección y de ver a Dios (Job. 19.25 al 27). Esta es la promesa mencionada por Jesús cuando dijo acerca de bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
 [49]
______________________________________________________________________________
 La intención es una determinación de la voluntad hacia un fin específico, según el grado o nivel de conocimiento, así influye la legislación natural, espiritual o celestial en la persona. Dios evalúa o valora la intención y propósito de acuerdo a la forma de conducción o comportamiento, ya sea entre lo natural, espiritual y celestial. Hay una parábola del servidor infiel al respecto: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12.47 al 48). En este pasaje encontramos los tres grados o niveles en el plano dimensional de conocimiento. El que es solamente natural desconoce la voluntad de Dios, debido a la ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia, ya sea por omisión o voluntariamente, especialmente por su capacidad del libre albedrío o libertad de elección. El que conoce la voluntad de Dios, pero no se prepara, ni hace la voluntad de Dios, es aquel espiritual que se queda solamente en creyente en lugar de practicante. Al que se le da mucho conocimiento se le demanda mucha práctica, entre estos espirituales que a la vez son creyentes practicantes, se le demanda más rendimiento de cuentas y práctica del grado o nivel de conocimiento, estos son los que tienen posibilidad de acceder al conocimiento celestial, porque son a los que más se le ha confiado, entonces más se le pide cuentas de su grado avanzado.
 Analicemos lo mencionado anteriormente por partes, comparado con el caso de la legislación según el tipo de conocimiento. Dios pesa en balanza la justicia de las intenciones del ser humano, especialmente los que se hacen llamar espirituales practicantes y en realidad no lo son, según el ejemplo y modelo de Jesucristo. La Biblia dice lo siguiente: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus... Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16.2 y 25). Jesucristo nunca en todo su evangelio discrimina o margina a quienes son únicamente naturales, porque su llamado se dirige a los pecadores. La Biblia aclara: “Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2.16 al 17). Otro pasaje indica: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9.13). Estos escribas y fariseos, murmuradores y querellosos, quienes censuran y hablan en contra de las acciones de Jesús, los que con facilidad se quejan, crean altercado, debates, discordia, polémica y porfían con resistencia. A estos, Jesucristo les denuncia su doble moral e hipocresía, llenos de toda intolerancia: “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mateo 23.13).
 Aunque eran participantes de lo espiritual y del mundo de las religiones, se oponen y resisten al conocimiento celestial promovido por Jesús. Tiempo después Esteban los denuncia, previo a su muerte como mártir, con las siguientes palabras: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (Hechos 7.51 al 53). Así en la actualidad, el mundo espiritual y religioso, condena vehementemente al mundo natural por cuestiones de gustos y preferencias, pero los mismos espirituales no mantienen su integridad y postura de consagración y santidad, tal como Jesucristo lo hizo. Los mismos supuestamente creyentes cristianos se caracterizaron históricamente en crímenes, muertes, persecuciones y guerras en el nombre de Dios. Se recibió la ley por disposición de ángeles, pero los mismos espirituales en su propia legislación aún esto no lo entendieron. Los espirituales se rebajan al nivel de los naturales, con condenas y críticas, se camuflan, fusionan y mezclan terminando igual que los naturales.
 Observemos la relación entre el conocimiento natural y el espiritual, la Biblia dice: “No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales” (Judas 8 al 10 y 2 Pedro 2.10 al 12). Hay una marcada diferencia y separación entre el conocimiento natural y el espiritual, pero cuando el espiritual se vuelve solo teoría sin la debida práctica, en lugar de trascender a lo celestial se apega más a lo natural, inclusive sus propios filósofos, líderes, pastores, predicadores o profetas: “Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero...” (2 Pedro 2.19 al 22). Las personas de una congregación, denominación, iglesia o religión, ya sea colectiva, individual o de forma institucionalizada, que proceden a infundir condena, juicio, odio y rivalidad, contra otras personas del mundo natural o por motivos de proselitismo contra otras congregaciones, denominaciones, iglesias o religiones, aunque pretendan ser espirituales y religiosos, de ninguna manera han entendido la verdadera espiritualidad según Cristo, desconocen por completo la enseñanza y mensaje del conocimiento celestial mediante Jesucristo, quien pregunta: “... ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?...” (Mateo 12.33 al 37).
 [50]
______________________________________________________________________________
 Jesucristo es el Camino, porque representa el Amor, Compasión, Fraternidad, Fe, Justicia, Misericordia, Paz y Santidad. En el cristianismo puro, real y verdadero se trata de obedecer plenamente a Jesucristo como líder espiritual y religioso. Los grupos de líderes religiosos cristianos independientes o colegiados, tienen que mantener un rumbo con dirección fiel y sumisa al Señor Jesucristo. Por ejemplo, el fundamento y magisterio es necesario, la sucesión apostólica y profética, es una guía para el pueblo de Dios por el sendero de la vida, para tratar de mantener una dirección y rumbo estable. Desde la antigüedad fueron ejemplos, Enoc, Noé, Abraham y Moisés. Este ejemplo de Moisés documentado en las Sagradas Escrituras es clave para la comprensión de la preeminencia de Cristo: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo..., diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad” (Hechos 3.22 al 26). En la actualidad es requerimiento ante todo, disponer con fidelidad y perseverancia el conocimiento y mirada puestos en Jesús. La gloria, honra y el reconocimiento sean para Dios Padre y su Hijo amado Jesucristo, a quien el Padre designa para dar salvación y vida eterna a los practicantes (amor, compasión, fraternidad, fe, justicia, misericordia, paz y santidad) de entre los creyentes llamados de todo el planeta.
 Todo ser humano es creación de Dios y un potencial hijo e hija obediente de Dios, de lo contrario un hijo e hija rebelde y desobediente. La subordinación sobre todo es a Jesucristo: “Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lucas 9.49 al 50). Esto significa que quienes consideran su salvación mediante el proselitismo y su religión, antes que en Jesucristo, entonces viven una fe ciega, tal es el caso de los fariseos, en una condición de comodidad y confort religioso, que se sienten ofendidos porque son intolerantes al mensaje de Jesús: “… Toda planta que no plantó mi Padre Celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15.7 al 14), o sea, algunos supuestamente en nombre de Dios y por aparente evangelización, incurren en infundir desamor y odio religioso, al punto de los asesinatos y guerras de índole religioso. El paradigma de la salvación por las doctrinas y dogmas, con las que se sustituye a Jesucristo.
 En el nuevo pacto Cristo manda a amar a los enemigos, bendecir a los que maldicen, a hacer el bien a los que aborrecen, y orar por los que ultrajan y persiguen (Mateo 5.43 al 44; Lucas 6.27 al 31). El apóstol Pablo dice que en cuanto dependa de uno, hay que tener paz con todas las personas (Romanos 12.18). Debemos aprender a perdonar, siendo humildes, mansos y prudentes, ya que el mandamiento es amarnos unos a otros como Jesús nos amó (Juan 15.12). Las enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias, homicidios, son parte de los frutos de la carne (Gálatas 5.20 al 21). Los hermanos de José por envidia intentan matarlo (Génesis 37.20 al 22), y lo echaron en una cisterna, posteriormente lo vendieron por veinte piezas de plata (Génesis 37.24 al 28). Coré y otros descendientes de Rubén, se levantaron contra Moisés y Aarón en el desierto (Números 16.1 al 4, 30 al 33). Absalón por venganza mató a su hermano Amnón (2 Samuel 13.28 al 29). En el antiguo pacto era permitido el ojo por ojo y diente por diente, sin embargo, Jesús dice que no hay que resistir al que es malo, ni al que hiere, ni al que quiere poner a pleito, ni al que quita, ni al que obliga (Mateo 5.38 al 40). De las cosas que aborrece Jehová, son las manos derramadoras de sangre inocente y el que enciende rencillas entre hermanos (Proverbios 6.16 al 19).
 El mundo de los prosélitos es cuando la búsqueda de Dios, se vuelve figurativamente en una caza de partidarios, el propósito de Dios se desplaza o pierde importancia, porque la suplanta la parcialidad y unión de quienes pretenden lograr el fin de separar al recién convertido del común cristiano, para aumentar su propio grupo de fanatismo de creencias, por beneficio e intereses propios. Jesús como autoridad establecida, advierte lo siguiente del proselitismo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mateo 23.15). Hay un celo exagerado y abusivo de fraccionar el cristianismo. Hay constantes fundaciones de iglesias particulares, por mera charla, elocuencia, locuacidad u oratoria, pero sin el respaldo y la unidad del Espíritu Santo de Dios: “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 19). Los que se impresionan más por prédicas conmovedoras que por la vida ejemplar y modelo de vida de Jesucristo. La palabra de Dios llama culto racional el presentar el cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que no se conforma, sino que se renueva en el entendimiento, para comprobar la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12.1 al 2). Hemos reiteradamente confirmado que el fraccionamiento cristiano es válido en la medida de una estrategia permitida por Dios para llevar el evangelio de Jesucristo. La función de toda congregación, denominación, iglesia o religión cristiana es dar la preeminencia a Jesucristo y transmitir su ejemplo, enseñanzas y modelo de vida.
 [51]
______________________________________________________________________________
 Pablo hace una comparación al decir que un poco de levadura leuda toda la masa (Gálatas 5.7 al 12). Esto se relaciona, en su simbolismo, la levadura con la maldad y malicia, por otra parte, los panes sin levadura son la sinceridad y verdad, el vivir diariamente, consciente de la autenticidad de la palabra de Dios y diferenciar de la falsa: “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;… ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5.6 al 8). Una alegoría es la representación de una idea abstracta a través de otra que tiene una relación real, es la expresión por medio de una figura literaria para transmitir el entendimiento de otra idea distinta.
 Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo…” (Juan 6.56 al 58). Jesús es el pan verdadero, también hace ver a las personas como ese pan con o sin levadura, quienes tienen levadura, están con la palabra alterada en sus corazones, refiriéndose a la doctrina y proselitismo de los fariseos y saduceos (Mateo 16.6 al 12). Al igual la levadura representa pecado y nosotros debemos estar separados de esa vieja levadura, en donde Cristo nos ha redimido de los pecados pasados, por medio de la fe en su sangre, a través de la gracia y de manifestar en este tiempo la justicia de Dios (Romanos 3.24 al 26).
 La Biblia presenta numerosas alegorías y simbologías. El candelabro de siete lámparas (Éxodo 25.31 al 40), representa la ley y la profecía, la iluminación universal del Espíritu de Dios. El Apocalipsis dice: “…estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra” (Apocalipsis 5.6). El profeta anuncia: “… He aquí un candelabro todo de oro… y sus siete lámparas… y siete tubos para las lámparas… Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra” (Zacarías 4.2 y 10). El profeta Isaías anuncia: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová… juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Isaías 11.1 al 5).
 La expresión de herir la tierra con la vara de su boca y matar al impío con el espíritu de sus labios, algunos lo asumieron literalmente en guerras religiosas y matar a sus semejantes del bando contrario. El análisis de un texto implica tomar en cuenta el aspecto cultural, figuras literarias, género literario, geográfico e histórico. El pasaje alude, en sentido figurado, a la vara de su boca y el espíritu de sus labios. En su tiempo Jesús deja al descubierto con su mensaje la maldad de las personas y las injusticias. Este pasaje tiene expresiones universales, juzgar con justicia a los pobres y argumentar con equidad por los mansos de la tierra. Jesús con su vida, vino a hacer visible el amor, juicio justo, misericordia, piedad y demás valores y virtudes del Padre invisible (Juan 1.18, 14.7 al 11; Colosenses 1.15; 2 Corintios 4.4 al 6; Hebreos 1.3.), dando ejemplo como humano de capacidad para obedecer al Padre (Juan 13.15; Filipenses 2.8; Hebreos 5.7 al 10; 1 Pedro 2.21), quien dice: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42.1). La práctica cristiana, hace visible el ejemplo de vida, modelo y testimonio de Jesucristo. Herir la tierra y matar al impío, alude a eliminar de nuestras vidas el apego a lo terrenal, bienes materiales y a la impiedad del desprecio al necesitado y en desgracia, con el amor y respeto por el bien, la vida humana, por lo sagrado y santo.
 La vida no se toma a la ligera sino con reverencia a Dios el Creador, por esta razón el respeto a los demás es vital, como parte de la alabanza y adoración a Dios, quien envió a su Hijo para reconciliar, rehabilitar, reivindicar, rescatar y restaurar al ser humano. Jesús dijo que nadie había visto al Padre, refiriéndose a los humanos, porque se exceptuaba a él mismo (Juan 6.46), y a los ángeles que están con Dios (Mateo 18.10), además, otro pasaje dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1.18). A través de Jesucristo y por tener él a Dios Padre en su corazón, es que hace visible delante de nosotros, al Padre en su forma de ser (Juan 14.7 al 10), o sea, la gloria de Dios Padre revelada en su Hijo Jesucristo, en cuanto a amor, gracia, misericordia, paz, propósito, unidad y verdad (2 Juan 3). Jesucristo es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1.15; 2 Corintios 4.4), porque Dios Padre es invisible (1 Timoteo 1.17), pero Jesucristo por su obra le dio a conocer, ya que siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a su Padre, como por aferrarse (Filipenses 2.5 al 6), manifestándose en carne (Juan 1.1 y 14), y posteriormente recibido arriba en gloria (1 Timoteo 3.16).
 Dios Hijo en forma humana, semejante a los hombres, se humilla en obediencia hasta la muerte, por lo cual Dios Padre lo exalta y le da un nombre sobre todo nombre (Filipenses 2.7 al 11), por lo tanto Dios Padre enaltece a su Hijo (Hebreos 1.4 al 9), más que al resto de ángeles, porque le da un lugar a su diestra (Hechos 2.32 al 36; Hebreos 1.13; Apocalipsis 3.21). Esteban lleno del Espíritu Santo, viendo en dirección al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a su diestra (Hechos 7.55 al 56). Está al lado del Padre desde antes (Génesis 1.26, 11.7), desde el inicio en la creación está junto al Padre (Juan 1.2 al 3; 1 Juan 1.1 al 3), luego de su primera venida, regresa al Padre, al lado suyo, con aquella gloria que tenía desde antes que la creación estuviera terminada (Juan 17.1 al 8).
 El Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo, por lo cual debemos de confesar que Jesús es el Hijo de Dios (1 Juan 4.14 al 15). Y sabemos que verdaderamente Cristo es el Salvador del mundo (Juan 4.42) y verdadero Hijo de Dios (Marcos 15.39). Por esta razón se le llama Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mateo 1.23). Porque el Padre envió a su Hijo unigénito, para que el mundo sea salvo por él (Juan 3.16 al 18).
 [52]
______________________________________________________________________________
 El conocimiento celestial se demuestra con experiencia y práctica, no se queda solamente en la retórica de la palabrería de embellecer la expresión, con la finalidad de deleitar, conmover o persuadir a los oyentes, a veces basado solo en las apariencias del emisor, sin credibilidad y respaldo. No nos equivoquemos, el plan de Dios es en función del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, la palabra divina se vuelve en la acción humana de Jesús, quien testifica de sí mismo lo siguiente: “¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo, el Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (Marcos 12.10 al 11). A continuación un texto determinante: “… siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2.19 al 22). La Sagrada Escritura se explica y presenta expresiones claves, por ejemplo, la ignorancia por falta de lectura de algunos pasajes escritos, quienes edificaban desecharon a Jesucristo, el coordinador principal que ha venido a ser cabeza, nosotros vamos creciendo, edificados para ser un templo santo en el Señor y morada de Dios en el Espíritu. Esta palabra de Dios dice: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.11 al 12).
 La Biblia cuestiona si a la segunda venida de Cristo, ¿encontrará fe en la tierra?: “… ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18.6 al 8). Este término de hacer justicia a sus escogidos, llama la atención la mención de la palabra escogidos. El apóstol Pedro en su primera epístola menciona: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,… edificados como casa espiritual… por medio de Jesucristo… Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1 Pedro 2.4 al 8). Jesucristo desechado por el ser humano, fue escogido y enviado de Dios, quienes lo rechazan y se resisten, con tropiezo en la palabra y desobediencia, se destinan a sí mismos, por su oposición a Cristo. Es el ser humano que se posibilita o se restringe por su libre elección el ser semejante en ejemplo y modelo de vida de Cristo. Vamos a parafrasear lo dicho, Jesucristo es el elegido o escogido de Dios, sus seguidores por lo tanto serán quienes eligen o escogen ser como Cristo. Jesucristo es el predestinado de Dios, sus seguidores entonces serán los que se destinan por su elección ser semejantes en vida a Jesucristo, por el contrario quienes actúan como anticristianos o anticristos son los que por su determinación deciden seguir su propio destino. Jesucristo dice: “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:… He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tienen oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3.14 al 22).
 ¿Cómo relacionamos los pasajes anteriores a nuestro mundo espiritual y religioso de todas las congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones? Primeramente en respuesta a que si encontrará fe el Señor Jesucristo en su segunda venida, lamentablemente la fe estará enfocada en la diversa e infinita multitud de doctrinas y dogmas de los propios grupos congregacionales, denominacionales, eclesiásticos y religiosos. Por lo general se apela y pretende en demostrar y justificar que se tiene la verdad absoluta y única. Ejemplo de posiciones conflictivas al grado de muertes, persecuciones y torturas, por diferencias de creencias. Estas situaciones milenarias se han presentado hasta nuestros días. Actualmente con las palabras se desprestigia, denigra y difama, desde un altar o púlpito, supuestamente a los adversarios en la fe. El centro de atención y exaltación es el humano mismo, por estímulo y excitación del ánimo, pasión o sentimiento, provocado por la oratoria y retórica de los adoctrinadores, en lugar de la enseñanza y vivencia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo con actos, acciones y hechos, fruto de la actitud, conducta y comportamiento.
 La legislación espiritual en su interpretación y opinión a través de la creación y documentación de doctrinas y dogmas es infinita, ineludible e inevitable, principalmente en la especialidad de condenar a los demás. La libertad que hemos recibido en Cristo en el nuevo pacto, implica practicar la justicia y obedecer la voluntad de Dios (Salmos 119.172). La libertad en Cristo no es hacer lo que se quiera, sino ser libre del pecado por hacer la voluntad de Dios. Esta libertad se entrelaza con la justicia, porque la libertad responsabiliza al ser humano de sus actos, ya que no está sometido por el pecado, una vez libre interviene la justicia para hacer lo correspondiente al orden y a la rectitud. Dios para dar la libertad de la esclavitud del pecado, justifica al ser humano por medio de la fe en la sangre de Jesucristo, justificando gratuitamente por su gracia, de manera que la gloria y la honra son para Dios, es el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Romanos 3.21 al 26).
 La Escritura dice que si es por gracia no es por obras y si es por obras no es por gracia (Romanos 11.6). Las obras aquí referidas, son las obras de la ley, ceremonias, circuncisión, lapidación y ritos. La justificación de Dios es por su misericordia y no por las obras de justicia que el ser humano hubiera hecho (Tito 3.5), es decir, es necesario presentar el cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12.1), con buenas obras por sus frutos (Tito 2.14, 3.8 y 14), o sea, las obras de Jesús, en lugar de las expiaciones, holocaustos, ofrendas y sacrificios por el pecado (Hebreos 10.1 al 10). La Escritura afirma que la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2.17 al 18 y 26). También menciona en forma recíproca, al ser humano como justificado por las obras, y no solamente por la fe (Santiago 2.24), porque los practicantes vienen a Jesús, para manifestar sus obras que son de Dios (Juan 3.17 al 21). Así hoy en día muchos son tibios (Apocalipsis 3.15 al 16), y no según Jesucristo y sin el crecimiento que da Dios: “… todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios” (Colosenses 2.17 al 19).
Pero si se pretende la justificación, donde se pierde el respeto a la fidelidad hacia Dios, con algunas prácticas sin valor alguno contra los apetitos del pecado (Colosenses 2.20 al 23), porque se peca reincidente, por la creencia de pedir perdón al confesar de corazón y de labios el pecado (1 Juan 1.9) o considerar a Jesús como abogado ante el Padre (1 Juan 2.1), por el argumento de que interesa solo el corazón y no lo externo (2 Corintios 5.12). En estas situaciones sucedería como en el ritual antiguo abolido por Cristo, en donde en forma similar al pasado, se peca constantemente, justificado en ciertas creencias que le exoneran o perdonan de la culpa. Por ejemplo, el requisito de la condición de ser digno para participar de la cena del Señor (1 Corintios 11.27 al 34), y reiteradamente pedir perdón para estar en paz, como un rito o costumbre previa a la celebración: “… Todo aquel que permanece en él, no peca;… Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado…” (1 Juan 3.5 al 9). Jesús hace énfasis en la sanidad interna de las personas al decirles: “...  No peques más” (Juan 5.14).
 [53]
______________________________________________________________________________
 Entre las características para identificar la trascendencia al conocimiento celestial están las siguientes: el ser humano deja de ser solamente natural cuando pasa a ser morada del Espíritu Santo, su condición espiritual es ser practicante del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Esto significa que se reconoce a quienes han trascendido al conocimiento celestial, por medio de que son personas discípulas y discípulos de Jesucristo. Dentro de cada congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, en la colectividad de cada uno de estos grupos, hay individualmente discípulos de Jesucristo. Por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos en Antioquía (Hechos 11.26, 26.28). Posiblemente esta calificación proviene de los observadores externos al movimiento de Cristo, porque a lo interno su reconocimiento es por ser discípulos de Jesucristo.
 Jesucristo dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 20.16, 22.14). Esto es como una bifurcación, donde el gran grupo de creyentes se divide en dos, los que se quedan solamente como creyentes y los que en realidad o verdaderamente son los practicantes. También como la dicotomía del conjunto dividido en dos subconjuntos, el de los adoradores y el de los verdaderos adoradores que adoran en espíritu y en verdad. Jesús dice: “... los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...” (Juan 4.23). Por lo tanto, muchos son los cristianos, y pocos los discípulos de Jesucristo. La Biblia dice: “El discípulo no es más que su maestro,... Bástale al discípulo ser como su maestro...” (Mateo 10.24 al 25). Por otra parte menciona: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6.40). El grado más alto de jerarquía en el servicio a Dios es ser discípulo de Jesucristo, pero dentro del cristianismo algunos pretenden ser más o superiores a Jesucristo, quien dice lo siguiente: “... uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos” (Mateo 23.8 y 10). Además dice: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones... enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28.18 al 20).
 Jesucristo también dijo: “... Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31 al 32). El término verdadero en todos estos pasajes mencionados está vinculado al amor efectivo, genuino, real y sincero. Jesús dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13.35). Además: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor... Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15.8 al 12). Y se confirma: “Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Juan 15.17).
 Finalmente dice Jesús: “... el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre” (Juan 16.27 al 28). “Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Juan 17.25 al 26). No basta con ser creyentes, sino con ser practicantes, apartados de muchas costumbres y hábitos del ordenamiento establecido en el mundo, de los sistemas de dominación de injusticia. Es la dedicación a la voluntad de Dios, con justicia y rectitud, en medio de los sistemas de vida inmoral y de todo aquello contraproducente a la pureza o moralidad (2 Corintios 6.17 al 18). El Señor hace un reclamo muy serio cuando le llamamos Señor, pero no hacemos su voluntad (Lucas 6.46), será acaso la presunción de ser discípulos del Señor sin amor de Dios y santidad, en medio de la adversidad, dificultad, enfermedad, hostilidad y sin la práctica de una moderación de abstinencia, austeridad, castidad, continencia, decencia, obediencia, sencillez, modestia y recato.
 La Escritura dice que sigamos la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12.14). Es necesario mantener una conciencia limpia y pura delante de Dios, para estar sujetos no por el castigo sino por causa de la conciencia (Romanos 2.13 al 15, 9.1, 13.5; 1 Corintios 4.4, 8.7, 8.12; Juan 8.9; 1 Timoteo 3.9, 4.2; Hechos. 23.1, 24.16). Vivimos en una sociedad permisible donde el desenfreno de la conducta, está sumida en la esclavitud del pecado; inclusive considerados creyentes obedecen la palabra parcialmente. La palabra gracia se ha tergiversado casi por completo. El pueblo de Dios está llamado a obedecer y permanecer firme hasta el fin (Mateo 24.13). La obediencia y perseverancia van de la mano, si una falla la otra fracasa. Todos los días nos aseamos y nos alimentamos; así es la vida espiritual, tanto la obediencia como la perseverancia no pueden descuidarse, para seguir el consejo de mantener firme la profesión de la fe sin fluctuar (Hebreos 10.23): “No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor” (Efesios 5.7 al 10).
 [54]
______________________________________________________________________________
 En reiteradas ocasiones hemos mencionado la existencia de tres tipos de conocimiento: natural, espiritual y celestial. La Biblia completa, desde el principio hasta el fin, menciona claves donde funcionan como llave para abrir la comprensión de la palabra de Dios. El entendimiento es con profundidad y no se queda solamente en lo superficial. La Biblia aparte de lo literal tiene alegoría y simbología. Por ejemplo, con responsabilidad hay que asumir y ser a imagen de Jesucristo para seguir su ejemplo como discípulas y discípulos del Señor. La práctica es de los principios, valores y virtudes del evangelio y reino de Dios. Hay infinidad de pasajes que mencionan y relacionan los tres tipos de conocimiento. En el caso de quienes trascienden al conocimiento celestial: “Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga... Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo” (Salmos 82.1 y 6). En el caso de quienes intermedian en el conocimiento espiritual: “¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos? Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos” (Salmos 82.2 al 4). En el caso de quienes se estancan en el conocimiento natural: “No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra... Pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis. Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones” (Salmos 82.5 y 6 al 8).
 El Señor Jesucristo, tanto como humano e Hijo de Dios, hizo el bien en forma incansable, dejó el ejemplo de amor, dedicación, piedad y servicio a la obra de Dios, en medio de la pobreza y la necesidad extrema. De igual forma sus seguidores, como humanos e hijos de Dios, es necesario que sirvan a la sociedad en general, con las obras de Jesús en beneficencia de los más necesitados, su docencia, su evangelización, su impulso a la salud y llamado a vivir como un reino de Dios entre las personas (Lucas 17.20 al 21). Esto hace de Jesús el Maestro por excelencia, quien es digno de seguir sobre sus pasos con el ejemplo. Algunos dan énfasis y prioridad a juicios condenatorios de doctrinas y dogmas de interpretación y opinión particular, pasando por encima de la autoridad de Jesucristo, con la parcialidad de favorecer inclusive la impiedad, contrario al amor de Dios, compasión, dedicación, devoción, fe, fraternidad, justicia, misericordia, paz, piedad, respeto y santidad.
 La comunidad de fe en el primer siglo de la era cristiana, ejerció un júbilo, en el sentido de la alegría intensa y permanente de la manifestación de piedad y solidaridad. Hay un gozo perpetuo, con admiración, afecto y sentimiento jubiloso por la confianza y esperanza depositada en Dios. Se recibe las bendiciones necesarias y suficientes para subsistir, especialmente al compartir equitativamente y con justicia con quienes están a su alrededor. La Escritura menciona a los creyentes como practicantes, al estar juntos, eran de un corazón y un alma, tenían todas las cosas en común, ninguno era avariento o egoísta con sus posesiones, sino que compartían según la necesidad de cada uno, así que no había entre ellos ningún necesitado. También abundaban en la gracia, perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comiendo juntos con alegría, sencillez de corazón (Hechos 2.42 al 47, 4.32 al 35). Predominaba la vida en el Espíritu Santo de Dios, así es indispensable en la actualidad compartir de las bendiciones de los bienes y servicios con los demás.
 La persona nacida de Dios, no puede aislarse del mundo, en el sentido de evadir en la sociedad el ejercicio del amor de Dios y la misericordia al necesitado, es imprescindible hacer el bien a los demás y amar a todos a su alrededor, con el fin de proveer lo necesario, ya sea abrigo, acompañamiento, apoyo, asilo, protección y refugio. ¿Qué recompensa tendría aquel que solamente ama a quienes también lo aman? (Mateo 5.46; Lucas 6.32). Sin hacer equidad y justicia para cada necesitado, porque Dios mismo hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5.44 al 48). Se requiere en forma constante las buenas relaciones con los semejantes, especialmente en la ayuda mutua, justicia de Dios y sincero amor. Por esta razón es importante y necesaria la acción eclesiástica, en términos de contribuir económicamente y financiera para el bien común. Por medio de la ofrenda voluntaria para ayudar a los santos pobres, según como proponga cada uno en su corazón, porque Dios ama al dador alegre, como está escrito acerca de que repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre (Romanos 15.26; 2 Corintios 9.5 al 15). En 1 Corintios 16.1 al 3, leemos acerca de una colecta en las iglesias apartada por sus integrantes, la cual posteriormente el apóstol Pablo la recogía para hacerla llegar como donativo a los santos de Jerusalén. Así en la actualidad las contribuciones, donaciones, ofrenda voluntaria para los santos pobres, se complementan para ayudar a los necesitados, tanto dentro como fuera de la comunidad eclesiástica. También hay ofrendas de abarrotes, ropa limpia y en buen estado para repartir.
 [55]
______________________________________________________________________________
 Acerca del contraste entre el conocimiento natural, espiritual y celestial, Jesús no ruega solo por sus discípulos, sino también por los creyentes en él por la palabra de ellos (Juan 17.20), y le ora al Padre pidiendo guardar en su nombre a los suyos (Juan 17.11 y 24). Para aquellos que nunca se arrepienten ni se convierten a Dios, tienen muchas razones para ser juzgados y condenados en el día del juicio, ya que tanto en el primer pacto como en el nuevo pacto, toda desobediencia y rebelión recibe justa paga de retribución (Hebreos 2.2 al 3). El pecado se infiltró desde el principio en el ser humano, en el huerto del Edén, desde ahí ha estado presente en la vida humana. Esto le ha traído consecuencias a la humanidad, cuyo desenlace final es la muerte, pues la paga del pecado es muerte (Romanos 6.23). Recordemos que el creyente necesariamente tiene que ser practicante. Por lo tanto, el proceso de creyente a practicante requiere lo siguiente: llamamiento, arrepentimiento, conversión y santificación.
 Una analogía o comparación la encontramos en el llamamiento del profeta Isaías: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quien irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6.8). Dios Padre establece un plan mediante el amor, predestina la adopción como hijos suyos, por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efesios 1.5). El Salmo mencionado en los Hechos refiere a Jesús como engendrado de Dios (Salmos 2.7; Hebreos 1.5, 5.5): “Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa…, la cual Dios ha cumplido…, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13.32 al 33). Jesucristo es engendrado pero hay una preexistencia suya ante el Padre, antes de ser enviado como ser humano. Así, Dios predestina a muchas personas para una determinada misión: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué…” (Jeremías 1.5), por ejemplo Juan el Bautista: “porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” (Lucas 1.15). Fuimos escogidos antes de la fundación del mundo, para que seamos santos, predestinados conforme a su propósito (Efesios 1.4 y 11).
 Cristo como ser humano (1 Juan 4.2) sobre la tierra, establece un precedente en la condición de carne y hueso, llega a ser el modelo por excelencia para sus seguidores, en acciones, amor, conducta, obediencia, perseverancia y valor. Se mantiene fiel y fortalecido, a pesar del sufrimiento que le esperaba con inminencia (Lucas 9.22). Está escrito: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… Mi Dios pues, suplirá todo lo que os falta…” (Filipenses 4.13 y 19). Los seres humanos espirituales son como luminares en medio de las tinieblas, estén donde estén, en su entorno hay corrupción. La persona como espiritual no está exenta o inmune de ser absorbida por la densa oscuridad, hasta apagarse. Se reconoce pecador pero sin practicar el pecado, sino en una lucha continua contra el pecado. La vocación de mantener la calidad de vida espiritual frente a su entorno, es preservar los principios y valores a pesar de la adversidad. La predestinación del ser humano es su separación del destino natural al destino celestial para vida eterna (Romanos 8.28 al 33, 9.11 al 18; Efesios 1.3 al 12, 2.10; 2 Tesalonicenses 2.13).
 La espiritualidad es un logro consecuente de las acciones, por medio de la libertad de decisión espiritual o libre albedrío espiritual, o sea, una facultad de propia determinación. El espiritual es candidato a trascender y salir del ámbito espiritual al celestial: “… ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida…” (Filipenses 2.12 al 16). Esto es similar a lo mencionado por Daniel, acerca de los entendidos, donde resplandecerán y comprenderán (Daniel 12.3 y 10), llegando a ser luminares y resplandecientes en el mundo (Filipenses 2.15), luz en el Señor andando como hijos de luz (Efesios 5.8; 1 Tesalonicenses 5.5), a través del testimonio de la conducta.
 Las Sagradas Escrituras mencionan la predestinación en muchos de sus pasajes (Jeremías 1.5, 9 al 10; 1 Corintios 1.9; Gálatas 1.15; Efesios 3.9 al 11; 1 Pedro 1.2, 2.9), se aclara que ciertamente existe la predestinación como parte del plan de Dios. Pero sin dejar de lado la consagración y la santificación, pues la Escritura dice que primero tuvieron que creer, para ser sellados (Efesios 1.13), y el apóstol afirma que primero se creé y luego se confiesa (Romanos 10.9 al 17), y todo aquel que creyere en Jesús (Romanos 10.11). Además no todos obedecen al evangelio (Romanos 10.16). Esto significa que es importante considerar otros aspectos, porque en la consagración hay dedicación de la persona para Dios, hay actitudes según lo que se profese, hay un sentido de ofrecimiento de vida en servicio, culto racional a Dios y conciencia al actuar. La santificación es que una persona se reivindica de su vida pasada, se regenera, rehabilita, reclama y defiende su derecho de elección, recupera el honor que le pertenece como hijo incorporado a Dios. Jesucristo es la predestinación, por consiguiente sus seguidores son los predestinados, por su propia libertad o libre elección de cada persona de elegir ser semejantes y vivir como Jesucristo.
 [56]
______________________________________________________________________________
 En relación con otros contrastes entre el conocimiento natural, espiritual y celestial, Jesús dice: “… No os afanéis por vuestra vida… Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo... Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12.22 al 23 y 30 al 34). Además: “… los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6.33). Aceptar a Cristo significa negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle (Mateo 16.24), de lo contrario no se es digno de él (Mateo 10.38). No podríamos imaginar a Jesús sin la cruz (sufrimiento). Aceptar a Cristo es algo más que decirlo, es entregarse a él, dejar el pecado del mundo, entrar por la puerta estrecha y andar por el camino angosto como él anduvo (1 Juan 2.6). El cristianismo auténtico es una experiencia consiente de la voluntad de Dios, se manifiesta en los seguidores practicantes de Jesucristo a través de sus enseñanzas y prácticas transmitidas por medio de los evangelios. Su vida abundante de salvación pretende traer alivio al ser humano de la miseria, ofreciéndole calidad de vida en sus días de existencia y vida eterna después de su muerte, cuando llegue el tiempo de recibir la recompensa, por demostrar una vida ejemplar semejante al Maestro. Estos son todas las personas que han creído y se han convertido a Jesucristo como su salvador personal, ejerciendo su ejemplo y enseñanzas, de manera que siguen los pasos de Jesús, aún en el padecimiento (1 Pedro 2.21 al 23, 4.16).
 Por lo tanto, el cristianismo es algo recíproco, ya que la persona está en Cristo, pero también Cristo está en la persona, sus frutos son el resultado o la evidencia de un verdadero arrepentimiento, conversión y santificación. La Escritura dice que por sus frutos los conoceréis (Mateo 7.16). Los frutos del Espíritu son: benignidad, bondad, caridad, fe, gozo, mansedumbre, paz, templanza y tolerancia (Gálatas 5.22 al 23, 2 Pedro 1.5 al 8). El fruto mismo es el creyente practicante, se alimentan con su ejemplo quienes están a su alrededor. La templanza quiere decir moderar cualquier tipo de apetito y sujetarlo a la razón. La constancia, dominio propio, estabilidad y firmeza, previenen en la persona la altivez, el enojo y la ira, en el carácter, personalidad y temperamento: “… no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo…” (1 Pedro 4.12 al 13). Para perseverar hay que ser valiente y buscar la verdad de Jesucristo como testigo fiel y verdadero (Apocalipsis 3.14). Para ser un fiel y verdadero testigo de Cristo, es indispensable poseer la perseverancia y el valor en él.
 Jesús manifiesta que serían sus testigos, hasta lo último de la tierra (Hechos 1.8). El testigo es quien adquiere el conocimiento directamente, por ejemplo, Pablo fue uno de sus testigos delante de todos los hombres (Hechos 22.14 al 15). Esteban fue otro fiel testigo de Cristo hasta en el momento de su muerte (Hechos 22.20). Jesucristo en el Apocalipsis, a través del mensaje a Pérgamo, resalta a aquellos que retienen su nombre y no niegan su fe, ni a pesar de que fue muerto uno de sus testigos fieles, llamado Antipas (Apocalipsis 2.13). Indica Jesús que quien le niegue delante de los hombres, también él le negará ante el Padre que está en los cielos (Mateo 10.33). El testimonio es como una lumbrera que da luz en las tinieblas, es una forma de corresponder con gratitud y reflejar la obra del Señor en nuestras vidas (Hechos 1.8; Efesios 5.8 al 17; 1 Pedro 3.14 al 16; Apocalipsis 12.17). Desde la antigüedad el testimonio ha sido el poner por obra la voluntad de Dios, para hacer prevalecer la justicia en nuestras vidas y sea visto por todos como un ejemplo, de generación en generación (Deuteronomio 6.24 al 25). Es resplandecer como luminares en el mundo (Filipenses 2.15), es creer con el corazón para justicia y confesar con la boca para salvación (Romanos 10.10). Es ser luz del mundo (Mateo 5.14), para alumbrar a todo aquel que está alrededor, de manera que vean la obra de Dios en nosotros y glorifiquen al Padre que está en los cielos (Mateo 5.16).
 El mismo poder de Dios para actuar en nosotros, da testimonio de que somos hijos de Dios (Romanos 8.16). El testimonio se manifiesta al predicar la palabra con acciones prudentes, en la cautela, con los hechos, humildad, mansedumbre, paciencia y sabiduría. Además, practicando lo honesto, justo, puro y verdadero, entre otros (Filipenses 4.8 al 9). El mensaje es llevado a todas partes, para que otros sean salvos y constituidas personas justas (Hechos 5.29, 32; Romanos 1.5, 5.19, 15.18, 16.19; 1 Pedro 1.22). La iluminación y obediencia es mantener un buen comportamiento y cumplir con la voluntad de Dios, a pesar de lo difícil que sean las circunstancias, según el ejemplo de Cristo (Hebreos 5.7 al 9). La obediencia a Dios, es cumplir su voluntad, según nos enseña el mismo Señor Jesús, por quien recibimos la gracia, para la obediencia a la fe en todas las naciones y para testimonio de la luz de Dios en el diario vivir (cotidianidad).
 El testimonio es la demostración de la vivencia en forma ejemplar, es la justificación y prueba, del cumplimiento y ejercicio, por ejemplo, la práctica de los valores comunitarios. Pablo fue un testigo de Cristo, se muestra como ejemplo de vida, según las enseñanzas de Jesús y su demostración de valores en su diario vivir: “… Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron…” (Hechos 26.21 al 23). “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4.7 al 8).
 Pablo mismo relata su testimonio: “... En trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11.23 al 28). La descripción de estos peligros muestra la adversidad contra Pablo, incluso, sufre naufragio por una tormenta (Hechos 27.13 al 44), a pesar de todos los obstáculos sufridos por Pablo como siervo de Dios, recibe el poder para soportar las aflicciones, padecimientos y persecuciones por causa del evangelio, por ejemplo en Antioquía, en Iconio y en Listra lo libra el Señor (2 Timoteo 3.11). En cierta ocasión Dios dice a su pueblo: “He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción” (Isaías 48.10).
 [57]
______________________________________________________________________________
 El contraste entre lo natural, espiritual y celestial tiene diferencia y oposición notable, según se trasciende de un conocimiento a otro. Los ojos naturales tienen una visión corta y limitada, con una perspectiva de apariencia o engañosa en la valoración de lo visible. El ser humano observa el mundo desde una dimensión plana, así en el caso de la distancia considera el mundo como una superficie plana, en su análisis y apreciación ve el hemisferio terrestre como un planeta plano. Se basa en su observación durante las migraciones, recorridos o traslados de una región a otra, ya sea por cuestiones administrativas, étnicas, geográficas, laborales, lingüísticas y de subsistencia, entre otras. El conocimiento natural requiere una transición a lo espiritual para posibilitar su trascendencia a lo celestial. Este mundo natural por sí solo se extraña que la razón de ser de la vida sea Jesucristo y omite darle la gloria y honra. Mientras el mundo cristiano utiliza íconos e iconografía cristiana en todas sus ilustraciones, literatura, representaciones y vitrales, relacionados con todo lo que atañe a Cristo, el mundo natural prefiere entregarse a la idolatría ajena a Dios. La Biblia dice: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Basta ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan…” (1 Pedro 4.1 al 5).
 El término ultrajar está relacionado con desacreditar, desestimar, despreciar, difamar, humillar, injuriar e insultar. Esto se espera del mundo opuesto a Cristo, lo grave del asunto es cuando entre las mismas fracciones del cristianismo, ya sea de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, se ultrajan entre sí con críticas destructivas, para aparentar más consagración y fidelidad, con la finalidad de lograr mantener un grupo cautivo de creyentes subyugados a su propia verdad absoluta y única, especialmente en el tema de las imágenes a las que condenan y juzgan como idolatría, sin saber discernir entre las diferentes manifestaciones de Dios. La palabra de Dios explica: “Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie” (Hebreos 9.8). El velo establecía separación entre la primera parte, llamada el Lugar Santo, en donde estaba el candelabro, la mesa y los panes de la proposición, y tras el velo el Lugar Santísimo que tenía un incensario de oro y el arca del pacto, con una urna que contenía maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto (Hebreos 9.2 al 5), todo representativo de Jesucristo, en el mismo orden: la luz del mundo (Juan 8.12, 9.5), el pan sin levadura, que es la palabra sin alterar (1 Corintios 5.7 al 8), la puerta (Juan 10.9), olor fragante que agrada a Dios (2 Corintios 2.15), el pan de vida que descendió del cielo (Juan 6.30 al 59), el buen pastor (Juan 10.11 al 16; Hebreos 13.20; 1 Pedro 2.25), la lealtad y obediencia a los mandamientos de Dios (Hebreos 10.9).
 El arca del pacto o del testimonio tenía un propiciatorio con dos querubines en sus dos extremos: “… Y harás un propiciatorio… de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro… Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel” (Éxodo 25.16 al 22). Esto de ninguna manera fue idolatría, sin embargo, en la actualidad hay muchas distracciones de creencias que apartan y desvían la atención central de Jesucristo, sustituyendo la salvación mediante doctrinas y dogmas de interpretación y opinión propia, en lugar del ejemplo, mensaje, modelo, obra y sacrificio de Cristo.
 La idolatría, es todo aquello que ocupe el lugar de Dios (Éxodo 20.3 al 5; Deuteronomio 4.15 al 18; Isaías 44.9 al 11). La fornicación es otra forma de idolatría, ya que es una inclinación desenfrenada, excesiva y vehemente, por la unión sexual fuera del matrimonio, que atenta contra la integridad del propio cuerpo (1 Corintios 6.19). En muchos sistemas de adoración a dioses falsos, en sus ritos se incluyó la fornicación carnal como parte del acto de adoración a sus ídolos (Éxodo 34.15 al 16; Números 25.1 al 3), los mismos hijos del sacerdote Elí en el pueblo de Israel, cometieron actos ilícitos con las mujeres del pueblo (1 Samuel 2.22). Esta relación entre fornicación e idolatría dio motivo para que la fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, sean también idolatría (Colosenses 3.5). De manera que la misma avaricia es idolatría, está ligada a la codicia y la envidia. Es el apetito desmedido de las riquezas, como el amar el dinero sin saciarse del mismo (Eclesiastés 5.10), por ejemplo, los avaros no heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6.10; Efesios 5.5; 1 Timoteo 6.9 al 10).
 Lugares como Atenas en tiempos de Pablo estaba entregada a la idolatría (Hechos 17.16), similar en Corinto, ya que los griegos estaban saturados de idolatría y de sacrificio, viandas y presentes, los cuales ofrecían en sus celebraciones. Otras de las advertencias al respecto se encuentran en Apocalipsis (Apocalipsis 2.14 y 20), dirigida a Pérgamo y a Tiatira, iglesias de Asia. En el caso de la iglesia en Tiatira, donde hay adversidad contra Dios por medio de una mujer llamada Jezabel, se dice supuestamente ser profetisa, pero enseña e induce a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos (Apocalipsis 2.18 al 23). El nombre de esta mujer es comparado con el de una mujer, hija de Et-baal rey de los sidonios, tomada por Acab rey de Israel, inducido a servir y adorar al dios falso Baal, hasta hacer un templo y altar en Samaria, y una imagen de la diosa Asera, para provocar la ira del Dios verdadero de Israel (1 Reyes 16.29 al 33). Acab actúa incitado por su mujer Jesabel (1 Reyes 21.25 al 26), quien mata a los profetas de Dios (1 Reyes 18.4 y 13), y ofrece una fuerte oposición a la palabra de Dios. La práctica de ofrecer a los ídolos proviene de los pueblos paganos, esto es abominable delante de Dios, los gentiles sacrificaban animales a sus dioses y le sacrificaban niños (Levítico 18.21). Algunas veces los israelitas incurrieron en esta práctica, por ejemplo el rey Acaz ofreció a su hijo, ya que lo hizo pasar por el fuego según las abominaciones de las gentes, además sacrificó y quemó incienso en los lugares altos a otros dioses (2 R. 16.3 al 4). Lo mismo hizo Manasés, pasó a su hijo por fuego y adoró todo el ejército del cielo y construyó altares para dioses ajenos (2 Reyes 21.5 al 6). El rey Salomón cayó en esta transgresión, él edificó altar a los dioses de las gentes incluyendo a Moloc (1 Reyes 11.4 al 8).
 En el caso del conocimiento natural el ser humano descarta la vida espiritual de hijo de Dios, por su infidelidad a la fe del Dios verdadero, es hijo de desobediencia e injusticia, con su idolatría, cuando ejercen la adoración y servicio a los dioses falsos, plantan árboles en honor a la diosa Asera: “La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da. No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Jehová tu Dios…” (Deuteronomio 16.20 al 22). “Derribarás sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios” (Éxodo 34.13 al 14). Hasta el mismo árbol, culturalmente, fue considerado como un dios, en la creencia de algunas personas. Jesucristo comparó su cuerpo como templo (Juan 2.16 al 22), y en la palabra encontramos lo siguiente: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6.16). Este pasaje hace alusión a una declaración del profeta Ezequiel: “... Y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Ezequiel 37.26 al 27). En forma de analogía, así como Jesús ingresó al lugar santísimo, también entra en nuestras vidas para que lo recibamos y aceptemos con todo el corazón (Apocalipsis 3.20). Esto significa que el cuerpo humano, es constituido en templo para morada de Dios en Espíritu (Efesios 2.22), casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1 Pedro 2.4 al 5), la cual casa somos nosotros (Hebreos 3.1 al 6), tanto individualmente, como en iglesia (1 Timoteo 3.15). Por este motivo, para el paso entre el conocimiento natural al conocimiento celestial, es requisito el intermedio del conocimiento espiritual, que por medio de la congregación, denominación, iglesia y religión cristiana, se transmite la comunión, evangelización y el discipulado de las enseñanzas y prácticas de Jesucristo.
 [58]
______________________________________________________________________________
          La interpretación y opinión divulgada entre las comunidades de fe, a saber, congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, tiene influencia entendida bajo los conceptos paulinos, o de la escuela paulina, donde influyen los sucesos entorno a la vida de Pablo, las causas de su forma de pensar dentro de la comunidad de fe y su ministerio. Se reitera acerca de Pablo su gran capacidad e inspiración para escribir muchas de sus cartas: “… Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3.15 al 16).
          Un ejemplo, de un pasaje de Pablo, que algunos han convertido en controversial: “Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen el don en el caso de la continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (1 Corintios 7.6 al 9). Pasajes como este, han contribuido a establecer reformas, inclusive normativas o reglamentarias eclesiásticas.
          El término reformar se relaciona con ajustar, arreglar, construir, corregir, dar nueva forma y rehacer. En el cristianismo la reforma es moderada, sin exceder el orden delimitado por Dios mediante su palabra. La Biblia tiene textos difíciles de entender, que algunos analistas o intérpretes realzan excesivamente como fundamentales entre sus doctrinas, para establecer una característica diferenciadora que los identifique y distinga en relación con la interpretación de otros grupos eclesiásticos. Ejemplos de estos pasajes bíblicos de difícil interpretación:
 ¯  “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Corintios 15.19).
¯  “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Corintios 15.29).
¯  “Porque también Cristo padeció… en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,…” (1 Pedro 3.18 al 20).
¯  “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad…” (Judas 6).
¯  “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11.14).
          Para la interpretación y opinión de la lectura se requiere: “... No pensar más de lo que está escrito...” (1 Corintios 4.6), como también nos dice Pablo: “Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también entendéis; y espero que hasta el fin las entenderéis” (2 Corintios 1.13). De manera que si la Biblia se explica por sí misma, se puede evitar una interpretación especulativa, fantasiosa y de suposiciones fuera del contexto bíblico, porque una lectura ajustada a lo escrito y sentido bíblico, es la palabra de Dios sin interpretación privada e inspirada por el Espíritu Santo (2 Pedro 1.20 al 21). Tanto lo escrito como su interpretación deben ser a través del Espíritu de Dios, para que el sentido de la Escritura se explique por sí misma. Por ejemplo, existe un abuso de los supuestos ocasionados a partir de las explicaciones, realizadas por los intérpretes del Apocalipsis. Donde manifiestan opiniones fuera del contexto de la persecución a los cristianos en la época de la Roma imperial. Inclusive hacen una comparación y establecen fundamentos de cuestiones escatológicas.
          También Pedro se refiere: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios” (1 Pedro 4.11); de esta manera se elimina la tergiversación (forzar y torcer) el sentido de la palabra de Dios al darle una mala interpretación (2 Pedro 3.15 al 16). Se requiere analizar la escritura con base en el contexto cultural e histórico, por el cual se escribe el pasaje, la necesidad resuelta en ese momento y las personas destinatarias del mensaje. Luego, tener precaución al traerlo al presente y aplicarlo en la actualidad, en nuestras propias circunstancias, o a las cuestiones futuristas, ya que siempre es necesario considerar lo establecido por Dios: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella” (Deuteronomio 4.2, otras citas: Deuteronomio 12.32; Proverbios 30.5 al 6; Apocalipsis 22.18 al 19). Porque hay castigo para quien afirma alguna palabra como dicha por Dios sin haberla él mandado (Deuteronomio 18.20; Jeremías 23.29 al 31, 29.23) y hay recompensa cuando no se aparta ni a diestra ni a siniestra de las palabras que ha ordenado (Deuteronomio 28.13 al 14), esto es justicia y rectitud, una posición de equilibrio entre los extremos.
          Hay que tomar en cuenta que la legislación espiritual de las congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, son infinitas, en algunos casos incongruentes o hasta contradictorios. Por ejemplo, el conflicto, debate y polémica de la creencia de la vida eterna en el cielo o en la Tierra. Algunos tratan de justificar que Enoc fue elevado al cielo con las afirmaciones del caso de Enoc llevado por Dios (Génesis 5.24), quien vivió 365 años cuando fue llevado a otra parte (traspuesto), para que no lo mataran por causa de que él caminaba haciendo la voluntad del Creador, a través del testimonio de haber agradado a Dios (Génesis 5.22 al 23).
          La trasposición del caso de Enoc es semejante a la del profeta Elías (2 Reyes 2.16), donde se alega su estancia en el cielo (2 Reyes 2.11). Pero subió al primer cielo, las Escrituras mencionan el término cielos en plural (Nehemías 9.6; Salmos 148.4), por ejemplo, el apóstol Pablo menciona acerca del tercer cielo (2 Corintios 12.2). Elías no fue llevado en visión, sino en un torbellino, él simplemente fue trasladado de Samaria a Judá, porque tiempo después le llegó una carta a Joram rey de Judá, enviada por el profeta Elías (2 Crónicas 21.12), cronológicamente esto sucede posteriormente después de ser alzado en el torbellino, ya Jehová había intentado alzarlo en un torbellino antes (2 Reyes 2.1), el Espíritu de Jehová le llevaba en esa forma a cualquier parte (1 Reyes 18.12; 2 Reyes 2.16). También es traspuesto Felipe el diácono y evangelista, para ser llevado a Azoto (Hechos 8.39 al 40).
          Aunque la lectura y estudio continuo de un libro, es como la inmersión en las profundidades de un océano de conocimiento y un vuelo lejano del pensamiento, a lo más interno de un mundo de conciencia y entendimiento, es de especial provecho y sustancioso para la vida cotidiana, la comprensión de los temas que fomentan la ética cristiana y su relación con la cristología.
          Jesús rodeado de personas ignorantes (Lucas 18.34, 24.25 al 27; Hechos 3.17 al 18), creció desde niño en sabiduría y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2.52), su mente fue sumergida en un océano de conocimiento (Mateo 13.54; Lucas 4.21 al 22 y 32), llena de la luz de Dios, clara y transparente. Tiene el entendimiento encendido, semejante a una antorcha resplandeciente, con lo cual ilumina el conocimiento de la gloria de Dios a través de él (2 Corintios 4.6). El ser humano, por causa del mal, estaba destituido de la gloria de Dios. Cristo con su venida, tuvo la misión de reconciliarnos con el Padre. Se establece un nexo entre Dios y los seres humanos, con Jesucristo como mediador (Romanos 5.8 al 11). Dios es el que resplandece en los corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Corintios 4.3 al 6).
          Al relacionar el simbolismo del primer pacto con el nuevo, en la parábola de Jesús, refiriéndose al reino de los cielos, comparado con diez vírgenes, encontramos acerca del aceite puro como la unción del Espíritu (Salmos 89.20), significa las personas preparadas en espera del Señor, en forma constante y permanente (Mateo 25.1 al 13). Las lámparas representan la palabra (Salmos 119.105) y la unción del Espíritu posibilita percibir la comprensión y discernimiento. Jesús menciona que la lámpara del cuerpo es el ojo (Mateo 6.22 al 23), y si el ojo es bueno, todo el cuerpo está lleno de luz. Jesús insta a las personas a ser la luz del mundo, donde vean las buenas obras y glorifiquen al Padre de los cielos (Mateo 5.14 al 16).
          Por lo tanto, las lámparas son las personas conservadoras de la palabra de Dios con la unción del Espíritu, son aquellos siervos vigilantes, con sus lomos ceñidos y sus lámparas encendidas, preparados, velando y esperando la venida del Señor (Lucas 12.35 al 40; Apocalipsis 2.5), en forma continua y permanente. Dios puso una luz para alumbrar el camino del ser humano, mencionado por el salmista al decir: “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas” (Salmos 43.3).
          Las Sagradas Escrituras pueden influir sabiduría necesaria para la salvación por la fe que es en Jesucristo, son inspiradas por Dios y útiles para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3.15 al 17; 2 Pedro 1.20 al 21), fue escrita para nuestra enseñanza (Romanos 15.4). La palabra de Dios es verdad (Juan 17.17). Jesucristo no enseñó como de parte suya, sino lo que el Padre le daba que hablase (Juan 12.49). Las palabras que habló Cristo son espíritu y son vida (Juan 6.63), la persona que cree en él como dice la Escritura (Hechos 18.28), tiene promesa de que en su interior fluya el Espíritu de Dios (Juan 7.38 al 39). El cielo y la tierra pasarán pero sus palabras no pasarán (Salmos 119.89 al 90; Mateo 24.35). La palabra siempre cumple su propósito en aquello para lo que es enviada (Isaías 55.10 al 11).
          El apóstol Pablo le recomienda a Timoteo ocuparse en la lectura, la exhortación y la enseñanza (1 Timoteo 4.13). Jesús mismo dice que escudriñemos las Escrituras o sea que las examinemos y averigüemos en forma minuciosa lo que está escrito (Juan 5.39), él nos dio el ejemplo de dominar plenamente las Escrituras (Lucas 24.27), en la sinagoga se levantó a leer (Lucas 4.16). Así como fue abierto el entendimiento de los discípulos, para comprender las Escrituras (Lucas 24.45; Hechos 16.14), también recibimos la ayuda a través del Espíritu Santo para entender las mismas (Juan 14.26).
          La palabra de Dios alumbrará el camino en nuestro diario vivir (Salmos 119.105), por esta causa es buena costumbre leer todos los días una porción de la Escritura. Este tipo de hábito mantiene los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Hebreos 5.14). En la Biblia encontramos varios ejemplos de personas que acostumbraban leer la Escritura, está el caso del etíope (Hechos 8.27 al 35), los hermanos de Berea que la escudriñaban cada día (Hechos 17.11), y Timoteo que desde niño sabía las Sagradas Escrituras (2 Timoteo 3.15).
          En la aplicación de estatutos y juicios justos que Dios ha dado, al guardarlos y ponerlos por obra (Deuteronomio 4.5 al 8), está la sabiduría y la inteligencia, y es Jehová quien da directamente la sabiduría en la persona (Proverbios 2.6; Santiago 1.5). Hay palabra de edificación, exhortación y consolación dada por el Espíritu Santo para beneficio de la iglesia, ya que infunde sentimientos de paz, piedad y virtud, buscando cada uno agradar a su prójimo en lo que es bueno (Romanos 14.19, 15.2 al 5; 1 Timoteo 4.13; 2 Timoteo 3.16, 4.12). Bíblicamente el profetizar es para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14.3). Es necesario seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14.19). Impulsar el ánimo y la edificación los unos a los otros (1 Tesalonicenses 5.11), con enseñanza edificante cuando se trata de exhortar con algunos mensajes, se debe hacer con mucho amor, cuidado y prudencia. Hay mensajes con el objetivo de consolar a la iglesia, cuando hay aflicción, angustia o persecución.
          Dios hizo al hombre recto, más ellos buscaron muchas perversiones (Eclesiastés 7.29), por consiguiente el pecado deja al hombre en condición de muerte (Colosenses 2.13; 1 Pedro 2.24). En esta condición nadie puede justificarse delante de Dios (Job 25.4; Isaías 59.2; Jeremías 2.22), por lo tanto, Dios por amor preparó un Plan de Salvación (Juan 3.16), ya que Jesucristo vino a salvar lo perdido (Mateo 18.11). El pecado es la desobediencia a Dios, así como la acción de Adán y Eva, tuvo consecuencias al desobedecer el mandamiento de Dios. Por esta transgresión fueron expulsados del Edén los primeros seres humanos (Génesis 3.1 al 24), quedando el ser humano destituido de la gloria de Dios por cuanto todos pecaron (Romanos 3.23), siendo acusados de estar bajo pecado (Romanos 3.9). El pecado entró en el mundo por un hombre, y como consecuencia la muerte, así la muerte pasó a todos los humanos (Romanos 5.12). Desde el principio su tendencia es el pecado (Génesis 3.6, 6.5), entonces la paga del pecado es la muerte (Romanos 6.23).
          Para la redención del pecador, Jesús nos rescató con su muerte en la cruz. Por la redención obtenemos el perdón de pecados (Efesios 1.7). Pagó un precio con su sangre y nos sacó de la esclavitud del pecado, llevándonos a la santidad, ya que nos redimió de toda iniquidad (Tito 2.14), a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu (Gálatas 3.13). Somos justificados mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3.24 al 26). Dios nos libró de la potestad de las tinieblas, y nos trasladó al reino de su Hijo, en quien tenemos redención por su sangre (Colosenses 1.13 al 14; Apocalipsis 5.9 al 10), de manera que Cristo Jesús además de sabiduría, justificación y santificación, ha sido nuestra redención (1 Corintios 1.30). Además a través de Jesucristo recibimos la restauración.
          Esta restauración consiste en que el pecador vuelva a la condición que tenía antes de haber pecado, con completa recuperación (Ezequiel 33.11 y 14 al 16). Restaurarse es el resultado de la conversión, es como entresacar lo precioso de lo vil (Jeremías 15.19), es restaurar la justicia en el ser humano (Job 33.26). Para la restauración es necesaria la intervención de la mansedumbre (Gálatas 6.1). En la parábola del hijo pródigo se da un ejemplo de volver en sí y restaurarse (Lucas 15.17 al 24). La persona afligida debe suplicar a Dios que la restaure (Salmos 80.3, 7 y 19, 85.4), con los siguientes pasos:
 a)    Levantarse con fe y surgir de la condición pecaminosa con la ayuda de Dios.
 b)   Impulsarse a seguir adelante, fortalecido de la mano de Jesucristo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13).
 c)    Desenvolverse y motivarse con el apoyo de su propio esfuerzo para ejercitarse en sus principios y valores.
 d)   Mantenerse con la ayuda del Espíritu Santo, permanecer y perseverar hasta el fin en la gracia, obediencia y santidad a Dios.
          El primer paso es tener fe en Dios, sin la misma es imposible ser de su agrado (Hebreos 11.6), hasta alcanzar un conocimiento confiado, firme y seguro en lo que se espera, con la creencia y seguridad aún sin haberlo visto, porque la fe es la certeza de lo esperado y convicción de lo que no se ve (Hebreos 11.1), por lo tanto, es necesario andar por fe y no por vista (2 Corintios 5.7). Esta fe viene por el oír de la palabra de Dios (Romanos 10.17).
          Sin embargo, tener fe en Dios no es solo saber su existencia, sino creer a su voluntad y hacer como él manda, es creer a su juicio y a su recompensa, porque sin obras de obediencia a Dios y misericordia al prójimo, entonces la fe es muerta (Santiago 2.14 al 26). Por la fe creemos en todo lo hecho por Dios y alcanzaron buen testimonio los antiguos; no se pudo por las obras de la ley de Moisés ser plenamente justificado (Hechos 13.39), como la circuncisión, apedrear a los transgresores, hacer sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado, sino mediante la fe en Dios (Habacuc 2.4; Romanos 1.17; Gálatas 3.1 al 5, 11; Efesios 2.8 al 9; Hebreos 11.2 al 40): “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1.17).
          La justificación no fue por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino que somos justificados por la gracia de Dios, debido a su misericordia, regeneración y renovación en el Espíritu Santo (Tito 3.4 al 7). Para la justificación es necesaria tanto la gracia como la fe en forma recíproca, ya que van de la mano. Somos justificados por la fe y es por medio de Jesucristo que tenemos entrada por la fe a la gracia, una vez justificados en su sangre, por él seremos salvos (Romanos 5.1 al 2 y 9).
          El resultado de la gracia es la salvación, por medio de la fe que es don de Dios (Efesios 2.7 al 8). De manera que el poder que justifica es la gracia divina, mediante la fe que nos responsabiliza a hacer justicia a los demás, ya que primeramente actúa la misericordia de Dios, luego por la misericordia recibida se procura hacer misericordia, con buenas obras y útiles a los seres humanos para ayudar en los casos de necesidad (Tito 3.8 y 14).
          La justificación no es consecuencia de obras propias, sino que las buenas obras son un resultado de la gracia y la fe que opera justicia y paz en la persona. Las obras evidentemente son las de Jesús. El conocimiento espiritual se basa en los dones, ministerios y operaciones de Dios, figurativamente correspondientes al gobierno del segundo cielo, en relación con lo espiritual. Buscar a Dios es buscar la santidad: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57.15). El Señor Jesús es el puente y gran sumo sacerdote, entre el Padre y el ser humano (Hebreos 4.14 al 15), es más sublime que los cielos (Hebreos 7.26 al 27).
          Cuando nos allegamos a Dios, le creemos y andamos en sus caminos, nos da potestad de ser llamados sus hijos (Juan 1.12). Un hijo de Dios con temor, obediencia y sometimiento a su palabra, es llamado a ser santo porque Dios es santo (Isaías 6.3): “Santidad a Jehová” (Éxodo 28.36), “… santificado sea tu nombre” (Mateo 6.9).
          La santificación de nuestro ser es necesaria para alcanzar la salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad (2 Tesalonicenses 2.13). Debemos ser santos como Dios es santo (Levítico 11.44, 19.2, 20.7 al 8; 1 Pedro 1.15 al 16), porque la voluntad de Dios es nuestra santificación (1 Tesalonicenses 4.3). Somos llamados a ser santos para Dios, así como él nos da ejemplo, para estar apartados de las formas de vida de injusticia y maldad, ajenas a Dios (Levítico 20.26). Santo significa apartado como el siervo Job, apartado del mal y temeroso de Dios, esto lo hacía íntegro y perfecto delante de Dios (Job 1.1 y 8).
          El apóstol Pablo se dirige a los miembros de la iglesia de Dios, como santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos (Romanos 1.7; 1 Corintios 1.2; 2 Corintios 1.1, 13.12; Efesios 1.1; Filipenses 1.1; Colosenses 1.2). Además la Biblia dice que el santo, sea santificado todavía (Apocalipsis 22.11), porque tenemos por fruto la santificación (Romanos 6.19 y 22). La palabra santo se relaciona con la perfección (2 Corintios 7.1), santificándonos en la verdad que es la palabra (Juan 17.17 y 19), alabando a Dios como santos (Salmos 148.14), porque Dios nos ha llamado a santificación (1 Tesalonicenses 4.7), ya que nosotros también tenemos que ser apartados del mal (Juan 17.15), perfeccionando la santificación en temor de Dios (2 Corintios 7.1).
          Cristo con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10.14). Hay que luchar por la perfección (2 Corintios 13.11), así como la palabra de Dios dice que seamos perfectos, porque nuestro Padre es perfecto (Mateo 5.48). También Jesús oró por sus discípulos para que fueran perfectos en unidad (Juan 17.23). El mismo Jesucristo nos perfecciona (1 Pedro 5.10), entonces es necesario presentarnos perfectos en Cristo Jesús, a través de la amonestación, enseñanza y sabiduría (Colosenses 1.28), para estar firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere (Colosenses 4.12). Por medio de las Sagradas Escrituras podemos llegar a ser perfectos, enteramente preparados para toda buena obra (2 Timoteo 3.16 al 17), en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo (Efesios 4.13). Dios pide perfección a sus escogidos (Deuteronomio 18.13; 1 Corintios 1.10; 2 Corintios 13.11; Filipenses 3.15 al 16; Colosenses 4.12), rectitud y perfección al habitar y permanecer en la tierra (Proverbios 2.21).
          Dios insta al patriarca Abraham a ser perfecto delante de él (Génesis 17.1). El justo es similar a la luz de la aurora, en aumento hasta la perfección del día (Proverbios 4.18). El joven rico a pesar de guardar los mandamientos, Jesús le recuerda la posibilidad de ser perfecto el no apegarse a lo material como prioridad (Mateo 19.21). La paciencia en forma completa nos ayuda a ser perfectos y cabales (Santiago 1.4). Si alguno no ofende en palabras es perfecto (Santiago 3.2). El amor es el vínculo perfecto (Colosenses 3.14). Pablo refiere la perfección como algo alcanzable: “… yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante…” (Filipenses 3.12 al 16).
          En el caso de Jacob y Esaú desde antes de su nacimiento, Dios conoce el futuro de ambos y sus descendientes (Romanos 9.11 al 16), también utiliza a faraón según su propósito (Éxodo 7.3; Romanos 9.17). Aunque la Escritura menciona su deseo de la salvación para todos los hombres (1 Timoteo 2.4), sin acepción de personas (Juan 3.16 al 18; Hechos 10.34), muchos acontecimientos se forman previamente en el plan de Dios y otros suceden con su permiso. La Escritura dice que Dios por su beneplácito, o sea, aprobación y permiso, da a conocer el misterio de su voluntad, lo que se había propuesto en sí mismo para reunir en Cristo Jesús, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos: que recibiéramos la herencia en Cristo, según el propósito y designio de Dios, para ser sellados por el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de la herencia (Efesios 1.9 al 14).
          La predestinación tiene que ir acompañada de consagración y santificación. Aun en los que son predestinados, se cumple el proceso de ser primeramente llamado como escogido (Mateo 20.16, 22.14; Apocalipsis 3.20). El Señor sabe quién va a creer en él y quién no va a creer (Juan 6.64). Hay algunos pasajes donde se demuestra claramente que Dios escoge un solo sentido o camino, que es hacer su voluntad, sin embargo, el ser humano se toma la libertad al escoger, actuando con rebeldía y oposición, en sentido contrario a ese camino trazado por Dios (Génesis 4.7, 8.21; Deuteronomio 30.15 al 19; Josué 24.15; 2 Samuel 11.1 al 17; 1 Reyes 11.1 al 10, 18.21; 2 Reyes 17.33; Isaías 1.18 al 20), por esta razón manda a arrepentirse (Lucas 24.47; Hechos 2.38, 3.19), dice que si el justo se retirare no agradará a su alma (Hebreos 10.38 al 39).
          Además en la carta a los Romanos, Pablo menciona el tema en el capítulo 8, versículos 28 al 39: a quienes aman a Dios, conforme al propósito de él, son llamados.  En el versículo 29 al 30, hace notorio su plan o proceso: los que antes conoció, también los predestinó, para que fuesen hechos conforme a la imagen de Cristo, porque él es el primogénito entre muchos hermanos. Y continúa diciendo acerca de los predestinados, los llamó y los justificó, y a los que justificó también glorificó. Siendo la razón por la que Pablo menciona que nada nos puede separar del amor de Dios, en Cristo Jesús. Aun los escogidos, requieren el esfuerzo por la salvación (Mateo 24.13), por ejemplo, el sufrir persecución (Mateo 5.10 al 12).
          El nuevo entendimiento acerca de la vida espiritual, no se limita a realizar solamente actividades naturales de subsistencia: alimentación, descanso, domicilio, esparcimiento, estudio, familia, trabajo y vestido, sino que incorpora actividades eclesiásticas, acción espiritual, comunitaria y social, trabajo clerical, laico y ministerial, ayuno, consagración, contemplación, lectura y estudio bíblico, meditación, oración, práctica de los valores del reino de Dios, reflexión, santidad y vigilia, para la convivencia en armonía, conmiseración, bien común, paz y solidaridad. La vida es un equilibrio, se requiere integrar y satisfacer las necesidades biológicas, docentes, económicas, educativas, espirituales, fisiológicas, religiosas y sociales. Cultivar el intelecto, el carácter, la personalidad, la sociabilidad, la comunión, con los demás, uno mismo, el medio ambiente, con Dios el Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo.
          En vista de la necesidad de comunión del ser humano, tanto con Dios como con las demás personas, en beneficio de su relación personal y con el medio ambiente que le rodea, existen actividades que enriquecen espiritualmente y socialmente al creyente, hablamos del ayuno, convites de comidas fraternales y vigilias. En cada reunión de la comunidad de fe y en la actividad de culto se cumple con la comunión y congregación.
          Dios es digno de suprema alabanza, entonces es bueno exaltar su misericordia (Salmos 106.1, 117.1 al 2, 145.3). Hay que aclamar alegremente a Jehová y cantarle con júbilo, venir ante su presencia con regocijo (Salmos 95.1 al 2, 100.1 al 5). Una de las cosas principales que debe tener el hijo de Dios en su corazón y en su vida es el gozo del Espíritu de Dios. Al estar alegre una forma de demostrarlo es cantando alabanzas (Santiago 5.13), hay que darle la gloria y la honra a Dios Padre, pues es el creador de lo visible e invisible, y a su Hijo Jesucristo (Apocalipsis 4.11, 5.11 al 14). Hay que cantar con salmos, himnos inspirados y alabanzas reveladas (Efesios 5.19). También la alabanza a Dios es un elogio a él (Hebreos 13.15), y es el aprendizaje y obediencia a su palabra (Colosenses 3.16).
          La adoración es la alabanza, culto, obediencia y oración a Dios Padre que está en el cielo y a su Hijo Jesucristo, con conciencia de lo que se hace, o sea, conocimiento interior y reflexivo para hacer el bien y evitar el mal. En el acto de adoración que describe el salmista involucra arrodillarse y postrarse delante de Jehová nuestro Hacedor (Salmos 95.6).
          La oración es la comunicación directa del ser humano con Dios. Hay poder en la oración y es eficaz. Se requiere orar al Padre en el nombre de su Hijo Jesús (Juan 14.13 al 14), crédulo de recibir la petición (Mateo 21.22). Hay que orar a Dios para hacer lo bueno y evitar el mal (Mateo 6.13; 2 Corintios 13.7). Es necesario orar siempre sin desmayar (Lucas 18.1), porque Dios oye al temeroso y obediente de su voluntad (Juan 9.31). El oye la oración sincera hecha con humillación (2 Crónicas 7.14; Santiago 4.8 al 10), que se acerca y le busca con fe (Hebreos 11.6), porque es importante el espíritu quebrantado, con el corazón contrito y humillado (Salmos 51.17). La obediencia es clave para ser escuchada (Proverbios 28.9), y el estar en paz con el prójimo (Mateo 5.23 al 24). Es necesaria la oración en comunidad (Hechos 12.12), rogar los unos por los otros (Santiago 5.16), orar por los miembros de la iglesia (Efesios 6.18), y por los seres humanos (1 Timoteo 2.1 al 3) en general.
          Hay pasajes acerca de la oración de postrado y rodillas (Salmos 95.6). Conforme se pueda, se recomienda la oración en estas posiciones, siempre y cuando las condiciones del lugar lo permitan o no haya ningún impedimento, debido a capacidad física diferente. Es devoción realizar la oración de rodillas, como el profeta Daniel que se hincaba de rodillas tres veces al día, (Daniel 6.10) esta posición es una forma de humillación ante Dios. En la Biblia la expresión caer sobre el rostro significa postrarse (Números 14.5, 16.4; 2 Crónicas 7.3). Se debe doblar las rodillas en el nombre de Jesucristo (Isaías 45.23; Hechos 21.5; Romanos 14.11; Filipenses 2.10 al 11). Jesús nos dio el ejemplo cuando oró de rodillas ante el Padre (Lucas 22.41). El apóstol Pablo dejó precedente de orar en esta posición (Efesios 3.14).
          La oración debe hacerse con orden, porque se ora con el espíritu y con el entendimiento (1 Corintios 14.15 y 40), la oración colectiva debe ser por una situación a la vez (Hechos 1.24, 4.24; Colosenses 4.2 al 4), cuando se ora todas las mentes deben estar unificadas en un mismo pensamiento. En cuanto a esto, la oración pública en la congregación se recomienda su dirección por una sola persona (2 Crónicas 6.12 al 13; 1 Corintios 14.16 al 17), porque la oración del grupo con diversidad de peticiones a la vez, no puede sobrepasar en tono por encima de quien dirige la oración (1 Corintios 14.23), se realiza la oración con la mente.
 NACER DE NUEVO: DESTINO POR VOCACIÓN
          El nacer de nuevo es un proceso de acercamiento a Dios; es nacer del agua y del Espíritu, para dejar atrás la vida antigua (Juan 3.1 al 8); es un cambio de vida, de actuar, hablar y pensar, sin la vanidad de la mente (Efesios 4.17). Volver a nacer es renovar el espíritu o intención de la mente (Efesios 4.22 al 23), por el llamamiento, arrepentimiento, conversión y santificación. Abandonar el sistema de injusticia y ser una nueva criatura (2 Corintios 5.17), con renuncia de la pasada manera de vivir, vestida del nuevo ser humano creado según Dios: en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4.24), renovada hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3.9 al 10), para ser un portador de la luz, con la llama de fuego divino, de fe, gracia y amor de Dios genuino y con júbilo permanente.
          La Biblia dice: “… Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro… Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios…” (Juan 3.1 al 8).
 BAUTISMO FAMILIAR
          El apóstol Pablo menciona en una de sus cartas el bautismo familiar: “También bauticé a la familia de Estéfanas…” (1 Corintios 1.16). Por otra parte, se menciona la expresión “la iglesia que está en su casa”: “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio a los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor” (1 Corintios 16.15 al 19). Esto es la iglesia doméstica.
          La Biblia muestra varios ejemplos de bautismo familiar, por ejemplo, el caso de Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira: “Y cuando fue bautizada, y su familia…” (Hechos 16.14 al 15). Bautizar una familia, sin discriminación de la edad, es válido, condicionado al compromiso de los progenitores o encargados familiares, en mantener la instrucción y seguimiento de la familia en las obligaciones cristianas, inclusive de los niños pequeños, infantes, adolescentes o jóvenes bautizados, para el crecimiento en la fe y el proceso de madurez física y espiritual, especialmente en la perseverancia hasta el fin: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.13 al 14). Esto aplicaba tanto en el año 70 de la destrucción de Jerusalén, como en el tiempo actual, porque la perseverancia es indispensable para mantener siempre los principios y valores.
          En varias ocasiones Pablo dirige sus saludos a través de sus cartas, con la mención de la expresión: “iglesia de su casa” (Romanos 16.5) o “iglesia que está en su casa” (Colosenses 4.15; Filemón 2). Esto hace alusión a la iglesia familiar, pero no se refiere exclusivamente a la reunión litúrgica de un grupo de personas parientes, similar a una casa de oración o templo, sino a una vida familiar en Jesús. Por lo tanto, el sentido de la iglesia familiar está en la comunión familiar y la promesa de salvación mediante Jesucristo. Cuando Pablo le dijo al carcelero, que creyera en el Señor Jesucristo y sería salvo él y su casa (Hechos 16.31), se refiere a la educación cristiana, proyectada primeramente desde el núcleo familiar hacia la iglesia en general. La parte más pequeña eclesiástica es la familia, por medio de Jesús, según la promesa a Abraham: “… En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra” (Hechos 3.25).
          Es en el hogar donde fundamentalmente y de suma importancia, se transmiten e inculcan los principios y valores cristianos a los niños, niñas, adolescentes y demás jóvenes de la iglesia. Es responsabilidad de cada familia velar por la conducta y proceder de sus hijas e hijos y dar cuentas de su crianza. Entonces, cuan necesario es la morada de Jesús en cada familia representada en la iglesia, como en cierta ocasión el Señor entró en casa de un varón llamado Zaqueo y dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa...” (Lucas 19.8 al 9), momentos antes Zaqueo expresa su condición de arrepentimiento, conversión y muestra las obras de justicia delante del Señor. Por lo tanto, Jesús reina en cada familia y es el modelo para los padres de familia y estos a su vez son el ejemplo y modelo para sus hijas e hijos.
          La Biblia testifica de un varón llamado Cornelio, al cual declara como justo, temeroso de Dios y de buen testimonio (Hechos 10.22), además se menciona su piedad y temor de Dios con toda su casa, además de su constante oración a Dios (Hechos 10.1 al 2). Así como Jesús es sacerdote en su pueblo (Hebreos 7.20 al 8.2), los padres de familia ejercen un sacerdocio en sus familias (1 Pedro 2.5 y 9), orando intensamente a Dios por sus hijas e hijos, clamando por las promesas y bendiciones para ellos. En la antigüedad, un varón llamado Job, temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1.1), rogaba e intercedía ante Dios por sus hijos y en esa época se levantaba de mañana, ofreciendo holocaustos conforme al número de todos ellos (Job 1.4 al 5), similar a una alegoría de un sacerdocio familiar. La Biblia dice: “sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo…” (1 Pedro 2.5). Además dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…” (1 Pedro 2.9).
          El amor, ayuno, ejemplo, esfuerzo, instrucción, oración y testimonio de los padres de familia, es el medio para ofrecer como aporte de mediación en pro de sus hijos. Aún en los hijos e hijas hasta cierta edad, reciben santificación por medio de la conducta y vida cristiana de uno de sus padres, inclusive el cónyuge cuando no es creyente, es santificado por medio de su pareja cristiana (1 Corintios 7.14). La educación cristiana familiar, se imparte a sus miembros, por medio de sus dirigentes, en este caso, los padres de familia, cuando asumen la responsabilidad de la educación y comportamiento de sus hijos, como está escrito: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22.6). Jesús no permitía que los discípulos impidieran la presentación de los niños al Señor, donde él imponía sus manos y los bendecía (Mateo 19.13 al 15; Marcos 10.13 al 16; Lucas 18.15 al 17). Así los niños pueden ser incluidos en el bautismo familiar: “… ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa… y en seguida se bautizó él con todos los suyos…” (Hechos 16.27 al 34).  
          Los temas como el afecto y cariño entre cónyuges y entre padres e hijos, aporte en las finanzas, autoestima, ayuda mutua, buenos sentimientos, compañerismo, compartir la felicidad en los buenos momentos y dar apoyo en las malas situaciones, comportamiento correcto, cooperación y solidaridad con sus familiares, desarrollo y fortalecimiento de principios y valores, disciplina y motivación al estudio y al trabajo, distribución de trabajo en los quehaceres del hogar, estimular los buenos hábitos y las sanas costumbres, gratitud de los hijos, incentivar la fuerza de voluntad y el amor, madurez en la forma de pensar, mantener la dignidad y reaccionar decentemente a las circunstancias, prosperidad y solidaridad espiritual y material en la familia, reconocer los puntos débiles y aportar soluciones, resaltar las virtudes, respeto, responsabilidad paternal, vencer el mal con el bien, entre otros temas que son necesarios para el crecimiento y desarrollo familiar y del hogar.
 BAUTISMO DE JESÚS
          En los evangelios está la expresión referente al bautismo de Jesús en los tres tiempos verbales: pasado, presente y futuro, complemento uno del otro y necesarios como modelo en el proceso del cristiano (verificado en distintas traducciones de la Biblia, se incluye un ejemplo de la versión Reina-Valera revisión 1960, el subrayado es nuestro):
 1) Pasado    :
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua...”  (Mateo 3.16). “Aconteció en aquellos  días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan  en el Jordán” (Marcos 1.9).
 2) Presente :
“... ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el  bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos.  Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que  yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis  bautizados” (Marcos 10.38 al 39).
 3) Futuro    :
“Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha  encendido? De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me  angustio hasta que se cumpla!” (Lucas 12.49 al 50).
          1) En el caso del verbo bautizar en tiempo pasado: se toma en cuenta la vida ejemplar de Jesús, obediencia y fidelidad delante del Padre, como el equivalente al arrepentimiento y conversión predicados por Juan el Bautista y confirmados a través del bautismo de inmersión en agua. Jesús al comenzar su ministerio, tiene cerca de treinta años, desde su inicio se muestra ante el pueblo como un ejemplo o modelo, en justicia y obediencia. Su condición en el conocimiento y práctica de la palabra de Dios es testificada por la voz del Padre al llamarlo “Hijo amado”, en quien tiene complacencia (Lucas 3.21 al 23). Esto demuestra que Jesús está preparado en el momento de recibir el bautismo de inmersión en agua, porque cumple con la condición de limpieza en su mente, por el conocimiento de la palabra de Dios. Jesús no comete pecado ni se halla engaño en su boca (1 Pedro 2.22); desde niño crece en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2.40 y 52), la limpieza adquirida por la palabra de Dios, lo prepara para enfrentar y resistir el pecado.
        Jesús se mantiene fiel a Dios en su ministerio de principio a fin. Se presenta oficialmente en el cumplimiento de su misión a partir del bautismo en agua, previo a un período de preparación con ayuno y oración. Pero esta presentación la hace con conciencia, conocimiento, convicción y voluntad, figura del verdadero arrepentimiento, conversión y santidad, requisito de toda persona emprendedora del camino de servicio ministerial, fidelidad a Dios y dispuesta a enfrentar adversidades y pruebas de consagración.
          Jesús requiere ser bautizado en agua, porque conviene ser modelo para las demás personas, cumplir así plenamente la justicia, aunque en su caso no sea un bautismo para perdón de pecados, pero es necesario o conveniente hacerlo igual, para mostrarse como ejemplo, en cumplimiento de toda justicia y obediencia a Dios (Mateo 3.13 al 15). Así como Juan el Bautista, cumple la misión de preparar el camino, para la primera venida de nuestro Señor Jesucristo, mediante la predicación de arrepentimiento, conversión y santificación. En la actualidad corresponde la labor ministerial del anuncio de las buenas nuevas de salvación y del evangelio del reino de Dios, preparar el camino de la segunda venida del Señor Jesucristo, quien viene esta vez sin relación al pecado, sino para salvar a cuantos lo esperan (Hebreos 9.28).
          2) En el caso del verbo bautizar en tiempo presente: una vez bautizado Jesús en inmersión en agua, continúa su proceso de servicio a Dios, inclusive de sufrimiento constante por la espera de su arresto, escarnio, tortura y crucifixión. Aunque era obediente e Hijo de Dios, por el padecimiento aprende la obediencia, es perfeccionado por su temor reverente, con ruegos y súplicas de gran clamor y lágrimas (Hebreos 5.7 al 8). Sufre el dolor en carne y hueso, en condición humana termina con el pecado y vive conforme con la voluntad de su Padre (1 Pedro 4.1 al 2).
          Jesús tiene un bautismo constante, lleno de la palabra de Dios por medio del conocimiento y la comunión por la oración, es lleno del Espíritu Santo para fortaleza en las pruebas, vive constantemente un bautismo. Sufre lo amargo de la aflicción, burlas, dolor, escarnios, flagelación, juicio, maltrato, ofensas, padecimientos, persecuciones, sufrimiento y traición. Lo abofetean, azotan, desnudan, escupen, hieren, humillan, niegan y finalmente crucifican.
          3) En el caso del verbo bautizar en tiempo futuro: Juan el Bautista al bautizar menciona al venidero tras él, o sea, se refiere a Jesús, el Cordero de Dios redentor del pecado del mundo (Juan 1.29 al 30), esto nos lleva a tres años y medio después, cuando Jesucristo derrama su sangre en la cruz para redención y salvación del pecado (Mateo 1.21). Jesús experimenta el bautismo como un proceso, llega a su plenitud cuando es levantado por su propio Padre (Hechos 2.22 al 24 y 32, 5.30, 13.29 al 30, 17.31), de la muerte de tres días (Marcos 10.33 al 34; Hechos 10.40 al 41), porque no lo deja sumergido en el sepulcro, equivalente para nosotros a un bautismo simbólico en su muerte, mediante la inmersión de la persona en agua e inmersión en el Señor Jesús, o sea, las personas vivas físicamente, mueren al pecado y resucitan para vivir llenas de la plenitud de Cristo espiritualmente.
          El punto es el siguiente: hay un bautismo de inmersión en Jesús, el mismo es un bautismo representativo de su muerte (1 Corintios 15.29), entonces se toma el bautismo histórico de Jesús mismo como un proceso, modelo de la condición previa, durante y después de descender a las aguas. No basta con descender a las aguas y creer que con este acto, ya se es salvo por siempre, por lo contrario, se cuenta la condición previa y posterior, con fidelidad a Dios en todo tiempo, gozo perpetuo y servicio permanente. Por esta razón es un bautismo de inmersión en Jesús, principio y fin, él es, era y ha de venir, es el mismo de ayer, hoy y siempre (Hebreos 13.8; Apocalipsis 1. 8).
          Ahora bien, Juan el Bautista es lleno del Espíritu Santo (Lucas 1.15), no obstante, él considera necesario ser bautizado por Jesús (Mateo 3.14). El bautismo de inmersión en Jesús es para testificar como Jesús lo hizo. Al iniciar Jesús su ministerio, Juan recibe su inmersión en Jesús y se cumple, igualmente, toda justicia en él. Luego es arrestado, encarcelado y decapitado por causa de testificar y denunciar la injusticia, a través del mensaje de la palabra de Dios. Según palabras de Jesús, Juan vino en camino de justicia y los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo no le creyeron, pero publicanos y rameras creyeron al mensaje, y se convirtieron; mientras los principales sacerdotes y los ancianos no se arrepintieron de sus malos caminos para creerle (Mateo 21.23 al 32; Lucas 7.29 al 30).
          Por otra parte, posteriormente, los impíos e injustos, van a ser lanzados en el fuego del castigo, o sea en el lago de fuego ardiente con azufre preparado para los pecadores (Apocalipsis 20. 12 al 15). Juan, el Bautista le llama paja quemada en el fuego donde nunca se apaga (Mateo 3.11 al 12), se refiere al fuego proveniente del Dios Eterno, por eso es un fuego eterno en relación con su procedencia, una sentencia firme para quienes no demuestran frutos dignos de arrepentimiento y conversión, así como el árbol sin buen fruto es cortado y echado en el fuego:
“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego” (Lucas 3.9). Además: “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7.19 al 20).
JESÚS Y PEDRO COINCIDEN CON EL PROCESO DEL BAUTISMO
          El proceso del bautismo de acuerdo con la mediación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, según cada caso tiene una causa y un efecto:
  EN EL NOMBRE DEL PADRE
Causa
Efecto
 El arrepentimiento
   Los frutos de la conversión
Y DEL HIJO
Causa
Efecto
 Inmersión en agua
   Inmersión en el Señor Jesús
Y DEL ESPÍRITU SANTO
Causa
Efecto
 Sello del Espíritu Santo, dones, ministerios y  operaciones
 Fuego de prueba al justo
           Figura 1. Causa y efecto del proceso del bautismo según la mediación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
          Es necesario para toda persona reunir las diferentes etapas del proceso del bautismo. En el caso del arrepentimiento, da como resultado la conversión a través de sus frutos. El bautismo de inmersión en agua sugiere la idea de simbolizar la muerte, sepultura y levantamiento en la resurrección de Cristo. Quienes reciben el sello del Espíritu Santo pasan por el fuego de prueba. Jesús y Pedro hacen mención del proceso del bautismo comparado en la siguiente tabla:
 Proceso del bautismo
Jesús (Mateo 28.19)
Pedro (Hechos 2.38, 3.18 al 26)
 Bautismo  de arrepentí-
miento  y conversión por medio de la palabra de Dios
  “Por  tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el  nombre del Padre,
 “Pedro  les dijo:  Arrepentíos,
Bautismo  de inmersión en agua y en el Señor Jesús para perdón de pecados
 y  bautizándolos en el
nombre  del Hijo,
y  bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los  pecados;
Bautismo  en Espíritu Santo y fuego (dones, operaciones, ministerios, aflicción,  fortaleza, fuego de pruebas, guía, recordatorio y sufrimiento).
y bautizándolos  en el
nombre  del Espíritu Santo”
y  recibiréis el don del Espíritu Santo”
          Figura 2. Comparación del proceso del bautismo visto por Jesús y Pedro.
          En relación con el proceso de prueba, Dios prueba a la persona para dar a cada uno según el fruto de sus acciones: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas;…” (Jeremías 17.10 al 11). Dios examina la mente y observa cuidadosamente las intenciones de cada persona, verifica las actitudes, comportamiento, conducta y reacciones. Prueba el amor, la benevolencia y la generosidad de corazón, porque la buena voluntad está en no acumular injustamente las riquezas sin compartir.
 CONCEPTO DE BAUTISMO
          La palabra bautizar hace referencia a inmersión o sumergir. Cuando esto sucede se pasa de un estado a otro, por ejemplo, al hundir un material en agua sufre un cambio, debido al líquido queda empapado, porque el agua busca cubrir o llenar lo zambullido. El bautismo es una representación simbólica. Cuando Israel es guiado por Moisés, el pueblo es bautizado al cruzar en medio del Mar Rojo, con las aguas divididas como muro a su derecha, a su izquierda y debajo de la nube (Éxodo 14.21 al 22; 1 Corintios 10.1 al 2). El bautismo de inmersión en agua no es el único bautismo existente, porque hay diversas formas de bautismos con sentido espiritual, liberación y purificación.
          En este bautismo se recibe el conocimiento con claridad, llega la luz divina abundante y rebosante hasta llenar la mente de la persona con la palabra de Dios, para iluminación del conocimiento de su gloria, por medio de Jesucristo (2 Corintios 4.6). La palabra de Dios hace limpieza en las personas (Juan 15.3) y provee santificación (Juan 17.17), porque dichas palabras son espíritu y vida (Juan 6.63). Entonces, la persona se llena del conocimiento de la voluntad de Dios, o sea, su mente se llena en toda inteligencia espiritual y sabiduría, para caminar conforme con el agrado de Dios; manifiesto en los frutos de toda buena obra (Colosenses 1.9 al 10).
          El bautismo de inmersión en agua es simbólico, se realiza una representación de la muerte y resurrección de Cristo, pero esto no quita las inmundicias de la carne, sino renueva la buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 3.21). No basta con el bautismo de inmersión en agua, es necesario el bautismo de inmersión en Jesús. Cuando la persona es sumergida en agua, en forma figurada es sepultada en su vieja humanidad y levantada para andar en vida nueva (Romanos 6.4). La esencia de todo este acto es crucificar la vieja forma de ser juntamente con Cristo, a fin de no servir más al pecado (Romanos 6.5 al 6), o sea muerto al pecado pero vivo para Dios en Cristo Jesús, para no obedecer más a las concupiscencias (Romanos 6.11 al 12), vivir delante de Dios como vivo entre los muertos, y presentar el cuerpo como instrumento de justicia (Romanos 6.13), bajo la gracia del Señor Jesús, los valores universales del evangelio y reino de Dios entre nosotros.
          Se menciona el ser bautizado como inmersión o sumergir en Cristo Jesús, esto es en el simbolismo de su muerte (Romanos 6.3). En relación con el Espíritu Santo, también encontramos un signo de bautismo, en el sentido de beber (1 Corintios 12.13) y ser lleno del Espíritu (Efesios 5.18). Por ejemplo, se destacan personas llenas del Espíritu de Dios: Juan el Bautista (Lucas 1.15), Elisabet (Lucas 1.41), Zacarías (Lucas 1.67), Jesús (Lucas 4.1), Pedro (Hechos 4.8), Esteban (Hechos 7.55), y Pablo (Hechos 13.9). La Escritura dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús… Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad…” (Filipenses 4.7 al 9).
 DOCTRINA DE LOS BAUTISMOS
          En Hebreos encontramos la palabra bautismo en plural: “De la doctrina de bautismos...” (Hebreos 6.2). Esta expresión hace referencia a un proceso de varios bautismos, complemento uno con otro. Se completa el proceso como un solo bautismo (Efesios 4.5). Es necesario para el cristiano cumplir con cada bautismo para el proceso de perfección, semejante a la senda del justo que es como la luz de la aurora en aumento hasta perfeccionar el día (Proverbios 4.18). Estos bautismos son:
 1)     El bautismo de arrepentimiento de obras muertas y conversión, por medio de la limpieza de la palabra de Dios Padre y la santificación.
 2)     El bautismo de inmersión en agua e inmersión en el Señor Jesús, el cual se hace en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados.
 3)     El bautismo del Espíritu Santo y fuego.
          El siguiente pasaje se refiere a los tres bautismos (el subrayado es nuestro):
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19.1 al 6).
        Pablo, después de recorrer algunas regiones, llega a la ciudad de Efeso donde encuentra discípulos sin recibir el don del Espíritu Santo. Ellos tienen el llamamiento, arrepentimiento y conversión, por medio de la limpieza en la palabra de Dios Padre, predicado por Juan el Bautista, además de la santificación. Estos discípulos no habían sido bautizados en inmersión en agua en el nombre del Señor Jesús. Una vez realizado este bautismo, Pablo impone sus manos en el recibimiento del Espíritu Santo de los nuevos bautizados. La Biblia dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12.13).
          El ser bautizado en su nombre es señal de compromiso y de pasar a ser de su pertenencia, en cuyo nombre fuimos bautizados: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22.16). Jesús fue levantado de la tumba por su propio Padre, por esta causa y nombre de Jesús se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en las naciones (Lucas 24.46 al 47). Los creyentes son testigos de Cristo y tienen el don del Espíritu Santo por la obediencia y fidelidad:
“El Dios de nuestros padres levantó a Jesús,... A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5.30 al 32).
        Pablo acerca del arrepentimiento para con Dios, de la fe en el Señor Jesucristo y del Espíritu Santo, testifica y empapado del conocimiento, absorbe la palabra de Dios, conserva toda humildad y sirve al Señor con todo ánimo y devoción, no rehúye de anunciar y enseñar, a pesar de las diversas prisiones, pruebas y tribulaciones, tanto por la que había pasado, como por las que le esperaba experimentar a futuro, de las cuales ya estaba advertido por el Espíritu Santo (el subrayado es nuestro):
“… Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones” (Hechos 20.18 al 23).
ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN
          El bautismo de arrepentimiento y conversión se logra por medio de volver en sí y recapacitar, como en la parábola del hijo derrochador de sus bienes, perdidamente vive, pero recapacita y es recibido por su padre incondicional y misericordioso, porque este hijo volvió en sí para arrepentirse (Lucas 15.17 al 24). Hay un pesar de dolor por los pecados: “… la tristeza que es según Dios, produce arrepentimiento para salvación…” (2 Corintios 7.10). En este caso, el afectado tiene un reencuentro consigo mismo, surge el deseo y la necesidad de limpieza personal, a través de la comunión recibida al acercarse al Padre y el incremento de la fe por el oír la palabra de Dios (Romanos 10.17). La fe se piensa, razona, reflexiona y se vuelve irrevocable el llamamiento de Dios (Romanos 11.29).
          El ser humano es el único responsable de su injusticia y pecado, pretende culpar a Dios, sin medir que sus propias acciones retribuyen su consecuencia. Todo lo contrario, Dios es paciente para que el ser humano se arrepienta: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2.4). “El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.9). La mente de la persona se constituye en un recipiente: poco a poco empieza a sacar el contenido sucio y a limpiar con una unción fresca del mensaje de salvación.
          Bien dijo el salmista: “... Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (Salmos 23.5), se renueva hasta el conocimiento pleno, abandona sus prácticas de antivalores, la avaricia, adulterio, blasfemia, borracheras, celos, contiendas, disensiones, enemistades, enojo, envidias, fornicación, hechicerías, herejías, homicidios, idolatría, impureza, inmundicia, ira, lascivia, malicia, malos deseos, mentira, orgías, palabras deshonestas, pasiones desordenadas, pleitos y cosas semejantes a estas (Colosenses 3.5 al 10; Gálatas 5.19 al 21). La palabra de Dios limpia la mente de pecado, sana el mal pensamiento incitador y se renueva: “… Despojaos del viejo hombre…” (Efesios 4.22; Colosenses 3.9), o sea, el viejo humano es la vieja personalidad y la vieja forma de ser perjudicial.
          Juan el Bautista predica el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados (Marcos 1.4), volver los corazones, traer la justicia y prudencia, preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor (Lucas 1.16 al 17). Fueron bautizados por él en el río Jordán con la confesión de sus pecados (Mateo 3.5 al 6), excepto algunos sin arrepentimiento, entre ellos fariseos y saduceos, que Juan no les permite la inmersión en agua y los llama ¡Generación de víboras! Los envía primeramente a hacer frutos dignos de arrepentimiento antes de aparentar ser hijos de obediencia. Les menciona, en forma de analogía, del árbol sin buenos frutos cortado y echado en el fuego (Mateo 3.7 al 10). La gente, entre ellos publicanos y soldados, preguntan ¿cuáles son las acciones a seguir por parte de cada persona? Según cada caso, para todos hay respuestas o soluciones, para demostrar los frutos dignos de arrepentimiento (Lucas 3.9 al 14), conversión y santificación.
          Juan bautiza para arrepentimiento (Mateo 3.11), por ser en agua no es para producir arrepentimiento, porque es requisito previo el estar arrepentido. De lo contrario, para bautizarse en agua, Juan no hubiera exigido este requerimiento. Por lo tanto, Juan ejerce dos bautismos, uno a través de la predicación de la palabra generadora de arrepentimiento y el otro, es consecuente del primero, por medio del bautismo en inmersión en agua e inmersión en Jesús, se testifica públicamente del recibimiento de dicho arrepentimiento.
          La conversión es llevar a la práctica, la vida y testimonio ejemplar, generado mediante un verdadero arrepentimiento. La predicación de Juan el Bautista es de arrepentimiento para perdón de los pecados (Marcos 1.4; Lucas 3.3), una vez logrado el efecto en quienes lo reciben y producto de esta predicación, se confirma públicamente con el bautismo de inmersión en agua, para testimonio en la comunidad como paso de obediencia. Cuando Juan es encarcelado, Jesús predica el evangelio del reino de Dios diciendo: “… El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1.14 al 15). Desde entonces comienza Jesús a predicar, y a decir: ¡arrepentíos! (Mateo 4.17) Jesús enfatiza reiteradamente al decir: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente…” (Lucas 13.3 al 5). Por sus frutos los conoceréis, dice Jesús (Lucas 6.43 al 45) y envía a sus doce discípulos de dos en dos, para llevar la predicación del arrepentimiento (Marcos 6.12).
          También el apóstol Pedro insta al pueblo de Israel al arrepentimiento y conversión para borrado de sus pecados (Hechos 3.19), donde él mismo le llama bautismo predicado por Juan (Hechos 10.37) y presencia como los mismos gentiles reciben de Dios el arrepentimiento para vida (Hechos 11.18), con las palabras por las cuales se puede ser salvo (Hechos 11.14). Por otra parte, Pablo testifica como Juan predica el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel (Hechos 13.24), antes de la venida del ministerio de Jesús.
          Para hacer efectivo el bautismo de arrepentimiento no basta con transmitir la predicación a la colectividad, se requiere, individualmente, de personas dispuestas a recibir el conocimiento de la palabra de Dios, para purificación de sus vidas. Por ejemplo, quienes estuvieron en el arca durante el diluvio, fue una figura de bautismo: “…esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1 Pedro 3.20 al 21). Según se asimile cada caso, de manera gradualmente, este conocimiento, entonces se manifiesta la sabiduría de cada persona, con el acto del bautismo en agua y la finalidad de testificar públicamente, el reconocimiento y aceptación de seguir a Jesucristo, además de confesar la renuncia completa al pecado para perdón de los mismos.
          Con respecto a la predicación del bautismo de arrepentimiento, Pablo nos confirma: “… Anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio… Que el Cristo había de padecer,… para anunciar luz al pueblo y a los gentiles” (Hechos 26.19 al 23).
          El arrepentimiento inicia previo al bautismo en agua y continúa como un camino de perfección en el conocimiento. Constantemente se reconoce y renuncia a faltas cometidas por ignorancia u omisión, conforme llega la luz del conocimiento nuevo, se hace las obras dignas de arrepentimiento en forma continua y permanente, para una mejora constante o lucha por la perfección. Inclusive se ejerce un control sobre el temperamento (Proverbios 14.17 y 29, 15.18, 19.11, 29.22; Eclesiastés 7.9; Gálatas 5.16 al 26) genético. Dios dice en su palabra: “Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor, convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18.30 al 32).
 BAUTISMO DE INMERSIÓN
          El bautismo de inmersión en agua es el bautismo en el nombre de Jesucristo. Juan el Bautista ejerce el bautismo en agua y menciona a quien viene después de él, o sea, a Jesús (Juan 3.22 al 30, 4.1 al 2). El Bautista confiesa no ser el Cristo, pero siempre al bautizar menciona a quien viene tras de él, al Cordero de Dios, redentor del pecado del mundo (Juan 1.19 al 37). Cuando Felipe anuncia el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizan hombres y mujeres (Hechos 8.12).
          Un etíope, eunuco y funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, después de creer de todo corazón en Jesucristo, es bautizado al descender al agua (Hechos 8.27, 35 al 38). El apóstol Pedro manda bautizar en el nombre del Señor Jesús a Cornelio, a sus parientes y a sus amigos (Hechos 10.1 al 2, 24, 30 al 33 y 48). En el caso de Pablo y Silas, cuando están en la ciudad de Filipos, hablan la palabra del Señor a un carcelero junto con los de su casa, y al creer en el Señor Jesucristo se bautizan él y todos los suyos (Hechos 16.31 al 33). También en la ciudad de Corinto, hay un principal de la sinagoga llamado Crispo, quien cree en el Señor con toda su casa, además de muchos de los corintios al oír, creen y son bautizados (Hechos 18.8). Pablo mismo se bautiza e invoca el nombre de Jesús (Hechos 22.16).
          Hay una relación entre los bautismos de inmersión en agua y de inmersión en Jesús o en su muerte. Cuando el candidato a bautismo camina en dirección a un río o pila bautismal, para ser bajado a las aguas, es similar a una marcha fúnebre donde hay testigos presentes. Pablo al referirse a la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, dice: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3.10). Ser sumergido en el Señor, implica experimentar plenamente la aflicción de Jesús por luchar contra el pecado.
          En cierta ocasión, los escribas y fariseos piden una señal, Jesús menciona la señal del profeta Jonás dentro del vientre del gran pez por tres días y tres noches (Mateo 12.38 al 41; Lucas 11.32), también destaca el arrepentimiento de la ciudad de Nínive con el mensaje de Jonás, en cambio escribas y fariseos piden señal y no se convierten al mensaje de Jesús (Lucas 11.37 al 12.1). La señal de tres días y tres noches hace referencia a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (Mateo 16.21, 17.23, 20.19; Marcos 9.31, 10.34; Lucas 9.22, 18.33, 24.7 y 46; 1 Corintios 15.4). Pablo habla de ser bautizado en Cristo Jesús y en su muerte: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6.3 al 5). Por el bautismo somos sepultados y resucitados en su semejanza, se compara en su muerte de igual forma en su resurrección (Romanos 6.3 al 5; Colosenses 2.12).
          En el caso de la práctica de bautismo de infusión, en los infantes bebés o niños pequeños, esto es un bautismo de presentación del nuevo integrante en la iglesia o comunidad de fe, como parte del bautismo familiar. Aunque algunos podrían considerar como necesario, el bautismo de inmersión en agua, durante la vida joven o adulta del niño, para testimonio de su propia decisión y voluntad de seguir al señor Jesucristo como creyente practicante. Lo cierto es que si el infante es guiado e instruido eficazmente en la palabra de Dios, no tiene por qué desviarse en el camino de la perdición, sino que tendrá bases firmes y consolidadas como hijo de Dios.
 BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO Y FUEGO
          La Escritura, cuando menciona al ángel del pacto, lo compara con fuego purificador, y como jabón de lavadores (Malaquías 3.1 al 2), este fue un anuncio de la primera venida del Señor Jesús. Juan el Bautista anuncia a Jesús como quien bautiza en Espíritu Santo y fuego, con su aventador en su mano (instrumento para echar al viento y limpiar los granos en las eras o aventar el fuego), para limpiar su era, recoger su trigo en el granero y quemar la paja en fuego (Mateo 3.11 al 12; Lucas 3.16 al 17). Hay dos tipos de fuegos: uno purificador y otro destructor.
          En relación con el fuego purificador el Espíritu de Dios reposa en las personas (1 Pedro 4.12 al 14), entonces el creyente practicante da lugar al bien a los demás y aún a los enemigos, amontona sobre su cabeza ascuas de fuego (Romanos 12.20). Dios hace a sus ministros llama de fuego (Hebreos 1.7), al avivar el fuego del don de Dios (2 Timoteo 1.6) y la necesidad de ser afligidos para someter a prueba la fe, comparada con el oro es más preciosa y se prueba con fuego (1 Pedro 1.6 al 7).
          Antes del bautismo del Espíritu Santo y fuego, para erradicar la maldad y el pecado en la colectividad humana, existió el exterminio físico de las personas, para eliminar la trasmisión del mal, motivo de guerras del Antiguo Testamento: “Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida,… para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 20.16 al 18).
          Lo que pasa es que muchas personas a pesar de conocer en algún momento de sus vidas, acerca de la existencia del verdadero Dios, prefieren continuar con sus abominaciones: “… Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que el edificó en Samaria. Hizo también Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1 Reyes 16.29 al 33).
          Los profetas denuncian esta injusticia y sufren persecución. Por ejemplo, profetas como Elías y otros. En el caso del profeta Jeremías en su tiempo sufre afrenta, angustia, burlas, escarnio, murmuración y persecución por parte de sus adversarios. Estos pretenden prevalecer contra él y estar a la expectativa para presenciar si el profeta claudica. Entonces, Jeremías confirma cómo Dios prueba a los justos, ve el corazón y los pensamientos de quienes encomiendan su causa. En la situación más crítica no quiso hablar más de Dios, ni hablar en su nombre, no obstante, según Jeremías hay en su corazón como un fuego ardiente metido en sus huesos, el cual trata de sufrir y no puede (Jeremías 20.7 al 12). Este es el fuego purificador inevitable e irresistible, para hacer prevalecer el bien y para la santificación. Job dijo: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro. Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté” (Job 23.10 al 11).
          Jesús dijo: “Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?” (Lucas 12.49). Después de la resurrección le encomienda a sus discípulos esperar la promesa del Padre, para ser bautizados con el Espíritu Santo (Hechos 1.5). El cumplimiento viene del cielo con un estruendo y un viento fuerte, con el mismo se llena el lugar y se les aparece lenguas repartidas como de fuego sobre cada persona, entonces son llenos del Espíritu Santo (Hechos 2.1 al 4). Así existe el pentecostés personal.
          Por otra parte, está el fuego de la destrucción, de cuando se manifieste el Señor Jesús en llama de fuego, para dar retribución a quienes no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio (2 Tesalonisense 1.6 al 10). Y de la horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego para devorar a los adversarios (Hebreos 10.26 al 27), porque nuestro Dios es fuego consumidor (Hebreos 12.29).
          El profeta Elías enfrenta lo siguiente: “Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo… Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho” (1 Reyes 18.20 al 24).
          El Espíritu Santo es la señal de nuestra herencia para el día de liberación (2 Corintios 1.21 al 22; Efesios 1.13 al 14, 4.30). La Escritura menciona la analogía entre Jesús como una planta de uvas y de las personas que permanecen en Jesús como hojas con frutos de la planta. Algunas de estas hojas no permanecen unidas al tallo, entonces, se secan, caen y son recogidas para ser echadas en un fuego ardiente (Juan 15.6), por ejemplo, en tiempos de Lot al salir de la ciudad de Sodoma, llueve del cielo fuego y azufre, y destruye a todos (Lucas 17.28 al 30). Pedro dice como Dios libra al justo Lot, pero reserva a los injustos para ser castigados en el día del juicio (2 Pedro 2.6 al 10): “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3.7).
          La exclusión de la promesa de vida eterna y del reino de Dios, sin galardón, es el castigo eterno: “… Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (Lucas 13.27 al 28). Finalmente el profeta Elías clama: “… Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (1 Reyes 18.36 al 40).
          En algunos casos la Biblia habla de carne en referencia al pecado opuesto al Espíritu Santo o poder de Dios entre los obedientes (Romanos 8.5 al 8; Gálatas 5.16 al 17). El énfasis está en el apetito desordenado de placeres deshonestos o concupiscencia, que al ser concebido da a luz el pecado (Santiago 1.14 al 15), bajos instintos, inclinación y propensión sin reflexión. Las obras del pecado están descritas en los Gálatas: se menciona al adulterio, borracheras, celos, contiendas, disensiones, enemistades, envidias, fornicación, hechicería, herejías, homicidios, idolatría, inmundicia, iras, lascivia, orgías, pleitos y cosas semejantes a estas (Gálatas 5.19 al 21).
          En las Sagradas Escrituras se mencionan varias faltas, donde se asevera acerca de quienes hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios. Otra lista semejante la encontramos en Romanos, en donde se afirma que son dignos de muerte quienes tienen estas prácticas, entre las que están el aborrecimiento a Dios, altivez, avaricia, contienda, deslealtad, desobediencia a los padres, detracción, engaño, envidia, fornicación, homicidio, implacabilidad, injuria, injusticia, inmisericordia, invención de mal, maldad, malignidad, murmuración, necedad, perversidad, sin afecto natural y soberbia (Romanos 1.29 al 32; 1 Corintios 5.9 al 11, 6.9 al 11; Efesios 5.3 al 7; 2 Timoteo 3.2 al 5; 1 Juan 3.15; Apocalipsis 21.8 y 27, 22.15).
          La carta a los Hebreos nos advierte de la severidad de Dios (Hebreos 6.4 al 6, 10.26 al 27 y 30 al 31, 12.28 al 29), porque con Dios no se juega, debido a que si nos descuidamos, somos tibios o mediocres quedamos excluidos de él (Apocalipsis 3.16), ya que hay faltas consideradas leves, pero se hacen hábito en el diario vivir de placer, poder y riqueza.
          La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor en Cristo Jesús, el amor de Dios Padre y su fuerza y poder del Espíritu Santo sea con vuestra intención de espíritu. Amén. Escrito y recopilación con amor por un servidor, Frederick Alberto Mora Quesada en https://www.neobiblismo.org/
0 notes
neobiblismo · 2 years
Text
La Conspiración Contra Jesucristo
Tumblr media
        El objetivo o propósito de Dios Padre en relación con toda la existencia, está en su Hijo Jesucristo a quien le rinde un agasajo y como obsequio todo lo que existe: “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Corintios 8.6 – RVR60). Debido al existir de Jesucristo es la causa del origen de todo lo demás, inclusive del séquito celestial y el motivo por el cual nacen en este mundo los seres humanos:
 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1.15 al 20 – RVR60).
          Así el pasaje anterior explica, acerca del Hijo de Dios como el primero de todo lo creado. Por otra parte, el siguiente pasaje lo menciona como el Primogénito: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1.6 – RVR60). Jesucristo es el primer ser celestial, porque Dios Padre es invisible, pero su Hijo es el primer ser visible, con la esencia y sustancia de eternidad, quien es el motivo del resto de la creación existente, ya sea celestial o terrenal, visible e invisible, esto implica lo espacial, material y temporal, lo macro y lo micro, inclusive todo lo relacionado con la energía y el cosmos. El Hijo es anterior a la creación, porque todo depende y subsiste a partir del principio de la existencia del Hijo de Dios, quien tiene toda la plenitud y preeminencia de heredar lo que es suyo, ya que le pertenece como una dádiva o regalo del Padre. Esto provoca un rompimiento de la armonía y relación del séquito celestial, cuya ruptura requiere posteriormente la reconciliación, tanto de lo celestial como de lo terrenal.
          Esta primera conspiración contra el Hijo de Dios a nivel celestial, se replica entre los humanos a nivel terrenal. La parábola de la viña arrendada a unos labradores menciona lo siguiente: “Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra” (Lucas 20.12 al 14 – RVR60). Según esta parábola se presenta una conspiración, luego de rechazar a los profetas enviados por Dios Padre, también desechan al Hijo de Dios. Los conspiradores se sienten aludidos y Jesús les dice: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos” (Mateo 21.43 al 45 – RVR60).
          Por ejemplo, la Biblia menciona lo que es figura y sombra de lo celestial: “los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte” (Hebreos 8.5 – RVR60). También se dice: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9.23 al 24 – RVR60).
          La vida requiere una profunda evocación retrospectiva para traer a la memoria el recuerdo de nuestra indecisión de inocencia angelical. Nuestra primera experiencia de vida tiene su origen en el séquito celestial, pero la inocencia se presenta acompañada de la incertidumbre del momento, debido a la perplejidad provocada por la causa de la rebelión de los ángeles caídos. Esta situación origina el envío de los ángeles indecisos en forma de seres humanos para tomar una decisión y resolución definitiva. Venimos a este mundo figurativamente como ciegos, a pesar de tener la respuesta visible frente a nuestra mirada, en relación con los principios y valores demostrados por Jesucristo: “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.8 al 9 – RVR60). El origen de la vida de ninguna manera es humano, sino que es celestial, la humanidad es solamente una transición para regresar a nuestra casa celestial, quienes tienen una preexistencia, así como Jesucristo preexistía en su primera venida con su nacimiento como humano:
 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14.1 al 3 – RVR60).
          En nuestro dormitar con escenas de sueños, algunas de las mismas corresponden a un proceso fisiológico natural de la biología y genética del ser humano, otras refieren a la activación de recuerdos pasados del principio y procedencia celestial, de nuestro génesis existencial y vivencial. Jesucristo dijo:
 “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste” (Juan 17.5 al 8 – RVR60).
          El pasaje anterior menciona que Jesucristo ha manifestado el nombre de Dios Padre, a los seres humanos que del mundo le ha dado el Padre, pero dice que tuyos eran. Por lo tanto, nuestro origen de ninguna manera se inicia con lo terrenal, sino que es fuera de este mundo, porque nuestra existencia parte de la creación celestial de Dios, según la energía y poder de Dios Padre (el subrayado es nuestro):
 “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR60).
          La indecisión del pasado para nada es excusa para rehusar por negación u omisión la responsabilidad, sino un reanudar a consciencia el destino original, mediante un despertar por la revelación de Dios:
 “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios” (Filipenses 3.12 al 15 – RVR60).
          Entonces, ¿de dónde procede la activación del llamamiento en cada persona?, sino de la inspiración de origen divino. Así dice Pedro en una de sus epístolas:
 “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” (2 Pedro 1.11 al 15 – RVR60).
          El Hijo es superior al séquito celestial, sin embargo, sufre una conspiración de los ángeles caídos. La superioridad está demostrada en el siguiente pasaje: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1.13 al 14 – RVR60). Pero el suceso de los enemigos conspiradores celestiales, se repite con una conspiración subversiva terrenal. Esta vez como enemigos aquellos que en su primera indecisión, ahora confirman su oposición a la fidelidad y lealtad a nuestro Señor:
 “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2.32 al 36 – RVR60).
          Pero se aproxima el cumplimiento del tiempo de la expresión: “hasta”, o sea, el fin o término. La Biblia tiene muchos símbolos que requieren la comprensión y entendimiento de su significado figurativo. Por ejemplo, el profeta Zacarías menciona a Jehová como muro de fuego en derredor, el sufrir las consecuencias de lesionar la obra de Dios como si se tocara a la niña de su propio ojo, el callar delante de Dios porque él se ha levantado de su santa morada:
 “Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió. Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada” (Zacarías 2.3 al 13 – RVR60).
          ¿Qué significa toda esta simbología y cuál es su relación con la conspiración contra Jesucristo? La Biblia dice acerca de los enemigos de Cristo lo siguiente: “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10.29 al 31 – RVR60). Jesucristo menciona un juicio a las naciones, además de una heredad del reino preparado desde la fundación del mundo:
 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25.31 al 34 – RVR60).
          Una de las claves es la mención de las naciones que realizan despojos, en otras palabras, aquellas naciones que quitan o privan a sus habitantes de su posesión más valiosa, en este caso otra clave es cuando se menciona el menosprecio a la sangre de Cristo de la santificación, con afrenta al Espíritu Santo. Esto significa que lo más preciado es Jesucristo mismo y lo que representa, ya sea para la consagración y santificación del ser humano. Ya no es un asunto de una nación o ciudad encerrada entre las murallas, sino la apertura en todo el planeta comparado con los cuatro puntos cardinales, sin fronteras o muros, sino esparcidos con escape de lo que simboliza Babilonia, aunque se menciona la huída de las tierras del norte. Jehová será un muro de fuego en derredor, esta alusión al fuego tiene relación con el calor y la temperatura, situación similar a la presentada con la Edad del Calentamiento Global. Dios es consciente de esta situación mundial y de las consecuencias del Cambio Climático, pero el ser humano como administrador del medio ambiente es responsable de su propia administración del hábitat donde convive. Además el Calentamiento Global es la señal más evidente y prominente de la Segunda Venida de Jesucristo. El año 2020 con el uso del cubre boca y nasal a nivel mundial, es un símbolo de callar ante Dios todo el Planeta Tierra y de ofrecer respeto y reverencia a la voluntad del Creador.
          ¿Qué representa el levantamiento del Señor en relación con su santa morada? Esto especialmente cuando se dijo que está sentado a la diestra del Padre, hasta que ponga a sus enemigos por estrado de sus pies, o sea, cuando se haga justicia con su segunda venida: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR60). Representa al arcángel Miguel, principal y príncipe entre los ángeles, que se levantará en el tiempo del fin:
 “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12.1 al 2 – RVR60).
          El ofrecer respeto y reverencia a Dios y su correspondiente voluntad, tiene antecedentes o precedentes mostrados como ejemplo en las ciudades de Sodoma y de Gomorra:
 “y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2.6 al 9 – RVR60).
          La conducta de los habitantes de Sodoma y de Gomorra, corresponden a un claro desafío y rebeldía ante la consagración y santidad a nuestro Señor: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré” (Génesis 18.20 al 21 – RVR60). Así en la actualidad el mundo se encuentra desbocado en blasfemia y conspiración contra la obra del derramamiento de sangre y sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, inmerso en las distracciones de toda índole en el tiempo del fin y ajenos al verdadero camino de salvación:
 “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17.28 al 32 – RVR60).
          La palabra de Dios parece dura y fuerte pero se ajusta a la realidad. El ser humano ha sido irresponsable ante Dios y tiene que asumir las consecuencias. Jesús dice lo siguiente: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (Lucas 13.34 al 35 – RVR60). La Edad del Calentamiento Global anuncia la proximidad al tiempo del fin, donde la segunda venida de Jesucristo está a las puertas, a un paso de su regreso:
 “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3.5 al 7 – RVR60).
          El Calentamiento Global no tiene marcha atrás, es irreversible, la palabra de Dios se cumple al pie de la letra. Veremos como muchos gobiernos de las naciones han ejecutado y legislado una conspiración contra Jesucristo, para fomentar y promover el pecado y la transgresión ante la voluntad de Dios. El Calentamiento Global es el medio mundial para llamar la atención de sus habitantes, reconocer que las altas temperaturas y el calor requieren la intervención de un poder divino superior. La promesa de los cielos nuevos y nueva tierra es el retorno a la casa celestial, seremos como ángeles con cuerpo transformado, donde mora la justicia de Dios:
 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3.10 al 13 – RVR60).
          Cuando la Biblia menciona a Jehová de los ejércitos, se refiere a los ejércitos celestiales, por ejemplo la referencia indicada en el Apocalipsis o Revelación: “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos” (Apocalipsis 19.13 al 14 – RVR60). Así se acompaña Jesucristo en su segunda venida: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1.7 al 8 – RVR60). El único arcángel conocido celestialmente como Miguel, lleva el nombre de Jesucristo entre los seres humanos, pero regresa de nuevo en su condición anterior de celestial, siempre encargado principal del séquito celestial: “quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 Pedro 3.22 – RVR60). Por esta razón Jesucristo dijo: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13.41 al 43 – RVR60).
          Además dice lo siguiente: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16.26 al 27 – RVR60). También agrega: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24.30 al 31 – RVR60). Esta autoridad celestial de Jesucristo como el arcángel de Dios, también la encontramos en el siguiente pasaje del evangelio, cuando fue aprehendido:
 “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron” (Mateo 26.53 al 56 – RVR60).
          Ahora bien, que significa la expresión bíblica de que enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos… ¿Quiénes son elegidos o escogidos? Los elegidos o escogidos son las personas decididas a ser como Jesucristo, aunque de la gran cantidad de llamados, pocos eligen o escogen ser practicantes seguidores de Jesucristo. La Biblia dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29 – RVR60). Existe el destino y la antelación al destino, como modelo o prototipo de lo celestial repetido en lo terrenal. Si el Hijo de Dios fue el primero de la creación, el séquito celestial posterior, fue predestinado a ser semejantes al Hijo, hasta que se presenta la situación del ángel caído: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2.10 – RVR60). El previo del destino es representado por el séquito celestial:
 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1.3 al 5 – RVR60).
          Sin embargo, el destino mismo corresponde a la vida del ser humano en este planeta Tierra. La predestinación tiene referencia al séquito celestial anterior a lo terrenal, o sea, lo que es previo a la humanidad. Desde un principio fuimos predestinados a ser como Jesucristo, hasta que se manifiesta las consecuencias de la capacidad de decisión en los ángeles caídos. La decisión de ninguna manera es buena o mala sino la consecuencia o efecto de su resultado. Ahora nos queda el conocimiento celestial que ha sido transmitido por Jesucristo mismo para todos los seres, algunos lo reciben como seres espirituales, otros lo rechazan limitados como seres apegados solo a lo natural, y sin ninguna posibilidad de trascender a lo celestial: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 1.22 al 23 – RVR60).
          Así como hay tres tipos de conocimiento, por consiguiente también hay tres tipos de niveles ascendentes de consciencia, a saber, la consciencia natural, la consciencia espiritual y la consciencia celestial. La consciencia es considerada como el despertar, que trae a la memoria la responsabilidad olvidada, o el recapacitar para corregir una equivocación. Es la congruencia con las acciones reflexivas, o sea, su expresión y pensamiento es con reflexión. La consideración de su entorno y de sí mismo es con atención y detenimiento. El nivel de consciencia en el ser humano está intrínsecamente relacionado a su condición o estado, en relación con su tipo de conocimiento, ya sea natural, espiritual o celestial. Hay una interacción entre la neurociencia y la cognición, debido a la fuerza y vigor energético demostrado por la mente, en los procesos vinculados durante la adquisición de conocimiento. Pareciera una explicación compleja, pero en realidad un estudio especializado y específico del sistema nervioso, podría demostrar que el mismo es subyacente a lo subjetivo, o sea, yace debajo y supeditado al pensamiento del individuo. Se dice que las neuronas son células nerviosas encargadas de la recepción y transmisión de la información en el cerebro. Entonces el pensamiento es un procesamiento de energía del intelecto, que influye la parte corporal y tangible, representada por el sistema nervioso, que a su vez se manifiesta con las funciones del organismo y los procedimientos de actividades, comportamientos y conductas de la persona. La tendencia de lo natural es aferrarse o apegarse a lo terrenal, al mundo externo a la persona, mientras que el espiritual escala y trasciende a un nivel ascendente de consciencia.
          La Biblia contiene muchas claves simbólicas que fungen como llaves en la iluminación del conocimiento, meditación, oración, principios, propósito, reflexión, sentido de identidad y valores, fundamentales para la capacidad de atención, concentración y enfoque, principalmente para volver a la memoria primaria y primigenia en el tiempo de la primera creación celestial. Por ejemplo, la Biblia dice lo siguiente:
 “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados. Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40.4 al 8 – RVR60).
          Se reitera a Jesucristo como ejemplo, modelo y prototipo. De ninguna manera Cristo vino a hacer su propia voluntad, sino la sumisión a la voluntad del Padre. El pensamiento de Jesucristo está sujeto a la disciplina y obediencia del pensamiento de su Padre, así es como su Hijo viene a transmitir el conocimiento y sabiduría, para una verdadera comprensión y entendimiento acerca del sentido de la existencia. Por lo tanto, Jesucristo mismo es el verdadero sentido y significado de la vida:
 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6.37 al 40 – RVR60).
          Hay una hipótesis o teoría en la investigación del conocimiento especulativo, acerca del argumento conspirativo contra Jesucristo, donde la historia de cada quien se reescribe o retroalimenta con información al futuro desde el pasado, es decir, se construye y crea consciencia colectiva e individual, cuando el ser humano en su dormir y sueños realiza una retrospectiva hacia el conocimiento pasado, en el tiempo donde formaba parte de los seres celestiales indecisos. Ahora en la existencia en forma de seres humanos, se despierta la consciencia cada vez que se utiliza la capacidad innata de tomar decisiones, pero con el conocimiento de causa del pasado y consciente del efecto futuro para salvación y vida eterna. Jesucristo dijo lo siguiente a los judíos, entre los mismos algunos eran practicantes fariseos: “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” (Juan 8.23 – RVR60). Ahora bien, analicemos un supuesto, si Jesucristo en la preexistencia encabezaba como el jefe del séquito celestial, conocido como el Arcángel Miguel, entonces, si los seres humanos son aquellos ángeles indecisos que vienen a este mundo a tomar una decisión, por qué motivo o razón se quedan sin reconocer a Jesucristo. ¿Cuál significado tiene la expresión vosotros sois de abajo? Mientras tanto, Jesucristo se declara como de arriba y establece una diferencia entre ser y no ser de este mundo.
          Hemos insistido en el significado y la simbología bíblica, especialmente en la cantidad de pistas como llaves para la apertura de la comprensión y el entendimiento. En cierta ocasión Jesús dice: “Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10.18 – RVR60). La acción de ver claramente está representada por Jesucristo como el Oasis de Vida, mientras tanto, el contraste está en el ofrecimiento de Satanás como el Espejismo de la Vida, caído del cielo, en condición de desgracia, desunión, castigo imprevisto y repentino, sin anticipar o conjeturar lo que le había de suceder, impensado, sin esperarlo y sin prevenir. La pregunta es la siguiente: ¿Será que en el instante cuando Satanás cae de la gracia, tiene consciencia de lo que le espera como consecuencia de su acción? Para el ser humano hay una trascendencia de nivel entre la inmersión del espejismo de la vida y el oasis real y verdadero de la vida. El espejismo es un vivir en negación, sin admitir ni reconocer con claridad a Jesucristo. Por ejemplo, los fariseos se encuentran encasillados en un tipo de esclavitud y se excusan por ellos mismos, de la imposibilidad de practicar y seguir a Jesucristo.
          Los fariseos integran una tendencia religiosa del judaísmo, con la rigurosa observancia y práctica de la ley de Moisés. Sin embargo, se oponen y rechazan a Jesús: “Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8.33 al 34 – RVR60). El estado de vida de los fariseos es de abajo, apegado a un espejismo terrenal, Jesucristo es de arriba porque es el Oasis Celestial. El transitar de la vida es como un desierto, entre lo natural y lo espiritual, el cambio o paso de nivel es mediante lo que llamamos la objeción de consciencia de Jesucristo. Se combate, contradice y refuta la opinión y plan de quienes conspiran contra Jesús, a través de la razón moral propia de Jesucristo y la consecuente acción y conducta práctica en oposición al mundo externo:
 “Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8.54 al 58 – RVR60).
          Volvemos a formular la pregunta anterior. ¿Será que en el instante cuando Satanás cae de la gracia, tiene consciencia de lo que le espera como consecuencia de su acción? Hagamos la siguiente analogía con Judas Iscariote:
 “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba” (Juan 13.1 al 3 – RVR60).
          Se menciona la intención en el corazón de Judas de entregar o traicionar a Jesús, comparado con la acción del diablo, la cual está revestida de engaño y mentira. Esta afirmación se fundamenta en el siguiente pasaje: “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó” (Mateo 27.3 al 5 – RVR60). Judas fue embaucado, o sea, engañado debido a su propio desconocimiento, ignorancia e ingenuidad. La artimaña fue lamentablemente mediante engaño y mentira, a través de confabulación, complot o conspiración: “Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen” (Juan 11.56 al 57 – RVR60). Otro pasaje demuestra lo siguiente: “Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle” (Mateo 26.3 al 4 – RVR60).
          La humanidad con sus excepciones vive solamente por vivir, inmersa en un mundo de fantasía, ficción, ilusión, imaginación, vanagloria y vanidad, acelerada, agitada, y convulsa en un espejismo de irrealidad del porvenir. Apegada, aterrizada y dominada especialmente por lo terrenal del materialismo y la superficialidad, regida mayormente por el amor al dinero. Su parámetro o referente de vida es lo contrario a Cristo, no obstante, Jesucristo amó hasta el fin a los suyos: “… como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13.1 – RVR60). ¿Y quiénes son los suyos? Acerca de los suyos se menciona lo siguiente:
 “Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6.36 al 40 – RVR60).
          Los suyos son los que permanecen y le siguen en pos de la verdad, que es Cristo. Aquellos que se oponen y que no son suyos se quedan sin entender el lenguaje de Jesucristo, ni escuchan su palabra: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8.43 al 44 – RVR60). Inicialmente el mal influye en su entorno y se manifiesta como el ángel caído, que arrastra a otros del séquito celestial. Esta misma maldad transmitida por el ser humano, influye en Judas Iscariote, sin embargo, al principio, precisamente el primer ángel caído, toma una decisión de su propia facultad y poder de decidir. La misma de ninguna manera es buena o mala, sino la consecuencia o resultado final que desencadena de la decisión original. En todo caso, en el instante cuando Satanás cae de la gracia, debido a que en ese momento no existe bien o mal, tampoco hay consciencia de lo que le espera como consecuencia de su acción. Reincide en hacer mal con plena intención en el Edén, cuando en lugar de resarcir el daño, provoca y tienta a Adán y Eva hasta generar la transgresión, en detrimento de su segunda oportunidad de encaminarse por el buen camino, especialmente mediante una buena guía y orientación a Eva.
          En relación con Judas Iscariote, en primer lugar reconoce su situación: “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos” (Mateo 27.3 – RVR60). Sin embargo, a pesar de su segunda oportunidad de arrepentimiento, opta por terminar con su vida sin conversión ni resarcimiento: “Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó” (Mateo 27.5 – RVR60). ¿Cuál viene a ser la interpretación y significado de la analogía o comparación entre el suceso acontecido al ángel caído y la situación presentada a Judas Iscariote? La Escritura dice lo siguiente: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10.11 al 12 – RVR60). Lo que antes se escribió en las Sagradas Escrituras es para nuestra enseñanza, los sucesos pasados se establecen como ejemplo y por consiguiente, un eventual estudio y análisis con la finalidad de evitar repetir las mismas conductas o procedimientos.
          El ángel en cuestión primeramente está firme, pareciera alardear, presumir o vanagloriarse, pero en su caso la caída es para apegarse a lo terrenal. Recordemos la insistencia de la simbología bíblica, con un significado específico como pistas para comprender y entender las Escrituras: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14.12 al 14 – RVR60). Cuando el ángel caído dialoga con Eva le dice: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3.4 al 5 – RVR60).
          El problema de ninguna manera es ser semejante al Altísimo, o sea a Dios Padre, en amor, fe, justicia, misericordia, paz y santidad, entre otros atributos. Tampoco adquirir o codiciar la sabiduría como conocimiento profundo del bien y del mal, ni anhelar o desear el buen juicio para administrar o gobernar las acciones conductuales de la vida. Entonces cuál es el significado de que sean abiertos sus ojos y ser como Dios, sabiendo el bien y el mal. Acerca de la ceguera espiritual o la vista espiritual, hay una anécdota o relato bíblico, acerca de Saulo de Tarso, quien fue conocido como Pablo. Analicemos el significado de su simbología:
 “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió” (Hechos 9.3 al 9 – RVR60).
          Vamos a profundizar la palabra de Dios. ¿Qué significa la expresión: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón? El aguijón representa la dirección de Dios, por diversos medios, el principal Jesucristo y el Espíritu Santo. Por ejemplo, en el envejecimiento del profeta Samuel en el primer pacto de Dios con su pueblo, trae consigo el establecimiento de jueces, pero se desvía y pervierte la buena razón del juicio, o sea, la capacidad y facultad de la mente para comparar y juzgar: “Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel. Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba. Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho” (1 Samuel 8.1 al 3 – RVR60). Sobre la base de la avaricia, soborno y perversión del derecho, se fundamenta la sustitución de la guía de Dios por la determinación del reinado humano: “Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1 Samuel 8.4 al 5 – RVR60). Hay un retroceso brusco en la administración y guía de Dios en el pueblo, en relación con la obra del Espíritu Santo, el desecho y la resistencia a la autoridad de Dios:
 “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos” (1 Samuel 8.7 al 9 – RVR60).
          El profeta Samuel era un intermediario de comunicación y consulta a Dios. Las naciones estaban entregadas a la idolatría, prácticamente la población mundial era politeísta. El pueblo de Dios en realidad era un pequeño remanente en relación con el resto de las civilizaciones de la población del planeta, hasta que Dios llama a Abraham, conocido como el padre o patriarca de la fe. Pero que tiene que ver todo este análisis y simbología con el tema de la conspiración mundial contra Jesucristo.  El establecimiento de forma solapada del nuevo orden mundial impulsado por una agenda de programación internacional. El gobierno predominante de la corrupción de la avaricia, soborno y perversión del derecho, especialmente en las nuevas generaciones y en el fomento a las niñas y niños de cada nación para degenerar su conducta, en la normalización de una vida que desagrada a Dios. Jesucristo tiene la preeminencia y supremacía establecida con el anuncio de su segunda venida, acontecimiento de fuerza y poder, que nada ni nadie puede vencer. En el nuevo pacto Jesucristo es la guía y referencia en la objeción de consciencia:
 “El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15.23 al 26 – RVR60).
          La corriente de pensamiento mundial divulgada entre los seres humanos, es desestimar, excluir y retirar a Jesucristo de nuestras vidas, inclusive con imposición y violencia en los regímenes totalitarios. Además de la permisividad a nivel eclesiástico y la apertura a legislaciones conductuales confundidas, desviadas, equivocadas y turbadas. El predominio que se pretende es el apostatar de la fe y práctica en Jesús, es abandonar la educación y formación en la creencia en Jesucristo, en su doctrina y evangelio, en sus principios y valores. Proféticamente está escrito: “Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio” (Isaías 4.1 – RVR60). En la simbología bíblica se explica lo siguiente: “Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17.18 – RVR60). Esto está sujeto a la interpretación, pero hay naciones que se hacen llamar históricamente cristianas, sin embargo, solamente llevan el nombre de Cristo, porque legislan a lo interno de cada nación, comportamientos, conductas y procederes contrarios a Cristo.
          Estos reyes de la tierra, representan los gobiernos, que en la actualidad establecen guías o patrones de conducta, correlacionados con legislaciones permisivas de la legalidad del aborto, cannabis recreativo, eutanasia, matrimonio genérico, suicidio asistido, entre otras leyes infructuosas para el crecimiento y desarrollo espiritual, que son conspirativas contra la sangre de Cristo y que mancillan el derecho de Jesucristo sobre la humanidad, con su crucifixión, muerte y resurrección. Legislaciones que invalidan la obra de Jesucristo, su derramamiento de sangre y la obra del Espíritu Santo. Legislaciones que introducen una falsedad ideológica para corromper y pervertir las sociedades, en post del libertinaje de la carnalidad y pecado desenfrenado, que manchan el honor y la honra de Jesucristo: “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10.29 al 31 – RVR60).
          La gnosis significa conocimiento, en el caso de la gnosis celestial es transmitida por el conocimiento de Jesucristo, ya que su origen es directamente celestial. En cierto momento se cumple la Escritura cuando Jesucristo mismo dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4.18 al 19 – RVR60). Por lo tanto, el conocimiento o gnosis celestial es perteneciente o propiamente exclusivo de Jesucristo, representado en la persona misma de Jesucristo. En este sentido, la iglesia primitiva enfrenta una confusión debido a su roce con la gnosis carnal y terrenal, presente en algunos de sus integrantes: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16). Jesucristo vino a devolver la vista y a libertar de la esclavitud del pecado. Pero algunos se empeñan y proponen invalidar la obra de Jesucristo contra la práctica del pecado. Inclusive el mayor desafío del siglo veintiuno es enfrentar las corrientes de pensamiento infiltradas en las legislaciones de los gobiernos, donde ni la pandemia del COVID-19 ha podido frenar sus propuestas de corromper las nuevas generaciones y la sociedad en general.
          La justificación y legalización del pecado, invalida claramente la obra de Cristo con su sacrificio, muerte y resurrección. Algunas iglesias y universidades llamadas cristianas, han sido influenciadas en este sentido. La verdadera religión es apartarse de la práctica del mal y hacer decididamente el bien a los demás. La religión es consagración y santificación ante Dios el Padre y su Hijo Jesucristo, con la capacidad y el don del servicio de influir el bien. La ambición, avaricia, envidia y codicia, de ninguna manera tiene cabida en la religión auténtica y genuina. La pandemia actual ha demostrado lo imprescindible e indispensable de la confianza en la fe de y en Cristo, de la ayuda del bien común de unos con su prójimo, transmitida en sus enseñanzas y modelo de vida. ¿Qué tiene que ver las legislaciones de algunas naciones y la pandemia del coronavirus con la conspiración contra Jesucristo? Históricamente la manifestación del pecado en las naciones ha sido mediante la guerra: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4.1 al 3 – RVR60). Pero, ¿por qué en la historia de la humanidad siempre han existido seres humanos opuestos deliberadamente contra lo que es Dios y contra su voluntad?
          El rumbo de la vida en relación con la gnosis, específicamente la gnosis celestial enfrentada a la gnosis natural y terrenal, tiene mucha dependencia del desenvolvimiento histórico de la gnosis espiritual, especialmente en función de la verdadera patria celestial. Los administradores de la primera iglesia, precisamente desde el primer siglo, realizan diversos análisis, estudios e investigaciones críticas y objetivas en torno a lo sucedido con Cristo, los gobernantes y la población contemporánea al Señor Jesucristo:
 “Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27.21 al 25 – RVR60).
          El pueblo se declara libre de tomar una decisión con la consecuente responsabilidad y resultado, inclusive con el atrevimiento de invocar que las consecuencias recaigan sobre sí mismos y sus descendientes. Lucas escribe lo siguiente:
 “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1.1 al 4 – RVR60).
          La patria de Jesucristo no es terrenal sino que es celestial. La iglesia del primer siglo en su análisis posterior a los acontecimientos de Cristo, tiene un conflicto, controversia o polémica al respecto. Surge la gnosis acerca de la cristología angélica, en referencia a la preexistencia de Cristo, que viene de lo celestial como el Salvador de los ángeles indecisos, a su vez se identifica y reconoce en su preexistencia como el principal arcángel creado primero por el Padre. Jesucristo es el ejecutor de una gran comisión, porque tiene a su cargo restablecer la armonía y equilibrio de rescatar lo que parecía perdido de la patria celestial: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR60).
          ¿Quiénes conspiran y rechazan a Jesucristo? Aquellos que se aferran a su nacionalismo como su única y verdadera patria terrenal, apegando su vida solamente a la vida presente, sin importar sus acciones y hechos en relación con la vida venidera, juicio final y rendimiento de cuentas a un Dios Creador. Conspiran y rechazan a Jesucristo, quienes se empeñan en aprobar legislaciones nacionales que rinden adoración y culto a la ideología de la muerte, sin importar el tener que responder ante el juicio final de Dios. La Biblia dice:
 “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano” (Génesis 4.8 al 11 - RVR60).
        “La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”, le dice Dios a Caín. La sangre representa vida, por ejemplo, desde la concepción en la etapa de la vida prenatal, iniciada con la fecundación y gestación del ser humano, ya sea en el proceso de su formación como cigoto, embrión o feto, se comete ante Dios un homicidio con la irrupción del embarazo mediante el aborto. La mal llamada ciencia abortiva ha contribuido con interrumpir el embarazo de forma masiva a niveles de exterminio y genocidio de los que están por nacer. Cada año que pasa se eliminan millones de seres humanos por medio de los abortos provocados y voluntarios, sin ningún tipo de castigo a la impunidad mundial. Muchos se esconden clandestinamente para cometer el crimen y delito del aborto, pero de Dios nadie se esconde como el caso de Caín. Hay una absoluta indefensión de los que están sin nacer, porque en todo el mundo los matan por millones, semejante a una guerra discriminada contra los seres humanos prenatales, que están en condición de inferioridad o desfavorable, porque no pueden defender su derecho a la vida por sí mismos. Jesucristo dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.9 al 10 – RVR60).
          La vida corporal es el primer paso para la existencia de una vida espiritual, con la posibilidad de trascendencia a una vida celestial. Por causa del aborto, la humanidad ha robado la vida de las nuevas generaciones sin nacer. Esto también es conspiración contra Jesucristo. Hay una gran defección de los mismos seres humanos, contra la vida de sus propios seres humanos, por consiguiente, los ángeles indecisos en forma humana, confabulan y conspiran contra los demás ángeles indecisos que están por venir a la tierra, negándoles la posibilidad de venir a tomar su propia decisión. No es de extrañar cuando los pro – abortistas se manifiestan dueños de hacer lo que quieran con su propio cuerpo. Sin embargo, ante Dios esto es una decisión al aborto, que solamente refuerza la indecisión de obedecer la voluntad de Dios, tal es el caso de los ángeles indecisos. Las mismas madres abortan a sus propias hijas e hijos, a la manera de un femicidio desenfrenado y supuestamente justificado legalmente en algunos países, donde muchas veces las mismas instituciones de la seguridad de la salud, que existen para defender la vida de las personas, utilizan sus instalaciones, equipo y personal profesional para realizar los abortos. Lo mismo en los casos de la eutanasia y suicidio asistido, como de otras legislaciones nacionales en ciertos países, que descartan y desechan tomar en cuenta la palabra y voluntad de Dios, para hacer prevalecer lo que llaman el libertinaje progresista.
          Por otra parte, la confusión del engaño y mentira de hacer creer a los seres humanos de la existencia de un tercer tipo de órgano de procreación, diferente del femenino y masculino, al que llaman genérico, pero que de ninguna manera puede ser portable y transmisible genéticamente entre generaciones de seres humanos. A pesar del avance en la ciencia y la tecnología, no existe masculino que pueda cambiar a la capacidad y función del útero o matriz, como órgano reproductor femenino. Lo mismo que en el caso femenino, la posibilidad de cambiar al órgano reproductor de espermatozoides, la célula sexual masculina. Esto no es más que una gran confusión de engaño y mentira que se pretende inculcar y fomentar en las niñas y niños de las nuevas generaciones. Eva dijo lo siguiente:
 “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.13 al 15 – RVR60).
          Esta enemistad anunciada o profetizada, se refleja en la persecución contra la obra de Jesucristo en toda la sociedad mundial, inclusive ahora en países supuestamente cristianos, con las mencionadas legislaciones que excluyen a Dios de la vida de los ciudadanos. Al final de los tiempos, el libro de Apocalipsis o Revelación indica lo siguiente:
 “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5.11 al 13 – RVR60).
          Entonces, ¿cuáles son las formas de manifestar la persecución contra la obra de Jesucristo en toda la sociedad mundial? Esto se presenta como una cristofobia, o sea, una aversión hacia Jesucristo, al extremo del odio y repugnancia, tanto a Jesucristo como a su sangre derramada. Una muestra o prueba de esta cristofobia es la ausencia de la guía del Espíritu Santo en la sociedad en general, así el mundo se queda sin redargüir de pecado, justicia y juicio. Jesucristo menciona entre las funciones del Espíritu Santo la siguiente: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16.8 al 11 – RVR60). Analicemos el caso de Jesucristo frente a sus adversarios. Jesús les increpa o reprende con dureza y severidad: “Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8.45 al 47 – RVR60). Lo que pasa es que en cierta ocasión Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4.18 al 19 – RVR60).
          La Biblia tiene figuras simbólicas del pasado que resultan en enseñanza para el presente, de manera contemporánea al lector o inclusive de forma profética con anuncio del futuro: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús” (Romanos 15.4 al 5 – RVR60). Una de estas figuras simbólicas tiene relación con un sistema político y social llamado “anticristo”. Inclusive esta corriente de pensamiento afirmada en nuestros tiempos, especialmente manifestada en su mayor expresión por ciertas legislaciones, ya presentaba ciertos indicios o señales de surgimiento: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Juan 2.18 – RVR60). El concepto de anticristo de ninguna manera hace alusión a una sola persona, sino a muchos anticristos, porque está relacionado con el ser humano que ejerce ciertas prácticas habituales contrarias a Cristo, por esta razón es un sistema con una misma función, regido por el conjunto y disposición de normas, determinadas y establecidas para el fin o propósito, de invalidar a Jesucristo mismo. La sociedad niega desagradecidamente la autoridad, potestad y vigencia de Cristo, inclusive naciones llamadas cristianas han desvirtuado la legitimidad de Jesucristo en sus vidas cotidianas.
          Se ha cambiado el sistema de Jesucristo, como ejemplo y modelo de vida, por el sistema anticristo contrario a la consagración y santidad de la unción de Jesucristo: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2.22 al 23 – RVR60). Pero, ¿cuál es la clave o llave para abrir la comprensión y entendimiento acerca de este tema en cuestión? Hay un pasaje con el siguiente mensaje: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2.27 – RVR60). La unción de Jesucristo permanece en sus seguidores, porque su intensidad e intimidad es una relación muy directa y personal entre el discípulo y Jesucristo. Esto significa que no hay barrera, ni muro, ni obstáculo que impida la visibilidad de Cristo, de manera que no habrá necesidad de que nadie os enseñe; siempre y cuando, se permanezca con la clara autenticidad y genuinidad, en la verdadera unción de Jesucristo: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5.7 al 9 – RVR60).
          Por lo tanto, se cumple la Escritura: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2.21 al 22 – RVR60). La sociedad con sus legislaciones pretenden perpetuar el pecado en afrenta a Cristo e invalidar la obra redentora y salvífica. Esto es un acto anticristo, donde se rinde adoración y pleitesía a la carnalidad corporal y al pecado, porque a lo malo se le dice bueno y se le llama bueno a lo malo, como está escrito en el libro de Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR60). La Biblia dice acerca de Jesucristo: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4.15 – RVR60). Jesucristo vino en carne pero se muestra como ejemplo de vivir en carne sin cometer pecado, aunque es el Hijo de Dios, viene en forma de ser humano, para demostrar que si se puede ser fiel y leal a Dios Padre en los principios y valores del discipulado de Cristo. Así está escrito el siguiente texto que resume muy bien este análisis, en relación con ser semejante a Jesucristo, contrario de vivir como un anticristo:
 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2.5 al 12 – RVR60).
          Obsérvese como el ocuparse de la salvación requiere temor y temblor, esto significa con dignidad, respeto y reverencia. Especialmente la excelencia en la moralidad, en relación con la decencia, decoro, honestidad y honradez, manifestados en la conducta y comportamiento. Un fuerte sentimiento de pundonor para conservar el crédito de reputación de la persona, su honra y prestigio. La sociedad supuestamente legisla a favor de la mejora continua como personas, que se confunde con el supuesto de ser más humanos pero menos espirituales. Lo que pasa es que el mundo está muy confundido y desorientado. La Biblia dice: “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10.23 – RVR60). En esta presunción de legislar aparentes verdades, se descarta y discrimina la voluntad de Dios, inclusive algunos representantes legislativos, se oponen abiertamente y directamente contra Dios con toda clase de impunidad. Todo lo contrario, el salmo afirma lo siguiente: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino” (Salmos 37.23 – RVR60). Otro pasaje indica: “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15.19 – RVR60).
          Tarde o temprano prevalece la autoridad de Dios sobre la humanidad, así como lo dijo Jesucristo a Pilato: “Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene” (Juan 19.10 al 11 – RVR60). El pecado es una falta al deber ante Dios, en este sentido la sociedad trata de eliminar sus deberes de consagración, justicia, rectitud y santidad ante Dios. Ahora la moda es la defensa al derecho humano a la propensión y sensualidad a los placeres carnales. Esto nos arraiga más a lo terrenal y nos aleja de la espiritualidad: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2.15 al 17 – RVR60). La verdadera libertad es mediante Cristo, porque somos llamados a libertad: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5.13 – RVR60).
          Esta libertad es para ser libres en tener la mente de Cristo: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8.5 al 8 – RVR60). ¿Quiénes conspiran contra Jesucristo, invalidan y menosprecian la obra redentora y santificadora de su sangre derramada en la cruz? Los carnales que buscan legalizar el libertinaje en cada nación, para fomentar su modo de vida o manera de vivir en las nuevas generaciones, a través de las legislaciones que aprueben comportamientos y conductas permisivas del pecado. Se ignora a conveniencia y voluntariamente la palabra de Dios, las Escrituras son Sagradas y Santas a manera de una Constitución Universal de la Voluntad de Dios, Una Ley Fundamental de los Deberes y Derechos ante Dios. La misma es muy clara y contundente acerca de la carnalidad: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5.19 al 21 – RVR60).
          Por último, los apetitos y deseos de la carne son insaciables, es un círculo vicioso del que no sale la persona de la condición terrenal. La libertad de la unción de Jesucristo por medio del Espíritu Santo, ofrece preparación para vivir en Cristo: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3.7 al 8 – RVR60). Este mundo es pasajero y temporal, mientras que Jesucristo es exclusivo, suficiente y único para recibir la salvación y la vida eterna, porque es una preparación para el día de la muerte de la persona: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1.21 – RVR60). La Biblia advierte lo siguiente: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13.12 al 14 – RVR60). Jesucristo afirma lo siguiente: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60).
          Una vida sencilla en Jesucristo, en el sentido contrario de acumular lo prescindible, es decir, de ninguna manera el ser humano necesita atesorar objetos para disfrutar verdaderamente de una vida plena, porque la persona se apega, ata o esclaviza, en relación con los bienes superfluos. Ser libre es lograr una armonía en el equilibrio de la pureza y la sencillez en Cristo, especialmente para el propósito y el sentido de la vida al máximo. El potencial para la visualización espiritual y devocional se vuelve posible para el crecimiento y el desarrollo, porque el enfoque está dirigido en lo que trasciende, específicamente en lo que se refiere a la transición de este mundo a la vida venidera, aunque algunos se aferran al apego terrenal. A través de Jesucristo recibimos la vista para ver el horizonte espiritual, hasta alcanzar el conocimiento celestial. Meditar, pensar y reflexionar sobre Jesús, el Hijo de Dios, su ejemplo y su modelo de vida, abre las puertas del conocimiento, para que podamos ver más en la dirección del Padre Celestial. Sin embargo, la legislación humana pretende imponerse a la legislación de Dios, pero olvidaron todos estos legisladores llamados “los libertarios progresistas del mundo”, que Dios es quien impone su última palabra y voluntad al final de los tiempos. Cualquier celebración y sublimación del pecado, solamente es temporal y de ninguna manera va a prevalecer contra el Creador. La Biblia dice:
 “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si aquellos no escaparon que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháramos al que habla de los cielos. La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, mas aun el cielo. Y esta palabra, Aun una vez, declara la mudanza de las cosas movibles, como de cosas hechas, para que queden las cosas que son firmes. Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual vamos á Dios agradándole con temor y reverencia; Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.25 al 29 – RVR1909).
        La historia de la desobediencia y rebeldía del ser humano es la misma al día de hoy. Está escrito lo siguiente:
 “Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente” (Daniel 9.13 al 15 – RVR60).
          Además, la Escritura agrega: “En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira sobre ti. Yo Jehová he hablado; vendrá, y yo lo haré. No me volveré atrás, ni tendré misericordia, ni me arrepentiré; según tus caminos y tus obras te juzgarán, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 24.13 al 14 – RVR60). ¿Por qué el ser humano evade su propia responsabilidad? La Biblia también aclara:
 “Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel; con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios. Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio. Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos. No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos; mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos. Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua. Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy” (2 Reyes 17.34 al 41).
        Esta impunidad del ser humano jamás es para siempre. Las decisiones y oportunidades de la vida corresponden a la etapa de lo temporal, el propósito y misión atañe a lo preexistente vinculado a lo por venir. Tenemos como ejemplo el caso del profeta Jeremías: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1.4 al 5 – RVR60). Otro ejemplo es mencionado por Jesucristo al decir: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9.1 al 3 – RVR60). Un ángel indeciso en su preexistencia, su indecisión de ninguna manera se considera pecado, sino en la vida en este mundo viene a tomar la decisión respectiva, para que la obra de Dios, que es mediante Jesucristo se manifieste en la determinación de su decisión. Se cumple la siguiente Escritura: “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1.4 al 5 – RVR60). Esto es volver al origen de la vida eterna a la imagen de Dios Padre y con la semejanza de su santidad.
          La energía es la esencia divina que posibilita toda la existencia: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1.1 al 2 – RVR60). El Espíritu es la Energía y Poder de Dios, por lo tanto, es imposible la comunión del pecado con el Espíritu Santo de Dios: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR60). El rumbo de la humanidad requiere un alto en el camino para meditar, pensar y reflexionar acerca de la provocación de su destino: “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14.12 – RVR60). Este camino de muerte es el que la humanidad se ha impuesto a sí misma: “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo” (Eclesiastés 8.8 al 9 – RVR60). Jesucristo dijo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6).
          La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor en Cristo Jesús, el amor de Dios Padre y su fuerza y poder del Espíritu Santo sea con vuestra intención de espíritu. Amén. Escrito y recopilación con amor por un servidor, Frederick Alberto Mora Quesada en https://www.neobiblismo.org/
0 notes
neobiblismo · 2 years
Video
youtube
Libros Neobiblismo: Estudiar la Biblia en profundidad en Internet es mejor con Neobiblismo.org  Nueva presentación de la página inicial de Libros web Neobiblismo.
0 notes
neobiblismo · 3 years
Video
youtube
Presentación portadas Libros web Neobiblismo:
0 notes
neobiblismo · 3 years
Link
Libros web Neobiblismo.org
1 note · View note