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lanietadelatierra · 18 days
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Recuérdame incluso si lo olvido.  
Escucha el eco de los años y los días. 
Los viejos años con brisa y melodía.  
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lanietadelatierra · 3 months
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Brilló el relámpago
y el cielo se puso blanco.
Antorchas encendidas
en aquel majestuoso patio.
La noche fue testigo
de nuestros encuentros secretos.
¿Quién es mejor que ella
para ocultar nuestros oscuros deseos?
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lanietadelatierra · 4 months
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¿Qué es lo que se oculta detrás de un corazón vacío?  
para llenarse del olvido  
de todo lo que el corazón no ha conseguido. 
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lanietadelatierra · 4 months
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Seducción árabe الإغواء العربي 
En una aldea cercana al reino de León, Lucrecia se encontraba con su familia en su humilde hogar. Recién había llegado junto al maestre sabio Abu Bakr para que revisara a la madre quien yacía enferma en su lecho. Lucrecia por sí misma había ido a buscarlo al reino de Zaragoza. Se había atrevido a ir sola a pesar de las diferencias entre ambas ciudades y los peligros que podía provocar eso si se enteraran que no era árabe. Estaba toda tapada con una túnica al cual se le podía ver solamente sus ojos y parte del rostro para pasar desapercibida y que piensen que era musulmán. A su suerte durante el trayecto ninguno de los soldados que custodiaban aquellas tierras que rodeaban al reino de Zaragoza no la habían detenido. 
- Las estrellas me habían avisado de tu llegada, señorita - dijo el sabio en castellano cual era su segunda lengua. 
- Por favor, señor. Mi madre no se encuentra bien. Se lo agradeceré mucho si la revisa y la cura. Por favor ayúdennos - le suplicaba la joven. 
Abu asintió aceptando. 
- Eres una joven muy valiente por recurrir hasta aquí sola para obtener mi ayuda. Con gusto os ayudare. - 
Lucrecia le sonrió levemente asintiendo debajo de su túnica. 
-Pero… ¿no has temido a los guardianes de los caminos? - agregó el sabio. 
-Quien cabalga por el mar no tiene miedo de hundirse – le respondió la joven. 
El sabio empezó a revisar a la madre y luego con discreción y cordialmente dijo lo que la joven nunca quería escuchar acercándose a ella. El negó con la cabeza para luego decir las siguientes palabras. 
 - A tu madre no le queda mucho de vida, señorita. Lo siento. La bacteria se ha apoderado de su cuerpo y ya no puedo hacer nada para salvarla. Ya solo está en las manos de el que da y quita la vida. Estas hiervas solo retrasaran su agonía - 
A Lucrecia se le formaron lágrimas en los ojos y agachó la mirada conteniéndose las lágrimas para no llorar frente a él. 
- Solo puedo ofrecerle este pan y vino. No poseemos monedas de plata para pagarle, señor - dijo Lucrecia con sinceridad. 
- No se preocupe, señorita. Yo puedo ofrecerles asilo. Le preguntare a mi señor - 
- Gracias, señor - 
Él partió hacia su ciudad y luego de unos días regresó con noticias. 
- Se te ha concedido asilo, pero para ti sola. Tu familia debe quedarse aquí - dijo Abu. 
- Ve hermana. Yo me quedare cuidando a madre. - dijo el hermano mayor de Lucrecia. 
A Lucrecia solo se le veían los ojos y parte del rostro. Ella estaba sentada delante del sabio en un caballo yendo a Zaragoza. Soldados moros vigilaban el camino. Tres de ellos los detuvieron acercándose. Lucrecia estaba nerviosa. Si descubrían que no era árabe su vida correría peligro. Abu se puso a hablar con ellos en su idioma sin bajar del caballo mientras que la joven estaba con la cabeza agacha y en silencio. No entendía lo que hablaban. Luego de unos segundos de conversación que a Lucrecia le pareció interminable los dejaron seguir avanzando. 
- No tema, señorita. Conmigo estarás protegida - 
Arribaron al reino y al entrar se bajaron del caballo para adentrarse al palacio.  
 - Aquí puedes quitarte la túnica - 
La joven asintió y le hizo caso. Se quitó el velo dejando al descubierto su bello rostro. 
Unos días después, Lucrecia estaba con Amina, hija del rey moro en un cuarto sentadas en sillones en el suelo bebiendo diversos tés como era habitual a esas horas del día. Ambas se habían hecho amigas pese a la diferencia cultural. 
- Si quieres obtener el corazón de tu hombre debes seguir mis consejos. Primero debes saber seducirlo, bailarle, demostrarle que su corazón te pertenece. Yo te enseñare. Déjame que te de una pequeña demostración - dijo Amina y se puso de pie. 
Empezó a bailar sensualmente delante de la joven moviendo su vientre, sus caderas y sus brazos y pies seguían su ritmo. Bailaba muy bien demostrando su experiencia que tenía para seducir hombres. Luego Amina la hizo ponerse de pie y la hizo que le copie. Lucrecia empezó a bailar siguiendo sus pasos. Se encontraron las dos bailando sensualmente en el cuarto.
- Lo has hecho muy bien por ser tu primera vez - 
- Gracias - 
- Lo segundo que debes hacer es aprender a hablar mi idioma. Te daré clases todos los días. Mi padre no dejara casarte con un árabe si no sabes nuestro idioma - 
Amina agarró un libro de poesía. Lucrecia repetía cada palabra detrás de Amina a medida que iba leyendo. 
Era una noche cálida, el sabio se encontraba sentado observando las estrellas en los jardines. El jardín estaba iluminado por antorchas. Amina estaba con Lucrecia observándolo desde uno de los ventanales del interior.  
- Debes ir y hacer lo que te he enseñado. Aprovecha ahora que esta solo- dijo Amina. 
Lucrecia le hizo caso y se acercó lentamente a él. 
- Buenas noches - 
- buenas noches, señorita. ¿Que la trae por aquí? - 
Ella se colocó delante de él y empezó a bailar sensualmente tal como Amina le había enseñado. En medio del baile ella le mostraba la pierna descubierta que sobresalía por medio de su vestido. Él sorprendido la observaba con disfrute y su mirada bajó hacia su pierna descubierta. Amina observaba desde adentro y se reía discretamente. Con cada movimiento que Lucrecia daba con su cuerpo se sentía la lujuria crecer cada vez más en el interior como una gran llama queriendo salir. 
- Ya detente - le ordenó el sabio apartando su mirada con seriedad. Lucrecia se detuvo. - ya es tarde. Debo retirarme a mis aposentos - 
En lo más oscuro de la noche como si fuera una estrella naranja en el horizonte, ella lo había iluminado. 
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lanietadelatierra · 4 months
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Retraso de Castilla 
Las aguas rompían en las rocas de la formación rocosa que yacía sobre la costa del océano. El sol alto del mediodía hacia brillar con su resplandor las aguas. Sobre el sendero situado en la planicie que formaba el acantilado pasaba la caballería que trasladaba a la prometida del príncipe Alfonso VI cuyo nombre era Lucrecia, hija primera de una familia noble de Castilla.  
Ya estaban a mitad del viaje y el recorrido se estaba haciendo cada vez más agotador debido al calor provocado por el intenso sol del mediodía. Lucrecia tenia los labios secos y su cara se estaba tornando pálida y sus ojos se entrecerraban. Uno de los caballeros que la acompañaba notó eso y le ofreció enseguida agua. Esto provocó que la caballería se detuviera. Ella bebió del agua, pero no la puso mejor y se desmayó. Casi se cae del caballo, pero el caballero la agarró rápido. A un costado del camino los pajes alzaron una tienda donde allí el maestre sabio árabe llamado Abu Bakr atendió a la joven dándole un té de hierbas mientras sus doncellas la abanicaban para que se recomponga.  
Todo esto provocó un retraso en la llegada al reino de León. Una carta fue enviada al castillo para avisar de este inconveniente. 
“Estimado Alfonso VI, príncipe de León: 
Os ruego que comprendáis nuestra delicada situación. Os debimos detenernos a mitad del camino. Mi señora se ha desmayado y necesitaba asistencia. Os debimos montar una tienda y allí mi señora descansa. Os pido comprensión y paciencia por nuestro retraso.  
Atentamente, 
                       El reino de Castilla” 
La mano derecha del rey leyó la carta ante el rey y su familia comprendida por su esposa, primera hija y sus otros tres hijos varones en la sala del trono mientras todos escuchaban atentamente. Ellos estaban esperando a la joven. 
- Una chica débil no sirve para nuestra familia - dijo Urraca, hija primera del rey. Ella estaba celosa pues había intentado seducir a su hermano Alfonso en varias ocasiones. 
- Hija no digas eso. Todos se pueden desmayar. Yo me he desmayado varias veces - dijo Sancha, la esposa del rey a Urraca para luego dirigirle la palabra a su esposo - sepa comprender mi querido esposo e hijo mío. 
El rey asintió estando de acuerdo con lo que decía la carta. 
Cuando Lucrecia recobró el conocimiento estaba acostada junto a sus doncellas y al maestre sabio y se largó a llorar por vergüenza y temor a lo que diría la familia real por el retraso de su llegada al castillo. 
- No llore, mi señora. Ellos comprenderán lo que ha sucedido - le dijo el sabio para que se tranquilice - Del árbol del silencio pende el fruto de la seguridad… 
Se quedaron mirándose a los ojos por un momento, pero luego Lucrecia se apartó poniéndose de pie. Abu la deseaba y cada sabiduría que esbozaba con sus palabras la seducía. Allí recordó aquel beso que ella le había obsequiado bajo la luz de las estrellas aquella noche cálida de luna llena en los jardines del reino de Castilla donde se escuchaba solamente el canto de los grillos y la brisa tenue moviendo las plantas. Aquel beso era señal de que su corazón le pertenecía. 
Las cosas no valen por el tiempo que duran sino por las huellas que dejan. 
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lanietadelatierra · 4 months
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Rígida tierra
Revoltosas lombrices que se asoman por allí
Brotes de pasto y flores silvestres
Marchitas rosas enredadas en la piedra de las anticuadas lapidas que allí yacen
Epitafios borrosos donde se perciben solamente letras
Lamentos de quienes alguna vez fueron alguien en vida
Pelaje negro de un gato dormido sobre la tierra removida
Una tumba reciente
Acostado sobre el umbral de la vida y de la muerte
Almas que deambulan por allí
Sin saber cómo traspasar el umbral
Recuerdos vívidos
Pasado se mezcla con el presente
Siluetas en la noche
Risas en la oscuridad
Llantos en la penumbra
Oíd como juegan los espíritus en la eternidad.
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lanietadelatierra · 5 months
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Cuando la inspiración llama no hay un mal momento ni un errado sitio para disponerse a narrar - Evelyn A. Torres
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lanietadelatierra · 5 months
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Pensamientos
El humo salía por lo más alto de las chimeneas y se expandía. El sol estaba cayendo y se ocultaba en el horizonte. La luz tenuemente anaranjada del crepúsculo entraba a través de las ventanas.
La comarca se inundaba del olor a las diversas comidas que los habitantes se encontraban horneando.
La joven Anastasia había ido a visitar a su tío Bilbo Baggins. Ella no era completamente un hobbit, sino que era mitad humana mitad hobbit debido a que su madre se había unido en matrimonio con un humano. Bilbo estaba horneando un pastel de zanahorias mientras que Anastasia estaba junto a la chimenea echando más leña al fuego. Ella contemplaba las ondulaciones de las llamas cuales brillaban y se reflejaban en la retina de sus ojos verdosos mientras realizaba eso. Pensamientos se apoderaban de su mente.
- En tierras del oeste bajo el sol las flores quizás crecerán en primavera… - susurraba cantando Bilbo en la cocina.
Pasos se escucharon detrás de ella que se acercaban. Era Bilbo acercándose. Ella giró al sentir eso y se largó a llorar ocultándose en los brazos de su tío.
- Escuché su voz adentro de mi cabeza. Era el senescal de Gondor. Él me decía que incluso ahora hay esperanza. Yo no puedo ver esto, tío - decía Anastasia llorando hundida en sus brazos.
- Hasta en los momentos más oscuros hay esperanza, querida-
- Me vi caminando por los jardines de la ciudadela junto a su primer hijo. El sol brillaba mucho y el leve viento nos inundaba del aroma de las flores. Allí el me obsequió un anillo de zafiro bordó y me pidió mi mano - Anastasia sonrió levemente - y yo felizmente acepté. Eran tiempos hermosos. La oscuridad no había avecinado aún. El cielo estaba claro y sin ninguna nube. Las aves cantaban, parecían que se habían alegrado. Hasta el mismo Denethor había aceptado nuestra unión y había preparado un gran banquete para celebrar nuestro compromiso y todo Gondor festejó hasta que la noche clara y estrellada cayó. Y allí en el cielo se posesionaba una luna llena y brillante. Las estrellas iluminaban los senderos que se expandían hacia el norte desembocando en la gran ciudadela -
- el fuego nos hace atraer a nuestras mentes lo que nuestro corazón realmente desea, querida -
Anastasia se separó de él y se acercó a la ventana y suspiró mirando la noche caer. Allí se vio reflejada usando una tiara sobre su frente y un velo de tul negro que caía sobre su cabello esperando con ansias la llegada de su esposo que había partido hacia Rivendel. Estaba preocupada y se notaba en su rostro. Todo había cambiado.
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lanietadelatierra · 5 months
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Una flor blanca floreció en el gran árbol blanco
en lo más alto de la ciudadela
luego de la victoria de la batalla.
Aquellos tiempos eran oscuros
y aquella flor daba esperanza.
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lanietadelatierra · 5 months
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Oh maravillosos seres de la naturaleza enigma
que ocultáis en las profundidades de los troncos.
Vosotros que tenéis bondad en vuestro corazón.
Os recibo con alegría y con mi corazón abierto
para obtener vuestra magia que vosotros poseéis.
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lanietadelatierra · 5 months
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Relatos del crepúsculo: La madre de los duendes  
Érase una vez una joven llamada Anastasia quien tenía el don de hablar con los duendes. Era blanca como la nieve y su cabello largo castaño como la madera de los árboles. Se reunía en el bosque y le hablaba y cantaba a los duendes quienes se reunían alrededor de ella formando un círculo. Poseía un corazón noble y la pureza se iluminaba en su rostro. También le gustaba danzar bajo la luz de la luna junto a ellos.  
Anastasia era la hermana menor de la esposa del rey Robert Baratheon llamada Julieta. Su padre la había unido a él en matrimonio debido a un sostén económico y poderoso que Robert poseía. Además, a consecuencia de que su padre era su mano derecha. Así que a los quince años fue desposada por Robert. Solo faltaba que Anastasia contraiga matrimonio.  
Un gran banquete se realizó luego de la ceremonia en la iglesia donde asistieron diversos invitados de varias tierras de Norte a Sur. Entre ellos se encontraba el caballero guardián de las tierras del norte cuyo nombre era Eddard junto a su esposa Catherine. Ellos se sentaron en la misma mesa junto a los recién casados y a los familiares.  
El padre de las jóvenes hablaba con Eddard y con Robert mientras bebían y comían y de fondo la música resonaba. Al contrario de sus hijas quienes estaban en silencio. Algunos invitados bailaban y a Anastasia le dio ganas de hacer lo mismo así que pidió permiso a su padre para bailar quien le dio una respuesta positiva.  
Ella empezó a bailar junto a los que estaban bailando. Parecía que a medida que bailaba emanaba magia. Eddard la observaba mientras bebía vino y mientras que Catherine no se daba cuenta de eso.  
Resulta que luego de unos días la esposa de Eddard falleció repentinamente mientras dormía quedando viudo. El norte lloraba derramando lluvias por las tierras y los lobos aullaban bajo las gotas que caían sobre sus pelajes.  
La noticia de su fallecimiento se expandió como una ráfaga por todas las tierras.  
Anastasia junto a su familia y al rey asistieron al sepelio. Los hijos de Catherine y Eddard estaban junto al féretro donde yacía la difunta. Una música sacra resonaba en el ambiente.  
Catherine yacía en su eterno descanso luciendo un vestido blanco y una túnica de tul cubriendo su rostro. Entre sus manos enlazadas se encontraba un ramo de rosas negras. Un ambiente desolador y de angustia merodeaba el lugar. Sus hijos y Eddard estaban devastados por la situación. Aprovechando la situación, el padre de las jóvenes se acercó a Anastasia con discreción.  
- Deberías visitar a Eddard luego del sepelio -  
A Anastasia le sorprendieron dichas palabras, pero obedeció y asintió con un movimiento de cabeza.  
- Si usted lo desea -  
El féretro fue bajado a la cripta junto a la procesión de gente. Anastasia miraba atentamente como depositaban el ataúd en un cajón de piedra y lo sellaban con una tapa del mismo material. Las personas se despedían con respeto y así concluía la ceremonia fúnebre. A medida que se retiraban, la cripta volvía a su estado de desolación haciendo que aquel lugar húmedo y frío fuera tétrico. Las almas que allí descansaban habían tenido largas historias y quizás seguían reviviendo sus días mortales allí mismo. Más tarde, Eddard se encontraba hundido en sus pensamientos más profundos en su despacho sentado a su escritorio junto a una copa de vino. La muerte de su amada esposa seguía rondando en su mente. Lo había afectado mucho y a raíz de eso buscaba consuelo en sus escritos y en la bebida. Había caído el crepúsculo y un cuervo posó en la ventana cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de la joven Anastasia quien entró al despacho con discreción y respeto. Eddard alzó la mirada y la vio. Le llamó la atención que ella estuviera allí.  
- ¿Anastasia? ¿qué hace aquí? -  
-  Quise ver como se encontraba, my lord. Espero que no lo haya molestado -   
El hombre asintió y le hizo un gesto con la mano para que se acercara lo cual la joven realizó.  
- Lamento mucho la pérdida, my lord -  
- Eres muy amable. Ya lo has repetido y gracias de nuevo -  
Ella se sentó frente a él y observó al cuervo que seguía en la ventana. Sus ojos negros parecían que la miraban y emitía un sonido moviendo su pico como si quisiera decir algo. Y así fue como desde ese encuentro Anastasia lo empezó a visitar en todos los crepúsculos por obligación de su padre ya que él quería que conquiste al Lord de alguna manera, pero luego de esas visitas la joven se reunía en el bosque con los duendes sin que su familia se enterara. Nadie sabía que ella poseía ese don. Era un secreto. Excepto por su hermana y ahora esposa del rey, pero ella confiaba que guardaría su secreto para siempre en lo más profundo de su ser.  
Aquellos bosques de las tierras del Norte no eran como los de la zona donde Anastasia vivía. Había criaturas peligrosas durante las noches tales como lobos y osos, pero ella no lo sabía.  
Fue una noche cuando ella estaba danzando junto a los duendes cuando uno de los guardias de Eddard la vieron en medio del baile y la tomaron del brazo sacándola de allí.  
-La hemos encontrado en el bosque danzando con seres del inframundo - dijo uno de ellos con tono serio frente al Lord.  
La gente de esa época creía que aquellos seres de los bosques como los duendes y hadas eran seres malignos y del infierno tales como su religión ortodoxa relataba. 
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lanietadelatierra · 5 months
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El norte lloraba derramando lluvias por las tierras y los lobos aullaban bajo las gotas que caían sobre sus pelajes.
La tierra se humedecía y manchaba sus pies.
Vuestra perdida será recordada por décadas.
Vuestra valentía será recompensada.
Vuestros días serán recordados y no habrá ninguna persona sobre la faz de estas tierras que se olvide de vuestros nombres.
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lanietadelatierra · 6 months
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Relatos del crepúsculo: ¿Ella estará despierta?
No podía conciliar el sueño. Acostada de costado miraba detenidamente la luz de la vela que yacía sobre la mesita de luz junto a mi cama.
El largo viaje en tren me había agotado, pero a pesar de eso no lograba dormirme.
El cuadro de la pared me inquietaba. Esa joven, vistiendo un encaje negro posando con su sonrisa siniestra y sus ojos mirando al frente fijamente, me perturbaba.
Alguien llamó a la puerta y lo hice pasar. Era mi hermano mayor llamado Peter.
- Quería ver si ya estabas dormida -
- No puedo dormirme. La dama me inquieta – dije señalando el cuadro.
- Es solo un cuadro, cariño -
Él se me acercó y se sentó junto a mí en la cama.
- ¿Quién era ella? - le pregunté.
- La antigua dueña de esta casa – me respondió acariciándome el cabello.
La luz de la vela iluminaba nuestros rostros tenuemente y lo demás estaba en penumbras. Sentía su suave mano acariciándome con ternura mi cabello y le obsequié una ligera sonrisa.
- ¿Quieres que me quede aquí contigo y te cuente un cuento? - me preguntó devolviéndome la sonrisa.
- Ya estoy grande para que me cuentes cuentos - le dije largando una risita. - pero si quieres puedes contarme más sobre esa dama.
- Solo se eso que fue la dueña de esta casa y que nuestros padres la llegaron a conocer. Yo no la conocí en persona. Ya había fallecido cuando nací -
- Hay algo en su mirada que me da mal rollo ¿Ella estará despierta? -
La vela se apagó de repente quedando la habitación completamente a oscuras. Era una señal de una respuesta positiva para mi pregunta, pero lo habíamos tomado como una casualidad.
Peter volvió a encender la vela y se acostó al lado mío. Yo giré para tener mi rostro frente a él. Sus ojos azules verdosos se iluminaban con la luz de la vela. El me abrazó y yo correspondí a su abrazo, pero ese abrazo se transformó en
pasión. Nuestros labios y nuestros cuerpos se entrelazaron bajo la mirada vigilante de aquella dama que nos observaba en un rincón de la habitación con una sonrisa macabra, pero nosotros estábamos envueltos en la llama de la pasión que no nos dábamos cuenta de que ella estaba allí flotando sin pies con su vestido de encaje negro y su cabello largo oscuro.
Ella no se había ido de la casa. Seguía allí, despierta.
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lanietadelatierra · 6 months
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Las altas y grandes heladas montañas con sus picos nevados yacían detrás de un gran bosque frondoso de coníferas donde habitaban diversas clases de animales tales como ciervos y lobos. En medio de este majestuoso bosque atravesaba un arroyo de aguas cristalinas que bajaba por las altas montañas y desembocaba en un precioso lago de aguas transparentes donde a simple vista se podía apreciar las rocas que yacían en el fondo del mismo. 
Bajo un abeto se encontraba un hombre sentado sobre una roca y fumando tranquilamente tabaco de su pipa. Un sombrero puntiagudo llevaba sobre su cabeza donde por debajo de este le caía un largo cabello blanco al igual que su barba voluminosa del mismo color. Su mirada pensativa mirando hacia los árboles daba a entender que estaba disfrutando de aquel momento en contacto con la naturaleza. 
Su túnica se extendía hacia el suelo tan larga como su bastón que siempre llevaba consigo. Alguno que otro ciervo se acercaba a él pacíficamente y compartía su lecho en armonía mientras de fondo se escuchaban los chillidos y cantos de las aves y el sonido del agua fluir y chocar en las rocas por delante de él donde pasaba el arroyo. Algún ave bajaba a beber de sus aguas y se quedaba allí un largo rato. 
Aquel hombre era un mago blanco, uno de los pocos magos blancos que existían en la tierra, y los animales lo podían presentir es por eso que no le tenían miedo y se unían a él. 
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lanietadelatierra · 6 months
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Relatos del crepúsculo: No la llames por su nombre  
Durante décadas los seres humanos han intentado entablar comunicación con el mundo de los difuntos utilizando diversos métodos.  
El siguiente relato se llama: “no la llames por su nombre”.  
Era el pleno auge del espiritismo del siglo xix transcurriendo en la época victoriana en Europa. La madrastra de la joven había fallecido repentinamente y a consecuencia de eso, la joven decidió realizar espiritismo con un espejo que colgaba en la pared de uno de los pasillos de la gran casa.  
Esperó hasta cuando las agujas de reloj marcaran las doce de la noche para detenerse frente al espejo completamente desnuda y sosteniendo una vela negra encendida totalmente a oscuras.  
Se quedó allí de esa manera con su mirada fija en su rostro reflejado y comenzó a decir tres veces el nombre de su madrastra.  
Al finalizar, su madrastra apareció reflejada junto a la joven. Pálida y usando un vestido negro con el cual la habían sepultado. Su rostro estaba cubierto por un velo del mismo color. Su cara denotaba seriedad por debajo de este.  
La joven la miro y empezó a entablar una conversación con ella aparentemente tranquila y sin temor alguno haciéndole preguntas sobre la vida del otro lado.  
Hasta que la vela se apagó quedando completamente a oscuras. Un ligero escalofríos recorrió su médula espinal y sintió que algo andaba mal porque no podía moverse de allí. Estaba paralizada. Algo la retenía y la succionaba al espejo. Sentía que este le robaba de cierta manera su alma quedando allí impregnada.  
Luego de lo ocurrido, cada día que pasaba la joven estaba más apagada hasta su fallecimiento prematuro.   
Su madrastra le había robado el alma a través del espejo. Por eso nunca debes pronunciar tres veces el nombre de una persona fallecida frente a un espejo a la medianoche. 
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lanietadelatierra · 6 months
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Lamentos lejanos 
como susurros en la noche 
invaden mi paciencia. 
Siluetas oscuras 
deambulan por allí. 
Pasos cercanos 
pasada la medianoche 
se posesionan detrás mío 
y lo puedo sentir. 
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lanietadelatierra · 6 months
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