Tumgik
H-bday brisa fresca.
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K I T T Y
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› Nombre completo: Anna Nikolina
Gäschlêr-
Boismortier.
⤿Nina, Niko, Nikol,
Ina, muñeca.
› Edad: 23 años.
› Fecha de nacimiento: 18 de
septiembre, 1997.
› Orientación sexual: Bisexual.
› Nacionalidad: Alemana/Francesa.
› Lugar de residencia: Manhattan.
› Ocupación: Bailarina.
› Especie: Humana.
↳ 𝑷𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒍𝒊𝒕𝒚 𝒇𝒂𝒄𝒕𝒔;
› Amable.
› Intrépida.
› Valiente.
› Caprichosa.
› Explosiva.
› Rencorosa.
› Ingenua.
𝐍𝐈𝐊𝐎𝐋𝐈𝐍𝐀
Quién te tiende una mano ó dos si te hace falta, quién deja todo si necesitas de su ayuda o compañía. La qué sus intereses propios van debajo de los que quiere. Amable y dulce como ella sola.
Cariñosa, en extremo, va más allá de lo melosa. Adora ver a todos a los ojos. La qué siempre te sonríe y te dice que la vida es lo más bonito que existe. Pero, quién odia con su alma los abrazos.
El viento no la mueve, ella se mueve con el viento. Explorando todo lo que a la vista se le cruza. Nada es demasiado difícil para ella, se cuelga por las ramas si es necesario, pero sube a la cima del árbol.
No le teme la oscuridad, le teme a los truenos de las noches lluviosas, al sonido de las olas rompiéndose sobre la orilla del mar. Le teme a la vida, sin embargo; la enfrenta cada día, con esa sonrisa de costado y la mirada al frente.
No acepta un no por respuesta, odia que se los den. Se le mete entre ceja y ceja lo que quiere y no lo suelta hasta que es de ella. Odiosa, como el cielo en tiempos de lluvia, pero lo obtiene. Aferrada. Caprichosa.
Supernova. Si la agitas demasiado explota. No se anda con medias, ella va a lo seguro, sin paciencia por que en cualquier momento explota. La ira se apodera de ella y a pesar de odiar la violencia tiene una lengua venenosa.
De las que no guardan nada en su ser, pero de las que siempre recuerdan. De esas que viven para conseguir hacer pagar y nunca suelen tener piedad. Mirada angelical pero instintos de demonio.
Damasiado noble para el gusto de cualquiera, torpe y despistada. Confiada del mundo, por qué nada puede ser tan malo, nadie puede ser tan malo. No cree en las segundas intenciones, ni en qué las cosas se hacen por esperar algo a cambio.
↳ 𝑷𝒉𝒚𝒔𝒊𝒄𝒂𝒍 𝒇𝒂𝒄𝒕𝒔;
› Bajita.
› Cabellera rubia/aveces rosa.
› Ojos verdes palido.
› Cuerpo menudo.
Un metro con sesenta centímetros, cincuenta y cinco kilos de pesor. Un cuerpo delgado, delicado, tan bajito que parece compacto. Alguien que no se anda cabizbaja, pues el brillo de sus ojos verdes alumbra en la oscuridad.
Labios gruesos que pronuncian palabras suaves, negativas en las noches y sonríen a medias en las mañanas. Acompañando un rostro redondo, tan redondo que no se ve donde está el inicio o el final. Mejillas grandes, rosadas como quién va por la vida apenada, como quién cualquier cosa la sonroja aunque en realidad pocas cosas merezcan tal halago.
Cabellos dorados cayendo por sus hombros hasta la mitad de su espalda. Lo extrentrico y extranjero está en esa tonalidad de rubio, que se ondea solo y le cubre los ojos cuando inclina la cabeza y deja que sus lágrimas salgan.
Llena de estrellas llamadas lunares sobre el cuerpo, de cicatrices de navajas de esas veces que la vida le llevó a terminar lastimandose a ella misma.
⤿𝑭𝒂𝒄𝒆 𝒄𝒍𝒂𝒊𝒎
› Joanna Kuchta.
› Ashley Benson.
› Emma Roberts.
› Teresa Palmer.
› Sydney Sweeney.
› Eugenia Suárez.
› Michelle Randolph.
› Danneel Ackles.
› Alexa Kort.
› Hailey Bieber.
› Blake Lively
› Cualquier morra rubia que se me atraviese en el camino porque me vale verga la vida y si yo quiero usar diez morras, usare diez morras rubias.
↳ 𝑩𝒓𝒊𝒆𝒇 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚;
𝗝𝘂𝗻𝗲 , 𝟮𝟰𝘁𝗵.
Leonard Boismortier, actor Frances, recorriendo ciudades polacas con la única intención de ver cómo vivían en aquella ciudad para una nueva película. Entró a una pequeña taberna de mala muerte a las afueras de un pueblo polaco.
Anastasyia Xkazỳvki había visto a aquel joven entrar, con la cabeza hacia abajo y sus botas tan limpias que temía por ellas al tocar aquella sucia madera. Ella, con esa falda café y su blusita sin mangas color blanca; nada tenía que ver en aquel lugar pero había sido la mejor decisión con tal de poder conocerlo. 15 años tenía.
No fue amor, simplemente el deseo de algo prohibido lo que los llevó a terminar bailando, bebiendo del mismo vaso, besándose en aquel baño sucio donde a nadie le importaba que un hombre tuviera sentada a una chiquilla sobre el lavabo mientras sus manos se colaban bajo su falda.
Poco les había durado aquél gusto de vivir al límite, Ana escapando de su casa todas las noches para ver al francés que no hacía más que ignorarla. Pocos fueron sus encuentros pasionales antes de que ella le dijera que estaba embarazada.
Nueve meses después de aquello, nació Nikolina. Dulce, rubia chiquita, poco sana pero viva. El delirio de su abuelo, la niña que les alegro la vida a todos. La primera nieta, la primera hija, la primera en llenar aquella casita de no más de seis metros, de llantos y olor a pañales sucios.
Nikolina, la alegría de todos menos de su madre, que no hacía más que lamentarse por tener a una hija que no le había asegurado casarse con el hombre que la sacaría de aquella pobreza en la que vivía.
Su abuelo, Marcus. No tan grande para lucir como un abuelo, pero no demasiado joven para lucir como un padre. Hostigado de la vida que tenían, de ver a su hija sufrir por un hombre que no daba señales de vida, que ni siquiera se hacía responsable de la niña; por qué seguía diciendo que aquella niña no era suya. No podia ser suya. Marcus se volvió un hombre de pocos sentimientos, a pesar de sus años y de lo amoroso que había sido siempre con su nieta, comenzó a llegar tarde, a no ir a dormir a no estar.
Su madre se caso, se mudaron de país, tuvo otra hija. Una hija que era su adoración. No tenían el mismo papá, siempre lo supo. Sin embargo ambas tenían el mismo apellido y Ana siempre obligó a Nina a considerar a Killiam su padre.
Nina crecío llena de inseguridades, llena de un dolor profundo porque ahora que ya no eran pobres como antes, su abuelo parecía perdido. Le dolía ver a ese hombre de un metro y noventa siendo diferente, no con ella, porque a ella la seguía amando con toda su alma del mismo modo que ella, pero, no era el mismo. Había algo diferente.
Su madre jamás se ocupo de ella, sólo de sus dos pequeña hermana. Era hija única de una madre ausente con paciencia única para sus otros dos hijos, era hija única solo de su abuelo porque, era el único en aquella enorme casa que tenía un minuto para ella.
Poco a poco la idea de llevar a su hija a los canales televisivos cruzó la mente idealista de Anastasyia, misma idea que se acrecentó gracias a los comentarios positivos y el apoyo carente de cuestionamiento por parte de su pareja actual.
Al cumplir once años, el justo día en que los cumplía su madre la dejó sola. Su padrastro entró en casa, borracho, y enojado. Ella sentada en las escaleras lo miró avanzar. Lento. Un león hambriento viendo a su presa.
La tocó, ella grito pero nadie venía. La golpeó y ella lloro fuerte pero nadie la escucho. La desnudo y tocó más allá de sólo su cuerpo. Le había desgarrado el alma mientras se movía encima de su cuerpo. Nikolina grito, fuerte, pateleo, lo aruño, lloro y nadie la salvo. La misma historia se repitió noche tras noche durante los siguientes seis años de su vida. ¿Por qué no habló? Tenía miedo. Se sentía sucia y cada que intentaba decirlo la voz se le rompía, lo volvía a recordar y lloraba. Todas las noches lloraba, cuando lo veía en el desayuno lloroba. Cuándo se metía a la ducha y miraba las marcas rojizas de su cuerpo lloraba. Cuándo aquél niño que le había gustado del colegio la beso, lloro tanto que el niño jamás la busco de nuevo.
Paso su vida escondida en las paredes de su habitación, huyendo del esposo de su madre. De sus hermanos. Huyendo de todos sin lograr nada, nadie podía huir de aquella casa.
𝗖𝘂𝗿𝗿𝗲𝗻𝘁𝗹𝘆
Nikolina sigue trabajando en el club, escondida de su familia, aunque encontró a su media hermana, con quién creó un lazo que fue sostenido por la rabia. Kämra Von Metternich, se encargo de ayudarla a escapar de Killiam y de alguna manera eso las unió un poco.
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  »Llevábamos dentro algo más, picaba la curiosidad
Las cuatro paredes cayeron ya.
[…]
Recuerdo el momento
Nos fuimos a buscar
Un mundo más allá.
[…]
Correr con el viento
Rumbo a la libertad
Y a mí qué más me da.
Si fue una locura, una locura
Y no íbamos a parar
Si fue una locura, una locura
Íbamos a volar
[…]
Recuerdo el momento
Nos fuimos a buscar
Un mundo más allá
La libertad.
El cielo, el cielo, ábrelo ya
Que ahora sabemos cómo ir a volar
[…]
Bailaremos con el miedo
La generación del viento
Esto acaba de empezar.«
        
    3° razón para amarte: porque a tu lado yo también soy libre.
Ya estamos llegando al final de este camino, y a esta altura siento que no pueden haber más cosas que pudiera decirte sin sonar repetitivo y aburrido, más haré un último esfuerzo por ti, porque tú vales completamente la pena.
  Ya hablé de cómo me encanta verte ser libre y autentica, mostrarte como realmente eres, incluso con todo el miedo que ello puede llegar a generarte. Déjame decirte que eso bien podría ser otra cualidad que ame de ti, el hecho de que aún a pesar de todos tus temores y lo que otras personas te hicieron creer, todavía encuentres la fortaleza para salir adelante y decir “esto soy, y si no te gusta pues me vale verga”.
  Dios, ¿es que acaso todavía puedo enamorarme más? Al parecer, sí.
  Regresando a lo que nos concierne hoy.
  Ambos tuvimos dos experiencias en el amor donde nos enseñaron que el poseer era sinónimo de lo que debía ser. Que una vez en pareja teníamos que dar todo de nosotros para hacer feliz a la otra persona, incluso si eso significaba dejarnos de lado y aceptar cosas que nos hacían daño. Nos hicieron creer que el amor es atarse, el pertenecerle a una persona. Nos dijeron que el amor no es una decisión que uno toma todos los días, sino una obligación.
  Por jugadas del destino, esas personas finalmente desaparecieron, más nos dejaron la gran lección de que no volveríamos a sacrificar nuestra libertad en pos de estar con alguien más.
  Bajo esa premisa cada uno llegó a la vida del otro.
  Teníamos bien en claro los límites, hasta dónde podíamos llegar y hasta dónde no, lo que podíamos sacrificar y aquello que era intocable. Sin embargo, con el correr de los días y de la forma más natural de todas, esas barreras desaparecieron una a una, se deshicieron; y ahí fue donde ambos nos asustamos, porque vimos peligrar lo poco que habíamos conseguido, lo que nos arrebataron en un principio y luego se nos fue concedido de pronto, pero que ahora corría riesgo de nuevo.
  Todavía recuerdo –y es un tema recurrente entre los dos, de hecho– cuando yo te planteé la posibilidad de ser exclusivos y tú no hiciste más que defender tu libertad a capa y espada, diciendo que no querías nada más allá del sexo porque disfrutabas de hacer lo que quisieras sin rendirle cuentas a nadie. Mi ego herido de ese día no me permitió decirlo, quería evadir el tema lo más rápido que pudiera; no obstante, recuerdo haber pensado en ese momento en la canción que tiempo después te hice escuchar –sí, la de Permiso y Prometo–.
  Desde entonces la idea fue algo recurrente en mi cabeza, hablo del tipo de relación que deseaba contigo, al tipo de amor que estaba dispuesto a darte después de experiencias no del todo gratas.
  Llegué a la conclusión de que quería un amor que respetase lo que éramos, lo que pensábamos, el tiempo y espacio que cada uno necesita para estar a solas. Quería un amor que no me obligara a caminar atado, sino uno en donde ambos nos acompañemos a volar sin oprimirnos, eligiéndonos libremente y todos los días. Quería un amor en absoluta libertad, pero lo quería nada más que contigo.
  Días después volvimos a hablar del tema y, para que entendieras mejor mi punto, efectivamente te enseñé la canción.
  Desde siempre he dicho que muchas veces la mejor forma de comunicarme que tengo es a través de la música, ya que yo no suelo ser demasiado bueno con las palabras, asique en esta última parte dejaré que la canción hable por mí una vez más.
  Permiso para prometerte un mundo inabarcable
  Y comprometerme a un juego interminable,
  Permiso para comprometerte a vos
  A ir en busca de tus sueños.
  Prometo permitirte volar rumbos inciertos
  Y permitirte amarrar en otros puertos,
  Prometo permitirnos el milagro de la libertad.
      I love you in freedom, Fluorescent Adolescent.
      Freely yours, Little Death.
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  »And when she needs to shelter from reality she takes a dip in my daydreams
My days end best when this sunset gets itself
Behind that little lady sitting on the passenger side
It's much less picturesque without her catching the light
The horizon tries but it's just not as kind on the eyes
As Arabella [Karenina]
Just might have tapped into your mind and soul
You can't be sure«
        
    2° razón para amarte: porque tiñes mis mundos de colores.
Sí, no podía hacerte una sorpresa con canciones y dedicatorias sin poner en ellas alguna de Arctic Monkeys; y si bien estuve a punto de dedicarte Fluorescent Adolescent, me contuve y decidí por otra, que también va muy bien contigo y esto de “teñir mi mundo”, que es algo de lo cual hablé un poco en el post número 2, pero bueno, trataré de no sonar repetitivo.
  Ayer hablábamos de que trates de pensar en positivo, que no te niegues a disfrutar de algo por el simple hecho de pensar que no saldrá bien, que todo se arruinará; además de eso, agregué un “Y mira quién te lo dice”, porque sí, el ser más pesimista del mundo estoy seguro que se parece mucho a mí.
  A riesgo de lo que pueden creer muchos, no siempre fui de esta forma. Sí, de malas pulgas y temperamento explosivo siempre, más no pesimista. Hay personas, momentos en la vida, circunstancias que me fueron arrebatando a ese Thomas con ánimos de vivir, de explorar, de seguir adelante. Los colores que todos traemos en la infancia y adolescencia fueron teñidos de fuertes negros, de oscuridad, de pesar y tristeza. Me volví una persona que no siente grandes cosas, que todo le resbala, que para sentir pena de alguien debe tener un gran vínculo con esa persona, porque de lo contrario le da absolutamente igual.
  Lo podría resumir a la perfección en que existía, más no era. La vida pasaba a través de mí, corría como el agua de un río lo hace por su cauce, pero nada de mí podía sentir aquello, ni podía hacer algo al respecto.
  Después llegaron personas, sucedieron acontecimientos que pudieron revertir esa sensación, no obstante el realismo y la negatividad continuaban haciéndose presentes, eso no cambió hasta que efectivamente llegó la definitiva, la única e inigualable Karenina.
  La vida era blanco o negro para mí, Nina. Las cosas sólo podían ser de una forma u otra, no existía la posibilidad de la ambigüedad, de los grises. Y tú, mujer huracanada de metro sesenta, no sólo trajiste los grises, sino todo el puto arcoíris contigo.
  Me enseñaste [y sigues haciéndolo, de hecho] que no todo en la vida ocurre de la forma en la que yo planeo, que ni mis treinta y seis años de experiencia pueden asegurarme nada.
  No planeé enamorarme de ti, tampoco de que me gustases tanto como para sumergirme de nuevo en una relación en donde todos mis instintos me decían que debía huir, que debía correr de allí. Incluso ignoré las propias cosas que tú decías, el hecho de que me arruinarías, de que sólo me traerías desgracia y dolor… Y desde que te conozco no has hecho más que llenarme de lo contrario.
  Los colores del amanecer, del mar, de las calles y los edificios, de la comida y de todo lo que pudiera rodearme se ven más vibrantes desde que estás a mi lado. Nada parece realmente tan malo cuando giro y encuentro ese par de luceros olivo que me miran con verdadero amor. Ninguna situación parece abrumadora cuando me sumerjo entre tus brazos y me dedico a besarte hasta quedarme dormido.
  Toda la perspectiva del amor y lo que significa ha cambiado desde que entraste en escena, porque –como te lo dije hace unos días– nunca nada se sintió tan correcto como contigo. Contra toda pronostico, contra todo augurio, no fuiste la persona que vino a destruirme ni a arrebatarme partes de mi alma, sino que viniste a pintar y revivir todo lo que estaba muerto en mí, hasta creo que estás reconstruyendo de nuevo mi partida esencia; y lo más irónico de todo es que tu ni siquiera te crees capaz de ello, piensas que nada más traes problemas y oscuridad…
  Mi amada Karenina, no eres capaz de ver lo maravillosa que es mi vida desde que estás en ella, y por ello te prometo recordártelo siempre que pueda.
  Prometo ser el aliento que necesites cuando todo a tu alrededor parece derrumbarse. Prometo ser yo quien tiña de colores tus amaneceres, días, tardes, noches y madrugadas cuando todo parece demasiado muerto y gris.
  Prometo jamás apagar tu luz, sino ser quien lo encienda siempre que pueda.
  Ya queda poco, mi amor, sólo un día más.
      I love you with every piece of me, Fluorescent Adolescent.
      Forever yours, Little Death.
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  »Ya no me encuentro preguntando cómo dar
Por fin, comparto por el miedo de perder
El milagro de tus caricias
Llegando el amanecer
Ya no me encuentro contestando un yo qué sé
Por fin, entiendo que en tus redes yo caí
Ya no me encuentro preguntándome por qué
Por fin, entiendo de un vez el porque sí
Porque te vi, te dejé entrar
Cerré la puerta y te elegí
Porque esos dos faroles pueden hacer
Que si estoy fané, las pequeñas cosas
Se bañen del brillo de esa ternura
Que transmitís cuando me mirás
Tirando a matar, dándonos changüí
Puro razonar, puro frenesí
Siempre fue así nuestra historia
Que funcione o no, que esté bien o mal
Vivirlo con vos, para mí es la gloria
Sin escatimar, sin darnos de más
Sin acelerar, sin tirar pa' atrás
Siempre fue así nuestro asunto
Le falta de acá, le sobra de allá
Retocándolo, pero siempre juntos«
        — https://youtu.be/gBOnr43igGg
    1° razón para amarte: porque nadie me ha hecho sentir de la forma en que tú lo haces.
Por lo general suelo poner sólo algunas partes de las canciones, aquellas que siento más significativas, pero con esta en particular tuve la imperiosa necesidad de ponerla casi entera –y me contuve, de hecho, porque sólo está la primera mitad–. Escúchala con atención, luego vienes a leer esto.
  Cuando intento describir la forma en la que me haces sentir las palabras se entremezclan, se hace difícil acomodarlas y darles un sentido. Trataré de ir por partes, “cronológicamente” si se quiere, todo con tal de hacerte entender lo que significas en mi vida.
  La primera vez que te vi me atrajiste enseguida, te volviste mi “crush” si se quiere decir de esa forma, y he de admitir que más de una vez fantaseé con poder estar contigo –claro, estamos hablando de follar, porque de la otra forma nunca lo imaginé posible… al menos no hasta después–. Entonces, comenzamos a hablar y la primera impresión fue que eras misteriosa, inalcanzable, algo fuera de este mundo. Te veía y decía “Lo que daría por estar con esa mujer”.
  Podría resumirse que en esta parte de la historia me generabas curiosidad, provocabas ese cosquilleo de querer ir más allá de lo superficial, conocer lo que ocultas; al a par de incansables deseos de follar, esa pasión inexplicable que sólo te ocurre con ciertas personas.
  Pero, nos separamos.
  Sí, pasaron muchas cosas en el medio, entre ellas que ambos nos pusimos en pareja y la comunicación se cortó de un segundo a otro. Te volviste algo aún más lejano, más imposible, sólo abstracto en mis memorias y añoranzas.
  Aquí sólo parecías un sueño, el más inefable e irreal de todos.
  Sin embargo, la vida da demasiadas vueltas y encontró la forma de unir nuestros caminos otra vez.
  Y aquí es donde todo se volvió una montaña rusa, donde se me dificulta poner en palabras lo que me sucede cuando estoy contigo.
  Dejaste de ser irreal, inalcanzable, para convertirte en mi cotidianidad excepcional. Aunque parezca eso algo malo, en la vida de un hombre que cambia constantemente, algo que es duradero y que permanece es la excepción, es lo que necesitaba en mi vida.
  Necesitaba de alguien que me hiciera sentir seguro, cómodo con lo que soy, que me aceptara tal cual, que me vea con mis defectos y virtudes, alguien que no me juzgue por lo que hice, hago o haré.
  Necesitaba de alguien que me devolviera la vida de, una persona con ganas de conocer lo desconocido, que me aliente a arriesgarme, a tirarme al vacío.
  Necesitaba de alguien que me entendiera sin decir palabra, que con sólo mirarme a los ojos supiera lo que ocurría. Necesitaba de alguien que respetase mis silencios, mi espacio.
  Necesitaba de alguien con quien no tuviera miedo de seguir, de apostar por un futuro. Necesitaba de alguien con quien sentir que todo es correcto, que no estoy yendo muy rápido ni pisando terreno desconocido, porque se siente que así tuvo que haber sido toda la vida.
  Tú eres esa persona, Nina, tú eres ese alguien que necesité toda la vida y que finalmente ha llegado.
  Prometo, Karenina, cuidar lo que venimos construyendo, esto que se volvió lo cotidiano y lo excepcional al mismo tiempo.
  Y también prometo tratar todos los días de hacerte sentir, por lo menos, una ínfima parte de lo que tú me haces sentir.
      I’m so fuckin’ in love with you, my Fluorescent Adolescent.
      Only yours, Little Death.
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  »Stop the clocks it’s amazing
You should see the way the light dances off your hair
A million colours of hazel, golden and red
Saturday morning is fading
The sun’s reflected by the coffee in your hand
My eyes are caught in your gaze all over again
[…]
Oh I won’t be silent and I won’t let go
I will hold on tighter ‘til the afterglow
And we’ll burn so bright ‘til the darkness softly clears«
        
    3° cosa que amo de ti: tu peculiar forma de volar en libertad.
Si, esto también lo hablamos un montón de veces, pero necesitaba remarcarlo una vez más.
  Libertad. Es un concepto muy abstracto, al menos así siempre me pareció.
  ¿Qué es la libertad? ¿Realmente somos libres o es una utopía? Recuerdo que era un tema que me obsesionaba cuando era más joven –sí, hace muchos años atrás, ajá, soy un viejo–.
  En fin, con mis amigos pasábamos horas hablando sobre ello y de que nosotros deseábamos ser lo más libre que pudiéramos. Así fue que pensamos que la libertad era ir contra las reglas, jugar con los límites, ver hasta dónde podíamos llegar sin que nos importasen las consecuencias. Comencé a beber, a drogarme, a apostar, básicamente a llevar la vida que llevo ahora. Claro que pronto me di cuenta que eso no sólo terminaría por matarme, sino que en esencia eso podía sentirse como un acto de libertad, más no lo era.
  Pasaron cosas –muchas cosas– hasta que la idea de libertad se redujo a caminar en la parte opuesta de unos barrotes, sólo con ello me conformaría, porque lo peor que te puede ocurrir aparte de que te prohíban hacer algunas cosas, es realmente no poder hacerlas. Saber que te monitorean, que te vigilan, que ningún paso que des está fuera de un radar.
  Lo peor de no poder hacer algo es ni siquiera tener la posibilidad.
  Entonces, como por algún milagro que no merecí jamás, los barrotes desaparecieron y nuevamente mi concepción de libertad cambió en absoluto: no estar atado y estancado a ningún lugar, persona u objeto es lo que te concede la verdadera libertad. Me había aferrado a tanto en mi pasado, que me prometí a mí mismo no volver a hacerlo, que disfrutaría de la segunda oportunidad que tenía…
  Pero –siempre hay un “pero”–, llegaste tú, Karenina.
  Desde que te conozco has sido alguien que se muestra sin tapujos, sin segundas caras, sin intenciones de mostrar algo que no es. Me mostraste todos tus defectos, todas las cosas que no eran agradables, aquellas que podrían hacerme huir. Te vi tan libre, tan autentica, que fue inevitable no desear conocer más de ti, de la forma en la que veías a la vida.
  Conocí que eras como yo, que no querías aferrarte a ningún lugar, que no te gustaban los títulos o las relaciones porque para ti el amor representaba eso, ataduras, compromiso a renunciar a lo que eras y tú no querías eso en tu vida, no otra vez.
  Te vi con tanta vida, con tantos ánimos de volar, perteneciendo a un lugar pero sin deseos de permanecer siempre allí.
  Amo completamente que tengas esa perspectiva de la vida. Me encanta que te sientas en la completa libertad de mostrarte a mí como realmente eres, con tu humor extraño, con tus miedos e inseguridades, con tu carácter y la forma incondicional que tienes de amar.
  Prometo, amor de mi vida, jamás arrebatarte esa libertad, esos ánimos de siempre ir más allá de lo convencional, de lo establecido.
  Prometo recordarte esto si en algún momento se te olvida.
  Prometo respetar tus espacios y el tiempo que necesites a solas para volar sin nadie a tu lado, aquellos momentos en donde nada más necesitas ser tú.
  Prometo nunca, jamás, ser tu opresor.
      Por si no te queda claro aún, te lo repito: te amo, mi Cielo.
      Tuyo, Alejo.
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  »Cuando entraste al bar y te caíste al piso
Me tiraste el pingüino, me tiraste el sifón
Y estallaron los vidrios de mi corazón.
Te vi bailar, brillando con tu ausencia
Sin sentir piedad chocando con las mesas
Te burlaste de todos, te reíste de mí
Y tus amigos escaparon de vos.
Y a mí me volvió loco tu forma de ser
[…]
Tu egoísmo y tu soledad
Son estrellas en la noche de la mediocridad.
Viniste a mí, tomaste de mi copa
Me sonreíste así, nadando en tu demencia
No sabía qué hacer, yo te traté de besar
Me pegaste un sopapo y te pusiste a llorar.«
        
    2° cosa que amo de ti: tu humor.
Aquí bien podría poner “tu personalidad” y quedaría perfecto, pero seré un poco más específico.
Y sí, estoy seguro que te quedarás “oye, sorra teibolera, por qué me dedicas una canción tan fea”, pero todo tiene su explicación.
  Desde que nos conocemos hemos tenido una química instantánea –y no hablo de la parte sexual porque aquello no viene al caso–, sino más bien del tipo de humor que ambos manejamos. Congeniamos al instante porque hacemos las mismas bromas estúpidas, incluso con el mismo tono sarcástico y al límite de lo “políticamente incorrecto”, que es, en definitiva, lo que nos puso donde estamos ahora.
  No es un detalle que desconoces el hecho de que siempre estoy trabajando, haciendo mil cosas a la vez, estresado y fatigado; pero siempre, siempre, estoy seguro de a quién acudir para distenderme y quitar todas las nubes negras que traigo encima. Te lo digo: “tengo un momento libre, necesito hablar contigo” y es precisamente por ello, porque tu buen humor, tus bromas, esa particular forma de ser logran alegrarme completamente. Un minuto contigo sirve para cargarme de energía; ese poder tienes conmigo.
  He allí donde también destaco la parte de “teñir mi mundo de colores”.
  Una de nuestras tantas noches hablando contigo te lo comenté, tal vez muy por encima, pero lo hice. Soy una persona que a veces le cuesta disfrutar de la vida, que tiene un pensamiento pesimista de todo, que no confía en las personas. A principio de año podría básicamente decir que estaba muerto por dentro –aunque eso suene muy melodramático, lo sé–, y si bien no fuiste la única persona que colaboró a cambiar eso en mí, si considero que fuiste y eres alguien fundamental en aquel proceso, específicamente por algo en especial.
  Estaba seguro que no me entregaría a nadie de la misma forma que lo hice hace tiempo atrás. Esa experiencia me caló, me destruyó, y sobre todo comprendí que el amor nunca es suficiente, que siempre se necesita de más… Sin embargo, llegaste tú, tan loca, tan ruidosa, tan huracanada, que captaste mi atención enseguida. Tu excepcional forma de ser consiguió que yo mismo hiciera una excepción.
  Karenina, contigo parece que el amor es lo único que necesito para saber que puedo absolutamente con todo lo demás. Tu energía y tu cariño me alientan día a día a elegirte, a continuar con esta “locura” que empezamos hace poco más de un mes. Y sí, muchas veces me vuelves loco, no te entiendo, no logro descifrarte por completo, pero ni aun así quiero abandonar(nos).
  Es mirarte y entender que todo encaja, que todo es correcto, que así debe ser. Es escuchar tu risa y ver tu sonrisa para estar seguro que sólo necesito de ello para seguir.
  Prometo dar lo mejor de mí para que no tengas sólo a una pareja, sino también a un compañero, un amigo, un confidente. Una persona que además de follarte sea un hombro para llorar y unos brazos para reír. No quiero nada a medias, contigo lo quiero todo.
      Te amo, mi Cielo.
      Tuyo, Alejo.
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  »When it's said, when it's done, yeah
I don't ever wanna know
I can tell what you done, yeah
When I look at you
In your eyes
I see there's something burning inside you
[…]
In your eyes
I know it hurts to smile but you try to
[…]
You always try to hide the pain
You always know just what to say
I always look the other way
I'm blind, I'm blind
In your eyes, you lie, but I don't let it define you
Oh, define you.«
        
    1° cosa que amo de ti: tus ojos.
Lo hemos hablado, es un tema recurrente entre las cosas que nos decimos, pero hoy quisiera explayarme un poquito más sobre esto.
  Siempre me ha parecido que los ojos son la ventana perfecta hacia el interior de nosotros mismos, lo más cercano que tenemos de mirar hacia el alma del otro.
  Eres una persona con la guardia alta, con los instintos de supervivencia siempre en alerta. Tu extravagante forma de ser es lo que te permite mantener una cierta distancia con los demás y estar en una zona sin peligros, mostrando sólo aquello que tú decides y no lo que otros pueden adivinar o conocer si escarban un poquito más.
  No sé si estuve de suerte, si fue un descuido o si alguna parte de ti tuvo la condescendencia de otorgarme semejante privilegio, pero un día me dejaste estar lo suficientemente cerca y atento para mirarte a los ojos. Y cuando digo mirarte no es sólo darme cuenta que tienes el verde olivo más bonito que jamás haya visto, sino realmente mirarte, en todo el sentido de la palabra.
  Esa noche te lo dije.
  Vi infinidad, vi el universo, vi absolutamente todo en ese par de luceros; y me asusté, porque una parte de mí lo supo en ese preciso instante. Supe desde esa noche con cervezas de más y acostados uno al lado del otro que me enamoraría perdidamente de ti, que te entregaría mi corazón en bandeja de plata, que te ibas apropiando no sólo de mi mente sino también de mi alma.
  Más, no sólo vi mi perdición; también estaba la tuya.
  Vi melancolía, dolor, fuego, tristeza. Vi aquello que le tratas de ocultar a todo el mundo, Karenina, lo que –por algún azar del destino– me concediste ver en exclusiva.
  Vi a la Karenina humana, pero también a la Karenina inalcanzable, a aquella que puede llevarse el mundo por delante y a la vez necesita de un lugar seguro para volver y desnudarse, uno en donde ser vulnerable sin miedo a salir lastimada.
  Aquella parte que se enamoraba sin retorno decidió que quería ser eso para ti: un refugio donde puedas volar y descansar cuando se sintieras abrumada, cansada, triste, sola…
  Amo profundamente poder perderme en ese universo, en esa inconmensurable infinidad que me abruma, que me asusta, pero en donde puedo ver y conocer a la Karenina real, llena de errores, de desaciertos, de defectos.
  Es en ese inabarcable todo donde puedo ver tu esencia, lo que te propones de ocultarle a todos.
  Es eso lo que prometo cuidar hasta el último segundo de mi vida.
      Te amo, mi Cielo.
      Tuyo por siempre, Alejo.
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Yo nunca me había enamorado, realmente nunca había tenido ese sentimiento agobiante y asfixiante en el pecho; ese que solo se quita cuando la persona que le causa problemas a tu respiración te devuelve la mirada, jamás me había sentido así y me causa tanto miedo saber que mi corazón se pone en una carrera cada que veo tu sonrisa y tus ojos hacerse pequeños mientras te ríes de alguna cosa que yo jamás entenderé.
Es curioso cómo cuando te conocí supe que quería estar contigo por el resto de mis días, tenías la apariencia del mayor de mis problemas y al mismo tiempo la solución mágica a los mismos. Tenías los lentes de sol puestos, estabas muchos metros lejos de mí, hablando con un sujeto que mucho tiempo después me enteré era tu mejor amigo. Recuerdo que en cuanto puse mis ojos en ti, el corazón casi se me sale por la boca, y eso que estabas demasiado lejos como saberlo, pero, lo supe. Eras tú.
Creo que le faltaba el caos a mi vida que le dan tus gritos al televisor cuando en esos bobos partidos de americano siempre pierde el equipo que apoyas, también creo que le hacían falta tus pláticas de madrugada acerca del trabajo y porque cada día te arrepientes de no haber ido a esa universidad y estudiar aquella carrera que tanto odiabas y que ahora pareces amar. A mi vida le faltaba la calma de sus ojos viendo los míos al medio día los miércoles después del desayuno. Fuiste y eres la alegría dentro de la tristeza y los colores que la faltaban a mis días grises.
Me causa cierta curiosidad verte, siempre he creído que vas a ser la razón por la que terminé en un colapso nervioso y en una tristeza tan profunda que ni el mejor de los helados de chocolate o las noches con mi mejor amiga podrían sacarme, tienes cara de ser quien va a arruinar mi vida y me hará sufrir por extrañarte y es aún más curioso que apesar de que sé, porque lo sé, no me importa. Quiero que tú me rompas el corazón en tantos pedazos que jamás sea capaz de amar a nadie más.
Euphoria prjct.
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Physical;
—Bebe—ordenó la cubana mientras volvía a acomodar el vasito de tequila entre sus pechos. No era la primera, y por supuesto que no sería la última vez que hacían aquello.
La primera vez que Raquel había propuesto aquél juego, Karenina aceptó sin inmutarse, quizá por los tragos que tenía encima o porque realmente le parecía divertido aquel juego, mismo que le daba la oportunidad de pasar su lengua de manera atrevida por los pechos de la cubana.
Si bien Karenina, era una persona aveces muy cohibida, también era cierto que desde que comenzó a conocer nuevas cosas respecto al mundo, se había vuelto alguien un poco más atrevida y había descubierto, que si bien su desagrado por las mujeres no tenía ni pies ni cabeza, también era porque le agradaban demasiado muy en el fondo, y por supuesto que su amiga no era la excepción.
Tal como había pedido Raquel, Ninna bebió el tequila, y sin darle tantas vueltas al obvio hecho de que su amiga le parecía atractiva, su lengua se pasó por su piel, dejó que sus labios se quedarán por algunos segundos sobre la calidez de sus pechos, y para cuando se apartó, sintió repentina vergüenza por su atrevimiento.
Raquel no dijo mucho. Simplemente extendió su mano hacia la alemana, la apretó contra la suya y comenzó a caminar alejándose de todos, dejando al resto de sus amigos ahí, a mitad de la fiesta sin dar explicaciones. Empujó a algunas personas, maldijo a otras tantas y se encargo de que todo el camino Karenina caminara más rápido mientras la escuchaba quejarse del estilo de vida «yanki», que tenían todos sus amigos. La alemana no supo a dónde se dirigían, pero imagino que sólo estaban yendo al baño, que quizá Raquel quería tener su momento de llamar la atención y que por fortuna había decidido que Ninna era buena compañía.
Para cuando Karenina se dio cuenta que estaban fuera del bar, Raquel ya había liberado su mano, y se dirigía a pasos apresurados sobre el pequeño callejón que había, Ninna no sintió miedo de ver a donde se metía su amiga, pero sí sintió que algo estaba pasando y ella todavía no era capaz de enterarse que era.
—No hables mucho, si algo no te gusta me dices y lo dejamos. ¿Estamos?
—¿De qué me perdí?—la repentina ironía en la voz de la alemana terminó por hacer enfadar a Raquel, que si bien no tenía paciencia con nadie, también había bebido un poco más de la cuenta y no tenía muchas ganas de discutir con nadie.
La cubana no dijo mucho más después de murmurar: «rubia estúpida», y terminar por acercarse a ella. Llevó sus manos sobre su rostro, acarició con su pulgar su mejilla, se relamio los labios y justo después de eso la hizo callarse llevando sus labios a los de Ninna. No era la primera vez que Ninna besaba a una chica, pero si la primera vez que la besaban a ella y encima una de sus amigas. También era la primera vez que alguien que no fuese Jérôme, le metía la lengua casi hasta la garganta, y tiraba de sus cabellos con fuerza con la única intención de acercarla más sobre su boca.
La diestra de Ninna se movió hasta llegar a uno de los costados de Raquel, acariciando su cuerpo por encima de su ropa, y dejando que sus labios se movieran con la misma fuerza que los de la cubana, aunque por supuesto, Raquel era quien en ese instante parecía tener el control de todo, mismo control que Karenina no se sentía en condiciones de pelear, sobretodo cuando de manera ágil, los dedos de la Raquel habían llegado bajo su vestido, colandose sin pena alguna, y sin temer de sí la alemana aceptaba aquello o no. Los dedos de Raquel tocaron por encima de la tela de sus bragas, probablemente por el alcohol, pero Karenina se encontró jadeando sobre la boca de su amiga.
Raquel parecía más que segura de lo que hacía, empujó el cuerpo de la rubia contra una de las paredes, su mano libre se posó sobre uno de sus pechos, y su boca bajando por su garganta, siguiendo ese camino de besos húmedos hasta su hombro, donde también dejó una pequeña mordida.
Karenina no sabía si moverse o hablar, estaba perdida ante lo nuevo del momento, y que no podía creer que fuese su amiga quien había terminado besándola en algún rincón, cuando al inicio de la noche, Ninna había deseado que fuese alguien más, pero, para nada se quejaba de los sucesos tan repentinos. Al menos no eran quejas en un mal sentido.
Pasaron unos cuantos segundos más de lo que Karenina pudo imaginar, Raquel todavía con sus dedos dentro de ella, moviendolos rápido, sin detenerse por nada, y sin quitar su mirada brillante y su sonrisa presumida mientras la veía directo a los ojos.
—Me gusta la sangre, ¿que tanta probable es que eso te asuste?
Karenina no supo bien si aquello era verdad o una de las broma su amiga, y tampoco le dio demasiado tiempo de digerir sus palabras, pues apenas había terminado de hablar su boca estuvo de nuevo sobre la suya. Sus labios mordieron los de Raquel, haciendo que la cubana jadeara contra su boca y moviera sus dedos más rápido. Las piernas de Ninna temblaron, y supuso que aquello lo había notado o al menos lo previso.
Tan repentinamente como se había acercado, se alejo de ella. Sin decir nada en particular, limpio sus labios de los restos brillo labial, acomodo su cabello, y le volvió a sonreír. Así, sin decir más. Espero que la alemana saliera de su shock y acomodara su vestido y su cabello.
—Feliz cumpleaños, estrellita.
Euphoria prjct.
#FNP04 #NormanFuckingRockwell
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Otra vez esa sensación agónica atorada sobre mí, siento como si una navaja estuviera raspando lentamente sobre mi garganta, puedo sentir la punta afilada enterrarse cada vez que trago saliva. Ahí está de nuevo esa tortuosa y placentera agonía.
No sé qué pasa, pero me duele. Otra vez siento que ya nada es suficiente; veo a mi alrededor y todo esta cambiando, las personas, el aire, la manera en que la brisa despeina mi cabello cuando asomo mi cara a través de la ventana. Todo marcha diferente, todo va mas rápido, tan rápido que cuando yo quiero tocar con mis sucias y temblorosas manos, me es imposible, se desvanece frente a mis ojos.
No sé qué es lo que nos pasa, pero veo a todos irse. Y siento que ya no hay un espacio para mí, he visto a cada persona que me importaba marcharse, comenzar otras vidas, hacer nuevas memorias y siento que ya no encajo, y no sé qué pasa porque me esfuerzo. Cada día me esfuerzo; he dejado de ser y he vuelto, cambié y me réinvente, mejore. Al menos casi del todo, porque sentir que no encajaba me hizo ir de un lado a otro y probe otras cosas, probé gritar cuando yo era callada, y guarde silencio cuando fui esa niña llena de palabras sueltas que jamás callaban.
Siento que ya no hay un lugar en donde yo pueda ser. Y es que tampoco soy, ni estoy. Aquí sigo pero ya no vivo. Me duele. No sé qué es lo que pasa, pero ya no quiero, ya no siento, ya no me importa. Me aburro.
Me canse de fingir que soy feliz todo el tiempo, que crean que a mi sonrisa no le pueden faltar motivos, me canse de ser alegría y ahora soy tristeza desmesurada, soy agonía permanente y colores grises. Me duele cuando respiro y no encuentro a donde ir, me duele existir porque no me siento yo, ¿y a donde demonios puedo ir si ya no me queda ningún lugar para mi?.
Estoy cansada, agotada, enferma, perturbada.
Ya no quiero seguir perdiendo, ya no quiero ver a nadie partir de nuevo porque mi corazón ya no puede soportar una grieta más, pero no sé cómo cuidarlos, no sé cómo hacer para concervarlos. No quiero que las horas se convientan en segundos mientras veo como se marchan de nuevo porque ya no encajamos en la vida de ninguno. Me estoy ahogando en la agonía de no saber como detener este dolor creciente sobre cada hueso de mi cuerpo.
Perdí mi lugar, ya no sé dónde estoy o a donde debo ir. No puedo seguir caminando porque todos están corriendo y aunque trato no les puedo seguir el ritmo, y ya no quiero. Me rindo. Me agabia perder el tiempo tratando de encajar las piezas de mi vida en la vida de otros. Los estoy viendo irse, porque ya no pintamos los mismos retratos, porque ya no somos el mismo pincel que se mojaba sobre el verde de las pinturas para dibujar ese momento feliz que todos anhelamos. Ya no encajamos ninguno conmigo, ni yo con ninguno.
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Cardigan;
—Kare...—el acento ruso se notaba más allá de cómo Ekaterina pronunciaba su nombre, era quizá también por cómo sus labios se movían con gracia y por esa entonación delicada que tenía para decir cualquier cosa. No era como el resto de personas cuando decían su nombre, y era gracioso porque Ekaterina no parecía ser rusa. Al menos no delante de los ojos de Karenina.
La rubia devolvió su mirada a su amiga; y mientras pensaba en que realmente ella era su amiga, el corazón le dio un vuelco que casi la hace desmayar. Ekaterina había sido la primera amiga de Karenina, la primera amiga real, y la primera persona que la hizo sentir algo más que odio desmesurado, la primera en hacerla confiar en la bondad de las personas y dejar de ver a todos como simples egoístas codiciosos.
La había conocido casi por casualidad, chocando contra ella; por torpeza y suerte. La vio y aparte de pesar que tenía una mirada brillante, también pensó que sus botas eran demasiado altas para alguien que ya era lo suficientemente alta.
El recuero de cómo se habían sonreído ambas, se vislumbró ese día, y de nuevo, la alemana sintió esa calidez de cuando se habían conocido, sintió ese deseo de permanecer ahí toda la vida, al menos que su toda la vida durará un par de horas más. Lo suficiente como para ver el sol caer y fingir que no tenían que volver a su realidad. Que eran ellas solamente, niñas que se habían perdido en el camino de la vida y sin querer se habían encontrado.
Karenina nunca había sentido el deseo de conocer a ninguna otra chica, nadie aparte de Caroline o Aloise, más bien todas las mujeres aparte de sus hermanas le producían cierto rechazo y descontento. Muchas veces se encontró pensando que eran simples farsas para agradar a sus hermanos, cuando alguna mujer observaba sin descrecjon a Gavriel o incluso Emil. Karenina creía que cualquier chica que apareciera en su vida le robaria algo, y a pesar de ser bastante distante, siempre se encontró en una competencia silenciosa con todas las mujeres que había conocido, hasta Ekaterina.
Ella le dio esa confianza que jamás había sentido, y le dio la seguridad suficiente para dejar de sentirse minimizada. Gracias a ella había probado hacer nuevas amigas, y gracias a ella también había dejado de creer que tenía que competir con todo el mundo.
Probablemente por eso es que estaban ahí; un día cualquiera, escapando de su vida en la ciudad, perdidas entre la soledad de un día soleado, cálido y con los colores más bonitos que habían en todo nueva york. Ni siquiera sabía dónde estaban, pero es que tampoco le importaba. Le daba igual mientras estuviera con sus personas favoritas.
Por supuesto, Ekaterina, que apesar de ser su amiga más importante, y de una manera extraña y necesitada, también era la razón para que Karenina no se hubiera dejado perder entre la tristeza, también había alguien más.
Era gracioso para Ninna pensar en tener amigas, gracioso porque ella odiaba a cualquier figura femenina que presentará un nuevo conflicto interno, pero ahí estaba. Riendo mientras el sonido de la música en una vieja grabadora se reproducía y la copas improvisadas se llenaban por tercera vez de ese vino rosado. Su favorito.
Si bien Karenina no tenía idea de nada, ni de quien era cuando no estaba fingiendo ser perfecta o cuando intentaba mantener encerrados sus «problemas» para no asustar a nadie, en ese preciso instante sabía que estaba en su hogar. A miles de kilómetros del mundo, a miles de kilómetros de su nuevo apartamento o de su gato, pero estaba en su hogar. Mientras dos rubias bebían vino, bailaban y le contaban chistes sin gracia con la única intención de hacerla reír.
Con Kat, tenía toda una vida de conocerse—y decía toda una vida, porque recién empezaba a vivir—y la amaba más de lo que era capaz de amarse a ella misma, en cambio, con Julie, que la conocía de algunos meses, también sentía esa especie de seguridad, esa emoción, esa alegría extraña que le daba golpes sobre el pecho y aceleraba su corazón.
Una sonrisa algo nerviosa y casi invisible se dibujo sobre los labios de Ninna, viendo como el sol se reflejaba en las mejillas sonrojadas de sus amigas, y mientras las veía y se arrojaba a ellas para abrazarlas, esa voz chillona en su mente, le recordó que ella lo arruinaria, porque así era ella. Siempre arruinando todo lo que le hace bien y la hace feliz. Sin embargo, no le importo en absoluto pensar en ello, en ese instante sólo se quiso engañar y decirse que sería feliz lo que durará su vida.
—¿Y si nos quedamos aquí para siempre?.
Su pregunta era tan real como la repentina necesidad de guardar todos los detalles de ese día en su memoria. Cada detalle, y cada risa. El color de sus vestidos, porque habían sido lo suficientemente tontas como para comprar el mismo vestido tres veces. Fotografió en su mente el color de los ojos de Julie y los aretes de Kat. El sonido de la risa de Kat, y como se movía el cabello rubio de Julie. Guardo todo, mientras se aferraba a la idea de que quisieran dejar sus vidas y quedarse ahí, con ella.
La mirada de Julie le dijo sin hablar que estaba pidiendo demasiado, que su para siempre solo podía durar un par de horas más, y que si las cosas no se arruinaban—si ella no lo jodia—lo repetirian de nuevo.
—¿Te parece si hacemos esto siempre?
Ninna no le respondió, solo le lanzo un pequeño beso, de esos que ella siempre tenía para todo el mundo, y le murmuró casi para que no escuchara que la quería, porque era así. Las quería, a ambas. Eran como una sola, o eso se decía ella, y sin importar nada, Karenina se prometio, en silencio, que siempre serían ellas.
Euphoria prjct.
#BeThereForYou #NormanFuckingRockwell
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                                                     Hope is a dangerous thing for a woman like me to have but I have it;
El olor a brisa fresca entrando por las fosas nasales de Karenina le dio una sensación de paz indescriptible, por un segundo se olvidó por completo de donde estaba, quien era o porque estaba. Olvidó cualquier rastro de tristeza sobre su ser, y se permitió solo disfrutar del sol sobre sus ojos y el calor de esa tarde en particular donde no importaba volver a casa o las personas que la esperaban al volver.
La textura de las hojas viejas de aquel maltratado diario que yacía sobre su pecho, mientras su respiración se mezclaba con el aire y el aleteo de las mariposas que volaban en ese momento distrajo suficiente a la rubia como para dejar que la voz que se reproducía en su cabeza una y otra vez se viera silenciada.
Sus pensamientos se detuvieron, y dejaron de perturbar su ya cansado cuerpo; que si bien no lucia como el de alguien que está en decadencia, ya tenía signos de maltrato y abandono. Karenina dejó de escuchar o prestar atención al bullicio lejano de las personas viviendo sus vidas como si nada fuese más importante que sólo fingir una sonrisa, y aunque bien no pensaba—en ella o sus hermanos—, bien pensaba en todo lo que había afuera de ese mundillo en el que había sido encerrada.
Se dio cuenta mientras observaba el cielo naranja de ese atardecer, que ella no era una persona común, estaba lejos de ser común o normal. Mientras veía como las demás personas iban con sus vestidos y tacones, ella andaba descalza, con los pies mojados de la hierva recién cortada, con los camisones más viejos del armario de su madre, esos que había robado mientras su padre se había descuidado y cuando nadie fue capaz de verla escabullirse dentro de la imperturbable habitación de esa fría y sucia casa donde aveces, si el día amanecía fresco, lo llamaban: «hogar».
Se preguntó a ella misma mientras sus ojos dejaban de ver el cielo para releer las líneas sin sentido y carentes de lógica, esas líneas que su lápiz habían escrito y que ahora que las leía le resultaba lo más ridículo, puesto que en toda su vida—y eso que ella aseguraba no estar viviendo— nunca había experimentado ninguna clase de emoción positiva. Por supuesto que sentía, como cualquier desafortunada persona, sentía el enojo, la tristeza, la soledad y el abandono, pero más allá de eso no había sentido nada. Nunca.
Aunque claro, la alemana también creía que por cada enojo que tuviera algo crecía dentro de ella, pues con el paso de sus enojos y tristezas descubrió casi sin querer, que ella sentía diferente. Iba de un extremo a otro en segundos y todo parecía tan abrumador que la hacía vomitar, y por eso mismo, mientras leía una y otra vez se hizo la pregunta: «¿Eres feliz, Karenina?».
No supo que responder, ni siquiera a ella misma, ni siquiera a su imagen maldibujada sobre el sol, estaba en blanco porque no entendía realmente que era felicidad o como se sentía. Sin embargo, a su mente volvió la melodia de aquella canción de título largo que había escuchado mientras caminaba de regreso a casa, la había escuchado cuando sus ojos iban puestos sobre el asfalto y sus pensamientos dispersos entre lo malo y lo peor de ser ella misma.
Repitió una y otra vez a la frase, para ella misma y para las mariposas flotando, o para cualquiera que le prestará atención a esa sucia y desgarbada chica que se había lanzado a la hierva sin importar que la tarde estuviera un poco fría, o que su vestido se fuese a ensuciar.
Quizá no era particularmente feliz, pero estaba segura de que había encontrado algo; no tenía idea de qué era, ni porque se sentía como si una ola de calidez se hubiera instalado en su pecho, nada tenía sentido, ni esa repentina sonrisa torcida. Pero, por primera vez en toda su corta vida, medio vivida, sintió que algo era de ella. Que le pertenecía y encajaba.
Cómo un viento soplando sobre su rostro o como si estuviera flotando sobre nubes de azúcar y miel, así se sintió. Por primera vez, si bien no estaba plenamente feliz, estaba alegre y eso, para alguien como Karenina, significo el inicio de algo.
Euphoria prjct.
#OE01 #NormanFuckingRockwell
I
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☪「𝐅𝐈𝐂𝐇𝐀 𝐃𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍𝐀𝐉𝐄 」
❛❛I'm afraid to face the truth head-on and it's degenerate by so many men that I end up coming back like them. Selfish and violent. No respect for my life. ❜❜ㅤ  ⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❑ Trama inspirada en diferentes desórdenes mentales {mismos que se han estudiado antes de escribir sobre ellos}.
   ❑ Contiene citas de la vida de Cassie Howard {Euphoria}.
                                              ❑ Mafia francesa.
ㅤ  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ㅤ    𝐵𝑎𝑠𝑖𝑐 𝑑𝑎𝑡𝑎;
                                       
                                        ➻ Real name ┇Kaethennis Carvalho Bussaglia.
                                        ➻ Know name ┇Kae Carvalho.
                                        ➻ Nicknames ┇ Kae, Katy, Niss, Hottie.
                                        ➻ Birthday ┇ 18 de septiembre.
                                        ➻ Birthday place ┇ Mont le Blanc, Francia.
                                        ➻ Residence place ┇ New York, USA.
                                        ➻ Age ┇ 24 años.
                                        ➻ Gender ┇Femenino.
                                        ➻ Nationality ┇Francesa.
                                        ➻ Kind ┇Humana.
                                        ➻ Occupation ┇ ↷
                      ➤ Miembro activo de la mafia francesa.
                      ➤ Tráfico de arte.
                                        ➻ S.O ┇ Bisexual.
                                        ➻ Faceclaim ↷
                     
➤Joanna Kuchta.
➤ Sydney Sweeney.
                      ➤ Ashley Benson.
                      ➤ Teresa Palmer.
                      ➤ Michelle Randolph.
                      ➤ Alexa Kort.  ⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀     ⠀𝑃𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙𝑖𝑡𝑦 𝑓𝑎𝑐𝑡𝑠;
                       Como las noches de otoño, con las hojas cayendo y la brisa fría entrando por la ventana casi sin darte cuenta, Kae es de esas que alegra las mañanas con su sonrisa aniñada y sus grandes ojos brillantes, pero es también quién te vuelve loco por las noches de fin de semana. Es explosiva, como una bomba con cronómetro puesto para hacer: «kaboom» en el momento exacto.
No hay palabras que describan el como alguien de sus dimensiones es capaz de hacer tanto daño con sus palabras.
Un desastre de personalidad, aveces entre feliz como quién no conoce la malicia o degenere del mundo actual; tan maravillada ante los colores de los días que corren frente a sus ojos y el descubrimiento de nuevas cosas, mismas que hacen que su corazón explote de felicidad. Y a su vez, tan deprimida como un día gris, lleno de lluvia y niebla, es de esas que no sale de su cama y deja de comer por días, mientras lentamente se deja arrastrar hasta la decadencia que la conduce al camino de la perdición y el enojo eminente. Ese caos que es su persona, difícil de entender. Su especia más pura.
Es esa clase de mujer que grita por libertad mientras tiene las mejillas enrojecidas porque no sabe cómo comportarse en el mundo exterior. Es única a su manera, despistada, distraída, dulce, amable, atenta, soberbia, altanera, coqueta, disimulada, explosiva.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀       𝘗𝘩𝘺𝘴𝘪𝘤𝘢𝘭 𝘧𝘢𝘤𝘵𝘴;
                          El rostro enmarcado por el engaño y la usencia de la inocencia que se pierde cuando no te queda nada más que los trozos de tu corazón pervertido a causa del engaño que a sido toda tu vida. Envuelto ese rostro de ángel, pequeño y llamativo, con la silueta de la tristeza en las grandes ojeras que se veían bajo las moradas ojeras.
Ojos grandes, color verde que te llevan a una dimensión diferente cuando los observas por más de dos minutos, las pestañas largas como árboles de un bosque encantando. Esa mirada que cuando se posa sobre ti te hace dudar si el mundo es real. Su boca, pequeña, rosada y rellenita, misma boca de la que salen los mejores chantajes y las mejores promesas que no suelen cumplirse. Las súplicas por una mejor vida y el deseo creciente de poder decir el nombre de alguien más que no sea el de ella.
Cabellos rubios que cubren su rostro cuando las lágrimas no dejan de caer y la respiración cuesta porque los sollozos se alargan cada vez más. Su diminuto cuerpo que la hace parecer una niña, casi como si jamás creciera, tan delgada y pequeña, como una suave y frágil muñeca. ⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀          
𝘉𝘳𝘪𝘦𝘧 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺;
❛❛The world is too disturbed to let you explore it. Just stay here.❜❜
               Joséphine Carvalho, una mujer demasiado feliz y con todo el deseo de descubrir el mundo, la clase de mujer que los días le quedan pequeños porque las horas se le pasan volando entre idas y venidas, entre buscar y encontrar donde poner su atención. Llena de luz y de chispa. Enamorada de la idea del amor perfecto, del cuento de hadas y la familia feliz. La misma mujer que un día caluroso, mientras hacía una cola a su cabello, vio al hombre de sus sueños pasar frente a ella, fue amor a primera vista lo que la hizo sentir que su no le hablaba y sabía su nombre podría morirse. Raphaël Bussaglia, alguien no tan enamorado de la vida como Joséphine, pero que también sintió esa chispa de amor en cuanto sus ojos la vieron y se desviaron hasta su cuello.
Poco tiempo duro ese romance caótico, para cuando ambos se dieron cuenta, ya era demasiado tarde para seguir en solo un romance. Tuvieron dos hijos. Se casaron y casi por un año, viven felices para siempre.
En un septiembre de cielo gris y nubes cargadas de agua, mientras que las gotas de lluvia empapaban la ropa de Raphaël, y en sala de estar, Jo suplicaba porque el dolor terminará, entre maldiciones, jadeos y esperanzas apagadas, una niña de cabellos rubios, ojos grandes y boca rosadita llegó a la vida de un matrimonio por convencía, un matrimonio casi de acuerdo mutuo, que no hacía más que lamentarse haberse conocido. Esa niña llegó a al menos un par de días, darle paz a esa casa.
Kaethennis vivió los primeros días de su vida como si nada más que ella fuese importante, aunque la decadencia del amor que sus padres se tenían, poco a poco empezaron a pasar la factura de ese acuerdo matrimonial. Ella demasiado bebé para saber que demonios estaba pasando, y su hermano tan asustado que terminó por esconderse bajo la cama.
Así vivieron, escondidos entre sábanas de seda, entre los muebles y bajo las camas, entre gritos y golpes a las paredes, así creció. En ese ambiente lleno de odios y peleas. Creció viendo a su madre ser golpeada cada que algo iba mal, y terminó por creer que esos golpes eran merecidos. Casi lo creyó del todo, al menos hasta que su madre grito por ayuda, suplico y nadie se acercó a ayudarla. Despertó con la noticia de su madre estaba muerta, y sólo quedaban ella, su hermano y su padre.
Crecer en un ambiente masculino, bajo el cuidado y tutela de un hombre que lo único veía correcto era la sumisión femenina, donde los maltratos eran el pan de cada día, lo normal en su vida. Su hermano, qué había crecido viendo como su padre humillaba y maltrataba a cualquier mujer que entrará a esa casa, creció maltratando también a su hermana y sometiendola a los estigmas que para ellos eran correctos, la llenaron de inseguridad, de miedo al exterior y a tener pensamientos misoginos y denigrantes hacía su misma persona.
Kae creció alejada del mundo, asumiendo un papel secundario dentro de su propia vida, crecio creyendo que su único motivo en el mundo era obedecer y ser sumisa ante cualquier petición que se le hiciera. Miró a su padre trabajar, y escucho como con el paso del tiempo su hermano también trabajó, fue quien día y noche soporto los maltratos psicológicos que ese par de bestias misoginas le dieron.
Kaethennis no podía reconocer entre el bien y el mal, no conocía más allá de su propia ingenuidad, misma que al salir al exterior se vio denigrada, degenerada y perturbada ante el mundo tan diverso de colores y texturas. Ante la realidad cruel y vacía en la que jamás había tenido la oportunidad de existir.
Conoció el bien y mal, lo que realmente la convirtió en la mujer que puede decir con orgullo que es, conoció a quien de poco volvió su mundo menos gris, y quien a su vez, la hizo sentir ciega ante lo desconocido; Ekaterina. Su mejor amiga, quien fue la balanza entre lo bueno y lo malo, entre lo que poco a poco la hacía volverse más imperfecta y real. Ekaterina fue la culpable de cada cosa buena y las nuevas cosas malas. Del mismo modo cómo ella fue la culpable de muchas atrocidades en la vida de su amiga.
La francesa no tenía ninguna ambición, no tenía sueños ni metas que quisiera cumplir. Su único deseo era encontrar a alguien a quien servir, alguien que entendiera que sus emociones aveces parecían ir de un extremo a otro, y que no la juzgará por ello, sin embargo; la vida le demostró que existe más que sólo las cuatro paredes en las que había vivido encerrada durante los últimos diecisiete años.
Asistió a la universidad, donde sin querer conoció la desgracia maquillada con la perfecta mentira del amor romántico y cada uno de sus dolores. Hizo sus primeros desastres, arrastrándose a sí misma hacia el mundo de la perdición y deshonestidad. Kae, que toda su vida había escuchado que mentir y engañar eran cosas diferentes pero que ambas estaban igual de mal, poco a poco se dio cuenta que el peligro de la mentira y los engaños eran casi tan placenteros como esconderse bajo las sábanas para maldecir a su padre.
                                                              𝘗𝘭𝘰𝘵 𝘧𝘢𝘤𝘵𝘴;
                     ➻ La trama se desarrolla en relatos en un álbum en específico.
                     ➻ Roles en tercera persona.
                     ➻ El personaje es moralmente degenerado y trastornado, debido a los diferentes aspectos de las enfermedades mentales que lo envuelven.
                     ➻ Trama +21. ⠀⠀⠀
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀                      𝐎𝐅𝐅-𝐑𝐎𝐋
                          ❑ No roleo sexo, sin embargo, es probable que se encuentren algunos escritos eroticos.
                          ❑ No hablo de mi user, abstenerse de preguntas de esa índole.
                          ❑  El personaje es completamente de mi autoria.  No copiar nada sin previo permiso.
                          ❑ Tengo exclusividad con algunos personajes que se verán involucrados en la trama.
                          ❑ La mayoría de los personajes de los que se hablara dentro de la trama, son utópicos, aunque algunos si existen en el plano errepe, la trama personal que envuelve el personaje no afecta a ninguno de estos.
                          ❑ Dramas, únicamente on-rol.
                 
        
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