Tumgik
family-fans · 5 months
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¿Cómo es mi relación con Dios?
Nuestra vida diaria está cargada de emociones y sentimientos, de compromisos placenteros y responsabilidades, nuestra relación con el mundo que nos rodea está condicionada por estas interacciones cotidianas con los demás. De esa relación cotidiana se construye nuestra historia personal que puede ser satisfactoria o frustrante.
Pero más allá de esa interacción humana, existe una relación aun más determinante y crucial para nuestras vidas, que es nuestra relación con Dios.
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En el servicio de mediación para matrimonios con conflictos aprendimos que el 100% de los casos atendidos son por falta de Dios en su relación matrimonial. De cada tres matrimonios, dos tienen nula relación con el Creador, "Simplemente Dios no constituye algo importante en sus vidas". Y uno de cada tres, sobrelleva una relación acomodada con Dios, es decir, una relación interesada (modo auxilio) o condicionada a cumplimiento festivo (modo rito/social).
Entonces, ese vacío de Dios es fácilmente llenado o usurpado por falsas ideologías, tendencias, personajes o ídolos que marcan un modelo de conducta a imitar. Se busca únicamente la satisfacción del "Yo" a como de lugar y no la del "Nosotros" en una relación matrimonial.
Para que una relación de pareja y familiar sea de armonía y entendimiento, es necesario primeramente desarrollar una relación sólida y sincera con Dios. Ésta relación debe ser la más valorada y priorizada ante todo, es la más importante. Luego nuestra relación como esposos y como padres será reflejo de aquella primera relación personal con Dios.
Existe una manera muy sencilla de relacionarnos con Dios, y es por medio de una disciplina espiritual básica compuesta por cuatro prácticas constantes: La Oración, el Ayuno, la Reflexión y la Palabra de Dios.
Ésta disciplina espiritual nos ayuda a fortalecer nuestra fe, a crecer como personas y a profundizar nuestra relación con Dios
La oración es la comunicación con Dios, con la oración expresamos nuestra sumisión a nuestro creador, expresamos alabanzas, gratitud, confesión, petición e intercesión. La oración es una forma de adorar a Dios y de reconocer su soberanía, su bondad, su amor y fidelidad con nosotros. La Biblia nos enseña a orar constantemente, antes de tomar una decisión, dar un parecer, un consejo, una opinión importante que pueda generar influencia en los demás o incluso para conocer su voluntad ante un proyecto personal o algún problema en particular. Con la oración aprendemos a interpretar y aceptar la voluntad de Dios y comprender su tiempo y propósito para nosotros.
El ayuno es apartarse de lo indispensable para el cuerpo, es la privación voluntaria de comidas y/o bebidas por un tiempo determinado, pero también es privarse de los placeres del mundo con el fin de dedicarse a la oración y a la búsqueda de la voluntad de Dios. El ayuno es una forma de negarse a sí mismo, de limitar los deseos de la carne y de someterse a Dios, reconociendo que Él es la fuente de toda vida y bendición.
El ayuno que agrada a Dios es principalmente la expresión de caridad hacía el prójimo, como lo indica en Isaias 58: 3-7.
La reflexión es el ejercicio de meditar en la Palabra de Dios y en la propia vida, es tomar conciencia de lo que soy, de lo que hago y dejo de hacer, con el fin de discernir la voluntad de Dios y de aplicarla a mi vida. La reflexión es una forma de escuchar a Dios y de responderle con obediencia y amor. Es una forma de examinar el corazón, de corregir los errores, de aprender y de crecer como personas. La Palabra de Dios nos exhorta a reflexionar en la ley de Dios de día y de noche (Salmo 1: 2).
La palabra de Dios es Jesús revelada claramente en el Nuevo Testamento, la revelación de Dios a través de las Escrituras, que son inspiradas por el Espíritu Santo y que contienen la verdad necesaria para la salvación y la santificación. La palabra de Dios es una forma de conocer a Dios y de relacionarse con él, ya que nos revela su naturaleza, muestra su carácter, su plan y su amor para cada uno de nosotros. La palabra de Dios es fuente de alimento espiritual, ilumina la mente y transforma el carácter. Si supiéramos la fuerza transformadora que produce la Palabra de Dios en nuestras vidas revalorizaríamos el inmenso tesoro que tenemos en nuestras manos.
En conclusión, la oración, el ayuno, la reflexión y la Palabra de Dios son cuatro pilares básicos en nuestro crecimiento personal y espiritual, que nos facilita la convivencia con los demás, pero por sobre todo nos fortalece en nuestra relación con Dios.
Natalia y Christian
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family-fans · 8 months
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5 hábitos que te ayudaran a mejorar tu relación
Un hábito es una conducta aprendida y repetitiva, es decir que primeramente participa la voluntad y la disciplina para que una vez incorporada en nuestro modo de vida ya funcione en piloto automático.
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Adquirir buenos hábitos en el matrimonio es la mejor inversión que los cónyuges pueden hacer.
Es cierto que gran parte de nuestra personalidad constituye lo que aprendimos desde la infancia, pero también es cierto que hay hábitos y actitudes que uno va adquiriendo a lo largo de su vida y que las experiencias, la reflexión y la madurez moldean formando lo que uno es hoy.
En la carta del Apóstol Pablo a los Colosenses 3:12, claramente motiva a practicar hábitos como la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia e incluso el perdón porque él sabía que para mantener unida una comunidad es necesario desarrollar estos hábitos.
Del mismo modo, en la comunidad matrimonial, es necesario desarrollar también ciertos hábitos para mantener cohesionado una relación. Aquí te compartimos 5 hábitos que debes desarrollar con tu cónyuge:
1) Decisiones conjuntas: tomar decisiones en la vida lo hacemos a cada momento, en el matrimonio también es necesario tomar decisiones frecuentemente como en temas relacionados a los hijos, las deudas, trabajo, vacaciones, relaciones familiares, el hogar, etc.
En una comunidad conyugal, el proceso de toma de decisiones requiere de análisis y consensos, (entre cónyuges debemos consultarnos TODO) de tal forma que las responsabilidades sean compartidas, el riesgo y las consecuencias también. Así, tanto en el fracaso como el éxito los dos habrán tenido participación y responsabilidad, sin necesidad de acusarse mutuamente por algún error o vanagloriarse por algún logro. Todos es más fácil cuando los dos se involucran decidiendo.
"amor, que te parece si..."
2) Apoyo y esfuerzo mutuo: cualquiera podemos decaer o tropezar, pero estando de a dos, uno se apoya en el otro y se levanta con la ayuda del cónyuge. Habrán momentos de angustias, tristezas y sufrimientos, es allí donde uno más necesita de un abrazo que cobije, unas palabras que consuelen o una compañía que nos anime a seguir adelante. El apoyo favorece la confianza y la seguridad. El esfuerzo mutuo favorece la unidad y el compañerismo. Si el esfuerzo es mutuo, el peso es compartido y es mas llevadera la vida misma. Además, nos motiva ver a nuestro cónyuge esforzarse a la par que uno mismo.
"amor, hagamos juntos, será más fácil"
3) Recrear el noviazgo: la experiencia del noviazgo es única, se viven los momentos mas emocionantes de la vida, uno se enamora, se motiva, se prepara, se dedica, se esfuerza, hace todo lo posible para aprovechar y disfrutar el momento que pasan juntos. Conversan, ríen, sueñan y proyectan. Todo tiene un solo sentido, el tiempo, el espacio, el pensamiento, las prioridades, las ocupaciones, todo converge en el amor que uno siente y comparte en el noviazgo.
Ese mismo ímpetu, esa misma importancia debemos recrear con frecuencia en nuestra vida matrimonial, haciendo citas a solas sin los hijos, hablando en códigos, creando lenguajes que solo los dos conozcan, planeando cosas para hacer, ideando actividades juntos, divertidas o románticas, atrevidas y desafiantes.
Hacer cosas juntos, nos fortalece como esposos, nos anima a permanecer juntos, como cómplices y enamorados.
"y si nos damos unas vueltas por allí, solos?"
4) Soñar de a dos: motiva a que los esposos se propongan motivaciones y fijen un propósito en sus vidas. Un matrimonio sin propósitos, un matrimonio sin metas, es un matrimonio sin sentido, sin sabor, sin nada por qué luchar. Al proponernos metas, como una casa, un propio emprendimiento, un apostolado, etc. nos mantiene en movimiento, activos, dinámicos, compartimos esperanzas y gustos, parecéres y opiniones que nos mantiene conectados como en un equipo, nos fortalece y nos guía hacia una misma dirección.
"un día, muy pronto, estaremos así, juntos"
5) Exigirnos más: los seres humanos tenemos la costumbre de presentar nuestra mejor careta, nuestra mejor versión sólo en situaciones aisladas, con extraños, en situaciones de jerarquía o de protocolo, con personalidades importantes o en reuniones formales. Debemos exigirnos de la misma manera o incluso más, en nuestra relaciones diarias con el esposo o la esposa. La misma exigencia de caballerosidad, respeto y cortesía que nos hacemos con extraños debemos hacernos en casa. Demostrar importancia en los cumpleaños del cónyuge, admirar sus logros, reconocer su esfuerzo, expresar gestos de cariños, de aprecio, valorar lo que dice y lo que hace, como lo dice y como lo hace, demostrar tu vinculo permanentemente con amor y lealtad, todos los días como si fueran las últimas. Dar ese beso amoroso antes de irte al trabajo o al llegar a casa como si fuera el ultimo que darás. El abrazo cargado de emotividad, largo y fuerte que transmita importancia y prioridad.
Reconocer sus virtudes y cualidades en público, mencionar las cosas bonitas que sus cónyuge acostumbra hacer o decir, lo que le sale bonito, lo que le sale fácil. Uno se siente importante, único y distinto cuando su cónyuge admite algo resaltando su característica ante los demás.
Con estos hábitos tendrás puntaje asegurado, punto sobre punto, sobresaliente, exonerado en todas las demás áreas más difíciles de una relación conyugal.
"a ella le encanta bailar y baila fantástico" ; "a él le gusta viajar y escoge los mejores lugares"
Pedro 3:7 "Los maridos, a su vez, comprendan que deben compartir su vida con un ser más débil, como es la mujer: trátenla con el respeto debido a coherederas de la gracia que da la vida. De esa manera, nada será obstáculo para la oración".
Efesios 5:22-24 "Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo. Por eso, la esposa debe sujetarse a su esposo en todo, así como la iglesia se sujeta a Cristo.
Natalia y Christian
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family-fans · 8 months
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Dificultades en el Matrimonio
3 recursos que pueden levantar una relación: 
Las dificultades son partes naturales del proceso de crecimiento de una relación de pareja, forman parte del continuo “ajustes” de los “intereses” personales que se van forcejeando uno con otro, conforme al esfuerzo de cada uno por prevalecer lo suyo.  
Estando solteros las cosas son más fáciles y más simples, pero una vez casados nos damos cuenta que en muchos casos no estamos preparados para enfrentar las dificultades que van apareciendo en la relación, o no estamos entrenados en gestionar nuestras propias diferencias y además en resolverlas adecuadamente. Un mal manejo de las dificultades en el matrimonio puede causar más problemas que soluciones.
Administrar los logros y fracasos no resulta del todo fácil, por los logros muchas veces nos volvemos orgullosos, autosuficientes y engreídos; por los fracasos tendemos a echarnos la culpa uno al otro, o surge la victimización de uno de los cónyuges, o la denigración, el menosprecio o la critica destructiva, la usurpación del espacio o rol del otros, buscando opacar al otro. 
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Existe tres motivaciones muy fuertes en una relación matrimonial que si son bien comprendidas y aplicadas podrían evitar muchas dificultades pero que si no son consideradas podrán causar un sin fin de tropiezos en tu relación.
1) Actitudes: nuestras actitudes causan las mayorías de las dificultades en el hogar. En la carta de Pablo a los Corintios (2 Cor. 12:20) leemos el temor de Pablo por encontrar en la comunidad: envidias, rivalidades, murmuraciones, orgullos, desordenes y enfrentamientos entre otras. También en la carta de Pablo a los Gálatas (Gal. 5:20) enumera otras tantas, de las cuales mencionamos algunas aquí: libertinaje. idolatría, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias. Todas éstas actitudes causaron muchas dificultades en las comunidades primitivas y eran bien conocidas por el Apóstol Pablo, las divisiones que ocasionaban todas esas actitudes, pues también hoy siguen siendo las mismas que causan dificultades y divisiones en nuestra comunidad matrimonial. 
En consecuencia, desarrollar actitudes positivas en el matrimonio y adoptarlas como un hábito de vida es el mejor antídoto contra todos los problemas que seguramente irán apareciendo a lo largo de nuestra vida matrimonial. Actitudes como: la comunicación, el perdón, el enamoramiento constante, el interés por conocer y satisfacer al cónyuge y el compañerismo pueden evitar y tambi��n ayudar a resolver las más numerosas dificultades que experimentamos en nuestra relación conyugal. Entre todas, la “compañía” sigue siendo un pedido a gritos de todos los matrimonios. La relación que no se nutre de la compañía entre los esposos, que no conversan, no comparten sus inquietudes, sus sueños, sus picardías diarias por más insignificante que parezcan, conducen la relación en picada para estrellarse en cuestión de tiempo.
Nuestras actitudes tienen un gran impacto en nuestras vidas y en nuestra relación, en Proverbios 22:8 dice: «El que siembra injusticia, cosecha calamidad» es decir, conforme actúo con bondad tendré bendiciones, si actúo con maldad, obtendré maldiciones. Si ofreces respeto, recibirás respeto, lo mismo sucede con el cariño, amor, fidelidad, atención, el dialogo, la comprensión, etc.
2) Prioridades: vivimos conforme a una escala de valores y prioridades y actuamos conforme a esas prioridades todos los días. En el día a día es donde realmente se reflejan quién o quiénes, cuál o cuáles representan los primeros lugares de importancia en nuestro día a día. Uno puede decir: “mi hijo es lo más importante” o “mi familia esta en primer lugar” o “mi cónyuge esta primero” “mi trabajo me exige prioridad” o “nuestro proyecto esta por delante de todos” pero si en la realidad no actuamos en consecuencia, entonces es pura mentira. Allí se refleja la incoherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
El esfuerzo que hacemos por lograr lo que nos proponemos es lo que indica que “tan” importante es ese objetivo.
Si pensamos detenidamente en todos aquellos que consideramos más importantes en nuestras vidas y logramos establecer un claro orden de importancia y prioridades, estaremos pavimentando un camino que antes era incierto pero ahora será claro y despejado y pondremos todo nuestro esfuerzo hacia una misma dirección.
Dios nos enseña que para las cosas terrenales debemos establecer un orden, así lo encontramos en dos pasajes del Nuevo Testamento: 
1. Marcos 7:27 «Espera que se sacien los hijos primero, pues no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perritos» Aquí Jesús enseña que hay una prioridad, una urgencia por atender aquel que más necesita de las firmes manos del Padre que sostiene al hijo que cae por su flaqueza.
2.  1 Tim. 5:8 «Quien no se preocupa de los suyos, especialmente de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que el que no cree» Aquí una mejor lección aun, nuestra fe se sostiene en los primeros dos mandamientos más importante que Jesús enseña en  Mt 22,37-40 “El amor a Dios y el amor al prójimo” siendo las personas mas próximas a nosotros, nuestro cónyuge y si  actuamos causando heridas en el corazón del cónyuge, estaremos renegando a nuestra fe o simplemente nunca comprendimos esa fe. 
El contexto de los pasajes citados tiene directa relación con el anuncio del evangelio y con una vida conforme a la voluntad de Dios y que podemos muy bien iluminar con estos pasajes las verdaderas prioridades para nuestras vidas: “Dios y familia”. Si colocamos primeramente a Dios en todo nuestro esfuerzo y nuestras prioridades y luego a nuestro cónyuge, nuestros hijos como a nosotros mismos estaremos dando un paso gigantesco para evitar muchísimos problemas en el hogar. La secuencia de prioridades nos exige primeramente conocernos, valorarnos y amarnos tanto como para amar del mismo modo a nuestro semejante, a nuestra familia misma. 
3) Límites: Establecer límites en distintos ámbitos de nuestras vidas no resulta nada fácil. Con el tiempo uno aprende con la experiencia y por tantas metidas de patas, que establecer límites a nuestros intereses, deseos, actitudes o a factores externos como “terceras personas”, resultan por demás saludable para los dos.
Poner límites incluye limitar y controlar al pensamiento, origen de todos los deseos y aspiraciones; también incluye a la lengua, causal de muchos malentendidos o enojos; los malos hábitos (esto es tuyo y esto es mío, criticar con frecuencia), vicios (alcohol, juegos, pornografía), manías (antipatía, exageración) y actitudes como: los celos, la desconfianza, el mal carácter, el desentendido y muchos otros. 
También bueno es determinar razonables limites con los amigos, compañeros de trabajos, de estudios, grupos sociales, redes sociales, series, etc. Muchos inconvenientes se evitan poniendo límites y ejerciendo pleno control sobre todas aquellas que facilitan las amargas peleas de todos los días. 
La frase "que tu sí sea sí y tu no sea no" es una cita bíblica que se encuentra en Santiago 5:12 nos exhorta a no jurar por nada, sino a hablar con la verdad, para evitar ser reprensibles. La frase implica que se debe cumplir lo que se dice y no cambiar de opinión o de palabra, mantenernos firmes, unidos y protegidos en una sola versión, la versión matrimonial.
“El hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice”, esta frase ilustra perfectamente la consecuencia que arroja no controlar nuestra actitud a tal punto de volvernos a la esclavitud misma por no establecer limites a nuestros impulsos.  
Estos tres recursos: las actitudes, las prioridades y los limites son los mejores recursos con que cuentan los esposos para desarrollar una relación, motivan una relación equilibrada, madura, y fortalecida, pero también, si no son consideradas, tendrá un efecto inverso, conflictivo, inmaduro y debilitado. 
Natalia y Christian
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family-fans · 8 months
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¿Amarnos es suficiente?
"¿Por qué dos personas que se aman, se pueden hacer tanto daño?"
El amor es lo más hermosos que el ser humano puede experimentar, pero también es muy complejo y de difícil explicación. El amor presume el vinculo más fuerte y profundo entre dos personas, por lo que comparten sueños, emociones y la vida misma, implica compromiso, entrega, lealtad y respeto mutuo.
Nuestros primeros años de casados, al igual que muchos, hemos vivido una intensa etapa de luna de miel, cariños a flor de piel, besos por aquí, mimos por allá. Pero nuestro amor como cónyuges ha experimentado a lo largo de estos 19 años de casados los desafíos más variados, los obstáculos más severos, algunas tentaciones y muchos conflictos ya resueltos.
Nuestro amor ha sido puesto a prueba en varias ocasiones, a veces por apremios económicos, otras por nuestras diferencias de prioridades, o a causa de terceras personas, pero también por las tantas equivocaciones cometidas, por decisiones erróneas.
Y en muchas de estas ocasiones hemos sufridos las consecuencias de la falta de dialogo, la empatía y el perdón, discutiendo, gritando y acusándonos mutuamente, escribiendo momentos amargos en nuestra historia, pero también aleccionadoras.
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Entonces ¿Por qué nos hacemos daños, si nos amamos tanto como para compartir la vida misma?
- Nuestro primer motivo fue la falta de comunicación. Aunque nos amamos, muchas veces, nos expresamos inadecuadamente lo que sentimos, lo que pensamos, lo que necesitamos o lo que esperamos del otro. Esto generó muchos malentendidos, confusiones, suposiciones, indiferencias o silencios que dañaron nuestra relación. Comprendimos que la comunicación es crucial para mantener el amor vivo y fortalecido. ¿Cómo es posible convivir sin ponernos de acuerdo? esto nos recuera el pasaje bíblico en Amos 3:3 en que nos enseña que ponernos de acuerdo acorta toda distancia entre dos personas.
- Otro motivo fue el egoísmo. A veces, nos olvidamos de que el amor es un acto de generosidad y de servicio al otro. Nos centramos solo en nuestros propios deseos, intereses o necesidades, sin tener en cuenta que mi cónyuge también tenia deseos, intereses y necesidades. Esto generó ocasiones de desentendimientos, injusticias, indiferencias que dañaron nuestra relación. Vimos que nuestro amor nos pedía mucho de renuncia y de sacrificio mutuo. En 1 Corintios 13:4-8 encontramos un verdadero himno al amor, allí aprendemos que quien ama no busca su propia satisfacción ni cubrir sus propios intereses.
- También otro motivo fue nuestro orgullo. Muchas veces nos creímos superiores o mejores que el otro. Por nuestros logros, habilidades, capacidades o virtudes, olvidándonos que también teníamos nuestros defectos, limitaciones o debilidades. El orgullo no deja ver nuestros errores, genera arrogancia, soberbia, menosprecio e incluso críticas hirientes hacia el otro. Aprendimos que nuestra relación necesita mucho de humildad y de aceptación de mi cónyuge tal como es, tal como le conocí, así de único e irrepetible. 1 Corintios 13: 4 "El amor no se infla" quien ama en verdad no enaltece ante el otro, no se jacta, sino, se adapta a la altura de quien ama.
- Por último, otro motivo fue el miedo. El temor de perdernos, o de no ser suficientes para el otro en aspectos de la vida matrimonial como la intimidad o en lo económico o como compañeros de vida, confidente y amigo a la vez. La inseguridad que causa el miedo arrastra otras emociones tóxicas como los celos y la desconfianza. Dejamos de valorarnos tal como somos, la belleza o la lealtad. Nos volvemos posesivos uno sobre otro, manías de control o dependencia hacia el otro. Los errores nos enseña que el amor implica confianza y libertad para el otro. En Gálatas 5:13 vemos que nuestra vocación es la libertad, no para ser esclavos de la carne ni de los deseos sino del amor que nos une como esposos.
Amar no es suficiente, en las distintas cartas de San Pablo vemos de que quien ama, desarrollan habilidades y actitudes que distinguen, que hacen la diferencia de un verdadero amor. Amarnos de verdad implica construir pilares que sostengan ese amor: desarrollar habilidades de comunicación, ser humildes en reconocer los errores, pedir perdón, desarrollar confianza de amistad y confidente, soñar juntos y generar momentos de alegrías que fortalezcan la unidad. estos serán las rocas pilares que mantendrá el amor conyugal vigoroso y robusto por siempre.
Natalia y Christian
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family-fans · 9 months
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𝐄𝐥 𝐏𝐞𝐫𝐝𝐨́𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 una 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐫𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐚𝐥
Mt 18, 21–22 Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
En el evangelio de San Mateo, el deber de perdonar se presenta como una exigencia que se realiza con insistencia, sin cansarnos ni angustiarnos, sin decaernos ni desalentarnos, sino perdonarnos una y otra vez siempre que sea necesario. En la respuesta que Jesús da a Pedro, diciendo que siete no es suficiente, sino insistentemente siempre, demuestra que el perdón no se reserva para situaciones aislados sino incluso para todos los días. No debemos cansarnos nunca de perdonarnos, ni ser tan soberbios como para no pedir Perdón o tan rencoroso como para no perdonar.
¿Cuantas veces debo lavarme las manos? cuantas veces sea necesario!
El Perdón en el matrimonio es una valiosa herramienta para la reconciliación y restauración de la relación matrimonial. Es una llave maestra que abre las puertas del entendimiento y de la convivencia entre los esposos. Sin embargo, el mayor beneficio del Perdón recae en uno mismo, ya que con el Perdón uno se libera de todo sentimiento nocivo como el rencor, el resentimiento, el odio, el enojo, la rabia, incluso de la atadura del dolor.
Perdonar no significa "borrón y cuenta nueva, significa volver a empezar con una mejor experiencia, más fortalecidos, con mayor madurez". Perdonar no es olvidar sino recordar cada vez con menos frecuencia, perdonar no es dar la razón al otro sino que el otro sea la razón para perdonar.
Uno no podrá tener control sobre la intención y la actitud de la otra persona, pero si podrá tener control sobre lo que uno piensa, siente y alberga en su corazón.
Una actitud de desprecio, de violencia, de intolerancia o incluso de indiferencia por parte de uno de los cónyuges podrá causar todos los sentimientos nocivos citados más arriba, desencadenando situaciones de rechazo, competencia o de enfrentamiento hacia su pareja.
Pero, al final siempre será una opción de la persona permanecer atado al pasado, a la herida o de liberarse de ella a través del perdón. 
Muchas veces los sentimientos que desarrollamos son modos de satisfacer nuestro propio ego herido, nuestro deseo de venganza y de castigo, pero ese ego solo crece si le damos espacio y motivos para que crezca. El castigo no nos compete a nosotros, Dios es soberano de dictar justicia, dejemos a Él obrar según su misericordia, nosotros imitemos amando y perdonando entre esposos.
En el matrimonio, la actitud del perdón se debe practicar insistentemente, a veces pidiendo perdón y otras veces perdonando, pero el uso reiterado del Perdón, lejos de agotar o desgastar la relación, lo termina reviviendo, rejuveneciendo cada día, porque justamente es el proceso de Perdón y reconciliación que nos limpia a ambos de todo ánimo destructivo y nos libera de la furia y la rabia que ha nacido desde el interior mismo y que si la dejamos crecer no hará otra cosa que dañar la relación. El enfrentamiento causa heridas, luchar cada quien estirando al lado contrario es la manera más destructiva de vivir de a dos.
El perdón que practicamos todos los días entre los esposos desde las pequeñas faltas de todos los días hasta las más gravosas que nos causamos, son las que terminan dándonos fortaleza y madurez en la relación.
Somos seres falibles, imperfectos y muy capaces de cometer errores durante toda la vida, pero también somos seres capaces de superarnos a nosotros mismos, a mejorar nuestros propios límites y edificarnos como personas. De ahí que el Perdón no debe ser una excusa para seguir cayendo sino un motivo para levantarnos y seguir creciendo.
Natalia y Christian
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family-fans · 10 months
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La Iglesia Doméstica y el matrimonio como piedra angular
La familia es el núcleo social mas importante de una sociedad, ya que se constituye en la primera escuela formadora de persona, en la fe, la moral y las buenas costumbres que son transmitidas de padres a hijos, de generación a generación. Dentro de ese núcleo o célula social llamada familia y que nosotros los cristianos lo denominamos Iglesia Domestica, por ser el ámbito primario de formación de la fe cristiana y de enseñanza del evangelio del amor de Jesús, el matrimonio se erige como la base fundamental de la iglesia doméstica.
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El matrimonio es la piedra angular en la que se sostiene la familia, así como Jesús es la piedra angular de la Iglesia. Del matrimonio depende el éxito o el fracaso, la unión o la dispersión una familia. La ecuación es simple: "esposos que se aman = familia feliz”. De modo que el esfuerzo por el vinculo amoroso de los esposos nunca será en vano, en consecuencia, el éxito de una iglesia domestica depende del éxito primeramente del matrimonio.  
Hace unos días una pareja de amigos nos han planteado la siguiente pregunta:
- Los hijos ¿Creen que son motivos suficientes para seguir con un matrimonio?
Los hijos ni son motivos ni son excusas para “soportar” o mantenernos en una relación, más bien los hijos son una responsabilidad y un compromiso en formarlos como personas para la vida, en prepararlos tanto para las dificultades como para la prosperidad. Disciplinar como lo dice en Deuteronomio 8:5, o como en la carta de Pablo a los Corintios (2 Cor 12:14) “...Efectivamente, no corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los hijos” los padres debemos buscar atesorar para los hijos en el espíritu y no en lo material, buscando el bien para ellos, advirtiéndoles del pecado, los errores y las desviaciones, de los placeres y posesiones del mundo y educarlos y enriquecerlos en la fe. Esto es el verdadero tesoro que heredamos a los hijos. 
Ahora bien, la pregunta razonable debería ser: ¿Cual sería el motivo por lo que dejaría de luchar por mi matrimonio? O ¿Porqué debería seguir con mi matrimonio?
El amor es un vínculo en el matrimonio y como tal sabemos que el amor no es un sentimiento, ni una emoción, ni una sensación ni tampoco cuestión de gustos, sino una decisión libre y voluntaria de ofrendar la vida al cónyuge y que descansa en el firme compromiso de cultivar, cuidar y fortalecer todos los días de mi vida, hasta el último suspiro.
Si ese amor que un día nos unió se ha desvanecido es porque descuidamos el compromiso de fortalecer ese amor, no busquemos excusas de no habernos ocupado en su crecimiento ni hicimos lo suficiente por mantener vivo el amor. Si no valoro el amor que es mío y que estará conmigo hasta el final, como podré formar hijos que un día se irán y formarán una familia?.
Porque velar por el amor es como velar por uno mismo, No cuidar de la relación conyugal es como descuidarse a sí mismo, es como carecer de amor propio: “El esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo”. (Efesios 5:28)
El amor no es una actitud antojadiza ni improvisada de la persona, no es cuestión de gustos ni comodidades, es cuestión de entrega, servicio y sacrificio, desde el primer día hasta el último, y eso implica lágrimas, dolores y sufrimientos pero también alegrías, gozo y felicidad, (porque la vida es así, se prueba todos los sabores del banquete de la vida). En el matrimonio somos responsables y cooperadores del crecimiento y realización del cónyuge, somos responsables de la salud de la relación, de la felicidad y del éxito de la vida matrimonial, de la construcción de una familia fortalecida en el amor y el perdón cotidiano. No es tarea fácil, sabemos, pero si lo fuera que sentido tendría la vida matrimonial, lo fácil no se valora, se nos escurre como arena de entre los dedos, durará lo mismo que dura una película, dejando la amarga sensación inconclusa o la idea un final diferente.
Entonces, motivos por los que debería seguir con mi matrimonio, ni son los hijos, ni lo que dirán los demás, ni los familiares ni nada sino UNO mismo, por la felicidad y por honrar el Don recibido, por el compromiso de cuidar con entrega, servicio y sacrificio el AMOR al cónyuge.
En palabras más simples, la respuesta que ofrecemos es: “No puedo andar por ahí buscando o probando matrimonios hasta que me funcionen, debo hacer que mi propio matrimonio funcione”. Recuerda lo que nos enseña Proverbios 18:22: “El que encontró una esposa, encontró la felicidad, es Dios quien le otorgó ese favor” de modo que el matrimonio no es un caso fortuito o resultados del azar, sino un designio de Dios.
Natalia y Christian
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family-fans · 10 months
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La Iglesia Doméstica y su importancia en la vida cristiana
¿Qué es la Iglesia Doméstica?
"Es la primera comunidad de fe y amor donde se vive y se transmite el Evangelio". En la Iglesia Doméstica estamos unidos en común por la misma fe en un único y verdadero Dios y su Palabra revelada puesta en practica en la primera y fundamental célula social que es la familia. La Iglesia Doméstica se fundamenta en el plan de Dios de Santidad y Salvación del hombre, llamándolo a formar una comunión de personas en el matrimonio, la familia y la iglesia.
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La Buena Nueva de Jesús se trata de eso, de una pedagogía de vida, vivir en comunidad es la forma correcta de preservar nuestra fe, de compartir el amor, de imitar servir como Jesús al más necesitado, de transmitir su Evangelio, de construir el Reino entre nosotros a través de una vida de santidad y entrega.
La Iglesia Doméstica no es un simple y bello juego de palabras, sino por ella formamos parte de la vida y misión de la Iglesia, que es la comunión y participación de la Verdad, el Amor y la Vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos estamos llamados por los Sacramentos, a ser signos de la presencia viva y del amor de Dios en el mundo, “Vosotros sois la luz del mundo; vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5, 13-14). Somos llamados a dar testimonio de Dios al incrédulo, al apartado, al perdido, al necesitado por medio de nuestro testimonio de vida. Ésta es la manera de cooperar con Dios en la construcción de su Reino.
¿Por qué es importante la Iglesia Doméstica en la vida cristiana?
Porque la familia es el lugar donde nace y se desarrolla la vocación de cada persona de conocer, amar y seguir a Cristo dando frutos en abundancia. "No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni tampoco árbol malo que dé frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de los espinos ni se sacan uvas de las zarzas". (Lc. 6, 43-44). De modo que, lo que vivimos en casa lo compartimos fuera de ella, porque es la primera escuela de la vida, donde aprendemos a conocer, amar y servir a Dios y a convivir con los demás.
Como santuario de la vida, en la familia se acoge, protege y respeta la vida humana desde su concepción como un don de Dios. "Los hijos son un regalo del Señor, el fruto del vientre es una recompensa" (Sal. 127, 3). La Iglesia Doméstica es el ámbito de desarrollo del Evangelio, donde se anuncia y se testimonia el Evangelio con nuestras palabras y nuestras obras, con el ejemplo, irradiando a otros la alegría y el gozo de conocer y a seguir a Jesús.
La Iglesia Doméstica es el lugar donde Dios nos llama a vivir nuestra fe en el amor diario, en la oración en familia, en la participación de los sacramentos, en el servicio a los demás, en la edificación de la persona, y en la alegría del Espíritu Santo, el perdón y la misericordia en la familia como reflejo de Dios en nosotros. La Iglesia Doméstica podrá ser pequeña pero se hace inmensa sumados a la gran Iglesia que construimos todos con cada hogar y con cada familia.
Natalia y Christian.
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family-fans · 10 months
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Matrimonio y servicio
Amar se demuestra sirviendo a quién uno ama de verdad.
El matrimonio es un vinculo amoroso de servicio, respeto y exclusividad entre los cónyuges. El esposo y la esposa están llamados a servirse mutuamente con humildad y sacrificio, siendo generosos, compasivos y misericordiosos entre sí, reconociendo que son uno solo en Cristo. Vivir el servicio diario y desinteresado en el matrimonio es una forma de honrar a Dios y de Glorificar su plan de salvación. Además, vivir el servicio diario entre los cónyuges es una forma de edificar la relación.
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El servicio en el matrimonio se basa en el ejemplo que Jesús enseña dando su vida por su novia, la iglesia. Los esposos deben amar y servir a sus esposas como a sus propios cuerpos, cuidándolas, protegiéndolas y santificándolas con la Palabra de Dios. Las esposas deben respetar y seguir el liderazgo de sus esposos, ayudándolos, apoyándolos y animándolos. Ambos deben buscar el bienestar del otro por encima de sus propios intereses, imitando la actitud de Cristo.
Una verdadera manifestación de amor en el matrimonio se refleja en la paciencia y tolerancia que se tienen los esposos, en el cuidado mutuo, en la lealtad y fidelidad, en el apoyo y esfuerzo que se dan entre sí todos los días. El servicio mutuo fortalece la unidad, la confianza y la intimidad del matrimonio. Los matrimonios que se esfuerzan por servirse el uno al otro tienen más posibilidades de mantener una relación estable, duradera y saludable. Una vida enfocado en el servicio, se practica todos los días, siendo verdaderos compañeros de vida, haciéndonos compañía, conversando hasta de los detalles de la vida, sobrellevando juntos las dificultades diarias, sosteniéndose mutuamente en los momentos difíciles de la vida. Estar presente siempre, en la vida del otro es la mayor ofrenda que uno puede dar.
Pero por sobre todo, el servicio en el matrimonio es un testimonio palpable para el mundo de la gracia y la fidelidad de Dios, que nos amó primero y nos hizo parte de su familia. A través del matrimonio se testimonia el infinito amor de Dios hacia la humanidad.
Dios nos llama a servirle a Él sirviendo a nuestro prójimo con amor, humildad y generosidad. El servicio a los demás no es una opción, sino el camino a la bendición de Dios.
El fundamento bíblico del servicio a los demás se basa en el carácter y la obra de Dios. Dios es el Señor y el Creador de todo, que nos ha dado la vida y todo lo que tenemos. Él es el Dios que sirve, que se hizo hombre en Jesucristo para dar su vida en salvación por muchos. Él es el Dios que nos ama y nos perdona, que nos hace parte de su familia y nos prepara para edificar su iglesia.
Dios nos llama a imitar su ejemplo y a seguir sus mandamientos. Jesús dijo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” ( Mt. 20:28 ). Si buscamos estar cerca de Jesús, como los hijos de Zebedeo, querer estar sentados a la derecha y a la izquierda de Él, debemos buscarle en el servicio a los demás, empezando por casa porque es allí donde está el trono de Jesús, en las FAMILIAS.
También dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ( Mt. 22:37-39 ) el verdadero amor a Dios da frutos de obra que se reflejan en el servicio a Dios, de igual modo del amor al prójimo que da frutos en las obras a través del servicio a los demás . El apóstol Pablo exhortó: “Por amor, sírvanse unos a otros” ( Ga. 5:13 ) de igual modo los esposos deben motivarse en el mutuo amor por medio del servicio.
El servicio a los demás no es una carga ni debería ser una obligación, sino una oportunidad de gozo y alegría. Dios nos promete recompensar nuestro servicio con su gracia y su gloria. Él dice: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” ( He. 6:10 ). 
De manera que, el servicio a los demás es la más pura manifestación de amor a Dios, quien dice amar a Dios y trata con indiferencia, arrogancia o sin respetar la dignidad de su cónyuge, simplemente hace lo mismo que los fariseos en época de Jesús. Por que ofrecer respeto al cónyuge, honrar el matrimonio con lealtad y servir en las buenas y en las malas es el verdadero ejemplo de amor por el prójimo. 
Natalia y Christian
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La Lealtad en el Matrimonio, a la luz del libro de Rut
En el libro de Rut, la protagonista aparentemente principal es la moabita Rut, sin embargo el verdadero protagonista en el libro es Dios. En el libro nos habla sobre de amor, la lealtad y redención, pero más aún sobre el verdadero propósito de Dios que encaminaba a Rut como una pieza esencial en el linaje de Jesús.
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Rut siendo moabita, se había casado con uno de los hijos de la familia hebrea de Elimelec y Noemí, quienes habían dejado Belén de Judá para ubicarse en Moab debido a una hambruna. Luego, Elimelec y sus hijos murieron, quedando sola y viuda Noemí.
En el libro se destaca la negativa de Ruth de abandonar a Noemí quien había decidido regresar a su tierra natal, y les dijo a sus nueras que regresaran con sus familias e incluso con sus dioses. Una de ella obedeció, pero Rut se negó a abandonar a su suegra, y le dijo: “A dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo, y allí seré sepultada; juro ante el Señor que solo la muerte podrá separarnos” Rut 1:16-17. Estas palabras resuenan hasta nuestros días y posiblemente son las palabras más importante de todo el libro, porque muestran el compromiso y la devoción de Rut hacia Noemí y hacia el Dios de Israel. Enseñando nos su actitud de entrega, de servicio y lealtad aún siendo extranjera.
Una vez en la tierra de Noemí, Ruth conoció a Booz, quien la desposa más tarde. El matrimonio de Booz y Rut fue bendecido por Dios con un hijo llamado Obed, quien fue el abuelo del rey David y de quién desciende el mismísimo Jesús de Nazaret. Así, Rut pasó de ser una extranjera sin esperanza a ser parte del pueblo de Dios y ascendiente de Jesús. La lealtad de Ruth forma parte del propósito de Dios. Su historia nos enseña sobre el amor fiel de Dios hacia los que se acercan a él así como Rut se acercó a Dios.
También sobre el plan de Dios que se sirven de las circunstancias más difíciles para cumplir sus propósitos.
En nuestra vida matrimonial vivimos muchas experiencias que ponen a prueba nuestra lealtad con nuestro cónyuge. Rut con determinación, firmeza y sin dudar siquiera un instante se mantuvo al lado de su suegra y adoptó al Dios de Noemí como su Dios y a su pueblo como suyo.
Somos nosotros conscientes de nuestra lealtad con nuestro cónyuge? aceptamos sus sueños e ideales como nuestra? Respetamos sus costumbres, necesidades, ideas o imponemos la nuestra? Apoyamos y motivamos en sus proyectos de superación personal? Amamos a tal punto de abandonar todo por acompañar al cónyuge? Somos capaces de entender el propósito que Dios tiene para nuestro matrimonio?
Rut trabajaba juntando espigas de trigo, lugar donde se le respeta y admira por su lealtad. Al regresar Noemí, su suegra le pregunta: "dónde has estado espigando?.
Deberiamos reflexionar sobre el lugar en que andamos espigando como esposos. En el lugar donde se nos admira y respeta a los dos por lo que somos como matrimonios? O frecuentamos lugares o grupos en que el respeto es relativo, el amor es temporal, la fidelidad es volátil, porque en cualquier momento desaparece, y el matrimonio es: "probamos a ver si funciona"?
O sobre qué es lo que estamos espigando para nuestro hogar? Que es lo que recogemos para el bienestar de nuestro hogar? Que traigo a casa, a mi cónyuge, Amis hijos todos los días? Espigamos ternura, respeto, lealtad, perdón, compañía, amor? O dejamos que otros trabajadores espiguen por nosotros, dejandonos en la puerta: sizañas, dudas, celos? Trayendo así sólo amargura, peleas, conflictos.
Muchas veces, lo que más cuesta dejar son los apegos a los placeres, a las cosas del mundo, a nuestras manías, incluso despojarnos de nuestro egoísmo y de nuestro orgullo cuesta cuando no pensamos ni actuamos como un equipo, como una sola carne.
La tendencia actual en el mundo es hacer que prevalezca la individualidad, el respeto por la identidad de la persona, pero nada pregona ni defiende la identidad del matrimonio. El matrimonio posee su propia identidad en amor, dignidad y unidad.
Sin embargo, a contra corriente vamos los matrimonios que creemos en el amor, en la familia y en Dios. Hacemos de la lealtad un valor de uso cotidiano. Como los cisnes que se mantienen leales hasta la muerte o como los pingüinos que se dedican en exclusiva uno para el otro. La lealtad implica un comportamiento comprometido aunque las circunstancias no sean favorables. Se practica desde un "Nosotros" en vez de "yo" sea para tomar decisiones buscando el bienestar de ambos y no el propio ni de terceros, hasta defensa férrea de mi cónyuge y mi familia ante las tendencias actuales.
Cuando pensemos y aceptemos al igual que Rut, que en nuestra vida matrimonial debe ser: "a donde tú vayas, yo iré para estar contigo, tus problemas son también los míos, tu necesidades son también los míos, tus sueños y propósitos también son míos, a dónde fijes tu mirada estaré contigo para ayudarte a dar los pasos necesarios para llegar allí, porque ya no estás solo/a, hoy y para siempre estaré contigo porque tú y yo somos uno ante el mundo y ante Dios".
Natalia y Christian
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family-fans · 10 months
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El perdón en el Matrimonio a la luz del Salmo 32
En el libro de los Salmos encontramos un Salmo particularmente bello, en alabanza a Dios tanto por su misericordia como por su amor. El Rey David, reconoce su falta y su pecado, y experimenta la liberación y la alegría al recibir el perdón de Dios que con su infinita misericordia no encuentra obstáculo para perdonar sino que el arrepentimiento sincero de David.
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De este Salmo aprendemos varias lecciones sobre el perdón de Dios y cómo debemos aplicar en nuestro matrimonio.
 1. El perdón de Dios es una expresión de Amor.
En el matrimonio también lo es. El Salmo comienza con “Dichoso” aquel quién es liberado de pecado y absuelto de culpa porque se le ha sido borrado. En el primer y segundo versículo nos invita a experimentar esa misma “felicidad” de David de ser perdonado por Dios, en el perdón cotidiano con nuestro cónyuge, sin reproches ni engaños más que con el corazón regocijado en el perdón sincero. El perdón de Dios es una verdadera gracia, un regalo gratuito que en ocasiones ni siquiera merecemos pero que nos devuelve la paz y la comunión con nuestro creador, así también en el matrimonio refleja la voluntad libre, gratuita, incondicional que talvez también sea inmerecido pero que nos devuelve la paz, restablece la armonía en la relación, pero por sobre todo, fortalece la comunión en nuestro sacramento. Es estar nuevamente unidos en plenitud por amor mediante el perdón.
El perdón de Dios nos abre las puertas de su gracia al igual que en el matrimonio, el perdón nos abre la puerta a la reconciliación liberándonos del rencor, del enojo, de la ira, del odio, de las cuentas pendientes.
2. La humildad es el denominador común en el perdón:
En el versículo tres aprendemos que la confesión sincera y humilde es el método para obtener el perdón, “hasta que no confesaba se consumía mis huesos”. La confesión, ya es el resultado de una previa reflexión y reconocimiento de haber caído en falta y eso requiere de una verdadera dosis de humildad y madurez personal. La ausencia de reflexión por mis actos, de reconocer mis faltas, de arrepentirme y de pedir perdón a mi cónyuge conlleva a mantener la angustia, tristeza, odio y rencor enfermando mi alma y mi matrimonio además de ser un verdadero retroceso para la relación.
La mano de Dios pesa sobre el salmista que lo corrige y lo llama al arrepentimiento, en el verso cuatro nos invita a retomar el camino que conduce a Dios, y en nuestro matrimonio; a salirnos del suelo árido de las ofensas, del engaño y del desamor.
“Te confesé mi pecado, no te escondí mi culpa” en el verso cinco el salmista por su confesión encuentra alivio, del mismo modo en nuestro matrimonio, requiere mucho de nuestra capacidad de reconocer nuestros errores y pedir perdón por nuestras faltas, sin excusas ni mentiras.
3. El perdón nos fortalece:
¡MIRÁ! Cuán bondadoso es el salmista al revelarnos en el verso seis y siete los beneficios del perdón de Dios: ¡nos guía y nos protege!!! “Por eso el varón santo te suplica en la hora de la angustia. Aunque las grandes aguas se desbordasen, no lo podrán alcanzar”. Cuanta confianza de la protección de Dios, ya no únicamente el perdón sino también el que confía en Dios está seguro de que los escucha y no lo abandona en los momentos difíciles de su vida. En el verso siete “Tú eres un refugio para mí, me guardas en la prueba, y me envuelves con tu salvación” revela nuestro amparo en los días de dificultades. En el verso ocho el Señor nos dice que él será nuestro consejero, nuestro guía, nos indicará el camino y cuidará de nosotros. La misericordia de Dios nos hace dóciles, nos ilumina y nos da la fuerza necesaria para merecer su perdón.
Así también en el matrimonio, el perdón nos hace fuertes, nos protege y nos ayuda a superar crisis y conflictos que son inevitables vivirlas en una vida de a dos. El perdón nos hace ser abiertos a la voz del cónyuge, que nos aconseja y nos ayuda a tomar decisiones, a afrontar situaciones. Nos hace dóciles entre sí y nos hace crecer como esposos.
4. El perdón nos invita a estar alegres y contentos:
El salmista, sabiamente inspirado por el Espíritu Santo incluye al final del salmo, que debemos estar contentos “Buenos, estén contentos en el Señor, y ríanse de gusto; todos los de recto corazón, canten alegres”. Entonces celebremos el perdón de Dios pues nos hace íntegros ante su presencia, nos llena de gozo y gracia. Nos motiva a alabar al Señor y a proclamar su misericordia. Nos invita al júbilo y a la alegría porque Dios nos enseña su amor y su fidelidad con nosotros.
La experiencia del perdón nos llena de alegría y paz, pero además nos acercan a Dios a experimentar su infinita bondad y su infinito amor. La misma cercanía que vivimos el perdón diario en nuestro hogar junto a nuestro cónyuge.
Incluso sin ser merecedores del perdón, Dios nos da la oportunidad de conocer a través de su gracia el verdadero y fiel amor hacia nosotros. Del mismo modo que nuestro sacramento del matrimonio nos da a través de la gracia del perdón, la paz y la alegría de restituirnos en nuestro vinculo de amor y de fidelidad.
Pero por sobre todo lo dicho, el perdón tiene una propiedad, un atributo que sólo lo viven aquellos que perdonan y son perdonados paciente y diariamente, que es la sanación del espíritu. Una verdadera sanación espiritual se da mediante el acto recíproco del perdón sin condiciones.
Natalia y Christian
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family-fans · 11 months
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El amor conyugal en el Cantar de los Cantares: una alegoría del amor divino.
¿Ya te pusiste a leer el libro "Cantar de los Cantares" en la Biblia?¿Sabías que es un verdadero himno al amor?
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Pero es considerado y reconocido como un genuino e inspirado poema que describe y celebra el amor esponsal entre el hombre y la mujer, y que además puede ser leído como una representación del amor entre Cristo y su Iglesia.
Te invitamos a reflexionar sobre este bello libro, considerando algunos aspectos de tu vida matrimonial y de ese amor conyugal que un día los unió y que hoy da sus frutos.
Don y Gozo en el amor conyugal:
"Bésame con los besos de su boca, tus amores son mas dulce que el vino" (Cantar 1:2) El libro Cantar de los Cantares no escatima palabras para demostrar la riqueza del lenguaje del cuerpo, incluso describe su fragancia "Más exquisito que el bálsamo el olor de tus perfumes" (Cantar 4:10) a través de ella los esposos se comunican su mutuo amor, su fascinación y su encanto, su deseo pero también su total fidelidad "Grábame como sello de tu corazón, grábame como sello en tu brazo" (Cantar 8:6). Desde luego, el poema no oculta ni disimula la dimensión erótica del amor conyugal "Tus dos pechos, dos crías mellizas de gacela que pacen entre rosas" (Cantar 4:5), aunque la integra con sabiduría en una dimensión global del matrimonio como don y gozo. en ella los esposos se dicen mutuamente "amado" y "amada", y se reconocen como "hermano" y "hermana". Una manera de señalar la cercanía, la paridad y la pertenencia de su vinculo, "Yo soy para mi amado y mi amado es para mi" (Cantar 6:3). El amor en el matrimonio es un reflejo del amor de Dios, que en su inmensa sabiduría creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y por su infinita bondad los bendijo para que sean fecundos y se multipliquen ¡dar frutos en abundancia! (Génesis 1:27-28).
Compromiso y respeto en el amor conyugal:
El Cantar de los Cantares también muestra el compromiso y el respeto que implica el amor entre los esposos. Ellos se cuidan el uno al otro, se protegen de los peligros, se buscan con ansia y se esperan con paciencia. Se repite varias veces la frase: "Que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera" (Cantar 2:7; 3:5; 8:4), indicando así la importancia de respetar el ritmo y el tiempo del amor, sin forzarlo ni apurarlo. El amor conyugal es un donarse mutuamente sin condiciones, de forma gratuita buscando la felicidad del otro y su realización, que se debe ejercitar con perseverancia y paciencia pero también con delicadeza y ternura. "...que no despertéis ni desveléis a la amada hasta que ella quiera" (Cantar 2:7)
Signo y sacramento del amor conyugal
El Cantar de los Cantares también puede ser leído como una comparación del amor entre Cristo y la Iglesia, que son el Esposo y la Esposa por antonomasia. Cristo es el Rey que se desposa con la Iglesia, que es la Sulamita, una mujer morena, humilde y hermosa. Cristo ama a la Iglesia divina y humanamente con un amor inmutable y por eso se dio en sacrificio a sí mismo para redimir a su pueblo y librarlo del pecado y salvarlo de la muerte, y la Iglesia ama a Cristo con un amor obediente y fructífero pero terrenal, con errores y aciertos. El matrimonio es un signo y un sacramento de este misterio de comunión entre Cristo y la Iglesia, que se consumará plenamente en el cielo. Por medio del matrimonio el hombre participa en la alianza de gracia y de amor de Dios.
Para concluir con esta breve comparación metodológica entre el vinculo esponsal del hombre y la mujer, de Cristo y la iglesia y la importancia del libro Cantar de los Cantares como parábola explicativa de esa relación, cabe resaltar que el libro Cantar de los Cantares nos motiva a contemplar la belleza y hondura del amor conyugal, que es un signo y un sacramento del amor de Dios por nosotros. El matrimonio es una vocación sagrada, que se nutre de la donación, gozo, compromiso y respeto. El matrimonio es un medio de santificación, por lo que los esposos se apoyan y fortalecen mutuamente en el camino de la santidad. A través del matrimonio aprenden a amarse y a donarse como Cristo amo y dio su vida por la Iglesia.
Natalia y Christian
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family-fans · 11 months
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Bases bíblicas del matrimonio
Propósitos, principios y bendiciones
Sugerencia: acompañar con las lecturas de los pasajes bíblicos citados. 
Dios a través de su Palabra nos demuestra que el matrimonio tiene: propósito, principios y bendiciones que todos deberíamos testimoniar para la Gloria de Dios y para la santidad conyugal.
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Propósito: El propósito primordial del matrimonio es representar el vinculo de amor y fidelidad que Dios ha tenido siempre con su pueblo (Ef. 5:31-32). La relación de Cristo y su Iglesia es el modelo de vida que debe ser recreado entre los esposos, como un misterio mismo que reza en (Ef. 5:33). También es cumplir el plan divino de Dios de ser fecundos y multiplicar, llenar la tierra y someterla, participando en la co-creación o creación conjunta con Dios (Génesis 1:28). También el propósito del matrimonio es que no hagamos compañía “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). El matrimonio es un equipo de ayuda mutua, de cooperación, de apoyo para enfrentar las dificultades propias de la vida  (Eclesiastés 4:9-12 ) si uno cae se sostiene en el otro, si uno desvanece se apoya en el otro y también es manantial de alegría y satisfacción (Proverbios 5:18-19) que su amor sea tu pasión de tu juventud para siempre.
Principios: Los principios del matrimonio se basan en el respeto, la entrega, el perdón y la obediencia a Dios. El esposo amará a su esposa como Cristo mostró su amor por la iglesia y entregó su vida por ella (Efesios 5:25-29). La esposa debe respetar y seguir los pasos de su esposo como al Señor su iglesia, reconociendo su autoridad y apoyándolo y hasta sosteniéndolo en todo (Efesios 5:22-24; Colosenses 3:18). Mantenerse leales y fieles el uno al otro, evitando ocasiones de pecado, tentaciones y todo acto que repudia el Señor (Hebreos 13:4; Mateo 19:4-6). Pacientes, bondadosos y comprensivos el uno con el otro, imitando el carácter de Dios (Colosenses 3:12-14; 1 Pedro 3:7) perdonándose unos a otros.
Bendiciones: Las bendiciones del matrimonio son como el tesoro que Dios da a los que lo buscan (Proverbios 18:22). Es como fuente de deleite para los que se aman de cuyos corazones se adueñaran con una mirada (Cantares 4:9). El matrimonio es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento espiritual en la que el verdadero adorno se encuentra en el interior, con mansedumbre y obediencia así como fue Sara con Abraham así son las esposas que obran con rectitud y puedan testimoniar por sus obras más que con palabras (1 Pedro 3:1-6). El matrimonio es por sobre todo una oportunidad de servicio a Dios y al prójimo a través de los dones que Dios nos da (1 Corintios 7:7; Romanos 12:10-13). Dichoso el hombre que Dios guarda su corazón, tendrá una familia feliz y unida, que honre a Dios y reciba su bendición (Salmo 127) y bendito aquel que teme al Señor, su esposa será fecunda en la intimidad de su hogar ( Salmo 128).
Con estas reflexiones  nos despedimos y con la esperanza de que valoremos nuestro matrimonio como el tesoro más valioso que nos toco cultivar y nuestra familia como el regalo mas sublime que Dios nos ha regalado.
Amén.
Natalia y Christian
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family-fans · 11 months
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El Matrimonio y la bendición de Dios
Mira algunas de las bendiciones que recibimos:
El matrimonio refleja y recrea al mismo tiempo el más puro amor y la fidelidad inquebrantable de Dios hacia nosotros. Dios creó al hombre y a la mujer para que se unieran en una sola carne, para hacerse compañía y fueran bendecidos con la procreación, el disfrute sexual, la paz, la prosperidad y la protección. El matrimonio es un pacto sagrado que debe ser honrado y respetado con lealtad, por los esposos y por la sociedad.
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La bendición de la fidelidad: Dios espera que los esposos se amen y sean fieles el uno al otro, como él lo es con su iglesia. La fidelidad es una muestra de respeto, confianza y compromiso que fortalece el vínculo matrimonial, además de ser en esencia la exclusividad en el amor entre los esposos. La infidelidad, en cambio, trae dolor, ruptura, rencor, odio y juicio divino. Por eso, la Biblia dice: “Que todos respeten el matrimonio; el lecho nupcial, que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios los juzgará” (Heb.13:4).
La bendición del amor: El amor es el fundamento del matrimonio, pues sin amor no hay unión verdadera. El amor que Dios derrama sobre los esposos es un amor sobrenatural, firme, incondicional y renovador. Es un amor que se expresa en palabras y en hechos, que busca el bien del otro, de recíproca felicidad, que dialoga, que perdona y que no se deja vencer por las circunstancias. Es el mismo amor que Cristo demostró al dar su vida por su iglesia. Por eso, la Biblia dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amo a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra” (Ef. 5:25-26).
La bendición de la procreación y el disfrute sexual: Dios bendijo al primer matrimonio con el mandato de fructificar y multiplicarse, pues los hijos son una herencia y una recompensa de Dios. La procreación es un milagro divino que permite a los esposos participar de la obra creadora de Dios y transmitir su imagen y semejanza a sus descendientes. El disfrute sexual es un regalo de Dios para los esposos, pues les permite expresar su amor, su intimidad y su placer mutuo. El sexo dentro del matrimonio es santo, puro y bendecido por Dios. Por eso, la Biblia dice: “El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. (1 Cor. 7:3-4).
La bendición de la paz: La paz es un fruto del Espíritu Santo que debe reinar en el hogar cristiano. La paz implica armonía, entendimiento, respeto y diálogo entre los esposos. La paz se logra cuando los esposos se someten a Dios y a su voluntad, cuando evitan las discusiones, las ofensas y las agresiones, cuando se apoyan mutuamente y cuando buscan soluciones a sus problemas. La paz trae alegría, tranquilidad y seguridad al matrimonio. Por eso la Biblia dice. “Igualmente, los maridos, en la convivencia con la mujer, sabiendo que es mas delicada, demuestren estima hacia ellas como coherederas que son también de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculos” (1 Pe 3:7).
La bendición de la prosperidad: Dios quiere que sus hijos sean prosperados en todas las áreas de su vida: espiritual, física, emocional, social y material. La prosperidad no significa solo tener riquezas o bienes materiales, sino también tener salud, sabiduría, gracia y felicidad. La prosperidad es el resultado de obedecer a Dios y sus principios, de trabajar con diligencia y honradez, de administrar bien los recursos que Dios nos da y de compartir con los necesitados. “Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1:8). La prosperidad es una bendición que Dios derrama sobre el matrimonio para que sea de bendición a otros. Por eso la Biblia dice: “Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus cosecha: tus graneros se colmarán de grano, rebosarán mosto tus lagares” (Prob. 3:9-10).
La bendición de la protección: Dios es el refugio y la fortaleza de sus hijos, el que los guarda y los libra del mal. Dios protege al matrimonio de los ataques del enemigo, de las tentaciones, de las enfermedades, de los accidentes, de las calamidades y de todo lo que pueda dañar su unión. Dios también protege a los hijos del matrimonio, pues son suyos y los ama. Dios es el escudo y el auxilio del matrimonio en todo momento. Por eso la Biblia dice: “El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege” (Sal 34:7).
El matrimonio está en el propósito de Dios como una bendición para nosotros,  debemos cuidar y proteger, valorar y disfrutar. Dios quiere que los esposos vivan en amor, en fidelidad, en paz, en prosperidad y en protección. Dios quiere que los esposos sean felices y que glorifiquen su nombre como testimonio de su existencia. Dios quiere que el matrimonio sea una bendición para la iglesia y para el mundo. Y por sobre todo, Dios quiere que el matrimonio sea santo y que vivifique en plenitud la gracia de Dios y dé testimonio principalmente a los hijos, que vean en sus padres el reflejo de Dios viviente. El matrimonio es el medio de salvación con la ayuda del cónyuge. 
Natalia y Christian
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family-fans · 11 months
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"Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón" Mt. 6:21
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La unidad y la perseverancia es la fortaleza del grupo que en base a las diferencias logramos unificar nuestro esfuerzo hacía una misma dirección: Jesús nuestro amado Redentor.
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family-fans · 11 months
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