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Papá, ¿qué significa esto?
Domingo. Día perfecto para mirar, para escuchar, para estar. El cielo marca las dos de la tarde y la Avenida Juárez se hincha de siluetas estáticas dibujadas por un sol amenazante e incierto. Las siluetas esperan, una tras otra bajo la delgada sombra que los árboles de jacaranda que rodean el edificio regalan como muestra de dulzura. Los minutos pasan y las piernas de los visitantes comienzan a acercarse cada vez más a pagar para ser tocados justo en medio del corazón, (o al menos eso promete la exposición).
Después de transitar una fila iluminada por un sol dudoso, los boletos son marcados y las bolsas de mano revisadas. El museo se muestra radiante, lleno de una luz blanca, casi pura. Un color rosa acentúa la esquina del segundo piso y las miradas suben para contemplar lo que parecen cruces colgando del barandal hecho de cristal que garantiza la seguridad del visitante de no caer. Dentro del recinto, la fila que regulaba la entrada desapareció y el montón de personas caminaba de un lado a otro pidiendo información. Una voz, masculina, amable pero algo cansada dice: “En el segundo piso, por las escaleras.”
El camino es corto y el acento color rosa que se veía desde la planta baja sobra forma: un montón de cruces rosas se agrupan. Una sobre otra. Como si el espacio no existiera y cada cruz viviera dentro de otra. Al mover la vista de ese desorden, un grupo de palabras deslumbra la vista de todos los visitantes: “Feminicidio: El asesinato de mujeres sólo por el hecho de ser mujeres.” Los pequeños se apuraron a tomar nota mientras sus padres les dictaban cada palabra descrita en aquella pared. Como un dictado cualquiera, como si el orden de aquellas palabras sólo significará una tarea por cumplir.
Los pasillos se abren y un contorno hecho con estambres de color rosa y rojo  delinean y hacen visible líneas que sabíamos, pero era eran palpables. Se colorea un país con sangre y se nombra por una tipología que ayuda a reconocer el horror que se vive en cada espacio del territorio. El silencio es imperioso. El silencio reconoce y se vive en la cara de las mujeres adultas, jóvenes e incluso niñas que aún no comprenden por qué están dentro de esa sala.  
Las salas cambian de color. Un rosa se vuelve blanco. La pared se adorna con el rostro de mujeres las cuales no tienen nombre, pero se saben quiénes son. En su sonrisa, en su mirada y en el corte de cabello se ve a la vecina que nos cae mal, a la chica que fue nuestra mejor amiga en la primaria, a la amiga de nuestra madre e incluso a nuestra hermana mayor. Las vemos, no son ellas, pero se parecen tanto que el silencio se vuelve pesado. La información situada en las paredes no ayuda.
“EN PROMEDIO SE ESTIMA QUE DURANT 2013 Y 2014 FUERON ASESINADAS 6 MUJERES DIARIAMENTE EN EL PAÍS.”
Caminé. La pared blanca se volvió roja y unas cuerdas sostenían palabras que escuché alguna vez. “Tuviste que ser mujer”. Todos las hemos escuchado y la seriedad silenciosa de los visitantes permanece hasta encontrase en un laberinto conformado por una serie de carpetas con nombres y edades. 14, 16, 20 años. Desaparecida. Muerta. Sin resolver. Estado de México, Michoacán, Jalisco. Uno más cerca del otro. La acuchillaron. La violaron. La mató. Salió a la tienda y nunca regresó. Un flash se escapa, una madre regaña a su hija porque no anota rápido  en su pequeña libreta rompiendo el silencio de la sala. Pero el dolor invisible sigue sofocando y las miradas se empeñan. Las manos cubren los labios y las cabezas niegan lo que están viendo.  
El laberinto termina en una habitación oscura. Las cifras, las estadísticas y las denuncias toman forma para presentar un vacío. Un vacío oscuro que hace que los corazones latan más fuerte. De miedo, de coraje, de tristeza. Extrañar es un vacío, una repetición que lleva a nada. Cuartos llenos de nada que de un día a otro se convirtieron en todo. “Leer a Platón” escribe una de los rostros que no vuelven. ¿Qué hubiera escrito Platón ante una situación así? Probablemente nada. La historia está a su favor.
Una luz al final del camino. Una luz rosa avisa, con rencor, que quiere ser libre. Ruega por ser vista. Las personas caminan en la sala, con más soltura que en las salas anteriores. Saben que el camino doloso ha acabado. Ahora sólo ven un camino hacia adelante en donde tienen la opción de hacer algo o sólo subir una foto a instagram sobre su visita. En el centro de la sala hay una espiral en donde se comienza por una acción casi invisible y termina con la muerte. Un pequeño brinca por todas las palabras preguntando a su padre “¿Y aquí que dice?”, él le responde “Ahí dice ‘celos.” El pequeño llega a la palabra ‘Violación’ y mira a su familia. “Papá, ¿y esto qué significa?”. Un silencio se hace presente por unos segundos. “Estás muy pequeño para saberlo” le contesta, lo carga a la salida y la visita concluye.
Las cruces de afuera ya tienen un nombre. Y, por lo menos, aquí no serán olvidadas.
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Entrevista 1.
Joven de preparatoria. Lugar de procedencia: Ciudad de México
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Entrevista 2. Jóvenes universitarios. Lugar de procedencia: Ciudad de México
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Entrevista 3. 
Joven de primero de secundaria. Lugar de procedencia: Michoacán. 
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Con un Sol amenazante, cientos de personas esperan para tocarse el corazón. 
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Definición de locura, de terror. 
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Tipos de horror. 
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Palabras, más que eso, violencia.
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Contemplar y reconocerse en lo perdido. 
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Ver, escuchar. 
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Indignación a la luz de un flash.
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SILENCIO.
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Una habitación propia. 
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Libertad.
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Rojo, por la sangre.
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Más allá de la mirada.
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Mirar y comprender.
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