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beyondyourborders · 4 years
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CÓMPLICES O ESPÍAS
Ni tan solos.
Ni tan plenos.
Ni tan unidos.
Ni tan ajenos.
Apenas cierto que somos pocos,
aunque parecemos cientos.
De quiénes hablo
sino de ellos,
de ellos y de mí
que no soy menos.
Me refiero a los insomnes
o a los que sueñan despiertos,
imaginando mundos posibles
repletos de historia y melancolía…
o, quizás, desiertos…
o, quizás, ¿inciertos?
La realidad los convoca,
la magia los evoca
y aceptan dichosos
la alegría y las derrotas.
Son poetas de la noche
sin sutilezas ni reproches,
que se entregan al miedo…
al inconsciente…
al enojo…
al deseo…
y, otra vez, al miedo.
Crean sin presión
y luego borran a su antojo,
al sentir que su “yo” interior
los mira incrédulos de reojo.
Algunos persiguen esos pensamientos inertes,
para grabarlos por siempre en sus mentes.
Otros se animan y los escriben,
con ansias de darles vida…
Tal vez no hoy, pero sí después…
en la próxima huida.
Cuando los vence el sueño
y ya no pueden seguir el cuento,
los párpados duermen,
pero el relato sigue por dentro.
Siguiendo el hechizo amanecen
y por fin, aunque apenas se note,
crecen.
Aun envueltos en esa misma nostalgia
están listos…
listos, para dar vuelta la página.
Cómplices de tanto y espías de tan poco.
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R.F. - 27 de marzo de 2020
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beyondyourborders · 5 years
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150 AÑOS DE SANTA REGINA: Mis Palabras en el Acto Protocolar
Hola, buenos días.
Voy a dejar de lado un poco el protocolo y las formalidades, para saludar afectuosamente a cada uno de los santareginenses presentes y a quienes nos visitan hoy porque, seguramente, aman esta tierra, tanto como nosotros.
También quiero agradecer a quienes me convocaron… a todos, en realidad, por permitirme compartir mis sentimientos y pensamientos, a través de estas palabras con las que, espero, se sientan identificados.
Para quienes no me conocen, mi nombre es Rocío Fuentes y tengo la dicha de ser hija de esta localidad… de haber nacido y haberme criado aquí, en nuestra querida Santa Regina.
Actualmente, vivo en la ciudad de Buenos Aires porque, al terminar el secundario, migré en busca de nuevos horizontes, pero vengo de visita cada vez que puedo… aunque no tanto como desearía. No obstante, estoy convencida de que los conocimientos, valores y enseñanzas “campechanas” que capté aquí, desde pequeña, me acompañarán siempre. Nunca perderé de vista mi origen, ni el amor genuino y el respeto por “Santa”.
Es normal que me digan que hablo cantado o que tengo cierta tonada y que se queden anonadados en medio de una conversación, cuando salto con dichos o palabras que muchos no entienden… eso, sin dudas, se lo debo a mi carácter de pueblerina y me encanta. Amo este pago y no perder su esencia es inevitable y tranquilizador, tanto como saber que todo sigue tan puro y fiel como siempre, y que los afectos de toda la vida están intactos.
Siempre digo que Santa Regina es mi raíz, mi lugar en el mundo, ese pedacito de paraíso terrenal que me acompaña donde quiera que vaya y me representa más que cualquier otra cosa. Por eso, es tan lindo volver… tan lindo pertenecer.
Ahora bien, es sabido que este pueblo nació un 14 de octubre, pero de 1869 y, aunque es verdad que, como el de tantas otras localidades, el marco de fundación no fue el mejor, ya que la población originaria, conformada por tribus Ranqueles, fue masacrada y deslegitimada, también es cierto que varias almas europeas y criollas confiaron en esta tierra para empezar una nueva vida, instalarse, trabajar y progresar, entre ellas las de algunos de mis antepasados… bisabuelos y tatarabuelos.
Siguiendo esa línea que marca nuestra identidad, me gustaría reafirmar una idea que plasmamos con Moira Magliano, mi prima, cuando contamos “la historia detrás del logotipo”… es esta reflexión que dice: “Santa Regina, recuerda, sueña y camina”… porque, para mí, SER SANTAREGINENSE, es apreciar nuestra historia, con sus sabores y sinsabores… es ser amigable, paciente y perseverante… es luchar cada día por crecer… es disfrutar de los gestos amables, de saludos y sonrisas a cada paso, del olorcito a tierra mojada cuando llueve, de la buena onda y del inigualable sonido del silencio que se da en algunos momentos… pero, sin dudas, también es comprobar, a cada paso, que aquello de “la unión hace a la fuerza” es una actitud real y constante.
Permítanme, entonces, hacer un paralelismo entre ese sonido del silencio que nombré recién y que tanto aprecio, y otro silencio que, lejos de calmar y proteger, daña. Me refiero a silenciar nuestras necesidades, a acostumbrarnos y ya… porque ese es un silencio que genera pérdidas y desesperanza… que nos condiciona… y eso es algo que, simplemente, no puede ocurrir.
Por ese motivo, voy a romper ese silencio una vez más, repitiendo y actualizando algo que expresé en una carta abierta, allá por octubre de 2016, cuando las lluvias nos llevaron al límite y la situación hídrica en la zona era alarmante… y lo voy a hacer porque no puedo, ni quiero, negar la realidad, dado que, lamentablemente, hay una necesidad que sigue vigente.
Les hablo de una lucha que nos mantiene en vilo desde tiempos remotos. No es sólo mi lucha, es la de todos los que amamos este pueblo. Estoy hablando de una necesidad puntual y real... una entre tantas, pero entiendo que la más importante. Quiero recordar que necesitamos una ruta en condiciones, un acceso asfaltado. Lo necesitamos para vivir mejor y lo necesitamos ahora. Ojalá nos escuchen… ojalá se cumpla.
Nuevamente, no busco alterar los ánimos, ni herir susceptibilidades, ni mucho menos generar un conflicto. Simplemente, solicito firmemente una solución definitiva, para que los santareginenses no tengamos que sufrir nunca más, y a tal extremo, las inclemencias climáticas.
Tantas personas pasaron por este pueblo… tantas que supieron amarlo y ayudarlo… y que nos dijeron cuánto lo quieren y lo respetan, aun sin ser nativos.  El señor Adalberto Cortesi, es una de ellas, ya que su mano siempre extendida, fue una bendición para muchas instituciones de la localidad… para todos los habitantes, en realidad. Pienso que es un muy buen ejemplo de actitud y acción positiva por el bien público, y debe seguir contagiándonos.  
Para finalizar, quisiera trasmitir la felicidad de poder festejar, al fin, nuestro aniversario, decirles que estoy siempre pendiente de lo que pasa aquí y agradecer infinitamente a quienes siguen apostando por “Santa", en sus instituciones, en sus calles y a donde sea que vayan.
¡Salud SANTA REGINA! ¡Feliz cumpleaños! ¡Que sean muchos más!
Gracias, de corazón.
Santa Regina, lunes 14 de octubre de 2019 
Nota: En la foto se observa a la Comandancia (El Mirador) vestida de fiesta.
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beyondyourborders · 5 years
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LA HISTORIA DETRÁS DEL LOGOTIPO
Santa Regina - 150 años
El objetivo que nos convocaba era claro: crear un logotipo integral destinado a ser la imagen del 150 Aniversario de Santa Regina. Sin embargo, no había un camino determinado para lograrlo y, ante la variedad de opciones que imaginamos, elegimos la que nos pareció más adecuada para representar a nuestra localidad en todo su esplendor. Asimismo, intentamos aprovechar las herramientas que nos brindan nuestras profesiones, aportando cada una su granito de arena a la causa.
Ahora bien, para iniciar nuestro recorrido creativo, pensamos algunas palabras que pudiéramos relacionar directamente con Santa Regina; así fueron apareciendo: campo, tranquilidad, historia, unión, comunidad, paz, amor, silencio, lazos, amistad, familia, raíces, felicidad, ansias de progreso, solidaridad, entre otras. Luego, casi sin buscarlo, también surgió una frase o una especie de slogan que acompañó el proceso de diseño: “Santa Regina, recuerda, sueña y camina”. Sentimos que éste resume muy bien los tres ejes que deseamos dejar en claro: tenemos siempre presente nuestra rica historia, con sus sabores y sinsabores, soñamos con vencer todas las dificultades que fueron apareciendo a los largo de los años y aún persisten y, sin dudas, caminamos firme y decididamente para lograrlo… nunca bajamos los brazos. Con esa idea fuerza como principal fundamento, delineamos en principio un bosquejo del logo, puntualizando además qué imágenes o símbolos no podrían faltar en nuestra propuesta.
La creación de un logotipo conlleva siempre la elección de una serie de atributos, contemplando que la asociación de los mismos debe dar cuenta de cierta identidad. En este caso, quisimos plasmar nuestra interpretación de los valores del pueblo y, sobre todo, la identidad santareginense, constituida por su historia, su riqueza y sus habitantes.
A continuación, presentamos y explicamos cada uno de los elementos del logo creado:
LAS FORMAS:
En el subconsciente de las personas, cada forma se corresponde con diferentes cualidades.
Las formas circulares transmiten siempre un mensaje positivo, que sugiere la idea de comunidad y unidad e implican también compromiso. Justamente queríamos dar ese mensaje, por eso, el círculo fue la forma elegida como base de nuestro logo: simboliza la unión de la población.
Por otra parte, las formas más rectas reflejan estabilidad, fuerza y resistencia. Sumado a eso, las líneas horizontales que las conforman brindan la sensación de tranquilidad y calma. Como esas también eran características que queríamos dejar en claro, optamos por un rectángulo para destacar el nombre del pueblo, centro de atención del logotipo.
LOS COLORES:
Los colores reavivan objetos y lugares, pero también significan… están cargados de valores y nos remiten a ellos. En ese sentido, fuimos muy cuidadosas al elegir aquellos que formarían parte del logo, exponiendo la esencia de Santa Regina.
El esquema cromático está compuesto por los siguientes colores:
Marrón oscuro: debido a sus cualidades, ocupa la mayor proporción del logo, el fondo. Representa, principalmente, nuestra cualidad rural, es decir, la tierra fértil, la pampa húmeda sobre la que se asienta el pueblo y, de algún modo, también la paz que sólo se puede conseguir “en el medio del campo”. Este tono comprende también la belleza de lo simple, sin perder de vista la fortaleza y la elegancia.
Beige con tintes de amarillo: se utilizó como contraste para destacar el nombre del pueblo, sobre el fondo oscuro, así como también para los años de fundación y de aniversario, y para las figuras (la Laguna Langheló, la Comandancia y el sol). El tipo de color beige elegido es estimulante y relajante a la vez, ofrece algo de la calidez del color marrón, cierta nitidez y frescura del color blanco, y la luminosidad y el optimismo que expresa el amarillo.
Naranja: por su carácter social, enérgico y moderno, fue elegido para aquellas líneas curvas y rectas que destacan el nombre del pueblo y enmarcan el logo. Este color manifiesta también la alegría que amerita el festejo que nos reúne.
Verde: dado que denota naturaleza, vida y crecimiento, se empleó para representar al campo y sus bondades, a través de la línea curva que limita el medio círculo interior y superior del logo, aquella que contiene la figura de una espiga de trigo.
Celeste: colorea la línea curva que limita el medio círculo interior e inferior del logo, aquella que está debajo de la figura distintiva de la Laguna Langheló, debido a que pretende ser su expresión cromática. Expresa, fundamentalmente, fidelidad, constancia, integridad, sinceridad, confianza y serenidad, encantos propios de Santa Regina.
LAS FIGURAS:
Como sabemos, Santa Regina tiene una gran historia detrás… una historia que nos marca y nos impulsa. Nació el 14 de octubre de 1869, con el establecimiento del “Fuerte Gainza”, a orillas de la Laguna Langheló, situada en la actual Estancia “Fortín Gainza”, y cobró fuerza con la construcción de nuestra querida Comandancia (El Mirador), allá por el año 1880.
Aunque es verdad que, como el de tantas otras localidades, el marco de fundación no fue el mejor, porque se dio luego de una campaña denominada “Conquista al Desierto” que no fue tal, dado que la población originaria, conformada por tribus Ranqueles, sufrió graves consecuencias (fue masacrada y deslegitimada), también es cierto que varias almas europeas y criollas confiaron en esta tierra para empezar una nueva vida, instalarse, trabajar y crecer, entre ellas las de nuestros antepasados… bisabuelos y tatarabuelos.
Por esas fuertes razones, debíamos incluir en el logo ambos símbolos decisivos para la fundación de la localidad. No obstante, decidimos que tampoco podía faltar las representaciones del campo, de la tierra y del sol.
Laguna Langheló: simboliza quizás la historia más originaria del pueblo. Fue el pilar más importante del inicio de nuestra historia y sus aguas sirvieron también a los Ranqueles, de quienes no nos podemos olvidar. La pensamos y diseñamos junto al sol, para expresar que, desde sus comienzos, Santa Regina es próspera y siempre sueña con más. Asimismo, decidimos fortalecer su imagen a través de la línea de color celeste que acompaña su figura.
 Comandancia (El Mirador): es el edificio más antiguo que poseemos y encarna, sin dudas, buena parte de la identidad santareginense pasada, presente y futura. Desde hace muchos años es sede del Correo Argentino y, actualmente, también es la casa de la Biblioteca Pública Municipal y Popular, pero además supo albergar a los primeros alumnos de la Escuela Primaria y del Jardín de Infantes. Por esa razón, su figura se ubica en la parte superior del logotipo.
Campo / Tierra: a diferencia de los demás símbolos representados gráficamente con figuras específicas, el campo y la tierra se manifiestan a través de los colores marrón y verde y, por supuesto, de la espiga de trigo. No podíamos dejar de lado la mayor fuente de riqueza, apoyo y sustento de la localidad.
Sol: elegimos una silueta llamativa, donde los rayos del sol se despliegan con firmeza, hacia arriba y hacia los costados, hasta cubrir la extensión de la figura que representa la Laguna. Ya explicamos anteriormente su ubicación junto a ella, pero es preciso expresar también que lo elegimos porque significa la promesa de un nuevo día repleto de posibilidades. Refuerza, entonces, la idea de que, pese a las dificultades que tengamos que atravesar, siempre saldrá el sol… siempre tendremos la oportunidad de salir adelante.
LAS TIPOGRAFÍAS:
Del mismo modo que las formas, los colores y las figuras, las tipografías utilizadas transmiten un mensaje, por lo que constituyen una parte muy importante del significado del logotipo. Siguiendo esa línea, meditamos muy bien cuáles escoger para plasmar el nombre de la localidad, como así también el año en que nació y el corriente.
SANTA REGINA: empleamos una fuente moderna y efectiva para resaltar el nombre en el centro del logo. Por otra parte, para darle más presencia, se decidió escribirlo en mayúsculas con la tipografía serif, que presenta detalles o “adornos” adicionales en los contornos de las letras, los cuales denotan solidez y seriedad, contribuyendo a darle mayor trascendencia al escrito.
1869 - 2019: para escribir los años que marcan la apertura y el cierre del periodo, aplicamos también una fuente moderna, pero con un tamaño considerablemente menor al elegido para el nombre de la localidad y una tipografía sans serif que, al ser más minimalista, recta y delicada, expresa los números de manera clara, pero sin opacar al resto de los componentes del logo. 
LAS NATIVAS
Moira Magliano y Rocío Fuentes
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beyondyourborders · 6 years
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“EN EL ÚLTIMO BARCO”
Por Rocío Fuentes.
Personas que migran las hubo siempre. Algunas viajan en busca de una mejor calidad de vida, otras huyen de destinos fatales, de guerras, de miedos y de hastíos. Son seres que se trasladan de un punto a otro del globo, esperanzados, asustados, con incertidumbres y anhelos. Malvina Abraham llegó a la Argentina, hace 76 años, para quedarse. Como tantos otros inmigrantes, escapaba de la que sería la Segunda Guerra Mundial. Polonia, su tierra, estaba siendo amenazada por el régimen nazi alemán y, para ella y su familia judía, “la única opción era irse”. Fue una niña que supo en carne propia lo que significaba “empezar desde cero”. Ahora dice ser “una mujer de aquí y de allá” y sueña con un mundo mejor.
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Sus rasgos europeos se exhiben casi sin querer y hacen justicia al paso de los años. Las numerosas experiencias que antaño vivió se cuelan por el rabillo de sus ojos claros y desembocan en una sabiduría que ella parece no advertir. Malvina Abraham es oriunda de Kobryn, una ciudad alguna vez polaca que hoy ya no lo es, por los cambios que se dieron en el mapa mundial luego de la Segunda Gran Guerra.
Quieta, reposando en una de las sillas de su living, con una calma particular, comienza su relato, mientras una sonrisa trasciende sus mejillas. “Mi papá ya hacía dos años que estaba acá, en la Argentina, cuando nosotros vinimos a mediados de 1938. Partimos en el último barco, seis meses antes de lo que fue la invasión nazi en 1939, es decir, antes de que se declare la guerra. Fuimos de Polonia a Londres y de allí a Buenos Aires… un largo viaje”, cuenta y, casi de repente, sus facciones se endurecen. Ella arribó al país con apenas 7 años, de la mano de su madre y de sus dos hermanos mayores, escapando del segundo conflicto bélico mundial que se avecinaba, ese que destrozaría familias y países enteros.
“Mi papá vino de pura casualidad. Era peluquero y al lado de su negocio se abrió una casa de turismo. Se hizo amigo del dueño y éste, en una de sus largas charlas sobre la situación por la que pasaba Europa, le dijo “¿por qué no se va a la Argentina?, puede ir como turista y quedarse como inmigrante”, narra Malvina, naturalizando aquel diálogo ocasionado tantísimo tiempo atrás. Su madre nunca quiso quedarse en Polonia porque había un ambiente muy antisemita y los judíos lo padecían en cada rincón del país. Esto hacía que el progreso fuera casi inalcanzable para ellos, sobre todo para sus hermanos varones, a quienes les era difícil estudiar y trabajar asediados por la discriminación y el rechazo. Ella afirma que su mamá quería vivir en libertad y proporcionarles a sus hijos una realidad mejor y que “repetía hasta el cansancio: no tengo hijos para que los exploten otros”.
“Llegamos acá con una mano atrás y otra adelante, la situación fue muy dura. No teníamos más familiares, estábamos solos y no sabíamos el idioma”, explica, acompañando con sus manos cada palabra. Traga saliva, une los labios, abre los ojos ampliamente y acota: “Mi hermano mayor, que en ese entonces tenía 16 años, se puso a trabajar y mi papá se esforzó aún más, porque con la familia cerca, se sentía contenido”. Su madre no trabajaba porque “no sabía el idioma” pero acepta que, gracias a ella, nunca les faltó nada. “Mamá cosía, remendaba, lavaba, cocinaba, hacía pan y tortas”, rememora con añoranza.
En principio, compartió con sus progenitores y sus dos hermanos una única pieza alquilada. Allí vivían “muy apretados” pero se sentían “dichosos de estar juntos y bien”. Luego, y gracias al “temperamento inquieto” de su madre, consiguieron la ayuda de un tío que residía en Estados Unidos, quien estaba mejor económicamente y les “dio una mano” para que pudieran mejorar su situación. Así, se acomodaron y fueron prosperando.
Para una nena de 7 años, irse de su país, dejar a sus tíos, primos y amigos atrás, fue un cambio muy importante pero Malvina asegura: “Yo observaba mucho a mi mamá y, como ella estaba contenta, a mí me parecía bárbaro, además, era toda una aventura”. Quizás, con tan corta edad no dimensionaba lo que ocurría en aquel momento pero su madre la convencía con la frase que toda niña ama: “¡Vas a ver que tu papá te va a esperar con una muñeca!”. Eso nunca ocurrió pero su padre, sin dudas, le abrió la puerta al futuro que Polonia le negaba.
“A nadie le gusta dejar su país para irse a otro lado pero mi mamá tenía una visión distinta, por suerte”, razona mientras su mirada resplandece. Ella sabe que eso fue lo que, finalmente, los salvó del Holocausto. “El antisemitismo se sentía demasiado por aquellos días y ya se percibía lo que iba a ocurrir pero mucha gente tenía la ilusión de que no iba a pasar nada, que era un conflicto político y que las cosas se iban a calmar”, evoca Malvina con la mirada perdida y algo decaída. Su familia era muy grande pero quedó en Polonia, todos sus parientes fallecieron durante la ocupación nazi. Cuando ella llegó a Argentina, era  en vano juntar dinero para traer a alguien más porque ya se había cerrado la inmigración. “Fue un desastre muy grande, más que conocido por todo el mundo. No había escapatoria, sólo nos salvamos los que nos fuimos. Había que empezar la vida desde cero en otro lado”, suelta, suspirando profundamente, acongojada.
Aunque reconoce que el idioma fue lo que más les costó de la adaptación a una cultura tan diferente, admite: “Mis padres me mandaron enseguida a una maestra particular para aprender castellano, así podía seguir estudiando. A los tres meses ya hablaba perfecto. Hice toda la escuela acá”. Su familia siempre propició que todos terminaran los estudios y progresaran porque “la educación es la base de la persona y eso, a la larga, se nota. Lo que aprendemos en la escuela y en la casa, es algo que nunca se pierde. Las raíces siempre vuelven, por eso, es importante prestar atención a los valores que nos inculcan de pequeños”.
“Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que lo que me atrajo de mi marido fue la honestidad porque es algo que escasea en este tiempo”, resuelve Malvina con la voz entrecortada, que la acompaña toda vez que nombra a su marido entrerriano, argentino, quien “se fue” hace ya once años. Lo conoció en un baile, fue una “cosa rara” porque ella no salía y, menos, a bailar. Su rutina era, más bien, cultural: “era muy lectora y estudiosa”. Su hermano mayor le insistía: “vos no vas a conseguir novio nunca porque esperás que venga alguien y tire el saco en el medio de la calle para que puedas cruzar. Tenés que ir a un baile”. Las frecuentes cargadas, surtieron efecto y el primer día en que pisó un baile, 50 inviernos atrás, advirtió al amor que, con sólo preguntar “¿baila?”, le “robó el corazón”.
Malvina heredó el carácter transgresor de su madre y con 15 años se puso a trabajar, a la par de otro de sus hermanos: “Tuvimos, durante diez años, un negocio de ropa de modas en la calle Santa Fe al 3537. Siempre me sentí muy cómoda pero, antes de casarme, mi marido me dijo: no trabajás más, te quedás para criar los hijos. Eran otros tiempos, otro sistema de vida, y me pareció bien”. Ya casada, adoptó también el apellido Man y, mientras su esposo trabajaba y terminaba la carrera de contador, fueron llegando sus tres hijos varones. Orgullosa y alegre cuenta que son “chicos de mucha capacidad y profesionales exitosos” que le han dado siete nietos “preciosos, responsables y amorosos”, quienes la llenan de mimos y le dicen, cariñosamente, Papapa.
“Tuve la oportunidad de volver a Polonia pero la verdad es que no me tiraba regresar”, asevera con seriedad y seguridad. Luego, se toma unos instantes para frotar sus manos y prosigue: “Hace varios años, mi hijo mayor estaba viviendo en Hamburgo por razones de trabajo y, con mi esposo, fuimos a visitarlo. Nos llevó a recorrer gran parte de Alemania y, cuando pasamos por un lugar cerca del límite con Polonia, me preguntó: “mamá, ¿te gustaría ir? yo te llevo; le dije que no. No me atraía, no tenía allí familiares a los que visitar y hubiese sido remover algo que no quería, que no me haría bien”.
El pensamiento de Malvina Abraham no es casual, muchos inmigrantes dejaron su tierra natal en el olvido porque era sinónimo de todo lo que querían evitar, de todos sus males. Quizás, ella lo adquirió de sus padres y hermanos, quienes tampoco retornaron a Polonia. Su vida en el viejo continente pertenece al pasado, lo “enterró” porque perdió todos sus lazos allí y lo que pasó fue “demasiado doloroso para todos”. “Cuando vinimos sabíamos que no había que mirar para atrás, comprendíamos que nuestra vida era de ahí en más. Sólo nos quedaba tener memoria por todos los que murieron”, concluye, con la mirada brillante que amenaza con llorar.
Se acomoda en la silla, mira a su alrededor. Su casa es muy acogedora, con muebles antiguos y adornos por doquier. Numerosos cuadros visten la habitación, la mayoría son de sus siete nietos a los que nombra repetidas veces, avivando el brillo de sus ojos. Sin premeditarlo, comenta que el departamento le “queda grande” ahora que su esposo ya no está y las reuniones familiares son cada vez más esporádicas por la aceleración en la que vivimos en esta época.
Sus 83 años, aunque recién cumplidos, la avalan para señalar que Argentina fue “un buen lugar para hacer su vida”, donde tuvo “la suerte” de conseguir un “gran” compañero, con el que tenía una “muy linda” relación, fruto de la cual nació un grupo familiar muy grande y “unido”.
Para reprocharle a este país sólo tiene dos cosas. La primera es que “Perón les abrió las puertas a muchos nazis porque traían plata. Esa que robaban de las casas de la gente que mataban durante la guerra”. La segunda, que “la filosofía antisemita que estos individuos traían, fue diseminada en Argentina de algún modo y propició el nacionalismo que opinaba que el inmigrante no correspondía al país”. “Sin embargo –apunta Malvina– este es un país que se ha construido gracias a los extranjeros”. Calla un momento, se acomoda el cabello y reflexiona, puntualizando con su dedo índice sobre la mesa redonda cercana: “Si uno venía acá era para tener la posibilidad de desarrollarse. Si se la negaban, se quedaba sin nada”.
Sobre el mundo hoy y los cambios que exige, observa que el conflicto bélico del cual fue testigo, debería servir como ejemplo de lo que no hay que repetir: “Por querer ser más poderoso y tener más dinero que otros, se olvidan las necesidades y mueren muchos civiles inocentes”.  De todos modos, reprocha que la situación no ha cambiado tanto desde la segunda guerra y que el mundo se debate entre unos pocos que deciden por todos: “Parece que el ser humano no aprende nunca”.
“Creo... o, mejor dicho, espero –rié ante su corrección, un tanto resignada–  que haya un avance, un cambio de pensamiento en el planeta y, aparte, estoy muy ilusionada con el nuevo Papa, que me parece fantástico porque tiene una personalidad muy conciliatoria y una mirada positiva y adelantada. Pienso que él va a lograr muchas cosas para alcanzar la tan ansiada paz”, sentencia con aquella sonrisa contagiosa que aún confía en la promesa de un futuro mejor.
Exiliadas por decisión propia u obligadas por las circunstancias, millones de personas renacen en lugares nuevos, extraños e inciertos. Rompen moldes y desafían al destino. Son surcadores de fronteras, valientes transitorios o curiosos por naturaleza.
¿Quién puede asegurar que las raíces son sólo producto de su “tierra madre” y no de aquella a la que fue “transplantado”?  Malvina Abraham Man, siente que su lugar en el mundo no es aquel que la vio nacer sino, éste, el que le dio la oportunidad de vivir.
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (FSoc - UBA)
Entrevista Indirecta. Taller de Expresión III (Cátedra Gómez) - Módulo de Gráfica.
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beyondyourborders · 6 years
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INSTRUCCIONES PARA PREPARAR, CEBAR Y TOMAR MATE
Hablar y disfrutar del mate, la bebida nacional por excelencia que, sin embargo, compartimos con el país charrúa vecino, y de los secretos que encierra, es perfectamente normal.
Muchas son las variedades que surgen del arbusto, denominado yerba mate, cuyas hojas son disecadas y molidas para la elaboración de la conocida infusión argenta.
La yerba tiene un aroma intenso que simula ser tostado, su color es de un verde seco con toques de amarillo pálido y su sabor, suave o fuerte, dependiendo del gusto personal.
El mate es un estímulo a la hora de estudiar, un compañero de día, de noche, de ruta, una compañía indispensable, aún en compañía. Es el antídoto perfecto para los nervios, la tristeza, el aburrimiento y la soledad, pero, también el aditivo ideal para la alegría, las reuniones, los momentos de reflexión y tranquilidad.
El mate, además, es digestivo y purificador porque, al matear, se consume una cantidad considerable de agua, contribuyendo a la limpieza del organismo. Además, controla el apetito y pospone la ansiedad de comer.
Su preparación perfecta es un gran misterio aunque muchos crean tener “la receta”. De cualquier modo, se pueden seguir algunos pasos bastante eficaces. En principio, se debe contar con un recipiente, al que también se le dice “mate”, un sorbete, llamado “bombilla”, cerrado en el extremo inferior pero con agujeritos (de un tamaño acorde al mate y que no se tape), una especie de jarra de metal denominada “pava” (o una pava o jarra eléctrica), la yerba de la marca preferida y agua potable.
Mates los hay de muchos materiales (acero, vidrio, plástico, madera, calabaza…), en el caso de ser de madera o calabaza deben ser “curados” con anterioridad, lavando su interior con un poco de agua caliente, llenándolos con yerba usada y mojando la misma, a medida que se va secando, con un poco de agua tibia para volver a humedecerla, repitiendo el procedimiento, durante, al menos, dos días.
En el paso uno, se toma el recipiente y se vierte la yerba hasta cubrir 2/3 del mismo (porque, al mojarla, se hincha), procurando que no vaya mucho polvo. Luego, se pone la palma de la mano sobre la boca del mate y se lo da vuelta, golpeando suavemente su base, mientras se lo agita, para quitar un poco más del polvo que pueda contener. A continuación, se rota nuevamente el mate, procurando que la yerba se concentre más en uno de los extremos del mismo; en el extremo opuesto se inserta la bombilla hasta el fondo, de manera que se apoye sobre ese mismo lado del recipiente (quedará ligeramente inclinada). Seguidamente, se vierte un chorrito de agua fría o tibia, cerca de ésta, para que la yerba se moje y, sobre todo, para evitar que se queme y el mate se lave, como ocurriría si se le echara directamente el agua caliente.
En paralelo a ese proceso, se llena la pava de agua y se la pone a calentar. Si se cuenta con una tradicional, se debe controlar que el agua alcance la temperatura óptima (antes de hervir) y, si se tiene una jarra eléctrica, se utiliza el regulador para elegir la temperatura deseada (esto facilita que el agua no se pase, evitando el rápido lavado de la yerba y la quemadura de las lenguas).
Una vez que se tiene el agua lista, es recomendable depositarla en un envase, llamado “termo”, que se cierra para conservar el calor por más tiempo y permite servir el agua gracias a un pico vertedor.
El mate es tradicionalmente caliente y amargo pero muchos optan por endulzarlo con un poco de azúcar, miel o edulcorantes. Otros agregan un pedacito de cáscara de naranja, yuyos o granos de café molidos a la infusión, para que resulte aún más estimulante a la función que se le quiere dar.
Al cebar el mate, se debe volcar una cantidad prudencial de agua en el recipiente, al lado de la bombilla; también, se debe procurar no moverla o hacerlo cuando el mate no tiene agua, para evitar que se tape.
Antes de disfrutar por completo de la bebida, es propicio mojar un par de veces la yerba con el agua caliente, “chupando y escupiendo” el líquido, cada vez, porque los primeros mates son más fuertes y pueden provocar acidez.
Siempre que se tome mate, hay que procurar tener cuidado al chupar la primera vez, para evitar quemarse la lengua.
Cuando “no se quiere más”, basta con expresar un “gracias” al cebador, luego de devolverle el último mate.
Si se toma mate solitariamente, es posible terminar el agua “de una sentada” u olvidarse de cebar y dejar que se enfríe. En cambio, compartirlo con alguien, asegura que se tendrá una buena charla. Si se invita a alguien a tomar unos mates, sin dudas, es porque se disfruta de su compañía, porque el mate es una bebida noble como pocas y, definitivamente, es mejor si se comparte.
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Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (FSoc – UBA)
Redacción inspirada en “Instrucciones para subir una escalera” de Julio Cortázar. Taller de Expresión III (Cátedra Gómez) – Módulo de Gráfica.
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beyondyourborders · 8 years
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CARTA ABIERTA POR MI PUEBLO
                            Ciudad de Buenos Aires, miércoles 26 de octubre de 2016
Estimado/a:
           Mi nombre es Rocío, soy de Santa Regina, un pueblo de aproximadamente 650 habitantes que queda en el Partido de General Villegas, Provincia de Buenos Aires, por allá, donde limita con La Pampa, Córdoba y Santa Fe. Soy santareginense y, como tal, argentina.
           Hace unos días, hablando con mi mamá por teléfono, me quebré y no pude evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos. No logré contener la angustia que me provoca ver a Santa Regina -mi pago, mi raíz, mi lugar en el mundo, ese pedacito de cielo terrenal- aislada porque no se hizo lo suficiente jamás y porque ahora tampoco se hace.
           Actualmente, me encuentro en la Capital de nuestro país porque, como muchos, crecí y al terminar el secundario (que fue otro logro de la lucha pacífica pero tenaz de muchos habitantes) migré en busca de nuevos horizontes. Quería estudiar y, por suerte y gracias a mis padres, tuve la posibilidad. Aunque me encantaría poder cumplir mis sueños sin alejarme tanto de mi amado pueblo, aprendí que no siempre podemos tenerlo todo. Nací y crecí en “Santa”, me formé allí, aunque luego haya seguido capacitándome. Los conocimientos y valores adquiridos y las enseñanzas “campechanas” que capté desde pequeña, me acompañarán siempre. Por eso, aunque no es fácil tener “el nido” lejos, todo santareginense sabe abrirse camino en la vida sin perder de vista su origen, el amor genuino y el respeto por esa tierra. Esos sentimientos son los que me llevaron a escribir.
           Hoy llegué a mi límite: no puedo seguir contemplando desde afuera sin hacer nada. Cuando residía en el pueblo, con mis compañeros y otros grupos generamos varios proyectos y solicitamos soluciones para distintas urgencias pero nunca nos socorrieron, nunca miraron al costado para ver que más allá del casco hay necesidades reales también. Mirarse el ombligo es fácil, es cómodo, pero es egoísta e injusto siempre.  
           Durante la primera mitad del año, estuve más de 4 meses sin poder ir a mi casa, sin poder ver a mis abuelos, a mis tíos, amigos… No siempre la situación estuvo tan complicada pero por algo se agravó. Extrañé estar ahí, respirar aire puro, caminar tranquila, tirarme panza arriba en el pasto, no tener miedo, no tener prisa. Pero, como decía mi papá, con un nudo en la garganta cada vez que le preguntaba si podía ir (lo sabía, lo sentía): “Ro, no podés venir, no es conveniente, están horribles los caminos; quizás pases si tenemos suerte pero ¿y si no podés salir después porque volvemos a aislarnos?”. Hoy esa situación se repite. Es una lotería, una triste lotería, no una de esas en que alguien siempre gana, porque en ésta salimos perdiendo todos, los que estamos lejos y no podemos entrar y los que están allí y no pueden vivir en paz, lo pierden todo o lo tienen poco y con mucha dificultad.
           No tenemos ruta y viajamos varios kilómetros para llegar a una; eso si los caminos que hoy están imposibilitados nos permiten llegar. Repito, no tenemos acceso asfaltado, nunca lo tuvimos, y lo prometieron, “puf” cómo y cuánto lo prometieron, pero en los hechos no existe. En algunos mapas figura el paso de una ruta que nos daría dos accesos divinos pero sepan que no están. La cuestión es que la ruta “no puede hacerse por ahí” (burocracia de ayer y de hoy), entonces, hace ya 7 años que una de las acaudaladas familias cuyas estancias rodean al pueblo (la familia Fox) donó tierras para realizar un nuevo trazado. Lo recuerdo como si fuera hoy porque participé, junto a otros amigos, de la realización de un cartel para agradecerles tamaño gesto y nos tomamos una foto. Imagen que, lamentablemente, fue utilizada años después para simular una reciente donación y el trazado del acceso que tanto ansiamos. En el momento, vernos ilustrando la noticia en un medio gráfico de General Villegas, con esas antiguas sonrisas de alegría que ya no estaban, me indignó demasiado, pero confié una vez más, creí que esa vez “nos tocaba”. Y les cuento que la simulación siguió porque el trazado no ocurrió y la ruta tampoco. Esto pasó en la última década pero la necesidad estuvo siempre y el pedido por la ruta también.  
           Hoy esa necesidad se hace aún más evidente, porque las lluvias nos llevaron al límite y la situación hídrica en la zona es preocupante. El agua viene desde las tierras cordobesas, del Río Quinto, y brota de las napas como nunca antes. Ejemplo de esto es que campos realmente altos, que no habían sufrido hasta el momento el rigor del agua, hoy se encuentran anegados. La inundación también llegó a la zona norte del pueblo y ya hay evacuados.
           Santa Regina, es una tierra con mucha historia que merece ser preservada y está situada en plena pampa húmeda, famosa por una riqueza que ahora se le niega porque la actividad agrícola y ganadera se encuentra estancada. La poca producción que se logra no puede ser vendida en tiempo y forma y se pierde. El tambo de la familia de una amiga está rodeado y han tenido que tirar la leche en reiteradas oportunidades por no poder trasladarla. Este es un caso pero tengan por seguro que se multiplican. 
           Además, por no poder llegar a la escuela, algunos chicos perdieron meses de clases, la oportunidad de aprender, el derecho de saber. Si seguimos aislados, volverá a descuidarse su educación y eso es algo que nos compete a todos porque ellos son el futuro, ellos son nuestra esperanza de existir.
           Como ocurre desde tiempos inmemorables, la desidia de los que tienen el poder de cambiar las cosas es la tristeza de muchos que luchan cada día por crecer y pertenecer. 
           Se apaga la esperanza de gran parte de mi gente, que tiene por concepto lo que le han hecho creer, “así vivimos y hay que acostumbrarse”. Me niego a pensar así, siempre lo hice. Santa Regina es un pueblo chico pero con alma grande, con un corazón y un potencial de oro, y con una población que no se va a quedar de brazos cruzados esperando desaparecer. 
           Mis padres me enseñaron que “la gente hablando se entiende”, por eso, no busco alterar los ánimos, ni herir susceptibilidades, ni mucho menos generar un conflicto. Busco una mano extendida, una ayuda certera y constante en principio, una solución definitiva después, cuando las aguas se calmen y se pueda accionar en consecuencia, para que los santareginenses no tengamos que sufrir nunca más, y a tal extremo, las inclemencias climáticas. 
           “Paciencia, moderación, templanza”, siempre reza mi abuela; es mi mantra para estar siempre de pie. Repetirlo hasta el cansancio, quizás, me ayuda a creer que se puede cambiar, porque la esperanza es lo último que se pierde, aun cuando muchos se hayan esmerado en destruirla con el correr de los años.
           Hoy quiero aún más a mi pueblo (si es que quererlo más es posible), que me dio todo y me sigue impulsando a conseguir más. Amo a Santa Regina y cada día, con cada acción, sólo intento devolverle aunque sea un poquito de todo lo que me da. 
           Sin más, y esperando que este escrito llegue a las manos de alguna persona que tenga la capacidad, las ganas y el compromiso de ayudarnos, me despido de quien en este momento esté leyendo mi carta, agradeciendo que se haya tomado unos minutos para hacerlo, para involucrarse (aunque sea desde la lectura) con la realidad de mi pueblo, de mi gente.
Rocío Fuentes Santareginense Argentina
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25/10/2016 - Salida hacia la localidad de Emilio V. Bunge. Fotografías extraídas del Facebook de la Fm. "San José" de Santa Regina.
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25/10/2016 - Bajada del camino conocido como "San José" hacia Santa Regina, a la altura del kilómetro 501 de la Ruta Nacional N° 33. Fotografía publicada por el periódico "Tres Límites" de Cañada Seca, una de las localidades vecinas.
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13/10/2016 - Triste atardecer campestre en "El Escondido". Fotografía extraída del Facebook de la Fm. "San José" de Santa Regina.
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beyondyourborders · 10 years
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INTENCIONES
Tengo todas las intenciones de dejarme llevar.
pero no hay puente, 
no hay brazo extendido, ni mano esperando aferrarme...
No hay intenciones de dejarse llevar...
¿O las hay?
  Acá hay ganas, sonrisas y escenas contenidas;
canciones para amar, cantar y bailar;
amigos, miedos e ilusiones para compartir...
Acá, también hay días y ratos que llenar;
mil y una ideas por realizar;
cientos de emociones esperando...
Acá hay intenciones de dejarse llevar, ¿Allá?
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  R.F. (4 de noviembre de 2014)
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beyondyourborders · 10 years
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CERTEZAS
Se supone... no, se sabe que todas las certezas se encuentran ahí afuera, en alguna parte y eso, definitivamente, me quita el sueño. 
Están en la mente o en el corazón de alguien, a la vuelta de la esquina o a unos cuantos pasos más, pero son reales, como vos y como yo.
Incómodo saberlo y tener que esperar. Raro vivir en la incertidumbre con tantas certezas esperando ser descubiertas.
R.F. (27 de octubre de 2014)
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beyondyourborders · 10 years
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“PERSEVERANCIA ES MI PALABRA FAVORITA”
Por Rocío Fuentes.
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El taekwondo lo fue corrigiendo desde chico, le enseñó reglas y valores. Ahora quiere devolver un poco de todo lo que recibió. Emiliano Verdun cree en el destino y el sacrificio y no espera regalos, sostiene que “la suerte no existe porque es para los improvisados”. Este joven deportista de 24 años, oriundo de Villa Ocampo, una ciudad ubicada al noreste de la Provincia de Santa Fe, tiene raíces humildes y firmes convicciones que lo catapultan a estar en lo más alto.
-¿Qué tres palabras marcan su camino y por qué las destaca?
-Esfuerzo es una, porque creo que sin él no se llega a nada, no hay meta ni logros. Es fundamental. Otra es confianza que, pienso, es igual a actitud. Es salir desde un principio sabiendo que estás ahí por algo y que vas a lograrlo. Si la duda te invade la cabeza, te juega en contra. La última es perseverancia: persevera y triunfarás. Si no te sale lo que querés la primera vez, no te tenés que preocupar, si no resulta la segunda, tampoco, algún día va a ocurrir y por algo es. Debo decirlo, creo mucho en el destino: si algo tiene que ser, en algún momento va pasar. La vida siempre te devuelve, es como una gentileza de su parte. Si uno demuestra mucha fuerza y se propone algo, creo que también se lo va a conceder. Por eso, perseverancia es mi palabra favorita.
-¿Cuándo empezó a practicar Taekwondo y cómo fue involucrándose en él hasta tomarlo más como forma de vida que como hobby?
-Empecé a los seis años en Villa Ocampo, iba a jugar más que nada con mis amiguitos, no lo tomaba tan en serio. Después, me vine a vivir a Buenos Aires, para ampliar un poco mi carrera. De a poco, fui asumiendo con más responsabilidad las competencias y, ya a los 17 ó 18 años, cuando me sumé al Seleccionado Juvenil, me cayó la ficha de que podía apuntar más alto.
-¿Su familia estuvo de acuerdo con su decisión?
-Sí, siempre me apoyó. Todos me bancan y son un fuerte pilar.
-¿Cómo ingresó al Seleccionado Argentino?
-La cuestión es ganar torneos nacionales. En 2004 y 2005 salí campeón en ellos y, entonces, como todavía no era adulto, entré al equipo inferior que es como un sub-20 en el fútbol. Integraba ese grupo y ya me perfilaba. Veía a los mayores y decía “algún día quiero estar ahí”. Lo conseguí y estoy muy contento. Mi primera competencia internacional fue en 2007 en Santiago de Chile; ahí empecé a viajar.
-¿Qué significa representar a Argentina?
-Es algo increíble y, también, complicado. Actualmente, cuesta mucho sostener el puesto porque hay gran cantidad de competidores abajo que crecen mucho día a día y que, obviamente, quieren llegar a la selección. Es un espacio por el que se pelea constantemente. Cada torneo, dentro o fuera del país, se disfruta a más no poder. Además de luchar y dejar lo mejor por Argentina, hay que aprovechar la oportunidad al máximo.
-¿Tiene algún referente, un modelo a seguir, dentro de su disciplina?
-Sí, varios. A nivel internacional, hay muchos taekwondistas que admiro. Steven López, uno de los chicos de la selección estadounidense, es un gran ejemplo a seguir. Es cinco veces campeón del mundo y, además, bicampeón olímpico: logró medalla de oro en Sidney 2000 y en Atenas 2004. Y, a nivel nacional, banco muchísimo a todos mis compañeros. Está Sebastián Crismanich, que el año pasado ganó la medalla de oro y es un referente grandísimo, no sólo para mí sino para todos los integrantes de la selección. Lo que él logró fue soñado, único.
-¿Cree que la medalla de oro ganada por Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, le dio más visibilidad al taekwondo en el país?
-Sí, sin dudas. El taekwondo creció muchísimo después de la medalla lograda por Seba, fue progresando un montón. Los padres se incentivaron y se animaron a anotar a los hijos para que aprendan una disciplina.
-¿Cuál es su régimen de entrenamiento?
-De alto rendimiento. Entreno cuatro veces por semana, a veces cinco, en el Club San Lorenzo de Almagro y con la Selección Nacional. Es bastante riguroso, son cuatro horas por día, dos a la mañana y dos a la tarde. También, nos manejamos mucho con dietas. La mía es hipercalórica, trata de complementar las calorías que gasto con lo que consumo.
-A la hora de competir, ¿cuáles considera que son sus mayores ventajas o aptitudes?
-Particularmente, me beneficia mucho lo que es el físico porque, además de ser delgado, y a diferencia de mis competidores, soy alto, mido 1,80. Cuento con más elasticidad y con otro tipo de habilidad, entonces, tengo más facilidad para impactar.
-¿Cuáles fueron sus mayores logros tanto individuales como en equipo?
-Individuales, creo que los nacionales, cuando era juvenil, porque fueron el trampolín para llegar a donde estoy, el pequeño gran impulso. Tengo las medallas en una vitrina, las veo y me generan piel de gallina porque hoy estoy donde soñé. A nivel seleccionado, mi primer mundial en Canadá en 2007. Era muy chico, tendría 18 años recién cumplidos. Lo disfruté a full, aunque perdí en la final y volví desconsolado. Es que, en ese momento, no tenía la experiencia para reconocer hasta dónde había llegado, hoy estoy más que orgulloso de haber conseguido ese segundo puesto, fue un empujón muy grande.
-En este momento, ¿se está preparando para alguna competencia en particular?
-Los taekwondistas argentinos estamos apuntando mucho a lo que es 2014. Tenemos varios Open en Europa y Centroamérica, donde hay muchos puntos en juego para subir en el ranking. Este año hay algunos torneos pero muy chicos de categoría, el año que viene empiezan los fuertes, para seguir creciendo, así que estamos proyectando para ese lado.
-¿Cómo se financia este deporte que es amateur en nuestro país?
-Por suerte, el Estado responde y apoya al deporte. El Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), al igual que la Secretaría de Deportes, está colaborando mucho económicamente.
-¿Qué diferencias nota con respecto a cuando empezó?
-Muchas. La mayoría de los deportistas tuvimos que hacer un gran sacrificio para poder pagar nuestros viajes, indumentaria y protecciones. En lo personal, todo salía de mi bolsillo, desde la plata para ir y volver del club, hasta la ropa para competir. No tenía un contrato firmado en San Lorenzo, hoy sí. Además, todos los deportes amateur se desarrollaron bastante en Argentina. Siempre está fuerte el fútbol, y nosotros no cobramos como los futbolistas, pero eso nos sirve y estimula para dedicarnos, también, al estudio. Yo, por ejemplo, estoy haciendo un Máster en Inglés y trato de llevarlo al día, en la medida de lo posible.
-Publicó en Twitter: “Las medallas se ganan durante el entrenamiento. El día de la competencia sólo es cuestión de ir a buscarlas”. ¿Qué tan cierto es esto para usted?
-Muy cierto. El entrenamiento es el camino dorado para llegar a la medalla dorada. Creo que el sacrificio es la base para lograr el oro o cualquier tipo de premio. Las mañanas suelen ser imposibles, muchas veces, te llevás la medialuna puesta en el auto porque no llegás. Cuando las piernas no te responden y te levantás desganado, hay algo que te empuja a seguir. Tratamos de dejarlo todo, cuesta y mucho, pero después el esfuerzo se nota. Por eso, pienso que los premios se ganan siempre en los entrenamientos.
-Otra frase llamativa que escribió en las redes sociales es: “El taekwondista que teme a la derrota, ya entra al combate con una sola pierna”. ¿Puede explayarse sobre esto?
-El taekwondo, además de ser un deporte desde 1984, es un arte marcial que siempre tuvo buenas enseñanzas. No hay que competir con temor, porque uno se preparó y debe demostrarlo con fe y actitud. Si entrás con miedo, ya estás un 50 % afuera. Obviamente, siempre hay nervios porque el estadio está lleno y por ahí peleás en otro país, de visitante, y no sos muy querido pero es cuestión de adaptarse. En el club, contamos con una psicóloga deportiva que nos aconseja y nos da tips. La experiencia también tranquiliza. En el taekwondo, como en la vida cotidiana, si te preparás, confiás en que te va a ir bien. En cambio, si no lo hacés, dependés de la suerte que, para mí, no existe, porque es para los improvisados y, si te entrenás, no la necesitás.
-¿Cuál es su meta dentro de su deporte?
-Apunto muy lejos, a lo que es internacional, a ganar mundiales, por ejemplo. También a que el taekwondo crezca más. Fomentar el deporte para los chicos me parece indispensable. Ahora estamos trabajando mucho con Nik –historietista argentino– y con UNICEF. También, de la mano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, estuve dando muchas clases en lugares donde no llega el taekwondo, como por ejemplo en la Villa 31. Todo eso es impagable y lo hago de corazón porque mi familia siempre fue muy humilde. Recordar mi infancia y ser ahora parte del equipo que muchos niños siguen, es indescriptible. Trato de contribuirlos porque yo estuve del otro lado y sé lo que se siente.
-¿Qué les diría a los niños argentinos que quieren dedicarse al taekwondo?
-Que se metan de lleno, es un arte marcial hermoso y para nada violento. La gente por ahí piensa que haciendo taekwondo te vas a matar a trompadas y, realmente, no es así porque a los chicos les optimiza la alimentación, respiran y duermen mejor, están más tranquilos porque descargan mucha energía en el gimnasio, aprenden a respetar a sus compañeros y a su profesor, y después lo aplican fuera del tatami que es nuestro centro de enseñanza. Se van autosuperando.
-¿Qué lo motivó a tatuarse en el brazo la estrofa final del Himno Nacional: “O juremos con gloria morir”?
-En 2007, apenas ingresé al seleccionado mayor, salí subcampeón en Canadá. Fue mi primer mundial y no esperaba llegar tan lejos, estaba pasando por un gran momento. Al escuchar el Himno post-competitivo, me llegó esa frase, prometí que algún día me la iba a grabar y cumplí. Sinceramente, no soy muy amante de los tatuajes, es el único que tengo pero es algo que me marcó y que me anima a seguir adelante. Es como decir “tengo una larga vida atrás y, al final, juro con gloria morir”.
  Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (FSOC – UBA)
Entrevista Directa. Taller de Expresión III (Cátedra Gómez) - Módulo de Gráfica.
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beyondyourborders · 11 years
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PUENTE DE REALIDADES MUDAS
Amo ese suspiro que nace de la punta recóndita de los pies, sube hasta entrelazarse con fuerza al corazón y, finalmente, brota de la boca, con una calidez inmaculada. 
Ese que dice tantas cosas prescindiendo de palabras. El mismo que, aun queriendo expresar un sentimiento puntual, puede ser interpretado de mil formas distintas.
Aquel que nos acompaña en el amor, la resignación, el cansancio, la bronca, el alivio, el aburrimiento, la decepción... Ese que puede ser sutil, pronunciado y hasta exagerado.
Quizás, a veces, sea divino y otras mezquino. Tal vez, sólo es elogiado si revela algo agradable. Lo cierto es que su carácter de medio de comunicación espontáneo hace posibles todas sus conquistas.
Más allá de las controversias que puede generar en sus receptores, todo suspiro merece ser percibido porque la expresión es, ante todo, un derecho y un deber.
Amo esos suspiros que me genera la vida. Los que emito en ausencia y en presencia. Amo, también, los suspiros que anhelo; esos con los que sueño dormida y despierta.
Pido, entonces, más suspiros. No los exijo afectuosos, ridículos, ni maliciosos, sólo los ansío admirablemente sinceros y efusivos.
Para consolarse de los actos fallidos, encontrarse con uno mismo y asimilar las derrotas y los triunfos, un buen suspiro es indispensable porque cada uno es puente de una realidad que permanece muda pero lucha por ser desenmascarada.
Deseo que todos suspiremos más para forjar un mundo súper expresivo porque las palabras, en ocasiones, cuestan pero los suspiros nunca están de más.
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R.F. (11 de Junio de 2014)
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beyondyourborders · 12 years
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La mini cumple años y conmemora la maximización de la mujer
Un día como hoy, hace 50 años, Mary Quant “inventaba” la minifalda en Londres, su ciudad natal. En realidad, la diseñadora declaró a la revista "Vogue" que todo empezó porque tenía que ponerse los vestidos viejos de su prima: "No me quedaban, así que hacía mis propios vestidos. Primero modifiqué el uniforme de mi escuela y cada vez cortaba más la falda".
Además, la audaz Quant acotó: "Hoy, cada cual lleva lo que quiere, donde quiere y como quiere. Y eso me pone muy feliz".
Por otra parte, y haciendo alusión al contraste de la realidad de los años 60 con la actualidad, la diseñadora expresó a la revista "Beautybiz": "En esos años las mujeres querían ser libres. Hoy la moda es mucho más ambiciosa. Queremos todo, de lo clásico a lo salvaje, lo deportivo y lo elegante, de colores o blanco y negro. Y está muy bien que hayamos alcanzado esto".
Sin dudas, podemos reconocer, con estas escasas frases, el perfil innovador y osado de Quant, una mujer que quería romper con lo establecido y lo logró.
Revolucionando el mundo de la moda y la estética, trasladó también esa evolución hacia la mirada del mundo sobre la figura femenina.
Como había sucedido varios años antes con la implementación del pantalón femenino, durante la Segunda Guerra Mundial, el rol de la mujer volvió a ser puesto en tela de juicio con la invención de esta atrevida inglesa. En 1939, como los hombres iban a la guerra, las mujeres debían ocupar sus lugares en la industria y el comercio. Eso obligó a un cambio en el vestido para adecuarse al medio laboral. Los diseñadores se vieron forzados a reducir el ancho y largo de las faldas: los largos vestidos de noche dieron paso a otros que cubrían apenas por debajo de la rodilla.
A partir de ese momento, se produjo un gran cambio de cosmovisión; se transformaron los valores de la sociedad y comenzó una nueva era de rebeldía hacia la tradición, la familia y la religión. La mujer no estaba contenta con el papel al que había sido relegada y las funciones y tareas de la misma empezaron a mutar, a pesar de los obstáculos padecidos. La apariencia física no era lo más importante, el trasfondo era otro, pero la reforma debía ser total, quizás, para evitar controversias.
Mary Quant, además de la minifalda, realizó prendas (como el minishort) y accesorios en materiales novedosos e impuso la combinación blanco/negro y las formas geométricas.
Lanzó una moda al alcance del bolsillo de cualquier mujer porque no le gustaban ni un poco las prendas realizadas en casas de alta costura que sentía económicamente inalcanzables. Afirmaba (no dejando lugar a dudas respecto a su intrépida forma de ser): “Poseer dinero es como ser rubia: es más entretenido, pero no vital”.
Sus diseños, que sacudieron la moda y las mentes en la década del 60, son claramente vigentes y claves en la moda actual.
La mujer es una luchadora nata y lo es, quizás más por obligación que por elección, porque tuvo que imponerse al hombre para poder ser quien es hoy en día: “La moda no existe sólo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo” (Gabrielle Coco Chanel).
La minifalda asumió el rol de “maximizar” la imagen femenina, sacándola del “mínimo” espacio que el machismo imperante le había dado.
La mini cumple hoy su mitad de siglo y se afianza en el desfile constante de las mujeres de todo el globo, quienes sostienen el rol que quieren y, obviamente, pueden cumplir.
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        R.F. (6 de Septiembre de 2012)
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beyondyourborders · 12 years
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¿MIS FRONTERAS?
“Nuestra vida es un constante viaje, desde el nacimiento hasta la muerte. El paisaje varía, la gente cambia, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante. La vida es el tren, no la estación del tren”. Hace muchos años leí esa frase de Paulo Coelho, y con ella defino mi vida, a la que intento llenar de paz interior y exterior y, obviamente, de amor por lo que quiero y lo que hago.
Si me preguntan de dónde vengo, no hay dudas que de un pueblo. Dicen que “de tal palo, tal astilla” y, quizás, ser santareginense es lo que más me caracteriza. Soy curiosa y pienso mucho más de lo que hago, tal vez, porque en mi pueblo tenía tiempo para eso ya que el amor es grande pero el aburrimiento, casi siempre, es mucho mayor.
Sonreír es una de las pocas cosas que hago sin pensar, es automático y casi permanente. También es usual para mí, saltar en medio de conversaciones con dichos o palabras que muchos no entienden y eso, también, se lo debo a mi carácter de pueblerina.
Soy romántica y sensible la mayor parte del tiempo, según la mayor parte de las personas que me rodean, así que no me queda otra que asumirlo, aunque no sé si son virtudes o defectos que agregar a la par de mi inseguridad.
Riverplatense de nacimiento muy a pesar de mi papá y seguidora de Ford por afecto a mi abuelo que ya no está.
Suelo aislarme del mundo al caer en las garras de algún libro interesante y encuentro en la escritura una actividad de descarga inigualable.
Puedo ser indecisa o decidida, depende del contexto y de las variables.
Hablo hasta por los codos aunque me cuesta entrar en confianza y, según mi mamá tengo “poco poder de síntesis”, es decir, “me voy por las ramas” con sorprendente facilidad.
Mis padres, hermano, abuelos, tíos, primos, mascotas y amigos son, literalmente, todo para mí. Mi familia es mi soporte y esencia. Mis amigos, la familia que elijo: “Dios los cría y el viento los amontona” dicen y es así. Algunas de las personas importantes de mi vida se fueron antes de poder decir adiós pero siempre llegan nuevas. Todas la llenan de colores, situaciones, enseñanzas y sensaciones.
En fin, no todos los caminos conducen a Roma, el mío conducía a Buenos Aires, así que acá estoy viviendo, creciendo, viajando en mi camino... Porque mi vida es el tren y todavía tengo mucho que aprender.
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         R.F. - 22 de agosto de 2012
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (FSOC – UBA)
Presentación personal creativa - Taller de Comunicación Publicitaria (Rosenthal)
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beyondyourborders · 12 years
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Siempre está. A toda hora y en todo lugar.
Puede que sea: Negado. Nombrado en vano. Ignorado. Deseado. Publicado. Secreto. Disimulado. Sugerido. Planeado. Primero. Uno más. Último. Único. De amigos. Familiar. Especial. Similar a. Complicado. Fácil. Pasional. Desesperado. Mutuo. Correspondido o no. Tímido. Raro. Extrovertido. Introvertido. Imposible. Excesivo. Decidido. Dudoso. Sorpresivo…
Puede que no.
Pero no hay dudas: Quien sirve de sostén, siempre es él.
  R.F.
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beyondyourborders · 12 years
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The people...
Say "Hi" expecting an answer.
Say "Hi" waiting for a hope.
Say "Hi" without expecting for something.
Tip: Choose the last option. 
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beyondyourborders · 12 years
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SONRÍE
  Vivir es vida.
Para ser feliz sólo compártela.
Sonríe porque sonreír basta para vivir, 
para honrar la vida.
Cuando la esperanza sea en vano 
y sientas que no hay nada por ganar, 
inténtalo nuevamente. 
Cae y levántate las veces que sea necesario,
porque de eso se trata vivir, 
ese es el camino.
  Con energía y optimismo, 
con actitud y buenas intenciones,
nada es imposible,
nada es demasiado, 
nada es todo.
  Sonríe, sólo sonríe,
muéstrale al mundo tu mejor cara, 
otórgale tu mejor gesto,
regálale una caricia.
No olvides que lo bueno siempre vuelve.
  Rocío Fuentes (15 de Octubre de 2010)
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beyondyourborders · 12 years
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"CONTRASTE ENTRE DOS MUNDOS"
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (FSOC - UBA) Taller de Expresión II (Angeleri)
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beyondyourborders · 12 years
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Ya pue! Dónde están tus publicaciones? Me quedé esperando!!
En breve. La facultad me consume el tiempo pero estoy trabajando en ello! Me alegra que te haya atraído el blog como para quedarte esperando! :)
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