Tumgik
winterfable · 8 days
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El Dios nuevo
Comprendí que el Dios nuevo está en lo relativo. Si el Dios es lo absolutamente bello y bueno, ¿cómo ha de abarcar la plenitud de la vida, la cual es bella y fea, buena y mala, irrisoria y seria, humana e inhumana? ¿Cómo puede el hombre vivir en el regazo de la divinidad, cuando la divinidad sólo atiende a una de sus mitades?
--Carl Jung en "El libro rojo"
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winterfable · 10 days
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Bisección del ser humano
"El cristianismo dividió al bárbaro germano en una mitad inferior y una mitad superior, y de ese modo consiguió —mediante la represión de la parte oscura— domesticar la parte clara y hacerla apta para la cultura. Pero la parte inferior aguarda aún su redención y una segunda domesticación. Hasta entonces queda asociada con los restos de la prehistoria, con lo inconsciente colectivo, algo que forzosamente significa su peculiar y creciente vivificación"
--Encontrado en "El libro rojo de Jung: Claves para la comprensión de una obra inexplicable".
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winterfable · 1 month
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Locura divina
Cuando el desierto comienza a volverse fecundo, trae vegetación extraña. Te tomarás por loco, y en cierto sentido también estarás loco. En la medida en que el cristianismo de este tiempo prescinde de la locura, prescinde también de la vida divina. Notad lo que nos enseñaron los antiguos en la imagen: la locura es divina. No obstante, debido a que los antiguos vivieron esta imagen en las cosas, para nosotros se convirtió en una ilusión engañosa, pues nos convertimos en maestros de la realidad del mundo. Es indubitable: si ingresas en el mundo del alma, entonces estás como loco, y un médico te tomaría por enfermo. Esto que digo aquí puede valer como enfermizo. Sin embargo, nadie puede tomarlo por más enfermo que yo mismo.
--Carl Jung en "El libro rojo"
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winterfable · 1 month
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Al principio fue la palabra
Si dices que el lugar del alma no existe, entonces no existe. Sin embargo, si dices que existe, entonces existe. Nota lo que los antiguos dijeron en la imagen: la palabra es acto de creación. Los antiguos dijeron: al principio fue la palabra.
--Carl Jung
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winterfable · 1 month
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Unión de Dios y del diablo
Así, la profecía de la magia se cumple cuando se asume esta potencia interior. La magia es el camino hacia la “religión”, hacia la profecía de la religión que devela al “Dios venidero” y que deviene en esa conciliación de lo que es aparentemente inconciliable. Es gracias a esta comprensión que, por primera vez, puede hablarse de una cierta unión de Dios y del Diablo. Pero en toda conciliación hay algo que se sustrae y la potencia que evita y combate la conciliación promoviendo una quietud es la propiamente maligna, expresión de ese sinsentido al que hice referencia más arriba. Dice Satanás:
“¡Conciliación de los opuestos! ¡Igual derecho para todos y todo! ¡Locuras!”.
--Bernardo Nante
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winterfable · 1 month
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La magia
La práctica de la magia consiste en que lo incomprendido se haga comprensible de una manera y un modo no comprensibles.
--Carl Jung
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winterfable · 1 month
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La magia
La magia no es enseñable, va más allá de la razón, es incognoscible y no se puede entender. La magia es la consciencia de la misma potencia de la psique que abraza los opuestos y, por ello, es la que permite soportar y, a la vez, integrar la contradicción.
--Bernardo Nante
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winterfable · 1 month
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Fobia a la fantasía
“Frente a todo esto, el credo científico de nuestra época ha desarrollado una fobia supersticiosa a la fantasía. Ahora bien, lo único real es lo que actúa. Y las fantasías de lo inconsciente lo hacen, de ello no puede caber la menor duda”.
--Carl Jung
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winterfable · 2 months
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Those who have wisdom
Those who have wisdom are humble and do not hurt others. They are forgiving and upright. They serve their spiritual teachers (gurus) with devotion. Their minds are pure and steadfast. They are loyal to their convictions and they [can] control their own minds.
They have seen the evil of identifying with their own bodies and minds, the field that continually undergoes the painful cycles of birth, suffering, old age, disease and death. In the presence of the sense objects they have vairagya (dispassion) and are free of ahamkar (the egoistic feeling of separateness).
They have no personal attachments because they do not mistakenly identify themselves with their own homes, families, husbands, wives, children or parents. Thus, unencumbered, they enjoy continuous equanimity in the presence of [so-called] good or bad fortune.
They enjoy the Yoga of steady devotion to me, without interruption and naturally seek out quiet places away from the hubbub of society.
In this way they develop continuous realization of the Self, which they recognize to be the essence of knowledge of the truth. I declare this to be wisdom. Seeking anything else is ignorance.
--Bhagavad Gita
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winterfable · 2 months
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Que no te importe lo que piensen los demás
-Me molesta que me compadezcan -dice uno-.
--¿Es cosa tuya el que te compadezcan o de los que te compadecen? ¿Está en tu mano el parar eso?
-Está en mi mano si les muestro que yo no soy digno de compasión.
-¿Acaso lo posees ya, el no ser digno de compasión, o no lo posees?
-Desde luego que me parece que sí, que lo poseo. Pero ésos no me compadecen por las cosas por las que, si fuera el caso, correspondería, por los errores, sino por la pobreza y por no tener cargos y por las enfermedades y las muertes y cosas por el estilo.
-Entonces, ¿estás preparado para convencer al vulgo de que, en efecto, ninguna de esas cosas es un mal, sino que es posible ser feliz pobre, sin cargos y sin honores, o para mostrarte a ellos rico y poderoso? Porque, de esos dos caminos, el segundo es propio de un fanfarrón, insignificante y que no vale nada. Y su consecución mira por qué medios llegaría: tendrás que usar esclavos y conseguir algo de vajilla de plata y, si es posible, mostrar la misma muchas veces donde se vea y procurar que no se note que es la misma, y vestimentas radiantes y las demás pompas y hacerte ver honrado por los notables e intentar cenar con ellos o, por lo menos, que parezca que lo haces; y en cuanto al cuerpo, buscarte alguna argucia para parecer más guapo y más noble de lo que eres. Eso es lo que has de planear si quieres seguir el segundo camino para no ser compadecido.
El primero -y también el inútil y el largo- intentar aquello mismo que Zeus no pudo hacer: convencer a todos los hombres de cuáles son los bienes y los males. ¿Verdad que eso no te ha sido dado? Sólo te ha sido dado el convencerte a ti mismo. Y aún no te has convencido. Así que ¿cómo me intentas ahora convencer a los demás? ¿Y quién pasa contigo tanto tiempo como tú mismo? ¿Quién es tan persuasivo contigo para convencerte como tú mismo? ¿Y quién está mejor dispuesto para contigo y te es tan familiar como tú mismo? ¿Cómo, entonces, aún no te has convencido de aprenderlo? ¿No está en realidad todo del revés? ¿Era esto lo que te esforzabas en aprender, para estar sin penas y sin turbaciones y sin humillaciones y libre? ¿No has oído sobre eso que uno es el camino que lleva a ello: dejar lo que no depende del albedrío y apartarse de ello y reconocerlo como ajeno? ¿A qué clase pertenece el que otro su- lo ponga algo de ti? A la de lo que no depende del albedrío. Por tanto, ¿nada tiene que ver contigo? Nada. ¿Crees estar convencido sobre los bienes y los males cuando aún estás recomido y turbado por eso?
¿No quieres, entonces, dejando a los demás, ser para ti mismo discípulo y maestro? Los demás verán si les beneficia estar y vivir contra naturaleza, pero a mí nadie me es más próximo que yo. ¿En qué consiste, entonces, que haya oído los discursos de los filósofos y haya asentido a ellos y no me haya hecho más ligero en las obras? ¿Verdad que no soy tan torpe? Y, en efecto, en las demás cosas que me propuse no resulté demasiado torpe, sino que aprendí deprisa las letras y la lucha y la geometría y a resolver silogismos. ¿Será que no me ha convencido el razonamiento? Pero es que, muy desde el principio, no puse a prueba ni preferí ninguna otra cosa: sobre eso leo, eso escucho, de eso escribo. Hasta ahora no hemos encontrado ningún razonamiento más fuerte que éste. Entonces, ¿qué es lo que me falta? ¿Será que aún no he arrancado los pareceres contrarios? ¿Será que las propias ideas no están ejercitadas ni acostumbradas a tropezar con los hechos, sino que, como armas desechadas, están cubiertas de herrumbre y ya no puedo ni ajustármelas? Sin embargo, ni en la lucha ni en lo de escribir o leer me conformo con aprender, sino que pongo cabeza abajo los silogismos propuestos y compongo otros, y lo mismo con los equívocos. Sin embargo, en los preceptos necesarios, a partir de los cuales se puede estar sin penas, sin miedos, impasible, sin trabas, libre, en ésos no me entreno ni practico de acuerdo con ellos los ejercicios correspondientes. ¿Y luego me importa qué dirán los otros de mí, si les pareceré digno de consideración, si les pareceré feliz?
Desdichado, ¿no quieres ver qué estás diciendo sobre ti mismo? ¿Quién te pareces a ti mismo? ¿Quién en el pensar, quién en el desear, quién en el rechazar; quién en el impulso, en la preparación, en el intento, en las demás tareas humanas? ¿Y te importa si los demás te compadecen?
-Sí, pero me compadecen sin merecerlo.
¿Así que por eso te afliges? ¿Y no es el afligido digno de compasión? Sí. Entonces, ¡que van a estar compadeciéndote sin merecerlo! En las mismas cosas en las que padeces por la compasión te haces a ti mismo digno de ser compadecido. ¿Y qué dice Antístenes? ¿Nunca lo oíste? «Ciro, es de reyes hacer buenas obras y oír malas palabras»
Tengo la cabeza sana y todos creen que me duele la cabeza. ¿Qué me importa? No tengo fiebre y se apiadan de mí como si la tuviera.
-¡Desdichado! ¡Hace ya tanto tiempo que tienes fiebre!
Y contesto con mala cara yo también:
-Sí, en verdad que hace ya mucho tiempo que estoy mal.
-¿Qué pasará?
-Lo que la divinidad quiera -y al mismo tiempo me río por lo bajo de los que me compadecen.
Entonces, ¿qué impide que también en aquello sea igual? Soy pobre, pero tengo una opinión correcta sobre la pobreza. Así que ¿a mí qué me importa que me compadezcan por mi pobreza? No desempeño cargos y otros sí. Pero pienso lo que hay que pensar sobre el desempeñar cargos y el no desempeñarlos. ¡Ellos verán, los que me compadecen! Que yo no paso ni hambre ni sed ni frío, pero ellos, porque pasan hambre y sed, se creen que yo también. ¿Qué voy a hacer con ellos? Iré dando vueltas por ahí a anunciarlo y decir: «No se engañen, señores, estoy bien. No presto atención ni a la pobreza ni a la falta de cargos ni, sencillamente, a nada más que a las opiniones correctas. Eso lo poseo sin trabas, no tengo que seguir preocupándome de nada». ¿Y qué es esa tontería? ¿Cómo voy a tener opiniones correctas cuando no me conformo con ser quien soy, sino que estoy ansioso por aparentar?
-Pero otros conseguirán más y les honrarán más.
¿Qué hay más razonable que el que aquellos que se han esforzado por algo tengan más de aquello por lo que se esforzaron? Se han esforzado por los cargos: tú, por las opiniones. Y por la riqueza: tú por el uso de las representaciones. Mira si tienen más que tú de aquello por lo que tú te has esforzado y que ellos han descuidado: si sus asentimientos son más acordes a las medidas naturales, si sus deseos son menos frustrados que los tuyos, si van a parar menos a los objetos de su rechazo; si alcanzan mejor sus fines en el intento, en el propósito, en el impulso; si preservan lo que les corresponde como hombres, como hijos, como padres, y así sucesivamente en los demás tipos de relaciones. Y si aquéllos desempeñan cargos, ¿no quieres decirte tú la verdad a ti mismo, que tú no haces nada por eso y ellos todo y que sería lo más irracional que quien se preocupa de algo se lleve menos que el que no se ocupa?
No, sino «Puesto que yo me preocupo de las opiniones correctas, lo más racional es que yo desempeñe cargos». De lo que te preocupas, de las opiniones. Pero en lo que otros se han preocupado más que tú, hazles sitio a ellos. Como si por tener opiniones correctas merecieras, al disparar con arco, dar en la diana más que los arqueros o, al trabajar los metales, más que los herreros. Deja, pues, tu afán por las opiniones y dedícate a lo que quieres conseguir y, entonces, llora si no avanzas. Porque es para llorar. Pero ahora dices que estás en unas cosas y que te ocupas de otras; y bien dice el vulgo sobre eso que «Tarea con tarea no van bien». El uno, desde que se levanta al alba, busca a quién saludar cuando salga de casa, a quién decirle una palabra amable, a quién enviar un regalo, cómo agradar al bailarín; cómo agradar a uno portándose mal con otro. Cuando reza, reza por eso. Cuando sacrifica, sacrifica por eso. Lo de Pitágoras:
No admitir el sueño en los suaves párpados
lo aplica aquí: «¿Qué norma transgredí -de las de la adulación-? ¿Qué hice? ¿Verdad que no lo hice como libre, verdad que no como noble?». Y si encuentra que hizo algo así, se hace a sí mismo censuras y reproches: «¿Y a ti qué te importa decir eso? ¿Es que no podías mentir? Incluso los filósofos dicen que nada impide decir una mentira»
Pero tú, si de verdad no te has preocupado de ninguna otra cosa sino de un uso como se debe de las representaciones, al punto de levantarse al alba, piensa: ¿Qué me falta para la impasibilidad? ¿Qué para la imperturbabilidad? ¿Quién soy? ¿Verdad que no soy cuerpo, hacienda, fama? Ninguna de esas cosas, sino ¿qué? Soy un ser racional. Entonces, ¿cuáles son las reclamaciones?». Repasa lo que has hecho: ¿Qué norma transgredí de las de la serenidad? ¿Qué hice de poco amistoso, o de insociable, o de ingrato? ¿Qué no llevé a cabo de lo necesario para eso?
Habiendo esa diferencia en lo que se desea, en las obras, en las plegarias, ¿quieres aún tener lo mismo que aquéllos en lo que ellos se han esforzado y tú no? ¿Y luego te sorprendes de que te compadezcan y te enfadas? Ellos no se enfadan si tú los compadeces. ¿Por qué? Porque ellos están convencidos de que consiguen los bienes y tú no estás convencido. Por eso tú no te conformas con lo tuyo sino que ansías lo de ellos, mientras que ellos se conforman con lo suyo y no ansían lo tuyo. Puesto que, si de verdad estuvieras convencido de que eres tú quien alcanza los bienes, mientras que ellos se engañan, ni siquiera te vendría a la cabeza qué dicen sobre ti.
--Epicteto en sus "Disertaciones"
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winterfable · 2 months
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Un poema
Siempre la misma chorrada del eterno retorno y todo ese bla bla. Mientras yo bebo leche merengada en la terraza del Zarathoustra.
--Michel Houellebecq en "Las partículas elementales"
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winterfable · 2 months
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Flow
A man is born gentle and weak. At his death he is hard and stiff. Green plants are tender and filled with sap. At their death they are withered and dry. Therefore the stiff and unbending is the disciple of death. The gentle and yielding is the disciple of life. Thus an army without flexibility never wins a battle. A tree that is unbending is easily broken. The hard and strong will fall. The soft and weak will overcome. --Tao Te Ching
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winterfable · 2 months
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Why do the people think so little of death? Because the rulers demand too much of life. Therefore the people take death lightly.
Having little to live on, one knows better than to value life too much.
--Tao Te Ching
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winterfable · 2 months
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Integra la sombra
“Un conocimiento psicológico más profundo muestra incluso que no es posible vivir sin pecar cogitatione, verbo et opere [de pensamiento, palabra y obra]. Solo una persona sumamente ingenua e inconsciente puede creerse capaz de escapar al pecado. La psicología no puede seguir permitiendo esas ilusiones infantiles, sino que debe obedecer a la verdad y constatar incluso que la inconsciencia no solo no es ninguna disculpa, sino incluso el mayor de los pecados”.
[…]
El Liber Novus manifiesta una variante, o acaso un ahondamiento, del mito del héroe tradicional que permite su reactualización en nuestros tiempos. Este héroe está llamado a “matar al héroe”, a entregarse a la oscuridad, al ‘contrasentido’, pero no al modo de un ‘antihéroe’, sino como la tarea necesaria para seguir su camino sin apoyaturas. Si se quiere, este ‘héroe del suprasentido’ es una peculiar síntesis de un héroe (‘sentido’) y del anti-héroe (‘contrasentido’). Y si, hasta cierto punto, esto puede verse como una variante alquímica del mito del héroe (el dragón es el héroe, el héroe es el dragón), la meta misma de la gesta heroica no está predeterminada, pues el protagonista, este extraño héroe que es el ‘yo’, debe entregarse a situaciones inesperadas y a asumirlas de un modo inesperado. En este sentido, el peregrino es, paradójicamente, un vagabundo, pues se atiene a aquello que se presenta inesperadamente en su camino, que es tentación, prueba, guía y, en definitiva, meta. A cada paso este extraño héroe asume algo de aquello que se le aparece y a la vez se diferencia. Si, por ejemplo, aparece una forma del ‘Diablo’ y le trae la alegría de la danza y la instintividad, asume algo de ello sin identificarse, asimilándolo —por así decir— a su ‘seriedad’. Pero su desafío es permanente y el modo de su resolución es imprevisible. Por ello, la imaginación no admite restricciones previas; ella despliega su creatividad con una potencia arrolladora e insondable.
[…]
El mensaje fundamental del Liber Novus consiste, entonces, en afirmar que ese Dios se renueva de modo único e irrepetible en cada hombre. Pero el peligro del hombre contemporáneo es que comprenda ese carácter único, esa singularidad, como un encerramiento en el ‘yo’, cuando en realidad lo que es ‘único’ es la entrega que el ‘yo’ hace de sí a una personalidad mayor, al sí-mismo. Por otra parte, tampoco se trata de asimilarse a un (supuesto) absoluto prefijado previamente, de allí el cuidado de Jung por evitar afirmaciones metafísicas, ya que la psique refleja y presenta cuestiones últimas, pero lo hace como expresión de un dinamismo incesante, de un sentido (o, si se quiere, ‘suprasentido’) que se renueva en el camino.
--Bernardo Nante
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winterfable · 2 months
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No sirvo para nada
—No sirvo para nada —dijo Bruno con resignación—. Soy incapaz hasta de criar cerdos. No tengo ni idea de cómo se hacen las salchichas, los tenedores o los teléfonos portátiles. Soy incapaz de producir cualquiera de los objetos que me rodean, los que uso o los que me como; ni siquiera soy capaz de entender su proceso de producción. Si la industria se bloqueara, si desaparecieran los ingenieros y los técnicos especializados, yo sería incapaz de volver a poner en marcha una sola rueda. Estoy fuera del complejo económico–industrial, y ni siquiera podría asegurar mi propia supervivencia: no sabría alimentarme, vestirme o protegerme de la intemperie; mis competencias técnicas son ligeramente inferiores a las del hombre de Neanderthal. Dependo por completo de la sociedad que me rodea, pero yo soy para ella poco menos que inútil; todo lo que sé hacer es producir dudosos comentarios sobre objetos culturales anticuados. Sin embargo gano un sueldo, incluso un buen sueldo, muy superior a la media. La mayor parte de la gente que me rodea está en el mismo caso. En el fondo, la única persona útil que conozco es mi hermano.
--Michel Houellebecq en "Las partículas elementales"
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winterfable · 2 months
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El reencuentro del alma
Por tanto, aquel cuyo deseo se aleja de las cosas externas es quien llega al lugar del alma. Si no encuentra el alma, lo apresará el horror del vacío y el miedo lo arreará blandiendo el látigo en una ambición desesperada y un ciego deseo por las cosas vacías de este mundo. Se vuelve loco por su deseo interminable y se extravía de su alma, para no encontrarla nunca más. Él correrá detrás de todas las cosas, las acaparará a todas ellas, y sin embargo no encontrará su alma, pues sólo la encontraría en sí mismo. Bien yacía su alma en las cosas y en los hombres, pero el ciego captura las cosas y los hombres, mas no su alma en las cosas y en los hombres. No sabe nada acerca de su alma. ¿Cómo podría diferenciarla de los hombres y de las cosas? Bien podría encontrarla en el deseo mismo, mas no en los objetos de su deseo. Si poseyera su deseo, mas no su deseo a él, entonces habría puesto una mano sobre su alma, pues su deseo es imagen y expresión de su alma.
--Carl Jung
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winterfable · 2 months
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El camino de lo venidero
[Isaías dijo: “¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo del Señor ¿a quién se le reveló? Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado.” (Isaías 53,1-6).]
[Porque una criatura nos ha nacido, un hijo nos es dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre “Maravilla de Consejero”, “Dios Fuerte”, “Siempre Padre”, “Príncipe de Paz”. (Isaías 9, 5-6).]
[juan dijo: “Y la palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.” (juan 1,14).]
[Isaías dijo: “Que el desierto y la sequedad se alegren, regocíjese la estepa y florezca como flor; estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo. [...] Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas aguas en el desierto, y torrentes en la estepa, se trocará la tierra abrazada en estanque, y el país árido en manantial de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro. Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se le llamará; no pasará el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.” (Isaías 35,1-8).]
Si hablo en el espíritu de este tiempo,6 entonces debo decir: nada ni nadie puede justificar lo que tengo que anunciaros. Buscar una justificación me resulta superfluo pues no tengo opción, sino que debo anunciarlo. He aprendido que, además del espíritu de este tiempo, aun está en obra otro espíritu, a saber, aquel que domina la profundidad de todo lo presente.7 El espíritu de este tiempo sólo quiere oír acerca de la utilidad y el valor. También yo pensaba así, y lo humano en mí todavía piensa así. Sin embargo, aquel otro espíritu me obliga a hablar más allá de la justificación, la utilidad y el sentido. Lleno de orgullo humano y encandilado por el desmedido espíritu de este tiempo, intenté largamente alejar de mí a aquel otro espíritu. Pero no reparé en que el espíritu de la profundidad posee, desde antaño y en todo el futuro, más poder que el espíritu de este tiempo que cambia con las generaciones. El espíritu de la profundidad ha sometido todo el orgullo y toda la altanería del juicio. Me quitó la fe en la ciencia, me robó la alegría del explicar y el clasificar, y dejó que se extinguiera en mí la entrega a los ideales de este tiempo. Me forzó a bajar hacia las cosas últimas y más simples.
El espíritu de la profundidad tomó mi entendimiento y todos mis conocimientos, y los puso al servicio de lo inexplicable y de lo contrario al sentido. Me robó el habla y la escritura para todo lo que no estuviera al servicio de esto, es decir, de la fusión mutua de sentido y contrasentido, que da por resultado el suprasentido.
Mas el suprasentido es la vía, el camino y el puente hacia lo venidero. Éste es el Dios venidero. No es el Dios venidero en sí mismo, sino su imagen, la cual aparece en el suprasentido. Dios es una imagen y quienes lo adoran deben adorarlo en la imagen del suprasentido.
El suprasentido no es ni un sentido ni un contrasentido, es imagen y fuerza en uno, magnificencia y fuerza juntas.
El suprasentido es comienzo y meta. Es el puente de paso al otro lado y la realización.
Los otros dioses murieron en su temporalidad, no obstante, el suprasentido no muere, se convierte en sentido, luego en contrasentido y, a partir del fuego y la sangre del choque entre ambos, el suprasentido se eleva rejuvenecido a lo nuevo.
La imagen de Dios tiene una sombra. El suprasentido es real y arroja una sombra. Pues, ¿qué podría ser real y corpóreo, y no tener una sombra?
La sombra es el sinsentido. Es impotente y no tiene consistencia por sí misma. Pero el sinsentido es el hermano inseparable e inmortal del suprasentido.
Como las plantas, así crecen también los hombres, unos en la luz, otros en la sombra. Son muchos los que necesitan la sombra y no la luz.
La imagen de Dios arroja una sombra que es precisamente tan grande como ella misma.
El suprasentido es grande y pequeño, es extenso como el espacio del cielo estrellado y angosto como la célula del cuerpo viviente
El espíritu de este tiempo en mí quería reconocer la grandeza y la extensión del suprasentido, mas no su pequeñez. Sin embargo, el espíritu de la profundidad venció esa altanería, y tuve que tragarme lo pequeño como una medicina de la inmortalidad. Esto ciertamente quemó mis entrañas, pues no era honroso ni heroico, era incluso irrisorio y repugnante. Sin embargo, la pinza del espíritu de la profundidad me sostuvo, y tuve que tomar la más amarga de todas las bebidas.
 El espíritu de este tiempo me tentó con la idea de que todo esto pertenecía a lo sombrío de la imagen de Dios. Ello sería un engaño pernicioso, pues la sombra es el sinsentido. Lo pequeño, lo estrecho, lo cotidiano, no es, sin embargo, ningún sinsentido, sino una de las dos esencias de la divinidad. Me resistía a reconocer que lo cotidiano perteneciera a la imagen de la divinidad. Le escapaba a este pensamiento, ocultándome tras los astros más altos y fríos. No obstante, el espíritu de la profundidad me alcanzó y forzó la amarga bebida entre mis labios.
El espíritu de este tiempo me susurró: “Este suprasentido, esta imagen de Dios, esta fusión mutua entre lo caliente y lo frío, ese eres tú y sólo tú”. Mas el espíritu de la profundidad me dijo: “Tú eres una imagen del mundo infinito, todos los misterios últimos del nacer y el perecer habitan en ti. Si no poseyeras todo esto, ¿cómo podrías conocer?”.
En virtud de mi debilidad humana, el espíritu de la profundidad me dio esta palabra. También esta palabra es superflua, pues no hablo desde ella, sino porque tengo que hacerlo. Hablo porque si no lo hago, el espíritu me roba la alegría y la vida. Soy el siervo que trae la palabra, y no sabe qué es lo que lleva en su mano. Le quemaría su mano si no la pusiera allí donde su amo le ha ordenado que la coloque.
El espíritu de este tiempo me habló y dijo: “¿Cuál podría ser la necesidad que te forzara a decir todo esto?”. Esta tentación era grave. Quería reflexionar acerca de cuál necesidad interna o externa me pudiera compeler a ello y, como no encontré ninguna necesidad comprensible, estuve a punto de inventar una. Con ello, sin embargo, el espíritu de este tiempo casi hubiera conseguido que yo, en lugar de hablar, continuara reflexionando sobre las razones y las explicaciones. Mas el espíritu de la profundidad me habló y dijo: “Comprender una cosa es puente y posibilidad del retorno a la vía. Explicar una cosa es, sin embargo, capricho y hasta incluso un asesinato. ¿Has contado los asesinos entre los eruditos?”.
Mas el espíritu de este tiempo se me presentó y puso ante mí grandes libros que contenían todo mi saber; sus páginas eran de mineral y un pizarrín de acero había grabado en ellas palabras inexorables, él señaló aquellas palabras inexorables, y me habló y dijo: “Lo que tú dices, eso es la locura”.
Es cierto, es cierto, lo que digo es la magnitud y la embriaguez y la fealdad de la locura.
Mas el espíritu de la profundidad se me presentó y me dijo: “Lo que tú di[1]ces, es. La magnitud es, la embriaguez es, la cotidianeidad -indigna, enferma, necia-, es; ella corre por todas las calles, habita en todas las casas y gobierna el día de toda la humanidad. También las estrellas eternas son cotidianas. La cotidianeidad es la gran ama y la esencia de la divinidad. Uno se ríe de ella, también la risa es. ¿Crees tú, hombre de este tiempo, que el reír sea menor que el adorar? ¿Dónde está tu mesura, presuntuoso? La suma de la vida en el reír y el adorar es la que decide, no tu juicio”.
Debo también pronunciar lo irrisorio. ¡Vosotros, hombres venideros! Reconoceréis el suprasentido en el hecho de que es risa y adoración, una risa sangrienta y una adoración sangrienta; la sangre del sacrificio une los polos. Quien sabe esto, ríe y adora en un mismo aliento.
Luego, sin embargo, se presentó lo humano mío ante mí y dijo: “¡Qué soledad, qué frialdad del abandono pones sobre mí cuando dices esto! Considera el aniquilamiento de lo que es, y los torrentes de sangre del tremendo sacrificio que exige la profundidad”
Mas el espíritu de la profundidad dijo: “Nadie puede ni debe evitar el sacrificio. El sacrificio no es destrucción. El sacrificio es la piedra fundamen­tal de lo venidero. ¿Acaso vosotros no habéis tenido monasterios? ¿No han ido incontables millares al desierto? Debéis llevar monasterios en vosotros mismos. El desierto está en vosotros. El desierto os llama y os trae de vuelta, y si estuvierais forjados con acero al mundo de este tiempo, el llamado del desierto rompería todas las cadenas. Verdaderamente, os preparo para la soledad”.
Luego mi humanidad calló. Algo le sucedió a mi espiritualidad que podría llamar gracia.
Mi lengua es imperfecta. Hablo en imágenes, no porque quiera lucirme con palabras sino por la incapacidad de encontrar aquellas palabras. Pues no puedo pronunciar las palabras de la profundidad de otra manera.
La gracia que me acaeció me dio fe, esperanza y osadía suficientes para no continuar oponiéndome al espíritu de la profundidad, sino decir sus palabras. No obstante, antes de haber podido animarme a hacerlo realmente, necesité una señal visible que hubiera de mostrarme que el espíritu de la profundidad en mí es al mismo tiempo el amo de la profundidad del acaecer del mundo.
En octubre de 1913, cuando estaba solo en un viaje, sucedió que durante el día fui súbitamente acometido por una visión: vi un diluvio tremendo, que cubría todos los países nórdicos y bajos entre el Mar del Norte y los Alpes. Alcanzaba desde Inglaterra hasta Rusia, y desde las costas del Mar del Norte casi hasta los Alpes. Vi las olas amarillas, los restos flotantes y la muerte de incontables millares.
Esta visión duró dos horas, me confundió y me hizo sentir mal. Fui in[1]capaz de interpretarla. Pasaron dos semanas desde entonces, y luego volvió la visión, más intensamente que antes. Y una voz interna dijo: “Mírala, es enteramente real, y así será. No puedes dudar de ello”. Luché nuevamente durante dos horas con esta visión, pero ella me retuvo. Me dejó extenuado y confundido. Y pensé que mi espíritu se había enfermado.
A partir de ese momento volvió el miedo ante el tremendo suceso que habría de estar inmediatamente frente a nosotros. Una vez vi también un mar de sangre sobre los países del norte.
A principios y finales de junio y a comienzos de julio de 1914, tuve tres veces el mismo sueño: estaba en un país desconocido y súbitamente, durante la noche y, por cierto, en la mitad del verano, había sobrevenido un incomprensible y tremendo frío desde el espacio, todos los mares y ríos se habían convertido en hielo, todo el verde viviente se había congelado.
El segundo sueño fue muy similar a éste. El tercer sueño, a principios de julio, sin embargo, fue así:
Estaba en una lejana tierra inglesa. Era necesario que volviera a mi patria con un barco veloz tan rápidamente como fuera posible. Llegu�� pronto a casa. En mi patria encontré que, en medio del verano, había sobrevenido desde el espacio un frío tremendo que había helado todo lo viviente. Allí se encontraba un árbol con hojas pero sin frutos, las cuales, por efecto de la helada, se habían transformado en dulces uvas llenas de zumo curativo. Yo recogía las uvas y se las regalaba a una gran multitud que aguardaba.
En la realidad, pues, fue así: en la época en que se desató la gran guerra entre los pueblos de Europa, me encontraba en Escocia, compelido por la guerra me decidí a volver a casa con el barco más rápido por el camino más corto. Encontré el tremendo frío que todo lo helaba, encontré el diluvio, el mar de sangre, y encontré mi árbol sin frutos, cuyas hojas la helada había transformado en medicina. Y recojo los frutos maduros y os los doy y no sé qué os obsequio, cual poción narcótica agridulce que deja sabor a sangre en vuestra lengua.
Creedme: No es una doctrina ni una instrucción la que os doy. ¿Cómo osaría yo pensar que os he de instruir? Os doy noticia del camino de este hombre, de su camino, mas no de vuestro camino. Mi camino no es vuestro camino, así que yo no os puedo enseñar. / El camino está en nosotros, mas no en los dioses, ni en las doctrinas, ni en las leyes. En nosotros está el camino, la verdad y la vida.
¡Ay de aquellos que viven conforme a ejemplos! La vida no está con ellos. Si vivís conforme a un ejemplo, entonces vivís la vida del ejemplo, mas ¿quién ha de vivir vuestra vida, sino vosotros mismos? Por tanto, vivios a vosotros mismos.
Los indicadores de camino se han caído, senderos indefinidos yacen frente a nosotros, No estéis ávidos de tragar los frutos de campos ajenos. ¿No sabéis que vosotros mismos sois el campo fecundo que lleva todo lo que os sirve?
¿Mas quién lo sabe hoy? ¿Quién conoce el camino a los campos eternamente fecundos del alma? Buscáis el camino a través de lo externo, leéis libros y escucháis opiniones: ¿de qué ha de servir eso?
Sólo hay un camino, y ése es vuestro camino.
¿Estáis buscando el camino? Os advierto de mi camino. Os puede resultar un camino erróneo.
Que cada cual ande su camino.
No quiero ser para vosotros un redentor, ni un legislador, ni un educador. Pues ya no sois más niños.
El legislar, el querer mejorar, el simplificar, se han convertido en error y mal. Cada cual busque su camino. El camino lleva al amor mutuo en la comunidad. Los hombres verán y sentirán la similitud y lo común de sus caminos.
Las leyes y doctrinas comunes compelen al hombre a ser solitario, para que pueda escapara la presión de la comunidad no deseada, mas el ser solitario vuelve al hombre hostil y venenoso.
Por lo tanto, dad al hombre la dignidad y dejadlo ser individual, para que encuentre su comunidad y la ame.
La violencia está en contra de la violencia, el menosprecio en contra del menosprecio, el amor en contra del amor. Dad a la humanidad la dignidad y confiad en que la vida encontrará el mejor camino.
Un único ojo de la divinidad es ciego, un único oído de la divinidad es sordo, su orden está atravesado por el caos. Por lo tanto, sed pacientes con la invalidez del mundo y no sobreestiméis su belleza perfecta.
--Carl Jung en "El libro rojo"
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