Tumgik
thelastemberburning · 3 months
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Multiverse
Lo supe. Esa primera noche que le hablé de ti, entre lágrimas de nostalgia, duelo, pero también felicidad. Que le mostré tu caligrafía a lo largo de la piel en mi costado, le hablé todo lo que significas para mí. En ese momento supe que era él. La aceptación y la entrega en su mirada me lo dijo todo. Que la misma razón que te obligó a irte (seguirte amando, al decidir estar con alguien más) le hizo quedarse. Entendí que era él y siempre lo sería. Decidí que es él, y siempre lo va a ser. Porque al mismo tiempo, eres tú. Y siempre vas a ser tú. Es la única forma. Incluso si es en otro universo, basta para mí.
Oh I know it's weird but
I'm jealous of us
Somewhere in the multiverse
There's a you and me that works
We're out there still in love
Maybe that's enough
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thelastemberburning · 3 months
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Inercia
Ya no me queda en la recámara excusa para la ocasión. Se me acabaron las coartadas, grita mi voz interior
Lenta, dolorosa, irremediablemente, parecía que la vida me arrastraba de nuevo hacia tu constante, maldita gravedad. Un par de mensajes, interacciones banales tal vez, y lo único que podía hacer era seguir pensando en ti. Dios sabe que tenía miles de cosas más en las qué ocupar mis anhelos.
He pasado demasiado tiempo huyendo de esa luz, de la que tanto hablo en sueños
Y, como tantas cosas dentro de la dolorosa y risible ironía de nuestra dualidad, debo confesar que yo también los tuve. Sueños, interminables, incansables, agotadores y añorantes, en los que la constante eras tú. Y el dolor. Siempre, siempre haciéndome sufrir, de una u otra manera. Siempre preguntándote lo mismo: “¿Por qué, por qué haces todo esto?” La respuesta siempre me eludía, llegando una milésima de segundo antes de despertar. Y siempre era la misma. Porque lo merezco.
El duelo toma muchas formas, y he de admitir que no luché contra esa noción. Sólo fue impresionante que todos los verdugos de mi subconsciente tomaran prestadas una y otra vez tus facciones, tan adorables para mí.
Fui poniéndome enfermo, cansándome de mí. Tan pálido y viejo
Resignación al fin. Un amor así no vuelve una segunda vez en la vida, y me sentí satisfecha de saber que eras tú. Que fuiste tú, y tu felicidad valdría por los dos. Que los recuerdos y las pesadillas donde me visitas, y todos los hubiera serán suficientes para cargarme por una vida de carencia, de sentir que soy medio dos. De saber que, incluso si vuelves, no volverás a ser tú. No volveremos a ser nosotros.
Y al final la solución fue sencillamente vernos
Sencillamente. ¿Quién lo habría imaginado? No yo, que corrí hacia ti tan rápido como me fue posible, decidida a enfrentarte, a dejar que me rompieras y equilibrar la balanza entre los dos. A dejarte ir de una vez y para siempre, permitirme continuar, permitirte ser libre y feliz. Descargarte de este lastre que es para ti nuestra conexión, soltar ese agarre desesperado que tenía en ti como si de eso dependiera mi alma entera. Y dependía, con toda seguridad. Y sin embargo, al primer segundo de mirar tus ojos (me tomó horas atreverme a hacerlo, una indignidad de tiempo que aún así se sintió insignificante), supe que no podría. Ni querría, en un millón de años.
Puedo dejar que me rompas, decidí. Puedo decirte que te dejo ir, y nunca tendrás que preocuparte por mí otra vez. Pero supe que nunca sería cierto. ¿Cómo podría, cuando el brillo en tu mirada, tu respiración acompasada a la mía, como si compartiésemos el mismo corazón, hizo flaquear toda mi resolución? Y desde el momento en que te toqué el deseo de ti (no de poseerte, sino protegerte, experimentarte, compartir esta experiencia tan única que sólo pude llamar “nosotros”) se apoderó de mí.
Como si no hubiera pasado un sólo día desde la última vez que estuve contigo. Sólo segundos, los que toma dar una respiración. Porque estar sin ti fue como estar sin respirar.
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