Tumgik
#que no se note que tengo carrera en química
knightzp · 3 months
Text
Tumblr media
esto es lo mejor que he visto nunca por el día de san valentín
3 notes · View notes
valerieheir · 1 year
Text
.19 de Febrero.
Pasó el viernes, pero igual lo cuento, entendí que Th no me hacía bien y lo pude dejar ir aunque me duela. Salí con Manu, sorprendentemente tuve energías y me arregle, hacía mucho frío y lo tomé como una “señal” para ir con el, soy mas linda en invierno y lo sé. Fuimos a un bar pero todos los tragos estaban 1.500, lo miré y nos dimos cuenta que nos teníamos que ir, así que empezamos a reírnos y planear como nos íbamos porque hace 5 min habíamos entrado. 3, 2, 1 y nos paramos, saludamos y nos reímos afuera porque no duramos ni 10 min.
Pedimos 2 cervezas en Arturo y hablamos un montón, a veces el me miraba muy lindo (o solo me miraba y para mi es muy lindo) y me ponía nerviosa espero que no se haya dado cuenta, es muy muy atento, dijo que mis uñas eran bonitas y varias veces me dijo que estaba muy linda, pero no lo sentí como el típico, sino que por ahí yo estaba acomodando algo o haciendo algo y solo lo decía, -sos linda eh- bajito, y me hacía mierda.
Algo que note, súper destacable, cuando nos dieron la mesa estaban enfrentadas las sillas, el abrió la mia para que yo me siente y me dijo -me siento al lado tuyo- y corrió la suya al ladito. Así que mi pierna y su pierna se tocaron indirectamente toda la noche. Me pareció muy provocador y sentí muchísima química.
Hablamos un montón, no me sentí en la necesidad de ofrecer pagar porque el me lo dejo indirectamente claro así que puntos extra. Hablamos y me reí muchísimo, fue lindo poder hablar de todo sin restricción de nada, me habló de su ex incluso me mostró su ig por las dudas que yo la conozca, por suerte ni idea. Hablamos de la familia y su carrera, aunque es medio vago no le va tan mal en Sistemas. Me ofreció de fumar aunque ya no lo hace tanto y acepte, salimos, me abrió la puerta y mientras manejaba para ir a su casa nos paró el semáforo de 1820, el puso su mano en mi asiento y me miró fijo un ratito mientras yo le hablaba de algo. Cuando lo vi que me miraba me puse medio nerviosa, otra vez, le pregunté porque me miraba así, me dijo -¿no te puedo mirar ahora?- y me dio una sonrisa que me derretí.
Recordé el camino a su casa de memoria y el se sorprendió un poquito, por suerte es a 8 min de mi casa así que puntos extra también, no tiene auto pero me ofreció su bici y eso me encanta.
Llegamos y ayyy sus perritos son preciosos, tiene una gorda con cara de mala que me enamore y un cruza galgo que cuando no se de cuenta se va a venir conmigo. Fume un puchito y entre chiste y chiste de que el perro quería un beso porque estaba re contento y saltaba me dice -¿vos querés un beso?- y yo solo asentí. Fue lindo, el es lindo. Me pone feliz.
Me ofreció fumar y le di un par de secas pero nada, no me pegó tanto tanto, le conté que cuando fumo mal viajo casi siempre y me dice -tranqui si te pasa algo te cuido, no tengo problema a parte tengo pizza- y no se, me hace sentir muy segura. Es muy alto mide como 1.85 y con las zapas como por ahí 1,88 la diferencia de altura es abismal y a parte es gigante para mi, me abraza y me siento como envuelta en un acolchado de esos que tienen relleno y son súper calentitos.
Subimos a su habitación y yo le fui clara, no iba a hacerlo en la primer cita y si quería que me quede yo me despertaba temprano así que dormiríamos temprano, el no tuvo ningún problema, quiso que me quede, y solo dormimos. La alarma sonó a las 7.30 y nos quedamos un ratito en la cama, amo que me haga tantos mimos, eran necesarios. Y me fui.
Lo estoy conociendo no me apuro a nada y no busco tampoco nada, a parte tengo mis prioridades, pero fue una linda experiencia y veremos, esta cerca, estudia, es de buena familia, no tiene nada malo con drogas, nos llevamos bien y se que le gusto mucho.
Tumblr media Tumblr media
1 note · View note
makahimetenshi · 3 years
Text
Living with you Chapter 21 - Jotakak Fanfic
Fanfiction
Ok, hoy era un día para dedicarse a el, o no específicamente a el, pero si a Jotaro, aunque sin el.
Se había vestido con una musculosa verde y unos pantalones negros, no es como que realmente importaba pero le gustaba cuando sus brazos estaban al descubierto, puro ego personal. Su plan de hoy era…pensar, ir a algún lugar a pensar, en su casa se distraía y no lograba nada  así que salió al parque, a lo mejor el aire libre lo tranquilizaría un poco, aunque le daba envidia por quienes hacían deportes el no era el tipo de persona que salía a correr o hacía ejercicio, tenía buen cuerpo por genética.
Se compró unas palomitas y se sentó en una banca que estaba frente a un lago, a esto era el tipo de cosas a las que se refería con lo de que no se podía concentrar, que necesidad de comprar eso…se rio internamente mientras miraba alrededor del jugar, era día de semana y había poca gente, en especial siendo jueves.
Recapitulando, Jotaro, razones para aclararse el por que lo quería o no, ni siquiera sabía por que lo dudaba, solo no le cerraba.
Mejor amigo desde la universidad, de hecho su primer amigo ahí y mucho tiempo atrás por que en el instituto no era una persona muy sociable y siempre estuvo bastante solo, lo ayudo lo mas posible en su anterior carrera y lo hacía muy bien sin perder la paciencia cuando le enseñaba, lo ayudo a convencer a sus padres de cambiar de carrera y eso definió lo que es el hoy día, todo lo que tenía hoy en día fue gracias a Jotaro puesto que el también lo ayudo con sus contactos a empezar a darse a conocer, realmente le debía mucho eh…Fue su padrino en su boda y lo apoyo lo mas que pudo con el tema del divorcio cuando Jotaro estaba sumamente deprimido con una bebe en brazos, a la cual cargo el mismo día que nació, su familia lo adoraba y según Jotaro ya era parte de ella aunque a el no le gustaba sentirse tan metido.
Jojo siempre fue muy frió y seco con el al hablar, era y es un tipo bastante serio pero entre los 2 las cosas siempre estuvieron bien, siempre estaban cómodos juntos aunque no estuvieran haciendo nada y las tardes en las que se juntaban a…mirarse las caras por que realmente no hacían otra cosa o solo trabajaban sin hablarse debían significar algo no? Que había una química no? Jojo no lo quería desde antes por supuesto, todo se…torno raro cuando se mudo a su casa…o aquella noche en la suya que durmieron juntos? No sabría decir.
Le gustaba mucho estar con el ojiazul, antes de todo eso también extrañaba cuando no lo veía durante días y por eso lo invitaba a su casa a pasar el rato después del trabajo, sabía que no le gustaba en ese momento por razones románticas pero…tal vez solo nunca se había dado cuenta de que lo quería y el moreno solo se enamoró después de el. Tal vez a Kakyoin siempre le gusto Jotaro pero jamás lo había pensado a fondo, más allá de su buena amistad ellos siempre fueron demasiado cercanos, nunca habían pasado más de una semana sin verse si estaban en la misma ciudad y uno de los 2 siempre buscaba al otro, de cierta manera eso lo aliviaba por que si no se pensaría un acosador, aunque sabía que Jojo no pensaría así de el.
En la universidad se veían todos los días y todo era charlas, risas, estudio y películas, siempre se reunían después de clase y de estar con sus amigos en la habitación del otro a jugar videojuegos o ver algo juntos, sus sesiones de estudio eran muy calmas y…
Por que te remontas tanto en el pasado? No había exactamente nada ahí.
En aquellas semanas que estuvo en casa del moreno antes de…que pasara todo lo que pasara se habían estado acercando físicamente mucho más sin notarlo, o al menos sin que el lo note, tal vez si le gustaba Jotaro y por eso…paso todo lo que paso, ósea dormir en la misma cama para 2 amigos solo amiguis estaba bien cada tanto por la confianza pero ya todos los días era raro, no sabía por qué nunca había notado en el mismo si realmente estaba enamorado de Jotaro o no, por que no notaba esas cosas.
Era una cuestión de inexperiencia? Osea el era una zorra que solo lo hacía y demás por que…nunca le llamo la atención ninguna chica y ya esta, la personalidad de ninguna le atraía. Y como podía no haberlo notado hasta las catorceañeras lo notan…
Recordaba la manera tan peculiar en la que Jotaro se enamoro de su ex mujer, el de verdad era un virgen de las relaciones, era raro verlo tartamudear al hablar de ella o como se cohibía delante de ella, a Kakyoin y Anne les parecía sumamente gracioso, ahora se acordaba y le parecía tierno, no le molestaría que Jojo se pusiera así frente suyo, el otro día en la galería cuando fue lo de si el tenia celos por la chica que se le acerco se puso tan tierno.
El cerca de Jojo ahora mismo...se sonrojaba y se sentía muy tranquilo y feliz, ciertamente feliz, mas allá de que pudieran besarse o abrazarse le gustaba compartir momentos con el moreno,  aunque solo fueran a pasar el rato por unos minutos como aquel almuerzo en su trabajo le gustaba verlo, era un poco mas de su relación de amistad pero con mimos y con sonrojos, tal vez siempre tendrían que haber estado así.
Aunque llevando un poco mas de un mes era un poco pronto para pensar en esas cosas.
Kakyoin siempre pensó de su amigo que era lindo, no solo lo pensaba el si no también todas las mujeres que se le acercaban, sus ojos entre una mezcla de verde y azul le habían llamado la atención desde siempre al igual que su altura y complexión, si el se creía más fornido de lo normal en cuanto conoció a Jotaro su vida dio un giro, el era casi 20cm más grande que el y además el doble de grande, en músculos eran iguales Kakyoin solo era mas flaco y tenía una figura mas estilizada, le sorprendía de sobremanera ver a alguien con unos brazos tan grandes y una espalda tan gigante.
La primera vez que se vieron no podía creer que una persona así lo estuviera ayudando con sus ejercicios, lo que mas lindo le había parecido de Jojo desde que lo conoció definitivamente era su rostro serio, siempre estaba con el mismo humor ante gente que no le era tan familiar pero con el o con sus amigos cambiaba un poco, siempre manteniendo el mismo semblante. También le gustaba su pelo, esa mezcla de curvas que siempre llevaba recogido para atrás le parecía de lo mas formal…y sexy…ahora mismo.
Podía ver cualquier parte de su cuerpo e imaginar todo tipo de cosas, desde que lo estuvieran haciendo a simplemente estar abrazados y juntos el uno contra el otro, su corazón latía cuando sus pechos se encontraban y podía ocultar su rostro en su piel. No podía creer las sonrisas de estúpido que tenía cerca de Jotaro, se sentía demasiado ridículo pero no lo podía evitar en especial si levantaba la mirada y se encontraba con sus ojos clavados en alguna parte de su rostro, se preguntaba que cosas pensaba Jotaro de su apariencia, así como el lo notaba super sexy y masculino.
Pensando en ese tipo de cosas tan dulces del moreno se había puesto a sonreír de nuevo, se podía convencer de que…lo quería? De verdad? Lo quería? Después de estar una tarde entera mirando a la nada en un parque había llegado a esa conclusión? De que quería a su mejor amigo de la manera que no se quiere a un mejor amigo? Que se declararían y volverían novios como si fueran adolescentes?
En realidad era…bastante sencillo de decir.
-Kakyoin?
Una voz conocida lo saco de su mundo, había estado con la mirada en el cielo todo el rato, al bajar la cabeza le dolió el cuello, quejándose mientras se llevaba una mano ahí, cerrando los ojos cuando se dio cuenta que el sol le pegaba en estos, entre la oscuridad que se genero en su visión en esos segundos pudo distinguir la figura de un hombre alto con gorra y gabardina.
Esto…facilitaba las cosas.
Da miedo y todo.
Cuando su vista se acentuó un poco mas miro a Jotaro enfrente suyo, tenía su ropa de trabajo y se lo veía bastante…confundido, iba de la mano con Jolyne quien también lo miraba curiosa, por que estaban ahí? Es demasiada coincidencia que “oh he realizado mis sentimientos, tengo que declararme…ah mira ahí esta Jojo” no pues no, no, no…no.
-Jotaro? Que estas haciendo aquí? Jolyne también… -pregunto ligeramente perdido, era como que su momento espiritual para el y…aparecía Jotaro…
-Me llamaron del colegio de Jolyne por que supuestamente estaba enferma pero…-el moreno miro enojado a la niña quien le volteo la cabeza sacándole la lengua –realmente debes estar muriendo como para querer pasar tu ultimo día en el parque verdad?
-Estoy enferma, me duele la cabeza y me tiemblan las manos…-dijo Jolyne, Kakyoin podía ver por su risa que estaba mintiendo, la niña le contagio la risa.
-Me tome el día libre para ir a buscarla y cuidarla pero en cuanto salimos dijo que quería venir al parque…-el pelirojo podía notar ligeramente molesto al moreno aunque le alegraba que se preocupara por Jolyne –tu que haces aquí?
La pregunta lo tomo por sorpresa –ah…había venido a descansar un momento, de hecho creo que me quede medio dormido.
-Ya veo
Era su oportunidad, incluso si recién lo había descubierto que ganaba con seguir esperando? Se lo iba a decir, si estaba aquí luego de descubrir eso era por algo y lo iba a aprovechar.
-Jolyne, por que no vamos a jugar un poco? –la niña se acerco y le dio un beso en la mejilla emocionada –espérame allá, ahora voy.
-Oye no la consientas… -dijo Jojo en cuanto su hija salió corriendo al arenero donde estaban los juegos.
-Jotaro –su voz sonaba firme, y aun sentado en la banca con Jotaro de pie frente suyo sus ojos le miraban fijamente, estaba seguro de lo que hacía –Te quiero –luego de pronunciar esto sus mejillas se coloraron un poco, Jotaro tenía los ojos en blanco y podía ver como el alma se le iba a salir del cuerpo –yo también te quiero –se quiso levantar para ir con Jolyne pero en cuanto le dio la vuelta a la banca Jotaro lo había empujado para capturar sus labios en un beso.
No lo iba dejar escaparse de nuevo.
Jotaro lo había jalado de la mano para atraerlo hacia el y besarlo, después de decirle aquello que tanto había esperado pensaba que se podía ir? Pequeño e ingenuo Kakyoin, cuando había escuchado aquel te quiero la respiración se le había parado junto con su corazón, no podía creer que al fin le había correspondido, seguramente tenía una cara muy graciosa en aquel momento de shock pero no le podía importar menos si estaba besando al pelirojo después de aquello.
No podía poner en orden su mente para expresar lo feliz que estaba, vieron eso de las mariposas en el estomago? Bueno, ahora lo sentía, y le temblaban las manos, temía que sujetando al pelirojo en ese estado este se le pudiera soltar, no podía con la felicidad en su cuerpo.
Un escalofrío lo recorrió cuando los brazos del pelirojo se posaron en su cuello y este empezó a corresponderle e el beso, Jotaro podía notar una sonrisa contra los labios de ambos y eso lo hacía sonreír a el también, se sentía muy tonto. Una batalla de besitos húmedos comenzó cuando el moreno se quiso separar para ver su rostro, cuando sus labios se separaron el pego su frente contra la suya, mirando atentamente su rostro, Kakyoin también se veía feliz y eso lo hacía sonreír todavía mas, las manos de Jotaro se habían posado sobre la cintura de Kakyoin hasta que…
-KAKYOIN! VAS A VENIR O NO? –Jolyne le estaba gritando desde las rejas del arenero con los juegos, quería matar a la niña ahora mismo, Kakyoin en cambio se pego mas a el, abrazándolo mas fuerte.
-Si ya voy! –grito el pelirojo en el hombro de Jotaro, dejando un beso en su cuello- que poca gana de ir…estaba mejor aquí -el pintor se separo de Jotaro para alejarse en dirección a donde estaba su hija, quiso protestar pero por alguna razón el tiempo en su cuerpo se volvía mas lento cerca del pelirojo y siempre reaccionaba tarde.
Pero estaba feliz.
Pasado poco menos de una hora Kakyoin sugirió que se quedaran en su casa a dormir, Jotaro acepto complacido pensando en como podrían hacer con la niña en el departamento y Jolyne contenta de que podría estar con el pelirojo, al menos después de estar sola tantos días.
Apenas llegaron Kakyoin ordeno por internet sushi para la cena, Jotaro sin que lo supiera se había movido a su habitación a agarrar aquellos 2 objetos mágicos que solían necesitar…Jolyne le pidió al pelirojo si no podía bañarse ahí ya que la niña adoraba la bañera de hidromasajes que tenía el pelirojo, y según ella que estaba cansada de la escuela, a Jojo le brillaban los ojos gracias a la oportunidad así que fue el primero en ir a prepararle la bañera.
Kakyoin se había ido al comedor a bocetear mientras Jotaro se encargaba de la niña, estaba contento, no sabía por qué pero sentía que fue importante decírselo y eso le saco un peso de los hombros que no había notado que tenía…estaba sentad en el sillón con su cuaderno pero en cuanto sintió los pasos de Jojo lo cerro, casualmente ese no era el cuaderno que Jotaro debía ver…
El moreno se posó en frente suyo y lo jalo de la mano, haciéndolo entender que debía levantarse, el chico confundido se levantó para ser arrastrado hasta delante de la puerta de su…armario? Cuartito? Ahí era para guardar cosas que sobraban, el moreno abrió la puerta y lo empujo dentro de una nalgada, haciendo sobresaltar a Kakyoin, quien iba a protestar hasta que unos labios se posaron sobre los suyos robándole el aliento, no podía ser que fuera tan sencillo encantarlo.
Sus mejillas se coloraron ante los labios del moreno sobre los suyos, explorándolos y acariciándolos, no resistió mucho más que sintió la necesidad de abrazarlo, posando sus 2 manos en su espalda, aquella espalda tan grande que le encantaba. Jojo lo empujo suavemente hasta la pared de aquella pequeña habitación, Kakyoin suspiro ante esto, no era su culpa después de todo hace mucho que no hacían nada parecido y lo deseaba tanto…Jotaro metido su lengua dentro de la boca de Kakyoin para buscar la de este, queriendo hacerlas bailar una contra la otra, el pintor le facilito las cosas leyendo su mente y encontrándolas, sin darse cuenta había empezado a suspirar en medio del beso,  de verdad  menos de una semana lo ponía así de ansioso?
Al terminar con aquel beso, Jotaro mordió uno de sus labios haciendo jadear el pelirojo, este pego su frente contra la suya para perderse en sus ojos, parecían los de una fiera a punto de devorarlo –Jolyne va a tardarse en el baño.
Ah.
No Jotaro no.
Ósea…
Antes de poder protestar Jotaro lo había vuelto a besar, y aunque le estaba correspondiendo por la calentura que llevaba encima su lado racional no podía evitar darle golpes en el pecho para sacárselo de encima.
-Jotaro! Esta tu hija en el baño! Ahora no podemos! –le grito bajito histérico, no podía ser que Jojo fuera tan oportuno, encima con su propia hija, que harían si los descubría?
-No te preocupes, tenemos tiempo, recuerda que tienes tu jacuzzi y a ella le encanta –el moreno le mordió los labios a la vez que apretaba sus pezones por encima de su musculosa, no pudo evitar soltar un gemido que tapo con sus manos, no era el momento…-Y no tienes que contenerte, el jacuzzi hace bastante ruido…-otro apretujón se hizo presente, aún gimiendo contra su mano, el moreno le saco la mano de la boca y lo volvió a besar, agarrando sus pectorales con sus manos para tocar ambos pezones con sus pulgares.
No pudo evitar tener una erección cuando los pezones de Kakyoin se erectaron contra sus pulgares al mismo tiempo, tenía curiosidad de ver si ya estaba igual de excitado que el pero quería tocarlo un poco más, después de tanto tiempo sin tocarlo quería disfrutarlo, aun si no había pasado tanto tiempo no sentir su piel caliente contra sus manos había sido una tortura. El cuerpo del pintor temblaba debajo suyo, aún en medio del beso los pequeños gemidos del pelirojo lo hacían ponerse más y mas duro, quería que Kakyoin lo tocara pero sus manos estaban en el lugar equivocado, no las quería en sus hombros como se habían posado ahora las quería en su bulto, el beso se rompió cuando el moreno apretó ambos pezones al mismo tiempo jalando aquel pequeño montículo de carne hacia afuera, sacándole al pelirojo un largo y tortuoso gemido.
Sus manos se metieron bajo la musculosa del pelirojo, ahora el calor de su piel lo tocaba también en sus brazos y manos, le encantaba como se le marcaba el sixpack en aquella musculosa pero era mejor sentir aquella firmeza piel con piel, agarraba sus pectorales y tocaba sus costillas con sus grandes manos mientras que la yema de sus dedos tocaba sus pezones, el pintor había echado la cabeza para atrás del placer, incapaz de encontrarse en algún lugar fijo.
Sus manos se movieron a los pantalones de Jotaro, metiendo sin ninguna delicadeza ni aviso sus manos dentro de sus pantalones para agarrar su erección y comenzar a masturbarlo, wow Kakyoin, wow, tal vez Jotaro no era el único torturado en estos días, inconscientemente el cuerpo de Jotaro se tiro hacía delante pegándose al pelirojo, viéndose muy incapaz de seguir el beso por los gemidos que invadían su boca, la mano de Kakyoin moviéndose en el lo había hecho perder la cabeza por instantes, tenía que recomponerse.
El pintor se movía rápido por momentos y lentos por otros, viendo atentamente el rostro del moreno, le encantaba como sus cejas se arqueaban o cruzaban según su expresión y ni hablar de lo linda que se veía su boca abierta gimiendo, los pantalones le empezaron a apretar al ver como se le caía la baba de la boca con esa carita tan frágil.  Jotaro no podía ver si el pelirojo se encontraba excitado o no por que su brazo entre medio de sus cuerpos le tapaba la visión y bloqueaba todo lo demás, su respiración cálida chocaba contra el rostro de Kakyoin al abrir la boca para suspirar, aquellos labios tan deseables que no podía evitar lamer y morder suavemente con la punta de su lengua cada vez que este soltaba un suspiro.
Jojo se pego a el y lo beso, incapaz de aguantar tener la boca de Kakyoin sobre la suya solo cuando este quería morderlo o lamerlo, lo necesitaba a todo rato y momento, y no podía permitirse que el llevara las riendas de la situación, tenía que ser el y solo el, sus brazos se agarraron a su cintura levantándolo, metiendo su lengua hasta el fondo haciendo gemir al pelirojo de la sorpresa, haciéndolo cerrar los ojos cuando la calentura lo golpeo de nuevo, sus brazos se agarraron de su cuello y sus piernas se montaron en la cadera de Jotaro, estaba bastante más incomodo de lo que parecía por que el no era tan bajito como para poder hacer eso con facilidad y tenia la espalda muy arqueada, el moreno lo agarro por las piernas justo debajo de su trasero para sostenerlo mejor,  al pegarse de esa manera podía sentir su erección contra su estomago y eso acababa de prenderlo de sobremanera.
El moreno lo sentó sobre una caja, bajándole los pantalones aún con las piernas de Kakyoin rodeando sus piernas y sus brazos colgados, al menos la pequeña distancia y el punto de apoyo que era la caja lo estaba ayudando, de su abrigo saco la botellita de lubricante y se la puso en las manos, haciendo tragar saliva al pelirojo, quien lo miraba un poco intimidado entre toda la excitación. También aprovechando saco su miembro de sus pantalones y se puso el condon, con lo que tenía planeado no iba a tener muchos momentos para moverse, en cuanto se puso lubricante cerro la botellita y la guardo en su abrigo, lamiéndose los labios antes de besar de nuevo al chico.
Entre medio de ese beso donde Jotaro podía ahogar al pelirojo tranquilamente con su lengua, o podía dejarlo mudo por la manera en que succionaba la suya volvió a agarrarlo de las caderas y el chico se agarró con sus piernas y brazos una vez mas para estar sujetado por Jotaro, incómodo y todo pensaba en cómo se verían desde afuera y la situación lo calentaba bastante.
El frió de la pared choco contra su espalda cuando Jotaro lo pego contra esta como punto de apoyo, tal vez era un poco más pesado de lo que parecía pero no lo veía con mucho interés o cansancio para detenerse, un gemido de sorpresa salió de sus labios cuando las manos mojadas de Jojo empezaron a abrir sus nalgas para meter un dedo, de manera bastante brusca y bruta, haciendo que el chico soltara un quejido de dolor, la pose no era de lo mas cómoda y lo entendía pero eso había dolido bastante, después de una semana no iba a estar igual que la última vez que lo hicieron…
No paso desapercibido esto del  moreno quien se separo y le dio un beso en la nariz, disculpándose, para luego bajar su cabeza y apoyarla en el cuello del pelirojo, dando besos cada tanto mientras empezaba a mover el primer dedo en la entrada de Kakyoin, abriéndola dando pequeñas vueltas en círculos, el cuerpo del chico de ojos violetas temblaba frente al suyo sintiéndose extraño por aquella sensación de nuevo, si había algo que prefería descartar del sexo era esta parte, era preparación que si bien era útil era perder el tiempo y solo lo hacía sentir raro, después de  mucho tiempo en lo mismo empezaba a encontrar placer y ahora mismo quería otra cosa…
Sus brazos se abrazaron mas a su cuello cuando el dedo del ojiazul repitiendo el mismo proceso empezó a moverse dentro suyo, sus labios estaban apretados entre si y no podía evitar los escalofríos que le recorrían todo el cuerpo, al cabo de unos momentos dejo de sentirse tan raro como antes, ya se había acostumbrado y seguramente ensanchado, el segundo dedo del moreno empezó a tantear su entrada y se metió, de nuevo solamente a seguir preparándolo para que el pudiera meterse, no hacía mas que quedarse ahí al inicio a moverse lentamente junto al otro dedo, abriéndose cada tanto para expandirlo.
Cuando el tercer dedo se metió Kakyoin comprendió que no lo iba a presionar tocándolo ahí como siempre y…no estaba mal, la idea no le desagradaba, solo quería continuar y volver a tener a Jotaro dentro suyo, tenía muchas ganas de ver como se veía ahora mismo pero su propio cuerpo lo tapaba.
Había 3 dedos en su interior y el pelirojo casi grita cuando los 3 juntos empezaron a moverse de arriba abajo, en una mezcla de sorpresa y sensaciones raras, los nudillos del moreno chocaban contra su piel cada vez que sus dedos subían y bajaban dentro suyo sabiendo que los otros 2 dedos tocaban toda la piel que tenían alrededor sin quererlo, sintiendo la punta de los 3 dedos tocando cada rincón de sus paredes haciéndolo sentir extraño y complacido a la vez, se estaba empezando a sentir bien entre todo aquello, en un pensamiento raro que llego a su mente recordó lo mucho que quería sentir a Jotaro dentro suyo el otro día y tenerlo así en la cama con sus dedos dentro suyo no estaría nada mal…
La mano de Jotaro se retiro, metiéndose entre sus cuerpos para agarrar su miembro y sujetarlo, haciendo magia para que el chico no se le cayera y el pudiera meterse, no volverían a experimentar nada así por un tiempo luego de esto. Se guio a ciegas logrando después de algunos intentos fallidos meterse en el interior del pelirojo, soltando un gemido ronco bastante audible a la par del gemido super agudo y delicado del pintor, el chico le había tironeado del pelo ante la sensación tan deliciosa de el dentro suyo, ni siquiera había notado el dolor, aquel deseo y expectación habían tapado sus sentidos en ese momento dejando lugar solo al placer.
Sin tiempo que perder antes de que Jotaro no pudiera aguantar mas el sostenerlo comenzó a moverse, agarrándolo de las nalgas lo mas posible para no salirse de dentro suyo, después de esto le dolerían las rodillas y los brazos. Intentando tapar sus gemidos sus labios se posaron en su delicado cuello libre de chupones, esa era una cosa que tenía que corregir, Kakyoin con el cuello marcado era algo sagrado para el y tenía que permanecer así, pensó en que se le estaba haciendo costumbre aquello de gemir contra el chico pero no podía evitarlo, sus hombros era de los sitios favoritos de Jotaro.
Cerro los ojos producto del placer, sintiendo la presión en su frente de sus cejas cruzándose y la piel del pintor contra sus dientes, siempre procuraba no morder fuerte pero sabía que por momentos no podía evitarlo, realmente había estado necesitando hacerlo con el pelirojo, con aquel espacio tan apretado y caliente rodeándolo la fricción y el toque lo hacían jadear mientras empujaba fuertemente las nalgas del chico contra su miembro intentando llegar mas y mas profundo. Los pantalones del pelirojo estaban en perfecto estado y sabia que eso lo estaba torturando, esa erección debía ser dolorosa pero no podía parar para preocuparse por el en este momento, empujándose contra la pared una vez mas logro dar una estocada que lo hizo meterse tan adentro que su bello choco contra las nalgas del pelirojo, logrando que este echara la cabeza hacía atrás, se moría de deseo de ver su rostro también…
Las uñas del pelirojo empezaron a rasguñar la tela del abrigo de Jotaro al mismo tiempo que tiraba de su pelo incapaz de aguantar aquellas sensaciones tan fuertes, Jotaro nunca había estado así de brusco e insistente pero no se podía quejar cuando perdía la conciencia cada vez que el moreno le daba con fuerza, una fuerte embestida lo obligo a cerrar con los ojos sin poder contener un grito, no podía pensar en nada mas que en la punta del miembro de Jotaro tocando todo su interior y golpeándolo por dentro, los ojos le daban vueltas cada vez que esto ocurría, su erección le dolía, la tela le apretaba  y no podía moverse para liberarse a si mismo, entre todo ello sentía que se moriría en pleno orgasmo de seguir así.
Las manos de Jotaro empezaron a moverse en círculos en sus nalgas, mordisqueando y moviendo su cuello a la par que sus caderas empezaban a moverse más rápido e insistentemente, haciendo que el sonido de sus pieles chocando llegara a los oídos de ambos aumentando el calor en aquella habitación tan pequeña. Kakyoin no podía hacer mucho mas que gemir, aquella pose no le dejaba tocarlo ni moverse, se sentía totalmente obligado y atrapado entre el cuerpo del moreno y la pared sin poder hacer nada mas que sentirlo dentro suyo, una mordida mas fuerte que las demás lo hizo mover la cabeza a un lado como aviso de que Jotaro empezaría a moverse mas rápido.
Los gemidos de Kakyoin se oían entrecortados, incapaz de encontrarse lo suficientemente estable como para organizar sus pensamientos, sus labios estaban secos y no podía abrir los ojos,  en sus oídos estaban presentes los sensuales y toscos jadeos de Jojo logrando que cada vez que el moreno presionaba sin querer su cuerpo contra el de el lo invadiera un calor insoportable que lo ahogaba.
Cuando la respiración de Jotaro comenzó a acelerarse el chico de ojos violetas pudo saber que este estaba por correrse, su miembro empezó a palpitar dentro suyo y al cabo de unas estocadas mas la sensación de el condon llenándose en su interior los hizo callar a ambos, espero tranquilamente acariciando su cuello que Jojo pudiera recomponerse, a veces se preocupaba de que fueran tan brutos por la manera en que se agitaban y como terminaban, se cegaban demasiado.
El moreno, moviéndose a tambaleos lo dejo sobre la misma caja de antes, separándose para dejarse caer sobre sus rodillas en el suelo, mirando abajo mientras respiraba. Kakyoin no pudo evitar mirar como su boca se entreabría para exhalar e inhalar el aire y sentirse excitado, los labios de Jotaro eran algo que lo podía, al mirar su miembro que se estaba bajando todavía con el condon lleno llevo sus manos a su propia entrepierna y saco su erección de sus pantalones sin ningún cuidado, comenzando a tocarse desesperadamente sin dejar de verlo.
Los sonidos de aquello hicieron elevar la vista al moreno, encontrándose al pelirojo masturbándose delante suyo, la respiración se le detuvo y se acercó a el, era de las cosas más sexys que había visto y lo había estado imaginando así toda la semana, no podía evitar pensar en aquel hombre de alguna manera que no le generara deseo. Kakyoin salto ligeramente cuando la mano de Jojo se poso sobre su erección, sacando la suya propia para acercarse y meterla en su boca.
Después de bastante tiempo Jotaro se la estaba chupando, otra vez, y estaba ciertamente encantado con aquello, no entendía como podía moverse con aquel cansancio que se le notaba tanto en los hombros pero en un momento de sumo placer en el que tuvo que morderse el labio para no gritar se olvido de ello. Abrió los ojos para poder ver a Jojo en frente suyo, solamente lo estaba chupando, sus manos estaban a los costados de su cuerpo y no podía hacer mucho mas pero le estaba sacando tantos gemidos que ya le dolía contenerse.
La boca de Jojo lo inundaba completamente, su saliva se sentía muy bien ayudando a que subiera y bajara alrededor de su duro miembro, los labios del moreno lo hacían cerrar los ojos cada vez que intentaba verlo, estaba luchando por mantener su conciencia lo mas activa posible para ver a Jotaro, necesitaba verlo así mas seguido o durante mas tiempo, o eso pretendía hasta que su lengua entre esas subidas y bajadas comenzó a recorrer sus venas.
Los contornos del rostro de Jojo se ahuecaban entre medio de aquella chupada, haciéndolo ver el doble de sexy, veía sus ojos entrecerrados y notaba lo lindas que eran las pestañas de Jotaro en ese momento haciéndole justicia a ese rostro tan hermoso, en medio de una succión a Kakyoin se le pusieron los ojos en blanco, tirando la cabeza para abajo jadeando como si le estuviera recuperando el aire después de un gran ejercicio.
Cuando los labios de Jotaro se posaron en su punta dándole algo muy parecido a un beso su entrepierna comenzó a sentir una presión, haciéndolo saber que el orgasmo llegaría pronto, la boca de Jotaro volvía a rodearlo, la calidez y humedad de su boca no lo hicieron resistir mucho mas logrando que cuando el moreno lo empezara a succionar Kakyoin se viniera en su boca, tomándolo totalmente por sorpresa, soltando un gemido mudo gracias a que se estaba mordiendo los labios.
Jotaro retrocedió un poco, llevándose una mano a la boca totalmente sorprendido, el liquido caliente se movía dentro de su boca, lo trago sin saber que mas hacer y vio al pelirojo, sus brazos estaban sobre su frente tapando su rostro, no estaba gimiendo pero su rostro subía y bajaba violentamente. Había disfrutado de aquello, necesitaba hacérselo desde hace ya varios días por que siempre que veía el miembro del chico se tentaba demasiado, pero en cualquier momento que quisiera hacérselo la oportunidad se perdía o prefería hacer otra cosa.
El moreno se saco el condon para cerrarlo y empezar a acomodarse la ropa, miro su reloj y por suerte todavía no habían pasado 40 minutos, Jolyne a lo sumo saldría en unos 10, lo cual suponía ya que al afinar la oreja podía oír todavía el ruido de la bañera de hidromasajes. Miro a Noriaki enfrente suyo, aún en el mismo estado frenético de antes, así que se levanto y le acaricio la mejilla, dándole un suave beso en los labios, aún sin poder verlo a los ojos el pintor le sonrió en el beso, dándole el ok a Jotaro para salir de la habitación.
En cuanto tiro el condon y se lavo las manos y poco mas en la cocina se tiro sobre uno de los sofás de la sala, estaba agotado, pero antes de querer cerrar los ojos el chico de ojos violetas había salido de aquel armario dirigiéndose a la cocina para repetir su mismo proceso en…otras partes…le dio un poco de vergüenza mirarlo en algo tan así…intimo y volteo la mirada, ya se empezaban a tener confiancita?
Kakyoin miro a Jotaro recostado en el sofá y se sentó en el suelo, apoyando sus brazos encima del pecho de este, el moreno volteo a verlo y no pudo evitar sonreir cuando encontró al pelirojo con una carita tan boba.
-Te quiero –susurro Kakyoin, dándole un beso en la mejilla al moreno, quien tomo sus brazos suavemente sin sacarle la mirada.
-Ven –el pintor le miro confuso –encima mio –vio como se paraba y se sentaba sobre sus piernas, Jojo le tironeo de los brazos y Kakyoin se recostó sobre su pecho, entendiendo sus intenciones, jugando con su ropa y tironeando de esta mientras oía su corazón latir.
Una calidez le inundo el pecho cuando vio la bola de pelos roja del chico enfrente suyo, se dispuso a acariciarle el pelo y la espalda, con suavidad, sin despeinar su larga y lacia coleta.
-Te quiero, Jotaro – dijo una vez mas el pintor, había caído ahora como un idiota que no le respondió, no podía evitarlo si verlo tan lindo lo desconcentraba a cada segundo.
-Yo también te quiero
Los 2 se sintieron aliviados, Kakyoin por escucharlo y poder sentirse agusto con aquellos sentimientos y Jotaro…por poder expresarlos, sin miedo del rechazo o de la incertidumbre de nuevo, esta vez con total seguridad de que eran correspondidos y verdaderos.
A los 5 minutos Jolyne salió del baño, encontrándose a la parejita muy cómoda en el sillón.
-Puedo yo también? –dijo alegre corriendo hacía ellos 2, Jotaro tiro la cabeza para atrás, cansado, ahora tendría que moverse para hacerle espacio.
-Te secaste el pelo? –pregunto su padre con pesadez.
-Sip –la niña empezó a jugar con la toalla que tenía en su cuello.
-Apagaste la bañera como te dije?
-Sip –era su momento, su padre no podía decirle nada.
Pero el timbre sonó, Jojo siseo hastiado por el ruido tan molesto del timbre, así que Kakyoin sin levantarse le pidió a Jolyne que le pasara el teléfono del timbre, al ver que era el delivery, compartió una mirada con Jotaro, ninguno de los 2 tenía interés de ir y mucho menos ganas de levantarse, así que mentalmente decidieron lo que sería mejor para todos.
Jotaro saco de su billetera 2 billetes y se los dio a Jolyne.
-El billete mas chico es tuyo, el mas grande es para el delivery, ve a buscar tu el sushi –Jolyne estaba por replicarle que no quería ir pero una sonrisa cálida de Kakyoin cambió la situación.
-Es una buena oportunidad para que empieces a pagar cosas Jolyne –dijo Kakyoin mirándola a los ojos, llenando de seguridad a la muchachita, quien abrió la puerta y bajo por el ascensor.
A los 5 minutos estaban los 3 recostados sobre el sofá, el pelirojo tenía una caja de sushi sobre la espalda y Jolyne y Jotaro lo estaban alimentando ya que el no se podía mover. Quizá le habían puesto demasiada salsa de soja,
La felicidad era solo un poco de todo lo que sentía ahora mismo.
2 notes · View notes
petitelunet-blog · 5 years
Text
Cómo aprendí a escribir (e investigar) desde la rabia
Cuando tenía siete, quizás ocho años, mi profesora de tercer año de Primaria me ordenó pasar al frente, al pizarrón, a resolver un problema de divisiones. En ese ciclo escolar estábamos aprendiendo las divisiones con números decimales después de haber batallado con las multiplicaciones.  Yo era una niña muy tímida, casi no le hablaba y las niñas y niños de mi clase, supongo que de mi parte obedecía a un tipo de autodefensa por sentirme observada de no llevar el uniforme escolar, pues en ese entonces mis padres no podían solventar los precios de la falda, la camiseta, los zapatos escolares y el suéter con el emblema bordado de la patriótica primaria Álvaro Obregón y además creo recordar que había pasado por el humillante lapso de andar con piojos buena parte del ciclo escolar por lo que es de suponer que muchas compañeritas no se me acercaran y evitaran estar junto a mí. 
Ese día que pasé al pizarrón me sentía muy nerviosa, sentía los ojos de mis compañeras y compañeros puestos sobre mí, aunque quizás esa sea una figuración mía, muy seguramente muchas y muchos estuvieran distraídos dibujando en sus cuadernos, dormitando en las mesas de sus pupitres o viendo al pizarrón con la mirada perdida, soñando despiertos, soñando que estaban lejos muy lejos de ese aburrida clase de matemáticas. Pero, sin embargo, sí recuerdo las risitas de algunos niños y niñas cuando la profesora al ver que de plano sólo temblaba y no podía ni escribir un número ni mucho menos pensar en resolver el problema, comenzó a enojarse y gritar que era una tonta, una burra calienta bancas. Yo no sabía en realidad qué estaba pasando, creo que ese evento en mi vida lo sentí  de forma irreal, como si fuera una espectadora y viera la escena con ojos de tercera persona, como sí fuera un sueño,quizás por lo traumático que significó para mí después. No entendía nada de nada acerca de divisiones y lo único que quería era huir de ese lugar cuanto antes, irme muy  lejos, muy lejos de las risas crueles y humillantes de esos niños y niñas, correr y no escuchar los gritos de la profesora que me obligaban a entender algo que no tenía sentido para mí.  Al no comprender lo que la profesora me ordenaba, sentía que ella tenía razón y que era una tonta, que había un problema conmigo, que no era como mis compañeros y compañeras. Traté de cambiarle el tema a la profesora, pedirle que me pusiera otra operación matemática, pero no accedió. Pasado casi 20 minutos yo sólo era un manojo de nervios, una figurita temblando frente a mis compañeras y compañeros, hasta que por fin me salvó la campana que terminó con la tortura. 
Quizás este episodio de mi vida no les parezca nada fuera de lo común, ni extraño, ni siquiera triste. Una etapa más de la experiencia escolar en la primaria, la historia de aprendizaje de cualquier persona, pero para mí constituyó el primer referente emocional que describe mi situación con la escuela, y hasta el día de hoy, mi relación con cualquier obra, escrito, trabajo o  producto que signifiqué demostrar y poner a prueba mis capacidades intelectuales, físico racionales. 
En la secundaria vivía con ese temor, me daba pavor participar en clases, sobre todo en matemáticas, física y química, aunque les encontraba  el chiste y lograba pasar las materias cada semestre. No obstante, siempre me acompañó esa sensación de incapacidad intelectual. Luego vino la preparatoria y creo que fui una alumna promedio, no me destacaba, no era muy esforzada pero tampoco reprobaba, básicamente trataba de pasar desapercibida. No esperaban nada de mí ni yo esperaba mucho de mí, creía que si tenía algo de suerte igual entraba a la universidad, y si no, pues quizás mi destino fuera quedar embarazada del novio del momento y casarme, como todas las mujeres de mi familia, como todas mis vecinas, como todas las  muchachas de la iglesia en la que se congregaban mis papás. Concebía la educación superior como algo que le ocurría a los más aptos intelectualmente o con mejores oportunidades económicas, una cosa de privilegios o de vocación. 
Finalmente entré a la universidad, a una carrera que ni sabía muy bien de qué se trataba pero que en mi viaje y trayecto a la ciudad de Guanajuato escuché de ella y me interesó enormemente. Claramente nadie me había dicho que existía ese tipo de profesiones enfocadas a las Ciencias Sociales. En mi vida pragmática creía que debía escoger una profesión que significara ingresos futuros para mí y mi familia. Mi papá me decía que escogiera carreras como contabilidad, odontología o medicina, esta última de verdad que me interesaba pero no me creía capaz y apta frente a mis compañeras y compañeros que sacaban las mejores notas en la preparatoria y demostraban un amplio conocimiento sobre el tema de las ciencias médicas. 
Al principio mi inclinación estaba dirigida a la antropología, pero me enteré que lo más cercano era la sociología, carrera que además sí ofertaban en la universidad de mi ciudad y que me permitía estudiar como trabajar para pagar la inscripción y mis gastos diarios. Ya dentro, en la universidad, me entusiasmó y apasionó el universo de las ciencias sociales, leía las obras originales de muchos autores y autoras. Pero en clases nuevamente me hacía chiquita. Cada vez que trataba de manifestar mi punto de vista o participar en los debates me ponía muy nerviosa; tartamudeaba, me temblaba la voz, sudaba como atleta de maratón y mordía la punta de la pluma de manera muy ansiosa. Dejaba que mis compañeros hombres se destacaran, filosofaran o compartieran lo que yo creía que eran  pertinentes análisis y críticas en torno a los textos que leíamos. 
A esas alturas claro que aprendí las tácticas de poder masculino dentro de las aulas de clase. Me vi imitando lo que ellos hacían, retomando las herramientas de los opresores, compitiendo, tratando de demostrar que estaba a su altura, subrayando los errores de mis compañeras que estaban igual de asustadas que yo su mal lectura sobre tal o cual autor. Asumí, encarné y me creí esos códigos patriarcales. Yo quería ser como esos hombres que se me presentaban seguros, brillantes, firmes en sus ideas, elocuentes en sus críticas. La verdad es que muchos de ellos me acosaron, incluso, y puedo manifestarlo ahora, después de mucho auto cuidado y terapia, que uno de ellos se aprovechó de mi condición vulnerable  alcoholizada y abusó de mí mientras estaba inconsciente. 
Después se presentó la oportunidad de trabajar en lo que se supone hacen las y los científicos sociales: intervenir y participar en proyectos de investigación sobre los fenómenos sociales, históricos, políticos, económicos y culturales en un colegio de formación para posibles investigadores en la ciudad. A esas alturas aunque me gustaban mis clases era muy mala utilizando las herramientas y técnicas de investigación social. No tenía tiempo de usarlas más que en mis ensayos y trabajos finales, que como sabemos, muchas veces las aplicamos a la carrera y de la noche a la mañana, sobre todo cuando no se tiene el suficiente tiempo para reflexionar o aplicar lo aprendido, cuando se estudia, trabaja y medio se come y medio se duerme. 
En esa institución me recordaron mi lugar y papel menor en el organigrama de la jerarquía institucional académica. Creo que esa etapa también contribuyó en reafirmar mi baja autoestima y mi sensación de incapacidad intelectual. Pues, hasta ese momento, sólo había trabajado limpiando casas, de mensajera y de comerciante vendiendo aromatizantes a los calafieros, choferes, taxistas y camioneros en las calles y puntos de cruce de transporte. Así que sí, me sentía minúscula frente a otras y otros becarios y estudiantes acostumbrados a creer y a reafirmar todos los días sus capacidades y conocimientos intelectuales y frente a esos y esas investigadores vacas sagradas que se molestaban por mis faltas de ortografía o mi mal manejo de las hojas de excel.  
Como una forma de creer en mí en términos intelectuales, traté de entender mi biografía desde la sociología. Comencé a trabajar en un proyecto de tesis de licenciatura sobre la socialización religiosa de las mujeres al interior de una Iglesia evangélica, un caso similar a mi propia experiencia en la infancia. Cuando por fin logré terminar ese trabajo, no podía creerlo, me sentía extraña, una farsante. ¿Acaso yo era esa persona que logró terminar una tesis?, ¿una investigación? ¿Logré comunicarme de forma escrita? Creí en su momento que muy seguramente estaba mal hecha. 
Gracias a esa experiencia de investigación de tesis logré mejorar mis técnicas de investigación, pero, como todo sacrificio y prioridad en la vida, perdí en ese tiempo de aislamiento la capacidad para relacionarme con otras y otros. Me daba miedo salir de mi casa, conocer gente nueva, entablar conversaciones con extraña/os, por mucho tiempo estuve encerrada en mi habitación o en la biblioteca construyendo aquello que llaman “objeto de investigación”. Me encontré cercada en esa torre de marfil llamada academia. Un lugar que puede ser frío y violento en términos institucionales. Un lugar donde eres una imbécil hasta que demuestres lo contrario. Se generó en mí un miedo atroz a las jerarquías institucionales, especialmente a aquellos sujetos que contaban con credenciales, grados, distinciones, poder y carisma que podían tumbar mi sueño de ser investigadora con tal sólo opinar y hacer trizas mi trabajo. Viví ese malestar de clase, de no saber hablar y expresarme bien ante esa gente, de no lograr vestirme correctamente, de no estar lo suficientemente blanqueada, “ilustrada” y atractiva. De no sentirme inteligente, ni capaz para relacionarme o “caer bien”, ni ser merecedora de que se me contrate, quieran trabajar conmigo o asesorarme. “Que no se me note que vengo de la clase trabajadora”. “Que no se me note que a estas alturas no domino el inglés”. “Que no se me note que no sé de que autores o artículos me hablan”. “Que no se me note que tengo una condición en la lengua que me impide pronunciar bien ciertas palabras con R y L”. “Que no se me note que digo muchas palabras considerables coloquiales al intentar explicarme”. “Que no se me note las lonjas de mi estomago”. “Que no se me note...” 
Hasta el día de hoy esa sensación me acompaña. Muchas personas me dicen: Vaya, Ale, pero si estuviste en una universidad, entraste a un posgrado conacyt, ya vas por la segunda tesis... te va bien”. “No seas exagerada”. Sí, todo eso es cierto, pero me han costado lagrimas, temblores, inseguridades y episodios de ansiedad y pánico que derribaron en dos horribles depresiones en los cuales no hubiera salido si no contara con una sólida red de apoyo y mi circulo de contención feminista que me regaña pero también me cobija, abraza y me recuerda que no estoy sola, que no es necesario creerse esos mitos patriarcales de modernidad y meritocracia neoliberal. Porque como dice una querida amiga: el orden de la cientificidad es una invención del mundo masculino, pero la anarquía nos pertenece a nosotras, las nietas de las brujas que no lograron quemar en la Santa Inquisición orquestada por los padres fundadores de la revolución científica y las ideas de la ilustración. 
Comprendo y acepto si mi experiencia raye en lo superficial si se compara a otras opresiones vividas por mujeres que sufren violencia e injusticias materiales todos los días, pero no es mi intención hablar por ellas, porque me parece que eso representaría una forma de colonialismo discursivo que invade formas de vida externas a las mías. Hablo por mí, desde este cuerpo de menos de 1.50 y  50 kilos. Desde mi propio y personal malestar que seguramente comparto con otras compañeras. Porque la violencia nos atraviesa a todas en diferentes direcciones y escenarios. Hasta el día de hoy admito que soy un cuerpo que en ocasiones se desplaza y encarna los valores e ideales que constituyen el parámetro de lo hegemónico, pero también me ubico y traslado a ese otro lado de lo abyecto como comparto en este texto. 
Confieso que existen ocasiones en las cuales no puedo ni escribir, leer o ver algún documento sin que las letras sean mis peores enemigas y sólo vea un montón de signos que no entiendo y no comprendo. Figuras que se borran y aparecen como lucecitas navideñas que no puedo captar ni comprender bajo las emociones que la ansiedad me provoca. 
A veces no se me antoja salir ni demostrar nada a nadie, ni a mi misma. Sólo me ocupo en existir y aceptarme con todo ese caos interno y contradictorio. Evito creer ese discurso academicista anclado en exigencias neoliberales y clasistas que esconde injusticias por demás racistas y sexistas para mantener su  legitimación como institución que se inserta en un modelo de competencias globales.  Evito escribir si mi impulso primario es el miedo a las jerarquías de poder patriarcal basada en la exigencia académica u otras formas de imposición y disciplinamiento subjetivo. Ya no me creo sus discursos, me revelo. Busco retomar aquello que el sistema repele más: que hable y me enuncie desde lo que soy, desde este cuerpo sexuado leído e interpretado como mujer. Que hable desde mi experiencia y conocimiento situado, desde mi praxis feminista. Desde mis vivencias y  subjetividad que atraviesa todo. Desde mi miedo. Desde todo mi ser que se burla y expone la ficción de la objetividad científica basada en los supuestos universales masculinos. Desde mi enojo que cuestiona y desafía los frágiles cimientos de las estructuras del poder patriarcal y colonial en la historia de la ciencia. 
En eso punto me encuentro, compañeras. 
Finalizó con las bellas y poderosas palabras de Gloria Anzaldúa: 
“Muchas tienen una facilidad con las palabras. Se da la etiqueta de profeta pero no ven. Muchas tienen el talento de hablar pero no dicen nada. No las escuches. Muchas de las que tienen palabras y lengua no tienen oído, no pueden escuchar y no oirán”. 
“No hay necesidad de que las palabras se enconen en la mente. Germinan en la boca abierta de una niña descalza entre las multitudes inquietas. Se secan en las torres de marfil y en las aulas de las universidades. Tira lo abstracto y el aprendizaje académico, las reglas, el mapa y el compás. Tantean sin tapaojos. Para tocar más gente, las realidades personales y lo social se tiene que evocar —no a través de la retórica pero a través de la sangre y la pus y el sudor”.
“Escribe con tus ojos de pintora, con oídos de música, con pies danzantes. Tú eres la profeta con pluma y antorcha. Escribe con lengua de fuego. No dejes que la pluma te destierre a ti misma. No dejes que la tinta se coagule en el bolígrafo. No dejes que el censor apague la chispa, ni que las mordazas te callen la voz. ¡Pon tu mierda en el papel!”
2 notes · View notes