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#pasodobles taurinos
valentiae-edetani · 11 months
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Pasodoble Torero titulado "Calle Sierpes"
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proud-spaniard · 9 months
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Banda de Música Ntra. Sra. de la Oliva: "Pasodobles Taurinos" desde la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla (full disc).
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national-spain · 2 years
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Provided to YouTube by IDOL: Pasodoble Taurino titled "Calle Sierpes" · Musique du Rgt. Inf. "Inmemorial del Rey" n° 1, Armée Espagnole. Pasodobles de oro. ℗ Agorila. Released on: 2004-01-01. Composer: Abel Moreno. Auto-generated by YouTube.
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itsnothingbutluck · 1 year
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cparti-mkiki · 1 year
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since we are on the topic of dubious international homages in song form, i wanted to take a moment to appreciate the absolute aberrations that my home country has produced… about…? based on…? in mockery of…? in appreciation of…? my other home country. it’s heinous but it also deeply compels me.
off the top of my head, there is this horrible tube d’ete which i have also heard in german (?). i put it on from time to time to remember what a microaggresion feels like <3 although if you ask me this is a macroaggression.
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in that same vein: this one is legendary and i don’t know if it’s a cover of a preexisting pasodoble taurino or just an incredibly well done original pastiche but it was translated into spanish to become a huge hit in spain — which means i can’t even complain about how bad it is, because yes, it. is bad but bad in a way vintage spanish verbena songs have to be. i think most spanish people don’t even know the original is belgian because in its utter corniness and patriotic pomp it feels ready made for manolo escobar greatest hits and as such im afraid i have to give this one to belgium. you kinda nailed it
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juarezesdeporte · 2 years
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BARRERA DE SOL
FLOR DE ESPAÑA
Manolo de la laguna
 Atenta y respetuosamente, "velis nolis", los invitamos a volar con la imaginación, hacia la tierra del Gran Corso, a esa tierra gala donde hay un pueblecillo sureño que, según la geografía universal, está ubicado en el departamento de Landas, en la región de Nueva Aquitania, su nombre... Chan, chan, chaaan: Dax. 
 Por qué viajar a la tierra de "La Doncella de Orleans", de Charles Louis de Secondat, señor de Bréde y barón de Montesquieu, pues para salir de la rutina cotidiana, porque viajar con el pensamiento, como soñar, no cuesta absolutamente nada ¿de acuerdo?. Gracias.
 Y es que el pasado 11 de agosto, un torero purépecha, que anda triunfando en España, fue llevado por su apoderado, creemos nosotros, a tomar la alternativa, precisamente en Dax, quizá porque consideraron sus allegados, que er chaval ya está listo para el doctorado en el difícil "Arte de Cúchares", donde llegar a figura es casi un milagro, según los enteraos sobre el tema.
 Fue así que el gloriando de la tierra de "Juan Colorado", se vistióó de luces en suelo francés y a los acordes del hermosos pasodoble "Flor de España", partió plaza y aunque no alcanzó el triubnfo grande, según la crónica, al demostrar pundonor, logró, con el toro de su alternativa "Dudocito" de Cuvillo, dar una vuelta al ruedo en medio de fuerte ovación.
 El michoacano ya es matador de toros, ahora le queda demostrar que tiene los machos bien amarraos y va a triunfar en grande tarde a tarde, en cuanta plaza de toros se presenta, sea de Francia, España o México y haga historia en el mundillo taurino.
 Hace falta referenciar la baraja taurina en ambos lados de la mar océano  
y este mexicano ya tiene la oportunidad de demostrar armonía, sentido y valor, por escribirlo de alguna manera, meter a la afición en la canasta. bordando el toreo como los toreros buenos; él es: ISAAC FONSECA SOTO.
 Si el gobierno de la ciudad de México, permite que haya temporada grande en la monumental plaza de toros México, seguro es que veamos a Isaac, aunque sea por televisión y ver si logra, con er tiempo y un ganchito, convertirse en la figura que la afición y torería azteca necesitan desde "endenantes". Vale.
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aliciasonay · 3 years
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(User 878954766)
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kokoronbain · 4 years
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🐍 S. VS A.🕊
- Part 2.A
/!\ WARNING /!\ = I am bad at comics; maybe beyond understanding actions/fight; no background; the ghostsona who doesn't belong to me may be out of character
Before starting the comic, activate the music 👇
Don't worry the music starts in exactly 7 seconds
Here comes the fight between Fell!Paloma and Fell!Starry (@mysty-nights-and-water-ghosts)
Good reading!
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~ To be continued ~
Hope you liked this little part despite my bad skills!
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gonpegonpichuelo · 3 years
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"Pasodoble taurino"
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valentiae-edetani · 2 years
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Banda del Maestro Tejera: “Plaza de La Maestranza”. Pasodoble taurino muy frecuente el paseíllo de las corridas sevillanas.
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proud-spaniard · 2 years
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Quintín Esquembre Díaz: "La Entrada", pasodoble taurino
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notengoni · 5 years
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Ayer día taurino. Con el gintonic cogiendo fuerzas para ir hasta la plaza. Tras la banda y al ritmo del pasodoble "a los toros" Y sin entrar a la plaza, que a mí no me gustan los toros. #blogdecesar #tudela #fiestasdesantaana #fiestasdetudela #despejoplaza #mulillas #mulilleros #bandademusica #pasodoble #alostoros #toros #corridadetoros (en Tudela, Navarra, Spain) https://www.instagram.com/p/B0fjKPVi_wl/?igshid=17iudjd737th7
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andaluza-rusa-blog · 7 years
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Mi primer toro
CAPÍTULO 16
Vale la pena dedicar un momento especial a describir mi primera corrida de toros. Como muchas cosas en España este espectáculo para mí era algo totalmente nuevo, nunca experimentado en mi vida rusa, ni siquiera algo parecido. Los toros era la cima de mi curiosidad y deseo. Antes de conocer a Rafael yo, sola, no me podía permitir el lujo de ver una corrida, tanto por el precio de las entradas, como por la desgana de ver un espectáculo tan especial sola, sin nadie al lado con quien compartir mis sentimientos ni a quien preguntar lo que pasaba delante de mis ojos. Pero ahora, teniendo un novio andaluz, y más, mulillero, el que acompañaba y arreaba al tiro de mulillas en el arrastre de los toros vencidos, yo podía asistir a la corrida de toros cada sábado cuando era la temporada. Nunca olvidaré mi primera vez en la plaza de toros en la calle Salduba. Me preparé para este evento tan importante en mi vida española estudiando detalladamente la historia de la tauromaquia para saber de qué iba la cosa y para no atormentar a Rafael con mis preguntas que le ponían de mal humor nada más oír mis constantes “porqués”, “cómos”, “cuántas” y “cuándos”. Me daba mucho orgullo que la palabra misteriosa, TAUROMAQUIA, provenía del idioma griego, que directamente tenía que ver con mi origen genético, mi sangre y mis antepasados. Por fin llegó el sábado. Bien vestida y guapa fui a la plaza. Habíamos quedado a la entrada, pero Rafael todavía no estaba, estaría ocupado con sus mulas dentro. Saltaba a la vista lo mucho que querían los españoles su arte nacional, que tenía al menos según lo leído 9 siglos. Se oía un alegre pasodoble, unas risas o estallidos de carcajadas de grupos de personas tanto jóvenes como no tan jóvenes, tanto los hombres como las mujeres, algunas de las cuales llevaban mantilla y peineta. Me sentía como hace muchos años, siendo niños, a mi hermano y a mí, nuestros padres nos llevaban al circo ambulante y con los nervios tensos, a más no poder, estábamos en la cola para pasar dentro y nos preocupaba que faltara sitio en los bancos o que empezaran sin nosotros perdiendo el comienzo, el desfile de todos los participantes del espectáculo. Mientras observaba a la gente distraídamente, vi a Rafael, algo mosqueado ya, haciéndome señales desde la entrada. -Chiquilla, te estoy llamando como media hora y no me haces caso. -Como que media hora si llevo aquí 5 minutos. Rafael, como un verdadero andaluz, siempre tenía una tendencia a exagerar mucho. -Venga, venga, no hables tanto, si te digo media hora, e(s) media hora…- me lo dijo sin escuchar mis excusas empujándome ligeramente delante de él hacia la entrada. -Hola, Gabi, qué hay. Te presento a mi novia, es Irina -se dirigió Rafael a un hombre con un aspecto un poco desaliñado por tener la camisa mitad fuera, mitad metida en el pantalón, al que estaba en la entrada haciendo pasar hábilmente a los espectadores,  indicándoles  dónde tenían que dirigirse, a la derecha o a la izquierda de la plaza. Sin embargo eso no le impidió estudiarme deslizando su mirada desde mi coronilla hasta los tobillos. Pensaba que me iba a pedir que me diera la vuelta para hacer lo mismo por detrás. -Hala, qué wuapa é(s), quillo, pregúntala si tiene una amiga como ella pami también -hizo un comentario Gabi. -Que va, é(s) la única y solo pami, tú ten mucho cuidado, que te conozco. Los dos hablaron un rato. No entendí ninguna palabra, pero capté que era algo de los caballos o puede que no, todavía me costaba entender las hablas andaluzas con  constantes ceceo,  seseo,  la relajación de la “ch”, en vez de “is”, “eis” y en vez de  “es”  “is” y al final a veces como si se hablara en otro idioma. Rafael me llevaba de la mano. -Mira, yo no puedo estar contigo, tengo que hacer cosas, pero estaré abajo y me podrás ver allí, si puedo me acerco ¿Vale? -me dio un beso y al colocarme en la grada más cercana al ruedo, desapareció entre aquella gente que preparaba el espectáculo taurino. -Vale, vale, no te preocupes, no soy una niña, me apaño de alguna manera –le tranquilicé antes de que me dejara sola. Si yo hubiera sabido lo que me estaba esperando. El presidente mostró sobre el tapiz de la delantera del palco un pañuelo blanco. Sonaron clarines y timbales y empezó el paseíllo. Los alguacilillos, apareciendo por la puerta grande, se dirigieron hacia el palco presidencial. Rafael desde abajo me hacía unas señales que yo no podía entender al principio, pero cuando me fijé en un alguacilillo que me señalaba mi novio con el dedo reconocí a su hija, María; llevaba traje de pana, capa, golilla, botas altas y sombrero de ala ancha adornado de plumas. Sin saber si me veía o no, le agité la mano. Enseguida quería contar a alguien que yo conocía a aquella chica pero me rodeaba gente ajena en la grada a quien seguramente poco importaba de quién era la hija y que su padre era mi novio, aquel hombre guapo de ojos verdes. A los alguacilillos les siguieron los matadores en una hilera de tres. Tras ellos, debían ser los banderilleros, al menos era eso lo que había leído en el libro, a continuación, de dos en dos, y por cuadrillas, marchaban los picadores en sus caballos y sin pica, después areneros, Rafael entre ellos, y los tiros de mulillas cerraban el paseíllo. A mí me palpitaba el corazón al presentir la grandeza de un espectáculo tan famoso en el mundo, la emoción se reflejaba en mi cara con una amplia sonrisa y yo no paraba de moverme en mi asiento. Lo único que me estropeaba ese momento mágico era no tener a nadie a mi lado para compartir mis impresiones. Uno de los alguacilillos entregó la llave a un hombre, que si no me equivocaba se llamaba chulo de toriles, vestido de luces, con un traje azul de chaqueta corta, camisa blanca y una gorra de cuadros y luego, descabalgados los dos, los alguacilillos se situaron en el callejón. Los areneros arreglaron el ruedo y cuando todo estaba en orden, el presidente, sacando su pañuelo blanco, ordenó que saliera el primer toro. Y allí estaba el toro más guapo de todos a los que había visto nunca jamás, de 525 kilos, de un marrón más espeso hacia el trasero y moteado de salpicaduras blancas más claro hacia el cuello y con la cabeza puramente alba. Se llamaba merecidamente Capuchino, es curioso; no me acuerdo del nombre del torero, pero sí del toro. Un cúmulo de energía vital, desmedida fuerza, infinito equilibrio de esbeltez y armonía muscular, pisando firmemente la arena del ruedo, con una envergadura de casi un metro de preciosas, gruesas y largas astas de color caramelo impecable, con garbosa curvatura de la lira de Orfeo. Salió bufando y levantando una densa nube de polvo arenoso, con la cabeza bien alta con una brutalidad y desafío como si dijera a todo el mundo “¡Aquí estoy, vamos, quién se atreve conmigo!”. Entre sus omóplatos lucía pegado (como yo pensaba) un lazo blanco. Los tres subalternos del torero, vestidos con trajes exageradamente lujosos, agitaban el capote delante del guapo torito, escondiéndose en el burladero cuando el bicho se ponía demasiado bravo y valiente. Salió el picador con el caballo que ni siquiera parecía un caballo: cegado, ensordecido, tapado por todos los lados con el peto. El picador era un tío tan panzudo y torpe que me vino a la memoria la imagen del bueno de Sancho Panza, al observarle se me escapó una sonrisa que se me borró enseguida al ver como el toro cogiendo un buen impulso dio al pobre caballo tan fuerte que apenas el animal se mantuvo en pie. “¡Qué bárbaro!”, pasó por mi cabeza, dirigiéndose mentalmente al toro. Un espontáneo grito salió de mi boca, pero al ver que no hizo ningún daño al caballo, me tranquilicé, sin embargo no para mucho tiempo: el panzudo picador, el mismo que me resultaba parecer tan bonachón, sin piedad ni mesura hundió su pica en la espalda de Capuchino y enseguida el bonito lazo blanco pegado entre sus omóplatos se tiñó de rojo escarlata y cuando el hombre quitó su arma un chorro de sangre a borbotones salió de la herida poniendo ambos costados del bonito animal del mismo color que su lazo. Se me congeló la sangre, “un momento, un momento, tío, ¿qué le estás haciendo?, eso no, le estás haciendo mucho daño”, otra vez hablaba conmigo misma casi en voz alta. Y el toro con toda mi sorpresa no hizo ni el más mínimo caso al picadero, como si fuera una picadura de mosquito, seguía dando cabezazos. Por fin los ayudantes separaron el toro del caballo. El desgraciado picador, que ya no me parecía una buena persona, se retiró del ruedo. Ahora era el turno de los banderilleros. Cada brutal meneo de la cabeza del toro adornada con los temerosos cuernos que era su única pero poderosa y peligrosa arma, obligaba a los banderilleros a hacerlos ingeniosos saltos acrobáticos llenos de sumo virtuosismo, vanidad y altísima precisión y todo se acompañaba cada vez con aplausos y unánimes gritos del público. -¡Ole!, ¡ole!, ¡ole!… El pitón afilado del toro pasaba a unos milímetros de los riñones, del costado o del vientre del banderillero. El aturdido animal cada vez que fallaba, no entendía cómo todavía no había logrado levantar al aire este escuálido cuerpecito humano, totalmente desprotegido y encima agitando delante de sus narices esas cosas coloridas. Cuando las banderillas se clavaron en su espalda y el público enloquecido aplaudió la agilidad y maestría del banderillero, mi ánimo se me vino abajo; el animal daba brincos enfurecidos moviendo la cabeza, intentando infructuosamente quitárselas, pero aquellos chismes, firmemente hincadas en su carne solo se movían de un lado para el otro manchándose de su sangre. Tan absorta siquiera me di cuenta que Rafael subió y se sentó a mi lado. -¿Te gusta? –ya me preguntaba la tercera vez mi novio y yo seguía sin contestar. -Rafa, si ellos le están haciendo mucho daño, eso debe doler tela marinera. -No, no le duele, todo lo contrario, tiene el corazón a reventar, hay que bajarle un poco de tensión, soltarle la sangre. Chiquilla, es su vida, es para lo que vive este animal, ¿entiendes? No te preocupes, no siente dolor. Yo no le creía. Hombre, la brillante y lujosa piel de Capuchino estaba cubierta de sangre desde la tabla del cuello hasta el vientre, por los dos lados, pero era verdad, el animal seguía moviéndose igual o todavía con más bríos, parecía no darse cuenta de lo que le hacían. Yo, con las manos juntas debajo de la barbilla, con los dedos entrelazados casi sin respirar observaba la lucha, sinceramente deseaba que dejaran en paz al torito ya, claramente estaba de su parte, odiando a toda esa gente que le causaba tanto dolor y sufrimiento. Por fin los banderilleros también abandonaron el ruedo, dejándole al toro solo y ensangrentado. Salió el torero, el matador. No me gustó para nada su segundo nombre. El animal todavía seguía con la misma bravura y valentía, pero por su vientre se le notaba la agitada respiración. La hemorragia del agujero de su espalda con las banderillas clavadas no paraba salpicando la arena del ruedo. Los malditos chismes, moviéndose de un lado para otro empapándose de la sangre, le tendría que provocar una tremenda y progresiva tortura. El torero, haciendo unas raras y feas muecas de cara, citando al toro con la muleta, le obligaba a embestirle en balde una y otra vez, exponiéndose a la merced del peligroso animal. Desde luego lo que hacía el maestro era digno de infinita admiración, se me paraba el corazón al ver cómo se ponía de rodillas delante de su poderoso y desigual rival, que pesaba al menos 6 veces más que él, cómo le daba la espalda sin mirar atrás, saludando al público, cómo sin ninguna protección se enfrentaba y evitaba la casi inminente cornada de un bicho que era capaz de levantar en vilo a un caballo de 350 kilos, pero tampoco me gustaba ver esa tortura y tanta sangre que fluía desde las heridas de un ser vivo que no tenía ninguna culpa y que le debilitaba cada momento más y más. De repente se quedó todo en silencio, sólo se oía el bufido del toro. El torero cogió la espada en la mano derecha y con la izquierda seguía agitando la muleta haciendo bajarle la cabeza, después se puso quieto, apuntó con la espada al fatigado animal, que también se quedó inmóvil, con la cabeza gacha, poniendo las patas delanteras muy abiertas; después lentamente, pero fuerte, empezó a escarbar con la pata derecha, levantando polvo, preparándose para un nuevo ataque que debía poner fin a esta lidia entre un ser humano y una bestia. Yo ni siquiera sabía lo que más deseaba, tan solo quería dejar de verle sufrir y llegar a un lógico fin porque estaba tan cansada de aguantar el angustioso nudo de sentimientos confusos en la garganta. Los dos arrancaron a un tiempo, uno al encuentro del otro; un corto y bien calculado movimiento del matador combinado a la misma vez con una precisa rotación corporal, salvándole de una peligrosa cogida, hizo que en un instante la espada del maestro ya estaba metida hasta la empuñadura entre los omóplatos de mi pobre Capuchino. El público estalló en un incontrolable júbilo, todos se levantaron de pie vitoreándole al matador, agitando los pañuelos blancos y parecía que nadie veía al precioso animal, aguantando mantenerse de patas, pero se cayó. Se cayó de rodillas, intentaba levantarse o al menos mantener la cabeza en alto, abrió la boca, un fino hilo de saliva ensangrentada se tendía hasta la arena. De pronto desaparecieron todos alrededor mío, ahí, en pleno silencio estábamos solos, él y yo. Se oían los fuertes todavía latidos de su herido mortalmente corazón bravo. El me miraba a los ojos y yo le sujetaba la cabeza, apretándola contra mi pecho. Le acariciaba el morro y quería creer que con ello le mitigaba el horrible dolor y sobre todo aquel temor de cruzar el umbral al otro mundo donde probablemente ya nunca perdería, donde ellos siempre saldrían ganadores. No sé qué palabras, en qué idioma le susurraba al oído sin dejar de rascarle el caliente cuello ensangrentado hasta que su corazón con el hierro frío dentro iba contrayéndose cada vez con menos fuerza, apagándose poquito a poco, hasta dar el último y sordo latido, sus párpados cerraron, sentí todo el peso de su preciosa cabeza blanca en mis rodillas y las lágrimas como una cascada del Niágara cayeron de mis ojos sobre su frente con un pequeño remolino de pelo blanco. -Por qué lloras, anda, deja de llorar, joder, ¿qué te pasa, qué estás haciendo? -Rafael me estaba sacudiendo por los hombros, parecía enfadado, repetía una y otra vez que dejara de llorar, apenas le entendía. Me costaba frenar mi fantasía tan real  y volver al ruedo de toros con esa gente gritando como locos, no podía apartar la vista del inerte cuerpo del pobre Capuchino que ya estaban preparando para el arrastre. -No le mires, no le mires, oye, eso no puede ser, joder, la madre que me parió, deja de llorar, coño, yo tengo que irme, Iri, por favor, ay, dios mío, es la última vez que vienes a los toros conmigo, te lo juro, eh. Al final, sin poder conseguir nada, Rafael se apartó de mí, haciendo como si no me conociera y desapareció de mi vista. Poquito a poco empecé a darme cuenta de lo ridícula que me ponía allí, pareciendo una guiri atontada, lo que más me fastidiaba. Puse mucho esfuerzo para hablar bien español, para asemejarme a una española y ahora era casi igual que los turistas japoneses que salían corriendo para no vomitar allí mismo en la grada. La gente me miraba como si preguntaran ¿y esa gilipollas que hace aquí llorando? Sin poder hacer nada al respecto, pensé: ¿A caso yo no sabía cómo se acababa la corrida? ¡Sí! ¿Qué me creía, que saliera corriendo un veterinario a socorrerle? ¡No! También sabía que muy pocos toros se indultaban. ¿Entonces qué me pasaba? Después Rafael me sacó de la plaza en un estado catatónico, insensible, como cuando sales de la consulta del dentista con media cara dormida y me mandó a casa sin que acabara la corrida de otros toros. Ya tenía suficiente con uno. Una semana después no podía deshacerme de aquella imagen cruel y sangrienta, sin poder ni comer, ni dormir, ni leer, ni estudiar. Nada más cerrar los ojos veía la última mirada del Capuchino, no era él con el estoque hasta la empuñadura en la espalda, de rodillas, con la lengua fuera, era yo, sangrando, sufriendo, falleciendo delante de tanta gente que estaba festejando mi muerte. Y sin embargo no, yo no me he hecho antitaurina. Con el tiempo entendí que eso era mi España, la que yo quería, la que yo admiraba, donde yo vivía y disfrutaba de esta vida y yo tenía que aceptarla como era, en primer lugar con su corrida única en la tierra. Siglos y siglos, incrustada en su existencia mundial, se afinaba, se armonizaba este arte nacional, una inigualable lucha entre el diestro y el precioso toro bravo de lidia, el exclusivo toro de la raza especial que se criaba en España precisamente para este espectáculo taurino y era lo más importante de la cultura española. Me podía gustar o no, pero yo me callaba y bajaba la vista cuando hablaban de la tauromaquia, para mi esa grandeza era inalcanzable e inentendible, la odiaba, pero también la tenía muchísimo respeto. La única explicación que me pude encontrar de mi incontrolable comportamiento delante de la muerte del toro, era mi nacimiento en el año del buey. Probablemente por el karma, toda mi acción dinámica no soportaba ver morir a este animal. Aunque Rafael cumplió su promesa, nunca más me llevó con él a los toros, fui a ver la corrida después muchas veces, aprendí a gobernar mis sentimientos, no lloraba por fuera, pero sí por dentro y nunca pude disfrutar de este espectáculo como los demás amantes de los toros. Sigo sufriendo, pero inexplicablemente también me siento orgullosa de que pertenezco a este país cuyo símbolo es precioso y único toro bravo con su cultura tan grande, que me perdonen los antitaurinos, lo siento.
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valladolidnoticias · 6 years
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Hay «superhéroes» que visten traje de luces
Ni Superman, ni Spiderman, ni el Capitán América… Son muchos más cercanos, personas de carne y hueso y con una desbordante pasión por lo que hacen. No en vano, cuando ejercen su profesión se juegan la vida. Lo saben, lo asumen, pero es su trabajo y en él vuelcan su alma. ¿Son de una pasta especial? ¿Son gente extraordinaria distinta al resto? Es posible. Para algunos mortales son «superhéroes». Son los toreros. Hombres y también mujeres que cuando visten el traje de luces, cogen los trastos y se citan con el toro en los medios de un coso parecen adquirir superpoderes. Convierten su desempeño en un arte. Así es como el colectivo taurino y los aficionados presentan y acercan a los niños la liturgia de la lidia y sus protagonistas. Sepúlveda vivió ayer otra tarde de pedagogía y entretenimiento para los menudos aspirantes a diestros. Y en la memoria de todos, Víctor Barrio. Esta iniciativa de unas navidades taurinas para los vecinos más jóvenes de Sepúlveda fue suya. Él la puso en marcha hace seis años. Ahora, la asociación cultural taurina de amigos del diestro; su viuda, Raquel Sanz, y compañeros de profesión dan continuidad a aquella idea para que el legado del torero segoviano, fallecido de una fatal cornada el 9 de julio de 2016 en la plaza de Teruel, no se desvanezca.
«Siempre he pensado que la tauromaquia no hay que defenderla, puesto que tiene argumentos más que suficientes para defenderse por sí sola, pero sí es necesario explicarla y darla a conocer». Este pensamiento de Víctor Barrio inspira este proyecto, lo mismo que durante este año ha sido el lema que ha presidido el programa que la Fundación Toro de Lidia ha llevado por varias plazas de toros de España, a través de la primera edición de los cursos para aficionados prácticos infantiles que llevan el nombre del diestro nacido en Grajera.
Sergio Miguel, presidente de la Asociación Cultural Taurina Amigos de Víctor Barrio, expresa su satisfacción con la celebración y aceptación de esta nueva jornada navideña. La cancha del pabellón Félix Arranz se transformó por unas horas en un pequeño coso cubierto. Una miniplaza portátil, cedida para la ocasión por el artista turolense Juan Iranzo, fue el albero de las lecciones y la diversión que recibieron unos setenta niños.
Invitados de renombre
Como dice Raquel Sanz, «Víctor Barrio ha vuelto a poner el cartel de ‘no hay billetes’». El éxito de la convocatoria invita a que habrá más ediciones. En esta ocasión, toreros de la talla de Cristina Sánchez, Juan del Álamo, los novilleros Carlos Ochoa y el local Eusebio Fernández y el banderillero Roberto Martín, ‘Jarocho’, hicieron de maestros de ceremonias. El presidente de la Asociación Cultural Taurina Amigos de Víctor Barrio subraya que no solo han asistido niños de la villa anfitriona, sino también de otros municipios de la zona, como de Riaza o Cantalejo.
Los niños han conocido de primera mano qué es un torero, cómo se prepara, lo que siente cuando va a torear, entre otras muchas cuestiones que les han respondido los profesionales que no han faltado a su cita en Sepúlveda. Sergio Miguel explica que una de las maneras de aproximar el toreo a los más jóvenes es haciéndoles ver que son «superhéroes que realizan un arte y que han de entenderse y participar con un animal». Y como superhéroes, también poseen su uniforme.
Los niños han disfrutado de la cercanía de los toreros e incluso han podido tocar un traje de luces y conocer las distintas partes de las que se compone gracias a las explicaciones de quienes se lo enfundan para acudir a la plaza de toros.
Taller de chaquetillas
A continuación, se han puesto manos a la obra para confeccionar su propio vestido. Para ello han contado con la ayuda de los propios diestros, quienes no han dudado en echarse al suelo para colorear y recortar, poniendo a prueba su destreza con pinturas y tijeras, relata Sanz.
Una vez concluido el trabajo con las artes plásticas, todos los participantes han hecho el paseíllo y han pegado sus primeros lances con los avíos, dirigidos siempre por la atenta mirada de los profesionales. Al finalizar la actividad, todos los niños han sido apremiados a que escribieran una carta a Víctor Barrio. «Todas ellas han sido introducidas en un ‘buzón mágico’, cuyo paje se las hará llegar al cielo», desvela la viuda del malogrado torero segoviano.
La memoria al matador de Grajera también tendrá banda sonora. El próximo día 4 de enero, la Agrupación Musical de Sepúlveda va a estrenar en su tradicional concierto de Navidad, un pasodoble especialmente compuesto y dedicado a Víctor Barrio.
Fuente: El Norte de Castilla
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rockyultrasx11 · 7 years
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#NowPlaying Paquito el Chocolatero by Banda de Música Ntra. Sra. de la Oliva
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cazawonke · 7 years
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En ocasiones con un simple vistazo a un plantel, o con ver los números, las cosas saltan a la vista y, en esta ocasión, con poco se puede apreciar el gran día del que disfrutarían diez afortunados monteros, ya que entre ellos cobraron la friolera de nada menos que 106 jabalíes. Una media de diez jabalíes por puesto lo dice todo.
En esta ocasión montearíamos una mancha en la que no cazaríamos desde hace ya cinco años, por lo que muchas serían las ilusiones y ganas por volver a cazar en ‘Valdeinfierno’, todo un capricho de caza. Ya que esta gran finca se cuidada todo al más mínimo detalle, contando con gestión, cantidad y gran calidad de jabalíes. Si a todo ello le sumamos unas inmejorables instalaciones, tiraderos y puestos perfectamente ubicados en torretas con gran visibilidad, se pueden imaginar que buen tándem. Ya tan solo faltarían buenos monteros y una jornada de caza en la que el día acompañase.
Y así sería con todo lo anteriormente señalado a nuestro favor, nos reuniríamos en el gran pabellón de trofeos de que dispone esta bonita finca, en el que, en un gran ambiente montero, se repartirían la suerte que luego más tarde en el monte tendríamos el gusto de disfrutar. Nada más colocarse los monteros en sus posturas no se tardaría en empezar a escuchar esa bonita melodía de lances en una y otra zona de la mancha a montear, que minutos más tarde acompañada de ladras y carreras se convertirían en un auténtico disfrute, ya que algunos puestos no tendrían ni un sólo segundo de paz entre lances, ladras y movimiento de carreras en sus posturas. Posturas que recordarán durante muchos años puestos como el nº 3 con nada menos que 17 jabalíes cobrados, el número 9 y 10 con 12 jabalíes cobrados, y así una pequeña lista, hasta sumar nada menos que 106 jabalíes, entre tan sólo diez monteros.
Al llegar a la casa, durante la comida ya se respiraba en el ambiente, aires de gloria, ya que la felicidad de muchos de los asistentes sería el mejore reflejo de lo que luego contemplaríamos en el plantel final. Plantel en el que, además de cantidad, brillaría el marfil de los colmillos de los grandes macarenos cobrados, siendo la calidad de algunos de estos impresionante. Por lo que nos despediríamos de esta gran finca, inmortalizando el momento bajo la caída de la tarde y al ritmo de pasodobles taurinos que sabrían a puerta grande.
FICHA MONTERÍA Organiza: Cabezas SC Fecha: 13 de enero de 2017 Finca: Valdeinfierno Puestos: 10 Sin cupo de jabalíes Tipo de finca: cerrada Resultado: 106 jabalíes (6 Or., 9 Pl. y 8 Br.)
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Cabezas SC monteó la finca de ‘Valdeinfierno’ En ocasiones con un simple vistazo a un plantel, o con ver los números, las cosas saltan a la vista y, en esta ocasión, con poco se puede apreciar el gran día del que disfrutarían diez afortunados monteros, ya que entre ellos cobraron la friolera de nada menos que 106 jabalíes.
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