Palabras: 2.761
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Nel ajustó sus pantalones rasgados reconociendo que tal vez no era el mejor pantalón para usar en los dÃas posteriores al fin del mundo, pero daba igual. Caminó por la entrada de la casa de los Wheeler y tocó el timbre de la puerta mirando con confusión la camioneta de pizza estacionada fuera del garaje.
Un chico con cabello increÃblemente largo y negro abrió la puerta. Ella lo observó con curiosidad y admiró su vestimenta colorida y poco ortodoxa. Supo por eso que no era de Hawkins.
— Hum... ¿hola? — ella saludó.
— Hola. Soy Argyle. Lindo corte
Ella llevó su mano al costado de su cabeza, donde los demobats habÃan tirado de su cabello hasta arrancárselo y acarició el resto de la orilla que ella misma habÃa afeitado esa mañana y los mechones de color purpura en sus puntas. Luego miró al chico.
— Lindo cabello.
— Gracias — sonrió cálidamente pero no dijo nada más.
Nel abrazó la caja que sostenÃa contra su pecho y alzó una de sus cejas.
— ¿Está Nancy o su madre, de casualidad?
Argyle asintió y abrió la puerta haciendo un espacio para que ella pasara.
— Oh, si, por supuesto ¡Señora Wheeler! — él alzó la voz mientras Nel se abrÃa paso en el interior de la casa.
Karen y su rubicunda melena no se hicieron esperar y apareció rápido en la entrada observando con una mirada curiosa a Argyle, pero lo suficientemente acogedora. Cuando sus ojos pararon en Nel le sonrió abiertamente.
— Querida Nel. Creà que te habrÃas ido como el resto.
Nel se encogió de hombros. HabÃan pasado dos dÃas desde el ataque a Vecna. Dos dÃas desde que las dos dimensiones antes separadas colapsaran entre sà y que los portales de Vecna provocaran un enorme sismo en Hawkins. Dos dÃas sin Eddie y sin Max.
— No — ella negó —. Tal vez no sea el mejor momento para seguir la histeria colectiva.
La señora Wheeler asintió de acuerdo.
— Es exactamente lo que digo yo — apretó sus labios y miró la caja en sus brazos — ¿Qué tienes all�
— Los trabajadores de la granja de mi abuela se fueron y las cosechas se perderán si no...— ella se detuvo y entonces alzó la caja hacia la mujer —. Esto es para ustedes, son de la huerta. Pensé que desde que los supermercados fueron saqueados y todo el resto colapsó, podrÃan necesitar de esto.
Karen abrió la caja y observó las verduras en el interior con una sonrisa agradecida.
— Esto es tan lindo de tu parte Nel — ella le entregó la caja a Argyle para que la sostuviera y el la recibió con una sonrisa. Karen se acercó a ella y la abrazó —, ¿Estás bien? ¿No te gustarÃa quedarte aquÃ? Hay espacio. No me gusta pensar en ti estando sola en casa.
Nel intentó evitar las lágrimas de emoción ante el ofrecimiento y negó con una sonrisa.
— No te preocupes. Estoy bien. Estaré repartiendo de estas hoy y he estado ocupada haciendo un par de arreglos en casa. Pero de todas formas vendré uno de estos dÃas.
Karen suspiró mirando a su alrededor.
— Te estaremos esperando. No hay mucho que hacer además de preocuparse, ¿sabes? — ella sonrió.
Nel pasó sus manos por la tela de sus jeans y asintió.
— Es un plan, entonces — replicó con una sonrisa —. Entonces yo seguiré con mi reparto. Cualquier cosa, estoy a una llamada de distancia. Creo que las lÃneas de teléfono de este lado aún sirven.
Karen sonrió y asintió de acuerdo, tomando la caja de las manos de Argyle y yéndola a dejar al interior de la casa. Argyle se acercó a ella y le dio un abrazo amigable que la tomó desprevenida pero que no rechazó.
— Vuelve pronto — Argyle deseó con una sonrisa ida y Nel asintió, sonriéndole de lado.
Salió de la casa con una sensación extraña, como si lo que acababa de pasarle hubiese sido parte de su imaginación.
— ¡Nel! — ella se detuvo a medio camino y volteó para ver a Mike corriendo hacia ella seguido de Nancy, Jonathan, Will Byers y una chica con el pelo tan corto que no podrÃa cubrir sus orejas.
Nel lo observó sorprendida.
— ¿Cuándo llegaste? ¿Estás bien? — ella le preguntó, abrazando al chico y descubriéndose feliz de saber que estaba allÃ.
— Estoy bien. Cielos. Nancy me dijo lo que hiciste. No puedo creerlo.
Nel miró hacia el suelo por unos segundos y alzó la mirada a Mike.
— Sólo hice lo que debÃa hacer.
Mike alzó una de las comisuras de su boca y entonces volteó hacia la chica del cabello corto.
— Nel, está es Eleven. El — Mike estiró su brazo hacia la chica, que tÃmidamente tomó su mano y se acercó a él para saludarla.
Nel alzó sus cejas con sorpresa y observó a la chiquilla a su lado.
— Tu eres El — susurró —. No puedo creerlo — añadió y entonces ladeó su mirada con preocupación —, ¿Estás bien? — preguntó.
Él se recostó contra el costado de Mike, quien la sujetó con cariño y una sonrisa abiertamente feliz.
— Estoy bien. Gracias por lo que hiciste.
Nel respiró onda, tragando nuevamente sus lágrimas y negó.
— No, El — dijo con tranquilidad —. Gracias a ti.
No habÃa mucho que decir, asà que le sonrió y luego saludó a Jonathan, su hermano pequeño y a Nancy. Sostuvo una conversación normal, pero se sintió extraño no hablar de lo que habÃa pasado, era un alivio poder hablar de otra cosa que no fueran portales, Vecna o monstruos voladores, pero de alguna forma Nel extrañó no hacerlo, lo cual era raro, porque los últimos dos dÃas en los que se habÃa encerrado en casa a curar sus heridas alejando al resto de ella, solo habÃa deseado que todo fuese un sueño que nada de eso hubiese ocurrido en verdad. Ahora simplemente no podÃa dejar de pensar en ello.
— Haz estado ocupada, ¿Eh? No te he visto desde...— la voz de Nancy se suavizó hasta desaparecer sin poder terminar la frase.
Ella se encogió de hombros.
— Si. He trabajado mucho en casa. Necesita arreglos — dijo finalmente, sin querer hablar de más, no querÃa preocuparla.
— ¿Seguro que no quieres venir con nosotros? — Nancy preguntó —. Debemos llevar a El a la cabaña de Hopper, pero necesita un par de arreglos.
Nel negó.
— Debo terminar de repartir unas cajas. Pero puedo pasar más tarde a ayudar con los arreglos — ella ofreció —. Sin embargo, si está en muy mal estado, siempre está mi casa, lo saben, ¿no?
Nance asintió y se despidió de ella con un abrazo.
— Steve estuvo preguntando por ti. Está preocupado — ella murmuró en su oÃdo cuando sus brazos todavÃa rodeaban su cuello.
— No tiene que estarlo. Estoy bien — ella mintió, y sabÃa que Nancy no lo creÃa, pero la chica, tan diplomática como siempre, decidió seguirle la corriente y dejarla ir con una sonrisa preocupada.
Nel se despidió de ellos una última vez alzando su mano fuera de la ventana de Tanque Lucy y echó a andar el auto camino a la casa de Dustin y de Lucas. Repartió una doble ración para la familia de Robin, sabÃa que eran muchos y sus padres habÃan perdido sus trabajos con lo del "terremoto de gran magnitud" de hacÃa dos dÃas. Cuando volvió a casa, estacionó el auto, se puso los audÃfonos de su walkman, tomó la bayoneta y saltó por una de las ramificaciones de los portales que se habÃa trazado a unos cuantos kilómetros de su casa. HabÃa comenzado a hacer eso desde que Eddie habÃa muerto. Dicen que para crear un hábito se necesitan por lo menos dos semanas. A ella le habÃa tomado al dÃa siguiente del ataque a Vecna crear uno. Estuvo allà abajo como dos horas, realmente no querÃa pensar en lo que hacÃa, solo sentÃa la necesidad de hacerlo. Cuando volvió arrastró el cuerpo viscoso y maloliente del bicho envuelto en una vieja frazada que sacó de una casa desconocida. Con esfuerzo comenzó a escalar por la tierra hasta llegar a la entrada del portal. Sus manos rasgaron la tierra de Hawkins mientras arrastraba con todas sus fuerzas al bicharraco envuelto hacia la superficie. Lo arrastró por los suelos mientras caminaba hacia Tanque Lucy y se subÃa al auto con el monstruo en la maletera. SabÃa que no podÃa dejarlo en medio del campo, debÃa deshacerse de él en un lugar donde nadie lo viese. Estacionó el vehÃculo frente a la casa y sacó al monstruo de la cajuela, cuando dejó el bulto sobre el suelo sin ningún cuidado y cerró el maletero se encontró con el rostro de Steve que miraba de hito en hito entre el bulto que asomaba una pata por una orilla de la frazada y ella, que por supuesto no despedÃa ningún atisbo de estar a punto de participar en un certamen de belleza.
Ella resopló, quitando los mechones de cabello sobre su rostro.
— No quiero hablar de esto — ella murmuró, comenzando a arrastrar al demogorgón muerto y rodeando a Steve.
El se paró frente a ella y le quitó el cuerpo sin vida.
— Entonces hablemos de otra cosa — él estuvo de acuerdo y largó un suspiro —, ¿Dónde lo quieres? — preguntó
Ella lo miró desconcertada, ciertamente esperando que él explotara sobre ella, llamándole irresponsable y enlistándole el sinnúmero de razones que existÃan para explicar por qué lo que estaba haciendo era peligroso. Nunca salieron de su boca, asà que Nel apuntó con su cabeza hacia el granero y Steve asintió, haciendo un gesto militar y dirigiéndose con la enorme bestia muerta a rastras hacia el granero.
Ella sacó su ballesta del asiento trasero mientras lo miraba con sobrecogimiento. Escuchó unos pasos en el pórtico y volteó para encontrarse con Robin y Dustin, mirándola con sus ceños fruncidos.
— ¿Chicos? — ella preguntó sin saber realmente como completar su pregunta. No los habÃa visto desde hacÃa dos dÃas.
— Venimos a ayudar. Escuché que estabas ocupada con unos arreglos en casa — Robin habló.
Dustin alzó sus cejas.
— ¿Por dónde empezamos?
Nel los estudió aflojando el agarre de su mano en la ballesta.
— Y-yo — ella pestañeó rápidamente como si eso reiniciase su boca y la detuviese de balbucear y entonces carraspeó —. Yo debo poner esas cortinas de seguridad fuera de cada ventana — ella apuntó las persianas metálicas que descansaban a la orilla de las escaleras.
Los chicos miraron las cortinas y entonces asintieron.
— Soy un asco en el trabajo manual, pero creo que podre atornillar un par de tuercas — Robin admitió agachándose junto a la persiana y observándola.
Por otro lado, Dustin sonrió entusiasmado.
— En mi último campamento de verano construà a cerebro. Puedo hacer cualquier cosa.
Nel quiso sonreÃr, pero no podÃa, sin embargo, arrugó su boca en un mohÃn y asintió, sintiendo una calidez invadir su pecho, como si algo la llenase de orgullo.
— No tengo dudas — ella murmuró y caminó hacia ellos dejando su arma sobre el viejo balancÃn de sus abuelos al lado de la entrada —. Me daré un baño y nos haré limonada. Si no pueden...
Dustin la interrumpió.
— Podremos, Nel. Ahora ve a bañarte — él usó su tono mandón y ella no quiso contradecirle.
Se dio un buen baño. Un largo y delicioso baño en su ducha limpia bajo un cielo interior libre de hongos. Al salir su cabello estilaba y habÃa adquirido un tono un poco más obscuro. Se colocó un top blanco y una jardinera de mezclilla para unirse al trabajo de los chicos. Secó un poco su cabello y luego ató la bandana de Eddie alrededor de su cabeza, sosteniendo su flequillo fuera de su frente y salió del baño un poco renovada. Al abrir la puerta, Steve la esperaba sentado sobre la cama. Sus ojos se encontraron y ella intentó evitar su mirada, rodeándolo lo bastante lejos como para evitar cualquier atracción hacia él y se detuvo frente a la ventana de su habitación echándole una mirada a Robin que ya estaban instalando la siguiente persiana metálica en otra de las ventanas.
— ¿Por qué las cortinas metálicas? — preguntó Steve finalmente.
— Por seguridad. No podemos pensar en exponer más a la familia Wheeler. Esto no ha acabado. Vecna sigue suelto. Herido, pero vivo. Hawkins ya no es seguro, si es que alguna vez lo fue y necesitamos un lugar donde sentirnos protegidos
Steve murmuró algo y entonces carraspeó.
— Está bien. Buen plan — aquella respuesta la desconcertó aún más.
— ¿No vas a decirme que es estúpido ir allà y que me atrae el peligro porque quiero llenar algún vacÃo importante en mi vida? — murmuró con su mirada perdida en el cristal, sin mirar a Steve.
Pasaron los segundos, unos muy largos, antes de que él contestara.
— No. Debes tener una buena razón para bajar allÃ. Simplemente me pregunto por qué no pediste mi ayuda.
Nel mordisqueó su labio inferior.
— No sé — respondió —. Es tonto, pero...quiero hacerles pagar Steve. A todos ellos. Quiero que...que mueran y que sufran y que lo último que vean sea a mi apuntándoles con mi flecha a la cabeza, ¿Estoy volviéndome loca? ¿Me estoy transformando en ellos? — ella volteó a mirarle porque querÃa saber su verdadera respuesta, la que daban sus ojos, no su boca.
— No — dijo, ojos y boca en sincronÃa —. Sólo estás sufriendo — añadió.
— Él está allà afuera — ella cruzó sus brazos frente a su pecho y apoyó su espalda en la pared —. Vecna — aclaró —. Y quiero encontrarlo. Si está herido, entonces está indefenso y no hay mejor momento para matarlo que ahora.
Vio a Steve levantarse mientras peinaba su cabello hacia atrás, sus pensamientos estaban muy en su interior como si estuviese rápidamente sopesando sus palabras. Caminó hacia ella hasta detenerse a un metro y mirarla a los ojos.
— Entonces cuenta con nosotros — él dijo —. Créelo, todos queremos lo mismo. No me apartes, Nel. Se que estás sufriendo...
Ella sin perder su postura, soltó una risita desganada y negó.
— No lo entiendes. No te estoy apartando. No es porque perdà a Eddie ni...
— Si es por Nancy y yo... — él la interrumpió rodando los ojos —... Dustin me dijo que nos viste en casa de los Creel y sé que se pudo haber visto Ãntimo y que creÃste tal vez que debÃa resolverlo, pero...
Ella lo detuvo con el ceño fruncido.
— No — ella negó —. Dustin es un chismoso. Y si, debes definitivamente resolverlo, pero, de nuevo, estás tan equivocado al respecto — ella cerró sus ojos y apoyó la palma de su mano en su frente, sintiendo que una de sus migrañas se avecinaba.
Steve dio un paso hacia ella preocupado.
— ¿Estás bien?
Ella volvió a detenerlo, irguiendo su cabeza y mirándolo.
— No entiendes — repitió —. Yo estaba sola. Por completo — añadió —. Y entonces apareciste tú y tu amiga extraña. Y niños con personalidades totalmente distintas y tus citas. Y Nancy Wheeler y todo este asunto de los portales y Vecna — frunció el ceño —. Siempre pensé que mi vida estaba afuera de aquà y entonces...— ella se detuvo buscando las palabras precisas para darse a entender —...entonces aquà estoy; No estoy estudiando, perdà mi trabajo y a mi mejor amigo. Pero, tengo un grupo de niños, una está en coma en el hospital, tal vez nunca despierte, otro no se despega de su lado ni para ir al baño y otro está sufriendo el duelo de su amigo — ella murmuró hablando de Dustin.
›› Una amiga con el corazón roto, a Nancy y a ti — ella frunció el ceño y soltó una risa desgastada —. A ti — repitió —. Y si, tal vez en un momento te miré a ti y a Nancy y eso me afectó, pero ahora es distinto. Yo podrÃa...podrÃa verte vivir la vida que quieres, tener una familia con Nancy y ser feliz porque tú eres feliz, pero yo simplemente no podrÃa con el hecho de perderte, de tener que llorar tu muerte y poner otro cuerpo en un ataúd — añadió —. No puedo perderte — volvió a decir con más ahÃnco—. Y Dios me salve, pero tampoco podrÃa perder a ese grupo de niños, ni a Robin y a, si, Nancy Wheeler — rio sin poder creerlo — No podrÃa — se encogió de hombros — Y tan solo necesitaba tiempo y espacio para procesarlo, porque nunca me di cuenta de que necesitaba a mi familia hasta que la perdÃ. Y ahora ustedes son eso. Mi familia y yo no...— su voz tembló y ella dejó de hablar, sintiendo sus ojos arder, sabiendo que lo siguiente que vendrÃa era el llanto profuso.
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