Tumgik
-¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes?-
-¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes?-
Sus ojos no eran más que dos puntitos en su cara, pero hasta eso, sus pestañas eran tan espesas que parecían de pronto dos regalitos en su rostro. Yo estaba enamorada de él, de su boquita coqueta, de su acendrada piel. Yo creía que el estaba enamorado de mi, pero me equivoqué. Sus ojos, que antes me parecieron la más bellas de las constelaciones, de pronto fueron para mí un abismo. Un abismo donde me perdí, por encontrarle a él.
-¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes?-
Pero unos labios sin tocarme me dijeron la verdad, unas manos sin sentirme, me volvieron a la realidad. Uno ojos, por muy bellos, también son capaces de lastimar. De unos ojos por muy hermosos, también te tienes que cuidar. Las voces comprendían más. Las voces se negaban a juzgar. Las voces me querían enseñar.
-¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes?
Entonces comprendí que quien soy, se puede unir a otras almas y hacerlas libres. Que no hay necesidad de ataduras entre dos. Que a veces es mejor salir de un abrazo y cortar muy profundo para que desde ahí mane la esencia del veneno, ese que de pronto quiso disfrazarse de te quieros.
-¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes?
Porque también es verdad que cuando estás ahí, echándole a las heridas un poco de antiseptico, llorando por lo mucho que duele y quema, los ojos que te hicieron la herida de pronto te quieren hacer creer que tú lo querias, que tendrías que volver. Pero las voces ya no son tan lenes, están furiosas, dolorosas de tu herida y tú, aprendes con escucharlas a ellas, a escucharte a ti.
-¿Donde estás? ¿Por qué te escondes?
Entonces después de un tiempo de dudar de ti mismo, logras salir, ves las cicatrices como un recordatorio incesante de que la lucha es diaria y la cura es lenta, pero eficaz, te comienzas a amar más. Y de pronto tú también te vuelves voz, para alguien más, de pronto tú también sabes hablar sin juzgar, de pronto tu tambien sientes como duele el abuso hacia alguien más y aprendes a acariciar sin tocar.
-¿Donde estás? ¿Por qué te escondes? -
Aprendes a ver más allá de unos bellos ojos, comprendes que al final son solo ventana de un ser que tiene envenenada el alma, que se niega a cambiar, que te arrastra a su obscuridad, con el único objetivo de creer que es amor su falsa superioridad. Triste ente de voluntad violenta, de insípido ser, si me niego a creer en tu fuerza y tú poder y me sé protegida por las voces, dime:
-¿Donde estás? ¿Por qué te escondes?
yosoyeran
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La caída de un pétalo,
La muerte anunciada de una flor,
Una pregunta,
¿O un deseo?
¿Que será peor?
El camino dice adelante,
Las pruebas dicen no.
Más pétalos en el suelo,
Más dudas en el corazón.
¿Habrás de amarme?
¿Habré de creerle?
y, Erán
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La mujer en el espejo
En reflejo proyecta la imagen de una mujer que no parece ser yo. La miro directo a los ojos y ella me sostiene la mirada, abro la boca y ella también lo hace. Nos hemos sorprendido al mismo tiempo de la similitud de nuestras acciones, pero no nos engañamos, sabemos que hay algo extraño, sabemos que ella no soy yo, sabemos que yo no soy ella. De golpe le pregunto que quiere, solo para escucharle decir al mismo tiempo lo mismo simplemente,entonces sonrio y ella también lo hace; tiene una sonrisa cínica, una mirada gélida, un temple frío, no sé expresarlo de otra manera, se parece a mí, pero solo eso, se parece. Entonces la mujer en el espejo acaricia su cabello al mismo tiempo en el que yo he decidido hacerlo, no sé decir quién imita a quién, pero te aseguro que la sincronía es perfecta. Me acerco lo más que puedo, mi frente toca el frío vidrio y veo en su rostro la queja de ello, pero no dice nada, yo tampoco me atrevo a hacerlo. Así, de cerca, puedo ver los tintes tenues de sus castaños ojos, y me atrevo: -¿Quién eres?- Y ella solo alza un poco su comisura izquierda.
-¿Estás lista ahora?- dice un hombre a mis espaldas, yo giró.
-Mira esto- le digo sin contestar verdaderamente su pregunta, pero cuando veo de nuevo al espejo, la mujer ya se ha ido. En el reflejo ahora solo soy yo, de nuevo.
-¿Qué sucede?- me pregunta mi acompañante.
-¡Oh nada! No te preocupes- contesto.
Supongo que la mujer en el reflejo tuvo que de pronto irse.
y,Erán
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¡Volverás a reverdecer!
El amor no es para cobardes, en la debilidad la fuerza se deshace y aún sobre la tierra inerte zambullida entre las rocas las rosas vuelven y renacen.
¡ Contemplarás el amanecer! tu fin no será en pos de él.
De amarillo serán tus vestidos y ni el sol podrá con tu brío, el agente de aquel recuerdo no quemará más tu piel, florecerás y con el tiempo tus ramas volverán a reverdecer.
Repetía, repetía y repetía...
Con un nudo atorado en el pecho y mil alfileres nublando mi vista, mi mundo en un lapso caía.
La vida en un beso se iba, un beso de aquellos que rasgan y queman los labios de quien un día con ellos besaron tu herida.
Volverás a reverdecer y entre las ramas el amor volverás a tejer.
-E
J Andrea
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Crónica de otro abandono
Escuché las rueditas de tu maleta alejarse. Desperté cuando abrías la puerta. Sabía que no te habías despedido, pero como siempre busqué una nota, en tu buró, en el refri, en mi puerta, quizá en el espejo del baño. No encontré nada. Me senté a la orilla de la cama y me dispose a llorar, pero no salió nada. Entonces puse un té de manzanilla y me lo bebí con un poco de miel. Te habías ido, pero no te llevaste las tazas que te regalé, así que comencé a guardarlas en una caja cubiertas con papel, para regalarlas. Yo sola en esta casa no necesito tantas. Luego, subí a tu habitación, la habías dejado ordenada, abrí las ventanas, quité las cortinas, y las lavé junto con las sábanas. Luego le llamé a Mari, le conté que te habías ido y que no te había podido llorar. Me preguntó si ya había desayunado y cuando le dije que no, me dijo que vendría a mi casa con algo que comer. Al cabo de 20 minutos llegó con tortillas, un guisado y frijolitos, acompañada de Ulises. Yo a él todavía no le mandaba mensajes, sabía que los sábados se despertaba tarde, pero me alegró tanto verlo que cuando lo vi en la puerta le robé un beso y el me abrazó muy fuerte. Creí que eso me desarmaria, pero no lloré. Comimos y me ayudaron a sacar tu espantoso sillón a la calle, luego alguien pasó y me preguntó el precio, creyó que estaba comenzando un bazar, a lo cual no le vi tanto problema. Se lo vendí a un precio ridículo y se fue más que contento. No pensé que a alguien le fuera a gustar. Supongo es caro, ¿Verdad? Siempre te gustaron las cosas de "marca". Total que el señor que se llevó el sillón, me dió la idea, saque las tazas sobrantes del papel y comencé a venderlas. Tus masetas, tus buros, tus sartenes, tu especieros, tus cortinas de terciopelo, tu espejo dorado, las poquitas joyas que dejaste en el alhajero, tus cuadros abstractos, tus figuras de porcelana, todo eso que dejaste atrás, sufrió el mismo destino y se vendió a muy buen precio. Mari, Ulises y yo pasamos todo el día haciendo eso y nos divertimos mucho. Hubo un momento en el que Ulises desapareció y cuando apareció de nuevo, traía toda la ropa de "anciana" que me habías regalado, le puso un precio tan barato, que la gente de inmediato, se acercó. Nos moríamos de la risa al ver a la gente atraída por el precio, huir despavorida por el estilo y me hicieron mucha burla, porque sabes que yo sí usé todo eso, y que jamás acepté sus críticas constructivas acerca de lo horrible que me veía. Siempre pensé que lo decían porque no les gustaba que me aferrara a esas prendas solo porque me las regalaste tu. Reí tanto, ¡Cómo no tienes idea! Y junté una suma considerable, yo ponía un precio y luego Mari iba y lo cambiaba, al parecer se le ocurrió buscar su valor en internet y cada tanto exclamaba: ¡Pero santo Dios! Para ir corriendo a quitar una etiqueta y poner otra. Yo no sabía, pero te gustan las cosas muy caras. Para ser alguien que no se iba a quedar, gastaste mucho en tus comodidades. Al caer la noche, rematé todo y no me quedó nada. Nos quedamos en la sala riéndonos del día, Mari se despidió luego y Ulises se quedó conmigo esa noche. Lo extrañaba mucho: dormir y escuchar sus ronquiditos, despertar y ver sus pestañas. Que triste que nunca se hayan caído bien.
El domingo al abrir los ojos entendí que lo que necesitaba no era una nota de despedida de tu parte, sino de la mía y comencé a escribir estas líneas. No sé que te hizo marcharte otra vez. No sé porque no me avisaste primero. No sé qué llevabas en tu maleta si acá dejaste casi todo. No sé porque nunca te cayó bien Mari y porque siempre decías que Ulises no me convenía. No sé que tienen de lindas las cortinas de terciopelo. No sé cómo fregados llamaste a un taxi si odias los celulares. No sé de dónde compraste un té de manzanilla tan bueno. No sé porque te resulta tan fácil despertarte un pinche sábado y desaparecer. Así que ya, a la fregada. Te voy a guardar la mitad de lo que gané en un sobre y lo demás me lo voy a quedar como "indemnización". Ya no tengo l��grimas para ti, ya lo comprobé al escribir esto. Ojalá un día te dignes a mandarme una postal o yo que sé para saber que sigues siendo la misma o aparecerte aquí otra vez de la nada, exigiendo tu derecho de que te llame madre. No sé. Ya nomás te espero. Eso si, no me vuelvas a traer ropa. En eso sí, no tienes gusto.
- Elena
Y, Erán
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La muerte del guerrero Jaguar
Caminaban entre los árboles, fuera del camino, como lo habían hecho muchas veces antes. Un yaokiski caminaba tras de él. “Muy flaco, pero con valor” pensaba mientras le veía quitar las ramas de su camino con determinación. “Es mejor hacerlo al anochecer” había dicho achkautli, pero el sabía que eso no importaba; cuando la batalla inicia el fuego de la guerra enciende los corazones de los que pelean y consume a los que se entregan al miedo. El sol asomaba ya sobre los cerros cuando el guía volvió.
—Es allá detrás de la loma —dijo este.
Todos se dieron miradas de aprobación y mostraron sonrisas de triunfo. Sujetó firmemente su macahuitl e inició la subida.
Se movía tan rápido como sus piernas le permitían para mantener el sigilo. El corazón daba golpes tan fuertes en su pecho, como si quisiera estallar. Alcanzó la primera cabaña y con fuerza derribó la puerta hecha de ramas. De nada le sirvió, al que ahí estaba, la lanza en sus manos. Su golpe fue tan fuerte y certero que le abrió la cabeza en dos. Encontró a dos mujeres y un niño temblando entre lágrimas en un rincón. Hizo un movimiento con la mano, señalando la entrada y estos obedecieron temblando de miedo. Los hizo arrodillarse en el suelo y los entregó al amarrador. Giró la cabeza en busca de oponentes. La sangre le hervía y por sus ojos salía lumbre. Vio entonces a uno de los suyos siendo partido por dos enemigos. Corrió y de un golpe abrió el vientre de uno. Vino a su encuentro el segundo y cerca estuvo de haberle matado, pero su mano fue rápida y tomó la mano con la que este sostenía su garrote. Con la mano que sostenía el macahuitl le rebanó el cuello. La sangre salpicó sobre su rostro, pudo sentir el calor y vio el vapor que salía de esta, pues era una mañana fresca. Se sintió completo y lleno del favor de los dioses.
Vio entonces a un hombre escapando con dos mujeres, entre los árboles. Sin perder un segundo corrió tras ellos. El miedo de sus victimas se convertía en combustible para su espíritu. Los gritos de agonía se alejaban conforme el corría. Un golpe en la cabeza lo detuvo de pronto y lo tiró sobre su espalda. Con un grito horrendo y otro golpe a su cabeza el hombre antes perseguido, ahora intentaba matarle. Alcanzó a reaccionar y con su macahuitl detuvo el que hubiera sido el tercer impacto. Lanzó golpes fuertes contra la cabeza de aquel hombre que se mantenía sobre él y lo empujó. Su rival se puso de pie al mismo tiempo que él y blandía su garrote fieramente. Lo había visto antes, el hombre que tenía en frente moriría antes que ser tlakotli. Se lanzó sobre él con fuertes ataques, pero su oponente se defendió con ferocidad y no dio muestras de temor. Sin embargo su espíritu no era el de un guerrero, solo podría aguantar un poco más. Reanudó su ataque, esta vez logró despojar del garrote a su oponente y con una patada lo derribó. Se acercó y con un corte en el cuello apago el espíritu de aquel hombre. Levantó su arma en el aire y la dejó caer con violencia sobre el pecho de aquel hombre caído. Con sus manos arrancó el corazón de su lecho. Dejó escurrir la sangre, que aún salía del órgano sin vida, sobre su rostro y bebió un trago. Al igual que la sangre de jaguar le había dado fuerza, la sangre de un hombre bravo le haría más valiente.
Gracias al espíritu del jaguar podía sentir el miedo de las dos mujeres que aun seguían en fuga. Continuó con la persecución con más entusiasmo que antes. El sol se colaba ya entre las ramas de los árboles. La tierra mojada le revelaba las huellas que debía seguir. No podían estar muy lejos, la batalla con el hombre no le había tomado mucho tiempo. Las encontró en escondidas entre los restos de un árbol caído. Escondidas entre las ramas trataban de contener los sollozos, muy atrás se habían quedado ya los gritos de sus familias y parientes. La joven mujer era muy hermosa. Jadeante de emoción se acercó para tocarla.
—¡No! —gritó la mujer más vieja al tiempo que lanzó una piedra, la cual le abrió una herida en la frente por la que empezó a correr sangre. Enfurecido por aquella acción tomó su daga de obsidiana, arrastró a la mujer en círculos y después le corto el cabello hasta dejar a la vista la piel debajo. Con un movimiento de su mano apuñaló el pecho de vieja mujer y la vio cerrar los ojos y entregarse al sueño eterno. La sangre del jaguar le pedía sangre, podía sentirlo en su interior. Volvió la mirada hacia la joven y se dirigió a ella. Estaba envuelta en una manta de algodón y no dejaba de temblar. Los dioses podían esperar, el jaguar exigía un tributo de sangre. Arrancó la manta que la cubría y pudo ver una piel suave del color del cedro. Recorrió la daga por su cara y bajó hasta su pecho desnudo. Hizo un pequeño corte en la oscura aureola, un pequeño hilo de sangre se hizo camino cuesta debajo de aquel redondo y virgen seno. Con la daga en el cuello de la mujer lamió la sangre y el pezón. El jaguar exigía más, dio vuelta a la bella hembra y enterró toda su virilidad de un golpe. La poseyó violentamente, hasta que el jaguar estuvo satisfecho. Entonces la recostó boca arriba y montado sobre ella, agarró con ambas manos la daga y la clavó en su pecho. Abrió las costillas y sacó el corazón.
—Mío —dijo el jaguar en su oído. Llevo el corazón a su boca y lo devoró hasta que no quedó nada.
 —¡Tlatelchiuali! —dijo la mujer que había dado por muerta. —Maldito seas —sollozó entre lágrimas. —Era mi hija, mi pobre hija, Chalchihuatl, maldito seas, ocelopilli. Tu nombre será olvidado, el tuyo y de todos los de tu clase. ¡Yo te maldigo jaguar! Esa piel que llevas sobre tu espalda te habrá de consumir, será tu perdición. Todo aquel que derrama la sangre de su propia gente será consumido por el olvido. Nadie recordará tu nombre ni el de los tuyos ni ahora ni en mil años.
Se dirigió a ella lentamente y le cortó la garganta.
Z
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Anoche te soñé y no eras tú
Tu cabello era otro, rubio, rizado
Y corto. Y tu sonrisa era otra también,
Una sonrisa valiente plena y sin sufrimiento.
Anoche te soñé y no eras tú
No eran tus ojos, eran otros.
Ni eras tú debajo de esa piel.
Te soñé como sueñan los olvidados
En otras pieles y con otros nombres.
Anoche te soñé porque
Solo en mis sueños te puedo ver.
Z
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Mieles de utopía
Al tenerte en mis brazos no daré un paso atrás.
Te agarraré de la cintura, subiré lentamente mis manos por tu espalda mientras tus labios y los míos hacen una insurrección armada.
Por la noche te tomaré de la mano, llegaremos al cuarto, licenciosos de morales absurdas, aplacaremos las ansias de conquistar tierras ajenas, y probaremos las mieles de la utopía.
Ya entrados en el desvelo, surcaré por tus mares mientras izas mi vela, y terminaremos rendidos donde nada duela.
En la intimidad del insomnio, platicaremos de nuestra breve historia y sembraré un te quiero que nos libre de cualquier hegemonía.
I / JM Silva
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Punto y seguido poeta.
Me escondí bajo el sobaco de la madrugada
Por el miedo que sentía a la muchedad de la gente.
Y es que el frío es calor cuando sirve de refugio
Para un poeta en desamparo.
Con ojos gatunos me adentré en la noche
En busca de piadosa clemencia.
Cobarde de mí que me escondo tras la puerta
Que entre líneas digo cosas que solo yo sé.
Me vine aquí entre las hierbas negras
Dónde la luz de la luna no llega
Ni hay linternas que alumbren
Los ojos de indio con que lloro.
Me escondí aquí entre un punto y una raya
Entre el silencio y el diálogo.
Callé mi voz y grité con letras,
Con papel y pluma y tinta, mucha tinta.
Me oculté muy lejos y muy bien,
Maté con una espina todos mis reflejos
nada mío tienen y nada me dan de vuelta los espejos,
Me borré del mundo y me escribí en el viento.
Reservé de su estruendo a mi voz
Que a ciencia cierta nunca supo lo que decía.
En un baúl sin llave ni candado la dejé,
Sin vistas conyugales ni fianzas ni libertad bajo palabra.
Enmudecí la boca para decir al fin lo que quiero,
Apreté los dientes y dejé que me escucharan
Solo aquellos que quisieran escucharme,
Solo aquellos que escuchen la voz de mi poesía.
Me callé, sucumbí al mutismo blanco y negro
De mis cuadernos, sin saber aún de que hablo, pero hablando más fuerte que nunca.
Z
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No soy yo, es otra.
Si de casualidad, en una de tus vidas, te cruzas con una mujer parecida a mi, no te confundas, no soy yo, es otra. Una que finge creerse hermosa y la más fuerte de todas las mujeres. Va por ahí pregonando que de nadie se enamora, conquistando corazones para dejarlos tirados en una esquina, sin dinero y sin ropas. Observa cómo camina, con su aire de "no te me acerques si no te digo que vengas", ensimismada en su creencia de que a nadie ella necesita. Si la ves no te confundas, no soy yo, es otra. La que anda como si supiera a donde va, imaginándose perfecta, sin errores ni heridas. Esa que nunca llora, y rara vez sonríe, tan segura de sí misma, mírala bien, no te dejes engañar, esa no soy yo, es otra...
—B
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“Me es usted fiel, me es usted doblemente más fiel que mi propio nombre. Bien parece el amante perfecto. Pero igualmente fiel le es a tantas y tantos otros miles de miles, ¡he visto cuánto gusta de aviejar el cabello de cualquier dama o caballero que pase frente a la estancia suya! Lo descubrí coqueteándoles a mi hermana mayor y a mi abuela Amanda, también al viejo Rachid que vive al otro lado del mar y a la flor rosa que planté en mi jardín junto a unas setas que quedaron algo decaídas tras darle la bienvenida a su nueva compañera. Definitivamente, se cree usted el donjuán más refinado de los donjuanes.”
-V, La humanización del tiempo.
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Sin cubre bocas.
Pero es que aceptar que te amo, delante del mundo, es tirar la máscara de diablo y aceptar que soy yo, solo yo. Que no soy fuerte, que soy pequeño y temeroso. Aceptar que te amo es entregarme a ti, solo a ti.
Es aceptar que tu nombre es la melancolía que me tiñe los ojos. Decir te amo, decírtelo a ti, es tirar mis armas dispuesto a perder. Decirte te amo es decirte ven, es abrir mi pecho y darte el puñal.
Decir te amo, decírtelo a ti, es confesar que te extraño y que nunca te dejé de querer. Decir te amo... me cuesta tanto... Porque amarte a ti, es mi camino hacia el fin. Decir te amo es aceptar que no he amado a nadie más que a ti, que no ha existido más piel que esa que traes puesta y que no late mi corazón sino por ti. Decir te amo, es abrirte los brazos y dejarme morir.
Z
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Admito que esto del noviazgo es algo extraño,
algo nuevo y aterrador para mí y mi joven corazón.
Ya me lo han roto antes y lo volverán a hacer, sin embargo, sigue siendo desesperante.
Intento entender.
En el amor siempre tengo algo que aprender.
De sentimientos ¿quién habla?
Si mañana, juntos, cambiamos ¿será para bien o para mal?
Si mañana te vas, ¿te llevarás a mi esencia contigo?
Si mañana me voy ¿vendrán tus restos de felicidad junto a mí, dejando los míos a tu lado?
Algo que entiendo es que mañana este tú y esta yo estaremos extintos. Algo nuevo tendremos, algo diferente y no seremos los mismos.
Admito que no me cambiaste la vida cuando te conocí sino, que lo hiciste cuando te perdí. Y sí, ahora siempre que diga el primer hola a alguien pensaré en el final.
No me afecta, no tanto. Ya no tanto.
O.
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Magnus Carlsen
He was born in Tønsberg,
near the capital Oslo.
Has three sisters and
two loving parents, who
made him legend.
He plays decent online chess,
while live over the board
he is still at his very best.
He is the number 1 Champion,
so fairly better than the rest.
-T, Tatiana Flores
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Joder, deja de hablar por mí.
Basta de decirme cómo me siento
o cómo debo sentirme.
Deja de invalidar mi dolor.
Basta de decir por qué hago las cosas,
deja de quejarte de mis arrebatos
si vas a burlarte luego cuando pido ayuda.
Lo peor es que por culpa de gente como tú,
yo no puedo ni decir lo que siento en voz alta
y mucho menos llorar frente a alguien.
Felicidades, has creado un gran muro. Solo espero que no se te caiga encima.
O.
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Fuimos felices, tan felices que hoy me parece irreal llegar a esos niveles de serotonina sin tener sobredosis. Un colapso neuronal por invasión de neurotransmisores excitados. 
Vivimos la peli de Disney, el cuento de hadas, la carroza y la cabaña en el bosque todo al mismo tiempo. En cada instante, la magia.
No sé en qué hechizo nos abrimos metido cuando nos perdíamos en las calles desiertas de la parte vieja de la ciudad, o cuando viajábamos sin un peso a lugares y vagábamos toda la noche para no pagar alojamiento.
Fuimos felices, tan felices que no era de este mundo tal felicidad. Haber sido extraterrestre contigo me hizo entender el infinito en un abrazo. Una mirada bastaba para decir los poemas más bellos escritos bajo la luna. Las estrellas, nuestro techo favorito siempre guías de las aventuras más locas.
Saltamos puentes y avenidas, cantamos con las ranas y con estrellas de rock. Fuimos lo que quisimos ser y quienes necesitábamos ser para devolverle al mundo la esperanza de que el amor existe y es tan libre que acaba para volver a encontrarlo en otras bocas, otras caras, otros cuentos y otras canciones remasterizadas.
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X
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Trayectorias
Caminamos en circulos, ¿Te das cuenta? Lo único diferente es que tú giras a la derecha y yo a la izquierda. Solo en un punto nos tomamos de las manos y nos hacemos llamar nosotros, pero a final de cuentas somos mundos separados, condenados a cada tanto estar de frente y decir que es el destino, cuando en realidad es que ni siquiera tenemos camino. Vamos a repetir nuestros errores tantas veces y nos vamos a reencontrar más, pero eso ahora no significa nada. Lo bueno o lo malo, lo que nos digamos, lo que nos hagamos, de todos modos nuestra trayectoria inamovible nos hará cruzarnos. Damos vueltas en círculos. Nuestras vidas son círculos que comparten un punto y a ese punto tontamente le queremos llamar felicidad.
y, Erán
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