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Palabras que se llevó el viento
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La clave de romanos 6.10 -11
Ro 6:10-11: "Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro."
Dead unto sin
alive unto God
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“Christianity isn’t church attendance, it’s Christ-likeness. It’s being so in love with who God is in you, that you wouldn’t want to be like anyone else.”
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Jesus ate with sinners. He didn't support their lifestyles, but it didn't stop Him from loving them and helping them.
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”y a pesar de eso no ser la misma, que el cambio y lo añadido también forman parte, así como el pasado. de lo que somos y lo que traemos en el corazón..”
La reinvención como proceso natural evolutivo: no soy quien solía ser hace seis meses. Y qué bueno. El café se fue desprendiendo del azúcar; ahora más vino y menos vodka, los abrazos despacitos, aunque quizás digo menos que te quiero, el agua fría en la ducha, dormir como plan de fin de semana, la música con menos volumen pero todo el tiempo, más blues, menos pop, pedir perdón, cuidar lo que digo, las plantas, el cielo, y aún mantener las heridas de guerra, y a pesar de eso no ser la misma, que el cambio y lo añadido también forman parte, así como el pasado. de lo que somos y lo que traemos en el corazón, aunque ocupan más volumen, se siente más ligero...
Clara Ajc
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¿Nada es gratis en este mundo?
Veo la gracia en todas partes:
En los ojos azules en los que me fundí en enero, tras insistir en pagar mi parte de los juegos. ¡Pero, ya basta! Me decían, con un mate en mano y el termo en la otra, ¡recibilo, es la gracia!
Hay momentos que parecen ser de película, y como si de una ficción se tratara, todo lo que está al rededor parece pausarse. Así fue el momento en que vi esa mirada oceanica llena de tanta calma, decirme con voz plausible ¡es la gracia! ¿Cómo podía ser gracia que Daniel nos pague algo que no merecíamos? ¡Si yo ni si quiera era su amiga, apenas nos conocíamos! Me sentía en deuda, que algo les debía por regalarme esos momentos de tanta diversión. Pero eso es la gracia, recibir lo que no se merece. Recibir aquello por lo que no se hizo nada para adquirirlo. La gracia es un regalo. Y los regalos son gratuitos. ¿No hay nada gratis en esta vida? Si lo hay, se llama gracia.
Las palabras de la canción de Unspoken, que no volví a escuchar desde aquel 2017 regresan en forma de ecos lejanos:
Some may call it foolish and impossible
But for every heart it rescues, it's a miracle
It's nothing less than scandalous
This love that took our place
Just call it what it is, call it grace
Me veo otra vez luchando contra la gracia. ¿Es que aún no he aprendido? Porque parece ser que en la era de la productividad, nada es de balde, todo requiere incluso un mínimo esfuerzo. Lucho contra la anciana que se niega a recibir el billete de mil, y que luego me ofrece sentarme en el colectivo. La miro confundida, ¿pero como? ¿Qué vio en mi? Probablemente nada. Nada más que alguien que no lo merecía.
Lucho contra la ayuda que me ofrece un compañero de la facultad y una vecina, ¿pero como? ¿Por qué ayudarme a mí? De pronto me percibo en deuda, con un saldo a su favor. Y así sucesivamente, cada vez que recibo algo que creo no merecer.
Es que, cuesta tanto aceptar la gracia, en una época de la meritocracia. En la que parece ser que todo lo que recibimos, lo tenemos porque nos lo merecemos. ¿Acaso he merecido vivir acá, aprobar tales materias o que no me falte nada? Probablemente no. Muchas veces, ese saldo deudor, “en rojo” como diría la profe de Empresarial, fue pagado por alguien más, y se acredito a su cuenta. Es el acreedor renunciando a la facultad de cobrar y ejercer todas las acciones que el ordenamiento jurídico le otorga para ejecutarme. Es Jesús renunciando al poder punitivo y pagando la deuda por mi. Es Jesús tomando la nueva posición de acreedor, en esta especie de subrogación subjetiva o glorioso intercambio, y aún así decidiendo abrazarme. ¿No hay nada gratuito en esta vida? Si, si que lo hay: es la gracia. Pero cuanto cuesta renunciar al orgullo de la meritocracia productivista , a la filosofía de “lo que tengo me lo gané, y me lo merezco”. ¿Acaso algún día podré alcanzar y merecer algo para obtener el perdón de Dios? ¿Acaso con meritocracia puedo llegar a recibir una salvación tan grande?
Entonces, dejo de renegar ante la gracia en la cotidianidad.
En cambio, la abrazo, la admiro, y comprendo que veo la gracia en todas partes, no solo en el evangelio.
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If you give your life to Jesus Christ, there will be an impassable gulf between you and people who don't give their lives to Him.
John MacArthur
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