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Araki

Someto a mi dedos a seguir intentando descifrarte. Te abrazo para sentir ese calor que no solo cobija sino que arremete en contra de mi boca, en contra de mi torso, que jala mi rostro parta hacerme entrar entre tus fauces.

Sin pedir tregua me veo obligado a volverte mi amo bajo las reglas del poder, de aquel en el que uno tiene que estar por encima del otro, de ese en el que solo se abre la boca para ser escupido en ella. 

Me sorprende la idea de ser tu objeto, de darme la oportunidad de matarte cuando logre verte aunque ante la obscuridad solo pueda oler tu cuerpo, sentir tu presencia, tratando de observar mas allá, deslumbrado por tu deseo, tu carne: roja, brillante que me invita a consumirte, a dominarte, a volverme otro para hacer que salgan de tus labios esos versos donde me pides someter is dedos a seguir intentando descifrarte, abrazarte, dándote mi cuerpo para masticarlo, succionando mi agua, comiendo mi entrañas. 

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Somos animales

Somos animales que temen del tiempo

Somos animales que nos comemos el mundo

Somos animales que peleamos por la tierra

Somos animales en celo

Somos animales que corren para volar

Somos animales que desean

Somos animales amaestrados

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Que el aire sea libre, porque me encuentro cercano a mí y no quiero perderme,  que me guíe en esta madrugada, para encontrar el calor del pecho materno. que me seduzca al adivinar lo que hay entre tus sabanas, que me invite el desayuno, la comida o cena para repetir fuerte y amargamente lo que sale de mi estomago. Pero, que no conozca lo fétido de mi carne para no avergonzarme de ella. 

Afuera no toleramos el aliento vecino y no nos queda mas que asfixiarnos tapándonos la nariz, siendo verdugos del castigo propio. Ahora sabemos qué tan podridos estamos por dentro, ansiosos por encontrar esos rincones donde toleramos nuestra peste. 

Si me retiro el velo, que evite el aire soplar en mi rostro las cenizas de quien necio y gustoso de la orgía no le vasto cuidarse, porque se embriagara de mí la muerte, volviéndome peste. 

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Fe

Un olor a carne endulza el aire pero en mi paladar se concentra lo amargo del suceso. Aún cuando las huellas guían el camino de regreso, mis dedos recolectan y pintan de blanco cada poro, cada gota de sudor y grasa para lograr encender el fuego que me cobijará esta noche.  

No seré yo quien te halla llevado hasta este extremo, pero sí, quien te encuentre para ver los atardeceres azules o el rio de luces que llena de vida esta porquería de ciudad. Podré enseñarte como se recolectan las basuras o como se come en vajilla de plata, pero no dejare que el viento nos lleve, porque si lo hace, nos estrellará entre los arboles.

Por más lejano que quieras hacer el viaje, evitare cruzar las montañas para no despertar a los gigantes, por más que me supliques tocar tu piel me ataré estas manos, por más que me pidas besarte sellaré esta boca, porque tu ya no eres fantasma, ahora tienes forma, forma de mujer, de hombre, de ángel, de serpiente, de ave y de pez.

Mi mente te desea tanto que es capaz de disfrazaste de telas finas, en luces tenues, con brillos en los labios,  con ese dorado que adorna tu cabello de intenso brillo. Del cual, se desprende esa luz cegadora que me hace hincar para rezarte con ferviente fe, con el corazón en mano, en un mantra que alivia mi sangre agitada de tanto peregrinar. 

Deslumbrado por el amanecer, caminando el interminable camino, repito en mi mente que juegas con mi vida, porque te haces llamar santa pero no atiendes a nadie, porque te dicen divina pero esperas mi muerte, porque me prometes todo pero también me lo quietas. ¿Qué te crees imagen maldita? Mi sueño es llevarte conmigo, prendida en la pólvora despintando al enemigo.

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Luz

Pueden las ganas de correr por el universo elevar mi pies para flotar sobre las ciudades. En un instante  se desprenden mis dedos de la tierra para volar por encima de las nubes, por arriba de tu casa, del aire que respiras. Siendo un cuerpo que gira con cabeza ambulante, aún mi vista barrida distingue los pequeños lugares de encuentro, ahora migajas ante esta lejanía. 

Los cometas sonrojan mi piel, alegran mis retinas, pero al parpadear los pulmones se paralizan. El frio conserva la risa de mi rostro, ocasionada por lo onírico del  suceso. Ante mis ojos se muestra el recuerdo de la futura desfragmentación de mis manos, pies y cabeza. Para este momento, es un gusto abrir la boca, comer estrellas, disipándome de la tierra y de su fuerza.

Soy un planeta, soy una estrella, soy satélite y soy un grano de sal en este lugar sin tiempo. Aquí donde el dolor galopa entre los rallos de colores. que afectuosos  piden tocar mi carne de olor a tierra, a mar, a fuego y a ese viento que susurra mi nombre. Su efecto, hace gorgotear mis músculos y por un momento, el cuerpo baila acompañado de esos diamantes rojos que se esparcen a todas partes, una danza que da paso a ese fuego que pinta de negro lo poco que me queda de rostro.

En la tierra, alguien ve al cielo y también se eleva. 

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Insomnio IX

Sé que no he muerto y lo sé porque aún huele a basura y porque te veo gritar para palpar lo poco que queda de miedo. El frio ha ahogado la noche, en esta ha caído la carne, pero tú insistes que aún somos invisibles.

Ante las miradas ajenas somos texturas que se extienden, lineas peatonales que unidas forman puentes, pequeños hilos capaces de dar la vuelta al mundo o de guardar aromas. Aromas que producen apetito, y que son sinceros al narrar cada acto. Porque ya no somos objeto de nada, ahora somos acto. 

No nos vasto correr, aunque sabíamos que ellos eran mas ágiles, no nos vasto golpear, aunque ellos fueran más fuertes, nos nos vasto con derramar nuestra propia sangre, aunque ellos arrancaran con sus fauces  nuestros miembros. Aunque ellos nunca nos señalaron siempre  pensamos que vendrían por nosotros.

Cuando todo estaba pasando, saque mis ojos de sus cuencas para olvidar su rostro, me comí la lengua para no volver a decir su nombre, pero no quise quedarme sordo, porque si ensordecía no podría escuchar tu aliento. Tu aliento lleno de maldiciones, tu aliento que me enferma y me repite en las madrugadas que siempre tuviste la razón.

Desde ese entonces no he podido soñar porque de la obscuridad se prende mi recuerdo, se detona mi clarividencia y te formas en el viento. Tu cabello, tu risa, tu espalda y lo trágico que fue no dormir primero. Ahora no me queda más que invocarte, como cada noche, con frenesí, con intensidad, con fuerza, en un espiral donde la adrenalina se hace risa, los murmullos lamentos y los lamentos gemidos. 

Con los ojos en blanco, termino agotado de tanta paciencia, Sin ganas de  verme sumergido en esta habitación dañada, de  pisos mojados, con vidrios que caminan desde la periferia hasta el centro, aún en este lugar puedo sentir el calor. Los cristales me observan fijamente para pedirme los detenga, mi sangre prendida de su brillo  se asoma de entre mis uñas, agitada, llena de adrenalina, se dispara en mi sien para detener mi movimiento, un último respiro, de cuerpo vacío, agotado pero satisfecho.

Que coincidencia encontrar en este sitio tanta incertidumbre, tejido a tu parecer por tu conocimiento a los instintos y lo espacios. Acostumbrado a que cada encuentro fuese ante la multitud, puesto que la contención de la carne nos abrigaba del frio de sus calles,  su oleaje fue el que me hizo sujetarte, 

Hoy me doy cuenta que con la llegada del sol se repite la historia. Con otros brazos, otros labios, con otras complicidades,  pero con las mismas intenciones. Un palpitar tan rápido y desechable, al pasar las horas en estos días de insomnio, que no vasta con llamarles por otro nombre o ponerles otro rostro, simplemente es hambre. 

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iNMOVIL

Cobarde, miedosos,  marica, objeto desechable,  tv sin señal, taco sin carne, cigarro sin nicotina, libro sin letras, coche sin llantas, celular sin señal...

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noCHE

Todo es un silencio, calma interminable, necesitada de tus gritos, de mis lamentos, de esos días enloquecidos. 

Me abruma abrir la ventana y no hacer nada más que ver la ciudad para contemplar el ineludible deseo a tus afectos. 

Tarde o temprano las cosas tenían que cambiar, pero nunca pensé que fuese tan pronto. Tú terminarías de hacer ese viaje y yo seguiría recordándote en las mañanas, en mis duchas y en esas interminables ansiedades que no me permiten hacer nada. 

En un instante me motiva el sonido diciéndome que te comience a rezar para pedir perdón por mis pecados, mis demonios y por no olvidar esas visiones que nos predecían un futuro. 

Ya no son estas las paredes, tampoco es la calle, no son los cuerpo. 

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Adios

Entre los dame un. 

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Mandarina

Cuando era niño me gustaban las mandarinas, su sabor cítrico tenia una felicidad dulce, su color me recordaba a mi familia y su olor me tranquilizaba en esa ausencia. La mandarina era otoño, día de muertos, navidad y los juegos en la casa de mis abuelos. 

Un día las deje de comer.  

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SEMANA 1

Quiero caos        y que las cosas se caigan, esperar lentamente cómo las sombras nos dejan en obscuridad total, para así caminar a gatas buscando luz. 

Quiero que llueva fuego, quiero comer piedras, quiero recorrer con las manos ciudades, para llorar por el futuro y no por el pasado. 

Quiero del cielo estrellas para incendiar los mares con colores dorados, que nos bañen los pies, que nos cubran la cabeza, maremotos y tornados. 

Esto tiene que parar, pero cuando menos quiero deseo más. El corazón no cesa de desear, provoca mi sangre,  mi cuerpo, me enciende y me pide correr. Correr para vivir, para estrellarme, para destruir, para llorar y no parar de parar. 

Ante tal destrucción me imagino con los huesos blandos, con los ojos rojos, con la carne viva, abriendo la boca, mirando al sol y a ese infinito que nos arropa, que nos pierde, nos come, oscuro,  triste pero feliz. 

Quiero que mis dedos toquen mi alma, que la imaginen entre sus yemas, quiero nacer, quiero morir, quiero volar, quiero caer, quiero despertar pero también quiero dormir.  

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COSAS QUE ME SIGNIFICAN

TODO ES FANTASÍA. 

EL ERROR, ESO QUE ME HACE SENTIR Y PENSAR EN ESE LUGAR. ANTE SUS MIRADAS LA BARRERA Y ANTE MIS PUPILAS LA SED QUE TENGO POR SEGUIR BUSCANDO UN HÁBITAT.  

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Todo parecería un lup interminable.

Juan corre por las calles, no mirar atrás. Sus ojos no dejan de gritar, sus piernas tensas  le repiten que tiene que parar,  pero él se deshace de ellas, da un salto y se desprenden sus brazos, poco a poco cae su carne desnudando las cuencas de sus ojos. El viento cosquillea sus pies y le provoca  una risa cegadora de reflejos dorados. Su aliento ha embalsamado el aire en una nube que viaja en el firmamento.

Se escucha un estruendo y por un segundo regresa la luz de día. 

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Objeto 1

Si me mataran  yo aparentaría ser la víctima, fingiría resistencia para ocultar mi placer por ser, por un momento, objeto. Sin perder el tiempo buscaría caricias y golpes. 

Si me sujetarán con fuerza no dejaría que me soltarán. Entregaría mi cuello, mi abdomen, mis piernas, mi cabeza; para de esa forma mostrarme  accesible y provocar el  deseo de obtenerme a través de desgarrar mi carne, exprimir mis músculos y dejar correr mi sangre.

 Si me mataran no suplicaría por mi vida y miraría directamente a los ojos para  verme reflejado en el abismo de su pupila sin perder detalle del acto. Por un momento  moriría de placer porque la víctima tomó control del victimario para consumar un acto. 

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COSAS QUE ME SIGNIFICAN

ROJO

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COSAS QUE ME SIGNIFICAN

Azul

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COSAS QUE ME SIGNIFICAN

Primer capitulo:  EL HACER